Silvia Duschatzky
Cristina Corea
ISBN 9 5 0 - 1 2 - 4 5 1 5 - 2
ISBN 950-12-4515-2
ÍNDICE
Prólogo 9
Introducción .• 13
4. L a s instituciones en la pendiente 69
4.1. Las figuras de autoridad familiar 69
4.1.1. Desubjetivación 72
4.1.2. Resistencia 77
7
Silvia Duschatzky y Cristina Corea
4.1.3. Invención 78
4.2. La escuela entre la destitución
y la invención 81
4.2.1. Desubjetivación 83
4.2.2. Resistencia 86
4.2.3. Invención 89
Testimonios 111
Entrevista a los padres de Maxi 117
C o n v e r s a c i ó n con Renzo y Á n g e l 141
C o n v e r s a c i ó n con Mauricio 163
Relato del encuentro entre Pilo y C é s a r
"Como gato en el tejado" 167
C o n v e r s a c i ó n entre un grupo de chicos y chicas
"La calle de las brujas" 175
Entrevista
Entrevista a Brenda 183
Bibliografía 207
8
PRÓLOGO
1. D i c h a i n v e s t i g a c i ó n c o n t ó c o n el apoyo de U N I C E F .
9
Silvia Duschatzkyy Cristina Corea Prólogo
maestro sin formulárselas. La investigación decide darle i propios de las situaciones, la percepción constante del ries-
forma a esas preguntas, y comienza así un recorrido inten- go, nos iban mostrando rostros juveniles muy alejados a
so y difícil por los territorios que frecuentan los jóvenes. ¡ aquellos soñados y fabricados por la escuela.
/ E l texto que presentamos intenta pensar la situación de Avanzamos en el registro y la lectura de los testimonios,
la escuela en una coyuntura singular, que hemos denomi- escribimos el informe, y aparecieron los primeros lectores.
nado, a partir de la lectura de los testimonios de la investi- T a m b i é n como nosotros, aquellos azorados lectores veían
gación, el declive de las instituciones en tiempos de fragmen- con preocupación - p r e o c u p a c i ó n que a veces nos transmi-
tación. Por supuesto, el declive no deja afuera a la escuela, tían con tono de o b j e c i ó n - las hipótesis que í b a m o s cons-
sino m á s bien todo lo contrario: es porque la escuela está truyendo en torno a la fragilidad del dispositivo p e d a g ó g i -
en la pendiente que advertimos este horizonte de declina- co^ Efectivamente, en el texto del informe, debido a que
ción institucional. Y ello es así porque nuestro punto de par- éste se había construido en relación de rigurosa intertex-
tida problemático fue precisamente la escuela. Se trata en- tualidad con los registros obtenidos, la escuela aparecía po-
tonces de pensar la declinación de la escuela;^se trata de co. Preferimos, antes que faltar a la verdad, ponernos nue-
pensar q u é estatuto tiene la escuela en la subjetividad de vamente a pensar. Y fue entonces cuando advertimos algo
unos chicos para los que la escuela ya no es la llave para al- que resulta esencial para esta investigación en cuanto al
canzar un futuro, ni un higar de fuerte inscripción. Enton- modo de implicación de la escuela. Ciertamente, de la es-
ces, ¿dónde está la escuela? O, mejor dicho: ¿dónde está la cuela se hablaba poco, pero todo lo que se había hablado,
escuela de los chicos que protagonizaron esta investigación? todo lo que se había registrado, todo lo que se había pen-
Si tomamos literalmente la pregunta y tenemos que con- sado, trabajado, se lo debíamos, de a l g ú n modo, a la escue-
testar sin faltar a la verdad, diremos: la escuela no está en el la. Puesto que eran maestros los interlocutores de los chi-
discurso de los chicos. Cuando decimos que no está en el cos en esta tarea, educadores que se habían lanzado al
discurso no decimos que no es pronunciada, dicha, explici- proyecto de investigar y de pensar a fondo la escuela.
tada. Lojjue^ie^miQS¡_es que^no_son rejgistradas sus marcas. , E n la implicación de estos maestros se hacía presente la
La escuela podría no ser un enunciado en el habla de los chi- • posibilidad de imaginar que otra escuela es posible, si pen-
cos pero podría visualizarse en los valores de referencia de i samos de ahora en m á s a la escuela como un intercambio
los chicos, en los modos de percibir y vincularse con los 1
que tiene algo para producir en la experiencia del otro. Es-
otros, en su relación con la autoridad, en la confianza en un ta "escuela", funcionando en las condiciones de produc-
futuro y en el propio esfuerzo para alcanzarlo. ción de una experiencia, era una escuela absolutamente
Sin embargo, los testimonios nos hablan de otra cosa[La abierta al diálogo; era una escuela que pagaba el precio de
escuela parece desdibujada?) Empezábamos a inquietarnos. estar ausente en las opiniones de los chicos para estar pre-
¿Habíamos equivocado la estrategia? Intentamos algunos sente en el diálogo real con ellos; ejrajina "escuela" que no
ajustes pero la situación no cambiaba demasiado. Por otra estaba en el enunciado sino en la e n u n c i a c i ó n .
parte, lejos estaba de nuestro espíritu el recurso de inducir a De la escuela se hablaba poco, es cierto, pero nada de lo
los chicos para que nombraran lo que queríamos escuchar. que se había hablado hubiera tenido lugar de no haber si-
La fraternidad entre pares, la fragilidad de las figuras do por la presencia de un grupo de maestros que desde el
adultas en sus vidas, el "aguante", la creación de valores lugar de investigadores lograron crear condiciones de
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Introducción
14 15
CAPÍTULO 1
Escenarios de expulsión social y subjetividad
17
Silvia Duschatzky y Cristina Corea Escenarios de expulsión social y subjetividad
no necesariamente afecta a la "creencia" o a la confianza de entre zoéjy ¿^oy. Mientras zoé nombraba el simple hecho de
l
. que es posible alcanzar otras posiciones sociales. vivir c o m ú n a todos los seres vivientes, bios significaba la
, ¿Qué ocurre con la exclusión? ¿ Q u é fenómenos descri- forma o manera de vivir propia de un individuo o un gru-
, ^be? La exclusión pone el acento en un estado: estar por po. Agamben define la vida humana como aquellos modos,
$ fuera del orden social. E l punto es que nombrar la exclu- actos y procesos singulares del vivir que nunca son plena-
sión como un estado no supone referirse a sus condiciones mente hechos sino siempre y sobre todo posibilidades y po-
productoras. La exclusión nos habla de un estado —con lo tencia. U n ser de potencia es un ser cuyas posibilidades son
que tiene de permanencia la noción de estado- en el que se múltiples, es un ser indeterminado. U n ser de nuda vida es
encuentra un sujeto. La idea de expulsión social, en cam- un ser al que seje.han comumidíLSus potencias. sus*posibi-
bio, refiere la relación entre ese estado de exclusión y lo Hjdadjes.(Nuda vida es un ser absolutamente determinado:
que lo hizo posible. Mientras el excluido es meramente un
producto, un dato, un resultado de la imposibilidad de i n - "Un día vino el patrullero y me llevó donde estaba Diego,
tegración, el expulsado es resultado de una operación so- perdido, totalmente irreconocible, los ojos desorbitados, lastimados
cial, una producción, tiene un carácter móvil. por la fana... Gritaba como un loco, decía que no lo dejara, que
Si se considera la exclusión ya no como un estado (una no lo iba a hacer más, lloraba y puteaba a todos los canas... Lo
d e t e r m i n a c i ó n ) sino como una operatoria (unas condicio- metieron entre cuatro, no lo podían entrar para cerrar las rejas.
nes), ponemos de relieve su carácter productivo, y la estra- Yo lloré todo el camino, sólo recordaba los gritos de Diego. Desde
tegia de lectura debe modificarse. La expulsión, considera- entonces todo lo que él haga lo tiene que saber el juez." (Relato
da como una serie de operaciones, nos da la oportunidad de la m a m á de Diego.)
de. ver un funcionamiento, la producción en la situación
* < del expulsado. La expulsión social, entonces, m á s que de- "Nosotros fuimos a la décima para ver a mi hermano, esta-
|j nominar un estado cristalizado por fuera, nombra un mo-
v ba lleno de presos. En los calabozos se habían quemado muchos
v
' do de constitución de lo social. E l nuevo orden mundial chicos. Ahora se puede tener menores ahí."
j - - - - s
I se en sus inscripciones múltiples, trabajador, mujer, hom- las nuevas subjetividades y qué diferencias guardan respec-
bre, hijo, padre, artista, estudiante, etcétera, se aproxima a to de los sujetos formados por el aparato escolar en tiem-
la mida vida. pos del Estado-nación?
Ahora bien, cuando hablamos de nuda vida, queremos Las formas de p r o d u c c i ó n de la subjetividad no son uni-
destacar las condiciones sociales productoras de la expul- versales ni atemporales sino que se inscriben en condicio-
sión. N o obstante, lo interesante es averiguar q u é hacen nes sociales y culturales específicas. ¿ C u á l e s son las nuevas
los sujetos en estas condiciones, q u é ocurre en sus bordes. condiciones en las que se encuentran los sujetos? Desta-
A simple vista los indicadores o rastros de la expulsión quemos en primer t é r m i n o una alteración fundamental en
social pueden advertirse en un conjunto de datos fácilmen- el suelo de constitución subjetiva: el desplazamiento de la
te constatables: falta de trabajo, estrategias de superviven- promesa del Estado por la promesa del mercado. Ya no se
cia que rozan con la ilegalidad, violencia, falta de escolari- trata de ciudadanos sino de consumidores. E l historiador
zación o escolaridad precarizada, ausencia de resortes de Lewkowicz sostiene que asistimos al agotamiento del Es-
protección social, disolución de los vínculos familiares, tado-nación; la potencia soberana del Estado fue sustitui-
drogadicción, etcétera. Estos datos re_traían_ determinacio- da por la potencia soberana del mercado. E l Estado-na-
nes, actos, hechos, PJ2TCLiio_iiajbJi ^
m
de los ción, forma clave de organización social durante los siglos
modos de significación, de las operaciones de respuesta, de X I X y X X , se muestra impotente para orientar el devenir
sus efectos en las relaciones sociales, de las valoraciones de la vida de las personas. A diferencia del Estado, el mer-
construidas. cado no impone un orden simbólico articulador, un sustra-
Por lo tanto, y dado que nuestra preocupación se orien- to normativo que comprende a todos por igual.
ta a indagar las formas de habitar las nuevas condiciones de E l mercado se dirige a un sujeto que sólo tiene derechos
pobreza que llamamos de expulsión social, decidimos dis- de consumidor, y no los derechos y obligaciones conferi-
tinguir entre actos o datos reveladores de la expulsión y dos al ciudadano. E l consumo, entonces, no requiere la ley
prácticas de subjetividad, es decir, operaciones que pone en ni los otros, dado que es en la relación con el objeto y no
juego el sujeto en esa situación "de expulsión. con el sujeto donde se asienta la ilusión de satisfacción. Sa-
Las prácticas de subjetividad permiten rastrear las ope- bemos que el consumo no es un bien repartido equitativa-
raciones que despliegan los sujetos en situaciones l í m i t e y mente; no obstante, lo que importa subrayar es que el mer-
las simbolizaciones producidas. La pregunta por las p r á c - cado instituye, para consumidores y no consumidores, un
ticas de subjetividad, por los modos en que los chicos se nuevo ideal del yo, un imaginario que produce, en un nue-
constituyen en particulares circunstancias es t a m b i é n la vo lugar, el horizonte de aspiraciones, el espejo donde m i -
pregunta por la eficacia de dispositivos como la escuela, en rarse.
la cual los sujetos pasan gran parte de sus vidas/ ¿ E n q u é E l otro como espejo, como límite, como lugar de dife-
medida el tránsito por la escuela deviene experiencia de renciación y de deseo se opaca. Nuestros tiempos nos
construcción subjetiva?)¿En q u é medida pasar por ella su- inundan con mandatos en los que el otro es prescindible.
pone salir transformado? ¿Es la escuela en las nuevas condiA Para satisfacer el "deseo" de consumo necesito del objeto
ciones de globalización y dilución del Estado-nación, un l u j y no del sujeto; para trabajar necesito que el azar recaiga
gar capaz de marcar a los sujetos? ¿Cuáles son los rasgos de sobre m í y no sobre el otro porque no hay lugar para to-
20 21
Silvia Duscbatzky y Cristina Corea Escenarios de expidsión social y subjetividad
dos; para estar integrado dependo de mi capacidad de ges- Hablamos de violencia como sustrato, como condicio-
tionarme dado que es aquí, en la gestión del sí mismo y no nes cotidianas, para diferenciarla de la violencia como ac-
en el lazo donde se fija la ilusión de la posibilidad; para al- cidente, práctica excepcional, revuelta colectiva orientada
canzar la felicidad no es al otro al que necesito sino que me hacia a l g ú n fin o violencia simbólica tendiente a imponer
basta con un conjunto de prótesis de m í mismo: gimnasia, comportamientos y percepciones sociales. Digamos que la
consejos de autoayuda o liftmgs. violencia es hoy una nueva forma de socialidad, un modo
En el marco de estas condiciones emergentes de "legi- de estar "con" los otros, o de buscar a los otros, una forma
timidad" social, encontramos que la violencia es la marca incluso de vivir la temporalidad.
que permea la vida de los que habitan la periferia de la ciu- En palabras de Imbert (1992), "hasta las conductas m á s
dad de C ó r d o b a . ¿ P o d e m o s establecer alguna conexión a n é m i c a s dicen algo, expresan un sentimiento, aunque sea
entre las nuevas condiciones de legitimidad instaladas por de impotencia, remiten a un lenguaje, aunque sea secreto
la dominancia del mercado y la violencia? Competitividad, o inarticulado". Admitir que la violencia, aun como expre-
"ventajeo", sociedad del riesgo, "aguante", no son t é r m i - 1
sión fallida de lo simbólico, puede constituir un lenguaje,
nos equivalentes pero todos comparten la peculiaridad de permite que la veamos como una respuesta de urgencia a
nombrar al sujeto al margen o a expensas de la ley y, en situaciones de emergencia.
consecuencia, del "pacto fraterno". La violencia se presen- Nuestra hipótesis es que la violencia se presenta como
j ta como el sustrato cotidiano sobre el que construyen la un modo de relación que aparece en condiciones de impo-
\ subjetividad niños y jóvenes. tencia instituyente de la escuela y la familia, es decir en
una época en que parecen haber perdido potencia enun-
. "Mejor que no vaya al barrio de noche porque no le van a de- ciativa los discursos de autoridad y el saber de padres y
jar ni la ropa. ¿Sabía que a este barrio lo declararon zona roja?" maestros, que tuvieron la capacidad de interpelar, for-
mar y educar en tiempos modernos. E n los casos que si-
"Cerca de la escuela hay un aguantadero donde coire la dro- guen se pone de relieve algunas formas de d e s t i t u c i ó n
ga y se juntan varias pendejas y pendejos, allí se dan con todo. s i m b ó l i c a de las instituciones tradicionales. Se a d v e r t i r á
Pasa de todo, afanan, hacen porros..." que en todos los casos tanto la figura paterna o materna
como el lugar de la escuela se encuentran despojados de
"A mí me apuñalaron un amigo. " autoridad.
"La policía en la esquina de la escuela pone a los chicos contra "Yo estuve encerrado, tina vez me peleé con un vago, lo hice
la pared y los palpa de armas, luego los prepotean y los echan." de goma porque me pegó una patada en las canillas y lo reventé
a trompadas. Soy bueno para las quemas. Estuve encerrado cin-
1. "Ventajeo" y "aguante" son t é r m i n o s utilizados por j ó v e n e s del co días, no la pasé tan mal. "
conurbano bonaerense que describen los valores rescatados en la p r á c -
tica del robo. V é a s e G . Kessler y L . G o l d b e r g , Cohesión social y violencia "Lo hizo enceirar la vieja porque no lo podía tener en la ca-
urbana. Un estudio exploratorio sobre la Argentina ajines de los 90, Buenos sa, vivía en la calle." (Aquí leemos que la madre no pudo
Aires, mimeo, 2000. cumplir con su función.)
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Escenarios de expidsión social y subjetividad
"Este se la rebanca, una vez se armó un remo en el patio de trabajo nombraba a un sujeto anclado en un lazo social y
la escuela, los reventamos a palos y nos suspendieron." (Aquí lee- filiado a una genealogía cultural. La impotencia institu-
mos que la medida no los afectó, no los alteró. La sanción yen te habla entonces de la caída no sólo de estos referen-
perdió su eficacia rectificadora.) tes o patrones de identidad sino de la propia autoridad
simbólica, es decir, de discursos que interpelen, nombren,
"Yo odio a mi papá porque dijo que no era mi papá y porque convoquen a los sujetos, les asignen u n lugar en la trama
me lleva a trabajar. [...] A mime odian todos. [...] Porque me social y los habiliten para la constitución de sus propios
voy a la calle, choreo plata y vengo tomado a mi casa." (Aquí discursos.
leemos que el padre desprotege.) ( Dufour (1990) destaca que muchos de los valores de lar,
modernidad están aún disponibles pero ninguno cuenta,
Tal vez convenga rastrear cuáles han sido los discursos con el prestigio y la autoridad suficiente para instituirse, y
portadores de autoridad simbólica, no con el afán de res- esta caída de toda narrativa en la que anclar es la que mo-
tituirlos, dado que es imposible volver el tiempo atrás, si- difica el suelo de constitución subjetiva. E l punto clave
no para advertir los quiebres y rupturas a los que hoy asis- desde el punto de vista de este autor es que no se trataría
ten las instituciones. S e g ú n Beatriz Sarlo (2001) ^ i § t i m o s I de un sujeto constituido alrededor de a l g ú n sistema de re-
3„.?i _ "clausura" de un espacio s i m b ó l i c o de pertenencia
n a
' ferencia compartido, sino de un sujeto que se define a par-
que ha sido la marca de constitución subjetiva durante la \ tir de s í mismo, un sujeto fragmentado, despojado del la-
primera mitad del siglo X X . ¿Que'significaba ser argentino zo, que ya no se reconoce en el imperativo tú puedes porque
en los primeros sesenta años del siglo? ¿Cuál era la base relati- debes sino en el tú debes porque puedes.
vamente universal que garantizaba un mínimo de identifica- Cuando la ley simbólica -en tanto límite y posibilidad-
ción nacional? no opera, el semejante no se configura. E l semejante no es
Ser argentino, señala Sarlo, suponía tres cualidades: /^\T) una construcción espontánea que nace del vínculo entre
ser alfabetizado, ser ciudadano y tener trabajo. N o se tra- / dos sujetos. E l semejante es siempre igual a otro, ante y
ta de una r e a l i z a c i ó n exenta de exclusiones y conflictos. J mediante un tercero. Es la ley la que, a partir de instituir
N o obstante, un principio de legalidad basado en la formulación de la
, igualdad, habilita la construcción de un semejante. De aquí
los e p i s o d i o s de i n j u s t i c i a y e x c l u s i ó n , las p é r d i d a s identitarias
J se deriva que si la ley no opera como principio de interpe-
de la m a s a de i n m i g r a n t e s , l a r e p r e s i ó n de las diferencias c u l -
turales, la v i o l a c i ó n de d e r e c h o s y la d e s i g u a l d a d de o p o r t u n i -
rf^ \ {j
lación, tampoco opera la percepción de su transgresión.
dades fueron m e n o s d e c i s i v o s , e n la c o n s t i t u c i ó n de u n a i d e n - Desde esta perspectiva, la violencia no es percibida como
tidad q u e los p r o c e s o s de a l f a b e t i z a c i ó n , la e x t e n s i ó n de tal, en tanto no hay registro de un l í m i t e violado. Se tra-
d e r e c h o s sociales y e c o n ó m i c o s y la g e n e r a l i z a c i ó n de d e r e c h o s ta, en cambio, de una b ú s q u e d a brutal y desorientada del
políticos.
otro en condiciones en que el otro no es percibido como
un l í m i t e .
Destaquemos que cada una de esas tres cualidades i m - La violencia en los contextos analizados asume distintas
plicaban mucho m á s que conquistas sociales o competen- formas, pero todas suponen una práctica situada en los
cias adquiridas. Estar alfabetizado, ser ciudadano y tener bordes de la palabra. Se trata de una expresión que se ma-
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Escenarios de expulsión social y subjetividad
terializa en el cuerpo. La violencia en los ámbitos analiza- suelo, herederos de los mismos proceres, unidos ante la
dos se presenta bajo cuatro formas: como estallido (en la misma ley: "los hermanos sean unidos porque ésa es la ley
escuela), como forma instituida (en los ritos), como com- primera". La sentencia es interesante porque no sólo or-
ponente de-un acontecimiento (en fiestas), o como matriz dena -"sean"— sino que lo hace enunciando la existencia
cotidiana (en la ¿ a l i e ) . de la ley. Es decir, la hermandad sólo es posible habilita-
\^ Enla escuela, la violencia no es vivida por sus protago- da por la ley.
'' nistas como-uffacto de agresividad, sino como un modo de La institución del semejante r e q u i r i ó un conjunto de
trato habitual y cotidiano. La violencia en la escuela es operaciones discursivas que lo construyeran. E l semejante
identificada como tal por un observador y no por sus agen- era entonces producto de una educación moral orientada a
tes. Son los docentes, en la posición de observadores, quie- la coacción. "Enseñar la facultad de la razón para distin-
nes hablan de violencia cuando constatan que los compor- guir la verdad del error, lo bueno y lo malo y formar el h á -
tamientos habituales de los alumnos son la n e g a c i ó n de la bito de actuar correctamente para que la imaginación, las
representación que corresponde a la condición de alumno. pasiones y los afectos se acostumbren a ceder ante las de-
El ideal de alumno (respetuoso, obediente, atento) es el cisiones de la r a z ó n " (Dussel y Caruso, 2001). El semejan-
que rige como p a r á m e t r o de juicio: "Contestan mal, se em- te era la creación de un sujeto educado. Ahora bien, perci-
pujan y pegan todo el tiempo, roban las cosas, se pelean por las bir en el otro un semejante no era ver allí la alteridad sino
chicas, por la madre, se dan patadas y trompadas, se ponen plas- a algo o alguien que podía devenir un igual. La idea de que
tilina en el pelo, escupen, se agreden verbalmente...". ¿ S e trata la educación podía transformar a los bárbaros en civiliza-
de una disfunción del alumno o de un indicio de la inefica- dos o semejantes hacía que e l otro fuera siempre una po-
cia simbólica de las instituciones? tencia pasible de educabilidad: los niños son los hombres del
E l Estado-nación, mediante sus instituciones principa- mañana, sostenía el discurso cívico de la Nación. Cuando
les, la familia y la escuela, ha dejado de ser el dispositivo fueran hombres serían semejantes.
fundante de la "moralidad" del sujeto. Todo parece indicar Entonces, lo que escapaba a la acción educativa —vago,
que la violencia con el otro, la violencia a modo de descar- indigente, vicioso, de malas maneras, inculto- era encerra-
ga o pulsión descontrolada es el índice de la incapacidad do o era reeducado. La propia educación moral en tanto se
del dispositivo para instituir una subjetividad regulada por apoyaba en la coacción del sí mismo, es decir en el control
la ley simbólica. La violencia como estallido es una suerte de las propias pasiones y tentaciones, inhibía o reprimía el
de energía pulsional no controlable. impulso de e l i m i n a c i ó n del otro. La educación moral
Las maestras se quejan de que los chicos no entienden orientada a la r e g u l a c i ó n del conjunto de los ciudadanos
cuando se les reitera "no hagas a los demás lo que no quie- creaba la categoría de semejante como utopía universaliza-
res que te hagan". Pero lo que ocurre es que para que esto dora. En la educación moral cabía el desprecio junto a la
se comprenda, o mejor dicho se incorpore como mandato, caridad y la filantropía, la obsecuencia o la idealización
es necesario percibir al otro como semejante. La escuela ins- junto a la devaluación de la diferencia pero el otro consti-
tituyó durante su larga trayectoria la hermandad entre los tuía un límite al propio comportamiento (por efecto de un
alumnos: hijos de la misma patria, sujetos de un mismo len- mandato, de la esperanza de ser premiado por las buenas
guaje, filiados a la mismos símbolos, habitantes del mismo acciones, del temor al castigo).
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Escenarios de expulsión social y subjetividad
La violencia en la escuela hoy puede ser leída como un ta de un lugar del que no se puede escapar. A la fiesta se eli-
s í n t o m a del agotamiento del dispositivo p e d a g ó g i c o mo- ge ir, en cambio la calle es un lugar ineludible. Se puede
derno. A diferencia de la violencia en las fiestas y en los r i - elegir el modo de vivirla, de ocuparla, pero sus efectos se
tos, la violencia en la escuela es un fuera de lugar, una dejan sentir en la subjetividad especialmente si tenemos en
i r r u p c i ó n que resulta inconsistente con la representación cuenta el significado conferido a la calle en la experiencia
de una escuela, lugar eficaz para controlar las disrupciones cotidiana de los barrios populares. E l imaginario de la i n -
y moldear la moralidad del sujeto. seguridad es un sentimiento, una sensación que tiene a la
En la fiesta cuartetera, la violencia aparece como un i n - calle como epicentro, pero no sólo a la calle real sino a la
grediente m á s de ese acontecimiento. Los chicos pueden calle representada m e d i á t i c a m e n t e . E l sentimiento de i n -
protagonizarla, registrarla y tratar de evitarla pero en todos seguridad se inscribe en una espiral que comprende la vio-
los casos no se trata de meros observadores externos sino de lencia representada y la violencia real. En los barrios ana-
participantes del escenario. Los chicos se socializan en una lizados, la violencia callejera se comporta como un
fiesta que contiene la violencia como una de sus formas de elemento de alta significatividad, en tanto pone en cues-
expresión. Es decir, no la viven como un fuera de lugar. La tión tradiciones comunitarias y estéticas colectivas que en-
fiesta es al mismo tiempo catarsis, lugar de encuentro, de contraban en la calle uno de sus escenarios principales de
sentido colectivo, de contacto violento. La violencia en la expresión comunitaria.
fiesta es parte de la estética del acontecimiento.
En los ritos, como el caso del "bautismo del chico de la "La vida de la gente cambió mucho. Antes podíamos dejar la
calle", la violencia es una forma instituida en tanto es la casa sola, yo salía los domingos, me iba a la casa de mi papá, de-
marca mediante la cual un miembro del grupo adquiere un jaba las puertas abiertas y cuando volvía encontraba todo. Jamás
cierto estatuto. E n las próximas páginas, nos referiremos a me sacaron nada. Ahora no puedo salir ni al asfalto porque te de-
este rito en su carácter de práctica de constitución de sub- jan sin nada." (Testimonio de una vecina.)
jetividades en situación. Por ahora y a los efectos de des-
cribir el tipo de violencia que circula en estos casos, diga- "Antes los chicos jugaban todos juntos, no se peleaban por un
mos que se trata de una condición que le confiere al sujeto juguete, no se golpeaban. Ahora un chiquito de 4 años te mata
una posición dentro del grupo. Atravesar por una serie de un pollito y te roba un par de zapatillas." (Testimonio de una
actos "violentos" sobre el propio cuerpo y el cuerpo del vecina.)
otro es un modo de alcanzar un nuevo lugar legitimado en
el grupo: el del "choro fino". La violencia en estos casos no "A mí no me dejan ir a la casa de mi amiga porque la calle
es ni un fuera de lugar como en la escuela ni un compo- es peligrosa, por acá roban y violaron a una chica. Yo de noche
nente m á s de la socialidad como en la fiesta, sino una mar- tengo miedo." (Micaela, 11 años.)
ca fundante de reconocimiento, en las fronteras de las le-
galidades del grupo.
En la calle, la violencia se presenta constituyendo la ma-
triz del lugar. A diferencia de la fiesta, donde t a m b i é n apa-
rece como un elemento constitutivo del lugar, aquí se tra-
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CAPÍTULO 2
Territorios juveniles emergentes
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Territorios juveniles emergentes
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Silvia Duschatzkyy Cristina Corea Territorios juveniles emergentes
En consecuencia, el acto de transmisión de la herencia Los ritos de situación cumplen una función de inscrip-
ubica subjetivamente a los dos t é r m i n o s involucrados en la ción grupal, filian a un grupo, no a una g e n e a l o g í a o a una
operación de transmisión: adultos, mayores, sabios, maes- cadena generacional; marcan formas compartidas de vivir
tros versus jóvenes, promesa del futuro, alumnos. un espacio y un tiempo que es puro presente y confieren
Los ritos de escolarización, el pasaje de un grado a otro, una identidad común en las precisas y duras fronteras del
el examen, el saludo a la bandera, se inscriben en una tra- grupo.
ma de transmisión intergeneracional, cuya figura principal Los ritos de situación rompen con la temporalidad l i -
—el docente- es un adulto portador de autoridad simbólica. neal, propia de la idea de progreso orientada hacia el futu-
J a S U vez, los efectos p e d a g ó g i c o s sobre el sujeto son dura- ro. A l plantearse fuera de la relación intergeneracional y
ideros y transferibles. La transmisión educativa hace del por fuera del tiempo instituido como futuro,' el rito insta-
alumno un sujeto apto para moverse en otros ámbitos: tra- la otra temporalidad, no previsible, no controlada ni san-
bajo, espacio público, familia, en tanto produce competen- cionada socialmente. Los ritos de situación no se inscriben
cias y comportamientos transferibles: leer, escribir, argu- en la serie pasado-presente-futuro ni producen pasajes le-
mentar, votar, cumplir obligaciones públicas, intercambiar gitimados socialmente. E l tiempo del rito es un tiempo
alrededor de códigos de inteligibilidad compartidos, y en marcado por una alteración no lineal.
consecuencia dicha transmisión lo filia a una trama s i m b ó - Pero no sólo se apartan de la temporalidad propia de la
lica que lo habilita para orientarse en el mundo. modernidad; los ritos situacionales se diferencian también
En cambio, en los ritos de situación'—tal como deno- de la temporalidad del mercado. El tiempo del mercado es
minamos a los ritos que se^producen en circunstancias de el tiempo actual, el que carece de reglas, se desvanece inme-
mercado, de un devenir temporal aleatorio e imprevisi- diatamente y sus marcas no se dejan atrapar fácilmente. E l
ble-, el otro es^l p r ó x j m p , no el_ semejante. Es decir, el tiempo del rito desconoce la distinción entre pasado y pre-
otro no se instituye a partir de la ley estatal sino a partir sente, no es el cumplimiento de ningún mandato pero su i n -
,de las regulaciones grupales. Los ritos de situación tienen tensidad vivida hace que marque al sujeto que participa de
sólo validez en un territorio s i m b ó l i c o determinado; no él. Cuando hay rito, algo del orden temporal se establece.
se construyen sobre la base de la t r a n s m i s i ó n intergene- En la medida en que todo rito supone un pasaje, lo nuevo
racional sino sobre la t r a n s m i s i ó n entre pares -intragene- siempre es identificado como tal en relación con un tiempo
racional-, son frágiles, no generan experiencia transferí- anterior. Por lo tanto en el rito de situación se arma una re-
b l e a otras si^^tüádones sino^jue eúriiplen la función de lación temporal que produce en el sujeto un nuevo estatus.
anticipar lo que puede acontecer. E n los ritos de s i t u a c i ó n La investigación nos muestra dos prácticas rituales de
el otro es u n p r ó x i m o , no eí semejante. S ó l o me debo al las que participan los jóvenes. Ambas presentan, como ras-
p r ó x i m o , el que comparte m i circunstancia, con el que es- go significativo, un fuerte componente de "violencia" y se
tablezco fidelidades y reglas de reconocimiento r e c í p r o - materializan en grupalidades marcadas por reglas estrictas:
co. E l otro, el par, y no la autoridad simbólica inscripta "la fiesta cuartetera" y el "bautismo del chico de la calle".
en la t r a d i c i ó n , el saber y la legalidad estatal, puede anti-
cipar algo de lo que va a suceder porque ha vivido en la 1. N ó t e s e la diferencia con los ritos escolares, ordenados bajo la pro-
inmediatez que compartimos. mesa futura: la escuela es en su promesa; el alumno no es sino que será.
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Territorios juveniles emergentes
Estos ritos tienen en c o m ú n la invitación a habitar de ceso, el desafío al sufrimiento, una suerte de i n m o l a c i ó n al
otra forma la condición de la expulsión, mediante una se- exponer el cuerpo a la agresión del par y a una práctica se-
rie de códigos de pertenencia que arman la configuración xual que tiene como fin anticipar las situaciones de veja-
de un nosotros. En una primera impresión, p o d r í a m o s re- ción y tortura. E l rito del bautismo se constituye en una
lacionar la fiesta cuartetera con el carnaval y las prácticas forma de afirmación del yo. E l pasaje (haber superado las
dionisíacas; por su parte, el rito del bautismo es una expe- pruebas) implica alcanzar un estatuto de respetabilidad
riencia l í m i t e , se configura en los bordes de la violencia, en dentro del grupo. Atravesar estas prácticas significa "pa-
un sinuoso desafío a la muerte y a la destrucción. sar" a un nuevo estatuto, el de "choro fino".' E l pasaje al
E l rito del "bautismo del chico de la calle" se arma con estatuto de "choro fino" simboliza la iniciación de otra
las reglas de la institución represiva —en este caso: las de la condición: el que se la banca, el que será capaz de tolerar
policía, los institutos carcelarios y de minoridad-. La ley el sufrimiento y la tortura, el que podrá callar.
simbólica, aquella que al tiempo que reprime t a m b i é n po- Es interesante destacar que las reglas que dan consis-
sibilita, se ha borrado para devenir sólo como amenaza y tencia al bautismo reproducen las prácticas de los lugares
agresión: es la ley de la pura fuerza, una ley que ya no es de encierro. P o d r í a m o s decir que en esta operación se jue-
portadora de autoridad.
ga una respuesta a la perversión ejercida por la ley, res-
puesta que puede entenderse como un modo de restarle
"El bautismo es algo que se hace cuando se ingresa a lo que es poder o eficacia al poder del otro al apropiarse de esa ley y
el choreo fino, no el rateo. No le vayas a contar a nadie pero la anticiparla. La pregunta es q u é tipo de producción subje-
cosa es así: comienza por la siesta, nos vamos a la casita y allí se tiva es ésta que se da a partir de las reglas de otro que p r i -
llama a los chicos que están en edad de merecer o sea de ser cho- va de palabra; q u é resto, q u é exceso, q u é borde se pone en
ros finos. Se comienza con la fana y después se los revienta a pa- juego, q u é posibilidades se abren para sus protagonistas.
los, para que cuando la cana los agarre, ellos no hablen. Y no van H a b r í a que pensar qué estatuto tiene para esta subjetividad
a hablar porque se la banearon."
armarse de unos recursos propios para habitar una situa-
ción que fatalmente se sabe que va a llegar; se trata, aun-
"Los chicos tienen entre 10 y 13 años y el que comienza es el que es paradójico, de un recurso para sobrevivir a una si-
más grande del grupo que ya ha estado varias veces preso. Cuan- tuación de exterminio.
do llega la noche nos vamos detrás del cañaveral y allí se lo cogen Las fiestas cuarteteras t a m b i é n constituyen un rito, que
al que habían bautizado para que si llega a caer en los reforma- habilita el paso de una identidad laxa a otra que permite la
torios no hable cuando le pase algo así. Después se lo saca al cen- constitución de un nosotros. Semana a semana se repite el
tro y allí se lo deja para que haga el primer choreo. " acontecimiento que se caracteriza por la exuberancia de la
emoción, la catarsis, la irrupción de un "cuerpo" colectivo.
Los chicos se apropian de las reglas del otro represivo La fiesta condensa todos los sueños. L a fiesta sutura un no-
con la finalidad de anticipar un peligro inminente (caer en
cana o en el instituto de minoridad) que se desata como
2. Resulta interesante que el nuevo estatuto n o es el de adulto: adul-
consecuencia natural de la práctica del robo y la transa de to es un t é r m i n o de la t r a n s m i s i ó n intergeneracionalj aquí, es s ó l o otro
drogas: "Ya me va a tocar a mí". E n este rito se juega el ex- sujeto que tiene ahora un recurso para d e s e m p a ñ a r s e en el devenir.
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Territorios juveniles emergentes
sotros fracturado y confiere a la identidad grupal una serie rio de la realidad sin m e d i a c i ó n estilística. Éste no es el
de atributos. Los modos particulares de habitar una fiesta, a pobre portador de la promesa del cambio social ni la fi-
través de canciones testimoniales, estéticas corporales, exal- gura que condensa al hombre nuevo. E l pobre de la fies-
tación de la emoción, invierten los signos deficitarios (peli- ta cuartetera produce allí, en la frontera de ese aconteci-
grosos, violentos, borrachos, vagos) con que suelen ser este- miento, una identidad grupal que no se c o n t i n ú a en otros
reotipados los sujetos de estas experiencias. Pero las fiestas á m b i t o s . La fiesta cuartetera es el territorio en el que las
en tanto ritos situacionales dibujan un tipo subjetivo dife- tensiones, el conflicto, la angustia que se deriva del i n -
rente al pobre de los grandes relatos, de las representaciones cierto y fragmentado mundo social, se transforman para
que le conferían una misión colectiva de transformación. dar paso a formas de socialidad que i m p r i m e n un modo
Como transgresión la fiesta es un reto a los límites, una particular de compartir la temporalidad. Por eso la fiesta
tentativa de borrar las j e r a r q u í a s , los compartimentos es- es vivida y esperada como "el lugar"; fuera de la fiesta no
tancos.' La fiesta produce una alteración, no se es el mis- hay nada o está el vacío, el desdibujamiento, el riesgo.
mo fuera y dentro de la fiesta. Constituye un desafío a los M á s allá de la fiesta la subjetividad se debilita - o al me-
límites y a los ritmos sociales. Se desarrolla fuera del tiem- nos así se vive en la inmanencia de la fiesta—. La culmina-
po codificado y fuera del espacio consagrado. Su fuerza es- ción de la fiesta es una caída -similar a la caída de la
tá menos en la duración que en la intensidad. Su tiempo se "merca"-; un desvanecimiento absoluto de la euforia de-
funda en el derroche, una exaltación del presente al mis- sesperada.
mos tiempo negado como coerción. La fiesta es un acon- La fiesta cuartetera, constituye un "lugar" que expresa
tecimiento que condensa una serie de dimensiones, "polí- los sentidos profundos desde los que se habita una condi-
ticas", amorosas, sexuales, sociales. Allí es "hablado" o ción socio-cultural. E n este sentido la fiesta es una metáfo-
cantado el malestar cotidiano -la falta de trabajo, la segre- ra de las transformaciones c o n t e m p o r á n e a s . En ella pode-
gación, la relación con la p o l i c í a - , el desencanto amoroso mos "leer" los modos en que es vivido el drama social de la
y la violencia social. expulsión. Como bien lo señala Reguillo, las músicas no
En la fiesta cuartetera no canta un pobre constituido en son reflejo automático de la realidad aunque bien pueden
el trabajo, en la identidad obrera, en el sindicato. La fiesta pensarse como testimonios de la experiencia social. G é n e -
construye al pobre sólo en ese acontecimiento, al invitarlo ros actuales como el cuarteto cuentan aspectos vitales, es-
:
a habitar su condición de otro modo. E n la fiesta cuartete- pecialmente de los jóvenes, aunque la posición del enun-
\ ra, el pobre grita el malestar; casi no habla -puesto que no ciador no siempre logre escapar del lugar de la víctima o el
hay discurso sino m á s bien puro acto—; describe, m á s allá victimario, ni necesariamente suponga i m p u g n a c i ó n al or-
de toda metáfora, la vida cotidiana al estilo de un inventa- den social. En el marco de la h e g e m o n í a de la mediatiza-
ción, de la anulación de la representación y de la invisibi-
3. Mijail Bajtin, a p r o p ó s i t o del carnaval e n la é p o c a medieval des-
lidad de los sujetos del margen,Vpor q u é no pensar el
taca que en esa fiesta el individuo parece dotado de una segunda vida
que le permite establecer nuevas relaciones con los otros. E l carnaval se
territorio de la música como una forma de conferir visibi-
opone a toda p e r p e t u a c i ó n y desafía las relaciones j e r á r q u i c a s y los pri- lidad al sujeto "ausente" de la globalización. Aquí se inver-
vilegios. ( V é a s e La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, tiría el fenómeno de territorialización de los consumos
Buenos Aires, Alianza, 1994.) globales por el de la globalización de lo local.
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'"Nosotros soñamos con ir a la fiesta, es lo mejor que hay, una "Yo no le tengo menos miedo a los hombres porque si un hom-
cosa emocionante. No es como los boliches donde van los chetos, bre me quiere agarrar, mis amigos me van a defender. En cam-
que no les importa nada. En cambio a nuestros bailes va otra bio si el diablo me quiere agarrar, nadie me va a salvar."
gente, va mi hermana con el marido, mi cuñado con mi otra
hermana que trabajan toda la semana y se compran ropa en la "Los enanos están en los lugares abandonados o en el infier-
feria para ir a la fiesta. Ahí va la gente que trabaja." no. E l infierno está en una cueva. Mi papá me llevó a una cue-
va donde vive el diablo, me llevó para que no me portara mal,
porque si no ése iba ser mi lugar."
2.2. L a s creencias
L o interesante es que mientras las religiones convencio-
Las creencias configuran otro lugar de alta condensa- nales se arman como sistemas cerrados y en territorios sepa-
ción simbólica. A diferencia de las religiones tradicionales rados de los otros órdenes de la vida cotidiana, aquí las
que convierten la fe en una dimensión trascendente de la creencias se presentan en una estructura que admite mezclas
vida, constituyen otro modo de habitar la cotidianidad. L o de significación. U n típico creyente católico distingue las
que vamos a considerar como creencias no es un conjunto pautas de socialización de cada lugar que habita. De este
de convicciones sobre el más allá sino recursos fantásticos modo su comportamiento no será igual en todos los lugares
para operar acá. Los enanos, las brujas, los duendes, el dia- por los que transite. Su performance se modificará según se
blo, se infiltran en relatos cotidianos adoptando naturali- encuentre en el trabajo, en la casa, en la misa o con sus ami-
dad y conviviendo con distintas formas de procesar la ex- gos. Las estrategias, los intercambios sociales, los códigos de
periencia cotidiana. Se trata de iconos o personajes vividos intercambio estarán regulados por las reglas que permiten
con familiaridad, que sintetizan una a p r o p i a c i ó n desacra- habitar cada uno de los lugares de inscripción. E n los casos
lizada al tiempo que se les confiere ciertos poderes y con- analizados, en cambio, las creencias no forman parte de un
viven sin conflicto con otros relatos o modos de inteligi- sistema diferenciado ni son privativos de una comunidad re-
bilidad del mundo. A ellos se acude en busca de ayuda ligiosa sino que participan de todo intercambio cotidiano y
para cuestiones mundanas (ser modelo, "que m i m a m á es- se filtran en cualquier escenario de intercambio social.
té m á s conmigo", que curen un dolor allí donde falla el
m é d i c o ) . Tienen un estatuto diferente de Dios, a quien "En la vida real aparecen duendes, mucha gente los vio. Son
sólo se le pide por cuestiones de enorme trascendencia, como pitufos. A mi prima se le aparecieron. Eran atiendes ma-
por ejemplo un gran sufrimiento. N o es vergonzante su los. Corrían, tenían mucha agilidad para correr. A mi tío tam-
apelación y remite a un c ó d i g o compartido en las fronte- bién se le aparecieron. E l estaba cortando leña y allí estaba el
ras de estos grupos y de las situaciones en las que están enano con tin látigo."
inscriptos.
Nos interesa subrayar que las creencias hablan del pre-
"Yo si llamara al enano le pediría que me haga modelo y no dominio de un universo simbólico que supera (no necesa-
me importaría lo que tenga que pagarle." riamente niega) el centralismo de la racionalidad y que es
habitado también por el misterio y lo desconocido. E l tipo
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea
tuvieron que juntarse. Así fue como se conocieron y empezaron a también es cierto que en algún momento ellos eligen r o -
bar. D e t e r m i n a c i ó n por un lado, apertura de una posibili-
hacerse amigos. Luego de un tiempo se convirtieron en amigos en
dad por el otro. En las líneas finales, el texto dice: van en
serio, fueron a los bailes y a las fiestas que los invitaban."
cana sin saber el motivo. La frase encierra una a m b i g ü e d a d
que es interesante. ¿ Q u i é n e s desconocen el motivo de la
¿ Q u é "valor" encierra el "choreo" para estos chicos?
caída? Desde los canas, el desconocimiento expresa pura
¿Se trata claramente desde la percepción de sus protago-
d e t e r m i n a c i ó n : aunque no haya n i n g ú n motivo declarado,
nistas de una práctica vivida como ilegítima? ¿ Q u é se jue-
estos chicos tienen que ir en cana; es necesario y no condi-
ga en el robo?
cionado por algo. Sin embargo, cuando los canas obran,
Cabe destacar en primer t é r m i n o que las referencias al
ese obrar está motivado, al menos desde el relato: aunque
choreo en los relatos de los chicos tienen el mismo estatu-
no lo confesaron, los chicos estaban en la parada para afa-
to que cualquier otro comentario sobre acontecimientos o
nar. Desde los chicos, la expresión admite otro sentido: no
experiencias de la vida cotidiana. E l choreo, el consumo de
saben por q u é van en cana. Los chicos no pueden, no quie-
droga, el baile, la pelea, la escuela, los vínculos con los pa-
ren o no tienen por q u é ligar la decisión de afanar con el — v
i \ S 4f
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x , Silvia Dmchatzky y Cristina Corea Territorios juveniles emergentes
ponible casi naturalizada, al punto de considerarlo en oca- Es interesante advertir que las normas que se generan
siones una forma de trabajo. en el grupo de pares necesitan, para no perder efectividad,
Esta imagen contrasta con la matriz cultural de los sec- enfatizar las fronteras de separación con el exterior. Las
tores populares propia de los años cincuenta o sesenta que normas locales, señalan Kessler y Goldberg (2000) preci-
e s g r i m í a como atributos propios del trabajador la decen- san de cierta clausura social, una reducción de los contac-
cia, la honestidad, el esfuerzo, la solidaridad. "Las cosas tos con otros grupos que eventualmente puedan cuestionar
cambiaron mucho en el barrio, antes podíamos dejar la casa so- sus lógicas y en consecuencia restarle eficacia a los dispo-
la, los chicos eran más decentes ahora son sinvergüenzas. Hasta sitivos locales orientadores de la acción.
un chiquito de 4 años te roba un par de zapatillas." La literatura de ficción ha sido probablemente la que
E l "robo", frente a la dilución de ofertas asociativas de mejor retrató la vinculación entre "actos delictivos" y gru-
índole cultural, políticas o sociales, motoriza la grupalidad. palidad, o m á s bien la que p r o c u r ó sondear el lado oculto
"Ellos están en la esquina con los amigos, van en,£Í auto< y asal-
1 detrás de los actos "ilegales". En Puro fuego, Carol Oates
tan, sale todo pulenta hasta que llega el comandoK^YX " c h o r e ó " describe el florecimiento de las pandillas juveniles en los
esjano de los códigos de socialización en los escenarios que barrios bajos de Nueva York, en los tiempos de la posgue-
frecuentanjos j ó v e n e s ' E s t o s chicos nacen y crecen en un rra y el desmoronamiento de la moral burguesa. En las es-
~^ territorio donde Ia"practica del robo participa de las estra- cuelas comenzaban a esgrimirse las primeras navajas, aso-
( tegias de r e p r o d u c c i ó n de la vida cotidiana. Se roba para maba la droga y estallaba la violencia.
\ comer, para vender, para satisfacer el inmediatismo del "Nosotros, alumnos de la peor escuela pública del distrito, allá
/ consumo: ir al baile, comprar una cerveza, comprar una en el miserable barrio de Hammond, nosotros que estaríamos
\ pilcha, viajar, comprar cigarrillos o droga, y para hacerlo es
v
siempre marginados... hacíamos todo esto soportable porque te-
/necesario armar redes de interacción. níamos a Eoxfire, la banda justiciera que aunque dispone de pis-
Habitar el lugar es entonces estar familiarizado con sus tolas, sabe que sus mejores armas son la fidelidad. "
códigos, m á s allá del grado de apropiación que generen. Desde una perspectiva sociológica, Kessler y Goldberg
"Mi papá tiene dos revólveres, uno se lo vendió el vecino y el otro se preguntan por el sentido de acciones tipificadas como
se lo dio un cana. " "Su papá sale a robar y a vender droga." delictivas. En un estudio sobre violencia urbana los auto-
El robo está progresivamente investido de "legitimi- res destacan tres lógicas predominantes: la de la necesidad,
dad", en tanto si bien no es reivindicado tampoco está c o n - el "aguante" y el "ventajeo". E l estado de necesidad no
denado moralmente. La dilución de la ley como marco re- puede soslayarse. N o obstante habría otros sentidos para
gulatorio de los comportamientos sociales hace que analizar. Si bien en el estudio citado, el ventajeo y el
lentamente se vaya esfumando la sensación de transgresión aguante están planteados como estrategias eficaces para el
o culpa. La violación de la ley presupone su existencia y cumplimiento del objetivo del robo, ventajear a la víctima
frente a su borramiento, en el marco de la caída de la po- y aguantar su mirada, creemos que t a m b i é n pueden pen-
tencia simbólica del Estado y sus instituciones, lo que se sarse como los valores apreciados que sólo se ponen a
observa son sólo respuestas reactivas a la fuerza de la poli- prueba en situaciones de riesgo. En esta dirección el robo
cía. Se trata de reglas de la policía contra reglas de los te- es secundario o m á s bien un escenario de aprendizaje para
rritorios. la formación de la "personalidad" ventajosa (dicen que es
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Territorios juveniles emergentes
competitiva) y aguantadora (dicen que es capaz de sopor-
con ellos, algunos son amigos nuestros. Siempre vemos bolsitas
tar las presiones de gestionarse a sí mismo).
de fana [pegamento químico que se usa para inhalar]. Para
La lógica del aguante y el ventajeo se nos presenta co- drogarse van a los kioscos, piden bolsitas, compran la fana en
mo la contracara de la competitividad y la sociedad de ries- las ferreterías, se van para el fondo, soplan y absorben. E l chi-
go. Ser competitivo es superar la media, aventajar al otro, co que yo conozco que se droga es porque la madre lo dejó."
y serlo en la sociedad del riesgo es hacerlo por sí mismo, es
decir aguantar la fatiga de hacerse cada vez, siendo uno
Pero m á s allá de la estadística, el consumo es una p r á c -
mismo la fuente legítima de decisión. Lejos de las oportu-
nidades socialmente autorizadas de la competitividad y ex- tica que permite asomarnos a un modo de procesar la exis-
cluidos de las estrategias exitosas que promete la globaliza- tencia o de habitar condiciones concretas de vida. E l con-
ción, estos jóvenes se refugian en las fuentes alternativas de sumo pone al cuerpo en primer plano, es la escenificación
autoestima que encuentran a su disposición. de las sensaciones, sensaciones que en los tiempos presen--^
tes y en las circunstancias registradas transitan m á s por lo \
"Ellos so?? los mejores porque se las aguantan." destructivo y la celebración de la muerte que por lo o r g i a s ^
tico y lo festivo.
"Mi hermano más grande está en un grupo bien pesado por-
que se las rebanca y hacen frente a cualquiera." -A Diego tuvimos que internarlo en un centro de rehabilita-
ción porque se daba con fana... Estaba perdido, totalmente irre-
conocible, los ojos desorbitados, lastimados... Gritaba, no quería
2.4. E l faneo y otras yerbas que lo encierren, lloraba y puteaba a los canas, decía que no lo iba
a hacer más.
La representación de la droga, vía tratamiento m e d i á t i - —¿ Y qtié sintió usted?
co, se acopla a la de inseguridad. La droga va asociada al -Lloré todo el camino, sólo recordaba los gritos de Diego.
robo, al descontrol, al peligro "público" que puede desen-
cadenar, y sobre todo aparece como un atributo de la con- "Yo me porrié las otras noches hasta las manos, hice cosas ma-
dición juvenil e infantil. E l consumo en los tiempos pre- las, después me arrepentí, quiero matar a mi papá... Yo no lo
sentes es un indicio m á s del agotamiento de la infancia. La quiero a mi papá porque una vez estaba hablando con mi mamá
frontera de la infancia y la adolescencia se torna borrosa, y le dijo que no era mi papá. Yo qtdero saber la verdad porque si
los chicos se drogan y al hacerlo se vuelven extraños, indo- tengo otro papá quiero saber quién es."
mables y peligrosos a los ojos del adulto.
En los relatos analizados el consumo es algo m á s q u e ¿
"Mi hermana fuma porro, porque se escapó. Ella tiene 14 y una adicción. Eiíeí "lugair donde las emociones se desbor- /
le gusta estar en la calle. Ahora vive en E l Quebracho y contó dan (agresión, doTorTangustia, rabia, impotencia) y al mis-1
que fuman, roban, todo." mo tiempo se despiertan (coraje, control del miedo). E17
consumo es una práctica que se enlaza en una cadena de
"En todos los colegios hay drogadictos y choritos. Nosotros ve- experiencias. M á s allá de ser o no un adicto, la droga es una
mos siempre a los chicos que se drogan, los conocemos, hablamos marca, al estilo de un tatuaje, y en la medida en que marca
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enlaza a un nosotros imaginario': somos "choros", "drogo- do. Yo nunca conté a nadie que ellos tomaban. La primera vez
nes", "negros", "cuarteteros"/En este sentido el consumo tomaron para hacerse ver pero después les gustó mucho y ya no lo
no puede despegarse de las formas de socialidad, de los pudieron'dejar." *"
modos de estar con los otros.
"Yo tomé todo, bien pulenta y el otro día me enteré que mi
"Yo ya estoy acostumbrado a todo esto. Desde chico me junto mamá sabía que yo tomaba y ese día me dijo que me iba a sa-
con ellos y la verdad se la rebanean. No tienen problemas de pe- car sangre para ver si tomaba y entonces la dejé. "
learse con cualquiera."
"La droga esa que viene en un papel te deja todo duro. Si ^
A primera vista y a diferencia de otras épocas, la droga no querés tomar te tratanjco?n¿jmj)uto y te dicen ah y des- l
está en todas partes, disponible como otra mercancía m á s , pués te querés hacer el choro'. "
y esto es un hecho a considerar en tanto se instala como
material de socialización al alcance. N o obstante, no pode- ¿ Q u é es la droga?, se pregunta Ehremberg (1991). En
mos eludir un dato: en la actualidad la droga escapa a una las sociedades premodernas las drogas forman parte de
clasificación nítida de los productos que la integran. Des- las medicinas y de los ritos que permiten establecer rela-
de la marihuana pura hasta la mezclada, pasando por el pe- ciones con los dioses, con los muertos o revelar un desti-
gamento hasta la inyección.de.alcohol y agua de zanja:_to- no. E n las sociedades modernas, en cambio, constituyen
do sirve para producirCalteracionej? en el modo de estar en experiencias que producen y revelan los estilos de rela-
el mundo. ""'•<-^„..«~^ "
z
r
ciones que el sujeto mantiene consigo mismo y con los
otros. Las sustancias alteran los estados de conciencia y
"Yo fumé porro, con fana no me di porque no estoy tan loco, las percepciones mentales, por eso este autor las piensa
la fana te pone de la nuca, te da vuelta, a mí me hace de goma. como p r á c t i c a s de m u l t i p l i c a c i ó n artificial de la indivi-
E l potro te dura unas cuantas horas y no te hace mal." dualidad. E l problema no es la sustancia sino la r e l a c i ó n
que el sujeto establece con ella, lo que circula en t é r m i -
"Se juntan en el Chaparral, en una esquina, a la noche. Hay nos de significación en las prácticas de consumo y el efec-
de 14, de 10 y empiezan a fumar porro, faitearse. La compran to subjetivo que produce.
por un peso. La vende gente que vive fuera de la villa. Los que Para toda una tradición literaria, escribe Ehremberg, las
se faitean se ponen locos, la fana te pone en otro mundo, un mun- drogas consisten en una experiencia y un conocimiento de
do peor, se quieren pegar piedras en la cabeza, pegar un tiro, to- los límites por medio de la confrontación con el infinito, pe-
do eso. Con el porro rto esjaizta, te pone un rato loco pero con la ro sin salir de lo social. Así lo entendieron personajes clásicos
fana como cuatro días. Cuando toman cocaína se les pone dura del mundo intelectual como Freud, Baudelaire, Benjamín,
toda la cara." *%• quienes han experimentado con sustancias químicas las pro-
fundidades del pensamiento. Pero el punto de inflexión en
"Yo tengo amigos que roban, muchas veces me invitan a to- las condiciones actuales y en los enclaves analizados no se
mar droga, a porrearme, pero nunca acepté, no me gusta. Se trata de la confrontación con el infinito como experiencia de
enojaban pero al rato pasaban y me decían: está todo bien, bolu- saber sino de la tentativa de alcanzar una libertad sin límites,
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea
riencia de algo"; el uso de las drogas está mucho m á s liga-
^ir^fallas. Es interesante la observación de Ehremberg: m á s
do al acto material de introducir sustancias en el cuerpo
que productos q u í m i c o s el d r o g á d i c t o consume productos
-consumir y consumirse- que al intento de producir paraí-
imaginarios. En nuestra investigación son el poder, el
sos artificiales. Por otro lado, t a m b i é n resulta significativo
aguante, el placer, el coraje, la huida, el reconocimiento en
otro hecho: algo así como la pérdida de a l g ú n registro per-
I el grupo. Bucher (1988) en un escrito de gran densidad
ceptivo - o la imposibilidad ontológica de alcanzarlo- que
destaca:
permite al sujeto tomar algún cuidado respecto de los ries-
E l t o x i c ó m a n o es el sujeto que por excelencia se rebela c o n t r a las
gos físicos o de otra índole en los que el consumo de la
c o n t i n g e n c i a s que limitan la e x p a n s i ó n h u m a n a : se rebela c o n t r a droga los s u m e r g e ^ l consumo pone al universo en sus-
la s u j e c i ó n a los otros, a la sociedad, a la c u l t u r a que nuestra c o n - penso, o en la medida en que m á s que universo lo que hay
| d i c i ó n de sujetos nos i m p o n e [...] pero el ideal de autosuficien- , son miles de fragmentos despedazados, el consumo podría
J c i a , de libre d i s p o s i c i ó n n o es u n a n z u e l o brillante: la avidez de ' pensarse como un modo ilusorio de unificar la experiencia
o m n i p o t e n c i a , de alcanzar el todo, el goce total, esa totalidad s i n }
y desafiar por un rato las nuevas condiciones. /
fallas que n o s seduce i m a g i n a r i a m e n t e , s ó l o se realiza e n la
muerte.
53
la 52
CAPÍTULO 3
Nuevos rostros juveniles
56
51
Silvia Duschatzky y Cristina Corea Nuevos rostros juveniles
"Yo a mi banda no la puedo cortar, pase lo que pase yo perte- 3.2. L a subjetividad de varones y mujeres
nezco a ésta."
Una de las primeras preguntas que s u r g i ó ante los re-
L o que se transmite como valor supremo es el aguante. gistros fue acerca de las diferencias de g é n e r o entre muje-
Los valores surgen del seno de la experiencia y su fuente res y varones: según nuestra lectura, la diferencia entre
de legitimidad es la eficacia que producen para habitar un mujeres y varones, entendida como diferencia de g é n e r o ,
conjunto de circunstancias. N o se trata de un sistema valo- se correspondía con la oposición entre instituidas y desti-
rativo producido en una g e n e a l o g í a cultural y legitimado tuidos, aunque indicando un desplazamiento. Las mujeres,
socialmente. A diferencia de los dispositivos que producen dotadas de discurso, de representaciones, de i m á g e n e s , de
sujeto mediante la socialización a un conjunto de normas y opiniones, parecían ocupar c ó m o d a m e n t e algunos de los
valores preestablecidos a la experiencia, en la fraternidad lugares familiares y sociales instituidos en el lazo social:
es la "experiencia" la productora de las valoraciones cons- trabajan, van a la iglesia, son el centro de la vida domésti-
truidas. Es decir, no habría valores previos que estructura- ca, se ocupan de la educación de los hijos, gestionan las re-
ran la experiencia, el modo de ser sujeto, sino experiencia laciones con parientes y vecinos. Por su parte, los hom-
que daría como fruto un conjunto de valores. Los valores bres, aparentemente m á s "jugados" en la acción que en la
resultan de la experiencia y no al revés. Mientras el ciuda- palabra, incluso mucho m á s comprometidos que las muje-
dano resultaba de una definición de valores previa a la ex- res en prácticas pautadas por fuertes reglas de fidelidad y
periencia (respetar la ley, cumplir con las obligaciones p ú - silencio, sólo parecían asistir a su indeclinable destitución.
blicas, ser portadores por lo menos en t é r m i n o s jurídicos En principio, la correlación aparente ente mujeres/ins-
de una serie de derechos), la fraternidad y el aguante son tituidas y varones/destituidos m a n t e n í a la diferencia entre
valores preciados y construidos al calor de la experiencia. los sexos supuesta en el paradigma de los g é n e r o s : aquellas
funciones que en h e g e m o n í a del r é g i m e n patriarcal de-
"Til que dice cuáles son las reglas para pertenecer a 'los chicos s e m p e ñ a b a n los hombres, en tiempos de crisis son desem-
de la calle' es el más grande del grupo que ya estuvo mucho tiem- peñadas por las mujeres; los hombres, por su parte, apare-
po preso." cían alojados en ese lugar de sometimiento y de sombras
que durante siglos ocuparon las mujeres. Sin embargo, la
N o hablar, no cantar, no delatar son valores producidos rápida h o m o l o g a c i ó n entre un excluido instituido, taso de lá
como efecto de la experiencia de la caída en la cárcel o en mujer en el mundo b u r g u é s , y un destituido, caso del varón
1
los reformatorios.
1. Mujeres y niños comparten, en el lazo b u r g u é s , el mismo lugar: el
de excluidos del lazo. Sin embargo, esa exclusión es radicalmente distinta
"Til se la rebanca que lo bardeen, no tienen problemas de trom-
del mecanismo de expulsión actual. L a exclusión de mujeres y niños es una
pearse con cualquiera, son unos vtacbazos. No sé si me gustaría exclusión representada: las mujeres son madres, guardianas del hogar; los
ser como ellos, nunca vivís tranquilo, pero si no queda otra... n i ñ o s son los hombres del m a ñ a n a . L a mujer y el n i ñ o están excluidos pe-
Aparte siempre tienen guita y todas la minas le dan bola." ro instituidos como tales. E s decir, la subjetividad n i ñ o o la subjetividad
mujer en el mundo burgués es un t é r m i n o del universo discursivo, respec-
to del cual hay trabajo de significación, p r o d u c c i ó n discursiva y práctica.
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Nuevos rostros juveniles
en el mundo c o n t e m p o r á n e o , se nos revelaría inadecuada.
cias de oportunidades, de obligaciones, de reconocimiento
Y no sólo inadecuada, sino que mostraría la ineficacia del
simbólico o de inscripción social, sino que debe leerse co-
esquema de los g é n e r o s para interpretar la situación actual
mo el juego complejo de posiciones de e n u n c i a c i ó n que se
de la diferencia entre los sexos. La diferencia entre los se-
mueven en la tensión destituido-instituido: los registros
xos s e g ú n el esquema de los g é n e r o s o/a da cuenta de las
recurren una y otra vez y ofrecen ejemplos del agotamien-
diferencias entre, por ejemplo, maestro y maestra, director
to de la figura paterna; de la relación paterno-filial como
y directora, alumno y alumna, ciudadano y ciudadana a
función de n o m i n a c i ó n e inscripción simbólica de los suje-
partir de un plano de igualdad en tanto ambos están insti-
tos; de la figura del poder detentado en torno a la autori-
tuidos aunque en diferentes lugares. La mujer en el lugar
dad, el saber y la ley.
de madre y esposa, y el hombre como portador del poder
En la situación actual ni el poder es localizable y fijo, ni
de decidir, de trabajar y ocuparse de los asuntos públicos.
los lugares de varones y mujeres son estables n i determina-
Con esto no queremos decir que el esquema de la diferen-
dos. El viejo hábito de pensar las diferencias entre lo mas-
cia de g é n e r o s no contabilice diferencias; desde luego que
culino y lo femenino en torno al problema de la desigualdad
lo hace: diferencias de roles, de estatus, de lugares sociales;
se nos revelaba poco fértil para describir los movimientos
diferencias cuantitativas, acumulativas, estadísticas; el 2
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Nuevos rostros juveniles
tenga el poder; serás la sometida." Mandato cumplido o robo o por drogas es u n rasgo decisivo de esta subjetivi-
mandato impugnado; pero siempre existía una instancia de dad que no tieriéTén las figuras adultas de la familia o la
enunciación del mandato respecto de la cual varones y m u - escuela n i n g ú n referente; por el contrario, se alude a ta-
jeres reconocían sus condiciones. Los varones y las muje- les figuras mediante la a g r e s i ó n , la injuria y a veces, me-
res actuales ya no pueden reconocer un mandato, ni para diante una e x p r e s i ó n que oscila entre la queja y el recla-
impugnarlo n i para cumplirlo. Las condiciones de los va- mo de que no son escuchados. E l docente es con
rones y de las mujeres ya no se enuncian desde una instan- frecuencia la figura de ese que no escucha, que no en-
cia c o m ú n desde la cual se especifican sus diferencias. Se tiende, que no reconoce.
ha horrado el suelo estable de institución de las posiciones
masculinas y femeninas desde donde varones y mujeres Entonces le pregunté qué era la ley para él.
construían y t a m b i é n desbordaban los modos genéricos de "—La ley es una cagada, todos los canas son una cagada, son
la identidad de los sexos. más choros que nosotros, pero a ellos nadie los condena.
—¿Quépensás de la escuela?
— Yo vengo porque me obligan, si no le prendería fuego; aquí
3.2.1. Las condiciones nadie nos da bola, las maestras son unas adiadas, son unas pe-
rras bárbaras, son igual que los canas, se hacen las buenitas por-
A grandes rasgos, la subjetividad de los varones se cons- que ustedes están acá pero no quiero hablar porque no soy nin-
tituye casi plenamente en situación, puesto que son las gún botón, ¿me entendés?n
(Mauricio, 14 años.)
prácticas construidas en territorio, y no la escuela y la fa-
milia, las que marcan fuertemente a los sujetos. Los refe- El padre es prácticamente una figura ausente y la madre
rentes identificatorios son sus pares, las reglas que rigen se insinúa como impotente, sufriente, con una fuerte pre-
sus comportamientos están elaboradas a partir de las de- sencia afectiva y práctica, y a menudo es un par de sus hijos.,.
mandas de cada situación, las valoraciones o moralidades Las marcas sobre las que tradicionalmente se instituía la
se configuran en relación con los próximos, l e g i t i m á n d o s e masculinidad han dejado de operar; las prácticas familiares e
en la frontera del grupo. E l grupo es el que confiere el institucionales han variado fuertemente. La familia ya no es
nombre a unos individuos: Pilo, Quirquincho, Kuki, C h u - el lugar de transmisión de la ley a través de la figura pater-
no, lo cual dista de la filiación como una inscripción en una na; el trabajo ya no es el espacio que reafirmaba el lugar del
cadena generacional, conferida por la institución familiar y padre como un proveedor de la familia; el mandato de estu-
reconocida j u r í d i c a m e n t e . N o se trata de una identidad ci- dio arraigado en la creencia de que estudiar era la garantía
vil, Juan P é r e z , sino de una n o m i n a c i ó n reconocida en las de un futuro mejor se ha derrumbado.
fronteras del territorio.
E l corpus analizado nos enfrenta a u n v a r ó n cuyos "Mi marido le dice [a Ivana, que tiene 14 años]^ 'vas a ser
rasgos de identidad son el aguante, el zafe, las lealtades. igual a tu 77tamá' [ella fue empleada doméstica]. E l se senti-
En los relatos de los varones prima sobre todo la refe- ría feliz que siguiera estudiando. La jmiversidad no, algún
rencia a situaciones violentas; sus p r á c t i c a s se dan en el curso o la academia de policía porque no va a conseguir tra-
l í m i t e y el riesgo. La amenaza de cárcel y de muerte por bajo. "
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Nuevos rostros juveniles
Silvia Duschatzky y Cristina Corea
el lazo. Tanto la presencia del referente religioso como
Este testimonio registra una serie de contradicciones
fuente de moralidad que regula los comportamientos como
que ponen de manifiesto la crisis de la función tradicional
la expectativa de un futuro vinculado a alguna profesión o
del padre y la familia. En primer lugar, aparece la certeza
trabajo (ser médica, modelo) hablan de la presencia de un
de que su hija no va a conseguir trabajo. Por otro lado, la
imaginario que procede del lazo. La aspiración mediática de
universidad, que parece a q u í la metáfora de la realización
llegar a ser alguien con una alta visibilidad como la modelo
por la vía del estudio, está descartada como futuro posible.
muestra la construcción de un ideal en el interior de los c ó -
El padre quiere para su hija un destino distinto al de su
digos que rigen actualmente el intercambio social.
madre y tiene el sueño de que Ivana siga estudiando; pero
la realidad no ofrece ninguna de esas condiciones para que
el sueño del padre se inscriba en Ivana como deseo a reali-
3.2.2. Caída del paradigma burgués de la diferencia sexual
zar o como mandato a cuestionar. E l brutal desacople en-
tre lo que el padre quiere o sueña para su hija y lo que el
D e c í a m o s al principio de este apartado que las diferen-
padre a la vez le transmite a ella como balance de la reali-
cias actuales entre los sexos ya no se juegan según el repar-
dad parecen instalarse en Ivana:
to b u r g u é s tradicional: mujer madre, esposa, centro de la
vida doméstica; varón padre, agente de la filiación y de la
"Me llama la atención porque no le gusta nada, no le gusta
autoridad, garantía de la ley. Tampoco se juegan o se insti-
estudiar, es tan lindo estudiar."
tuyen mediante la simple inversión de lugares: mujeres po-
derosas versus varones en decadencia. Se diría que, en los
Mientras los varones parecen moverse en la frontera de
territorios de los jóvenes, varones y mujeres asisten con
la palabra y del mandato, las mujeres son a ú n portavoces
perplejidad a la alteración de lo que en otro momento fue-
de un discurso, en tanto expresan los ideales mediáticos o
religiosos. ron sitios precisos de inscripción de la diferencia sexual: el
amor y la r e p r o d u c c i ó n . En torno al romance, a los emba-
razos, a la iniciación sexual aparece un indicio recurrente y
"En la iglesia ríos dicen que Jesús murió por nosotros, que de-
significativo: los chicos confiesan no darse cuenta, o no sa-
rramóla última gota de sangre. Nos dicen que tenemos que creer
ber c ó m o darse cuenta c ó m o es que sucede eso que suce-
en Dios y nos leen la Biblia de San Juan, San Lucas y San Ma-
teo. Nosotros a la iglesia le decimos escuelita. Nos dicen que si de. C ó m o darse cuenta de que están enamorados, c ó m o
queremos tener novio nos juntemos con chicos que no se porten darse cuenta de que están embarazadas, c ó m o darse cuen-
mal. Los chicos que se portan mal son los chicos del mundo, los ta de que se iniciaron o no sexualmente, parecen ser m o t i -
que se drogan, fuman, bailan. E l profesor de la escuelita no co- vos de profunda inquietud e incertidumbre:
noce los bailes porque cuando él era chiquito ya creía en Dios."
(Daniela, 12 años.) "A mí me gusta un chico, yo me di cuenta que él me gustaba
porque lo extrañaba de noche..." (Carla.)
Si bien los territorios fuertes de inscripción para las mu-
"A mí me gusta un chico de 11 años, él no sabe que yo gusto
jeres no se reducen a la escuela, sus relatos nos muestran i n -
de él, lo veía cuando iba a la carnicería, con mis primos. Justo
dicios de una subjetividad fundamentalmente construida en
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64
Silvia Duschatzky y Cristina Corea Nuevos rostrosjiiveniles
cuando lo vi me enamoré de él. Sé que estoy enamorada porque liares rotan, se toman simétricos, son intercambiables,
pienso en él..." (Micaela.) temporarios y aleatorios. Reconocer, adoptar o aceptar un
hijo por parte del padre no parece ser un hecho esperable,
"—¿Qué es lo que más te gusta de Chiquititas. ?
sino los datos del ejercicio de una paternidad que no está
—El enamoramiento, se enamoran ahí nomás. basada necesariamente en un mandato o en el cumplimien-
—¿Se ven distintos a ustedes? to de la ley sino en un terreno incierto en el que vacilan el
—Sí, ellos se enamoran. deseo, la decisión, la indiferencia e incluso el rechazo. Los
—¿ Ustedes no se enamoran? modelos de la paternidad y de la maternidad se debilitaron,
-Noooo." y no se sabe en q u é consiste ser padre o ser madre en estas
nuevas condiciones. E l terreno de la diferencia sexual se
"Angel: —¿Le podemos hacer una pregunta? presenta para los chicos como un territorio borroso, a ve-
Entrevistadora: -¿ Una pregunta a mí? Sí. ces vacío, altamente contradictorio e inconsistente. N o
A : —¿A qué edad lo hizo por primera vez? obstante, en esas condiciones, enamorarse, tener un hijo,
Renzo: —¡¡¡Cómo le vas a preguntar eso!!! ¡¡¡Che, degenerado!!! "pasarle plata" o darle el nombre pueden resultar ocasio-
E: —Veinte, a los 20 años. nes de decisión altamente subjetivantes.
R: -¡A los 20 años! Y yo lo hice a los 13 años, ya lo hice tres
veces... "Si la chica lo tiene sola, el hijo no va a tener un padre cuan-
E: —Ybueno... son otras épocas. En mi época a veces era así. do crezca, va a preguntar ¿y mi padre?, y no lo va a tener, el chi-
R: —Yyo, ya tres veces. co va a salir sin padre. Si yo me junio y tengo a mi hijo y cuan-
E: —Las tenes contadas. do me canse dejo al padre, es distinto, porque yo lo llevaría
R: —¡Más vale! Si no después me olvido, y lo tengo que hacer siempre para que lo vea, para que el hijo sepa quién es el padre,
de vuelta..." en cambio el otro no dice que es el padre del hijo, no se hace car-
go, por eso no es lo mismo." (Micaela, 11 años.)
"Las hermanas también sabían cuidarse, también les había
explicado, pero ambas se habían entusiasmado con los novios."
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CAPÍTULO 4
Las instituciones en la pendiente
rán si encuentran una serie de condiciones. E l otro es en- El modo específico de constitución familiar basado en
tonces condición y posibilidad de subjetivación. Ese p r i - un orden jerárquico se inscribe en lógicas sociales de ca- ^-.-y
mer otro es la madre que nutre, cuida, brinda afecto, toca, rácter general. La organización paterno-filial dependía de 0
habla. En este encuentro este otro introduce algo de otro un orden social específico -la sociedad burguesa- que con- J ¿
orden que la mera asistencia física y que será el motor del feria a la familia la tarea de constituir la matriz subjetiva de i
psiquismo humano. E l mundo entonces se presenta por los futuros ciudadanos. La desarticulación del universo de < W
contacto, pero un contacto especial dado que habilita la la familia nuclear se inscribe en la alteración de una serie ¿ t > o * f .
instalación de la sexualidad, comprendida en términos de condiciones basadas en el principio j e r á r q u i c o . La caída
freudianos como una pulsión (energía) vital. Pero la fun- del Estado-nación en el marco de la emergencia de nuevas
ción materna ofrece a d e m á s una función identificatoria, le lógicas sociales basadas en la n o c i ó n de red' vacía a las re-
proporciona al niño un conjunto de significados que per- laciones familiares de una referencia anclada en jerarquías
mitirán nombrar los diferentes estados por los que atravie- simbólicas.
sa. Piera Aulagnier (1988) destaca: "la palabra materna de- A continuación vamos a describir las alteraciones sufrí- \ p _
rrama un flujo portador y creador de sentido que se das por el modelo paterno-filial que constituyó el núcleo ^
anticipa en mucho a la capacidad del n i ñ o de reconocer su de la organización familiar. A modo de rápido punteo des-
significación y de retomarla por cuenta propia". Ella es la taquemos el piso de condiciones en el que se plantean las
que dice si el niño tiene hambre, frío, está triste, prefiere mutaciones: pérdida de la condición salarial, incertidum-
un juguete u otro, un paseo u otro. Se trata entonces de bre respecto del futuro, flexibilidad laboral, dilución del 1
una "violencia primaria" fundada en una asimetría que se- trabajo como pilar de estructuración social, pérdida de las j
rá constitutiva del sujeto mientras no se instale como u n protecciones sociales, borramiento de las fronteras genera- i -r
modo de relación perdurable que obture las posibilidades cionales, pasaje del saber a la información con sus efectos %
de enfrentarse a las propias decisiones. concomitantes en la devaluación de la experiencia y la / ^
¿ Q u é papel le confiere el psicoanálisis al padre? A l transmisión intergeneracional.
igual que la función materna se trata de una función sim- El corpus de la investigación nos enfrenta a la emergen- c>
bólicaj es decir, no importa q u i é n la ejerza sino la posibi- cia de nuevos modos de vinculación familiar que nos ha- d
lidad de que sea inscripta significativamente. E l padre es blan de algo m á s que de otros tipos de familia. N o se trata <p
el representante de la ley y como tal el portador de los de configuraciones familiares respetuosas de la lógica de la %
discursos sociales legitimados. E l padre es el encargado autoridad simbólica tradicional sino de múltiples modos de
de romper la simbiosis entre madre e hijo y el que repa- relación que rompen la estructura paterno-filial. Los estu-
rará esa " p é r d i d a " con la puesta a disposición de objetos dios sociológicos describen nuevos tipos de familia - f a m i -
sustitutos ( s í m b o l o s , ideas, instituciones, ritos) que facili- lias ensambladas, monoparentales, ampliadas—, que a pesar
tarán la exogamia.
Ahora bien, ¿qué ha sucedido con estas representacio-
1. "Las conexiones con los diversos nodos que traman la red no son
nes familiares. ¿Acaso están acordes con la experiencia re-
j e r á r q u i c a s , no inscriben cada t é r m i n o en una p i r á m i d e que atribuye va-
cogida bajo las coordenadas de la globalización y la trans- lores y distribuye un orden s i m b ó l i c o desde arriba hacia abajo" ( L e w k o -
formación de la sociedad burguesa? ^wicz, Droeven, y G r i n s c h p u n , en D r o e v e n , op. cit.).
70 71
Silvia Dtischatzky y Cristina Corea has instituciones en la pendiente
de las transformaciones en su configuración conservan una marido el de la cárcel se entera y me manda a unos amigos. Me
matriz fundada en el ejercicio de figuras de autoridad. L o pegaron tanto que lo perdí y dejé de visitarlo en la cárcel." ^ ^
que encontramos, en cambio, nos enfrenta a la necesidad
de repensar la categoría familia ya que emergen múltiples ( ¿En q u é momento se deja de ser humano? Ese es el ú n i -
modos de vínculos que ponen en juego la eficacia de las fi- co punto verdadeTamérTté"én juego eñ~üna situación extre-
guras portadoras de autoridad simbólica. f ma. L o que muestra la tesis de Agamben en torno a la ex-
Dado que se trata de modalidades de relación construi- periencia de Auschwitz es, contra cualquier evidencia, que
das en situación, es imposible arribar a un cuadro exhaus- lo propio del humano es la posibilidad de dejar de ser hu-
tivo de los nuevos vínculos familiares. La caída de un pa- ^anoTTJe^pués de Auschwitz, ia humanidad no es univer-
trón referencial en la estructuración familiar nos invita a sal sino contingente; existe la paradójica experiencia hu-
pensar que laJ^famHja^sJioy^un significante yacÍQij^sjde- mana de la deshumanización. E l sobreviviente, entonces,
cir un_lugar sin referencia_estabie de significación.. se presenta como una figura ambivalente de lo humano y
Ante el agotamiento del dispositivo familiar, los regis- lo inhumano: se puede sobrevivir sin humanidad; pura nu-
tros ofrecen tres modalidades subjetivas de habitar la nue- da vida, el viviente. O se puede sobrevivir a la experiencia \
va situación, que nombraremos de la siguiente manera: de- de la aniquilación no ya como puro viviente sino como su- /
subjetivación, resistencia e invención. jeto: ésa es una experiencia de subjetivación.
N o importa entonces juzgar los comportamientos se-
gún esquemas moralistas que describen el buen o mal pro-
.1.1. Desubjetivación ^ £\y-€. '. ceder sino que la única pregunta que inquieta, caídos los
juicios sobre el otro, es c u á n d o se deja de ser humano. "Si
En primer lugar s e ñ a l e m o s que la desubjetivación no se se quiere sobrevivir como humano —dice Bettelheim a pro- c
trata de un estado puro. N o pensamos en la pura desubje- pósito de los campos de concentración—, envilecido, tal vez
tivación, dado que si fuera así estaríamos frente a la nuda degradado pero humano al fin, es preciso tomar concien-
vida. L o que sí advertimos son modos desubietivantes de cia del punto de no retorno individual, m á s allá del cual no \
habitar los vínculos familiares o, lo que es lo mismo, un no se debía,ceder frente al opresor."
poder hacer casi nada con la situación. La ^esubjetivácíÓTtj,entonces, nos habla de un modo de
habitar ta~ situación marcada por la imposibilidad, estar a ^ Q
"Cuando a mi marido lo meten preso porque mató a un hom- merced de lo que acontezca habiendo minimizado al máxi- ^
bre, yo quedé sola con los tres chicos y me quería morir porque si mo la posibilidad de decir no, de hacer algo que desborde l£. | f
bien era cierto que mi marido robaba y después lo vendíamos, el las circunstancias. Se trata de un modo que despoja al su-
era bueno con los chicos aunque a mí me pegaba mucho. Pero a jeto de la posibilidad de decisión y de la responsabilidad.
los chicos los teníamos bien vestidos. Pasaron los días y me empe- Una de las condiciones de la desubjetivación en el en-
zaron a faltar las cosas, lo único que me quedaba era acostarme por torno familiar es la yisible_,indiferenciación de los lugares
plata pero me daba vergüenza. Un día mi vecina me presenta a tradicionales de padre, madre e E i j o ¡ con la consecuente
este nuevo marido y me junté, pero también me pega y les pega a disolución de las posiciones de protección y autoridad de
los chicos. Cuando quedé embarazada de este nuevo marido, mi los padres hacia los hijos. E n ese marco de disolución y
12 13
Silvia Duschatzky y Cristina Corea Las instituciones en la pendiente
confusión, la desubjetívación consiste en la imposibilidad "Algunos padres saben que los chicos roban pero no dicen na-
de gestionar lugares de e n u n c i a c i ó n desde los cuales habi- da porque ellos roban también. Acá viven un montón de herma-
tar esas transformaciones. nos que roban todos, hasta el más chiquito que tiene 3 años. Se
La i n d i f e r e n c i a c i ó n de lugares entre adultos y chicos mete en los kioscos, se sube a los techos, pasa como un gatito.
no llamaba la a t e n c i ó n durante el siglo XV, en el que era Aprendió a robar porque le enseñaron. "
c o m ú n que n i ñ o s y adultos se mezclaran en distintas es-
cenas de la vida social. Pero hoy, tras un largo p e r í o d o de "Yo trabajo en la terminal abriendo puertas de autos, con mi
i n s t i t u c i o n a l i z a c i ó n , la a l t e r a c i ó n de los lugares s i m b ó l i - hermana y mi mamá."
cos de autoridad delata algo m á s que un simple cambio
histórico en la c o n f i g u r a c i ó n familiar. La modernidad ha- La (ínaternidad y la paternidadjaparecen desinvestidos
bía puesto a disposición de la sociedad una serie de dis- de aquél sentido heredero de la t r a d i c i ó n cultural. Padre,
positivos de fabricación de la infancia y la adolescencia. madre, hijo ya no se perfilan como significantes de una
T e c n o l o g í a s de distinta procedencia -de la medicina, de r e l a c i ó n intergeneracional basada en el principio de au-
la psicología, de la p e d a g o g í a - aportaban a la p r o d u c c i ó n toridad, sino que parece tratarse de_Ju_gares s i m b ó l i c a -
de la infancia y la adolescencia estableciendo "necesida- mente destituidos. Trabajos "compartidos en cTmdlcTo- 3 ¿
des" propias de cada etapa e inventando instituciones de \ líes de alta precariedad, chicos que "protegen" a las
socialización que aseguraran la distinción de espacios y madres, figuras masculinas borrosas o en descomposi-
roles. ción, actos ilegales "legalizados" por sus progenitores en
En las ruinas de esa experiencia histórica vemos emer- la urgencia por sobrevivir, caída de la frontera entre lo
ger nuevas relaciones que no sólo ponen de relieve la sime- permitido y lo prohibido. Chicos expuestos o puestos co-
trización o indiferenciación de lugares sino m á s bien la mo escudo en disputas de pareja, chicos ocupando el l u -
^ p é r d i d a de toda referencia en la cual anclar. Quizás haya^ gar de proveedores.
que pensar que lo propio de nuestras circunstancias es la Es interesante advertir que estasaltera^iones^m^nudo^
ausencia de referentes y anclajes y que, por lo tanto, cual- sc^a^cusadas como vacío por parte de losjhijos. Los m o -
quier sistema de referencias que se arme conlleva k_ojgor- mentos donde se hace m á s visible la circulación del dolor,
tunidad de un proceso subjetivante. el desamparo y una suerte de llamado a las figuras protec-
toras de los padres, se dejan ver en los relatos sobre las ex-
"A veces Angel me consigue cospeles para que pueda ir al bai- periencias familiares.
le. " (Relato de una madre.)
"Mi papá está internado porque tomaba mucho vino, hasta
"Vení, acompáñame, le digo a mi hijo, vamos a la casa de que un día empezó a tornar alcohol, ese de color azul. Cuando yo
tu papá. Llegamos y nos agarramos a pinas entre todos, noso- lo veía me mandaba a mudar a la calle. E l juez lo hizo intei~nar.
tros, él y su mujer. Volaban las cosas, me volví loca, rompí Yo estoy yendo a trabajar en el lugar de mi papá al cortadero de
todo. A ella la lastimé. No sabíamos de qué forma decirle que ladrillo pero también salgo a vender incienso. Yo tengo ganas de
vuelva con nosotros. Creo que hice mal en decirle que me verlo y no puedo porque 110 nos alcanza la plata. Si a él no le dan
acompañe." el alta, ¿qué vamos a hacer?"
74 75
Las instituciones en la pendiente
Silvia Duschatzky y Cristina Corea
La sexualidad de los jóvenes y la de sus progenitores no pa-
"Antes soñaba -antes que se fuera mi mamá— ahora no sue-
rece regida por prohibición o represión alguna.'
ño más, ella se fue, me dejó, yo la harté."
Es frecuente que en los relatos la maternidad aparezca
desinvestida de sentido. No darse cuenta significa que algo
"Yo le pido a Dios que volvamos a ser familia. Yo hablo con
del orden de la percepción ha fallado. La desubjetivación
mi abuela y lloro cada vez que hablo de mi mamá. Mi abuela me
dice que va a volver." es en este caso la imposibilidad de instalar alguna condi-
ción subjetiva para hacer algo con lo real de un embarazo.
Los modelos de paternidad y maternidad burgueses están
"Yo espero que mi papá y mi mamá se acomoden y tomen el
destituidos. Se abren, entonces, dos caminos: el de la su-
mando uno de ellos sobre nosotros. "
pervivencia o el de la subjetivación. E l embarazo, el naci-
miento, la reproducción pueden ser meros hechos reales,
"¿Todos los papas pegan a sus mujeres?"
biológicos, avatares del viviente, de los que ni siquiera es
preciso "darse cuenta" - t a l como parece insinuarse en uno
Tanto en la g e n e r a c i ó n de los padres como en la de los
/ d e los testimonios-. Pero también, en la medida en que la
jóvenes entrevistados, el territorio de la maternidad y la
situación exige altas cuotas de implicación, podría ser una
paternidad se presenta como un sitio sumamente confuso
y devastado de significaciones. Sus fronteras, sus manda- J l x i c a s i ó n de decisión, de responsabilidad, de subjetivación.
tos, sus funciones y su sentido, claros y precisos en el en-
torno b u r g u é s , desaparecen hoy por efecto de jajdestitu-
ción simbófica_ d^j^figuras. burguesas de la familia. Ante 4.1.2. Resistencia
esa caída, los sujetos difícilmente logran construir condi-
ciones de e n u n c i a c i ó n para habitar e investir la experiencia La resistencia expresa cierta actitud de defensa, algo así
de la paternidad y de la maternidad. como un modo de abroquelarse para protegerse de los
efectos riesgosos que acechan la existencia. La familia apa-
"El novio de mi hermana es más grande, tiene 19 o 20 y él rece aquí como el lugar de refugio y preservación. La alte-
quería tener el hijo: ella no se daba cuenta. Cumplió 17, no aria ración del modelo se registra entonces en el tránsito de
que le iba a pasar lo del hijo, eso iba a pasarle más adelante. "
cesidad social de instituir sentido para tales marcas. L o que parece singu-
En el apartado 3.2.2. i n t e r p r e t á b a m o s la dificultad juve- lar de la sittiación que analizamos no es el hecho ya bastante aceptable de
nil de darse cuenta de los embarazos o de la situación que la variación histórica del sentido de las marcas sexuales, sino el f e n ó m e n o
más incomprensible de la falta d e s i ^ m f i c a c i ó n . E s e es el f e n ó m e n o que
gira en torno a la r e p r o d u c c i ó n -cuidado, anticoncepción,
en el contexto de esta investigación denominamo^^djéstitucign.
riesgos- como un indicio de la borradura o de la inexisten- 3. E n ese sentido, la figura del abuso sexual no seria la figura de u n
cia de marcas instituidas de la diferencia sexual y de las sig- exceso o de una t r a n s g r e s i ó n de la i n t e r d i c c i ó n incestuosa sino el indi-
nificaciones con que, necesariamente, deben ser investidas. 2 cio de la ausencia lisa y llana de cualquier i n t e r d i c c i ó n . C o n esto quere-
mos marcar que, desde el punto de vista d e j a ^ u b [ e j t í y i d a d , esjrmrj^jhV
tinto que exista una ley y se transgreda o que no exista. E l segundo caso
2. C . Castoriadis (1993) asegura que la significación de las marcas se- es el que se considera aquí una c o n d i c i ó n fuerte de desufjjetívación.
xuales defiere en cada situación histórico-social; lo que no difiere es la ne-
76
. Silvia Diiscbatzky y Cristina Corea Las instituciones en la pendiente
una familia que propiciaba la salida al mundo a una familia "Los dos somos desocupados. A mime da vergüenza mirar-
que preserva de los riesgos del mundo. Tradicionalmente los a la cara a los chicos, para decir no tengo. Como yo hago
la familia era la encargada de instalar al niño en el mundo pan, la peleamos todos, es la tínica entrada. Los fines de sema-
mediante una serie de prácticas de socialización que aten- na mis hijos salen a vender diarios. Ellos tienen por costumbre
dían a su a u t o n o m i z a c i ó n progresiva. E l mundo era apete- venir y decirme 'mami, acá está lo que hicimos', aunque sea
cible en tanto prometedor de nuevas posibilidades. 3 o 4 pesos. "
Los relatos construidos en la investigación testimonian
la alteración del significado de esta m e d i a c i ó n . E l mundo • L a ^ e s o c u p a c i ó n como marca de identidad y no como
se ha vuelto inhabitable y la familia procura entonces dila- estado télITpoTáfio, así como el sentimiento de vergüenza,
tar la salida de sus hijos. La calle es peligrosa, amenazante, nos hablan de riuevas condiciones_erpsionant.es desautori-
y en consecuencia el cuidado familiar no es aquel que for- dad. Ambas formas de nombrarse despojan a los padres de
talece al hijo para salir al mundo sino el que lo preserva de valía yT^rTconsécuencía, de autorjdad. Padres que "no pue-
los riesgos del mundo. deñ '"hTjos que reparan en ello o que se encuentran desam-
1
parados.
"Yo no me iría de mi casa porque no sé el riesgo que vaya a Es interesante advertir que el efecto de esta m u t a c i ó n
pasar, a lo mejor la persona con la que me vaya se puede juntar no es necesariamente la disolución total de toda autoridad
con alguien y me puede matar. Nunca pensé en irme de mi casa." simbólica. A pesar de la destitución social de la autoridad
simbólica y la precariedad de los resortes que habilitaban
"No me gusta estar encerrada, mi papá no me deja salir por- la posición de proveedor, la institución de un lugar protec-
que tienen miedo que me violen. " tor no necesariamente desaparece. Se trata de la construc-
ción de una posición de e n u n c i a c i ó n que gráfica la b ú s q u e -
"Me preocupa que la violen o la asalten." J
a de un "poder ser" en el borde de u n "no poder". Las
operaciones de subjetivación se plantean allí donde opera
"Los padres tienen miedo que nos quedemos embarazadas, la imposibilidad.
que nos pase algo en la calle. " - i Si bien estas operaciones de subjetivación ponen de re-
lieve los recursos de los sujetos para habitar la situación,
dan cuenta al mismo tiempo de su precariedad cuando se
4.1.3. Invención producen a expensas de anclajes s i m b ó l i c o s de índole so-
cial. N o se trata de sujetos soberanos, portadores de u n
La modalidad de la invención pone de relieve la produc- gran voluntarismo y omnipotencia sino de operaciones ge-
ción de recursos para habitar la situación. Se trata jjsjiaeer neradas en una sociedad que se instituye con independen-
algo con lo real, de producir aberturas que desborden la cia de un referente colectivo que enlace a u n espacio de
' c o n d i c i ó n e l e imposibilidad,.de.producir nuevos posibles.^ pertenencia simbólica.
Aun en condiciones de d e s t i t u c i ó n del dispositivo fa- Los testimonios que siguen revelan los modos en que se
miliar se registra la p r o d u c c i ó n de operaciones de subje- gestan posiciones subjetivantes en condiciones de desubje-
tivación. tivación (pérdida de trabajo, de resortes sociales de protec-
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Las instituciones en la pendiente
ción, de un principio de o r g a n i z a c i ó n social basado en un venir de su existencia se han vuelto frágiles la vida se torna
principio j e r á r q u i c o ) . un hacerse a sí mismo cada vez. La caída de una ficción es-
tructurTdora"dé Ta experiencia, lejos de experimentarse co-
"Cuando Maxi estaba en quinto grado, la maestra me dijo mo liberadora,-4. rae"aparéjáda la sensación fatigosa de ser
;
que lo cambiara a una escuela de discapacitados. Siempre lo ame- unojtpisrño (Erhenberg). E n t é r m i n o s de Zizek (2Ó0O)e§-
nazaban con cambiarlo de colegio. E l lloraba, no quería saber ^ a ' c o m p u l s i ó n a decidir libremente es un juego obsceno^
nada, no qtiería escribir. Sufrió mucho en la escuela. Yo ya venía que provoca angustia en tanto no hay red simbólica de sos-
notando que a los más grandes, a los que repetían o tenían más tén que provea significaciones productoras de confianza.
edad los pasaban a esa escuela, en realidad eran los chicos de la
villa. Muchos padres decían, bueno, si la maestra lo dice lo man-
damos ahí. Pero nosotros, con mi marido, no lo vemos inútil. Lo 4.2. L a escuela entre la d e s t i t u c i ó n y la invención
que ocurría era que la maestra no le prestaba atención. Yo lo
siento y hasta que no termina leyendo no lo dejo salir. Finalmen- La hipótesis que señala que los jóvenes que viven en
te buscamos otra escuela y ya empezó a investigar solo del libro." condiciones de expulsión social construyen su subjetividad
^ ||[ - ] ...... _ ... .. «,1A-, M||[ | R ,—--,1 .miii^n-ñn • • «MüyatHC**-™-
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Las instituciones en la pendiente
Silvia Duschatzky y Cristina Corea
tes, el é n f a s i s en la d e v a l u a c i ó n del pobre se puso alterna- madres"; "las mujeres tener hijos y los varones conseguir traba-
tivamente en la d i m e n s i ó n m o r a l o cultural. A partir de la jo"; "las costumbres aquí están en otro estadio".
d é c a d a del '50 n o m b r a r al pobre es destacar su decencia
por su c o n d i c i ó n de trabajador; l o que contrasta notable- Retomando, jaersistcjrxiógi^a^^
mente con la s i g n i f i c a c i ó n anterior de inmoralidad cen- pero, a d e m á s , desde j a j e r c e p c i ó n d e los docentes ya no
trada en la vagancia. E n los tiempos presentes y en las si- los h a b i t a j a esperanza del progreso sino la rc\signación y
tuaciones analizadas los atributos negativos del " p o b r e " la" p é r d i d a disciplinarios o
no son s ó l o de í n d o l e cultural sino que conllevan nueva- emanciparlos ("el futuro de estos chicos será como él de sus
mente una i m p u g n a c i ó n m o r a l . Ya n o se trata simple- P^fires^ rnTcreo que puedan salir de este entorno, no tienen
mente de la c a l i f i c a c i ó n tradicional de "ignorantes", " i n - otras expectativas"; "lospadres son ignorantes, los chicos más";
cultos", "mal hablados", "lentos": el discurso moral se ha "los niños de padres changarines serán changarines", "se crían
aggiornado. Ahora se trata de "valores cambiados, auto- en la calle"; "uno entre cien sale de este mundo, para los de-
' ridad disuelta, familia ausente y despreocupada, a g r e s i ó n , más pobreza, más pobreza"; "hay un sector que jamás se pondrá
I r o b o , violencia". de pie en la vida").
Ahora bien, el problema central de la e d u c a c i ó n hoy no
^ ¿ Q u é buscan los chicos en la escuela? es la f a b r i c a c i ó n de los sujetos. N o es el componente auto-
ritario de la cultura escolar lo que está en c u e s t i ó n . E l p r o - " |
\ "No sé, ni ellos lo saben "; "la escuela debería tener un senti- blema, a juzgar por los relatos docentes, es su impotencia y
} do más práctico, no les da la cabeza para el secundario "; "muchos enunciativa, que es igual a decir la d e s u b j e t i v a c i ó n de la ta- j
sólo vienen a comer"; "no vienen a ser aplicados"; "vienen a ju- rea de e n s e ñ a r . Pero cabe otra vuelta de tuerca, ¿ e s acaso la
gar, a comer y a compartir con otros niños"; "buscan contención, falta de c a p a c i t a c i ó n docente lo que inhabilita el desempe-
I* amor"; "un lugar donde sean bien tratados". ñ o de su tarea educativa? Creemos que no. E l problema de
la i m p o t e n c i a j i o e s u n problema relativo a las personas si-
I ¿ Q u é encuentran? no a los dispositivosJíLa impotencia no es de los maestros
sino de-lo-qüe alguna vez fue instituido; y los maestros son
t "Co7?tención"; "un lugar donde estar"; "comida"; "aprender, el s í n t o m a de la p é r d i d a de una autoridad s i m b ó l i c a que los
) muy pocos". excede. ¿ S e trata entonces de retornar a la vieja autoridad,
asociada al respeto irrevocable de las tradiciones, a la cen-
¿ Q u é expectativas de futuro tienen? tralidad del Estado, al disciplinamiento? ¿ O acaso h a b r á
que crear nuevas condiciones de r e c e p c i ó n de l o que acon-
I "El futuro es inmediato"; "las chicas dicen que en lugar de tece, nuevos modas, potentes¡ ^d^e^Qnjhraijjde manera que
),hacer el secundario, van a seguir peluquería"; "algunos dicen en ese^acto siiceda algo del orden de una i n t e r v e n c i ó n ? Si
^que van a ser médicos pero se olvidan de su coitdición económi- algo de ese orden se produce, estaremos introduciendo
ca"; "quieren ser choros, tomar droga"; "no les importa elfutu- formas i n é d i t a s con capacidad de alterar tanto nuestra p o -
W' "; "algunas quieren ser modelos"; "tienen pocas expectativas"; s i c i ó n de educadores como la de los sujetos que transitan
ro
|f "se limitan a trabajar como sus padres y las nenas a ser pronto ) por las escuelas a la espera de que alguna cosa acontezca.
i
85
I "
I
(
"los de antes eran más respetuosos"; "ahora tratan de imponer' des adultas, la infancia que depende del saber y de la auto-
sus ideas, no se dan cuenta de la experiencia de los mayores"; ridad no coincide, por ejemplo, con algunas escenas de los '
"antes eran ?nás responsables"; "antes eran más limitados por los siglos X V y X V I que nos muestran a u n p e q u e ñ o trabajan- (
padres"; "ahora no entienden que les digas que estudien "; "aho- do junto a sus mayores, compartiendo las tabernas, las fies- (
ra hay más violencia "; "antes había temor por las sanciones dis- tas, los rituales funerarios y religiosos. L a r e l a c i ó n a s i m é - ^
ciplinarias"; "antes no se ponían aritos"; "antes se bancaban más trica con el adulto y la n o c i ó n del futuro como la conquista
las clases abumdas"; "antes no había chicos de 14 en tercer gra- de una adultez que se vive como una etapa deseada, son dos ^
do"; "ahora no aceptan directivas". de las condiciones b á s i c a s de p r o d u c c i ó n de un joven. Se (
a d m i t i r á que en la p r o d u c c i ó n de tales condiciones la fami- ^
N o cabe ninguna duda de que los chicos de antes eran lia y la escuela han tenido una función decisiva.
diferentes. ¿ E n q u é reside la diferencia del adolescente de E l punto de inflexión es que las condiciones de enun- ^
antes del de ahora? Si nos atenemos a las condiciones de c i a c i ó n del n i ñ o y del adolescente "modernos", esas c o n - i
e n u n c i a c i ó n que producen esos rasgos superficiales, la d i - diciones que lo hicieron posible como una subjetividad ^
ferencia decisiva es que los de antes se dejaban educar, ins- instituida por la familia burguesa o por la escuela estatal,
tituir, moldear por la i n s t i t u c i ó n escolar y no a s í los de hoy e s t á n suspendidas. Los docentes nos dicen lo que ya
ahora. E l respeto a la autoridad, la d i s p o s i c i ó n para la obe- no son y ese "no ser" revela en consecuencia u n ser que 4
diencia, la s u m i s i ó n , el deseo de progreso, la capacidad de fue instituido, u n ser h i s t ó r i c o y no una esencia p e r v e r t í - ^
adquirir normas b á s i c a s de i n t e r a c c i ó n social, c o n s t i t u í a n da en su verdadero ser. L o que de todos modos permane- ^
la matriz básica de la educabilidad sobre la que la escuela ce i m p l í c i t o en esas declaraciones —al menos para una i n -
no s ó l o i n t e r v e n í a para ejercer su tarea formadora, sino terpretación— es q u é cosas han dejado de operar para que ^
que ella misma fundaba en c o l a b o r a c i ó n solidaria con la fa- los n i ñ o s y adolescentes ya "no sean". Porque si ya no son i
milia. Los chicos de ahora no s ó l o expresan la ausencia de respetuosos, estudiosos, disciplinados, receptores de la ex- ,¡
esa matriz básica, no s ó l o una fuerte resistencia a dejarse periencia de las generaciones anteriores, no es por mala
moldear por esa matriz; t a m b i é n son la e x p r e s i ó n de la i n - fe, mala voluntad o mala i n t e n c i ó n ; si los n i ñ o s y los j ó v e -
c o m u n i c a c i ó n profunda entre la escuela y la familia en nes ya no son lo que eran, desde la perspectiva de la sub- 4
condiciones de d i s o l u c i ó n estatal. jetividad, esto se debe a que las condiciones instituciona- {
Efectivamente, los registros hablan de otro adolescente les que hicieron posible tales tipos subjetivos hoy han ^
y en este caso "el dato" concuerda con lo que acontece en perdido eficacia.
el nuevo escenario social. ¿Se trata simplemente de una La p o s i c i ó n docente que llamamos de resistencia da '
t r a n s f o r m a c i ó n en las identidades juveniles al r i t m o de los cuenta de u n modo de abroquelarse en representaciones (
86 87 <
I
n
Silvia Duschatzky y Cristina Corea Las instituciones en la pendiente
^|que han perdido capacidad de n o m b r a r las alteradas c o n - sistencia es una n e g a c i ó n a cambjajdajypreguntas y a dejar-
t r i c i o n e s actuales de e n u n c i a c i ó n del a l u m n o o del d o - nos alterar por los signos déCk> n u e ¥ d r q u e . - b i e n hay que
f
cente. ¿ Q u é es hoy ser estudiante? ¿ Q u é es ser maestro? decirlo— n o suponen necesariametite l o buen). L& p o s i c i ó n
^ E s a pregunta, en nuestra perspectiva, d e b e r í a f o r m u l a r - de resistencia es algo a s í como el intento de resistir u n h u -
"ífee a s í : ¿ e n q u é condiciones se es hoy maestro o e s t u d i á n - r a c á n con la simple voluntad; por lo tanto, nos sume en u n
dote? Puesto que una subjetividad n o es otra cosa que su profundo agotamiento y en la f r u s t r a c i ó n . L a resistencia
^ c a p a c i d a d enunciativa. D e donde se deduce que el a n á l i - tiene u n aire de familia con la m e l a n c o l í a y la nostalgia. Y
sis de las condiciones actuales de la e n u n c i a c i ó n escolar en ese sentido es un o b s t á c u l o para que algo de otro orden
€fes la clave para comprender en q u é consiste la subjetivi- pueda advenir. A pesar de que se enfundan en r e t ó r i c a s de
^ d a d que se produce —si es que acaso se produce— en la es- cambio, la nostalgia y la m e l a n c o l í a , m á s que interrogar el
^cuela. pasado, se anclan en él como en u n fetiche, en u n objeto
H i s t ó r i c a m e n t e p o d í a m o s nombrar al estudiante como cargado de i d e a l i z a c i ó n . Todo tiempo pasado fue mejor y
^^quel n i ñ o o joven que transitaba una institución que lo pro- s ó l o en ese tiempo e s t á n las claves de nuestra emancipa-
^ / e í a de los saberes necesarios para alcanzar la a u t o n o m í a so- c i ó n . Tal es la creencia sobre la que arraiga y se concentra
^ p i a l durante u n p e r í o d o de moratoria social en el que se pos- la p o s i c i ó n de la resistencia.
^tergaba la a s u n c i ó n de las responsabilidades adultas. U n a
^escuela era un modo institucionalizado de educar, de formar
una persona i m p r i m i é n d o l e atributos que un orden social 4.2.3. Invención
-^específico exigía. Pero ocurre que estas representaciones
^ j u e por d é c a d a s permearon el imaginario de docentes y pa- E l enemigo de la e d u c a c i ó n no es la imagen alterada de
dres han estallado. Entonces la resistencia es la e x p r e s i ó n del los alumnos, no es el d e s v í o de aquello que e s p e r á b a m o s ,
^desacople entre las representaciones viejas y las situaciones no es la respuesta que inquieta, no son s ó l o las condiciones
- ^ í c t u a l e s que no se dejan nombrar por esas representaciones, adversas, n i la d e s a c t u a l i z a c i ó n de los maestros y profeso-_
resistencia es u n o b s t á c u l o porque impide que una sub- res. N o es la falta de respeto, n i el d e s i n t e r é s . E l ^ S e m i g b
jetividad se altere para poder enunciarse en las nuevas con- ,deJa e d u c a c i ó n es la idea de lo d e f í n m
^ i i c i o n e s . L a p o s i c i ó n que resiste insiste en seguir supo- ^on,~^3é~rá~impotó laarxevexábiiidad —
" ^ í i e n d o u n alumno que ya no existe: obediente, capaz de *~ Si líTexpulsión social es una s i t u a c i ó n , una contingen-
r^iostergaciones, en condiciones de prever y anticipar, dispo- cia, la p o s i c i ó n ética n o r e n u n c i a r á j a m á s a buscar a partir
^ n i b l e para recibir algo del adulto. Por eso cuando nos en- de esa s i t u a c i ó n una posibilidad hasta entonces inadverti-
f r e n t a m o s a una subjetividad que contradice esas expectati- da. S ó l o hay p o s i c i ó n de t r a n s m i s i ó n si, confrontados a las
"w/as la pensamos como disvalor o como una expresión de apariencias de lo imposible, no se deja de ser u n creador de
i n d o l e n c i a . U n a insistencia en esos supuestos no puede resul- posibilidades. L a e d u c a c i ó n es el intento de activar u n l u -
-^|:ar exitosa?
1
~ gar, una falla, xin^pTTégu^a^nde la posibilidad de subjetiva-
A L l f resistencia es en definitiva una resistencia a pensar, a "cloíTsea"todavía ilegible (Badiou, 2000).
a p o n e r en suspenso c a t e g o r í a s abstractas o a declarar que La i n v e n c i ó n supone producir singularidad, esto es for-
^ f u e r o n eficaces en otras condiciones s o c i o h i s t ó r i c a s . L a re- mas i n é d i t a s de operar con lo real que habiliten nuevos
88
i
modos de habitar una s i t u a c i ó n y por ende de constituir- modos de e n s e ñ a n z a , en las formas de i n t e r a c c i ó n con los
nos como sujetos. U n a p o s i c i ó n de i n v e n c i ó n , por ejemplo, docentes y sus pares? E n palabras de Blanchot, toda pre-
podemos encontrarla en aquel director de una escuela se- gunta reclama respuesta, pero la respuesta no puede can-
cundaria que se preguntaba insistentemente q u é hacer celar la pregunta. Es decir, se trata de u n hacer, u n pensar,
frente al crecimiento progresivo de alumnas embarazadas un acto de decidir que se declaran incompletos.
y madres. L a i n t e r v e n c i ó n no fue n i la e x p u l s i ó n , n i la con- La e d u c a c i ó n como a c c i ó n igualadora no es, en conse-
c e s i ó n , n i el renegar de la s i t u a c i ó n . Estas opciones hubie- cuencia, la fabricación de sujetos i d é n t i c o s entre sí n i ía
ran permanecido en la l ó g i c a de la r e p r e s e n t a c i ó n : la es- p r o d u c c i ó n de un sujeto sin fisuras a semejanza de a l g ú n
cuela se hizo para u n alumno que es c o n d i c i ó n equivalente ideal. L a e d u c a c i ó n igualadora es la a c c i ó n que hace posi-
a ser hijo, por lo tanto lo m á s que puedo hacer es flexibili- ble la s u b j e t i v a c i ó n , la que emprende la difícil e i n c o n t r o -
zar las normas, pero no cambiarlas. La o p c i ó n , por el con- lable tarea de introducir a u n sujeto en otro universo de
trario, se p l a n t e ó con la c r e a c i ó n de u n j a r d í n maternal en s i g n i f i c a c i ó n de modo de ayudarlo a construir su diferen-
la escuela, de modo tal que las alumnas p o d í a n seguir ocu- cia. L a e d u c a c i ó n consiste en examinar una s i t u a c i ó n de
pando la p o s i c i ó n de estudiante pero admitidas en su doble imposibilidad contingente y en trabajar con todos los me-
c o n d i c i ó n de madre y alumna. L a escuela no renuncia a su dios para transformarla. E n esta d i r e c c i ó n podemos anali-
tarea de e n s e ñ a r , sino que se multiplica: se abre como u n zar t a m b i é n la i n t e r v e n c i ó n de una. escuela que frente al
escenario posible, hasta ahora inadvertido, en el cual las j o - hecho de que los alumnos concurren armados, propone la
vencitas pueden habitar su c o n d i c i ó n de madres. Si se tie- c r e a c i ó n de u n "armero". ¿ Q u é es u n armero? E n p r i n c i -
ne en cuenta, como vimos, la gran dificultad que atravie- pio, el artilugio de una escuela que opera en s i t u a c i ó n , es
san los j ó v e n e s para investir subjetivamente la maternidad decir, a partir de condiciones concretas que escapan a toda
y la paternidad, se v e r á en esta i n t e r v e n c i ó n una función de norma y r e g l a m e n t a c i ó n abstracta. Pero a d e m á s , u n arme-
p o t e n c i a c i ó n de la escuela, una apertura._de.J.os posjbjss^^ ro, lejos de ser simplemente u n lugar donde guardar las ar-
N o se puede e n s e ñ a r bajo la r e p r e s i ó n o la desmentida de mas, es una frontera que delimita el territorio de la ense-
una c o n d i c i ó n nueva: la maternidad adolescente. Ante esa ñ a n z a . Entre la e n s e ñ a n z a y las armas no hay correlato
novedad, la i n v e n c i ó n de u n lugar que no niegue sino que, posible. L a e n s e ñ a n z a supone la i n v i t a c i ó n a habitar una
por el contrario, despliegue esa c o n d i c i ó n hace no sólo po- diferencia, las armas representan la amenaza de toda dife-
sible la tarea de la escuela, sino que ofrece a las estudiantes rencia. L a e n s e ñ a n z a encierra en cierto m o d o alguna cuo-
la posibilidad de ejercer subjetivamente su c o n d i c i ó n de ta de violencia s i m b ó l i c a , las armas sólo instalan violencia
madres. "real". E l armero, entonces, parte de reconocer una situa-
Ahora bien, pensar este gesto como un acto de inven- ción pero, lejos de la indiferencia, la r e n e g a c i ó n o la expul-
c i ó n requiere una c o n d i c i ó n previa: no dejar de pensar en s i ó n de estas nuevas condiciones, interviene produciendo
el problema, implicarnos en la problemática de las nuevas autoridad efectiva dado que logra interpelar a los interlocu-
identidades juveniles más allá de que la iniciativa haya re- tores: ustedes son bienvenidos pero este territorio se habita
sultado exitosa. ¿ Q u é efectos subjetivos acarrea una mater- en otras condiciones. N o es a los chicos a los que no se les
nidad temprana? ¿ Q u é disonancias produce u n j a r d í n ma- da lugar, es a las armas. Esto cambia sustantivamente la po-
ternal en la cultura escolar, en sus formas de concebir los sición de e n u n c i a c i ó n de la escuela. Badiou (2000) lo expre-
90 91
i
Silvia Duschatzky y Cristina Corea Las institticiones en la pendiente
sa elocuentemente: "Haz todo lo que esté en t u poder para bricado, previsible, anticipado, sino que desborda la linea-
que desaparezcan el estereotipo o la fijación regresiva que lidad y crea condiciones para que algo de otro orden pue-
bloquean en este animal humano la humanidad afirmativa- da nacer. Es el tiempo que insiste en hacer de la experien-
de la-ciial.es capaz". """ cia educativa u n acontecimiento. E n este modo de concebir
la temporalidad, no h a b r í a disciplinamiento, no h a b r í a fa-
¿ E n q u é d i r e c c i ó n hay que pensar hoy la i n t e r v e n c i ó n b r i c a c i ó n de u n sujeto h o m o g é n e o sino t r a n s m i s i ó n . La
en la escuela? U n primer esquema para ubicar la interven- t r a n s m i s i ó n supone poner a d i s p o s i c i ó n de los sujetos tex-
c i ó n comprende tres dimensiones de a n á l i s i s : temporali- tos y lenguajes que los habiliten para hacer algo m á s que la
dad, autoridad y horizonte, cruzadas con tres coyunturas mera r e p e t i c i ó n . La t r a n s m i s i ó n ofrece a quien la recibe u n
diferentes de la escuela: E s t a d o - n a c i ó n , mercado, y u n m á s espacio de libertad. La pregunta no es c ó m o aprendieron
allá del Estado y del mercado. los alumnos lo que les e n s e ñ é sino q u é hacen con lo que les
e n s e ñ é . Y s ó l o s a b r é que e n s e ñ é algo si los sujetos h a b r á n
Estado-nación Mercado Más allá del
sabido hacer algo con eso.
Estado-nación
y del mercado
E l horizonte de posibilidad no radica entonces en la pro-
d u c c i ó n de u n sujeto a imagen y semejanza de a l g ú n ideal,
Temporalidad Futuro lineal Futuro maníaco" Por-venir
ni simplemente capaz de gestionar por sí mismo las exigen-
Autoridad Disciplinamiento Actualización Transmisión cias de u n mundo fragmentado, sino en la c r e a c i ó n de con-
Horizonte Sujeto h o m o g é n e o Sujeto de riesgo Condiciones de diciones que habiliten u n por-venir, u n nuevo tiempo.
subjetivación
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EPÍLOGO
Notas sobre la implicación
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Epílogo. Notas sobre la implicación
Silvia Duscbatzky y Cristina Corea
desde la perspectiva de la i n t e r v e n c i ó n : el pasaje de la po-
siones, borradores, apuntes, errores, entusiasmos, desilu-
s i c i ó n de o b s e r v a c i ó n a la i m p l i c a c i ó n .
siones, desorientaciones, descubrimientos, d e s v í o s . U n a
i n v e s t i g a c i ó n es t a m b i é n u n pedazo de vida vivida en co-
m ú n por u n grupo que no s ó l o se ha formado con el obje-
Sobre la variación de u n supuesto de lectura:
tivo visible de investigar, sino que paralelamente, y de u n
de la violencia como r e p r e s e n t a c i ó n
modo acaso más imperceptible, se ha reunido para trans-
formarse en el azaroso correr de esa experiencia. E l con-
La pregunta que inaugura nuestra i n v e s t i g a c i ó n es la si-
junto h e t e r o g é n e o de esos materiales, de esas palabras, de
guiente: ¿ c ó m o habitan los j ó v e n e s situaciones de expul-
esas sensaciones, de esas emociones, de esos cansancios, d i -
s i ó n social? La primera o b s e r v a c i ó n de los registros de
f í c i l m e n t e pueda reunirse y agruparse en una totalidad; pe-
campo nos entrega la siguiente h i p ó t e s i s : los j ó v e n e s habi-
ro forma ya parte de la vida de los miembros del grupo.
tan sus territorios en condiciones de violencia. E l material
Por definición, el modelo del informe deja por fuera de
l e í d o era interpretado, en su m a y o r í a , bajo los indicios de
sus enunciados ese conjunto de elementos h e t e r o g é n e o s ,
la violencia. Sin embargo, a poco de andar, se nos presen-
imprecisos, de una extrema riqueza. Pero no queremos
ta el primer problema: si todo era violencia, entonces nada
a q u í oponer el conjunto formal de las conclusiones del i n -
era violencia. L a s u p o s i c i ó n general de que la violencia es
forme de la i n v e s t i g a c i ó n con el conjunto a s i s t e m á t i c o de
la matriz explicativa de la naturaleza de las situaciones ana-
la p r o d u c c i ó n grupal; tampoco se trata de incluir sin n i n -
lizadas i m p e d í a ver una v a r i a c i ó n m u y fuerte, decisiva pa-
g ú n tipo de rigor n i pertinencia la serie, acaso desordena-
ra el a n á l i s i s de nuestro campo: el agotamiento de u n tipo
da y desprolija de los fragmentos que registraron la expe-
subjetivo, la figura del semejante, instituida bajo la hege-
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Epílogo. Notas sobre la implicación
Significa no que somos iguales entre nosotros, sino que lo condiciones existen para percibir la supuesta violencia de
que nos hace iguales es que la misma ley nos obliga. Es algunos actos? Si la violencia es violencia contra el seme-
muy distinto decir somos iguales entre nosotros, por ejem- jante, desaparecido el semejante, ¿ c u á l es el destino de la
plo, porque tenemos rasgos iguales, a decir que lo que nos violencia?
otorga esos rasgos que nos hace iguales es que somos ins- Advertimos entonces cierta inconsistencia del concepto
tituidos por la misma ley. D i c h o de otro modo: la igualdad g e n é r i c o de violencia que r e m i t í a a una pura representa-
entre semejantes no es anterior a la e n u n c i a c i ó n de la ley c i ó n . Era necesario interrogar m á s a fondo lo que d e c í a -
j u r í d i c a del E s t a d o - n a c i ó n . Sin embargo, todo parece i n d i - mos cuando h a b l á b a m o s de violencia; de modo tal de
car que asistimos al agotamiento de la potencia instituyen- permitirle al t é r m i n o alguna potencia descriptiva. E l pro-
te del E s t a d o - n a c i ó n . Así, uno de los í n d i c e s de la inefica- cedimiento entonces fue considerar el t é r m i n o violencia co-
cia s i m b ó l i c a del E s t a d o - n a c i ó n es, precisamente, la mo un t é r m i n o s i n t o m á t i c o ; es decir, como u n t é r m i n o que
incapacidad estatal para producir las instancias adecuadas y a la vez que encubre, revela algo de una verdad. La inves-
l e g í t i m a s de e n u n c i a c i ó n y ejercicio de la ley. Cuando la 2
t i g a c i ó n advierte entonces que lo que nombra s i n t o m á t i c a -
sociedad está "regulada" por el mercado, m á s que ley, ins- mente como violencia es el modo novedoso e inaudito de
tancia que legitima el suelo de obligaciones y derechos, lo habitar situaciones que no e s t á n regidas por la ley j u r í d i c a
que existe es u n puro librar a cada individuo a su propia del Estado, uno de cuyos sitios esenciales de a f i r m a c i ó n fue
iniciativa y a su capacidad de hacer su vida. el aparato escolar.
Entonces, sin legalidad estatal j u r í d i c a , c o n d i c i ó n i m - La h i p ó t e s i s de partida d e b í a reformularse en los si-
prescindible para la p r o d u c c i ó n de una autoridad s i m b ó l i - guientes t é r m i n o s : los modos de vincularse con o t r o por
ca —fuente de e n u n c i a c i ó n del imperativo no matarás— no fuera de la figura del semejante constituyen u n hecho de
hay c o n s t r u c c i ó n de semejantes, al menos en los t é r m i n o s violencia para una mirada externa a la s i t u a c i ó n .
en que fue comprendido y producido en tiempos de hege- E n u n principio h a b í a m o s distinguido dos formas de
m o n í a de E s t a d o - n a c i ó n , y que son, obviamente, los t é r m i - violencia, una violencia disruptiva, la que sucede en la es-
nos en los que eficazmente los produjo la escuela. Y si no cuela identificada como tal por los observadores (docentes)
hay, no sirve de mucho persistir en suponerlos. D e modo y no necesariamente por sus agentes (alumnos) y una vio-
que cuando suponemos que u n n i ñ o y otro deben tratarse lencia constitutiva que se presenta en la calle, en los ritos
como semejantes estamos esperando que acontezca algo grupales y en las fiestas cuarteteras. L a diferencia entre
que no puede suceder porque las condiciones para que a s í una y otra forma de violencia es que mientras la primera es
suceda han perdido su eficacia. un "fuera de lugar" porque acontece en u n espacio cuyas
La pregunta, entonces, es la siguiente: si no se produce reglas no la reconocen formando parte de la s i t u a c i ó n , la
la subjetividad del semejante, si desaparece la c o n d i c i ó n de segunda forma parte de la trama de esas p r á c t i c a s :
e n u n c i a c i ó n bajo la cual se p o d í a establecer en una situa-
c i ó n como la escolar q u é era y q u é no era violento, ¿ q u é "En las entradas de los bailes la policía te revisa toda, te sal-
ean las camperas, te las hurgan por todos lados, si llevas los pan-
2. V é a s e L e w k o w i c z , I . , Pensar sin Estado, E d i t o r i a l P a i d ó s , de p r . ó - talones doblados te los estiran para ver si tenes algo guardado.
xinia a p a r i c i ó n . Algunas chicas se levantan el pelo y ahí adentro se meten cosas.
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Silvia Dtischatzky y Cristina Corea Epílogo. Notas sobre la implicación
) Pasan por ejemplo las gilletes, las cortan y se las ponen entre me- dad de nombrar. E n consecuencia, se trata de pensar "la
I dio de los dedos, y cuando te pegan te buscan la cara, entonces te violencia" en s i t u a c i ó n , i n t e r r o g á n d o n o s por los modos en
cortan, te raspan toda." (Natalia, 12 a ñ o s . ) que es vivida por sujetos que no han sido constituidos ba-
jo la figura del semejante.
) A s í como es u n imperativo defenderse en las fiestas,
k t a m b i é n es imperativo para los chicos integrar una banda
para defenderse en los recreos, para defenderse de los r o - D e la entrevista al diálogo: la i r r u p c i ó n del sufrimiento.
bos en la calle y de toda una serie de amenazas cotidianas. Sobre la variación de instrumentos de recolección
t E n el caso particular de la escuela, la violencia tiene otra de la información
) raigambre: a l l í son los docentes quienes ofrecen el registro
. de la violencia bajo la forma de u n trato cotidiano, habitual E l primer trabajo de campo nos entrega u n conjunto de
para los alumnos, y acerca del cual, naturalmente, no c o m - testimonios de los chicos. Buscamos a l g ú n principio orde-
* parten la misma p e r c e p c i ó n : nador que permita agrupar el material. Si el objetivo de la
i n v e s t i g a c i ó n es indagar la p r o d u c c i ó n de subjetividad, el
I "Todo lo arreglan a los golpes, rompen los juguetes; hacen un criterio n o puede ser otro que el criterio enunciativo. N o
desastre... No pueden jugar. Es cotidiano que nosotras tengamos interesa tanto de q u é nos habla el entrevistado como el he-
que intervenir para enseñarles a jugar: no conocen las reglas, no cho de que el hablar mismo tenga lugar. Desde luego, t o -
t respetan lo que dicen las reglas del juego. No puede ser que un do se juega en la d e c i s i ó n de a q u é se llame condiciones de
I niño golpee a otro." (Maestra de sexto grado.) e n u n c i a c i ó n genuinas. Simplificando bastante, diremos
que la i n v e s t i g a c i ó n t r a b a j ó con dos tipos de instrumentos
L o notable es que- la llamada "violencia escolar" s ó l o es para producir los enunciados de los testimonios: entrevis-
' percibida como tal por la mirada instituida por el disposi- tas y d i á l o g o s . E n la experiencia realizada, se vio que la i n -
\ úvo p e d a g ó g i c o ; para los chicos, ese trato, ese comporta- f o r m a c i ó n obtenida p o r medio de las entrevistas n o res-
. miento, esas actitudes, son lisa y llanamente su modo de p o n d í a a condiciones de e n u n c i a c i ó n genuinas para la
estar, así como para los chicos en las fiestas, en las bandas i n v e s t i g a c i ó n sino representadas, t r a í d a s e impuestas desde
' y en las calles, n o hay violencia sino bardo, quema, patadas. o t r o lugar: los medios, el habitus p e d a g ó g i c o , las creencias,
\ D e modo entonces que la palabra "violencia" estaba desig- e t c é t e r a . D e s p u é s de mucho trabajar, d e s p u é s de mucho
M nando u n conjunto de f e n ó m e n o s que eran violentos s ó l o discutir, d e s p u é s de leer una y otra vez los registros, las si-
para los observadores; pero n o para sus actores. E n ese te- tuaciones ya no s e r á n entrevistas sino d i á l o g o s .
' rreno violencia es la s i g n i f i c a c i ó n que se le da a u n hecho "Es confuso lo que siento, cuando sentía que la quería a mi ma-
<• cuando se está ubicado por fuera de ese hecho, má, no sé qué sentía por mi papá. " La e n u n c i a c i ó n que capta
i N o s enfrentamos entonces a u n problema: si la violen- este testimonio se refiere no tanto a lo que se dice sino al he-
I cia nombra la t r a n s g r e s i ó n o la ruptura de una ley —preci- cho de que se esté diciendo. í ^ j á e n e á n i p o r t a n c i a dilucidar
samente, la ley que habilita la c o n s i d e r a c i ó n del semejan- a q u í el tema de la c o n v e r s a c i ó n sino la posibilidad de que es-
te— y esta ley p e r d i ó su eficacia, a s í t a m b i é n la violencia, ta p e q u e ñ a haya encontrade^un interlocutorpbn quien pen-
r ahora devenida una mera r e p r e s e n t a c i ó n , p e r d i ó su capaci- sar ese estado de confusión q t S ^ i S S ^ ^ ^ é ^ u ^ J e t i v a n o e n t e j ^
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Epílogo. Notas sobre la implicación
"Un amigo se escapó de la casa y se quedó seis días en el fren- una pretendida objetividad, b o r r á r a m o s de la s i t u a c i ó n la I
te de mi casa. Todas las noches cuando volvía de trabajar com- voz y la presencia del investigador. Es primordial profun- ^
praba dos sandwiches y le daba uno, llevaba colchas, dos butacas dizar su presencia, de tal modo que se asuma que la voz del
y dormíamosjimios." ¿ Q u é tipo de v í n c u l o se teje entre es- registro es una sutil c o n s t r u c c i ó n d i a l ó g i c a entre los suje- '
tos dos chicos? ¿ Q u é efecto produce en ellos este m o d o de tos que se entregan a una í n t i m a c o n v e r s a c i ó n . Una voz no (
vincularse? ¿ Q u é significados tiene la fraternidad; se trata es una e m i s i ó n , no es u n mensaje, n o es u n turno en una (
de u n simple gesto solidario, de la aventura de dos amigos, c o n v e r s a c i ó n . Una voz es el resultado de u n encuentro. Es
de u n hecho que retrata el valor de la amistad adolescente? el encuentro el que produce la voz que no existía antes n i
¿ O acaso hay algo que nos habla no s ó l o del valor de cier- por fuera de esa experiencia del encuentro. Gran parte del •
tas experiencias en la vida de los protagonistas sino t a m - trabajo que se l l e v ó adelante con el grupo de investigado- *
b i é n de la fragilidad de las figuras tradicionales, portadoras res, tanto antes como durante el trabajo de campo, t e n í a ¡
de cuidado, autoridad y referencia? como meta lograr una í n t i m a c o m p r e n s i ó n de este tipo de
Pero hay que s e ñ a l a r que la e n u n c i a c i ó n no es una problemas.
c o n d i c i ó n universal de las situaciones. N o hay una e n u n - D i c h o de otro modo, la estrategia con los investigado- '
c i a c i ó n a la espera del entrevistador, aunque s í enuncia- res consistió en elaborar los mecanismos necesarios para <
dos, discursos, palabras. Q u e estas palabras tengan u n pasar de la p o s i c i ó n de observadores a la p o s i c i ó n de i m p l i - t
sentido particular para una h i p ó t e s i s , para u n trabajo, c a c i ó n en el d i á l o g o . Pero toda esta c o m p r e n s i ó n no es an-
para u n pensamiento, para u n proyecto es otra cosa. Pa- terior a la experiencia de la i n v e s t i g a c i ó n sino que surge en <
labras hay muchas y se las lleva el viento. E l asunto es su transcurso, surge en la medida en que tomamos con tac- \
que esas palabras testimonien verdaderamente algo de lo to con los registros, en la medida en que nos dejamos con- ¡
que pasa. Y l o que pasa es lo que la i n v e s t i g a c i ó n p r e t e n - ducir, por la vía de los testimonios, al inquietante universo
de dilucidar. que atestiguaban. >
E l p a r á m e t r o decisivo para ordenar el material s e r á en- E n u n primer m o m e n t o advertimos dos estrategias {
tonces el mecanismo de p r e s e n t a c i ó n de las voces. Los en- enunciativas en los modos de i n t e r p e l a c i ó n de la investiga- j
trevistados hablan; el entrevistador t a m b i é n . N o se t r a t a r á c i ó n . Los denominamos, s ó l o para ubicarnos mejor en el
solamente de considerar los testimonios de los chicos o de interior de los materiales, entrevista y d i á l o g o . Esos modos
los maestros entrevistados, porque el m o d o en que no fueron de n i n g ú n m o d o estrategias adoptadas a p r i o r i , 4
emerge la voz de los entrevistados e s t á absolutamente sino que surgieron de u n m o d o e s p o n t á n e o entre los inves- (
vinculado con el m o d o en que les habla el entrevistador. tigadores, que actuaron, en u n comienzo, necesariamente ^
Se trata entonces de considerar la i n t e r a c c i ó n de las v o - movidos por el h á b i t o .
ces y no s ó l o los enunciados, lo que dicen literalmente Las situaciones producidas para obtener la i n f o r m a c i ó n ^
los entrevistados. adoptaban alguna de las dos modalidades mencionadas. A (
La entrevista entonces s e r á considerada como una si- grandes rasgos, la entrevista s e g u í a el modelo objetivo del |
t u a c i ó n de e n u n c i a c i ó n , como una c o n s t r u c c i ó n de discur- periodismo o de la i n v e s t i g a c i ó n tradicional, s e g ú n el cual
so en la que todos los t é r m i n o s , todos los sujetos i n v o l u - un individuo ubicado en una p o s i c i ó n externa a la del en-
crados son decisivos. N o s e q u i v o c a r í a m o s si, en f u n c i ó n de trevistado observa, interroga, induce, e v a l ú a , supone, e i n - ^
(
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Epílogo. Notas sobre la implicación
cluso habla en r e p r e s e n t a c i ó n del otro.' Las situaciones ramos juntos por mi papá pero si a él no le dan el alta qué va-
que designamos como d i á l o g o se armaban de m u y otro mos hacer nosotros doña, ¿me entiende?
modo. E n ellas el entrevistador no preguntaba, sino que se Tragando saliva y tocándole el pelo le digo que pronto las co-
entregaba a una c o n v e r s a c i ó n sin plan estructurado de an- sas mejorarán, y que cuide mucho a su mamá."
temano (aunque sí con u n esquema orientador) y en la cual
los interlocutores se entregaban al devenir del d i á l o g o . "Bueno, al fin nos piísimos a redactar este informe. No fue
E l entrevistador dejaba de ser entrevistador para deve- fácil hacerlo y esperamos no pecar con esto puesto que se ponen en
nir otro, d i f í c i l m e n t e clasificable, por cierto, porque de- juego ciertos aspectos, como los niños, los colegas y la misma ins-
p e n d í a de c ó m o eran esos otros junto a los que se alteraba. titución donde estamos trabajando [...] Quiero destacar que esta-
L o particular de esas situaciones era que n o se armaban ba muy ansioso y un tanto asustado pero la curiosidad me mata-
con el p r o p ó s i t o externo de "saber algo del o t r o " sino que ba [...]ya había acordado con Piloy en estos casos la palabra tiene
formaban parte de una experiencia compartida. Eran el re- mucho valor. No lo podía dejar en banda ya que para ellos la pa-
gistro de una experiencia y no el registro de i n f o r m a c i ó n . labra tiene un significado muy fuerte. "
E n esas circunstancias, se vuelve necesario para los inves-
tigadores incluirse como sujetos en el registro: aparecen "Angel: —¿Le podemos hacer una pregunta?
así las anotaciones que dan testimonio de la serie de sensa- Entrevistadora: —¿ Una pregunta a mí? Sí.
ciones, temores, conflictos, afectos y pensamientos que les A : —¿A qué edad lo hizo por primera vez?
produce la s i t u a c i ó n . Renzo: —¡¡¡Cómo le vas a preguntar eso!!! Che, ¡degenerado!
E: —Veinte, a los 20 años.
"En eso toca el timbre y se van... Lo carioso de todo este diálogo R: —¡A los 20 años! Yo tengo 13 años y ya lo hice tres veces...
es que todos salieron caminando juntos como unidos por una causa: E: —Ybueno... son otras épocas. En mi época a veces era así.
la violertcia de su casa... Yo me quedé sentado en el aula mudo. R: —Yyo, ya tres veces.
—¿Quién los mantiene ahora? —pregunta la investigadora E: —Las tenes contadas.
cuando Marcos, de 13 años, le cuenta que a su papá lo internó el R: —¡Más vale! Si no después me olvido, y lo tengo que hacer
juez en un hospital porque estaba enfermo y les pegaba. de vuelta.
—Como mi papá trabaja en el cortadero de ladrillos, ahora es- E l clima de la charla es tan lindo: complicidad, risa, confian-
toy yendo yo y salgo también a vender incienso. za, cargadas. Toca el timbre, ya hace unas dos horas que estamos
—¿Por eso es que estás tan enojado can los chicos? —lepregunto. conversando y me preguntan si pueden quedarse una hora más,
—¿ Y a usted qué le parece? Yo tengo ganas de verlo, muchas les digo que le pidan permiso a la maestra pero no los deja. "
ganas de verlo y no puedo porque no nos alcanza la plata, si ni
mi mamá puede ir el juez le dice que ella nos tiene que llevar pa- "Bueno, salimos del lugar y no podía creer lo que había he-
ra no sé qué cosa, para que él se recupere más rápido y todos llo- cho; me acordé tanto de vos, Silvita... qué lo parió... A todo esto,
lo invito a comer algo a la estación de servicio, allí me conocen to-
3. E l í n d i c e de este m e c a n i s m o se p o n í a de manifiesto e n u n a espe-
dos porque hace tres años que paso por allí para ir al laburo y le
cie de c o m p u l s i ó n p o r c o m p l e t a r las frases d e l entrevistado: las i n t e - digo a Pilo: 'Che, Pilo, gracias por esto'. Me dice: '¿sabes una co-
rrupciones, sus silencios, sus vacilaciones;.. sa? Nunca nadie me dio las gracias por esto'. Me seguía sorpren-
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Silvia Duschatzky y Cristina Corea Epílogo. Notas sobre la implicación
diendo. he digo: 'Vamos, seguro que en la escuela, cuando te dos en circunstancias tan especiales? L a pregunta acerca de
jnandan a buscar una tiza la seño te da las gracias'... Me dice: la novedad de estos v í n c u l o s producidos no sólo contem-
'Pero no es lo mismo'... he pregunto: '¿Y cuál es la diferencia?", pla lo sucedido en el campo; t a m b i é n interroga el devenir
'Que vos sos el primer amigo grande que tengo...' Sinceramen- de los v í n c u l o s en el interior del grupo, los diversos noso-
te, me sentí una porquería. Entonces le digo: 'Venga un abrazo tros que se fueron gestando durante el desarrollo del traba-
grande'. jo. La serie de d i á l o g o s y discusiones que se d e s a t ó ante es-
ta í n d o l e de problemas fue r i q u í s i m a para el conjunto de
Entre la primera y la segunda etapa de trabajo de cam- los investigadores; y l l e g a r á a l g ú n d í a el « o m e n t o de su
po, la p o s i c i ó n de e n u n c i a c i ó n de los investigadores se publicación.
compromete y se afína cada vez m á s . Correlativamente, la Por ahora queremos s e ñ a l a r que la v a r i a c i ó n del ins-
i m p l i c a c i ó n de los investigadores es cada vez mayor. U n t r u m e n t o usado por la i n v e s t i g a c i ó n , la entrevista, y su
í n d i c e curioso de ello es que en la segunda etapa del traba- m o d i f i c a c i ó n enunciativa hacia las formas m á s complejas
jo de campo emerge u n registro genuino del sufrimiento. del d i á l o g o es el í n d i c e de una v a r i a c i ó n cualitativa de la
E l dolor, sentimiento singular y no una r e p r e s e n t a c i ó n en i n v e s t i g a c i ó n : marca su creciente c a r á c t e r de i n t e r v e n -
abstracto, i r r u m p e en los testimonios no s ó l o como u n da- c i ó n . E n l o relativo a los investigadores, esa v a r i a c i ó n
to de la e n u n c i a c i ó n de los chicos sino t a m b i é n como u n q u e d a r á atestiguada como u n cambio de p o s i c i ó n de
rasgo de la e n u n c i a c i ó n del investigador. E l dolor es u n e n u n c i a c i ó n , al transitar desde una p o s i c i ó n inicial de
sentimiento inscripto en la experiencia de las situaciones y observadores externos hacia una p o s i c i ó n interna de i m -
no u n dato previo, ajeno. p l i c a c i ó n . Esta v a r i a c i ó n de la p o s i c i ó n de e n u n c i a c i ó n es
Pero la i m p l i c a c i ó n subjetiva no significa s ó l o que exis- decisiva, puesto que verifica el axioma de toda i n t e r v e n -
te u n registro de los afectos, de los sucesos emocionales e
4 c i ó n : una i n t e r v e n c i ó n es aquel c o n j u n t o de p r o c e d i -
intelectuales de los investigadores en la s i t u a c i ó n ; significa mientos que altera fundamentalmente a los sujetos i n v o -
fundamentalmente que se abre de allí en m á s una serie de lucrados en ella.
consecuencias subjetivas desencadenadas por la nueva p o -
s i c i ó n de e n u n c i a c i ó n : ¿ q u é responsabilidad, que ética, q u é
fidelidad reclaman estas intervenciones? ¿ C ó m o mantener L a variación de la posición de enunciación.
los lazos de fidelidad con aquellos "nuevos amigos" surgi- s D e la observación a la implicación
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m
m alterando: hay reformulaciones, hay c a t e g o r í a s que caen, tan bastante m á s que la simple necesidad de ser algo m á s
^1 hay invenciones. Si algo marca la i n t e r v e n c i ó n en el plano que pviro despojo. Y bien, se nos dirá: ¿ d ó n d e está el suje-
de la lectura y de la i n t e r p r e t a c i ó n del material es precisa- to? Podemos responder con palabras deTCgamben (1999):
^ mente la c a í d a y el descarte de algunos t é r m i n o s , el aban- " E n el hablante, en el efectivo darse de una posibilidad, en
ta dono de algunos supuestos, la d i s o l u c i ó n de algunas con- la forma en que una potencia de decir adquiere existencia".
^ivicciones. L a s u p o s i c i ó n de u n sustrato universal de Él movimiento hacia la implicación que produjo la inves-
^ v i o l e n c i a , la s u p o s i c i ó n de que en condiciones de e x p u l s i ó n tigación nos iba a revelar que el modo de pensar y sentir for-
no existen operaciones subjetivas de s i m b o l i z a c i ó n sino so- jado bajo el paradigma de la representación: sujetos incapaces
t ó l o d e s u b j e t i v a c i ó n , son sólo algunos de los supuestos que de simbolizar; carentes; violentos; víctimas era u n o b s t á c u l o a
(Unos v e r í a m o s obligadas a abandonar ante la d e c i s i ó n de despejar; y que la serie de suposiciones previas es justamente
^avanzar m á s en la i m p l i c a c i ó n de u n pensamiento. L a ne- lo que impide el contacto real y verdadero con el otro:
cesidad de implicarnos a ú n m á s en la i n t e r p r e t a c i ó n y la
^ l e c t u r a se nos r e v e l a r í a en la necesidad de a_bjandonarjun "Yo no sé muy bien cómo soy, creo que soy bueno. Cuando soy
C%saber constituido para poder pensar en s i t u a c i ó n . bueno me pongo a dibujar, me quedo tranquilo y cuando soy ma-
C o m o vimos, la i m p l i c a c i ó n de los maestros se atestigua lo, empiezo a molestar, golpeo los bancos, les pego a los otros chi-
en el pasaje del m o d o de i n t e r v e n c i ó n entrevista a u n m o - cos. No sé muy bien cómo soy."
do de i n t e r v e n c i ó n d i a l ó g i c o . Pero hay otro í n d i c e alta-
Ctmente significativo que emerge en el trabajo de campo co-
ffmo consecuencia de la i m p l i c a c i ó n de los maestros en la
^ s i t u a c i ó n : mientras los registros de formato entrevista re-
gistran los tipos subjetivos destituidos, los registros d i a l ó -
f^gicos ofrecen rasgos, p r á c t i c a s , recursos y estrategias de
Coproducción de subjetividad. Los registros muestran ahora
f^las formas subjetivas, creativas y novedosas de habitar ese
. t e r r i t o r i o que denominamos territorio de la e x p u l s i ó n .
Se perfila entonces una solidaridad secreta entre la p o -
t a c i ó n de o b s e r v a c i ó n , desimplicada, y lo que se puede ver
<^en l o que se ofrece desde esa p o s i c i ó n . Si la p o s i c i ó n de la
^escucha y la mirada es desimplicada, si la p o s i c i ó n de la lec-
tura es desimplicada, el territorio de los j ó v e n e s es s ó l o u n
t^desierto silencioso de s í m b o l o s , recorrido por el fantasma
^ d e l despojo. Pero el lento y trabajoso movimiento de i m -
^ p l i c a c i ó n exhibe algo que estaba oculto a la mirada institui-
da y codificada de los investigadores: la presencia de unas
subjetividades, de formas propias de habitar esos territo-
^•rios, de modos de v i n c u l a c i ó n con las situaciones que d é l a -
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Silvia Diischatzky y Cristina Corea
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