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Hay un popular dicho mexicano que bien podría describir lo que ahora se
conoce como Resiliencia: “Me doblo pero no me quebro”. Nada más le faltaría
un elemento para que correspondiera exactamente con la definición de dicho
término, y es el que la persona no solamente no se deje abatir por la
adversidad, sino incluso salga de ella fortalecida.
Hay algunos que de plano se “quebran”, otros que nada más se doblan y
algunos más que salen de la experiencia más fuertes, o incluso transformados
positivamente. Éstos últimos serían, propiamente hablando, los resilientes.
Una de ellas es el que cuentan con una visión clara de lo que quieren lograr, lo
que equivale a decir que su vida tiene un sentido. No se puede dejar de
pensar, al reflexionar sobre este punto, en Víctor Frankl, fundador de la
Logoterapia, y en lo que para él significó encontrar dicho sentido, ya que le
permitió conservar la vida en condiciones en las que muchos otros no lo
lograron.
El reto ahora es lograr que las personas lleguen a ver a los cambios, a los
retos, a los riesgos y a la incertidumbre como elementos constitutivos del
entorno actual, y sepan moverse a gusto y de manera efectiva y productiva en
este siglo XXI que ya está arrancando su segunda década.