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CUIDADO CON LAS EXIGENCIAS

REFLEJAN FALTA DE AMOR


Cuando una persona se acostumbra a que otra le complazca sus
caprichos, le apoye, le motive, esté pendiente de sus necesidades...
suele incurrir en el grave error de exigir y de no agradecer no que el
otro hace por él.

Todos necesitamos atenciones, cuidados, ayudas y debemos valorar la


persona que con cercanía y calidez se compromete y cumple con
nosotros, que está a nuestro lado. Si no aportamos nuestra parte en
forma de contrapartida: "tú me apoyas en esta situación y yo lo valoro y
agradezco, y cuando tú me necesites también estaré ahí", podemos caer
en la trampa de inflar el ego y cuanto más me das, más te pido y abusar
de la persona que con su generosidad te ofrece un espacio de seguridad.

Aquí surgen dos posibles disfunciones: 

 Orgullo en vez de amor. Cuanto más te dan, más consideras


que te deben dar, acabas sintiéndote superior al que está a tu
disposición, le rebajas de categoría y te consideras con derecho a
exigir,a que te complazcan y te den cuando tú desees. El otro pasa a
ocupar un segundo puesto, solo le tendrás en cuenta para pedirle o
reprocharle que no te ha dado como y cuando esperabas.

Ante esta situación el que generosamente da se siente decepcionado,


desilusionado pues solo le quieren para atender y cuidar, no se le tiene
en cuenta ni valora como merecería. Es víctima de las exigencias
ajenas. Tendrá que poner urgentemente límites para evitar la amenaza
que representa rebajarse ante las exigencias de un tercero.

 Alegría en vez de amor. A esto se le llama ser interesado,


oportunista o utilizar a los demás para sacar provecho sin tener en
cuenta al otro, ni lo que hace por ti. En este caso uno entrega y el otro
recibe con alegría y un poco de cinismo sin reparar ni valorar el
esfuerzo de la otra persona. Es una postura interesada, pues tú no
haces nada a cambio del cariño que recibes, solo lo celebras y disfrutas
tú. Lo adecuado sería compartir y luego ambos celebráis con alegría,
pues no es justo que uno solo de y el otro solo reciba. El que siempre
recibe se acostumbra a que le den y ya no pedirá sino que exigirá más.
El que da se sentirá utilizado y tendrá que recurrir a la rabia para cortar
con esa situación y exponer que igual que el da, también le gustaría
recibir, de lo contrario no hay igualdad sino abuso.

En ninguno de los casos debes someterte a las exigencias de nadie, pues


no estás aquí para eso. Es importante que el otro vea tu implicación y
corresponda a ella. Corta con las exigencias ajenas. Si no sientes la
gratitud ni la solidaridad, deja de dar. Es la forma de que el otro
entienda que con exigencias, caprichos e impaciencias no se crea el
sentido de pertenencia entre dos personas.

La persona exigente no da, solo quiere recibir y ser complacida


de inmediato. Tu implicación en el amor no la valorará, pero en cuanto
dejes de cumplir sus exigentes expectativas, te reprochará por ello. Y tú
te quedarás desolado y desconsolado, sintiendo que tu entrega no ha
merecido la pena. 

Te has desgastado tratando de cumplir las exigencias ajenas.

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