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RESILIENCIA
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Carlos Cruz
Instituto Psiquiatrico Dr. Jose Horwitz
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All content following this page was uploaded by Carlos Cruz on 13 September 2015.
I. INTRODUCCION
DEFINICION
II. DESARROLLO
CONCEPTO DE INMUNIZACIÓN
Rutter hace una analogía con una inmunización: “la resiliencia es el producto
final de un proceso de inmunización que elimina los riesgos del niño,
encarándolos y enfrentándolos afectivamente. Como una vacuna, la exposición
a pequeñas y sucesivas dosis del agente patógeno ayuda a desarrollar
mecanismos para luchar contra la dolencia.” Este enfoque de resiliencia plantea
que graduales dosis de adversidad fortalecen más que la no exposición al
peligro. La novedad es que esta perspectiva muestra que la protección del niño,
tal como tradicionalmente la hemos concebido, lo deja vulnerable y sin
capacidad suficiente de respuesta a los problemas de la vida. Esto es muy
importante para la comprensión y promoción del desarrollo humano. Modifica el
enfoque de protección de la niñez y la adolescencia y entrega una perspectiva
acorde con las condiciones de los tiempos actuales.
CÓMO SE CONSTRUYE LA RESILIENCIA
Para Rutter (1990) los factores protectores son aquellos que permiten diferenciar
entre jóvenes que se adaptan bien y jóvenes que presentan problemas de
adaptación cuando han estado sometido a los mismos factores de riesgo. El
concepto de factor protector alude a las "...influencias que modifican, mejoran o
alteran la respuesta de una persona a algún peligro que predispone a un
resultado no adaptativo". Para Rutter hay tres aspectos que son cruciales:
- Un factor protector puede no constituir un suceso agradable. En ciertas
circunstancias, por lo tanto, los eventos displacenteros y potencialmente
peligrosos pueden fortalecer a los individuos frente a eventos similares. Por
supuesto, en otras circunstancias puede darse el efecto contrario: que los
eventos estresantes actúen como factores de riesgo, sensibilizando frente a
futuras experiencias de estrés.
- Los factores protectores, a diferencia de las experiencias positivas,
incluyen un componente de interacción. Las experiencias positivas actúan en
general de manera directa, predisponiendo a un resultado adaptativo. Por su
parte, los factores protectores manifiestan sus efectos ante la presencia
posterior de algún estresor, modificando la respuesta del sujeto en un sentido
comparativamente más adaptativo que el esperado. Este proceso ha sido
observado, por ejemplo, en el efecto que han tenido varios programas
preventivos de preparación de los niños y sus familias para enfrentar los eventos
de hospitalización de los primeros, disminuyendo significativamente las tasas de
perturbación emocional en el hospital (Wolkind & Rutter, 1985).
- Un factor protector puede no constituir una experiencia en absoluto, sino
una cualidad o característica individual de la persona.
A. Factores Protectores
3) Comportamiento de enfrentamiento:
- Mayor actividad dirigida a la resolución de problemas
- Mejor manejo económico
- Menor tendencia a evitar los problemas
- Menor tendencia al fatalismo en el enfrentamiento de situaciones
nuevas.
CONDUCTAS DE RIESGO
Los niños resiliente en su primera infancia lograban tener una muy buena
adaptación social. Eran niños con tendencia a ser activos, estar alerta, ser
simpáticos y habían experimentado un cuidado cariñoso en su infancia. Los
niños en edad preescolar demostraron una disposición propia e independiente
en su trato con los adultos, y en las evaluaciones de profesores, psicólogos y
pediatras fueron descritos como niños más alerta, alegres, independientes y con
mayor confianza en sí mismos comparados con otros niños de su misma edad y
sexo. Los niños a la edad de 10 años tenían buenas habilidades de
comunicación, eran sociables e independientes, capaces de controlar sus
impulsos, concentrarse en las tareas escolares y tener un gran sentido del
humor. En la adolescencia estos niños tenían características de personalidad
tales como autocontrol, confianza en sí mismo, responsabilidad y sociables.
En el seguimiento final que se hizo a los 30 años de edad se comprobó que los
adultos con conductas resilientes habían logrado superar el círculo traumático de
su niñez al percibir sus experiencias en forma constructiva, aun cuando estás
vivencias les hubiesen causado dolor o sufrimiento, fueron capaces de
interactuar con gran cantidad de experiencias emocionales de riesgo,
superándolas y demostrando ser personas bien aceptadas socialmente. Estaban
consolidados en sus trabajos y tenían relaciones de pareja estables.
Esta investigación permitió un creciente interés por estudiar la resiliencia. Se han
realizado varias conferencias internacionales sobre el tema, en U.S.A., Africa,
Francia y Chile. De estas conferencias internacionales surgió una definición de
resiliencia: “La resiliencia es una capacidad universal que permite a una
persona, grupo o comunidad minimizar o sobreponerse a los efectos nocivos de
la adversidad logrando incluso transformar y fortalecer la vida de las personas”.
Según diversos estudios se han logrado identificar las diferencias que existen en
distintos ámbitos de la vida de personas resilientes y no resilientes.
Dado que tanto las situaciones adversas, o los factores de riesgo, como los
mecanismos protectores están presentes inclusive antes del nacimiento, la
promoción de la resiliencia se inicia durante la etapa del embarazo. Sin
embargo, se entiende que ésta es susceptible de iniciarse en cualquier etapa de
la vida y frente a cualquier evento psicosocial.
Bonnie Benard, en “El Fomento de la Elasticidad en los Niños” (Junio 1996),
señala que “...surge una imagen clara de las características de la familia, de la
escuela y hasta del ambiente de la comunidad. Estas podrían cambiar las
expectativas negativas y evitar que los elementos de presión los limiten; además
revelan la elasticidad a pesar de los riesgos que ellos enfrenten”. Benard agrupa
estas características en tres categorías principales:
1. Las Relaciones Caritativas: la presencia de al menos una persona
caritativa – alguien que muestra una actitud de compasión, que comprende que
aún ante un comportamiento negativo por parte del niño, él hace lo mejor posible
dentro de sus experiencias- ofrece un apoyo para el desarrollo saludable y el
aprendizaje. Entre los modelos positivos más frecuentemente encontrados en la
vida de los niños resiliente, fuera del círculo familiar está un maestro favorito,
quien no sólo es un instructor de habilidades académicas, sino también un
confidente y ejemplo positivo en términos de identificación personal. Una
relación caritativa con un maestro alienta al joven a triunfar en la vida. Aún más
allá de la relación entre maestro y alumno, la creación de un aire general de
solidaridad en la escuela crea las oportunidades para relaciones caritativas entre
los estudiantes, los maestros y los padres. Una ética de solidaridad no es un
“programa” ni una “estrategia” de por sí, sino una manera de ser, una manera de
relacionarse con la juventud, su familia y entre sí.
Las siguientes situaciones han sido descritas y analizadas por Edith Grotberg, y
consideran ejemplos de acciones que fomentan la resiliencia y las que no la
fomentan.
Caso 1:
La guagua está en la cuna boca arriba, llorando y pataleando. Usted no
sabe qué le pasa. La guagua sigue llorando y pataleando.
Caso 2:
Una niñita de 2 años está con su mamá en el supermercado. Ve un dulce,
lo toma y empieza a desenvolverlo. Cuando la mamá trata de quitárselo,
empieza a gritar “no, mío, mío”.
Caso 3:
Un niño de 5 años le dice a su madre lo siguiente cuando vuelve del
colegio: “mi compañero de curso está siempre buscando pelea. Me pega y a
veces me patea. Le digo que no lo haga; entonces, no lo hace durante un rato, y
después empieza otra vez. Le tengo mucho miedo.”
Una forma de promover la resiliencia consistió en que la madre lo escuchó, le
dijo que estaba apenada y lo consoló. Después le dijo que había hecho bien en
contarle a la profesora y que lo hiciera cada vez que el otro niño lo molestara,
hasta que no sucediera más. Se ofreció para hablar con la profesora o con los
padres del otro niño, pero como quería reforzar la independencia de su hijo, no
insistió. El niño se sintió con libertad para contar lo que sentía y para escuchar
las soluciones para el problema. Se dio cuenta de que él mismo formaba parte
de la solución y quiso saber qué más podía hacer.