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¿Qué es la historia?

El concepto de historia ha estado en contante cambio, y entre los historiadores entraban en

conflicto por sus predecesores, y, al responder la pregunta de ¿Qué es historia? Nuestra

respuesta consciente o inconscientemente expone nuestra posición en el espacio y tiempo,

además de nuestra formación. Así es como inicia su conferencia a grandes rasgos Edward

Carr.

Los hechos

En el siglo XIX fue una gran época para los hechos, y durante este, el historiador Leopold

Ranke protestó que la tarea del historiador era “solo mostrar lo que realmente aconteció” sin

entrar de lleno en el campo de las conclusiones. Los positivistas decían primero averiguar los

hechos, luego deducir de ellos las conclusiones. En Gran Bretaña esta visión histórica

encajaba con la filosofía empírica del momento, para ellos, los hechos inciden en el

observador desde el exterior, y son independientes de su conciencia.

La obra Oxford Shorter English Dictionary de filosofía empírica, define al hecho como un

“dato de la experiencia, distinto de las conclusiones”. No era innecesario redactar las

conclusiones, partiendo de la idea de que estas se deducían al observar los hechos

Carr nos dice que la historia consiste en un cuerpo de hechos verificados; los hechos los

encuentra el historiador en documentos, en las inscripciones, etcétera, los reúne, y les da la

forma que más le guste. Le da gran importancia a la conclusión, esto difería de gran manera

los historiadores decimonónicos como George Clark que contraponían el “sólido núcleo de

los hechos” a la pulpa de las interpretaciones controvertibles que la rodean. Carr señala que

las conclusiones eran de igual de importancia que el núcleo duro, los hechos.
Para la escuela histórica empírica, cerciorarse primero de los datos, para luego aventurarse

en la interpretación era algo importante. Pero ¿Cómo puedes saber que un hecho es

verdadero?

Antes de responder esta pregunta, tenemos que entender que nos todos los datos del pasado

son hechos históricos, ni son tratados como tales por el historiador, así que primero

tendremos que preguntarnos ¿Qué criterio separa los hechos históricos de otros datos acerca

del pasado?

¿Qué es un hecho histórico?

Existen hechos básicos que son los mismos para todos los historiadores, y constituyen la

espina dorsal de la historia. El hecho de que Cortés llegara a tierras aztecas el 13 de agosto

de 1521 sugiere dos cosas, la primera: es importante mantener contacto con las ciencias

auxiliares ya que son las encargadas de formular una fecha, la que el historiador tomara como

materia prima. No se espera que un historiador domine las técnicas especiales para

determinar el origen y periodo de los objetos, pero sí que tenga conocimiento de los estudios

que lo han determinado, ya que “la precisión es un deber, no una virtud”. La segunda

observación es que la necesidad de fijar estos datos básicos no se apoya por los hechos

mismos, sino en una decisión del historiador.

Los hechos solo hablan cuando el historiador apela a ellos, cuando decide a qué hechos se da

paso y en qué orden y contexto hacerlo. La única razón por la que nos interesa saber que

Cortés venció a Moctezuma en 1521 es porque los historiadores lo consideran un hecho

histórico de primordial importancia. El historiador es el que ha decidido, por razones suyas,

que la caída de Tenochtitlán en manos de Cortés es un hecho que pertenece a la historia,


carece de importancia que otros personajes hayan estado allí en anteriores o posteriores

momentos para la investigación que realizaba en su momento el historiador.

El proceso de por el cual un mero dato del pasado se convierta en un hecho histórico, depende

de que el texto en el que se cite sea aceptado por los demás historiadores como válida e

importante, y esto lleve a que se tome el dato en otras obras, lo que generaría que, en décadas

posteriores, tal vez, sea un hecho sólidamente arraigado.

Esto nos lleva al siguiente punto: el historiador es necesariamente selectivo, la creencia en

un núcleo oseo de hechos históricos existentes objetivamente y con independencia de la

interpretación del historiador es una falacia absurda, pero difícil de desarraigar.

Surgen problemas para la historia antigua y el medievo, por que la barrera que separa los

hechos históricos de los que no lo son, se esfuma por que los pocos hechos conocidos son

todos históricos. Y ejemplificando con Grecia, no es por el hecho que se hayan perdido tantos

fragmentos, sino por que la imagen que se plasmó fue de un reducido grupo de personas

atenienses, ignoramos que sucedía con los espartanos, un corintio o un esclavo; nuestra

imagen ha sufrido una selección previa antes de llegar a nosotros, tal vez de manera

accidental o por personas conscientes que pensaron que los datos que apoyaban tal punto de

vista merecían ser conservados, y los demás, eliminados.

Un ejemplo de esto es la imagen del hombre medieval, se piensa que fue profundamente

religioso, pero no se sabe realmente si fue verdadera o falsa, ya que casi todos los datos que

existen de él fueron seleccionados de antemano por personas que creyeron en la imagen del

hombre religioso y buscaban que otros la compartieran


Es por esto por lo que no se puede hablar de una historia que compila la mayor cantidad

posible de datos irrefutables y objetivos, eso por lo que los historiadores del siglo XIX

luchaban era algo inalcanzable. Esta búsqueda de los datos irrefutable venía del pensamiento

“si lo dice en el documento será verdad”, pero que nos dicen los documentos además de lo

que su autor opinaba, tal vez escribió lo que creía que pasaba o pasaría, y creía que los demás

lo pensaran. También están los documentos que engrandecían la figura de una persona más

de lo que realmente fue, pero al carecer de otros documentos que prueben lo contrario son

aceptadas como verdades.

Es entonces que se dice que los datos y documentos son esenciales para el historiador, pero

no hay que convertirlos en fetiches, por si solos no constituyen historia y no brindan respuesta

definitiva a la pregunta qué es la historia

La filosofía de la historia juega un papel fundamental en la concepción de la Historia de Carr,

para responder lo qué es la historia. Collingwood en La idea de la Historia dice “El pasado

que estudia el historiador no es un pasado muerto, sino un pasado que en cierto modo vive

aun en el presente”. Un acto esta muerto, es decir, carece de significado para el historiador,

a menos que éste pueda entender el pensamiento que se sitúa tras él.

Es entonces que “toda la historia es la historia del pensamiento” y “la historia es la

reproducción en la mente del historiador del pensamiento cuya historia estudia”. La

reconstitución del pasado en la mente del historiador se apoya en la evidencia empírica. Pero

no es de suyo un proceso empírico ni puede consistir en una mera enumeración de datos.

Antes bien el proceso de reconstitución rige la selección y la interpretación de los hechos.

Según el profesor Oakeshott la historia “es la experiencia del historiador. Nadie la “hace”

como no sea el historiador: el único modo de hacer historia es escribirla”


Esto demuestra ciertas verdades: los hechos de la historia nunca nos llegan en estado “puro”,

ya que ni existen, ni pueden existir de forma pura; siempre hay una refracción al pasar por la

mente de quien los recoge. Como dice Collingwood, el historiador tiene que reproducir

mentalmente lo que han ido discurriendo sus personajes estudiados, y el lector a su vez, habrá

de reproducir el proceso seguido por la mente del historiador. Carr menciona, que en primera

fase estudien al historiador antes de estudiar los hechos, porque historiar significa interpretar

y cada uno de nosotros tiene una diferente forma de pensar, otra observación sería la

necesidad de una comprensión imaginativa de las mentes de las personas que le ocupan al

historiador, del pensamiento de subyacente de sus actos, y esto no implica simpatía con el

estudiado. Sin esta comprensión imaginativa no se puede hacer historia.

La visión collingwoodiana de la historia dice que la función del historiador no es amar el

pasado ni emanciparse de él, sino dominarlo y comprenderlo, como clave para la

comprensión del presente. Esto para Carr representaba un problema, ya que, si un historiador

ve necesariamente el periodo histórico que investiga con ojos de su época, y si estudia los

problemas del pasado como clave para la compresión de los presentes, era probable que

cayera en un criterio que adecuaría el pasado para que tuviese un propósito en el presente.

Collingwood veía a la historia como si los hechos fueran nada y la interpretación todo, pero,

los historiadores tienen obligaciones frente a los hechos, no solo en verificar su exactitud,

sino que también tienen que intentar no les falte ningún dato que sea relevante tanto a favor

o en contra para la interpretación propuesta.

Escribir historia es una unión de los hechos con la interpretación, donde al escribir no

necesariamente se lleva un orden establecido, leer y escribir van juntos, no se debería separar

el proceso de lecturas de las fuentes primarias con el de la escritura, separarlos o darle


prioridad a uno puede hacernos caer en una historia sin significado o el terminar escribiendo

una novela histórica. Se debe hallar un balance entre las fuentes y la interpretación.

La tarea del historiador es la de reflexionar acerca de la naturaleza del hombre, la relación

del hombre con el mundo a su alrededor es la relación del historiador con su tema, si el

hombre debe de observar todo lo que está a su alrededor, el historiador debe observar el

entorno de su tema. El historiador no es el humilde siervo ni el tiránico dueño de los datos.

La relación entre el historiador y sus datos es de igualdad, de intercambio.

El historiador se encuentra en trance continuo de amoldar sus hechos a su interpretación y

ésta a aquellos. El historiador empieza por una selección provisional de los hechos y por una

interpretación provisional, conforme va trabajando, tanto la interpretación como la selección

y ordenación de los datos van sufriendo cambios sutiles y en ocasiones inconscientes, esto es

fruto de la acción recíproca entre ambas.

El historiador y los hechos de la historia están unidos, son el nexo entre el presente y el

pasado, sin sus hechos, el historiador está vacío y los hechos sin el historiador, muertos y

falsos de sentido.

Carr finaliza definiendo a la historia como un proceso continuo de interacción entre el

historiador y sus hechos, un dialogo sin fin entre el presente y el pasado.

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