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Enrique Moradiellos: Las caras de Clío, una introducción a la historia - El oficio del historiador.

¿Para qué la Historia?

La historia constituye en la actualidad una ciencia humana (o social) y permite producir un tipo de
conocimiento científico curso estatuto gnoseológico es idéntico al de todas las ciencias humanas-
sociales y parcialmente distinto al de las ciencias naturales y formales.

La practicidad de la historia científico humanista sólo puede ser de la exigencia operativa en todo
grupo humano que tener una conciencia de su pasado colectivo y comunitario. Y eso porque el
hombre es, por naturaleza, un ser gregario y todos los grupos humanos son siempre
heterogéneos y anómalos en su composición.

Toda sociedad tiene un pasado que excede al pasado biográfico individual de cada uno de sus
miembros. Pero la experiencia de la vida no se compone sólo de las experiencias que eso
personalmente he hecho, de mi pasado. Va integrada también por el pasado de los antepasados
que la sociedad en que vivo me transmite.

El conocimiento o recuerde valoración de ese pasado colectivo y comunitario, de esa duración


como grupo determinado en el tiempo y sobre el espacio, constituye la conciencia histórica de las
distintas sociedades. Esa conciencia histórica, ese recuerdo y memoria compartida sobre el
pasado colectivo, constituye un componente imprescindible e inevitable del presente de cualquier
sociedad humana mínimamente desarrollada, de su sentido de la propia identidad, de su dinámica
social, de sus instituciones, tradiciones, sistema de valores, ceremonias y relaciones con el medio
físico y con otros grupos humanos circundantes. En otras palabras: pensar históricamente
(cualquiera que sea el contenido y formato de ese pensamiento sobre el tiempo pretérito)
constituye una de las facultades inherentes a las sociedades humanas por su misma condición de
grupos finitos de individuos heterogéneos, con hábitos existencia necesariamente gregarios y con
capacidades racionales y comunicativas.

Dicha concepción histórica de su pasado común es por tanto una pieza clave para la
identificación, orientación y supervivencia de cualquier grupo humano en el contexto natural y
cultural donde se encuentra emplazado. Ciertamente, esa necesidad social de contar con una
conciencia histórica propia, puede satisfacerse con formas de conocimiento y le recuerdo muy
diversas: mitos de creación, leyendas de origen, genealogías fabulosas, cosmogonía sea
doctrinas religiosas, etc.

Ahora bien, la concepción del pasado que ofrece la investigación histórico científica es de
naturaleza radicalmente diferente y contrapuesta:

 pretende ser verdadera y no ficticia, ni arbitraria, ni caprichosa;


 verificable materialmente y no incomprobable;
 causalista e inmanente al propio campo de las acciones humanas y no fruto del azar;
 racionalista y no ajena a toda lógica;
 crítica y no dogmática.

En definitiva, si bien la historia científica no puede predecir fenómenos ni proporcionar ejemplos


de conducta infalibles, sí permite explicar los orígenes del presente e iluminar las circunstancias
de su gestación, funcionamiento y transformación.

Según Pierre Vilar (1980) “ una humanidad global o parcial que no tuviera ninguna conciencia de
su pasado sería tan anormal como un individuo amnésico”
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Según Uslar Pietri (1970) vivir sin historia es lo mismo que vivir sin memoria o por lo menos
reducido a una mera memoria de inmediato y reciente … Condenar a cada generación qua cada
hombre a partir de cero, al sentarse a la experiencia sin eco, sin contraste, sin referencia, sin
resonancias, sin situación, sería reducir a la experiencia humana a una mera inmediatez sin
sentido.”

Por consiguiente, parece evidente la practicidad social y cultural de las disciplinas históricas:

- contribuyen a la explicación y entendimiento de la génesis, estructura y evolución de las


formas de sociedad humanas pretéritas y presente;
- proporcionan un sentido critico de la identidad operativa de los individuos y grupos sociales;
- y promueven la comprensión de las tradiciones y legados culturales que conforman las
complejas sociedades actuales.

Primo Levi (1994) “ si el mundo llegara convencerse de que Auschwitz nunca ha existido, sería
mucho más fácil edificar un segundo auschwitz. Y no hay garantías de que esta vez sólo devora
hacia judíos.”

El sentido critico de la verdad científica

A diferencia de otros tipos de conocimiento, la ciencia se caracterizan por la pretensión de


construir verdades. Tales verdades científicas se distinguen y oponen a los dogmas, creencias,
opiniones o conjeturas en virtud de su pretensión de objetividad, su necesidad y su carácter
marcadamente crítico. La verdad dentro de una ciencia es el resultado unitario de un proceso de
construcción tanto en el plano objetual como en el preposiciónal. La verdad científica (o verdades
científicas) es construida en un contexto determinado del campo categorial y no significa otra
cosa que la realidad misma de la cosa verdadera. La verdad no es, por tanto, correspondencia ni
reflejo, sino una construcción que procede de la relación entre las partes materiales del mundo y
es el resultado de una actividad constructiva, operatoria.

La verdad científica, así pues, radical los procesos de ajuste, de identidad sintética material. La
verdad resultante es la objetividad misma de las conexiones materiales establecidas en las
operaciones, el nexo que anuda esos cursos operatorios.

La verdad científica es siempre parcial (se predica sobre algo determinado) y relativa (a los
procesos de construcción categorial), nunca absoluta y totalizadora.

A cada ciencia le corresponde un campo categorial con una multiplicidad de términos y no un


objeto particular.

En los campos de las ciencias humanas aparecen, como un término o una relación más del
campo, individuos (sujetos humanos) que realizan operaciones (esto es: que son agentes
reflexivos que llevar a cabo conductas, acciones y comportamientos conforme a propósitos,
intenciones, planes y proyectos)

Por otra parte, en los campos de las ciencias naturales no aparecen formalmente sujetos
operatorios, no existen agentes que ejecutan conductas y actos conscientes y reflexivo, sino
elementos que se mueven según patrones mecánicos o recurrentes y rutinarios. Y esta diferencia
sustancial conduce a distinguir diferentes metodologías operatorias científicas:

1- En las metodologías operatorias alfa, a tenor de las cuales las operaciones del sujeto
pueden quedar eliminadas o neutralizadas dentro del campo científico categorial, como
sucede las metodologías aplicadas por las ciencias naturales. El resultado de esa
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eliminación y neutralización es la posibilidad de alcanzar verdades científicas universales y


necesarias, objetivas y demostrativas (incluso repetible esas reproducibles por
experimentación sucesiva)
2- Las metodologías operatorias beta, curso procedimientos incluyen el intento de organizar
científicamente un campo en tanto él reproduce analógicamente las mismas operaciones
que debe ejecutar el investigador para organizarlo. En otras palabras: procedimientos en
los cuales las operaciones del científico reconstruyen o reactualiza las operaciones
realizadas por los sujetos a quienes estudia, de modo que científico comprender y explicar
las operaciones del sujeto construyendo o reactualiza dando a su vez otras operaciones
análogas. Tiene esta imposibilidad de eliminar y neutralizar las operaciones del sujeto
reside el Salvador subjetivismo de las ciencias humanas y el distinto y menor estatuto
gnoseológico de las verdades alcanzadas con esta metodología.

La disciplina de la historia como ciencia humana


La ciencia de la historia es claramente una ciencia humana cursa metodología operatoria es
del tipo beta.

CONCEPTUALIZACIÓN: etimológicamente, la palabra historia deriva del término griego


antiguo istorie; esa forma griega original deriva su vez de una raíz indoeuropea en, weid, curso
campo semántico está relacionado con el sentido de la vista, con la actividad del verbo percibir
ocularmente. De esta raíz parece que surgió en griego, istor, testigos, en el sentido de “el que
ve”, el testigo ocular y presencial, de un hecho pretérito. A partir de ese núcleo, probablemente
por usó la técnica procesal y judicial ordinaria de los tribunales, se desarrollo significado
historia como testimonio directo probatorio o como labor de aquel que examina los testigos y
obtiene la verdad a través de averiguaciones e indagaciones. En todo caso, Herodoto, el
Padre de la historia al decir de Cicerón, acuñó en el siglo V AC el término historia en ese
sentido de actividad indagación, investigación, pesquisa, y averiguación de la verdad sobre
acontecimientos humanos pretéritos y pasados.

Casi desde el mismo momento de su cristalización, la palabra pasó a tener dos significados
diferentes:

1- Las acciones del pasado en sí mismas- res Gestae


2- La indagación sobre las acciones realizadas por los hombres – historiam rerum
gestarum.
Muchos autores, filósofos e historiadores, han subrayado esta ambivalencia semántica
del término y, en no pocos casos, lamentado su existencia por introducir un elemento
de confusión entre “el conocimiento de una materia y la materia de este conocimiento”
(Pierre Vilar, 1980)

Y, sin embargo, hay razones poderosas de orden gnoselógico, que fundamentan el


surgimiento de esa ambivalencia y su vigencia actual.

En efecto, no cabe pensar en una realidad objetiva, una historia real, acontecida, antes y al
margen de las versiones históricas, de las historias, de los relatos escritos, sobre esa realidad
pasada e inexistente en la actualidad. Y eso porque, en historia, en y palabras agudas de
Raymond aron “la realidad y el conocimiento de esa realidad son inseparables uno de otro”.
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La razón es bien sencilla: es supuesto objeto del conocimiento de la historia es un tiempo


pasado, y como tal, incognoscible debido a su inexistencia, a su ausencia de fisicalidad, de
corporeidad y de materialidad. El pasado no existe en la actualidad-en el presente-es perfecto
acabado, un fantasma, y no puede haber conocimiento científico de algo que no tiene
presencia ni existencia, porque dicho tipo de conocimiento requiere una base material
corpórea y presente para poder construirse.

Así pues, contrariamente a la creencia General entre los historiadores, su disciplina no tiene
por objeto “ el estudio de los hechos humanos del pasado”, sencillamente porque el “pasado”
no es un ámbito temporal “real” al que se refieren sus estudios de un modo u otro.

Por definición, el pasado no existe y no puede ser confrontado ni abordado por ningún
investigador. No existe una máquina del tiempo que pueda retrotraernos a tiempos pasados
para conocerlos en directo y las disciplinas históricas están incapacitadas para conocer el
pasado tal y como realmente fue (frase memorable de Ranke) porque hoy es irreal e
inexistente. En consecuencia, no cabe alcanzar nunca una verdad completa (absoluta,
totalizadora, carente de márgenes de incertidumbre) sobre cualquier suceso pretérito porque
éste es pasado y como tal inabordable desde el presente e incognoscible.

Si la materia de conocimiento de la historia científica no es ni puede ser el pasado, queda por


establecer cuál es el campo y los términos categorial de dicha disciplina. Este campo y
términos estarán constituidos por aquellos restos y trazas del pasado que perviven en nuestro
presente en la forma de residuos materiales, de huellas corpóreas, de vestigios y trazas
físicas, de ceremonias y ritos, en una palabra, de “reliquias” (relinquere: lo que permanece, lo
que resta).

Esos residuos que permiten la presencia del pasado son el material sobre que trabaja el
historiador y con el que construye su historia. Y ello, porque esos restos son absolutamente
presentes aun cuando generados en el pasado.

Son la presencia viva del pasado que hace posible el conocimiento histórico. Las
reliquias pueden ser considerada como los significantes (presentes) de unos significados
(pasados) que subsisten más alza de esos. Las reliquias, en su pluralidad intrínseca,
conforman las amas fuentes informativas del conocimiento histórico: “llamamos fuentes a
todos los textos, objetos o hechos de los cuales se puede obtener algún conocimiento del
pasado”. Unas fuentes por definición, plurales, fragmentarias, inconexas, finitas y limitadas,
que se encuentran dispersas entre otros cuerpos de nuestro presente corpóreo y temporal.

Por consiguiente, sólo puede hacerse historia y lograrse conocimiento histórico de aquellos
sucesos, acciones, instituciones, estructuras y procesos pretéritos de los que se conservan
señales, grasas y vestigios en la actualidad, en nuestra propia dimensión temporal. Y la
primera tarea del historiador, es determinar qué secciones de nuestra realidad constituyen una
reliquia la, un residuo y vestigio legado del pasado, con el fin de proceder a utilizarlas en la
construcción de su interpretación del pasado; un pasado histórico, construido, fabricado y
articulado sobre la base de las reliquias, y que es gnoseológicamente distinto del pasado
perfecto acabado, del pasado tal y como realmente fue.

Ahora bien, las reliquias no se presentan ante el historiador como datos “puros”, son un cuerpo
material que se encuentra junto a otros cuerpos materiales en nuestro presente la. La primera
tarea del historiador es descubrir, identificar discriminar esos materiales como tales reliquias,
legadas del pasado, que vendrán a construir las pruebas y evidencias sobre las que se
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levantará su relato, su construcción del pasado histórico. Esa es la primera y crucial tarea de
la labor profesional del historiador, llamada por la tradición gremial Heurística (hallar,
descubrir).

Esa inicial labor Heurística impone la necesidad de una vara y ponderar críticamente, con
profundidad y sistematicidad, todas las fuentes informativas disponibles sobre un tema de
estudio (tanto escritas como arqueológicas, numismáticas, epigráficas…) y conocer con rigor
el uso que otros historiadores han dado a esas reliquias en su respectiva construcción de un
relato histórico sobre el particular. Dicho en términos más actuales en el gremio:
conocimiento exhaustivo de las fuentes históricas primarias y de la literatura histórica
secundaria.

El historiador puede ejercer esa tarea de identificación de las reliquias históricas porque capas
de percibir esos residuos materiales como fabricados y elaborados por hombres pretéritos,
como resultado de operaciones humanas (dadas en la misma escala operatoria del
observador, del historiador).

El campo de la historia hace reduce necesariamente al dominio de los actos y


comportamientos humanos (individuales o sociales), segregando otros aspectos del pasado
que son irrelevantes para el mismo y que sólo contarán tangencialmente en la medida que
afecten o condicionen a las acciones humanas (un maremoto o terremoto o sólo será objeto
de la consideración histórica por sus efectos sobre las sociedades que los sufren, pero sin ser
esos mismos objeto de su análisis interno científica).

Para ejemplificar podemos decir que: mientras variados útiles prehistóricos (bifaces, raederas,
buriles …) fueron percibidos como meras fragmentaciones por causas naturales, no hubo
posibilidad de considerarlos como materiales significativos y pertenecientes al campo
gnoseológico de la historia. Sólo desde el momento en que se establece su conexión originaria
con actos humanos pretéritos y propositivos, pasaron a ser reliquias prehistóricas dotadas de
interés científico-humanístico. Sólo a partir de entonces pudo comenzar el proceso
hermenéutico de explicación e interpretación.

En definitiva, la labor del historiador no consiste, como pensaban los centristas y positivistas
decimonónicos y actuales, en una mera y simple descripción de los sucesos, estructuras o
procesos humanos pretéritos, cualesquiera que éstos sean: político, económico, militares,
sociales, intelectuales, religiosos, etcétera. Entre otras cosas, porque sí los acontecimientos
son pasados no cabe observarlos ni describirlos desde el presente. Por el contrario, el
historiador construye un pasado histórico a partir de las reliquias, de las pruebas legadas por
el pasado real en el presente, mediante un método esencialmente inferencial e
interpretativo y en el cual es imposible eliminar o neutralizar al propio sujeto gnoseológico.
Esta inexcusable labor de interpretación, por inferencia lógica y exégesis razonada a partir de
las pruebas disponibles, es lo que designa el concepto de hermenéutica (derivado del griego
intérprete, explicador, traductor). Así, la tesis formulada por Benedetto croce, según la cual “
toda historia es historia contemporánea”, adquiere una significación gnoselógica notable: la
historia se hace desde el presente de las reliquias.

Si bien la labor interpretativa y hermenéutica es esencial e imposible de eliminar, el relato


histórico construido por el historiador no es arbitrario, ni caprichoso, ni ficticio, sino que tiene
que estar justificado, apoyado, soportado y contrastado por las pruebas y evidencias, por las
reliquias existen al respecto. Por tanto, la verdad es la historia no se refiere al pasado en sí,
que es in cognoscible e inabordable, sino a las reliquias que del mismo se preservan en el
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presente. Y aquella teoría interpretativa, aquel relato histórico, que más factible y verosímil
parezca, de acuerdo con las pruebas y evidencias existentes, será la que se considere
verdadera en tanto no aparezcan nuevas pruebas o evidencias que la contradigan. Y en este
sentido, unos relatos históricos eran más verdaderos que otros porque se fundamentan en un
manso número de pruebas verificables por otros investigadores y resultan coherentes (o al
menos no contradictorios) con el conocimiento acumulado como resultado de otras
investigaciones. Las reliquias (el material primario, los documentos o las fuentes en el sentido
amplio de la jerga profesional) son, pues, la base sobre la que el historiador inicia su
investigación y el criterio al que se acudirá para demostrar la necesidad de los resultados a
que llega con dicha investigación.

No en vano el concepto de hecho (factum) incluye como condición su corporeidad. Tiene que
poder percibirse o producirse bajo los ojos y los sentidos de quien lo percibe o lo produce, en
su dimensión temporal del presente. El hecho pretérito es una construcción fenoménica
elaborada por los historiadores y destinada a contextualizar y dar razón de la existencia de un
conjunto de reliquias históricas conexas y vinculadas entre sí. Es uno de los “fantasmas”
necesariamente imaginados y articulados por los historiadores para servir como envoltorio y
contexto explicativo dentro de su relato historiográfico, apoyado y soportado sobre las reliquias
(que sí son presentes).

Sobre la base de ese procedimiento gnoselógico peculiar, la historia como disciplina científico
humanista (o científico social, si se prefiere literariamente) es también tributaria de tres
principios axiomáticos y categorial es inexcusables para su constitución como tal ciencia.
Estos principios constitutivos de la racionalidad histórica, progresivamente elaborados durante
la transición del siglo XVIII al XIX, constituyen el conjunto de acción más gnoseológicos y
metodológicos que el gremio de historiadores, con plena justificación, consideró y considera
esenciales y definitorios de su disciplina:

1- El principio semántico de naturaleza crítica y pragmática que exije que todo


relato y narración histórica debe estar apoyado y soportado sobre pruebas y
evidencias materiales que se llama físicalistas, verificables, cotejar les y
comprobables empíricamente por los diversos investigadores. En consecuencia,
toda obra historiográfica, debe articularse a partir de fuentes de información que
son reliquias y testimonios del pasado finitas y fragmentarias pero disponibles
en nuestro tiempo y susceptibles de observación, cotejo, estudio y análisis. Este
principio semántico está además en el origen de la convención gremial que
obliga a dar la referencia precisa para localizar sin duda o ambigüedad todo
documento o material citado o utilizado en el relato historiográfico.
2- El principio determinista genético (o denegación de la magia y exclusión de la
generación espontánea y de la creación ex nihilo). En directo del mismo, se
postula que cualquier acontecimiento humano surge, brota o emerge
necesariamente a partir de condiciones previas homogéneas y según un
proceso desarrollo interno, endógeno, inmanente y secular. Por tanto, resulta
imprescindible en la labor de interpretación y explicación histórica suponer que
hay una concatenación genética interna de los procesos evolutivos de las
sociedades humanas (de carácter causal, aleatorio o probabilístico) y deben
buscarse las causas, motivos y razones de esos mismos procesos en ese orden
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humano y a su misma escala y proporción. Se descarta la intervención de


causas o factores exógenos en el devenir del curso de los procesos humanos,
por ejemplo se descarta la divina providencia, la el destino manifiesto,
voluntades extraterrestres, azar etc.
3- El principio de significación temporal irreversible. A tenor de este axioma, la
investigación y la narración históricas tienen que respetar escrupulosamente las
amada flecha del tiempo: la naturaleza direccional y acumulativa del paso del
tiempo en sentido necesario del pasado fijo a futuro abierto y sin bucles,
círculos o regresiones azarosas y caprichosa. El tiempo no puede correr hacia
atrás y viaja como una flecha. Esta concepción temporal, surgida de la
revolución científica y técnica de la era moderna, convierte a la cronología (la
medida del paso del tiempo astronómico) en un vector y factor de evolución
ahorita irreversible e impone la exclusión de cualquier anacronismo
(incompatibilidad de momentos temporales diferentes) o UCRONÍA (ausencia
de coordenadas temporales) en las interpretaciones y narraciones
historiográficas.
En resolución, la historia como disciplina académica pretende, puede y debe producir
conocimiento científico y verdades históricas (esto es: no absolutas sobre el pasado) que
tienen un estatuto no gnoseológico y pragmático muy diferente a otros conocimientos que
también aluden al pasado: el conocimiento mítico, el legendario, el religioso, el poético y
literario, etcétera.
Precisamente, gracias a los modos operativos peculiares y a los resultados de la
investigación histórica científica podemos discriminar el conocimiento histórico verdadero
de conocimiento mítico, legendario o novelesco.
La evolución de la historiografía de los orígenes a la actualidad

La mayoría de los manuales de historiografía, suelen situar los orígenes en Grecia del siglo IV y V
a C. con Herodoto y Tucídides. Otros manuales mencionan la existencia de relatos de contenido
histórico en civilizaciones previas como la egipcia, la mesopotámica, la hebrea o la hindú del
segundo y primer milenio Ac. Y aún hay otros que afirman la existencia de relatos históricos desde
el mismo momento en que surgen comunidades humanas, aunque a modo de cuentos, cantos, y
poemas orales que se han perdido en el olvido por la falta de escritura.

No obstante, ccasi todos los especialistas coinciden en señalar que a finales del siglo XVIII y a
principios del XIX, el ejercicio de la historia paso a convertirse en una disciplina científica, bien
diferente de la historia artística y literaria que se había venido practicando hasta entonces.

En efecto, la distancia entre la Historia contada y relatada antes y después de Leopold Von Ranke
(por utilizar su persona como símbolo de las transformaciones operadas), es de tal grado que
obliga a distinguir ambos tipos de actividad:

 La primera sería una categoría o género literario y narrativo peculiar


 La segunda una autentica ciencia humana o social.

Todos los componentes de cualquier grupo humano, saben que hubo un tiempo anterior al de su
propia experiencia biográfica. La concepción de tal pasado comunitario constituye un elemento
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inevitable y esencial de sus instituciones, valores, tradiciones, y relaciones con el medio físico y
con otros grupos humanos circundantes. Aquí reside la necesidad de tener conciencia de un
pasado comunitario y la función social de esa misma conciencia en el seno del grupo, como factor
de identificación, legitimación y orientación dentro del contexto natural y social donde este
emplazadoel grupo.

No en vano del pasado provienen las técnicas, los saberes, las tradiciones que permiten la
supervivencia y reproducción del grupo comunitario.

El origen de la historiografía en la antigüedad

A partir del III milenio Ac. el surgimiento de las civilizaciones urbanas en el Creciente Fértil
(Mesopotamia y Egipto) fue acompañado de la aparición de un relato escrito (en papiro, cera,
madera o piedra) donde se registraban los mitos, las intervenciones divinas, ylos hechos humanos
seculares del pasado. Es entonces cuando propiamente se constituyó la Historia, la lietratura
histórica como una forma de narración de acontecimientos pretéritos. Porque la escritura permitió
superar la fragilidad de la memoria y dejar un registro permanente y transmisible a generaciones
de los hechos comunitarios.

Su función parece haber sido básicamente dual:

Servir como elemento de legitimación del poder y también como sistema de datación temporal en
la practica administrativa.

Para el antiguo pueblo de Israel, la conciencia del pasado era incluso un precepto de su religión
inscrito en su libro revelado. La aparición de ese género de literatura histórica israelita es
contemporáneo del surgimiento de un tipo similar de relato histórico en Grecia, también a lo largo
de los siglos VI y V Ac. Herodoto de Halicarnaso (ca. 480-425 ac.) con sus Historias –sobre las
guerras médicas- y el Ateniense Tucídides (ca.460-400 ac.) con su Historia de la guerra del
Peloponeso, son los exponentes más notables y representativos de la historiografía clásica
helénica. Sus relatos son de forma narrativa y con pretensión de veracidad. Y con ellos quedó
constituida la Historia como una categoría y género literario racionalista y contradistinto del relato
mítico, enfrentado a él en la voluntad de búsqueda de la verdad de los acontecimientos humanos
(sobre todo políticos y militares) en el propio orden humano, sin intervención sobrenatural y
apelando a una inmanencia causal en la explicación de los fenómenos.

La tradición historiográfica griega enlazó con la romana a través de Polibio (ca. 200-118 ac.) y
Plutarco (ca. 45-123 ac.). dicha tradición historiográfica clásica cumplía básicamente una triple
función social:

 Constituía una fuente de instrucción moral, cívivca y religiosa


 Contribuía a la educación de los gobernantes y era espejo de lecciones políticas, militares
y constitucionales.
 Era vía de apoyatura y soporte para el aprendizaje de las artes retóricas y oratorias, claves
para la vida política grecorromana.

La literatura histórica en la Edad Media

La tradición historiográfica clásica sufrio una ruptura radical con la desintegración política del
imperio romano de oriente y con el ascenso del cristianismo como religión oficial del Estado. El
historiador cristiano, casi siempre un clérigo u hombre de iglesia, entenderá la historia no como
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una investigación secular, causal y racionalista de los hechos humanos sino como la
contemplación alegórica de la voluntad divina.

Durante la E dad Media,a tono con el poder intelectual y temporal asumido por la iglesia, las
funciones sociales de la historiografía clásica pasaran a ser cumplidass por una teología de
contenidos históricos. En palabras de Emile Male “la acción del hombre bajo la miradavigilante de
Dios”

El surgimiento y consolidación de los reinos medievales posibilito la aparición de otro género


histórico: la crónica particular sobre los nuevos Estados en el marco de una concepción cristiana y
providencialista de la Historia.

Renacimiento y la aparición de la crítica histórica

A partir del siglo XIV y durante el siglo XV las transformaciones históricas que dieron origen al
Renacimiento en Europa posibilitaron una recuperación gradual de la practica historiográfica al
estilo grecorromano. Su obra era básicamente política, militar y diplomátivca sin pretensiones
moralizantes ni religiosas. Estaba escrito con esmero literario, preocupación estilística,a y
apoyatura en la documentación archivística oficial.

Ese modelo historiográfico tuvo su eco y reflejo entre los historiadores humanistas del resto del
continente. En España, el descubrimiento y conquista de América generó una producción
historiográfica similar a la de Herodoto con incorporación de temas geográficos, naturalistas y
etnográficos en la narración histórica.

La reforma y las consecuentes disputas religiosas entre católicos y protestantes acenturaron


enormemente los avances en las técnicas de estudio crítico filológico y documental, al analizar,
verificar y autentificar los documentos históricos y descubrir interpolaciones o modificaciones en
los mismos, buscando alcanzar un conocimiento verdadero sobre el carácter histórico o
fraudulento de ese material documental (demostraban una verdad histórica, aunque esta fuese el
carácter fraudulento del documento.

A fines del siglo XVII la erudición crítica (conocimiento crítico profundo) abrió el camino para la
transformación de la Historia en una disciplina científica a fines del siglo XVIII.

Los efectos de la Ilustración.

El maridaje final entre ambas tradiciones (literaria y erudita) que daría origen a la historia científica
tuvo lugar a la par que la idea de providencia fue siendo paulatinamente sustituida por la idea de
progreso, al compás de la expansión del movimiento intelectual europeo conocido como
Ilustración.

En efecto, de la mano de filósofos ilustrados (ej. Leibniz y Kant en Alemania- Turgot y Voltaire en
Francia) la difusión de una concepción del tiempo como vector y factor de evolución y progreso,
hizo posible la consideración de la cronología como una cadena causal y evolutiva de cambios
significativos e irreversibles en la esfera de la actividad humana. Y al desarrollar asi la conciencia
temporal inaugurada por los humanistas renacentistas, los ilustrados hicieron que el tiempo
pasara a convertirseen la practica historiográfica en nun instrumento identificado con la
cronología, principio de medida y clasificación por excelencia, contra el cualla mayor falta habría
de ser el ANACRONISMO (que no es propio de la época de la que se trata) y la UCRONÍA
(reconstrucción de la historia sobre datos hipotéticos).
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La aplicación de esa novedosa concepción temporal a un relato-narracion racionalista sería lo que


habría de fundar la moderna disciplina de la historia científica. Asi pues, la filosofía de la historia
ilustrada contribuyó a destruir la idea de providencia divina en favor de la idea de progreso
inmanente (inherente a un ser) y de ese modo, favoreció al surgimiento de las ciencias históricas.

El surgimiento de la ciencia Histórica: la escuela alemana del siglo XIX.

En los primeros años del siglo XIX, Alemania fue escenario del surgimiento de la moderna ciencia
de la historia sobre la base del maridaje de la tradición histórico-literaria y de la erudición
documental, al abrigo de una concepción del fluir temporal humano y social como proceso causal
racionalista e inmanente y ya no solo como mera sucesión cronológica de acontecimientos.

La historia razonada y documentadacomenzo a suplantar a lamera crónica de mayor o menor


complejidad narrativa, compositiva o erudita.

A.L.Schlozer, un jurista alemán, mencionaba a fines del siglo XVIII “la historia ya no puede ser
meramente la biografía de reyes, notas cronológicas exactas sobre las uerras, batallas y cambios
de gobierno, ni tampoco informes sobre alianzas y revoluciones”; ese novedoso planteamiento
historiográfico fue potenciado por la nueva concepción del tiempo y la historia, que posibilitaron las
hondas transformaciones de Europa (entre la Revolución Francesa 1789- y la caída del imperio
napoleónico en 1815).

B.G. Niebuhr (1776-1831) fue pionero en el uso del nuevo método istorico critico, con base en una
narración que según él “ debe revelar, como mínimo con alguna probabilidad, las conexiones
generales entre los acontecimientos”.

La senda abierta por Niebuhr fue ampliada por Leopold Von Ranke (1795- 1886). Ranke
mencionaba: “ mi trabajo solo quiere mostrar lo que realmente sucedió. Para cumplir ese
cometido, Ranke practicó y propugno la búsqueda exhaustiva de documentos archivísticos
originales, su verificación, autntificacion y cotejo mutuo, y su utilización como base fundamental y
en la medida de lo posible exclusiva, de la narración histórica.

Era una concepción descripcionista de la ciencia histórica: el esfuerzo metódico de investigación


archivística permitiría establecer los hechos y proceder a reconstruir una imagen real y
verdadera,objetiva, del pasado tal y como “realmente sucedió”. En otras palabras, era una
concepción deudora de la ilusión de que el uso fiel y constrastado de la documentación legada por
el pasado permitiría eliminar, neutralizarla subjetividad del historiador, que actuariacomo una
suerte de notario y ofrecería un relato histórico que fuese una reproducción conceptual, científica
del propio pasado, libre de juicios valorativos, independiente y ajena a las opiniones y creencias
particulares del profesional.

Esta concepción empirista de la practica historiográfica se fundamentaba en una filosofía de la


historia llamada HISTORICISMO a tenor de la cual “los hechos y situaciones pasadas son únicos
e irrepetibles y no pueden comprenderse en virtud de categorías universales sino en virtud de sus
contextos propios”. Es decir, se basaba en la idea de historicidad radical de todos los fenómenos
humanos, únicos e irrepetibles en el tiempo y el espacio, con un método de conocimiento que
sostiene que la naturaleza de las personas, sus obras y actos solo son comprensibles si se les
considera como parte integrantede un proceso histórico contínuo, de un devenir.

La formación del gremio profesional de historiadores


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La expansión de la práctica historiográfica basada en la investigación archivistica fue correlativa al


proceso de institucionalización y profesionalización de los estudios históricos a partir de Niebuhr y
Ranke, la premisa de que la historia es una disciplina científica cuyo método ha de ser enseñado
de modo regulado a los aprendices sirvió de plataforma para la creación de catedras y
departamentos de historia en las universidades europeas.

A la par de que la historia se asentaba en las universidades se generalizaba la apertura o creación


de los archivos y de las bibliotecas, repositorio de la materia prima de trabajo histórico. La
tendencia a la profesionalización derivada del surgimiento de puestos en las universidades, a
institutos y escuelas dio origen al gremio profesional de los historiadores, bien configurado en casi
toda Europa a partir de mediados del siglo XIX. Es sobre esa base sociológica, que surgieron las
primeras revistas especializada destinadas a la profesión. Ya sólidamente constituida la profesión,
fueron apareciendo los primeros manuales docentes de introducción al trabajo histórico. De la
mano de ellos, generaciones de estudiantes universitarios fueron entrenados en las tareas de
investigación histórica y, en algunos casos, incorporados al gremio. Finalmente, casi al término del
siglo (1898) comenzaron a celebrarse los primeros congresos internacionales.

Nacionalismo e historia en el siglo XIX

Si bien la profesionalización de la historia es un fenómeno General en Europa y Norteamérica


durante el siglo XIX (el siglo de la historia) también es cierto que ese proceso y la expansión del
método documental-positivista no dejó de ser paralelo al surgimiento de nebulosas escuelas
nacionales de historia.

Michelet encuentra la conexión entre una investigación archivística exhaustiva y una participación
consciente en la construcción del relato histórico. Michelet elaboró una obra histórica donde la
presentación de los conflictos políticos e ideológicos se entretejia y conectaba con las condiciones
sociales y económicas imperantes en cada coyuntura. Por esta razón, Karl Marx declaró que
había descubierto la lucha de clases leyendo a los historiadores franceses.

El impacto del marxismo

La segunda mitad del siglo XIX, a la par que se iban constituyendo las diversas escuelas
historiográfica nacionales, fue también escenario de la aparición y difusión de la obra del filósofo
revolucionario alemán Karl Marx (1813-1883).

En el contexto de la industrialización europea, con su secuela de cambios económicos, migración


y desarraigo de masas campesinas, extensión de la miseria urbana y generación de una nueva
clase obrera industrial (el proletariado) Marx abordó la crítica de esas transformaciones. En dicho
proceso de análisis crítico, acabó formulando una filosofía de la historia que denominó
“concepción materialista de la historia” (conocida luego como “ materialismo histórico”). La
influencia de Marx sobre la práctica de la profesión histórica fue mínima durante la segunda mitad
del siglo XIX. Son las primeras décadas del siglo xx, y sobre todo tras la primera guerra mundial y
la revolución bolchevique de 1917, el marxismo penetró e incluso con fuerza en el gremio
profesional de los historiadores.

Ruidos y respuestas de la ciencia histórica en los Albores del siglo xx

Al comenzar el siglo xx, la práctica histórica de los profesionales estaba firmemente asentada
sobre el modelo empírico positivista (con su principio de objetivismo y neutralidad) en historicista
(con su pretensión de comprender lo único que e irrepetible) que había surgido en Alemania cien
Enrique Moradiellos: Las caras de Clío, una introducción a la historia - El oficio del historiador.

años antes. Incluso en Francia, pocos que se habrían atrevido a contestar a Fustel de Coulanges
(1830-1889) “ no soy yo el que habló, es la historia la que habla a través de mi”.

Y sin embargo, ya entonces apuntaban serias dudas dentro de la profesión y fuera de ella sobre la
validez de las premisas teóricas y los resultados practicos del método rankeano.

Por otro lado, desde 1883 el filósofo W. Dilthey había puesto en cuestión las pretensiones
rankeanas de que el conocimiento histórico era tan científico como el logrado por las ciencias
naturales y que era posible neutralizar al historiador en el proceso de investigación y en la
narración resultante. El marxismo aparecía en así como un verdadero modelo interpretativo para
iniciar la investigación en las ciencias humanas, superando el agotamiento del modelo descriptivo
empírico-positivista.

Una de las más claras influencias indirectas (y en algunos casos directas) del marxismo en la
historiografía puede apreciarse en la cristalización de dos disciplinas históricas especializadas en
los Albores del siglo xx: la historia económica y la historia social.

Por supuesto que siempre había habido una sección económica en los estudios históricos previas
a esa época, pero sólo desde los años finales del siglo XIX, el estudio de la economía de tiempos
pretéritos paso a constituirse en disciplina autónoma y reconocida dentro del gremio. La
especialidad de historia social como estudio de grupos sociales, sus interrelaciones y sus
funciones en las estructuras y procesos económicos y culturales surgió también en el periodo de
cambio de siglos, sobre el mismo sustrato que la historia económica (la formación de la economía
mundial y de la sociedad de masas propias de las economías industriales)

La escuela francesa de annales

Dentro de esa evolución que experimental la historiografía en las primeras décadas del siglo, y
tras el trauma que significó y la gran guerra de 1914-1918, hubo lugar el nacimiento de la revista
francesa qué habría de aglutinar a la llamada escuela de anales. En 1929 Fevre y Bloch fundaron
los anales de historia económica y social (desde 1945, anales economía sociedad y civilización)
su propósito era ofrecer una alternativa a la práctica historiográfica dominante, superando el
enfoque político diplomático y militar. De hecho, la renovación e historiográfica de anales se basó
en la enorme ampliación de los campos de trabajo y en el uso de métodos de investigación
tomados de otras disciplinas: el análisis sociológico y demográfico, el trabajo de campo geográfico
y etnológico, la estadística, el estructuralismo lingüístico, la arqueología, el método comparativo,
entre otros. Sus fundadores ofrecieron buena prueba de la valía de los resultados de tal
renovación. Sin embargo, el verdadero triunfo de la escuela historiográfica de anales sólo tuvo
lugar después de la segunda guerra mundial, cuando su modo de entender la práctica de la
historia se generalizó en Francia y se exportó a gran número de países europeos en su segunda
generación. Dicho triunfo fue incontestable a partir de 1956, cuando Braudel (1902-1985) asumió
la dirección de la revista a la muerte de Fevre.

La segunda generación de annales

Braudel había sido el sistematizado la del modelo ecológico-demográfico (o paradigma estructural


Geo histórico) de caracterizar y al trabajo investigador de los integrantes de anales. Su libro
estudiaba que ese amplio espacio geográfico en el siglo XVI atendiendo a tres tiempos con niveles
en distintos:
Enrique Moradiellos: Las caras de Clío, una introducción a la historia - El oficio del historiador.

 Tiempo geográfico: En la base, el tiempo de la larga duración que corresponde a las


estructuras de la historia (ciertos marcos y geográficos, ciertas realidades biológicas, ciertos
límites de productividad, y hasta determinadas coacciones espirituales)
 Tiempo social: Por encima, el tiempo de la duración media que corresponde a la
coyuntura, entendiendo por tal los procesos sociales, económicos y culturales que se rebelan en
ciclos: una curva de precios una progresión demográfica, el movimiento de salarios, las
variaciones de la tasa de interés etc.,
 Tiempo individual: Finalmente, en el tercer nivel, el tiempo corto y breve del individuo y el
acontecimiento, la historia episódica que básicamente era una historia política tradicional.

Esa jerarquía de tiempos y planos tendía, por su propia naturaleza, a privilegiar el estudio de los
primeros órdenes, a practicar una historia estructural o coyuntural y despreciar la historia
episódica y los acontecimientos (meras espumas artificiales, crestas de olas que animan
superficialmente el potente movimiento respiratorio de una masa oceánica)

Siguiendo ese modelo los historiadores de anales se volcaron a estudiar, con métodos
innovadores, procesos de larga y media duración sobre marcos geográfico precisos y asuntos
poco tradicionales y meta políticos. La especial contribución del historiador según Braudel a las
ciencias sociales es la conciencia de que todas las estructuras están sujetas a cambios (por lentos
que éstos sean). Combina el estudio de la larga duración con el estudio de la compleja interacción
del ambiente, de la economía, de la sociedad, de la política, de la cultura y de los acontecimientos.
Braudel siempre deseaba ver las cosas en su conjunto e integrar lo económico, lo social, lo
político y lo cultural en una historia total.

En el plazo de dos décadas, el fenómeno había producido, como mínimo, dos consecuencias:

1. En primer lugar, los analistas acudieron a la estadística para penetrar en la larga duración
y la coyuntura y así crearon la historia serial, definida por Pierre Chaunu como “ una historia
interesada menos por los hechos individuales … Que por los elementos que pueden ser
integrados en una serie homogénea.
2. Por otra parte, se redescubrió el temario de la historia cultural bajo la rúbrica de historia de
las mentalidades y se abordó su estudio siempre con un aparato metodológico que tenía en la
cuantificación estadística su medio y objetivo máximo. Con estas orientaciones teóricas y
metodológicas tan discutibles, desde principios de la década de los 70 la importancia e influencia
de annales en el ámbito historiográfico internacional fue decreciendo en favor de corrientes
renovadoras procedentes del área anglosajona.

Después de la muerte de Febvre ocurrida en 1956, braudel lo sucedió como director efectivo de
annales. En 1969 se produjo un cambio importante (por no decir una purga) aparentemente como
reacción a la crisis temas o de 1968. Braudel decidió recurrir a historiadores jóvenes, tales como
Jacques Le Goff, E. Le Roy Ladurie y Marc Ferro, para renovar annales.

Alrededor de la década de 1970 se da inicio a la historia cuantitativa. Esta revolución cuantitativa,


como hubo de llamársela, fue el primero visible en el campo económico, especialmente en la
historia de los precios. Desde allí así se difundió a la historia social especialmente a la historia de
las poblaciones. Por fin en la tercera generación, la nueva tendencia penetró la historia cultural, en
la historia de las religiones y en la historia de las mentalidades.

La tercera generación
Enrique Moradiellos: Las caras de Clío, una introducción a la historia - El oficio del historiador.

El nacimiento de una tercera generación se hizo cada vez más evidente durante los años
posteriores a 1968: en 1969, cuando hombres jóvenes intervinieron en el manejo de annales fue
en 1972, cuando braudel abandonó la presidencia de la sexta sección (que pasó a manos de Le
Goff) y en 1975, cuando desapareció la antigua sexta sección y le goff llego a ser el Presidente de
la reorganización ecole.

Sin embargo, más importante que los cambios administrativos intelectuales de los últimos 20
años. Nadie domina ahora el grupo como lo hicieron una vez Fevre y braudel. A decir verdad,
algunos comentaristas hasta han hablado de fragmentación intelectual. La tercera generación es
la primera que comprende a mujeres por ejemplo Michel perrot, Mona Ozouft, Arlette Farge.

Esta generación de annales está mucho más abierta que las anteriores al ideas procedentes del
exterior; el centro de gravedad de la historiografía ya no es parís, análogas innovaciones se están
produciendo más o menos simultáneamente en diferentes partes del globo

La historiografía marxista británica

En paralelo al relanzamiento de annales después de 1945, la historiografía de tradición marxista


comenzó una brillante expansión en gran Bretaña. En marcado contraste con la escuela de
annales, sus investigaciones combinaron la aplicación de los métodos disponibles de otras
ciencias humanas con el tratamiento de asuntos estructurales tanto como episódicos, recintos en
toda la política un lugar central en la evolución histórica al considerarla como el plano en el que se
resuelven las tensiones y proyectos antagónicos que están latentes en toda sociedad de clases.

La Cliometría norteamericana

La última de las grandes corrientes de investigación histórica aparecida después de la segunda


guerra mundial tuvo su origen en los estados unidos. Se trata de la nueva historia económica o
clíometria, que se define más por el método utilizado que por el campo o material al que se aplica
(ya que se ejerce igualmente en historia económica, social, demográfica, familiar o política) en
este sentido, la investigación cliométrica consiste en la utilización exhaustiva de un método
cuantitativo, en la aplicación de unos modelos teóricos matemáticos explícitos, y en el tratamiento
informático de las cantidades de información estadística recogida y elaborado. Se

Renovación y desarrollo en la historiografía reciente

Al margen y a la par que las tres grandes corrientes que hemos señalado, desde la década de los
50 se fue produciendo una renovación notable en los presupuestos y métodos de las
especialidades históricas que más habían sufrido el embate contra el llamado positivismo
decimonónico: la historia política y diplomática. Ciertamente, ambas especialidades habían
seguido practicándose en el gremio histórico con gran dedicación y éxito público, aun cuando no
se vieran afectadas por las tendencias de la vanguardia historiográfica. Finalmente, a lo largo de
los años cincuentas, la conexión con los métodos y los modelos teóricos de las restantes ciencias
sociales también alcanzó a estas disciplinas. La historia política dejó de ser la difamada historia
elitista y belicista “ del tambor y la corneta” al igual que la historia diplomática superó el nivel de
relato de “ los entresijos de las cortes y las cancillerías”.

De igual modo, la expansión temática de la historia de la cultura popular posibilitó la creciente


atención hacia el papel de la mujer en la historia, al compás de su progreso civil y laboral en las
sociedades occidentales de posguerra. Prueba de esta conexión es que el trabajo pionero en este
campo fuera de la obra de la norteamericana en, Mary Ritter Beard, autora en 1946 de la mujer
como una fuerza la historia .
Enrique Moradiellos: Las caras de Clío, una introducción a la historia - El oficio del historiador.

El desarrollo de la historia de la cultura popular fue propiciado en gran medida por la expansión de
la historiografía en las nuevas naciones del tercer mundo que iban surgiendo del proceso de
descolonización iniciado en 1945. Esta expansión de la historiografía académica en nuevos
ámbitos geográficos donde la tradición archivística era muy tenue o inexistente promovió una gran
innovación metodológica dos. El recurso a la historia oral, a las fuentes orales, como medio
principal para la elaboración del relato historico. La consecuente recogida sistemática de
testimonios de ancianos, de cuentos, leyendas y genealogías conservadas por tradición oral
fomentaron, por su misma naturaleza, una historia de la cultura popular usos métodos fueron
paulatinamente asimilados por la historiografía occidental. Y ese mismo método y sus materiales
fueron acercando la historia cultural a la antropología. De hecho, el último rasgo que ha
caracterizado recientemente el desarrollo de la historiografía ha sido el acercamiento a los
métodos y técnicas de los estudios antropológicos. En cierta medida, la influencia de la
Antropología parece haber desplazado a la que tuvo la sociología y la economía sobre la práctica
historiográfica en las décadas previas.

La fundación de annales

Poco después de terminar la primera guerra mundial, Febvre pero sexto fundar una revista
internacional dedicada a la historia económica que debía dirigieron el historiador Henri Pirenne. El
proyecto tropezó con dificultades y se lo dejo a un lado. En 1928, Bloch tomó la iniciativa de
reanimarlo planes para fundar una revista (esta vez francesa), y en esta ocasión el proyecto tuvo
éxito. Se pidió nuevamente a Pirenne que dirigiera la revista, pero declinó el ofrecimiento de
manera que Febvre y Bloch fueron los directores asociados.

Anales de historia económica y social aspiraba a ser la vía intelectual en los campos de la historia
económica y de la historia social la revista, abogaba por un nuevo enfoque interdisciplinario de la
historia. El primer número se publicó el 15 de enero de 1929. El comité de redacción y incluía no
sólo a historiadores sino también a un geógrafo, a un sociólogo, a un economista, y a un
especialista de ciencia política.

En los primeros números, los historiadores económicos eran los más prominentes. Sin embargo,
en 1930 hacia anunciaba la intención de la revista de establecerse en el terreno de la historia
social.

Bloch: sobre historia rural y sobre feudalismo

Su carrera quedó bruscamente interrumpida por la guerra. El principal esfuerzo estuvo dedicado a
dos libros importantes. El primero fue su estudio de la historia rural francesa que al igual que los
reyes taumaturgos se ocupaba de fenómenos desarrollados en el largo plazo, en la larga
duración, mostraba esclarecedora comparaciones y contrastes entre Francia e Inglaterra, hace un
empleo sistemático de fuentes no literarias, como por ejemplo mapas de fincas. También muy
amplia era su concepción de la cultura rural expresión que eligió para hacer hincapié en el hecho
de que el existencia de diferentes sistemas agrarios no podría explicarse atendiendo solamente al
ambiente físico. Por su llamado método regresivo señalaba la necesidad de leer la historia hacia
atrás por la razón de que sabemos más sobre lo periodo cercanos y porque es bien prudente
proceder desde lo conocido a lo desconocido. El autor no inventó un nuevo método sino que lo
que hizo fue empleado de manera más o sistemática y consciente que sus predecesores.

El segundo libro, la sociedad feudal (1939-40) es la obra por la cual más si le conocí. Se trata de
una ambiciosa síntesis que abarca unos cuatro siglos de historia europea, desde el año 900 al
1300 en. A diferencia de anteriores estudios sobre el sistema feudal, la obra no se limita a
Enrique Moradiellos: Las caras de Clío, una introducción a la historia - El oficio del historiador.

considerar la relación entre la posesión de las tierras, la jerarquía social, la guerra y el estado.
Trata de la sociedad feudal como un todo, lo que hoy podríamos amar y la cultura del feudalismo.
También trata una vez más la psicología histórica, lo que el autor se amaban modos de
sentimiento y de pensamiento, además, también dedica un capítulo a la memoria colectiva.

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