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Romana Falcén Revolucion y caciquismo San Luis Potosi 1910-1 938.4 zy “i / . CAPITULO IV DE LAS RAICES AL ESPLENDOR DEL CACICAZGO (1928-1935) SOLO A MEDIADOS de los afios veinte se pudo superar en San Luis Potas{ la etapa de anarquia politica y militar que habia trafdo consigo la revolucién mexicana. Por vez primera desde 1911 alguien concentré la fuerza necesaria para imponer sus decisiones sobre la sociedad potosina y gobernar con un minimo de efectividad. Gracias a su poderfo y a su ascendiente personal, Cedillo obtuvo el reconocimiento de las autoridades centrales para crear lo que Ilegé a ser uno de los cacicazgos mas s6lidos de la revolucién. El dominio cedillista se pudo crear, basicamente, por fa debilidad que caracterizaba al gobierno federal, lo que llevé a considerar la lealtad y las capacidades milita- res como las virtudes esenciales de quienes pretendian dominar alguna regién del pais. Las rafces del cacicazgo cedillista empezaron acrecer al comenzar los aiios veinte, cuando los sucesivos gobiernos nacionales atin no contaban con los medios para controlar polftica y militarmente al pais y vivian bajo la amenaza de rebelién militar, como efectivamente sucedié en 1923, 1927, 1929 y duran- telacristiada, entre 1926y 1929. Esa inseguridad frente a una posible rebelién Ilevé a Obregén a buscar que los generales trocasen su independencia politica a cambio de ventajas econémicas y poderios locales. El control de las armas continué entonces siendo ¢l vehiculo basico para alcanzar poder y amasar fortunas. Es verdad que cuando Calles ocupé la presidencia, al finalizar 1924, se habia iniciado ya el dificil y largo proceso de volver a integrar politicamente al pais entero, pero se carecia atin de instituciones eficaces para gobernar, de agentes que llevasen a cabo en forma organizada e independiente las fun- ciones de gobierno y, mucho mds atin, que ejercieran lo que han considerado Ja esencia del Estado: el monopolio de los medios coercitivos que se conside- ran legitimos en la sociedad. La eficacia y la lealtad de los caciques con fuerza militar propia y sustantiva, como Cedillo, era eatonces bésica para lasobrevi> __ vencia de} azgos nacionales Ja integracién y el funcionamiento : dela vida poltica nae ‘cambio, las autoridades federales les permitfan una gran lil accién en sus feudos. El viejo pacto de intercambiar lealtad por autonomia segufa en pie. En 1920, reconciliado con el gobierno a través del Plan de Agua Prieta, Cedillo ofrecié a Obregén el apoyo de su indudable arraigo en Valledel Maiz y de su fuerza militar. A cambio, arrancé al gobierno federal lo que, eventual- 175 176 IV. DE LAS RAICES AL ESPLENDOR DEL CACICAZGO (1928-1935) mente, probaria ser la piedra fundamental de su cacicazgo: sus colonias agricola-militares, donde vivian sus agraristas armados, un cuerpo practica- mente independiente del ejércita regular. Si bien estas milicias no constituian Por si solas una amenaza para las autoridades federales, si dominaban el esta- do, influian en estados vecinos y debieron ser tomadas en cuenta durante las varias crisis por las que atravesé el pais en esos afios. EI micleo de esa fuerza local eran los més viejos y leales seguidores de Cedillo, establecidos en colonias agricola-militares y en algunos ejidos. Los. nexos entre el cacique y sus ‘‘soldados-campesinos’’ establecian un intercam- bio de deberes y beneficios. Se trataba de lo que hoy se ha denominado como nexos “‘clientelisticos’” que se caracterizaban, ademds de por su reprocidad, Por un trato personal, profundo y cotidiano. Este contacto, iniciado durante la etapa de la lucha armada, se mantuvo después de 1920 debido a las campa- fias pacificadoras que atin encabezé Cedillo y a través del trato cotidiano originado alrededor del cultivo de la tierra. A diferencia de otras relaciones politicas, las ‘‘clientelisticas” tienen un cardcter impreciso, pues el tipo de favores y servicios que se intercambian pueden y suelen variar significativa- mente. Durante los afios de guerrilleros, los campesinos empufiaron las armas con Cedillo por su identificacién personal con su lider, a cambio de lo necesa- rio para subsistir y del ‘“botin de la guerra’. Mas tarde, estabilizada la rela- cién, brindaron al cacique no sdélo sus servicios militares, sino también su apoyo politico; en ocasiones le pagaron tributo y realizaron una amplia gama de servicios personales para él y sus més allegados. A cambio, recibieron Pproteccién especial, trabajo, dinero y, cuando se podfa, tierra. Al igual que durante la lucha armada, la promesa de Ia tierra volvid a usarse durante Jos aiios veinte y treinta para asegurar a fidelidad campesina, convirtiendo ala reforma agraria en un mero instrumento util para asegurar la estabilidad y fortaleza del cacicazgo. Es precisamente el cardcter ‘‘difuso” de aquello que se intercambia, lo que contribuyea Ja persistencia de las relaciones clien- telisticas, incluso en periodos | de intenso cambio social, como el que tuvo lugar en San Luis durante la primera mitad del siglo XX. En ocasiones, como Jo muestra el caso de este estudio, la unidn es tan fuerte y emotiva que puede mantenerse aun cuando ya no quede prdcticamente nada tangible por cam- biar. Por ello, hasta en su ultima aventura suicida, un pufiado de sus mds antiguos seguidores estuvo dispuesto a arriesgar la vida acompafiando a Sa- turnino Cedillo. El cacicazgo cedillista tuvo sus rafces mas vigorosas en el campo, pero también llegé a arraigar entre los obreros. Cedillo intenté mediar en los con- flictos laborales frecuentemente en favor de los trabajadores y, a partir de 1928, aproveché el derrumbe de la CROM —la gran central obrera dirigida por Morones, su viejo enemigo— para controlar la accidn de Jos trabajadores potosinos. Sin embargo su cacicazgo nunca logré en realidad integrar plena- mente a los trabajadores en la estructura clientelistica y esa probaria ser una de sus debilidades mds notables. LOS INICIOS 177 Laestabilidad del poderio estatal de Cedillo se fincé también en las buenas relaciones que en poco tiempo establecié con fas clases altas tradicionales: los industriales, los comerciantes y los terratenientes. Aun cuando la revolu- cién misma y los compromisos del cacique con su clientela campesina podrian lesionar a los privilegiados, Cedillo y los suyos nunca buscaron el enfrenta- miento directo con los acaudalados. En cambio, Cedillo fomenté el interés de muchos acaudalados por ganarse su buena voluntad, mostrando su capaci- dad para moderar y controlar las demandas populares. En suma, el cacicazgo tomé cuerpo a través de una estructura informal de poder; de una extensa y compleja red de amistades, pactos, lealtades y favores personales. Esa red personalista permitié relacionar entre s{ alos dife- rentes componentes de la trama social potosina y proporcion6 cierta integra- cién a las diversas regiones en Ja entidad. Eleje central de este sistema politico era personalista: Cedillo, sus parien- tes y sus favoritos. Ellos ocuparon la jefatura de operaciones militares, el poder ejecutivo, la legislatura, los ayuntamientos, los organismos encargados de mediar con las clases populares —como la Comisién Local Agraria y el Departamento del Trabajo—, ¢ influyeron decisivamente en el aparato judi- cial. Los personajes que giraban alrededor de Cedillo se convirticron frecuen- temente en pequefios caciques de pueblos y ejidos. Fueron ademés los encar- gados de tejer y mantener una parte de la red de relaciones personales que daba cuerpo al cacicazgo. Asi, las verdaderas unidades de poder en San Luis no eran tanto las ramas formales de gobierno, como esos seguidores de Cedi- llo y sus respectivas cortes. El sistema era, pues, de naturaleza polidrquica; s6lo Cedillo era capaz de conferirle algun equilibrio y unidad. El predominio de este estilo personalista de poder contribuy6 a mantener la indiferenciacién entre las diversas funciones de gobierno —politicas, mili- tares, econémicas— que eran ejercidas por los mismos personajes. La distri- bucién de la justicia, la administracién publica, el control de las armas, el cambio de funcionarios, el cobro de impuestos, la celebracién de contratos, Jas cuestiones agraria y laboral y algunas més atin, se decidian con criterios particulares. Por ello, casi desaparecieron los lineamientos generales y publi- cos, las verdaderas ‘‘politicas’’, aplastados por el parecer personal de los cedi- listas. De ahi también que el cacicazgo perpetuara la falta de distincién entre laesfera privada y la publica, lo quellevd, entre otras cosas, al enriquecimien- to ilfcito de no pocos y a un abuso sistematico del poder, sufrido sobre todo por aquellos que permanecian ajenos a la red clientelistica de Cedillo. LOS INICIOS: LAS COLONIAS AGRICOLA-MILITARES Y LA HEGEMONIA CEDILLISTA, EN EL VALLE DEL MAIZ (1920-1923) En mayo de 1920 Obreg6n triunfé sobre Carranza, dando oportunidad a Cedillo de reconciliarse con el gobierno federal. Cedillo ocupé entonces el Valle del Maiz y afianzé rdpidamente su dominio sobre su 4rea natural

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