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ESTRES
ESTRES
COMPORTAMIENTO ORGANIZACIONAL
ESTRÉS
Autor:
Asesor:
PACASMAYO-PERÚ
2016
ESTRÉS LABORAL: EL CASO DE UN PROFESOR (caso 1)
Jesús es un profesor de Secundaria. Tiene 40 años y lleva 15 años ejerciendo esta profesión.
Últimamente siente que cada mañana le cuesta más esfuerzo levantarse y comenzar la jornada
de trabajo. En el instituto tiene la sensación de que los problemas con los alumnos, con los
padres y con la organización del centro son cada vez más y más difíciles de resolver. A veces
tiene la sensación de estar sobrepasado y de no tener suficientes recursos para desempeñar
correctamente su trabajo. Incluso siente que su actitud hacia los alumnos está cambiando: ya
no se muestra tan cercano como antes, es más, algunas veces incluso les culpa de su malestar
y tiende a distanciarse de ellos. Jesús se pregunta por qué está empezando a sentirse
“quemado” en su profesión. No sabe qué le está pasando. Antes le encantaba su trabajo y se
implicaba mucho más. Jesús desearía saber qué hacer.
Efectivamente parece que Jesús se enfrenta a una situación de estrés en su trabajo. Trataré de
explicar cómo y porqué se puede llegar a estar “quemado” en el trabajo con el objetivo de que
Jesús y cualquier otra persona que pueda sentirse como él analice y comprendá su situación.
El proceso de estrés tiene lugar cuando las demandas del ambiente, en este caso el ambiente
laboral, superan nuestros recursos para afrontarlas. Existe un tipo concreto de estrés laboral
llamado “síndrome de burnout” o “síndrome del profesional quemado”. Este síndrome se
describe como un estado mental persistente, negativo y relacionado con el trabajo, en
individuos “normales”, caracterizado principalmente por agotamiento, acompañado de estrés,
sensación de eficacia reducida, disminución de la motivación y el desarrollo de actitudes
disfuncionales en el trabajo. Así, las tres dimensiones fundamentales de burnout serían:
En cuanto a las fuentes de estrés que afectan a los profesores son diversas pero podríamos
agruparlas en tres grupos: factores sociales, factores organizacionales y factores personales.
Entre los primeros, podemos destacar el deterioro de la imagen del profesor que se viene
dando en los últimos años en nuestra sociedad así como la falta de reconocimiento social de la
profesión docente. Y un tercer factor social tendría que ver más con las políticas educativas
adoptadas en los últimos años, consistentes en la introducción de nuevas reformas, sin duda
con buenos propósitos, pero con escasa dotación de los recursos formativos, humanos y
materiales para ejecutarlas con éxito.
Por lo que se refiere a las características personales de los profesores, algunas de las que
relacionan en mayor medida con el desarrollo del síndrome del profesor quemado serían:
tendencia a la ansiedad, inestabilidad emocional, una baja autoestima y baja autoeficacia
percibida, el estilo de personalidad caracterizada por la impaciencia y la urgencia, una excesiva
implicación laboral y actitudes hostiles hacia los demás, que el profesor crea que tiene escaso
control sobre las cosas importantes que le suceden y que éstas se deben a factores externos,
como la suerte, un estilo de pensamiento irracional (poco realista, exagerado y negativo) y un
estilo de afrontamiento de las dificultades caracterizado por la evitación o las estrategias
pasivas más que por las estrategias de manejo activas.
Por último, y en respuesta a la pregunta, “¿qué puedo hacer para mejorar esta situación?”,
trataré de ofrecer a Jesús y a todo aquel que pueda sentirse quemado en el trabajo algunas
pautas fundamentales que se resumen en 10 actuaciones:
Espero que estas pautas resulten de ayuda. No obstante, me daría por satisfecha con que estas
líneas hayan contribuido en alguna medida a clarificar la situación emocional de las personas
que, como Jesús, puedan sentirse realmente estresados en el trabajo, ya que la mera
comprensión de un problema nos tranquiliza y nos sitúa más cerca de emprender las acciones
necesarias para resolverlo o en todo caso mitigarlo.
CASO 2
Marsimax es una empresa dedicada a la fabricación de aparatos electrónicos (lectores de
tarjetas, vídeo-porteros, etc.) que en poco tiempo ha experimentado un gran crecimiento.
Actualmente, cuenta con 90 trabajadores.
Ángeles es una mujer de 50 años que, está en la empresa desde su inicio. Es eficiente y
concienzuda en su trabajo, pero no soporta los ordenadores. Hace un tiempo, la empresa
informatizó todas las actividades y el departamento administrativo sufría grandes cambios. De
un día para otro, casi sin previo aviso, a Ángeles le asignaron el inevitable ordenador y le
retiraron la máquina de escribir. Dorotea no cesaba de hablar de sus maravillosas prestaciones
y de lo bien que le iría en su trabajo. Ángeles, que no fue consultada en ningún momento sobre
tales cambios, sintió que un pedazo de su satisfactoria vida laboral se le escapaba y se permitió
comentar que ella no estaba preparada para manejar aquel trasto.Dorotea le quitó importancia
al comentario y le dijo que enseguida aprendería. La empresa facilitó un curso de aprendizaje a
Ángeles. Ella lo compaginó como pudo con su horario laboral, por lo que durante varios días
arrastró una elevada carga de trabajo. Además, el cursillo le resultó un verdadero martirio
puesto que, a pesar de sus esfuerzos, se sentía torpe en el aprendizaje y la situación le
desbordaba.
Cuando terminó, Ángeles, que en pocas ocasiones había faltado al trabajo, estuvo 15 jornadas
de baja por problemas gastrointestinales. Poco a Poco, Ángeles se ha ido adaptando al
ordenador pero le han surgido otros problemas: le quedan cosas pendientes, se agobia con los
plazos y no consigue ordenar ni tener al día el tablón informativo de la empresa.
Coincidiendo con los cambios tecnológicos, se incorporó al departamento un chico joven, Mario,
con estudios informáticos de Formación Profesional y muy preparado para el trabajo. Dorotea
le habló de las muchas posibilidades de promoción que existían en la empresa cuando lo fichó,
pero que, por el momento, su tarea consistiría en tener al día todos los albaranes de entrega de
las otras empresas colaboradoras. Era un trabajo sencillo en relación con sus capacidades pero
que no permitía errores ya que era muy importante para el buen funcionamiento de la empresa.
Desde entonces, Mario dedica las ocho horas de su jornada, sin descansos, a introducir los datos
de albaranes en el ordenador. El trabajo es monótono, le resulta aburrido y todavía hoy no sabe
por qué es tan importante. Además, últimamente, se le va el “tarro” a otras cosas y comete
despistes que le han costado algún que otro toque de atención.
Ahora Mario y Ángeles están conversando sobre sus angustias laborales. Los dos han analizado
los problemas que tienen con sus tareas respectivas y creen que tienen solución. Mañana irán a
hablar con Recursos Humanos para buscar algunas alternativas de solución para sus problemas
y estar más satisfechos en su lugar de trabajo.
CASO 3
Carolina, de 35 años, secretaria de una multinacional, tiene dos hijos de 10 y 5 años y está en
trámites de divorcio. Hace una semana la ascendieron a secretaria privada del presidente,
cargo con gran responsabilidad y máxima dedicación horaria.
Así transcurren sus días, entre reuniones de abogados por los trámites de su divorcio, juicios
por el reparto de bienes gananciales y por la custodia de sus hijos, discusiones con su marido,
dejar a sus hijos con otra persona por salir cada vez más tarde del trabajo, estar pendiente,
aunque ausente, de la educación de los mismos y sentir que estén bien atendidos, y sumarle a
todo ello ser competente para estar a la altura de su nuevo puesto laboral.
Pero, últimamente, Carolina siente que el corazón le va más rápido (taquicardia), se marea a
veces, está fatigada, tiene sudores que acompañan a un estado de inquietud y nerviosismo.
Empieza a discutir cada vez más con la persona que cuida de los niños porque cree que no los
atiende lo suficiente, llega de mal humor al trabajo y a veces se le olvidan cosas, lo que
provoca discusiones con su jefe. Además, no duerme bien por la noche.
A medida que pasan los días, Carolina está más triste, se siente sola e incapaz de poder salir
adelante con todo. Rompe a llorar por cualquier cosa. En el trabajo se distrae, se olvida de
trasmitir a su jefe algunas citas, está bloqueada ante determinadas decisiones que tiene que
tomar. Ha perdido el apetito, ha comenzado otra vez a fumar (lo había dejado hacía dos años)
y a tomar tranquilizantes para dormir.
Carolina sigue toma fármacos para dormir. Como apenas come y no para de fumar, ha perdido
cinco kilos. Cada vez que los niños se acercan a ella, les chilla y riñe. Su relación con ellos
empieza a ser tensa.
Ayer, cuando regresaba a casa, preocupada por el agobio que tenía y por qué no vería a los
niños, que ya estarían acostados, casi atropella a un anciano que cruzaba la calle por un sitio
inadecuado. Carolina ni lo había visto. Frenó en seco y se puso a llorar. A la mañana siguiente
pidió permiso en el trabajo y se fue al médico.
CASO 4
Enrique, de 50 años, consultor con empresa propia, trabaja 12 horas diarias aproximadamente.
Su vida es eminentemente sedentaria, es bebedor social, fuma una cajetilla de tabaco diaria,
come todos los días fuera de casa con clientes, no es obeso pero sí tiene sobrepeso, viaja cada
dos meses a México y hace un mes padeció un infarto de miocardio del que se ha recuperado
(esta vez). El ritmo de vida de Enrique es acelerado y estresante, pero el acontecimiento
inesperado del infarto de miocardio le ha hecho replantearse si vale la pena seguir viviendo
así. Al poco tiempo le dieron el alta médica.
ESTRATEGIAS DE SOLUCIÓN
Superar la desmotivación laboral: