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Dar identidad y valor; ser solidarios para que alguien pueda salir del anonimato y pueda sen-
tirse persona; debe ser el objetivo fundamental de toda acción transformadora preventiva.
Este tipo de cultura y educación, en cualquier sector de población, (desde infancia a adultos),
suponen pone en compromiso un esfuerzo contra la acumulación de bienes y servicios, que
tanta desigualdad y derechos humanos generan.
Conseguir una nueva forma de ser y de vivir entre los jóvenes con mayores dificultades re-
quiere una dedicación y respuesta específica:
La diferencia no puede ser una barrera, sino una riqueza para toda la sociedad.
La cárcel es el lugar, en gran parte, donde “lo diferente” y la diversidad se hace más
manifiesta: ocupas, prostitución, inmigrantes, drogodependientes,… Se les culpabiliza
de su diferencia.
Una nueva sociedad y nuevo modo de vivir, lleva consigo, en el momento actual poner
en juego instrumentos (leyes, por ejemplo), que hagan de los derechos y de la dignidad
de los diferentes una defensa irrenunciable y fundamental.
Es posible otra sociedad, es posible otra política, es posible otra democracia, es posible
otro mundo y sociedad, si adecuamos nuestro proceder y nuestras relaciones, nuestros
movimientos y organizaciones como instrumentos de compromiso frente a los que
hacen de la diferencia un instrumento de marginación.
Pensar en global y actuar también en la global, pero desde lo local es parte de la tarea de este
momento para quien busca una sociedad más justa y solidaria.
La presencia, por ejemplo, mayoritaria de inmigrantes en las cárceles. La masificación en
ellas de los últimos años, no es ocasional y casual. La cárcel se utiliza como instrumento de
represión, criminalización y exclusión de esta globalización.
Los movimientos sociales alternativos, la presencia en ellos es hoy imprescindible para quien
quiere actuar transformando la realidad o prevenir para un futuro más ilusionante y esperan-
zado.
CULTURA Y EDUCACIÓN
SOLIDARIAS
ROMPER EL MIEDO A LO DIFERENTE
PRESENCIA EDUCATIVA
PARTICIPACIÓN Y
ENTRE LOS JÓVENES
DINAMIZACIÓN
EN DIFICULTAD
DE
ALTERNATIVAS GLOBALES
3.2. Presencia y reinserción en la cárcel y desde la cárcel
3.2.1. Las ONGs en la cárcel:
“La Injusticia entre rejas”, que corresponde al cuaderno nº 116 de Cristianismo y Justicia,
recoge estas opiniones con las que podemos iniciar un primer comentario, según la experien-
cia y percepción del problema que tenemos cada uno.
Podemos estar de acuerdo con el planteamiento que Jordi Balot hace en el Cuaderno an-
tes citado de Cristianismo y Justicia:
“Me atrevería a decir que aunque no aumentasen los presupuestos, sólo destinando los 30.000
ó 36.000 euros anuales que cuesta cada preso (entre 5 y 6 millones de pesetas) a recursos más
reducidos y, por tanto, más humanizadotes ya podría cambiar bastante el panorama. Mantener
centros pequeños, de recursos específicos para trabajar las problemáticas de las personas, o de
pisos con 3 ó 4 plazas, con educadores con dedicación exclusiva, sería mucho más eficaz,
desde el punto de vista educacional y de reinserción social, y tendríamos un gasto económico
mucho menor que el coste del sistema penitenciario actual. En todo caso no podemos olvidar
lo que dice José Luis Segovia cuando afirma que “si el problema de los presos es un problema
social, si queremos erradicar o al menos reducir notablemente la marginación tendremos que
modificar los factores sociales que la favorecen: las desigualdades educativas, las carencias y
desigualdades económicas, las carencias y desigualdades en la vivienda, en el equipamiento de
los barrios, etc.”
Esta última opinión ya la hemos analizado anteriormente en los puntos referidos a la “Preven-
ción para una nueva sociedad”
3.2.3. ¿Quiénes están en la cárcel?
La gran mayoría de la población penal actual (el 85%), como en algún momento del análisis
se recoge, es inmigrante o drogodependiente o detrás del hecho delictivo existe algún ti-
po de enfermedad mental o enfermedad social derivada del complejo mundo en el que vi-
vimos.
Si al problema de la emigración no se le da solución se criminalizará su situación en mu-
chos casos y se le envía a la cárcel. Pero si se afronta con valentía y justicia el problema
de los inmigrantes estaremos previniendo una situación aparentemente insostenible en los
próximos años.
Si el problema de las personas drogodependientes y colectivos más frágiles en el narco-
tráfico no se previene con recursos necesarios y eficaces, se seguirá penalizando el deli-
to, pero no afrontando la enfermedad del consumidor y por lo tanto a la cárcel.
Pero si, previo al delito, o a ser eslabón último de la cadena del narcotráfico, se afronta la
drogodependencia y su problemática socio-económica y de salud estaremos evitando que
muchas personas, sobre todo jóvenes, sean condenadas y por el contrario puedan encon-
trar solución a su problema de raíz.
Si el problema de los enfermos mentales y sociales se continúa dejando de lado, como
causa fundamental de muchos de los delitos que contempla esta sociedad, la cárcel segui-
rá aumentando una parte importante de sus penados.
Pero si se afronta la enfermedad mental o social en muchas de las personas que la pade-
cen, con recursos y medios adecuados, se evitará mucho doble sufrimiento en la sociedad
más afectada.
Si de esta manera se previene en muchas de las personas presas estaremos disminuyendo
sensiblemente la población penal y creando posibilidades y condiciones mucho más huma-
nizantes para el resto de penados.
3.2.4. Otras acciones de gran importancia
mentos mediadores.
reinserción.