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1.

El estudio de los signos


Sebeok, Thomas A. (1996)
Signos: Una introducción a la Semiótica
Paidós Comunicación #74
Barcelona 163 pp

Consideremos qué tienen en eomún estas diez situaciones:

• Un radiólogo detecta una silueta en una radiografía de pul-


món de un paciente y diagnostica cáncer de pulmón.
• Un meteorólogo observa una elevación de la presión baromé-
trica y 10 comenta en las predicciones del día siguiente tenien-
do en cuenta el citado cambio.
D Una antropóloga advierte complejos intercambios ceremonia-

les practicados entre miembros de una tribu; esboza analítica


e intuitivamente la forma de gobierno, la economía y la or-
ganización social del pueblo que está estudiando.
• Un profesor de francés muestra la fotografía de un caballo.
Un discípulo suyo americano dice: honre. El profesor asiente
y pronuncia: cileval.
• Una historiadora ojea la caligrafía de un antiguo presidente
y basándose en ella profundiza en la personalidad del sujeto.
D Un observador del Krernlin, en la antigua Uníón Soviética,
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constata la proximidad de un miembro del politburó al secre- medida del pez que pueda capturar está limitada por la morfología
taría del partido el Primero de Mayo, conjeturando así su po- de la red, pero este hecho no le convierte en especialista o experto
sición actual. en ictiología. El concepto de «sistemas de modelizaciófi)' ha sido
• Se introduce Una comprometedora huella dactilar como evi- muy importante para la seltÚótÍCa de la llamada escuela Moscú-Thrtu
dencia en un proceso judicial; el condenado es considerado desde la década de los sesenta, pero, por el hecho de proceder de
culpable ante tal evidencia. una representación de la lengua en estructuras lingüísticas. se ha
• Un cazador advierte en la nieve una serie de huellas de pezu- enfocado hacía la cultura de la e,dusión del resto de la naturaleza.
ñas con impresión de garras; el rastro de las patas delanteras En la antiquísima investigación filosófica de la realidad, se han su-
tiene 15 cm de largo y 13 cm de ancho; las medidas de las gerido dos puntos de partida alternativos: el de que la estructura
huellas de las patas traseras son 15 cm y 11 cm respectivamente. del ser está reflejada en estructuras semióticas que se constituyen
Hay excrementos esférieos a lo largo del rastro de entre 20 en modelos o mapas de la realidad, o por el contrario el de las es-
y 30 mm de largo y de 15 a 20 mm de ancho. El cazador de- tructuras semióticas variables e independientes en donde la reali-
duce, con un alto grado de probabilidad, que un alce adulto dad se convierte en la variable dependiente. Aunque ambos puntos
va trotando delante de él. de vista están rodeados por numerosas dificultades, una versión del
• Un hombre se siente observado fijamente por un perro que segundo, propuesta por el destacado biólogo alemán Jakob van Uex-
está gruñendo y ladrando, con la cabeza erguida y el cuello kül] (1864-1944) bajo el nombre de Umwelt-Forsc/nmg -traducida
arqueado, con los labios contraídos verticalmente y los dien- aproximadamente como «investigación en universos subjetivos})-,
tes al deseubierto, las orejas empinadas y curvadas hacia ade- está mucho más en consonancia con la semiótica moderna (así como
lante. El hombre llega a la conclusión de que está en peligro con la etología). La misma actitud fue expresada por Niels Bohr
inminente de ser atacado y en consecuencia toma las medi- cuando, al responder a la objeción de que la realidad tiene más fun-
das oportunas para escapar. damento que la lengua que le sirve de base, Bohr replicó: "Es tal
o Un pavo real se exhibe ante una pava impresionable, ella se nuestra incertidumbre en lo que a la lengua se refiere que no po-
gira rápidamente y se pone en cuclillas. El apareamiento es demos decir qué hay arriba y qué hay debajo» (French y Kennedy
inmediato. 1985, pág. 302). Los signos han adquirido su efectividad a través
dc una adaptación evolutiva a las extravagancias propias del signo
Todos los que estudiamos lasemiólica tenemos tendencia a dar y de la Umwelt de quien lo maneja. Cuando la Umwelt cambia,
a estos acontecimientos un tratamiento similar, a pesar de sus ma- estos signos pueden convertirse en obstáculos, y su transmisor ex-
nifiestas diferencias sustantivas de puesta en escena, reparto de per- tinguirse.
sonajes humanos o de personajes sin habla, y de muchas otras va-
riables. Lo que nos da derecho a hacerlo es una operación abstracta
que reduce cada episodio a un ejemplo de semiosis o a una acción Aproximación biológica al estndio de los signos
simbólica. Desde este punto de vista, la semiótica no versa en ab-
soluto sobre el mundo «reah, sino sobre modelos reales comple- De acuerdo con el incomparable filósofo y polimatemático Char-
mentarios o alternativos de él, y -como Leibniz pensaba- sobre les Sanders Peirce (1839-1914), quien acaba de ser llamado "el inte-
un número infinito de posibles mundos antropológicamente con- lecto más original y más versáril que han producido los america-
cebibles. De este modo, la semiótica no revela nunca qué es el mun- nos» (Fisch 1980, pág. 1) Yquien únicamente infundió nuevo rigor
do, sino qué circunscribe lo que podemos conoeer de él; en otras a la semiótica, la antigua doetrina de los signos, la semiosis impli-
palabras, lo que un modelo semiótico representa no es la «reali- ca de forma irreductible una relación triádica entre un signo, su ob-
dad» como tal, sino la naturaleza descubierta por nuestro método jeto y su intérprete. Este trío de términos y sus asociados tienen
de investigación. Es el intervalo entre «el libro de la naturaleza» armónicas resonancias filosóficas. Antes de enumerarlas, permíta-
y el descodificador humano en cuestión. La distinción podria ve- seme dar una definición general de semiótica y considerar sus com-
nir dada por el símil de un pescador cuando comprueba la red; la ponentes y algunas de sus consecuencias. La materia sobre la que
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versa la semiótica, de forma más cxtendida, es el intereambio de actúan como mediadores entre los órganos y entre ellos mismos (el
cualquier mensaje, sea cual fuere -en una palabra, la comunica- sistema inmunológico de defensa y el sistema nervioso central es-
ción. A esto hay que añadir que la semiótica está íntimamente rela- tán íntimamente entrelazados mediante un denso flujo de doble ver-
cionada con el estudio de la significación. La semiótica está clasífi- tiente); también una variedad de mensajes verbales y no verbales
cada, por otra parte, como disciplina impulsora de una ciencia conectan entre sí organismos en una red de relaciones así como con
integrada de la comunicación a la que su carácter de investigación el resto de su entorno. Como Fran<;ois J acob describió de forma
metódica de la naturaleza y de la. constitución de códigos otorga pintoresca (1974, pág. 320), la progresión ({de la organización fa-
un contrapunto indispensable. miliar al estado moderno, del grupo étnico hasta la coalición de
Un mensaje es un signo o una sucesión ensamblada de signos naciones, toda esta serie de integraciones está basada en una varie-
transmitidos desde un productor de signos, o una fuente, hasta un dad de códigos culturales, morales, sociales, políticos, económicos,
receptor o destino. Cualquier origen o cualquier destino es una en- militares y religiosos. La historia de la humanidad es más o menos
tidad viviente o el producto de una entidad viviente, tales como un la historia de estas integraciones y el modo en que se configuran
ordenador, un robot, un autómata en generala un ser sobrenatural y cambiam). La semiosis en un nivel superior en la jerarquía de in-
postulado, como cuando un chico (fuente) de rodillas (mensaje no tegraciones es irreductible a ese nivel inferior que denominamos fí-
verbal) suplica a su deidad (destino); "Pido al Señor que acoja mi sica (Popper y Bccles, 1977).
alma» (mensaje verbal). Es importante observar que solamente las El comportamiento semiótico incluso de las agrupaciones or-
cosas vivientes y sus extensiones inanimadas experimentan la se- gánicas más importantes, con diferentes estilos de vida, ha sido
miosis, que de ese modo se convierte en inspiradora necesaria, si estudiado de forma desigual. En la trama de la naturaleza, las plan-
no suficiente, de atributos discernibles de la vida. Por «cosas vi- tas son fundamentalmente los productores. Un estudio de su con-
\1enteS}) entendemos no solamente los organismos pertenecientes ducta comunicativa, bajo la denominación p/¡ytosemiotícs, comenzó
a uno de los cinco reinos, a saber el de Monera~ Protoctisa, Ani~ en 1981, cuando el semiótico alemán Martin Krampen publicó un
malia, Plantae y Fungi, sino también los componentes de sus panes perspicaz artículo programático bajo ese título. El polo opuesto de
jerárquicamente desarrolladas, empezando con una célula, unidad las plantas son los hongos, que actúan como agentes de descom-
semiótica mínima, correspondiente a cincuenta genes aproximada- posición; nuestro conocimiento de su comportamiento peculiar de
meme, o a miles de miles de millones (10 12) de átomos intrincada- semiosis es incluso más rudimentario. Hasta ahora el interes pri-
mente organizados. (Se omiten los virus porque no son ni células mario se ha centrado en los animales (zoosemiótica), los que ingie-
ni agregaciones de las mismas.) Nuestros cuerpos son ensamblajes ren, que están a medio camino entre ambDs. Según lo quc consu-
de células, aproximadamente cien mil miles de millones (10 1'), uni- man, pueden ser catalogados como herbívoros o como predadores;
das armoniosamente unas a otras a través de un incesante tlujo vi- su conducta nutriciona! puede marcar el camcter de su dependen-
tal de mensajes. El origen de las células nueleadas es un relato va- cia respectiva sobre la utilización del signo.
Es digno de destacar que el tráfico de mensajes en cuatro de
gamente comprendido de colaboración simbiótica y semiótica entre
los cinco reinos es exclusivamente no verbal. Únicamente se han
simples células, poblaciones de algas azules y de bacterias en apa-
encontrado mensajes verbales en los animales yen relación a ellos
riencia sin componentes internos, que evolucionaron menos de mil
únicamente en una sola de las sub especies existentes, el Hamo sa-
millones de años después de la formación de la Tierra (amplios ves-
piells sapiens. E! rasgo más distintivo de los humanos es que sola-
tigios de los mismos fueron recogidos en Groenlandia). Se cree que
mente ellos, por lo que a su vida terrestre respecta, tienen dos re-
las células simples se fusionaron para formar confederaciones com-
pertorios de signos a su disposición: el no verbal derivado, como
plejas de células que componían cada ser vivo. Ellas, a cambio, se se puede demostrar, de sus ancestros los mamíferos (en especial los
integran en órganos, los órganos en organismos que forman siste- primates) y otro de carácter verbal, fruto exclusivo de su condición
mas soctales de creciente complejidad. De esta forma, la física, la humana. Este Ílltimo constituye el tema fundamental de análisis
biología, la psicología y la sociología incorporan su propio nivel de una de las ramas más avanzadas de la semiótica, la /íllgüística
peculiar de semiosis. El código genético gobierna el intercambio de general, es decir, el estudio del intercambio verbal y de sus funda-
mensajes en el nivel celular: las hormonas y los neurotransmisores mentos gramaticales subyacentes.
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Una definición avanzada presupone, en este caso~ un productor se refiere, el impacto de los fotones en la retina afecta diferencial-
de mensajes, una fuente y un receptor del mensaje, un destino. En mente a la capacidad del pigmento rodopsín, que llena los fIlamen-
los ejemplos anteriores, tanto las fuentes como Jos destinos, sean tos para así poder absorber la luz de las diferentes longitudes de
actuales o no, adoptan los mismos papeles que entre un físico y onda, condición indispensable para el principio de invariabilidad.
su paciente; entre un etnógrafo y quien le in forma; entre un profe- Las vibraciones acústicas y táctiles, así como los impulsos distri-
sor y un alumno; entre un historiador y una figura pública poste- buidos vía sentidos térmicos, acaban siendo transformados en men-
rior; entre un alce y su cazador; entre un perro y su víctima poten- sajes electroquímicos. Los humanos y también muchos olros ani-
cial; entre un pavo y una pava. El barómetro leído por un hombre males están unidos rutinariamente mediante un número de canales
del tiempo es un instrumento de observación confeccionado por de forma simultánea o en sucesión. El proceso paralelo de los men-
el hombre, perteneciente a ese tipo de inventos cautivadores! como J sajes introduce un grado de redundancia, en virtud de la cual se
por ejemplo, una cámara de burbujas, construidos para convertir convierten, más que en errores, en un tipo de recepción minimiza-
los mensajes inefables en lo contrario. De esta forma ningún físico da; sin embargo es también posible que mensajes colaterales se con-
puede «vem realmente partículas subatómicas, ni siquiera ayuda- tradigan UnOS a otros; así una figura retórica como la ironía actúa
do incluso del más poderoso microscopio electrónico (o del más en un discurso hablado o escrito, como la astuta entrada principal
complejo acelerador-detector), sino únicamente (en el caso más sen- de un refugio de gatos se proyecta en zoosemiótica.
cillo) las burbujas más insignificantes de hidrógeno producidas por
ellas -las gotas de vapor en la caldera «representam) o, lo que es
lo mismo, modelan sus interacciones. Por lo que respecta al mode- Mensajes
lo dermatoglifo presentado al tribunal, funciona como un mensaje
sinecdótico por contigüidad, por lo que a la presunción de inocen- Se desconoce CÓmO la mayoría de las fuentes generan -o, para
cia de un criminal se refiere, utilizar un término menos sobrecargado, formulan- un mensaje.
En cualquier tipo de transacción, es necesario asociar la fuente Los seres humanos son capaces de emilir Una cantidad enorme de
a un destinatario mediante un canal: la variedad de las citadas vías nuevos mensajes apropiados a una variedad indefinida de contex-
está supeditada a la forma de actuación sensorial y especifica de tos, pero las complejidades electroquímicas de su entrenamiento ini-
cada uno de ellas. Esta situación fue claramente resumida por Geor- cial, realizadas a través de esa compleja trama conocida como ce-
ge Dalgarno (el autor escocés de Ars sigllorum, un fascinante tra- rebro, sigue siendo un enigma, De forma sencilla, sin embargo, el
tado de semiótica de mediados del siglo xvn): «Es cierto», escribió mensaje en tanto que formulado debe sufrir una operación trans-
en 1680, «que lodos los sentidos son Inteligencias para el alma en ductiva para así poder ser exteriorizado de forma apropiada al ca-
mayor O menor grado, por esto tienen límites distintos, y Objetos nal o canales seleccionados para unirse a sus destinatarios. Esta
de carácter propio asignados por la naturaleza y lo que es más, eUa transformación neurobiOlógica desde una forma de energía a otra
es capaz de utilizarlos incluso en las Nociones más abstractas y en es conocida como encodíng. Cuando el destinatario detecta yex-
instituciones Arbitrarias». Dalgarno añade que «la naturaleza pa- trae los mensaje.s codificados del canal, otra transducción, seguida
rece haberse ajustado, pensando en su propio beneficio, a dos de de una serie de ulteriores transformaciones, debe producirse antes
ellas: La Vista y el OídQ». Esta visión es superficial. La mayoría de que tenga lugar la interpretación. Esta reconversión se conoce
de los mensajes más antiguos son de tipo molecular, y es el canal como decodíl1g. Codificación y descodificación implican la exis-
químico el que prevalece. Tres de los niveles jerárquicos de control tencia de un código, de un conjunto de reglas claras según las cua-
endosemiótico básico están regulados respectivamente por los có- les los mensajes son susceptibles de convertirse de una representa-
digos genético y humoral, así como por reacciones inmunocelula- ción en otra. El código es lo que supuestamente tienen en común,
res, y (desde la aparición de las esponjas) por un extenso número sea de forma completa o parcial, de hecho O por asunción, las dos
de péptidos presentes en el sistema nervioso central que funcionan partes que intercambian un mensaje. Al utilizar el famoso progra-
como neurotransmisores. Los sentidos del gusto y del olfato son, ma para ordenador de Joseph Weizenbaum, llamado Eliza, obser-
del mismo modo, semioquímicos. Incluso, por lo que a la visión vamos cómo Jos interlocutores humanos tienden a proyectar sim-

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patía, interés, e inteligencia sobre Eliza, como si se tratase de un El filósofo neokantiano del siglo xx Ernst Cassirer (1874-1945), por
psicoterapeuta. En realidad, Eliza «no sabe» nada. Una falacia si- ejemplo, defendía el hecho de que ambas nociones pertenecían a
milar sobre códigos compartidos es el tema de la brillante novela diferentes universos del diseurso, y consideraba que «un signo es
corta de Jerzy Kosinski Being T/¡ere (y de la película fielmente bao parte del mundo físico y un símbolo parte del mundo humano del
sada en ella) en la que un jardinero analfabeto y retrasado posee significado» (Cassirer, 1944, pág. 32). Apreciaciones minimalistas
poderes gnósticos superiores, ya que él -que es esencialmente una como éstas son lejanas e imprecisas como para resultar de alguna
página en blanco- imita, repite y responde en los códigos interac- utilidad, como Peirce demostró a través de sus voluminosos escri-
tivos de cada uno de sus compañeros conversacionales. cualquiera tos. Para Peirce, el signo era Un concepto genérico, del que existen
r que sea la lengua nativa propia de sus comunidades. un gran número de especies, que se multiplica a partir de una base
Los receptores interpretan los mensajes como una amalgama de tricotómica de icO/u~ índice y s{mbn!n, cada uno definido de acuerdo
dos inputs combinados de modo inextricable: el signo físico desen· con esa relación de categoría signal con su objeto en un contexto
cadenante, o ]a señal en sí misma, aunque inevitablemente mode- particular.
lada por el contexto. La última desempeña un papel cardinal, a pesar Para clarificar lo que es un signo, es útil comenzar con la fór-
de que el concepto ha eludido la definición. También se desconoce mula medieval aliquid stal pro aliquo, extendida por Peirce aproxi.
cómo los destinatarios «tienen en cuenta)} el contexto. En semióti~ madamente en 1897, según la cual algo está para alguien por otra
ca se utiliza ampliamente el térmiuo como modo de aproximación cosa, dependiendo de su capacidad. A la noción clásica de substi-
a los mensajes precedentes (presuposiciones anafóricas), ya los men- tución aparecida en esta frase -Roman Jakobson la llamó renvoi,
sajes probablemente subsiguientes (implicaciones catafóricas), así traducible Como referral- Peirce le añadió el criterio de interpre-
como al ruido ambiental y semántico, lodos ellos filtrados por una tación. En este punto, miremos con especial detenimiento el ciclo
memoria de breve y largo plazo, genética y cultural. tricotómico objeto-signo·intérprete aludido anteriormente, y paré·
monos a considerar el «alguien;> de Peirce~ el destínatano o recep-
tor del mensaje.
El signo La distinción inicial entre objeto (O) y el signo (S) suscita pro-
fundas cuestiones sobre la anatomía de la realidad, e incluso sobre
Estos seis factores clave -mensaje y código, fuente y destino, su mera existencia, pero no hay nada que aproxime a un consenso
canal y contexl0- separada y conjuntamente constituyen el rico sobre estos enigmas a los físicos, dejando, de esta forma, solos a
dominio de las investigaciones de la semiótica. Sin embargo la no- los filósofos. Una implicación obvia de esta postulada dualidad es
ción central sigue siendo el sigilO. Este término ha sido definido el hecho de que la semiosis requiere como mínimo dos actores: el
de múltiples formas desde su introducción en la antigua Grecia. En observador y el observado. Nuestra intuición de la realidad es con-
semiótica médica, por ejemplo, el signo Se utilizó conjuntamente secuencia de una interacción mutua entre ambos: el mundo priva-
con, o más bien en oposición al si'ntoma, al menOS desde Alcmeón, do de sensaciones elementales de Jakob van Uexküll (Merkzeichen,
Hipócrates y especialmente Galeno (130-200 d.C.). Los médicos sue· «signos perceptuales») asociado a sus transformaciones significa-
len distinguir entre 50ft dala, o signos subjetivos, síntomas flexi· tivas en impulsos activos (Wirkzeichell, «signos operativos») y el
bIes, queriendo referirse en este caso a cualquier cosa que el pa- mundo fenomenal (Ulllwell), es decir, el mnndo subjetivo que cada
ciente relate verbalmente sobre sus sentimientos (<<Me duele el animal presenta coma modelo de su entorno «verdadero» (Natur,
pecho») o de forma de no verbal ('<gemidos mientras se señala el pe- {{[ealidad») que únicamente se revela a sí mismo a través de signos.
chO»); y hard data o signos objetivos, a los que los médicos llaman Las reglas y leyes a las que aquellos procesos relacionados con el
en realidad «sigllo!il), refiriéndose a cualquier cosa que el fisico apre- signo -a saber, la semiosis- están sujetos, constituyen las únicas
cie a través de sus ojos u oídos (un esputo sanguinolento y ruidoso) leyes auténticas de la naturaleza. «Así como la actividad de nues-
o mediante sus instrumentos (una sombra en una radiografía). Mu- tra mente es el único fragmento de la realidad conocida para naso·
chos filósofos utilizan también el término signo; sin embargo son tros», argumentaba en su gran trabajo, Tf¡eoretícal Bíology, «sus
no pocos los que lo contrastan con símbolo más que con s¡jltoma. leyes son las únicas que tienen el derecho a ser llamadas leyes de
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la naturaleza» (Uexküll 1973 [1928], pág. 40). La versión de cual- nes del sustantivo inglés horse. Podrían ser sinónimos (parciales)
quier observador de su Umwelt será la de un único modelo del mun- tales como coit, gee-gee, geldiflg, hinny, mare, POflY, stallion, stud,
do, que es un sistema de signos constituido a partir de factores ge- thoroug{¡bred -y no digamos nada de heroína- donde el intér-
néticos unido a un cocktail de exeperiencias, entre las que se incluyen prete podría ser una reproducción monolingüe, incluyendo defini-
las expectativas del futuro. Un hecho vital complicado es el de que ciones estándar del diccionario, tales como la del Oxford English
el simple acto de la observación suponga un vínculo residual que Dictionary: "Un animal ungulado perisodáctilo cuadrúpedo... que
distorsione el sistema en observación. El ingrediente esencial de la tiene una crin ondeante y una cola, cuya VOz es un relinchQ». Otra
mente, o nutrientct podría muy bien ser la observación, pero para de sus interpretaciones es el nombre científico Equus Przewalski
adquirir información sobre cualquier lema se requiere, vía una com- caballus, como lo son también todas las traducciones equivalentes
pleja cadena de eslabones, la transmisión de los signos desde el ob- que del término se han hecho (aproximadas) a signos verbales en
jeto de imerés hasta el sistema nervioso central del observador. Su otras lenguas, tales como elleval, Pferd, losad, hevonen, y así suce-
consecución, por otra parte, tiene lugar de manera que esta influ- sivamente. Referencias históricas, tales como Bucephalus, Moroc-
yellte acción reaccione sobre el objeto en observación de manera ca, Clever Hans, y todos los Lippizaners de la Escuela española de
tal que perturbe su condición. En resumen, el cerebro o la mente, equitación de Viena convergen aquí, así como también representa-
que son en sí mismos un sistema de signos, están unidos al supues- ciones !iteradas como «Houyhnhrnru;¡¡ de Dean Swift, la obra Equus
to mundo de los objetos, no simplemente por selección perceptual, de Peter Shaffer, la saga Sí/ver Blaze de Conan Doyle, Brunellus
sino por casi eliminación de ¡nputs físicos -estimulas sensibles- de Eco, y un conjunto de tratados científicos tan diferentes COmo
de los que podemos asegurar que el único conocimiento que de ellos la disquisición de Jenofonte titulada La equitación, la PSYc/lOlogie
pueden tener los animales es a ciencia cierta el de «misteriosa vi- der PIerde l/nd der Dressur de Stefan van Maday, y el penetrante
sión que proporciona el crista!», los signos. Si existe una realidad ensayo de E. H. Gombrich «Meditations on a Hobby Horse». Trans-
más allá de los signos -quizás aquello que Heráclito denominaba mutaciones intersemiólÍcas en signos no verbales incluyen graba-
logos, la estructura repetible que asegura su unidad ideal y su esta- dos innumerables y conocidos en todo el mundo, así como pintu-
bilidad a cualquier objeto, y a la que el topólogo francés René Thom ras de caballos (en especial los de las cuevas de La Magdalena),
(1975) y yo mismo recuperamos como "forma})- es algo de lo que esculturas (desde la época del Neolítico en adelante, incluyendo los
la humanidad nunca podrá estar segura. Como Heráclito apuntó de la tradición china desde Lung-Shanl, los frisos escitios, los cen-
de forma tan elocuente: «Nunca podríamos descubrir los límites tauros griegos, así como retratos modernos de cine tales como Na-
del alma, aunque para ello tuviéramos que recorrer todos los cami- lional Velvet y The Block Slallion. Finalmente, por supuesto, cual-
nos; tal eS la profundidad de su forma». En resumen, este razona- quier caballo «reah) que señale, podría ser, en virtud de ese gesto,
miento nos permite volver a escribir O como So", de manera que un signo indexical, O un ({objeto de experiencia directa desde el mo-
la doble distinción inicial se resuelva en una única de entre dos ti- mento en que dirige su atención hacia un objeto que es la causa
pos de signos. de su presencia», un intérprete. No hay duda de que un sinónimo
¿Qué sucede con el tercer correlacionan te, intérprete de Peirce intralingual, un extenso discurso, o bien una paráfrasis de cualquier
(yo)? ¿Qué quiso decir con estc concepto tan discutido (y a veces signo enriquecerán la comprensión del objeto que representan, asl
incluso incomprendido)? Una verdadera, aunque no sencilla, defi- como sus traducciones interlingüísticas y las transmutaciones in-
nición canónica del mismo podemos encontrarla en sus escritos. tersemióticas. Todos y cada uno de los intérpretes posteriores tien-
Peirce deja muy claro que cada signo detennina un intérprete «que den a aumentar la comprensión y a concederle una oportunidad
es un signo en sí mismo, (dc manera quc) nos encontramos con un a una cascada de innovaciones semánticas y por tamo de cambio.
signo superpuesto a Otro». Apunta también que un intérprete pue- (Otra manera, más técnica, de abordar esta cuestión es la de que
de ser, bien un signo equivalcnte o bien «quizás un signo más desa- cualquier explicación metalingüística que explique un objeto de la
rrolladm), que eS donde la novedad penetra en el sistema, permi- lengua es siempre más rica que la última.)
tiéndonos incrementar la comprensión del objcto lnmediato. Para En resumen, se deduce de la forma en que Peirce observa el sig-
ilustrar todo esto, seria de utilidad ponderar algunas interpretacio- no que la primera distinción, así como la segunda, Se resuelven a
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sí mismas en dos tipos de signos. a saber. S y 8 ft" Una vez más~ periencia, para Ser aprehendida, debe ser primero remojada, mol-
éstas son sus palabras: un signo es todo aquello «que determina dea.da y ~azonada por un caldo de signos. Por este motivo, este tipo
algo más (su intérprete) para referirse a un objeto al que él mismo
se refiere (su objeto) del mismo modo, el signo se convierte a cam-
de Ideahsmo puede ser llamado ¡ddealismo semiótico» , seeún la-
acertada designación del filósofo David Savan (1983). Además, pa-
bio en un signo, y as! ad inJinitunm. rafraseando a Savan, el idealismo semiótico se nos presenta con dos
sabores, fuerte o radical y apacible o tolerante; entre ambos él se
inclina haCÍa el segundo, a saber, ¡da tesis de que ladas las p;opíe-
Signos y ¡¡realidad" dades, atributos o características de todo lo que existe dependen
del sistema de signos, representaciones o interpretaciones a través
Si los objetos son signos en regresión indefinida hacia un hipo- de las cuales adquieren significado». Sin tener que manifestarnos
tético lagos, y si los intérpretes son signos en dirección progresiva necesariamente a favor de esta o aquella tendencia del idealismo
hacia la última desintegración de la mente, ¿queda algo que no sea -solamente las posiciones realistas están, en mi opinión, despro-
signo? ¿Qué sucede con ese «alguiem) mencionado por Peirce, el vistas de interés- está claro que finalmente toda semiótica está en
observador o el intérprete de sucesivas acciones de signos? En un relación con el papel de la mente en la creación del mundo o de
celebrado artículo que publicó en 1868, Peirce anticipó y respon- sus constructos físicos, además de con una vasta aglomeración de
dió a esta pregunta, en oposición al hecho de que ¡da palabra o impresiones de los sentidos.
signo que utilizan los humanos, son los mismos seres humanos)" En 1984 fui oyente en una conferencia internacional sobre el es-
lo que es pretender que el signo humano y el signo externo sean tado del arte, patrocinada por la Universidad de Indiana y la Na-
idénticos, en el mismo sentido que las palabras hamo y man son tional Endowmenl for Humanities. El tema a debatir era si la se-
idénticas. «Así mi lengua es la suma total de mí mismo, puesto que miótica es un eampo o una disciplina -cuestión que Umberto Eco
el hombre es el pensamiento.» En definitiva, el ¡¡alguiem> es tam- había sugerido en un discurso pronunciado diez años antes en el
bién un signo o un texto. ¿Qué facultad de procreación comparte campus de Indiana. La mayor pane de los ponentes eran especia-
el ser humano con otras formas de vida'? Peirce demostró que in- listas en una o más de las complejas ciencias históricas que los fran-
cluso esta capacidad es inherente a los signos; algo paralelo fue ela- ceses llaman les sciences humaines. El moderador designado era
borado por Thom (1973). Los signos llegan a ser únicamente me- el ilustre y escéptico antropÓlogo social inglés sir Edmund Leach,
diante el desarrollo de otros signos. quien habia detectado intervenciones indebidas en las presentacio-
La posición anunciada en los párrafos anteriores, según la cual, nes, señalando a los ponentes que (¡otros estuvieron allí antes que
en cierto punto del ciclo de la semiosis, hay objetos entre los que vosotros». Por lo que respecta a esto, estuvo indudablemente acer-
se encuentran observadores conscientes o intérpretes -ta1es como tado. La preocupación obsesiva por los signos data desde la apari-
las personas, las marsopas y quizá las fobias- y, en otro momento ción del más dramático de todos los estadios en la evolución de los
del ciclo, intérpretes. Ambas clases de signos son familiares en la homínidos, la apariciólI de los signos verbales y los cambios en el
tradición filosófica. Esta posición que a ciencia cierta se deriva del acopio de información y transmísión que acompañó esa transición.
pensamiento de Peirce, una vez desechada una consideración que La misma preocupación por los signos se hace evidente en la infan-
él tomaba como un hecho, que «el universo entero... está represen- cia y el desarrollo del niño. Cuando mi hija de cinco años me pre-
tado por medio de signos, si no está compuesto exclusivamente de guntó: ¡¡Papá, ¿qué hace exactamente el Ejército de Salivación'?»
signos», es conocida como idealismo; lo mismo sucede con aque- y cuando otro niño de siete años se preguntaba cómo Drácula pudo
lla otra posición de carácter particular, llamada a veces ¡<idealismo haber sido asesinado por un ¡¡filete)} clavado en su corazón, COm-
conceptual", que mantiene que nuestra visión de la realidad, a sa- prendí que no iba a ser transportado a las enmarañadas espesuras
ber, nuestra Umwelt, supone una referencia esencial a la mente (Oe- de la filantropía o a Transilvania, sino a aquel loclIs classicus de
müt) en su constitución. Corno insistía Kant -y, por supuesto, tanto signos en acción, la paronomasia.
Peirce como Jakob van Uexküll habían asimilado ampliamente los Para concluir este capitulo inicial, ulIa advertencia. Decir que
principios kantianos- (da experiencia pura» eS inalcanzable; la ex- la semiótica es una ciencia «humanan o «histórica» podría muy
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bien perpetuar una ilusión. De acuerdo con al menos una versión 2. Seis especies de signos
de teoría cuántica, la importante rendición imaginativa de la cono-
cida interpretación de Jobn Archibald Wheeler, de la Escuela de
Copenhagoe, el pasado es teorla, o incluso otro sistema de sign.os;
éste (<00 tiene existencia sino en los registros del presente». A nivel
semiótico construimos el pasado de la misma manera que el pre-
sente y el futuro.

En este capítulo examinaré en primer lugar los rasgos que ea-


racterizan a los signos. A continuación esbozaré una tipología de
seis «especies)} básicas de signos que reflejen los tipos de signos iden-
tificados con más asiduidad y empleados con más frecuencia por
los semióticos.

Características generales de los signos

El signo es bifaCÍal

En 1305, en su tratado inacabado De vulgari eloquentia (1957,


pág. 18), Dante profirió esta formulación del concepto de signo (ver-
bal): {¡oc equidem signum ... sellsuale quid esto in quantulII SOI1US
es!: rationale vera, in quantul1J alíquid signij1care vide/ur ud pIad-
tumo Esta repetición está muy en consonancia con prácticamente
todos los modelos de la estructura intrínseca del signo que, con ma-

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