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La predicación en la

Iglesia: didascalia
evangeluorum
Por: David Romero
Introducción
El mundo de la predicación en nuestras iglesias es como una selva más
o menos virgen, siempre intrincada, donde se pueden encontrar todas
las especies de la fauna y todas las sorpresas (Iniesta, Alberto,
Teopraxis. Ensayo de Teología Pastoral, Colección Pastoral 11, Sal
Terrae, Salamanca, 1981, 64).
Indaguemos todo lo que se da en una celebración eucarística…
Importancia entre palabra pastoral y celebración sacramental, la
colaboración de toda la comunidad cristiana en la predicación cristiana,
aunque el CIC diga que es responsabilidad del clero.
Palabra activa y acción elocuente
En la antropología cultural dentro de las culturas primitivas acontece la
referencia de hablar de bendición y maldición. De esta forma se separaron
los roles, destacando a los hechiceros, ancianos, patriarcas, sabios,
sacerdotes, etc. Más, la creencia de la fuerza transformativa de la palabra.
Esta lógica está presente en la vida cotidiana, donde las acciones humanas
poseen una intención simbólica, global, profunda y total.
Nunca separar al ser humano (cuerpo y alma), donde la palabra se une al
acto, gesto y movimiento: rostro sonriente, abrazo, poner silla, ofrecer un
vaso con agua, etc., ya sean espontáneas o normativas culturales.
En el AT Dios se muestra como palabra – acción. En Jesús es palabra –
transformación: «Quiero: sé limpio, sígueme; levántate y anda; tomad y
comed; haced esto en memoria de mí; yo os enviaré el Espíritu; yo os
envío...».
Palabra activa y acción elocuente
En Jesús, su palabra es eficaz, esperanza por la fuerza de la acción:
exhortación, iluminación, conversión, amor del Padre.
Jesús de Nazaret toca, besa, abraza, unge, lava los pies, da de comer; y cada
acción es una lección para sus discípulos. Por ello, la Iglesia baña, unge,
acoge, abraza, reviste, ilumina, eleva, perfuma, se postra, se arrodilla,
impone las manos, adorna la mesa, ofrece, comulga, bendice...; pero
especialmente debe aprender a servir, trabajar, compartir el pan, celebrar
juntos, llorar y alegrarse juntos. Esta es la manera eficaz de la palabra hecha
vida en la cotidianidad del pueblo.
Predicación y celebración

La predicación litúrgica no es un discurso académico, ni una clase


de religión, ni siquiera una catequesis, sino que circunscribe
dentro de un contexto de celebración cristiana.
Se trata de infundir en quiénes escuchan palabras de testimonio,
experiencias profundas de solidaridad cristiana, ofrecimiento de
alegrías o solidaridad con las tristezas de la comunidad. Y aunque
no es fundamental, pero si es importante mostrar un rostro y
elocuencia que verdaderamente tenemos fe en lo que decimos y
celebramos. Esto es lo que más respiran y palpan los
observadores.
Predicación y sacramentos
En toda misa se predica y a veces hasta llegar a instrumentalizar la misa
para comunicar todo a los fieles. O a veces es incompatible con la
predicación el sobrecargo abundante de misas en el Domingo. Esto nos lleva
a proponer lo siguiente:
1. La palabra debe estar contenida en la Sagrada Escritura que se esparce
en los sacramentos, es una unión entre los que Dios anuncia y lo que
realiza, entre la promesa y el don, entre la palabra y la obra salvadora.
Por eso el ritmo normal de una celebración debe ser Escritura,
Predicación y Sacramento o Acción de gracias.
2. Esto conlleva que el celebrante debe tener un conocimiento sólido de la
Escritura ( con expresiones amistosas, cordiales y vitales) y los
sacramentos para dirigir o caminar junto con su pueblo.
Predicación y sacramentos
a) Conocimiento de la Escritura: estar atento de las corrientes actuales
de exégesis y hermenéutica o saber usas las concordancias bíblicas;
pero no olvidar que no se trata de dar clase de Biblia. Hay en la web
un buen recurso: CUADERNOS BIBLICOS (mercaba.org). El centro no
es la exégesis, sino la humildad, la fe, la pregunta, el reto, fidelidad
más que condenación, etc.
b) Conocimiento de los sacramentos: los sacramentos (su rito) tiene más
a saber medieval o monástico. Hay que conseguir los rituales más
actualizados. Se trata de presentar la teología sacramental, explicada
en sentido popular para buscar la espiritualidad sacramental y el
aspecto mistagógico (doctrina oculta)
Predicación y sacramentos
c) Conocimiento del pueblo: el predicador debe conocer el contexto
habitual de su comunidad: problemas principales, vida, trabajo,
fiestas, costumbres, etc. Compartir con el pueblo es convivir más
tiempo con ellos (hacerse amigo, hermano, confidente, padre, madre,
abuelo). Desde ahí, la semilla del Reino será más eficaz, cuando se
habla el mismo lenguaje.
d) Conocimiento de los medios de expresión: recordar que la oratoria
también es un arte y todo arte tiene su oficio, experiencia,
perfeccionamiento, límites. No se trata de oratoria académica o
cursilerías; pero si organizar ideas (guion, síntesis), vocalizar, no soltar
explosiones de ira, espontáneos sentimentalismos. Hay que aprender
a respetar al pueblo de Dios. Y el celebrante debe estar visible
Predicación y corresponsabilidad eclesial
La organización de la Iglesia está configurada por parroquias, donde todo el
pueblo de Dios posee la corresponsabilidad de dirigirla y con ella saber
dirigir la predicación. Conviene conocer algunos aspectos claves pastorales:
- El pueblo interviene sencillamente en torno al texto bíblico leído, hay que
aprender a desinhibir el ambiente comunitario y mostrar mensajes cortos,
pero profundos, de tal forma que sean fácil su retención a mediano plazo.
- Motivar a leer los textos del domingo siguiente (innivar con la tecnología),
proponer un buzón para mejorar la predicación (tema, actitudes, servicio,
atención, etc.). Y más que estimular la colaboración monetaria, introducir
el servicio desinteresado y la solidaridad entre comunidades.
Predicación y corresponsabilidad eclesial
- Lo ideal es formar a un grupo habitual de seglares para preparar la
homilía, introduciendo temas de coyuntura o motivación para las
comunidades y no reducirlo a moniciones, lectores. Ofrendas, etc. Esto
mismo puede ayudar en casos de un funeral, bodas, bautizos, etc.
- Las moniciones no deben estar cargadas de conocimiento bíblico, sino
fundamentalmente de experiencias, comentarios de la realidad, búsqueda
de la justicia local, regional o mundial.
Altavoces de Dios – “Micrófono de Dios”

Uno de los retos más grandes de la pastoral es la innovación,


imaginación y audacia suficiente para buscar espacios no
sacramentales para renovar la fuerza de la Palabra (cultura, arte,
dinámicas de participación, etc.,). No existe en el mundo un
instrumentos de transmitir un mensaje que la homilía. Ningún político
en el mundo posee millones como auditorio.
La liturgia debe pasar del rito al modo de vivir, sin descuidar el acto
celebrativo y salvífico que implica.

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