Un esguince de tobillo es una lesión que se produce cuando te
doblas, tuerces o giras el tobillo, esto puede estirar o desgarrar las bandas resistentes de tejido (ligamentos) que ayudan a mantener los huesos del tobillo unidos. Los ligamentos ayudan a estabilizar las articulaciones evitando el movimiento excesivo. El esguince de tobillo se produce cuando se fuerzan los ligamentos más allá de su amplitud normal de movimiento. CLASIFICACIÓN GRADO I Los ligamentos se estiran, y puede haber un desgarro ligero o microscópico de los tejidos del ligamento, con poco dolor, hematoma nulo o escaso y sin inestabilidad objetivable. GRADO II Suele observarse una equimosis y hematoma, con dolor localizado en la zona externa y algún grado de inestabilidad al andar o estar de pie. Los signos inflamatorios son moderados. GRADO III Los ligamentos están totalmente desgarrados, probablemente necesitará usar una férula, yeso o aparato ortopédico durante varias semanas, y puede necesitar cirugía para esta herida grave, especialmente en personas más jóvenes o activas. Los signos inflamatorios y el dolor son importantes. SINTOMAS Los signos y síntomas de un esguince de tobillo variarán según la gravedad de la lesión. Es posible que incluyan los siguientes: •Dolor, en especial cuando soportas el peso sobre el pie afectado •Sensibilidad al tocar el tobillo •Hinchazón •Formación de moretones •Amplitud limitada de movimiento •Inestabilidad en el tobillo •Sensación o sonido de chasquido en el momento de la sesión. Pruebas y procedimientos comunes Examen físico: Se examinan el tobillo, el pie y la parte inferior de la pierna para verificar si hay sensibilidad, rango de movimiento y posiciones que causan molestias. Rayos X: Para descartar fracturas óseas. Imágenes por resonancia magnética (IRM): Para obtener imágenes detalladas de las estructuras internas blandas del tobillo. Tomografía computarizada: Para obtener imágenes muy detalladas de los huesos. Ultrasonido: Producir imágenes en tiempo real que evalúen el ligamento cuando el pie está en diferentes posiciones. Diagnóstico El diagnóstico debe basarse en una correcta anamnesis y en una exploración lo más precoz posible del tobillo lesionado, ya que en pocas horas aparece un importante edema y una contractura antiálgica que nos va a hacer muy dificultosa, en ocasiones imposible, una exploración reglada y fiable. Debemos prestar especial atención si existe el antecedente de esguinces anteriores y si éstos fueron tratados correctamente, si existía un tobillo inestable previamente (recordemos que existe el doble de probabilidades de tener un segundo esguince en un tobillo con un esguince previo). Es importante conocer la posición que presentaba el pie y el tobillo cuando se produjo la lesión (pie apoyado, en el aire, flexionado, en extensión, etc.), saber cómo ocurrió la lesión, si existió dolor (inmediato, brusco, intenso), si el sujeto sintió algún crujido, si pudo seguir realizando la actividad que estaba realizando (partido, marcha, etc.), si presentó tumefacción y equimosis, si apareció hinchazón, dónde se localizó inicialmente y si se produjo una impotencia funcional, absoluta o no. Tratamiento. La primera fase corresponde a la aplicación de reposo, hielo, compresión, protección y elevación del miembro afectado En esta fase el paciente debe evitar el apoyo durante 48-72 horas, se aplicará hielo en la zona lesionada y se aplicará un vendaje funcional para disminuir el edema. Una pauta adecuada sería aplicar hielo, no de manera directa sobre la piel, durante 20 minutos, dejando dos horas de descanso entre aplicación y aplicación. La protección y la compresión se obtienen mediante la aplicación de un vendaje funcional. Tras 48-72 horas se inicia la segunda fase del tratamiento, que durará una-dos semanas. Si el sujeto no presenta dolor debemos iniciar la deambulación con bastones, de manera que el pie apoye en el suelo, pero no soporte carga. Esto incide en una mejor rehabilitación propioceptiva posterior, así como en una mejor y más funcional cicatrización de la lesión.
Ejercicios ante un esguince
Realizar ejercicios de movilidad del tobillo en las 4 direcciones buscando recuperar la movilidad completa. Realizar ejercicios de fortalecimiento mediante una banda elástica. Trabajo de musculatura plantar arrugando toalla, hacer gesto despacio llegando a la flexión máxima sin dolor y arrugar de nuevo. Automasaje plantar con pelota de tenis o golf, movilizar de manera suave de dedos a talón.