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cargo
MANUEL
CRUZ
La pregunta por la responsabilidad se ha dicho más de una vez se deja descomponer en
varias subpreguntas:
¿Quién es el responsable?
¿De qué es responsable?
Primera respuesta donde buscar: es que se es responsable de aquello que se hace. De aquí
se desprende la naturaleza de la acción y el contenido que se le atribuye a ese señalado
obrar.
https://redaccion.lamula.pe/2020/05/10/gremios-medicos-piden-desde-expulsion-de-la-orde
n-medica-hasta-renuncia-de-zamora/jorgepaucar/
El no hacer
Es claro que en la base de la idea de omisión hay otra idea que conviene explicitar: existe un
curso de los acontecimientos tal que de no mediar la intervención de la acción humana tiende a
su consumación. Cuando se pone el ejemplo habitual de la obligación de ayudar en caso de
accidente automovilístico, se está dando por supuesto que la denegación de ayuda, la acción
por omisión en este caso, no es indiferente, puesto que … es muy posible que la situación de
los accidentados heridos empeore si no se les atiende de inmediato, etc.
https://www.google.com/search?q=la+tierra+explorada&tbm=isch&ved=2ahUKEwjfmr_214nqAhX0MbkGHRKRC
OcQ2-cCegQIABAA&oq=la+tierra+explorada&gs_lcp=CgNpbWcQAzoECAAQQzoCCAA6BQgAELEDOgQIABAeOgYI
ABAIEB46BAgAEBhQ2-ICWMGWA2DElwNoDHAAeAKAAesCiAG-H5IBCDAuMi4xNC4ymAEAoAEBqgELZ3dzLXdpei
1pbWc&sclient=img&ei=zXzqXp-AA_Tj5OUPkqKiuA4&bih=576&biw=1349&rlz=1C1CHZL_esPE701PE701&hl=es
La ocupación del planeta, en efecto, ha concluido. De esta constatación, difícilmente
discutible, se pueden extraer conclusiones de diferente naturaleza. Puede concluirse
que ya no hay adónde escapar, expectativa romántica que todavía mantenía en autores
recientes alguna virtualidad transferida al plano del pensamiento con otros ropajes, o
puede concluirse que la nueva realidad hace patente algo conocido de antiguo, pero
que permanecía semioculto, tapado por las apariencias, a saber: que no hay más
auténticas aventuras que las interiores (incluso cuando se desarrollan en escenarios
naturales). Vertiendo la figura a los términos del presente discurso: ahora vemos que
la acción humana desemboca necesariamente sobre sí misma.
La posibilidad imposible
La historia de la humanidad no es en el fondo otra cosa que el relato de la formidable
tarea de ampliar los confines de la propia experiencia, de hacer crecer los límites del
mundo.
El hecho de que las personas se planteen algo es un indicio de su posibilidad. Pero querer
ampliar los confines de la propia experiencia, es indicio de una posibilidad radical, esto
es, de una posibilidad que aparece ante sus contemporáneos tan deseable como
inalcanzable. En pocas palabras, como una posibilidad imposible. De esto es de lo que
parece tratarse: una tensión especular entre dos términos que se reenvían tanto como se
repelen. Tensión en la que la supresión de cualquiera de ellos equivaldría a cegar el
camino de la acción. La posibilidad factible se disuelve a plazo fijo en lo real, de la
misma manera que una imposibilidad sin determinación alguna es metafísica:
La posibilidad, pues, no es lo preterido; lo simplemente aplazado o pospuesto. Eso, más que
posibilidad, es una realidad pendiente de materialización. Si se puede sostener que la apuesta
por lo posible termina haciendo estallar desde dentro lo real, es a condición de que se asuma,
hasta el límite de lo que seamos capaces de pensar, el carácter abierto, indeterminado, de la
acción humana La posibilidad imposible recién mencionada no alude a un límite natural de lo
que nos podemos proponer, ni tampoco a un vaporoso (e igualmente metafísico, por cierto)
anhelo-de-no-se-sabe-muy-bien-qué. Lo que ensancha nuestro horizonte, lo que de verdad nos
coloca ante los límites de la imposibilidad es la forma que ha tomado el proceso de la acción
humana en el mundo de hoy, el hecho de que uno de sus rasgos constituyentes de dicho proceso
es precisamente el rebasarse a sí mismo, el generar constantemente unas condiciones tales que
hacen imposible un análisis concluyente de la acción en términos de mero reconocimiento
respecto al proyecto originario.
https://www.youtube.com/watch?v=MwegeuCFoN8
EL APRENDIZ DE BRUJO
La transformación social
El argumento en contra vendría a ser: empeñarse en conocer lo más fiablemente la
realidad social con el objeto de mejor transformarla es un empeño inútil. Somos
como aprendices de brujo que desencadenan fuerzas que, una vez activadas, escapan
por completo a nuestro control. Conclusión: resignémonos en lo teórico a formas
menores, poco ambiciosas, de aprehensión espiritual del mundo, y apliquémonos en
la práctica a reparar los pequeños desperfectos que puedan producir en la superficie
de lo existente, abandonando la pretensión, tan ilusoria como peligrosa, de cambiar
la realidad por completo -el ansia por transformar la totalidad a menudo desemboca
en el totalitarismo, acostumbraba a ser el remate final de este argumento-.
No es una comparación por completo equivocada la del aprendiz de brujo: es, si
acaso, insuficiente Y un punto derrotista, por cierto. Dictaminar que ninguna
acción obtiene el resultado que su agente se proponía contribuye a potenciar una
imagen desracionalizada del ámbito del actuar humano (puesto que lo que
define a ese efecto díscolo no es su integración en otro orden de inteligibilidad,
sino su mero apartarse del orden programado, su operar al margen de todo
designio).
Así, en aquellos sectores en los que el desarrollo tecnológico ha alcanzado un
alto nivel (la industria informática o la de las telecomunicaciones, pongamos en
estas circunstancias de cuarentena), la eficacia de las consecuencias, positiva o
negativas, del conocimiento no tiene precedente en la historia humana anterior.
Se diría que aquellas esforzadas fantasías decimonónicas acerca de los peligros
y las virtudes de la ciencia hoy penden de un hilo, el mismo del que pende
nuestra confianza o nuestro temor ante lo por venir.