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La evolución socioemocional desde una

perspectiva Social y/o Relacional


La teoría del aprendizaje de Albert Bandura, La teoría interrelacional de
Karen Horney y Erich Fromm, La teoría de la socialización de Igor Caruzo,
La teoría de la relación con el otro según Merleau-Ponty, La teoría de los
buenos tratos y el apego de Barudy y Dantagnan, La teoría relacional de Stern
y Fogel
Albert Bandura

Los niños son grandes imitadores, imitan el cuidado de los padres


dan al bebé, los imitan al cortar el césped o al aprender a comer,
hablar, caminar o vestirse.
Karen Horney
Horney genera aportaciones que transforman la percepción del
psicoanálisis, a diferencia de Sigmund Freud negaba la división
y excluyente de la idea freudiana del ello, el yo y el superyó;
además, si hay un complejo no procede de una relación sexual y
agresiva entre el hijo y sus padres, sino de la acción emocional
recíproca de la ansiedad que resulta de los sentimientos de
inseguridad del niño debido a rechazos, daños o protección
excesiva.

La energía libidinal para Horney la explica como impulsos


emocionales más que energía primaria sexual y agresión, idea
anterior de Freud. Es decir, que para Horney los problemas
sexuales eran un efecto, no una causa, de los trastornos
emocionales.

Horney destacaba la ansiedad básica que surge de las


inseguridad de la infancia y que continúa durante toda la vida.
Argumentaba que la humanidad ha perdido la seguridad de las
sociedades medievales y que la neurosis es la secuela natural de
la industrialización.
Horney creía que el individuo tiene gran capacidad de introspección,
que es posible explorar a fondo mediante el autoanálisis, el cual a su
vez llega al conocimiento de uno mismo, requisito para el
crecimiento psicológico.

El proceso de un autoanálisis correcto conduce a la aparición de un


concepto personal fuerte, un constructo que de algún modo se parece
a la noción del yo ideal prescrita por Freud.

El concepto personal bien integrado combate la dependencia


excesiva en mecanismos de defensa que alinean a las personas de
ellas mismas y van en contra de su propio conocimiento.
Estas modos de actividad satisfacen 10 necesidades neuróticas
Herich Fromm
Fromm destacó siempre la imagen existencial del hombre moderno
solitario y enajenado de sí mismo y de la sociedad. Fromm pensaba
que el mundo moderno ha dejado al individuo en un estado de
soledad y desamparo. Como consecuencia de lo anterior y para
enfrentar esta condición, los mecanismos de defensa de Freud no son
satisfactorios en cambio Fromm postula que la libertad esencial del
individuo es la clave para satisfacer sus necesidades.

¿Te has sentido en una sentido similar?


Igor A. Caruso
3. El Ello funciona con arreglo al principio
Caruso pretende continuar del placer; el Yo tiene por tarea poner de
dialécticamente los descubrimientos de acuerdo al Ello con el principio de realidad.
Freud, situándolos en el flujo dinámico La realidad, en efecto, no permite la
de los intercambios sociales. satisfacción inmediata y directa de los
instintos. El Yo percibe los instintos en
determinadas ocasiones como una amenaza:
1. El hombre es una criatura instintiva. para detectarla emplea la ansiedad-señal y
Los instintos o pulsiones en él para prevenir el peligro emplea una serie de
constituyen el motor de su historia. técnicas defensivas buscando en todo las
Estas pulsiones se agrupan en dos satisfacciones instintivas mediante un rodeo.
categorías cuya rival es la fuente los (Mecanismos de defensa por Ana y S. Freud:
conflictos psíquicos: los instintos del yo identificación, proyección, represión,
(más tarde de muerte) y los sexuales. conversión, regresión, sublimación,
racionalización, etc.)

2. El aparato psíquico se estructura en tres niveles o instancias: Ellos, Yo y Superyó. El ello está constituido por el
conjunto de pulsiones. El yo en la instancia recognitiva y ejectutiva que media en el Ello y el mundo exterior, seleccionado
las percepciones provenientes de ésta y dando paso, modiciando o reprimiendo las pulsasiones de aquél. El superyo o
conciencia moral es un precipitado histórico a base de instroyeccion de los paadres tras la resolución del completo de
Edipo y participa del Ello y del mundo exterior.
Merleau-Ponty
la argumentación del autor prosigue de un modo aparentemente sencillo:
puesto que nos encontramos situados en un mismo mundo, el cuerpo del
otro forma parte de mi campo sensorial, y haciéndose visible en él, se me
aparece en su carácter evidente.
Sin embargo, lejos de remitirnos a una mera copresencia, el concepto de ser-con-otros-en-elmundo enfatiza – y
aquí radica un punto de especial interés – el carácter inacabado de cada individualidad, lo cual la liga de modo
inherente a todos los demás cuerpos y al mundo. En tanto somos arrojados a la existencia asistimos a la apertura
de nuestro campo trascendental, por lo cual no podemos hablar del cuerpo como algo suturado y cerrado que se
comunica exteriormente con los otros, ni de un fragmento aislado que se inserta en el mundo de los objetos.

Ser con otros en


el carácter inacabado de cada individualidad
el mundo
Por el contrario, en tanto comparto el campo del ser con los demás, mi cuerpo es un producto y una extensión del
tejido universal que me rebasa, aparece colmado de lo que Merleau-Ponty llama la carne del mundo. A este respecto,
mi cuerpo se encuentra envuelto por una suerte de velo de generalidad o de anonimato que, en definitiva, hace de todo
cuerpo un foco, una irradiación del ser.
Podemos sostener que lo que se anuncia en este concepto de apertura es que la percepción, aunque confrontada con
el orden de la representación en el sentido estricto de “pensamiento de algo”, no se corresponde con la clásica
escisión en-sí / para-sí, o si se quiere, “la cosa” y “la mente”. En tal sentido, la noción de fenómeno como punto que
establece el contacto entre estos dos términos le permite al autor redefinir el concepto de percepción en términos de
contacto, o más precisamente, como inherencia al campo del ser en su modo de existencia, que no puede estar ni más
acá ni más allá de la concreta vida empírica. Si bien el mundo de las cosas se nos presenta con un halo de irrecusable
naturalidad, evidentemente no hace más que expresar una modalidad de la interacción humana. Y este mundo
indiviso se abre a la experiencia de los sujetos en su modo más auténtico a través de los sentidos –ante todo, la
mirada.
A través de la visión, como es de suponer, el cuerpo deviene en el instrumento por excelencia para acceder al mundo.
Bien entendido, Merleau-Ponty enfatiza que las relaciones con las cosas no se establecen en una ajenidad del que
solamente mira, como si fuese posible inmovilizar el ojo humano en un determinado punto fijo de observación. La
estructura del ser -del-mundo implica una pertenencia, una inserción en las cosas que sólo se comprende a partir de un
doble movimiento: el sujeto deviene en vidente en tanto se sume en las cosas, haciéndose de ese modo visible para los
demás. Más aún, esta visibilidad del cuerpo no sólo lo hace visible por fuera, sino que “al quedar atrapado en lo que ve,
a quien ve el vidente es a sí mismo”. En el instante en que las miradas se tocan, ciertamente, el mundo de cada cual se
abre al del otro, en una única Visión que conforma un espacio indistinto de conciencia: así el mirado y el que mira
terminan siendo, por una suerte de efecto especular, una sola cosa (“Yo lo miro. Él ve que lo estoy mirando. Yo veo que
él lo ve. Él ve que yo veo que él lo ve...”.

El sujeto deviene en vidente en tanto se sume en las cosas

Al quedar atrapado en lo que ve, a quien ve el vidente es a sí


mismo
A partir de este enfoque, la percepción aparece como la expresión primordial del ser, y neutralizando la
distancia que impone el pensamiento reflexivo, ubica al otro en general en el reverso de mi cuerpo y de mi
conciencia como unidad pre-reflexiva de mi cuerpo. Es esta reversibilidad de principio la que – aunque no
llega realizarse como adecuación absoluta – funda un modo de existencia anónimo en el que todo gesto
humano significante, lejos de constituir un acontecimiento cerrado sobre sí mismo, es un comienzo y una
continuación de la expresividad en general. De este modo, el autor afirma la trascendencia de hecho a la que se
encuentra sometido todo “Yo”, el cual encarna la constitutiva paradoja que atraviesa al ser: su reconocimiento
como ser finito se lleva a cabo en un trasfondo de infinitud que, insertándolo en un mundo de sentido que lo
precede, hace posible toda significación presente.
Bibliografía
• Bordes, Mariana (2004). La percepción del otro en Marley-Ponty: Una alternativa fenomenológica a la
representación de la otredad en la teoría política contemporánea. VI Jornadas de Sociología. Facultad de
Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
• Brennman, J. (1999). Historia y sistemas de la Psicología. Estado de México, México: Pearson Education.
• Estefanía Buffone, J. (noviembre, 2017). "Ir hacia" desde los otros. La apropiación de la noción de arco
intencional en la teoría de Marleau-Ponty. Diánoia, 62(79). pp. 77-102.
• Hernández Mijangos, I. A. (2019). La Antología de las Teorías Humanas. Madrid, España: EAE.

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