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SATANISMO ROMÁNTICO EN

OBRAS DE ESPRONCEDA

Asignatura: Literatura Española Siglos XVIII-XIX


Alumna: Laia Becerra Rodríguez
Fecha: 18/12/2023

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ÍNDICE
1. Biografía de Espronceda…………………………………………………………3
2. Satanismo ………………………………………………………………………...4
2.1 Satanismo romántico ………………………………………………………....5
2.2 Satanismo en Espronceda …………………………………………………….5
2.3 Personajes satánicos en obras de Espronceda ………………………………..6
2.4 Ambiente satánico en las obras ……………………………………………....7
3. Satán en las Poesías de Espronceda ……………………………………………8
3.1 Satán en La canción del pirata ………………………………………………8
3.2 Satán en el Canto del cosaco ………………………………………………...8
3.3 Satán en El mendigo ………………………………………………………....9
3.4 Satán en el Reo de muerte ……………………………………………………9
3.5 Satán en El verdugo ………………………………………………………….10
4. Moral satánica en Espronceda …………………………………………………11
4.1 Moral de placer ………………………………………………………………11
4.2 Moral de lujuria y lujo ……………………………………………………….11
4.3 Moral de autodivinización …………………………………………………...12
5. Conclusión ……………………………………………………………………….12
6. Bibliografía ………………………………………………………………………13

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1. Biografía de Espronceda

José de Espronceda fue un poeta español nacido en Almendralejo, España en


1808. Desde muy joven se sintió muy atraído por la literatura y actividad política, por lo
que ambas aficiones definieron su carrera.

En 1823 fundó una sociedad secreta a favor de la libertad. En consecuencia a


esto, la represión política motivó su encierro en un convento de Guadalajara, donde
comenzó a redactar El Pelayo, un poema épico neoclásico sobre el caudillo don Pelayo
que fue iniciador de la Reconquista.

Después de recobrar la libertad, volvió a Madrid. Sin embargo, los


acontecimientos políticos del país lo impulsaron a marcharse al extranjero, de manera
que marchó hacia Gibraltar para después, dirigirse a Lisboa. Allí fue expulsado, y tuvo
que partir hacia Londres, donde participó en reuniones de los liberales españoles.

En 1830 tuvo que irse a París debido a los acontecimientos revolucionarios.


Tiempo después regresó a España, donde ingresó en el cuerpo de la Guardia Real. A
pesar de eso, durante sus breves etapas en Madrid, José de Espronceda participó
activamente en la vida literaria y, pese a los encarcelamientos y destierros que tuvo,
pudo escribir sus primeras obras. De esta forma, el contacto con la poesía romántica
europea, especialmente Lord Byron y Walter Scott, influyó fundamentalmente en él y
orientó su propia producción poética hacia un romanticismo exaltado y lleno de ritmo.
Así pues, a pesar de escribir varias comedias, novelas históricas y dramas, el
reconocimiento le llegó gracias a su producción lírica, de manera que la publicación de
El estudiante de Salamanca fue su primer gran éxito.

Al mismo tiempo, aumentó su actividad política, en especial tras haber


publicado el opúsculo El ministerio Mendizábal (1836). Poco después, en 1840 la
victoria liberal y el reinado de Espartero le permitieron dar el salto a la primera fila de la
palestra política española. Finalmente, en 1842 tras su muerte, fue considerado el mejor
poeta español de su época, por lo que su entierro fue uno de los actos más
multitudinarios de la época (M.ª Pilar Espín Templado, 2008: s.p.).

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2. Satanismo

Principalmente, los fundamentos básicos que se aúnan en la conducta satánica


nos llevan a analizarlos desde dos dimensiones: una diabólica; y otra, demoníaca. Como
comenta Juncal García Velasco (2004: 269):

El aspecto demoníaco de la conducta satánica, tal como yo lo concibo, presenta una clara
vinculación del individuo con la figura del alter deus. El sujeto, en su intento por alcanzar un estado cuasi
divino que le sitúe en la misma esfera del ser supremo, trata de encontrar en la naturaleza la fuerza de la
que carece como hombre para equipararse a Dios.

La naturaleza es un espejo del alma del romántico y, por tanto, reflejará todo lo
que sienta. En virtud de ello, al verse como participante en los fenómenos de la
naturaleza universal, le lleva a imaginarse a sí mismo como un nuevo Dios (Russel P.
Sebold, 2011:311). Esto quiere decir que se produce una fusión entre el hombre y la
naturaleza con el objetivo de igualarse a Dios, de ser como Dios, para adquirir una
grandiosa y formidable fuerza. Dicha fuerza es capaz de inmunizar al individuo de todo
sentimiento y padecimiento del alma. Así pues, el hombre se hace a sí mismo y adopta
una moral demoníaca para transformarse en un ser perverso de fuerza infinita que se
enfrenta al mundo como enemigo, librando una constante lucha.

Así, la naturaleza es una extensión, un espejo del alma del romántico y reflejará
todo cuanto sienta su solitario compañero. Verse a sí mismo como participante en los
fenómenos de la naturaleza universal, muchas veces casi como determinante de esos
fenómenos, lleva al romántico a imaginarse a sí mismo como un nuevo Dios.

2.1 Satanismo romántico

Durante el romanticismo el satanismo adquiere una mayor intensificación. El


individuo romántico se encuentra cansado y desinteresado, y este cansancio le conduce
a una exaltación de su espíritu, concretamente a una rebelión contra la realidad que hace
que lo identifiquen con lo satánico.

Como hemos comentado anteriormente, el hombre romántico se fusiona con la


naturaleza, y esta fusión hace que se potencie la búsqueda del poder absoluto más allá
del límite para ser como Dios. De este modo, logra que Satán adquiera la supremacía

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sobre el mundo terrenal y que, además, desaparezca la opresión de la realidad que siente
el individuo romántico.

Por consiguiente, la figura de Satán alcanza la expresión máxima del


sentimiento, dejando de lado el racionalismo y queriendo así adquirir una eternidad que
está fuera de la razón. Tal como lo señala Juncal García Velasco (2004: 270):

La figura de Satán, según mi parecer, debe ser entendida como la explosión máxima de la ira
contenida que estalla a causa de la impotencia que le provoca la dolorosa realidad del mundo en el que
vive. Satán es reflejo de la expansión plena del espíritu romántico, la fuerza devastadora que arrecia esa
realidad de la que quiere escapar, de la que quiere huir.

Por otra parte, como bien es sabido, uno de los extremos de la rebeldía
romántica es la exaltación del «yo», el cual también establece una identificación con el
satanismo. Este «yo» pretende estar por encima de todas las limitaciones y aproximar al
individuo de manera inconsciente hacia su propia destrucción. En otras palabras, el
irracionalismo del «yo» individual le conduce hacia su propia aniquilación (apud Juncal
García Velasco, 2004: 270).

A su vez, este satanismo romántico se caracteriza por una oposición entre el


Bien y el Mal. Las fuerzas del Mal, como veremos más adelante, aparecen representadas
en las obras a través de tonos lúgubres, oscuros y sombríos para poder simbolizar los
sentimientos más oscuros del individuo. Como resultado, de forma indirecta se
convierte en símbolo de lo infernal envolviendo al individuo en un círculo de egoísmo.

Frente a ésta, aparece la fuerza del Bien, la cual hace que el espíritu del
individuo se calme. Se trata de una fuerza que conduce a la expresión máxima del
sentimiento sin teñirla de perversidad y maldad (apud Juncal García Velasco, 2004:
271).

Dicho todo esto, veremos cómo se manifiesta este satanismo romántico en las
obras y personajes de José de Espronceda.

2.2 Satanismo en Espronceda

Como hemos comentado, José de Espronceda fue un destacado poeta del


movimiento romántico en el siglo XIX. Sin embargo, también mostró una gran
fascinación por el satanismo romántico, el cual exhibe a través de sus personajes y

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temas que exploran los límites de la rebeldía y oscuridad. En sus obras, sus
protagonistas se oponen a las normas sociales y eclesiásticas, por tanto, a través de ellas,
construye un universo poético que refleja esa intensidad de las emociones y oposición a
las convenciones sociales que quiere transmitir.

2.3 Personajes satánicos en obras de Espronceda

En las diferentes obras de Espronceda podemos encontrarnos con personajes que


identificamos con Satán. A todos ellos les define de forma más o menos explícita la
perversidad y maldad.

Para empezar, esta identificación con Satán podemos observarla en Zoraida, un


personaje de la obra Sancho Saldaña que debido a sus ansias de venganza impregna ese
espíritu maligno en toda la obra. Así pues, podemos ver la maldad que conlleva ese
instinto vengativo en distintos momentos de la obra: «Pero ella desoyó todos sus
consejos, arrebatada de su vengativa pasión, que por instantes crecía conforme se iba
acercando a la habitación de su infiel […], jurando huir de él, y deseosa al mismo
tiempo de hallarle» (capítulo XXXVIII, s.p.) o «Saldaña me aborrece, y yo... yo
también le odio con todo mi corazón» (capítulo XIV, s.p.). Al final de la obra se puede
apreciar la encarnación que adopta Zoraida cuando ella misma se reconoce como el
mismísimo demonio: «Sí, yo soy el demonio que te persigue. Yo soy Zoraida; ya me he
vengado de ti» (capítulo XLVII, s.p.).

Por otro lado, tenemos El estudiante de Salamanca (1840), poema en el que el


personaje satánico es Félix, dado que la actitud que adopta es bastante irrespetuosa y
blasfema: «Encomendadme otra vez, don Juan, al diablo; no sea que si os oye Dios»
(Parte III: v.97). En la cuarta parte, podemos ver que Félix oscila entre Dios y el diablo
puesto que nos presenta cómo tienta tanto a Dios como al diablo: «¡Vive Dios!, dice
entre sí, o Satanás se chancea» (Parte IV: v.342). De la misma manera, se ve aún más
explícito cuando alude directamente a la figura satánica: «Grandiosa, satánica figura,
alta la frente, Montemar camina, espíritu sublime en su locura, provocando la cólera
divina» (Parte IV: v.543).

Otra de las obras en las que se ve esta figura satánica es en El diablo mundo. Sin
embargo, es diferente en comparación a las otras dos obras anteriormente mencionadas,

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puesto que en este caso, la figura satánica es el propio autor. Este actúa como orador y
espectador al mismo tiempo y personifica al rebelde que exterioriza sus pensamientos e
inquietudes. Esto podemos percibirlo en los siguientes versos, en los cuales vemos el
alcance de la satanización, donde se refleja la fuerza que al inicio del trabajo
comentábamos: «Tendió una mano el infernal gigante y la turba calló; oyóse sólo en
silencio […]; luego un acento claro, distinto, rápido y sonoro […]».

2.4 Ambiente satánico en las obras

José de Espronceda logra recrear el ambiente satánico en sus obras al disponer


de elementos que evocan una atmosfera de características satánico-diabólicas.

Uno de los poemas en los que se observa este ambiente satánico es El estudiante
de Salamanca: «Era más de media noche […], los vivos muertos parecen, los muertos la
tumba dejan. Era la hora en que acaso temerosas voces suenan informes, en que se
escuchan tácitas pisadas huecas, y pavorosas fantasmas entre las densas tinieblas» (Parte
I: v.1-12). En esta escena Espronceda nos describe un momento en el que se están
escuchando voces, pisadas, campanas, el viento… y todos acompañados de matices
sombríos: voces temerosas, pisadas huecas, densas tinieblas y pavorosas fantasmas.

En la Canción del pirata también vemos este ambiente satánico. Describe el


entorno a través de los bramidos y el son del viento: «El estrépito y temblor de los
cables sacudidos, del ronco mar los bramidos, y el rugir de mis cañones» (v.90).

Del mismo modo, en la obra de Sancho Saldaña presenciamos esa atmósfera


satánica debido a que la venganza será lo que guíe a los personajes, puesto que la
violencia se apodera de ellos (apud Juncal García Velasco, 2004: 276): «Tú eres el alma
condenada, y yo soy el demonio, que te atormento y te persigo; el demonio, que cuenta
tus horas, que sigue tus pasos, que convierte en hiel el manjar más dulce en tu boca, que
te ha guiado en el crimen, que turbará tus placeres […] tú tenías en tu infancia todos los
gérmenes de la virtud en tu alma. El vicio la ha cubierto de sombras y de nieblas
perpetuas» (capítulo XV, s.p.).

Después, al final de la obra, nos describe un ambiente puramente violento


característico del satanismo: «Su camino era un reguero de sangre; sus espadas, al
reflejo de las luces, parecían de fuego; [...] y ya empezaban todos a creer que eran

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demonios que venían por Saldaña, como presa que les estaba destinada hacía ya mucho
tiempo. [...] Un grito de horror retumbó entonces sobre el estrépito de las armas y las
voces de los combatientes; [...] y el genio del mal, [...] soltó una carcajada infernal»
(capítulo XLVIII, s.p.).

3. Satán en las Poesías de Espronceda

3.1 Satán en la Canción del pirata

Desde el principio del poema podemos deducir que Satán se esconde tras la
figura del propio Espronceda, que se hace llamar a sí mismo el Temido: «Bajel pirata
que llaman. Por su bravura el Temido» (v.6).

Seguidamente, el pirata transmite su sensación de libertad a través de su barco,


que lo aleja de las ataduras de la sociedad en la que se encuentra. Será esta salida de la
esclavitud la que podemos asociar con el carácter titánico de Satán. Además, ese
sentimiento es tan eufórico que hace que el pirata no le tema a la muerte: «¡Sentenciado
estoy a muerte! / Yo me río; / No me abandone la suerte. / Y al mismo que me
condena. / Colgaré de alguna entena. / Quizá en su propio navío» (v.71).

Cabe destacar también la alusión que se hace a la naturaleza. Se puede apreciar


cómo la dimensión satánica es tan importante que es capaz, como se menciona en la
canción, de luchar contra el mar «bravío» y salir victoriosa. Así pues, es notoria la
contraposición que pone la fuerza satánica entre la pequeñez del «velero bergantín» y la
inmensidad del mar de la que se adueña: «Cuanto abarca el mar bravío, / A quien nadie
impuso leyes» (v.39-40), «Que yo soy el rey del mar, / Y mi furia es de temer» (v.57-
58).

3.2 Satán en el Canto del cosaco

Como comenta Juncal García Velasco (2004:279), la figura de Satán se deja


asomar a través del propio poeta. Una fuerza sobrenatural le conduce a una arrebatadora
excitación del sentimiento que arranca desde la ira con deseos de venganza contra la
sociedad burguesa de Europa. En este caso, esta fuerza es la culpable del mal presente,
de la contaminación social. De manera que el poeta incita a los cosacos a que canalicen

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sus deseos convirtiéndose en la proyección del mismo Espronceda: «¡Hurra, cosacos del
desierto! / ¡Hurra! La Europa os brinda espléndido botín; / Sangrienta charca sus
campiñas sean, / De los grajos su ejército festín» (v.1-4). A continuación, esto se suma
al ambiente bélico y sangriento que caracteriza el satanismo: «Desgarraremos la vencida
Europa. / Cual tigres que devoran su ración; / En sangre empaparemos nuestra ropa, /
Cual rojo manto de imperial señor» (v.41-44).

3.3 Satán en El mendigo

Al igual que en la Canción del pirata, la figura satánica desea conquistar y


dominar el mundo. En esta canción las fuerzas antitéticas del Bien y el Mal que se
oponen aparecen aquí coexistiendo en un mismo espacio pero sin enfrentarse:
«Mostrando cuán cerca habitan. / El gozo y el padecer, / Que no hay placer sin lágrimas,
ni pena / Que no transpire en el medio del placer» (v.95-98).

Aquí el espíritu satánico lo encontramos en el mendigo, puesto que el deseo de


dominar del mundo le lleva hasta convertirse en un espíritu miserable: «Siempre hallaré,
y un hoyo donde caiga / Mi cuerpo miserable al espirar» (v.127-130).

Asimismo, el mendigo presume de lo que saca de la caridad y de su modo de


explotarla sin piedad. De forma que se hace dueño del mundo y sobrepasa a Dios
porque todo su dominio se debe a que mendiga supuestamente por amor de Dios: «Mío
es el mundo: como el aire libre, / otros trabajan porque coma yo; / todos se ablandan si
doliente pido / una limosna por amor de Dios.» (v.1-4).

3.4 Satán en El reo de muerte

En mi opinión, la figura de Satán en este poema se puede identificar con la


insensibilidad de la sociedad. En la obra, el reo está tan desesperado que se maldice a sí
mismo deseando incluso la muerte, pero especialmente maldice a su vid: «¡Maldición!
Al eco infausto / El sentenciado maldijo / La madre, que como a hijo / A sus pechos le
crió; / Y maldijo el mundo todo, / Maldijo su suerte impía, / Maldijo el aciago día / Y la
hora en que nació.» (v.65-72).

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Según avanza el poema, vemos ese sentimiento de cómo describe que la vida
carece de libertad, que dicha vida es como una cárcel que lo fustiga y termina con su
existencia. De manera que de esta premisa se desprende ese carácter satánico que
atribuimos a la sociedad que guía al reo a maldecir su propia vida, y esto puede ocurrir
debido a la indiferencia que muestra la sociedad ante el dolor ajeno: «Madrid yace
envuelto en sueño, / todo al silencio convida, / y el hombre duerme y no cuida / del
hombre que va a expirar.» (v.81-84).

En otras palabras, a lo largo del poema se puede observar la desesperación del


preso que se contrasta con la indiferencia que muestran los carceleros ante él, los cuales
le han sentenciado a la soledad por un crimen que ni siquiera se alude. De esta forma, se
demuestra la desorientación ante la vida, que como hombre romántico, angustia a
Espronceda. Además, la inestabilidad de la sociedad hacia el preso lo hiere tanto que se
desespera y acaba maldiciendo a la vida y a sí mismo. Esto conduce a pensar que el
mayor delito que ha cometido es el haber nacido, lo que conlleva la maldición de la
existencia humana (Ricardo López Landeira, 1944: 319).

3.5 Satán en El verdugo

En esta obra, Satán aparece personificado en la figura del verdugo puesto que es
la representación de la maldad humana adquiriendo dimensiones monumentales: «En mí
vive la historia del mundo / Que el destino con sangre escribió, / Y en sus páginas rojas
Dios mismo / Mi figura imponente grabó. / La eternidad / Ha tragado cien siglos y
ciento,/ Y la maldad / Su monumento / En mí todavía contempla existir.» (v.81-89).

Es en este verdugo donde se converge el odio y las crueldades de todos los


tiempos: «Y yo aún existo, / Fiel recuerdo de edades pasadas, / A quien siguen cien
sombras airadas / ¡Siempre detrás!» (v.97-100).

Asimismo, ya desde el principio se puede apreciar cómo los hombres usan al


verdugo como fórmula de escape y liberación. Por lo tanto, esto es lo que
consideraríamos la representación más satánica de la maldad humana. Dicha maldad se
caracteriza por ser la del cobarde que no sólo no se atreve a declarar su propia maldad,
sino que se desentiende de ella haciendo responsable a otro: «Y se evitan de odiarse a sí
mismos, / fulminando sus odios en mí» (v.3-4).

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Finalmente, podemos decir que al igual que en El reo de muerte, se nos presenta
a la sociedad en toda su bajeza y por tanto, el individuo es considerado como víctima.
Por consiguiente, la maldad del individuo, esto es, la maldad satánica es la de la
sociedad.

4. Moral satánica en Espronceda

4.1 Moral de placer

La moral de placer de carácter satánico lleva al individuo a la satisfacción que le


proporciona lo que está viviendo en el momento presente, es decir, el individuo disfruta
del momento en el que se encuentra desligándose del pasado y futuro, lo que puede
recordarnos al carpe diem (apud Juncal García Velasco, 2004: 282). Por lo tanto, una de
las obras en las que podemos apreciar esta moral de placer es en El estudiante de
Salamanca, específicamente en el personaje de Félix, ya que vive de forma apasionada
el presente: « [...] ¿qué me importa a mí? / Goce yo el presente, disfrute yo ahora, / Y el
diablo me lleve si quiere al morir» (v.244-246).

Incluso en El mendigo podemos ver al individuo que sólo se dirige al presente,


es decir, que sólo vive en el presente: «Y para mí no hay mañana, / Ni hay ayer [...]»
(v.103-104), «Vivo ajeno / De memorias. / De cuidados / libre estoy [...]» (v.109-112),
«Yo no pienso / Sino en hoy» (v.115-116).

Igualmente, en obras como en el Himno al sol la moral de placer que provoca la


fuerza satánica y que nos lleva de nuevo al goce del momento presente, sirve de
anticipación a la irrevocable destrucción final: «Goza tu juventud y tu hermosura, / !Oh
Sol! Que cuando el pavoroso día / Llegue que el orbe estalle y se desprenda / De la
potente mano / Del Padre Soberano, / Y allá a la eternidad también descienda, /
Deshecho en mil pedazos, destrozado / Y en piélagos de fuego / Envuelto para siempre
y sepultado» (v.93-101).

4.2 Moral de lujuria y lujo

Esta moral de lujo se establece en El diablo mundo resaltando de forma


antitética la miseria espiritual y la riqueza material. Así pues, nos encontramos ante una
oposición de las fuerzas diabólicas frente a las fuerzas del Bien.

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Por un lado, podemos ver esta representación del lujo en El diablo mundo:
«Lámparas de oro, espejos venecianos, / áureos sofás de blanco terciopelo, / sillas de
nácar y marfil indianos, / los pabellones del color del cielo, / caprichos raros de la
industria humana, / relieve y elegantes colgaduras, / jarrones de alabastro y porcelana, /
magníficas estatuas y pinturas [...]» (canto VI, v.17-20).

Después, frente a este lujo que se apodera de la escena mostrando el caos y el


desorden de elegancia, riqueza y prestigio social, muestra el hastío y el abandono, esto
es, muestra esa miseria espiritual comentada anteriormente, que es consecuencia directa
de la moral de lujo y placer al mismo tiempo (apud Juncal García Velasco, 2004: 283):
«Bandas, sortijas, trajes, guantes, flores, / no os quejéis si os arroja con desdén: /¡El
placer, la esperanza y los amores / ella arrojó del corazón también! [...]» (canto VI, v.56-
60), «Todo le cansa, en su delirio inventa /cuanto el capricho forja a su placer, / y ya
cumplido, su fastidio aumenta / y arroja hoy lo que anhelaba ayer [...]» (canto VI, v.89-
92).

Por otro lado, en el Canto del cosaco la moral de lujo se apodera de la


caracterización satánica impulsada por la ira. En este poema los cosacos de forma
violenta se apoderan de todo el lujo en Europa: «Casas, palacios, campos y jardines, /
todo es hermoso y refulgente allí, / son sus hembras celestes serafines, su sol alumbra
un cielo de zafir [...]» (v.9-12).

4.3 Moral de autodivinización

La moral de autodivinización se observa cuando el individuo se compara con


Dios. En otras palabras, el individuo crea en su conciencia una imagen de sí mismo de
carácter divino, por lo que se cree Dios.

Esta autodivinización la podemos encontrar en la Canción del pirata cuando el


pirata compara su fuerza a la del rey del mar: «que yo soy el rey del mar, / y mi furia es
de temer.» (v.57-58).

Otro ejemplo en el que se ve este fenómeno es en El verdugo, dado que afirma


que es una copia de Dios hecha a su imagen y semejanza: «que yo soy de la imagen
divina / ¡copia también!» (v.26-27).

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5. Conclusión

Como hemos podido observar a lo largo de este trabajo, Espronceda refleja las
características del satanismo romántico a través de sus personajes rebeldes, ambientes
oscuros y su moral desafiante. Así pues, sus escritos exploran una lucha contra las
normas sociales, la fascinación por lo sobrenatural y la transgresión de límites morales.
Finalmente, podríamos decir que la contribución de Espronceda al satanismo romántico
destaca por su capacidad para capturar los conflictos existenciales de la época,
revelando una narrativa rica y compleja que desafía las convenciones literarias y
morales de su tiempo.

6. Bibliografía
DE ESPRONCEDA, José (1840). El estudiante de Salamanca. Benito Varela Jácome Ed.
Colección Letras Hispánicas. Madrid: Cátedra.

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ESPÍN TEMPLADO, María Pilar (2008). José de Espronceda. [en línea]


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GARCÍA VELASCO, Juncal (2004). «El satanismo en Espronceda», Revista de estudios


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LÓPEZ LANDEIRA, Ricardo (1944). «La desilusión poética de Espronceda: realidad y poesía
irreconciliables», Boletín de la Real Academia Española, v.4, pp. 307-329 [en línea]
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P. SEBOLD, Russell (2011). «La cosmovisión romántica: siete síntomas y cinco metáforas»,
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