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Resumen Desarrollo 2
Resumen Desarrollo 2
Es sorprendente la diferencia entre los medios escolares superiores a siete años y las
clases inferiores, en los pequeños es imposible distinguir claramente lo que es
actividad privada y lo que es colaboración: los niños hablan, pero no se sabe si se
escuchan, ocurre que varios emprendan un mismo trabajo, pero no se sabe si se
ayudan realmente. En los mayores nos sorprende un doble progreso: concentración
individual y colaboración afectiva cuando hay vida común.
Desde el punto de vista de las relaciones interindividuales, el niño, después de los siete
años adquiere, cierta capacidad de cooperación, dado que ya no confunde su punto de
vista propio con el de los otros, sino que los disocia para coordinarlos, esto se observa
en el lenguaje de los niños. En cuanto al comportamiento colectivo de los niños, se
observa después de los 7 años un cambio notable en las actitudes sociales.
En los juegos los niños mayores de 7 años se controlan unos a otros con el fin de
mantener la igualdad ante una ley única. El término de ganar adquiere un sentido
colectivo: se trata de alcanzar el éxito en una competición reglamentada.
Lo esencial es que el niño ha llegado a un principio de reflexión. En lugar de las
conductas impulsivas de la pequeña infancia, el niño después de los 7 años piensa
antes de actuar y comienza a conquistar ai esa difícil conducta de la reflexión, es decir,
una discusión consigo mismo. El niño de 7 años comienza a liberarse de su
egocentrismo social e intelectual y adquiere la capacidad de nuevas coordinaciones, la
lógica permite la coordinación de puntos de vista entre sí
B. Los procesos del pensamiento
A partir de los siete años, el niño es capaz de construir explicaciones propiamente
atomísticas y ello en la época en que comienza a saber contar. A esa edad el niño
también se da cuenta que existe la conservación de sustancias.
C. Las operaciones racionales
La afectividad de los siete a los doce años se caracteriza por la aparición de nuevos
sentimientos morales y, sobre todo, por una organización de la voluntad, que
desembocan en una mejor integración del yo y en una regulación más eficaz de la vida
afectiva.
Los primeros sentimientos morales derivan del respeto unilateral del niño pequeño
hacia sus padres o hacia el adulto. El respeto mutuo conduce a nuevas formas de
sentimientos morales, distintos de la obediencia exterior inicial.
La adolescencia.
Las conquistas propias de la adolescente aseguran al pensamiento y a la afectividad un
equilibrio superior al que tenían durante la segunda infancia. El pensamiento y sus
nuevas operaciones y la afectividad incluyendo al comportamiento social.
A. El pensamiento y sus operaciones
EL NARCISIMO (Freud)
Freud había estado usando el término “narcisismo” mucho antes de 1914. Ya en 1909,
Freud declaraba que el narcisismo era un estadio intermedio entre el autoerotismo y el
amor de objeto.
El término narcicismo, proviene de la descripción clínica y fue acogido por Näcke en
1899 para designar aquella conducta por la cual cada individuo da a su cuerpo propio
un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual; vale decir, la mira con
complacencia sexual, lo acaricia, lo mima, hasta que gracias a estos manejos alcanza la
satisfacción plena. En este cuadro el narcisismo cobra el significado de una perversión
que ha absorbido toda la vida sexual de la persona.
Resultó evidente después a la observación psicoanalítica que rasgos aislados de esa
conducta aparecen en muchas personas aquejadas por otras perturbaciones; así
ocurre, según Sadger, entre los homosexuales, “se toman a sí mismos como objeto
sexual, parten del narcisismo y buscan jóvenes que se le parezcan para poder amarlos
como su madre los amó a ellos”. (En Freud en 1910) Surgió la conjetura de que una
colocación de la libido definible como narcisismo podría entrar y reclamar su sitio
dentro del desarrollo sexual regular del hombre. A la misma conjetura se llegó a partir
de las dificultades que ofrecía el trabajo psicoanalítico en los neuróticos pues apareció
como si una conducta narcisista de esa índole constituyera en ellos una de las barreras
con que se chocaba en el intento de mejorar su estado. El narcisismo en este sentido
ya no sería una perversión, sino el complemento libidinoso del egoísmo inherente a la
pulsión de autoconservación de la que justificadamente se atribuye una dosis a todo
ser vivo.
Un motivo para considerar la imagen de un narcisismo primario y normal surgió a raíz
del intento de incluir bajo la teoría de la libido el cuadro de la demencia precoz
(Kraepelin) o esquizofrenia (Bleuler).
Los enfermos parafrénicos tienen dos rasgos fundamentales de carácter:
- El delirio de grandeza.
- El entrañamiento de su interés respecto del mundo exterior (personas y cosas). Esto
último los vuelve incurables.
También el histérico y el neurótico obsesivo han resignado (hasta donde los afecta
su enfermedad) el vínculo con la realidad. Pero no han cancelado el vínculo erótico con
personas y cosas. Lo conservan en la fantasía. Han sustituido los objetos reales por
objetos imaginarios de su recuerdo o los han mezclado con estos por un lado, y por
otro, han renunciado a emprender las acciones motrices que les permitirían conseguir
sus fines en esos objetos. Este estado de la libido se llama introversión.
Otro es el caso de los parafrénicos. Parecen haber retirado realmente su libido de las
personas y cosas del mundo exterior, pero sin sustituirlas por otras en su fantasía. Y
cuando esto último ocurre, parece ser algo secundario y corresponder a un intento de
curación que quiere reconducir la libido al objeto.
¿Cuál es el destino de la libido sustraída de los objetos en la esquizofrenia? El delirio
de grandeza, entendido como la amplificación y el despliegue de un estado que ya
antes había conducido al yo y así nació una conducta llamada narcisismo. El narcisismo
nace por replegamiento de las investiduras de objeto como narcisismo secundario que
se edifica sobre la base de otro, primario, oscurecido por múltiples influencias.
Otro aporte lo proporcionó las observaciones y concepciones sobre la vida anímica
de los niños y los pueblos primitivos. Se hallan rasgos que si se presentaran aislados,
podrían imputarse al delirio de grandeza:
- Una sobreestimación del poder de sus deseos y de sus actos psíquicos.
- La “omnipotencia de los pensamientos”,
- Una fe en la virtud ensalmadora de las palabras
- Y una técnica dirigida al mundo exterior, la “ magia”, que aparece como una
aplicación consecuente de las premisas de la manía de grandeza.
Es posible decir entonces que Freud parte de la patología para postular la idea de
narcicismo.
En 1911 el descubrimiento del narcisismo condujo a Freud a establecer (en el Caso
Schereber), la existencia de una fase de la evolución sexual intermedia entre el
autoerotismo y el amor objetal. El sujeto comienza a tomándose a sí mismo, a su
propio cuerpo, como objeto de amor, lo que permite una primera unificación de las
pulsiones sexuales. (Laplanche)
En 1914, en la “Introducción al narcisismo”, introduce el concepto de narcisismo
considerando las catexis libidinales. Aludiendo a una especie de principio de
conservación de la energía libidinal, Freud establece la existencia de un equilibrio
entre la “libido del yo” (catectizada en el yo) y la “libido de objeto”: cuanto más
aumenta una, más empobrece la otra. El yo debe considerarse como un gran
reservorio de libido de dónde ésta es enviada hacia los objetos.
El rodeo por la patología permite a Freud deducir el estado originario de la libido; en
particular, el desvío por las afecciones en las que hay una desinvestidura del mundo
exterior, acompañada por un completo repliegue del enfermo sobre sí. Freud indaga el
destino de la libido retirada de los objetos, basándose en la observación de enfermos
esquizofrénicos, los que le parece la mejor respuesta a este interrogante. Freud
postula, tomando como ejemplo el delirio de grandeza, un estado original del yo en el
cual éste, investido totalmente por la libido, ponía de manifiesto una omnipotencia
absoluta. Ese estado de omnipotencia del yo define en adelante lo que se llama
narcisismo primario. Es un estado primitivo, que se caracteriza por la ausencia de total
relación con el ambiente, por una indiferenciación entre el yo y el ello, y su prototipo
lo constituirá la vida intrauterina, de la cual el sueño representaría una reproducción
más o menos perfecta. El narcisismo designa un estado precoz en el que el niño
catectiza toda su libido sobre el mismo. Con narcisismo primario se hace referencia al
primer narcisismo, el del niño que se toma a si mismo como objeto de amor antes de
elegir objetos exteriores. Tal estado correspondería a la creencia del niño en la
omnipotencia de sus pensamientos.
El narcisismo primario es una libidinización primaria del yo. A partir de esta carga
libidinal el yo puede investir a los objetos. Freud introduce una diferenciación en la
libido de acuerdo a la localización: si está en el yo es libido yoica o narcisista, si está en
el objeto es libido objetal.
Con narcisismo secundario designa ese mismo estado cuando reaparece por el retorno
al yo de las investiduras de objeto, es decir, designa una vuelta sobre el yo de la libido,
retirada de sus catexis objetales. “La libido retirada al mundo exterior ha sido aportada
al yo, de manera que aparece una actitud que podemos denominar narcisismo. Pero el
delirio de grandeza en sí no es creado de la nada; como sabemos, por el contrario, es la
amplificación y la manifestación más clara de un estado que ya había existido antes.
Nos vemos entonces llevados a concebir como un estado secundario, construido sobre
la base de un narcisismo primario oscurecido por múltiples influencias, a este
narcisismo que ha aparecido reintroduciendo las investiduras de objeto”. Esto
significaría que el yo constituye el reservorio de la libido, desde el cual ésta se
distribuiría sobre los objetos exteriores, con retorno al lugar de origen si estos objetos
no brindan satisfacción.
El conocimiento del narcisismo puede realizarse a partir de tres vías:
La enfermedad orgánica: la persona afligida por un dolor orgánico y por sensaciones
penosas, resigna su interés por todas las cosas del mundo exterior que no se
relacionen con su sufrimiento; mientras sufre, retira de sus objetos de amor el interés
libidinal, cesa de amar. Así, las dos pulsiones tienen el mismo destino y se vuelven otra
vez indiscernibles.
La hipocondría: se exterioriza en sensaciones corporales penosas y dolorosas, pero, a
diferencia de la enfermedad orgánica, no tienen su fundamento en alteraciones
orgánicas comprobables. Sin embargo, las alteraciones de órgano no faltan, su
fundamento es otro.
La vida amorosa del ser humano: los seres humanos tienen abiertos frente a sí dos
caminos para la elección de objeto: elección de objeto del apuntalamiento y elección
de objeto narcisista; tiene dos objetos sexuales originarios: él mismo y la mujer que lo
crió; y, además, se presupone en cada ser humano el narcisismo primario.
¿Qué relación guarda el narcisismo, de que ahora tratamos, con el autoerotismo que
hemos descrito como un estado temprano de la libido? Las pulsiones autoeróticos son
iniciales, primordiales; por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva
acción psíquica, para que el narcisismo se constituya.
Freud postula un camino para la evolución de la libido, siguiendo las siguientes etapas:
AUTOEROTISMO NARCISISMO RELACIONES DE OBJETO
No hay objeto ni yo Objeto y yo coinciden Objeto y yo existen de manera
independiente
Tanto la libido yoica y libido de objeto provienen de un procesamiento de los
caracteres íntimos del suceder neurótico y psicótico. La separación de la libido en una
que es propia del yo y una endosada a los objetos es la insoslayable prolongación de
un primer supuesto que dividió pulsiones sexuales y pulsiones yoicas. Ambos términos
indican la relación de la libido con su punto de destino, y no con su punto de partida.
El supuesto de una separación originaria entre unas pulsiones sexuales y otras,
yoicas, viene avalado por muchas cosas y no sólo por su utilidad para el análisis de las
neurosis de transferencia.
Este primer lugar, esta división conceptual responde al distingo popular tan
corriente entre hambre y amor, entre pulsiones del yo o de autoconservación y
pulsiones sexuales. La energía de las segundas se designa como libido. La nueva
subdivisión de las pulsiones sexuales en función de su objeto de catexis se puede
visualizar en el siguiente esquema:
Freud califica el yo como el gran reservorio de la libido, porque la libido, como
energía pulsional, tiene su fuente en las diversas zonas erógenas; el yo como persona
total, almacena esta energía libidinal, de la cual es el primer objeto; pero, a
continuación, el reservorio se comporta, respecto a los objetos exteriores, como una
fuente, puesto que de él emanan todas las catexis.
Ideal del Yo, es un término utilizado por Freud en su segunda teoría del aparato
psíquico: instancia de la personalidad que resulta de la convergencia del narcisismo
(idealización del yo) y de las identificaciones con los padres, con sus substitutos y con
los ideales colectivos. Como instancia diferenciada, el ideal del yo constituye un
modelo al que el sujeto intenta adecuarse.
“Ideal del yo” Freud lo utiliza para designar una formación intrapsíquica
relativamente autónoma que sirve de referencia al yo para apreciar sus realizaciones
afectivas. Su origen es principalmente narcisista: “lo que el hombre proyecta ante sí
como su ideal es el substitutivo del narcisismo perdido de su infancia; en aquel
entonces él mismo era su propio ideal”. Este estado narcisista, es abandonado,
especialmente a causa de la crítica que los padres ejercen acerca del niño. Se
observará que ésta, interiorizada en forma de una instancia psíquica particular,
instancia de censura y de autoobservación, se distingue, a lo largo de todo el texto, del
ideal del yo: ella “observa sin cesar al yo actual y lo compara con el ideal”.
La incitación para formar el ideal del yo, cuya tutela se confía a la conciencia moral,
partió en efecto de la influencia crítica de los padres, ahora agenciada por las voces, y
a la que en el curso del tiempo se sumaron los educadores, los maestros y, todas las
otras personas del medio.
La institución de la conciencia moral fue en el fondo una encarnación de la crítica de
los padres, primero y después de la crítica de la sociedad, proceso semejante al que se
repite en la génesis de una inclinación represiva nacida de una prohibición o un
impedimento al comienzo externa. Las voces y esa multitud que se deja indeterminada
son traídas ahora a la luz por la enfermedad, a fin de reproducir en sentido regresivo la
historia genética de la conciencia moral.
El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto al narcisismo primario y
engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Este distanciamiento acontece por
medio del desplazamiento de la libido a un ideal del yo impuesto desde afuera; la
satisfacción se obtiene mediante el cumplimiento de este ideal.
Simultáneamente, el yo ha emitido las investiduras libidinosas de objeto. El yo se
empobrece a favor de estas investiduras así como del ideal del yo, y vuelve a
enriquecerse por las satisfacciones de objeto y por el cumplimiento del ideal.
Si consideramos la actitud de padres tiernos hacia sus hijos, habremos de
discernirlas como renacimiento y reproducción del narcisismo propio. Así prevalece
una compulsión a atribuir al niño toda clase de perfecciones y a encubrir y olvidar
todos sus defectos. Pero también prevalece la proclividad a suspender frente al niño
todas esas conquistas culturales cuya aceptación hubo de arrancarse al propio
narcisismo, y a renovar a propósito de él la exigencia de prerrogativas a que se
renunció hace mucho tiempo. El niño debe tener mejor suerte que sus padres, no debe
estar sometido a esas necesidades objetivas cuyo imperio en la vida hubo de
reconocerse. Enfermedad, muerte, renuncia al goce, restricción de la voluntad propia
no han de tener vigencia para el niño, las leyes de la naturaleza y de la sociedad han de
cesar ante él, y realmente debe ser de nuevo el centro y el núcleo de la creación.
Su majestad el bebé. Debe cumplir los sueños, irrealizados deseos de sus padres; el
varón será un grande hombre y un héroe en lugar del padre, y la niña se casará con un
príncipe como tardía recompensa para la madre. El punto más espinoso del sistema
narcisista, esa inmortalidad del yo que la fuerza de la realidad asedia duramente, ha
ganado su seguridad refugiándose en el niño. El conmovedor amor parental, tan
infantil en el fondo, no es otra cosa que el narcisismo redivivo de los padres, que en su
transmudación al amor de objeto revela inequívoca su prístina naturaleza.
Agregado: relaciones entre Autoerotismo y Narcisismo y Su majestad el Bebe.
Freud sostiene que el YO no está presente desde el comienzo en el individuo sino
que tiene que constituirse, es decir, para que el Yo se constituya es necesaria una
carga libidinal.
En este sentido dice que las pulsiones autoeróticas son primordiales, iniciales y que
por lo tanto tiene que agregarse al autoerotismo una nueva instancia psíquica (el YO)
para que el Narcisismo se constituya (en el autoerotismo las pulsiones son parciales,
cada una se autosatisface en su zona erógena; en cambio en el Narcisismo se necesita
una unidad hacia la cual la libido pueda dirigirse y en la cual pueda satisfacerse. Por
ello se constituirá el YO como primer objeto a investir libidinalmente, Narcisismo 1º).
El Yo no esta dado de entrada cuando llegamos al mundo, sino que este se
constituye, pero no lo hace por el simple paso del tiempo, sino que algo debe ocurrir
¿Que es esto? Que haya una carga libidinal, en entonces, un proceso libidinal el que
permite que el yo se constituya…ahora de donde viene esta libido? Si llamamos
narcisismo primario a la libido concentrada en el yo ¿antes donde estaba esta libido?
Esa libido no esta originariamente en el niño, sino que proviene de los padres, más
precisamente, del narcisismo de los padres, narcisismo que alguna vez fue primario en
los padres y que con el paso del tiempo va dejando de ser narcisismo, dejando de ser
libido yoica para empezar a ser libido objetal, que puede cargar a los objetos del
mundo. Así, el niño bebe se convierte para los padres en el objeto fundamental del
mundo, el niñito es para los padres “su majestad el bebe”. “Su majestad el bebé”
según Freud es la imagen del bebé que los padres forman atribuyéndole características
de perfección, idealizándolo, colocándolo en una posición en la que no se enfrenta con
ningún tipo de restricción, en un lugar ajeno a las leyes de la sociedad, de la cultura.
Los padres fantasean que ese hijo no va a vivir las penurias que ellos vivieron, que va a
tener una vida sin sufrimiento y que va a lograr lo que ellos no pudieron y de algún,
mediante este movimiento los padres transfieren su narcisismo al niño (hay algo del
narcisismo que permite relacionar una generación con otra). Lo que se traslada es
ficticio e ideal, pero igualmente, el yo necesita necesariamente de eso para poder
constituirse.
Dicho movimiento es interesante porque coloca en el lugar del hijo un ideal, los
padres piensan que la vida del hijo va a ser ideal comparada con la vida de ellos, pero a
la vez ese ideal que trasladan el hijo es la imagen del propio Yo de ellos cuando eran
chiquitos, si se tiene en cuanta lo que dijo Freud, que lo que estos padres proyectan es
su propio narcisismo: “…Cuando yo fui chiquito mis padres me idealizaron, después yo
no logre ser eso en la vida pero tuve hijos y los idealicé. Es como si esos ideales se
fueran transmitiendo de generación en generación y junto con ellos una cierta carga
libidinal que hace que este ideal adquiera un valor a los ojos de la generación anterior
y hasta a veces a los ojos de toda la familia…”.
Luego el yo del niño va trasladando esa libido a los distintos objetos del mundo, los
va catetixando, los va libidinizando, es decir, cuanta más libido se pone en el mundo
menos libido hay en el Yo, llegando al punto extremo del enamoramiento (que seria la
contrapartida de la megalomania). Ese momento en el cual ante el valor otorgado a el
objeto amado el Yo queda totalmente empobrecido. Por eso Freud habla de
“servidumbre amorosa” en el sentido de que el Yo se coloca en el lugar de siervo
antes el objeto adquiere este valor totalmente libidinizado.
Así es como comienza a formarse el YO (Yo ideal). Freud señala que esta actitud de
los padres responde al renacimiento y reproducción de su propio Narcisismo 1º, el cual
tuvieron que abandonar cuando atravesaron el Complejo de Edipo. Como
consecuencia del CE se vieron obligados a someterse a las leyes de la cultura y en su
Yo se produjo una escisión: el Yo infantil va a ser conservado en la instancia psíquica
Ideal del Yo (aspiraciones, lo que quisiera ser y ya no es: el centro del universo, el
mejor del mundo) y a partir de ese momento el Yo va a ser comparado con ese ideal.
LA IDENTIFICACION
El psicoanálisis conoce la identificación como la más temprana exteriorización de una
ligazón efectiva con una persona. Desempeña un papel en la prehistoria del complejo
de Edipo. Toma al padre como su ideal.
Contemporáneamente a esta identificación con el padre, emprende una cabal
investidura de objeto de la madre, muestra dos lazos psicológicamente diversos: con la
madre, una directa investidura sexual de objeto; con el padre, una identificación que lo
toma por modelo.
La unificación de la vida anímica avanza sin cesar, por esa confluencia nace el complejo
de Edipo normal. El pequeño nota que el padre le significa un estorbo junto a la madre.
Puede ocurrir después que el complejo de Edipo experimente una inversión, que se
tome por objeto al padre en una actitud femenina, la identificación con el padre se
convierte en la precursora de la ligazón de objeto que recae sobre él. Lo mismo vale
para la niña, con las correspondientes sustituciones.
La diferencia depende, de que la ligazón recaiga en el sujeto o en el objeto del yo.
Supongamos que una niña reciba el mismo síntoma que su madre; la misma tos
martirizadora. Ello puede ocurrir por diversas vías. La del complejo de Edipo, implica
una voluntad hostil de sustituir a la madre, y el síntoma expresa el amor de objeto por
el padre; realiza la sustitución bajo el influjo de la conciencia de culpa.
La identificación remplaza a la elección de objeto; la elección de objeto ha regresado
hasta la identificación. Esta es la forma primera del lazo afectivo; sucede que la
elección de objeto vuelva a la identificación, que el yo tome sobre si las propiedades
del objeto. El yo copia en un caso a la persona no amada y en el otro a la persona
amada. La identificación es parcial, toma prestado un único rasgo de la persona objeto.
Hay un tercer caso de formación de síntoma, en el que la identificación prescinde por
completo de la relación de objeto con la persona copiada. El mecanismo es el la
identificación sobre la base de poder o querer ponerse en la misma situación. La
identificación por el síntoma asa a ser así el indicio de un punto de consciencia entre
los dos ”yo” que debe mantenerse reprimido.
Podemos sintetizar lo que hemos aprendido de estas 3 fuentes: En primer lugar, la
identificación es la forma mas originaria de ligazón afectiva con un objeto; en segundo
lugar, pasa a sustituir a una ligazón libidinosa de objeto por la vía regresiva, mediante
la introyección del objeto en el yo, y, en tercer lugar puede nacer a raíz de cualquier
comunidad que llegue a percibirse en una persona que no es objeto de las pulsiones
sexuales.
Estamos muy lejos de haber agotado el problema de la identificación; nos enfrentamos
con el proceso de la psicología llamada “empatía” y que desempeña la parte principal
en nuestra comprensión del yo ajeno, el de las otras personas.
El análisis de la melancolía, la pérdida real o afectiva del objeto amado, nos ha
proporcionado otro ejemplo de introyección del objeto.
Estas melancolías nos muestran al yo dividido, descompuesto en dos fragmentos, uno
de los cuales arroja furia sobre el otro. Este otro fragmento es el alterado por
introyección, que incluye al objeto perdido. En nuestro yo se desarrolla una instancia,
que se separa del resto del yo y puede entrar en conflicto con él. La llamamos el ”ideal
del yo”, y le atribuimos la funciones de la observación de sí, la conciencia moral,
censura onírica y el ejercicio de la principal influencia en la represión. Toma de los
influjos del medio, las exigencias que en este plantea al yo y a las que el yo no siempre
puede allanarse, de manera que el ser humano, toda vez que no puede contentarse
consigo en su yo, puede hallar su satisfacción en el ideal del yo, la medida del
distanciamiento entre este ideal del yo y el yo actual es muy variable según los
individuos, en muchos de los cuales esta diferenciación interior del yo ha avanzado
mucho respecto del niño.
COMPLEJO DE EDIPO
INSTINTO PULSION
Esfuerzo De un solo golpe constante
meta Satisfacción desencuentro
objeto Fijo variable
fuente Orgánico Erógeno