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Abraham, Tomás - Después de Kant
Abraham, Tomás - Después de Kant
Después de Kant
Transcripción de la última clase de Filosofía en la Facultad Libre de Rosario.(Julio 2006)
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de la creencia, de la fe, y traza su propio territorio definido por
un método, un camino propio de acceso a la verdad.
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construcciones filosóficas carecen de un punto central, se
despliegan en innumerables ramificaciones, y nos dan la nueva
imagen del mundo, ya no como un cosmos ordenado de acuerdo
a una monarquía teórica, sino una profusión infinita de
multiplicidades en la que la palabra Dios es una etiqueta de
envase que disimula su contenido. Con “ Dios” todo está
permitido, ya que gracias a Dios los enunciados ya no deben
pagar el peaje de la censura y pueden extremar las velocidades,
para usar metáforas viales. Dios es la contraseña que con tal de
nombrarla permite pensar sin él, al mismo tiempo que es una
exigencia teórica que obliga a diseñar un mundo armónico, sin
fisuras, simétrico, organizado de tal modo para que el hombre si
bien ya no se puede salvar por la fe, lo hará por la ciencia..
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de una realidad externa al sentir del individuo, sino de afirmar
que nada podemos conocer que no hayamos experimentado,
que jamás el hombre podrá conocer lo existente fuera de su
aparato biológico por el que le llegan los datos de la experiencia.
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pasa por nuestra experiencia que se limita a nuestra vida
mortal. Concebir la totalidad del mundo, poder encuadrar todos
los fenómenos sin resto alguno, no dejando nada afuera, trazar
la completud de sus líneas de articulación y poseer una mirada
de águila sobre su contorno global, no es una experiencia
posible y no pertenece a nuestro entendimiento. Recordemos
que el entendimiento es una facultad que trabaja sólo los datos
de la sensibilidad, aquellos que aportan las intuiciones a priori
de espacio y tiempo.
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independientemente de nuestra percepción, constituye un
impensable, un existente incognoscible. Nadie puede ver sin
ojos, tan sólo puede imaginarse un mundo sin la vida de la
subjetividad del mismo modo en que podemos fantasear sobre
el color originario de los objetos con la luz de los astros sin la
refracción de nuestro aparato óptico.
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La Ley se define por su forma y no por su contenido. No se trata
de una máxima ni de un mandamiento. La Ley tal cual lo enseña
la física y la ciencia tiene el peso de la necesidad. No es
contingente ni depende de las circunstancias.- Es universal, se
aplica para todos los casos, y crea una cadena de lazos
obligatorios anudados por una inexorable lógica. No tiene
excepciones. Un acto es moral en tanto sea legal, universal y
necesario.
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lugar que debe ocupar cada uno. Faltar el respeto no es sólo
desobedecer, sino haberse olvidado de que la ley existe. De ahí
que vivir con respeto, sentir respeto es no olvidar la existencia
de la Ley, recordarla siempre, tenerla bien alto en nuestra
conciencia, no necesitar de sus custodios para que rija e impere.
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Después de Kant la historia de la filosofía prosigue con un
movimiento denso, prolífico, dominante, hasta hacer de
Alemania la luz de la discursividad filosófica. El Idealismo
filosófico alemán crea un nuevo sistema conceptual, un nuevo
lenguaje, y cobija además a quienes proclamarán el fin de la
filosofía, su trasmutación en otra cosa.
Debemos decir algo acerca del cambio del rol del filósofo en
Alemania. Los filósofos no llevaban a cabo por tradición su labor
en la universidad. Hubo épocas en que lo hicieron, como en el
medievo cuando se creó la universidad de París por el siglo XI,
es el caso de Abelardo a quien sin embargo se lo consideraba
teólogo. Después de siglos en que el filósofo trabajó en los
recintos eclesiásticos, en la naciente modernidad los círculos
cartesianos se movieron en el espacio cortesano, o en una
semiclandestinidad como en el caso de Spinoza.
Schopenhauer
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Su contemporáneo, es Schopenhauer, un filósofo extraño,
distinto, por varios motivos. Por un lado por su origen.
Descendiente de una acaudalada familia de comerciantes, se
dedica a los negocios. Lo hace desde muy joven y luego de la
muerte del padre.
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críticas de la razón pura y práctica, fueron su punto de partida
para pensar el mundo.
La lectura que hace Schopenhauer de su maestro es uno de los
exotismos de la historia de la filosofía, y confirma, una vez más,
que las interpretaciones son el resultado del uso y abuso de las
fuentes, y, en este caso, de una deformación que permite el
nacimiento de un monstruo teórico. Es lo que Foucault llamaba
en El orden del discurso un absurdo, un sin sentido para la
época, una prosa no digerible, ideas ni siquiera refutables ya
que pertenecían a un código incomprensible, casi como si lo
hubiera armado un loco.
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Ignoro los caminos por los cuales el joven Schopenhauer accede
a la lectura de los Upanishads y de otros textos sacros de la
tradición hinduísta; en la hermosa y extraordinariamente bien
documentada biografía de Rüdiger Safranski hay alguna que
otra información al respecto. El filósofo encuentra en el budismo
la clave de su concepción del mundo, y construye un budismo a
la medida de su indignación. Es como si un colérico incontrolable
encontrara la justificación de su rabia en la doctrina de la
serenidad absoluta, que, por supuesto, Schopenhauer llama
Nirvana.
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Nuestro dolor nutre su estómago, y nuestras energías son
succionadas por su plasma infinito.
Las obras de arte irradian una belleza que nos detiene, que fija
nuestra voluntad en ellas, la congela en la contemplación de su
esplendor, y nos da de este modo una muestra del estado de
Nirvana y del apaciguamiento de los ciclos resurrectos del dolor.
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Nietzsche
Nietzsche dice deberle todo a Schopenhauer. Lo afirma en los
comienzos de su carrera cuando apenas termina su tesis de
doctorado. La carrera de filología en la universidad de Basilea lo
había familiarizado con la cultura greco-latina. En realidad se
había convertido en pocos años en un erudito de la filosofía
griega. Pero sus inquietudes no eran las de un especialista.
Amante de la música, su verdadera vocación, su admiración por
Wagner, es la que lo pone en contacto con la filosofía
schopenhaureana.
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Por eso la importancia de la educación, que en el caso de
Nietzsche no se restringe a la universidad o al aparato escolar
en su conjunto, sino que debe convertir a toda la sociedad
alemana a un nuevo credo.
Wagner tiene el mismo plan, y lanza su consigna de la obra de
arte total por la que en los espectáculos operísticos se rescata la
visión que los alemanes académicos tenían de la
representaciones de las tragedias griegas. Congregación del
pueblo, escenas de la mitología, silencio sagrado ante lo
imponente de los personajes en escena. La conversión del
hombre por el arte.
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hombre medido prefirió el hombre de los ojos en blanco y las
piernas cruzadas, no pudiendo más que idear un sistema de
monerías para escépticos.
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La voluntad de poder del artista no es como la del asceta, es
generosa, ingenua, derrochadora, báquica. Entrega obras, es
fecundo, no le teme a la pérdida del semen, se pierde en lo que
hace, no tiene el control de sí.
Nietzsche filtra la melancolía pegada a la concepción moderna
de la tragedia. El pasaje de Sigfrido a Parsifal confirma que
Wagner combinaba la heroicidad pagana con la redención
cristiana.
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cruzadas en nombre de monoteísmos armados, la técnica
nuclear, la genética reproductora de seres y conversora de
genomas, la política hermanada al poder financiero, no han
detenido al mundo, por el contrario, han acelerado los tiempos,
los han euforizado.
Hegel
La filosofìa de Hegel no deja nada afuera. Contra el
escepticismo, las escisiones kantianas, se propone mostrar que
hay un sentido de la historia universal. La dialectica que elabora
refleja el orden progresivo del mundo en la filosofìa
especulativa. La especulación debe sustituir a la crítica que todo
lo separa por un sistema que todo lo ordena según leyes de
oposición y reconciliación en formas cada vez más ricas en
determinaciones. Para eso hay que volver a empezar, retrazar el
curso del devenir histórico y exponer todo el sistema de
mediaciones que han llevado a ser lo que ha sido. De este modo
la conciencia inmediata se reconocerá en el despliegue de todas
sus figuras o momentos hasta tener plena conciencia de sí.
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filosofía del derecho, la estética, a la lógica, repite el mismo
trayecto. El conocimiento es restitución de lo que ha sido en
vistas a un resultado final. Es la memoria de la Razón que
recupera en la absoluta lucidez todos los senderos que han
llegado hasta ella.
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Ya no se trata de un humanismo trágico derivado de los límites
impuestos al conocimiento por la filosofìa kantiana, un
humanismo huérfano por el alejamiento de los dioses, sino de la
reapropiación por el hombre de lo que fue despojado, un
humanismo de conquista.
Marx
El joven Marx en sus primeras obras, Crítica a la filosofìa del
derecho de Hegel, La cuestión judía, y, finalmente, Los
manuscritos económicos filosóficos y La ideología
alemana, pone a punto las consecuencias de la reversión
feuerbachiana, y profundiza la crítica.
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que no ha conocido revoluciones políticas como los franceses,
que no sólo no ha tenido a Napoleón sino que ha sido humillada
por él, que está a años luz de la transformación que lleva a cabo
el laboratorio industrial que marca con su sello la identidad del
siglo, la potencia británica, y que a falta de realidad, vive
anacronismos, espiritualidades compensatorias que aún se
nutren de ilusiones de pequeño condado.
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nos permitían conocer sus causas. El racionalismo no es
terminal como en Hegel, sino funcional y crítico.
Termino.
En un pequeño escrito de Michel Foucault, que está en el
primer tomo de sus Dichos y escritos, “ Marx, Nietzsche y
Freud”, dice que estos tres colosos del pensamiento moderno
han inaugurado un nuevo modo de interpretar los signos que
nos rodean. Ya no es la Ley aquello que hay que interpretar,
sino es a la misma interpretación. No hay palabra primera, ni
origen semántico, ni tierra virginal alguna, siempre nos
encontramos con una interpretación, una segunda versión. Ellos
tres muestran - acompañados inevitablemente por el verdadero
Sr K, quien ante las puertas de la Ley siempre se encuentra con
un custodio, que se topa con un bedel cuando busca en vano al
juez que nunca sentencia para poder dar por terminado un
proceso infinito, o sólo percibe un aparato de tortura de un
dispositivo de justicia que actúa según la inexorabilidad de la
burocracia, entonces, Kafka - que las interpretaciones están
atravesadas por líneas de fuerza que colisionan entre sí. La
lucha de las interpretaciones que tratan de imponer su sentido.