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PREGUNTAS:

¿Cuál es el error de Descartes en su concepción del sujeto?


Descartes cree que tiene de sí una intuición, la intuición de la substancia, uno de cuyos
atributos es el pensar.
¿De qué forma resuelve Kant este problema?
Kant muestra muy bien que el sujeto, la substancia, es también un producto del pensamiento.
¿Cuál es la nueva idea que introduce Kan en la filosofía capaz de cambiar la producción
del conocimiento en la ciencia?
El ideal del conocimiento, es decir, que el hombre cuando cree que tiene el conocimiento
absoluto siempre surgen nuevos problemas.
¿Cuál es el rasgo de la filosofía de Kant que lo distingue de sus predecesores y sucesores?
La conciencia moral.
¿De qué manera introduce Kant la idea de “lo absoluto” en la filosofía?
Lo absoluto da sentido y es progresivo al conocimiento
¿De qué forma conciben “lo absoluto” Hegel?
Existe algo, cuya existencia no está condicionada a algo
. ¿Cuál es método filosófico que siguen los tres filósofos anteriores y en qué consiste?
El método Filosófico que siguieron Fichte, Schelling y Hegel fue el del Idealismo que consistía
en la eliminación de la cosa en sí.
. ¿Qué es “el absoluto” para Hegel?
El punto de partida siempre es la razón.
. Explica el desdoble de la razón en tesis, antítesis y síntesis.
Alguien formulaba una idea, ésta era seguida por todos y se establecía una era. Luego otro
sujeto y su grupo iban contra esa idea (tesis) y surgía la guerra (antítesis). Tras la lucha
ambas posturas se fundían en una creando algo totalmente nuevo, ésta es la síntesis. La
síntesis se convertía entonces tesis y el proceso iniciaba de nuevo.
. ¿Cuál es el punto de partida de toda la filosofía hegeliana?
De la totalidad del ser real que se revela a sí.
. ¿Qué significa la afirmación de Hegel “Todo lo real es racional y todo lo racional es
real”?
Quiere decir que lo que existe es por la razón y si existe en la razón entonces es real.

“El Idealismo alemán visto por Manuel García Morente”


La actividad del pensar es la que crea el objeto como objeto pensado. No
es, pues, que el objeto sea, exista, y luego llegue a ser pensado (que esto
sería el residuo de realismo aún palpitante en Descartes, en los ingleses y
en Leibniz) sino que la tesis fundamental de Kant estriba en esto: en que
objeto pensado no significa objeto de primero es y que luego es pensado,
sino objeto que es objeto porque es pensado; y el acto de pensarlo es al
mismo tiempo el acto de objetivarlo, de concebirlo como objeto y darle la
cualidad de objeto. Y del mismo modo, en el otro extremo de la polaridad
del pensamiento, en el extremo del sujeto, no es que el sujeto sea primero
y por ser sea sujeto pensante. Éste es el error de Descartes. Descartes cree
que tiene de sí una intuición, la intuición de la substancia, uno de cuyos
atributos es el pensar. Pero Kant muestra muy bien que el sujeto, la
substancia, es también un producto del pensamiento. De modo que el
sujeto pensante no es primero sujeto y luego pensante, sino que es sujeto
en la correlación del conocimiento, porque piensa, y en tanto y en cuanto
que piensa. De esta manera Kant consigue eliminar totalmente el último
vestigio de “cosa en sí”, vestigio de realismo que aún perduraba en los
intentos de la metafísica idealista de los siglos XVII y XVIII. Pero al mismo
tiempo que Kant remata y perfecciones el pensamiento idealista, introduce
en este pensamiento algunos gérmenes que vamos a ver desenvolverse y
dilatarse en la filosofía que sucede a Kant. Esos gérmenes son
principalmente dos: primero, esa “cosa en sí” que Kant ha logrado eliminar
en la relación de conocimiento, esa cosa “en sí”, si nos fijamos bien en lo
que significa, encontramos que su sentido es el de satisfacer el afán de
unidad, el afán de incondicionalidad que el hombre, que la razón humana
siente. Si en efecto el acto de conocer consiste en poner una relación, una
correlación entre el sujeto pensante y el objeto pensado, resulta que todo
acto auténtico de conocer está irremediablemente condenado a estar
sometido a condiciones; es decir, que todo acto de conocimiento conoce, en
efecto; una relación; pero esa relación, puesto que lo es, puesto que es
relación, plantea inmediatamente nuevos problemas, que se resuelven
inmediatamente también mediante el establecimiento de una nueva
relación; y en esto de anudar relaciones, de determinar causas y efectos,
que a su vez son causas de otros efectos y que a su vez son efectos de
otras causas; en esta determinación de una red de relaciones, el afán
cognoscitivo del hombre no descansa. Y ¿por qué no descansa? Porque no
se hallará satisfecho sino cuando logre un objeto pensado, un objeto que
luego de conocido, no le plantee nuevos problemas, sino que tenga en sí la
razón integral de su propio ser y esencia y de todo cuanto de él se derive.
Este afán de incondicionalidad, o afán de “absoluto”, no se satisface con la
ciencia positivas; la cual no nos dé más que contestaciones parciales,
fragmentarias o relativas, mientras que lo que anhelamos es un
conocimiento absoluto, esa “cosa en sí” que ingenuamente creen los
realistas captar por medio del concepto aplicado a la substancia.

Pero ese afán de “absoluto”, aunque no puede ser satisfecho por la


progresividad relativizante del conocimiento humano, representa, sin
embargo, una necesidad del conocimiento. El conocimiento aspira hacia él;
y entonces, ese absoluto incondicionado se convierte para Kant en el ideal
del conocimiento, en el término al cual el conocimiento propende, hacia el
cual se dirige o como Kant decía también: en el ideal regulativo del
conocimiento, que imprime al conocimiento un movimiento siempre hacia
adelante. Ese ideal del conocimiento, el conocimiento no puede alcanzarlo.
Sucede que cada vez que el hombre aumenta su conocimiento y cree que
va a llegar al absoluto conocimiento, ese encuentra con nuevos problemas
y no llega nunca a ese absoluto. Pero ese absoluto, como un ideal al cual
se aspira, es el que da columna vertebral y estructura formal a todo el acto
continuo del conocimiento. Esta idea novísima en la filosofía (que
podríamos expresar diciendo: que lo absoluto en Kant deja de ser actual
para convertirse en potencial) es la que cambia por completo la faz del
conocimiento científico human; porque entonces, el conocimiento científico
resulta ahora no un acto único, sino una serie escalonada y eslabonada de
actos, susceptibles de completarse unos por otros, y por consiguiente
susceptibles de progresar, de progreso. Esta primera idea es, pues, en
Kant, fundamental, muy importante. La segunda es que la consideración
de ese mismo absoluto, de ese mismo incondicionado (que el conocimiento
aspira a captar y que no puede captar; pero cuya aspiración constituye el
progreso del conocimiento) ese mismo absoluto aparece, desde otro punto
de vista, como la condición de la posibilidad de la conciencia moral. La
conciencia moral, que es un hecho, no podría ser lo que es si no postulase
ese absoluto, si no postulase la libertad absoluta, la inmortalidad del alma
y la existencia de Dios. Y esta primacía de la razón práctica o de la
conciencia moral es la segunda de las características del sistema kantiano,
que lo diferencia de sus predecesores; y toda la filosofía que ha de suceder
a Kant arranca, precisamente, de esas dos características de Kant. La
filosofía que sucede a Kant, toma su punto de partida de ese absoluto, que
para Kant es el ideal del conocimiento, por una parte, y por otra, el
conjunto de las condiciones “a priori” de la posibilidad de la conciencia
moral.

Y así, los filósofos que suceden a Kant se diferencian de Kant, de una


manera radical y se asemejan a Kant de una manera perfecta. Se
diferencian radicalmente de él en su punto de partida. Kant había tomado
como punto de partida de la filosofía la meditación sobre la ciencia
fisicomatemática, ahí existente, como un hecho; y también la meditación
sobre la conciencia moral, que también es otro hecho, o, como Kant dice,
“factum”, hecho de la razón práctica. Pero, los filósofos que siguen a Kant
abandonan ese punto de partida de Kant; ya no toman como punto de
partida el conocimiento y la moral, sino que toman como punto de partida
lo “absoluto”. Ese algo absoluto e incondicionado es lo que da sentido y
progresividad al conocimiento, y lo que fundamenta la validez de los juicios
morales. Pero al mismo tiempo, digo que se asemejan a Kant; porque de
Kant han tomado este nuevo punto de partida. Lo que para Kant era una
transformación de la metafísica antigua en una metafísica ideal, es para
ellos, ahora, propiamente, la primera piedra sobre la cual tiene que
edificar su sistema. Y así, si me permiten ustedes el esfuerzo
arriesgadísimo, aventuradísimo, de reducir a un esquema claro lo que hay
de común en los tres grandes filósofos que suceden a Kant –Fichte,
Schelling y Hegel– yo me atrevería audazmente a bosquejarles a ustedes el
esquema siguiente. Primero, estos filósofos, los tres, parten de la
existencia de lo absoluto. A la pregunta metafísica fundamental que
nosotros desde el principio de este curso hemos planteado (¿qué es lo que
existe?) contestan: existe lo absoluto, lo incondicionado; existe algo, cuya
existencia no está sujeta a condición alguna. Éste es para ellos el punto de
partida. Algún perito en filosofía puede descubrir aquí la influencia que
sobre estos pensadores ejerce Espinosa, que fue descubierto en Alemania
precisamente en este momento, en la época de la muerte de Kant. Es,
pues, para ellos, lo absoluto, el punto de partida.

Segundo, también común a los tres grandes pensadores que siguen a


Kant, la idea de que ese absoluto, ese ser absoluto, que han tomado como
punto de partida, es de índole espiritual. Es pensamiento, o bien acción, o
bien razón, o bien espíritu. Es decir, que estos tres grandes pensadores
consideran y conciben ese absoluto bajo una u otra especie, pero siempre
bajo una especie espiritual; ninguno de ellos lo concibe bajo una especie
material; ninguno de ellos con concibe materialísticamente.

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