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EL PENSAMIENTO CRÍTICO COMO COMEDIA SITUACIONAL

Milko R. González-López

“No sabía que el pensamiento crítico podía ser tan divertido”, comentó una alumna en la última sesión
del curso en el MBA del IESA. Un comentario que alegra, porque a través de la diversión, la risa y su
hermana menor, la sonrisa, se rebaja la solemnidad y somos más favorables a compartir observaciones
y críticas sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo que nos rodea. Se crea un espacio
de reflexión y aprendizaje más simpático y empático, un ámbito de seguridad sicológica, como se diría
más seriamente. Sin abandonar el rigor del contenido, y por supuesto, siempre dentro de los límites del
respeto, como diría el comediante Jerry Seinfeld cuando sentía que podía herir susceptibilidades.

A primera vista el pensamiento crítico se tiene como algo serio y árido, propio de personas formales,
graves y hasta malhumoradas que les gusta corregir a los demás y llevar la contraria, y quienes suelen
convertirse en lo opuesto del alma de las fiestas y reuniones. No obstante, el pensamiento crítico está
vinculado más profundamente al humor de lo que se piensa. Veamos como ejemplo a un género
actualmente muy difundido, la comedia observacional, herramienta favorita de muchos comediantes de
Stand-up o de monólogos cómicos (como lo traducen a menudo).

La comedia observacional, como su nombre lo indica, parte de observar la realidad circundante para
detectar instancias de humor, comportamientos absurdos o irracionales en situaciones de la vida
cotidiana, ya sea en la familia, en el trabajo o en los espacios públicos. Un ejemplo clásico es la
observación de que los conductores al voltearse para retroceder, le bajan el volumen al reproductor de
sonido o al radio, como si el retroceso se activara con el volumen o el sonido estorbara en la visión del
conductor.

En la comedia observacional, las situaciones comentadas tienen que cumplir ciertos requisitos para su
efectividad, como que las personas reconozcan y se relaciones con una situación que parece natural,
para luego entender la incongruencia cuando las señala el comediante. En estos tiempos de redes
sociales, El tiktoker Khaby Lame ha hecho fortuna mostrando lo absurdo de muchos consejos de
influenciadores que abundan en las redes sociales.

En su definición más simple, el pensamiento crítico trata sobre el escrutinio más o menos sistemático
de los procesos mentales de los seres humanos cuando se enfrentan a una situación y adquieren,
analizan y procesan información, generalmente con un fin determinado. Y este fin suele ser deslindar lo
que es falso de lo que no lo es, o de lo que tenemos mayor certidumbre o evidencia de la que no
tenemos tanto soporte. Para ese propósito se requieren ciertas destrezas y conocimientos sobre la forma
de pensar humana, pero fundamentalmente se requiere de la actitud de ver las situaciones con ojos
nuevos para detectar incongruencias o anomalías en las situaciones que analizamos.

Obviamente la comedia observacional y el pensamiento crítico se refieren al escrutinio de los asuntos


humanos, pero en ámbitos distintos y con distinta profundidad (en el mejor de los casos); la primera en
el espectáculo y vida de los comediantes, y la segunda, suele ocurrir en un ámbito más formal, como el
laboral, de negocios o académico, y con no tanta frecuencia en la vida de las personas, aunque debería.

El pensamiento crítico y la comedia observacional se diferencian en su fin último. Al detectar una


situación disparatada, el comediante la explota y exageran al máximo en función del chiste y su rutina y
cómo funciona con su audiencia. Con el pensamiento crítico se trata de identificar las anomalías,
entender por qué se producen, cuál es la raíz del problema y cómo puede corregirse o evitarse. Y se le
suele escapar la situación cómica, y es ahí cuando el pensamiento crítico pasa a ser aguafiestas. Y hay
que entender que a las personas no le gusta que critiquen sus ideas, conductas o posiciones, no le es
placentero que las cuestionen.

Es saludable para la persona que quiere llevar el pensamiento crítico al extremo, extender las malas
ideas hasta sus consecuencias previsibles, hasta que se explique la situación, o por otra parte, se
consiga algo útil de ellas, cómo que sean divertidas. No cortarle las alas a las ideas sino de ponerle alas
para ver hasta donde llegan. Algunas veces llegan a una sonrisa, y si es la persona que tuvo la idea la
que sonríe mucho mejor. Es una técnica de creatividad e improvisación, pensar que no hay malas ideas
(aunque las hay), para ver que se genera con ellas, y una de las mejores cosas que se pueden generar
son sonrisas. Es la exageración que practican muchos comediantes.

El ideal, desde el punto de vista formal, lo ejemplifica un premio que entregan informalmente en la
universidad Harvard un grupo de profesores, el premio Ig Noble, una parodia del premio Nobel que se
otorga anualmente a investigaciones científicas serias, que primero hacen reír y después pensar.
Algunos estudios premiados incluyen: dilucidar las razones del cambio de las personas quienes, cuando
manejan, pasan de ser bien portadas y educadas a insultar y maldecir a otros conductores en el tráfico
(Alonso, Esteban, Serge, & Ballestar, 2018); cómo evitar que un paciente explote durante una
colonoscopia con cauterización eléctrica (Ladas, Karamanolis, & Ben-Soussan, 2007); determinar que
los chimpancés pueden identificar a otros chimpancés viendo fotografías de sus traseros (De Waal &
Pokorny, 2008); o que la anticipación de aburrimiento de una clase, incrementa el aburrimiento en ella
(Tam, Van Tilburg, & Chan, 2023). Cuenta Daniel Kahneman que, cuando escribía junto a Amos
Tversky el trabajo seminal merecedor del premio Nobel de economía sobre su programa de heurísticas
y sesgos, no paraban de reír al imaginar las situaciones y las incongruencias de las respuestas de las
personas comunes, colegas y expertos a las viñetas que les presentaban en sus experimentos.

En el caso de bajar el volumen del radio cuando se retrocede, luego de reírnos, si aplicamos el
pensamiento crítico deberíamos preguntarnos ¿Por qué es tan extendida esa conducta? La razón más
popular, es que se baja el volumen al radio para reducir la carga cognitiva y evitar distracciones
innecesarias, de todo tipo, auditivas y visuales, cuando en la maniobra del retroceso se está en una
posición incómoda, volteado hacia atrás o manejando viendo una pantallita. Se busca inducir un efecto
túnel en la atención. Si se va un poco más allá, y pensando en ideas de negocios, se podría diseñar un
radio al que se le baje automáticamente el volumen cuando se retrocede.

Lo que hermana al pensamiento crítico con la comedia observacional, es la actitud en cuestionar al


mundo. Se diferencian en que con el pensamiento crítico se espera tener un caja de herramientas
cognitivas para la tarea de entender la situación, explicar su porqué y cómo corregirla. Para la comedia
observacional ese no es su fin. Es como tratar de explicar los chistes, que no suele funcionar bien en las
rutinas de comedia.

El pensamiento crítico puede ser una herramienta poderosa para la comedia observacional, para ayudar
a desentrañar las ironías, absurdos y contradicciones de la vida cotidiana y reflejarla de manera que las
incongruencias provoquen una sonrisa y después la reflexión, o viceversa.

En resumen, el pensamiento crítico no tiene que ser aburrido, ni árido, ni estéril y menos
confrontacional, ni tampoco consumirse en frívolas demostraciones de la falibilidad de nuestra especie,
ni un catálogo de los errores comunes de la mente humana, sino de procurar de que sus errores sean al
menos originales y no los que se cometen comúnmente. Y huir del error de pasarse la vida amargado
sin felicidad ni alegría.

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