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El pensamiento crítico sirve para identificar amenazas potenciales en


nuestra conducta. Por ejemplo: 

 Cuando afirmamos algo solo porque nosotros creemos que es cierto, aún
sin tener evidencia concreta. 
 Al tomar decisiones basadas en nuestra percepción de las cosas y no en la
realidad de los hechos.

¿Cuántas veces hemos estado seguros de tener la razón hasta que la cruda
realidad nos echa en cara nuestro error? Cuando esto ocurre solemos
justificarnos o inventarnos un escenario en donde haya otros culpables de
nuestros errores. Y, ¿por qué ocurre esto? Porque carecemos de pensamiento
crítico para afrontar la realidad.

¿Cómo se comporta un pensador crítico?


Bajo una sencilla alegoría diremos que el pensador crítico se conduce en un
vehículo de cuatro ruedas; cada rueda tiene una función específica:
- Autodirección
- Autodisciplina 
- Autorregulación 
- Autocorrección

El pensador crítico “se somete a rigurosos estándares de excelencia y


dominio consciente de sí mismo”. Para lograrlo, requiere desarrollar
habilidades relacionadas con la alta eficiencia, la comunicación efectiva y la
resolución de problemas. 

Otro factor imprescindible del pensador crítico es que establece un compromiso


consigo mismo para enfrentar a sus peores amenazas: el egocentrismo y el
sesgo cognitivo.

En efecto, quien piensa críticamente empieza por analizarse a sí mismo para


romper con su falsa autoimagen y con los efectos del sesgo cognitivo, esa
burbuja que le impide observar la realidad tal y como se presenta.
“El pensador crítico no busca tener la razón, sino encontrar las razones por las que algo está mal
y, por ende, deba corregirse”.

Este fenómeno —el del sesgo cognitivo— se ha vuelto un problema grave en las
relaciones sociales y de trabajo, ya que resulta muy complicado trabajar con
personas que no aceptan otra verdad que no sea la suya, u otras soluciones que
no sean propuestas por ellos, generando ambientes laborales conflictivos e
insostenibles.
Varios estudios demuestran que el culto a la autoimagen, el temor a ser
criticados y la necesidad de tener la razón hace que las personas, para proteger
la falsa imagen de sí mismas, tiendan a crear una realidad basada en
información tendenciosa y en una percepción limitada de los hechos.

El pensamiento crítico funciona como un antídoto contra el sesgo cognitivo y nos


acerca a una visión más objetiva de la realidad, nos vuelve más empáticos,
conscientes de nuestra posición en la sociedad y nos prepara para enfrentar los
retos de la vida diaria, sobre todo en el ámbito laboral. 

Por estas y otras razones en 2020 el Foro Económico Mundial la consideró la


principal habilidad requerida por las empresas, tan solo después de la
capacidad para la resolución de problemas.

6 ejemplos de pensamiento crítico: cómo aplicarlo en el


trabajo

A nivel laboral, el pensamiento crítico desarrolla en los empleados mayor criterio


para analizar cada situación y ofrecer soluciones creativas y eficientes, lo que se
traduce en enormes beneficios para ambas partes.

Estos 6 ejemplos de pensamiento crítico vienen acompañados de


recomendaciones prácticas que podrás emplear en el trabajo y en cualquier
situación que requiera una mirada analítica y objetiva. ¡Vamos a verlos!

1. Identificar los sesgos cognitivos


En el mundo hiperconectado es muy fácil ser víctima de las noticias falsas
y la información tendenciosa para manipular la realidad; luego, la situación
se complica cuando ambas posturas parecen tener la razón. 

Imagina que en una habitación hay dos personas: una de ellas afirma que
llueve porque escuchó truenos, y otra dice que no es cierto porque en el
noticiero dijeron que no llovería. La labor del pensador crítico no es darle la
razón a uno o a otro, sino abrir la ventana y comprobar si está lloviendo.

En el trabajo
Cuando estamos ante dos propuestas y la situación nos exige tomar una
decisión, estamos ante un caso típico en donde no importa que decisión
tomemos, tendremos la impresión de que una de las dos personas se verá
afectada.

¿Qué haría un pensador crítico? Ser imparcial, indagar a profundidad en la


calidad de las propuestas y los objetivos a alcanzar. Romper con la idea de
que hay una propuesta ganadora y otra perdedora, es decir, convencer a
ambas partes de que el objetivo es alcanzar una propuesta que satisfaga la
meta y no los intereses personales.

2. Fomentar el espíritu crítico, no la conducta del criticón


Hacer de la crítica constante nuestra forma habitual de comunicarnos es
uno de los errores más comunes en la vida diaria. Con frecuencia,
confundimos ser criticón con tener un aparato crítico, pero ¿cuál es la
diferencia? Veamos algunos ejemplos:

Si una persona viste de manera informal en una fiesta de gala y se lo


hacemos notar, eso es ser criticón. Si una persona viste de manera
informal para ir a acampar y le señalamos los peligros de no llevar ropa
adecuada, eso es ser crítico.

Cuando decimos: “Me parece que tu trabajo no es bueno, creo que


necesita mejorar” no estamos siendo críticos. Cuando formulamos: “He
encontrado algunas deficiencias en tu trabajo, tengo algunas alternativas
para ti”, entonces estamos siendo críticos.

¿Cuál es la diferencia? Que el crítico se expresa para alertar de una


necesidad o problema, el criticón se expresa porque considera
importante su opinión.
En el trabajo

Es muy frecuente que durante una lluvia de ideas, una evaluación o


retroalimentación sobre nuestro trabajo, confundamos los señalamientos y
nos sintamos señalados, e incluso ofendidos. ¿Qué hace el pensador en
este ejemplo de pensamiento crítico? Sigue la norma: identifica si la
crítica proviene de una necesidad o un problema que se debe
resolver, o es una opinión personal.

3. Concentrarse en las soluciones y no en los problemas


Sabemos lo difícil que resulta analizar un problema cuando estamos tan
enfrascados en él que no vemos alguna solución a la mano.

Por ejemplo: cuando estamos ante un conflicto y la primera reacción es


identificar a los causantes y no las causas. Cuando nos concentramos en
los riesgos o pérdidas en lugar de considerar las soluciones potenciales. 

¿Qué hace el pensador crítico? Análisis de forma sistemática: separa las


causas posibles hasta dar con el origen del problema antes de tomar una
decisión.

En el trabajo

Al enfrentarnos a un problema potencial o inminente, debemos evitar esa


zona de pánico donde predomine la búsqueda de culpables y el desfile de
justificaciones. Recordemos que los problemas no son espontáneos ni
ocurren por obra del azar, son una cadena de malas decisiones que
debemos analizar, detectando sus causas y su origen antes para prevenir
su recurrencia.

4. Mantener la mente abierta


La curiosidad intelectual nos da una mayor versatilidad para explorar otras
posibilidades  y tomar mejores decisiones. Como ejemplo podemos
recordar la popular historia de la NASA, que invirtió un millón de dólares en
desarrollar un bolígrafo que permitiera a los astronautas escribir en el
espacio sin derramar la tinta; cuando los rusos tuvieron el mismo problema
decidieron llevar lápices.

Ahora se sabe que esta historia es falsa, pero no deja de ser un buen
ejemplo de la importancia de mantenernos creativos y abiertos a explorar
todas las alternativas antes de tomar decisiones riesgosas.
 

En el trabajo

Aplicar el pensamiento crítico implica estar abiertos a escuchar otras


propuestas sin importar que sean poco convencionales o distintas a
nuestras creencias. Hoy más que nunca, “salirse de la caja” resulta una
herramienta cognitiva fundamental para la vida personal y profesional, y
uno de los mejores ejemplos de pensamiento crítico que permitirá explorar
alternativas que no teníamos contempladas.

5. Ejercitar la humildad intelectual


Todos hemos escuchado la frase “si eres la persona más inteligente de la
habitación, estás en la habitación equivocada”. Paradójicamente, las
personas con mayor intelecto suelen estar seguros de que no son tan
inteligentes como los demás creen.

Por el contrario, es común que las personas con bajo intelecto padezcan
del efecto Dunning-Kruger, una extraña relación entre la ignorancia y la
vanidad que genera una ilusoria idea de superioridad intelectual.
Para ejemplificarlo, bastará recordar aquella anécdota del sujeto que
escucha por la radio de su auto que “hay un loco manejando en sentido
contrario por la avenida principal”, el sujeto mira por la ventanilla y
exclama: “¿Un loco? ¡Pero si todos van en sentido contrario!”.

En el trabajo

Antes de entrar en conflicto durante una discusión de trabajo, descarta el


impulso de imponer tu razón y regálate la posibilidad de cambiar de
opinión. Asume la posibilidad de estar equivocado y considéralo una
oportunidad para mejorar tu aparato crítico. Esto no implica que aceptes de
inmediato las razones de los demás, sino que estás ejerciendo una
empatía intelectual para identificar tus limitaciones cognitivas.

6. Pensar críticamente debe darle sentido a lo que hacemos


El pensamiento crítico es dinámico, por lo tanto, todo razonamiento tiene
que llevarnos a una meta y contener un fin específico. Cuando no tenemos
claro por qué hacemos lo que hacemos, corremos el riesgo de entrar en un
ambiente de incertidumbre sobre nuestros propósitos.

Es muy conocida la anécdota de los tres albañiles que trabajaban en la


construcción de Notre Dame. Cuando el arquitecto supervisaba la obra, el
primer albañil le dijo que estaba pegando ladrillos, el segundo dijo que
estaba levantando un muro, pero el tercero dijo con entusiasmo que estaba
construyendo la catedral más hermosa del mundo. 

Un pensador crítico aprovecharía la perspectiva de los tres albañiles para


tener claro cuál es el propósito de sus acciones.

En el trabajo
Cuando estés involucrado en un proyecto de grandes dimensiones,
comienza por visualizar todo el panorama y establecer tres objetivos:

o Qué estamos haciendo: qué motivos impulsan este proyecto. 


o Cómo lo estamos haciendo: de qué modo lo vamos a ejecutar.
o Por qué lo estamos haciendo: cuál es la razón que da sentido a lo
que estamos haciendo.

Cuando un equipo de trabajo no tiene claros los objetivos del por qué se
realiza un proyecto, resulta muy fácil confundir los objetivos y
gradualmente perder la motivación.

Los expertos en capital humano consideran al pensamiento crítico como la


habilidad imprescindible para quienes aspiran a puestos directivos y
gerenciales donde se requiere una desarrollada capacidad de liderazgo y
trabajo colaborativo.

Hoy más que nunca, resulta imprescindible identificar, atraer y evaluar


correctamente a las personas con talentos y las competencias relacionadas con
el pensamiento crítico. 

Si deseas impulsar el capital humano de tu empresa y poner en práctica más


ejemplos de pensamiento crítico, debes contar con un sistema diseñado para
desarrollar, evaluar y predecir con éxito el desempeño de tu personal en
cualquier área. Por eso, te invitamos a conocer todas las herramientas
corporativas que tenemos para ti y para tu empresa.

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