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Cuando afirmamos algo solo porque nosotros creemos que es cierto, aún
sin tener evidencia concreta.
Al tomar decisiones basadas en nuestra percepción de las cosas y no en la
realidad de los hechos.
¿Cuántas veces hemos estado seguros de tener la razón hasta que la cruda
realidad nos echa en cara nuestro error? Cuando esto ocurre solemos
justificarnos o inventarnos un escenario en donde haya otros culpables de
nuestros errores. Y, ¿por qué ocurre esto? Porque carecemos de pensamiento
crítico para afrontar la realidad.
Este fenómeno —el del sesgo cognitivo— se ha vuelto un problema grave en las
relaciones sociales y de trabajo, ya que resulta muy complicado trabajar con
personas que no aceptan otra verdad que no sea la suya, u otras soluciones que
no sean propuestas por ellos, generando ambientes laborales conflictivos e
insostenibles.
Varios estudios demuestran que el culto a la autoimagen, el temor a ser
criticados y la necesidad de tener la razón hace que las personas, para proteger
la falsa imagen de sí mismas, tiendan a crear una realidad basada en
información tendenciosa y en una percepción limitada de los hechos.
Imagina que en una habitación hay dos personas: una de ellas afirma que
llueve porque escuchó truenos, y otra dice que no es cierto porque en el
noticiero dijeron que no llovería. La labor del pensador crítico no es darle la
razón a uno o a otro, sino abrir la ventana y comprobar si está lloviendo.
En el trabajo
Cuando estamos ante dos propuestas y la situación nos exige tomar una
decisión, estamos ante un caso típico en donde no importa que decisión
tomemos, tendremos la impresión de que una de las dos personas se verá
afectada.
En el trabajo
Ahora se sabe que esta historia es falsa, pero no deja de ser un buen
ejemplo de la importancia de mantenernos creativos y abiertos a explorar
todas las alternativas antes de tomar decisiones riesgosas.
En el trabajo
Por el contrario, es común que las personas con bajo intelecto padezcan
del efecto Dunning-Kruger, una extraña relación entre la ignorancia y la
vanidad que genera una ilusoria idea de superioridad intelectual.
Para ejemplificarlo, bastará recordar aquella anécdota del sujeto que
escucha por la radio de su auto que “hay un loco manejando en sentido
contrario por la avenida principal”, el sujeto mira por la ventanilla y
exclama: “¿Un loco? ¡Pero si todos van en sentido contrario!”.
En el trabajo
En el trabajo
Cuando estés involucrado en un proyecto de grandes dimensiones,
comienza por visualizar todo el panorama y establecer tres objetivos:
Cuando un equipo de trabajo no tiene claros los objetivos del por qué se
realiza un proyecto, resulta muy fácil confundir los objetivos y
gradualmente perder la motivación.