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YANACONAZGO

En el siglo XVIII se desarrollaron diversas manifestaciones de servidumbre en


reemplazo de la encomienda y la Mita, esto fue reemplazado por nuevas relaciones
serviles y semi-serviles de producción que tenían por objetivo atraer a la masa de
mestizos sin trabajo mientras disminuía la población indígena. Estas nuevas formas de
producción fueron implementadas por los hacendados, una vez que lograban
enganchar a los trabajadores comenzaba el proceso de endeudamiento. Este
procedimiento se dio principalmente en México con el llamado sistema de peonaje por
deuda.
De esta manera los hacendados lograron establecer en sus dominios
trabajadores "voluntarios" o peones, haciéndoles contraer deudas que luego fueran
imposibles de reembolsar.
Esta forma de producción no era esclavista ya que los trabajadores iban por
voluntad propia y tampoco eran propiedad del hacendado.
El contrato firmado por el patrón y el peón tenía el nombre de "concertaje",
que comenzaba imponiendo un tiempo y un salario, pero el peón terminó atado por
un proceso de endeudamiento que lo obligaba a seguir trabajando hasta el pago de sus
deudas.
En el territorio del Perú sucedió algo similar ya que él mestizo o el aborigen
dejaba su comunidad para ir a vivir a la hacienda junto con su familia. De esta manera
el patrón le permitía utilizar una pequeña parcela a cambio del trabajo en las labores
del fundo.
Otra forma de producción fue a través del inquilinaje, en cuál se inició en Chile
A mediados del siglo XVII. Una vez que el terrateniente logró el asentamiento de estos
campesinos los obligó a pagar arrendamientos en especies y dinero.

ENCOMIENDA
La encomienda en América latina no tendría a la pequeña producción agraria
sino a la explotación de oro, plata y materias primas. Se ha argumentado que la
relación entre el encomendero y el indio era feudal, confundiendo una vez más
servilismo con feudalismo. El indio no pagaba tributos al encomendero sino al rey,
especialmente en las encomiendas de tributo.
La encomienda consistía en asignar un terreno y una comunidad indígenas a un
español, quién recibía el nombre de encomendero. Los indígenas debían trabajar y
pagar tributos, los cuales generalmente se cumplían entregando productos agrícolas
como por ejemplo el algodón y el maíz.

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Los encomenderos debían proteger, alimentar, vestir Cómo transmitir
conocimientos y convertirlos a la religión católica. Sintéticamente podemos decir que
la encomienda era un conjunto de indios obligados a trabajar para el encomendero.
Los conquistadores trataban de adaptar el tributo medieval europeo a la
realidad indígena, especialmente a los imperios aztecas e incas, uno de los primeros en
advertir la necesidad de adaptar el tributo europeo a la realidad americana fue Hernán
Cortés.
Durante el primer siglo de la Colonia hispanoamericana la encomienda, que era
el reparto de indios hecho por la monarquía al encomendero, fue el principal régimen
de trabajo. La encomienda no otorgaba derecho de propiedad territorial, pero el
proceso de colonización condujo a que los encomenderos enriquecidos se fueran
apoderando de las mejores tierras.
El encomendero no era un siervo que trabajaba a cambio de una pequeña
parcela, el indígena no elegía al señor ni estableció un vínculo, era una fuerza de
trabajo que se trasladaba de una mina a otra y de un latifundio a otro, los
encomenderos llegaban a alquilar a otros empresarios la fuerza indígena.
La sesión de derechos que hizo la corona española a los encomenderos para
recaudar tributos otorgaba un tinte aparentemente feudal a los encomenderos, los
especialistas en el tema plantean “que el beneficio o señorío que se le otorga al
encomendero es mucho más limitado que el feudal, pues no incluye el derecho
jurisdiccional ni gubernativos".
Además de las encomiendas particulares, donde gran parte del tributo era para
el rey, existen encomiendas de la corona, donde todo el tributo más el excedente del
trabajo producido por los indígenas iba directamente a la monarquía deduciendo los
sueldos de los corregidores y otros gastos de administración.
Algunas de las medidas tomadas por la monarquía fueron las nuevas leyes de
indias en 1542 y 1549 y las tasas sobre el régimen de trabajo en las encomiendas, éstas
estaban destinadas a frenar los abusos de los encomenderos, denunciados
oportunamente por Bartolomé de las Casas.
Las tazas eran disposiciones reglamentarias sobre el funcionamiento de la
encomienda, el régimen de trabajo de los indios, el monto de la tributación, el trato, la
alimentación y la forma que los encomenderos debían ocuparse de la salud física y
espiritual de los aborígenes. Las quejas de los autores revelan los abusos y las
resistencias de los encomenderos a someterse a los dictados del Rey, la historia de las
tazas es la historia de las obligaciones incumplidas por los encomenderos.

LA MITA O EL REPARTIMIENTO
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El repartimiento fue una forma de tributo de trabajo. La mita (llamada así
principalmente en el Perú) tenía una estrecha relación con la encomienda porque
ambas tenían por objetivo la recolección y el pago del tributo indígena. La mitad era un
sistema especial para la explotación de los aborígenes en las minas y obrajes,
organizado a base de jornadas de trabajo; un cierto número de indígenas de cada
comunidad debía trabajar obligatoriamente y en forma intensiva por un periodo de
tiempo durante el año, cuando regresaban a sus comunidades eran reemplazados por
otro grupo de la misma tribu.
La mitad fue acelerando la crisis de la comunidad aborigen, ya que sus
miembros eran trasladados de una mina a otra muy distante; en algunas colonias,
como la Real Audiencia de Quito, había mitas agrarias, mineras y de obrajes en otras
solamente mitas mineras.
Ya en los tiempos finales de la utilización del régimen de la Mita ésta era un
poco menos brutal que al principio de la conquista, inclusive la forma de pago era más
flexible con la reglamentación de la mita, se amparó a los indios que una vez cumplía
su obligación quisieran permanecer trabajando lejos de su clan y a cambio de un
salario, esta libertad de quedarse en los socavones según los halagos de la paga, rodea
al indio mitayo de un sistema de libertad, que lo transforma socialmente en una
asalariado.
En México el repartimiento se aplicó más a la agricultura que la minería, donde
pronto se implantó el salariado. Estos repartimientos se daban también en la su obra
públicas y especialmente en algunos obrajes.
Fernando Velasco señala que "el salario que percibía el mitayo a cambio de su
trabajo no era utilizado íntegramente en la reproducción de su fuerza de trabajo. Una
importante fracción del mismo estaba destinada al pago de su tributo personal,
siendo, la mayor parte de las veces insuficiente la porción que le restaba para cubrir
sus necesidades personales y familiares". Velasco hace una importante observación al
relacionar este sistema tan especial de pago de salarios con el proceso de acumulación
del capital: "el salario pagado de los indígenas viabiliza la tributación y posibilita a la
Corona el arrebatar una porción del excedente que, de otra manera, hubiese quedado
en manos de los dueños de las minas, obrajes y estancias".
En resumen, la Mita aplicada de manera diversa en cada una de las colonias, se
fue transformando hasta desembocar en regímenes de trabajo asalariado o nuevas
variantes de servidumbre.

LA ESCLAVITUD INDÍGENA Y NEGRA

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En las colonias hispanoamericanas y portuguesas hubo relaciones de
producciones esclavista, tanto indígena como negra, pero ninguna de ellas fue
generalizada, con excepción de algunas regiones.
Los españoles y portugueses implantaron la esclavitud indígena en ciertas
colonias Durante los primeros siglos de la conquista. A pesar de que las leyes de indias
prohibían la esclavitud indígena, dejaron un resquicio legal por el cual los indígenas
tomados prisioneros en guerra podían ser considerados como esclavos.
Los soldados hacían pasar por prisioneros de guerra a cualquier indígena,
aunque no fuera capturado en combate, con el fin de venderlo como esclavo. Estos
indígenas eran destinados a trabajar como esclavos en las plantaciones de azúcar y, en
menor medida, en la minería. De todos modos, los indígenas no constituyeron en
ninguna Colonia hispanoamericana la base de las relaciones de producción esclavistas.
En cambio, en Brasil, las relaciones de producción esclavistas, con mano de
obra indígena, fueron generalizadas en la economía de plantación azucarera durante el
primer siglo de la conquista. Precisamente, uno de los privilegios de los donatarios
(encomenderos agraciados con concesiones del rey de Portugal) era someter a los
indios a la esclavitud, así se inició una casa organizada y masiva de indígenas a lo largo
de la extensa Colonia portuguesa. A pesar de las denuncias de los jesuitas, capuchinos
y Carmelitas sobre esta cacería humana, la corona portuguesa mantuvo la esclavitud
indígena, argumentando que solo serían considerados esclavos los indios capturados
en guerra justa los demás eran libres, pero debían permanecer bajo la tutela y
administración de los colonizadores.
Los conquistadores portugueses están tan sedientos de la mano de obra
indígena que atacaron la colonia española del Paraguay y especialmente una de las
mejores zonas culturizadas por los guaraníes las reducciones del Guayra. Estas
incursiones, realizadas desde San Pablo, se denominaron “bandeiras” y a los
expedicionarios “bandeirantes”, los que llegaron a formar ejércitos de mamelucos
(mezcla de negros e indígenas) para cazar guaraníes y venderlos como esclavos a los
ingenios azucareros.
Sin embargo, el rendimiento de los indígenas esclavos era más bajo que el de
los negros, que habían sido importados del África desde mediados del siglo XVI. Celos
Furtado afirmaba que el aprovechamiento del esclavo indígena resultó inadecuado en
la escala requerida por las empresas agrícolas de Gran envergadura que eran los
ingenios azucareros. Por este motivo, y no por supuestas razones humanitarias, los
indígenas dejaron de ser esclavos en las plantaciones azucareras. La servidumbre
indígena fue abolida formalmente en el siglo XVIII en el Brasil.
La esclavitud negra alcanzó mayores dimensiones que la indígena, A diferencia
de la esclavitud grecorromana, en América latina colonial la esclavitud tuvo la
peculiaridad de que los propietarios se eximían a menudo de la preocupación de

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alimentar a los negros dándoles un pedazo de tierra y concediéndoles el tiempo
necesario para trabajar en ella con el objeto de producir alimentos. Es decir, la
esclavitud se ahorraba la manutención del esclavo y el gasto para la reproducción de la
fuerza de trabajo.
El primer cargamento de negros se hizo en 1518 y uno de los últimos en 1873,
fueron 355 años de comercio de esclavos africanos, Durante los cuales tiene lugar el
proceso de traslado coercitivo de seres humanos más gigantesco que ha conocido la
historia.
Al decidirse por la importación de esclavos negros, los conquistadores
portugueses y españoles renunciaron a sus primeros proyectos de asimilación
indígena.
Octavio Ianni sostiene que fue el capital comercial el que dirigió la
consolidación y la generalización del trabajo forzado en el nuevo mundo. Se organizó
así, un tráfico comercial de tipo triangular entre Europa, África y América. "En este
comercio triangular, Inglaterra (al igual que Francia y la América colonial) ofrecía las
exportaciones y los navíos, África ofrecía la mercadería humana, y las plantaciones, las
materias primas coloniales. El navío negrero zarpaba de la metrópoli con una carga de
productos manufacturados, estos eran intercambiados lucrativamente por negros en
África coma negros que eran comercializados aún más lucrativamente en las
plantaciones, a trueque de productos coloniales que se transportaban a la metrópoli.
Estas formas brutales de explotación formaron parte del proceso de
acumulación originaria del capital. Marx señalaba que la plusvalía se dio también,
aunque de manera distinta, en el régimen esclavista, ya que el plus trabajo puede
darse en forma de dinero o bajo otra forma cualquiera de trabajo ajeno no retribuido.
El esclavo producía más de lo que consumía, su trabajo era totalmente un excedente.
El esclavo era una mercancía destinada a producir nuevas mercancías para el
mercado mundial. El objetivo del colonizador era obtener el mayor provecho posible
de esa mercancía, mediante la implantación de una jornada solo limitada por la
necesidad del esclavista de conservar su mano de obra. De este modo maximinizaba el
rendimiento de este capital fijo, que era el esclavo, justificando con creces la inversión
que había hecho al comprarlo. El esclavo era un capital fijo o constante, al igual que
una máquina del ingenio azucarero, con la diferencia de que el esclavo era el que daba
la mayor parte de la ganancia a través del plus trabajo.
Las relaciones esclavistas de producción fueron implantadas en Brasil,
Venezuela, Cuba y otras islas del Caribe, Colombia, México y la costa del Perú.
Para montar un ingenio se requería una fuerte inversión de capital, tanto en
esclavos cómo en maquinarias. El promedio de vida útil de un esclavo era de 8 años, en
Brasil y otras colonias no hubo cría de esclavos como sí fue el caso de Estados Unidos,
porque se prefería importar antes que reproducir, por razones económicas.

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Humboldt menciona lo observado en 1800 y nos dice: "los esclavos ofrecidos a
la venta eran jóvenes de 15 a 20 años. Todas las mañanas se les distribuía aceite de
coco para que se frotasen el cuerpo y diesen a su piel un negro lustroso, a cada
momento se presentaban compradores qué, por el estado de la dentadura, jugaban la
edad y la salud de los esclavos, abriéndoles la boca, cómo se hacen los mercados de los
caballos"
En algunas colonias, como Venezuela, los esclavistas del cacao entregaban una
porción de tierra para que los esclavos produjeran su autoalimentación. Con el correr
de los años, el esclavo fue capaz de producir un pequeño excedente que vendía el
patrón de este modo, fue reuniendo un poco de dinero que le permitió en ciertos
casos comprar su libertad. José Aizourua rechaza la caracterización del enfeudamiento
hecha por otros autores de este tipo de relaciones esclavista.
En el siglo 18 se observa una mayor preocupación por conservar la vida de los
esclavos, no por razones humanitarias sino porque habían aumentado de precio, por
esta razón aumentan las medidas tomadas en favor de los matrimonios de esclavos, o
entre esclavos y negros libres, a fin de estimular la procreación. Se tomaron medidas
para rebajar las horas de trabajo de las esclavas embarazadas, las cuales debían ser
atendidas por esclavas ancianas.
A fines de la colonia se produjeron también otros cambios, con la combinación
del trabajo asalariado con el esclavista; podemos afirmar que no hay una sucesión de
una forma de trabajo a la otra, sino que lo que existe es una simultaneidad de ambas
formas dentro de la misma manufactura.
Los esclavos que poseían habilidades manuales eran destinados a los trabajos
artesanales del campo y la ciudad, sus dueños los obligaban a elaborar artículos que
luego venderían en el mercado, el esclavo negro que aprendía un oficio no dejaba de
ser esclavo por ese motivo sino que solamente aumentaba de precio en el mercado.

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