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LA ENCOMIENDA Y LOS EJIDOS

La encomienda
¿Qué es?
La Encomienda consistía en el derecho de los españoles -durante las épocas de
conquista y colonización del territorio guatemalteco- a cobrar parte de la totalidad
de los tributos fijados a determinado pueblo indígena. La naturaleza jurídica de la
norma no se respetó en la práctica y, como consecuencia, la encomienda se
constituyó en una modalidad de explotación personal de los indígenas.
La encomienda era en sí la asignación, por parte de la corona, de una
determinada cantidad de indios a un súbdito español, encomendero, en
compensación por los servicios prestados. Tras esto, el encomendero se hacía
responsable de los nativos puestos a su cargo, los evangelizaba, y percibía los
beneficios obtenidos del trabajo que realizaban los nativos.
El beneficiario (encomendero) cobraba y disfrutaba el tributo de sus indios, en
dinero, en especie (alimentos, tejidos, etc.) o en trabajo (construcción de casas,
cultivo de tierras o cualquier otro servicio); a cambio de ello, debe amparar y
proteger a los indios encomendados e instruirles en la religión católica, por sí o por
medio de una persona seglar o eclesiástica (doctrinero) que él mantendrá.
En esta institución el español, conocido como encomendero, tenía a su disposición
un pueblo de indios con sus caciques para que le pagasen tributos y le sirvieran.
La figura del cacique o personaje principal de los poblados era muy importante
porque solía ser el intermediario entre el encomendero y los indios, especialmente
en la cuestión de los tributos.
Los pueblos indígenas que fueron dados en encomienda fueron obligados a
tributarle a sus encomenderos, mientras que, los campesinos no encomendados
fueron forzados a pagar el tributo real, que consistía en entregar en productos de
la tierra, pero también solían tributar cacao en grandes cantidades, tejidos de
algodón, leña, y materiales de construcción. Además, se obligó a los indígenas a
prestar servicios personales para construir iglesias, las casas y haciendas de los
colonialistas, caminos, puentes, etc.
Desarrollo
La encomienda surgió en la Península Ibérica durante las guerras de Reconquista
para beneficiar a los soldados que habían participado en ellas y se implantó en
América a principios del siglo XVI, durante la primera etapa de la colonización.
Durante las primeras expediciones de descubrimiento y conquista, los indígenas
capturados en combate eran herrados como se hacía con las bestias y entregados
como esclavos a los soldados españoles, lo mismo sucedía con los indios que se
entregaban pacíficamente y aceptaban la sumisión y el vasallaje al Rey de
España.
Desde que Cristóbal Colón llegó a las Antillas implantó una modalidad de
esclavitud que pasó años más tarde al continente con las expediciones
posteriores. Esta modalidad consistía en el repartimiento de indios capturados,
sojuzgados o dominados en cualquier forma entre sus oficiales y soldados, a la
par que también se les repartía tierra. Estos indios pasaron a la condición de
esclavos para trabajar las tierras que habían recibido o tomado los españoles.
Esta situación necesitaba ser justificada y cubierta de algún modo, y ello se hizo
aduciendo que los indios entregados como esclavos quedaban encomendados a
su dueño para que los evangelizara y convirtiese al cristianismo. Los indios
encomendados fueron hechos esclavos, marcados con hierro y de hecho
integraban al patrimonio del conquistador o poblador.
La función de las encomiendas era servir como recompensa a los aventureros que
invadieron Guatemala en calidad de soldados y facilitar su establecimiento como
colonos en los nuevos territorios conquistados, aunque la explotación que se hizo
de los campesinos fue más inhumana que el feudalismo europeo.
En Guatemala, entre 1534 y 1542, se impuso a los indios la obligación de servir a
sus encomenderos en todo lo que estos demandaran. Sin embargo, la
encomienda no implicaba el derecho de la propiedad sobre ellos.
La encomienda fue un instrumento muy eficaz para consolidar el dominio del
territorio porque encuadraba y organizaba a la población indígena como mano de
obra forzada. Por otro lado, la encomienda fue un medio empleado por la Corona
para recompensar a los que habían prestado servicios importantes, y contribuido a
la conquista y, además, para fijar a la población europea en el continente.
Las prestaciones establecidas en la encomienda eran de dos tipos: el tributo y el
servicio personal. El tributo se destinaba al mantenimiento del encomendero y su
familia, además de proporcionarle productos que podía vender, ya que solían ser
en especie (metales, ropa, animales, maíz, trigo, etc.…). La obligación del servicio
personal permitía al encomendero emplear a los indios en el servicio doméstico de
su casa y en un sinfín de tareas de ayuda, en las labores agrícolas y ganaderas, y
hasta en las de tipo artesanal, especialmente en la rama textil, aunque se sabe
que hubo también indios encomendados que contribuyeron a la construcción de
barcos y otros fueron empleados en ingenios de azúcar.
Fin
Los frailes se opusieron a este sistema porque los encomenderos explotaban a los
indígenas. La Corona reprimió a los dominicos por actuar en contra de las
encomiendas, pues estas eran un incentivo para que los españoles poblarán las
nuevas tierras. Asimismo, la Corona les permitió a los dominicos seguir
denunciando los abusos cometidos por los encomenderos. Entre los más activos
críticos de la encomienda estuvieron Fray Montesinos y Fray Bartolomé de las
Casas.
En el año 1512, tras las denuncias de Montesinos sobre las primeras
encomiendas, se promulgaron las Leyes de Burgos, que intentaron regular la
institución y establecieron garantías para los indios, ordenando que debían recibir
un trato justo, una retribución equitativa y que el encomendero tenía que cumplir la
obligación de evangelizarlos. En 1527 se estableció la supervisión religiosa para la
creación de nuevas encomiendas. Los religiosos debían determinar si a un grupo
concreto de indios les beneficiaría entrar en una encomienda o no.
El más importante cambio de la situación jurídica de los indios respecto a la
encomienda llegó con las Leyes Nuevas de 1542. Los indios pasaron a ser
plenamente súbditos de la Corona. Esta decisión provocó que se ordenara que no
se creasen nuevas encomiendas y que las existentes se extinguiesen con el
fallecimiento del encomendero. Quedaban suprimidas las encomiendas vinculadas
a la Corona y la Iglesia. Se limitaron y disminuyeron los tributos que debían pagar
los indios. Quedó prohibida cualquier tipo de esclavitud. Tampoco se podían
imponer trabajos forzosos a los indios.

Los ejidos
Desarrollo
Por su etimología latina, exitus (salida), el ejido era el "campo de un pueblo,
colindante con él, que no se labra, y donde suelen reunirse los ganados o
establecerse las eras"
El ejido en la Nueva España tuvo su origen en la disposición expedida por el
Consejo de Indias, bajo el reinado de Carlos V, en el año de 1546, que ordenaba
se agrupara a los indios en determinados lugares, a fin de que se congregara el
mayor número de familias y pudieran vivir en una región, y así los encargados de
impartir la religión cumplieran su cometido y se facilitara más su misión.
Se expidió posteriormente la orden del 1° de diciembre de 1573 por Felipe II, esta
Cédula vino a perfeccionar la propiedad del ejido, que comprendía tierras
bastantes para que los pobladores se dedicasen a sus trabajos agrícolas.
Con el objeto de establecer debidamente a los pueblos y a las reducciones de
indios, se les otorgaron terrenos para que en ellos viviesen, y así ordenó Felipe II,
en primero de diciembre de 1573, y Felipe III, en el año de 1618, que las
poblaciones y reducciones de indígenas tuvieran comodidad de aguas, tierras y
montes, entradas y salidas, labranzas y un ejido de una legua de lado, donde los
indios pudiesen tener sus ganados sin que se mezclasen con los de los
españoles. Esta disposición contenida en la Recopilación de Indias y reiterada en
la Real Cedula del 15 de octubre de 1713.
Por múltiples disposiciones dictadas desde los primeros tiempos de la dominación
española en América, se ordenó como algo necesario e indispensable el que la
población indígena viviera agrupada en núcleos y pueblos y no anduviera
dispersa, que se redujera la población de indios a una existencia gregaria, en
forma estable y sujeta a la vigilancia y protección de los encomenderos españoles.
Además de los ejidos otorgados a los pueblos y reducciones de indios, existían en
la colonia los ejidos de las poblaciones fundadas por los españoles, aun cuando
teniendo los de estas una mayor y variable extensión, de acuerdo con la
importancia de la ciudad o villa capitulada por un poblador o fundada por las
autoridades españolas.
Características
Los ejidos estaban afuera de los pueblos, eran terrenos de pastizales y bosques, y
por tanto eran de uso común.
Las características principales del ejido eran, en primer lugar, la comunidad y la
inalienabilidad de la tierra, teniendo el pueblo solamente derecho al usufructo.
La segunda característica del ejido era el parcelamiento del mismo. Durante la
conquista se empezó a hacer el parcelamiento de los ejidos; a cada familia se le
adjudicaba una parcela, lo que trajo como consecuencia cierto derecho de
posesión, pero no de propiedad absoluta. El dueño de la parcela podía hacer lo
que quisiera de ésta, pero no podía por ningún motivo enajenarla ni gravarla.
La tercera característica fue la siguiente: los descendientes del jefe de la familia
tenían derechos hereditarios sobre la parcela, pero una vez extinguida la familia,
aquella parcela se adjudicaba a una nueva familia, generalmente de las que
estaban inscritas en el registro correspondiente y que habían solicitado dotación
de tierras. La autoridad encargada de hacer la dotación y ante la cual debía
hacerse la solicitud por la familia indígena, eran los ayuntamientos.
Una característica de las tierras dadas como ejidos a los pueblos de indios son su
inalienabilidad (que no se podían donar, ceder o vender) e imprescriptibilidad (un
derecho que nunca perdera vigencia o validez por el paso del tiempo), puesto que
eran bienes de uso común en beneficio de la población en su conjunto, sin que
nadie pudiera tener un dominio privado sobre dichas tierras. Estas características
se hallan prevenidas en una Real Instrucción de 15 de octubre de 1754, que
ordena que los pastos y ejidos de los pueblos de indios se mantengan en posesión
de estos, reintegrándolos cuando se hubieren usurpado.
A partir de 1873, los ejidos pasaron a control directo del Presidente de la
República y se inició una serie de acciones ilegales para ocultar todo lo relativo a la
ubicación y venta de los ejidos. El Presidente Justo Rufino Barrios, fue quien más
utilizó los ejidos para la venta de la tierra. El Presidente Manuel Estrada Cabrera
promulgó la ley de Cooperativas de Vivienda (1903, Decreto No. 630), en donde se
establece que las tierras necesarias para este sector social, sólo tendría una fuente,
los ejidos (artículo 16) constituidos para la fundación de Guatemala. Durante el
gobierno del Dr. Juan José Arévalo, se promulga una nueva ley de cooperativas, en
el decreto No. 146 de fecha 1 de agosto de 1945, cuyo motivo principal era:
“Apoyar la formación de empresas cooperativas (representa una alianza entre
personas que se asocian de manera voluntaria, con la finalidad de atender y
satisfacer las necesidades de cada uno de sus miembros; a través de una empresa
cuya propiedad es colectiva y de administración democrática).… para la explotación
colectiva de inmuebles rústicos de la Nación y de Tierras Ejidales y Comunales”. El
segundo gobierno de la revolución, Coronel Jacobo Arbenz Guzmán (1951-1954),
confirmó y mantuvo los mismos preceptos jurídicos y legales del anterior gobierno
y de la Constitución del 1945. Las tierras ejidales, mantuvieron su función de
tierras protegidas, destinadas para la agricultura, cedidas en propiedad colectiva,
para asociaciones campesinas y cooperativas.

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