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Fate's Keep (Her Dark Destiny 2) - T. Rae Mitchell
Fate's Keep (Her Dark Destiny 2) - T. Rae Mitchell
Disfruten de su lectura.
¡Saludos de unas chicas que tienen un millón de cosas que hacer y sin
embargo siguen metiéndose en más y más proyectos!
STAFF
Goddessees of Reading & Sombra Literaria
TRADUCCIÒN
CORRECCIÒN
DISEÑO
Kerah
CONTENIDO
SINOPSIS
Capítulo 1: De regreso al principio
Capítulo 2: El Juramento
Capítulo 3: Un pequeño juego de escondite
Capítulo 4: El flautista impío
Capítulo 5: La carta
Capítulo 6: El sacerdote se ha ido
Capítulo 7: ¿Cómo vamos a explicar la pestilencia?
Capítulo 8: La división ardiente
Capítulo 9: ¿Esta es la Fortaleza?
Capítulo 10: Cada acción tiene una consecuencia
Capítulo 11: Esto no puede ser real
Capítulo 12: Ojos de Dragón a mi
Capítulo 13: No hay nada civilizado en los faes
Capítulo 14: Xena está en la habitación
Capítulo 15: Es de Papel
Capítulo 16: Uniforme asesino
Capítulo 17: Estamos condenados
Capítulo 18: Llámame tu amante fae
Capítulo 19: Los apócrifos de mortcarion
Capítulo 20: La Diosa de ojos negros
Capítulo 21: Hijo de su madre
Capítulo 22: Nosotros no podemos actuar en este plan
Capítulo 23: Aquí gatito, gatito.
Capítulo 24: Dormir y no desertar nunca
Capítulo 25: Realidad distorsionada y dimensiones fracturadas.
Capítulo 26: Cantidades abundantes de chocolate
Capítulo 27: Será más rápido
Capítulo 28: Santos rascacielos, Batman
Capítulo 29: Algo no está bien aquí
Capítulo 30: La sangre debe correr
Capítulo 31: ¿Cuál es la alternativa a la explosión?
Capítulo 32: No soy el monstruo que crees que soy
Capítulo 33: Señor Romance tiene que irse
Capítulo 34: Como desees
Capítulo 35: Vamos a necesitar una carretilla
Capítulo 36: Esta bestia no tiene modales
Capítulo 37: Juramento del meñique
Capítulo 38: Bienvenido de nuevo
Capítulo 39: Asi es como lo hacemos
Capítulo 40: Una ilusión magistral
Capítulo 41: Fate tiene un plan
Capítulo 42: ¿Dónde estás?
Capítulo 43: Mal momento
Capítulo 44: Permíteme presentarme.
Capítulo 45: No te metas conmigo
Capítulo 46: Árbol de Espino Blanco
Capítulo 47: Vermis fobia
Capítulo 48: Siempre maldito
Capítulo 49: Algo está fallando
Capítulo 50: Suficiente animo por un día
Capítulo 51: Juntos
Epílogo
Her Dark Destiny#3, Fate`s War
Agradecimientos
Sobre la autora
SINOPSIS
Morirá intentando volver con él.
Venderá su alma para estar con ella.
Ya no más.
Desde entonces, había descubierto que la magia era real, y que no tenía nada
de rosa y brillante. La magia daba miedo y era mucho más mortífera de lo que
jamás hubiera imaginado.
Apenas podía creer que había vuelto. El enorme tomo estaba cerrado y
apoyado contra la pared de ladrillos de la librería desierta donde lo había
encontrado originalmente, en lo que parecía haber sido hace eones. Ella no tenía ni
idea entonces, pensando que el libro era solo un gran letrero que una vez habían
colgado en el exterior de la Librería Fábulas. Nada podría haber estado más lejos de
la verdad. Los cronistas gigantes habían creado el Libro de Fábulas para preservar
un registro de la magia antigua dentro de sus páginas amarillentas en la forma de
ocho cuentos de hadas horriblemente desafortunados, cada uno de los cuales ella
había tenido el gran disgusto de experimentar de forma muy cercana y personal.
Fate empezó a ponerse de pie, cuando un golpe desde atrás la tiró al suelo,
golpeando el aire fuera de sus pulmones.
—Lo siento —murmuró Gerdie desde donde había aterrizado en la espalda de
Fate—. Pero gracias por el aterrizaje suave de todos modos.
—Me alegra poder ser de utilidad —se quejó Fate, aunque aliviada de tener a
su pequeña compañera de regreso.
Gerdie saltó. Se apartó un mechón de pelo rizado y de color beige de sus ojos
marrones. Una expresión seria endurecía sus rasgos élficos mientras observaba su
entorno.
Llevaba tanto tiempo fuera, pero estaba segura de que era el mismo fuego que
Finn había encendido la noche en que se conocieron. Casi podía verlo arrodillado
allí, las llamas iluminando el dorado oscuro de su cabello, la dulce curva de su boca
y sus sonrientes ojos verde hoja. Las lágrimas brotaron de nuevo mientras se
acercaba a la luz parpadeante. ¿Era posible que de alguna manera hubiera
retrocedido en el tiempo a cuando él estaba allí?
—¿Qué estás haciendo? ¿Nadie te ha dicho que no juegues con cosas muertas?
—No soy ajena a lidiar con los muertos. Casi viene con el territorio, cuando
has estado viviendo cerca de una vieja bruja malvada que está comiendo bebés para
el desayuno, el almuerzo y la cena.
No había mucho que Fate pudiera decir al respecto. Gerdie se las había
arreglado para mantenerse fuera de las garras de la Vieja Madre Grim por sí
misma, durante lo que pudieron haber sido siglos antes de que se conocieran.
Todavía era fácil olvidar que Gerdie no era una niña. La niña de seis años había
sido suspendida en el tiempo en el momento en que su despiadada hermana,
Brune, la abandonó dentro del Libro de Fábulas.
Brune también era responsable de arrojar a Fate en el libro maldito. Peor aún,
ella y Brune estaban emparentadas. La abuela de Fate, Gerdie y Brune eran
hermanas. Fate estaba feliz de tener a Gerdie como su tía abuela, pero odiaba
compartir la mala sangre de Brune.
Sin querer acercarse más, Fate se esforzó por ver a través de la penumbra
para ver mejor el Orbe. La única razón por la que Brune había obligado a Fate a
entrar en el Libro de Fábulas había sido para encontrar y recuperar la contraparte
del Orbe, la Vara de Aeternitis. Por lo poco que entendía, combinar las dos
poderosas piezas otorga al propietario poderes divinos. Con ese tipo de poder, ella
podría liberar a Finn con un simple pensamiento y salvarlo de una eternidad de
sufrimiento.
—¿Qué afortunadas somos? Y yo aquí pensando que tendría que luchar con
Brune para conseguir el Orbe.
—Sí, dandy1. ¿Qué tal si te dejo el saqueo de tumbas? —Fate la había visto
llenarse de cadáveres en descomposición demasiadas veces dentro del Libro de
Fábulas.
1Un dandy es una persona que se distingue por su elegancia y buenos modales
Gerdie tiró del Orbe, inclinando el cadáver de Brune hacia adelante. Lo
empujó hacia atrás y le dio al collar un tirón más fuerte. Fate se estremeció
mientras la cabeza se inclinaba hacia un lado con un crujido de huesos y colgaba en
un ángulo perturbador. Impávida por la espeluznante interacción, Gerdie le dio al
collar otro tirón sólido para romper la cadena, cuando una mano huesuda salió
disparada y agarró la muñeca de la niña.
—¿De verdad crees que será tan fácil tomar lo que es mío? —La voz de Brune
era un traqueteo húmedo. El olor tenía que ser atroz, porque Gerdie se
convulsionaba con náusea.
—No es una ella —argumentó Fate—. Eso es lo que llamas un zombi. Y para tu
información, comen cerebros.
Fate instintivamente buscó una de las dagas que estaba acostumbrada a tener
en su muslo. No había nada ahí.
Estúpida.
2Hace referencia a la similitud con Avada Kedavra, la maldición o maleficio asesinos del universo
de Harry Potter
Gerdie la miró con el ceño fruncido.
—No sé de qué estás hablando, pero debes dejar de interrumpir y ser útil —
Empujó una bolsa de tela llena de hierbas secas y molidas en la mano de Fate—.
Vierte esto alrededor de ella. ¡Y hazlo rápido!
—¡Yo lanzo este círculo y te ato, Brune! —ordenó Gerdie, aunque su voz
temblaba—. Avra Kedavra. Avra Kedavra. Avra Kedavra.
Fate terminó de colocar el círculo y corrió de vuelta a Gerdie, alentada por los
jadeos y los graznidos moribundos que venían de Brune. Fate soltó el broche de su
propio collar y balanceó la Vara a plena vista. Había estado esperando este
momento durante mucho tiempo.
—Tengo a Vara, Brune. ¿Pero adivina qué? ¡Me lo quedo! ¿Cómo te gustan las
manzanas3? Mira quién tiene el control ahora.
3En inglés ‘How do you like them apples’, es una frase utilizada como una forma de burlarse de
alguien después de obtener algún tipo de victoria sobre ellos.
Todo lo que faltaba era una bandeja de plata.
Capítulo 2
El Juramento
Luchando por obedecer la orden de Brune, el cuerpo de Fate luchó contra una
fuerza invisible que le impedía dar otro paso. Sus músculos se contrajeron en
espantosas bandas de resistencia, mientras el nauseabundo olor a carne podrida la
sofocaba. El vómito se agitó en su estómago y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Cierto. Esperaba que estuvieras viva. Puede que estés muerta, pero sigues
siendo terca como siempre —Gerdie sostuvo la bola de cera roja frente a ella—.
Pero puedo evitar que tomes esa Vara de Fate hasta que las vacas regresen a casa 4.
Hice uno de los amuletos Imperio Evocati de Oma.
4Expresión que hace referencia a que puede evitarlo durante un largo tiempo. Proviene de la
práctica de que las vacas regresan a sus refugios en algún momento indefinido, generalmente a un
ritmo lento y lánguido.
—Ha pasado mucho tiempo desde que me dejaste en esa pesadilla de cuento
de hadas, así que probablemente hayas olvidado que escribiste algunos de tus
propios hechizos aquí dentro —Gerdie volvió a guardar el cuaderno en su bolsillo—.
Así que sí, tengo tu letra hecha bola dentro de la cera, apropiadamente.
Gerdie rio.
—Supongo que pensaste que el relicario se quemó con Oma, pero ella lo
arrancó y lo dejó caer al suelo antes de que la ataran a esa estaca. Lo vi todo. Me
quedé escondida, tapando mis oídos a sus gritos, cerrando los ojos a las llamas que
la convertían en un trozo de carbón retorcido.
—Me escondí detrás de ese matorral toda la noche, no queriendo dejarla allí
así. Pero ¿qué podía hacer una niña pequeña? Nada. Eso podía hacer. Yo era
demasiado insignificante para cavar un hoyo y enterrarla en el suelo.
Brune se quedó muy quieta. Luego soltó la cadena, dejando que el Orbe
colgara inmóvil de su cuello.
Libre del control del Orbe, los músculos de Fate se aflojaron como una cuerda
desenredándose y se desplomó en el suelo antes de retroceder para escapar del aire
viciado que se había visto obligada a compartir.
—No es por falta de ganas. Pero mientras ella tenga el Orbe, puede
controlarte.
—Pero tienes esa cosa de cera. Úsalo para que nos lo dé.
—Los amuletos Imperio Evocati solo están hechos para funcionar con la
maldición de destrucción. Pero como no puedes hacer que un muerto esté más
muerto, en este punto, solo sirve para protección. Si intenta algo conmigo, será
como hacerse daño a sí misma.
—¿Qué pasa con la Vara? ¿No puedo balancearla por mi cuenta? Ya sabes,
¿cómo hacerla bailar Thriller5 en la interestatal hasta que la atropellen?
—Sí. Si ahora solo pudiera poner mis manos en el Orbe —Fate miró a Brune—.
¿Y ahora qué? Estamos prácticamente en un punto muerto.
Fate hizo una pausa para pensar, pero solo por un segundo.
—Lo odio.
—Ódialo todo lo que quieras, pero esos son los hechos. Quédate aquí, yo me
ocuparé de esto.
Feliz de dejar que Gerdie estableciera los términos, Fate agarró algunos libros
de una repisa cercana para añadirlos al fuego moribundo. Mientras el polvo de
papel se derramaba entre las cubiertas enmohecidas de los libros, recordó haberse
preguntado por qué todos los libros se estaban cayendo a pedazos. Los dejó caer en
la papelera, dándose cuenta de que no estaba más cerca de averiguar la razón de lo
que lo estaba antes de su desagradable partida.
No había una explicación lógica para un deterioro tan rápido. No era como si
las puertas de la Librería Fábulas hubieran estado cerradas mil años. Sí, habían
estado cerradas desde el día de la muerte de su abuela, pero eso fue hace solo siete
años. El contenido permaneció exactamente como Abue lo había dejado, esperando
el día en que Fate tuviera la edad suficiente para continuar con la tradición de la
librería histórica. Un legado que le había prometido a su Abue que continuaría.
Deseó no haber hecho nunca tal promesa. Demasiadas cosas habían cambiado
desde entonces y ella solo tenía un objetivo en mente en este momento. Encontrar
una forma de regresar a Finn. No tenía idea de cuál era esa forma, solo que nunca
la encontraría volviendo al Libro de Fábulas.
Fate rezó para que Gerdie tuviera razón al regresar a la librería para
enfrentarse a Brune y obtener acceso a la Fortaleza. La había descrito como una
especie de almacén gigante lleno de portales y bóvedas que contenían poderosos
objetos mágicos, y Gerdie estaba segura de que habría un portal que conducía de
regreso a Oldwilde, el reino oculto dentro del Libro de Fábulas.
Hubo un tiempo en el que Fate hubiera dado cualquier cosa por explorar un
lugar así. Había pasado toda su vida leyendo historias fantásticas y escribiendo sus
propios cuentos ilusorios. Antes de su viaje de pesadilla a través del Libro de
Fábulas, incluso había pasado un mes en una importante gira de firma de libros
por su primera novela publicada, Magic Brew, que había estado reuniendo una
base de fans de compañeros fanáticos de la fantasía rápidamente. Algunos de los
cuales eran cosplayers demasiados entusiastas. No es que le importara mucho. En
ese entonces ella había vivido según su lema: La realidad apesta. La fantasía es lo
mejor. Pero desde entonces había aprendido que la fantasía podía ser incluso más
asquerosa que la realidad cuando se veía obligada a vivir dentro de ella.
Fate saltó, tan absorta en sus pensamientos que no había prestado atención a
las negociaciones.
—Espero que no tuvieras que escupir y sacudir por ello7 —Miró a Brune con
una mueca.
Gerdie señaló la enorme llave de bronce que estaba cerca del Libro de
Fábulas.
—No, no lo es. Esa llave abre el Libro de Fábulas —La garganta de Fate se
contrajo. Finn había sido quien había probado la llave para ver si desbloqueaba el
libro. Casi podía verlo levantando la enorme llave a la intrincada cerradura de
hierro forjado asegurada en la parte delantera del enorme libro de madera tallada.
Estaba contenta por el músculo que había ganado durante su período de tres
meses en la séptima fábula, donde había recibido un entrenamiento intensivo en
7Referencia a cuando dos personas que acaban de llegar a algún tipo de acuerdo escupen en la
palma de la mano y luego se dan la mano con la mano mojada. Básicamente, esta es la versión
"ligera" de un juramento de sangre.
combate cuerpo a cuerpo, tiro con arco y lucha con espada. Desafortunadamente, la
fuerza sobrenatural que había disfrutado después de ser nombrada caballero por la
diosa de la guerra se había ido.
Fate alzó la Llave a la cerradura del libro, que estaba al nivel de su cabeza, y la
metió en el ojo de la cerradura. Empezó a girar la Llave, cuando Gerdie tiró de su
brazo.
—¿Cómo qué? Yo, Fate Floyd, ¿juro solemnemente que seré una buena
Guardiana y me acordaré de cerrar con llave antes de irme?
Fate sacó un trozo de pergamino delgado del tamaño de una carta con unas
pocas líneas de escritura que parecían haber sido escritas con una pluma.
—De ninguna manera, no estoy diciendo esto. ¡Leer escritos antiguos en voz
alta es lo que me metió en todos estos problemas en primer lugar!
—Pero no quiero sacrificar todos mis lazos mundanos y dedicar los años
restantes de mi vida a proteger la Fortaleza hasta el día de mi muerte o mi
cumpleaños 90, lo que ocurra primero. Tengo lugares dónde estar, gente que ver.
¡Y oh, sí, tengo que salvar a Finn del infierno en el que lo dejé!
Gerdie lanzó una mirada ansiosa a Brune antes de volverse hacia Fate.
—¿En serio? Bueno, en ese caso me siento mucho mejor sabiendo que Brune
dice que me sacará de este juramento mágicamente acorazado —Fate miró a
Gerdie—. ¿Estás loca? Nos ha estado engañando desde el primer día.
—Quiero lo que tú no quieres —gruñó Brune débilmente desde el otro lado de
la habitación—. Y tú quieres lo que yo no quiero. Si quisiéramos lo mismo,
tendríamos un problema.
—Nunca me rendiría con Finn, pero Brune siempre nos verá a ti y a mí como
una amenaza. Y se equivoca diciendo que ella y yo no queremos lo mismo. Ella
quiere la Vara y yo quiero el Orbe.
—Dime algo que no sepa —Gerdie frunció el ceño—. Vi lo que hiciste con las
Palabras de Creación, y todos sabemos cómo resultó. Así que no creo que se te
pueda confiar tanto poder más de lo que se puede con Brune.
—Eso es todo, Gerdie. Es demasiado tarde. Por mucho que extrañe a mi papá,
no puedo volver a una vida normal. Nunca podría vivir conmigo misma sabiendo
que podría haber ayudado a Finn y no lo hice.
—La familia es algo que nunca debes dar por sentado. Jamás.
—No lo hago —Fate alejó la indecisión repentinamente aflorando a la
superficie—. Amo a mi papá tanto como amo a Finn. Pero mi papá está a salvo y
feliz. Aparte de preocupado por dónde desaparecí.
—Lo sé, pero al menos mi papá tiene una vida. Finn no la tiene. Está atrapado
dentro de ese árbol, incapaz de moverse, torturado por sus pensamientos y
completamente solo. No puedo dejarlo allí para que sufra así.
—Tal como están las cosas, solo me he ido unas pocas horas. Lo que significa
que tendré que asegurarme de encontrar una forma de retroceder en el tiempo para
que Eustace no tenga que preocuparse por mí más de lo que ya lo ha hecho.
Con una creciente sensación de urgencia, Fate deslizó la Llave hacia adentro,
activando otra serie de clics. Las barras deslizantes se empujaron a un lado,
engranajes giraron y válvulas se abrieron, antes de que una cerradura mucho más
pequeña se empujara hacia arriba y saliera de una ajustada ranura. Tan pronto
como Fate la sacó, las piezas como estrellas se cerraron de golpe.
Gerdie asintió.
—Móntala en la puerta —dijo Brune con voz ronca—. Nos estamos quedando
sin tiempo.
Fate asintió con la cabeza. No sabía por qué, pero sabía que Brune estaba
diciendo la verdad. Algo andaba mal. Era como si parte de su alma se hubiera
extendido a través del espacio a un lugar que ella necesitaba proteger porque allí se
estaban gestando serios problemas.
Toda la culpa, estrés y tensión que había mantenido a distancia durante los
últimos seis meses se deshizo en un gran desastre.
Corrió hacia él, rodeándole la cintura con los brazos. Fate enterró su rostro en
la suavidad de su suéter, respirando el reconfortante aroma de los puros que
llevaba en el bolsillo del pecho de su chaqueta. De repente volvió a tener diez años.
Lágrimas se derramaban por su rostro mientras él la rodeaba con los brazos,
seguros y cálidos. Casa. El dolor y la alegría se mezclaron en una maraña confusa,
hasta que ella se estremecía con sollozos incontrolables.
Él le dio un apretón.
—Está bien —Dando un paso atrás para echarle un vistazo, apartó los
mechones de cabello que se le pegaban a la cara mojada—. No hubo ningún daño
real. Ojalá tan solo me hubieras dicho a dónde ibas.
—Cuando Jessie llamó queriendo verte, supe que algo andaba mal.
—No.
—Yo, eh...
—Está algo retirado, pero creo que es un golpe de genialidad de tu parte, Fate.
¿Tener la convención aquí en este antiguo edificio atmosférico? Mucho mejor que
el Paramount.
—¿La trajiste aquí? —Él sabía que la librería de Abue era especial para ella.
—Correcto.
—Uh, es un desastre total ahí. Hay mucho con lo que tropezar —Lo último que
necesitaba era que Lana descubriera el apestoso cadáver no-muerto de Brune cerca
del frente de la tienda—. No va a funcionar aquí. Yo digo que regresemos a Seattle.
Lana agitó su teléfono celular. —No, ese sería @InAnguish8. Una persona
bastante deprimente a la que le encanta quejarse de estar triste, pero que estaba
extremadamente decidida a seguirte por la I-59. Eso es hasta que tu taxi se perdió
en el denso tráfico.
8InAnguish en español quiere decir que alguien se siente angustiado, afligido o atormentado,
aunque también se refiere a Anguish, en español Angustia, uno de los personajes del libro escrito
por Fate, como se menciona más adelante.
9Interestatal 5
—¿Quién es exactamente este acosador? —preguntó Fate.
—Así es… —asintió Eustace—. Pero cuando Lana me dijo dónde fuiste vista
por última vez...
—A través del hashtag que hice: Encuentra a Fate Floyd —intervino Lana.
—¿Está ella aquí? —Jessie cerró rápidamente la puerta al mal tiempo. Cuando
se puso de espaldas a la puerta, Fate notó la molestia en el ceño fruncido de su
amiga. Jessie odiaba estar mojada, desarreglada o arrastrada por el viento, que era
exactamente la condición incómoda en la que la había puesto la caminata entre el
auto y el edificio. Cuando su mirada se posó en Fate, sus cálidos ojos color avellana
se llenaron de sorpresa—. ¡Estás aquí!
Gotas de lluvia caían sobre la piel de Jessie, del color del café con crema. Ser
parte malaya y sueca le había dado el aspecto exótico y natural de una chica
hawaiana que disfruta del sol y el surf durante todo el año. Nada podría estar más
lejos de la verdad. Jessie evitaba las actividades al aire libre, nada dispuesta a
compartir espacio con insectos, suciedad y el frío clima costero del noroeste. Había
pasado muchos días con Jessie en la seguridad de su hogar viendo dibujos
animados, haciendo pulseras, garabateando y soñando despiertas.
Hasta ahora.
Por mucho que estar cerca de Jessie y su padre la hiciera feliz, y de alguna
manera aliviara el dolor de extrañar a Finn, un sentido urgente del deber crecía por
dentro y se hacía más fuerte a cada minuto. Fate miró la Cerradura de la Fortaleza
anclada en la puerta del conserje. Necesitaba irse.
—¿Qué te hizo venir aquí? ¿Y qué pasa con el atuendo de guerrera? —Jessie la
miró de arriba abajo.
—¡Oh! ¡Tus fans ya casi están aquí! Organizaron toda esta loca caravana, y los
que te alquilaron la limusina han estado hablando de lo increíble que ha sido el
viaje. ¡El Twitterverso está explotando! —Ella les devolvió el mensaje. Al levantar la
vista con una sonrisa triunfante, Lana se deslizó a través de las cortinas de
terciopelo antes de que Fate pudiera detenerla—. Síganme todos —gritó—.
Echemos un vistazo al resto del lugar.
Fate se movió para ir tras Lana, cuando Eustace la agarró del brazo.
Eustace le lanzó a Fate una mirada interrogante, pero antes de que pudiera
ofrecer algún tipo de respuesta, la publicista se acercó y lo llevó al centro de la
tienda.
—Ya no los hacen así, ¿verdad? —canturreó ella, metiendo una mano en el
hueco de su brazo mientras él miraba alrededor confundida.
Fate tomó algunos libros al azar de uno de los estantes y los sacudió en busca
de polvo de papel. Estaban completamente intactos. ¿Qué había pasado en los
últimos minutos? ¿Se habían restaurado todas las cosas viejas y podridas a nuevas?
Solo podía esperar eso mientras buscaba al zombi en la habitación.
Al ver que Lana estaba arrastrando a Eustace para mirar otra cosa, Fate rodeó
la estantería junto a las escaleras para ver si Brune todavía estaba sentada en la
silla de lectura en la que la había dejado. Se había ido. Y también el Libro de
Fábulas. No sabía si debería estar aliviada o preocupada.
—¿En serio?
—Y tu cabello es mucho más largo —Jessie estiró uno de los largos mechones
castaños de Fate frente a ella—. ¿Son extensiones?
—No.
—¿Son con clips de extensiones? —Jessie le dio un fuerte tirón al grueso rizo
como si esperara que se soltara.
Dejándolo ir, Jessie miró donde el cabello de Fate colgaba hasta su cintura.
—Yo, eh…
—He estado…
—¿Cómo lo supiste?
—Porque solo un chico podría hacerte tomar drogas para el crecimiento del
cabello y salir de la ciudad sin decir una palabra. ¿Viniste aquí para reunirte con él?
—Jessie miró por encima de su hombro—. Oh, Dios mío. ¿Está aquí ahora mismo?
¿Se está escondiendo?
—No, no lo logró.
Fate agarró la cinta alrededor de su cuello, la que Finn le había dado, una vez
blanca pero ahora gris con las tenaces manchas de una experiencia horrible. Sus
dedos se deslizaron por la seda hasta que tocó la bolsa de mezcla sagrada de tabaco
de Finn atada al final de la cinta. Apretándola, inhaló los aromas terrosos envueltos
dentro del cuero enjabonado. Los reconfortantes olores engañaron sus sentidos
haciéndoles creer que él estaba cerca, al menos lo suficiente para ayudarla a
controlar sus emociones.
—Okay… —dijo Jessie, masticando otro bocado salado con mucho menos
entusiasmo—. Entonces, ¿qué...?
—Dejé la firma de libros y vine aquí porque estaba bajo un hechizo —Fate hizo
una pausa por la reacción de Jessie, segura de que su amiga terminaría la
conversación ahí. En cambio, ella mantuvo su expresión cuidadosamente en blanco
y permaneció en silencio.
—Cuando llegué aquí, este lugar no estaba todo limpio y nuevo con la
electricidad funcionando. Estaba oscuro, polvoriento y húmedo. Y el letrero de
Fábulas, que siempre ha colgado en el exterior del edificio durante los últimos cien
años, estaba junto a las escaleras. Se ha ido ahora, pero...
—Es solo que me has contado historias locas antes —dijo Jessie—. Es lo que
haces. Escribes sobre cosas como esta todo el tiempo. Escucha, tienes que estar
cansada después de tu tour del libro. Probablemente te quedaste dormida y sacaste
un Alicia en el País de las Maravillas.
—Ahí es donde te equivocas. Solo han pasado unas pocas horas desde que te
fuiste de Seattle.
—¿Oldwilde?
—Ahí es donde yo estaba. Las historias del Libro de Fábulas tienen lugar en
Oldwilde. Hubo un tiempo en que era parte de este mundo. De ahí provienen todos
nuestros mitos y leyendas. Pero luego la ciencia y la religión superaron a la magia y
una especie de división separó los dos mundos. Ahora, la única forma de cruzar la
división es a través de portales como el Libro de Fábulas —Fate se quedó en
silencio, sus pensamientos volviendo a la Fortaleza y su promesa de puertas de
entrada a Oldwilde. La urgencia recorrió sus extremidades con renovado fervor.
Necesitaba ir ahí. Pero primero tenía que averiguar cómo hacer que todos en el
edificio se fueran.
—Bueno, supongo que eso explicaría por qué tu cabello es mucho más largo —
Jessie se mordió la uña, decidiendo visiblemente si considerase a Fate
completamente loca o no—. Está bien, llámame loca, pero te creo —Emocionada, se
metió otro maíz tostado en la boca—. Ahí es donde conociste a este chico que te
12Los cuentos originales de los hermanos Grimm nacieron como relatos descarnados, sin un ápice de
sensibilidad, nada inocentes y con finales duros, sexo explícito, violencia y sadismo, orientados a
ofrecer una lección de vida y reflejar la crueldad de la Edad Media
13Walt Disney
gusta tanto, ¿no? ¡Oh! ¿Era un príncipe? ¡Por favor dime que te enamoraste de un
príncipe!
—¿Se besaron?
Fate cerró los ojos. Cuando se permitió estar abierta al dolor de recordar lo
que alguna vez fue, pudo sentir el fantasma del beso de Finn en sus labios. Cálido.
Dulce.
—Wow, siempre pensé que yo sería la ganadora. Siempre fuiste mucho más
exigente que yo, ya que nadie podía estar a la altura del chico perfecto de tus
sueños —dijo Jessie, refiriéndose a Finn y su concurso de quién recibiría el primer
beso primero. Un pasatiempo patético para dos fanáticas de la fantasía que no
habían convertido en una prioridad cultivar vidas sociales emocionantes.
Fate apenas sabía por dónde empezar. Habían pasado tantas cosas.
—Fue salvaje, Jess. Cuando llegué ahí por primera vez, estaba en la isla de
esta hechicera, donde todos los animales podían hablar y eran en parte humanos.
Era tan Isla del Dr. Moreau14, solo que sin la parte de ser comido. Incluso me hice
mejor amiga de una serpiente alada.
—Ew, asqueroso.
14Laisla del doctor Moreau es una novela de H. G. Wells, una historia de ciencia ficción y horror
acerca de un científico que intenta convertir a los animales en personas. Ha tenido múltiples
adaptaciones cinematográficas
—Era una hermosa serpiente de color marfil cuando lo conocí. Pero conjuré
un glamur para que pudiera cambiar de forma. La mayor parte del tiempo era un
humano adorablemente torpe. Lo hubieras amado.
—No sé sobre eso. Pero cuéntame más sobre este asunto de la magia. ¿Eras
una bruja?
—No. Tenía el poder de las Palabras de Creación, algo que le sucede al Lector
que llega a Oldwilde a través del Libro de Fábulas. Todo lo que escribía y decía en
voz alta sucedía instantáneamente o aparecía de la nada —Enroscó un mechón de
cabello alrededor de su dedo, pensando en una noche en la que había querido
parecer irresistible para Finn—. Así es como me creció el pelo tan largo.
—Muy conveniente.
—¿Qué? ¿Eso es lo mejor que puedes decir sobre tu impresión de Peter Pan?
—¡De ninguna manera! No aquí. Luego. Prometo. Pero eso no era nada
comparado con los estupendos poderes que obtuve de una diosa de la guerra. Yo
era totalmente indestructible y fuerte como Spiderman. Incluso tenía una espada
sobrecargada con rayos y un escudo asesino contra el viento.
—¿Qué te hace preguntar eso? —chasqueó—. ¿De verdad crees que podría
matar a alguien?
—Iba por Lightning Farron, pero creo que perdí la marca —Fate miró su
armadura para evitar la mirada inquisitiva de su padre.
—Mmhmm.
—Hey, tus fans están aquí. Abramos las puertas y empecemos esta fiesta.
Pero esta ya no era su antigua vida. Por mucho que deseara poder continuar
donde lo había dejado, sabía en su corazón que no había vuelta atrás.
Finn gruñó entre dientes. Tan espantosa como había sido la muerte de Moria,
y en sus manos estaba, lo había hecho para salvar a la gente de Asgar. La
Emperatriz Dragón había arrojado un velo de ilusión sobre la tierra, engañando a
sus ciudadanos haciéndoles creer que estaban en un reino abundante y rico,
cuando en realidad estaban muriendo de hambre y alimentándose de sus propios
muertos.
Bueno, tenía la intención de demostrar que podía volver a ser esa persona.
Finn negó con la cabeza ante el riesgo que corría. Era un hombre buscado con
una gran recompensa por su cabeza. Debía estar loco para entrar al castillo. Pero
O'Deldar estaba allí. El sacerdote druida lo había ayudado a idear el plan para
destruir a Moria. También era la única persona que entendía que el Libro de
Fábulas era un portal directo a este lugar olvidado por Dios, desde el lugar donde
Finn había conocido a Fate por primera vez.
Sabía esto sin necesidad de pruebas. Había sondeado el éter lo más lejos
posible con sus sentidos intensificados, buscando el calor de la llama como oro rojo
de su espíritu. Pero no había podido sentir su presencia en ningún lugar de
Oldwilde. Ella había cruzado la fiera división entre los mundos, la barrera mística
de la que una vez había hablado O'Deldar.
Y es por eso que estaba dispuesto a arriesgarlo todo para encontrar al único
hombre que podría señalar el camino para encontrar a su dulce muchacha.
Capítulo 5
La carta
—Sí —dijo Fate en voz baja—. Asegúrate de tener cuidado con el ángel oscuro.
Ese es el chiflado que me acechó.
—Tú —siseó mientras trataba una vez más de averiguar el sexo del personaje
andrógino que estaba de pie frente a ella—. Supongo que eres @InAnguish.
Las alas negras del ángel rebotaron mientras él o ella se encogía de hombros y
sonreía tímidamente.
—¿Por favor, perdóname? —La voz del ángel era tan baja que Fate aún no
podía decir si estaba hablando con un chico delgado con una cara bonita o con una
chica increíblemente alta.
Fate resopló.
—Misterio resuelto por fin. Estás perdonado, Mort —Dándole una sonrisa,
Fate se apartó torpemente, hasta que Jessie la extrajo completamente tomándola
del brazo.
—Whoa, alerta geek —susurró Jessie mientras miraba hacia atrás al ángel—. Y
eso es decir algo en esta habitación.
—¡Fate!
Fate se volvió y saludó a una chica vestida como una bruja gótica que se
estaba abriendo paso entre la multitud.
Incapaz de fingir por más tiempo, Fate abandonó todos los esfuerzos para
parecer como si todo estuviera normal.
—Oh, lo siento, supongo que te refieres a tu otro viaje. El del País de Nunca
Jamás.
16Bombón (Blossom en inglés) es la protagonista principal de la serie animada The Powerpuff Girls
(Las Chicas Superpoderosas), junto con sus hermanas Burbuja y Bellota.
Herida por el comentario, Fate estudió a Jessie, tratando de averiguar si
realmente no había creído en su historia.
Le dio un codazo al chico japonés vestido como un elfo de las sombras de pie a
su lado, sacándolo de mirar las generosas curvas del peto de cuero de Fate. Asintió
con la cabeza tan fuerte que su peinado con puntas de anime se tambaleó.
—Darcy.
—El cabello y los tatuajes son reales, dulzura. Así es como me muevo todo el
año.
—Una verdadera armadura para una verdadera guerrera —intervino una voz
suave y coqueta.
Todos se volvieron hacia el chico de largo cabello negro vestido con un abrigo
oscuro y usando un sombrero de copa abollado. Fate lo recordaba. Su nombre era
Steve y había venido como hechicero. La última vez que lo había visto, había estado
rodando por el suelo, luchando con tres demonios duendes. Desde entonces se
había arreglado el maquillaje de ojos manchado y había vuelto a ser su tranquilo y
atractivo ser.
Fate asintió.
—Hola, Steve.
—¿Qué tal si nos quedamos con Steve? No querría que volvieras a hacer
hechicería con nosotros.
—No, no querrías ver salir al verdadero hechicero que hay en mí. En cuanto a
esa exhibición bárbara anterior, puedes culpar a los trillizos.
Fate buscó entre la multitud tres cabezas verdes y calvas, mal maquillaje y
túnicas de boxeo moradas.
—¿Es demasiado esperar que se hayan saltado el evento de esta noche? —Vio
a los demonios duendes al mismo tiempo que ellos la vieron. Todos saludaron con
la mano para asegurarse de que ella no pudiera evitar verlos. Fate les devolvió el
saludo.
Lincoln sonrió.
—¡Whoa, ella esh bashtante hábil! —Lincoln rió—. ¿Qué esh esho? ¿Karate o
algo?
—Buen movimiento, Fate —Darcy les lanzó a Steve y a los tres demonios
duendes un ceño de advertencia—. No quisiéramos una repetición de lo que
sucedió en la biblioteca. ¿Correcto?
17Abraham Lincoln, Franklin Roosevelt y Thomas Jefferson son antiguos presidentes de los Estados
Unidos
Jessie agarró a Fate del brazo, alejándola de sus fans.
—¿Qué diablos fue eso? ¡Te volviste toda Canario Negro 18 con ese tipo! Menos
las medias de rejilla, por supuesto.
—¿Lo hiciste?
—¿Hacer qué?
Fate se tensó.
—Oh, vamos. Pensaba que estabas jugando. Inventando cosas como siempre
lo has hecho. Seguí esperando a que lo dejaras, pero viendo lo que hiciste hace un
momento —Levantó las manos—. Podrías haber lastimado a ese tipo.
—Solo si quisiera.
—Necesitas hablar con tu papá sobre esto. No sé qué te pasó en esa gira del
libro, pero creo que has tenido algún tipo de colapso mental.
—Que tengo un... un gran crush por... ese hechicero —Señaló a Steve con una
mueca.
—Creo que sé lo que está pasando contigo, y es hora de lidiar con eso —
Eustace miró hacia el rellano del segundo piso—. Hablaremos arriba. Tú también,
Jessie —Tomando a cada chica por el hombro, las condujo hacia la escalera.
Estaban cerca del primer escalón cuando Lana les bloqueó el paso.
—Fate, ¿a dónde vas? Tienes que entrar ahí y mezclarte con tus fans. Están
instalando el micrófono para que puedas hacer la sesión de preguntas y respuestas.
Eustace pasó junto a ella y abrió la puerta que conducía a las habitaciones
privadas del piso de arriba.
Fate no pudo evitar sonreír con satisfacción mientras Lana se ponía rígida y lo
miraba con los labios apretados con fuerza.
20
En español, Garabatos. Apodo cariñoso para Fate de su papá.
—¿Estás enojado conmigo? —No le preocupaba meterse en problemas.
Eustace nunca había sido de los que amonestaban o castigaban. Prefería ayudarla a
darse cuenta de sus errores y encontrar formas de hacer arreglos justos. Pero verlo
con esa extraña mirada negra la llenó de vergüenza. ¿Podría de alguna manera
verla como la asesina en la que se había convertido?
—Solo quería encajar con los otros cosplayers. Sé que debería haberte hablado
de mi disfraz y de venir aquí, pero quería sorprenderte —Se odiaba a sí misma por
su incapacidad para dejar de mentir.
—Nunca pensé que vería el día en que la verdad sería tan difícil de afrontar.
—Papá, yo…
—No, espera. Tengo que sacar esto —Abrió el papel tamaño carta, gastado y
muy arrugado por estar en su billetera—. Tu abuela me dejó esto entre su voluntad
y testamento. Ella esperaba que te salvaras de su legado familiar, pero mirándote
ahora, estoy bastante seguro de que te has visto afectada.
El pulso de Fate latía tan fuerte en sus oídos que no estaba segura de haberlo
escuchado correctamente. Pero sonaba como si él estuviera hablando de una
enfermedad familiar. Ella miró a Jessie. ¿Había tenido razón? ¿Había heredado
algún tipo de psicosis genética? ¿Había imaginado completamente su viaje a través
del Libro de Fábulas?
Cuando se encontró por primera vez dentro del reino oculto del libro, había
cuestionado su cordura por completo, pero Finn la había ayudado a adaptarse y
finalmente llegó a aceptar lo inimaginable. Pero ahora parecía que nada de eso
había sido real, ni siquiera Finn.
21Poner a una persona bajo tutela del tribunal, que yo traduje como custodia judicial, significa
que es una persona, generalmente un menor de edad o persona mentalmente enferma, para quien
un tribunal ha designado un tutor legal, y tras haber sido designado, los padres pierden todo
derecho sobre dicha persona
pruebas para prepararlo y le he proporcionado todo lo que necesita para hacer
frente al cambio que ha descendido sobre ti.
Esta maldición familiar desafiará toda lógica y sentirás que has perdido
contacto con la realidad. Mantente fuerte, querido corazón. Confía en ti misma y
debes saber que todo está bien contigo.
Siempre he dicho que la magia es real. Debería haberte dicho cómo llegué a
saber que la magia es más que ficción, y por esto, lo siento mucho. Lo sé porque
nuestra familia proviene de una larga línea de guardianes que han servido a la
Fortaleza durante más de quinientos años.
—No, no lo está.
Fate se mordió el labio. ¿Cómo podía decirle que incluso vendería su alma al
diablo si eso significaba salvar a Finn? Si Eustace supiera que ella prestó juramento
por un chico, nunca la perdonaría.
—Yo... yo no sabía...
Eustace se puso de pie, elevándose sobre ella, irradiando ira como nunca.
De todos modos, era terrible estar atrapado en Oldwilde sin Fate a su lado. Al
menos cuando el Hombre Verde lo atrapó dentro del roble, no había tenido
conciencia del tiempo. Había estado en paz y en armonía con toda la naturaleza.
Cuando el viejo dios lo liberó por primera vez, su determinación de encontrar a
Fate lo estimuló y le dio fuerza. Pero nada podría haberlo preparado para la
pérdida de estar separado de la mente de la tierra y su anhelo por Fate solo
empeoró su desánimo. La soledad erosionaba su resolución con cada hora que
pasaba. ¿Y si nunca encontraba el camino hacia ella?
Una puerta se abrió hacia el final del largo pasillo y la luz del sol de la mañana
salpicó el suelo cuando una criada salió con una cesta rebosante de gruesas colchas
y sábanas sucias. Finn estudió las puertas que flanqueaban el pasillo, tratando de
recordar cuál conducía a la cámara de O’Deldar. Sabía que miraba hacia el océano,
lo que significaba que las habitaciones del sacerdote estaban a la derecha. ¿Pero
cuál? No podía arriesgarse a entrar en la cámara equivocada. Su rostro era
demasiado reconocible.
—Nadie sabe. Su recámara fue encontrada en ruinas y había sangre por todas
partes. Muchos lo creen muerto, pobre alma.
—Dos puertas más abajo, milord —Ella entrecerró los ojos para ver su rostro
entre las sombras de su capucha.
Capítulo 7
¿Cómo vamos a explicar la pestilencia?
—No, ahí es donde estas equivocada. Tu abuela dejo toda una biblioteca
entera de grimorios, pergaminos y tabletas, algunas de las cuales describen
advertencias sobre el Libro de Fábulas y la historia detrás de la Fortaleza. He
estado estudiando estos textos durante los últimos siete años, y puedo decirte
ahora mismo, vas a necesitar a alguien que conozca...
—Se lo suficiente para querer mantenerme alejado de èl. ¿Por qué? ¿Qué
sabes de èl?
—No te preocupes por mí. Soy más fuerte ahora... y más mayor. Estuve fuera
por más de seis meses. Técnicamente he cumplido años, ahora tengo dieciocho.
Fate asintió.
—Buena suerte para convencer a Lana de cancelar la fiesta sin una buena
razón —dijo Fate—. Yo digo que saquemos a Brune de aquí.
Eustace se agarró a la barandilla con tanta fuerza que la mano le temblaba por
la presión.
Los ojos de Jessie se agrandaron de miedo mientras miraba por encima del
hombro.
—¿Una niña? —Gerdie terminó por él—. El tiempo pasa de manera diferente
en Oldwilde que como lo hace aquí.
—Pero tú te has ido por… —Eustace se paró para hacer las matemáticas en su
cabeza—. Por unos setenta y cinco años. Eso significaría que experimentaste el paso
de cientos de años.
Fate se apresuró a cambiar de tema para que Gerdie no tuviera que explicar la
tragedia que había experimentado.
Eustace pareció aliviado de estar yendo más allá del incómodo momento.
—Tu abuela guardó bajo llave las fotos de sus hermanas desaparecidas. No
quería darte a ti ni a nadie más una razón para investigar la historia familiar en
caso de que la curiosidad la llevara a descubrir accidentalmente el secreto que
había estado protegiendo toda su vida —Olió y se aclaró la garganta—. Lo siento,
pero algo huele fatal ahí. Creo que tenemos una situación de animal muerto.
—¿Disculpa?
Gerdie abrió la puerta por completo y dio un paso adentro para que ellos
pudieran ver a Brune sentada en la mesa de la cocina.
Fate lo desestimo.
Cruzando los brazos, Eustace miró a Brune con el ceño fruncido con abierto
disgusto y luego se volvió hacia Fate.
—Es probable que Lana venga a buscarte en cualquier momento. Creo que es
mejor que bajes las escaleras y empieces con la sesión de preguntas y respuestas de
la que estaba hablando. Mientras mantienes a todos distraídos, Gerdie y yo
llevaremos a Brune al armario del conserje.
—Eso eslo que he estado tratando de decirte. He estado rezando para que este
día nunca llegue, pero me he preparado para él de todos modos —Dándose la
vuelta, se tapó la nariz y se metió en el apartamento.
Cuando llegaron al fondo, Jessie la miró con los ojos muy abiertos.
Fate asintió.
—Y solo se va a poner más loco, por eso quiero que te vayas a casa, donde sea
seguro.
—Oh por favor. Mamá lo ha estado cuidando como para que no lo creas.
Ahora le gusta la comida india. Mucho. Ya no tocará la comida para gatos.
—Ahí estas —Lana gritó mientras trotaba—. Ven, ven, todos están esperando.
Fate siguió a Lana hasta donde estaba Darcy junto a un técnico en una mesa
con su computadora portátil, parlantes y micrófono. Le entregó el micrófono a Fate
mientras Darcy sonreía con frialdad.
—Fue amable de tu parte que finalmente aparecieras —Su tono era optimista
pero lleno de tensión. Antes de que Fate pudiera decir unapalabra, Darcy se volvió
hacia la ruidosa multitud que se arremolinaba en el área principal de la librería—.
Todos, ¿puedo tener su atención?
—Nuestra invitada de honor está aquí para responder a todas sus preguntas
candentes. Pero primero, démosle un buen aplauso.
Fate saludó.
—Estamos grabando esto para nuestro sitio, así que levanten la mano y
lesllevaré el micrófono —instruyó Darcy mientras todos se callaban y levantaban la
mano con entusiasmo.
—Oh, eh... —Fate miró a la audiencia. Darcy le dio una mirada que podría
cuajar la leche mientras sostenía el micrófono para una chica de cabello azul
vestida de duendecillo—. ¿Puedes repetirme eso? —preguntó Fate.
Parecía que había pasado una década desde que Fate había escrito su libro, o
incluso había pensado en ello, para el caso. Hubo un tiempo en el que le hubiera
encantado hablar de sus personajes con lectores interesados, pero había pasado por
demasiado. Ella había sido cambiada irrevocablemente. Lamentablemente, nada de
esto parecía muy importante.
—Hmm —reflexionó Fate en voz alta—, no recuerdo exactamente cómo pensé
en eso. Apareció en mi cabeza y pareció funcionar para la historia.
Los hombros de la niña se hundieron por la decepción. Darcy apretó los labios
en una línea apretada y enojada mientras se acercaba a un chico que vestía una
chaqueta de cuero roja.
—Oh… —Fate buscó una respuesta más interesante que la anterior—. Supongo
que tendría que culpar a mi padre por haber sido criada por él. Terminé jugando
con héroes de acción en lugar de muñecas.
—Pensé que el Mercado Fantasma era retorcido. ¿Te molestó tener cabezas de
unicornio y filetes de sirena disponibles para la venta en el mercado?
—¿Qué nos estás ocultando, Fate Floyd? —Darcy se acercó a Eustace y tiró de
la sábana de Brune. Cayó y todos jadearon—. ¿Un Zombie? Vaya, uno muy bueno
también —Darcy frunció la nariz y agitó la mano delante de la cara—. ¡Ew, con todo
y efectos especiales!
Darcy se cruzó de brazos, con la barbilla en alto mientras sonreía con aire de
suficiencia a Fate.
Fate hizo una pausa por un momento, luchando por pensar en algo creíble
para decirle a todos, pero todo en lo que podía concentrarse era en el sonido de
Jessie masticando y el crujido de la bolsa de plástico mientras alcanzaba otra
palomita de maíz.
Con eso, todos empezaron a hacer preguntas a la vez. Mientras Darcy devolvía
el orden a la habitación, Fate hizo un gesto a Eustace con la barbilla para que
llevara a Brune a la trastienda. Asintiendo, él y Gerdie alejaron a Brune de la
multitud.
No dijo nada. Estaba demasiado ocupado mirando a Fate con una sonrisa de
asombro.
Fate apretó los puños. Esta chica realmente la estaba poniendo de los nervios.
—¿Te refieres a ella? —Darcy entrecerró la mirada y miró más allá de Fate.
Fate miró por encima del hombro hacia donde Lana estaba entrevistando a un
grupo de cosplayers y tomando fotos de ellos.
Fate la rodeó.
—Haz eso —dijo Darcy cuando Fate y Jessie se deslizaron a través de las
cortinas de terciopelo.
—Supongo que todavía está enojada porque yo cambie las direcciones con
ella. No puedo culparla exactamente. Si no tuviera una excusa tan increíblemente
loca, me sentiría bastante mal por eso —Fate parpadeó para ajustar sus ojos a la
oscuridad. Se había preparado para el asalto del hedor de Brune tan pronto como
entraron en la pequeña habitación, pero todo lo que olía era el olor a humedad de
las cajas viejas. ¿Habían ido a fuera?
Llamo a Eustace.
Encendió la luz.
Gerdie se paró junto a él, retorciendo sus pequeñas manos juntas. A sus pies
estaba el cuerpo tendido de Brune, completamente cubierto por la sábana.
Fate quitó la sábana del cuerpo de Brune. Su cadáver era ahora una cáscara
seca. La carne podrida se había encogido contra el hueso y parecía tan dura y
resistente como la carne seca. Cualquier lodo pútrido que hubiera llenado sus venas
probablemente se había convertido en polvo, lo que explicaría por qué ya no
apestaba. Fate los miró.
—Está momificada. Todavía estaba blanda hace solo una hora. ¿Cómo pudo
pasar esto?
—No sé. Supuse que el Orbe la mantendría con vida, pero Brune debe haberse
metido en problemas con algún tipo de magia potente para que ella se pudra tan
rápido.
—¡Despierta, bruja!
Su pulso se aceleró con anticipación. Finalmente estaba lista para dar ese
primer paso hacia Finn. Si tan solo supiera lo que esperaba detrás de la puerta.El
miedo se apoderó de ella. No por ella, sino por Eustace, Gerdie y Jessie. Este
sentido del deber que todo lo consumía hacia la Fortaleza y el anhelo interminable
de estar con Finn la alimentaban como ninguna otra cosa que hubiera conocido.
Aquí no había vuelta atrás para ella. Pero no era demasiado tarde para los
demás.
Capítulo 8
La división ardiente
Tragando el dolor, Finn abrió los ojos y frunció el ceño al cielo oscuro.
Había derrotado la oscuridad que Mugloth había arrojado sobre él. La sombra
se había ido ahora. No debería haber nada que los separe. Sin embargo, aquí
estaban, a dos mundos de distancia. Separado por una barrera mágica de fuego
sensible.
El sonido de las gaviotas y las olas rompiendo contra los acantilados de abajo
fue la única respuesta a su pregunta. Cediendo exasperado, Finn cambió su peso al
otro pie y suspiró. Mientras lo hacía, los últimos rayos del sol pasaron por sus
piernas, reflejándose en algo brillante sentado en una de las estanterías que
recubren la pared trasera. Su abuelo le había enseñado a prestar atención a todas
las señales, por pequeñas o insignificantes que parecieran.
—Se convirtió en cenizas —dijo Finn en voz baja mientras hojeaba las últimas
páginas del libro, deteniéndose cuando llegó a un dibujo escrito. Repartido en
ambas páginas había un muro de fuego que se extendía sin fin entre la gente en las
costas de Irlanda y el barco de Bran.
—La división ardiente —susurró Finn con una sonrisa sombría. Finalmente
había encontrado evidencia de su existencia, lo que significaba que tenía que haber
algo más en la biblioteca de O'Deldar que le mostrara cómo cruzar la línea divisoria
sin ser quemado en un montón de cenizas.
Capítulo 9
¿Esta es la Fortaleza?
—Secundo eso.
Fate tenía que admitir que Gerdie tenía razón. La vida que había dejado atrás
murió hace más de setenta y cinco años. No había nada aquí para ella ahora. Gerdie
probablemente estaba más preparada para lo que vendría que Fate. —Está bien,
puedes venir. Pero eso es todo.
—¿Desde ahora?
—No va a pasar, Doodles. Pero estoy totalmente de acuerdo con que Jessie se
quede atrás.
—¿Cómo puedes hacer esto? ¿Qué pasó con las mejores amigas todo el
tiempo?
—Eso fue antes de que estuviese a punto de morir cinco o seis veces. No tienes
ni idea de lo peligroso que es.
—Lo siento. Podría haber exagerado. Probablemente fueron solo dos o tres.
Aún en estado de shock, Fate apoyó la cara contra la fría superficie del piso,
agradecida de tener algo sólido debajo de ella nuevamente. Comenzó a levantarse
cuando un golpe entre los omóplatos la aplastó.
—Oh, Dios. —Fate se apartó del camino a cuatro patas. Apenas despejó el
área, cuando Eustace atravesó el portal y aterrizó. El rígido cadáver de Brune pasó
rápidamente a su lado y se detuvo a unos metros de distancia.
Fate se puso de pie y corrió hacia su padre. Nunca lo había visto tan
asombrado y fuera de lugar.
—¿Estás bien?
Eustace se arregló la corbata y alisó su espeso flequillo hacia atrás.
—Un poco accidentado. Aparte de eso, estoy bastante bien. —La tirantez en
su voz dijo lo contrario mientras se ponía de pie temblorosamente y miraba el
entorno a su alrededor.
Estaban en una gran sala circular con un techo abovedado que, por todas
apariencias, parecía ser una biblioteca. Las paredes curvas de metal de bronce
estaban alineadas con estanterías altas, rotas aquí y allá por retratos de extrañas
tierras, algunas estatuas de criaturas míticas y una criatura alienígena peluda y
disecada en una jaula. Algún tipo de experimento de laboratorio surgió entre tomos
antiguos apilados sobre una enorme mesa de madera, que flotaba a un pie del suelo
en el centro de la habitación.
Fate se acercó a la mesa y se inclinó para ver qué lo sostenía fuera de la Tierra.
¿Era magia o ciencia? Eustace hizo lo mismo. Cuando él se enderezó, había un
brillo curioso en sus ojos.
—Interesante —reflexionó.
Fate asintió.
—No tocaría eso si fuera tú. De lo contrario, corres el riesgo de llamar a los
Grandes Antiguos.
—No, ella está aquí—. Fate dio un paso alrededor de la mesa y arrastró el
cuerpo envuelto de Brune al otro lado.
—¿Ha expirado?
—¿Dices que no está muerta? Eso sería obra del Orbe. La única forma de
anular tal condición es combinarla con la Vara. ¿Lo tienes? —La criatura extendió
una mano ansiosa a través de las barras de su jaula.
Fate miró al animal de habla extraña con cautelosa curiosidad. Tan confusas
como estaban algunas de sus palabras, se sorprendió de haber podido entender el
significado detrás de ellas.
El sentido de urgencia obligado que había estado con Fate desde que tomó el
juramento intensificado. Sus meses de entrenamiento militar comenzaron,
cambiándola instantáneamente al modo soldado.
Farouk tomó un equipo y dirigió su jaula hacia una gran escotilla. El iris de
hierro de la puerta estaba bien cerrado por el momento. La criatura agitó su mano
sobre una pantalla que mostraba una serie de patrones geométricos. Brillantes
partículas de luz salieron disparadas del panel y se esparcieron por la pared como
un líquido empapado en una tela. Dondequiera que se moviera la luz brillante, la
sólida pared de bronce se volvió translúcida, revelando la Fortaleza. Nada en todas
las experiencias de Fate, ni siquiera las del Libro de las Fábulas, la había preparado
para la vista que se desplegaba ante ella.
Fate colgó la Vara frente a Farouk. Agarró la cadena, pero la tiró fuera de su
alcance.
—Bueno, no voy a entregártelo —dijo Fate. —Además, ¿qué te hace apto para
el secreto?
—Bueno, debe haber una mejor manera de hacer esto. Esto requiere
diplomacia. Tal vez pueda negociar esto por ti.
—Claro, puedes intentarlo. Pero primero, ¿estás al tanto de todo el asunto del
Orbe y la Vara?
—Ya veo —dijo Eustace. —Entonces debemos andar con cuidado. ¿Dónde está
el Orbe?
Los tres se volvieron hacia Farouk mientras conducía su jaula hacia la mesa.
Cogió un pequeño artilugio de latón hecho de resortes con brazos pesados y una
pala que giraba desde la esfera de un reloj.
Farouk resopló.
—Tendrás que crecer una piel más gruesa que esa si debes ser un Guardián
eficaz.
—Colocalo en el orificio del segundo brazo. Bien, ahora enrolla ambos brazos
en sentido antihorario hasta que los resortes estén apretados y ya no se muevan.
—Por supuesto que insinué en sentido contrario a las agujas del reloj.
—En esencia, lo has hecho —dijo Farouk. —Es posible que desees alejarte una
distancia justa. Oh, y mira hacia otro lado. No quiere ser cegada por la chispa de
Dios.
—Bueno, hay una ocurrencia tardía que te llena de pavor—. Eustace le hizo un
gesto a Gerdie para que lo siguiera mientras colocaba una mano protectora en el
hombro de Fate y los guió hasta la pared del fondo. —Nada de esto estaba en las
notas de tu abuela —murmuró a Fate.
—Lo siento, papá, pero ese será probablemente el caso de aquí en adelante.
El sonido del tic-tac del reloj se hizo más fuerte cuando todos se quedaron en
silencio y esperando nerviosamente a que estallara la bomba. Los brazos que
sostienen el Orbe y la Vara giraron lentamente para alinearse, una inclinándose
sobre la otra a medida que avanzaban más cerca. En el momento en que la Vara
atravesó el Orbe, la luz estalló en ambos objetos.
Lo que más le preocupaba era que él era completamente nuevo en todo esto.
Eustace no tenía idea de lo que le esperaba y no podía soportar la idea de cualquier
cosa que le ocurriera. En ese momento, juró mantenerlo seguro. Se había visto
obligada a vivir sin uno de sus padres y no estaba dispuesta a perder al único padre
que había conocido.
Alejando el humo, Fate vio el rostro de Brune, ahora joven como ella miró al
techo. Cabello rubio espeso y ondulado esparcido por el suelo mientras sus ojos
color avellana se movieron y se concentraron en ella. Fate se sorprendió por su
belleza. Parecía ser solo unos años mayor que Fate: diecinueve o veinte y tenía la
estética impecable de un modelo. Fate había sido tan centrada en la crueldad de
Brune, nunca había esperado nada más que una bruja verrugosa. De hecho, el
zombi apestoso sería casi preferible a una buena apariencia imposible. Al menos
entonces le resultaría más fácil seguir odiándola.
—Veo que tienes tu bonita cara de vuelta. Solo recuerda, Brune, lo bonito es
como lo bonito.
—Ya no.
Brune las miró a ambas y se puso de pie. —Necesito el Orbe. Sin él,
simplemente comenzaré a envejecer. ¡No puedo volver a pasar por eso!
—Es bueno saberlo. La vejez es algo aterrador. Pero ser no-muerto... eso es
una mala pesadilla—. Se quedó en silencio mientras una mirada angustiada llenaba
sus ojos.
Brune miró su ropa rasgada y manchada de sangre con una mirada de asco.
Sin una palabra, se acercó a un gran armario, sacó una entallada chaqueta militar
con pantalones y procedió a quitarse lo que estaba vistiendo para ponerse el
uniforme.
Una vez que estuvo vestida, Brune se sacudió visiblemente lo que le quedaba
del trauma que había estado sintiendo y se volvió hacia ellos con una mirada de
todos negocios.
—Igualmente.
—Fate, has visto lo que estas cosas pueden hacer. Estoy de acuerdo en que
ambas piezas se deben poner bajo llave.
Fate apenas podía creer lo que oía. Estaba del lado de Brune. Abrió la boca
para discutir, cuando un fuerte zumbido la interrumpió de repente, y los anillos
internos del portal por el que habían entrado comenzaron a girar.
—¿Activaste el portal?
—¡Nunca lo cerraste!
Que desperdicio.
El Sidhe de Finn estaba un poco oxidado, pero estaba bastante seguro de que
su traducción decía, La triada y los Feadh-Ree. Los Feadh-Ree eran el pueblo de los
faes, pero nunca había oído hablar de ninguna tríada relacionada con ellos.
No.
Finn se negó a creer que el sacerdote druida fuera menos que honorable.
Habría sentido si el hombre hubiera roto el juramento de la Orden Druídica cuando
se conocieron. Tenía que haber una razón sensata para tener el libro.
Finn miró el grimorio con creciente repulsión, pero también con reacia
curiosidad. ¿Y si las respuestas que estaba buscando estuvieran dentro del libro? La
idea de abrirlo hizo que se le erizara la piel.
Finn agarró la seda y la olió. Reconoció el olor acre a enebro y el dulce aroma
cítrico de la agrimonia. Ambas plantas fueron utilizadas para defenderse del mal.
Inteligente. O'Deldar había empapado la tela en aceites de las plantas para evitar
que las energías peligrosas se filtren fuera del libro.
Finn no tenía idea de lo que estaba buscando, pero estaba seguro de que lo
reconocería a la vista. Desafortunadamente, eso significó pasar por el libro entero,
página por página.
En algún lugar alrededor del punto medio, Finn se detuvo cuando llegó a un
diagrama de dos mundos con un muro de fuego entre ellos. En el centro del
cortafuegos había una puerta de entrada en forma de triángulo. Cada punto fue
marcado por un símbolo Sidhe. ¿Era esta la Tríada?
Fate saltó hacia ella, lanzando el rayo del arma láser hacia arriba. El mortífero
rayo rojo abrasó el techo de bronce, fundiendo el metal y dejando un profundo
surco brillante a su paso.
—No pasa nada, estoy bien —Hubiera devuelto la invitación de Brune para
una buena pelea, pero Jessie se deslizó entre las piernas de Fate.
—Hola.
—Lo sé. Pero tienes que volver —Fate se volvió hacia Farouk—. Vuelve a
encenderlo, Jessie se va a casa.
—Nadie se va.
—¿Quién es ella?
—Yo lo hice.
—No estoy muy segura de lo que es —dijo Fate—, pero se llama a sí mismo
Farouk. Y habla raro.
—No soy un eso. Será suficiente —espetó Farouk mientras seguía luchando
con la palanca de la puerta.
Eustace puso sus manos sobre los hombros temblorosos de Jessie y la movió
detrás de él. Levantó la barbilla mientras miraba a Brune.
22En el original: ‘’Who Dorian Grayed her?’’, que hace referencia a quien convirtió a Brune en una Dorian
Gray, personaje conocido por el libro ‘’El Retrato de Dorian Gray’’ por Oscar Wilde.
—No harás daño a esta chica.
—Fate, no...
—No lo harías.
—Lo haría.
—De acuerdo, pero ahora está aquí para siempre. No hay que dejar que se
vaya. Si el mundo se entera de...
—¡Manos a la pared! —Agitó su pistola láser para que los demás hicieran lo
mismo. En cuestión de segundos, tenía al duende demoníaco, al hechicero, a la
bruja y al elfo de las sombras de cara a la pared con las manos levantadas. Todos
parecían confusos y un poco nerviosos, pero no tan asustados como deberían.
Darcy se giró todo lo que pudo, sin dejar de mantener las manos pegadas a la
pared.
Pero así fue. Fate había firmado su vida y el juramento la había cambiado.
Algo nuevo hervía en su sangre. Se sentía Guardiana de la Fortaleza, y con ello, una
terrible sensación de peligro inminente que se agravaba.
Sin embargo, había mucho que aprender sobre ese lugar y su nueva posición.
Era dolorosamente obvio que necesitaba que Brune le enseñara al menos lo básico.
Tendría que ir con pies de plomo.
—Brune, no hace falta que vayas con mano dura con todo esto.
—¿Mano dura? —se burló—. Mira, novata, no tienes ni idea de lo que está en
juego aquí.
—¿Cómo qué?
Brune miró a Farouk. En ese instante, Fate detectó una pizca de vergüenza en
los ojos de Brune.
—Ya hablaremos de eso más tarde. Ahora mismo, tenemos que averiguar qué
hacer con estos intrusos.
—¿Intrusos? No es nuestra culpa que tu cosa del portal nos haya absorbido y
arrojado aquí.
—No es culpa mía que hayan metido las narices donde no son bienvenidos.
—Fate, ¿WTF23?
Steve resopló.
Darcy lo ignoró.
—Esto no puede ser de verdad. ¿Nos están tomando el pelo? De verdad. ¿Qué
está pasando?
Los demás bajaron los brazos, respondiendo con preguntas, algunos riendo
nerviosamente.
—Amigo, eshto esh una broma muy loca —dijo, sorprendiendo a Fate con un
ceceo del que ella había culpado a sus colmillos de plástico—. ¿Eshtuvimos en un
tobogán? Y eshas luces. Hablando de trippy24. Mish hermanosh she quedarán
heladosh cuando she losh cuente.
—Chicos, no creo que esto sea un parque de atracciones. Los libros que hay
aquí parecen objetos de colección. Caros —Miró a Fate—. Esta es una bóveda
secreta dentro de la librería. Es donde se guarda todo el material realmente bueno,
¿verdad?
—Bien, si no me creen, crean a sus propios ojos —Pasó la mano por el panel
de control como había hecho Farouk. Los demás se reunieron a su alrededor
mientras la luz brillante se extendía por la pared, volviéndola transparente para
revelar la extensa Torre del Homenaje que había abajo y las brillantes estrellas más
allá de los gigantescos aros de barrido.
—¿Cómo estás haciendo eso? Tiene que ser algún tipo de proyección. —Miró
por encima del hombro, buscando la fuente.
—Me has atrapado. Todo esto es una gran broma. Y si intentas irte, Brune sólo
te va a marcar con su pistola de rayos láser de plástico. Es una auténtica cerda por
los puntos.
—No me importa si te llamas Dios, mantén tus manos fuera de mis cosas —Se
dirigió a todos los demás—. ¡Eso va por todos ustedes!
25Actividad representativa, donde los participantes, también llamados cosplayers, usan disfraces, accesorios y
trajes que representan un personaje específico o una idea
26modalidad de juego de rol en la que la representación de los personajes por parte de los jugadores se realiza
en tiempo real y de forma escenificada
—No eres más que una bazofia de troll para mí.
Volvió a reírse.
—Aquí, pequeño. ¿Cómo quieres que te aireen el cráneo? ¿Un agujero, o dos?
—Yo digo que los dejemos sueltos en la Fortaleza. Que hagan su juego allí.
Gerdie apareció junto a Fate y señaló—: Creo que hay algo ahí fuera.
—¿Como un león que escupe fuego con una serpiente por cola y grandes alas
de murciélago?
—No me mires así —espetó Brune—. Estaba corriendo por mi vida. No es que
le haya enviado una invitación grabada.
—¿Horda de monstruos? —Preguntó Fate—. ¿Hay más allá de esa cosa y del
carroñero?
Fate gimió.
—Esto se pone cada vez mejor. ¿Hay algo más que deba saber?
—Debe ser el carroñero. Sólo Dios sabe lo que ha comido a estas alturas. ¿Lo
has rastreado?
Farouk pareció sentirse insultado por su pregunta por la forma en que sus
orejas se erizaron y los bigotes de su hocico se movieron.
—Por supuesto, pero lo has entendido mal —El tono de Farouk se volvió
impaciente—. Esta no es la perturbación que más me preocupa. He estado
recibiendo lecturas del núcleo.
—Nunca hemos sabido con certeza de qué está compuesto el núcleo. O qué
hay dentro... hasta ahora.
Fate esperó a que Farouk continuara, tensándose con cada segundo que
permanecía callado. Algo en su tono le ponía los nervios de punta.
—Bueno, ¿vas a decírmelo o vas a esperar a que me muera de vieja otra vez?.
—Sí —dijo Farouk en un tono bajo—. Hay algo más ahí abajo.
Capítulo 12
Ojo de Dragón a mi
—Sí, así que deja de pavonearte como si fueras todo eso. Todos sabemos que
perdiste la cabeza y gritaste como una niña —Miró a Gerdie—. Ni siquiera la niña
de la sala gritó tanto como tú.
Lincoln le empujó.
Fate frunció el ceño ante Brune, pero mantuvo los labios apretados. No iba a
darle la satisfacción de discutir.
Brune se rio en silencio y golpeó con el puño el botón situado sobre el panel
de control de la puerta de entrada. Cuando la escotilla se abrió en espiral, se volvió
hacia los demás.
—¿Han oído eso? O se ponen las pilas y empiezan a hacer fila, o serán el
desayuno, el almuerzo y la cena para lo que venga a llamar —Al ver sus expresiones
confusas, saltó y se perdió de vista antes de aparecer, con las alas de su mochila
propulsora convertidas en una mancha invisible mientras volaba hacia el corazón
de la Fortaleza.
Mason dejó escapar un silbido bajo con una mirada soñadora en su rostro.
—Más bien una bolsa de aire caliente —Gerdie se cruzó de brazos mientras
observaba cómo Brune se convertía en una minúscula mota contra la enorme
superficie de la Fortaleza.
—¿Para qué? ¿Luchar contra bestias míticas? —Eustace frunció el ceño con
desaprobación—. Difícilmente creo que estos chicos puedan luchar contra gatitos
malhumorados, por no hablar de lo que acabamos de presenciar fuera de estos
muros —Sacudió la cabeza mientras observaba al despistado grupo: Lincoln
rebotando en su sitio y dando puñetazos al aire, Steve escabulléndose entre las
estanterías, Mason sosteniendo su móvil en alto para conseguir señal, mientras
Darcy lo regañaba para que fuera un hombre y exigiera su liberación. Era obvio que
todavía no habían aceptado la verdad de su situación—. Yo digo que los enviemos a
todos a casa. Brune ya no está aquí para detenernos.
Fate no podía discutir. Las imágenes que Mason acababa de grabar estarían
en todo Internet a los pocos segundos de su regreso.
—Si tienen que quedarse, será mejor que tengas alguna sugerencia para
convertirlos al menos en policías en bicicleta, si no en soldados. Desde luego, sé
que Brune está lo suficientemente loca como para cumplir su promesa.
—¿Qué es esta... ''fixlución''? —Fate puso los ojos en blanco ante la ridícula
palabra.
Farouk levantó las orejas y abrió mucho los ojos mientras asentía.
—Papá, no puedes. Alguien tiene que asegurarse de que esta rata enjaulada no
haga nada raro.
—¿Por qué? ¿Porque crees que soy débil de voluntad y que no lo conseguiré?
Bueno, no depende de ti. Es mi decisión.
—Deberías dejarla decidir por sí misma. A nadie le gusta que le traten como a
una niña indefensa. Yo debería saberlo.
—No hay ninguna. Si quieres armar a estos corderos, sígueme —Farouk giró
su jaula y la dirigió a través del Santuario hacia un conjunto de cinco grandes
puertas metálicas que se alineaban en la pared más lejana de la sala abovedada.
Cada puerta estaba grabada con símbolos que hacían pensar a Fate en alfabetos
alienígenas de películas. Farouk introdujo una llave de aspecto extraño en el
agujero del panel central de una puerta marcada con una serie de garabatos, líneas
y círculos.
—Oh, no, no lo harás. No nos vas a dejar aquí esperando sin nada que hacer.
Fate se preguntó si ese ceño fruncido que tanto le gustaba a Darcy era normal
en ella.
—¿Sólo qué?
—No importa. —Fate resopló y se giró para seguir a Farouk por un largo
pasillo antes de entrar por otra puerta. Cuando cruzaron el umbral, todo el mundo
se reunió a su alrededor, todos mirando con asombro la enorme sala del tamaño de
un almacén, flanqueada a cada lado por altas columnas de hierro del tamaño de
edificios. Un motor de aspecto complicado con muchos engranajes y piezas móviles
zumbaba al final de la kilométrica cámara.
En el mismo centro había una arena empotrada tan grande como una piscina
olímpica. El fondo del patio redondo tenía incrustaciones de azulejos de forma
geométrica en forma de una enorme ráfaga de estrellas. Farouk bajó su jaula por la
suave rampa que conducía a la arena. Fate y los demás le siguieron. Cuando
llegaron al fondo, Fate se dio cuenta de que las paredes tenían una altura de unos
doce pies, con un aspecto mucho más alto que cuando lo había visto desde arriba.
—Vaya —dijo Steve mientras se quitaba las gafas de sol para observar el
inmenso techo—. Empiezo a pensar que quizá no estemos de nuevo en la librería. O
incluso en la Tierra.
—¿Tú crees?
—¿Acaso importa? Este lugar está fuera de juego —Mason chocó los cinco con
Lincoln.
—¿Esto es en serio real? —dijo Steve, con el rostro ya pálido y tiznado por el
miedo—. ¿Qué está pasando aquí? ¿Dónde diablos estamos? Quiero ir a casa.
—Cálmense todos.
Los demás se callaron y se volvieron hacia él, contentos de que el único adulto
experimentado de la sala tomara las riendas y los ayudara a dar sentido a su
descabellada situación.
—Tiene razón.
—¿Y no es por eso por lo que están todos aquí? —preguntó Eustace—. Son
buscadores de aventuras. Están abiertos a lo imposible. Si no lo estuvieran, no
estarían aquí vestidos como los personajes fantásticos que admirán.
El alivio llegó cuando Fate vio a su padre hacer lo que mejor sabía hacer:
mantener su mundo seguro, tranquilo y manejable. Los demás, sin duda,
percibieron su naturaleza aterrizada, porque asentían con la cabeza, pendientes de
cada una de sus palabras.
Eustace sonrió.
—Si hay algo que he aprendido, es que estar preparado es la mejor manera de
enfrentar tus miedos. Así que, ¿quién de aquí quiere aprender artes marciales? Al
estilo de Matrix.
—Me llamo Farouk. Cualquiera que se dirija a mí de otro modo sufrirá graves
consecuencias —Su tono era bajo, pero su voz era estridente. Había subido el
volumen del aparato a través del cual hablaba y torturó aún más los oídos de todos
al resonar en oleadas por toda la enorme cámara.
—No estoy segura de esto. Algo me dice que esto podría salir mal.
—La gente necesita sentir que tiene una opción, Doodles. Además, si los
mantenemos impotentes e incapaces de ayudarse a sí mismos, tu trabajo como
Guardiana será mucho más difícil.
—Bueno, en eso tienes razón. Pero no para Jessie. Tenemos que protegerla de
sí misma —Fate se giró para mirar a su amiga que estaba enfurruñada y observaba
a Farouk.
Éste hacía marchar su jaula de un lado a otro frente a Lincoln y Mason como
un sargento instructor. Finalmente se detuvo y pulsó unos botones en el pequeño
panel de control situado entre los engranajes que utilizaba para dirigir su jaula.
Una de las baldosas geométricas de piedra se desprendió del suelo y se elevó,
convirtiéndose en un pequeño pilar del tamaño de un buzón público. Una gruesa
losa se deslizó desde la mitad superior. En su superficie había una docena de
ranuras redondas que contenían dispositivos mecánicos.
Farouk tomó uno de los artilugios y lo sostuvo en alto.
—Parece uno de losh eshpecialesh del día de Poo-Ping Palashe —dijo Lincoln,
haciendo que Mason estallara en carcajadas.
—Oh, amiguito, eso es la bomba —Mason chocó los cinco con Lincoln una vez
más—. Ponlo sobre nosotros.
Lincoln rebotó, haciendo girar los puños como si estuviera bailando en una
rave.
—Nada en esa línea. Serán mucho peores. Si su chi rechaza el Ojo de Dragón,
puede sufrir un grave desconcierto, perturbación y fantasías hasta el punto de tener
un comportamiento violento o suicidarse.
—Tontos.
Capítulo 13
No hay nada civilizado en los faes
Finn se puso la capa blanca de lino sobre los hombros, cerrando el gancho del
cuello antes de ponerse la capucha. Era evidente, por la cantidad de herramientas
ceremoniales que llevaba, que O'Deldar había realizado varios de los rituales del
grimorio. Evidentemente, el sacerdote druida había conseguido salir indemne de
ellos. Si no lo hubiera hecho, Finn habría percibido la presencia de la oscuridad en
el hombre cuando se conocieron.
Si tan sólo pudiera estar tan seguro de su propia capacidad para lograrlo.
Deseó desesperadamente que O'Deldar hubiera estado presente para hacerlo por él.
Finn apretó la mandíbula. Pensar en los "si" era un gasto inútil de energía.
Tenía que confiar en que el tiempo que había pasado encerrado en el roble y su
conexión con la Mente de la Tierra habían limpiado completamente su espíritu.
Sabía sin duda que había cambiado fundamentalmente para mejor. Era hora de
empezar a creer en sí mismo y en la pureza de su intención de reunirse con Fate. Si
no hay nada más, su amor por ella seguramente lo protegería contra la muerte
feérica que estaba a punto de invocar.
Una brisa gélida pasó junto a él mientras el sonido de unos cascos golpeaba el
suelo de piedra. Unas patas con garras chasquearon y algo se deslizó hacia otras
partes de la cámara, mientras el animal con pezuñas se acercaba y le olfateaba la
cabeza. Sofocando un escalofrío, Finn apretó la varita de O'Deldar.
—¿Quién es el que presume de tener autoridad para convocarnos? —le
preguntó una voz profunda y chirriante junto a su oído.
—Su amo —La voz de Finn sonó más bien ahogada. Tenía la boca y la garganta
tan secas como la tiza.
Más risas.
—Eres un asqueroso pagano y adoras a los viejos dioses. ¿Qué sabes del nuevo
dios?
—Sí, tendrás que perdonarme. Nunca he observado las leyes del nuevo dios.
Pero como sabes, soy druida, lo que significa que conozco tu historia con el Señor
de la Luz y cómo te arrojó a la tierra.
Silencio.
—Los faes no tratan con Djinn. El pago por tal petición exigirá un alto precio.
—Recuerda con quién estás tratando —La voz de Finn atravesó la habitación
con un aire de autoridad—. Puede que hayas ocultado la verdad al resto de la
humanidad, pero sé que has sido condenado a servirnos. No te debo nada por esto.
Capítulo 14
Xena está en la habitación
—Oh, sí —Steve se acercó a una estantería y pasó los dedos por los lomos de
cuero de una fila de libros.
Los tacones de las botas victorianas con cordones de Darcy chasquearon sobre
el suelo de mármol mientras entraba en el centro, girando lentamente al asimilar el
lugar. De alguna manera, todavía se las arreglaba para parecer poco impresionada.
—¿Qué pasó con tu gran discurso sobre tomar nuestras propias decisiones?
—Sé lo que está en juego aquí. Puede que nunca consigamos volver a casa.
Este lugar es peligroso. Lo entiendo. ¿Pero cómo se supone que voy a defenderme
cuando estoy atrapada en una biblioteca? ¿Con qué se supone que voy a luchar
contra esos monstruos? ¿Con mi lenguaje duro?
Steve sostenía un libro con símbolos ocultos grabados por toda la portada.
—Podrías usar la magia contra ellos —Se giraron para mirarlo. De repente, a
Fate le pareció muy brujo.
—Guarda eso —le regañó Gerdie—. Nadie se mete con la magia sin que yo lo
diga.
—Por si no te has dado cuenta, yo tampoco conseguí ser Ojo de Dragón —le
recordó Fate.
Entonces sería libre para hacer lo que realmente quería. Encontrar una puerta
de regreso a Finn.
—Jessie, comprendo tu frustración, pero hay otra línea de defensa que tal vez
quieras considerar. El conocimiento es tan poderoso como la fuerza bruta, si no
más.
—Sí, eso es lo que dicen todos, hasta que alguien recibe un puñetazo en la
cara.
Eustace puso ambas manos sobre la mesa entre ellos y se inclinó hacia
delante.
—Pero como puedes ver, esa es una tarea demasiado inmensa para mí y
Gerdie solos —Eustace señaló con la mano todos los libros de la enorme
biblioteca—. Así que me gustaría sugerir que reunamos un equipo diferente aquí en
la biblioteca. ¿Jessie, Steve, Darcy? ¿Se unen a nosotros?
—Cuenta conmigo. No he estado jugando a ser un brujo sólo para parecer sexy
en estos hilos de alto rodaje —Bufó e hinchó el pecho—. Siempre me ha gustado la
magia. ¿Alguien quiere que le lean las cartas?
—¿Ah, sí? Entonces también debes estar al tanto de toda la historia. Así que
responde a esto. ¿Cuáles son los orígenes del Tarot?
—Hmm —reflexionó Steve, con sus ojos azules brillando con picardía—.
Probablemente piense que el Tarot comenzó con una secta mística de los
Caballeros Templarios.30 Creo que se encontraban en Siria en aquella época.
—Lo que es aun menos conocido es que el Tarot fue introducido en el sur de
Europa desde la India, a través de los árabes.
Darcy abrió la boca, pero pareció no tener nada para contrarrestar lo que él
estaba diciendo y rápidamente apretó los labios.
—Eh... bueno, es bueno que hayamos resuelto eso —Miró a Jessie—. ¿Y qué
hay de ti? ¿Podemos contar contigo como parte del equipo?
30Una de las más poderosas orden monástica militar católica de la edad media
—Excelente —Eustace le guiñó un ojo a Fate.
—Es hora de ponerse a trabajar —Miró a las paredes de libros—. ¿Pero por
dónde empezamos?
Las inquietantes máscaras terminaban en las orejas. El resto del cráneo era
una maquinaria de latón, que parpadeaba con luces doradas, bobinas y circuitos
chispeantes. Sus cabezas giraban al unísono sobre largos cuellos de tubos y cables
de cobre mientras miraban con aire ausente a Fate y a los demás.
—¡Y traigan lo que tengan sobre Quimeras! —Fate llamó tras ellos. Desde que
la criatura que respiraba fuego se había empotrado contra las paredes del
Santuario, le daba pavor salir de la Fortaleza.
Después de diez minutos de ver a los bibliotecarios arrastrarse por las paredes
de la biblioteca, regresaron con varias pilas grandes de libros. Al entregarlos, los
robustos robots se quedaron de pie, sobresaliendo por encima de todos mientras se
reunían alrededor de la gran mesa.
—No sé... todo me parece griego. Literalmente. Sabes que sólo sé leer en
inglés. (N.C: no sabemos si cambiarlo a español)
Fate miró hacia abajo justo cuando las letras griegas pasaron al inglés.
—Oh, eso está muy bien. Pero no hay índice de contenidos. Por favor, dime
que no tengo que peinar estos tres enormes libros. Y aquí me olvidé de hacer ese
curso de lectura rápida el año pasado.
Eustace no respondió.
—¿Papá?
—Claro —Curiosa por saber a qué se refería, Fate la observó dirigirse hacia el
otro extremo de la biblioteca con los dos robots siguiéndola. No era propio de
Gerdie no arremangarse y ayudar. Cualquiera que fuera la misión en la que se
encontraba, debía ser muy importante para que se tomara un descanso.
Suspirando, Fate volvió a hojear las páginas. No hace mucho tiempo, habría
devorado los mitos épicos que aparecían en las páginas del antiguo tomo griego que
tenía delante. Pero sus experiencias dentro del Libro de las Fábulas la habían
cambiado en muchos niveles. Se había acostumbrado demasiado a tomar la espada
y lanzarse a la batalla.
—¡He encontrado algo! —Steve se quitó el pelo largo del hombro con un
resoplido de orgullo.
—Gracias a los dioses, porque tengo que decir que el drama familiar de Zeus
está cansado. Quiero decir, ¿cuántas veces tenemos que escuchar que su padre
quiere comérselo a él y a sus hermanos? Uno pensaría que un vistazo a la versión
original tendría algunas sorpresas.
—Bien, supongo que eso sería lo mejor —aceptó Steve—. Bueno, también
puedes usar la magia para debilitar los diferentes poderes de los animales y luego
eliminarlos uno por uno. No estoy seguro de en qué libro tenemos que encontrar
esos hechizos en particular, pero estoy seguro de que los bibliotecarios pueden
indicarnos la dirección correcta.
—Bueno, al menos es más de lo que sabíamos hace cinco minutos —Ella le dio
el pulgar hacia arriba—. Buen trabajo, Steve.
—De nada.
—¿Qué te pasa? —preguntó Fate. No era propio de su dulce amiga ser tan
huraña. Pero, de nuevo, estas eran circunstancias escandalosas.
Jessie dejó que su cabeza rodara lentamente hasta donde pudiera ver a Fate y
la estudió con una mirada gélida.
—¿Sabes qué?
—¿Qué pasa con toda la investigación que se supone que tenemos que hacer?
Steve puso un dedo en la página para mantener su lugar y levantó la vista del
libro.
—Sí, gracias, Steve —Fate se puso de pie y esperó a que Eustace argumentara
en contra de que se fueran, pero él siguió leyendo sin interrumpir. Nunca lo había
visto tan absorto. La preocupó un poco, pero necesitaba recordar cómo solía ser su
amor por los libros y la fascinación que una vez le ofrecieron.
Miró a su alrededor buscando a Gerdie para poder decirle que se iban. Fate
finalmente la vio en el tercer nivel de la biblioteca con los robots. ¿Cómo había
llegado hasta allí? No había escaleras ni escalas por ningún lado. ¿Se había subido a
uno de los bibliotecarios?
—HAY ALGO QUE NO ESTÁ BIEN EN ESTE HUMANO —CANTÓ UNA VOZ
femenina junto al oído de Finn mientras lanzaba la varita de O'Deldar a un rincón
descuidado de la habitación.
El pulso de Finn se aceleró de miedo. Había hecho todo lo posible por ocultar
la oscuridad que lo había tocado, pero ésta parecía haberlo descubierto. Quería
abrir los ojos desesperadamente, pero hizo caso a la advertencia del grimorio y los
mantuvo cerrados.
—Hmm... desafortunado.
Finn escuchó sorprendido. Las runas que sus amigos, Grysla y Tove, le habían
grabado en la piel habían aumentado su fuerza y velocidad a niveles
sobrehumanos, pero nunca se le había ocurrido que también lo protegerían contra
los faes. La gratitud hacia la troll de los árboles y su hija se apoderó de él. Les debía
mucho. Primero, por salvarlo de morir congelado en el Bosque de Huesos
Retorcidos. Segundo, por hacerlo parte de su familia. Y ahora le habían dado un
escudo en uno de sus mayores momentos de necesidad.
¿Significaba eso que podía mirar a esas criaturas sin volverse loco?
Posiblemente, pero no era el momento de probar esas cosas.
—No, las runas de la raza de los antiguos no son las que lo hacen... diferente
—continuó.
—Este no salió del vientre de una madre. Fue concebido y nació del deseo de
un corazón puro.
Finn dejó de respirar. ¿Cómo podía saber que él era una creación de Fate que
había cobrado vida, un personaje que ella había inventado y del que se había
enamorado? Cuando se enteró de que no era más que una suma de palabras sin
sentido unidas en un papel, su mundo había sido arrancado de cuajo. Toda su vida
había sido una mentira, la ensoñación de una chica aburrida. La cantidad de dolor
y rabia que le causó el horrible descubrimiento fue casi insoportable en aquel
momento.
Sin embargo, al final, el amor de Fate y sus propios esfuerzos por redefinirse
le habían dado la base que necesitaba para seguir adelante. Sin embargo, ahora que
la herida se había reabierto, la vieja angustia salió a la superficie.
—Un chico tan hermoso y con tanto dolor —susurró mientras recorría con su
garra la longitud de su brazo.
—Traigan un guía y acabemos con esto —dijo el de las pezuñas, con un tono
impaciente.
Finn respiró aliviado.
—No. Todos debemos estar de acuerdo en que este casi humano tiene
autoridad sobre nosotros —argumentó la hembra—. Yo impugno su derecho.
—Su humanidad no está en cuestión. Percibo una misión justa, por lo tanto,
debemos obedecer —respondió el ungulado.
Tenía que estar mintiendo a los demás. Finn frunció el ceño con confusión, y
luego abrió los párpados para echarle un vistazo. Necesitaba ver a qué se
enfrentaba. Durante una fracción de segundo, vislumbró un par de muslos
desnudos y delicadas rótulas, que se convirtieron en plumas de color carne cerca de
las espinillas y las escamas grises y ásperas de las garras de una rapaz a sus pies.
Antes de que pudiera alzar la mirada para ver el resto de ella, ésta le bajó la
capucha sobre los ojos.
—¿Qué...?
—Me quedaré y seré su guía hasta que sepa con seguridad que no hay ninguna
marca en su alma —dijo a los demás.
Con la necesidad de poner algo de distancia entre ellos, Finn se acercó a las
pesadas cortinas y las descorrió. El cielo nocturno estaba despejado y la luz de la
luna salpicaba el negro océano.
—¿Finn? Mírame.
—No —graznó Finn, apenas capaz de hablar por la ola de emociones que se
abatía sobre él—. Por favor, no hagas esto.
Una mano tocó la suya y unos dedos de huesos finos se entrelazaron con los suyos
de una forma demasiado familiar. El corazón de Finn martilleó contra su caja
torácica. Luchó por no mirarla, sabiendo que una vez que lo hiciera, sería su fin. Sin
embargo, no pudo resistirse. Necesitaba desesperadamente volver a ver su rostro. Y
con eso, levantó la mirada y se ahogó en los profundos ojos marrones canela de
Fate
Capítulo 16
Uniforme asesino
32Personajes ficticios del universo de Star Trek. Son una civilización de humanoides de diversas especies
alienígenas que combinan lo sintético con lo orgánico, lo que les da mejores capacidades mentales y físicas.
—Vaya, esos artilugios del Ojo de Dragón realmente funcionan —comentó
Fate, mientras intentaba ocultar su envidia.
—Ew, ¿acabo de ver a ese Ojo de Dragón moverse y mirar alrededor? —Fate
observó durante unos minutos. La preocupación se enroscó en su estómago.
¿Quién dirigía el espectáculo? ¿El soldado o el sombrero?
Sus orejas se inclinaron hacia atrás mientras estrechaba su mirada hacia ella.
—Si por trabajar te refieres a que esperabas que tus chucherías de Ojo de
Dragón convirtieran a estos tipos en el colectivo Borg, entonces tenemos un
problema.
—Hay muchas cosas que no comprendes. Las piedras del Ojo del Dragón
fueron extraídas por monjes Shaolin de la dinastía Sui y potenciadas con energía
sheng chi positiva y las formas de pensamiento honorables de los maestros de Kung
Fu.
—Si son todo eso, entonces yo también debería ser capaz de ponerme uno.
Jessie detuvo las palabras en la garganta de Fate con una mirada aguda.
La acusación escoció.
Apretando los labios en una apretada línea de enfado, Jessie agarró el tocado
que le entregó Farouk.
—¿Hay algo que pueda hacer? —le preguntó a Farouk—. Tal vez debería salir a
ayudar a Brune.
—Oh, qué bien. ¿Y qué horrores implica eso? —Fate miró con desconfianza a
la criatura—. Esto no es como las novatadas de una hermandad universitaria,
¿verdad? No quiero que me echen comida encima. A menos que sea jarabe de
chocolate. Supongo que podría soportarlo, pero nada de malvavisco. ¿Entendido?
—Dice la alimaña que suena sin sentido. Lo que nos lleva a la pregunta. ¿Por
qué mezclas tus palabras de esa manera?
Farouk se quedó quieto. Sólo sus ojos se movieron, y durante una fracción de
segundo Fate creyó vislumbrar un destello de luz, como el resplandor de unas
brasas ardientes. En ese instante sintió miedo sin saber por qué, pero luego la luz
se apagó y se preguntó si lo había imaginado.
Parecía indio, pero ella estaba bastante segura de que no era de la Tierra, y
mucho menos de la India.
Del tipo que la debilitaba ahora. Fate tenía que preguntarse cómo iba a hacer
su trabajo cuando echaba de menos a Finn más y más con cada día que pasaba,
mientras se preocupaba por la seguridad de todos los demás.
Fate observó en silencio atónito cómo Jessie bajaba la rampa con sus nuevas
botas de combate. La pena le llenó el pecho y se apartó rápidamente para ocultar
las lágrimas que brotaban de sus ojos. Se apresuró hacia la salida, y para cuando
atravesó la puerta del Santuario, ya estaba sollozando.
Se deslizó hasta el suelo y se abrazó a las rodillas. ¿Por qué estaba sucediendo
esto? Si había algo con lo que siempre podía contar era con la constancia de la
amistad de Jessie. Se conocían desde el jardín de infancia y eran inseparables desde
entonces. Perder a su mejor amiga era tan insoportable como perder a Finn.
—El mismo —El tono de Farouk era plano, casi aburrido—. Toda Guardiana
debe pasar la prueba del casco como rito final de paso.
—Espera. Nadie ha dicho nada de pasar una prueba. ¿Qué hay del juramento
que hice? Ya sabes, ese en el que firmé toda mi vida.
—Gracias, ahora me siento mucho mejor —El metal estaba más frío de lo que
debería y le puso la piel de gallina en ambos brazos—. ¿Puedes al menos hablarme
del casco y de lo que me espera?
Farouk miró por encima del hombro hacia la puerta que se abría, como si le
preocupara que alguien pudiera atraparla contando secretos.
—Hermes utilizaba este casco para recibir los mensajes que los dioses querían
transmitir a los mortales. Cuando el casco llegó a la Fortaleza, fue reequipado con
discos codificados con todo lo que se sabe sobre la Fortaleza, ya que el metal resulta
ser un espléndido conductor de información. Desde entonces, utilizamos el casco
como medio para trasladar la información a los guardianes.
—Vale, eso no suena tan mal. ¿Qué hace que esta cosa sea tan peligrosa?
—Hermes era un dios y el casco nunca se hizo para que lo llevaran los
mortales. Se han hecho ajustes, pero la descarga sigue siendo extremadamente
invasiva. Aunque puede ser dolorosa, no es letal. El verdadero peligro radica en la
naturaleza abstracta del conocimiento de la Fortaleza. Se sabe que una o dos veces
ha llevado a la mente humana más allá de lo que puede aceptar y fue rechazada.
Los bigotes de Farouk se movieron con agitación y parecía que iba a discutir
con ella sobre este último punto. Pero entonces la sorprendió con una explicación
tranquila.
El hocico de Farouk se curvó con una leve sonrisa mientras le indicaba que
tomara asiento. Respirando profundo para calmar sus nervios, Fate se sentó,
levantó el casco sobre su cabeza y lo mantuvo allí.
—Farouk, si ocurre lo peor, quiero que dejes que mi padre se lleve a los demás
a casa.
—No me cabe duda de que volverás como una Guardiana totalmente iniciada.
Fate no estaba tan segura y pensó en hacer una amenaza en caso de que no
sobreviviera, pero decidió que, en el mejor de los casos, sería una amenaza vacía, ya
que no estaría cerca para hacerla cumplir si ocurría lo peor. Retorciéndose en el
asiento con energía nerviosa, se deslizó lentamente el casco, y se sorprendió
cuando el visor se deslizó sobre sus ojos y la oscuridad la invadió.
Capítulo 17
Estamos Condenados
El terror, como nunca antes había sentido Fate, estalló en su corazón. Intentó
quitarse el casco, pero su cuerpo no respondió. Estaba paralizada, obligada a
soportar el dolor que se había convertido en un billón de alfileres y agujas que
pinchaban la superficie de su piel, clavándose profundamente en sus huesos y
órganos.
Su viaje hacia atrás mostraba cómo cada chica vivía únicamente para cumplir
su deber con la Fortaleza. Cada una tenía una existencia solitaria llena de
cuidadosas rutinas, estudios de magia, armamento y un entrenamiento incesante.
Muy pocas tenían la oportunidad de utilizar sus bien afinadas habilidades, pero en
la ocasión en que una criatura escapaba, o si los carroñeros se descontrolaban, las
batallas eran sangrientas y a menudo letales. Una herida grave como la de Brune
ponía fin a su tiempo de servicio y la siguiente Guardiana era rápidamente
convocada. Esto se prolongó durante miles de años con la presencia de Farouk, una
presencia constante y el único compañero de cada Guardiana solitaria.
Pero entonces la línea de tiempo cambió bruscamente a una sin Farouk y sus
cargas humanas. Las arañas mecánicas se arrastraban bajo la superficie de los
engranajes subterráneos, reparando y manteniendo el complejo sistema.
Gigantescos robots con carretillas elevadoras en lugar de brazos se situaban cerca
de los principales portales, a los que llegaban regularmente una miríada de bóvedas
de aspecto exótico procedentes de lugares desconocidos.
Cada una de ellas era una maravilla arquitectónica hecha de materiales raros
e inusuales. La mayoría de las bóvedas eran tan grandes como templos, aunque
algunas eran tan enormes como pirámides y otras tan pequeñas como mausoleos.
Independientemente de su tamaño, cada bóveda era descargada por los robots y
atornillada a las cintas transportadoras principales por robots trabajadores para
comenzar su viaje de un siglo a través de la rotación ordenada de la Torre del
Tesoro a lo largo de la superficie, antes de hundirse en el subsuelo y volver a la
superficie. Esto se prolongó durante un periodo de tiempo indefinido sin que
hubiera ninguna señal de quién o qué había creado la Torre.
El rugido del horno llenaba la caverna y su fuego infernal arrojaba una luz
roja como la sangre sobre las superficies manchadas de hollín. Bajo el incesante
ruido del horno se escuchaba el constante zumbido de innumerables piezas móviles
y el rechinar de gigantescos engranajes.
Llegó a un lugar donde las máquinas ensamblaban los robots que había visto.
Tras pasar por una cinta transportadora, cada robot terminado se sumergía en una
cuba de líquido aguamarina brillante, una infusión de magia que les daba vida. De
vez en cuando, la infusión fallaba y el robot disfuncional era desmontado y enviado
a un depósito de chatarra, que estaba lleno de robots dañados y desgastados y de
residuos mágicos.
Sus ojos redondos y abultados irradiaban luz, que utilizaba para hacer
cambios rapidos en los frascos que sostenía. El robot dirigió su mirada eléctrica
hacia los cubos de piedras preciosas que entregaban los robots araña. Sacando las
piedras con un vaso de metal, el robot las vertió en una batidora, triturándolas
hasta convertirlas en un polvo fino, que añadió a la primera de una larga fila de
vasos de precipitados hirviendo. El robot se apresuró a llegar al final de la línea,
donde el líquido se había condensado, brillando en azul neón, mientras llenaba un
diminuto frasco gota a gota.
Tras tapar el frasco, el robot cruzó a toda prisa el laboratorio, atravesó una
escotilla redonda y se adentró en un pasillo en el que no había más que tuberías
oxidadas que goteaban de condensación. El robot se detuvo frente a la siguiente
escotilla, pulsó un código para abrirla y entró en lo que parecía ser una cámara
utilitaria con paredes tan altas como un edificio de cien pisos. En las enormes
muescas de las paredes había engranajes inmóviles. Había agua aceitosa en charcos
poco profundos sobre el suelo erosionado.
El interés de Fate empezó a decaer. Por lo que podía ver, lo único que había
conseguido era seguir a los robots que se ocupaban del mantenimiento rutinario de
la Fortaleza. No parecían contener los misterios que esperaba desvelar sobre los
constructores de la Fortaleza. Empezó a elevarse, echando un último vistazo al
robot, que jugueteaba con algo en un rincón sombrío.
Pero el foco central de la obra maestra era la parte más asombrosa. Sentada
con la espalda erguida sobre un trono rígido, había una mujer vestida con
intrincadas capas de armadura y un casco de pétalos de loto que trepaba hasta un
pico decorativo. Al igual que el bibliotecario y el robot que había seguido hasta allí,
esta regia mujer también tenía seis brazos.
Algo le resultaba familiar, pero Fate no podía precisar por qué en ese
momento. Se sentía demasiado atraída por el rostro de la mujer. Estaba esculpida
en una piedra azul pálido. Tal vez Angelite, como el collar de piedras preciosas que
Fate tenía en casa. La expresión de la mujer era tranquila y tenía los ojos cerrados.
El artista le había pintado los labios de color rosa tenue y las pestañas de los
párpados. El toque suave y realista daba la impresión de que estaba viva, mientras
su cuerpo estaba envuelto en la armadura esculpida que formaba parte de la
escultura de hierro.
La tragedia de los dos amantes hizo pensar en Finn. Fate no pudo evitar
preguntarse si ella también estaba destinada a separarse para siempre de él. El solo
hecho de pensar en esto le produjo la más insoportable pena.
¡Estaba viva!
Más curioso que nunca, Fate se acercó cuando las seis manos de la mujer
comenzaron a brillar con el mismo color aguamarina con el que el robot la había
alimentado. La energía se convirtió en líquido y llenó las palmas de las manos hasta
rebosar. El líquido luminoso se derramó y recorrió los caminos esculpidos en los
lados del trono, hasta llegar al suelo, donde se dividió en varios canales. En pocos
minutos, las líneas de aguamarina iluminaron la extensión, convirtiéndose en un
complejo diseño geométrico que tocaba los bordes de la sala. Los enormes
engranajes que había en las paredes comenzaron a girar, cada uno de ellos en
direcciones opuestas.
Sin previo aviso, los ojos de la mujer se abrieron. Negros como la noche,
miraron fijamente a Fate.
El robot también se sorprendió y se tambaleó hacia atrás, parloteando con
emoción en un idioma extraño. Ignorando al robot, la mujer de ojos negros atrapó
a Fate con su férrea mirada.
Dejó escapar un pequeño grito cuando vio lo que se había grabado con láser
en su mano. Brillando bajo la superficie de su piel, un símbolo redondo giraba
dentro de anillos entrelazados en movimiento. Parecía una versión diminuta de la
Fortaleza.
—¿Qué es esto?
Farouk empujó su hocico a través de los barrotes de la jaula, con los ojos muy
abiertos de preocupación.
—El sello Guardian —Su tono era despectivo mientras la miraba fijamente—.
¿Qué ha pasado?
—¿Además de lo que parece ser esta inquietante marca bajo mi piel? —Fate se
esforzó por recuperar el aliento—. Nada.
—No te creo. Se supone que ese casco sólo debe estar puesto un minuto.
—¿Por qué te has quedado más tiempo? Nadie lo había hecho antes.
¿Buscaste algo deliberadamente?
—Siento soltarte una bomba, pero no estamos solos. Hay alguien más aquí y
parece creer que es la dueña del lugar, excepto que ella no lo llamó la Fortaleza. Lo
llamó Obiectis. ¿Por qué lo llamó así?
—No sé cómo, pero de alguna manera sabía que yo estaba allí —Fate se quedó
mirando al espacio, viendo la cara de la mujer tan claramente como si estuviera en
la habitación—. Y déjame decirte que no estaba contenta. Va a haber problemas.
Créeme, lo sé. Ya me he topado antes con los de su tipo.
Pensó en Elsina y Moria, dos peligrosas hechiceras del Libro de Fábulas. Por
alguna razón, eran extremadamente territoriales y tenían una inclinación por
castigar a los intrusos. Fate frunció el ceño al ver a Farouk. Cada vez se sentía más
incómoda con su reacción de asombro.
—Tengo la clara sensación de que sabes exactamente quién es, así que
empieza a informarme.
—Bésame —susurró.
Se apartó de ella.
—Pero puedo serlo —insistió—. Tenerla contigo te inspirará. Vas a tener que
hacer lo que sea necesario para cruzar a ella y necesitarás algo que te mantenga
fuerte durante esos momentos. Sobre todo cuando todo parezca perdido. Déjame
ser tu musa.
—No, no puedo permitir que te parezcas a ella. No está bien. No eres digna.
Eres una cosa horrible y ella es...
—¿Tu ángel?
Él no respondió, pero ella había dado en el blanco. Fate era todo lo que él
siempre había deseado: hermosa, inteligente, divertida, amable y, sobre todo,
totalmente imprevisible. A veces de una manera que él podría prescindir, pero en el
fondo, le gustaba que lo mantuviera en vilo. En lo que a él respecta, Fate era
perfecta para él.
—Puedo ser todo lo que ella es y más —La fae le tocó la espalda.
—Si la encuentras.
—¿Cómo eres capaz de hacer esto? —preguntó, apenas pudiendo ahogar las
palabras—. ¿Cómo es que puedes parecerte a ella... y sonar como ella? —Cerró los
ojos para evitar el dolor que se le agolpaba en el pecho—. Incluso te mueves como
ella.
Apretando los puños a los lados, Finn luchó contra su oferta. Todo esto estaba
mal. Debería desterrar a la fae. Como su invocador, tenía el poder de hacerlo. Pero
ver a Fate aquí, frente a él, incluso como una mentira, había despertado algo débil y
codicioso dentro suyo.
—Siento discrepar contigo, amor. Sospecho que las runas de la raza de los
antiguos me protegerán muy bien.
—Muy bien.
Capítulo 19
Los apócrifos de mortcarion
Fate lo siguió hasta la pared de librerías, donde sacó una miríada de cajas,
abriendo cada una antes de descartar una tras otra.
—No veo cómo lo que sea que se supone que tenemos que luchar contra ella -y
contra cualquier otra amenaza- va a caber en ninguna de estas cajas tuyas. A no ser,
por supuesto, que tengas un artilugio mejorado de Ojo de Dragón en una de ellas.
—¡Ah! Aquí está —Se volvió hacia ella con una sonrisa de alivio y le tendió un
anillo de aspecto extraño.
—No, en serio, nos acabamos de conocer. Creo que es un poco pronto para los
anillos de compromiso, ¿no?
—Tómalo.
Fate lo arrancó de sus manos y lo hizo girar de un lado a otro. La banda de oro
estaba decorada con querubines pintados de colores a cada lado. Entre ellos había
un grueso gorro ovalado pintado de un esmalte azul real con florituras doradas.
Arrugó la nariz.
—No lo sé. Tenía curiosidad. Supongo que quería saber quién construyó la
Fortaleza.
—¿Cuál es?
Parecía incómodo.
Farouk estrechó los ojos hacia ella mientras se encogía sobre sí mismo,
hundiendo la cabeza entre los hombros. Había tocado un nervio. No es que
intentara tocar nada en particular. ¿Qué estaba ocultando?
—Mi historia no tiene importancia —Se quedó tieso con las pequeñas manos
apretadas—. Nuestro foco está mejor puesto en lo que descubriste dentro del
núcleo. Ponte el anillo.
—¿Así que esto es una especie de anillo relicario? —Pasó la punta del dedo por
el borde del óvalo y se detuvo cuando sintió el pequeño cierre—. Espera. Teniendo
en cuenta dónde estoy y el infierno por el que ya he pasado, ¿qué pasa cuando abra
la tapa? Esto no es el Arca de la Alianza y está lleno de fantasmas difusos que me
derretirán la cara si los miro, ¿verdad?
—No, no se te derretirá la cara. Y sí, el Arco está aquí y a salvo en una de las
bóvedas. El anillo que sostienes es un proyector de telepatía. Contiene los orígenes
de la Torre de homenaje por la que sientes tanta curiosidad.
Al pulsar el pestillo, dio un salto cuando la tapa se abrió y una flecha hizo clic
en sentido contrario a las agujas del reloj. Una esfera redonda llena de símbolos
giró en la dirección opuesta mientras un engranaje dorado en forma de estallido
comenzaba a girar, lentamente al principio, hasta que su velocidad se convirtió en
una mancha. Un cono de luz centelleante y niebla salió disparado del centro.
Una forma embozada parpadeó sobre la niebla iluminada como una película.
La persona se acercó y retiró la capucha de la capa, revelando el rostro de una
mujer mayor. Su piel arrugada estaba cubierta de cicatrices talladas sobre su rostro
en distintos patrones tribales. Tenía los ojos opacos y vacíos de los ciegos, y Fate
podría haberla tomado por humana, de no ser por los tres ojos que parpadeaban en
la frente de la mujer.
—Soy Vasha, el último miembro superviviente del Consejo Psiónico Galáctico. Este
es el Apócrifo de Mortcarion, transcrito extraoficialmente en contra de los deseos del
Consejo y compilado en secreto por mí. Ningún otro ser vivo conoce su existencia. El
contenido de estas escrituras es un registro completo de los eventos que comprenden la
historia de la construcción de la Obiectis y la resultante Guerra de la Región del Caos.
» Como revelarán los relatos que siguen, el destino de los que vengan después de
que yo me haya convertido de nuevo en polvo de estrellas, dependerá de una
comprensión completa de la historia temprana de los Constructores de Obiectis y de su
caída final ante el poder del caos conocido como Kali.
» Algún día volverá a despertar, y sin este conocimiento, temo por la existencia de
toda la vida en el universo.
El corazón de Fate retumbó con fuerza en su pecho. Quería cerrar la tapa del
anillo del proyector. No quería oír lo mucho que podía empeorar todo. Pero no
tenía que preocuparse, porque las circunstancias decidieron por ella. El sonido
deslizante del hierro contra el hierro cuando la puerta de la escotilla del Santuario
se abrió como el iris dilatado del objetivo de una cámara. Fate levantó la vista a
tiempo para ver a Brune salir disparada por la abertura y aterrizar en el centro de la
sala.
Pasando la mano por el anillo del proyector, Fate cerró la tapa y se metió la
mano en el bolsillo.
—Bienvenida de nuevo.
Brune se quitó la mochila de aeronauta de los hombros y la dejó en el suelo
con cuidado. Sucia, cansada y cubierta de sudor, se dejó caer en una silla cercana y
se pasó la mano por su desordenado pelo rubio.
Fate intercambió una mirada ansiosa con Farouk. Su instinto le decía que
debía mantener el anillo y su contenido en secreto entre ellos, al menos por ahora.
Le dedicó un asentimiento furtivo mientras ambos se volvían hacia Brune, cada
uno mirándola en un incómodo silencio.
—No. Sólo nos sorprende verte de vuelta tan pronto. ¿No pudiste llegar a los
portales de respiración?
Fate apretó los labios para no discutir. No era ni mucho menos tan inexperta
como la acusaba Brune, pero algo le decía que perdería el tiempo si intentaba
defenderse.
—Tus lecturas deben estar mal, o me has dado las coordenadas equivocadas,
porque los portales estaban reparados y cerrados cuando llegué.
—¿Por qué estás tan molesto? Al menos sabemos que no ha entrado nada más
por los portales.
—Tal vez fueron los robots —se apresuró a decir Fate, en un intento de desviar
la conversación de su reciente descubrimiento—. ¿No es ese su trabajo?
—¿Decías?
—Eso no es nada. Espera a que estés ahí fuera y te enfrentes a esa cosa.
—Sí, señora, así es —Cerró la puerta de una patada tras ella con un fuerte
golpe.
—¿Siempre es así?
—Hay una palabra adecuada que creo que añadiré a mi creciente lista de
calificativos para Brune.
—Estoy bien por el momento —Fate jugó con el anillo del proyector—. Ahora
mismo, creo que es mejor que vuelva a esto. He estado temiendo lo que hay aquí,
pero se siente bien tener información de la que Brune no sabe nada. —Le dedicó a
Farouk una sonrisa conspiradora, pero él ya estaba dirigiendo su jaula hacia la
salida.
» Desde el principio de los tiempos, la Región del Caos ha vomitado estos seres de
inmenso poder y magnitud, conocidos a lo largo de la historia como dioses, demonios,
faes y djinn, por nombrar sólo algunos. Son seres impredecibles, muchos de los cuales se
han adueñado de planetas jóvenes para ayudar a modelar el terreno y la atmósfera
mientras guían las formas de vida según les convenga. Cuando las energías son
particularmente fuertes en negatividad, se engendran monstruos, y éstos sólo buscan
jugar con los mortales y destruir los mundos que habitan.
» La Región del Caos siempre ha sido una zona prohibida por esta razón. Hasta
que una raza pensó que estaba por encima de todas las reglas.
» Los constructores de Obiectis fueron una vez una raza muy inteligente conocida
como los Golandon. Eran una especie alta, de piel azul y aspecto humanoide, con seis
brazos en lugar de dos. Habiendo alcanzado la cima de su potencial evolutivo, los
Golandon habían logrado lo último en desarrollo cultural, psíquico y científico,
especialmente en tecnología infundida con magia multidimensional.
» Tras reunir a sus mejores mentes, llevaron sus planos y su avanzada tecnología a
las regiones más lejanas del espacio, directamente al corazón de la Región del Caos,
donde sabían que no podían ser seguidos. Allí construyeron una estructura que, a día de
hoy, desafía toda la lógica y todas las leyes científicas conocidas por el conjunto del
conocimiento universal.
» Las ideas ya no fluían de la forma que antes se daba por supuesta. La innovación
y el ingenio se agotaron, y con la estructura funcionando por sí sola, había muy poco que
hacer. Los golandones habían diseñado la prisión perfecta y ellos eran sus reclusos. La
habían construido en medio de un océano agitado de energía negativa, que se estaba
filtrando lentamente en la estructura de su prisión.
» Así es como surgieron los seis aros colosales que giran alrededor de la Obiectis.
Cada aro da vueltas y vueltas, generando un campo de fuerza que protege de las energías
psíquicas dañinas, a la vez que recoge la magia salvaje dentro de los filamentos
incrustados a lo largo de la carcasa exterior de cada aro.
» Por desgracia, los aros giratorios tardaron más de cien años en construirse.
Para entonces, sólo quedaba un pequeño porcentaje de los descendientes de los Golandon
y un número aún menor de ellos seguía estando cuerdo. Ni que decir tiene que los
Golandon pagaron un alto precio por mantener su preciada tecnología como un preciado
secreto.
» Se libró una guerra de mil años por el derecho a ocupar la volátil parcela de
espacio que rodea a la Obiectis con la esperanza de atravesar su escudo. Nadie fue capaz
de infiltrarse en la Obiectis.
» Los gritos de los torturados resonaron por toda la galaxia. El terror se extendió
hacia la Región del Caos en forma de olas, donde las energías de construcción crearon
otra conciencia monstruosa. Durante siglos durmió, creciendo en tamaño más allá de
cualquier otro ser que hubiera venido antes, su alimento las pesadillas de los inocentes.
» El titán dirigió entonces su voraz apetito hacia el Obiectis. Los gritos de furia
resonaron en las paredes interiores mientras martilleaba la estructura. El campo de
fuerza generado por los aros giratorios desvió a la entidad, pero el Golandón sabía que
sólo era cuestión de tiempo que los anillos se debilitaran bajo el implacable bombardeo...
En cuanto Fate oyó que se abría la puerta, cerró de un puñetazo la tapa del
anillo del proyector contra la palma de su otra mano, cortando las aterradoras
imágenes y sonidos que se reproducían ante ella. El miedo recorrió sus
terminaciones nerviosas cuando Jessie y los demás entraron en el Santuario.
Todavía llevaban el uniforme completo, pero se habían quitado el Ojo de Dragón y
parecían haber vuelto a la normalidad.
Lincoln intentó una patada que se quedó muy lejos de lo que Fate había
presenciado antes.
—¿Dónde eshtá esha rubia mandona? ¿Ya ha vuelto? Eshtoy lishto para
moshtrarle mish nuevosh movimientosh —Se rio y giró las caderas—. Shi shabes lo
que quiero decir.
—Mejor que no te vea haciendo eso —advirtió Mason—. Puede que estés listo
para patear el trasero de algún monstruo, pero apostaría a que ella patearía el tuyo,
y bien.
—No, yo apostaría contra ella. Ser una Guardiana no te convierte en todo eso.
Tenemos cosas que ellos no tienen —Su tono era contundente y se dirigía
únicamente a Fate mientras acariciaba el casco de Ojo de Dragón que llevaba en el
cinturón.
Fate miró al suelo. Debería enfadarse con Jessie por ser tan descaradamente
competitiva, pero estaba demasiado asustada por las imágenes de la historia de
Vasha. Ninguna de ellas sabía el peligro que corrían en realidad y su arrogancia
podía hacer que las mataran a todas, incluida su mejor amiga.
Capítulo 20
La diosa de ojos negros
Fate movió los dedos de los pies y dejó escapar otro profundo suspiro. Ahora
que estaba sola y podía relajarse con sus propios pensamientos, se dio cuenta de lo
completamente agotada que estaba. Habían pasado muchas cosas en las últimas
veinticuatro horas. Había pasado, literalmente, de salir rebotada del Libro de
Fábulas, a aterrizar en medio de una convención de fans, a catapultarse por el
universo y, finalmente, a descargar en su cerebro miles de años de conocimiento de
Keep. Todo en un día.
Por si eso no bastara para sumirla en un coma de una semana, había que
añadir el estrés de saber que la Fortaleza estaba plagada de monstruos
despiadados. Por no hablar de los constantes malabarismos con los delicados
sentimientos de los demás. Especialmente los de Jessie.
—¿Por qué? —Fate gritó—. ¿Por qué no podemos estar juntos? ¿Estamos
malditos?
Sin perder ni un segundo más, Fate abrió la tapa del anillo proyector. Un
torrente de luz y niebla brotó del anillo. Las imágenes de la superficie de la
Fortaleza parpadearon sobre la pantalla cambiante y la voz de Vasha llenó la
silenciosa sala.
» La última y más crucial parte de su plan para salvar a los Obiectis fue el
papel de la Alta Sacerdotisa. Su conocimiento de la magia multidimensional
superaba incluso el de los científicos de Golandon. Era una Sensible, en sintonía
con las fuerzas astrales y capaz de manipular la materia oscura para que cumpliera
sus órdenes sin necesidad de tecnología. En otros mundos, algunos la llamarían
bruja o hechicera.
» La Gran Sacerdotisa temía al Dios del Caos. La entidad era más poderosa
que todo lo que ella había encontrado. La única manera de detener al monstruo era
contenerlo en algo que pudiera controlar. Pero ninguna estructura hecha por el
hombre podría contenerlo. El contenedor debía ser un recipiente vivo con la fuerza
de voluntad para dominar a la bestia salvaje y, en última instancia, domarla.
» Sin que Wodrid lo supiera, Kaliena no era la inmortal que decía ser. Había
estado confiando secretamente en elixires mágicos y amuletos que había robado de
otros mundos para mantener su fuerza vital juvenil. Pero finalmente llegó a un
punto en el que ya no podía contener su declive corporal. Necesitaba remedios más
fuertes, y su suministro de amuletos antiguos se había agotado.
—Se apagan las luces —dijo entre un bostezo, sus párpados ya caídos cuando
la luz de las linternas se atenuó hasta la noche más negra.
Capítulo 21
Hijo de su madre
—Nos iremos tan pronto como esté bien y lleno —Masticó su comida
lentamente y tragó—. Puede que no necesites comer, pero yo no puedo ir más lejos
sin recargar fuerzas.
Levantó la vista de su plato vacío, haciendo una mueca al ver al fae. Para
evitar que tomara la forma de Fate, le había hecho usar el glamur de alguien a
quien detestaba. En este caso, un joven desgarbado con nariz pecosa y cabello rojo,
un niño malvado que estuvo terriblemente cerca de matar a Fate al sacrificarla a un
roble sediento de sangre.
—El amor es lo que me alimenta. —Un ceño fruncido oscureció la tez rubia
rojiza del fae—. Un bocado que anhelo desesperadamente en este momento.
Unos nudos de ansiedad se retorcieron en el estómago de Finn. Estaba
jugando un juego peligroso permitiendo que LhiannanShee se uniera a él en su
búsqueda para localizar la división de fuego. Pero la soledad con la que había
estado plagado solo había empeorado y su tentación de volver a ver a Fate era más
de lo que podía resistir. Se dijo a sí mismo que necesitaba este recordatorio para
evitar que se rindiera, pero sabía que se estaba engañando a sí mismo. Su deseo
desesperado de estar con Fate lo había debilitado.
Metió la mano en su piel de foca y sacó unas monedas y las dejó sobre la
mesa.
Mientras Finn luchaba por mantener los ojos abiertos, el fae con el rostro de
Fate cayó de rodillas junto a él.
Gruñendo de esfuerzo, Finn se levantó del suelo, solo para ser derribado
cuando un crujido llenó su cráneo y lo hundió en la oscuridad.
***
Finn se despertó con gritos de miseria. Un fuerte dolor de cabeza atravesó su
cerebro empañado. Gimiendo de dolor, abrió los ojos a una celda oscura. Más allá
de los barrotes que lo aprisionaban, la luz de una antorcha parpadeaba sobre las
grasientas paredes de piedra teñidas de negro por años de suciedad y sangre vieja.
¿Por qué había entrado en esa taberna? Fate le había dado la capacidad de
volar con sus palabras de creación. Su hambre rabiosa realmente podría haber
esperado la hora extra o dos que le hubiera costado llegar a un pozo de la aldea en
las afueras de Asgar. Pero no, se había permitido descuidarse. Todo porque había
podido entrar y salir del castillo con tanta facilidad.
Tan tenue como era la luz en la celda de Finn, reconoció al príncipe Tynan de
inmediato, aunque debe haber sido coronado rey después de la muerte de Moria. El
joven se parecía a su madre. Tenía la misma tez de marfil, cabello oscuro y el brillo
rojo del dragón en sus ojos marrones.
—Sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que pudiera mirar a los ojos
al asesino de mi madre —La boca de Tynan se torció en una línea de odio. Sostuvo
la flauta de Finn en alto para que él la viera—. Supongo que regresaste para
terminar lo que comenzaste. ¿No fue suficiente que te llevaras a mi madre? ¿Qué
tipo de animal eres que necesitas para acabar con su linaje?
La garganta de Finn se apretó por el dolor que sentía por Tynan. Este era un
buen hombre que creía que se enfrentaba al asesino de su inocente madre. El rey
nunca sabría qué mujer verdaderamente malvada había sido Moria, lo que dejó a
Finn sin nada que pudiera decir en su propia defensa, incluso si pudiera hablar.
El puño de Tynan tembló de ira cuando apretó su agarre en la flauta que Finn
había usado para encantar a Moria para que se arrojara a las llamas. Los músculos
de su mandíbula se tensaron mientras apretaba los dientes.
Finn miró al rey a los ojos y negó con la cabeza. Quería decirle a Tynan que lo
hizo para poner fin al sufrimiento de su pueblo, pero el rey obviamente no tenía
ningún deseo de escuchar lo que Finn tenía que decir. No es que le permitiera
hablar. El rey sabía que Finn podía usar su poder rúnico para invocar los elementos
que podrían llevar la ira de la naturaleza sobre su reino.
Tynan nunca sabría que su madre había tenido la intención de usarlo contra
Asgar como su último acto de venganza. Si Finn no la hubiera detenido cuando lo
hizo esa noche en la gran hoguera, Moria habría despertado la sangre de Serpen de
Tynan y lo habría convertido en un dragón que finalmente arrasaría el reino hasta
los cimientos.
Finn comprendió la ceguera de Tynan. Ningún hijo amoroso podría creer que
su madre fuera tan malvada y vengativa. No, a menos que él personalmente fuera
testigo de sus despreciables acciones. Todo el dolor que Finn sintió por el joven rey
brotó de sus ojos.
Finn hizo una mueca. Su abuelo le había tallado esa flauta. Lo había marcado
con cariño con inscripciones druídicas, y más tarde, Tove había inscrito las runas
de la raza antigua en la madera, transformando la flauta en un arma poderosa. Finn
la había usado como una espada de viento para luchar contra su mayor oponente y,
por supuesto, contra Moria como un seductor instrumento de muerte.
Finn bajó la cabeza, mirando la flauta rota que yacía cerca de sus pies. De
alguna manera, no fue una sorpresa que encontrara su fin de esta manera. No
importaba que hubiera cometido su crimen cuando fue tomado por la oscuridad de
Mugloth. Había hecho demasiadas cosas imperdonables. Sobre todo, había
disfrutado destruyendo a la emperatriz.
Si sobrevivía.
Steve la reconoció con una sonrisa fácil y Darcy al menos asintió con la cabeza
hacia ella. Fate se alegraba de haber elegido al menos trabajar en la biblioteca.
Deseó poder decir lo mismo de Jessie.
Fate tomó las piezas pesadas, que consistían en un casco, guantes, peto
contorneado, hombreras y brazaletes para brazos y piernas. Cada uno equipado con
una misteriosa colección de discos de latón y cobre, engranajes, cableado y lo que
parecía ser hidráulica.
—¿De verdad? ¿Qué es? —susurró Fate de vuelta mientras se ataba los
brazaletes en los muslos.
Fate asintió mientras se bajaba la coraza por la cabeza y abrochaba los lados.
Sintiéndose lenta, se apresuró a ponerse los brazaletes y bloqueó las hombreras en
la coraza. Cuando se puso los guantes, se detuvo a estudiar la mecánica que tenían.
La curiosidad se apoderó de ella y probó los guantes apretando el borde de la mesa.
La madera gimió bajo sus dedos y se rompió en su mano.
Miró a los demás con sorpresa.
—Lo siento —Ella colocó la dentada pieza encima de la mesa antes de darle a
Farouk toda su atención.
Farouk observó el daño con irritación y luego arrojó un gran pergamino sobre
la superficie pulida de la mesa. El pergamino se desplegó, revelando un detallado
mapa de los dos hemisferios de la Fortaleza. Tocó cada uno de los círculos con un
puntero de bronce adornado, lo que provocó la aparición de proyecciones 3D de
ambas mitades de la torre, cada una de ellas una réplica exacta en todos los
sentidos. Señaló una de las mitades.
—¿Estás diciendo que las otras habitaciones, como la biblioteca y las suites de
la residencia, están construidas dentro de los anillos? —preguntó Eustace.
Farouk señaló otra sección del mismo hemisferio 3D y encendió el área con
otro resplandor rojo. Todos se inclinaron mientras la luz iluminaba una multitud
de humanoides deformados. Algunos tenían cabezas de animales, otros cuerpos de
criaturas marinas, mientras que la mayoría eran grotescas distorsiones de
humanos, deslizándose y escarbando entre las bóvedas arquitectónicas.
Brune se inclinó hacia adelante. —Solo una antigua raza de creadoresdel caos.
Acércate a uno de esos chicos malos y tu cerebro se convertirá en una papilla. La
confusión y el terror se apoderan de ti. El tiempo distorsiona y, antes de que te des
cuenta, te estás chupando el pulgar en la sala de psiquiatría por el resto de tu vida
natural
Fate le devolvió la mirada con horror. —Si ese es el caso, ¿cómo los
combatimos si no podemos acercarnos a ellos?
—Ya está fuera de control. Normalmente, los carroñeros nunca llegan a ser
tan grandes, pero a este le gusta el hierro, que es de lo que está hecha la mayor
parte de la Fortaleza y muchas de las bóvedas. Eso tiene mucho para comer. Cada
bóveda hecha de hierro en el cuadrante 56 ha sido destruida y ahora ha pasado por
la mitad del cuadrante 537. Es también extremadamente fuerte porque se comió el
Martillo de Thor.
—Sí, eso y muchas otras cosas que pensabas que eran mitos —Él resopló con
molestia—. Ahora bien, cualquier batalla con el carroñero llamará la atención de la
Quimera, y muy probablemente de los Formarianos. Las posibilidades de
supervivencia disminuyen si tienes que enfrentarte a los tres a la vez. Por lo tanto,
terminar a la Quimera es nuestra primera orden del día.
Brune se rió.
—Será mejor que hagas que ese tiro cuente. Si fallas, ira tras de ti como un
avispón loco. Los Scavs tienen fuertes instintos de supervivencia, lo que los hace
muy difíciles de matar.
—Oh, por supuesto. Um... bueno, la Quimera está hecha de una veintena de
animales diferentes. Tiene las garras de un ave de rapiña para hacer trizas a su
presa y las patas delanteras de un primate, lo que le da una increíble fuerza en la
parte superior del cuerpo. Está cubierto en piel casi impenetrable de un dragón.
Tiene alas de murciélago y cuernos de un carnero y cuartos traseros de un…
—Sí, sí, lo entendemos —Lincoln se movió de un lado a otro. Como todos los
demás en la sala, estaba ansioso por la misión—. La sherpiente y el león comienzan
deshtrozándose el uno al otro.
—¿Cómo hacemos que eso suceda? —añadió Mason—. ¿Soplar polvo mágico
de confusión en sus narices?
—Sé que suena como un plan loco, pero hemos ideado protecciones —se
volvió a Darcy—. Muéstrales.
Darcy les dio a todos una sonrisa de suficiencia mientras colocaba siete
aparatos del tamaño de unidades flash en la mesa.
—Puedes tener el tuyo tan pronto demuestre cómo funciona —Ella sostuvo el
amplificador para que todos lo vean—. Todo lo que necesitas hacer es presionar el
botón en la parte inferior.
Eustace colocó un gran tomo antiguo sobre la mesa y abrió las páginas
amarillentas en una sección llena de texto escrito a mano.
Fate hizo todo lo posible por sonreír, para no sonar demasiado negativa.
—Sé que suena lúgubre —asintió Eustace—. Pero lo que está diciendo aquí es
que los Formarianos no pueden ser derrotados por nada más que su propio poder.
—¿Excepto tal vez esta pequeña arma secreta? —Fate lo agitó—. ¿Qué se
supone que debe hacer, aburrirlos hasta la muerte con pésima música?
Fate nunca había escuchado a su padre usar la palabra, voilá, antes. Él estaba
más emocionado de lo que había adivinado anteriormente.
—Me gusta cómo suena eso, perdón por el juego de palabras—la sonrisa de
Fate estaba dolorida desde que apagó el molesto sonido de su amplificador—. Pero
¿cómo peleamos con ellos si son tan indestructibles?
—Con esto —Brune sacudió el extremo de una gruesa cadena unida a una caja
ornamental de forma octogonal del tamaño de un pomelo. Era plateada y cubierta
de símbolos—. El Ojo de Balor.
—A no ser que quieras mirar adentro por mí misma, parece que sí —dijo
Eustace—. Basta decir que tenemos nuestra arma contra los Formarianos. Si las
historias tienen razón, ni los dioses ni los gigantes podrían salvarse del siniestro
resplandor de los ojos de Balor. De ahí el motivo de su extracción y por qué se
conserva en una caja. Ahora podemos usar su propio poder contra ellos.
—No te ofendas, pero todo esto suena a teoría. Palabras como parece que sí y
si las historias son correctas, no exactamente me llenan de mucha confianza.
—¡Ey, despierta!
—Estaba diciendo que no podemos actuar de acuerdo con este plan cuando no
se ha probado nada. No sabemos si los amplificadores funcionarán realmente. ¿Y si
ese no es en realidad el Ojo de Balor? No es como si pudiéramos mirar adentro
para confirmar.
—No lo haces, papá. Cada uno de nosotros debe decidir por nosotros mismos
si vamos a hacer esto —miró al otro lado de la mesa a Jessie, Mason y Lincoln—.
¿Cómo se sienten con el plan? ¿Creen que funcionará?
—Tontos —su boca se volvió hacia abajo mientras luchaba por ocultar su
miedo.
Por una vez, Fate entendió cómo se sentía Darcy. Fate estaba aterrorizada por
Jessie. Su mejor amiga y los demás no tenían nada que hacer para enfrentarse a
esos monstruos. Su coraje era falso. Cualquier valentía que sintieran estaba siendo
bombeada artificialmente a sus cerebros por los Ojos de Dragón. ¿Qué pasaría si les
quitaran el casco? ¿Podrían defenderse o quedarían paralizados por el miedo?
—Esto es una locura. ¿En qué estaba pensando con esto? No puedo permitir
que ninguno de ustedes se vaya. Son solo niños.
—Lo siento, papá, tengo que hacer esto, y no hay nada que tú o yo podamos
hacer para evitar que esto suceda.
Capítulo 23
Aquí gatito, gatito
—TOMA EL PAQUETE AERONAUTA ANTES DE QUE TE LO ARROJE —LA
mandíbula de Brune se flexionó mientras miraba a Fate hacia abajo.
—¿Desde cuándo?
—Vaya, ¿de verdad te diste el poder de volar? Eh, yo nunca pensé en darme
esa cuando estaba dentro del Libro de Fábulas. Inteligente.
Fate asintió con orgullo y entusiasmo. Ella estaba esperando a un buen vuelo.
Ha pasado un tiempo.
—Veamos.
—¿Por qué?
—Hazlo, Fate. He estado queriendo verte volar desde la primera vez que me
dijiste que podías.
—Mi ego está mutilado, pero estoy bien —se quejó Fate mientras le permitía a
Eustace ayudarla a ponerse de pie. Se volvió hacia Brune—. Ya sabías que mi poder
para volar se había estancado. Podrías habérmelo dicho.
—¿Y echar de menos verte caer de bruces? —Brune se rió entre dientes con
satisfacción.
Fate se acercó al paquete de Aeronauta que Brune había estado forzando para
ella y lo recogió.
—Está bien, ¿cómo me pongo esta cosa y cómo conduzco eso? —Ella frunció el
ceño ante la maraña de correas y el endeble conjunto en forma de alas unidas al
motor.
—Una doble verificación nunca eshtá de más. ¡Shí, todo está claro! —gritó
mientras saltaba en caída libre.
Mason dio media vuelta y dio un salto antes de tener que escuchar otra
palabra.
—Date prisa. Y por favor consíguelo. Nuestras vidas dependen de ello —Con
un movimiento de cabeza, ella saltó y desapareció de la vista.
—No, laGuardián debe hacer esto ella misma —Sus ojos rasgados se
deslizaron hacia Fate—. Tienes todo el conocimiento que necesitas de todo lo que
tiene la Fortaleza. Todo lo que se requiere es una pregunta.
—Supongo que esto significa que estoy lista para comenzar —Ella agarró su
casco y se lo puso.
—Ella tiene razón, papá. Puedo hacer esto —Fate esbozó una sonrisa que se
estremeció ante las comisuras de la boca.
Temiendo que pudiera perder los nervios por completo si se entregaba a las
preocupaciones de Eustace, se dio la vuelta y se lanzó al espacio. El breve, pero
agudo tirón de la gravedad la sobresaltó antes de que el paquete de aeronauta
pateara hacia arriba, empujándola adelante con sorprendente velocidad. El alivio
inundó sus miembros, aunque estaba todavía nerviosa por depender de una
máquina para mantenerla en el aire. ¿Y si se ha averiado o se ha quedado sin
combustible?
Fate corrigió el rumbo antes de ver a Brune, Jessie y los chicos flotando en la
distancia. Apenas los había alcanzado, cuando todos se volvieron y siguieron
avanzando.
Si regresaban.
Los nervios de Fate se agitaron con una tensión elevada mientras se alineaba
con los demás y siguieron el descenso de Brune hasta que pasaron por encima del
aparentemente interminable laberinto de bóvedas debajo. Ahora que estaba más
cerca, fue impresionada por el extenso paisaje de diversas estructuras, ya sea que
eran templos, mausoleos, torres, castillos, catedrales, pirámides o enormes
estatuas. La superficie de la Fortaleza se parecía más a una enorme ciudad exótica
unificada sólo por pasarelas móviles que serpentean dentro y alrededor de ellas.
Se dio la vuelta y se dirigió hacia ella, pero la Quimera había cerrado la brecha
entre ellos. Elevándose justo por encima de Mason, la cola de serpiente de la
criatura arremetió, se enroscó alrededor de su torso y lo arrojó contra una enorme
gárgola de granito. El cuerpo de Mason se arrugó por el impacto y cayó al suelo
como una muñeca de trapo. Con un gruñido de fuego, la Quimera comenzó a
descender, sin duda para terminar la matanza.
Un golpe por detrás la desvió del rumbo y se desplomó de cabeza sobre las
ruedas. Sin saber de arriba a abajo, agarró los engranajes y aceleró el motor. El
paquete de aeronauta entró en acción, enderezándola lo suficiente para atraparla.
—¿Entre qué?
La Quimera estalló desde el centro del templo, derribando cinco de sus
enormes columnas. Gritando por su vida, Fate se apartó del camino evitando ser
aplastada por una columna que caía y se sumergió entre un castillo de marfil y
monolito oscuro grabado con símbolos. Ella se sintió más segura en la parte
inferior de las regiones de la Fortaleza. Dado el tamaño de la Quimera, esperaba
que pudiera evitar perseguirla en el espacio confinado.
Permaneciendo cerca del nivel del suelo, Fate aceleró a través del espacio
estrecho entre las diferentes estructuras, luego se desvió hacia la derecha y se
agachó en el arco de un puente de piedra.
Fate voló un poco más alto y entrecerró los ojos en el horizonte lejano.
El rugido de la Quimera resonó sobre ella. Fate miró hacia arriba con los ojos
muy abiertos mientras la criatura se inclinaba hacia abajo, sus alas atrapaban el
aire como un cometa. Se puso de pie, pero su pierna cedió y se cayó. No había una
salida. Ella estaba acorralada por todos lados.
Fate sacó su pistola láser y apretó el gatillo. Una corriente cegadora de la luz
roja disparó a la Quimera en el pecho. La bestia aterrizó frente a ella, volviéndose
hacia atrás con un rugido de dolor cuando el humo se elevó de una profunda herida
sangrienta. Pero no fue suficiente para matar al gigante.
Con los brazos temblorosos, Fate disparó de nuevo, esta vez fallando su
cuerpo. El rayo láser cortó en un ala en su lugar. La cabeza del león se sacudió,
mirando a la destrozada piel membranosa de su ala con un gruñido. Su mirada se
rompió hacia atrás a Fate al mismo tiempo que la cabeza de la serpiente se arqueó
con un silbido sobre la cabeza del león.
Fate hizo girar los engranajes, esperando despegar. El motor del paquete no
se estaba ejecutando. Giró el motor sin respuesta.
El espacio cerrado retumbó con un grito de dolor. Fate abrió los ojos mientras
Jessie clavaba su espada profundamente en la espalda del monstruo.
Un miedo aún mayor llenó a Fate cuando la serpiente golpeó a Jessie desde
detrás.
—¡Jessie, no! —Fate lloró, ahogándose con las lágrimas. Su corazón estaba
acelerado y su respiración en breves y dolorosos estallidos. El pánico se había
apoderado de ella. Después de ver a Mason aplastado en el aire como un insecto,
temió que Jessie encontraría el mismo final. Ella nunca se había sentido más
desamparada que en ese momento.
Nunca.
Capítulo 24
Dormir y no despertar nunca
—Abre la puerta y déjame hablar a solas con el prisionero. —Ordenó una voz
de mujer.
Finn se esforzó por abrir los ojos, pero sus párpados estaban pesados y
seguían cerrándose. El hambre y la sed le habían debilitado y desanimado. Después
de la visita de Tynan, se había resignado a una rápida ejecución, pero el temido día
aún no había llegado. Incluso esperar ser torturado como otro de los prisioneros
que oía gritar en el calabozo. En lugar de eso, le habían dejado solo para que se
pudriera en su celda. Nadie vino con la mínima cantidad de agua y comida.
A medida que los días pasaban, las fuerzas de Finn disminuyeron y su mente
perdió la noción del tiempo. El sueño se apoderó de él. Al principio, los dulces
sueños de Fate lo rescataron de su infernal existencia. Le dolía la mandíbula por el
tapón de madera encajado en su boca. Pero a medida que pasaba el tiempo, sus
sueños se convirtieron en olas oscuras que lo agitaban eternamente en un océano
que bebía con sed, para luego vomitar cubos de agua salobre.
—Me lo explicó todo antes de dejarnos. Sé por qué tuviste que hacer lo que
hiciste. No te mereces este trato.
Los grises ojos de Kaura se llenaron de tristeza cuando alargó la mano para
apartar el pelo de la frente de Finn.
Finn la miró con incredulidad. ¿Por qué colgar la esperanza en su cara, solo
para arrebatársela? Cerró los ojos y se golpeó la cabeza contra la pared una y otra
vez. Un dolor punzante le sacudió el cráneo.
—Por favor, para —le suplicó—, le pedí a mi marido que ampliara la fecha,
pero teme que ya estés demasiado cerca de la muerte y no se arriesgará a negarle al
reino tu ejecución pública.
Finn miró el frasco con horror, pero una parte de él deseaba la muerte fácil e
indolora que le ofrecía.
—No. —dijo una voz en su cabeza, con firmeza e ira instantánea. Era la voz de
Fate. Finn miró fijamente el veneno que Kaura le ofrecía mientras le invadía la
vergüenza. Fate nunca le permitiría rendirse de esta manera. Casi había permitido
que la derrota y autocompasión se apoderaran de él.
—¿Estás seguro?
Finn esperó a que el guardia cerrara la celda antes de patear el frasco lejos de
su alcance. No podía arriesgarse a otro momento de debilidad.
Apoyando la cabeza contra la pared, cerró los ojos. Su vista le había agotado,
minando la poca energía que le quedaba. Mientras se dejaba llevar al borde del
sueño, oyó un ruido de arañazos, seguido de un pequeño y rápido silbido de su
flauta.
Sus ojos se abrieron de golpe. Una extraña criatura se congeló bajo su mirada.
Sostenía la mitad rota de su flauta en unas manos rosadas, tenía la boca en forma
de —O— mientras parpadeaba. Si no fuera del tamaño de un gato y con alas
emplumadas, habría pensado que era un ratón de campo.
Seguro de que las alucinaciones habían vuelto, Finn parpadeó un par de veces,
esperaba que el ratón de gran tamaño desapareciera. Cuando no lo hizo, decidió
ceder a la ilusión, igual y no es que tuviera nada mejor que hacer.
—Mmhmm —respondió.
—Oh, vaya —El ratón pasó las manos por las inscripciones druídicas—. Eres
afortunado por tener semejante belleza.
—No me siento muy afortunado. —Pero con el tapón en su boca las palabras
eran ininteligibles.
Finn asintió con la cabeza y luego la sacudió rápidamente para que el ratón
entendiera que no le importaba en absoluto.
El ratón dejó la flauta con mucho cuidado, voló hasta el hombro de Finn y se
arrastró hasta la parte posterior de su cabeza. Sus ágiles dedos buscando la hebilla
enterrada bajo los mechones de su pelo hasta los hombros. Después de un poco de
tanteo, la correa de cuero se soltó y su peso tiró al tapón de madera.
Finn empujó el resto con la lengua, dejando que la tortuosa mordaza cayera
en su regazo. El dolor atravesó su rígida mandíbula mientras cerraba la boca por
primera vez desde su captura
—Gracias. —graznó.
—Eh… no me acuerdo.
—¿De dónde vienes? —Finn tenía la boca tan seca que apenas podía hablar.
—Vivo en la torreta sur, pero hago mis rondas por el castillo regularmente. La
ronda de hoy incluye los establos y el calabozo.
—No todos los días veo un ratón parlante con alas. Todo lo que sé, es que solo
hay una persona que creó criaturas como tú y es Elsina.
—Te dejaré la flauta si traes a Sithias aquí. Pero tiene que ser antes de la
mañana.
Finn miró en los rincones oscuros, buscando la otra mitad rota. Por fin vio la
punta asomando por una profunda grieta en la que había rodado.
El ratón lo hizo y saltó cuando sus esfuerzos produjeron una nota plana y
hueca.
—Bien, pero por favor, date prisa —Finn susurró roncamente mientras el
ratón dejaba las dos mitades rotas de la flauta con él y atravesó nuevamente los
barrotes.
Capítulo 25
Realidad distorsionada y dimensiones fracturadas.
—Jessie está bien. Todos están bien —se dijo a sí misma—. Estamos teniendo
dificultades técnicas, eso es todo —Sus manos se cerraron en puños—. Oh, te juro
que cuando vuelva, le arrancaré una tira a Farouk por darnos un equipo tan
horrible.
Otra bóveda apareció a la vista. Un anillo de nueve robles altos rodeaba una
gran piedra con la imagen de una mujer sosteniendo un disco tallado en su
superficie. El agua brotó de alguna fuente oculta dentro de la piedra en un pozo
cubierto de musgo. La historia de Fate con los robles había sido, por decir lo
mínimo, desagradable. Debería haber querido darse la vuelta y huir de la escena,
pero su reacción fue la opuesta. Se sintió irresistiblemente atraída por la arboleda.
Antes de que pudiera cuestionar lo que estaba mirando, la intensidad de su
curiosidad reveló la respuesta: este era el pozo sagrado de Arnemetia, diosa de las
aguas de manantial y la curación.
Fate salió de la pasarela, haciendo una mueca de dolor cuando tropezó con la
caída inesperada. Favoreciendo su pierna lesionada, se movió con cautela entre los
robles, mientras también verificaba el dosel extendido sobre su cabeza para
asegurarse de que las ramas no se movieran de manera antinatural. La mayoría de
los robles que había encontrado dentro del Libro de Fábulas tenían la mala
costumbre de agarrar y ensartar vivas a sus víctimas.
Cuando Fate llegó al pozo, se sentó sobre un anillo bajo de piedras, los bordes
ásperos amortiguados por un suave musgo. El agua que brotaba de la piedra era
clara, pero el pozo estaba lleno de una sustancia lechosa. Fate metió la mano en el
pozo y bebió un poco. El líquido sabía a crema de miel con una pizca de sal. Una
sed como ninguna otra se apoderó de ella y tragó el contenido de su corazón.
Envainando la daga, Fate se volvió para irse, aunque con gran reluctancia. No
sabía si la resistencia provenía de sentirse más cerca de Finn aquí en el robledo o si
había algún detalle vital que estaba olvidando. Tal vez fuera un poco de ambos,
pero no necesitaba reflexionar sobre por qué quería quedarse tanto tiempo. La
respuesta llegó espontáneamente.
El pozo de Arnemetia no era solo para curar. Este también fue un pozo de los
deseos. Todo lo que se requería para que se concediera un deseo era la ofrenda de
una posesión preciada.
Fate sabía exactamente a qué tendría que renunciar para que se le concediera
su más profundo deseo. Se quitó el casco y los guantes, tiró de la cinta alrededor de
su cuello y sacó la pequeña bolsa de debajo de su armadura. Apretándolo, respiró el
aroma del cuero cálido y el aroma amaderado del tabaco sagrado de Finn. Se le
llenaron los ojos de lágrimas mientras luchaba por no tirar la bolsa al pozo. ¿Cómo
podía dejar ir la única cosa que siempre solía sentir conectada a él? Dudaba mucho
que hubiera llegado tan lejos si no hubiera tenido este pequeño pero reconfortante
objeto para seguir adelante.
Cerrando los ojos, colgó la bolsa de tabaco sobre el pozo, con cuidado de
expresar su deseo en silencio antes de atreverse a decirlo en voz alta. Conocía
demasiado bien las ramificaciones de las palabras descuidadas pronunciadas en
forma de deseo. Por fin, abrió los ojos, respiró hondo y temblorosamente.
—Deseo que Finn aparezca ante mí ahora. —Dejó que la bolsa cayera al pozo,
donde desapareció en el agua lechosa.
Ella temblaba de la cabeza a los pies, apenas podía respirar. Todo lo que pudo
hacer fue asentir.
El cerró el espacio entre ellos en dos pasos, la tomó en sus brazos y la hizo
girar en círculos.
—¡No puedo creer que estés aquí! —Su aliento se deslizó contra su piel
mientras acariciaba su rostro contra su cuello.
—Yo tampoco —susurró sin aliento. Ella se apretó contra él, inhalando el
aroma masculino de su piel.
Él se echó hacia atrás para mirarla, sus ojos recorrieron su rostro. Una sonrisa
curvó su boca mientras se acercaba para darle un beso. Temiendo que estuviera
soñando, Fate lo detuvo colocando sus manos a cada lado de su rostro, observando
cada detalle, la barba dorada sombreando la línea fuerte de su mandíbula, la curva
tentadora de su boca y el iris verde llameante emoción.
Si alguna vez hubo un lugar o un momento más perfecto para entregarse por
completo, fue aquí y ahora. Su pasado había estado plagado de obstáculos, pero ya
no había nada en el camino. Finn estaba libre de la oscuridad. Eran libres de estar
juntos sin temor a ser destrozados por nada ni nadie.
Le besó los dedos. El calor de sus labios envió deliciosos escalofríos a lo largo
de su brazo.
Ella cerró los ojos mientras su boca recorría la línea de su mandíbula, hasta la
longitud de su cuello y a lo largo de su hombro. Incapaz de contener el fuego en el
interior, Fate se arqueó contra él. Finn respondió de la misma manera, sus
extremidades entrelazadas con las de ella en una oleada de deseo desenfrenado.
Un estado de pura felicidad latía por las venas de Fate. Su cuerpo tarareó de
alegría cuando abrió su corazón y su alma. Nada más importaba que este momento.
El cielo podía esperar, si no fuera así.
De repente, el cuerpo de Finn se puso rígido en sus brazos y él la levantó.
—¿Qué ocurre? —ella gritó. Pero él la miró, mudo, con una expresión atónita
de dolor oscureciendo su rostro. Su mente se tambaleó mientras trataba de darle
sentido a lo que estaba sucediendo. Fue entonces cuando notó la garra que
sobresalía de su pecho. Gritó cuando el cuerpo de Finn se disolvió en líquido,
salpicando sus pies y formando un charco de agua blanca a su lado.
De pie en el espacio vacío sobre ella, con la mano en garras aún extendida,
había una criatura espantosa con una cabeza bulbosa y carnosa de anguilas
retorciéndose como cabello. Emanaciones enfermizas de poder irradiaban de sus
brillantes ojos rojos.
33 Eel Head
Olvidando todo lo demás, se acercó al charco y ahuecó las manos en el agua
lechosa.
El agua onduló en respuesta antes de dar paso a una espuma que se formó a
partir del líquido cremoso y salió de la piscina poco profunda. Los sollozos de Fate
se convirtieron en risas histéricas cuando la forma masculina, goteante y arcillosa
se elevó frente a ella, antes de que el agua calcárea se secara y revelara al hombre.
Pero este no era Finn.
—¡Tú! —dijo, su voz un grito bajo—. ¡Tú fuiste quien me robó la Vara de
Aeternitis!
Fate se puso de pie. Mareada, negó con la cabeza, incapaz de ver bien. El
espacio entre ellos pareció ceder. La luz se encendía y apagaba, y formas de
pesadilla se arrastraban por los bordes de los árboles.
Una posesividad familiar surgió del cerebro de Fate. Agarró la cadena y apretó
la varilla con fuerza en su puño.
—Podemos hacer esto de la manera fácil o de la manera difícil —Dio otro paso
hacia ella y se detuvo cuando ella se alejó poco a poco—. Oh, ¿es así como va a ser?
Capítulo 26
Cantidades abundantes de chocolate
—¿ESHTÀ MUERTA? OH, HOMBRE, NUNCA HABÍA VIHSTO UN
cadáver. Ehs eshpeluznante.
—¿Estásh loca? Nadie vivo eshtaría tan pálido. Esha chica está tomando una
siesta bajo tierra.
El dolor atravesó la cara de Fate. Se agarró la mejilla y abrió sus ojos para ver
a Brune cerniéndose sobre ella. La miseria cruda inundó la dolorosa cabeza de
Fate.
—¿Qué está pasando? —se frotó los ojos secos y borrosos, tratando de
concentrarse.
—Te desmayaste —El tono de Brune implicaba que Fate había abrumado a
todos.
Fate lloró al ver a su amiga. Demasiado emocionada para poder hablar, dejó
que Jessie la ayudara a sentarse.
Jessie se encogió.
Jessie la agarró por el brazo para evitar que se resbalara. —¿Te has bebido
eso? No me extraña que estés enferma. Debes tener más cuidado. Podrías haber
muerto.
Fate miró el agua del pozo. Estaba turbia y cubierta de espuma de estanque.
Fate hizo una mueca ante la ridícula dirección que habían tomado. —Puede
que quizá quieras preguntarle a Mason si está de acuerdo con eso. ¿Alguien sabe
algo de él o nuestro deficiente equipo que sigue fallando?
—El equipo está bien —dijo Brune—. Los Fomarianos codificaron las
frecuencias, incluso antes de llegar a este cuadrante.
—Mason está bien —aseguró Jessie a Fate—. Sonaba bastante golpeado, pero
está vivo. Su pérdida es total, así que tendremos que recogerlo en el camino de
regreso.
Fate asintió con alivio.
—¡Oh shí, hablando de algo épico! —interrumpió Lincoln—. Esa cosha she
pegó a Jeshie como el blanco en el arroz. Pero deberíash haberla vishto, ella
consiguió hacer su camino fuera y hacer que la Quimera bajara al colisheo.
Fate hizo una mueca. —Sí, es una pena que me haya perdido eso.
—Muy bien, es hora de hacer las maletas y salir —Brune obviamente se había
aburrido de la conversación.
Jessie miró el casco del Ojo de Dragón, dándole la vuelta en sus manos.
Parecía que estaba considerando su oferta y Fate comenzó a preocuparse de que
dijera que no. Entonces Jessie la miró.
—Claro, me apunto.
***
—Replicador Empresarial, esto no es —Fate se tragó las supuestas palomitas
que el simulador de comida había producido—. ¿Dónde está lo crujiente? Sí, son
saladas, pero el misterioso requesón esponjoso no es lo que pedí.
—Espero que estés a la altura del desafío de describir las palomitas con todo
detalle. Si no, nos espera una… —Fate se detuvo a mitad de la frase cuando vio que
no era Jessie la que esperaba detrás de la puerta, sino Gerdie—. Oh, hola.
—Como si nunca hubiera pasado —Fate asomó la cabeza y miró por el pasillo
vacío en busca de Jessie. Cerró la puerta, tratando de ignorar la decepción que
sentía en sus entrañas—. ¿No te lo dijo Eustace? Estaba como cualquier buen padre
excesivamente preocupado cuando Farouk vertió su poción mágica y brillante
sobre mi herida.
Gerdie se acercó a una de las sillas acolchadas, que se bajó ligeramente para
permitirle subirse con facilidad. La silla se elevó a su altura normal mientras ella se
acomodaba con los pies colgando sobre el borde. —Él lo hizo. Aunque no es que le
sirva de consuelo lo rápido que te has curado. El pobre hombre estuvo pateándose
a sí mismo por poner a su única hija en peligro.
—No dependía de él. Tiene que meterse en la cabeza que ya no soy una niña
indefensa —Fate se mordió el labio inferior, no queriendo admitir en voz alta lo
indefensa que se había sentido cuando la Quimera la había acorralado.
Por no hablar del extraño fracaso en el que se había metido con los
Fomarianos.
—Oh, sí, entre casi haber sido carbonizada y tratar de comer antes, me olvidé
de tu noticia. Cuéntamelo.
—¿Qué? ¡No puedes hablar en serio! ¿Cómo puedo confiar en Brune después
de que me arrojara al Libro de Fábulas? Yo casi muero allí. No sólo una vez, sino
varias veces. ¿Y cómo puedes confiar tú en ella? Cualquiera que deje a su indefensa
hermana de seis años en las garras de un monstruo come-niños es simplemente...
¡No tengo una palabra lo suficientemente mala para describirla!
—No hay argumentos en su defensa, pero ese fue el trato que hicimos.
¿Recuerdas? Ella dijo que encontraría una manera de sacarte de tu juramento,
siempre y cuando ella consiguiera ser Guardiana de nuevo. Bueno, esta es ella
cumpliendo su parte del trato.
—No, no, no. Esto es una locura. ¿Qué le impide hacernos algo aún peor una
vez que haya conseguido lo que quiere?
—Nada, supongo.
—Yo digo que aplacemos el trato que hicimos con Brune y convoquemos a un
apoderado al azar.
Gerdie tenía razón, pero la desconfianza de Fate hacia Brune era demasiado
grande.
—Así que por eso tu hermana malvada fue tan útil cuando la Quimera estaba
lista para comerme. Ella necesitaba mantenerme viva. —Fate se paseó de un lado a
otro. —Sabemos lo que pasa si mi apoderado se encuentra con un final prematuro,
pero ¿qué pasa si el final prematuro es el mío después de que yo nombrara a
alguien? ¿Significa eso que el apoderado se convierte en Guardiana de la Fortaleza
de forma permanente?
—No digas que estás buscando información. Sé sutil —le advirtió Fate.
—¿Qué quieres decir? Pensé que habías dicho que podía hacer el hechizo en
cualquier momento.
—El hechizo sí. Es del portal de lo que tienes que preocuparte. Va a estar bajo
tierra durante aproximadamente tres días, así que, si no lo atraviesas hasta ese
entonces, vas a tener que esperar cien años antes de tener otra oportunidad.
Gerdie abrió la puerta a Jessie, que sostenía una bandeja llena de brownies.
—Mmm, está bueno —ella salió al pasillo antes de volverse hacia Fate—. Te
haré saber cuándo tenga esa cosa que querías.
—¿Quieres oírlo?
—Que vendí por 10.000 dólares antes de saber lo que realmente valía —le
recordó Fate.
—No conozco a nadie más que se llame Batty desde el noveno grado. No es
exactamente el incentivo de autoestima que estaba buscando.
—Tienes que admitir que es mejor que como te llamaban en tercer grado
después del incidente del gusano.
Fate reprimió las lágrimas que querían escurrir de sus ojos. De los más
cercanos a ella, Jessie sabía lo traumatizada que la había dejado aquella
experiencia. Ella todavía tenía una fobia a los gusanos.
—Y ahí está el problema —Jessie se rió, un sonido áspero que sonó a través de
la habitación—. Yo no dejaría que tus fans escucharan eso. Te seguirían a todas
partes. Diablos, ya lo hicieron. Están aquí ahora mismo, arriesgando sus vidas para
ayudarte a ti.
—Pero vinieron, y tienes que apreciar que han sacrificado todo por ser
atraídos como polillas a la brillante luz que eres.
—¿Desde cuándo te sientes así hacia mí? ¿Desde la escuela primaria? ¿Desde
siempre?
—No —la voz de Jessie era tan baja que Fate apenas la oyó. Ella levantó su
mirada—. Desde que te convertiste en esta gran autora. He estado celosa desde
entonces.
—¿Lo haces? —Fate se quedó sin palabras durante medio segundo—. ¿Por qué
estas son nuevas noticias para mí? Creía que lo sabíamos todo el uno del otro.
—Me daba demasiada vergüenza enseñártelo. Mis cosas nunca han sido tan
buenas como las tuyas.
—¿Qué?
—Sé que me va a encantar todo —le aseguró Fate—. Después de todas las
ideas locas que hemos soñado juntos, las tuyas eran siempre las que yo manejaba
con mis historias.
—¿Sí? Me gustaría.
—¿Trato?
—Trato.
—Es que desde que has vuelto, has sido muy cuidadosa con lo que me cuentas.
Sobre todo, con lo que no dices. Me hace sentir como si pensaras que soy
demasiado estúpida para manejar lo que sea que no me estás contando.
—¿De qué? ¿De la Quimera? Pues te tengo una noticia de última hora. Fui yo
quien te salvó del monstruo —Jessie se tensó, y Fate pudo ver la ira
chisporroteando en la superficie—. Si alguien aquí necesita protección, eres tú.
—No podrías tener más razón —admitió Fate—. No soy valiente. Estoy
asustada todo el tiempo. Tengo miedo por mí, miedo por ti y por papá. Y yo...
Las lágrimas que picaban los ojos de Fate, ahora corrían libremente mientras
empezaba a contarle a Jessie sobre su historia con Finn. Cómo lo conoció en la
librería y su negativa inicial a creer que él era su personaje escrito que había
cobrado vida. Fate sollozó aún más cuando describió el día en que le dijo a Finn la
verdad sobre sus orígenes. Revivió la dolorosa ruptura que el shock y la
incredulidad de él habían causado al descubrir que era el producto de la
ensoñación de una joven niña.
Mientras Fate revivía su agridulce reencuentro con Finn después de que éste
había aprendido a controlar la influencia oscura dentro de él, se calmó un poco.
Hasta que llegó a la parte en la que había utilizado por descuido sus palabras para
invocar a un antiguo dios de la naturaleza para resolver un dilema en una de las
fábulas anteriores. Ella volvió a romper en lágrimas, su cuerpo temblaba mientras
le decía a Jessie que ella era la culpable de que el dios de la naturaleza confinara a
Finn dentro de un roble gigante para devolver la vida a una isla estéril.
—Lo abandoné, Jess —confesó Fate—. Lo dejé para que se pudriera en ese
árbol.
Jessie se abalanzó sobre ella y la abrazó. Eso fue todo lo que necesitó para
romper la barrera que Fate había construido tan cuidadosamente para mantener el
dolor a raya. Un torrente de tristeza y arrepentimiento la inundó y no hubo forma
de detenerla. Fate se derrumbó contra su amiga, llorando un océano de lágrimas
que temía nunca se detuviera.
Jessie se sentó con ella, en silencio, abrazándola pacientemente hasta que sus
sollozos finalmente cesaron. Después de un rato, Fate se apartó y se secó los ojos.
—Lo siento mucho. Lo entendí todo completamente mal. Es que sólo noté que
habías cambiado mucho. Cambiaste tus pantalones a cuadros y tus jerséis de
rombos por una armadura de cuero, tus suéteres de lana por una armadura de
cuero y temí que no pensaras que era lo suficientemente genial... Lo
suficientemente genial como para salir conmigo. No es que lo fuera, pero ya sabes
lo que quiero decir.
—No hables así. ¿Quién no lo pasaría mal por tener que ser normal de nuevo?
Es tan... limitado. Si no tuviera el Ojo de Dragón, nunca habría salido a la calle.
—Ojalá me hubieras dicho lo mucho que estabas sufriendo por Finn —dijo
Jessie después de un minuto—. Si lo hubiera sabido, nunca habría sido tan
fastidiosa sobre mis propios sentimientos.
—Lo entiendo. Este no es el tipo de cosas que compartirías con tu padre, o con
cualquier padre, en todo caso.
Capítulo 27
Será más rapido
Aun temblando, Finn agarró la ropa, sus manos toquetearon las perneras de
los pantalones mientras trataba de meter los pies en ellos y fallaba.
—Las órdenes del rey eran dejarlo pudrirse —replicó uno de los guardias de la
mazmorra.
Finn miró hacia otro lado, humillado por el bajo nivel de degradación al que
se había hundido. Apretando los dientes para evitar que castañearan, dejó que el
guardia real lo levantara del suelo y lo llevara a una mesa y una silla.
Finn se apoyó contra la mesa mientras otro guardia colocaba un cuenco lleno
de gachas frente a él.
La vista de los bultos grises hizo que Finn sintiera náuseas. Sacudió la cabeza
y la apartó.
El guardia real acercó uno de los cubos y vació los últimos restos de agua en
una taza de peltre rayada. Finn tragó el agua, echando la cabeza hacia atrás cuando
llegó al final, esperando que la última y preciosa gota golpeara su lengua. Pero a los
pocos segundos de beber el agua, su cuerpo rechazó la repentina afluencia de
líquido vivificante y los calambres hicieron que se doblara del dolor.
Un dolor en el interior de las tripas de Finn se apoderó de él. Gritó cuando dos
guardias lo agarraron por cada brazo y lo levantaron. Otro guardia vino por detrás,
enganchó un trapo en su boca y lo ató con fuerza.
—Lo siento por ti, amigo. —Lo arrastraron por los escalones de piedra. Finn
trató de pararse entre ellos, pero sus piernas temblaron y cedieron debajo de él.
Incapaz de mantener la cabeza erguida por más tiempo, apoyó la barbilla en el
pecho mientras lo llevaban por un largo pasillo.
Podría manejar esto, al menos un poco mejor, si la última cara que viera fuera
la de Fate y no una multitud de personas hostiles.
Bajó la mirada al balcón decorado con los estandartes azul real de Asgar. El
rey Tynan estaba allí, rígido y mirándolo con frialdad. Kaura también estaba allí.
Ella le dedicó la más mínima inclinación de cabeza, pero nada más, no fuera a
llamar la atención de su marido.
Finn fijó su mirada en los tablones de madera de la plataforma. Una rosa roja
aterrizó frente a él. Habría esperado carne llena de gusanos antes de creer que le
habían arrojado una flor. Miró hacia la primera fila.
De pie en el centro, justo debajo de él, estaba Fate. En el fondo, sabía que era
LhiannanShee, pero no le importaba. Había cumplido su deseo. Su rostro sería la
última imagen que vería antes de morir. Ya nada más importaba. El dolor punzante
en su vientre se desvaneció cuando una sensación de calma se apoderó de él. Ahora
podía continuar y morir con la poca dignidad que le quedaba.
Pasos sonaron en las escaleras detrás de él. Había llegado el verdugo. Ocupó
su lugar junto a Finn, elevándose sobre él con un rostro oculto detrás de una
máscara de hierro cubierta de púas. Finn no podía ver los ojos del hombre. Estaban
envueltos en sombras, sin duda un diseño intencionado para ocultar su humanidad
y hacerlo aún más aterrador. Finn admitió que estaba funcionando. El terror se
apoderó de él cuando bajó la mirada hacia la enorme hacha que el hombre llevaba
en una mano.
—Perdono al rey por tomar la única opción que pudo —dijo tan fuerte como
su garganta reseca se lo permitió.
Jessie gritó y golpeó al robot en la cabeza con una almohada bien dirigida.
—Vamos, Jess —Fate se puso la armadura—. Quiero hablar con Farouk antes
de que los demás se presenten a la reunión de estrategia.
—Estás tan flaca como siempre. Y no, no podemos cancelar. Los carroñeros
no esperan a nadie. A diferencia de nosotras, pueden comer en exceso sin sufrir
hinchazón a la mañana siguiente.
—Bueno, conocer es una palabra demasiado civilizada para lo que pasó entre
nosotros—dijo Fate—. Nos enfrentamos por la Varita cuando yo estaba atrapada en
el Libro de Fábulas. Y estoy bastante segura de que gané la contienda rebanándole
la pierna.
—Dices que este recuerdo surgió durante tu ilusión ¿ayer? —preguntó Farouk.
Fate asintió.
Farouk se preocupó hasta el final, un gesto nervioso que hizo que Fate se
sintiera aún más ansiosa.
—Yo no estaría tan segura. ¿Has olvidado los registros de Golandon que me
diste? Wodrid era el amante de Kaliena. Hará lo que sea necesario para
recuperarla, y para ello necesita la Vara y el Orbe de Aeternitis.
—Han pasado miles de años desde que Kaliena entró a la fase de estasis.
Wodrid no puede haber vivido tanto tiempo. No es eterno.
Farouk las miró a ambas con fastidio. Luego sacudió la cabeza, y las puntas de
sus orejas en forma de cuerno cayeron ligeramente.
—¿Cuándo fue la última vez que viste los registros de Golandon? ¿Hace diez
mil años? Kaliena encarceló a Wodrid porque descubrió una forma de entrar en la
Fortaleza sin una invitación. ¿No lo recuerdas? Así es como terminaron teniendo
ese largo y prolongado romance con el síndrome de Estocolmo.¿Y tengo que
recordarte también que fue él quien maldijo el Libro de Fábulas? Él es la razón por
la que los lectores como yo quedamos atrapados dentro del libro y nos vimos
obligados a cambiar los finales de esas horribles historias como única forma de
escapar
Steve se rio.
—No parezcas tan sorprendida. Me encontré con el nombre de O'Deldar en
uno de los libros que estaba leyendo antes —su mirada se posó en la garganta de
Fate mientras tragaba nerviosamente—. ¿Hay algo importante sobre él? Dilo y
seguiré investigando.
—No.
Ella frunció.
—Por fin, alguien más que yo está hablando con sentido común—Brune entró
en la conversación como si hubiera estado en la habitación todo el tiempo. Se
acercó a una fila de pistolas y cinturones de munición.
—No, puedes decirle a Eustace que la Vara se queda conmigo —dijo, mirando
a Brune.
Brune resopló.
—Son unos desalmados. Todos ustedes. Espero que mueran ahí fuera —
Girando bruscamente, chocó con Lincoln al salir.
—Un sentimiento sin sentido, mejor dicho —Brune se centró en el arma que
llevaba dentro mano.
—Adelante, bromea todo lo que quieras. Veremos quién se ríe después de que
uno de ustedes pierda un miembro. O su vida.
—Cinco de cinco.
Al notar algo diferente a su última visión del carroñero, Fate entrecerró los
ojos ante la forma giratoria, sin saber qué había cambiado. Entonces lo vio, una
serie de cadenas colgaban de sus hombros como una capa real y una corona de
púas uniformes se posaba sobre su cabeza.
—¿Soy yo, o parece que el idiota tenía más sentido de la moda que ayer?
Parece un poco como un rey.
—Sólo eres tú. —Brune puso los ojos en blanco—. Los carroñeros no se
diseñan a sí mismos en algo deliberado. Son plagas sin sentido. Piensa en ellos
como en las ratas. Comedores voraces de cualquier cosa que puedan agarrar con
sus garras. En este caso, es cualquier elemento con el que entran en contacto
cuando se forman por primera vez.
—Oye, noshotros shomos losh que tenemosh el arma grande aquí. —Lincoln
sacó su pistola y apuntó a un carroñero invisible—. Shólo muéstrame dónde y
cuándo apretar el gatillo.
—Esperemos que sea así de simple —dijo Fate, sintiéndose animada por su
valentía. Pero sólo fue un momento. No podía ignorar el temor que acechaba bajo
la superficie, arrastrando sus ánimos hacia abajo.
Capítulo 29
Algo no está bien aquí
—Esho está bien. Deja mi nombre real y empieza a llamarme Nave Eshtelar,
porque eshtoy listo para que guíes mi curso, Eshtrella Polar.
Fate se acercó.
—De acuerdo. ¿Y quién es Chicken Little?
—¿Yo?
—¡Oye! Podría haberle pasado a cualquiera. Más vale que no seas tú quien
necesite ser salvado esta vez, porque podríamos pensarlo dos veces antes de
ayudar.
Fate miró por encima del hombro. La adrenalina corrió por sus venas cuando
escuchó el chirrido del metal rechinando y vio al carroñero corriendo hacia ellos.
Los demás se extendieron y ella salió disparada hacia arriba. Colocándose sobre el
carroñero, tomó su arma de la funda y apuntó. Sus manos sudorosas temblaron
durante los cinco segundos que tardó en moverse directamente debajo de ella.
Apretó el gatillo.
La pistola pateó con fuerza en su mano, emitiendo una nube roja gaseosa que
bloqueó su vista. Lanzándose hacia un lado, vio a Jessie disparándole desde un
nivel ligeramente más bajo. Otra masa de partículas rojas se elevó sobre el hombro
puntiagudo del carroñero. El óxido se formó a lo largo de su corona de púas, por un
lado, de su cabeza, extendiéndose por la mayor parte de su brazo hasta que
enormes trozos de metal se desmoronaron.
Haciendo girar los engranajes, Fate corrió tras el carroñero. Jessie apareció a
un lado, su casco Ojo de Dragón firmemente en su lugar y la mandíbula apretada
con determinación. Brune y Lincoln las siguieron.
El carroñero zigzagueó, su cabeza colgaba baja como un halcón en busca de
presas. De repente descendió, enfocándose en una enorme estatua de oro de un
dragón chino. Fue entonces cuando Fate notó el martillo que sostenía en su mano
sana. Al principio pensó que era el martillo de Thor, pero este parecía más utilitario
en diseño. Tenía un extremo estrecho, muy parecido a un martillo normal, aunque
enorme en comparación.
Brune la alcanzó.
Fate se lanzó hacia los aros giratorios, donde rozaron el campo de fuerza con
crepitantes trazos dorados. Un profundo gruñido procedente de abajo hizo que su
atención bajara. La boca del dragón, cada vez más ancha, se alzó a la vista. El
instinto se apoderó de ella y desenfundó su espada. La clavó hacia abajo y golpeó al
dragón entre los ojos. El choque de los metales sonó, el impacto vibró a lo largo de
su brazo cuando la espada rebotó en la cabeza del dragón.
Tirando su espada a un lado, Fate agarró su pistola desintegradora y disparó.
El gas rojo llenó su visión. Tosiendo por los gases nocivos, aceleró los engranajes de
su mochila y se lanzó hacia los lados a través del gas, esperando que la nube
bloqueara sus movimientos.
Gruñendo, el dragón señaló con su cabeza cornuda hacia ellos, sus enormes
mandíbulas mordieron el aire. Lincoln gritó y salió corriendo con el dragón
persiguiéndolo a él y a Brune.
Los guardas del castillo se alinearon en las paredes alrededor del patio, con
los arcos tensos, listos para lanzar una lluvia de flechas a la criatura. Pero no
actuaban por medio de matar al rey, que se encontraba en la boca del dragón.
La criatura dejó caer al rey, lo agarró con las garras de una de sus patas
delanteras mientas miraba a los soldados con recelo. Un gruñido grave salió de lo
más profundo de su garganta. A Finn le llamó la atención su color marfil. Su color
marfil le llamó la atención. Algo le resultaba familiar sobre la forma en que movía
su cuello de serpiente. El dragón soltó a Tynan y de pronto redujo su tamaño hasta
transformarse en una mujer esbelta con un vestido crema adornado con perlas.
Finn frunció el ceño. Había visto ese vestido antes. Fate lo había llevado en la
noche de su coronación, cuando Rudwor le otorgó el puesto de primer caballero.
Había sido una vista irresistible. Cada detalle de ella estaba grabado a fuego en su
mente: las gardenias entretejidas en su larga cabellera, el brillo de las perlas contra
su piel. Esa fue la noche que pasaron justos, recuperándose de la dolorosa ruptura
que los separó. Él la tuvo en sus brazos hasta el amanecer, sin compartir ni siquiera
un beso, pero nada podría borrar la sensación de su cuerpo presionado contra el
suyo y la agridulce tortura que les causó a ambos.
De pronto se sintió enfermo. Tenía que ser una especia de sueño febril. ¿Por
qué si no, Moria estaría usando ese vestido? La bruja estaba muerta. Sacudió la
cabeza, esperando que la alucinación acabara, pero ella permaneció firme en su
lugar.
—Sí hijo mío. —Miró al batallón y a los cientos de flechas dirigidas a ella—.
Por favor, diles a tus hombres que se retiren. Debemos hablar de un tema
importante.
—¡Retírense!
—Podría decirse que sí. —Moria miró directamente a Finn y le guiñó un ojo.
Finn parpadeó varias veces, seguro que ahora sí estaba alucinando todo esto.
¿O el hacha ya había caído? ¿Estaba en el infierno condenado a revivir el día de su
ejecución por la eternidad?
—El destino está actuando aquí, madre. Aunque sea difícil de creer, tu
resurrección ha llegado el mismo día que la ejecución de tu asesino. Ahora serás
testigo de la justicia por lo que se te hizo.
Moria asintió.
Ella le devolvió la mirada, no con desprecio como él esperaba, sino con nada
menos que con la calidez de una amiga. Se volvió hacia Tynan cuando este levantó
la mano para indicarle al verdugo que bajara el hacha.
—Mi querido hijo, estoy aquí para corregir los errores de mi pasado.
—Ah, pero sí lo he hecho, y estoy aquí para ofrecerme a cambio de la vida del
acusado.
Tynan palideció.
—¿Qué?
—Escúchame con atención. El único motivo por el que me casó con tu padre y
vine a Asgar fue para arruinarle la vida a él y a su pueblo. Diseñé la desaparición de
este reino y utilicé mi magia para engañar a todos y hacerles creer que estaba bien.
Después de que las llamas me consumieran, ya no pude mantener la ilusión que
había creado sobre la tierra. Fue entonces cuando el velo se levantó y reveló el
verdadero estado del reino.
—¡No, no te creo! —Tynan cayó sobre sus rodillas y se agarró la cabeza—. ¡No
harías eso! ¿Por qué salvarías al Flautista impío? Él es malvado. Trató de matarte.
—Mírame.
Tynan miró a su madre, con los ojos muy abiertos por la pena e incredulidad.
—¿Cómo?
—Al hogar de nuestro pueblo, donde el río Torle corre en lo profundo del
monte Fargrum.
—Si lo que dices es cierto, necesito saber por qué lo hiciste. —La voz de Tynan
se volvió tensa—. ¿Qué aberración hizo mi padre para causar tal devastación en su
reino?
Tynan apretó los puños hasta que sus brazos y hombros temblaron
visiblemente.
—Has ejecutado esta venganza durante diecisiete años… ¿Por una simple
intrusión? No es como si hubieran invadido tu tierra, asaltado tu palacio y matado
hasta el último de vosotros. Todo lo que hizo fue tomar un atajo a casa.
—Un día verás que tuve que hacer que me odiaras para deshacer esta última
injusticia. —Señaló a Finn—. Libéralo de sus grilletes y me iré con él.
—Son unos locos si piensan que me iré con esta serpiente. —Tosió,
ahogándose por la sequedad de su garganta.
—Dije que te llevaría, pero ¿quién dice que irás conmigo a alguna parte? —La
sonrisa socarrona de Moriase ensanchó hasta convertirse en la boca de una
serpiente.
Antes de que Finn pudiera decir algo, su cuello se estiró de forma imposible,
los cuernos salieron de su cabeza y la piel suave se endureció hasta convertirse en
escamas de marfil mientras su frágil forma dio paso a una enorme bestia. Moria se
elevó y se abalanzó sobre él sin previo aviso. Lo último que Finn vio antes de que
todo se volviera negro fueron las fauces del dragón y sus mortales colmillos sobre él
Capítulo 31
¿Cuál es la alternativa a la explosión?
—Las vidas son más importantes que todo esto —Fate agitó sus brazos hacia
sus alrededores.
—Sí —se unió Jessie—. La gente no sólo está siendo herida aquí, están
muriendo. Yo digo que despeguemos, que bombardeemos la Fortaleza desde el otro
extremo del portal. Es la única manera de estar seguros —Se volvió hacia Fate y
chocó los puños con ella.
—Sí, afirmativo —Fate sonrió con maldad ante la oportunidad de aplicar unas
cuantas citas de películas favoritas a una situación real. Pero al instante se sintió
terrible y la culpa hizo a un lado todo el juego.
—Tu ignorancia me asombra —Sus ojos se cerraron sobre Fate, la fuerza con
la que lo hizo decía más que sus palabras.
Ella sabía que se refería a la historia de Golandon que había compartido con
ella. La Fortaleza era un tesoro inestimable que debía ser protegido a toda costa.
Por no mencionar que el juramento que había hecho nunca le permitiría destruir la
Fortaleza, por mucho que deseara liberarse de ella. Suspiró en derrota.
—Debe haber comido algún tipo de hierro inteligente antes. ¿Había algo en
ese cuadrante que pudiera aumentar drásticamente su coeficiente intelectual?
Farouk asintió.
—Lo tengo aquí mismo —Eustace se apresuró a entrar en el santuario con una
pila de grandes libros en sus brazos. Tenía el pelo revuelto y la camisa arrugada.
Fate podía decir que no había dormido desde su discusión y, ahora con la
repentina muerte de Lincoln, sabía que estaba doblemente preocupado por ella y
Jessie.
—No tiene buena pinta —Le dirigió a Fate una expresión sombría, sugiriendo
que no sólo se refería al carroñero.
Gerdie asintió.
—No hay forma de evitarlo. Brune tiene todas las razones para asegurarse de
que mueras una vez que ella sea la apoderada. Es la única manera de que ella
vuelva a ser la Guardiana oficial de la Fortaleza.
Eustace colocó los libros sobre la mesa con un fuerte golpe, devolviéndole la
atención al asunto que tenía entre manos. Abrió uno de ellos para ver un dibujo de
un gigante saliendo de un volcán ardiente, con un martillo en una mano y lava
fundida en la otra.
—Hefesto era el dios del fuego y la metalurgia. Sirvió como herrero de los
dioses haciendo armas y creando autómatas para...
—No había ningún búho mecánico en esa película —intervino Steve antes de
que Eustace pudiera responder.
—Sí, bueno, ahora que tenemos ese importante asunto resuelto —dijo Eustace
con velada impaciencia—. ¿Puedo continuar?
—Claro.
—¿Significa eso que estamos tratando con un carroñero que cree que ahora es
el dios del fuego? —preguntó Fate.
Sacando su pañuelo del bolsillo, Eustace se quitó las gafas y las limpió.
—Creo que muy bien puede ser el caso. Este explicaría por qué el carroñero
tiene ahora la destreza mística de Hefesto para colocar encantamientos en objetos
inanimados. Lo más preocupante...es que tiene el poder de crear entidades
sensibles de metal fundido que seguirán sus órdenes, como el autómata conocido
como Talos —Él se colocó las gafas y evitó la mirada de Fate.
—Supongo que esta vez no podremos sacar el Ojo de Balor y terminar con esto
—Su padre intentó sonreír, pero el miedo apareció cerca del borde de sus ojos y
arruinó el esfuerzo.
—Espera —dijo Brune—. ¿No crees que le estamos dando a este carroñero
demasiado crédito? No son más que un montón de chatarra andante. Esto no es un
dios inmortal al que nos enfrentamos. Lo llenamos de balas llenas de fluido
deducible y funcionó. Desintegramos casi la mitad.
Darcy la miró.
—Bueno, las debilidades de los dioses sólo han venido de sus propias
creaciones. Como estoy segura de que sabes, crearon las Gorgonas que fueron la
perdición de Atlas y...
—¿Esto es de verdad? ¿Se supone que vamos a repetir esa vieja historia?
Capítulo 32
No soy el monstruo que crees que soy
—Bien. Espera. ¿Qué se supone que significa eso? ¿Estás diciendo que yo no
soy respaldo para ti, pero tú sí para mí?
—Déjalo ya. Cometí un error. Creí que podría acabar con el carroñero y salir
con tiempo de sobra antes del crepúsculo.
—La diferencia horaria juega a nuestro favor. Por cada hora que pasa aquí, es
un mes allí.
—¿Podría ser ese joven apuesto que conjuré de la nada cuando te cité en la
librería?
Gerdie había sospechado que Brune era la fuente última del origen de Finn,
pero oírlo directamente de la boca de caballo lo hacía mucho peor de aceptar.
—Sí y no. Simplemente usé el hechizo Ojos de Eros para invocarte, pero fue el
deseo más profundo de tu corazón combinado con las fuerzas creativas del Orbe, lo
que produjo lo que supongo era el chico de tus sueños.
—Es un producto del Orbe. Sin que la Vara forme parte de su creación, hay
muchas cosas que podrían salir mal.
Todos los recuerdos de la lucha de Finn con la oscuridad por la que había sido
poseído llegaron a ella. ¿Cuántas veces se había preguntado Fate si había algo
mucho más profundo en él? Algo en un nivel más fundamental.
—Oh, así que el chico de oro no era tan dorado después de todo.
—Por el momento tal vez, pero ¿se mantendrá así? No sé, creo que ahora que
tienes la Vara y el Orbe juntos, probablemente deberías traerlo aquí para que
puedas usarlos para asegurarte de que siga siendo como a ti te gusta.
Todavía. Pero Fate no iba a dejar que Brune supiera cuánto la había educado
Gerdie sobre el tema y las opciones que había descubierto recientemente.
—Eso sí que es una terquedad por tu parte. Sabes que tu contrato tiene una
escapatoria. ¿Por qué no la has usado todavía? Hazme tu apoderada y te dejaré
libre para esta misión y todas las demás después de esta. Puedo manejar todo esto
por mi cuenta. Tengo un excelente historial de setenta y cinco años para
demostrarlo.
Brune se inclinó a escasos centímetros de la nariz de Fate, con sus ojos color
avellana brillando con ira.
—Olvídalo. Estoy en tu diabólico plan. Gerdie se metió en todo este asunto del
poder. Si muero mientras tú eres mi apoderada, tú serás la Guardiana de la
Fortaleza. Permanentemente. O debería decir para siempre. No es un secreto que
harás lo que sea para conseguir el Orbe y la Vara de Gerdie y de mi para poder
usarlos y hacerte inmortal. Incluso si eso significa tener que arrancarlos de
nuestras manos muertas.
Eso fue todo lo que Fate necesitó ver para saber que sus sospechas eran
correctas.
—Supongo que no lo sabías, ya que toda esta situación es inédita: sigues con
tus antiguas funciones de Guardiana mientras el puesto ya ha sido ocupado por el
nuevo Guardián. Bueno, gracias a Gerdie, me he enterado de que tengo el poder de
deportarte de la Fortaleza. No estoy segura si "deportado" es la palabra correcta en
este caso. No es como si esto fuera un país y tú fueras un inmigrante ilegal, pero me
entiendes...
—¿Qué?
Fate no respondió. Quería ver a Brune retorcerse un poco más un poco más.
—¿Y bien?
—Hmm, no estoy segura. Tal vez sea hora de que revisar tu actitud de los
últimos tiempos. Veamos, has sido útil e instructiva, pero mezquina y
condescendiente en su entrega. Has sido fría ante el peligro y capaz de liderar
durante el caos. Aunque fuiste fría, brutal y francamente maliciosa con los
supervivientes de los heridos y de los que se fueron. Hmm, no eres exactamente el
jugador de equipo que necesitamos por aquí, así que estoy pensando...
—¿De verdad te necesito aquí para que me enseñes cosas? —Fate le dio una
palmadita en la parte superior de su cabeza—. No. Lo tengo todo aquí en la cabeza.
Como tú dijiste, todo lo que tengo que hacer es concentrarme en las preguntas y
tendré todas las respuestas que necesito. Lo que realmente se reduce a que no
confío en ti. Mientras Gerdie y yo tengamos la Vara y el Orbe, eres una amenaza.
—No soy el monstruo que crees que soy. ¿Realmente crees que soy capaz de
matar a mi propia hermana y a mi sobrina?
—Duh. Gerdie me dijo todo lo que hiciste cuando estabas en el Libro de las
Fábulas. Usaste las Palabras de Creación para crear a la Vieja Madre Grim. Y luego,
cuando tu abuela quiso deshacer el daño que habías hecho, tú pusiste a los
aldeanos en contra de ella sólo para que pudieras escapar del libro. Ellos la
quemaron en la hoguera por lo que la Vieja Madre Grim hizo a sus hijos.
—No tienes idea de lo que fue llevar toda esa miseria a todos los que
conocimos en las fábulas. Tener que hacer cosas tan horribles te hace algo. Te
cambia de formas vergonzosas. Y entonces tienes que racionalizar tus despreciables
acciones, decirte a ti misma una y otra vez que tu supervivencia depende de causar
tragedias hasta que se convierte en la verdad.
—Al principio, nos engañamos pensando que las historias y personajes eran
sólo ficción. Una fantasía —La voz de Brune se hizo más densa de emoción—. Pero
cuando los niños comenzaron a desaparecer y descubrimos lo que la Vieja Madre
Grim les estaba haciendo, todo se volvió demasiado real.
—Eso es porque lo era. Te das cuenta de eso, ¿no? —Fate miró fijamente a
Brune—. Cada persona en Oldwilde es tan real como tú y yo, y nosotros jugamos
con sus destinos para salvar el nuestro.
Por mucho que Fate odiara admitirlo, lo entendía. Ella no había creído que
nada era real cuando entró por primera vez en el Libro de las Fábulas tampoco.
Pero eso no significaba que fuera a sentirse mal por Brune y consolarla con un
abrazo.
—Entiendo que tenías que hacer lo que tenías que hacer. Pero eso no es
excusa para traicionar a tu abuela ante los aldeanos y dejar a tu hermana de seis
años a su suerte contra ese monstruo devorador de niños.
De todos los monstruos a los que Fate se había enfrentado en el Libro de las
Fábulas, la Vieja Madre Grim había sido, con mucho, el más perturbador. La
imagen de esa criatura glotona envuelta en la niebla, con su vientre hinchado y su
rostro de buitre quedaría grabada para siempre en su cerebro.
Apretando los puños, Brune luchó por contener las lágrimas.
El aliento se le fue a Fate. No podía imaginar el dolor y la culpa con que Brune
debió haber vivido todo este tiempo. La propia culpa de Fate por el sacrificio de
Finn, le afectaba cada minuto de cada día. Pero al menos se aferraba la esperanza
de hacer lo correcto algún día. Brune nunca tendría esa oportunidad.
—Intenté detener a Oma —continuó Brune—. Ella era una mujer fuerte y
obstinada, y no lo permitió. Me dio una dosis de una de sus pociones para dormir y
me dejaron junto al arroyo. Supongo que por eso Gerdie cree que fui a los aldeanos.
Me desperté unos días después, enferma con dolor de cabeza. Tardé un tiempo en
encontrar el lugar de la hoguera. Cuando vi el cuerpo de Oma, realmente consideré
devolverle la vida con el Orbe o usar las Palabras de Creación. No sabes lo cerca que
estuve de hacerlo. Pero tenía más miedo de qué cosa horrible podría traer de vuelta
que de perder a mi abuela para siempre.
—Nunca quise dejarla allí. Después de darle a Oma un entierro apropiado, usé
las Palabras de Creación para encontrar a Gerdie. Todavía no entiendo por qué no
funcionó.
—Hmm, eso me pasó cuando Finn perdió la memoria y se perdió en la nieve.
Las Palabras de Creación fueron inútiles una vez que perdió su conexión conmigo.
Supongo que si Gerdie te culpó por la quema de Oma en la hoguera, tal vez su odio
rompió la conexión que tenías con ella.
—Lo más difícil que tuve que hacer fue admitir que Gerdie también estaba
muerta. Muy probablemente a manos de los aldeanos. Si hubiera sabido que estaba
viva y sola, nunca me habría ido.
—Tienes que decirle esto a Gerdie. Yo hablaré con ella en tu nombre. Ella
necesita escuchar lo que tienes que decir.
—No pienses que esto cambia algo entre nosotras sólo porque estoy dispuesta
a ayudarte a arreglar las cosas con Gerdie. Me hechizaste, me convertiste en tu
mono del culo y me arrojaste al Libro de las Fábulas. No te importaba lo que me
pasara. Yo era prescindible, sólo un pedazo de basura que desechaste.
—Déjame preguntarte esto —Una sonrisa curvó los labios de Brune, pero la
sonrisa no tocó sus ojos—. Si pudieras retroceder en el tiempo y evitar ser
hechizada y enviada al Libro de las Fábulas, ¿lo harías?
Fate miró fijamente a la mujer que había sido su titiritera durante los últimos
seis meses. Quería gritar que sí con todo el resentimiento con el que había vivido.
Pero ambas sabían la respuesta a esa pregunta. Si no hubiera sido por el hechizo de
invocación de Brune, Finn no existiría. Fate nunca lo habría conocido en carne y
hueso, ni habría besado sus labios y conocido la dicha de ser sostenida en sus
brazos. ¿Cómo podía borrar a Finn y todo lo que habían compartido juntos?
Imaginar una vida sin él le causaba el dolor más insoportable.
Cuando Moria lo mordió por primera vez, pensó que sería la cena. Empezaba
a pensar que estaba equivocado. Si esa hubiera sido su intención, ya lo habría
masticado y tragado. Cuando su pulso acelerado se estabilizó, recordó lo que le
había dicho a Tynan. Que piensen que el Flautista Impío ha encontrado su fin de la
manera más horrible. Supuso que la escena debía parecer convincente a los
soldados. Realmente era la única manera de dejar que el rey saliera del apuro, pero
ciertamente no apreció la experiencia petrificante.
Así que aquí estaba, encerrado dentro de la boca de un dragón que apestaba a
jamón meloso que se echó a perder y se dirigía Dios sabe dónde. Moria había dicho
que volvería a casa de los Serpens. El miedo le aceleró el pulso. ¿Había cambiado
una prisión por otra? Ciertamente no podía verse a sí mismo dándole la mano y
yendo alegremente por su camino. Ella pudo haber resucitado de las cenizas, pero
estaba seguro de que no le iba a agradecer por quemarla hasta convertirla en un
bulto carbonizado.
Toda su charla sobre la injusticia y sobre que él era un héroe había sido en
beneficio de Tynan. No había lugar para el perdón en la fría mente reptiliana de
Moria. Eso requeriría un corazón y ella no había nacido con uno.
La luz del día se disparó más allá de las grietas de los colmillos de Moria
cuando abrió la boca. Finn se acercó más al frente, cuando su lengua lo empujó
rápidamente. Cayó por el aire, golpeando el suelo duro. Gimiendo de dolor, rodó
sobre la hierba alta y miró al dragón. Por una fracción de segundo consideró
lanzarse al aire, pero con su resistencia cercana a cero, sin duda ella lo perseguiría y
lo sacaría del cielo. Y entonces probablemente se lo comería.
¿Pero no sería mejor que pudrirse en su mazmorra? No podía soportar la idea
de volver a estar encerrado en la oscuridad.
—No sabes quién soy, ¿verdad? —La voz que venía del dragón era más bien un
gruñido.
—Oh, sé quién eres. Una serpiente sin alma procedente de las entrañas del
infierno.
Finn miró al dragón con el ceño fruncido y luego lo vio: el ojo ámbar le
devolvía la mirada.
—¿Sithias?
—Bien hecho, señor. Solo te tomó alrededor de una hora en darte cuenta —
Los ojos ámbar de Sithias brillaron bajo la sombra de su gorra de cazador—. Pero
entonces supongo que no estás tan espabilado, con todo el calvario de la falta de
alimentos y agua. Dura prueba.
Débil por el alivio, Finn volvió a caer sobre la hierba y se rio hasta que le
dolió.
—Tu actuación ha mejorado mucho —dijo con voz ronca—. Me has engañado.
—Vaya, gracias, señor. He estado practicando mi oficio todos los días desde
que regresé a la isla. Sin embargo, no hay tiempo para escribir nuevas obras. Mi
audiencia no puede tener suficiente de mis producciones actuales. Llaman a mis
obras clásssicas atemporalesss.
—¿Como pareja?
—Sí, más que un poco —admitió Finn. Sacudió la cabeza con incredulidad—.
¿Cómo pasó?
—A veces voy sin alas y uso una camiseta como esta —Las alas se encogieron
cuando una camisa blanca fluida se desplegó de la nada y cubrió su torso
bronceado y musculoso—. ¿Qué opinas? —Sithias giró, un gesto que lo hizo
considerablemente menos masculino.
—Te ves como uno de esos tipos con volantes en las portadas de esas novelas
románticas chorreantes.
—¿Así es como Fate creó un final feliz para la fábula? —Su voz no era más que
un susurro seco.
Finn dejó de respirar. ¿Qué estaba diciendo Sithias? ¿Habría fallado Fate en
escapar? Siempre había asumido que había cruzado la línea divisoria de fuego y por
eso no había sido capaz de sentir su presencia en Oldwilde. ¿Le había hecho Elsina
algo? ¿Fue Fate…? No se atrevía a pensar lo peor.
—Sí, Fate se fue a casa y se fue con el pilluelo. Sé que es egoísta pero la
extraño muchísimo. No tanto a Gerdie. Es terriblemente terca para ser una persona
tan pequeña. Pero la toleraría de nuevo si eso significara tener a Fate de regreso.
—No vayas asustarme de esa manera —Lo soltó—. Si ella salió, ¿por qué
dijiste que no fue un feliz para siempre?
—Oh cielos, puedo ocuparme de eso. Y aquí estaba parloteando sobre mi vida
amorosa —Sithias sacó un pequeño cuaderno y un lápiz—. ¿Qué es exactamente lo
que le gustaría, señor?
—Oh, hay mucho que se ha perdido, señor. Fate me dio el poder de las
Palabras de Creación antes de que ella se fuera. Así que adelante, pide lo que tu
corazón desee.
—Oh, y mientras estás en eso, dame un baño o algo por el estilo. Huelo a
jamón podrido. No te ofendas, pero podrías usar una menta para el aliento.
Una sensación de frescor y brisa recorrió la piel de Finn cuando su ropa raída
se transformó en un pantalón militar y una camisa de manga larga, seguidos de
unos gruesos calcetines y botas de montaña que aparecieron sobre sus pies
descalzos.
Finn tomó el agua primero y bebió el vaso tan rápido como su garganta reseca
pudo soportar. Retirando un muslo del pollo asado, limpió la carne del hueso en
dos bocados. Se llenó la boca de patatas y zanahorias, apenas masticando su
necesidad de alimentar el hambre que había soportado durante tanto tiempo.
Volvió al pollo, arrancando trozos de carne del esternón y metiéndolos tan rápido
como podía masticar.
—Lo siento por eso. Juro que no tuvo nada que ver con el sabor de las cosas.
La comida estuvo muy buena. Supongo que mi estómago ha olvidado cómo
manejar grandes porciones de comida. ¿Quizás podrías conjurar algo más fácil de
digerir, como una taza de caldo de pollo?
—Uh, bueno, me preguntaba qué planeas hacer ahora que sabes que Fate no
está aquí.
Finn dejó la taza, se estiró sobre la hierba con las manos cruzadas detrás de la
cabeza y miró el cielo azul. Una suave brisa silbaba a través de los altos tallos y se
balanceaba suavemente a su alrededor.
—Lo sé, señor. Pero está claro que nos fuimos demasiado pronto. Si nos
hubiéramos quedado un poco más, ambos estarían juntos. En vez de eso, están a un
mundo de distancia el uno del otro. Y si conozco a Fate, está moviendo cielo y tierra
para encontrar su camino de vuelta a Oldwilde.
—Supongo que ahora tendrás que quedarte en Oldwilde hasta que ella
regrese. ¿Qué harás hasta entonces? ¿Adónde irás?
—El tiempo corre de manera diferente entre los dos mundos —reflexionó
Finn, más para sí mismo que para Sithias. Lo sabía por el relato de O'Deldar sobre
la historia de Oldwilde y cómo los dos mundos se habían dividido. Miró a Sithias—.
El tiempo pasa mucho más rápido en Oldwilde, mientras que en el otro mundo
apenas pasa. Debería ser capaz de cruzar la división entre mundos y llegar hasta
Fate mucho antes de que ella sea capaz de encontrar el camino de vuelta aquí.
—¿Realmente lo crees?
—Sí, lo creo, especialmente ahora que estás aquí. Puedes usar las Palabras de
Creación para llevarnos directamente a ella.
—Señor, con el debido respeto, usted más que nadie sabe los problemas que
podríamos desatar con este poder si nos excedemos. Usted no fue el único afectado
por las Palabras de Fate. Antes de que Fate las usara para jugar a ser Cupido para
mí, invocó precipitadamente la ira de Poseidón sobre la isla de Elsina. Para ser
justos, logró evitar que los leviatanes de las profundidades nos comieran, pero sus
imprudentes acciones iniciaron una guerra con el Dios del Mar. Aparentemente, él
no apreciaba que sus preciosos secuaces fueran convocados por alguien que no
fuera él. Te ahorraré los horribles detalles, pero basta con decir que mi luna de miel
se vio interrumpida mientras Elsina y yo nos ocupábamos de la desagradable tarea
de defender nuestra isla de ser tragada por el océano.
Finn soltó a Sithias, sus hombros cayeron mientras negaba con la cabeza.
—Sí, supongo que tienes razón. Lo siento, he estado tan obsesionado con
llegar a Fate que he perdido de vista lo que es correcto.
—Todo está bien, señor. Ayudaré en todo lo que pueda. Como bien sabes, las
Palabras de Creación, cuando se usan con cuidado y con moderación pueden
darnos bastante ventaja. Y el momento es perfecto. He estado anhelando una
aventura. Además, tengo miedo de volver a casa —Murmuró la última parte.
—Gracias, amigo mío. Aceptaré cualquier ayuda que estés dispuesto a dar.
Ahora que lo pienso, puedes empezar por reponer la flauta que perdí.
—No puede tener sólo las runas de la raza de los ancianos talladas en ella.
También necesita las marcas druídicas —le recordó Finn.
Finn la miró, maravillado por lo mucho que la flauta coincidía con la que
había perdido.
—Perfecto, gracias. Y ya que estamos, hay una cosa que se tiene que ir antes
de partir.
—Oh, eso tiene fácil remedio. Hmm, ¿qué debo ser? —Sithias se golpeó la
profunda hendidura de su cuadrado mentón. Se sentó recto, con los ojos muy
abiertos—. Ya sé. ¡Seré el distinguido Dr. Benjamin Weathersby! ¿Recuerdas lo
convincente que fui como médico? ¿O qué te parece el esbelto y carismático
narrador que conquistó a la realeza de Asgar? Eso es, antes de que prendieras fuego
a nuestra graciosa anfitriona —Murmuró la última parte, pero Finn lo oyó alto y
claro.
—No, por supuesto que no. Aunque habría estado bien ver lo alto que podría
haber subido. Que sepas que el sabor del estrellato no es una comida.
—¿ESA ES TU ELECCIÓN? ¿UN VIEJO CIEGO CON MÁS PELO POR CEJAS
que el que tú tienes en la cabeza? —Finn miró fijamente a Sithias, cuya forma
larguirucha estaba envuelta en una larga túnica azul y encorvada, apoyándose en
un bastón como soporte—. ¿Olvidaste que nos adentramos en el desierto? Tienes
que ser fuerte y poder ver. Por no mencionar que esa brillante cúpula tuya está
pidiendo una quemadura de tercer grado.
—Por supuesto, tonto. El hecho de que parezca viejo no significa que lo sea.
Estoy tan ágil como siempre —Dejó caer su bastón e hizo una pequeña giga,
terminando con un salto y pateando ambos pies juntos en el aire—. ¿Ves? Apostaría
que incluso podría ganarte en una carrera.
—Lo dudo, a no ser que te hayan dado una súper velocidad igual a la mía.
—Buen punto. ¿Así que no debería preocuparme por tus ojos empañados?
Sithias se rio.
—Claro, si tú lo dices.
—Ya que la brillantez de mi plan parece haberte eludido, haré lo posible por
iluminar tu pensamiento más bien limitado.
—Por favor, hazlo —dijo Finn, resistiendo a duras penas el impulso de poner
los ojos en blanco.
—Me presento ante los Djinn como un semidiós para imponerles una cantidad
necesaria de miedo y respeto. Pero cuando sepan que también soy médico,
deberían estar menos a la defensiva. Practicar las artes curativas es una especie de
escudo. Existe un acuerdo tácito, incluso entre los enemigos, de permanecer
neutrales ante los que atienden a los heridos y moribundos. En cuanto a tu historia,
te presentaré como mi aprendiz.
—¿De qué se trata todo esto? Hablas como si los Djinn fueran a matarnos en
cuanto nos miren.
—Oh, si eso fuera todo —Sithias sacudió la cabeza—. ¿De verdad pretendías
entrar en el desierto de Mirajaran sin saber nada de los Djinn?
—Sí, has salvado el día —concedió Finn con un suspiro—. Dime, ¿por qué los
Djinn son tan hostiles con los humanos?
—Ellos estuvieron aquí primero. A eso se reduce la mayoría de las veces. Los
textos religiosos que he leído hablan de una antigua raza de Djinn que pobló el
planeta y floreció extendiendo su cultura y gobierno por todas las tierras con la
gracia de Dios sobre ellos. Desgraciadamente, se corrompieron y Dios envió a su
ejército de ángeles a expulsar a los Djinn detrás del velo, donde viven en la Tierra,
pero ya no forman parte de ella. Cuando los humanos los sustituyeron, los Djinn
hicieron la guerra a la humanidad, atacando secretamente desde atrás como un
enemigo invisible que creaba el caos.
—Como tú.
—No, no como yo. No puedo dividirme en fuego, atravesar dimensiones o
teletransportarme a donde quiera.
—Es cierto. Los Djinn son susceptibles a la magia. Pero debemos tener
cuidado de invocar a los más benévolos de entre ellos y rezar para no atraer a los
más vengativos.
—Acabas de decir que todos son odiosos con nosotros —le recordó Finn.
—He encontrado indicios de una facción más abierta de los Djinn, que han
sido útiles para los humanos. Aunque tendré que investigar más para determinar
cuáles son exactamente —Sithias rebuscó en su mochila y sacó su cuaderno.
Abriéndolo en una página en blanco, garabateó una frase rápida—. Tengo en mi
poder el libro de hechizos para invocar y atar a los seres elementales conocidos
como Djinn —dijo mientras sostenía el mensaje frente a él.
—A mí me parecen demonios.
Sithias dio forma a unos discos redondos de arcilla roja y luego talló un ojo
con marcas radiantes alrededor de la forma flexible. Encendió un fuego sobre los
discos y, con unas pocas palabras, recitó un conjuro, una y otra vez, hasta que la
arcilla se endureció. El fuego se apagó y Sithias alcanzó uno de los talismanes.
—Extensión fantasma.
—Necesitaremos un guía.
—Yo sé de uno —Suspiró. Esperaba evitar recurrir a los Lhiannan Shee, pero
parecía que no tenía otra opción. Miró a su alrededor, buscando algo de
intimidad—. Tú termina tu investigación y yo me encargaré de llamar a un guía —
Divisó un bosquecillo de pinos en la lejana pradera y se dirigió hacia él.
Cuando Finn llegó a los árboles, se abrió paso entre las densas ramas hasta
llegar al centro cerrado. El olor a pino y a tierra flotaba a su alrededor mientras
buscaba entre las sombras. La Lhiannan Shee ya estaba allí, posada en una rama
baja, con sus garras clavadas en la corteza como un pájaro monstruoso.
—Sí, dijiste que me guiarías hasta el Djinn cuando llegara al desierto. Iremos
allí por la mañana.
—¿Con esa serpiente como compañero? Hubiera preferido viajar contigo solo.
—Te lo dije, los Fae no hacen tratos con los Djinn. Somos enemigos mortales.
Debo exigir un alto precio por cruzar a su territorio. Estaré poniendo en riesgo mi
propia vida.
Se bajó de la rama y lo rodeó. Sus pálidas y finas alas se arrastraron tras ella
en el polvo.
—Un beso.
Finn aún podía sentir la textura de papel de lija de su lengua cuando recordó
su último beso. Se tragó su repugnancia.
—¿Sólo un beso? ¿Eso es todo? —Supuso que podría hacerlo siempre que ella
adoptara la forma de Fate y mantuviera los ojos abiertos en busca de inspiración.
Ella inclinó la cabeza hacia un lado, sus ojos negros trazando la línea de su
cara.
—Tengo un buen presentimiento sobre ti. Algo me dice que te las arreglarás
para hacerlo bien.
Finn frunció el ceño. Todo en él quería desterrarla, pero su impulso por seguir
avanzando no se lo permitía.
Retrocedió.
—Supongo que tienes formas de seguirme —Su voz salió tensa, revelando la
tensión que intentaba ocultar.
—Siempre.
Fate llegó al punto de ruptura, pero justo cuando un grito de dolor se formó
en su garganta, el portal la escupió. Cayó al suelo, con el hombro por delante. El
dolor le bajó por el brazo mientras se doblaba hacia dentro, rodando con la caída
hasta que se deslizó hasta detenerse.
Segundos después, Brune salió disparada y se estrelló contra ella. Fate se puso
en pie de un salto, como si se tratara de una carrera. Feliz de ser la primera en
levantarse, Fate sonrió a Brune mientras se levantaba lentamente y se frotaba la
cadera.
Miró a la figura de piedra más cercana. Era un hombre joven con la mano
extendida contra el peligro inminente. Cuando su mirada se posó en su rostro, se
estremeció de miedo. Tenía la boca abierta, congelada para siempre en un grito
contorsionado y aterrorizado. Ella sólo podía imaginar qué visión horripilante le
causaría tanto miedo.
Con el corazón palpitando en sus oídos, Fate se abrió paso hacia otra caverna
con un lago en su centro. El agua iridiscente parecía ser la fuente de luz.
Estalactitas tan finas y afiladas como lanzas se aferraban al techo, cada una de ellas
mojada con un líquido verde eléctrico, que hacía llover pequeñas gotas en el
estanque.
—¿Parece que ya deberíamos haber visto algo deslizándose o sólo estoy siendo
paranoica? —susurró Fate a Brune.
—Ojalá pudiera decir que eres tú, pero tengo que estar de acuerdo.
—Hay otro túnel por allí —Fate señaló un agujero oscuro al otro lado de la
caverna—. Quizá deberíamos...
Brune hizo un gesto para pedir silencio, con la mandíbula apretada, mientras
empujaba la barbilla hacia la piscina.
Pequeñas olas ondulaban el agua. Una serpiente negra, no más grande que
una cobra, rompió la superficie del agua. Fate la apuntó con su pistola láser. ¿La
serpiente estaba unida a la cabeza de la Gorgona? Su cráneo tendría que ser
enorme para albergar una cabeza llena de serpientes de ese tamaño.
—Vamos a necesitar una carretilla para llevar esa cabeza de vuelta —susurró
Fate
La Gorgona lanzó una flecha y disparó con una velocidad asombrosa. Fate y
Brune cayeron al suelo, la flecha zumbó en el aire justo por encima de sus cabezas.
Brune devolvió el disparo. El láser rojo cortó la piel reptiliana de la Gorgona y dejó
un corte humeante.
Respirando con fuerza y rapidez, Fate observó con horror cómo las escamas
recién crecidas se sellaban sobre los extremos ensangrentados y las partes
amputadas se alargaban mientras formaban cabezas en las puntas. Mareada por la
repugnancia, Fate se armó de valor y bajó la espada. Cerrando los ojos durante una
fracción de segundo, sintió que la hoja golpeaba el hueso, y el impacto casi hizo
saltar la empuñadura de la espada de su mano. Pero no fue hueso lo que golpeó.
Cuando Brune alargó la mano para coger la bolsa, sus ojos se volvieron a
redondear de miedo.
Fate se giró para ver dos enormes serpientes deslizándose desde el túnel más
lejano. Levantó su pistola láser y disparó, fallando a la que apuntaba. Las
serpientes siseaban y fijaban sus ojos brillantes en ella mientras serpenteaban por
el recodo. Le siguieron cuatro serpientes más y Fate volvió a disparar, esta vez
golpeando a una en la cabeza. Se echó hacia atrás, cuando de repente una forma
irreconocible se agachó para pasar por la entrada del túnel.
La cosa entró en la cámara, elevándose a una altura de doce pies o más. Fate
se tambaleó hacia atrás, con el corazón martilleando de terror. Era otra Gorgona
con una cabeza de reptil demasiado grande. Del cuello para abajo, tenía forma
humana, desnuda y vulnerable en todos los sentidos. Seis serpientes del tamaño de
una boa constrictora crecían desde la parte posterior de su enorme cráneo. Sus
fuertes y musculosos cuerpos levantaron y llevaron a la Gorgona hacia delante
como fieles sirvientes que nunca permitieron que sus delicados pies humanos
tocaran el suelo.
En cualquier caso, tenía problemas. Las piernas le pesan cada vez más.
Necesitaba oxígeno. Agarrándose a la pared para apoyarse, Fate tragó el ácido
sabor del miedo que se colaba en su boca. Tenía que controlar su terror. Sus
posibilidades de sobrevivir ya eran escasas, pero este pánico iba a hacer que la
mataran.
Fate dobló una esquina. Las paredes se abrían a una pequeña cueva con un
techo alto. En el suelo había montones de pieles de serpiente desprendidas.
Temblando, dirigió la luz del disco solar sobre cada parte de la cueva utilizando el
mando a distancia, buscando otra abertura. Su respiración se detuvo en la
garganta. Estaba atrapada.
Dejando caer la cabeza de la Gorgona con un sordo chirrido, Fate corrió hacia
la pared más lejana y se apoyó en ella.
—Respira —susurró. Llamó al disco solar para que volviera a flotar junto a ella
y apagó la luz. Desenfundando su espada, esperó en la oscuridad. No es que se
hiciera ilusiones de no ser vista. Había visto demasiados programas sobre la vida
salvaje con Eustace para saber que las serpientes podían detectar la radiación
infrarroja en la oscuridad, pero sólo a corta distancia. Pero por la forma en que
sudaba, probablemente parecía un gran palo que brillaba en la oscuridad.
Cuando las pieles secas se arrugaron bajo el peso de las serpientes que se
deslizaban, Fate dejó de respirar, esperando a que se acercaran. Una de ellas le rozó
el pelo. Una lengua le pasó por la mejilla. Un siseo rasposo sonó cerca de su oído.
Fate volvió a encender el disco solar y dirigió el potente rayo a los ojos de la
serpiente. La serpiente se echó hacia atrás, dándole el espacio que necesitaba para
barrer la hoja de su espada. La cabeza cayó y las otras cinco serpientes
descendieron sobre ella, golpeando desde todos los ángulos.
Fate cortó la cabeza de dos más antes de que otra mordiera su armadura. Un
largo colmillo perforó el grueso cuero. Un dolor punzante se clavó en su bíceps.
Gritando, golpeó el cuello con su espada. El cuerpo se agitó, apartando una
serpiente dispuesta a atacar con la boca abierta.
—Estoy contaminada.
—Ew... uh, pareces un poco... enferma —Fate entrecerró los ojos ante la zona
infectada. Se levantó con dificultad y le tendió la mano a Brune—. Vamos. Farouk
te curará.
Brune la miró.
—Puedes y lo harás.
—No es eso lo que quería decir, pero puede ser una opción que podamos... —
Se interrumpió. De repente, sintió que su lengua era espesa y sus palabras se
arrastraron mientras se volcaba y se desmayaba.
Capítulo 36
Esta bestia no tiene modales
El calor irradiaba del suelo en oleadas. No había ni la más mínima brisa que lo
hiciera un poco más soportable. Finn ya notaba que el calor extremo le restaba
energía y estuvo tentado de invocar a Aire para llamar a un viento suave, pero sabía
que era mejor no manipular los elementos en aras de la comodidad.
Finn se volvió hacia Sithias, que estaba bien sombreado bajo un sombrero de
paja puntiagudo con un ala redonda del tamaño de un paraguas. Parecía un mago
mexicano. Lo único que le faltaba eran los coloridos dibujos tejidos en la trama y
las bolas de dingle como adorno.
—Creo que hay que ponernos un poco de protector solar —sugirió Finn—. El
ardor ya está empezando.
—Sí, esperaba que ella, quiero decir él nos estuviera esperando cuando
llegáramos.
—Uh... alguien que conocí en Asgar, fue una suerte habérmelo encontrado.
Este tipo está familiarizado con el Mirajaran. Nos llevará a donde tenemos que ir.
—Ahí está.
—Probablemente sea mejor que piense que eres Asclepio. No querríamos que
se escabullera frente al Djinn —No es que eso cambiara las cosas. La Lhiannan Shee
ya sabía que Sithias era una serpiente que cambia de forma. Pero Sithias no
necesitaba saber eso.
—¿Mi hermano, Hakim? —Se quitó el velo que cubría su rostro, revelando una
belleza de piel oscura, pelo negro y ojos del color de las aceitunas. Sonrió
seductoramente—. No pudo venir, así que me envió en su lugar. Puedes llamarme
Alya.
—He oído hablar de usted —Sus ojos se abrieron de par en par, como si
estuvieran asombrados—. ¿Es cierto que puedes resucitar a los muertos?
—Yo pensaría que cualquier resurrección de este tipo sería una perturbación.
—¿Dónde está Hakim? Dijo que estaría aquí. Él sabe dónde encontrar a los
Djinn.
—Pensé lo mismo —coincidió Finn—, pero nos freiríamos bajo este sol, y
ciertamente no podemos caminar. Es una pena que conducir un jeep con aire
acondicionado no es posible o te haría escribir uno.
***
Después de viajar la mayor parte del día, el hedor de los camellos se convirtió
en el menor de sus problemas. Montar en camello resultó ser más que un poco
incómodo. Era francamente desagradable. Sin embargo, Finn parecía estar mejor
que Sithias.
Peor aún, la Lhiannan Shee había estado dispuesta a dejarle cabalgar hacia el
horizonte. Quería a Finn para ella sola. La única razón por la que finalmente
persiguió a Sithias fue porque Finn había amenazado con romper su acuerdo con
ella. No es que se hubiera preocupado por Sithias exactamente, ya que al final
habría encontrado el camino de vuelta, ya sea haciendo brotar las alas o utilizando
las Palabras de Creación. La principal preocupación de Finn había sido demostrarle
a la Lhiannan Shee que él era el que mandaba.
—Me late la rabadilla —gimió Sithias—. Este animal y su andar errático serán
mi fin. Me tira esta montura con cada paso desgarbado. Mis muslos están rozados y
mi trasero se está convirtiendo en un gran moretón.
—Sí, no es un picnic en esta cosa, pero tienes que aflojar. Deja que tu cuerpo
se balancee con los movimientos. Te resultará más fácil que permanecer rígido en
tu asiento.
—Intenté darle a esta bestia de carga el respeto que se merece. Una vez fui un
caribú. ¿Recuerdas? Los llevé a ti y a Gerdie a través de una tormenta de nieve.
—Sí, lo recuerdo.
—Parece que no le gustas. Tal vez deberías probar algunos de tus poderes
curativos con él.
—Lo que me gustaría hacer es mostrarle que hay una serpiente mortal en su
espalda —Mantuvo la voz baja para que "Alya" no le oyera.
—Por fin a solas. Si tuviera que escuchar otra queja lamentable de él, me
volvería loca.
Se sentó a su lado.
Ella puso su mano sobre la de él. Su piel era suave y fría al tacto.
—Lo siento, fue sin querer. No puedo evitarlo. Ella está sobre ti, viviendo bajo
tu piel, fluyendo a través de tu sangre. Ella es todo lo que ves cuando me miras y
como el camaleón que soy, respondo y me convierto en lo que hay en mi entorno.
Finn lo miró. ¿Cómo iba a explicar quién era ella en realidad? Esperaba evitar
el tema por completo. Un ceño fruncido se formó en el rostro de Sithias, y Finn se
sintió cada vez más incómodo.
—¿Ese camello está caminando hacia aquí? Dime que se está deteniendo.
Dime que no se dirige directamente hacia mí.
Finn miró a su lado. Mientras todos los demás camellos estaban sentados en
fila india donde los habían dejado, el camello de Sithias estaba en pie y se acercaba
a paso ligero. La Lhiannan Shee se puso en pie de un salto justo cuando el camello
se detuvo detrás de Sithias y chocó la cabeza contra su espalda.
Sithias graznó y dejó caer el fardo que llevaba. Botellas, cristales, varillas de
salvia, plumas y velas se desparramaron por todas partes.
—Es difícil concentrarse cuando me miran fijamente con esos ojos límpidos
de flecos gruesos y caídos.
—¡Nunca!
—El jann —respondió Sithias—. De todos los Djinn, son los más abiertos a los
humanos, y enemigos de los ghul, lo que veo como una ventaja. También son
conocidos por revelar algún que otro oasis a los viajeros que consideran dignos.
—Soy plenamente consciente de ello. También se sabe que los jann ocultan un
oasis a los humanos que les desagradan. Por desgracia, mis opciones son
extremadamente limitadas. Puede que haya muchos tipos de Djinn entre los que
elegir, pero los jann son los únicos que estarán abiertos a ayudarnos. Siempre que
demostremos que lo merecemos —explicó Sithias.
—¿Cómo hacemos eso? —preguntó Finn.
—No estoy seguro. Lo único que sé es que, cuando los jann aparecen, toman la
forma de un camello blanco o de un torbellino. Personalmente, prefiero lo segundo.
Ya he tenido suficientes tratos con camellos, gracias.
—Es justo —dijo Finn—. Pero tendremos que hacer esto solos —Se volvió
hacia la Lhiannan Shee—. Tienes que irte.
—No, me necesitas aquí para esto. No puedo dejarte a merced de los Djinn.
Finn echó humo en silencio. Quería decirle a Sithias que ella era Fae y que su
sola presencia durante la invocación desataría algún tipo de ataque sobre ellos. Ella
le había dicho directamente que los Fae y los Djinn eran enemigos mortales. Pero
no quería que Sithias supiera que había hecho un pacto con una criatura cuya única
intención era seducirlo para poder consumir completamente su energía vital.
—Basta de charadas. Sithias, es hora de que sepas que Alya es un hada que
chupa energía. Ella es parte de la Tríada Feadh-Ree, el único Fae que puede abrir la
puerta a través de la división de fuego.
—Sabía que había algo entre vosotros dos —Sithias parpadeó con un evidente
revoltijo de pensamientos pasando por su cabeza—. Y yo que pensaba que era
tensión sexual.
—¿Por qué enviarla lejos cuando sólo vamos a tener que llamarla de nuevo
después de que nos muestren dónde encontrar la división? —preguntó Sithias.
—Los Fae y los Djinn no se llevan bien —Finn estrechó la mirada hacia la
Lhiannan Shee—. Sabías que los Djinn nos negarían la ayuda si te quedabas
durante la invocación.
Ella no respondió.
—¿No lo sabías? —insistió él. Se rio con amargura—. Quieres evitar que cruce
la línea divisoria. ¿Por qué no lo vi antes? —Sacudió la cabeza—. Casi me has
engañado. Casi caigo en la trampa.
La Lhiannan Shee se quedó muy quieta.
—Vete y no vuelvas —le ordenó Finn—. Llamaré a la Tríada cuando esté listo y
no antes. Sólo entonces recibirás tu pago.
Era la primera vez que Finn sabía que se había ido de verdad. Hasta ese
momento, no se había dado cuenta de lo mucho que le había reconfortado su
presencia, tanto si la veía como si no. Cuando se encontraba en su punto más bajo,
hambriento y abatido, y necesitado de fuerzas para seguir adelante, se había
aferrado a lo que la Lhiannan Shee le había dado, una visión real de Fate, en carne
y hueso. No había sabido cuánto lo necesitaba hasta ese momento. El pánico se
disparó a través de su sistema nervioso y la ansiedad se apoderó de él. ¿Cómo se las
arreglaría sin la muleta de poder invocar la visión que necesitaba para seguir
adelante?
El viaje aún no había terminado. ¿Y si las cosas se ponían tan mal que perdía
el rumbo? ¿Y si necesitaba que la Lhiannan Shee fuera Fate para él, porque un
momento de inspiración significaba la diferencia entre la vida y la muerte?
—Lo hará, señor —dijo Sithias—. Ahora me tienes a mí. Te mantendré a salvo
de los Djinn, y especialmente de esa súcubo.
—No. Al principio pensé que me hablabas a mí, pero está claro que estabas
diciendo tus pensamientos en voz alta. Esto no es una buena señal. Esa vampiresa
te ha clavado sus garras. Mírate, con los ojos desorbitados y temblando como si
estuvieras atrapado en una tormenta de nieve y no en este desierto —Se retorció las
manos—. Oh, querido, creo que te has vuelto espiritualmente dependiente de esta
criatura malvada y ahora estás sufriendo por la repentina retirada de su presencia
Capítulo 37
Juramento del meñique
—¿Le crees?
—Lo sé.
—Por mucho que odie lo que hizo Brune, ahora puedo entender por qué. Ella
estaba siendo impulsada por su juramento tanto como yo. No puedo culparla por
hacer lo que tenía que hacer.
—¿Sabes cuánto tiempo he vivido pensando que Brune hizo que quemaran a
Oma en la hoguera y me dejó sola, luchando por sobrevivir durante cientos de
años? No puedo dejar pasar eso porque Brune tergiversó la historia para parecer
inocente.
—Puede que sí, pero todo el odio que llevas encima te está haciendo daño,
Gerdie.
—Se siente mejor que estar triste todo el tiempo —murmuró Gerdie.
—No estabas allí cuando me lo dijo. Fue impactante. De repente, la fría y dura
Brune que ambas conocemos había desaparecido y en su lugar había alguien
sincero y arrepentido. Sé que no quieres oír esto, pero su versión de la historia
parece ser tan cierta como la tuya.
—Brune siempre fue la mejor mentirosa del mundo.
—Pero, ¿qué pasa si ella está diciendo la verdad? ¿No quieres tener la
oportunidad de arreglar las cosas entre ustedes dos? Especialmente desde que
Farouk dijo que ella podría no sobrevivir más allá de otro día.
—Ella te salvó.
Fate asintió.
—Podría no haber hecho nada y dejarnos morir a los dos en esa horrible cueva
—Miró al techo y suspiró—. No puedo creer que esté diciendo esto, pero no creo
que Brune sea la bruja malvada que siempre pensé que era.
—Quizá vaya a verla más tarde —murmuró Gerdie—. Creo que es lo mejor.
La silla bajó para que Gerdie pudiera volver a subirse. Se acomodó las rodillas
bajo la barbilla, mientras tiraba del dobladillo del vestido por encima de las
piernas.
—Supongo que ahora que Brune está fuera de servicio, has perdido a tu
apoderada. Lo siento mucho. Sé lo mucho que querías encontrar a Finn.
—¿Dónde está escrito que tengamos que elegir a alguien de nuestra familia?
—Hmm, podrías tener razón. No vi nada que dijera lo contrario cuando estuve
mirando el Manual del Guardián.
—Exactamente.
—¿Entonces quién?
—¿Cuándo te vas?
Gerdie sonrió.
—Estás más pálida que Sithias, y eso ya es decir mucho —Gerdie se acercó a la
puerta, alcanzó el picaporte y se detuvo—. Sólo recuerda que es tu padre. No hay
nada que puedas decir que haga que deje de quererte.
—¿Ya te vas? —Sonrió con cariño al pequeño adulto que tenía delante.
—Sí. Aparentemente, tengo décadas de resentimiento con las que tengo que
lidiar. Además, ustedes dos tienen que ponerse al día.
Se dejó caer en la suave nube de calor y atrajo las mantas hacia sus hombros.
—De ninguna manera, me castigarás por una eternidad si te cuento todos los
feos detalles.
—Tienes razón. Probablemente sea mejor que me dejes con mis ilusiones
respecto a tu seguridad. Sobre todo, después del alarmante estado en que regresó
Brune —Se sentó frente a ella, mirándola con un brillo curioso en sus ojos grises
ahumados—. Diré que no podría estar más orgulloso de ti, Garabatos. Tu fuerza
es... sorprendente.
—Gracias, papá. Eso significa todo para mí —Se quedó callada, volviéndose a
poner nerviosa. ¿Cómo se suponía que iba a traer a Finn a la conversación? Eustace
apenas se había adaptado a su papel de Guardiana de la Fortaleza. ¿Acaso meter a
un novio en la mezcla sería demasiado para él?
—Bueno, hay una cosa que no he mencionado desde que volví del Libro de las
Fábulas. He... Estado esperando el momento adecuado para decírtelo, pero todo ha
sido tan caótico.
—Lo sé. Todos hemos tenido que aguantar los golpes. ¿Qué pasa? —Se inclinó
hacia delante, apoyando los codos en las rodillas—. Sea lo que sea, puedes
decírmelo. Nada va a cambiar entre nosotros.
—¿Lo prometes?
—Muy bien entonces —Le dio una buena sacudida a su meñique. Al soltarlo,
se dejó caer contra las almohadas y empezó a retorcer la manta en sus puños. Una
ráfaga de palabras zumbaba en su cabeza mientras luchaba por armar la frase
perfecta—. ¿Te acuerdas del chico sobre el que escribía? —dijo por fin.
—Cuando Brune me convocó a la librería, utilizó el Orbe con una especie de...
hechizo de amor —Ella continuó explicando los detalles y Eustace escuchó sin
interrumpir. Observó el más mínimo signo de angustia en el rostro de su padre,
pero éste permaneció tranquilo, limitándose a mirar hacia atrás con la cabeza
agachada, mostrando interés en sus ojos detrás de sus gafas académicas.
—Vaya, eso es asombroso —dijo cuando ella terminó de relatar cómo había
surgido Finn—. Sabía que el Orbe tenía poderes extraordinarios de creación, pero
producir un ser sensible hecho de carne y hueso... bueno, eso va mucho más allá de
lo que podría haber imaginado.
—Al principio apenas podía creerlo. De hecho, no lo hice. Era todo demasiado
imposible. Era exactamente como lo imaginaba —Sonrió sin quererlo—. Mejor, en
realidad.
Fate asintió.
—Nos enamoramos.
—Ah, ya veo —Eustace se quitó las gafas y se dedicó a limpiar las lentes en su
chaleco.
—No pasó nada más allá de un beso —soltó Fate. No podía permitir que sus
miedos llevaran su imaginación a lugares que los avergonzaran a ambos.
—Oh, gracias a Dios —Se volvió a poner las gafas y se acomodó en la silla con
cara de gran alivio—. Así que este joven es tu primer amor. ¿O debería decir el
segundo, puesto que ya te habías enamorado de él cuando lo imaginaste por
primera vez?
—Háblame de él.
—Lo hizo por mí, papá. No quería que la oscuridad con la que se había
infectado me tocara. Sabía que si tenía que hacer esas cosas horribles me
cambiarían.
—Sin embargo, ¿se las arregló para seguir siendo honorable y fiel a quien era
frente a una resistencia tan intensa? —Fate detectó un atisbo de duda en su voz.
—Seré sincera, hubo momentos en los que casi sucumbió a la maldad.
—¿Está muerto?
—Peor —Su voz temblaba mientras describía el último sacrificio de Finn para
salvarla del Hombre Verde y su internamiento final dentro del Roble gigante.
—Me dices esto porque quieres volver y liberarlo —Era una afirmación más
que una pregunta.
—Lo hago.
—¿Has averiguado cómo vas a liberar a Finn del Roble? —preguntó por fin.
Fate lo miró sin palabras. Había estado tan concentrada en volver a Oldwilde
que no había pensado en cómo resolver esa parte del problema.
—Puedo ayudarte con eso —se ofreció—. Veré qué investigación puedo hacer
sobre el Hombre Verde y la magia elemental en general.
—No tienes ni idea de hasta dónde llega un padre para asegurar la felicidad de
su hija, ¿verdad?
—¿Estás seguro?
—No sé... creo que debería averiguar cómo detener esto por encima de
cualquier otra cosa —insistió Sithias.
—¿Dijiste la Lhiannan Shee? ¿Y un beso? Oh, Dios, bien podrías haber hecho
un trato con el diablo. Pero hizo lo correcto, ssseñor. Una vez leí una historia sobre
un joven poeta que capturó la atención del mundo con su inspirada poesía.
Atribuyó sus obras a una musa hada, que acudía a él cada noche para susurrarle
hermosas palabras al oído. Su sola presencia lo llenaba de la mayor alegría. Todo lo
que le pedía era su devoción y un beso después de que terminara de recopilar
suficientes poemas para toda la vida. Cuando llegó ese día, la besó con todo su
corazón y su alma. Ella se marchó, muy satisfecha, y nunca más volvió. Él, en
cambio, se puso terriblemente enfermo. Su pobre alma suspiró por ella hasta que
murió. Un hombre joven, eso sí.
—Lo tomaré como una aprobación para encontrar una solución a esta
pegajosa situación.
—En mis momentos más oscuros, ella se me aparecía como Fate —confesó—.
Era tan real. Se movía como Fate. Olía como ella. Sabía que no era realmente ella,
pero ver a Fate delante de mí de esa manera... lo significaba todo para mí. Me dio
fuerzas.
—No lo hagas. Yo estuve allí. Entiendo lo que ustedes dos pasaron mejor que
nadie. Luchaste mucho para estar con Fate, sólo para que te la arrancaran de
nuevo.
—Esa es la parte que espero evitar —Sithias abrió el libro—. Tengo aquí un
manual llamado Los Descartados. Describe ataduras, limpiezas y hechizos de
destierro para cada tipo de espíritu dañino, hada y demonio —Pasó las páginas—.
Aquí vamos, Cómo desterrar entidades con rasgos de súcubo —Se quedó callado
mientras leía la página.
—¿Qué es?
—Un poquito.
Una ola de oscuridad llena de dolor se abatió sobre Finn. Hizo todo lo posible
por repetir la frase, pero el mareo volvió a aparecer y no pudo recordar lo que se
había dicho.
Sithias tapó la boca de Finn con la mano, cortando las palabras que la harían
volver.
Finn apretó los ojos. Poco a poco, un recuerdo surgió, como un pinchazo de
luz que atravesaba la noche más oscura. Una imagen vino a él, Fate estaba en la
puerta de su habitación. Habían estado en desacuerdo en el baile y él había venido
a reparar la división entre ellos.
Aquella noche había sido una visión inimaginable, con la luz de la luna
tamizándose a través de su fino camisón, proyectando sus curvas en una suave
silueta. Su cabello estaba perfectamente despeinado después de haber arrancado
las flores de su pelo. Cuando ella abrió la puerta, la mirada de sorpresa en su rostro
sonrojado, todavía húmedo por las lágrimas, casi le detuvo el corazón. En ese
momento, él se había llevado un mechón de seda a la nariz y había aspirado el
embriagador aroma de las gardenias que quedaban en su pelo. Ella se había
acercado, había rozado sus labios con los de él y había derretido todas las barreras
entre ellos.
—Es bueno estar completo de nuevo. No puedo creer que nunca me diera
cuenta de lo roto que estaba.
—No hay forma de saberlo con seguridad. Todo lo que podemos hacer ahora
es esperar.
—Qué raro, creo que nos espera una tormenta. Veo nubes de tormenta en el
horizonte. ¿Llueve en el desierto?
Finn se puso de pie. Lo que parecían nubes era en realidad la arena del
desierto que se elevaba para tragarse el cielo.
La tormenta de arena estaba sobre ellos. La enorme ola había borrado el sol
del atardecer, sumiéndolos en la oscuridad.
Capítulo 39
Asi es como lo hacemos
Fate se puso a su lado y miró hacia abajo. Jessie no exageraba. Los sensores
de Farouk habían perdido el rastro del carroñero después de que éste se adentrara
en el subsuelo. Podía estar escondido en las sombras y al acecho en el fondo. Con
suerte, había hecho un túnel en otra dirección, lo que les daría la ventaja de la
sorpresa. En cualquier caso, se veían obligados a seguirlo.
—No me gusta más que a ti, pero Farouk dijo que cuando Brune luchó contra
el carroñero, estaba mejor con los pies en el suelo que en el aire.
—Sólo prepárate para cualquier cosa —Fate se echó al hombro la mochila con
la cabeza de la Gorgona. Los cuernos se clavaron en su espalda, duros y fríos. Hizo
lo posible por no estremecerse y encogerse.
—Echa un vistazo. Prefiero ir uno a uno con el carroñero que tener que
enfrentarme a todos estos potenciales reclutas del ejército.
Cada uno de ellos sacó sus armas de sus cinturones utilitarios, disparó los
ganchos de sujeción al borde y bajó por los cables de acero. Con la otra mano, Fate
buscó un disco solar y lo encendió. El disco salió disparado de su mano y flotó en el
espacio con su luz dirigida hacia la oscuridad. En guardia por cualquier tipo de
movimiento, descendieron lentamente.
—Puedo decir que me siento como Batman ahora mismo —susurró Jessie.
—Lo mismo que yo, excepto por la capa de terror untada encima.
Fate dirigió el disco solar con su mando a distancia para apuntar su brillante
rayo a lo largo del fondo del agujero.
—Esperemos.
—Supongo que el carroñero no pudo cavar más una vez que tocó el hormigón.
Parece que hizo un túnel por ahí —Señaló una pared desgarrada—. Yo digo que nos
quedemos aquí con la Gorgona. El carroñero podría saltar hacia nosotros en
cualquier momento, así que ponte las gafas.
—Sí, hay que acostumbrarse un poco a las gafas —coincidió Fate mientras
esperaba a que se le pasara el mareo.
—Ew, advierte a una chica antes de asaltar sus sentidos con una cara como
esa.
A medida que avanzaban por el ya enorme túnel, el radio se hacía más grande.
Fate se tragó el miedo que se acumulaba en su interior. Cuanto más hierro comía el
carroñero, más grande se hacía. Intentó convencerse de que el tamaño no
importaba. Todo lo que tenía que hacer era conseguir que el carroñero mirara a la
Gorgona y el resto sería pan comido.
Pero si ese era el caso, ¿por qué tenía esa horrible sensación de que las cosas
estaban a punto de empeorar?
—No soy tan especial como para tener un Ojo de Dragón, ¿recuerdas?
—Para alguien que está a punto de ser especial también, estás muy tranquila
con todo esto.
—Ya que todavía estoy luchando con el mío, tal vez deberías decirme qué estás
viendo exactamente. ¿Se parece a la niebla azul que vimos alrededor del carroñero?
Fate se frenó.
—¿Aguamarina?
—Bien, cuando pasé por mi iniciación final, tuve que llevar este casco que me
mostraba la historia de los guardianes y la Fortaleza. Mientras lo llevaba, me desvié
y exploré un poco.
—¿Muy juiciosa?
—De todos modos, bajé al núcleo, donde encontré a este espeluznante robot
científico. Tenía unos robots araña que buscaban en la Fortaleza un montón de
piedras preciosas azules. Tenía cubos de ellas, que molía hasta convertirlas en
polvo fino. Luego pasó el polvo de piedras preciosas por su laboratorio de científico
loco y las cocinó hasta convertirlas en un líquido azul-verde brillante, que llevó a un
santuario.
—Te das cuenta de que esto suena como si estuvieras tropezando con algo,
¿no?
—Como si yo fuera a hacer eso —Fate puso los ojos en blanco, aunque Jessie
no lo notó debido a las gafas—. Ni siquiera fumé esos estúpidos cigarrillos de clavo
con los que experimentaste.
—¿Por qué? Dijiste que estaba dormida. Probablemente sea parte del
ecosistema de la Fortaleza.
Jessie asintió.
—Vale, toda esa conversación que tuvisteis antes Farouk y tú sobre Wodrid
tiene ahora mucho más sentido. ¿Así que estamos a punto de conocer al antiguo
amante de Wodrid?
—Supongo que porque vi lo poderosa que era cuando se convirtió en diosa por
primera vez. La vi extenderse por todo el universo. Decía: "Oye, soy totalmente
omnipresente". Palabras mías, no de ella, pero ya sabes a qué me refiero. Ella era
terriblemente poderosa. Podía crear y destruir con un pensamiento. De todos
modos, Kaliena ha estado dormida todo este tiempo, esperando que Wodrid le
entregue lo que necesita para poder volver a su antiguo estatus de diosa —Fate
sacudió la cabeza con preocupación—. No soy sólo yo quien tiene miedo. Vi
verdadero terror en Farouk cuando le dije que estaba despierta.
—Oye, ¿tengo que dejar de llevar el Ojo de Dragón después de que me hagan
tu apoderada?
—No veo por qué deberías hacerlo. Ya has demostrado ser inmune a cualquier
efecto secundario.
—Sí, no me lo recuerdes —refunfuñó Fate. Cada día echaba más de menos sus
superpoderes.
—Tal vez deberías guardar el disco solar ya que parece que nos acercamos.
Puedo atravesar la oscuridad sin él —sugirió Jessie.
Todo el espacio estaba iluminado desde el suelo hasta el techo. Kaliena estaba
sentada en su altar, inmóvil como la piedra y, según todas las apariencias, dormida
para el mundo mientras el líquido luminoso brotaba de sus numerosas manos. Fate
miró a su alrededor en busca del robot de Kaliena y de cualquier señal del
carroñero, pero la cámara parecía vacía.
—Me preocupa más lo que está entrando en la torre del homenaje. Esto es
mucho más de lo que vi el otro día.
Fate se quedó mirando las paredes, donde los gigantescos engranajes giraban,
moviendo el líquido a partes invisibles de la Fortaleza. Nada de la abundante
información que le habían dado sobre la Fortaleza explicaba qué era ese líquido.
Desenganchó la funda de su pistola desintegradora.
—Yo digo que destruyamos el santuario. Disolverlo hasta la nada para que
Kaliena no tenga más soporte vital.
Jessie miró a Fate, con la sorpresa reflejada en su rostro, a pesar de las gafas
que cubrían sus ojos.
Luchando por entender lo que estaba ocurriendo, Fate miró hacia arriba hasta
que se dio cuenta de que las paredes no se habían derrumbado. El carroñero había
cambiado de forma, mezclándose con el techo y las paredes de la cámara,
haciéndoles creer que el espacio estaba vacío. Los vapores azules que emanaban del
carroñero se habían mezclado con el resplandor luminiscente que cubría las
paredes, el color era apenas perceptible, a menos que ella lo hubiera buscado.
Fate disparó a la pierna más cercana a ella. Una explosión de gas rojo envolvió
una pequeña parte del enorme apéndice, convirtiéndolo en óxido desmenuzado.
Jessie apuntó más alto, disparando un cartucho tras otro mientras corría por la
espalda. En cuestión de segundos, partes del pie y la espinilla se desintegraron. La
pierna se dobló y el titán cayó de rodillas. El impacto hizo que los dientes de Fate
traquetearan en su cráneo.
Fate apuntó a las caderas, disparando una y otra vez. De los agujeros
humeantes llovieron nubes de óxido que derrumbaron al carroñero por la cintura.
El gigante cayó hacia delante. Fate esquivó hacia la derecha, evitando el martillo de
su puño mellado. Se detuvo en seco. El carroñero fijó sus brillantes ojos en ella.
Estaba directamente en su línea de visión. No había mejor momento para usar la
cabeza de la Gorgona. Pero estaba demasiado lejos de ella.
—¡Jessie, ve a la cabeza!
—¡Lo tengo!
La llama azul de los ojos del carroñero se apagó. El brillo del metal se
convirtió en granito, extendiéndose rápidamente sobre el enmarañado montón
hasta que se convirtió en nada más que una montaña de piedra.
—Sí —aceptó Fate, aunque nerviosa—. ¿Así que te sientes bien? ¿Todavía
funciona tu Ojo de Dragón después de haber sido sumergido en el jugo misterioso
de Kaliena?
—Pfff, funciona bien. Pero respiré cerca de un galón de óxido allí atrás. Eso no
puede ser saludable.
Sonriendo con alivio, Fate se dio la vuelta con Jessie para marcharse. Su
sonrisa se congeló en su rostro. Algo era notablemente diferente en el santuario.
FINN SE TAPÓ LOS OJOS CON LAS GAFAS Y LLAMÓ A SITHIAS, PERO SU
voz se perdió en el aullido del viento. Granos de arena le azotaron, picándole la piel.
Se ciñó la túnica, cerró los ojos y se concentró en sí mismo para calmarse.
Era el momento de combatir el fuego con fuego. En este caso, viento con
viento.
De repente, todo estaba en calma, salvo los sonidos de los vientos furiosos y
los remolinos de arena. Levantó la cabeza y miró a su alrededor. Se encontraba en
el ojo de la tormenta, encerrado por un muro circular de arena agitada que subía
hasta el cielo sin fin.
El suelo se agitó bajo sus pies. Finn levantó el vuelo y se elevó por encima de
la arena abultada. Sus músculos se tensaron mientras observaba y esperaba.
La tierra que se hinchaba estalló bajo él, lanzando arena al aire mientras un
enorme monstruo formado por raíces nudosas serpenteaba desde las
profundidades.
Salió disparado hacia arriba, cada vez más alto, con su mente tambaleándose
de incredulidad. ¿Cómo podía ser esto? Había matado a Mugloth. Esto no podía
estar pasando. Sin embargo, así fue. Un brazo monstruoso se extendió, arrebatando
a Finn del cielo, arrastrándolo hacia abajo, hasta que se encontró cara a cara con la
oscuridad de la que tanto había luchado para liberarse.
Cuando te fundiste con el Roble, nuestras almas se unieron. Ahora soy parte
de ti.
Finn se debatía entre las garras de Mugloth. Las raíces se enroscaban con
fuerza a su alrededor, apretando hasta que apenas podía respirar.
¿Por qué luchar contra lo inevitable? Has nacido para esto. Está en tu
naturaleza castigar a aquellos con maldad en sus corazones.
El recuerdo de Fate yaciendo en el lodo negro del tronco ahuecado del gran
Roble volvió a aparecer, brillante y dolorosamente vívido. Mugloth la había
arrastrado hasta la tierra, donde la había torturado y drenado la sangre. Finn volvió
a morir por dentro, incapaz de borrar de su mente los ángulos torcidos de sus
piernas, las crueles heridas punzantes y la palidez mortal de su rostro.
El dolor recorrió las piernas y el torso de Finn cuando Mugloth apretó más su
agarre, cortándole el aire. Pero las palabras ya habían sido pronunciadas. Finn
esperó, mirando al retorcido y enmarañado monstruo que se cernía sobre él.
Finn se elevó aún más, trepando por encima de la tormenta, donde pudo ver
cómo los vientos se volvían contra Mugloth. La arena martilleaba al monstruo de
las raíces desde todas las direcciones, arrancando trozos de madera de su forma
enmarañada. El furioso bramido de Mugloth se unió a los sonidos de los vientos
furiosos mientras se agitaba para liberarse del suelo que lo mantenía cautivo.
Finn invocó al Agua, que respondió desde las profundidades del subsuelo.
Unos espumarajos espumosos de agua lechosa salieron disparados a través del
enorme montículo, transportando la arcilla y la roca necesarias para formar la
tumba que albergaría a Mugloth durante una eternidad.
Finn se giró cuando oyó un sonido de resoplido detrás de él. Uno de los
camellos se dirigía hacia él, llevando una forma coja colgada sobre la silla de
montar.
—Gracias a los dioses, has sobrevivido. Qué susto ha dado esa tormenta —El
camello se arrodilló y Sithias rodó, cayendo como un bulto en la arena. Se puso en
pie, balanceándose como un borracho—. No te vas a creer lo que me ha pasado ahí
fuera. Después de alcanzar mi cuaderno, mi lápiz se rebeló contra mí. La madera se
partió en cientos de pequeños hombres palo. Me atacaron y apuñalaron con lanzas
de plomo. Incluso destrozaron mi cuaderno y lo utilizaron para hacerme cortes de
papel. Son cosas dolorosas. ¿Te imaginas?
—La verdad es que no —dijo Finn cuando Sithias se detuvo para tomar aire
tras su larga descripción.
—Oh, sí. Dime que no parece una Sasha —Hizo cosquillas con sus dedos bajo
el labio inferior del camello—. Te gusta el nombre, ¿no?
—Me interesa más tu secuencia de pesadillas. Resulta que tengo una propia.
Mugloth hizo una aparición en la mía.
—¿Mugloth ha vuelto?
—Tan grande como la vida, pero ahora no estoy tan seguro. Después de su
experiencia bastante ilógica, estoy pensando que hemos sido víctimas de una
ilusión magistral.
Sithias miró por encima de un hombro y luego del otro.
—¿Estás diciendo que Sasha no es Sasha? —Sithias miró al camello con una
mezcla de decepción y desconfianza—. ¿Sasha?
Suspiró aliviado.
El aire que rodeaba al camello se agitaba como las olas de calor que desprende
el desierto mientras la forma del animal se encogía y se estiraba hacia arriba hasta
convertirse en la de una figura con túnica. Un joven cercano a la edad de Finn les
devolvía la mirada con ojos azul cielo. Su piel lisa era del color de la caoba, un
oscuro contraste con su túnica blanca.
—No era necesario ningún hechizo —respondió Aradif—. Nos dimos cuenta de
tu existencia en el momento en que entraste en nuestro desierto. La tormenta que
te lanzamos hizo aflorar los demonios que albergas en lo más profundo de tu alma.
La mayoría de los que hemos probado fueron derrotados por los desafíos que sus
demonios les plantearon, y perecieron por ello. Tú conquistaste tus miedos, lo que
demuestra que eres digno de nuestra ayuda. Me siento honrado de estar a tu
servicio.
—Este es mi desierto. No hay nada que puedas ocultar de mí. El camello era tu
demonio, Sithias.
—¡Oh, Dios, él sabe que no soy Asclepio! —Sithias susurró de nuevo.
—Siento discrepar contigo en eso. Sólo había uno —Aradif hizo un gesto de
reprimenda a Finn con el dedo.
Finn tragó saliva. Se sentía como un tonto por subestimar a esta raza de seres
misteriosos.
—Me alegro de que hayas escapado de sus garras. Pocos lo consiguen. Habría
sido una gran pérdida para un campeón de tu calibre caer presa de semejante
monstruo.
—La modestia no sirve de nada aquí —le corrigió Aradif—. Eres el destructor
de los destructores y el mundo te necesita mucho.
Se giró y agitó una mano hacia un lado. El aire brilló cuando apareció ante
ellos una tienda de ricos colores y lujosas telas.
—Ya está profetizado. Habrá una gran guerra y te enfrentarás a Kaliena hasta
la muerte, aquí en este desierto —insistió Aradif.
Dejando caer la uva, Finn apretó los puños contra la suavidad de la arena bajo
la alfombra en la que estaba sentado.
—No tienes que preocuparte. Nunca permitiría que ocurriera de otra manera
—Finn miró fijamente lo único que quedaba entre él y Fate. La ardiente división.
Ahora que había llegado tan lejos, no podía esperar ni un segundo más.
Cerrando los ojos, recitó la invocación que había memorizado del grimorio de
O'Deldar. Las palabras ricas en hechizos absorbieron toda la humedad de su boca.
Su lengua se espesó, dificultando el habla. Al terminar la invocación, Finn abrió los
ojos. La misma neblina turbia se cernía frente a él y se expandía en un círculo de
oro con un centro azul verdoso. En cuanto vio la perturbación de las formas que se
reunían dentro del portal, se volvió hacia Sithias.
Una pezuña hendida atravesó la membrana exterior del portal. El resto del
cuerpo de la criatura emergió, trayendo consigo un frío glacial que se filtraba desde
el otro mundo. Los ásperos cuernos en espiral de un carnero rodeaban un rostro
bestial, que despertaba el miedo al verlo. Unos ojos negros y aceitosos, desprovistos
de humanidad, miraban a Finn. Los labios arrugados se curvaron en un gruñido,
mostrando hileras de colmillos afilados como agujas. La piel, tan gris como la
muerte, se pegaba como un crespón a su torso nervudo. Las espinas sobresalían de
su extraña estructura esquelética, mientras que el pelo desgreñado y apelmazado
cubría sus enormes patas de cabra. Finn había visto muchas ilustraciones
caprichosas de sátiros, pero ésta era la versión más aterradora con diferencia.
El slitherer serpenteó tras el sátiro. Era una criatura horripilante. Unas alas
mal formadas sobresalían de la parte posterior de su cuerpo tuberoso. De su cráneo
con escamas negras brotaban ojos rojos en forma de jaguar. La mandíbula inferior
era una maraña de colmillos que se enroscaban bajo el pómulo y rezumaban babas.
Finn podía entender por qué la visión de tales bestias podía hacer que una persona
enloqueciera de terror.
—Abre el portal de vuelta a mi tierra natal, al lugar donde entré por primera
vez en este mundo —ordenó Finn a la Tríada.
El sátiro le gruñó.
—¿De verdad? —Se acercó a Sithias—. ¿Por qué surge esto? Creía que el
hechizo de destierro lo había dejado todo a cero.
Cerró la brecha entre ellos, sus pies con garras cavando en la arena con cada
paso.
Todas las partes de Finn se resistieron, pero igualmente cerró los ojos.
—Piensa en nuestro tiempo juntos —Su voz se volvió suave y sedosa—. Nunca
te abandoné. Acudí a ti cuando más lo necesitabas. Fui tu compañera constante,
incluso cuando no podías verme. Te cuidé. Te guié hasta este lugar, donde ahora
estamos. Mira en lo profundo de tu corazón, Finn. ¿Puedes encontrar aunque sea el
más pequeño núcleo de afecto por mí y sólo por mí?
Por mucho que Finn quisiera negar el más mínimo atisbo de calidez en su
corazón por esta insidiosa criatura que había manipulado todas sus emociones, en
verdad, no podía. Le estaba agradecido por haberle hecho llegar hasta aquí.
Sinceramente, no sabía si habría sobrevivido si ella no hubiera seguido
manteniendo su deseo de una vida con Fate al frente de su corazón y su mente.
—Sí —me susurró —me he encariñado contigo. Te agradezco todo lo que has
hecho por mí.
—Eso es todo lo que siempre quise de un alma tan notable como tú, Finn
McKeen. Eres el más humano de los seres que he encontrado —Su aliento se agitó
contra su cara—. Mírame.
Fate se puso a la cabeza de la mesa, con el ánimo reforzado por su padre y Gerdie
de pie a un lado, y Jessie al otro. Farouk, Steve y Darcy estaban allí, pero la ausencia de
Brune, Lincoln y Mason era dolorosamente notable.
—Eh, espera. ¿Así que no das las gracias por facilitar la muerte del carroñero?
—De nada —La decepción que Fate notó en la cara de Darcy la hizo preguntarse si
esperaba un gran ramo de flores por haber descubierto cómo derrotar al carroñero.
Fate intercambió una mirada perpleja con Jessie mientras se quitaba el anillo
proyector de su dedo. Cuando Farouk se dio cuenta de lo que estaba haciendo saltó de su
asiento y se agarró a los barrotes de su jaula.
—¿Qué estás haciendo con eso? Esos guiones son sólo para los ojos del Guardián.
—Ya no. Todo el mundo tiene que saber lo que viene —Fate se quedó callada un
momento—. Está totalmente despierta y caminando.
El agarre de Farouk a los barrotes se aflojó. Dejó caer los brazos y se dejó caer en su
silla.
—No te preocupes, Gerdie. Si hay algo que sé sobre Brune, es que es una
superviviente —le aseguró Fate.
Una lluvia de fina niebla se formó sobre el centro de su mesa de reuniones mientras
la imagen de la vidente de tres ojos, Vasha, parpadeaba a la vista. Su voz seca llenó el
Santuario y todos se quedaron perfectamente quietos, sus mentes rehenes de la historia
de los orígenes de la Fortaleza.
Cuando la narración de Vasha los llevó al nacimiento del Dios del Caos, Fate se
apartó de la mesa, aunque eso no impidió la intensidad de las imágenes que se
apoderaban de su mente. Una vez más, fue testigo de la agitada masa de oscuridad de la
entidad que estaba por la Fortaleza, atravesando el campo de fuerza y fusionándose con
la Suma Sacerdotisa. Se estremeció cuando el poder oscuro transformó a la mujer en la
feroz Kaliena de ojos negros que había llegado a temer.
Fate miró a Jessie, sin palabras y petrificada. ¿De qué plan hablaba? Se trataba de
una reunión para decidir qué hacer a continuación.
—Uh... Como yo lo veo, vamos a necesitar mucha más ayuda de la que tenemos
aquí en esta mesa.
Fate la ignoró.
Darcy se rio. Era la risa nerviosa de alguien que está a punto de perderla.
—Oh, ¿en serio? ¿Y cómo propones ayudar? ¿Haciendo que te mutilen o termines
muerta como Mason y Lincoln? —Darcy estaba temblando, sus ojos llenos de terror.
—Sé que tienes miedo, pero tenemos que mantener la calma y mantener nuestra...
Darcy se echó a llorar, golpeando los puños contra su pecho. Eustace aguantó la
paliza hasta que ella se derrumbó contra él. Colocando sus brazos alrededor la rodeó con
sus brazos y le dio a Fate un gesto incómodo para que continuara.
—Esta es la primera vez que oigo hablar de esto. ¿Por qué no has conversado
conmigo sobre esto antes?
—Es un druida que ha sido marcado con las runas de la raza de los Antiguos.
Los ojos de Farouk se ampliaron.
Farouk dejó caer su cola y agitó las manos para detenerla. —Sé cómo funcionan las
runas de la raza de los Antiguos. ¿Cómo hipotetizas sus poderes sobre que los elementos
funcionarán aquí en el espacio? La Torre no es un planeta, es una máquina.
—Hay aire —señaló Fate—. Y algunas de las bóvedas están hechas de tierra, árboles
y plantas. Incluso de agua.
—Puede ser, pero en relación con lo que un planeta puede proporcionar, hay pocos
elementos con los que trabajar aquí —argumentó Farouk.
El pánico latía en el pecho de Fate. ¿Por qué estaba siendo tan obstinado? ¿Iba a
impedirle que se vaya? No, se negaba a dejar que nada se interpusiera en el camino para
volver con Finn y liberarlo. Había cumplido con sus deberes como Guardiana y había
elegido a su apoderado. Jessie era una excelente sustituta. Además, tenía toda la
intención de traer a Finn de vuelta para ayudar. Ella nunca dejaría a sus seres queridos a
su suerte.
—¿Cuál es el nombre de este druida? ¿Cómo sabemos que podemos confiar en él?
—Steve parecía tan decidido como Farouk a entrometerse en sus planes.
—¿Acaso importa?
—De hecho, sí importa. No todos los druidas son puros con La Orden. Algunos se
inclinan hacia el lado oscuro.
Steve apretó su bastón, retorciendo la brillante madera negra hasta que chirriaba
contra sus guantes de cuero. Fate se preguntaba por qué seguía su meticuloso traje de
brujo cuando todos los demás se habían despojado de sus trajes a un lado. ¿Acaso no
tenía una identidad propia?
—Soy más experto en druidas que tú —El tono de Steve parecía cuidadosamente
controlado—. Mientras tú has estado ahí fuera, yo he estado en la biblioteca
empapándome de todo el conocimiento que he podido. Para ser útil, por supuesto.
—Bien por ti —concedió Fate—. Pero vas a tener que confiar en mí en esto. Conozco
a este druida personalmente. Hemos pasado por muchas cosas juntos y dio su vida por
mí. Más de una vez —Se tragó el duro nudo que se le formó en la garganta y se obligó a
contener las lágrimas que le quemaban en los ojos—. Confío plenamente en él.
Fate se hinchó con fuerzas renovadas. Quería darle a su padre un enorme abrazo,
pero Darcy estaba en el camino. Miró a Steve.
—Entiendo de dónde vienes, pero puedes guardar los libros en este caso. No
encontrarás a este druida en ninguno de ellos.
—No puedo permitir que abandones tu puesto. Has jurado proteger la Fortaleza.
—¿Sabes de eso?
—Mhmm. Me costó mucho rebuscar en los archivos, pero Gerdie los encontró.
—Sí, y fue casi como si alguien tratara de enterrar la única copia del Manual del
Guardián original archivándolo en Magia Arcana. Por extraño que parezca, lo relativo a
la designación de un apoderado ha desaparecido del... ¿Qué era, la edición 493 del
manual que le diste a Fate?
—¿A quién has nombrado? Brune está destruida por el momento, así que no es ella.
Fate pasó su brazo por encima del hombro de Jessie. —Te presento a tu nueva
Guardián en espera.
Gerdie se apoyó en la mesa y pateó sus pies detrás de ella mientras miraba
fijamente a Farouk. —No tiene por qué serlo. Otra mentira que has transmitido a través
de los años.
Farouk se puso los pequeños puños en las caderas y frunció el ceño.
—¿Perdón? Yo nunca fui el autor del manual. Ese mérito es de Elspeth Inkwell, la
primeraGuardián de la Fortaleza. Ella escribió las reglas y estipulaciones para sus
descendientes. Cada Guardián desde entonces ha añadido sus éxitos y para ayudar a
guiar y alertar a sus sucesores. Si algo fue eliminado, fue por uno de ellos en el camino.
Fate cogió su mochila de aeronauta y se la puso sobre los hombros. —Ahora que
todo está arreglado, me voy. Cuanto antes me vaya, antes puedo volver.
Con la mirada fija en el suelo, Farouk le dedicó una leve inclinación de cabeza.
Sintiéndose como una canalla, Fate se volvió para apretar las correas de su mochila
de aeronauta, diciéndose a sí misma que estaba haciendo lo correcto. Sus motivos
podían parecer egoístas, pero al final, beneficiarían a todos.
—Gracias, papá.
Eustace se quedó un momento abrazándola con fuerza antes de soltarla, con los
ojos empañados. —Cualquier cosa por mis Doodles.
Fate tragó una oleada de lágrimas. Odiaba ver tanta preocupación en los ojos de su
padre. Peor aún, odiaba ser la causa de esa preocupación.
—No te detengas hasta que saques a Finn. Tráelo de vuelta. Lo necesitamos. Los
necesitamos a los dos.
—Gerdie lo dijo mejor —Jessie le devolvió el guiño—. Vuelve aquí antes de que todo
se vaya al diablo.
Hacia Finn.
Capítulo 42
¿Dónde estás?
—¿Fate? —El corazón le latía con fuerza en los oídos mientras esperaba una
respuesta. El pánico se apoderó de él. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Era demasiado
tarde? Seguramente ella estaba allí. El lugar parecía abierto al público. Ella dijo que su
abuela se lo había dejado—. ¿Hola?
Finn pasó junto a él, comprobando de nuevo el exterior del edificio. No había
prestado atención al exterior al entrar. Efectivamente, el libro de madera tallada con
letras de pan de oro y candado deslustrado estaba anclado al ladrillo en la parte superior
de la pared. Incluso parecía que alguien había retocado las florituras y la ortografía de
las letras, Librería, con pintura nueva. La confusión se apoderó de él. ¿Qué estaba
pasando?
Finn volvió corriendo al interior, esta vez llamando a Fate mientras corría por las
escaleras, golpeando las puertas abiertas de una habitación vacía tras otra. Él saltó
escaleras abajo, irrumpieron en el cuarto de almacenamiento en la parte de atrás, no
molestándose en mirar en el armario marcado del conserje, y empujar por la parte de
atrás de la puerta para echar un vistazo al exterior.
Nada.
La decepción cedió, dejándolo sin energía. Finn se apoyó contra la pared para
apoyarse y se aferró al dolor agudo de su pecho.
—¿Le puedo ayudar en algo? —Sithias sonrió—. ¿Para qué género esstá de ánimo?
—Agitó su largo brazo hacia una sección de libros—. Tenemos los clásicos de aquí.
Possiblemente algo ligero, como ¿ssueño de una noche de verano? —Hizo una pausa
para mirar la expresión sombría de Finn—. Ew, veo que te tocó un nervio. ¿Qué tal un
missterio? Tenemos toda la colección de Ssherlock Holmess por aquí.
—¿Por qué no eres él y averiguas por qué Fate no está aquí, y a dónde ha ido?
—¿Estás escuchando algo de lo que he dicho? Fate no está aquí —gruñó Finn.
Sithias lo miró.
—Le escuché, señor. Pero no debe perder la esperanza ahora. Ella obviamente ha
estado aquí.
—Bueno, para empezar, el Libro de Fábulas está aquí. Yo estaba ahí cuando ella se
fue con él. Si el libro está aquí, ella está aquí. Quizás no específicamente aquí en la
librería, pero al menos sabemos que no está en ningún otro lugar del universo. Quiero
decir, eso sería ridículo, ¿no es así? —Sithias sonrió y rodó sus ojos—. ¿Por qué no revisa
con ese agudo sexto sentido suyo para localizarla?
La agitación de Finn se calmó. Sithias tenía razón. Él entró en pánico y perdió todo
sentido.
Finn se detuvo cuando llegó al borde del campo de tulipanes. Él miró sobre las
franjas de flores amarillas que se extendían en hileras ante él. La imagen de una niña con
una fregona salvaje de rizos castaños recogiendo ramos también grandes para llevar,
brilló en su mente. Sonriendo al pensarlo, se arrodilló y colocó su palma sobre la hierba.
Si hubiera algún lugar para conectarse a Fate, era aquí, donde sus mejores recuerdos
estaban más vivos
El vínculo con Fate fue instantáneo. El calor fluyó a lo largo de su brazo como fuego
salvaje y explotó en su pecho. Más fuerte que nunca, se arremolinó dentro de él,
activando todos los sentidos con el crepitar del fuego, el olor de canela y vivacidad del
aire fresco del otoño. Se empapó de él directo a la médula de sus huesos, tocando su
alma con su misma esencia.
—Estás aquí —susurró, con los ojos cerrados mientras miraba las chispas danzantes
de su espíritu con su visión interior—. ¿Pero dónde exactamente?
Cerró la mano sobre la hierba, tirando de las raíces y mordiendo hacia abajo hasta
que le dolía la mandíbula.
—¿Dónde estás?
No dispuesto a rendirse, Finn buscó en todos los rincones del mundo, pero con
cada momento que pasaba, su ánimo se apagaba. ¿Qué está pasando? Fate estaba
obviamente en esta dimensión o no podría sentirla. Entonces ¿dónde estaba ella?
Finn empujó sus sentidos más allá del planeta, más allá del sol, del sistema y luego
la Vía Láctea, en busca de la luz brillante de su espíritu llameante de oro rojo. Las
estrellas se convirtieron en una mancha de luz rayada mientras se disparaba a través del
universo.
La sintió antes de ver la estructura masiva con sus aros. Sintió su desesperada
necesidad por él. La magnitud de esta reflejaba la suya. La fuerza de sus emociones lo
aplastó. Él quería estar ahí para ella, para quitarle todo el dolor que estaba sintiendo,
pero no podían estar más separados que en ese mismo momento.
También sintió su determinación de volver con él. Ella estaba en una misión. Pero
¿cómo iba a saber ella que había regresado? No estaba en Oldwilde y atrapado dentro del
roble más. Llamó con cada parte de su ser. Espérame, Fate. Quédate donde estás. Te
encontraré.
—Encontré ssu dirección. Esto es un regisstro de todos los libros que la abuela de
Fate le envió por correo —anunció con orgullo—. ¿Quién necessita a Ssherlock Holmes
cuando me tieness a mí?
—¿De verdad?
—Fate se fue hace mucho. La rastreé hasta algún lugar de una galaxia muy, muy
lejana de aquí —Finn se sintió ridículo repitiendo la famosa frase, pero encajaba en este
caso. Sonrió, más bien una mueca, sabiendo que a Fate le hubiera encantado escucharlo
hablar como la fanática de la fantasía que era.
—Supongo que es donde Gerdie dijo que podría encontrar una puerta de entrada a
Oldwilde. Excepto que no sabemos dónde está eso —Finn agarró el borde del mostrador
y se inclinó hacia Sithias—. Tienes que pensar en lo que Gerdie te habló de este lugar.
¿Cómo lo llamó? ¿Ella dijo cómo llegaron allí? Supongo que no estaba en una nave
espacial.
—Lo vi —Finn miró al vacío—. Es una especie de planeta hecho por el hombre. La
cosa es enorme y está rodeada de gigantescos anillos giratorios
—¡Oh! Eso ssuena familiar. Recuerdo a Gerdie diciendo algo sobre una gran ciudad
encerrada por una jaula de aross giratorios —Sithias le dio una sonrisa tímida—. Penssé
que ssonaba absurdo en ese momento.
—¿Dijo ella lo que era?
—No puedo recordar exactamente. Ella dijo que era un gran ssecreto familiar. Lo
han estado protegiendo porque ess una esspecie de lugar de almacenamiento para
objetos mágicos y todo eso.
Finn apenas resistió el impulso de agarrar a Sithias por su pajarita y sacudirlo para
que recordará.
El apretón de las manos de Finn sobre el mostrador hizo que la madera crujiera.
—Venga piensa en ello, puede que haya mencionado algo sobre una puerta. Aquí en
la librería, si no me equivoco.
—No, eso no puede ser. Comprobé cada habitación cuando llegué aquí. Ninguna de
ellas condujo a ningún lado excepto aquí.
—¿Está sseguro? ¿Había armarios arriba? Fate me dio un maravilloso libro sobre
un portal mágico a través de un armario. Quizás la librería también tiene uno.
—No, no vi ninguno, pero había una puerta que no me molesté en mirar adentro —
Corrió a través de la habitación, pasó junto a las cortinas de terciopelo verde de la sala de
almacenamiento y se detuvo frente al armario del conserje.
—Activa el interruptor —le dijo Finn. Cuando se encendieron las luces, notó la
cerradura de la puerta. No había nada extraordinario en él, aparte de su evidente edad y
los tornillos con forma de estrella que lo mantenían sujeto a la madera, pero percibió un
aura de magia a su alrededor—. Eso es todo.
Sithias miró con nerviosismo el largo pasillo oscuro y la extraña luz resplandeciente
en la distancia.
El salto terminó tan rápido como comenzó. Finn fue catapultado por el aire y se
estrelló contra la piedra. Se acurrucó en una bola, patinando de lado a través de una
superficie plana hasta que golpeó el borde afilado de algo grande y sólido. Tomó un
segundo en sentir sus brazos y piernas. Su piel no estaba quemada y todavía estaba en
una pieza.
Levantó la cabeza para mirar a su alrededor, viendo una mesa enorme flotando a
sólo un pie del suelo junto a él cuando algo chocó con él y lo aplastó. Fuera lo que fuera,
enrollado hacia adentro, deslizándose a través de sus piernas y espalda. Finn hizo girar
su brazo, atascando la cosa entre la punta de su codo y la mesa.
—¿Qué pasa con el traje de serpiente? Sabes lo que siento por eso —gruñó.
Sithias agitó sus alas emplumadas y procedió a enrollarse en una posición vertical.
—Lo sssiento, señor. Cualquier habilidad que tuviera para cambiar de forma,
parece haber quedado atrás en la Tierra. He vuelto a ser yo —Él se balanceaba en su
lugar, girando la cabeza de un lado a otro mientras miraba el techo de la cúpula y las
paredes circulares forradas con estanterías altas—. Vaya, qué maravilloso ¿Qué lugar es
essste?
Finn se puso de pie, más interesado en la luz brillante, que se movía e hizo
traslúcidas las paredes de bronce. Se acercó, mirando con asombro la estructura masiva
justo fuera de la habitación y los enormes engranajes moviéndose en rotación lenta. El
barrido de gigantescos aros giratorios confirmó que este era el mismo planeta creado por
el hombre que había visto en su visión cuando había buscado a Fate.
—No te muevas, mantente ahí. Manos detrás de la cabeza —dijo la voz de una chica
detrás de él.
Finn cargó contra la chica. Cerrando la brecha más rápido de lo que podía tomar el
disparo, Finn se abalanzó y la derribó. Cayeron al suelo, rodando uno sobre el otro, cada
uno luchando por ganar influencia. Su fuerza casi igualaba la de él y ella estaba
completamente armada, lo que la hacía más difícil de lastimar. Finn se retiró de debajo
de ella, la agarró por la muñeca y la tiró. Gruñendo con dolor, se detuvo un segundo
demasiado tarde. Finn la tiró al suelo y se puso de pie.
Revisó para ver qué estaba pasando con Sithias, cuando su bota salió disparada a la
vista y se encontró con un lado de su cabeza. Su cráneo se llenó de un sonido crujiente de
huesos. Las chispas pasaron por su visión, seguidas por un enjambre de negro.
***
La risa despertó a Finn de un sueño sin sueños. Luchando por despertar tocó el
dolor rechinante en su sien e hizo una mueca. Su cerebro estaba empañado y cuando
intentó abrir los ojos, todo estaba borroso.
Con cuidado, se levantó sobre un codo y se frotó los ojos. El mundo se inclinó y giró
a su alrededor, y finalmente se posó sobre la chica soldado con la que había luchado.
Estaba de espaldas a él y tenía a Sithias acorralado.
—Entonces, ahí estaba yo, el Dr. Benjamin Weathersby, al rescate. ¿Tuve que mirar
dentro de demasiados orificios antiestéticos para hacer el trabajo? Bien, sssí, pero estaba
dispuesto a tomar media docena para el equipo.
Cuando se rió, Finn se dio cuenta de que su postura era relajada y su arma estaba
enfundada.
Sithias se inclinó alrededor de la chica y sonrió. —Oh, mira quién está despierto.
La chica soldado se volvió para mirarlo. La chica de cabello oscuro lo miró se veía
de la edad de Fate. Era una belleza asiática de huesos finos, y a juzgar por su tamaño,
Finn no podía ver cómo lo había superado de la forma en que lo había hecho.
Normalmente, su fuerza extraordinaria le dio una ventaja sobre la mayoría de los demás.
Pero luego, en una inspección más cercana, notó que su armadura tenía algún tipo de
mejora mecánica. No es de extrañar que hubiera sido tan fuerte.
Finn hizo todo lo posible por mantener una expresión neutra, pero era una lucha.
Odiaba tener el doloroso recordatorio de sus orígenes abierto para discusión.
—Lo siento, por mirar fijamente... y por golpearte en el melón. Fate va a tener mi
cabeza por poner un moretón en esa preciosa cara tuya, pero no sabía qué pensar cuando
te encontré aquí en el Santuario.
—Fue a buscarte.
Finn se tensó. —Escucha, muchacha, estás loca si crees que voy a sentarme
mientras Fate está ahí afuera buscándome.
—Siempre el héroe —Llevaba una advertencia en su sonrisa—. Así es como Fate te
describió.
—Señor, tengo que estar de acuerdo en que es mejor que se quede —interrumpió
Sithias antes de que Finn perdiera completamente los estribos—. Lo último que necesita
Fate es que te vayas en lo que podría ser la dirección equivocada.
—Escucha a la serpiente, Finn. No tienes idea de a dónde se ha ido Fate para poder
salir de aquí e ir tras de ti. Hemos tenido una catástrofe tras otra con la que lidiar.
Tenían sentido, especialmente Sithias, pero eso no detuvo a Finn de querer actuar.
Tenía que hacer algo.
—Utilizó las piedras de pie Druídicas para acceder a Oldwilde —la voz de un
hombre intervino.
Finn reconoció la conexión familiar de inmediato. Fate tenía los ojos de la misma
forma que su padre, aunque los de ella eran marrones donde los de él eran grises.
Estrechó la mano del hombre y tragó saliva. —Encantado de conocerlo, señor.
—Esto es increíble. Fate nunca esperó que vinieras a ella —La preocupación
endureció su carácter mientras negaba con la cabeza—. No puedo creer que la hayas
perdido por unas horas.
—Los dejaré para que se conozcan mientras voy a buscar a Fate —Jessie levantó
una especie de mochila con alas nervudas en forma de libélulas sobre su espalda.
—¿Qué tal si voy contigo? —Se ofreció Finn—. Puedo ayudar.
—Lo siento, sólo los Guardianes de la Fortaleza pueden saltar a través de los
portales de la bóveda. Además, hay mucho para mantenerte ocupado aquí —Le guiñó un
ojo, se acercó a la escotilla redonda y pulsó el botón para abrirla.
—Si no es Fate la que me preocupa, es Jessie. Juro que esas chicas serán mi muerte
algún día.
Eustace se movió para estrechar su mano, luego la retiró al darse cuenta de que
Sithias no tenía manos.
—Un placer conocerte —Hizo un gesto a los demás—. Estos son Darcy, Steve y
Farouk.
—¿Qué hay de Gerdie? —preguntó Finn—. Ella está aquí, ¿no es así?
—Sí, por supuesto —Eustace miró a los demás—. Ahora que lo pienso, no la he visto
desde que Fate se fue hace unas horas. ¿Alguien más la ha visto?
Darcy pasó una uña negra pulida por el borde de su flequillo recortado. —No. Creo
que Steve fue el último en verla.
—No es necesario, ella estaba bien —La mandíbula de Steve se apretó y luego se
relajó cuando atrapó a Finn mirándolo.
—No obstante, la investigaré. Ven conmigo, Finn. Estoy seguro de que Gerdie
estará encantada de verte.
Eustace inclinó la cabeza, examinando a la serpiente sobre sus eruditas gafas —Ven
entonces.
—¿Qué es este lugar? —preguntó Finn mientras seguía a Eustace a través de varios
pasillos largos
—Lo llamamos la Fortaleza, aunque originalmente fue nombrado Objetos por sus
constructores —explicó Eustace—. Es una historia bastante larga, de la que estoy feliz de
contarte en otro momento. Basta decir que este es un almacén para objetos mágicos.
—Ciertamente, aunque eso es una mera pila en comparación con lo que hay en la
biblioteca principal.
Eustace sonrió.
—Ah, veo que eres un hombre... eh... una serpiente según mi propio corazón —Se
aclaró la garganta—. Uh, sí, pasaremos por la biblioteca a continuación.
—Ahora hay un trabajo al que podría aceptar —Sithias agitó sus alas
Eustace asintió.
—En todas partes, y miles de ellos. Básicamente, hay algún tipo de robot de
mantenimiento para cada parte de la Fortaleza, incluso otros para atender a la limpieza
de la habitación. Es bastante agradable, de verdad —Hizo una pausa por un momento—.
Bueno, ella no está aquí, así que supongo que nos iremos a la biblioteca ahora.
Finn no se movió.
Finn se tensó al ver las ruinas a su alrededor. Una mesa quemada y las sillas
estaban inclinadas de lado y giraban en círculos a unos centímetros del suelo. La cama
estaba abierta. El suave y blanco color de las almohadas cubrió todo como una ligera
capa de nieve. El robot de la cámara había sido rasgado por la mitad, una pieza cerca de
la puerta y la otra arrojada al lado opuesto de la pared. Las marcas de quemaduras
oscurecieron las paredes, como si alguien con un lanzallamas hubiera estado jugando al
gato y al ratón con Gerdie.
Capítulo 44
Permíteme presentarme.
—Ella no está aquí. —Dio un suspiro de alivio, pero fue un respiro momentáneo.
Quienquiera que haya hecho esto, debe haberla tomado.
—Tengo mis sospechas —Eustace giró sobre sus talones y salió furioso de la
habitación.
Finn igualó su paso. —¿Fue Brune? No se puede confiar en ella, ¿Sabes? Dejó a
Gerdie solo con un monstruo devorador de niños e hizo quemar a su propia abuela en la
hoguera.
—No fue Brune. —Eustace seguía caminando rápido—. Regresó de su última misión
con una infección. Actualmente está muy enferma e inconsciente.
—Llévame con ella. Quiero verlo por mí mismo. Esa mujer es una serpiente, no te
ofendas, Sithias, y no se puede confiar en ella.
—No lo hago —Sithias aleteó para alcanzarlo—. Aunque desspués de todo, he oído
hablar de Brune, preferiría que la llamaras de otra forma, por favor.
—No, Fate se quedó con la Vara. Ella todavía la tiene, aunque me hubiera gustado
verla bajo llave, en lugar de guardársela en su persona —Eustace se detuvo en seco.
—Vaya.
—No estás soñando, Mason —le aseguró Eustace—. Este es Finn, y sí, Sithias es una
serpiente —Mason los saludó con la mano.
—No, ella está más loca que yo. Pero debo advertirte, ella ya no es Brune.
—¡Oh mí...! —Sithias retrocedió ante la vista—. ¿Qué es eso? ¡Es horrible!
Finn se quedó rígido, todos los músculos tensos mientras la repulsión se agitaba en
sus entrañas. Lo que yacía en la cama era una abominación. El rostro pálido y teñido de
azul seguía siendo humano, pero el cuello escamoso y de color carne estaba extendido
como una cobra. La piel alrededor de los hombros y el pecho era una red de venas
púrpuras endurecidas. Donde solía estar el cabello, un grueso nido de diminutas
serpientes negras se retorcían adormiladas alrededor de su cabeza.
—Santos cielos —dijo Eustace en voz baja—. Ella se está convirtiendo en una
Gorgona34.
Sithias jadeó.
Conmocionado por el eco de la profecía Djinn en tan poco tiempo y con tanta
distancia entre la Fortaleza y el desierto de Marajaran, Finn se quedó helado de terror.
Cuando Finn se quedó callado, Sithias se lo explicó—: Esto es más que un poco
perturbador —coincidió Eustace después de que Sithias terminó—. El peligro que
representa Kaliena debe ser inimaginablemente poderoso para que alguien tan lejos
sienta su despertar.
—Me niego a dejarme llevar por los vientos del destino de otra persona —enfureció
Finn. Frunció el ceño a Brune, la única persona responsable de todo lo que había
sucedido hasta el momento—. Soy el amo de mi destino, el capitán de mi alma.
—No le hagas caso —le susurró Sithias a Eustace—. Ha sido abusado y hecho...
El sonido metálico de la jaula de Farouk resonó por el pasillo. Los tres se hicieron a
un lado para permitir que el amplio aparato pasara por la entrada a la enfermería.
—Ella es una Gorgona —Apretó uno de los botones de su panel de control, dio la
vuelta a su jaula y miró a Eustace con el ceño fruncido—. ¿Cómo pasó esto? Pensé que
estabas trabajando en una cura reestructurante.
Eustace frunció el ceño. —Lo estábamos... estamos. Se necesita tiempo para revisar
todos los volúmenes que tenemos sobre Gorgonas. Pero esta no es la única razón por la
que te llamé aquí. Gerdie está desaparecida. Su habitación ha sido destrozada y me temo
que corre un terrible peligro.
Farouk se aferró a su cola mientras miraba por encima del hombro a Brune.
Eustace se apretó la sien con el dedo como quien evita un dolor de cabeza. —Sí, lo
sé. Al principio pensamos que podría haber sido Brune, pero obviamente está fuera de la
carrera. Lo que me lleva a creer que Kaliena es quien atacó a Gerdie.
—Esto no está bien. No es bueno en absoluto. —Farouk se volvió hacia uno de los
robots—. No más pociones medifóricas para eso. Administre un estimulante. Mason, tu
recuperación ha terminado. Es hora de volver a ser soldado —Mason se levantó de la
almohada con expresión de mal humor.
—¿Qué hay en esas cosas? ¡Estoy jodido! —Mason saltó de la cama y se paró en
pantalones de pijama cubiertos con corazones rosas—. ¿Dónde está mi uniforme?
—En camino.
Mason miró a Brune e hizo una mueca.
Mason saltó sobre un pie y luego el otro mientras se deslizaba los pantalones sobre
su pijama.
—Haz lo que sea necesario para evitar que salga de esta habitación —ordenó
Farouk.
—Si se trata de eso, entonces sí, acabala—Farouk cambió de marcha, puso su jaula
en movimiento y salió de la enfermería.
—¿No debería estar yo también? —Mason lo llamó con una mirada esperanzada.
Farouk lo ignoró.
—¿Qué pasa con la biblioteca? —preguntó Sithias con demasiada decepción—. ¿No
necesitamos explorar todos los rincones de esa riqueza de conocimiento para confirmar
que Gerdie no está allí?
—Está fuera de la cama y vigila a Brune —le dijo Eustace—. Parece que se está
convirtiendo en una Gorgona.
—¿Dejaste a mi novio herido atrás para que una Gorgona lo convirtiera en piedra?
—¿Desde cuándo?
Finn pudo ver que sabía la verdad, pero estaba siendo sobreprotectora. Ajá. Eso
explicaba el pijama de corazón rosa.
—Mason necesita tiempo para recuperarse. ¡No puedes volver a ponerlo en peligro!
—gritó Darcy.
Eustace suspiró.
—La habitación de Gerdie estaba hecha pedazos. Marcas de quemaduras por todas
partes. La única vez que vi eso fue cuando estaba tratando con un hechicero a quien le
gustaba lanzar bolas de fuego. Es una especie de cosa con ellos —Finn lo miró—. ¿No es
así como estás vestido?
Finn se acercó.
—Bueno, Steve, te acabo de conocer, pero estoy dispuesto a apostar que no eres
quien dices que eres.
Finn empujó sus sentidos hacia afuera, sondeando más profundamente. Los
músculos alrededor de los ojos de Steve se crisparon. Las grietas de su escudo se
ensancharon cuando Finn tocó la oscuridad y el poder que acechaba en su interior. Las
energías retrocedieron en un intento por permanecer ocultas.
Finn sacó su flauta del bolsillo lateral de la pernera de sus pantalones, listo para
convertirla en una espada de viento si fuera necesario.
Steve se rió en silencio, su cuerpo temblaba de diversión y solo el más breve indicio
de una sonrisa.
Finn sopló dos notas penetrantes en la flauta. Una afilada brizna de aire brotó de
un extremo. Moviéndose hacia Steve, agitó la espada de viento de un lado a otro.
—Muéstrate.
Una chispa de desprecio iluminó los ojos de Steve, antes de que cambiara a fingido
miedo y se encogió detrás de la mesa. —¿Por qué estás haciendo esto?
—¡Finn! —gritó Eustace—. Detén esto de una vez. Steve no ha hecho nada para
merecer esto. Es uno de nosotros.
—No tienes idea de lo que es real aquí. No se puede confiar en él, él es...
Steve rodeó la mesa con una bola de fuego flotando sobre su palma abierta. Se
quitó el sombrero de copa y le hizo a Finn la más mínima reverencia.
—Permítame presentarme.
Dejó caer el sombrero al suelo y desató el poder que había estado reteniendo. Un
aura de energía hervía a fuego lento contra el borde de su cuerpo mientras su abrigo
negro se transformaba en una túnica carmesí con una armadura dorada que cubría sus
hombros. El color ébano de su cabello se desvaneció en mechones blancos como la nieve.
Sus orejas se estrecharon hasta convertirse en puntos delicados y sobresalían a través de
sus largos mechones plateados. Al mismo tiempo, su bastón se alargó hasta convertirse
en un bastón plateado con una joya roja incrustada en la punta. Usó el bastón para
estabilizarse y Finn rápidamente vio por qué. Ceñido a su muslo, había una pierna falsa
moldeada en plata desde la rodilla para abajo.
—Soy Wodrid.
Los jadeos surgieron de Sithias, Eustace y Darcy. Farouk agarró los barrotes de su
jaula, sus ojos rasgados de zorro se agrandaron por la sorpresa.
Luchando contra el repentino mareo que inundó su cráneo, la mente de Finn dio
vueltas alrededor del nombre. Apretando su puño sobre su espada de viento, se agarró a
la pared y se movió para pararse.
Finn invocó a Aire, desviando el fuego con una ráfaga de viento hacia el hechicero
con aún más fuerza. Wodrid absorbió la energía mortal, pero se dobló por la cintura,
visiblemente debilitado por el golpe.
—Eso fue elegante —comentó Wodrid con una risita—. Fate hizo lo mismo. Fue
todo lo que pude hacer para evitar rodar por el suelo de la risa. Supongo que ambos
asumieron que conservarían todos sus poderes después de dejar atrás el Libro de
Fábulas y su campo de influencia —Rió de nuevo—. Lo siento, pero no es así como diseñé
la maldición o las Palabras de Creación.
Finn echaba humo en silencio. Había olvidado que Wodrid era quien había
maldecido el Libro de Fábulas al obligar a los lectores desprevenidos a cambiar los
finales de cada cuento de hadas por el espejo opuesto. No se había dado cuenta de que
Las Palabras de Creación también había sido creación de Wodrid.
—Bueno, no tuviste nada que ver con las runas de raza Antigua que obtuve
mientras estuve allí —le informó Finn—. Eso es todo lo que necesito para acabar contigo
—Sí, todavía tienes ese truco bastante significativo bajo la manga —admitió—. En
verdad, estamos bien emparejados, tú y yo —Pulsó el botón para abrir la escotilla—.
Literalmente podríamos estar en esto todo el día. Por eso me despediré.
Finn se inclinó hacia adelante, mirando más allá del gabinete para ver qué estaba
haciendo Wodrid. El hechicero saltó por la escotilla, se perdió de vista y luego se levantó
lentamente, con su túnica roja ondeando a su alrededor.
—Puedo ver las ruedas girando en ese cerebro tan pequeño —advirtió Wodrid—. No
me arriesgaría. Después de todo, quieres volver a ver a Fate, ¿no es así?
—Recuperarás a Gerdie, siempre y cuando Fate me traiga la Vara. Más allá de eso,
no puedo garantizar nada —Se volvió para irse.
El dolor de esa época oscura resurgió tan fresco como si estuviera sucediendo
ahora. Si Gerdie no la hubiera convencido de que se fuera, todavía estaría aquí,
acurrucada contra las raíces del roble, consumida por el dolor del corazón.
— ¿Finn? —Ella susurró—. Estoy aquí. Regresé por ti, tal como lo prometí.
Esperó las señales que solía darle para hacerle saber que estaba dentro del árbol: El
cambio en el aire, el repentino silencio de las hojas, los pájaros y los insectos. La ligera
brisa contra sus labios que se sentía como el fantasma más suave de un beso.
Los minutos pasaban sin interrupción de los sonidos normales del bosque. Su
corazón se encogió. ¿Se había ido demasiado tiempo? ¿Se había cortado la conexión de
Finn con su humanidad? Solía hablar de la Mente de la Tierra y cómo a menudo se
perdía en su conexión con él. ¿Se había convertido en uno con la naturaleza y había
olvidado quién era?
Fate parpadeó para contener las lágrimas que brotaban de sus ojos.
Fate saltó, tan sorprendida que tropezó con una raíz y cayó de frente. Se dio la
vuelta para ver a Jessie de pie junto a ella. Se aferró a su corazón palpitante.
Jessie extendió la mano y tiró a Fate para que se pusiera de pie. Miró a su alrededor
antes de darle a Fate una mirada extraña. —No veo a nadie más, entonces, ¿Qué pasa
con los locos balbuceos para ti misma?
—Estoy hablando con Finn. Todavía está atrapado en el árbol. Aunque estoy
preocupada. Ya no puedo sentirlo.
Jessie arqueó las cejas. —No sé nada de toda esta charla sobre la naturaleza, pero
tienes razón en una cosa. Finn ya no está ahí.
Escuchar sus peores miedos confirmó a Fate vaciada. Jadeó como si Jessie le
hubiera dado un puñetazo en el estómago. Su pecho se apretó. Ella no podía respirar.
Sus piernas se doblaron y cayó de rodillas. Toda la fuerza que había estado guardando se
desvaneció de repente. Ella estaba vacía.
—Hey, ¿qué pasa? —preguntó Jessie mientras se arrodillaba. Puso su mano sobre el
hombro de Fate—. Estas son buenas noticias.
— ¿Me has oído? —dijo Jessie, usando un lenguaje de señas falso—. Finn está en la
Fortaleza y te está esperando.
Fate agarró a Jessie de los brazos para detener sus ridículos movimientos de
manos.
El corazón de Fate se aceleró ante la idea de ver a Finn. Había pasado de apenas
respirar a quedarse sin aliento con anticipación. Se puso de pie, balanceándose con
exultante mareo.
—Oh, y tu amigo serpiente también está ahí. Tengo que decir que no es tan
adorable como lo hiciste parecer. Es del tamaño de una anaconda, grande y aterrador.
—Si tú lo dices.
Fate caminó hacia una de las piedras verticales para activar el portal, luego se
detuvo cuando recordó la baliza que Farouk le había dado.
—Es una baliza —Fate lo colocó profundamente debajo de una de las gruesas raíces
del roble—. Farouk lo usará para conectarse a Oldwilde y crear un portal. Uno
permanente.
—Pero el problema está resuelto. ¿Por qué querrías volver a este lugar de nuevo?
Por todo lo que has dicho, está lleno de recuerdos horribles.
Fate no podía explicar el tirón que estaba sintiendo. Tal vez fue porque Oldwilde
fue donde compartió su primer beso con Finn, donde descubrió el verdadero significado
del amor desinteresado. Podría sentirse diferente una vez que estuviera con Finn, pero
algo le dijo que debería mantener la puerta abierta.
—No sé por qué. Simplemente no estoy lista para dejar el lugar —Fate se movió al
lado del monolito.
—Todo es lo mismo para mí. —Jessie se acercó a ella y puso su mano sobre la de
Fate.
— ¡Lindo! No tuvimos que atravesar otra media docena de portales para volver
aquí.
—Entendido. —Jessie levantó su mochila aeronauta sobre sus hombros. Fate hizo
lo mismo, apenas capaz de abrochar las correas por la forma en que le temblaban las
manos. Todo su cuerpo zumbaba de entusiasmo. Estaba a punto de ver a Finn. ¿La había
extrañado tanto como ella lo había extrañado a él? ¿Seguiría mirándola de la misma
manera?
—¿Qué? ¡No! Sin granos, ahora no —Fate se pasó los dedos por la frente.
Jessie se rió. —Es una broma. Estoy segura de que te verás increíble. Solo yo puedo
decir que te has perdido tu sueño de belleza.
Fate hizo todo lo posible por alisar sus rebeldes rizos con las manos.
Jessie la miró.
—Tú primero.
Fate asintió con rigidez mientras se acercaba, abriéndose camino a través de la
escotilla, repentinamente incómoda, como si acabara de aprender a pilotar la máquina.
—Tremenda entrada —refunfuñó para sí misma mientras sus pies tocaban el suelo
del Santuario.
—¿Qué sucede? ¿Dónde está Finn? ¿Fue toda una mentira traerme de vuelta aquí?
—Jessie se quedó sin palabras, con la boca abierta.
Eustace se acercó corriendo. Fate supo que algo andaba terriblemente mal en el
momento en que se miraron a los ojos.
—Es por eso por lo que tendrás que encontrar una manera de salir de esa
ocurrencia.
—Él vino aquí contigo —Eustace le puso una mano en el hombro—. Wodrid es
Steve.
Fate tardó varios segundos en asimilar el significado de sus palabras antes de que el
miedo nauseabundo se apoderara de ella. ¿Steve era Wodrid? No, eso era imposible.
Steve les había ayudado a librar a la Fortaleza de todas las amenazas que habían
enfrentado juntos. Un escalofrío se extendió por Fate. ¿Cuántas veces le había dado la
espalda? Confiando en que era un tipo inofensivo al que le gustaba vestirse de brujo
incluso después de que terminaba la fiesta. Si era honesta consigo misma, había sentido
que algo andaba mal en él. Pero ella había ignorado las señales. Era su culpa que la vida
de Gerdie estuviera en juego.
— ¿Entonces Finn está aquí? —Se volvió hacia Jessie—. Estaba empezando a pensar
que solo dijiste eso para asegurarme de que regresara contigo.
—Disculpa aceptada.
Eustace respiró hondo y cerró los ojos. Solo lo hacía cuando tenía malas noticias
que dar. Cuando su padre finalmente la miró, sus ojos tenían un pesar y una tristeza tan
profundos que ella tuvo que apartar la mirada.
***
La mirada de Fate se posó en las marcas de quemaduras en las paredes, los
muebles volcados, los libros esparcidos por el suelo. Había tenido lugar una batalla
dentro del Santuario. Una batalla entre Finn y Wodrid. El dolor se apoderó de su
corazón como un puño frío.
—Tengo que verlo. No puedo aceptar lo que me estás diciendo. Tengo que ver su
cuerpo por mí misma —Ella se atragantó con las últimas palabras.
Su padre finalmente habló—: Eso puede resultar difícil. Finn intentó ir tras
Wodrid. Sin ningún medio de huida.
—¿Él... se cayó? —Las palabras cortaron la garganta de Fate como un vidrio roto.
Fate miró a su amigo, apenas capaz de verlo claramente por las lágrimas nadando
en sus ojos.
—Es cruel darle falsas esperanzas —dijo Eustace con voz aguda y protectora.
Sithias lo miró.
—Con el debido resspeto, ssseñor, no hass sido testigo de lo que es cuando se trata
de lo que Finn puede hacer.
Fate se contuvo las lágrimas y movió una de las alas de Sithias a un lado para poder
ver a su padre.
—Papá, tiene razón. Finn tiene poderes asombrosos. Ha hecho cosas increíbles.
—Eso puede ser —interrumpió Farouk, antes de que Eustace pudiera responder—,
pero no he podido detectar ningún signo de vida en la superficie.
—No los esscuches —Él le dio una mirada de regaño, pero había calidez en sus ojos
ambarinos—. ¿Esstás lista para continuar con la ssuposición de que Finn essté vivo?
—No había terminado —les informó Farouk. —Fate se secó bruscamente las
lágrimas de los ojos y se acercó a la mesa mientras usaba el puntero para indicar un
punto rojo en la proyección 3D de la Fortaleza—. Sin embargo, he estado obteniendo
lecturas de actividad bioilógica en las profundidades del cuadrante 86, directamente
debajo de esta torre.
—¿Es esa tu forma de decir que hay cuerpos vivos ahí abajo?
Las orejas de Farouk se inclinaron con molestia.
—Sí.
—Entonces supongo que empezamos por ahí. Tiene que ser donde Wodrid escondió
a Gerdie. Lo más probable es que Kaliena también esté allí —Fate se acercó al estante de
las armas, agarró una pistola láser, una espada y varias dagas. Ella alcanzó la ballesta,
pero se dio cuenta de que no podía llevarla con su rifle y su mochila de aeronauta
ocupando toda su espalda.
—Tenemos que entrar con la expectativa de que Wodrid esté allí y haya encontrado
la forma de someter a Finn —Fate enfundó su arma y enfundó su espada. Se sintió bien
al decir eso. Sonaba creíble, que era lo que necesitaba para evitar desmoronarse por
completo.
—Es una lástima que Mason todavía esté fuera de servicio —dijo Jessie—.
Realmente nos vendría bien el respaldo adicional.
—Oh, ha vuelto a ponerse de pie, gracias a la rata —dijo Darcy, con los ojos
enmarcados en negro fijos en Farouk—. Pero sus órdenes son proteger a la Gorgona que
trajiste de regreso. —Su mirada acalorada se dirigió a Fate—. ¿Por qué ni siquiera tienes
que estar cerca para poner en riesgo la vida de mi novio?
—Ew —Fate comprendió de repente por qué Brune no había querido regresar a la
Fortaleza. Debe haber sabido que se convertiría en una amenaza. Pero Fate había
insistido en traerla de vuelta, cuando en realidad debería haberla dejado en esa cueva.
Había permitido que la simpatía nublara su juicio. Si Brune lastimaba a alguien, Fate
también tendría que cargar con la culpa—. ¿Es peligrosa?
Haciendo caso omiso de las púas de Darcy, Fate se volvió hacia su padre en busca
de respuestas.
—Ella todavía está inconsciente. No sabremos qué tan gravemente se ha visto
afectada hasta que se despierte —le dijo Eustace.
—Tienes razón, las Gorgonas son mortales. Pero necesitamos que Mason esté de
guardia para asegurarnos de que se quede quieta —Caminó hacia la puerta que se abría y
levantó su mochila de aeronauta, enganchando las correas sobre sus hombros—. Jessie y
yo nos encargaremos del resto por nuestra cuenta.
Fate se dio cuenta de que tenía más miedo que nunca y quería decir algo para
tranquilizarlo.
—Confía en tu hija —Él le guiñó un ojo—. Ella es más fuerte y capaz de lo que te
imaginas. Yo lo sé. He sido testigo de increíbles proezas de coraje de esta chica.
—Deberías venir con nosotros —sugirió Fate—. Podemos utilizar toda la ayuda que
podamos conseguir.
—¿Y cómo ayudaría? ¿Matar a Wodrid con una letanía de insultos? —Sacudió su
cabeza escamosa—. Desafortunadamente, no soy el cambia formas que dejaste atrás, y
he perdido mi habilidad para usar las Palabras de Creación. Lamento decir que no soy
más que el increíble artista y dramaturgo que conoció. Además, alguien tiene que grabar
este evento histórico con el estilo que merece tu gran historia.
—El mismo viejo Sithias. Está bien. Tendremos la ventaja tan pronto como
encontremos a Finn —Se dio la vuelta y apretó el botón de la puerta que se abría antes de
que ninguno de ellos pudiera ver que la duda volvía a entrar.
Pero Jessie la captó. Su amiga no dijo una palabra, simplemente señaló que era
hora de irse y saltó por la escotilla. Forzando una sonrisa valiente para su padre y
Sithias, Fate saltó al espacio, aterrorizada por lo que les esperaba abajo.
Capítulo 46
Árbol de Espino Blanco
35
Scooby Doo. La frase que dice antes `Jinkies` es famosa de Vilma.
Fue un lanzamiento completo de moneda. Ella decidió tomar un camino rápido se fue
para que Jessie no notara ninguna vacilación.
Después de un buen rato de serpentear por el laberinto sin rumbo fijo, Fate
disminuyó la velocidad cuando pensó que escuchó un distante grito agudo de Gerdie.
Haciendo una señal a Jessie para que hiciera un silencio total, Fate se acercó a la pared
hasta el final y miró a la vuelta de la esquina.
Finalmente habían llegado al final del laberinto, que se abría a una habitación
abovedada. Innumerables pergaminos antiguos llenaban los estantes que recubrían las
curvas paredes. En el mismo centro, surgiendo del suelo de piedra agrietada había un
árbol, hermosa y reluciente con una luz blanca azulada. Cada rama estaba cubierta en
espinas largas y en forma de gancho y cargados de flores blancas brillantes. Una brisa
invisible agitaba las ramas, esparciendo luminosas nubes de polen y pétalos en el aire.
—Ese debe ser el Árbol de Espino Blanco —susurró Jessie con asombro.
Fate comenzó a asentir, pero se congeló en su lugar cuando su mirada se posó en
una forma flácida en la base del árbol. Era Finn. Sus brazos estaban extendidos sobre su
cabeza, sus muñecas atadas con una cuerda y ensangrentadas por estar atadas a las
ramas espinosas. Su cabeza colgaba hacia un lado. No se estaba moviendo.
El amor la invadió, nublando toda razón.
Fate se lanzó hacia adelante, pero Jessie la agarró del brazo y tiró de ella detrás de
la pared. —No puedes ir allí. No es seguro. Nosotros necesito ir lento y ser estratégicas.
Los nervios y el miedo helado chocaron cuando Fate luchó contra el impulso de
correr hacia Finn.
Esta era la primera vez que lo veía desde que los separaron. Los recuerdos de él y
su asombrosa fuerza martillearon a través de su cuerpo.
No podía ni empezar a imaginar la pelea que Finn debió haberle dado a Wodrid
que los trajo a este estado roto y sangriento. Su corazón se marchitó al verlo así.
Presionando su mano contra su pecho, trató de forzar el insoportable dolor fuera.
Jessie se detuvo cuando vio las lágrimas de Fate.
—Controla. Tú serás inútil para él si te pierdes ahora.
Con un suspiro tembloroso, Fate se frotó las lágrimas y asintió.
Jessie se acercó a la abertura y se asomó por la esquina. Ella retrocedió y se volvió
hacia Fate. —No veo ninguna señal de Wodrid, pero vi a Gerdie. Ella está en el extremo
opuesto de la habitación, atada y amordazada. Ella me vio y negó con la cabeza. Sabes lo
que significa, ¿correcto?
Fate la miró fijamente, incapaz de pensar más allá de la angustiosa condición de
Finn.
—Es una trampa —siseó Jessie—. Lo hemos visto mil veces, la escena clásica de
cada película, donde la víctima secuestrada trata de advertir al rescatador con un
movimiento de cabeza. Yo digo que nos vayamos y traigamos refuerzos con nosotras.
—¿Dejarlos atrás? —susurró Fate. ¿Cómo podía hacer eso cuando estaba tan cerca
de Finn? Tenía que ir con él. Ella literalmente dolía con la necesidad. Cada parte de ella
se acercó a él. Nada en este universo podría hacer que ella lo dejara ahora. La ira
atravesó la niebla, aclarando su cabeza como nada más podría hacerlo—. De ninguna
manera. No nos vamos de aquí sin ellos. Nos vamos todos, o ninguno.
Jessie asintió. —Eso es lo que me gusta escuchar. Bienvenida de nuevo. Entonces,
¿Cuál es el plan?
Fate examinó su pistola láser y comprobó el indicador de combustible.
—Entrar y vaciar todo lo que tenemos en Wodrid antes de que pueda decir—:
¿Qué…?'
—No es exactamente un plan, pero estoy dispuesta a improvisar —Jessie hizo clic
en el engranaje Ojo de Dragón hacia abajo sobre su ojo—. Estoy lista cuando tú lo estés.
Tomando la iniciativa, Fate dobló la esquina, deseando respirar constantemente y
tomar el control de los latidos acelerados de su corazón. Dejando a un lado todos los
miedos, ella centró su energía en la tarea que tenía entre manos, la forma en que había
sido entrenada por los Caballeros más hábiles de Beldereth. Era hora de reclamar su
título de Caballero y ser la Guerrera que una vez fue.
¿Y qué si ella no tuviera viento y relámpagos corriendo por sus venas más y ya no
podía romper huesos con un grito de guerra? Ella era fuerte de otras maneras, y esta era
una batalla que tenía que ganar. incluso si tuviera que luchar hasta la muerte.
Capítulo 47
Vermis fobia
Unos pocos pasos más y se encontró con Gerdie, que estaba sentada de espaldas a
la pared, con las muñecas y los tobillos atados. Parecía pequeña y vulnerable. Los ojos de
Gerdie se abrieron de par en par cuando la vio y luego miró hacia el otro lado, haciendo
saber a Fate la dirección de sus captores.
Haciendo una señal a Jessie, Fate le indicó que rodeara el otro lado del árbol.
Disminuyó la velocidad cuando vio el hueco que Gerdie estaba mirando, con todos los
músculos en tensión mientras apuntaba con su arma al centro sombrío.
Fate apretó el gatillo y lanzó un rayo letal hacia el centro de Wodrid. La luz carmesí
del rayo se dispersó en partículas inofensivas por su escudo protector de energía. No
dejó que eso la detuviera. Cargó hacia adelante, acortando la distancia, reforzando la
intensidad del rayo hasta que el láser atravesó su escudo y le quemó el hombro.
Sin perder el tiempo, Fate desenfundó su espada y se abalanzó sobre él. Atravesó la
siguiente bola de fuego, sintiendo el calor en su cara mientras las llamas se reflejaban en
la hoja.
—Vermis fobia —Sus hombros temblaron de risa y ella se preguntó qué era lo que le
hacía tanta gracia.
Un tacto viscoso asomó entre la niebla, y luego otro y otro. El color oscuro y
carnoso de las mismas detuvo a Fate en su camino mientras su columna vertebral se
estremecía con un miedo profundamente arraigado. Sus rodillas se debilitaron de terror
cuando las criaturas salieron de la niebla y reconoció lo que eran.
Lombrices gigantes tan grandes como las pitones, pero mucho más repulsivas.
Las serpientes, ella podía manejarlas. Esto era un nuevo nivel de horror. Nunca se
había recuperado de su miedo a los gusanos, no desde un aterrador encuentro en tercer
grado.
—Oh, Fate, debo admitir que ha sido entretenido verte todos estos años. La vida en
ese mundo lamentable en el que naciste se estaba convirtiendo en un verdadero
aburrimiento, hasta que finalmente te localicé a ti, la última descendiente viva de la línea
Inkwell. ¡Eres un imán para los eventos extraordinarios! Y yo que pensaba que la magia
era débil en una sociedad obsesionada con el dinero, los famosos y la apariencia.
Fate apartó los ojos de los gusanos durante una fracción de segundo para mirarlo
con asombro.
Había bajado la guardia demasiado tiempo. El golpe le hizo caer al suelo, pero
rodó, lanzando una bola de fuego a Jessie. Ella esquivó las llamas, recuperándose
rápidamente con un disparo mortal en el pecho. Wodrid se desplomó sobre su espalda.
Jessie corrió hacia él, le puso la bota en la garganta y le apuntó a la cabeza con su
pistola láser por si aún podía moverse. Miró a Fate.
—Fate, sólo son gusanos gigantescos, pero no pueden hacerte daño. Ni siquiera
tienen dientes.
Todo lo que Fate pudo hacer fue sacudir la cabeza. Jessie no lo entendía. La
enormidad de los gusanos sólo magnificaba lo horribles y gelatinosos que eran los tubos
de sangre. Jessie tampoco sabía que cuando había estado dentro del Libro de las
Fábulas, Mugloth la había atrapado en lo más profundo de la tierra, donde miles de
gusanos se habían retorcido sobre ella. Un escalofrío le recorrió la piel al revivir la
experiencia.
Jessie revisó a Wodrid en busca de señales de vida. Al comprobar que ya no era una
amenaza, enfundó su pistola, sacó su espada y le cortó la cabeza al gusano más cercano.
El gusano se desvaneció en un soplo de niebla verde.
—¿Ves? No es nada.
—Tú estabas allí y sabes lo que pasó con los gusanos. Quedé traumatizada de por
vida. Y no me digas que tú no habrías reaccionado igual…
—¿Dónde?
Fate se giró cuando el estruendo del metal contra la piedra resonó por toda la
cámara. Una aberración mecánica con forma de escarabajo o ciempiés, con demasiadas
patas para contarlas, salió a rastras de la alcoba. La cosa se detuvo bruscamente cuando
llegó a la forma inerte de Wodrid. Se erigió, mostrando el torso de Kaliena, que coronaba
la parte superior del extraño artilugio. Sus seis brazos se balanceaban con un ritmo
hipnótico mientras miraba a Wodrid.
Fate se puso al lado de Jessie, con su espada en una mano y cogiendo con la otra su
pistola láser.
—Esa no es la Kaliena que recuerdo haber visto. ¿Qué pasa con esa cosa
espeluznante y rastrera a la que está unida? —dijo Jessie, expresando los pensamientos
de Fate en voz alta.
—Parece que ha tenido que pasar del soporte vital del santuario a algo más móvil.
—Puede que sea débil, pero tiene el Orbe, y ahora quiere la Vara —advirtió—. Por
favor, dime que no la trajiste.
Fate tragó saliva mientras su mano buscaba automáticamente la cadena que
sujetaba la Vara bajo su armadura.
Al ver que Kaliena seguía distraída con Wodrid, Fate lanzó una mirada a Finn.
—Ve a ver cómo está mientras mantenemos a Kaliena ocupada —Recogió su pistola
láser del suelo.
Fate y Jessie avanzaron hacia Kaliena con las pistolas láser en ristre. Los rayos
asesinos perforaron su pálida piel, pero no con el efecto deseado. Ella se iluminaba y
parecía absorber la energía.
Kaliena levantó la cabeza, mirándolas con ojos tan vacíos y negros como el espacio.
Jessie saltó a la espalda del ciempiés mecánico, trepó por la elevación y golpeó con
su espada a Kaliena por detrás. Fue un buen movimiento, pero no lo suficientemente
rápido. Kaliena se giró y sacó la parte inferior de Jessie antes de que la espada pudiera
alcanzar su objetivo. Jessie cayó al suelo con un impacto que la dejó sin aliento. Kaliena
trepó por encima de Jessie, inmovilizándola bajo el carro de la maquinaria antes de que
pudiera escapar.
—Sabes mejor que nadie que no se puede destruir el amor verdadero —Su voz rugió
con fuerza y volumen.
Cuando la luz dorada del Orbe cayó sobre el cuerpo de Wodrid, éste convulsionó y
cobró vida en su abrazo mecánico. Kaliena cogió la cadena que sujetaba el Orbe y se la
puso en el cuello.
—Esto te mantendrá aquí conmigo, mi amor —le dijo antes de levantar su mirada
negra para mirar a Fate—. Pero ahora debemos tener la Vara para la vida eterna que
ambos merecemos.
Jessie se levantó, pero se quedó junto a Kaliena. Llevaba una mirada inexpresiva y
su tocado de Ojo de Dragón estaba rodeado de una luz azul verdosa.
Un escalofrío recorrió a Fate al recordar cómo Jessie había tropezado cerca del
santuario de Kaliena cuando habían luchado contra el carroñero. El tocado de Jessie
había caído en el líquido luminiscente que llenaba los surcos del suelo del santuario.
Ninguna de las dos se había preocupado más allá de ese momento. Pero deberían
haberlo hecho. Ese era el líquido que se había derramado de las manos de Kaliena y
debió haber contaminado el tocado.
Jessie no respondió.
—Ella está bajo mi control. Mía para mandarla a mi antojo —Su mirada negra se
desvió hacia Fate—. Hmm, ustedes dos tienen una larga historia entre sí. Percibo un
profundo vínculo. Dame la Vara y te dejaré recuperarla.
La indecisión ancló a Fate en su sitio. Si le daba la Vara a Kaliena, el universo
entero sufriría. ¿Pero cómo podría sacrificar a Jessie? No eran sólo amigas. Eran
hermanas. Nadie debería tener que hacer una elección tan horrible.
Cortando líneas tensas en el aire con su espada, Fate cargó contra Kaliena.
Tres espadas desviaron el golpe, mientras que otro conjunto de espadas se lanzó
hacia abajo. Fate se arqueó hacia atrás, escapando a duras penas del corte de tres puntas
afiladas en su cuello.
Necesitaba algo más para ganar la batalla. ¿Pero qué podía usar? Kaliena se
alimentó de la energía del arma láser. Todo lo que tenía era su rifle y los cartuchos de
líquido de deducción.
Fate se agachó, sintiendo cómo el viento de las cuchillas cortaba el aire justo por
encima de su cabeza. Un mechón de pelo cayó al suelo. Miró el inoportuno corte de pelo
que le habían hecho. La rabia cortó parte del miedo mientras se dejaba caer y rodaba
para evitar el siguiente golpe.
Con el rifle apuntado, Fate se puso en pie, lista para disparar de nuevo.
—¿Qué era lo que decías? ¿Me vas a arrancar la cabeza? Es un poco difícil cuando
te caes a pedazos.
Wodrid corrió a colocarse frente a Kaliena mientras ésta luchaba por mantenerse
en pie. Agitaba el Orbe y murmuraba algún tipo de conjuro. Una luz dorada brotó del
Orbe, se acumuló a sus pies y se dirigió hacia Fate.
Fate había visto a Brune hacer lo mismo con el Orbe y no quería que se repitiera.
Presa del miedo, Fate apuntó a lo que quedaba de la máquina de Kaliena y apretó el
gatillo. Otra nube gaseosa roja se tragó tanto a Kaliena como a Wodrid. El grito de furia
de Kaliena reverberó desde detrás de la cortina de niebla, mientras que los conjuros de
Wodrid parecían haberse detenido.
Finn tragó con fuerza mientras miraba más allá de Gerdie. Primero vio a Wodrid.
Había algo diferente en el hechicero, pero el choque de espadas atrajo la atención de
Finn hacia Kaliena, que estaba fuertemente armada con seis espadas. Estaba luchando
contra un luchador muy hábil con una armadura mejorada. Su corazón casi dejó de latir
cuando reconoció a Fate.
En ese instante, todo lo demás desapareció. La visión de ella llenó todos los
espacios vacíos de su corazón. Durante unos segundos, permaneció paralizado por una
mezcla de alegría e incredulidad. El único movimiento era el ascenso y descenso de su
pecho mientras la bebía con ojos sedientos.
—Despierta. ¿No ves que Fate va a perder? Está luchando contra Kaliena.
—Kaliena está usando ese arnés que Jessie tiene atado alrededor de su cabeza para
controlarla.
Fate esquivó otro golpe cercano. Finn captó el miedo en sus ojos. Su estómago se
enroscó en un apretado ovillo mientras ella sacaba su rifle y disparaba a la máquina de
Kaliena.
El grito de Kaliena llenó la cámara subterránea mientras veía cómo las partículas
de gas oxidaban rápidamente su máquina y se desmoronaban bajo ella.
—Vuélvela a explotar —siseó Finn en voz baja. Pero Fate estaba esperando a que la
nube se disipara. Entonces Wodrid entró corriendo, balanceando el Orbe.
Finn se puso rígido de miedo cuando Kaliena disipó el gas con una ráfaga de llamas
encarnadas. La explosión lanzó a Wodrid y cayó a unos metros de Finn. El hechicero
levantó la cabeza y clavó los ojos en Finn.
—Parece que han pasado muchas cosas mientras descansaba los ojos. Gracias por
eso. Necesitaba una pequeña siesta. Me siento muy refrescado —Finn estudió a Wodrid,
mientras ampliaba sus sentidos. El aire a su alrededor parecía gris y se sentía vacío de
vida—. A diferencia de ti. Veo que te has vuelto un muerto viviente. ¿Es obra de mi
chica?
—¿Tienes algún problema ahí? —Finn miró más allá del hechicero para ver cómo
estaba Fate. Todavía no podía verla y eso lo ponía aún más nervioso—. Imagino que es
difícil llamar a los elementos del fuego para que se muevan por esas venas marchitas.
Un violento escalofrío, tan fuerte como un terremoto, atravesó a Finn. El aire gélido
azotó su piel, trayendo consigo el olor de la muerte, los finales y los cambios horribles.
La fatalidad se cernía sobre él como una sombra. El miedo le atormentaba mientras
luchaba por no pensar en lo que más temía: que Fate moriría por haber subestimado a
su enemigo. Que moriría a pocos metros de distancia sin tenerla nunca más en sus
brazos.
—¡Finn! —gritó.
El sonido de su voz hizo que una oleada de fuerza recorriera sus miembros. Pero
duró poco. Respiró con terror cuando Kaliena soltó lanzas de fuego azul contra Fate. Su
cuerpo se puso rígido cuando la avalancha de energía malévola la golpeó. El tiempo se
detuvo durante un latido mientras la chica a la que amaba caía al suelo como un pájaro
caído.
Un sudor frío heló la espalda de Finn mientras una enfermiza ola de dolor se
apoderaba de él. Esto no podía estar pasando. No ahora. No cuando estaban tan cerca de
reunirse.
—He visto esa mirada negra antes, pero esperaba no volver a verla.
Con un asentimiento asustado, Gerdie se abrió paso entre las raíces y las piedras
rotas hasta Fate, que yacía en el suelo. Una agonizante mezcla de rabia y dolor se agitó
en su pecho al ver su forma inmóvil.
Recuerdos dolorosos se apresuraron a atormentarlo: Fate yaciendo en el barro, rota
y herida, después de que Mugloth la arrastrara bajo tierra. Había estado tan cerca de la
muerte entonces. Todo porque él no había visto que él era la razón por la que ella se
había puesto en peligro. ¿Estaba maldito para siempre a seguir repitiendo el mismo
error y reviviendo el mismo castigo agonizante?
Finn invocó al Aire y ordenó al Árbol Espino Blanco que liberara sus púas. En
cuestión de segundos, innumerables espinas atravesaron la cámara, lanzando un veneno
incalculable sobre Kaliena.
Kaliena gritó y se protegió la cara. La sangre oscura manchó su piel azul pálida
cuando el muro de espinas la apuñaló. Debilitada por el enorme ataque, cayó sobre los
escombros y Wodrid se arrastró a su lado.
Finn quería terminar el trabajo, pero su preocupación por Fate era demasiado
grande. Se apresuró a arrojarse junto a ella. Su armadura estaba chamuscada, pero no
había quemaduras ni heridas visibles. Había sufrido algún tipo de lesión energética, de la
que él no tenía ni idea de cómo curar. Pasó la mano por su suave cabello y tragó saliva.
La palidez mortal de su rostro lo desgarró mientras comprobaba su pulso.
—Está muy herida. Pero no veo ninguna herida. Nunca había visto algo así.
—Su pulso es débil, pero todavía está con nosotros. Se pondrá bien —insistió él.
—Tenemos que llevarla al santuario. Esperemos que Farouk sepa qué hacer.
—Estoy contigo, amor. Aguanta. ¿Me oyes? —Se levantó y buscó a Kaliena y
Wodrid. Se habían ido, al igual que Jessie.
Gerdie se levantó y se quitó el polvo de las rodillas. Ella captó la mirada vengativa
en sus ojos.
Finn asintió y llevó a Fate tan rápido como pudo hacia la salida. Entraron en el
pasillo curvo y estrecho.
—Tendrás que guiar el camino, Gerdie. No estaba precisamente despierto cuando
Wodrid me trajo aquí.
—¿Esto es un laberinto?
—No tenemos tiempo para todo este retroceso —Tenía que llevar a Fate a la
superficie. Ahora mismo.
Trazó el camino de vuelta a la división de dos vías, tomando la derecha esta vez.
Algo no estaba bien en esto. Cuando había conectado con el Árbol Espino Blanco, había
sentido la conexión sagrada del Árbol con la Orden Druídica. Recordó algo que su abuelo
le había enseñado en sus muchas lecciones para convertirse en druida. Entras en un
laberinto para perderte y en un laberinto para encontrarte. Si los druidas hubieran
construido este lugar, esto no sería un enredo. Sería un laberinto.
Respiró hondo para controlar su creciente miedo y empujó sus sentidos hacia el
exterior. Con cada paso, siguió el flujo natural de energía, sintiendo dónde la energía era
detenida por las paredes y evitándolas. Sus movimientos se hicieron más fluidos a
medida que seguía la energía hacia el centro.
Un rayo rojo pasó por su cabeza antes de que se diera cuenta de dónde venían los
disparos.
Jessie se lanzó hacia delante, impasible, mientras disparaba su pistola láser contra
ellos. Gerdie se abrazó a sí misma y se encogió mientras Finn se apartaba de Jessie para
resguardar a Fate. Otro disparo impactó en el tacón de su bota, caliente al derretir la
suela.
La baldosa se niveló con el suelo de la bóveda, cortando a Jessie. Finn miró las
gigantescas estatuas de los druidas que lo observaban. Llevó a Fate hasta la entrada de la
bóveda. La única manera de sacarla de allí era volando. La dejó suavemente en el suelo y
volvió a por la mochila de vuelo para empezar a ponérsela.
—Ninguna, supongo.
—Lo siento, Gerdie, pero voy a tener que dejarte aquí. Enviaré a alguien en cuanto
lleve a Fate al santuario.
Finn asintió mientras levantaba a Fate, ajustando su peso inerte con el brazo libre
hasta que tuvo un agarre firme alrededor de su cintura.
Gerdie trabajó tan rápido como pudo, luego dio un paso atrás y le dio el pulgar
hacia arriba.
—Vamos.
Asintiendo con la cabeza, Finn se levantó del suelo y flotó lentamente más allá de la
entrada, mirando a su alrededor para ver en qué dirección tenía que ir.
Gerdie salió corriendo de la bóveda mientras Finn se elevaba. A través del polvo
ondulante pudo ver a Jessie colocándose la otra mochila de aeronauta. No tendría
ninguna oportunidad una vez que ella estuviera en el aire. Su única opción era conseguir
la mayor ventaja posible.
—Muévete un centímetro más y te haré volar por los aires.
Finn se giró. Era Brune y tenía una pistola láser apuntando directamente a él.
Capítulo 49
Algo está fallando
—Brune —gritó Gerdie desde donde se escondía abajo—, ¡es Finn! Suéltalo para
que pueda llevar a Fate al santuario.
Brune se quedó mirando a Finn, con la cabeza ladeada y la lengua bífida saliendo
de su boca.
—Hmm, tú debes ser el chico que conjuré cuando invoqué a Fate. Supongo que tu
cara siguió el camino de mis células cerebrales cuando estaba inconvenientemente no
muerta. Siento lo de la pistola —Señaló con la cabeza a Fate—. Pensé que eras la razón
por la que estaba inconsciente.
Finn se tragó su culpa. Brune estaba más cerca de la verdad de lo que creía. Fate
estaba en problemas porque había sido tan estúpido como para dejarse atrapar y ella
había tenido que venir a rescatarlo.
Un rayo láser ardió en el muslo de Brune. Con un siseo de enfado, se giró mientras
Jessie se lanzaba por el aire, disparando contra ambos.
Finn subió a lo alto tan rápido como pudo, buscando la puerta de entrada al
santuario, que sabía que estaba situada en el punto de unión de los colosales aros. Sólo
que no pudo divisar la escotilla desde la que había saltado tan precipitadamente. Los
aros se movían por encima de él, crepitando contra el firmamento de la atmósfera, pero
no le permitieron encontrar el lugar que tanto necesitaba.
El pánico casi se apoderó de él antes de percibir movimiento por el rabillo del ojo:
dos manchas que volaban por el aire hacia él. Finn corrió hacia ellos, aliviado cuando
reconoció a Sithias y a Mason. Unos minutos más tarde, se encontraron en el centro y
Sithias redujo la velocidad, aleteando en su lugar, sus ojos ámbar se redondearon con
preocupación cuando vio a Fate.
—No, Jessie está bajo el control de Kaliena. Será mejor que bajes y te asegures de
que Brune no la mate.
—He venido a ver cómo podía ayudar allí abajo, pero creo que lo mejor es que te
lleve de vuelta al santuario.
—De acuerdo.
Eustace estuvo junto a ellos en un instante, con la cara blanca como la tiza mientras
comprobaba el pulso de Fate. El alivio suavizó su expresión cuando confirmó que estaba
viva, pero su mirada se transformó en piedra cuando miró a Finn.
—¿Qué ha pasado? ¿Dónde están Jessie y Gerdie? —Mantuvo su voz
cuidadosamente baja, pero estaba bordeada de furia mientras tomaba a Fate de Finn.
Finn desabrochó la última correa y dejó la mochila del aeronauta en el suelo. Hizo
todo lo posible por explicar la secuencia de los acontecimientos, pero se avergonzaba
más y más con cada palabra. Toda la situación era culpa suya. No había podido proteger
a ninguno de ellos, y podía ver que Eustace sentía lo mismo.
Farouk dejó una caja sobre la mesa y abrió la tapa. Varios cajones escalonados
surgieron para ofrecer sus pertenencias de forma ordenada. Él buscó un instrumento
con muchos botones. Al encenderlo, el aparato emitió un pitido mientras lo mantenía
sobre la cabeza de Fate antes de moverlo hacia abajo sobre su pecho. Cuando llegó a su
corazón, el pequeño panel se iluminó y los pitidos se convirtieron en una larga alarma.
Farouk dejó el instrumento en el suelo y lo apagó con una expresión sombría.
—Kaliena la ha hecho estallar con una energía poderosa. Nunca había visto algo así
—Finn miró a Eustace—. Lo siento. No pude hacer nada en ese momento.
Finn asintió.
—Lo sé.
Tanto Finn como Eustace dirigieron su atención a Farouk, que levantó la vista de
su examen con una expresión de desconcierto.
—Yo la llevaré —Finn la cogió en brazos y se dirigió a la puerta. Su corazón latía con
fuerza mientras corría por el pasillo. Su peor pesadilla se estaba haciendo realidad y
nada tenía sentido. ¿Por qué estaba ocurriendo esto?
Los latidos del corazón deberían ser fuertes. Como cuando era una caballera y su
corazón había latido con tanta fuerza que brillaba a través de los huesos, los músculos y
la armadura. Entonces había sido invencible. No sólo en el cuerpo, sino también en la
mente. El fuego vivo había corrido por sus venas y había quemado todos los recuerdos de
su existencia anterior. No se había visto afectada por las emociones debilitantes. A
diferencia de esta agonizante sensación de pérdida que la tenía encerrada en un dolor
interminable.
Una calma absoluta se apoderó de ella, borrando el dolor innombrable que la había
estado torturando. Había recuperado su armadura, nada podría volver a hacerle daño.
—¿Fate? —Su voz resonó en el vacío, un eco del pasado que le devolvió el dolor.
—No te acerques.
—Puedes hacerme lo peor, pero eso no hará que te abandone. Te quiero. Tanto que
prefiero cruzar la puerta de la muerte contigo, que volver solo a la tierra de los vivos.
Todo era demasiado. No quería recordar. Recordar significaba dolor. Una increíble
cantidad de agonía que ya no podía soportar. Fate apretó la empuñadura de su espada y
se volvió para mirarle.
Quería creerle con todo su corazón, pero una nueva decepción la rompería en mil
millones de pedazos. Por mucho que la matara hacerlo, necesitaba librar su corazón de
este tentador embaucador.
Él se acercó a ella.
Fate dejó caer su espada. Nada podría hacerla hacer de nuevo lo que acababa de
hacer. Esto le había quitado todo. Dejó caer su cara entre las manos y lloró. Su garganta
ardía con cada sollozo.
—Oh, por favor. Ese zombie vago no sacó lo mejor de mí. Claro que me dio unos
buenos golpes, pero me recuperé.
—¿De verdad?
—Sí, estoy aquí junto a ti, amor. En carne y hueso. Todo lo que tienes que hacer es
quedarte aquí y despertar.
—Estoy despierta.
—No, no lo estás. Te estás muriendo en mis brazos en este mismo momento —La
abrumadora tristeza en sus ojos la hizo volverse.
—No, no lo estoy. Mírame. Soy más fuerte que nunca. Ya no hay dolor. Soy libre.
—¿Nos?
—No quiero, pero estoy cansada de sufrir todo el tiempo. Necesito dejar de sentir.
Finn tomó sus manos entre las suyas y las acercó a su pecho.
—¿Incluso amor?
Fate sonrió, pero duró un poco. Finn la soltó y se ocultó en las sombras.
—Tienes que venir a mí, Fate. Te estoy esperando. Todo lo que tienes que hacer es
despertar, mi bella durmiente.
Fate abrió los ojos a un techo lleno de luz difusa. El dolor le mordía el fondo de los
ojos. Los cerró con fuerza y gimió.
—Hola, dormilona.
Él le sonrió, sus ojos brillaban con amor y alivio mientras su mirada recorría las
curvas de su rostro.
—Ya estás aquí. De vuelta a la tierra de los vivos —Su voz se quebró por la emoción.
De repente, ella fue consciente de que su cuerpo estaba tumbado junto al suyo. Su
peso se movía infinitesimalmente, como si temiera hacerle daño con el más mínimo
movimiento.
—Estás aquí —graznó ella, con la garganta demasiado seca para tragar. Le tocó el
pecho, presionando la palma de la mano contra la pared muscular. Los latidos de su
corazón se aceleraron contra su mano.
—Oh, creo que sí, amor. Cada minuto que estuvimos separados fue pura tortura —
Él acarició su pulgar a lo largo de su mandíbula y luego a través de sus labios.
Alarmada por el ruido familiar, Fate retrocedió, mirando fijamente a Finn mientras
luchando por estabilizar su respiración.
—Lo has adivinado, no estamos solos. Tu padre está aquí —susurró Finn mientras
se deslizaba fuera de la cama para situarse junto a ella.
El aire frío entró para reemplazar el calor de su cuerpo, dejándola con la aguda
punzada de la separación. Ahora que tenía a Finn allí, cualquier distancia le causaba un
dolor indecible. Cogió su mano y la sujetó con fuerza mientras rodaba sobre su espalda y
se giraba para mirar detrás de ella.
Eustace estaba sentado en la cama de al lado. Hizo todo lo posible por sonreír, pero
la tirantez de su boca delataba su malestar.
—Eso es muy considerado, pero ¿no crees que estás exagerando un poco? No estaba
tan lejos.
—¿Lo estaba?
—Todos estábamos asustados, señorita. Pero todo está bien ahora. Estás de vuelta
donde debes estar.
—Sí, lo estoy.
—¿Tienes sed?
Una voz enfadada procedente del vestíbulo entró en la habitación segundos antes
de que Darcy irrumpiera en ella.
—¿Estás rompiendo conmigo? ¿Por qué? Pensé que estabas feliz de verme.
—Feliz de verte vivo, pero eso es todo. ¿Por qué sigues ofreciéndote para estas
misiones, incluso cuando te pido que no lo hagas? ¿Tienes idea de lo que es quedarse
atrás y preocuparse por si te volveré a ver? Es una tortura. No puedo soportarlo más.
—¿Quieren callarse los dos? —llamó Brune desde el pasillo al mismo tiempo que
Gerdie entraba en la enfermería.
—Gracias a Finn —Le sonrió y luego se subió a la cama para sentarse junto a
Eustace.
Mason pasó por delante de Darcy, que había caído en un mohín silencioso.
—Fate, tienes que prepararte —Mantuvo la voz baja mientras empezaba a quitarse
la armadura chamuscada.
—¿Para qué?
Brune entró antes de que pudiera decir otra palabra. Fate retrocedió horrorizada al
ver a la Gorgona.
—No te preocupes, amor. Ella está de nuestro lado. Al menos por ahora —Finn
murmuró la última parte.
—Bueno, aparte de tener que llevar estas gafas todo el tiempo para no convertiros
en piedra, no es tan malo como parece. Estoy extrañamente tranquila con todo esto,
probablemente porque esto es mejor que ser un zombie cualquier día. Una vez que has
sido un no-muerto, encuentras un nuevo aprecio por estar vivo, independientemente de
lo que parezca.
—Pues no.
Brune levantó las manos y se encogió de hombros.
—Eso no servirá, Brune —dijo Farouk desde el otro extremo de la sala, donde
estaba ocupado instruyendo a los robots médicos. Giró su jaula y avanzó—. No podemos
estar preocupados por un cañón suelto entre nosotros. Tendrá que someterse al encierro
hasta que pueda investigar los efectos completos de tu monstramorfosis.
—Pensamientos blandos y débiles como ése son los que hacen que se mate a la
gente —espetó Brune—. Sabes que nunca debiste traerme de vuelta después de estar
infectada. Soy una amenaza y siempre lo seré. Lo mismo ocurre con tu amiga Jessie. Ella
es el enemigo ahora.
—Oye, yo iba con cuidado con ella. Tuvo suerte de salir con un agujero en la mano
y no en la cabeza.
—¿Y hacer qué? —Preguntó Mason—. ¿Ponerle una tirita antes de que me diera las
gracias y me matara?
Brune entregó sus armas a Mason y le ofreció las manos en la espalda para que la
esposaran.
—No importa, no puedes centrarte en por qué es el enemigo. Sólo tienes que
aceptar que lo es y dejar de pensar en ella como tu amiga.
Eustace le devolvió la mirada con la misma medida de tristeza, pero también había
una pizca de derrota en sus ojos. ¿Creía que ella estaba luchando por una causa perdida?
—Supongo que no —continuó Brune—. Ahora que has perdido a tu apoderada y que
yo he vuelto a quedar fuera de juego, debes estar temiendo tu sentencia de por vida como
Guardiana de la Fortaleza.
Fate miró a Finn, pero no pudo encontrar las palabras para empezar a explicar. Lo
último que quería era arruinar su reencuentro con malas noticias.
—Está encadenada a este lugar hasta que muera —explicó Brune—. Lo que podría
ser más pronto que tarde. Kaliena ha caído, pero no ha salido. Por lo que puedo decir,
acaba de empezar.
Su tono autoritario tomó a Fate por sorpresa. Darcy también parecía sorprendida,
pero era agradable ver que Mason finalmente se mantenía firme. Parecía que los días de
caza de Darcy estaban a punto de llegar a su fin.
—Todos deberíamos dormir un poco —Eustace dirigió una mirada severa a Finn—.
En nuestras respectivas camas.
—Sí, tiene razón. Necesitas descansar. Tendremos mucho tiempo para ponernos al
día después.
Fate se agarró a su brazo con pánico. No quería perderlo de vista ahora que por fin
estaba con ella.
Entonces, ¿por qué se había convertido en el típico padre protector que le hace
pasar un mal rato a su novio? Debería alegrarse por ella. Su corazón se hundió. ¿Por qué
cada vez que tenía un mínimo de felicidad con Finn, ésta se veía ensombrecida por la
confusión? ¿Era demasiado pedir que se le permitiera disfrutar de su reencuentro? Dejó
escapar un suspiro tembloroso cuando comprendió la verdad.
—Me quedaré leyendo hasta que se duerma, señorita. Como solíamos hacer en
aquellas largas noches de invierno junto al fuego de la cabaña cuando estábamos
atrapados en el Bosque de Huesos Retorcidos. ¿Se acuerda? —Le dirigió una sonrisa
colmilluda—. Grandes puntos por adivinar de qué historia se trata antes de que termine
el primer párrafo.
—Había una vez un leñador que vivía al borde de un gran bosque con su mujer y
sus dos hijos. Tenían un niño llamado Hansel y una niña llamada Gretel. La casa de la
familia era muy pequeña.
—¿De verdad?
—No esperaba que la pista llegara tan pronto —Hurgó en las páginas—. Encontraré
otra historia que no tenga el título en las primeras frases.
La agitación de Fate se disipó ligeramente mientras sonreía somnolienta a su
amigo y se reconfortaba con su presencia. Sithias era un suave recordatorio de que, por
muy mal que se pusieran las cosas, siempre encontraban una forma de superar los
problemas, de algún modo, de alguna manera. Quería creer que lo mismo ocurriría en el
futuro. ¿Era demasiado esperar que encontraran una forma de recuperar a Jessie sana y
salva antes de que Kaliena y Wodrid montaran un ataque?
—Ya lo verás —Finn se detuvo y ella sintió que se volvía hacia ella. Sus dedos,
cálidos, le acariciaron la mejilla y luego le acariciaron la cara con suavidad. Apenas pudo
contener su excitación y se quedó quieta, escuchando el sonido de sus pasos
acercándose. El calor de su cuerpo irradiaba calidez mientras su aliento le rozaba
ligeramente la cara. Luego, sus labios se apretaron contra los de ella, suaves pero
insistentes. Su cuerpo se estremeció de necesidad. Se inclinó hacia el beso, para caer en
el aire cuando él se retiró.
—No tenía ni idea de que esto estuviera aquí. ¿Dónde estamos exactamente?
—Estamos al otro lado del santuario. El jardín está situado más allá del eje, así que
cuando los aros giren, nuestra vista de la Fortaleza y del cielo cambiará.
—¿Cómo lo encontraste?
—Creo que sí —Dominado por la emoción, tiró de ella en un firme abrazo, su boca
caliente contra su piel mientras enterraba su cara cerca de la nuca de ella.
Su corazón latía con fuerza y apenas podía respirar. Pasó las manos por los anchos
hombros de él, por la carne esculpida de sus brazos. Sus rodillas se debilitaron con un
torrente de pasión ciega y se derritió contra él.
—Whoa, muchacha. Más despacio —Se aclaró la garganta y dio un paso atrás con
una sonrisa nerviosa.
Alarmada por su repentina vacilación, Fate le miró fijamente a los ojos para ver si
la luz que había en ellos estaba siendo engullida por la oscuridad que le había poseído.
—¿Por qué te contienes entonces? —Ella se acercó, deslizando sus brazos alrededor
de su cintura—. Podemos estar juntos ahora. Hasta el final esta vez.
—Y eso es lo que quiero. Sólo Dios sabe cuánto —Él le apretó la cintura, sus dedos
se clavaron en su espalda, dulces y dolorosos—. No podemos ir más allá de esto. Todavía
no.
La sorpresa dejó a Fate sin palabras. No sabía qué pensar. Eustace nunca había
tenido la charla con ella. Probablemente porque su interés por otros chicos había sido
inexistente hasta... bueno... ahora. No tenía ni idea de que su padre fuera tan anticuado.
Buscó en su rostro.
—Por supuesto.
La aguda puñalada de ira llegó sin previo aviso. Fate estaba furiosa. No iba a
permitir que las reglas puritanas de su padre se interpusieran en su camino. Tendría que
trabajar a su alrededor.
—¿No se supone que pasaste por esta etapa de rebeldía hace unos cuatro o cinco
años?
—Escucha, antes de que te enfades con tu padre, tienes que saber que estoy de
acuerdo con él.
Su corazón se desplomó.
—No, nada de eso. Sólo que no quiere ver a su hija desflorada antes de que esté...
preparada.
—Estoy preparada.
—Cumplo dieciocho años en unos meses. Técnicamente, soy mayor que eso
después de estar atrapada en el Libro de las Fábulas durante seis meses.
—Lo que significa que, si pudiera mantenerme con diez años para siempre, lo haría.
—Es cierto. Pero eso es sólo una parte. Él siente que has estado corriendo con
adrenalina durante tanto tiempo, que estás en constante modo de reacción. No quiere
que te precipites en cosas de las que podrías arrepentirte.
—¿Cómo puedes llamar a esto precipitarse después de todo el tiempo que hemos
estado esperando para estar juntos?
—Eres increíble…
Tomando eso como una invitación abierta, Fate besó el borde de sus labios,
burlándose de él hasta que su boca capturó la suya. El aire se calentó entre ellos,
zumbando con energía. Su boca descendió hasta el cuello de ella, y el húmedo contacto
de su lengua hizo saltar chispas de calor sobre su piel. Recorriendo con las manos las
curvas exteriores de su cuerpo, la levantó de sus pies y la depositó sobre el suave musgo.
El movimiento dominante se apoderó de los sentidos de Fate y su cuerpo respondió por
sí mismo. Flotó fuera de sí misma, mareada, como en un estado hipnótico.
—Vaya, qué lugar más bonito para pasear. ¿No estás de acuerdo, Gerdie?
Fate abrió los ojos, luchando por salir de la espesa niebla del deseo mientras
enfocaba el follaje circundante.
—Sí, qué casualidad —La boca de Gerdie se levantó en una pequeña y sarcástica
sonrisa.
La irritación arañó a Fate, como duendecillos carnívoros que roen sus nervios.
Gerdie se acomodó junto a ella, con una expresión de disculpa.
—No, no le hagas caso. He sido yo. Yo le pedí que estuviera aquí. Sabía que estaría
demasiado débil para quedarme a solas contigo durante mucho tiempo.
—¡Eso no me importa!
—No es así como lo ve tu padre. Tiene que saber que te protegeré a cualquier
precio.
—Lo has hecho y lo has demostrado más de una vez. Le conté a Eustace todo lo que
hiciste por mí y todo a lo que renunciaste.
—No importa. Tengo que demostrar que soy digno de su hija, lo que en última
instancia significa cumplir mi palabra con él.
Un dolor sordo se extendió por el pecho de Fate. Había estado deseando robar unas
horas de alegría para poder olvidar sus problemas. Desde que había recuperado las
fuerzas, se había llenado de un temor inminente. La preocupación por Jessie la
atormentaba. No tenía ni idea de si seguía viva y bajo el control de Kaliena.
Sin mencionar que Kaliena y Wodrid estaban planeando algo horrible. Farouk ya
había confirmado que había perdido contacto con grandes secciones de la Fortaleza. Era
una tortura saber que en cualquier momento podrían activar sus planes y que muy
probablemente involucrarían a Jessie. A Fate le mataba pensar en luchar a muerte
contra su mejor amiga.
Fate apartó la mano y se quedó mirando el sello Guardián que brillaba bajo la piel
de su palma.
—Si hubiera sabido lo solitario y aterrador que sería esto, nunca habría hecho el
juramento. No tienes ni idea de lo mucho que he deseado volver a hacerlo. Pero la vida
no funciona así. Estoy maldita y tengo que centrarme en salvar el universo en lugar de
estar con el amor de mi vida. Así que, con eso en mente, creo que me da derecho a hacer
lo que quiera, cuando quiera durante unas míseras horas de vez en cuando.
—Díselo.
—Pensamos que lo habíamos resuelto la última vez, y mira lo que pasó entonces.
—Es bueno que seas cautelosa, porque aún no puedo prometer nada.
—Porque tenemos que hacerlo —Los ojos de Finn ardían de sentimiento—, No estás
sola en esto. Dondequiera que estés, yo estaré allí. ¿Me oyes?
—Finn...
—No estás sola en este lugar ni en la lucha contra Kaliena y Wodrid —insistió él—.
Lo resolveremos, amor. Todos nosotros, juntos.
—Sí, claro —Sithias empezó a sonreír, cuando una oruga verde con alas de
mariposa del tamaño de un ratón revoloteó frente a su cara. Se agachó con un chillido
asustado.
La presencia de Sithias era, como siempre, divertida y Fate no pudo evitar sonreír.
Su cara de muñeca le devolvió la mirada con el peso suave y medido del adulto que
llevaba dentro.
—¿Ves? Vas a tener que aceptarlo. Estamos aquí mientras tú lo estés —Se puso en
pie y le tendió la mano—. Ahora que hemos resuelto eso, ¿qué tal si vemos si el
simulador de comida puede preparar una pizza medio decente? Con mucho parmesano,
por supuesto.
Y luego estaba Fate. ¿Quién iba a asegurarse de que se mantuviera al tanto de sus
obligaciones? La volvía loca dejar la seguridad de la Fortaleza en manos de una novata
que en un momento tenía la cabeza en las nubes y al siguiente en la depresión. Sobre
todo, cuando Kaliena se hacía cargo de la Fortaleza sección por sección.
Brune se detuvo y pateó la pared. El movimiento brusco hizo que las serpientes que
la rodeaban sisearan.
Farouk se acercó al brillante campo de fuerza y aparcó su jaula. Con unas gafas
para protegerse de su letal mirada de Gorgona, se levantó de su silla y sostuvo una
botella de lo que parecía agua del pantano que se arremolinaba con pequeñas gotas de
luz.
—Tengo la cura —anunció con orgullo—. Y justo a tiempo. Las pruebas de
laboratorio muestran que tu monstramorfosis se está duplicando.
—Siento decir que no —Dijo las palabras, pero no parecía arrepentido. Sus ojos
rasgados brillaban de emoción.
Brune esperó a que la dejara salir. Cuando no hizo ningún movimiento, se acercó al
campo de fuerza.
—¿Sobre qué?
—Como sabes, Kaliena está cerrando mis conectividades con vastas porciones de la
Fortaleza. Esto sólo puede significar que está preparando un ataque.
—Sí, lo sé, pero ¿qué tiene que ver eso con que yo consiga mi cura?
Farouk se acomodó en su silla, cogió un pequeño cepillo y alisó las suaves cerdas
sobre el blanco pelaje de su pecho. Al parecer, deseaba torturarla alargando la
conversación.
La mente de Brune se quedó en blanco, pero sólo por un momento. Un fuego rojo
parpadeó en las pupilas de sus ojos. Algo que Farouk mantenía oculto, a menos que se
sintiera especialmente emprendedor. Era todo lo que ella necesitaba ver para saber lo
que estaba pensando.
—Es la hora.
El pavor recorrió el pecho de Brune.
—Ella gobernó a Jessie usando el Ojo de Dragón, lo que significa que también
puede gobernar la Fortaleza.
—Me gusta pensar que la estoy usando como un incentivo. Piensa en las
oportunidades de juego que te dará la cura. Una vez que estés reestructurada, puedes ser
la apoderada de Fate. Después de que ella se vaya y se lleve a los demás con ella,
volveremos a estar los dos solos. Como debe ser —Sus ojos brillaron con un rojo intenso
mientras se inclinaba hacia delante—. Sabes tan bien como yo que Fate no está
preparada para manejar la guerra que se avecina. Soy el único que puede detener a
Kaliena. Y tú eres la única que sabe cómo encontrar la llave para abrir mi jaula.
Brune lo miró con horror. Si bien era cierto que necesitaban una fuerza lo
suficientemente poderosa como para acabar con Kaliena, ¿cómo podía desatar un mal
cuyo apetito por la travesura, la locura y la carnicería podría destruir todo lo que ella
apreciaba? Farouk había estado enjaulado durante miles de años por una buena razón.
Puede que sea sabio y servicial, pero sólo porque la tecnología infundida mágicamente
en su jaula le obliga a serlo. Si abría la puerta de su jaula, liberaría una pesadilla.
Deseó no haberse topado con la verdad hace tantos años. Al menos entonces, no se
habría enfrentado a una elección tan terrible. ¿Cómo podría, en conciencia, acceder a su
demanda?
Sin embargo, sus ojos se posaron en la botella que estaba a los pies de Farouk y su
deseo de ser normal y recuperar su posición como Guardiana de la Fortaleza llevó su
sentido del bien y del mal al límite.
—Decide ahora o la dejo caer —Dejó que su agarre se deslizara por el cuello de la
botella.
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