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El libro que ahora tienen en sus manos, es el resultado del trabajo final de varias personas
que, sin ningún motivo de lucro, han dedicado su tiempo a traducir y corregir los capítulos
del libro. El motivo por el cual hacemos esto es porque queremos que todos tengan la
oportunidad de leer esta maravillosa historia lo más pronto posible, sin que el idioma sea
una barrera. Como ya se ha mencionado, hemos realizado la traducción sin ningún motivo
de lucro, es por eso que se podrá descargar de forma gratuita y sin problemas.

También les invitamos a que en cuanto este libro salga a la venta en sus países, lo compren.
Recuerden que esto ayuda a la escritora a seguir publicando más libros para nuestro deleite.

¡No subas la historia a Wattpad, ni pantallazos del libro a las redes sociales! Los autores y
editoriales también están allí. No sólo nos veremos afectados nosotros, sino también tú.

¡Disfruten la lectura!
CRÉDITOS

MODERADORAS DEL PROYECTO

Reshi & - Patty

TRADUCTORA
Kasis

CORRECTORAS
Kasis - Patty

FORMATO

DISEÑO DE PDF
Jani LD

LECTURA FINAL
-Patty
CONTENIDO
Capítulo 32: Chiu đuoc
Capítulo 1: Heroína Capítulo 33: Maskaradë
Capítulo 2: Cimarrón Capítulo 34: Sufletul pereche
Capítulo 3: Blackslide Capítulo 35: Rhedeg i ffwrdd
Capítulo 4: Dipendenza Capítulo 36: Upendo ni nuru ya maisha
Capítulo 5: Amizade Capítulo 37: Rohanás
Capítulo 6: Ferveur Capítulo 38: Vznešený
Capítulo 7: Junpu manpan Capítulo 39: Ang Huling Kabanata
Capítulo 8: Réaliser Sobre la Autora
Capítulo 9: Salaisuus TI & SL
Capítulo 10: Kidnappad
Capítulo 11: Liberté
Capítulo 12: Curiosus
Capítulo 13: Broken
Capítulo 14: Remorsus
Capítulo 15: Entrevue
Capítulo 16: Verraten
Capítulo 17: Vapas Karo
Capítulo 18: Opinbera
Capítulo 19: Nar
Capítulo 20: Incandescere
Capítulo 21: Obligación
Capítulo 22: Agwat
Capítulo 23: Al Haqiqah
Capítulo 24: Dit is die moeite werd om aan te hou
Capítulo 25: Pyeonghaeng Segye
Capítulo 26: Murka
Capítulo 27: Xiāoshī
Capítulo 28: Xemethistos
Capítulo 29: Stjålet
Capítulo 30: Novo življenje
Capítulo 31: Josnic
SINOPSIS
se enorgullece de ser inteligente, recatada y correcta. No va en
contra de las reglas de la sociedad y se niega incluso a tomar un trago de tequila. En
otras palabras: Remilgada. Aburrida.

En lugar de divertirse y dejar que su espíritu se libere, pasó casi toda su vida
tratando de ganarse la aprobación de su madre, midiendo la grandeza de su
hermana, y demostrando ser digna del amor y la atención de su novio. Ha estado
mintiéndole a todo el mundo, incluida a ella misma, sobre quién es realmente.

Pero no importa lo que haga, parece que no puede estar a la altura de sus
expectativas. Y entonces se hartó y decidió soltarse. Sólo por una noche. Dejó sus
gafas, sus zapatos bajos, su falda larga y su suéter de puntitos.

Con tacones altos y un vestido que favorecía sus piernas largas y curvas, fue
a un club sola y decidió averiguar cómo era pasar un buen rato. Su noche no podía
ser más perfecta cuando , el soltero más buscado de la ciudad, alias
el playboy más famoso, cayó presa de los encantos que ni siquiera sabía que poseía.
Justin era el barco soñado de toda chica, pero nunca se comprometía con una mujer.
No salía con nadie y no tenía relaciones.

Así que Adrienne pensó que después de esa noche, no tendría que volver a
tratar con él. Él se olvidaría de ella y su noche secreta de diversión estaba a salvo con
él. Pero lo que ella no esperaba es que Justin no la dejaría ir tan fácilmente. Y lo que
se suponía que era sólo una noche con el playboy más buscado de la ciudad se
convirtió en una aventura secreta. A los ojos de sus amigos y familia, ella tenía un
novio llamado Troy. Pero dentro de las paredes de su dormitorio, ella pertenecía a
Justin.

Pero su nueva felicidad se ve amenazada por los secretos que Justin guarda
y el pasado que sus padres le ocultan. Pronto descubrirá que ha estado viviendo su
vida con las intenciones correctas... pero por todas las razones equivocadas1.

JUEGOS DEL DESTINO#1,

1
Título del libro: All the Wrong Reasons
1. Heroína
En latín. Etimología de la palabra:

Adrienne Miller se sentó en su balcón, una tarde de octubre. Ella sólo terminó
de desempacar su ropa y poner todos los muebles en su lugar. Su nuevo apartamento
reflejaba cada parte de su personalidad. Cada jarrón, cada pintura y cada frasco
mostraba su estilo.
Se sentía muy cansada, habiendo pasado el resto del día ordenando y
decorando su nuevo refugio, pero ella estaba feliz. Empleó los servicios de un equipo de
diseño de interiores. Pagó una fortuna, pero como admiraba su diseño minimalista de
blanco, gris y rosa, pensó que todo valía la pena.
Su apartamento estaba en el piso de en medio de un lujoso edificio en un área
de alta gama en Manhattan, a sólo cinco cuadras de su oficina. Era de dos habitaciones
con dos baños tipo suite, un enorme balcón y un armario-vestidor. Colocó una mesa de
cristal con sillas de acero blanco a juego con su balcón que tenía una vista
impresionante de Manhattan.
En el momento en que su agente le mostró el apartamento, ella
inmediatamente se enamoró de él. Era caro, pero era uno de sus sueños. Ella nunca se
permitió otras costosas cosas materiales. Desde hacía algún tiempo, había estado
ahorrando para este apartamento, un lugar donde pasaría el resto de su vida. De
acuerdo con sus amigos, aquí es donde ella se perdería sus años de virgen.
Sí. Tenía veinticinco años. Nunca ha sido tocada y besada con poca frecuencia.
Su novio, Troy Williams, vivía a mil millas de distancia de ella. Llevaban juntos
tres años, pero él vivía en Massachusetts. Mientras que él iba a la escuela de medicina,
ella trabajaba como editora en Manhattan.
Troy era anticuado. Tradicional y todo un caballero. Él nunca le sugirió que se
acostaran juntos y ella estaba agradecida por ello. Adrienne había estado fantaseando
con su primera vez toda su vida. Ella quería que fuera una experiencia intensa. El
hombre, el tiempo y el lugar… todas y cada una de las cosas tenían que ser perfectas.
No quería arrepentirse. Tenía que ser inolvidable. Ella no se aguantó por tanto
tiempo, sólo para ser decepcionada. Ella no tendría sexo sólo por el bien de perder su
virginidad. Quería que fuera electrizante y memorable, para que cuando su cabello se
volviera gris, regresara a ese momento en particular y recordarlo con nada menos que
una sonrisa en su cara.
Tal vez lo haga con Troy algún día, pero hasta que ambos estén listos, Adrienne
se sentía satisfecha dada la forma en que estaban las cosas.
Ella conoció a Troy en una fiesta a la que asistió con su familia. Sus padres eran
amigos de ellos. Adrienne pensó que era lindo y cómodo para estar con él, pero no
exactamente su tipo. Ella normalmente prefería tipos con un borde peligroso, fachada
fresca y una actitud de cuidado-diablo. Pero sabía demasiado bien que hay un alto
precio que pagar por estar con un tipo como ese. Hay demasiado riesgo y Adrienne no
se veía a sí misma como una persona arriesgada. La última cosa que ella quería era
perderse con un tipo que fácilmente se enrollaría con otras chicas. Así que se conformó
con lo seguro, lindo y cómodo. Y Troy, con su cabello rubio oscuro y sus ojos marrones
oscuros, su piel broceada y sus hoyuelos profundos era tan seguro como una manta de
seguridad.
Recordó una de las muchas conversaciones que tuvo con sus amigos sobre
Troy.
Su mejor amigo, Yuan Davis, le dijo una vez—: Deberías pensar mejor de ti
misma. Creo que hay mejores peces en el océano.
Conoció a Yuan en la universidad y han sido mejores amigos desde entonces. Él
es mitad japonés, mitad americano y completamente fabuloso.
Sus amigos pensaban que Troy era demasiado primitivo, demasiado propio. En
otras palabras, demasiado aburrido para ella. Creían que ella se merecía a alguien
mucho más guapo que él. Alguien que pudiera hacerla reír, desafiar su mente, y
animarla a explorar su lado más salvaje.
Adrienne podía entenderlos perfectamente bien. Ella nunca escuchó a Troy
contar un chiste o reírse de uno. Y no parecía tolerar las simples debilidades del
comportamiento humano, incluso cosas temporales como emborracharse, fumar
ocasionalmente, minifaldas o cabello resaltado le irritaban. Él no sabía que la propia
Adrienne había encontrado refugio en un cigarrillo de vez en cuando.
—¡Es como el bombero que siempre regará tu fuego! —dijo su otra mejor
amiga, Jill Durmont—. Tienes un espíritu más salvaje de lo que te gustaría admitir.
Tener a un tipo que pone freno a todo tu estilo no te ayudará a extender tus alas.
Como Yuan, Adrienne también conoció a Jill en la universidad. Es una rubia
pequeña que escribe columnas de chismes en la revista para la que trabaja Adrienne.
Troy espera ser médico algún día, como sus padres. La hermana de Adrienne,
Kimberly, va a la misma escuela de medicina que Troy.
Adrienne nunca podría ser doctora, no importaba lo inteligente que fuera. Ella
no podía soportar ver y oler la sangre. Era la extraña en una familia de médicos. Bueno,
tal vez si no puedes ser uno, entonces cásate con uno. Y tal vez, esa fue la razón por la
que salió con Troy en primer lugar.
Ella tenía una relación rota con su madre. De alguna manera, sintió que su
madre nunca la quiso como a su hermana. Y toda su vida, ella hizo todo lo posible para
ganársela. Pero nunca lo logro. Ni siquiera cuando fue aceptada por las mejores
universidades del país. Ni siquiera cuando se graduó con honores.
En lugar de estar orgullosa, su madre dijo—: ¡Es un programa muy fácil!
Adrienne obtuvo una doble licenciatura en periodismo y en ciencias de la
comunicación. Ella poseía un talento para la escritura. Era la única en su familia que
tenía el don para ello. Su hermana no podía poner un párrafo junto, su madre no podía
entender el contexto de las metáforas y su padre nunca mostró interés en ninguna
forma de literatura. Pero no importaba que tan buena fuera, su familia descartaba sus
logros como si fueran insignificantes.
En la fiesta donde conoció a Troy, su madre le presentó a su hermana primero.
Pero Troy no podía quitarle los ojos de encima. Trató de entablar una conversación con
ella en cada oportunidad que tuvo.
A su madre le debe haber gustado mucho Troy, para que no importará a que
hija invitaba a salir. Al principio, no sabía lo que su madre veía en él. Pero se quedó
demasiado absorta en complacerla que eventualmente se encontró a sí misma
disfrutando también de la compañía de Troy.
Pero ella vivía en Nueva York y él estaba en la escuela de medicina en
Massachusetts. Sus extrañas horas de trabajo y sus pesadas cargas hacían imposible
que se vieran a menudo.
Ellos constantemente hablaban por teléfono, pero sólo se veían una vez al mes,
a veces menos que eso. Sin embargo, se acostumbró a su configuración y pensó que las
llamadas telefónicas y los video-chats eran suficiente para mantenerla segura en su
relación.
¿Qué más podría pedir? Él la amaba. Ella lo amaba a él. Su madre aprobaba
firmemente su relación. Cuando el momento se sintiera bien, tal vez le propondría
matrimonio y ella perdería su virginidad en su noche de bodas. ¿Qué otra cosa podría
ser más perfecta?
Tal vez no era como Jill o las otras mujeres que disfrutaban del sexo y dormían
con sus novios. Ella aceptó sentirse anticuada y preferiría esperar al tipo correcto o al
matrimonio. Sus amigos podrían discutir que sólo lo decía porque Troy nunca le
provocó sentimientos sexuales, pero, ¿y si no era una persona sexual? ¿Y si se sentía
incapaz de sucumbir a la pasión intensa? Además, las conversaciones con Troy siempre
derivaban hacia temas como el VIH, el embarazo adolescente y el aborto. Si no eran
matadores de humor para el sexo, no sabía que podría serlo.
Al igual que sus padres, Troy no aprobaba su trabajo. Conseguir este
departamento le ofreció una forma de mostrarles que podía arreglárselas bien por su
cuenta, aunque no era médico. Encontró una manera de afirmar su independencia y
defenderse, sin importar lo que quisieran hacer o quien querían que fuera ella.
De repente, Adrienne se sintió triste. Hace diez minutos, estaba feliz y contenta
con su vida, pero ahora, no podía evitar sentirse decepcionada. Pensar en Troy y sus
padres tenía ese efecto en ella. No importa lo elegante que pareciera este apartamento,
su madre no lo aprobaría. Pensaría que Adrienne desperdició su dinero. Es cierto, hizo
una gran mella en sus ahorros, y necesitaría años para pagar una hipoteca considerable,
pero ¿cuándo hizo algo arriesgado en su vida?
Sus ojos se desviaron al balcón de sus vecinos. No los había visto y esperaba
que fueran agradables o, al menos, confiables. Ella compartía una pared del dormitorio
con ellos. No sólo eso, la ventana de su dormitorio corría en paralelo a la suya y una
amplia plataforma los conectaba, del tipo que les permiten a los ladrones entrar en su
apartamento a través de la ventana de su dormitorio. Esto era lo único que no le gustaba
de su casa. Todos los días rezaba por no ser vecina de mafiosos.
Escaneó las sillas de acero y la mesa de cristal del balcón junto a la de ella.
Parecían casi iguales, sólo que las de ellos era negra. Bueno, parecía ser que ella y sus
vecinos tenían el mismo gusto.
Se dio cuenta de una botella abandonada de Heineken y un cenicero con colillas
de cigarrillos. Adivinó que al menos un hombre vivía en esa familia. Y lo más probable
es que no haya bebés. Ella creía que, o bien vivía al lado de una pareja o de un soltero.
Es reconfortante saber que nadie se quejaría si organizaba fiestas o si dejaba que sus
amigos se quedaran a dormir, y Yuan decidiera tocar ‘Bette Davis Eyes’ una y otra vez.
Se dio la vuelta y comenzó a regresar a su sala de estar. Justo antes de que
pudiera entrar completamente, atrapó algo de la esquina de su ojo.
Su vecino salió al balcón. Llevaba sólo un par de jeans. Ella miró su torso
perfectamente bronceado. Sus bíceps estaban bien tonificados y se imaginó que tenía al
menos un six pack.
Encendió un cigarrillo y se quedó mirando la hermosa vista de la ciudad,
perdido en sus pensamientos. Su cabello negro azabache estaba despeinado e incluso
desde lejos, podía para ver sus largas y oscuras pestañas.
Mientras miraba su perfil, una sensación de familiaridad la llenó.
¡Dios mío! ¡No puede ser!
Su corazón latía con fuerza dentro de su caja torácica.
Ella lo conocía. Él era... el soltero más buscado de la ciudad de Nueva York...
también conocido como el playboy más famoso de la ciudad.
Justin Adams.
Su mente se apresuró con información sobre él, que ni siquiera sabía que tenía.
Heredero pródigo de Industrias Adams, hijo del magnate de una empresa de
acero y minería. Asquerosamente rico. Pero en lugar de vivir a la sombra de su padre,
él deseaba trazar su propio camino, su propio futuro. Se graduó con un doble grado en
Harvard, con sobresaliente, pero hizo que su padre se enfadara bastante cuando
anunció que no trabajaría para su compañía de inmediato. En cambio, eligió jugar en el
mercado de valores y optó por utilizar su hobby, la fotografía, como un empleo
remunerado.
Trabajaba como fotógrafo independiente para Blush, la revista que también la
empleaba. Era una celebridad en su oficina. Todas las chicas de allí se enamoraban de
él. Incluso Jill no podía dejar de hablar de él, como si fuera un regalo de Dios para las
mujeres o finalmente un hombre que merecía ser llamado uno.
Adrienne era probablemente la única que no quería ir a la cama con él. Ella lo
encontraba intrigante, sí. Pero ella realmente no entendía el alboroto por él.
Se escondió detrás de su cortina y continuó observándolo.
Bien. Él no está mal. No. ¿A quién estoy engañando? ¡Se ve tan guapo como el
mismo diablo!
Suspiró para sí misma. ¡Quizás él valga la pena, después de todo!
Sacó su teléfono de su bolsillo e hizo algunas llamadas mientras estaba de pie
en su balcón. Después de unos minutos, apagó la luz y fue adentro. Ella continuó
mirándolo a través de su ventana. Se puso una camisa blanca, agarró su chaqueta de
cuero y se fue.
Adrienne no pudo evitar sonreír para sí misma.
¡Mi apartamento se volvió aún más interesante!

Unas semanas más tarde, Adrienne se apresuró a cumplir un trabajo el lunes


por la noche. Parte de su trabajo era escribir críticas sobre los establecimientos de
alrededor de la ciudad. Hoy, necesitaba escribir un artículo sobre un nuevo restaurante
en la Quinta Avenida. La comida no era tan buena, los precios no eran tan baratos y el
servicio un poco desorganizado. Pidió una piña colada y dos veces recibió una
margarita.
Ella no quería ser conocida como la perra en la cuadra que podía cerrar un
restaurante decente, pero tampoco no quería comprometer su punto de vista
profesional.
No podía concentrarse en su trabajo. La música desde la residencia de su vecino
era demasiado ruidosa. Además, el hecho de que ella sabía que él se sentaba en el
balcón, jugando al póquer con sus amigos y que podía oír su risa lo hacía aún más difícil
para ella.
Salió al balcón para encender un cigarrillo. Necesitaba urgentemente fumar y
no quería encenderlo dentro de su apartamento. En el momento en que ella salió, se dio
cuenta de que los tipos del otro balcón se quedaron en silencio. Ella de repente se sintió
cohibida.
Respiraciones profundas. Respiraciones profundas.
Necesitaba calmarse. Es una mujer segura de sí misma y tiene un novio. Sus
rodillas no deberían convertirse en gelatina sólo porque pensaba que los playboys de
Manhattan habían empezado a examinar sus largas piernas.
Justo entonces, sonó su teléfono.
¡Gracias Dios!
Necesitaba una distracción. Ansiaba pensar en cualquier otra cosa que en su
diabólico y guapo vecino.
—Hola cariño, ¿cómo estás? Soy Troy.
—Estoy de buen humor... —ella respondió, incapaz de decidir si decir ‘bien’ o
‘genial’.
—¿Qué?
¡Maldita sea!
—Estoy bien. Quise decir que estoy bien. ¿Y qué hay de ti? ¿Cómo estás?
—No está mal. Anoche salí con Kim. Ella es mi tutora designada ahora —dijo
entre risas.
—Estará encantada de ayudarte. A nuestra madre le gustas.
—Y soy un tipo con suerte, ¿no?
—Hmmm...
Troy siguió con su cita de estudio con Kimberly y ella no pudo concentrarse en
lo que estaba diciendo. Está escuchando términos médicos que no necesitaba saber.
Tenía demasiadas cosas en la cabeza… la horrible comida, el restaurante cuya existencia
estaba a punto de terminar en unas pocas horas, y ¡maldita sea! Parece que no puede
quitarse de la cabeza a cierto demonio de cabello oscuro.
Distraídamente, dejó escapar un gemido.
—¿Qué? —preguntó Troy. Aparentemente, no pensó que su monólogo sobre la
clamidia mereciera un gemido—. ¿Qué estás haciendo? ¿Estás con alguien?
—¡Estoy sola! —respondió. Debió haber sonado demasiado a la defensiva
porque Troy no le creyó... pero ella ni siquiera había mentido. Estaba sola. Sin embargo,
los seres humanos más cercanos que vivían y respiraban, se sentaron a unos tres metros
de distancia de ella.
—Suenas distraída. No parecía que me estuvieras escuchando en absoluto.
—Troy, por favor, dame un respiro. Acabo de recordar que este restaurante
probablemente cerrará en unas pocas horas debido a una horrible descripción que
estoy pensando en escribir y no quiero hacerlo. Por eso me quejé.
Troy se quedó en silencio durante unos segundos. Luego añadió—: ¿Estás
segura?
Ella dejó salir un suspiro frustrado. Luego apagó su cigarrillo y se las arregló
para volver a su sala de estar. Al ponerse al más allá de cualquiera que pudiera verla,
encontró su enfoque.
—Sí, estoy segura. Vamos. Eres mi primer novio. Ni pensé en incluso salir con
alguien en serio antes de conocerte. ¿Cuándo te he dado una razón para dudar de mí?
Siempre sintió que Troy no confiaba lo suficiente en ella. Como si tuviera esta
reputación de ser una puta que todo el mundo conocía menos él.
Cada vez que salía con sus amigos y él podía oír la música de fondo, le
preguntaba con quién estaba, antes de preguntarle a Jill y Yuan, también, para jurar
sobre las tumbas de sus parientes muertos que sólo ellos tres estaban juntos. Nadie
más.
Al principio, ella consideró bastante dulce que él se sintiera posesivo o celoso.
Después de todo, eso podría indicar cuánto no quería perderla. Recientemente, sin
embargo, decidió que se había convertido en demasiado para encargarse. Necesitaba
decirle dónde estaba en todo momento y hacer el recuento de los amigos. Había
comenzado a meterse bajo su piel.
—No es que... yo sólo... te extraño. Y eres hermosa, Adrienne. Estoy seguro de
que muchos chicos se te insinuarán.
—¿Y eso significa, que me acostaré con cada tipo que realmente muestra
interés en mí?
—No. Sé que no eres así. Y eso es lo que me gusta de ti. Eres... anticuada —luego
continuó con su monólogo médico otra vez. Pensó que se había dormido en el sofá
después de 30 segundos. Entonces, finalmente, se despidió.
—Te amo, cariño —dijo.
—Yo también te amo.
Después de que colgó el teléfono, pensó. Troy es bueno para mí. Él va a ser un
buen marido algún día. Vamos a ser felices. Hemos estado juntos durante tres años, no
está consiguiendo nada, pero no me ha engañado y no ha terminado conmigo.
Al final de la noche, se las arregló para escribir una crítica no tan mala del
restaurante. Destacó sus puntos fuertes, el gran ambiente y una cara vajilla china. Sin
embargo, no tuvo más remedio que mencionar que podían ser mejores poniendo menos
salsa de soja y una sonrisa en los camareros en su largo camino. Terminó el artículo de
mil palabras en medio del colectivo musical de soul que sonaba en la habitación de
Justin Adams, como si no supiera que tenía algún vecino.
Al día siguiente, almorzó con sus mejores amigos. Yuan trabajaba en el edificio
junto al de ella y el de Jill y todos ellos trabajaban en horarios flexibles que podían
reunirse para el almuerzo y el café con bastante facilidad.
—¿Cómo está Troy? —preguntó Jill.
Se encogió de hombros. —Tiene citas de estudio con Kim.
Jill levantó su ceja hacia ella.
—Se merecen el uno al otro, ya sabes —dijo Yuan descaradamente.
—¡Yuan! —siseó Jill.
—¿Qué? —preguntó despreocupadamente—. Vamos, Yen. No es que quiera
que estés celosa. Sólo creo que te mereces una vida amorosa más excitante que salir con
un tipo que pasa más tiempo con tu hermana. ¿Cuánto tiempo va a seguir esto así?
—Yuan tiene razón, Yen. Creo que tú también te mereces algo mejor. ¡Y tú eres
quien necesita urgentemente un cambio de imagen! Podrías usar algo de maquillaje y
un mejor ajuste de ropa. Y por el amor de Dios, ¿no has oído hablar de los lentes de
contacto? ¿O de la cirugía láser? —Jill se puso sus gafas.
—¡Ouch! —Adrienne le dio a Jill una mirada molesta. Ella había empezado a
molestarse con ellos diciéndole que es hermosa, pero podría ser muy más bonita si sólo
se esforzará más en su apariencia.
Pensaba que no era fea, pero tampoco era una supermodelo bonita. Tenía el
cabello castaño oscuro con algunas mechas rojizas. Se veía como esas chicas que fueron
al salón a hacerse mechas rojas, sólo que las suyas eran naturales. Tenía unos
expresivos ojos verdes. No hacía dieta ni ejercicio regularmente, pero poseía curvas en
los lugares adecuados. Ella estaba bien, y eso es como ella lo quería.
Renunció a la esperanza de tratar de verse bonita. Después de la pubertad, ella
hizo algún esfuerzo, pero según su madre, Adrienne no es fea realmente, pero Kimberly
tiene la verdadera belleza y el cerebro de la familia.
Bueno, si tu propia madre no pensaba que eras guapa, ¿quién más lo haría?
De hecho, la única persona que la hizo sentir hermosa fue Troy, cuando su
madre le presentó a Kimberly, esperando que se llevaran bien. Sin embargo, pidió el
número de Adrienne porque, dijo, que no pudo sacar ese hermoso rostro fuera de su
mente. Cuando empezó a salir con Troy, hizo sentir a su madre orgullosa por primera y
última vez.
Tal vez Adrienne no podía romper con Troy por esta misma razón, no
importaba cuántas veces sus amigos le hayan dicho que lo haga. No importa cómo
muchas veces ella sintió que en realidad podrían tener razón. Troy parecía como el
único logro que había tenido, hasta donde su madre creía.
—Por cierto, chicos, he visto a Justin Adams en la oficina esta mañana. ¡Qué
snob es ese tipo! Intenté mirarle a los ojos cuando pasamos cada uno al lado del otro en
el pasillo y fue como si no me viera en absoluto. ¡Pero Dios! ¡Él parece delicioso! —dijo
Jill, que era un sueño.
—¿Cómo podrías mirarlo a los ojos? ¿No tiene siempre ese par de gafas de sol?
—Adrienne se lo dijo con naturalidad.
Yuan se rio y Jill la miró con desprecio. Adrienne le sonrió con culpa. —Lo
siento, continúa con tu historia.
—Bueno, no hay nada más. Sólo digo que lo he visto esta mañana. Eso es todo.
—Bueno, estoy segura de que puedes desmayarte delante de él y aun así no te
miraría —dijo Adrienne—. Los dioses no se mezclan con nosotros los simples mortales.
Y Justin Adams cree que es un dios.
—Bueno, no es el único que piensa eso —sonrió Yuan con orgullo—. Hay
muchos de nosotros que no estaríamos en desacuerdo.
Adrienne puso los ojos en blanco y gimió. Quería decirles a sus amigos sobre su
nuevo vecino de al lado. Pero después de escuchar lo obsesionados que estaban con él,
ella decidió no informarles. Al menos no todavía. Ella sabía en el momento en que se lo
dijera, tendrían una vigilancia en su apartamento. No le importaba tenerlos en casa. No
quería que Justin Adams se diera cuenta que su vecina y sus amigos lo observaban en
su propio refugio privado como un pez dorado en una pecera.
No quería que él fuera consciente de su presencia, no de la forma en que ella se
había vuelto tan consciente de la suya. Y odiaba sentirse así. Tenía un novio. Él la ama.
Su relación era segura y fluida. La última cosa que quería era caer presa en una red de
un jugador y arriesgarse a que él rompiera su corazón en el proceso.
Pero de alguna manera se encontró a sí misma observándolo cuando ambos
estaban en casa. Aunque odiaba admitirlo, lo encontraba excitante. Ella se recordó a sí
misma que había una delgada línea entre la observación y el acecho... curioso vs loco.
En unas pocas semanas, se dio cuenta de que Justin dormía hasta las doce del
mediodía los fines de semana. Los días de semana, estaría ocupado con su móvil mucho
antes de que ella se levantara y él volvía a casa a las siete de la tarde. A veces tenía
amigos que venían a jugar póquer o a beber en su balcón. Otras veces, salía a las nueve
de la noche y volvía alrededor de la una de la mañana de manera que se duchaba y luego
se iba a la cama. Justin probablemente se duchaba tres veces al día y Adrienne lo
encontró demasiado adorable. Se preguntaba a que olía.
Después de su almuerzo con Yuan y Jill, volvió a su escritorio sintiéndose
inspirada. Empezó a escribir en su portátil y se encontró componiendo una trama. Hizo
un dibujo con palabras. Creó un rebelde de cabello oscuro con un cuerpo magnífico,
bien esculpido como una obra maestra de una estatua de mármol. Ella hizo a su heroína
una princesa de ojos verdes y cabello marrón cobrizo con una reina madrastra malvada
y una encantadora, pero vil hermanastra.
Adrienne estaba entusiasmada con su nuevo proyecto. Había pasado un tiempo
desde que escribió una historia. Cuando era más joven, había escrito varias novelas
románticas. Así es como supo que sería escritora y haría una carrera fuera de eso.
Hizo malabares entre escribir su novela y cumplir con sus plazos para Blush. Se
saltó las pausas para el café con Jill y otras chicas de la oficina. De todas formas, de lo
único que hablaban era de Justin Adams. Y ella no necesitaba oír hablar de él. Toda la
información que necesitaba en ese momento se podría encontrar al lado de ella.
—Vamos, Yen. Salgamos a comer. ¡Estamos celebrando!
—¿Por qué?
—¡Jada está enferma! Y esa señora ha soportado la gripe, la tos, la fiebre y todo
tipo de cosas. Ella es una persona dura. Y ahora, finalmente, pidió una licencia por
enfermedad.
—Lo siento. No me gusta Jada tanto como a ti, pero no, no me siento como para
hacer una fiesta sólo porque no está en condiciones. Pero ustedes, chicas, tienen que
divertirse, ¿ok?
Jill puso los ojos en blanco. —No eres divertida —dijo—. Está bien. Traeré de
vuelta un waffle.
Tan pronto como Jill se fue, Adrienne comenzó a trabajar en su novela una vez
y otra vez. Había una escena en su cabeza que no podía esperar a poner en palabras.
Pronto, sus ojos se cansaron de mirar demasiado tiempo su pantalla. Se puso
de pie de su asiento para estirar los brazos. En ese momento, vio una figura caminando
desde la sala de los artistas gráficos hacia el pasillo frente a ella. Él estaba usando un
par de lentes y una chaqueta de cuero sobre una camisa blanca. Se giró hacia ella y una
ceja se alzó. Luego la comisura de sus labios ligeramente apareció. Adrienne parpadeó.
Cuando ella abrió los ojos de nuevo, él se había ido.
¿Realmente le sonrió?
Adrienne miró a su alrededor una vez más. Parecía bastante segura de que
estaba sola. Nadie ocupaba ninguno de los otros cubículos que la rodeaban.
Su boca apareció cuando la miró. Esa es una sonrisa, ¿verdad?
Ella gimió.
Entonces ¿y si él sonrió?
Lo último que quería era estar obsesionada con un tipo al que la mitad de
Manhattan ya ha adulado. ¡Ya estaba escribiendo un personaje inspirado en él, por el
amor de Dios!
Más tarde esa noche, se encontró con Yuan y Jill para cenar. Necesitaba un
descanso de la escritura y esperar a que le vinieran más ideas a la cabeza e inspiración
para escribir y atacar de nuevo.
—¿Cómo es que Justin Adams no tiene novia? —ella hizo la pregunta durante
el postre.
Jill se encogió de hombros. —¿Está jugando en el campo?
—Es demasiado esnob —sugirió Yuan—. No vale la pena comprometerse con
nadie, a menos que sea de la realeza, por supuesto.
—Entonces, ¿qué está haciendo en Nueva York? Debería ir a Europa si quiere
conocer a una chica noble —dijo Adrienne.
—Bueno, sabemos que se pone a disposición constantemente. Está saliendo
alrededor. Se rumora que ha salido con modelos y algunos miembros de la clase élite.
Pero su nombre no se relacionará con estas chicas por más de dos semanas. Después de
eso, se va. Se fue. Luego, después de unas semanas de estar soltero, se le verá saliendo
con otra mujer, normalmente más guapa o más rica, y el ciclo comienza de nuevo —dijo
Yuan.
—Es un playboy —comenzó Jill—. No puede comprometerse. Como si fuera a
dejar a estas mujeres después de dos o tres citas. Luego pasaría a las mortales
superiores.
Adrienne prestó atención a lo que decían. Ella quería recoger algunas ideas
para usarlas en su novela.
—¿Y si no es realmente un jugador? —preguntó Adrienne, pensando fuerte—.
¿Y si no se compromete porque… no puede comprometerse?
No puede hacer que su personaje masculino duerma con todo lo que camina
con una falda porque no pudo controlar sus impulsos. ¡Uno, porque, hola herpes! Y dos,
¿qué mujer se enamoraría realmente de un tipo que se acuesta con una mujer y luego
se olvida de ella después de unas cuantas pocas jorobas? ¿Y quién compraría un libro si
el protagonista masculino se siente como un caso perdido? Si no hay esperanza de que
se enamore, la trama no puede llevar a ningún sitio bueno ¿o puede?
—Sabes, tal vez tengas razón —reflexionó Yuan—. Tal vez no es culpa de Justin
el que no tenga una relación estable. Tal vez él está secretamente comprometido con
una heredera. Conoces esos arreglos de negocios. Creo que los ricos y poderosos aún
hacen eso.
Una idea apareció en la cabeza de Adrienne. ¿Y si su personaje masculino
estuviera ya comprometido previamente a través de un matrimonio arreglado por sus
padres? Un matrimonio por conveniencia diseñado para fusionar dos imperios y
mantener la fortuna en sus familias.
La sonrisa de Adrienne se amplió. Ella no podía esperar para ir a casa y
empezar escribir de nuevo.
Se fue a casa a medianoche. Entró en el ascensor y presionó su piso. La puerta
se cerró, pero después de una fracción de segundo, se abrió de nuevo. Entonces un
hombre de cabello oscuro entró en el ascensor. Su aliento se quedó atrapado en su
garganta.
Él olía a loción de afeitar. Masculino y fresco. Llevaba un par de gafas con estilo
y teñidas de amarillo. Justin siempre usaba gafas de sol, incluso por la noche, como si
quisiera mantener sus ojos en secreto para el mundo. Las que se puso esta noche
parecían ligeramente teñidas de amarillo, diseñadas para reducir el resplandor durante
la conducción nocturna. Aun así, lograron ocultar el color de sus ojos.
Adrienne quería desesperadamente saber cuál era su color de ojos. Ella había
sacado a su lado rebelde después de la aparición física de Justin. Dejó fuera el color de
ojos del personaje porque no tenía ni idea del color de sus ojos. Incluso ahora, no podía
ver lo que había bajo esas sombras de color.
Mientras el ascensor subía a su piso, Justin ni siquiera giró hacia ella o
reconoció su presencia de alguna manera. Él miró hacia adelante como si estuviera solo
todo el tiempo. Ella debe haber imaginado que le sonrió en Blush ese día más temprano.
Cuando la puerta del ascensor se abre, la sostiene y le indica que ella vaya
delante de él consciente de su presencia.
Bueno, al menos es un caballero.
Adrienne caminó rápido delante de él y nunca miró atrás.
Después de dos semanas de actuar como una acosadora psicótica, Adrienne
había progresado en la mitad de su novela. Encontró tiempo para escribir entre las
piezas que tuvo que presentar para Blush.
Ella estaba escribiendo una vaporosa escena entre su rebelde y su heroína
cuando Jada, que recientemente había vuelto al trabajo, le pidió que fuera a su oficina.
Se quejó cuando se levantó de su asiento.
¿Qué es lo que quiere el Diablo en Prada ahora?
—¿Llamaste? —preguntó tan pronto como entró en la oficina de su jefa de piso.
Jada le dio un boleto.
Gypsys: Una iluminación. Gran inauguración.
—¿Qué es esto?
—¿Un bar? —dijo Jada, mirándola como si estuviera loca.
—Okay. ¿Qué quieres que haga?
—Ya que estás a cargo de los reportajes y eventos, quiero que vayas y escribas
sobre ellos para nuestro próximo número. O... ¿no es eso lo que haces?
—¿Crees que tengo algo con que comparar esto? ¿Te parece que voy a clubes?
Jada miró fijamente su falda larga y su blusa de punto. Luego le sacudió cabeza.
—No, cariño. Te ves cómo alguien que nunca se le permitiría entrar en los clubes.
Adrienne mordió una respuesta venenosa. ¿Cuál era el punto, de todos modos?
No había discusión con Jada una vez que se puso a pensar en algo. Adrienne miró
fijamente el billete que tenía en la mano.
El pie de foto decía: Reunión exclusiva.
—¿Y tengo que ir sola?
Jada levantó la frente. —Bueno, sólo tengo un boleto.
—No esperas que baile, ¿verdad?
Jada se encogió de hombros y se quitó el cabello largo y liso de su hombro. —
Bueno, espero que digas algo sobre la pista de baile, las luces, la música, la multitud. Si
pudieras escribir sobre eso de pie junto al portero, entonces golpéate a ti misma afuera.
Adrienne dejó escapar un suspiro frustrado. —¿Quieres decir, que quieres que
vaya a un club y escriba una reseña muy precisa de mi experiencia, y para mi ¿debería
bailar… sola, ya que solo me diste una entrada?
—Ahí lo tienes. Siempre fuiste una de mis empleadas más brillantes. Ahora,
vete —dijo Jada.
Adrienne puso los ojos en blanco y se giró para irse.
—Adrienne, querida... —llamó Jada.
—¿Sí?
—Si te vistes esta noche de la forma en que usualmente lo haces... —Ella la miró
de la cabeza a los pies y añadió—. Tú estarás bailando sola.
Adrienne miró su ropa. Su falda larga y blusa tejida se veían muy profesional.
Su cabello estaba recogido en una cola de caballo y ella usaba lentes. ¿Qué hay de malo
en parecer inteligente y seria?
—¿Qué tipo de club es este de todos modos? No es un club de striptease,
¿verdad?
Jada soltó una risa sensual. —Por supuesto que no, querida. Y no te preocupes.
Hare que Jacob envíe algo para que te pongas esta noche.
—No es necesario —argumentó.
Jada sacudió la cabeza. —Vamos, Adrienne. No quiero que te veas como si
hubieras ido a escribir un artículo sobre ellos.
—Pero voy a ir allí sólo para poder escribir sobre ellos.
Jada agitó la cabeza. —Quiero que te mezcles. Tienes que confiar en el gusto de
Jacob, querida.
Puso sus ojos en blanco otra vez y salió corriendo de la oficina de Jada,
temblando su cabeza en la incredulidad. En su prisa, corrió directamente hacia una
superficie dura que olía a loción de afeitar, fresca y masculina.
—Tómalo con calma, cariño —dijo una voz masculina, y Adrienne sintió un
fuerte par de brazos envolviendo su cintura para equilibrarla.
Sus cejas se levantaron y luego lentamente le dio una sonrisa torcida. —Lo
siento mucho —ella dijo con brusquedad y luego se alejó de él, y caminó hacia su
escritorio.
Se sentía agradecida de poder seguir caminando en línea recta. Empezó a
temblar y se dio cuenta de que todos sus nervios habían cobrado vida en el momento
que su cuerpo tocó el de él y sus brazos la rodearon.
De repente se sintió embriagada. Eso nunca le había sucedido antes. Como si
hubiera estado cargada eléctricamente. Su pulso se aceleró y su corazón golpeaba
dentro de su pecho. Pero al mismo tiempo, el recuerdo de sus brazos alrededor de ella
parecía cálido y cómodo.
No podía explicar la sensación, pero de alguna manera, algo de repente cobró
vida dentro de ella.
2. Cimarrón
Español. Significa salvaje o

—Hola Adrienne, soy mamá —dijo la madre de Adrienne por teléfono.


—Hola mamá. ¿Cómo estás? —preguntó alegremente. Cada vez que ella tiene
una llamada de su madre, se esfuerza por sonar más alegre. Era probablemente un
mecanismo de defensa porque sabía cómo estas conversaciones siempre terminaban.
En la miseria
—¡Estoy maravillosa, querida! Acabo de recibir las mejores noticias. Kimmy
consiguió entrar en Massachusetts General —Adrienne podía decir que su madre
estaba en la luna—. No es fácil, ya sabes. Tienes que ser muy inteligente para ser
aceptado allí. Estoy tan orgullosa de tu hermana
—¡Eso es genial! Será una buena credencial para ella —estuvo de acuerdo
Adrienne.
—Lo sé —dijo su madre—. Pero estoy preocupada por ti, Adrienne. Kimmy va
a estar preparada para la vida. Tiene todo a su favor. Pero tú... tú deberías empezar a
repensar tu carrera. Escribir no es realmente una vaca de efectivo.
¡Aquí vamos de nuevo!
—Sólo porque Kimmy es la inteligente, no significa que será la única que tendrá
un futuro brillante. ¿Por qué no empiezas como secretaria de una gran empresa? O
podrías buscar en la radiodifusión.
Adrienne se quedó en silencio.
—Cada vez que mis amigos me preguntan a qué te dedicas, no sé qué decir.
Quiero decir, no puedo decirles que vas por la comida rápida de Manhattan y bares, y
escribes ensayos para que te paguen por palabras.
—Mamá, no me pagan por palabra. En realidad, me va bien. ¡Creo que soy una
de las escritoras de revistas mejor pagadas del mundo! —Ella giro sus ojos. Sin
embargo, no estaba segura de que eso fuera cierto. Pero le pagaban bastante bien y le
encantaba su trabajo, incluso con Jada como su jefa. Desafortunadamente, su familia no
lo veía de esa manera.
—¿Y qué es esto que escuche sobre que compraste un apartamento? Kimmy
dijo que está ubicado en una calle de lujo ¿En que estabas pensando? ¿Crees que puedes
pagar una hipoteca que se paga con palabras? Tu carrera no es estable. Ni siquiera
trabajas para un gran periódico. Tienes que rezar para que suficientes mujeres
vanidosas se queden en Manhattan y puedas mantener tu trabajo. No es algo de lo que
me enorgullecería hablar con la madre de Troy.
Una lágrima rodó por la mejilla de Adrienne.
—Mamá —Ella tragó con fuerza, tratando de calmar su voz, como si no le
afectara lo que su madre acaba de decir—. Llego tarde a una reunión, pero fue un placer
hablar contigo.
—Muy bien, querida. Llama a Kimmy uno de estos días. Felicítala. Estoy segura
de que Troy también entrará en un buen hospital ya que está pasando el tiempo con
Kimberly. Ella le dará muchos consejos. Ok, adiós.
No tenía sentido luchar contra las lágrimas tan pronto como ella colgó el
teléfono. Ella ha intentado toda su vida en ganar el amor y el respeto de su madre. Pero
no importaba lo que dijera o hiciera, Kimberly era todo lo que veía. Ella no quería
competir con su hermana. Pero, ¿era demasiado pedir sólo un poco de aprobación de la
mujer quien debería haber contado como su mayor fan?
Marcó el número de Troy.
—Hola, Yen. ¿has oído las noticias? Kimberly acaba de entrar en Massachusetts
General. ¡Eso es maravilloso! Estoy tan orgulloso de ella.
—Sí, lo he oído.
—Mis padres perecen tan sorprendidos. No sabían lo inteligente que realmente
era hasta ahora. No dejaban de decirme lo afortunado que iba ser su novio.
Adrienne respiró hondo. Sintió que fue un error llamar Troy. Ahora, se sentía
más pequeña que hace un minuto.
—Troy, ¿desearías que ella fuera tu novia en vez de mí? —ella no pudo evitar
preguntar. Después de todo, su madre le presentó a Troy primero Kim, esperando que
se llevaran bien.
Troy no respondió de inmediato.
¡Ooopppsss! ¿No era un buen momento para respirar profundamente y pensar,
verdad, Troy?
Finalmente, él preguntó—: ¿De qué estás hablando, Adrienne? ¿Estás celosa de
Kimberly? ¿Es porque ella está recibiendo mucha atención y tú no? Bueno, no me lo
digas a mí. No es mi culpa que tu hermana lo esté haciendo bien y que su futuro sea más
brillante que el tuyo.
—¡Joder, Troy! Sólo preguntaba. ¡Es que no siento particularmente que tú veas
lo mejor de mí! No me haces sentir que me aprecias. ¡Noticias flash! ¡Eso es lo que hacen
los novios
—Te amo, Yen. Pero si quieres mi opinión honesta, sí, no estoy especialmente
orgulloso de la carrera que has elegido. Creo que podrías hacerlo mejor. ¿Está bien? ¿Es
eso lo que querías oír?
Adrienne no podía responder, aunque quisiera. Las lágrimas estaban bajando
por sus mejillas. Esperaba que se disculpara y se retractara lo que dijo. Pero en vez de
eso, él dijo—: ¡Hablemos cuando estés de mejor ánimo!
Luego colgó.
Adrienne se quedó de pie en medio de su sala, sin palabras. Ella sintió la
necesidad de tirar las cosas al suelo, empezando por el teléfono inalámbrico.
Nadie la apreciaba, y aun así no había hecho nada más que complacerlos. Ella
siempre había sido una santurrona porque pensaba que haría a su madre sentirse
orgullosa.
Salió con Troy porque eso hizo feliz a su madre. Ahora, ella comenzó a
preguntarse ¿si realmente aceptó salir con Troy porque encontró en él algo interesante?
¿Realmente estaba enamorada de él? ¿O estaba enamorada de la idea de estar
enamorada de un tipo que su madre aprobada totalmente? ¿Era Troy su novio porque
se adaptaba a toda la farsa que su mamá orgullosa había montado durante más de una
década?
¿Alguna vez ha hecho algo para ser feliz? ¿O ha desperdició años de su vida
tratando de complacer a la gente que la rodeaba, que no tenía ni idea de quién era y no
le importaba en absoluto lo que la haría feliz?
Se miró en el espejo. Sus ojos parecían hinchados y tenía marcas de rimel en
sus mejillas. Todavía llevaba un par de vaqueros ajustados y una blusa blanca de
Sabrina.
Jacob arregló un traje para que ella lo usara en la inauguración de Gypsys, pero
ni siquiera había abierto la bolsa que le dio.
Reprodujo las conversaciones que tuvo con Troy y su madre. Pensó que ya se
sentía triste, pero cada vez, se encontraba más enojada.
Estaba enfadada con su madre por no tratarla con justicia. Ella estaba enfadada
con su padre por no haberla defendido. Estaba enfadada con Kimberly por competir con
ella todo el tiempo. Estaba enfadada con Troy por no ser su apoyo, por no ver lo buena
en lo que era y en lo que hacía.
Estaba enfadada consigo misma por tolerarlos a todos ellos... por defraudarse
a sí misma… por tolerar esa mierda durante más de la mitad de su vida.
¿Cuándo voy a empezar a dar pelea?
Cerró los ojos por un momento.
¡Basta!
Ella apretó los puños y pensó: ¡Ya he tenido suficiente!
Se quitó los pantalones y la blusa justo ahí, en medio de la sala de estar. Luego
abrió la bolsa que Jacob le dio. Sacó el par de pantalones blancos de Armani y el top rojo
que Jacob preparó para ella. Los jeans abrazaban sus caderas a la perfección y la parte
superior se aferraba a su cuerpo cómodamente. La parte posterior del top sin mangas
estaba hecha de cuerdas entrecruzadas dando un toque falso de su espalda desnuda. La
blusa no permitía un sujetador, pero el material era lo suficientemente grueso como
para que se sintiera cómoda. Finalmente, usó un par de sandalias rojas de tacón alto.
Se miró en el espejo. Se veía diferente. Tenía que admitir que Jacob tenía
talento.
Se deshizo de su cola de caballo y se peinó su largo cabello liso. Ella se puso
sombra de ojos y rímel negro, luego acentuó sus pómulos altos con un rubor rosado y
lápiz labial rojo. Ella llevaba pendientes de aro en oro, una pulsera brillante y collar a
juego que Jacob agrego para complementar el atuendo.
Una vez terminado, se sonrió a sí misma. Parecía un demonio en búsqueda de
sangre. Se dio cuenta de que podía ser caliente si así lo deseaba.
Tomó un taxi a Gypsys. Decidió que ya no le importaba. Lo intentó lo mejor que
pudo y hasta ahora, su madre y Troy nunca la miraron de manera diferente. Ella nunca
sería tan grande como Kimberly y ellos nunca la respetarían tanto, así que ¿por qué
morir en el intento?
Por ahora, quería sentirse libre. Quería hacer algo aventurero por sí misma.
Recordó que cuando era más joven. llevaba en su interior un espíritu angustiado y
embrujado. Su madre rápidamente apagó cualquier fuego dentro de ella. Ahora, ella
quería que el espíritu de su interior saliera. Incluso por solo una noche.
Sólo por esta noche, no quería ser la primitiva, apropiada y aburrida Adrienne
que su madre creó. Ella quería explorar. ¡Ser libre, ser salvaje! Ella desataría ese espíritu
que estaba gritando para salir.
Sólo por esta noche, ella viviría de la manera más alejada de Kimberly como sea
posible. Porque esta noche, ella existiría como su propia mujer. Y ella era lo
suficientemente caliente, lo suficientemente genial siendo sólo ella misma.
Fue a Gypsys en una misión. Agradeció en silencio a Jada por insistir en que
fuera allí y se vistiera algo atrevida. Ella quería besar Jacob por tener el momento
perfecto y el traje perfecto para su pequeña rebelión.
Ella aseguró un lugar en la barra. Luego bailó y bebió. No le importaba que
estuviera sola. Se sentía libre. Se sentía hermosa. Ya no actuaba sólo por el hecho de
escribir un artículo sobre Gypsys. Ella hizo esto para sí misma. Y no le importaba lo que
otras personas dijeran o pensaran.
Pidió otro trago de tequila.
—Ese trago va por mi cuenta —escuchó a alguien a su lado decirle al cantinero.
—Puedo pagar mi propia bebida, jefe —respondió en una voz molesta, mirando
al tipo que está a su lado.
De repente, el mundo se detuvo.
El tipo la miró con el par de ojos azules de cristal más fascinante que había
visto.
—Lo sé. Pero, aun así, eso no me impedirá que te compre una bebida —
afirmaba con confianza.
No respondió. Sólo se sentó allí y... miró fijamente.
Él le sonrió. —No pareces del tipo de tequila.
Ella se sacudió a sí misma de vuelta a la realidad. —En realidad no lo soy.
Además, ¿quién eres tú para preocuparte? —Ella le dio la espalda y fingió no conocerlo.
Sus labios se curvaron en una sonrisa torcida. Él le extendió la mano. —Justin
Adams.
Ella sólo miró su mano extendida. —Encantada de conocerte, Justin Adams —
Se dio la vuelta para beber su tequila directamente. El mundo se estremeció, pero se
mantuvo firme. No quería hacer el ridículo en frente del soltero más codiciado de la
ciudad.
Retiró su mano e hizo un gesto al camarero para que le trajera una cerveza. La
diversión parecía estar escrita en su cara. Luego preguntó—: ¿No me dirás tu nombre?
¿Lo haría? Más importante aún ¿iba a recordarlo? Chicos como Justin Adams a
menudo fingían estar interesados en una chica sólo para entrar en sus pantalones. Se
sentía cien por ciento segura de que él nunca la recordaría o a su nombre por la mañana.
Así que no importaba realmente el nombre que le diera a él.
—Jamila McBride —dijo—. Puedes llamarme... Jam.
Se estaba riendo de su propia broma personal. La miró fijamente durante un
momento y luego sonrió.
—Encantado de conocerte, Hermosa —dijo.
—¿Qué?
—Jamila, en árabe significa hermosa.
—Lo que sea. Como dije, prefiero Jam, que significa problemas o caos en inglés
—Tomó otro trago de tequila directamente.
Él levantó una ceja con diversión. Ella pudo ver que sus ojos prácticamente
bailaban de risa. Debe haberse dado cuenta de que ella estaba emborrachándose, un
poco.
Se tomó un trago de su cerveza. Luego preguntó—: ¿Quieres bailar?
Primero, se presentó a ella y ahora, sólo le pide bailar. Cualquier día normal,
ella gritaría como una fanática, aunque no quisiera. Pero ella moriría primero antes de
admitirse a sí misma que estaba interesada en él después de todo.
Sin responder, se levantó de su asiento y fue a la pista de baile.
La siguió. Pensó que su noche de libertad no podía ser más emocionante. ¿Qué
podría proporcionar una mejor adición a su rebelión que coquetear con el soltero más
codiciado y solicitado de la ciudad?
Ella movía su cuerpo al ritmo de la música y dejaba que el ritmo tomara el
control. No lo tocó, ni siquiera lo miró. Era como si no le importara menos que él
existiera incluso cuando bailaba a su lado.
Cuando se dio vuelta y lo enfrentó, notó que él estaba mirándola intensamente.
Lentamente, puso sus manos en sus caderas y suavemente la llevó hacia él. El baile se
volvió más sexy. Perdieron toda necesidad de palabras. Antes de que ella lo supiera,
tenía sus brazos alrededor de su cuello y su cuerpo cerca de una manera en que nunca
antes había estado cerca de un extraño.
Estaba borracha y se sentía rebelde. No le importó cuando él puso sus manos
en su espalda casi desnuda. En el momento en que su piel tocó la de ella, apenas podía
contener la electrizante emoción que irradiaban las yemas de sus dedos a su columna
vertebral.
¿Cómo podría sentirme así?
Nunca había sentido algo así con Troy. Se besó con él, se abrazaron cientos de
veces, pero ella nunca sintió antes esta electrizante intensidad. Ni siquiera una vez.
Antes de que pudiera hacer el ridículo, se alejó de él y volvió a la barra,
dejándolo en la pista de baile. Ella hizo un gesto para que el camarero le diera otro shot.
Justin apareció a su lado y pidió otra cerveza. Ella bebió el tequila sin quitarle
los ojos de encima. Él tomó un trago de su cerveza mirándola fijamente como si fuera
su última presa.
Ahora, se dio cuenta de por qué sus amigos le habían dicho que coquetear era
un juego mental. Se sentaron allí mirándose el uno al otro. Sus ojos se extendieron a
desafíos no expresados.
Él extendió su mano y suavemente la empujó hacia él. Ella se levantó de su
asiento y se puso entre sus piernas mientras él se sentaba en el taburete de la barra. Él
puso sus manos en su cintura y la acercó aún más. Ella puso sus brazos alrededor de su
cuello. Su mundo parecía tambalearse. Inclinó su cara hacia la de ella y se detuvo para
ver si ella lo encontraría a mitad del camino.
¡Oh, qué demonios!
Ella tendría su noche de diversión, su noche de asumir una identidad que no
era de ella. El hecho de que Justin Adams comenzara a coquetear con ella en la noche
en que decidió explorar otros territorios desconocidos para ella lo hizo todo perfecto.
Entonces ella lo encontró a medio camino.
La besó suavemente. Ella no se lo esperaba. Era un pícaro. Un playboy. No era
conocido por ser amable. Pero sus labios eran suaves contra los de ella. Por primera vez
esa noche, la tomó por sorpresa. Cuando se alejó de ella, la miró profundamente a los
ojos, ahogándola en esas profundidades azules, mientras sus manos acariciaban
suavemente su columna vertebral.
Antes de que pudiera quemarse completamente, se alejó de él y fue a la pista
de baile sin mirarlo. Él estaba caliente con ella, se movía como un depredador
acechando a su última presa.
Esta vez, se aseguró de que bailara con él. Sus brazos lo rodearon y le daba
besos de mariposa en el cuello y los hombros.
Adrienne nunca había hecho algo así en toda su vida. Pero le permitió
coquetear con ella en la pista de baile. Ella vino sola, pero ahora, no había ninguna duda
al respecto. Ya no podía decirse sola.
—Necesito ir al baño de damas —le dijo ella y luego se alejó, dejándolo en la
pista de baile, otra vez. Se alejó sin mirar hacia atrás. No quería que él sintiera que se
había puesto ansiosa por su atención. No quería que él pensara que era una de esas
chicas que anhelan su atención.
Se miró a sí misma en el espejo. Sus ojos brillaban, sus labios estaban rojos y
sus mejillas parecían haber adquirido un permanente rubor. No reconoció a la chica que
la miraba fijamente, pero le gustaba mucho. ¡Ella es caliente! Y Justin Adams acaba de
besarla.
Por primera vez en su vida, se sintió sexy como si se hubieran desatado
espíritus y colores. Ella brilló y se encontró a sí misma capaz de atrapar la atención de
Justin Adams.
Cuando salió del baño, descubrió a Justin parado afuera. Estaba apoyado en la
pared con los brazos cruzados sobre el pecho.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó.
—Esperándote —respondió él.
—¿Por qué?
—Sólo quiero asegurarme de que regreses —sonrió casi inocentemente.
—¿Al bar? Llegué aquí por mi cuenta, jefe. Por supuesto que puedo hacerlo ¡De
vuelta! —ladró en el tono más arrogante que pudo manejar.
Él se encogió de hombros y dijo—: Entonces quiero asegurarme de que hagas
tu camino de regreso a mí.
¡Mayor coqueteo!
Pero cuando ella se alejó de él, no pudo evitar sonreír en su cara. Era una novata
en este juego. Pero, sin embargo, incluso ella podía ganar esto.
Regresaron a la pista de baile. Esta vez, se abrazaron y besaron más que bailar.
Él rozó sus labios con los de ella, provocando... burlando. Entonces, finalmente,
ella cedió y le dio un profundo beso.
Durante toda la noche, no pensó en su madre ni en Troy. Empezó a relajarse en
su compañía. Había algo en él que la hacía sentir como si estuviera bien perderse, que
podía confiar en él. Y ella sintió alegría de que decidiera dejarlo ir, aunque fuera sólo
por una noche. Algún día, ella recordaría esto y siempre pondría una sonrisa en su
rostro.
Se tomó ocho shots de tequila. Ocho shots de locura. Ella sentía que había
logrado mucho para sí misma en sólo una noche. No podía recordar haber tenido más
diversión de la que hizo entonces. Se sentía que llevaba una máscara, vivía la vida de
otra persona, robó la identidad de otra persona.
—Gracias por los tragos —le dijo ella cuando la llevó a la salida. Ella caminó
hacia la línea de taxis. No esperó a que él le pidiera su número.
¡Gran oportunidad!
Los tipos como Justin Adams se involucran en coqueteos por un momento y
olvidan a la chica la próxima vez.
Ella prefería que él pensara que era inmune a sus encantos. No esperaba más
que un baile sexy o un beso caliente. Ella quería dejarlo antes de que él tuviera la
oportunidad de dejarla.
—Oye —la llamó—. ¿Necesitas que te lleve?
Ella lo miró fijamente y levantó una ceja. —¿En qué?
Apuntó a su motocicleta Ducati.
—No, gracias. No estoy tan borracha. Y, además ¿no estás borracho?
—Comparado contigo, estoy perfectamente sobrio —bromeó. Ella lo miró con
desprecio. Luego añadió—: Dejé de beber hace dos horas. Y sólo tomé tres cervezas
ligeras esta noche. Creo que estoy muy por debajo del límite de alcoholismo.
—Podría estar borracha. Pero no estoy loca.
—Vamos. No es como si mamá fuera a verte o algo así —su voz se burló de ella.
¡Era la broma correcta para que hiciera cualquier cosa!
Dios, ¿puede leer mi mente?
Él sonaba como si supiera exactamente qué botones pulsar.
¿Este tipo tiene algún defecto?
Ella le quitó el casco de la mano. Subió a su moto y agarró su mano para guiarla
en la escalada detrás de él. Ella colocó sus manos sobre los hombros y se preparó para
el viaje. Arrancó el motor y antes de irse, tomó sus manos y las colocó alrededor de su
el abdomen.

—Es más seguro de esta manera, ¿de acuerdo? —él dijo.


—¿Adónde... adónde vamos?
De repente entró en pánico. No puede dejar que él la lleve a su apartamento.
¡Se dará cuenta de que viven en el mismo edificio! Y ella le dio un nombre falso. Mañana,
Jamila McBride dejaría de existir.
—Um... tal vez podamos tomar una taza de café en mi apartamento primero —
él dijo.
¿Café o sexo?
En cualquier caso, su corazón golpeó salvajemente en su caja torácica y no
importó lo fuerte que le gritó su cerebro para que no fuera, se escuchó a sí misma
diciendo—: Oh... está bien.
Condujeron rápido. Ella se sentía nerviosa. La obligó a aferrarse a él más
apretadamente mientras apoyaba su cabeza en su espalda. Estar cerca de él de esta
manera la hizo sentirse emocionada y a la vez segura. Chocar era la menor de sus
preocupaciones.
Ella pensó que este sería un final perfecto para su perfecta rebelión. Vestirse
salvajemente, beber con valentía, coquetear pecaminosamente y cabalgar libremente.
Estacionó su motocicleta frente a su edificio. Él la llevó de la mano y guio para
desmontar su moto. Esperó a que él se bajara y entraron juntos en el ascensor. Justin
presionó su número de piso. Se paró en la esquina opuesta a él. Lo miró fijamente, con
las manos sobre ella al lado. Había cruzado sus brazos otra vez sobre su pecho mientras
la miraba con sus ojos azul cristalino, los cuales, pensó, habían cambiado extrañamente
de color más oscuro.
Su mundo seguía girando debido al tequila y al viaje en motocicleta. Girando
diez veces más rápido mientras la miraba fijamente, sus ojos atravesaban su alma,
haciendo que cada nervio de su cuerpo se estremeciera, y cada onza de su sangre cante.
Y entonces sucedió.
Se encontraron a mitad de camino. Ambos se lanzaron hacia adelante al mismo
tiempo, donde sus labios se encontraron con labios apasionados de besos que giraban
sobre la cabeza.
Esta vez, ya no fue amable. Esta vez, él exigió intensamente su afecto. Se había
convertido en el jugador conocido que era. Se tomó su tiempo para ganarse su
confianza, estudiando lo que la hacía funcionar. Había sido paciente toda la noche, pero
en ese momento comenzó a reclamar su premio.
Escucharon un ‘ting’, que les dijo que habían llegado a su piso. No dejaron de
besarse. Él la sostuvo y la besó mientras caminaban hacia su apartamento.
Eran las tres de la mañana, pero a ninguno de ellos le importaba. El tiempo se
detuvo todavía. El mundo dejó de girar. No podían tener suficientes besos cada uno del
otro. No podían mantener sus manos lejos del otro.
La inmovilizó entre una puerta y su duro cuerpo. Ella no sabía qué puerta, pero
tampoco le importó. Siguió besándola, acariciándole el cuello, provocando gemidos
involuntarios de ella.
Todas sus venas cobraron vida. Sintió emociones apremiantes que no había
sentido antes en toda su vida. Ella se volvió más audaz, combinando sus besos con los
suyos, burlándose de él con su lengua.
La puerta detrás de ella se abrió y casi se cae, pero sus brazos estaban a su
alrededor para mantenerla equilibrada. Sus manos fueron a sus muslos y él la levantó
de sus pies. Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y sus piernas alrededor de
su cintura. Entró en el apartamento. Dejó escapar un gemido de placer cuando le
acarició el cuello.
Casi chilló cuando sintió que caía de espaldas mientras él la dejaba caer en su
suave colchón. Luego cayó encima de ella, sujetándola entre los suaves cojines y su duro
cuerpo.
Había perdido completamente sus sentidos. Todo en lo que podía pensar era
en sus brazos y sus besos.
Ella sintió su piel contra la de ella. Era suave, dura, masculina.
—Te deseo —susurró roncamente contra sus labios.
Se sintió completamente perdida. Dejó de pensar. Él ocupó sus pensamientos,
mientras su cuerpo dominaba el de ella.
Ella no supo cuándo perdió sus sandalias o sus pantalones o su blusa. Cuando
Justin cayó encima de ella otra vez, sintió la descarga eléctrica irradiando de su piel a la
de él. Se sintió intoxicada, drogada por sus sentidos. Todos estos sentimientos eran
nuevos para ella, nunca supo que podía sentirse de esta manera en absoluto.
Ella no sabía que el toque de un hombre se sentiría así... podría enviar su
cordura volando por la ventana... podría hacerle sentir una sensación de urgencia que
apenas podía controlar.
Durante veinticinco años, prácticamente se había enjaulado, atrapada en una
caja que nunca le permitió sentir nada más allá de lo normal. Con la liberación de su
espíritu, tenía sed, tenía hambre.
Justin le besó los labios de nuevo, la drogó aún más, haciéndola querer saltar
del acantilado de la locura.
—Quiero más... —él le susurró al oído.
—Justin... —Su mente se quedó en blanco, sólo se registró un nombre.
—Te necesito... —el repitió con voz ronca.
Ella gimió una vez más.
—Si quieres que me detenga, ahora es el momento —dijo. Se detuvo besándola.
La miró intensamente con ojos ebrios de pasión y deseo.
Dejó de moverse, atrapándola entre los suaves cojines y su cuerpo duro. Le
estaba dando la oportunidad de volver atrás. De volver a la razón. O ir más lejos hacia
el olvido y perderse para siempre
Ella levantó la mano y tocó sus labios con la punta de sus dedos. Él se giró de
lado y besó su palma. Y luego la miró de nuevo, esperando para que ella tomará esa
decisión.
Miró su hermosa cara. Sus ojos azul cristalino parecían oscuros por la pasión.
Parecía tan devastadoramente guapo. Sabía que sólo con mirarlo no podía pronunciar
la palabra "no". Porque en ese momento, sintió que, si acostarse con este demonio es
un premio para reclamar, entonces ella viviría felizmente a partir de entonces como una
pecadora.
Quería sentir más. Y deseaba a este hombre peligroso... con esos ojos
diabólicos... ¡nada menos!
Se acercó a su cabeza para acariciarle el cuello, y luego susurró—: Yo te
necesito… —Antes de que pudiera evitar que las palabras salieran de sus labios.
El mundo se había puesto de cabeza. Tan pronto como sus palabras salieron su
boca, le dio otro beso apasionado.
Se quitó los pantalones en menos de un minuto. Pescó un condón de algún lugar
y sintió frío cuando su propio cuerpo perdió el contacto con el suyo. Ella anhelaba más.
—Justin, por favor... —suplicó.
Entonces él volvió a estar encima de ella. La besó, mientras sus rodillas le
empujaban sus muslos. Ella respiró profundamente. Estaba lista, estaba esperando. Ella
lo anhelaba
—Abre los ojos, hermosa —dijo en voz baja. Ella hizo lo que le dijo—. Quiero
que me mires cuando te haga el amor —susurró.
Asintió con la cabeza, con la emoción disparando desde cada parte de su
cuerpo. Y lentamente, lo sintió en su entrada. Respiró profundamente. No hay ningún
retorno para ella. Nadie nunca la había hecho sentir así. Y ella estaba muriendo por
saber qué más era capaz de sentir. Quería ver a donde más podría llevarla.
Su familia y Troy, incluso sus amigos, se sentían lejos de ella en su mente. Ella
anticipó lo que sucedería después.
Y luego lo hizo.
Ella cerró los ojos y un retorcimiento se escapó de sus labios cuando sintió un
dolor desgargante. Sus brazos volaron hasta su cuello y lo abrazó a ella, como si pensará
que el dolor que le causó se iría con el consuelo que él pudiera proporcionar en ese
momento.
—¡Oh, mierda! —maldijo suavemente, al darse cuenta de lo que acababa de
pasar.
Estaban atrapados en una red de pasión y él la desgarró, sin saber que aún era
virgen. Ella no sabía cómo podían seguir sin el dolor que parecía insoportable.
Él la miró, había lágrimas que rodaban por sus mejillas. Las limpió con su
pulgar y luego la abrazó, consolándola. Después besó sus labios suavemente.
—Lo siento. No puedo prometer que esto no dolerá más de lo que ya lo hace.
Pero lo intentaré.
Entonces ella sintió que se retiraba muy suavemente. Él bajo y ella lo sentía
tocar su propia hombría. No sabía por qué. Entonces él la besó de nuevo, muy
apasionadamente y sin embargo con mucha más dulzura que antes.
Lo sintió nuevamente en su entrada y lentamente volvió a entrar en ella. Sintió
otro dolor desgarrador, pero parecía más suave comparado con el primero. Mirándola
profundamente, él empujó lentamente y a ella le sorprendió que el dolor desaparecía
lentamente. Entonces, ella se excitó más.
Pronto sintió la urgencia y el anhelo que poseía desde hacía tiempo... pero esta
vez más fuerte. Como una marea que la arrastró desde la orilla. Sintió que la locura se
apoderaba de él y se dio cuenta de que se había apoderado de ella como un bien.
Él trató de controlarse, para no lastimarla. Pronto, el dolor se fue y sintió
chispas desconocidas disparando desde todas partes. Dejó salir un grito de placer que
nunca antes había experimentado... felicidad que incluso nunca sabía que existía.
Ella se estremeció. Él atrapo su boca y se tragó sus gritos a besos. Sus impulsos
se hicieron más urgentes hasta que ella se sintió fuera de sí. Él enterró su cara en la
masa de su cabello y sintió su cuerpo duro.
Cuando terminó, la miró profundamente. Sus labios se curvaron en sonrisa
torcida antes de que su boca descendiera hacia la de ella.
Después del beso, ninguno de los dos dijo una palabra. Se puso de pie y se giró
a su lámpara de cabecera. Por primera vez, ella lo vio completamente desnudo.
Ella trago con fuerza. También se dio cuenta por primera vez, que estaba
desnuda frente a otro ser humano.
Él fue a su armario. Cuando regresó estaba sosteniendo una manta en su mano.
Tomó su mano con la suya, la levantó y la agarró por la cintura. La besó
apasionadamente, drogándola de nuevo, hasta que ella lo envolvió con sus brazos
alrededor de él y le devolvió el beso.
Sacó la manta en la que hicieron el amor, en la que ella notó con horror que
estaba llena de sangre y algo más, sabía lo que era eso.
Tiró un nuevo juego de mantas sobre la cama y luego se acostó y la atrajo hacia
él.
Estuvieron recostados allí un rato. Sin decir nada. Su cabeza descansó
cómodamente sobre sus hombros. Tenía una mano apoyada en su cintura. La otra
debajo de su cabeza.
Cuando ella levantó la vista, lo encontró mirándola con sus cristalinos ojos
azules que parecen ahogarla cada vez que los mira.
—¿Qué? —preguntó
—Lo siento —comenzó suavemente—. No sabía...
Ella puso un dedo en sus labios. —¡Sshh! —dijo—. Está bien.
—¿Todavía te duele? —preguntó.
—Un poco adolorida, pero estoy bien.
Se quedaron allí tranquilamente durante un tiempo, perdidos en sus propios
pensamientos. Ella esperaba que la gravedad de su indiscreción se estrellara contra ella
como el big-bang. Esperaba que los sentimientos de remordimiento y vergüenza
abrumaran ahora que el acto fue hecho.
Pero para su sorpresa, sólo recordaba la intensidad de la pasión que acababan
de compartir y lo maravillosa que la hizo sentir. Por primera vez en su vida, se sintió
deseada... y sorprendentemente cuidada al mismo tiempo.
Él besó la parte superior de su cabeza. —Fue una noche increíble —él
susurró—. Sin embargo, siento haberte causado dolor.
Ella sonrió. —Un hombre estaba obligado a hacerlo un día.
Se rio suavemente. —Entonces me siento tan malditamente afortunado de
haber sido yo. Pero confía en mí, cariño, es el único dolor que te causaré.
¡Tienes razón! ¡Porque no quiero tener nada que ver contigo después de esta
noche! No podrás hacerme daño cuando salga por esa puerta y no mire nunca atrás.
Jamila McBride desaparecerá después de esta noche.
—Buenas noches... Hermosa —dijo, y luego se inclinó hacia abajo y besó sus
labios suavemente. Apagó las luces y envolvió sus brazos alrededor ella.
Ella cerró sus ojos, pensando, que debe estar soñando... un sueño que llamaría
a su memoria cada vez que se sintiera muy baja de autoestima. Ella atesoraría esta
noche. Cada vez que su madre aplastara su confianza o que Troy la hiciera sentirse
indigna, pensaría en Justin y en cómo él la hacía sentir, que ella significaba algo por una
noche.
Mientras se dormía en sus brazos, se preguntaba cómo se mantuvo en una
relación con Troy durante tres años y él nunca la hizo sentir esa sensación de seguridad
e intenso deseo, pero Justin Adams logró darle todo eso y más en sólo seis horas.
Un minuto después, ella se quedó profundamente dormida. Él la besó en la
frente y cerró los ojos.
Cuando él despertó, ella se había ido. Miró alrededor de su habitación buscando
cualquier señal. Ella no había dejado ningún rastro. Se sentó en su cama, desnudo. Ella
no dejó nada, a excepción de un recuerdo de ella, y su aroma que aún podía sentir
cuando se recostó en su la cama, justo en el lugar donde durmió. El mismo lugar donde
se perdió por primera vez con un hombre... y ese hombre fue él... Miró la manta en el
suelo. Estaba manchada con su sangre, perdió su inocencia.
Él sonrió.
Era virgen. Sin embargo, ella sólo quiso una aventura de una noche. No pudo
entender por qué pasó toda la noche con ella. Por qué no la envió a casa después. Nunca
había pasado una noche con una mujer en toda su vida. Fue una de las cosas que él
pensó que usualmente conducía a expectativas y compromisos. No necesitaba eso en su
vida. Ni siquiera sabía por qué esperó a que ella se durmiera primero y luego se
permitió dormir con ella en sus brazos, respirando el olor de su piel y su cabello, que
olía como fresas silvestres.
No lo entendía, pero se sentía atraído por ella.
3. Backslide
Dejar de lado la moral; Bajar a un nivel inferior, como la moral
de uno o de las normas; Volver a una

Se despertó antes del amanecer, se vistió rápidamente y se fue del apartamento


de Justin al otro lado del suyo. Lo bueno es que ella vivía enfrente a él. De lo contrario,
este escape se habría vuelto muy difícil. Ella pretendía no volver a verlo nunca más.
Pronto se vería como su antigua yo, con su aburrido estilo antiguo y con gafas gruesas.
Él es un snob que no menosprecia a los de su clase. Ella parecía bastante
diferente anoche, ni siquiera pudo reconocerse a sí misma. Estaba tan segura de que él
nunca la recordaría. Ella sólo le facilitó que la abandonara, lo cual creía que él
ciertamente lo haría.
Se lavó la cara y se sumergió en un baño caliente para despejar su cabeza. Miró
fijamente su propio cuerpo. Casi cada centímetro de él, había sido tocada por el soltero
más buscado de la ciudad: Justin Adams. No podía creer que ella fue tan lejos del borde.
Buscaba diversión para olvidar. Perder la virginidad en una aventura de una noche con
un playboy de primera clase parecía mucho más de lo que tenía en mente cuando
empezó anoche.
Todavía se sentía un poco adolorida. Pero no se sentía culpable en absoluto. No
sentía que no tuviera valores. Ni siquiera sentía que engañaba a Troy.
Era la primera vez en su vida que se sentía viva. Que se sintió apreciada y
adorada. Y cuando sintió el dolor del impacto de hacer el amor, sintió su preocupación.
Era genuina. Se sentía cuidada. Como si finalmente importará.
Ella recordó que, cuando el dolor se hizo visible en su cara, la preocupación y
la culpa aparecieron en sus ojos mientras él limpiaba sus lágrimas. Él se quitó el condón
cuando se dio cuenta de que era virgen. Probablemente, pensó, que usarlo podría
hacerle más daño. Su cuerpo aún no estaba acostumbrado al sexo. Sería más amable si
no usara el condón.
Probablemente creyó que ella estaba a salvo. No necesita usar protección. Él
era su primera vez.
Un pensamiento cruzó su mente. Era virgen. Él era un jugador. Ella
probablemente parecía segura para él. ¿Pero qué hay de él para ella? Adrienne quitó el
pensamiento de su mente. Justin Adams es probablemente demasiado inteligente y
demasiado egoísta para atrapar algo. Debe estar usando protección todo el tiempo, no
sólo para estar seguro, sino para asegurarse de que ninguna mujer pudiera chantajearlo
para casarse.
Se sintió bien cuando se fue a la cama después de un baño. Y esto le causó
preocupación. Pasó la noche en pecado, pero todo lo que queda son recuerdos que sabía
que no le importaría seguir viviendo por algún tiempo en el futuro.
Fue despertada por el sonido de su teléfono. —Hola —dijo con sueño.
—¡Despierta! —era Jill.
—¡Es demasiado temprano! —le dijo gruñona.
—¿A qué hora te fuiste a dormir anoche? —preguntó Jill.
—¿Por qué?
—Porque todavía estás durmiendo y son más de las doce. Nunca duermes
pasando el mediodía.
—Bueno, decidí romper el hábito —respondió.
—Dormiste hasta tarde anoche, eso es lo que es —El tono de Jill parecía
acusarla de algo.
—No sé a qué hora me fui a dormir —dijo Adrienne. Ella se puso de pie para ir
al baño—. Espera. Sólo voy a echar un poco de agua en mi cara para despertarme.
Jill esperó cinco minutos mientras Adrienne se lavaba la cara y se cepilló los
dientes.
—Está bien. ¿Qué pasa? —preguntó Adrienne cuándo había terminado.
—¿Cómo estuvo Gypsys?
Eso fue suficiente para despertarla. —Ah... genial. Nada diferente. Lo mismo
que los otros.
¡Mierda! ¡Estoy mintiendo!
—¿Te fuiste temprano? ¡Dime que no te fuiste temprano!
—¿Por qué? —preguntó.
—Bueno... una de las chicas que conozco de mi vecindario dijo que Justin
Adams asistió a la inauguración. Y se encariñó con una pelirroja. No llegaron juntos. Él
se acercó a ella y luego ellos bailaron, se besaron y se fueron juntos.
Ahora, su corazón latía con fuerza.
¡Maldita sea! ¿Qué tan popular puede ser Justin Adams?
Ella debe recordar no ir al apartamento de Jill por un mínimo de dos meses a
riesgo de ser reconocida.
—¿Y qué?
—Bueno, Justin no es conocido por recoger chicas en los bares. Él tiene una
reputación de playboy, nunca lo veras tomándose de la mano con una chica en público,
y menos aun besando.
—¿Y el punto es?
—Bueno... ella podría ser especial. A Justin le gusta mantener su reputación de
soltero. No sale con ninguna chica. No va en público con una chica. ¡Y eso es lo que lo
hace más atractivo! Como si fuera el rey del hielo o algo. No persigue y se aleja
fácilmente
—¡Wow! ¿Cómo puede un rey del hielo ser un playboy? ¡Pensé que los playboys
se supone que son calientes!
—¡Sí, y eso es lo que lo hace diferente! ¡Eso es lo que lo hace un dios! ¡No tiene
fama de tener líneas de ligue! Pero las chicas hermosas, las suficientemente dignas de
ser modelos, simplemente caería a sus pies. Y anoche, parecía que rompía sus reglas. ¡Él
recogió a alguien!
—Jillian, ¿por qué estamos hablando de Justin Adams? ¿Me llamaste para
hablar de él? ¿Por qué todo el mundo se obsesiona con su vida amorosa?
—Él no tiene una —le recordó Jill.
—Está bien. Entonces, ¿por qué todo el mundo está obsesionado con su vida
sexual? —ella preguntó, corrigiéndose a sí misma—. ¿Y qué? Ve a una chica. Podría
haber sabido de ella en el pasado o algo así. Podría ser una antigua novia —Ella se
sorprendió así misma allí. No sabía que podía mentir con tanta convicción.
—No. ¡Nunca tuvo una novia! Ese es el punto.
Escuchó el timbre de su puerta. Estaba feliz por un poco de distracción. Perdió
la cuenta de cuántas mentiras le dijo a su mejor amiga en un lapso de dos minutos. Ella
abrió la puerta.
Sorpresa de todas las sorpresas. El hombre del momento se acercaba a ella y
Adrienne pensó que moriría en ese instante.
—¡Santa madre de la mierda! —maldijo como nunca antes lo había hecho, dejó
a Jill sin palabras en la otra línea.
Él estaba a punto de abrir la boca para decir algo, pero ella lo interrumpió—:
¡Cállate! —dijo ella y sus cejas se dispararon detrás de sus gafas deportivas de sol.
—¿Qué pasa contigo? —preguntó Jill.
—Lo siento, Jill. Se me cayó un champú en el pie, ¡me duele mucho! Yo te
llamaré más tarde —colgó sin esperar la respuesta de Jill.
Se enfrentó a Justin, que parecía divertido. Él le ofreció una taza de café del
Starbucks en su mano. —¿Para la resaca? Eso suponiendo que pueda hablar ahora —le
sonrió a ella.
—¿Cómo... cómo...?
¡Mierda! ¡Esto es vergonzoso!
—¿Cómo sé dónde vives? —preguntó Justin.
Su lengua estaba atada en algún lugar dentro de su boca. Ella sólo podía asentir
con la cabeza.
—Siempre he sabido dónde vives, desde que te mudaste a este edificio... Srta.
Adrienne Miller.
—¿Tú... tú sabías quién era yo? ¿Sabías que mi nombre no era realmente...
Jamila McBride?
Le sonrió. —Sí. Nunca me di cuenta de que ser llamado falsamente por alguien
que ya conoces podría ser muy divertido. No pude resistirme a jugar a lo largo. El
nombre que elegiste te quedaba muy bien... Hermosa.
—¡Oh Dios mío, esto es tan vergonzoso! —gimió incrédula.
—No es vergonzoso. Pensé que era divertido y lindo —contraatacó Justin—.
Ahora, ¿quieres discutir esto en el pasillo o me vas a invitar a entrar?
Abrió la puerta de par en par sin decir una palabra más. Él la siguió dentro y
cerró la puerta tras él.
Colocó el café en su mesa y subió los lentes sobre su cabeza, revelando sus
hermosos ojos azules.
—Gracias.
—No hay problema —dijo—. No me diste la oportunidad de hacerte uno esta
mañana.
Se puso roja. Ahora estaba muy sobria, pero su presencia le recordaba todo lo
que pasó entre ellos la noche anterior.
—Sí... anoche... fue... nunca debió haber pasado —ella tartamudeó.
No dijo nada. Sólo la miró fijamente con su azul cristalino de sus ojos,
interrogándola... y por razones que no podía entender, ahogándola.
Después de un tiempo, dijo—: Pero sucedió, cariño.
—Sí. Y espero que podamos olvidarlo. Como... como si no nos conociéramos.
—Pero ahora nos conocemos —declaró—. Íntimamente, podría añadir.
—¡Sí, maldita sea! —Se encontraba muy irritada. No quería esto. Ella no quería
esto. Claro, se sentiría muy insultada si se encontrará con en el pasillo o en el ascensor
y actuara como si no la conociera, especialmente si tenía otra mujer en sus brazos, lo
que muy probablemente sucedería.
Aunque, se dio cuenta de que desde que se mudó a su apartamento y se enteró
de que era su vecino de a lado, nunca lo había visto traer una mujer al edificio.
Sin embargo, ella pensó que sería mucho mejor y mucho más cómodo fingir que
no lo conocía que intercambiar un "hola" y "cómo estás" con él.
—No era yo misma anoche. Sólo necesitaba una salida. Necesitaba explorar,
pretender ser alguien que no era. Asumir una identidad diferente. ¡Tú estabas allí! ¡Por
eso te di un nombre diferente! Y yo estaba muy borracha más de la mitad de las veces...
y esto... se salió completamente de mis manos...
Sonrió. —Como que lo suponía.
Esperó a que él dijera algo más. Pero él se quedó ahí parado, mirándola
fijamente con una ceja levantada.
—¡Maldita sea, di algo!
Él sonrió. —Está bien. Eres linda. Y eres más linda cuando estás loca.
Respiró profundamente. —¿Qué quieres, Justin?
Se encogió de hombros. —En realidad, no estoy seguro —admitió.
Luego se acercó un paso más. Caminó un paso atrás, su corazón golpeaba
contra su pecho. Se veía tan divino en sus jeans negros y su chaqueta cuero. Su cabello
todavía parecía mojado, lo que significaba que fue al Starbucks directamente luego de
la ducha.
Él siguió caminando hacia ella y ella siguió retrocediendo, hasta que se golpeó
contra la pared de su sala de estar y Justin la inmovilizó entre ella y su cuerpo. Ella lo
miró fijamente.
Él inclinó su barbilla hacia arriba y ella casi se asustó cuando su cara descendió
hacia la suya. La besó. Una vez, suavemente. Luego sus brazos fueron alrededor de su
cintura y profundizó el beso. Sus rodillas se suavizaron y sintió sus nervios cobrar vida.
Ella no necesitaba ese café que le trajo. Sus besos la despertaron completamente. No,
no sólo sus besos. La idea del sueño se evadió en cuanto abrió la puerta y lo encontró
delante de ella.
Lo abrazó y le devolvió el beso. Por un minuto, casi se sintió perdida.
Apoyó su frente contra la de ella, sus ojos se cerraron cuando tomó una
respiración profunda. Luego la miró de nuevo. Su cara a no más de cuatro centímetros
de la suya. Sus labios estaban curvados en una sonrisa torcida. Ella mordió su labio
inferior y luego empezó a sonreír. Él también sonrió. Una verdadera sonrisa, que le
mostró que tenía un conjunto perfecto de dientes y hoyuelos a cada lado de sus labios.
Se veía más encantador y más guapo así de cerca que cuando lo vio desde lejos.
Le pellizcó la nariz suavemente—: Será mejor que tomes tú café.
Ella asintió. Empezó a moverse hacia la mesa. Pero sus dos las manos estaban
ahora en la pared junto a sus dos orejas, arrinconándola.
—Oye, dijiste café —protestó en voz baja.
Él le dio un toque rápido antes de quitarse de en medio. Tomó su propio café.
Tomó un sorbo del suyo y sacó un paquete de cigarrillos. Fue a su balcón. Él la
siguió.
Se sentaron allí en silencio durante varios minutos.
Cuando ella lo miró, lo encontró estudiándola.
—¿Qué? —preguntó.
Él sacudió la cabeza. —Nada.
—Puedo decir que me estabas mirando detrás de esas sombras tuyas. Como
que me estabas evaluando o algo así. ¿Por qué?
Él se encogió de hombros. —¿Cuál es el trato contigo?
—¿Qué trato?
Se encogió de hombros otra vez. —Dijiste que estabas buscando una última
salida anoche. Querías ser otra persona. ¿Por qué?
—Nada —ella suspiró—. No quería vivir según las reglas por una vez en mi
vida.
—¿Reglas de?
—Mis padres. Todos los valores mundanos que me enseñaron para toda mi
vida. Como todo el mundo espera que sea una santurrona... y aun así... no soy lo
suficientemente buena. Así que pensé ¿a quién le importa? Arruinarlo por una noche.
Bueno... no estaba pensando literalmente arruinarlo.
Él se rio. —Lo siento. No estaba planeando acostarme con alguien cuando me
acerque a ti. Te conocía y te veías diferente. Sí, en cierto modo no como nadie esperaría
que te vieras o comportaras. Fui solo a tomar una copa. Me di cuenta de que tú también
estabas sola. Así que... sólo quería presentarme con mi vecina de al lado.
—¡Y tú la conoces ahora... demasiado bien, si me lo preguntas! —ella dijo
sarcásticamente.
Se encogió de hombros. —No, en absoluto. Creo que las chicas como tú tienen
capas en su personalidad. Y no veo eso muy a menudo hoy en día.
—Las chicas como yo tenemos identidades secretas escondidas en nuestros
armarios. Por cierto, tú conociste mi alter-ego anoche.
Él se rio. —Tengo la sensación de que quieres olvidar lo que pasó entre
nosotros anoche.
Ella lo miró seriamente. —No eres exactamente un don nadie, sabes.
Honestamente, eres el último tipo con el que esperaba estar involucrada en una
aventura de una noche.
Levantó una ceja. —¿Así que eso es lo que es? ¿Una aventura de una noche?
Ella miró hacia debajo en sus dedos con nerviosismo. —Sí... supongo que sí. Se
suponía que no iba a suceder. Pero sucedió. Me quedé atrapada en el momento y mi
curiosidad me hizo ir por la borda. Soy la última persona a la que querrías en tu lista de
todas formas.
—¿Mi lista? —preguntó, bastante sorprendido.
Ella lo miró fijamente. Su cara no mostraba ningún signo de emoción.
—Ya sabes... la larga fila de chicas que quieren un pedazo de ti. No quería nada
de eso. Táchame de la lista de chicas que esperan que devuelvas sus llamadas.
—Creo que no tendré que devolverte las llamadas ya que probablemente no
me llamaras de todas maneras. Pero de nuevo, supongo que conoces más mi reputación
que lo me conoces a mí —dijo.
—No te conozco en absoluto —ella dijo directamente.
—Ahora me conoces más íntimamente.
Ella se puso roja. Él se rio.
—Y puedes llegar a conocerme a nivel personal. Por si sirve de algo, espero que
podamos ser amigos.
Ella sacudió su cabeza. —No. Yo no me muevo en tus círculos. Sería tan difícil
mantener esa amistad. Además, vives en un mundo donde todo lo que haces casi se
convierte en columnas de chismes. Eres uno de los solteros más buscados de
Manhattan. Sería muy difícil ser amiga tuya. No quiero que mis amigos me pregunten
sobre lo que está sucediendo en tu vida. No me interesa eso.
Se quedó mirando un momento y luego preguntó—: ¿Novio?
—¿Qué? —respondió.
—Estoy pensando que tienes un novio —afirmó.
Ella lo miró fijamente. Entonces, ¡él es realmente un sabelotodo! Heterosexual
de Harvard. Como que parece que esa parte no era un rumor.
—¿Qué te hizo decir eso? —preguntó
Se encogió de hombros. —Nadie rechaza una oferta de amistad si no causara
estragos a algo monumental en sus vidas
Ella miró la línea de edificios que forman su maravillosa vista de la ciudad de
Nueva York.
—¿Cuánto tiempo has estado con este tipo? —continuó.
Ella suspiró. —Tres años.
Justin casi se ahoga con su café.
Adrienne lo miró seriamente. —Lo sé ¿cómo me las arreglé para perder mi
virginidad justo anoche? ¿Y no con él?
—Yo no hice la pregunta —señaló—. Tú la hiciste.
Ella le levantó una ceja. —Lo pregunté para no tener que decir la respuesta en
voz alta.
—Tu llamada —dijo con frialdad. Pero si ella pudiera ver el cristal azul de sus
ojos bajo ese par de sombras, sabría que bailaban con la risa.
—¡Mierda! ¿Qué me pasa? ¡Ni siquiera me siento culpable por ello!
Se encogió de hombros. —No lo amas. Tal vez lo estás manteniendo porque
parece lo correcto.
Ella lo miró fijamente, incapaz de creer que él pudiera analizarla casi como una
terapia. —¡Una más de psicoanálisis y se va de aquí, señor!
Se rio. —Vamos, vístete. Vamos a comer.
—¿Qué? ¿Por qué?
Se encogió de hombros. —Te estoy pidiendo que vayas a almorzar conmigo. ¿Y
por qué no? Eso responde a las dos preguntas, ¿no?
—¿Dónde? —preguntó.
Él sonrió y de nuevo ella vio lo profundo que eran sus hoyuelos. —En algún
lugar donde nadie nos conozca a ninguno de los dos, ya que no quieres que la gente se
entere que nos conocemos.
—¡Gran idea! Es fácil para mí. Puedo comer en Burger King y nadie se daría
cuenta. Pero es un poco difícil para ti.
Levantó una ceja. —¿Quién te crees que soy? ¿Brad Pitt?
Se levantó y se fue a su habitación. Se dio cuenta de que ella sólo aceptó su
oferta para almorzar sin ninguna protesta. Con preguntas, sí. Pero no protestas.
Se metió en sus pantalones blancos capri cargo y una mini camiseta blanca. Se
ató el cabello con una cola de caballo. No hay necesidad de ponerse nada en la cara. No
necesitaba impresionar a Justin Adams. ¡Ya se acostó con él! Y no estaba planeando
acostarse con él otra vez. De hecho, no tenía ninguna idea de por qué está almorzando
con él cuando debería haber visto lo último de él, cuando ella salió de su apartamento
esta mañana.
Cuando salió del dormitorio, sabía que él la estaba mirando fijamente detrás de
sus gafas.
—¿Qué? —preguntó.
Él se encogió de hombros, y luego se inclinó hacia adelante y le dio un suave
toque a sus labios.
En el ascensor, tomó su mano con la suya. Su corazón golpeó al toque de su piel.
¿Qué le pasa con este tipo que la hace sentir como si estuviera siendo
electrocutada? Esto ya no puede ser del tequila. Ella nunca se sintió de esta manera con
Troy. Ni siquiera cuando le dio el beso de buenas noches.
Cuando llegaron a la planta baja, ella apartó su mano de su agarre. La miró
fijamente, levantando una ceja.
—Mala idea, Tú: Celebridad. Yo: Supuestamente te lo dije.
Sonrió. —Bien, Srta. Miller —Extendió su mano y le hizo un gesto para que ella
saliera primero del ascensor cuando la puerta se abriera—. Después de usted, señorita
Miller —declaró, con su voz llena de sarcasmo. Obviamente, se burlaba de ella.
Ella le levantó una ceja enojada y para su sorpresa él se puso a hablar—: ¡Eres
atractiva! —Lo que la hizo sonrojarse aún más.
La llevó a su Ferrari rojo. Ella notó el tinte oscuro en las ventanas.
—¡Grandioso! ¡Tinte de maníaco!
—Bien para tu plan, ¿verdad? —Le abrió la puerta y ella se deslizo rápidamente
dentro.
La llevó a pasear. Platicaron más sobre sí mismos en el camino. Adrienne
esperaba sentirse incómoda. ¿Qué es lo que ella podría hablar con el más buscado de la
ciudad de Nueva York?
¡Primero, eran tan diferentes en muchos aspectos! ¡Como heredero de un
multimillonario negocio familiar en dólares, nació con cuchara de plata, incluso una
cuchara de platino! Ella, por otro lado, apenas heredó los genes de su familia de clase
media. Es una creación digna de los dioses. Su propia madre ni siquiera cree que se viera
mejor que un poco bien. Ganó dos títulos fácilmente, y la gente la consideraba más
inteligente de lo que se creía. Según su madre, ella sólo se graduó con honores porque
su especialidad era pan comido. La gente la puso en lo alto de un pedestal mientras que
su propia familia y su propio novio nunca profesaron ningún orgullo por ella, ni siquiera
por un momento.
Pero mientras estaba sentada en el elegante Ferrari de Justin Adams, se dio
cuenta de que ella podía relajarse, y no le importaba cómo se veía, qué diría después o
donde la llevaría.
—¿Cuánto tiempo llevas con Blush? —preguntó.
—Casi desde siempre. Es mi primer trabajo —respondió ella.
—Escuché que eras buena.
Se encogió de hombros. —A veces me aburro un poco, ya sabes. Necesito más
acción.
—A juzgar por la forma en que tus colegas hablan de ti, parece que pronto vas
a estar destinada para más.
—No puedo creer que Justin Adams se dedique a los chismes —Ella giro los
ojos
Se rio. —No. Tengo oídos. Los chicos de tu oficina hablan mucho de ti, ya sabes.
Ella miró por la ventana. —Bueno, dudaba que dijeran mucho sobre de mí.
Probablemente porque soy la chica más aburrida de Blush. Inteligente pero aburrida.
—No. Prueba con inteligente, esnob e innegablemente hermosa.
Se rio sarcásticamente. —No lo creo, señor. La parte inteligente parece ser
parte halagador. La parte esnob probablemente suena verdadera. La parte
innegablemente hermosa es innegablemente una mentira.
Él chasqueó con su boca. —No. Claramente, estás equivocada. Deberías pensar
más en ti misma. La parte innegablemente hermosa es innegablemente cierta. Tómalo
del tipo que se acercó a ti en un bar, terminó pasando una maravillosa noche contigo y
te hizo el amor increíblemente.
Ella lo miró fijamente. Sabía que se había puesto tan roja, que podría estar
poniéndose violeta ya.
—¿Siempre tienes que sacar el tema?
Él la miró un momento y luego se encogió de hombros. —Lo siento, olvidé que
tú querías olvidarte de anoche. Pero hmmm... la mujer con la que hice el amor anoche
era confiada... y atractiva. Me pregunto si sólo está durmiendo en algún lugar dentro de
ti.
—La até para que nunca más pueda salir al descubierto.
—Es una lástima —dijo—. Es atractiva.
Ella no dijo nada. No sabía qué sentir. ¿Halagada? Porque Justin Adams le dijo
que es hermosa. ¿Avergonzada? Porque sabe que ayudó a desatar un espíritu dentro de
ella que ni siquiera sabía que existía. ¿Asustada? Porque ella conocía su reputación y
sospechaba que se había enredado en su red como su última presa.
Después del almuerzo, él tomó su mano con la suya y la llevó a una pequeña
tienda del centro. Ella lo miró alarmada.
—Fuera de Manhattan —comenzó—. No necesitamos fingir que no nos
conocemos aquí.
Puso sus ojos en blanco, pero no apartó la mano. Fueron alrededor, tomados de
la mano, haciéndose preguntas sobre sí mismos, como dónde crecieron y qué cursos
tomaron en la universidad.
—¿Quieres ver una película? —él preguntó.
Se encogió de hombros. —Está bien. No estoy muy ocupada. Además, tienes el
coche. Ni siquiera sé cómo llegar a casa.
Se rio y la llevó al cine. Compró palomitas de maíz y refrescos antes de entrar
en la sala de proyección.
En medio de la película, Justin extendió su mano y la sostuvo con la suya.
Más tarde, llevó la mano de ella a sus labios y la besó. Ella lo miró fijamente a
él. Sus rasgos fueron iluminados por las luces de la pantalla. Él miraba tal como sus
amigos lo describieron. Divino. No llevaba sus gafas de sol. Ella podía ver sus largas
pestañas y su nariz perfectamente recta.
La miró y sus ojos se encontraron. Él sonrió de manera infantil. Luego se inclinó
hacia adelante y la besó suavemente. Él soltó su mano, levantó su brazo y lo puso
alrededor de sus hombros. Apoyando su cabeza en su hombro
Después de la película, sintió una ola de nuevas emociones. Ella no entendía
exactamente lo que se había sucedido. No lo pidió. Y menos aún, no pidió que Justin
Adams irrumpiera en su vida y la llevara al cine y la abrazara en medio de la película.
Troy nunca haría esas cosas. Él creía firmemente que los clientes no debían acurrucarse
en los cines.
Después de la película, Justin la llevó a otro restaurante donde tenían la cena.
Ella debe haberse quedado dormida de camino a casa. Pero recordaba que
antes de que ella se alejara, Justin extendió su mano y la sostuvo con la suya.
Todavía estaban tomados de la mano cuando la despertó con besos de
mariposa en su mejilla. Cuando abrió los ojos, estaba mirando fijamente a sus ojos
azules
—Estamos en casa, hermosa —dijo en voz baja. Y se inclinó hacia adelante y la
besó apasionadamente. Un beso que la dejó sin aliento. Salió del coche y abrió la puerta
lateral opuesta.
La rodeó con un brazo mientras la llevaba al ascensor. Ella se encontró
demasiado mareada para protestar. En el ascensor, puso sus brazos alrededor de su
cintura y de nuevo la llevó a dar un beso embriagador. El ascensor se detuvo en el tercer
piso e inmediatamente se desplazaron a esquinas opuestas, como si no se conocieran.
Una pareja de ancianos entró.
Ella contó hasta casi una eternidad antes de que la pareja de ancianos saliera
en el quinto piso. Tan pronto como las puertas se cerraron, se encontraron en el centro,
tirando uno del otro, encontrando los labios del otro, encerrándose en un abrazo
apasionado. Sintió que el deseo comenzaba a apoderarse de sus sentidos otra vez.
Se dirigieron a su apartamento. Tan pronto como la puerta se cerró detrás ellos,
empezaron a desnudarse el uno al otro. Sus ropas se apilaron en el suelo dejando un
rastro hasta el dormitorio. Cuando la parte posterior de sus rodillas golpeó el borde de
su cama, todo lo que quedaba en ella eran su tanga blanca.
Se dio cuenta de que todo lo que dijo sobre lo que pasó entre ellos, que fue un
error que no debería volver a ocurrir... era una mentira. Un producto de la
supuestamente real Adrienne Miller que no haría nada para decepcionar a su madre y
a su novio.
La drogó con sus besos. La mareó con cada toque. Hasta que su mente se quedó
en blanco, excepto por una palabra que siguió diciendo en sus gemidos de placer—:
Justin.
Ella no sabía cuánto tiempo tardó. Sólo sabía que él la dejó sin sentido. Cuando
terminó, se acurrucaron en la oscuridad. Hablaron más acerca de cada uno. Justin
parecía realmente interesado en saber más sobre ella.
—Me acabo de dar cuenta de que estoy... teniendo una charla de almohada por
primera vez en mi vida.
Él se rio. —Oh. ¿Cómo estuvo hasta ahora?
Se encogió de hombros. —No está nada mal. Me siento cómoda, para ser
honesta.
—Tu novio debe estar ciego o loco... o... impotente.
Ella lo miro con curiosidad. —¿Por qué dices eso?
Se encogió de hombros. —Eres una mujer hermosa. No puedo entender por qué
no trabajó para conocerte... íntimamente. ¿Es gay?
Sacudió la cabeza. —Supongo que no nos vemos a menudo. Y él es...
probablemente tan conservador como mi madre. Ni siquiera nos besamos en los cines.
—¿En serio? Yo no pude resistirme a besarte en la oscuridad.
—Bueno, él es así. Además, no vive en Nueva York. Es una relación a larga
distancia.
Y no me hizo sentir las cosas que tú me haces sentir. Ella quería añadir eso, pero
decidió no hacerlo. Justin Adams probablemente sabe que está por encima del resto de
la especie masculina.
—Bueno, desafortunadamente para él, acaba de perder la oportunidad de
robar tu inocencia —dijo burlonamente.
—No la robaste —argumentó—. Yo te la di.
—Y te doy las gracias, cariño. Nunca lo olvidaré —Luego la besó a fondo de
nuevo.
Ella preparó un baño y él se unió a ella. Nunca había compartido un baño con
un hombre antes. E incluso hasta ese momento, no podía creer que lo compartió con
Justin Adams.
Después, la llevó de vuelta a la cama donde terminó lo que había empezado en
el baño.
A medianoche, se sentía exhausta. Ella dormía con su cabeza en sus hombros y
el con sus brazos envueltos alrededor de ella. Ella estaba teniendo el más dulce de los
sueños de hecho.
4. Dipendenza
Italiano. Traducción en inglés: Addiction. Español:

Adrienne lucía una sonrisa en su rostro cuando se despertó a la mañana


siguiente. Justin se fue de su apartamento temprano. Cuando se despertó, se había ido.
Ella yacía desnuda en su cama. En su mesita de noche, una taza de café Starbucks
colocado, con una nota:
¡Eres atractiva!
Ella sonrió de nuevo. Y porque sabía que estaba completamente sola, no pudo
resistirse a ponerse una almohada en la cara y finalmente... hizo un gritó de fan.
No sabía lo que había empezado a pasar. Ella estaba follando con el libertino
más notorio de la ciudad. Bueno... ella se tiró al libertino más notorio, eso es. Durante
dos noches consecutivas. Ella no sabía cuándo lo vería de nuevo... sí siquiera recordaría
su nombre. Aun así, a ella no le importaba. Esa mañana cuando se despertó, se sintió
hermosa. Se sintió adorada de pies a cabeza.
¿Cuántas veces le dijo que era sexy? ¿Cuántas veces le dijo que era inteligente
y hermosa? ¿Cuántas veces la beso y tocó en lugares que la hacían sentir como una
mujer... incluso una mujer divina?
Ella se estiró en su cama, todavía borracha por la pasión de hacer el amor.
Luego se levantó y tomó la taza de café del Starbucks que dejó para ella. Todavía estaba
caliente, lo que significaba que se había ido unos minutos antes de que ella despertará.
Tuvo una sonrisa en su cara todo el día. Cuando se reunió con Jill y Yuan esa
noche, estaba vestida con un top plateado, una falda negra y sandalias de tacón alto.
—¡Así se hace, Adrienne! —Jill se alegró cuando la vio.
—¡Va-va-voom! —Yuan estuvo de acuerdo.
—Ya veo, alguien se emborrachó antes de ir a la fiesta, ¡eh! —Jill se burló.
—¡Estoy perfectamente sobria! —Adrienne protestó—. Tenía ganas de
vestirme bien.
—¿Así es como te vestiste cuando fuiste a Gypsys?
Adrienne se encogió de hombros y apartó la mirada de sus amigos. Ella sabía
que había empezado a sonrojarse. Ella recordó la noche en que Justin Adams se
presentó con ella y se llevó su virginidad con él antes de que la noche hubiera
terminado.
—Bueno, ¿entramos? —les preguntó Adrienne, cambiando de tema.
—Vamos.
En el momento en que entró a Gypsys, los recuerdos de esa impactante noche
volvieron a su mente. El baile caliente y sensual que tuvo con Justin que la llevó a dos
noches de pasión y de hacer el amor de forma adormecedora.
Si él fuera el diablo... no me importaría arder en el infierno por el resto de mi
maldita vida.
Sabía que, si tenía que hacerlo todo de nuevo, no cambiaría ni una cosa. No
podía resistirse a dormir con él una y otra vez.
Al diablo con Troy. Al diablo con su madre. ¡Al diablo con las prioridades!
Por primera vez, en los años que han sido los mejores amigos, Yuan y Jill vieron
a Adrienne pedir cerveza. Normalmente, ella pediría té helado.
—¡Te amo esta noche, querida! —dijo Yuan—. Si yo fuera un hombre... quiero
decir, si fuera heterosexual, haría todo lo posible por ligar contigo.
Adrienne se rio. — Entonces tienes que estar agradecido de ser gay. Porque no
voy a ser la presa de nadie esta noche.
En el momento en que salió de su boca, vio un destello de negro intenso... el
cabello cayendo sobre un par de tonos ligeramente teñidos.
Ella tuvo que parpadear dos veces para asegurarse de que no estaba viendo
cosas. Pero cuando vio la curva de sus labios, supo en ese instante que él la había estado
observando antes de ir al bar con sus amigos.
—¡Oh Dios mío! —Jill respiró—. ¡Justin Adams está aquí!
Yuan miró en la misma dirección que Jill. —¡Cierto! ¡Los libertinos de
Manhattan están aquí!
—¡Y qué guapo público hacen! Míralos. Tres chicos, todos son preciosos —
comenzó Jill—. Pero si se suman los dos tipos se multiplican por diez, aun así, no
equivaldrían a un Justin Adams.
—¡Ustedes hablan como si fueran un montón de regalos de Dios para las
mujeres! —Adrienne puso los ojos en blanco.
—Bien podrían serlo —respondió Yuan—. ¡Mira! La mitad de las chicas de este
bar prácticamente los están comiendo con los ojos.
—¿No puede quitarse las gafas de sol por un segundo? —Jill se quejó de las
gafas de Justin—. ¡Está oscuro aquí, por el amor de Dios! —Adrienne levantó su ceja
hacia ella—. ¿Tiene que llevar esas gafas de sol todo el tiempo?
Adrienne se dio cuenta de que Justin no llevaba su habitual y pesado tinte de
sombras. Las que tiene puestas ahora son de color claro, mostrando una sombra en sus
ojos, pero aun así se negó a revelar su verdadero color de ojos. Se veían más como las
gafas graduadas tintadas que de tinte. Ella realmente pensó que se veía genial.
—Bueno, tienes que admitir que podría lograrlo, cariño —dijo Yuan—. Es parte
de su estilo, de su ropa. Y se ve sexy con él.
—¡Espero que no sea bizco! —declaró Jill. Adrienne tuvo que reírse de eso.
—Nah! Creo que Yuan tiene razón. Podría ser sólo su declaración de moda. ¡Él
lo lleva, simplemente porque puede!
—Sí —Jill estuvo de acuerdo—. ¡No puede ser bizco! Creo que físicamente es
perfecto.
Adrienne asintió con la cabeza. Pero ella no estaba pensando que Justin Adams
era físicamente perfecto. Sabía que lo era. Incluso sin ropa.
Justin sólo miró al camarero delante de él y luego a sus amigos. No parecía que
estuviera mirando a las chicas de su alrededor. Incluso aunque muchas chicas trataron
de llamar su atención, él permaneció ajeno a las miradas dirigidas hacia él.
Un par de chicas incluso se atrevieron a acercarse a su mesa con una probable
excusa muy poco convincente para hablar con ellos o una línea muy atrevida por
desesperación. Justin se encogió de hombros cuando una chica le dijo algo, y luego se
puso de pie y le dio una palmadita a su amigo en la espalda y se fue del bar.
Adrienne sonrió. Tanto más se sintió orgullosa de sí misma. Él la persiguió, se
acercó a ella en el bar y se presentó. Ella se hizo la difícil, aunque sus esfuerzos
resultaron inútiles, pero le gustó la idea de que ni siquiera tuvo que mirar a su manera
para que él la notara y más importante, coquetear con ella.
En el pecaminoso juego del coqueteo, ella sintió que había logrado mucho más
que estas chicas, a pesar de su falta de experiencia.
—Cariño, creo que tu teléfono está sonando —le gritó Jill por encima de la
música.
—¿Escuchaste eso? —gritó ella, sacando su teléfono de su bolso.
Apareció un número no registrado.
Ella suspiró. Esto podría ser obra de Jada otra vez. Tenía el hábito de darle su
número a la gente que intenta conseguir un artículo con Blush.
—¡Hola! —gritó por teléfono, mientras se tapaba la otra oreja.
—¡Ven afuera! —le dijo una voz masculina.
—¿Qué? Quién... —y de alguna manera sus instintos le dijeron algo que excitó
cada nervio.
Se puso de pie.
—Chicos, tengo que atender afuera esta llamada —les dijo a sus amigos.
Cuando llegó a la recepción donde la música no estaba muy alta, se puso el
teléfono en la oreja.
—Hola.
—Ven afuera —dijo el tipo otra vez.
—¿Quién es? —preguntó.
—Estoy herido. ¿Lo olvidaste? ¿O quizás te bese sin sentido por última vez
anoche? —sugirió con suficiencia.
Su corazón saltó a dos latidos en lugar de uno, si eso fuera posible en todos.
—¿Cómo conseguiste este número? —preguntó.
—Yo fui boy scout —respondió—. Ahora, saca tu lindo trasero afuera porque
te estoy esperando en mi coche.
—¿Por qué haría eso?
—No lo sé. Pero cuando lo hagas tal vez descubras por qué.
¡Presumido!
Pero ella sabía lo que él estaba tratando de decir. Moriría por una probada de
él, otra vez. Quería mirarlo directamente a los ojos una vez más y converse a sí misma
de que no lo soñó.
Colgó y suspiró. Empezó a contar del uno al diez para ver si la sensación aun
estaría allí después de diez segundos.
—... siete, ocho... ¡Maldita sea! —se encontró a sí misma saliendo del bar.
El Ferrari de Justin estaba estacionado en la parte delantera. Abrió la puerta
desde dentro sin salir, para su alivio. Aunque, aceptó que había comenzado a tontear
con él, ella todavía no quería ser asociada con él públicamente.
Ella entró rápidamente en su coche.
—¿Qué deseas? —le exigió.
Sonrió maliciosamente y se fue.
—¿Qué? ¿A dónde me llevas? —preguntó—. No me puedo ir... mis amigos están
dentro ¡Me buscarán!
Él le sonrió. —Relájate, ¿ok?
Fue al estacionamiento y se detuvo en una zona apartada. Luego apago el motor
y se volvió hacia ella.
—Sólo quiero besarte —dijo.
Su aliento se le quedó en la garganta mientras lo veía inclinarse hacia ella y
besarla. Sus propios brazos cobraron vida y los envolvió alrededor de su cuello. Fue un
beso profundo y apasionado. Cuando él se alejó, su mundo comenzó a girar una vez más.
—Te ves maravillosa, por cierto —le dijo—. Quería saludarte, pero entonces
recordé que no quieres tener nada que ver conmigo, así que pensé que tus amigos
tampoco lo saben. No me arriesgué.
—Bien, porque no sé qué mentira tendría que contar si me preguntarán como
te conocí.
Levantó una ceja. —Podrías decirles que nos conocimos en Blush.
Sacudió la cabeza. —Jill también trabaja en Blush. Ella preguntará exactamente
cómo, y no sabría qué decir.
—¿Me estás diciendo que no eres una mentirosa? —preguntó seriamente, pero
parecía que podía ver la risa en sus ojos.
Ella agitó la cabeza. —Estoy diciendo que no soy tan buena mentirosa.
Sus ojos parpadeaban y luego se inclinó de nuevo hacia adelante. —Bueno,
vamos hacer que sea más desafiante entonces —bromeó. La besó profundamente.
Ella apoyó su frente contra la suya después del beso. Tomó un profundo respiro
y trató de recuperar la compostura. —Justin... cuanto más tiempo me quede aquí
contigo más difícil será para mí cuando regrese.
Se rio. —Sólo has estado fuera unos pocos minutos. Podrías siempre decir que
Jada pidió a algunas personas que te llamaran y arreglaran algunas entrevistas, y no
podías acordar la fecha y el lugar y ellos realmente tenían que finalizarlo ahora.
—¿Y me llamarían a medianoche? —preguntó.
—Es un bar. Sólo está abierto por las noches —respondió él.
—¿Y qué bar sería ese? —preguntó ella.
Él se rio. Luego la acercó a él y le besó la frente.
—Sabes qué, Srta. Puritana y Apropiada, piensas demasiado —él sonrió
mientras hablaba—. Por mucho que quiera besarte más, no quiero estropear tu noche
con tus amigos y hacerte inventar la historia del año para convencerlos del por qué te
has ido por aproximadamente... veinte minutos.
Le dio un último beso en los labios y luego se dirigió de nuevo al frente del bar
para dejarla.
Antes de que ella saliera de su coche, le dijo—: Eres atractiva
Lo miró fijamente y luego salió rápidamente de su coche y se dirigió
directamente al baño de damas. Se encerró en un cubículo, donde se peinó el cabello y
retocó su maquillaje.
Compuso sus líneas y a sí misma antes de salir y dirigirse con sus amigos.
—¡Dios mío! —Yuan se quejó—. Tardaste una eternidad con esa llamada por
teléfono!
—¡Pensamos que te habías ido a casa! —dijo Jill—. ¿Quién fue de todos modos?
Adrienne se encogió de hombros y miró hacia otro lado. Si ella miente, no lo
hará mirando a sus amigos directamente a los ojos.
—Es... Troy —dijo—. Él... no lo sé. No hay nada que les interese de todas formas.
—Cariño, si quieres hablar de ello...
Sacudió la cabeza. —Negativo. Hablemos de... hombres... otros hombres.
Los ojos de Jill y Yuan fueron inmediatamente a la mesa donde Justin y sus
amigos donde se sentaron.
Justin acababa de volver a su asiento.
—De hecho, escuche que vino aquí para la inauguración y recogió una chica.
—Me pregunto dónde está ahora.
—Bueno, ya conoces a Justin Adams —comenzó Yuan—. Nunca se queda con
una chica exclusivamente. Se acuesta con ellas y luego sigue adelante.
—Bueno, una noche con él vale la pena para toda la vida —Jill se puso a trabajar
sin aliento—. No he oído a nadie quejarse. Excepto por, tal vez aquellas que creían que
podían convertirse en la primera dama de Industrias Adams. Pero no es del tipo que se
casa. Esa mesa de ahí, está llena de tipos que tendrán novias de por vida. Dudo que
quieran compartir su riqueza con una mujer, de todos modos… dudo que se arriesguen
a dividir su valor.
—Oh bueno, ¿no has oído hablar del acuerdo prenupcial? —señaló Adrienne.
Yuan se encogió de hombros. —Oh sí. Valdrá un millón de dólares después del
divorcio... nada más. Eso es todo lo que vas a conseguir, y mil corazones se romperán al
saber que sólo se casaron contigo para obtener un heredero legal.
—Me pregunto si Justin Adams creció lejos de sus padres... si su padre tenía
amantes en todos los países, y si su madre aparentemente se preocupaba por nada más
citas en el salón, compras ilimitadas y charlas en el salón de té con sus otras amigas
ricas —pensó Adrienne en voz alta.
—Probablemente —asintió Jill—. Es una buena explicación del por qué lo hace
no comprometerse.
Después de cansarse de la charla de Justin Adams, todos fueron a la pista de
baile. Adrienne decidió que se divertiría en grande. Ella bailó y rio con sus amigos. No
le dio una sola mirada a Justin. No quería ver si pasaba algún tiempo coqueteando con
otra mujer. No quería que el recuerdo de besarlo en secreto en su coche se contaminara
con el recuerdo de verlo coquetear con otra chica de la misma manera que él coqueteó
con ella cuando se conocieron.
Decidieron llamarlo una noche a las dos de la mañana. Adrienne sintió borracha
y agotada. Pero se sentía maravillosa... hermosa.
Justin y sus amigos todavía estaban en el bar cuando se fueron.
—No puedo creer que no haya visto algo de acción —dijo Yuan.
—¿Qué acción?
—Tú sabes... esperaba verlo coquetear con alguna chica para poder saber cuál
es su tipo —dijo Yuan—. ¿Le gustan las morenas o pelirrojas o rubias?
—Con la historia de Justin... todo lo anterior —Jill se rio.
Cuando llamaron un taxi, el teléfono de Adrienne sonó.
Ella reconoció el número como el de Justin. Leyó el mensaje con nerviosismo.
Justin: ¿Vas a ir directamente a casa?
Ella respondió: Sí.
Después de un minuto, recibió otra respuesta:
No cierres la puerta con llave ;-)
Su corazón golpeó nerviosamente en su pecho.
Cuando llegó a casa, se metió en la ducha rápidamente.
¿Qué es lo que me pasa?
Apenas se despidió de Yuan y Jill cuando la dejaron frente a su edificio. Corrió
al ascensor y casi se resbaló en la puerta principal.
Su corazón latía más rápido que nunca. Después de que se duchó, se puso una
camiseta de seda con tirantes y pantalones cortos de seda a juego. Se secó con una toalla
su cabello, y finalmente salió a la puerta principal para asegurarse de que no estaba
cerrada.
Sabía que era algo peligroso. Pero de nuevo, ella consideró la dura seguridad
como una de las ventajas de tener una un apartamento caro de la lista A.
Se acostó en su cama, abrazó la almohada con su cuerpo y cerró los ojos. Pero
sabía que no sería capaz de dormir. Esencialmente esperaba por él, y cumpliría su
promesa.
Su corazón dio un vuelco cuando oyó abrirse la puerta principal y cerrarse. Se
giró hacia la puerta de su dormitorio y encontró a Justin allí de pie, usando una camisa
blanca y un par de jeans. Todavía tenía las gafas de sol puestas sobre su cabeza. Debió
ir directo a su piso cuando llegó al suyo.
Le sonrió malvadamente. Y luego caminó hacia la cama y se metió con ella a su
lado. Sin decir una palabra, se inclinó, la besó apasionadamente y comenzó un viaje
salvaje lleno de pasión que Adrienne deseaba que nunca terminara.
Se despertó al día siguiente por el sonido de su contestador. Aún le gustaba la
tecnología antigua, así que aún tenía un teléfono fijo y un viejo contestador automático.
—¡Despierta! ¡Despierta! ¡Resaca o no, vamos a subir! —ella escuchó la voz de
Yuan en el teléfono.
Ella entró en pánico. Se levantó inmediatamente de la cama y agarró su bata de
baño. Vio que Justin ya se había levantado y comenzó a vestirse rápido.
—¡Oh Dios mío! ¡Son Jill y Yuan! ¡Mis mejores amigos!
—Cariño... —Justin la llamó gentilmente.
Corrió a través de su dormitorio para recoger su ropa en pánico.
—Cariño... —Justin la tomó en sus brazos suavemente y le dio un beso en los
labios—. Buenos días —sonrió.
Se dio cuenta de que había entrado en pánico. Respiró profundamente para
calmarse a sí misma.
—Lo siento. Buenos días —ella se acercó para besarlo—. Es sólo que mis
mejores amigos están en camino. Y te verán a ti y ellos no pueden...
—Lo sé —la besó la frente—. Me voy. Te veré más tarde.
Cruzó la sala sólo vestido con sus pantalones, llevando el resto de su ropa y sus
zapatos con él. Adrienne se vistió rápidamente antes de asear ella misma la cama,
esperando que sus amigos toquen el timbre.
Después de apenas tres minutos, Jill y Yuan llegaron. Ella los puso en su lista de
visitas. Seguridad los enviaría directamente arriba. Abrió la puerta, fingiendo que acaba
de salir de la cama.
—¡Despierta, despierta! —cantaba Jill alegremente.
—¿Qué has estado haciendo últimamente, chica? —preguntó Yuan—. Siempre
pareces cansada. Anteriormente, te levantabas mucho antes de que el sol lo hiciera.
Siempre nos molestas por la mañana. Ahora, es al revés.
—Viene con la descripción del trabajo. Es la chica a la que acude Jada —explica
Jill.
—Así, lo escuché. ¡Y mira este precioso apartamento tuyo! —Yuan hizo una
mueca—. ¡Buen gusto! ¡Es tan propio de ti!
—¿Café? —Jill le dio una taza de café del Starbucks.
Tomó un sorbo, tratando de relajarse. Su corazón aún latía con fuerza y sabía
que todavía se veía sonrojada.
¿En qué estoy pensando?
Había decidido firmemente que sería sólo una aventura de una noche. ¿Y luego
qué? ¿Tres noches hasta ahora? ¿Y en la segunda y tercera noche, sucedió más de una
vez?
Jill y Yuan se dirigieron al balcón. Ella los siguió, trayendo el café con ella.
—¡Una vista maravillosa! —dijo Yuan.
—¿Tuviste una visita, cariño? —preguntó Jill.
—No, ¿por qué? —preguntó. Inmediatamente, las señales de alarma
comenzaron a dispararse de todas partes.
Jill señaló las dos tazas de café de Starbucks del otro día. Ella se olvidó de
limpiar su balcón. Se quedó mirando las dos tazas de café en la mesa y le hizo recordar
que Justin Adams se había sentado allí con ella. Eso ofreció pruebas de que no sólo
soñaba con él.
—Oh... sí. Troy me trajo un café —mintió.
—¿Él está aquí?
Adrienne sacudió la cabeza. —El otro día, estuvo. Yo no he podido limpiar.
—¿Así que te las arreglaste para arreglar tu problema? —preguntó Jill.
Se encogió de hombros. —Empezó... ah... ok... y terminó justo donde
...nosotros... empezamos... —Tomó su café entre sus frases para que su lucha por mentir
no se hubiera vuelto demasiado obvia—. Por eso llamó por última vez anoche. Pero fue
inútil.
—¡Oh, cariño! ¿Qué hay de nuevo? ¡Vamos! —dijo Yuan.
—Sí. Tal vez deberíamos decirle a la Sra. Miller que Troy no es el chico correcto
para su segunda hija. Pero, ¿qué sentido tiene? Ella considera a Troy como el único logro
que Adrienne ha tenido —Jill sacudió la cabeza.
—Pero aun así... cariño. Ya dijiste que estabas manchada ante sus ojos. ¿Qué
más hay que perder? ¡Suelta ese cero! ¡Hay muchos otros tipos para citas! —dijo Yuan.
—¡Cierto! —Jill estuvo de acuerdo—. Muchos tipos en la oficina están
enamorados de ti. Te ven como una chica presumida que piensan que ninguno de ellos
es suficiente bueno. Y sabían que estaban en contra de los gustos de un futuro top
cirujano. Pero honestamente, Troy es lindo y todo eso... pero aparte de esos geniales
ojos, él es... ¡nerd!
Adrienne levantó la frente. Jill básicamente confirmó que algunos tipos en la
oficina pensaban que era linda. Pero entonces ella dijo—: Vamos. No soy más que la
chica de moda en Blush, así que dudo que alguien me note como dices que lo hacen. Y
no sean tan dura con Troy. He estado con él durante tres años.
—¿Y han salido una vez al mes? ¿Eso hace que sean treinta y seis veces?
¿Cuántas veces lo besaste? Dios mío, ¿alguna vez lo besaste en todo? —preguntó Yuan
sin rodeos.
—¡Eso es! Esa es la razón por la que aún no te has acostado con nadie. ¡Esa es
la razón por la que vas a morir virgen! —Jill levantó las manos en el aire.
Adrienne casi se ahoga con su café. ¡Si supieran lo que ella ha estado haciendo
en las últimas tres noches! Pero no sabía cómo decírselo. ¿La mirarían de forma
diferente? ¿La juzgarían con dureza? o ¿la perdonarían por no decírselos la primera vez
que ocurrió?
Ella decidió que no podía arriesgarse. Aún no, aunque no les gustara Troy. Y,
además, ¿quién sabe cuándo volvería a ver a Justin Adams? Nunca se imaginó que
volvería acostarse con él después de salir de su apartamento esa noche que perdió su
virginidad con él. Nunca imaginó que pasaría la noche anterior con él tampoco.
—Vamos, Yen —dijo Jill—. ¡Mírate! Te ves muy bien. Desearía poder tener esas
piernas largas, ese cabello liso, lo que hace difícil determinar si eres morena o pelirroja.
Esos hoyuelos. Eres magnífica. Pero la forma en que te vistes… vamos. Trabajas para
Blush. Tienes que ser tan elegante como tu revista. Y esas gafas que sigues usando en el
trabajo... ¿no sabes que ya han inventado los lentes de contacto?
Yuan asintió. —Vamos. ¡Vístete! Vamos al salón. ¡Yo invito! Esta chica necesita
un cambio de imagen permanente. Si ella pudo aparecer luciendo como una sexy chica
anoche, significa que no está desesperada. Sólo necesita un pequeño empujón.
Adrienne se quejó. —Vamos, chicos. No he escrito lo de Gypsys todavía. Tiene
que ser perfecto y estar en la mesa de Jada a las diez en punto mañana.
—Sí. Y eres una escritora con talento, lo sabes. ¡Es pan comido para ti! —dijo
Jill mientras sacaba a Adrienne de su asiento y la llevaba dentro del baño.
Adrienne se dio una ducha rápida. Cada minuto que pasó allí, le recordaba la
presencia de Justin. Era como si él todavía estuviera allí con ella. Tocándola. Besándola.
Decidió sacudir el recuerdo de su sistema.
Fue a su armario y se vistió con un par de vaqueros y por una vez, llevaba una
blusa de Sabrina que abrazaba su cuerpo a la perfección.
Cuando salió de su dormitorio, Yuan y Jill empezaron a mirarla fijamente.
—¡Ahora, eso es de lo que estoy hablando! —dijo Jill.
—Me estoy vistiendo para su pequeño juego, 'chicas'.
—Adrienne, ¿se quedó Troy aquí la otra noche? —preguntó Yuan.
Agitó la cabeza nerviosamente. —No, ¿por qué?
Yuan levantó un par de gafas de sol que encontró encima de su mesa de noche.
—¿Cartier? —Jill preguntó, leyendo la marca—. ¡Wow! Eso seguro que se
parece a un intento de tener estilo.
Adrienne les quitó cuidadosamente las gafas de sol. —Dame eso.
—Justin Adams usa tonos similares a estos. ¡Pero en él se ven caliente! —dijo
Jill.
Adrienne tragó con fuerza. Si supieran que en realidad se refería al mismo par
de gafas.
—En Troy... hmmm... deberían haber marcado la casilla, ‘Sólo para los
humanos’ —Yuan se rio.
—Si a Troy le gustan un par de gafas de sol, debería comprarse una Oakley.
¡Tienen un modelo llamado Perro Monstruo! —y Jill y Yuan se lanzaron en un viaje de
risas sobre Troy.
Adrienne se sintió aliviada de que el tema cambiara a Troy contra Justin. Ella
realmente odiaba mentirles a sus mejores amigos.
—Vamos, chicos, ya nos hemos divertido bastante —dijo.
—¡Dios mío, Adrienne! ¿Sabes lo conectada que estás con el apartamento al
otro lado del pasillo? —dijo Yuan mirando a su ventana.
—¡Mira! Las ventanas de tu dormitorio están enfrente. ¡Y hay una plataforma
que te permite cruzar y entrar en ese piso a través de la ventana!
—¿En serio? —Adrienne preguntó despreocupadamente—. No me di cuenta
antes. ¿Por qué querría hacer eso?
—Puede que tú no quieras, pero ¿qué pasa si tu vecino es un asesino o un
violador? Es la peor manera de perder la virginidad, querida. Algún tipo podría, sólo
tiene que atravesar tu ventana y violarte o incluso asesinarte.
Adrienne se rio. —¡Dios mío, Jill! ¡Deberías haber sido novelista! ¡Esa trama
sería una buena adaptación cinematográfica!
Pero ella sentía la culpa recorriéndola. Su vecino se había llevado su virginidad,
¡muy bien! Pero no tenía que entrar por la fuerza. Entró en su apartamento y le entregó
su preciosa virtud en ¡charola de plata!
—¿Quién vive allí de todos modos? —preguntó Yuan.
Adrienne les dio la espalda y volvió a tragar con fuerza. —No lo sé. No espío a
mis vecinos.
¡Yuan y Jill siguieron mirando por la ventana y luego ellos gritaron—: ¡Oh Dios
mío!
—¿Qué? —Adrienne preguntó nerviosa. Había estado nerviosa desde Justin se
fue esta mañana.
¡Culpa, culpa, culpa!
—¡Torso, abdominales perfectos, cuerpo perfecto! —Yuan estaba babeando,
mirando por encima la ventana.
Adrienne se metió entre sus amigos para ver lo que Yuan y Jill habían visto.
Vio un cuerpo que conocía bien de las últimas tres noches. Un cuerpo que no
hace tres horas, había estado tocando el suyo. Justin tenía sus persianas medio abiertas
de manera que sólo se le veía el pecho y los abdominales. Su rostro permanecía
completamente escondido de ellos, para alivio de Adrienne.
—¿Quién es ese? —preguntó Jill.
Adrienne sacudió la cabeza y se alejó de la ventana.
—No tengo ni idea. No acecho a mis vecinos —mintió.
—¡Este tipo vale la pena acosar! ¡Dios! ¡Tienes que amar ese cuerpo! No el tipo
de lucha-manía y, aun así, abdominales perfectos, firmes... duros... —dijo Yuan soñando.
—¡Chicos! ¡Salgan de ahí! No babeen delante de mi ventana. ¡No viven aquí! ¡Yo
sí! No quiero que mis vecinos piensen que soy un completo fenómeno.
—¡Balcón, balcón! —gritaron y salieron corriendo al balcón.
¡Oh Dios! ¡Debería llamarlo y decirle que se mantenga alejado en el interior!
Yuan y Jill encendieron sus cigarrillos y esperaron a que el tipo del torso saliera.
—¿Qué están haciendo? —protestó Adrienne.
—¡Nada! ¡Sólo queremos ver su cara! —susurró Jill.
Adrienne gimió. Estaba a punto de llevar a sus amigos lejos del balcón cuando
sonó su teléfono. Corrió a contestar antes de que la máquina lo hiciera.
—Hola.
—Oye... —dijo un tipo en la otra línea.
—¿Quién es? —preguntó apresuradamente.
—Yo ¿Recuerdas? ¿Acabamos de pasar tres noches increíbles juntos? —dijo
Justin con una risita.
—¿Cómo conseguiste mi número de teléfono fijo? —ella preguntó.
—Te dije que era boy scout —respondió—. Y tengo memoria fotográfica.
Adrienne miró su teléfono fijo. Vio que su número estaba escrito en la parte
inferior del mismo. Justin debe haberlo visto.
—Bien, hagas lo que hagas, ¡aléjate de tu balcón! —siseó.
—¿Por qué?
—Porque mis amigos vieron el hermoso cuerpo que tienes y ahora, esperan ver
tu cara.
Él se rio. —¿Y qué si ven mi cara?
—¡No pueden! Ellos no pueden saber que vives enfrente de mí.
—Ya veo. Estás demasiado avergonzada de nuestra conexión, ¿eh? No vas a
dejar que la gente se entere que me conoces. O que vivo al lado de ti —Adrienne podría
jurar que había dolor en su voz.
—¡Dios, Justin, no es momento para una discusión! ¡Estoy dentro de mi armario
y estoy susurrando! ¡Y estoy enojada ahora mismo!
Él se rio. —Bien. Alejarse del balcón, ya está.
Ella suspiró. —Dejaste tus gafas de sol aquí.
—Está bien. Puedo recuperarlas más tarde. Tengo un repuesto.
¿Más tarde? ¿Estaba planeando volver a verla?
—¿Por qué llamaste por cierto?
Él hizo una pausa por un tiempo y luego dijo—: Olvídalo.
—Justin. ¿Qué pasa?
—¿Cena mañana por la noche? —preguntó rápidamente.
Ella suspiró. —Justin... pensé que esto era sólo cosa de una noche —dijo ella en
voz baja.
Él suspiró. —Cosa de tres noches. Y ahora, te estoy pidiendo salir a cenar.
—Tengo un novio. No debería estar viendo a nadie...
—No lo haces. Somos amigos secretos, ¿recuerdas? —y había un rastro de risa
en su voz.
Respiró profundamente. —Los amigos no hacen lo que hicimos las últimos tres
noches.
—Así que soy un amigo que te permite perder el tiempo de vez en cuando a
espaldas de tus otros amigos y de tu novio.
Adrienne escuchó a Jill llamándola. —Dios, me tengo que ir. Sólo envíame un
texto. La hora y el lugar —colgó rápidamente tan pronto como escucho los pasos que
venían hacia ella.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Jill detrás de ella.
Agitó la cabeza. —Nada. Sólo intento encontrar un número de teléfono para mi
hermana. Pensé que había puesto la tarjeta de visita de mi dentista en una de mis bolsas.
Entonces ¿cómo fue la caza del torso?
Jill sacudió la cabeza.
—No salió. Simplemente desapareció.
—¡Venga, vamos! —dijo Yuan—. ¡Esperemos que su cara justifique el cuerpo
que tiene!
Adrienne se mordió el labio. ¡Tú no tienes ni idea!
Hicieron un viaje a la peluquería, y Adrienne se cortó el cabello. El estilista lo
hizo en capas, que resultó perfecto ya que resaltaba los mechones rojos que tenía.
Después, los tres fueron de compras.
Adrienne sonreía mientras se probaba algo de ropa. En lugar de pantalones
convencionales que usaba para trabajar, decidió probarse ropa que acentuaba más sus
curvas y resaltará los colores de su cabello.
En el fondo de su mente, estaba Justin Adams. Y cada vez que ella pensaba en
él, sonreía. Aunque sólo fuera para ella misma. No sabía por qué la perseguía tanto. Si
todas las chicas con las que había estado se sentían así, entonces la mitad de Manhattan
ya debe tener el corazón roto.
Ese pensamiento la asustó. Lo quería fuera de su mente. De lo contrario, ella
creía que él la decepcionaría y la lastimaría. Era demasiado encantador y demasiado
peligroso.
Su teléfono sonó
—Hola —respondió.
—Te recogeré en tu apartamento mañana. ¿Digamos a las siete? —preguntó
Justin desde su final de la conexión.
—Normalmente trabajo hasta tarde —respondió.
—Bien. Entonces te recogeré en tu oficina.
—¡No! ¡Espera! —casi se lamenta. Jill se volvió hacia ella y levantó una ceja. Se
alejó lentamente para que Jill no la oyera.
—No puedes hacer eso —comenzó—. A las siete y media, en mi casa.
—Está bien. Te veré entonces.
—Justin...
—¿Sí?
—¿Por qué estás haciendo esto?
—¿Haciendo qué?
—¿No puedes simplemente dejarme? ¿Cómo lo que normalmente harías? —
ella preguntó.
No respondió.
—Justin... ¿Sigues ahí?
—Sí, estoy aquí.
—Me estás complicando la vida —ella empezó a reírse desesperadamente.
—Bueno, tal vez hemos estado siguiendo los mismos caminos durante toda
nuestra vida. Y es hora de un cambio.
—Pensé que habías estado viviendo esta vida todo el tiempo.
—Mi reputación me precede —él dijo en voz baja.
Ella suspiró. —¿Qué es lo que quieres?
—Nada —respondió. Luego respiró profundamente—. Bien, tal vez... sólo a ti.
Su corazón saltó un poco. Ella sabía que estaba siendo manejada por un
profesional en el juego del coqueteo y de rompecorazones. Y estaba asustada de lo cerca
que está de caer más y más profundamente en su reino.
—Está bien. Mañana a las siete y media, entonces.
—Bien. Cuídate. Si necesitas que te lleven o cualquier otra cosa... ya sabes mi
número —él añadió.
Ella sonrió. Pensó que era realmente dulce. —Me acordaré de eso. Adiós.
Se quedó sonriendo cuando colgó.
—¿Quién era? supongo que Troy —preguntó Yuan.
No respondió porque pensó que podría gritar si abría la boca.
—¡Chico! ¡Esto es nuevo! ¿Troy? ¿Haciéndote sonreír así? ¿Está en el a punto de
proponer que te vayas a la cama? —preguntó Jill con un tono sarcástico.
Adrienne levantó una ceja. —¿Qué se supone que significa eso?
—Tú relación con Troy es completamente extraordinaria...
extraordinariamente aburrida! —dijo Yuan.
—¿Y nunca antes me había hecho sonreír así?
Ellos asintieron con la cabeza. —Así que las aguas podrían estar cambiando.
¡Probablemente, alguien en la escuela de medicina le dio un viagra! —Yuan empezó a
reírse.
Agitó la cabeza. Sin embargo, seguía sonriendo como una adolescente.
¿Nunca sonreí así con Troy, nunca?
Realmente Justin Adams había puesto su mundo de cabeza.
Los tres se dirigieron a Starbucks para tomar un café.
—Todavía no puedo creer que no hayas visto a Justin Adams en Gypsys.
Significa que el lugar no es realmente un laberinto. Puedes pararte en el bar y ver a todo
el mundo ahí dentro. ¡Y no puedes perderte a Justin Adams! —dijo Yuan.
—Bueno, tal vez lo vi, pero no me importó —dijo Adrienne.
—¿Por qué no te importaría? —preguntó Jill.
—Hay otros chicos guapos en Nueva York también. ¿Por qué debes
obsesionarte por uno solo? —respondió Adrienne. Ella no quería hablar mucho de
Justin. Porque ahora, ella tenía algo que esconder y se sentía culpable.
—Justin no es tu clásico playboy. Él parece... el más engreído de los todos ellos.
¡Actúa como si tuviera más clase que cualquier otro playboy! —dijo Jill.
—¿Qué? —preguntó Adrienne—. ¿Los playboys tienen clase ahora?
—¡Mira su perfil! —Yuan parecía que estaba empezando a babear—. Él sólo
tiene veintisiete. Es el heredero de Industrias Adams. Tiene grado de Harvard. Se
graduó con distinción. Aunque, tiene una personalidad rebelde, no usa drogas ni
apuestas en su perfil. Se negó a trabajar para su padre. En lugar de eso, hizo millones de
dólares con las acciones del mercado. Su afición, la fotografía. Nunca hubo ninguna chica
relacionada a su nombre. Es heterosexual. No tiene ninguna relación estable. Está
limpio. Es el más buscado. Él no persigue. Es un misterio. ¿Y podrías mirar esa cosa
hermosa? ¡Es absolutamente divino!
—¿Divino? —Adrienne prácticamente se burló—. ¿Has visto cómo realmente
se ve? ¿No tiene un par de gafas de sol o algo así todo el tiempo?
—Sí... tan engreído —Yuan se rio—. Pero, aun así, todo el paquete. Él con las
sombras. ¡Es absolutamente precioso! Ese cabello negro que mantiene cayendo sobre
su frente. ¡Yo lo tomaría, aunque fuera bizco!
—Me pregunto cuál es el color de sus ojos —reflexionó Jill.
—Azul cristalino —pensó Adrienne en voz alta. En el momento en que se dio
cuenta lo que acaba de decir, se puso roja. Se tomó un trago de su café, esperando
ocultar el enrojecimiento de su cara.
—¿Qué? —Jill la miraba con curiosidad.
—Bueno... yo... ah... creo que sería bueno que sus ojos fueran azules —ella dijo.
—Sí, como un muñeco Ken de cabello negro —estuvo de acuerdo Yuan.
En ese momento, un grupo de chicos se sentaron a la mesa junto a ellos.
—No miren ahora, pero es el hombre del momento —susurró Yuan y tomó un
sorbo de su café.
Adrienne y Jill miraron al mismo tiempo, y, de hecho, vieron Justin con dos de
sus amigos.
—Acabo de decirles 'no miren' —les siseó Yuan de forma enfadada.
Justin llevaba jeans, una chaqueta de cuero negra y otro par de tonos
sombreados oscuros sobre sus ojos. Ella miró hacia otro lado, fingiendo que no lo veía.
¿Qué está haciendo él aquí? ¿Cómo puede mi vida estar enredada con gusto a la
suya?
—¡Oh Dios mío! —siseó Jill.
—Vamos, chicos. Es hora de cambiar de tema. Estoy harta de esto —dijo
Adrienne.
—Cariño... siempre hablamos de solteros calientes, y este tipo es nuestro
favorito —susurró Jill—. No parecías odiar el tema antes.
—Bueno, se está haciendo viejo —Adrienne siseó de vuelta—. Hay otros lindos
chicos alrededor.
Su teléfono sonó. Lo contestó, aliviada de estar distraída.
—Hola —dijo Justin.
Miró en su dirección. Él no parecía que estuviera mirando a ella detrás de esas
sombras.
—Um... ¿disculpa? —preguntó despreocupadamente.
—Sólo quiero saludar. No quería que pensaras que era un presumido o algo —
Sus labios se curvaron en una sonrisa torcida.
—O-kay. Adiós.
—Adiós —Esta vez, sonrió ampliamente.
Ella sintió que no podía controlar su rubor. Jill y Yuan la miraron curiosamente.
—Mi primo. Me recordó que recogiera un libro que era bonito. Bien... ¿dónde
estábamos? —ella preguntó.
—Sigue ahí, sigue siendo un pez gordo —respondió Jill.
—Me pregunto a quién recogió en el bar el otro día —reflexionó Yuan.
Adrienne se sentó en silencio mientras Yuan y Jill discutían sobre otros chicos,
más a menudo, se centraban en Justin. Se perdió en sus propios pensamientos. Pero ella
no pudo evitar sentirse cohibida. No sabía si Justin estaba observándola. Con esas
sombras negras, era imposible decir qué estaba mirando.
Después de un rato, Justin y sus amigos se levantaron y se fueron.
Recibió un mensaje de texto después de un minuto.
Justin: Nos vemos. Estaré con estos chicos. Es noche de póquer.
Ella respondió: Ok. No tenías que decírmelo.
Justin: Pero lo hice... y, por cierto, te ves impresionante con tu nuevo
peinado. No podía quitarte los ojos de encima.
Ella sabía que se estaba sonrojando cuando respondió: Mentiroso.
Justin: Nop. Soy malo para mentir. ¿Sabes que masticas tu paja cuando
finges estar interesada en una conversación con tus amigos?
Ella: ¿Qué?
Justin: Y te muerdes el labio inferior cuando estás nerviosa. Te ves tan linda.
Ella: Estabas mirándome.
Justin: Por supuesto. ¿Qué más podría estar mirando?
¡Maldita sea! Este tipo es un profesional en hacer que los corazones se agiten.
Ella no respondió. Se preguntaba cómo podía retractarse de todo. Lo conoció,
estuvo con él y ahora, parece que no podía escapar de él.
Ni siquiera sabía si realmente quería alejarse de él. Tenía una reputación,
ciertamente. Pero ella no pudo evitar notar que era más bien dulce. Tal vez tenga razón.
Es hora de tomar un camino diferente. Por todo lo que vale la pena, puede perseguir a
su alter-ego. Explorar ese lado diferente de sí misma con él. Divertirse a espaldas de la
vieja y aburrida Adrienne.
Se sonrió a sí misma. Mientras mantenga su corazón intacto, él no podría
dañarla, ¿verdad? Incluso podría hacerle más bien que mal jugar este juego.
No importaría lo que Troy pensara de ella. Ella no necesita morir de
inseguridad porque sus padres y su novio piensan que nunca podrá estar a la altura de
Kimberly.
Ella podría divertirse por su cuenta. Esta vez, encontraría su verdadero yo.
Desataría su espíritu y descubriría si Jill y Yuan tenían razón. Tal vez podría convertirse
en una criatura mucho más hermosa siendo quien realmente era.
5. Amizade
Portugués, que significa:

Se puso una falda blanca que le llegaba hasta las rodillas, combinándola con
una blusa blanca de cuello de tortuga sin mangas que abrazaba su cuerpo a la
perfección. El vestido reveló en parte su vientre perfectamente plano. Se ató el cabello
con un moño y puso un maquillaje muy ligero. Terminó el look con un par de aros de
oro blanco y sandalias blancas de tacón alto.
Se sintió muy satisfecha consigo misma cuando Justin tocó el timbre de su
puerta. La miró fijamente durante unos diez segundos. No dijo nada.
—¿Demasiado o demasiado poco? —preguntó ella con inseguridad.
Él se rio. —Para una mujer que confía perfectamente en su coeficiente
intelectual, tú no estás tan segura de que puedes hacer girar la cabeza, aunque
estuvieras en tu pijama.
Se ruborizó. —Entonces confío en que me veo bien.
Asintió con la cabeza y luego la acercó a él. —Más que bien. ¡Eres atractiva! —
se inclinó para besarla en los labios.
—Eso va contra las reglas, jefe —dijo Adrienne que después del beso—. El beso
tiene que ser hasta el final de la cita.
Él se rio. —No todos los días se sale con una diosa.
Eso fue demasiado halagador. Pero Adrienne logró una tímida sonrisa. —
Tampoco no todos los días se sale con un dios.
La llevó a un restaurante francés. Ellos fueron a la zona VIP. Eso era perfecto.
Nadie, excepto los camareros, los verían allí.
—¿Encuentras el lugar adecuado? —le preguntó.
Ella asintió. —Sí. No sé qué haré si la cita de Jill decide traerla aquí también.
—Así que todavía no le has dicho a tus mejores amigos que me conoces.
Sacudió la cabeza. —No. Ni siquiera sé lo que estoy haciendo.
—Tienes una cita para cenar conmigo, —dijo tranquilamente.
—Sí. Y no sé por qué.
Él tomó su mano con la suya. —Si yo no fuera yo... ¿les dirías sobre esto?
Era una pregunta difícil y no sabía cómo responder sin herir sus sentimientos.
—No lo sé —admitió—. Engañé a mi novio. Cinco veces por tres noches
consecutivas para ser exactos. No estoy segura de que deba decirle a nadie sobre eso. Y
no se lo dije a mis amigos la primera vez que ocurrió. Eso es suficiente para enfadarlos.
Especialmente porque es contigo.
—Sólo soy un chico, Adrienne —le dijo suavemente—. Espero que puedas
verme a mi como soy, y no como Justin Adams.
—¿Por qué, Justin Adams también tiene una identidad secreta? —suspiró.
—Justin Adams es un nombre. Un nombre que a veces no me gusta en absoluto.
La persona detrás del nombre no necesariamente se parece a lo que oyes de él... al
menos espero que no lo hagas.
—Ya lo veremos eso, ¿no? —Adrienne se las arregló para guiñar el ojo.
Asintió con la cabeza. —Sí... ya veremos.
Disfrutaron de una cita perfectamente divertida y relajante. Cuando él la
acompañó a su puerta después, la besó suavemente. Luego la miró profundamente a
sus ojos. Y la besó de nuevo... apasionadamente, esta vez.
Él suspiró. —Será mejor que entres antes de que pierda el control.
Ella sonrió. —Buenas noches. Gracias por la cena.
Asintió con la cabeza. Cerró la puerta tras ella y se apoyó en ella. Sonreía de
oreja a oreja. Era una cita perfecta y él era un perfecto caballero. Puede que hayan
empezado con una aventura de una noche, pero él parecía querer probar que no sólo
estaba buscando sexo. Tal vez trató de probarse a sí mismo para ella... que no es todo lo
que dice su reputación. Que Justin Adams es sólo un nombre. Y el hombre adentro
quería llamarse a sí mismo simplemente humano.
Y sí... no era tan famoso como su reputación decía. Él era en realidad suave y
sensible. Y sorprendentemente dulce.
Ella no pensó que él se estuviera acostando con alguien más en ese momento.
No le había pedido que hiciera un trío con él y otra chica, u otro tipo. Podría esperar ese
tipo de libertinos notorios. Pero Justin no parecía capaz de hacer esas cosas. Si no
conociera su reputación, podría incluso creer que la estaba cortejando. Al menos eso es
lo que se sentía que estaba haciendo... por ahora.
Se duchó y se vistió con un pijama lavanda y una blusa blanca de tirantes de
espagueti.
Su teléfono sonó. Era Troy.
—Hola. Me sorprende que aún me recuerdes —le dijo sarcásticamente.
—Lo siento, cariño, fui un estúpido —dijo—. Sé que es difícil hacer frente a la
presión que recibes de tu madre. No debería hacer lo mismo para ti —Troy respiró
hondo—. Te compensaré cuando te visite, ¿ok?
—Bien —no podía decir más que eso. Se esforzó tanto en sentirse emocionada
al pensar en la visita de Troy. Esperó a que ese nervio brotara, para que fluyera la
emoción... pero no había... nada.
—Entonces, ¿qué estuviste haciendo esta semana? —preguntó
La primera y única cosa que le vino a la mente fue Justin Adams. Esperó a que
la culpa empezara a roerla. Pero casi le sorprendió que no lo hizo.
—Bueno, fui a Gypsys. Es un bar. Fue la inauguración. Tuve que escribir sobre
ello.
—¿Con quién fuiste? — preguntó.
—Sólo yo.
—¿Bebiste?
—¡Claro que bebí! ¡Soda! —ella mintió.
Se quedó en silencio durante un tiempo. —Adrienne, ¿no es eso... peligroso?
Pensaba que sólo revisabas los restaurantes y pequeñas tiendas. ¿Y ahora, un club? Lo
siguiente que sé es que me dirías, es que fuiste a un club de striptease.
Adrienne se mordió el labio para no gritarle.
—Adrienne, ¿no has pensando en hacer un cambio de carrera? Estoy seguro de
que eres buena en lo que haces. Pero... ir a bares y desfiles de moda, cariño... ¡eso no es
una carrera! Quiero decir... podrías intentarlo al menos con un periódico. ¿Estás segura
de que estás a salvo en tu trabajo?
Respiró profundamente. ¿No acaba de decir que lo siente por presionarla como
su madre?
—Odio estar de acuerdo, pero a veces, tu madre tiene razón. Mira tu hermana.
Está en la escuela de medicina. Sé que eres inteligente. Pero ¿por qué aceptar un nivel
menor de carrera? Podrías al menos ser gerente de alguna empresa. ¿Pero escribir
sobre bares?
—Te lo dije antes. Kim está en la medicina. Yo sólo... no. Ella lo heredó de
nuestros padres. Tengo un don para la escritura. Nadie en mi familia sabe cómo escribir.
Pero esto es lo que se me da bien.
—Lo sé. Sólo espero que podamos tener una conversación más intelectual a
veces. Hablé con Kim la semana pasada. Me dio muchos consejos para mis prácticas. Es
tan buena. No es que te esté comparando con ella como tus padres lo hacen. Sólo quiero
que... aproveches tu potencial. Kim se convertirá, algún día, en cirujana en jefe de algún
hospital, y tú estarás en casa escribiendo una novela que tal vez nunca publiques.
Todavía eres joven. Nunca es demasiado tarde, cariño.
Adrienne se dio cuenta de que Troy sonaba como un niño de doce años enfermo
de amor cuando hablaba de Kim. Eso la enfureció, en realidad. Por supuesto. Allí era un
momento de su vida en la que se convenció a sí misma de que estaba enamorada de él.
—Tengo un plazo que cumplir, Troy. Hablaremos de esto en otro momento —
ella colgó.
Ahora estaba muy enojada. Quería golpear algo y romperlo. ¡Incluso su novio
la comparó negativamente con Kim! ¿Nadie podía ver que lo hizo extremadamente bien
por su cuenta? E incluso si no hubiera llegado allí, sin embargo, ¿tiene Kim que ser
siempre la vara a medir de todos sus logros?
Se limpió las lágrimas de sus ojos. Tomó sus llaves y salió de su apartamento.
No estaba segura de lo que estaba haciendo. Pero pronto, ella estaba tocando el timbre
del apartamento de enfrente.
Justin respondió después de dos llamadas. Llevaba sólo los pantalones del
pijama. Una mirada a ella suavizó su expresión
—Hola ¿qué pasa? —preguntó.
Ella sacudió la cabeza. La llevó hacia él y le dio un abrazo. Lloró silenciosamente
sobre sus hombros.
Acarició su cabeza, dándole ligeros besos en la sien. Ella se alejó y se quedó
mirando. Le secó las lágrimas de sus mejillas.
—¿Quieres hablar de ello? —preguntó.
Ella sacudió la cabeza
La miró fijamente un momento y luego asintió con la cabeza. La tiró dentro y
cerró la puerta detrás de ellos.
—¿Te he molestado? —preguntó ella.
—No, en absoluto —respondió él—. Estaba... a punto de... bueno, de llamarte.
Esto la sorprendió.
—¿Por qué?
Se encogió de hombros. —No tengo nada que hacer. Quería ver si estabas lista
para una charla. Pero tu línea estaba ocupada, así que pensé en intentarlo de nuevo
después de unos minutos. Y aquí estás.
Tomó su mano con la suya y la llevó a su dormitorio.
Quitó las mantas y se acostaron sobre ellas. La tiró de la mano para pedirle que
se acostara a su lado. Entonces él puso sus brazos alrededor de ella y acurrucó su cabeza
en su hombro.
—¿Padres? —preguntó en voz baja.
Ella agitó la cabeza.
—¿Novio? —preguntó otra vez.
Ella se encogió de hombros. —Todos ellos. Es como si mi vida estuviera hecha
de una cosa significativa, la sombra de mi hermana. Me alegro por ella. Pero, ¿puede
alguien sólo ser feliz por mí o al menos aceptarme?
Acarició su cabeza. —A nadie le gusta lo que no entienden —él declaro—. No
te conocen tan bien. Sólo deja de vivir tu vida de la manera que otras personas quieren
que la vivas. Vívela para ti misma.
—¿Como tú? —preguntó.
—Sí. Tal vez. Mis padres también querían que fuera otra persona. Y sé que no
puedo escapar de ese camino. Así que estoy tratando de aprender tanto de la vida ahora.
Para que esté más preparado cuando finalmente enfrente mi destino.
—Lo estás haciendo bien por ti mismo —ella dijo.
—Sí. Pero no puedo vivir de fotos y acciones toda mi vida. ¿Y quién va a hacerse
cargo del negocio familiar? ¿Mis primos por parte de mi madre? Eso no estaría bien. El
padre de mi padre empezó el imperio. Tienen que ser su sangre para seguir
cultivándolo.
—Así que, ¿cuándo pretendes empezar a aprender las cuerdas que debiste
haber aprendido hace años?
Se encogió de hombros. —Después de este año. Lo he hecho bien por mí mismo.
Por lo menos la gente no puede decir que me hice rico porque tuve un padre rico. Eso
es sólo el estereotipo del que quería escapar.
—Al menos tu futuro es más brillante que el mío —gruñó.
—¿Qué es lo que realmente quieres hacer con tu vida? —le preguntó.
—Me encanta lo que hago ahora —respondió ella—. Me encanta escribir. Es mi
pasión. No es sólo un hobby. Pero también quiero invertir en algo. Quiero ganar dinero
para otro lugar.
—¿Cómo qué?
Se encogió de hombros. —No lo sé. Las acciones tal vez. Pero no tengo ni idea
qué hacer. Así que no puedo jugar.
—¿Hablas en serio? —preguntó.
Se encogió de hombros otra vez.
—Puedo mostrarte. Puedo enseñarte a jugar. No tienes que invertir tanto.
Puedes empezar con mil dólares. Mira a ver dónde llegas. Si sientes que es para ti...
aumentaremos la inversión. Yo te guiaré, te llevaré hasta el final.
—¿En serio? ¿Mil grandes? —ella lo miró fijamente.
Él asintió.
La idea realmente la emocionó. Sintió que esto podría funcionar. Ella puede
escribir e invertir al mismo tiempo.
—Bien. ¿Qué tengo que hacer primero?
—Busca los números de Wall Street y encuentra una compañía que te guste —
respondió Justin—. Lee sobre cómo les fue en el último año y en los anteriores meses.
Así es como se decide primero para qué compañía jugar.
Ella sonrió. —Yo puedo hacer eso.
Asintió con la cabeza. —Sí. No te preocupes. Te enseñaré a tomar las decisiones.
Si me equivoco en mi consejo y pierdes dinero, cubriré tus pérdidas.
—¿Por qué harías eso?
—Porque me enseñará a ser un mejor profesor.
Se rio. —Entonces es un trato.
Estuvieron en silencio por un tiempo. Entonces ella dijo—: Gracias, Justin. Y lo
siento. No debería haberte molestado. Pero... —ella suspiró—. Tú vives más cerca de mí
que Jill y Yuan.
Se rio. —¿Ves? Incluso puedes bromear bajo la pena. Esa es la Adrienne que
siempre debe estar al descubierto. Creo que es la verdadera Adrienne todo el tiempo.
No trates de ser alguien que los demás quieren que seas. La verdadera Adrienne es
maravillosa y hermosa tal como es
—Esa es la Adrienne que conociste en Gypsys —admitió.
—Esa Adrienne tiene una larga, feliz y colorida vida por vivir —él respondió
Permanecieron en silencio durante un tiempo. Entonces él inclinó su barbilla
hacia arriba y la besó. Después del beso, le subió las mantas hasta la barbilla y apagó las
luces
—Buenas noches, Adrienne —habló con calma.
—Buenas noches, Justin —susurró.
¿De verdad se va a dormir ahora?
Una parte de ella se sentía feliz de que él no le sugiriera que hicieran el amor
entonces. Que parecía contento de dormir con ella en sus brazos. Pero otra parte de ella
parecía decepcionada, porque en el fondo sabía que lo anhelaba con cada fibra de su
femenino ser.
Ella miró su cara en la oscuridad, iluminada por la luz que venía de la ventana.
Dios, ¡es realmente apuesto!
¡Y ella está ahí en sus brazos! Sin necesidad de decir que pasara la noche,
sabiendo que acaba de tener un mal momento y que necesitaba compañía, la sostuvo,
la consoló.
Levantó su mano y le trazó la barbilla con los dedos. Rastreó cada línea de su
mandíbula con suavidad. Se sorprendió cuando de repente él se movió y la inmovilizó
entre la cama y su cuerpo.
Ella gritó y sonrío.
Lo encontró mirándola con sus ojos diabólicos. Estaba medio sonriendo.
—¿Nunca se te ocurrió que podría estar aferrándome a la última cadena de
cualquier control y caballerosidad que tenga en mi cuerpo? —le preguntó de manera
perversa.
Sacudió la cabeza. —Vamos. Vamos a dormir.
Sacudió la cabeza. —Tuvo esa oportunidad hace un minuto, señorita. Usted no
la tomó.
Sonrío. —Por favor, Justin...
Ella miró impotente como su cara descendió hacia la de ella y tomó sus labios
en un beso que le dio vueltas en la cabeza.
Luego le acarició el cuello. Gimiendo de placer. Envolvió sus brazos alrededor
de él y le acarició el cabello. Volvió a besar sus labios. Lo besó de vuelta.
Hicieron el amor lentamente. Él la acarició. Besó cada centímetro de su piel. La
hizo sentir adorada... como si fuera la mujer más hermosa en el mundo.
Se dio cuenta de que Justin la hacía sentir apreciada mientras que Troy la
obligaba a sentir que no era lo suficientemente buena. Sus padres seguían diciendo que
nunca sería tan buena como su hermana. Pero Justin... él quería que creyera que es
perfecta tal como es.
Después, se abrazaron, encerrados en el abrazo del otro.
—¿Estás bien? —preguntó suavemente.
Ella asintió con la cabeza. —Hmm... cansada. ¿No tienes hambre?
La miró. —¿Tú tienes?
—De repente... me siento un poco hambrienta. —sonrió
—¿La cena no fue lo suficientemente buena? —le preguntó, riendo.
Ella se río. —Lo fue. pero el... —se fue arrastrando, iba a decir sexo, pero no
estaba segura de cómo decirlo.
—¿Hacer el amor es mejor? —sugirió con suficiencia.
Ella lo golpeó suavemente en las costillas.
—¡Qué engreído! —sus labios se curvaron.
Se levantó y se vistió rápidamente.
Justin la siguió a la cocina donde ella asaltó su nevera y él se sentó en el
mostrador.
—Hmm... ¿tienes pasta para microondas?
Sonrió tímidamente. —¿Qué esperabas? Vivir la vida en el carril rápido. Todo
tiene que estar en marcha.
Levantó una ceja, como regañándolo en silencio.
Él levantó las manos. —Está bien. Tal vez alguna vez puedas cocinar para a mí.
¿Sabes cocinar?
Ella le levantó una ceja. —¡Muy bien, señor! ¿Qué es lo que quiere, tailandesa,
china, japonesa, mexicana?
Se rio. —¡Whoa! Nunca desafíe a la Srta. Miller en sus habilidades en la cocina.
Decidió freír unas empanadas.
—¿Cerveza o soda? —preguntó.
—Tomemos cerveza —respondió él.
—Tú tomas cerveza —dijo ella—. Yo tomaré una soda.
—No eres una persona de cerveza, ¿eh?
Ella se encogió de hombros. —No soy una persona de cerveza.
—Vamos. Es hora de cambiar, ¿recuerdas? —la desafió, sus ojos llenos de reto.
—Está bien. Estoy con Justin Adams.
—Ambos aprendemos algo el uno del otro —sonrió.
Fueron al balcón a comer y beber.
—¿Qué edad tiene tu hermana? —preguntó.
—Veintiocho. Tres años mayor que yo.
—Entonces, ¿qué es ella? ¿Señorita?
Se encogió de hombros. —Al menos eso es lo que mi madre y mi novio piensan.
No dejaban de decirme que mi escritura era sólo una excusa poco convincente para
ganarme la vida.
Miró a su apartamento. —Diría que es mucho más para que puedas pagar ese
apartamento tuyo. ¿Han estado allí?
Sacudió la cabeza. —Ni siquiera saben mi dirección.
—Bueno, yo diría que no pienses demasiado en eso. No somos tan diferente, ya
sabes. Mi padre cree que viviré en las calles y no seré capaz de mantener el estilo de
vida en el que crecí a menos que trabaje para él. Pero creo que lo estoy haciendo
bastante bien. Tengo dinero y tiempo en mis manos. Puedo mantener mis vicios.
—¿Vicios? —ella hizo eco, de repente se alarmó
Se encogió de hombros. —Coches. Aparatos.
Se sintió aliviada. Debió darse cuenta porque la tomó de la mano con la suya y
se rio.
—No, señorita. No tomó drogas, ni apuesto, ni esclavizo blancos o me ocupo de
actos terroristas, ni siquiera de prostitución o fomento los mismos.
Luego le besó su mano suavemente.
Cuando terminaron de comer, Adrienne insistió en lavar los platos, mientras
Justin limpiaba las botellas en el balcón.
—Entonces, ¿hablas en serio sobre lo de las acciones? —preguntó.
Ella asintió. —Lo intentaré.
Sonrió. —Eso es genial. Ahora estás aprendiendo a arriesgarte más.
Sus cejas se dispararon. —Sí. Y empezó el día que Gypsys abrió. ¡Ese maldito
lugar debería ser cerrado! Debí haber escrito una desagradable reseña.
Se rio. —No culpes al lugar. Estaba en ti. Tienes un espíritu libre que se muere
por salir. Suenas como si nunca te hubieras divertido en tu vida.
—Bueno, tú no tuviste los padres que yo tengo.
—Los tuyos no pueden ser más estrictos que los míos. Pero, aun así, no me
detuvo en hacer lo que quería en la vida.
—Al menos te han mimado un poco.
Se encogió de hombros. —Tal vez. Pero eso tampoco no me impidió tener
sentido común.
—Sí... entre otras cosas. Se sabía que eras un esnob. Y ...tú... —ella se detuvo.
—¿Qué? —esencialmente la instó a continuar.
—Y que tú eras conocido por jugar con las mujeres... —ella dudó, poniendo el
último plato en el secador de platos
Estuvo callado un rato.
Ella pensó que debió haber herido sus sentimientos. Se sentía culpable.
Finalmente, él respiró profundamente. —Si pensaste que eso era cierto sobre
mi... ¿cómo es que estás aquí? —preguntó en voz baja.
Eso marcaba algo dentro de ella. Esa fue la misma pregunta que se había estado
haciendo. Si sabía quién era Justin Adams, entonces ¿por qué ella se queda aquí? ¿Por
qué había acudido a él en primer lugar?
De repente, se sintió enojada. Con ella misma más que con nadie. —¿Sabes qué?
—dijo ella—. ¡Tienes razón! ¿por qué estoy aquí?
Se dio la vuelta y se dirigió rápidamente a la puerta.
Él corrió tras ella y la agarró por el brazo. Ella luchó para conseguir alejarse de
su control, pero no la dejó ir.
—¡Maldita sea, Justin! ¡Déjame ir!
Él envolvió sus brazos alrededor de su cintura.
No dijo ni una palabra. Sólo la abrazó. Fuertemente. Ella tomó profundamente
un respiró y se mordió el labio para evitar decir algo que pudiera arruinar aún más la
noche para ambos.
—Cariño, ayúdame aquí —le susurró al oído, muy suavemente, que la hizo
querer llorar.
Ella no respondió.
—Lo siento —dijo él. Inclinó su cara para poder mirarla ojos—. Sólo... pienso
que es injusto. Me has estado viendo basada en mi reputación desde el primer día. Por
un momento, creí que podías verme de otra manera. Que podías ver al hombre bajo el
abrigo de Justin Adams.
Ella lo miró fijamente. Podía ver que él estaba luchando con sus palabras.
—¿Por qué te importa lo que piense de ti? —le preguntó directamente.
Su expresión se suavizó y sonrió tímidamente. —Simplemente lo es.
Respiró profundamente y se las arregló para calmar sus emociones. —Tengo
que irme.
Sacudió la cabeza. —Por favor, no lo dejemos así —parecía estar suplicando.
Entonces se dio cuenta de que él tenía razón. Y, de todos modos, no debería
importar, si Justin actuaba como el imbécil que su reputación dice que es. Ella prometió
mantener su corazón intacto.
Y se dio cuenta de que era injusto pensar en él de esa manera, porque le dio la
oportunidad de ver debajo de la etiqueta de Justin Adams
En realidad, era un gran chico. Tenía alma. Lo que dijo fue injusto. Ella no
buscaba que este feliz para siempre tuviera un final. Eso nunca lo haría. Esto era
simplemente el respiro que necesitaba.
Justin Adams le dio la oportunidad de vivir su vida como debería vivirla. Él le
inspiró el coraje de probar cosas que nunca antes había probado. Esta cosa que
compartían, la locura temporal... la mutua, pero la pasión a corto plazo... le proporcionó
más bien que mal, de todos modos. Y ella estaba siendo injusta al pensar que era un
imbécil, cuando ella era la que jugaba juegos aquí.
Ahora se sentía arrepentida. Se sentía culpable. Se levantó y tocó su mejilla
suavemente.
—Lo siento —susurró—. Estaba fuera de lugar. No me importa lo que digan de
tu reputación. Quiero decir... no me importa. Yo soy la que está engañando aquí a mis
amigos y a mi novio. Lo siento.
Sonrió. —No se trata de engañar, Adrienne. Sé que te sientes culpable de ello.
Pero míralo de esta manera. Por una vez, estás pensando en lo que quieres. Te estás
enseñando a ti misma cómo vivir... y al mismo tiempo... me estás enseñando a hacer lo
mismo.
Ella le sonrió. —Sí... lo sé. Supongo que deberíamos dejarlo para lo que es.
Asintió con la cabeza. La besó apasionadamente. Ella respondió con la misma
pasión.
Se agachó y la llevó en sus brazos.
—Oye... dije que tenía que irme.
Él sonrió. —Oh no. Te propusiste pasar la noche aquí hace dos horas, señorita.
Vas a hacer justamente eso.
Levantó una ceja.
—¡Tú eres imposible!
Se rio mientras la dejaba en su cama.
—Voy a necesitar lavarme los dientes —dijo ella.
Él se rio, se puso de pie y la llevó al baño, donde sacó un nuevo cepillo de dientes
eléctrico y lo entregó a ella.
—No me estás dando otra opción, ¿verdad?
Sacudió la cabeza. —No.
Sonrió y puso la pasta de dientes en su nuevo cepillo.
Después de cepillarse los dientes, ambos se fueron a la cama y durmieron cada
uno en los brazos del otro.
6. Ferveur
La intensidad del sentimiento o expresión; el calor intenso.
.

Cuando se despertó, estaba acostada de espaldas y Justin aún dormía


profundamente su lado con su brazo alrededor de ella. Miró el reloj de la mesa de luz.
Las once en punto.
—¡Mierda! —Se puso de pie rápidamente.
Justin se despertó y se sentó en la cama.
—¿Qué sucede?
—¡Son las once en punto! ¡Necesitaba estar en el trabajo a las nueve!
Sonrió. —¿Y qué? ¿Cuándo fue la última vez que te tomaste un día libre?
Ella lo miró fijamente. —No lo sé. Hace un año.
Se encogió de hombros. —Eres demasiado adicta al trabajo. Un día de descanso
no te haría daño.
—Justin... no puedo...
Sonrió. Le sacó la mano y la hizo sentarse en la cama a su lado.
—¡Señorita adicta al trabajo! —bromeó—. Creo que necesitas urgentemente
unas vacaciones. Aprende a relajarte un poco. Lo estás haciendo bien con todo lo que
haces. Eres más inteligente que esa hermana tuya. No puedes probarte a ti misma todo
el tiempo cuanto sabes de libros. ¿Sabes en qué creo? La persona que vive más la vida
es la más exitosa. Tranquilízate, ¿ok?
Escuchar a Justin decir esas palabras hizo que Adrienne se diera cuenta de que
ella nunca se había dado mucho un descanso porque siempre estaba persiguiendo los
logros de su hermana. Y cada día contaba.
Tal vez Justin tenía un buen punto. Ella tiene que aprender a dejar ir las cosas.
Al menos algunas cosas. No tiene que estar tensa todo el tiempo.
Ella suspiró. —Está bien —le sonrió y luego se inclinó hacia adelante para darle
un beso en los labios.
Él le sonrió.
—¿Y tú? ¿No tienes que ir a trabajar hoy? —le preguntó. Ella ni siquiera sabía
si realmente trabajaba.
—Hecho —respondió él—. Me levanté a las nueve de la mañana e hice algo de
comercio.
—¿En serio? ¿Así de fácil? ¿Hiciste dinero?
Asintió con la cabeza. —Hoy tuve suerte. Cien mil dólares.
Sus ojos se abrieron de par en par. —¿Cien mil? ¿Cómo es posible?
Se encogió de hombros. —Trabajé duro para que esto ocurriera. Me costó
mucha inversión y paciencia. Era arriesgado y tenía que esperar un año entero para el
momento adecuado. Y hoy, las cosas se volvieron a mi favor. Debes ser mi amuleto de
la suerte, encanto.
—¡Dios mío! Mis mil dólares suenan como una... propina o algo.
Se rio. —He estado comerciando desde que tenía veinte años, cariño. Y, además,
no te pido que empieces con mil para ganar dinero. Es sólo por tratar de aprender cómo
funciona sin tener que invertir mucho.
—¿Te despertaste a las nueve y no me despertaste? Sabes que es lunes.
Sonrió. —Sabía que no dormiste hasta tarde anoche. Así que yo decidí no
despertarte.
—Está bien. Entonces será mejor que me invites a almorzar o algo así.
—Hecho. Donde quieras, cariño. Podemos ir a París a almorzar sí quieres.
Se rio. —No. No quiero ir tan lejos. Y además un almuerzo en París no sería
suficiente para mí. Tengo que quedarme allí por lo menos una semana.
Sonrió. —Está bien. ¿A dónde quieres ir entonces?
Se encogió de hombros. —¿Podemos tenerlo aquí o en mi apartamento?
¿Entrega tal vez?
La miró fijamente por un momento, como si tratara de leer sus pensamientos.
Luego asintió con la cabeza. —Está bien. No puedes ser vista con Justin Adams en las
calles —murmuró en voz baja.
Se sentía culpable. Lo abrazó. —No me pueden ver en ninguna parte de la calle
si, de todos modos, voy a reportarme como enferma.
—En efecto, Srta. Miller. Me has atrapado ahí. ¿Qué quiere entonces?
—¿China?
Asintió con la cabeza. —Está bien. Comamos en la terraza. Myla, mi ama de llave
estará aquí en treinta minutos.
—¿Quién, qué? —preguntó.
—Mi criada —respondió él.
—¿Tienes una criada?
Asintió con la cabeza. —Viene aquí lunes, miércoles y sábado.
De alguna manera, ella entró el pánico al pensar que alguien más la viera con
él. Aunque confiaba en Justin, no quería correr el riesgo. Podría ser el sabor de Justin
por una semana (o dos), pero cuando él se fuera, quería estar lo más indemne posible.
—Te diré algo, vayamos a mi apartamento. Necesito revisar mí móvil y mi
contestador automático de todas formas. Jill estará gritando en él ya que no le dije
dónde estaba.
Levantó una ceja. —¿Ves? Ni siquiera quieres que mi ama de llaves te vea
conmigo
Ella se quejó. —¡Justin! ¿De verdad vamos a discutir sobre esto? ¿Tú me hiciste
extrañar a Jada por un día para que pudiéramos pelear?
Sacudió la cabeza. —Está bien, está bien. Tú ganas. Vuelve a tu lugar. Pediré
desde aquí y estaré allí en quince minutos.
De vuelta en su apartamento, se dirigió directamente a la máquina
contestadora. Veinte mensajes.
Hola Yen, soy Troy. Lo siento, cariño. Es sólo que conoces a mi hermano se casó el
año pasado. Y Lisa es una abogada de primera clase.
—Ella es diez años mayor que tu hermano —murmuró Adrienne.
Sé que tienes un plan en juego. Hablemos las cosas. Cuando tenga tiempo, iré a
Nueva York para poder verte. Te amo.
Cada día que pasaba, se daba más cuenta de que su relación con Troy parecía
desesperada. Había llegado a un lugar cómodo donde sabía que no le importaba si Troy
la dejaba caer... si ella no lo hacía primero.
Claro, su madre la regañaría por romper con él. Pero ha estado decepcionando
a esa mujer desde siempre. No importaba lo que hiciera, su madre nunca la vería de otra
manera.
Por primera vez en su vida, Adrienne quería hacer lo que ella pensaba que haría
para vivir una vida completa a pesar de ser un fracaso ante los ojos de su propia madre.
Al menos no tenía que ser un fracaso ante sus propios ojos.
Había otro mensaje en el contestador.
—Hola Yen... soy Jill... ¿almorzamos mañana con Yuan? Él nos recogerá.
Adrienne entró en pánico.
Los siguientes mensajes vinieron de Yuan y Jill, todos preguntándole dónde
demonios estaba.
Marcó el número de Jill.
—Maldita sea, ¿dónde estás? —exigió Jill.
—Estoy en casa. Me quedé dormida y no me siento muy bien —respondió.
—Dios mío, cariño ¿estás bien? —preguntó, cambiando de humor, de la ira a la
preocupación.
Adrienne asintió.
—¿Hola?
—Lo siento, en realidad estoy asintiendo con la cabeza —dijo. Se sentía
culpable por mentirle a sus amigos. Jill sonaba tan preocupada. Ellos sabían que no solía
sentirse enferma... o nunca estuvo demasiado enferma para no ir a trabajar.
—¿Quieres que vayamos allí? —preguntó Jill. Al mismo tiempo, Justin entró en
su apartamento, sin ni siquiera llamar.
—¡No! No lo hagas. Estaré bien. Sólo necesito descansar —mintió.
—Cariño... ¿estás segura de que estás bien? —preguntó Jill.
—Sí. Estaré bien
—Está bien. Se lo diré a Recursos Humanos ahora. Te llamaré después del
trabajo, ¿ok?
—Claro. Adiós.
Justin la miraba, con una ceja levantada.
—Mis amigos. Querían venir aquí y ver cómo estaba. Dije que no.
Sonrió. —Buena idea. Creo que voy a salir por la ventana si llaman a tu puerta.
Ella se rió. —En realidad puedes hacer eso, creo.
Asintió con la cabeza. —Comprobé que la mañana que llamaron decían que ya
habían ido al ascensor. Ese sería el último recurso si quieres mantener este pequeño
secreto nuestro.
Ella fue hacia él. No estaba muy segura de si quería decirle que estaba bien
mantener esto es un secreto.
Le dio un abrazo. Él se devolvió el abrazo.
—Me muero de hambre —susurró.
Él se rio. —La comida será entregada en quince minutos, no te preocupes.
Y fiel a su palabra, lo fue. Justin pidió carne picante, fideos y dim sum.
Después del almuerzo, limpió la mesa y se unió a Justin en el balcón. —Sabes,
eres un poco irónica —dijo.
—¿Por qué es eso?
Se encogió de hombros. —Pareces ser tan remilgada y apropiada la mayor
parte del tiempo. Y, sin embargo, fumas.
—Como dijiste... la mayoría de las veces —ella sonrió—. No empecé a fumar
hasta el año pasado. Tuve una relación pésima con mi madre. Y en ese tiempo, Troy
actuó como un imbécil porque no le iba muy bien con una de sus asignaturas. Y también
tenía demasiados plazos. Necesitaba un respiro para pensar claramente y hacer algo.
—Y el hábito demostró ser útil ese tiempo —sugirió.
Ella asintió. —Y luego demostró ser adictivo también.
—Y me imagino que mamá no lo sabe —adivinó.
Ella asintió con la cabeza. —Sí. Sería otra mancha en nuestra relación.
—¿Por qué es así? —preguntó.
Se encogió de hombros. —Recuerdo que empezó a compararme con Kimberly
cuando ambas estábamos en la secundaria. Ella era tres años mayor que yo. Ella
siempre se quedaba en casa, siempre parecía libre. Siempre salía con algunos amigos.
Yo empecé a salir antes que ella. Pero seguí sacando sobresalientes. Mi madre no estaba
contenta con mis fiestas o que saliera con amigos. Ella siempre se quejó de que yo
debería ser como mi hermana mayor, cuya vida giraba en la escuela y en casa. A
Kimberly nunca le gusté mucho. Siempre me intimidaba, hasta donde puedo recordar.
Cuando traté de aprender a tocar la guitarra, ella ya daba recitales de piano.
—…Yo solía ser la rebelde. Nunca hice lo correcto. Siempre que mamá me
regañó, sería como... mira a Kimberly... Kimberly nunca me dio estos problemas...
Cuando Kimberly llegó a la UCLA, mi madre estaba extasiada. Parecía tan orgullosa de
ella y me dio a entender que yo nunca haría algo tan grande como Kim. Kimberly
conseguiría todo lo que quisiera en la vida, y yo terminaría siendo secretaria de alguna
empresa... si no es quedaba embarazada cuando era adolescente. Recuerdo haber
estado tan enojada esa noche. Yo fui a una cita con este imbécil, era de último año. Pensé
que era genial porque estaba saliendo con un pez gordo mayor. Pero casi me viola en
esa cita. Usé spray de pimienta en él y tuve que llamar a mi padre para que me recogiera
en medio de la nada. Me sentí tan asustada. Y mamá estaba tan enojada.
—…Fue entonces cuando empecé a ir por el otro camino. Quería ganarme su
confianza en lugar de rebelarme contra ella. Dejé de salir en la secundaria. Casi no fui al
baile de graduación. Solía teñirme el cabello de marrón oscuro, para ocultar el rojo
destacado. Me encantaban mis mechas rojas porque pensé que se veían bien. Pero mi
mamá siempre me hizo sentir como una ramera por ellas. Así que tuve un stock
completo de tintes para el cabello castaño oscuro. Aun así, obtuve sobresalientes como
estudiante. Me fue mucho mejor en el tercer y último año. Me aceptaron en todas las
universidades a las que solicité ingresar. Tomé artes de la comunicación en Stanford.
Siempre he querido escribir. Mi madre todavía pensaba que no era lo suficientemente
buena. Kim había entrado en la escuela de medicina y lo hizo bien.
—… Parece que toda mi vida he intentado estar a la altura de las expectativas
de mi madre. Pero todavía no puedo hacer que me ame tanto como lo hace con Kim... —
Ella no se dio cuenta de que las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.
Justin tomó su mano y la acercó a él.
—Pero lo estás haciendo bien —dijo suavemente.
—Yo también lo pienso. Soy una de las mejores editoras de Blush. Pensé que
era algo grande. Blush es grande. Y llegué a ese puesto en tres años. Mi madre nunca vio
eso. Ella dijo, Blush es una revista leída por modelos y mujeres obsesionadas con su
apariencia, que nunca se preocuparon mucho por sus cerebros.
—No creo que eso sea cierto. Las mujeres leen muchas de estas revistas, porque
es una revista que contiene los secretos de tu género. Te sorprendería que algunos
chicos también la lean. Ya sabes... sólo para saber cómo encantar a una mujer —él se
rio.
Ella sonrió. —No lo sé, Justin. Fui allí porque tengo pasión por ello. Me encanta
escribir. Y Blush es prestigiosa, pero también quiero hacer otras cosas. Quiero invertir.
Quiero hacer mucho más dinero de lo que estoy ganando ahora.
—Todavía eres joven. ¿Qué tienes? ¿Cuarenta años? —se burló de ella mientras
la miraba.
Ella lo pellizcó en su costado.
—¡Ouch! —se rio—. Está bien, veinticinco. Lo estás haciendo muy bien en
Blush. Podrías hacer más. Por otro lado, puedes invertir en algunas cosas. Tú podrías
incluso empezar tu propio negocio si lo deseas. Cuando el negocio se vuelva genial,
puedes elegir si quieres seguir a tiempo completo escribiendo o contribuyendo en Blush
o en otra revista o escribiendo tu propia novela o libro.
Se echó hacia atrás y lo miró fijamente. —¿Sabes qué? Yo siempre he querido
hacer eso. Y juro que lo haré cuando tenga más tiempo o si las cosas se vuelven más
estables.
Levantó la mano y apartó un mechón de cabello de su cara.
—Hazlo. Sé que lo harás bien. Y la cirugía... se puede aprender en la escuela.
Creo que podrías ser mejor cirujana que tu hermana si eligieras serlo. Pero escribir... no
todo el mundo puede ser escritor. Es un don. Y tú lo tienes.
Sonrió y luego se acercó para besarlo.
—Gracias por decir eso. Desearía que mi madre pensara en ello de igual
manera.
—¿Y tu padre? —preguntó.
—Siempre pensé que era la favorita de papá. Pero mi padre es más bien del
tipo de marido de ‘Sí, querida’, si sabes lo que quiero decir. Es bastante inteligente, y nos
quiere demasiado a todas nosotras. Nunca sentí que mi padre me tratara injustamente.
Sabes, muchas veces me defendió. Pero nada de lo que hizo cambió la opinión de mi
madre sobre mí. Tal vez es así.
—Bueno, al menos no son los dos. Y oye... saliste bien. A veces, son los retos que
se interponen en el camino los que nos obligan a ser mejores personas. Si me preguntas,
eres perfecta, tal como eres, cariño.
—Nadie es perfecto —se rio.
Él agitó la cabeza y la miró profundamente. —Eres inteligente. Tienes un buen
corazón. Sabes cómo manejar tus finanzas. Tú eres independiente. Tienes un
apartamento con clase, un trabajo estable. Tienes amigos que te quieren... un tipo que
está loco por ti.
Se rio sarcásticamente. —No creo que Troy este loco por mí en absoluto.
Justin la miró fijamente un momento. Se quedó en silencio. Sus ojos estaban
estrechos y una ceja se disparó.
Ella lo miró fijamente.
¡Mierda!
—Quieres decir... ¿qué quieres decir? —balbuceó.
¡Justin Adams no puede estar loco por mí!
Él apartó la mirada de ella. —Estoy seguro de que este personaje Troy está loco
por ti. De lo contrario, no se quedaría como lo está haciendo ahora, considerando que
no se ven mucho.
¡Mierda! Acabo de arruinar ese momento perfecto, ¿no?
De repente se sintió incómoda.
¡Este es Justin Adams! ¡Hola! Un playboy muy caliente que podría tener a
cualquier mujer que él quisiera. ¡Mujeres que están en la lista A, incluso la realeza!
—Justin... —ella empezó.
Él sólo la miró fijamente durante un rato.
—Te refieres a... Troy, ¿verdad? —preguntó con voz rota.
Se encogió de hombros. —Es el actual y oficial novio, ¿no?
¡¿Qué clase de respuesta es esa?!
Ella lo miró. Sabía que no tenía derecho a enfadarse.
¡Sólo han pasado unos pocos días!
¿Podría decir realmente que estaba loco por ella?
Se alejó de ella y encendió un cigarrillo. —¿Cuál es su historia, de todas formas?
Ella lo observó atentamente. Trató de entender la expresión de su cara. No
tenía ninguna. Sólo observaba la vista desde el balcón.
Decidió dejarlo ir o podría decir algo que arruinara el momento aún más. No
tiene derecho a exigirle nada a Justin. ¡Ella tiene un novio! Ella simplemente se divirtió
con él.
—Bueno... lo conocí cuando empecé a trabajar para Blush. Era la fiesta de
aniversario de mis padres y ellos eran amigos de sus padres. A decir verdad, al principio
no creí que fuera mi tipo. Pero sonaba tan maduro y mi madre lo adoraba. Cuando me
recogió para nuestra cita, fue la única vez que mi madre pareció extasiada por mí. Como
si fuera la única vez, que le traje buenas noticias. Troy y yo nos llevamos muy bien. La
relación se volvió estable. Él fue a la escuela de medicina, pero nos las arreglamos para
mantener las cosas en marcha. Teníamos nuestros problemas... nosotros no siempre
nos vemos cara a cara. Pero la relación era segura. Pensé que eso era todo lo que
importaba. Sentí que iba a alguna parte. Hemos estado saliendo durante tres años. Creo
que él fue el único trofeo que he traído a casa con mi madre.
Justin escuchó en silencio su historia. Adrienne deseaba poder leer su mente.
Ella quería saber lo que él estaba pensando. No quería responder su pregunta sobre
Troy... ¡pero él preguntó!
Pensó que era raro y demasiado complicado hablar de Troy con Justin.
Especialmente después de señalar que un tipo estaba loco por ella y automáticamente
pensó en Troy. Se dio cuenta de que sus palabras le dijeron que no tenía ninguna
consideración por las últimas noches que pasaron juntos. Por eso, se sentía arrepentida.
¡Pero ella ni siquiera sabía lo que eran! ¡Y es difícil esperar algo estable con un
tipo como Justin Adams... y es difícil de creer que un tipo como él podría estar loco por
ella!
Su teléfono sonó. Entró en el apartamento para contestar.
—Yen... ¿cómo estás? —preguntó Yuan.
—Estoy bien. Volveré a la oficina mañana.
—Te estás enfermando, cariño. Necesitas unas vacaciones. Tú trabajas también
demasiado.
—Estoy bien. De verdad. Es sólo que no me sentía muy bien para ir a trabajar
esta mañana. Tal vez sea el estrés. Y un día de descanso se encargó de ello. Me siento
mejor ya.
—Tal vez sea tu virginidad la que te corroe por dentro y trabaja a su manera de
destruir el resto de tu cuerpo —se burló.
—¡Ja, ja! ¡Eres muy gracioso! —dijo sarcásticamente.
Se sentía culpable. ¿Cómo podría llegar a sincerarse ella con sus amigos ahora?
¿Cómo podría decirles que perdió su virginidad hace unos pocos días atrás y el receptor
de su preciosa virtud se sentaba actualmente en el balcón? ¿Quizás un regalo de Dios
para las mujeres? ¿También conocido como el playboy más buscado en la ciudad?
—¿Por qué no pasamos esta noche? —preguntó Yuan.
—No es necesario, chicos. Quiero dormir temprano para asegurarme de que
voy a trabajar mañana.
—Ok. Es sólo que... no estoy acostumbrado a esta cosa tuya de caer enferma.
¡Nunca haces eso!
Se rio. —Por primera vez en muchos años.
—Sí... oh bien... llámame si necesitas algo, cariño.
—Lo haré, adiós.
Cuando se dio la vuelta, Justin se sentó en su sofá. No había hecho ningún
sonido. Ahora se sentía realmente culpable por hablar de Troy.
¡No! ¡No puede estar culpable! ¡Es Justin Adams!
¿Pero cómo es que tenía la sensación de que le pegaba fuerte cuando decía que
era Troy el que estaba loco por ella... y lo golpeó de nuevo cuando dijo que Troy puede
mantener una relación estable, lo que sugiere que él no puede?
Ella se sentó a su lado y apoyó su cabeza en su hombro. Él no la hizo ceder.
Quería aliviarlo a su manera. Pero no quería decir cualquier cosa porque eso sería
asumir que ella significaba algo para él
No dijo nada durante todo un minuto. Pero entonces sintió como su brazo se
envolvía alrededor de sus hombros y presiono un beso en su cabeza.
Se sonrió a sí misma. ¡Todo este afecto tácito que le mostraba la volvía loca!
Sintió que él de alguna manera se había encariñado con ella por los últimos días que
pasaron juntos. Aun así, para un tipo como Justin Adams, no podía creer que fuera
posible en absoluto.
Las señales que le envió la persiguieron hasta sacarla de su cabeza. Sabía que
no podría atrapar a un tipo como él. Y ella no sabía cuándo esto terminaría. Se prometió
a sí misma que mantendría su corazón intacto. Pero ella sabía que era demasiado fácil
enamorarse de él. Cuando Justin se fuera, ella no pensó que sería capaz de manejarlo si
él tomaba su corazón con él.
Se preguntaba qué pasaría en dos semanas. La reputación de Justin dice que
deja caer a una mujer después de dos semanas, ¿verdad? Si él es así con cada mujer,
entonces él deja un rastro de corazones destrozados al menos veinticuatro veces al año.
Y no tenía la intención de ser parte de ese rastro.
—¿Quieres ver un DVD? —preguntó suavemente.
Ella lo miró y sonrió.
—Sí.
Él esta vez le devolvió la sonrisa. Luego se levantó y tiró sobre los pies de ella.
—Vamos a mi casa —dijo.
Vieron Cómo perder a un hombre en 10 días en el dormitorio de Justin.
—¡Dios mío! Incluso yo dejaría caer a esta chica como una patata caliente si
fuera él novio —pronunció Adrienne mientras veía la película.
Se rio. —Oye... algunas chicas son así. Ellas también exigen mucho.
—Pero no todas, señor —respondió.
—Sí. Dije algunas.
—Pero ustedes... no entiendo por qué se escapan cuando una chica deja algo en
su casa. Quiero decir, tienen demasiado miedo al compromiso. No nos importa si
ustedes dejan algo en nuestra casa. Ustedes chicos... piensan inmediatamente que los
estamos marcando como nuestra propiedad si nos vamos como un lápiz labial en tu
mesa.
—No. Es sólo que, nos gusta tener nuestro propio lugar. Y nuestro tiempo. Y a
veces las chicas no pueden entender eso.
—Dejar algo nuestro en su casa no significa necesariamente que lo estamos
marcando como nuestro territorio. Como si quisiéramos mudarnos con ustedes o algo.
—Puedes dejar algunas de tus cosas. Pero no tienes que escribir tu nombre por
todo el lugar.
—¿Qué? ¿Escribir nuestros nombres? ¿Dejar nuestras cosas en tu casa es como
escribir nuestros nombres en él? ¿Qué somos? ¿Gatos? —empezó a levantar la voz.
Se rio. —Cariño... cálmate, ¿ok? No estoy generalizando a las mujeres. Y
tampoco digo que todo sea verdad para los hombres. No me importa si dejas algunas de
tus cosas aquí. Tienes un cepillo de dientes aquí, ¿recuerdas? Y yo te lo di a ti. No lo
dejaste aquí.
Se dio cuenta de que sonaba tan furiosa y se rio también.
—Es sólo que algunas cosas... para los chicos... toman un tiempo
acostumbrarse. Y los solteros, que se acostumbran a hacer sus propias cosas a su tiempo
y manera, les toma más tiempo acostumbrarse al hecho de que no pueden hacerlo igual
más. Como los asientos de los inodoros, por ejemplo. A las chicas no les gusta, porque
lo usan. Oye... tú eres la que lo usa. Así que, ¿por qué no lo bajas tú misma? No nos
quejamos si lo dejan abajo. Y crecimos siendo educados por nuestras madres... esto es
un asiento de inodoro. Ponlo cuando estés usando el baño. Tira de la cadena. Y luego
vuelve a ponerlo abajo. Creces y te das cuenta de que lo hiciste por las chicas.
—¡Eso es como la etiqueta o algo así!
Se rio. —Ahora que lo pienso, cariño, apuesto a que esa regla se hizo por una
mujer. Alguna vez te enseñaron... que esto es un asiento de inodoro. Bájalo cuando lo
estás usando. ¿Tirar de la cadena y volver a ponerla en su sitio?
—No. Porque no es así como se suponía que debía ser.
—Vamos. ¿Cuál es la razón? Porque podría haber una chica que lo usará una
vez y es apropiado que esté todo listo para que ella se siente.
—¡Cerdo chovinista! —dijo ella.
Él se rio y luego la empujó hacia él en un abrazo. Ella se echó atrás, negándose.
Se rio más fuerte. —Cariño sólo estaba haciendo un comentario. Mira en el
baño. El asiento del baño siempre se dejará abajo para ti. Yo no lo discuto.
—Bien. De ahora en adelante, siempre déjalo. Si lo uso, ¡lo pondré así yo misma!
La tiró de nuevo y la abrazó, riéndose. —No. No voy a romper las reglas de mi
madre y de la sociedad que dictó este principio.
Ella lo golpeó ligeramente en las costillas. —Eres imposible. Haces una y aun
así te burlas de ello.
—No lo hago. Hay algunas cosas que no puedes cambiar.
Ella lo pellizcó.
—¡Ay! ¿por qué fue eso?
—¡Por ser un idiota chovinista!
Se ríe. Luego inclinó su barbilla hacia arriba y la besó.
El beso se hizo más profundo, se volvió más apasionado y entonces, de repente,
furioso. Antes de que se diera cuenta, Justin empezó a llevarla a un apasionante paseo
otra vez.
Cuando terminó, ambos estaban recuperando el aliento.
Justin se acostó de espaldas y la empujó hacia él. Ella apoyó su cabeza en su
hombro. Después de un minuto, ambos estaban dormidos.
Cuando abrió los ojos, se encontró todavía en los brazos de Justin desnuda, con
una manta pegada a su barbilla. Ella miró hacia arriba, Justin se había despertado ya.
Estaba viendo una película. Puso el volumen bajo con los subtítulos, como si hubiera
tenido cuidado de no despertarla.
Ella sólo miraba su perfil. Su nariz perfecta. La hendidura en su barbilla que
apenas estaba allí. Era muy guapo de hecho.
La miró. —Hola hermosa —susurró.
—¿Cuánto tiempo he dormido? —preguntó ella.
—¿Dos, tres horas? Ya son las siete.
Cerró los ojos por un momento, luego estiró los brazos y se sentó, metiendo la
manta bajo sus brazos.
Acarició el lado de su cintura. —¿Quieres salir? —él preguntó.
—¿Dónde?
Se encogió de hombros. —Sólo la cena. En cualquier lugar donde tus amigos
normalmente no pasen el rato para no tener que preocuparte de que alguien que
conoces te vea con Justin Adams.
Ella lo miró, tratando de ver si estaba enojado por eso. Pero él realmente sonrió
esta vez.
—Bien. Sólo déjame ducharme primero.
Asintió con la cabeza.
Se vistió. Luego lo besó en la mejilla. —Recógeme a las ¿ocho? —preguntó,
sonriendo
—Ya lo creo —le devolvió la sonrisa.
Se tomó un tiempo para estar lista. Llevaba un par de pantalones capri blancos
y una blusa roja sin mangas que acentuaba sus curvas, que nunca presto mucha
atención antes. Se puso un maquillaje muy ligero y se ató el cabello con media cola de
caballo. Finalmente, se deslizó en sus sandalias de tacón alto. Ella sonrió al ver su reflejo.
¿Cómo es que nunca antes me había puesto esta ropa?
El timbre sonó exactamente a las ocho. Justin la estudió durante todo un
completo minuto cuando abrió la puerta.
—¿Debería cambiarme? —preguntó.
Él sacudió la cabeza. —Estoy pensando, en que no salgamos en absoluto. Sólo
quedarnos aquí.
Se rio. —¡Justin!
Sonrió. Luego la acercó a él y le susurró al oído, —Eres atractiva —y la besó a
un lado de su cuello.
Ella se ríe nuevamente. —Vamos. Vámonos antes de que pienses en ir más lejos.
—Oh, confía en mí, cariño. Ya estoy pensando en ello.
Ella lo pellizcó en el brazo y se rio. —Acabamos de hacer lo que tú estás
pensando.
Sacudió la cabeza. —Eso fue hace casi cinco horas.
Ella lo empujó hacia el ascensor. —Vamos. No me acuesto antes de una cita.
Se rio. —Nunca te habías acostado con un tipo antes de mí, cariño.
Se puso roja. Él se rio de nuevo y la rodeó con un brazo en la cintura.
—¡Y eso me hace tan malditamente afortunado! —le susurró y besó su sien.
Tomó su mano con la suya. La llevó a su Ferrari y condujeron hasta un
restaurante mexicano en la ciudad. Ya se habían hecho arreglos para que se sentaran
de nuevo en una zona VIP aislada.
Después de la cena, dieron un paseo. La mayoría de las veces, él tomaba su
mano con la de él y la besaba.
Cuando llegaron a casa, la acompañó hasta su puerta. Se besaron
apasionadamente. Se sintió drogada. Excitada. Como si su mundo hubiera dado un
vuelco de nuevo. Y, sin embargo, había una sensación de saber. Ella conoce a este
hombre... Justin... se siente cómoda al mismo tiempo. Se sentía la emoción igual como
siempre, pero el miedo se había ido.
Cuando se alejó, parecía tan perdido como ella. Sonrió y la besó en la frente.
—Buenas noches —dijo
—Buenas noches —susurró. Se sintió decepcionada. Sabía que extrañaría
dormir en sus brazos esa noche. Y no quería romper la magia todavía.
Entonces se atrevió a preguntarle—: ¿Quieres entrar?
El triunfo brillaba en sus ojos. Él respondió, —Cariño... sabes que, si yo entro,
me quedaría a pasar la noche.
Sonrió y le rodeó el cuello con sus brazos. —Entonces, quédate está noche —
murmuró.
Él le sonrió. Parecía genuinamente feliz de que ella le pidiera que se quedara.
Se dio la vuelta y abrió la puerta. Él la siguió.
Ella entró en el baño para ducharse y cambiarse su pijama. Cuando salió,
encontró a Justin en su cama, viendo las noticias.
—Hola... —llamó.
Él le sonrió y luego se quitó la camisa, lo que expuso su torso y abdominales
que le derritieron las rodillas cuando las miró por primera vez... y todavía lo hacía.
—¿Cepillo de dientes? —preguntó.
Ella fue al baño y tomó un nuevo cabezal de cepillo de dientes y lo colocó en su
cepillo de dientes eléctrico.
—Lo siento. No tengo todo el cepillo. Pero tengo cabezas de repuesto.
Sonrió. —Está bien.
Después de cepillarse, se dio una ducha rápida. Adrienne colocó una toalla
limpia en el toallero y cerró la puerta del baño detrás de ella.
Cuando Justin salió del baño, su cabello estaba mojado y tenía la toalla envuelta
alrededor de su cintura.
—¿Qué estás mirando? —preguntó.
—Nada interesante.
Se sentó a su lado y la besó. —Puedo pensar en algo interesante de hacer —
susurró maliciosamente.
Ella se rio. —¡Tú! Suenas como si no te hubieras cansado de mí todavía.
Sacudió la cabeza. —¿Por qué debería estarlo? Eres atractiva —su cara
descendió hacia la suya y le dio un suave beso que se volvió apasionado y profundo. Él
le acarició el cuello y ella gimió de placer.
Después de hacer el amor, se sintió perdida pero feliz.
Se sentía cómoda en sus brazos. Se sentía adorada... y al mismo tiempo, segura.
Sonrió incluso mientras dormía. Pensó que, desde el día en que caminó en
Gypsys, nunca sería la misma.
7. Junpu manpan
Japonés. Traducción: .

Era cierto. Adrienne nunca fue la misma.


Su espíritu se elevó mucho más cuando fue a trabajar. Ya no se vestía con
aburridos pantalones cuadrados y faldas. Ella todavía exudaba una mirada de ejecutiva
y sin embargo se convirtió en... ¡atractiva!
Ya no usaba gafas. Sólo los llevaba con ella cada vez que leía o escribía. Con
frecuencia se peinaba hacia abajo, ya sea recto o en ondas perfectas detrás de sus
hombros. Ella realmente amaba sus reflejos rojos. La hacían parecer inteligente y
traviesa al mismo tiempo.
Sin embargo, se preocupaba un poco. En el decimocuarto día, desde que
empezaron a verse, ella todavía esperaba que Justin se alejara.
Dos semanas. Esa era su reputación. Después de dos semanas, él simplemente
desaparecía como una burbuja.
Suspiró en su escritorio y se prometió a sí misma que no conseguiría lastimarla.
Que aceptaría las cosas como fueran. Cuando él se fuera, ella seguiría siendo la misma
Adrienne en la que se había convertido. No se iría a su viejo armario o a sus gafas. Esta
cosa de torbellino había hecho mucho a su confianza y autoestima. Sin importar cuán
pecaminosamente actuó, recuperó su amor propio. No se arrepentiría ni un solo
momento de su tiempo con Justin.
—¿Estás bien? —le preguntó Jill.
¡No! ¡Aún no me ha llamado ni enviado un mensaje de texto! ¡Y es después del
almuerzo!
Le costó todo su esfuerzo no gritar eso. En vez de eso, dijo—: Estoy bien. ¿Qué
te hace pensar que no estoy bien?
Jill se encogió de hombros. —Pareces tensa.
¿Tú crees?
Adrienne suspiró. —Demasiado trabajo, supongo.
Desde el séptimo día desde aquella noche en Gypsys, Justin siempre le había
enviado mensajes durante todo el día.
Eres atractiva.
Nunca faltó una sonrisa en su cara. Sin embargo, cuando llegó el día catorce,
empezaba a sentir que no existía en absoluto. Ella no quería tragarse su orgullo y
llamarlo. No al final de las dos semanas, cuando los rumores decían que perdía el interés
en una mujer.
Se compuso y volvió a trabajar.
—¿Señorita Adrienne Miller?
Miró hacia arriba y vio a un tipo vestido con un uniforme caqui delante de ella.
—¿Sí?
Puso un gran ramo de rosas rojas en su escritorio.
Ella lo miró. —¿De quién? —preguntó.
—Hay una tarjeta, señora. Por favor, firme aquí —el repartidor tomó su firma,
y se fue.
Cuando se fue, ella escaneó la tarjeta nerviosamente. Jill fue hacia al lado de
ella, curiosa y emocionada al mismo tiempo. —¿Dios mío? ¿Quién envió eso? —ella
preguntó—. ¿Troy?
—No lo sé.
Ella leyó la tarjeta. Esperando contra todas las esperanzas de que sea de Justin,
pero también esperando que no lo dijera en la tarjeta porque Jill estaba justo delante de
ella y definitivamente le arrebataría la tarjeta de sus dedos después de leerla.
La tarjeta decía:
Ella reconoció la pulcritud de caligrafía de Justin.
Suspiró aliviada. Sonrió a sus oídos.
Justin.
Ella sólo esperaba un mensaje de texto. Él le dio más que eso. Le dio rosas. Es
la primera vez que recibe un ramo de rosas de un hombre. Y fue lo suficientemente
discreto para no poner su nombre en él, pero no dejó ninguna duda que él las envió.
Jill le quitó la tarjeta.
—¡Oh Dios mío! ¡Tienes un admirador secreto! ¿Sabes quién es?
Adrienne sacudió la cabeza. No dijo nada. Temía que gritara si abría la boca en
ese momento.
—¡Tan dulce! Y misterioso. Puedo decir que un tipo está loco por ti. Te lo dije,
eres caliente ¿Sabes por qué Kim tuvo que ser mojigata y tuvo que fingir que es
inteligente? Porque es tan evidente que tú tienes la apariencia.
—¡Jill!
—Y ahora que sales al descubierto, ¿ves lo que pasa?
Con todos los lamentos emocionados de Jill, otras chicas pronto se reunieron
con ella en su cubículo, hablando de quién podría ser el remitente. Tenían algunos
sospechosos y nombres que sugerir, lo que sorprendió a Adrienne.
—Jake de Marketing, estaba preguntando por ti —afirmó Cynthia.
—Y oh... Matt de Contabilidad, también preguntó si tenías novio, el otro día —
dijo otra colega.
Adrienne sólo escuchó la conversación a medias. Ella no estaba interesada en
nada de eso. Se encontraba muy emocionada con sus propios pensamientos. Es la
primera vez que recibía flores en su vida.
¡Sí! ¡Mi relación con Troy era así de patética!
Entonces alguien dijo—: ¡¡¡Ssshh!!! —y entonces todos se callaron.
Cuando ella miró hacia arriba, vio a Justin pasar por delante de su cubículo. Él
tenía una ceja levantada y una esquina de sus labios enroscada en una media sonrisa.
Sabía que él la miraba. Y se sintió bien. Cuando todas estas mujeres babeaban
por él, sabía que sus ojos estaban sobre ella.
Se mordió el labio y se quedó mirándolo. Y entonces él estaba fuera de su vista.
Las chicas suspiraron al unísono.
—Está bien. Vuelvan al trabajo, señoritas. Jada pedirá mi cuello si encuentra
que estoy causando esta conmoción.
Trajo a casa el ramo de rosas y las colocó en un jarrón. Ella se creía en el
séptimo cielo.
Después de cinco minutos, sonó el timbre de la puerta.
Cuando abrió, Justin rodeó su cintura con sus brazos, la levantó de sus pies y la
llevó dentro de su apartamento. Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello.
—¿Tú las enviaste? —preguntó.
—¿Te gustaron? —respondió él, con sus ojos azules y brillantes.
—¡Me encantaron! —se inclinó para besarlo.
Hicieron la entrega de comida tailandesa y después, vieron DVD’s en el
apartamento de Justin. Se quedó dormida en sus brazos.

Ha pasado mes y medio desde esa noche que fue a Gypsys y conoció a Justin
Adams, quien se había vuelto monumental en su vida. Pasaron casi todas las noches
juntos. Cuando él y sus amigos jugaban al póquer en las noches, le pedía prestada su
llave, para poder entrar a su apartamento y a su cama después de la medianoche.
Cuando ella despertaba, se encontraba cómodamente acurrucada en sus brazos.
También empezó a comerciar con acciones. Lo encontró bastante excitante. Sus
mil dólares pagaron el veinte por ciento. Bueno, fue Justin quien tomo las decisiones.
Ella puso su dinero en alguna compañía de primera clase con la que él estaba
negociando. Y terminó siendo una buena opción.
Ella invirtió más dinero. Una cantidad que pensó que podía presidir. Quería
demostrar que había aprendido a arriesgar algunas cosas. Cada movimiento que hacía,
Justin le decía si lo consideraba bueno o no. Lo veía como un genio en este juego. No es
de extrañar que haya hecho sus propios millones así.
Troy la llamaba al menos una vez a la semana. Ella lo complacería en sus
pláticas médicas y cuando normalmente la asustaría escuchar el nombre Kim más de
una vez en cada llamada, ya no le importaba.
Siempre que él decía "Te amo", ella respondía con "Buenas noches" o
permanecía en silencio. En realidad, se encontró mirando la puerta cuando Troy se
embarcaba en un monólogo, esperando que Justin entrara. Y él siempre lo haría.
Y ese era el momento en que su cara se iluminaría.
—Kimberly me dio otras indicaciones hoy... bla... bla... bla... —luego siguió y
siguió.
Ella levantó una ceja, y luego soltó un bostezo mientras lo dejaba hablar consigo
mismo.
Sabía que sólo era cuestión de tiempo antes de que rompiera con Troy. Sólo
necesitaba tiempo para estar lista para lo que su madre diría. Y definitivamente no iba
a terminar su relación por teléfono.
Ella se regocijó de buen humor ese día. Antes de que se fuera a casa, Jada la
llamó y le dio otra columna. Y la promovió a Editora Asistente en Jefe. El título
aumentaba su salario con un enorme veinte por ciento. Pero pensó que a Troy no le
interesaría oír eso. Incluso si ella se convertía en una importante accionista de Blush,
ella no pensaba que él estaría orgulloso de ella.
Justin abrió la puerta y entró en su apartamento. Ella le sonrió a la vista de él.
Él lo hizo a cambio.
Sostenía una botella de vino y un ramo de rosas.
—¿Qué? —dijo ella.
Se encogió de hombros. No dijo nada. Sabía que ella estaba hablando con
alguien en el teléfono. Si sabía que era Troy, nunca preguntó. De hecho, él nunca más
preguntó sobre Troy o dónde estaba ella con él. Era como si cuando estuvieran juntos,
sólo estaban ellos dos.
—Oye... tengo que irme... mi jefa acaba de enviarme un mensaje. Tengo que
volver a la oficina. Surgió algo —mintió.
—Cariño, ¿qué clase de profesión hace eso? Paga tan poco y exige mucho de tu
tiempo. Tienes que tener tiempo para ti misma, tú sabes.
—¿Y qué? ¿Ser médico es un trabajo de ocho horas? —le respondió a él.
—Pero al menos paga mucho más... —empezó.
—Mira Troy, tú haces lo tuyo, yo hago lo mío. No me interesa ser doctor, y no
puedes ser un escritor. Ahora, tengo que irme, adiós. —Entonces ella colgó. Cerró los
ojos y respiró profundamente para calmarse.
Justin se acercó a ella, pero no dijo nada durante un tiempo. Miró hacia arriba.
—Debo recordar que no debo discutir contigo, cariño —sonrió—. Tú tienes un
temperamento del demonio.
Ella suspiró. —Lo siento. Dejemos eso.
—¿Quieres hablar de ello? —preguntó.
—¿Por qué quieres hablar de Troy? —le preguntó ella, levantando una ceja.
—No lo hago —comenzó suavemente—. Pero si quieres hablar de ello, yo lo
soportare.
Sonrió y sacudió la cabeza. Luego se arrojó en sus brazos y le dio un abrazo.
—No quiero hablar de ello. Sólo quiero estar contigo —susurró.
—Hmmm... ¿qué haces con un tipo que te da un montón de problemas de todos
modos? —preguntó en voz baja.
Ella agitó la cabeza. —Es complicado, Justin. Mi madre... ella nunca me
perdonará por haber roto con él. No puedo imaginar lo que me dirá. Además, no puedo
romper con él por teléfono. Tengo que planear esto apropiadamente. Y no puedo pensar
en eso ahora.
Respiró profundamente. —Sólo deseo que pienses en ello algún día —La
abrazó más fuerte.
Ella no respondió. Lo miró. No pudo distinguir nada en la expresión de su cara.
—Podrías ser psiquiatra, ¿lo sabes? —se burló.
Levantó una ceja. —Aunque no creo que mi padre me nombrará su heredero si
elijo ser psiquiatra.
Ella se rio y, luego se levantó y besó sus labios.
—Ahora, ¿qué pasa con el vino y las flores? —preguntó mientras se alejaba de
él.
Él le dio las rosas. —Para ti.
—Hmmm. Justin Adams es un alma romántica —se rio.
—No todas las primeras impresiones resultan ser verdaderas —respondió—.
Y hemos estado juntos por más de un mes, deberías saberlo ya.
Ella asintió. —Lo sé —le dio una sonrisa tranquilizadora, una manera de decirle
que ya no lo ve por su reputación. Se ha convertido en una persona totalmente diferente
con ella—. ¿Y qué pasa con el vino?
Puso la botella de Chardonnay en su mesa. —Alguien recibió un ascenso. Pensé
que había una razón para celebrar —él estaba resplandeciente.
Estaba conmovida. Aún no le ha contado lo del ascenso. ¿Cómo lo descubrió?
—¡Oh, gracias! Pero, ¿cómo te enteraste?
Se encogió de hombros. —Trabajo tiempo parcial en Blush, ¿recuerdas? Tengo
oídos. Tu amiga, Jill, estaba hablando de ello con el artista de diseño cuando entré a la
oficina del tipo.
Ella sonrió. —¡Gracias!
—Estoy muy orgulloso de ti, cariño —dijo.
Ella lo abrazó. Ahora, más que nunca, sentía lo que realmente era tener un
novio. ¿Cómo es que Justin actuaba en realidad más como su novio de lo que Troy nunca
hizo? Ahora que lo piensa, Justin la trata de la forma en que esperaba que Troy la tratara
en los tres años que estuvieron juntos.
Ella sirvió la cena. Antes, cocinó carne y pasta, pensando en que Justin podría
querer cenar en su apartamento. Y ahora, su plan funcionó aún mejor. Justin incluso
trajo vino.
Continuaron bebiendo el vino en su balcón.
—Tengo algo para ti —dijo.
—¿En serio? Ahora, ¿cómo podrías superar el vino y el ramo de rosas? —ella
sonrió.
No respondió. Sacó una caja del bolsillo de su chaqueta y se lo dio.
—¿Qué es esto?
—Mi regalo de felicitación para ti —sonrió—. Adelante, ábrelo.
La caja era de Tiffany. Su corazón palpitaba. Le quitó la cinta y abrió lentamente
la caja.
Perdió el aliento cuando miró lo que había dentro.
Un par de pendientes colgantes de diamantes. Los diamantes parecían gotas de
lluvia, y pensaba que podrían ser de al menos dos quilates. Sólo podía admirar su
absoluta belleza.
—Justin... —Apenas podía respirar.
—Vamos, quiero verlos en ti —la interrumpió.
—Justin... esto es caro. No tenías que... —ella empezó.
Él extendió la mano hacia adelante y la silenció con un beso.
—Pero quiero hacerlo, ¿ok? —susurró—. ¿Te gustan?
Ella asintió. —Sí... pero no tenías que conseguirme algo caro... y no tan caro. No
me consientas de esta manera.
Se rio. —No importa, cariño. Pasé por la tienda, los vi en la ventana y pensé que
se verían impresionantes en ti. Me estoy estropeando a mí mismo.
Ella se inclinó hacia adelante y le dio un beso.
—Gracias —susurró. Sus ojos se humedecieron con lágrimas mientras las
emociones la abrumaron. Ningún otro ser humano la había hecho sentir apreciada
antes. Ni siquiera sus padres. Era la chica heredera de Kimberly. Nunca tuvo nada tan
hermoso o tan caro como el regalo de Justin para ella.
Sonrió. —De nada. Ahora, vamos a verlos.
Se puso los pendientes y se echó el cabello hacia atrás para que él pudiera
verlos en ella.
La miró fijamente durante un minuto completo. Sin decir nada. Sólo dando una
mirada intensa que de repente la puso nerviosa.
—¿Qué? ¿No se ven bien? Puedes devolverlo a la tienda, ¿verdad? —preguntó,
casi en pánico.
Le sonrió. —Son preciosos. Cincuenta veces más hermosos que cuando estaban
brillando en la ventana.
Ella sonrió, soltó su cabello y se inclinó hacia adelante para besarlo.
Troy nunca le dio nada extravagante o romántico. Dos de los tres cumpleaños
de ella que estuvieron juntos, ni siquiera lo recordó.
Y nunca le dio flores... ni una sola...
8. Réaliser
Francés. Etimología de la palabra:

Adrienne se despertó esa mañana con el sonido del timbre.


—¡Mierda! —Entró el pánico. Se dio cuenta de que estaba desnuda y acostada
en los brazos de Justin.
—¿Quién es? —preguntó Justin, sentándose perezosamente de la cama.
—No lo sé. Debe ser Jill o Yuan o ambos —dijo, apresurándose a buscar su ropa
y vestirse—. ¿Cómo te vas esconder? —le preguntó.
—¿Y si no lo hago? —preguntó él directamente, vistiéndose.
—Justin... este no es el momento, ¿ok? Necesito un buen momento para decirles
sobre nosotros. Lo he mantenido oculto durante tanto tiempo y me odiaran si
descubren que no compartí algo tan grande con ellos —explicó.
—¿Te das cuenta de que cada día que no les dices estás ocultándoselos por más
tiempo? Todavía estaré contigo mañana, Adrienne. Y los días después. Si no se lo dices
hoy, sólo aumentarás el número de días que les has mentido. Son tus mejores amigos.
Y, además, yo quiero conocerlos. Conozco a Jill, pero he tenido que fingir que no lo hago
porque no querías que supiera lo nuestro.
Ella suspiró y se fue a su lado. —Necesito más tiempo. Necesito el momento
perfecto. Y el discurso perfecto —Se sentía desesperada.
La miró fijamente. —¿Por qué no se los dijiste en primer lugar?
—No lo sé. Simplemente no lo hice... y quería hacerlo... pero... —ella
tartamudeó. Para ser honesta, no tenía una respuesta a esa pregunta. Sabía que no podía
romper con Troy hasta que él la visitara. Pero no le hizo saber por qué seguía mintiendo
a sus amigos que nunca se preocuparon por Troy, de todas formas.
Los ojos de Justin se entrecerraron ante ella. —No pensaste que esto duraría
para largo, ¿verdad? —le preguntó seriamente, su tono un poco grave.
¡Ojo de buey! ¡Justin Adams, el sabelotodo!
La vergüenza y la culpa cruzaron su cara. El timbre sonó de nuevo, esta vez la
persona del otro lado de la puerta se estaba impacientando. —Justin, ¿por favor?
Él lanzo sus manos al aire. —¡Está bien, está bien! ¡Ya voy!
—¿Cómo? ¿No puedes salir por la puerta sin ser visto?
—¿Quién dijo que iba a salir por la maldita puerta? —murmuró, y luego abrió
la ventana de su dormitorio. Ella miraba nerviosa mientras él cruzaba la plataforma,
que tiene alrededor de un metro y medio de ancho y seis metros de largo, hasta la
ventana de su propia habitación.
Cuando estuvo a salvo dentro, ella se apresuró hacia la puerta.
—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó Jill, entrando en su apartamento
inmediatamente.
—¿Estaba dormida? —respondió sarcásticamente.
Yuan le dio un beso en la mejilla.
—¡Buenos días, Brillo de Sol! —dijo, imitando una mañana temprano del
presentador de un programa de entrevistas.
—¿Qué d...? —empezó Jill.
Adrienne se dio cuenta de que el ramo de rosas que Justin le dio, todavía estaba
en la mesa del comedor y las copas de vino permanecían en la mesa del balcón.
—Oh Dios mío, ¿está Troy aquí? ¿Finalmente se quedó a pasar la noche? —
preguntó Yuan.
Adrienne sacudió la cabeza. Se sentía tan culpable. También se sentía mal por
discutir con Justin, después de la noche anterior, que fue perfecta. La trató
maravillosamente bien. La había hecho sentir más especial que nadie en toda su vida.
Parecía muy serio sobre no mantener esto en secreto ya, al menos a sus mejores
amigos. Sabía que debía decírselo. Pero ella no pudo encontrar el momento adecuado.
Porque significaría que les mintió desde el primer día.
Pero parecía halagador saber que Justin le había dado un poco de promesa... al
menos de algún tipo. Acaba de decir que seguirá estando con ella mañana y los días
siguientes... por cuánto tiempo, no lo sabía. Pero al menos ella sabía que no se iba a ir
pronto.
—¿Dónde está él? —susurró Jill.
Adrienne agitó la cabeza. —No está aquí —respiró profundamente, estaba
nerviosa frente a sus amigos y decidió enfrentar la verdad y la realidad como
arrancando la venda—. En realidad, estaba con otro tipo. Justin.
Jill levantó una ceja. —¿Justin quién?
Adrienne respiró profundamente otra vez. —Justin... Adams —dijo con voz
ronca.
Sus amigos le devolvieron el parpadeo. Luego se miraron el uno al otro y luego
de nuevo a ella. Adrienne esperó nerviosamente los gritos y las maldiciones. Se dio la
vuelta en los puños y se mordió el labio mientras esperaba casi como una eternidad
para que reaccionen.
Entonces, de repente, se rieron... ¡muy fuerte! Incluso se aferraron a su
estómago y se sentaron en el sofá, y continuaron rodando en risas.
—¡Eso es... eso es bueno! —Yuan se las arregló para hablar entre sus ataques
de risa.
—¡Oh Dios mío! —pronunció Jill, luchando por componer una frase—. Él es un
dios en la cama, ¿verdad? ¡Él también estuvo conmigo el otro día! Y qué puedo decir...
¡el mejor orgasmo de mi vida! —y se rio de nuevo.
Adrienne se mordió el labio para no llorar. Sus amigos encontraron tan
divertido que pudiera estar con Justin. Bueno, ¿cómo puedes culparlos? A veces ella
misma lo encontraba increíble.
Cuando finalmente se calmaron, le sonrieron. —Esa fue la mejor broma que has
dicho desde que te conocemos! —admitió Yuan—. ¡De verdad! ¡Tú me hiciste reír!
Adrienne forzó una sonrisa. —¿Es tan increíble?
—Justin Adams sólo se acuesta con supermodelos —comenzó Yuan—. Y tú eres
demasiado inteligente para tener sexo con él. No te aferraste a tu virginidad por mucho
tiempo, sólo para desperdiciarla en un tipo al que no le importaría un bledo que fuera
él primero. Eres demasiado inteligente para involucrarte con un playboy. Es por eso
que no puedes romper con Troy. Eres demasiado... segura, demasiado cuidadosa.
—Además. ¡Nunca nos ocultarías eso! Nunca lo harías, y quiero decir... nunca
te perdonaría si siquiera hablaste con él y no lo compartiste con nosotros. Eso es fin de
una gran amistad. —Jill fue a su refrigerador y consiguió una soda para ella y Yuan.
¡Mierda!
Adrienne tragó. Aunque ella sabía que Jill no lo decía en serio, pero allí había
un indicio de verdad en ello. Nunca la perdonarían si descubrieran qué ha estado
haciendo las últimas seis semanas y con quién lo estaba haciendo.
—¿Qué hay en los extremos de tus lóbulos? —exclamó Jill.
Ambos se acercaron a ella. Yuan le miró las orejas. Demasiado tarde.
Se olvidó quitarse los pendientes que Justin le dio la noche anterior.
—¡Qué elegante! —exclamó Yuan—. Dios mío, Troy debe haber sido golpeado
por un rayo. ¡Se ha vuelto romántico de repente!
—¿Son de Tiffany? —preguntó Jill.
Adrienne asintió.
—¡Estos cuestan una fortuna, si sabes! —continuó Yuan—. Son de dos quilates,
probablemente más. Debe amarte tanto para gastar todo su subsidio de la escuela de
medicina en una baratija.
—¿Quién dijo que venían de él? —preguntó Adrienne casi en un abrir y cerrar
de ojos, alejándose de ellos.
Sus amigos se callaron. Se dieron cuenta de que Adrienne no estaba de buen
humor. Fue al balcón y encendió un cigarrillo. Se mordió los labios para evitar llorar.
Empezó a derretirse por la vergüenza y la culpa.
Se dio cuenta, ahora más que nunca, del error que fue ocultar a Justin de sus
amigos. Incluso Justin no parecía feliz de estar dentro del armario más. ¿Pero qué podía
hacer? ¿Cómo podía llegar confesarles cuando Jill justo le dio una advertencia de que
sería un destructor instantáneo?
—¡Tengo algo que decirte, cariño! —comenzó Jill, finalmente se retiró el tema
de sus pendientes—. Estaba hablando ayer con Garry, el artista de diseño, y ¿adivina
quién entró?
Adrienne sabía exactamente quién entró. Y el pensamiento la hizo se sentirse
aún más culpables.
—¡Justin Adams! —exclamó Jill—. Se veía absolutamente guapo. Pero como
siempre, tenía puestas esas gafas de sol. Pero eso lo hace más atractivo. Como si acabara
de salir de la portada de una revista o algo así. Y esta es la historia. Cuando entró, dijo:
Hola Garry, y luego él me miró y dijo: 'Hola Jill'. Él me conoce, sabe mi nombre. Mi Dios.
Increíble. Ahora nos llamamos por el nombre de pila.
Adrienne miró fijamente a Jill. Prácticamente estaba babeando. Se sentía más y
más avergonzada de sí misma. ¿Pero qué debería decir?
¡Por supuesto, te conoce! Se ha estado escondiendo de ustedes durante casi dos
meses porque yo no quería que supieras que estaba durmiendo ¡conmigo! Y sí, he estado
durmiendo con él casi todas las noches.
Cerró los ojos por un momento.
—Cariño, ¿todavía tienes sueño? —preguntó Yuan.
—Anoche leí un libro. Dormí hasta tarde —mintió una vez más.
—Dios mío, cuando lo vea de nuevo, ¿qué le diré? Le diré, 'Hola Justin’. ¿Crees
que será raro? ¿Suena atrevido? ¿O demasiado presumido? —obviamente, Jill no estaba
lista todavía para dejar de hablar de Justin Adams.
—Puedes intentarlo y, luego contárnoslo —sugirió Yuan—. Dios mío, ¡ese tipo
es conocido por ser un presumido clásico. Pero tiene todo el derecho a serlo. Y hablando
de tipos buenos, me pregunto cuando el dios del torso del otro lado se mostrará a sí
mismo.
—Sí, ¿has visto cómo es, Yen? —preguntó Jill.
Agitó ligeramente la cabeza. No podía concentrarse. Ella todavía no podía sacar
a Justin de su mente. Siguió repitiendo su conversación una y otra vez en su cabeza. Esa
fue su primera pelea. ¿Y quién sabe si ellos compensarán y durará lo suficiente para
tener otra, de la misma manera que las parejas normales hacen?
Entonces su teléfono sonó. Ella leyó el mensaje.
Justin: Me voy a Chicago por una semana. El deber llama. Quiero decir, mi
padre. Tomaré el vuelo de las doce del mediodía. Obviamente, no puedo ir a
despedirme con un beso. Así que, te veré cuando vuelva.
Estaba demasiado confundida para responder. Y peor aún, se sentía miserable
con vergüenza y culpa.
—¿Qué te molesta, Yen? No pareces tú misma últimamente. Bueno, has
cambiado mucho para mejor. Pero ahora, parece que no quieres hablar en absoluto.
¿Estás bien? —preguntó Yuan.
Se encogió de hombros. Como ya no podía mentir más, decidió responder con
algo que tenga verdad. —Troy. Esta cosa con él no está yendo a ninguna parte.
Discutimos mucho. Y parece que ya no me importa. No me importa, no le importa si nos
peleamos. No me importa si ha estado en demasiadas citas de estudio con Kim.
Yuan y Jill la miraron fijamente. Ninguno de ellos pudo decir una palabra.
—Quiero decir, somos tan incompatibles. Y eso no es bueno. Y... cada vez
hablamos estos días, no está completo si no terminamos en una discusión. Cambié
mucho. Y me siento bien conmigo misma. Es como si por primera vez en años, me
sintiera como si fuera genial. Como si fuera increíble. Y no tengo que vivir a la sombra
de alguien. Quiero experimentar la magia con alguien. Alguien que no tenga que
amarme. Pero sólo me haga sentir adorada. Admirada. Como si fuera lo suficientemente
buena siendo yo misma.
¡Como Justin! ¡Quiero ser justa con él! Pero sólo Dios sabe hasta cuándo lo nuestro
va a durar.
Yuan cogió su mano. —Hemos intentado decírtelo durante años, cariño. Pero
tú amas al tipo...
Sacudió la cabeza. —Ya no lo hago. Me gustaba, sí. Pero ya me di cuenta de que
tal vez estoy con él porque encaja en todo esto de tratar de agradar la mentira de mi
mamá que he mantenido durante años. Y me rindo. Mamá nunca me amará tanto como
ama a Kim. Y está bien. Mientras me ame. No me importa.
—Piensa en esto, cariño —comenzó Yuan—. Porque tu madre puede que no
sea capaz de perdonarte por esto. Parecía empeñada en hacer a Troy su yerno.
—¿Están tratando de hacerme cambiar de opinión sobre esto? —preguntó.
Jill sacudió la cabeza. —No. Pero sólo queremos que estés emocionalmente
lista. Porque es como hacer la guerra con tu madre. Y sabemos lo mucho que odias
pelear con ella.
Trató de sopesar su situación, los pros y los contras por dos días seguidos. Eso
es lo que Justin le dijo la última noche que estuvo con él. Piensa en tu relación con Troy.
Duró tres años, pero eso no significaba que fuera a durar para siempre. Ahora que lo
piensa, ella no tenía muchos recuerdos buenos con él, si es que tenía algún recuerdo.
Adrienne no podía hacer nada bien. Más a menudo, miraba fijamente al espacio.
Saltaba cada vez que su teléfono móvil sonaba con un ring o beep. Ella esperaba a que
Justin llamará o enviará un mensaje. No lo hizo. No supo nada de él por tres días
seguidos, al contrario de lo que le dijo antes de irse... que se quedaría algunos días más.
No se sentía así con Troy en absoluto. Nunca. Ella parecía estar bien con él no
llamándola o enviándole mensajes de texto durante días. Seguiría siendo ella misma.
¿Pero por qué era diferente con Justin? ¿Por qué le echaba de menos cada minuto de
cada hora de cada día? ¿Y por qué le preocupaba que esto pudiera estar muy bien al
final de ellos?
¡Podría haber entrado en razón! ¿Por qué se quedó con ella en primer lugar?
Podría tener mujeres más guapas, más ricas y más seguras. ¡Mujeres que estarían
orgullosas de ser vistas con él! ¿Por qué se quedó con una chica con autoestima muy
baja, que decidió que no quería ser vista con él en absoluto? ¿Quién se avergonzaba de
su relación? Él es Justin Adams. ¡No necesitaba esa mierda!
En la cuarta noche sin Justin, se quedó en la bañera pensando. No se dio cuenta
de que las lágrimas habían empezado a rodar por sus mejillas. Odiaba admitirlo, pero
lo echaba mucho de menos.
Sabía que ya no amaba a Troy. Incluso se cuestionó sí ella alguna vez lo amo en
absoluto. No iba a ninguna parte. Y no sentía por Troy algo parecido a lo que sentía por
Justin. Tal vez el pensamiento de la aprobación de su madre la cegó, su constante
necesidad de buscarla le hizo pensar estaba enamorada de Troy, cuando ni siquiera
sabía qué y cómo el amor debía sentirse.
Y de repente se dio cuenta de que no puede estar enamorada de Troy,
especialmente no... cuando ya se ha enamorado de otra persona.
¡Oh, maldita sea!
Se puso el pijama y se fue a la cama. Antes de que apagara las luces, cogió su
móvil y le envió a Justin un mensaje de texto, antes de que pudiera detenerse.
Ella: Hey... Espero que estés bien. Cuídate... te extraño.
Y ella presionó SEND antes de que pudiera borrar todo el mensaje o añadir ‘Te
amo’.
Esperó una hora entera. No respondió.
Seguro que lo estropeó. Primero, lo hizo sentir que no estaba orgullosa por
estar relacionada con él de cualquier manera. Y con su mensaje de texto, se dio cuenta
de que acababa de darle la primera señal de lo que realmente sentía por él.
Ella también podría haberlo dejado ahí. Tal vez todo el asunto funciono para él
porque no le estaba exigiendo nada. ¿Y si solo estaba divirtiéndose? Y es genial porque
él pensó que ella también lo estaba.
Sí, definitivamente se encariñó con ella. Las flores que le envió lo dijeron, al
igual que los pendientes de Tiffany. Pero es asquerosamente rico. El precio de esos
pendientes no cubriría ni un décimo de lo que ganaba cada día. Decían que eran buenos.
Pero no decían que la amaba también. Decían que le gustaba mucho… por el momento,
pero no para siempre.
Lloró hasta quedarse dormida esa noche. Abrazó su almohada con fuerza,
recordando los momentos en que era el cuerpo de Justin el que sostenía y él la abrazaba,
la consolaba, la hacía sentir segura.
Finalmente, permitió que el sueño la llevara. En su sueño, la tenía en sus brazos.
Estaban juntos, y ya no se peleaban.
Su alarma sonó a las siete y media de la mañana. Tenía un mal dolor de cabeza
por todo el llanto. Todavía agarraba sus almohadas, pero algo no estaba bien. Un par de
brazos fuertes también la rodeaban.
Se dio la vuelta y encontró a Justin durmiendo a su lado. Ella parpadeó para
asegurarse de que realmente se había despertado y no se imaginaba esto. Mordió su
labio y respiró profundamente. Rezó: Si esto es un sueño, no me despiertes. Porque esto
es demasiado romántico ahora mismo.
Ella lo vio dormir. Él sólo llevaba un par de pantalones de pijama.
¿Cómo puede estar aquí? Dijo que estaría en Chicago por una semana. Sólo
habían pasado cuatro días.
Se llevó su móvil en la mesilla de noche. No tenía ningún mensaje. Le envió un
mensaje a Jill, diciendo que no podía ir a trabajar ese día.
Dolor de cabeza. Malo. Pero no te preocupes por mí. Te llamaré más tarde.
Ella miró a Justin de nuevo. Y luego se inclinó hacia adelante y besó sus labios.
Él apretó sus brazos alrededor de ella. —Adrienne —susurró.
Ella sonrió para sí misma, cerró los ojos y se volvió a dormir.
Se despertó de nuevo una hora más tarde. Cuando abrió los ojos. encontró a
Justin vigilándola perezosamente.
—Buenos días —dijo.
Ella le tocó la mejilla con la punta de los dedos.
—Buenos días —sonrió—. ¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que te irías por una
semana entera.
Sonrió. —Terminé el negocio temprano. Y además...
—¿Además qué? —preguntó.
—Dijiste que me extrañabas —sonrió de forma infantil.
Se sonrojó y miró hacia otro lado.
Él inclinó su barbilla hacia arriba para que ella pudiera mirarlo a los ojos. —¿Y
bien? ¿Lo hiciste? —preguntó.
Ella sonrió tímidamente y luego asintió. —¿Y tú me extrañaste? —ella
contraatacó.
Se inclinó hacia adelante. Cuando sus labios estaban a una pulgada de los de
ella, dijo—: Como el infierno —Luego la besó profundamente.
Después del beso, inclinó su frente hacia la de ella. —Te tienes que ir o vas a
llegar tarde al trabajo —dijo.
Sacudió la cabeza. —Hoy no.
—¿En serio? ¿Por qué? —preguntó.
—Yo también te extrañé muchísimo —sonrió con valentía.

Él sonrió. —¿En serio? Muéstrame.


Ella lo empujó de espaldas y luego se inclinó hacia adelante para besarlo
apasionadamente. Ella lo empezó y él lo terminó. Cuando terminó, el mundo había
empezado a girar de nuevo. Estuvieron allí desnudos por un tiempo, sus piernas
enredadas, sus brazos envueltos uno alrededor del otro.
—Cariño... —empezó—. Siento haber levantado la voz la última vez que
hablamos antes de irme.
—Siento que hayamos discutido en primer lugar —ella confesó.
Él sonrió. —Sé que aún no estás lista para contarle a tus amigos sobre nosotros.
Y lo siento si te presione. Pero a veces, simplemente no entiendo por qué no puedes
decírselo al menos a tus amigos. Quiero decir... ellos son tus mejores amigos. ¿De verdad
crees que soy tan imbécil que no quieres que sepan que nos estamos viendo? ¿Estás...
avergonzada de mí o algo?
Sacudió la cabeza. —No. Sólo me preocupa que no me perdonen por esconder
esto de ellos. Y no eres un imbécil. Aunque pensé que lo eras.
La miró con la frente levantada. —¿Pensaste que lo era?
Ella sonrió. —No te enojes. Sólo pensé que eras engreído. Tú estabas dando a
las mujeres falsas esperanzas, eso es malo.
Estuvo en silencio por un tiempo. Luego dijo, con bastante cuidado. —Yo
típicamente no busco una novia. No me quedo más de dos citas. Si yo sabía que no iba a
ninguna parte, yo sólo... me iba. Y nunca prometí a una chica que duraría para siempre.
Nunca antes le juré mi corazón a una mujer. Así que no se debería decir cuando dices
que les di falsas esperanzas.
—¿Ni siquiera lo intentaste? —preguntó ella, sonriendo.
Justin parecía perdido en sus propios pensamientos mientras acariciaba su
brazo. Entonces dijo—: No tienes que intentarlo en el amor, Adrienne. Cuando llega,
estás sin esperanza de intentar evitar que te pase a ti. Incluso si a veces... no podías y no
debías enamorarte. Todavía sucede —suspiró—. Contrariamente a mi reputación,
siento con el corazón. No con mi pene.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Dispara.
—¿Te casarías por amor? ¿O por poder, riqueza y dinero? Quiero decir ¿se te
permite elegir a quien quieras?
Justin le dio un apretón. Luego le besó la parte superior de su cabeza. —El
poder y la riqueza no son las únicas cosas a considerar en el matrimonio —él admitió—
. No hablo por todos los que nacieron con el mismo privilegio como yo. Pero... sí
dependiera de mí, me casaría por amor, en cualquier momento, cualquier día.
—¿Tus padres se casaron por amor?
Pensó por un momento, y luego respondió—: Mis padres están tan enamorados
como dos amantes podrían serlo.
Adrienne lo miró fijamente. Justin parecía serio. Pero no pudo leer la expresión
de su cara. Se adelantó y empujó un mechón de su cabello suelto de su cara.
—Eres hermosa —susurró.
Ella sonrió y se inclinó hacia adelante para besarlo.
De repente, él se rio. —¿Pensaste que era un imbécil y sin embargo todavía te
fuiste a casa conmigo cuando nos conocimos en Gypsys?
Sonrió con maldad. —¡Bueno, el tequila te hizo parecer un dios! Yo estaba
susurrando en mi oído: ¡Vamos! ¡Pierde tu virginidad con este imbécil! ¡Por lo menos
parece caliente como el infierno!
Se rio. —Dime que no querías decir eso.
—¿Cuál? ¿Qué el tequila te hizo parecer un dios? Creo que significa eso. Pero
los besos que me diste hicieron que me perdiera por completo.
Se rio más fuerte. —Esa noche recogí a la chica equivocada. Pensé que tendrías
un buen concepto de mí.
—¡Tan engreído! Sólo porque todo Nueva York piensa que eres un dios, no
significa que yo también.
—Y tú eras la única que importaba —sacudió la cabeza—. ¡Maldita sea! Creo
que me equivoqué de chica esa noche.
Levantó una ceja. —Ok, ¿ahora lo lamentas? Está bien. No voy a comenzar una
pelea —se quebró y comenzó a levantarse de la cama.
Él la tiró hacia atrás y la inmovilizó entre su cuerpo y el colchón.
—Tú... tienes un temperamento infernal, cariño. Te enojas fácilmente. Yo
estaba bromeando. Nunca, nunca, nunca te cambiaría por ninguna chica esa noche.
—Sí... ya que estamos teniendo esta conversación, ¿por qué me elegiste de
todos modos? De todas las chicas de allí, ¿por qué yo? ¿Parecía que iba a dormir contigo?
Sonrió y agitó la cabeza. —Eras la única que parecía que no me mirabas. Y me
hizo quererte aún más.
—Eres un manojo de vanidad, ¿lo sabes? —dijo ella—. ¿Fui un desafío? Y ahora
sabes que me acostaría contigo. ¿Eso significa que no me quieres tanto como me querías
entonces?
Se rio, y se acercó a ella. Sintió que él le presionaba el abdomen. Era duro como
una roca.
—¿Se siente como si te quisiera menos que esa noche? —preguntó con su voz
sobria.
—Justin... nosotros sólo...
Le sonrió con maldad. —Así es como te quiero —Su cara descendió para
tomarla en un beso que llevó a otro salvaje paseo de pasión.
9. Salaisuus
en finlandés

El viernes siguiente por la noche, ella hizo planes para ir a Gypsys con sus
amigos. Le envió un mensaje a Justin para decirle esto.
Justin: Te veré allí.
Ella: ¡¿Qué?!
Justin: ¡Relájate! Estaré con mis amigos. Pero, mira hacia a mí en ocasiones
¿sí?
Ella: :-)
Justin: ¡Cuando estés allí, recuerda que hay UN TIPO CALIENTE en el bar que
no puede quitarte los ojos de encima!
Ella: ¿UN TIPO CALIENTE? ¿Quién? Oh, ¿te refieres a ti?
Ella sonrió cuando le envió ese mensaje.
Justin: ¡El único! ;-)
Ella: Déjame conseguir una aguja. ¡Tu cabeza necesita desinflarse!
Justin: ¡Eres increíble! ¡LOL! ¡Hasta luego!
Cuando miró su reflejo en el espejo, no pudo evitar sentirse orgullosa. Se rizó
el cabello con una plancha. Se veía más rojizo-marrón. Se aplicó rubor rosa claro y
maquillaje de ojos plateado y gris que enfatizaban sus sorprendentes y largos ojos
verdes. Llevaba un vestido blanco brillante que terminaba a unos centímetros por
encima de sus rodillas y mostraba su perfecto curvas. Las sandalias de tacón alto le
dieron altura y atractivo adicional.
Yuan le hizo una llamada perdida, lo que significa que ya están en frente a su
edificio.
Cuando llegaron a Gypsys, inmediatamente se encontraron en el centro del bar.
—Tenía que estar en el medio de la pista, ¿eh? —Adrienne enrolló los ojos a Jill
y Yuan.
—Por supuesto. ¡Aquí es donde está la acción! —respondió Jill, riéndose.
Un grupo de chicos entró y caminó hacia el bar frente al cantinero como si ese
lugar estuviera reservado para ellos.
—¡Los libertinos de Manhattan! —dijo Jill.
—¡Es bueno ver a Justin Adams de vuelta! —dijo Yuan.
Adrienne levantó una ceja. —¿Qué quieres decir con que es bueno verlo de
vuelta?
Yuan se encogió de hombros. —Últimamente, ha estado fuera de circulación.
Nadie ha visto que se divierta en absoluto. Su amor... ¡perdón! Su vida sexual parece
bastante tranquila.
—Sí. Tengo amigos que publican chismes aquí y allá. Y aparentemente, no lo
ven mucho en estos días. Antes, iba a los bares casi todas las noches. ¡Entonces es como
si hubiera desaparecido! ¿Qué tan afortunados podemos ser que está aquí esta noche?
Adrienne no dijo nada. Pero no pudo evitar sonreír, porque sabía exactamente
cómo y dónde Justin ha pasado las noches últimamente. En su apartamento o en el de
ella, viendo películas, bebiendo en cualquiera de sus balcones y sólo dos veces, noche
de póquer con sus amigos.
Adrienne miraba fijamente el bar donde Justin estaba de pie. Él se puso de pie
con sus gafas Cartier de color claro de nuevo para proteger sus ojos. Se apoyó en la
barra, sosteniendo una botella de cerveza en su mano. Miró en su dirección. Adrienne
sabía que Justin la estaba vigilando. Y porque sabía que sus amigos no estaban mirando,
ella sonrió y le guiñó un ojo. Notó el rizo ascendente de sus labios antes de que se
volviera con sus amigos.
Después de un par de segundos, su teléfono sonó.
Justin: Deja de coquetear conmigo.
Se mordió el labio para evitar sonreír ampliamente delante de sus amigos. Si
tienen demasiada curiosidad, podrían arrebatarle el teléfono para ver por qué sonreía.
Ella le envió una respuesta: ¡Entonces deja de mirarme!
Justin: Imposible. No puedo dejar de mirarte desde el día que me puse mis
ojos en ti. ;-) ¡Eres atractiva!
Sonrió a su teléfono, luego enderezó su cara cuando recordó que estaba con Jill
y Yuan.
Ella envió otro mensaje a Justin: Ahora es tu turno de parar de coquetear
conmigo.
Ella miró hacia su ubicación. Lo encontró mirando su teléfono y luego le sonrió
ampliamente. La miró durante un rato, la sonrisa todavía pegada en su cara, y escribió
algo en su teléfono. Luego vio que se lo llevaba a sus labios y besó la pantalla. La miró
de nuevo, sonriendo torcidamente.
Su teléfono sonó de nuevo.
Justin: Justin Adams acaba de darle a Adrienne Miller un beso profundo en
los labios.
No pudo evitar reírse esta vez y sabía que había empezado sonrojándose por
todas partes. Cuando levantó la vista, encontró dos pares de ojos curiosos mirándola
fijamente.
Se aclaró la garganta—: Nada. Kimberly envió una transmisión por chat. Una
broma médica. ¿Quieren oírlo?
¡Por favor, digan que no! Ella rezó en silencio.
Jill arrugó su nariz y Yuan puso los ojos en blanco. —¡No, gracias! —dicho al
unísono, para alivio de Adrienne.
Después de una botella de Breezer, Adrienne se excusó para ir al baño de
damas. Pasó por la primera puerta y encontró otras dos puertas en delante de ella. La
puerta de la izquierda conducía al baño de hombres y la otra al de las damas. Tomó la
puerta a su derecha.
Mientras se retocaba el brillo de labios, se fijó en las mujeres que la rodeaban.
Algunos de sus trajes parecían demasiado cortos para su gusto. Pensó que una
o dos chicas habían empezado a arrojarse en uno de los cubículos. La mayoría de ellas
todavía hablaba sobre cuántos chicos guapos y disponibles vinieron esa noche y cómo
cada una esperaba anotar uno de ellos.
No podía evitar preguntarse dónde había estado toda su vida y qué la hizo
olvidar lo liberado que se había vuelto el mundo. ¿Era ella realmente demasiado
mojigata y demasiado cautelosa?
Salió por la primera puerta. Mientras alcanzaba la manija de la segunda que la
llevará al bar, se abrió y dos chicas se precipitaron dentro. Una tenía la mano en la boca,
obviamente tratando de llegar al baño de damas para vomitar, pero no parecía que
fuera a lograrlo. Desafortunadamente, esta chica había venido directamente frente a
Adrienne. Ella estaba demasiado sorprendida para reaccionar o mantenerse al margen.
Miró con horror cuando la chica se lanzó hacia adelante e hizo un sonido de vómito.
De repente, sintió que alguien le tiraba de la cintura y la sacaba del camino. La
chica vomitó a un metro de distancia, para su alivio.
Le llevó un momento darse cuenta que quien la jalo todavía la sostenía. Miró
hacia arriba y vio un par de preciosos ojos de color aguamarina. Su cabello era marrón
con un pequeño tinte de rojo. Él la miraba sorprendido de vuelta. Una sensación de
familiaridad se disparó hacia ella, lo que la hizo consciente de que él todavía la estaba
sosteniendo.
Ella dio un paso atrás de él. Sus ojos se entrecerraron, como si él estuviera
tratando de ubicarla. Su cara también le resultaba familiar, lo que ella encontró bastante
extraño.
—¿Nos hemos... visto antes? —preguntó.
Parada a medio metro de él, ella tuvo la oportunidad de ver más allá de él. Era
más alto que ella, probablemente tan alto como Justin. Él parecía delgado y la camisa
blanca de manga larga que usaba, resaltaba un poco su bien tonificado físico.
Ella habría recordado encontrarse con él. Él era muy… y parecía muy… bien
parecido. Como si hubiera salido de la portada de una revista. Pero estaba segura de
que no lo ha visto por aquí todavía. Pero algo en él le parecía extrañamente familiar.
Sacudió la cabeza. —No, no lo creo.
—Lo siento. Pensé que te había visto antes —él sonrió, mostrándole su perfecto
conjunto de dientes y, profundos y adorables hoyuelos a ambos lados de sus mejillas,
justo al lado de sus labios. Luego se adelantó y le extendió la mano—. Soy Jin. Jin Starck.
Ella miró fijamente su mano por un momento y decidió estrecharla. —
Adrienne. Adrienne Miller.
Adrienne escuchó una tos detrás de ella. Se dio la vuelta y encontró a Justin,
una mirada grave estaba plasmada en su cara. Inmediatamente, ella tiró su mano lejos
del chico.
El tipo miró de ella a Justin, y Adrienne vio la realización cruzando su cara.
Tomó la mirada de la cara de Justin e inmediatamente concluyó que Adrienne estaba
con él.
—Bueno, de nada —le dijo a Justin, con los ojos brillantes.
Justin levantó una ceja. —¿Por qué?
—Acabo de salvar el vestido de tu novia de ir a la basura —él dijo alegremente.
Luego miró a Adrienne y sonrió—. Nos vemos por ahí, Adrienne Miller —le guiñó un
ojo antes de salir de la habitación.
Adrienne se volvió hacia Justin que no parecía muy feliz. —Sí, una chica casi me
vomita encima —dijo, señalando el desagradable vómito en el suelo que estaba siendo
limpiado por la mujer de mantenimiento.
Él la miró fijamente durante un largo momento y luego sacudió la cabeza.
—¿Qué? —preguntó ella.
—Tienes diez segundos para volver a tu mesa. O te llevaré y tendrás que dar
muchas explicaciones a tus amigos —dijo en una voz vestida de hielo.
—Justin... —empezó.
—Diez... nueve... —empezó a contar, lo que la hizo entrar en pánico. Ella
rápidamente se puso en marcha y corrió hacia la salida.
Adrienne estaba jadeando cuando volvió a su mesa.
—¿Qué te ha pasado? —preguntó Jill.
Le tomó un momento a Adrienne componerse. —Alguna chica casi me vomita
encima.
—¡Y son sólo once, señoras y señores! Bienvenidos al siglo XXI. —Yuan se rio
entre dientes.
Cuando miró en el bar, se dio cuenta de que Justin ya había vuelto a su asiento.
Él le daba la espalda.
Un feo sentimiento de culpa la roía y ella no podía entenderlo. ¿Se equivocó al
darle la mano a ese tipo? Se presentó con ella educadamente, y la salvó de una
desastrosa emergencia de vestuario. Parecía lo correcto solo estrechar su mano, ¿no?
Entonces, ¿por qué sintió que lo estaba engañando? ¿Por qué sintió que Justin
tenía todo el derecho de estar enojado?
Sacó su teléfono y empezó a escribir: ¿Estás bien?
No recibió respuesta. Siguió mirando su teléfono y el bar donde Justin se sentó.
Todavía le daba la espalda y parecía que él estaba bebiendo tranquilamente.
Lo intentó de nuevo. ¡Hola, guapo! Sonríe, ¿ok?
Vio a Justin mirando hacia abajo, probablemente leyendo su mensaje.
Finalmente, su teléfono sonó. Su corazón se saltó con un latido mientras leía su
mensaje.
Justin: No puedo sonreír. Un tipo se comió con los ojos a mi novia.
Ella sonrió en esas dos últimas palabras. Mi novia.
Ella respondió: ¡No me estaba comiendo con los ojos! Y, además, ¿me viste
regresarle la mirada?
Justin: No. Pero aún me siento mal. Así que, ¡tienes que compensarlo!
Ella: ¿Cómo?
Ella esperó como siempre por su respuesta. Entonces, finalmente, su teléfono
sonó de nuevo.
Justin: Tienes que tener una cita conmigo. Esta vez, yo pongo nombre al
lugar y los términos.
Se mordió el labio. Tenía que evitar gritar con el corazón.
Ella: Está bien. Pero tienes que recordar las reglas. Nada público.
Justin: No. Dije que yo sería el que nombraría los términos.
Adrienne suspiró. Sabía en su corazón que amaba a este tipo. Y había hecho
mucho por ella. Sabía lo que hacía. Prometió no presionarla. Así que escribió su
respuesta y pulsó enviar: Muy bien, Sr. Adams. Tiene una cita.
Después de un minuto él respondió: Ahora, Srta. Miller... Estoy sonriendo
todo el camino. :-)
Ella lo miró. Cierto, él empezó a mirar en su dirección, sus labios curvados en
una sonrisa que ella sabía que era sólo para ella.
10. Kidnappad
Sueco para

Cuando Adrienne se despertó al día siguiente, su cabeza descansaba


cómodamente contra el hombro de Justin. Llegó a casa alrededor de las dos y él se
acercó a su apartamento treinta minutos después, vestido con una camisa blanca y un
par de pijamas Calvin Klein.
Fingió parecer enfadado, pero una vez que ella lo llevó a la cama y lo besó, él se
rindió. Luego, se durmieron.
—Despierta, dormilona —dijo Justin—. Tienes una cita en dos horas.
Sus ojos se abrieron de par en par. —¿Dos horas? Justin... ¡son las diez de la
mañana! ¿Vamos a salir a plena luz del día?
Levantó una ceja. —Sí, ¿por qué no?
—¡Sabes que no podemos! Nadie sabe que nos estamos viendo. En el momento
en que nos fotografíen juntos, alguien podría publicar sobre ello en los medios sociales
y definitivamente llegará a Jill. Y ella ya me advirtió... esto es el fin de una amistad.
Justin suspiró. —Entonces, ¿cuál es su plan, Srta. Miller? ¿Tú nunca me
presentarás con ellos?
—¡Ni siquiera he terminado con Troy todavía! —Lanzo la cabeza hacia atrás
contra su almohada.
Justin se apoyó en un codo para poder mirarla. —Adrienne... nadie se había
avergonzado de mí antes.
Sacudió la cabeza. —No me avergüenzo de ti. ¡Dios! Si las circunstancias fueran
diferentes... si no tuviera un novio... estaría orgullosa de ser vista contigo.
—¿Puedo preguntarte algo? —Parecía muy serio.
Asintió nerviosamente.
—¿Tienes planes de romper con Troy?
Ella lo miró y sonrió lentamente. —Por supuesto.
Justin la miró fijamente por un momento, buscando en sus ojos. Luego,
finalmente, le dio una sonrisa torcida. —Entonces eso es suficiente por ahora —
Entonces él se inclinó hacia adelante y la besó en los labios minuciosamente.
—Justin... ahora, ¿puedo preguntarte algo? —Su corazón latió contra su pecho.
—Cualquier cosa.
—¿Por qué soportas esto? Sé que odias que te mantenga en secreto. Puedes
elegir a cualquier mujer...
No pudo terminar esa frase porque los labios de Justin estaban en los suyos,
interrumpiéndola.
Cuando se apartó de ella, la miró fijamente a los ojos con suavidad. Luego dijo—
: Porque la única mujer que quiero, Adrienne, está en esta cama conmigo.
Ella le sonrió. Pensó que moriría en ese mismo momento. Él no dijo que
también estaba enamorado de ella, pero eso estuvo bastante cerca.
—Ahora, vístete. Te recogeré después de una hora y media —dijo Justin,
levantándose de la cama
Ella le levantó una ceja. —Justin...
La silenció con un beso otra vez. —¿No confías en mí, cariño?
Ella asintió. —Está bien.
—Grandioso. Te veré más tarde —Se levantó de la cama, agarró su camisa del
suelo y la llevaba puesta. Antes de salir de la habitación, se volvió y sonrió—: ¡Eres
atractiva!
Después de ducharse, usó un par de jeans ajustados y una camiseta sin mangas
arriba. Su teléfono móvil sonó. Era Justin.
—Hola.
—No pareces estar lo suficientemente abrigada —dijo.
Ella se dio la vuelta y lo vio parado en su habitación, mirándola a través de la
ventana de cristal.
—Tengo un abrigo.
—Todavía no es lo suficientemente bueno. Usa un suéter bajo tu abrigo.
—¡Ni siquiera está nevando afuera y es casi mediodía!
Le sonrió. —¿No me prometiste anoche que sería el que nombrara los
términos?
Se rio. —Está bien.
—Y usa un par de botas también, ¿de acuerdo?
—Ok. Bien —Cuando colgó, escaneó su armario y encontró un suéter de punto
azul. Luego tomó un chal negro y lo colocó alrededor de su cuello. Llevaba sus botas
negras hasta la rodilla.
Ella no pudo evitar preguntarse sobre los planes de Justin. Quería llevar una de
sus chaquetas con capucha para que, si caminan por las calles, pudiera disminuir el
riesgo de reconocimiento.
Pensó que él debe estar cansado de esconderse todo el tiempo. La noche
anterior, no ocultó el hecho de que no estaba feliz de verla con otro tipo presentándose
a ella. La hizo sentir feliz saber que él se sentía celoso y sin miedo a mostrarlo. Pero
también la quebró el darse cuenta de que ella no podía darle lo que quería. Hasta que
se enfrentara a Troy y oficialmente rompiera con él. Hasta que se le ocurriera un plan
sobre cómo confesar su situación a sus amigos, y a quienes no podía perder sin importar
lo que pasara.
Sacó su teléfono y decidió enviarle un mensaje a Troy: Nosotros necesitamos
hablar en persona. Cuando tengas un día libre, házmelo saber. Podrías venir a
verme.
Esperaba que Troy fuera lo suficientemente listo para sentir que algo estaba
mal. Vamos ¿A quién estoy engañando?
Justin actuaba más como un novio de lo que Troy nunca lo fue. Troy debe estar
denso si el piensa que esta relación iba a alguna parte.
Su timbre sonó. Agarró su bolso y abrió la puerta. Justin la miró por un
momento.
—¿Me veo bien? —preguntó ella, con la incertidumbre en su voz.
Sus ojos brillaron y la atrajo hacia él. —Te ves más que bien. ¡Atractiva!
Se rio, y cerró la puerta tras ella.
—Entonces, ¿cuál es su plan, Sr. Adams? Me quiero asegurar de que voy a tener
una gran sorpresa —se burló
Justin se sonrío cuando entraron en el ascensor. —No tienes ni idea, cariño.
En el Ferrari fuertemente teñido de Justin, nadie podía verla ni siquiera a lo
ancho de la luz del día. Todavía se preguntaba adónde la llevaría. Todavía le preocupaba
que alguien podría reconocerlo. ¿Por qué tenía que ser bastante famoso en este estado?
¿Por qué tenía que ser el más buscado de la ciudad?
Adrienne se dio cuenta de que llegaron al aeropuerto y Justin usó una entrada
privada.
—¿Adónde vamos?
Él sólo le sonrió.
Finalmente, paró el motor en lo que parecía ser un estacionamiento privado.
Salió del coche y lo rodeó para abrirle la puerta. Él tomó su mano con la de él.
Se dio cuenta de que había gente alrededor y un tipo los siguió, llevando una pequeña
bolsa de viaje con él.
Adrienne miró a Justin con nerviosismo.
—Justin... me estoy asustando mucho —susurró.
Él se rio. —Tu problema siempre ha sido que no quieres ser vista conmigo.
Siempre tienes miedo de que alguien que conoces corra hacia nosotros cuando estamos
juntos en Nueva York. Yo, por otro lado, quiero ser libre de ir por la ciudad contigo en
mis brazos. Quiero tomar café en la cafetería local, o ver películas contigo, ir de compras
contigo, y ser libre de sostenerte, abrazarte, besarte, sin preocuparte de que tus amigos
te maten si se enteran. Quiero ir en una cita todo el día contigo… sin que te preocupes
por nada en absoluto.
Adrienne se mordió el labio. Se sintió feliz, culpable y arrepentida de todo en el
mismo tiempo. Ella apretó la mano de Justin.
La puerta delante de ellos se abrió. Adrienne se sorprendió al ver pista de
aterrizaje. Vio un avión privado desde la distancia. Casi se quedó sin aliento cuando vio
la marca en el cuerpo del avión, "Industrias Adams".
Ella lo miró fijamente. —Justin...
Le sonrió. —Te voy a llevar a un lugar donde nadie conoce nada de nosotros. Y
nuestros dos problemas están resueltos.
Su corazón se derritió. Si no estaba ya enamorada de él, entonces ella habría
caído... justo en ese momento.
Las azafatas de vuelo los saludaron calurosamente.
—Buenas tardes, Sr. Adams —le dijeron—. Bienvenida a bordo, Srta. Miller.
Se sorprendió de que supieran su nombre. Pero de nuevo, ellos tendrían el
manifiesto de vuelo de antemano. Justin debe haber arreglado esto después de que le
dijera que sí.
El interior del avión se veía lujoso y con clase. Tenía grandes sofás de cuero, un
juego de comedor de ocho asientos, todo en ricas combinaciones de oro y los colores
crema. Se sentó en el sofá y Justin se sentó a su lado.
—¿Tu avión?
Justin se encogió de hombros. —De mi familia.
—Así que cuando vuelves a Chicago, ¿esto es lo que usas?
—Sí. ¿Tienes hambre?
Ella asintió.
—Almorzaremos después del despegue.
—¿Adónde vamos, Justin?
Sus ojos brillaban. —A algún lugar donde estamos seguros de que nadie sabe
nada de nosotros.
Puso los ojos en blanco. —¿Dónde está eso?
—Alaska.
Se le cayó la mandíbula. Le llevó un tiempo recuperarse. Escuchó que alguien
les pedía que se abrocharan los cinturones de seguridad.
—Justin... es un par de horas de vuelo.
—Siete.
—¿Cuándo planeas qué regresemos?
—Lunes.
—¡Trabajo el lunes!
—Estoy seguro de que puedes tomarte un día libre.
—¿Qué... qué le diré a mis amigos?
Se apoyó en su asiento. —¿No eres una escritora creativa para Blush?
Ella asintió.
—Así que haz lo que mejor sabes hacer. Sé creativa —sonrió.
Gimió. Se recostó en su asiento. Ella guardó silencio durante todo el despegue.
Finalmente, el avión se elevó en el aire, y el piloto les informó que podían desabrochar
los cinturones de seguridad.
Justin se levantó rápidamente de su asiento y fue hacia ella. La desabrochó y
para su sorpresa, la levantó de su asiento y la llevó al sofá, para poder sentarla en su
regazo.
—¿Estás loco?
Ella le hizo un puchero y luego le pellizcó el costado. Él se rio, y la abrazó hacia
él.
—Justin, no traje ninguna ropa.
—Lo sé. No podía decirte qué empacaras. De lo contrario, conociéndote,
estaríamos en tu casa ahora mismo discutiendo sobre este viaje. Entonces pensé en sólo
secuestrarte.
—¿Y qué voy a hacer?
—Nos detendremos en un centro comercial tan pronto como aterricemos allí.
Puedes ir de compras para tus necesidades de fin de semana.
—¿Y usar esa ropa sin lavarla? ¡De ninguna manera! —Ella sonaba tan
aborrecida que Justin no pudo evitar reírse mucho.
—No, tonta. Estamos registrados en un hotel. Puedes enviar tu ropa nueva a la
lavandería rápida. Pagaré. Estoy seguro de que la recibirás en una o dos horas.
Una azafata les informó que les esperaba su almuerzo. Adrienne se alejó y se
puso de pie. Extendió su mano y tiró para ponerlo de pie.
Después del almuerzo, Justin la llevó a otra sección del avión. Adrienne se
sorprendió al ver que en realidad era una habitación pequeña. Tenía una doble cama
con una pequeña mesa de café y dos sillas de un solo asiento.
Justin abrió la pequeña puerta a su izquierda. —El baño está aquí si quieres
refrescarte.
El baño era pequeño, pero extrañamente grande, considerando que estaban
viajando dentro de un avión. Tenía una ducha, un inodoro y un lavabo. Ella encontró un
nuevo juego de cepillos de dientes junto al lavabo. Se cepilló los dientes y salpicó agua
en su cara.
Mientras miraba su reflejo, se dio cuenta de que tenía brillo en sus ojos. Su
rubor parecía permanente y no podía dejar de sonreír.
¡Justin Adams sí que sabía cómo hacer que una chica se desmaye! Su novio
oficial puede ser un troll y seguro que carecía de un hueso romántico, pero su novio
extraoficial compensó todo lo que le faltaba de amor (y sexo) en su vida.
Justin se quedó perezoso en la cama cuando ella salió del baño. Ella se quitó las
botas y usó una de las nuevas zapatillas que encontró bajo la cama.
Justin se levantó y besó sus labios. Luego fue al baño. Adrienne miró alrededor
de la habitación. Era pequeña pero los lujosos muebles fueron ingeniosamente
arreglados para que se viera lo suficientemente grande. Era acogedor y casi se sentía
como en casa. Notó algunos cuadros colgando en una de las paredes.
Miró un retrato familiar de Justin y sus padres. Su padre tenía el mismo cabello
negro azabache que él. Su madre era rubia oscura. Su madre parecía joven, y cada vez
más sofisticada y hermosa. El padre de Justin, por otro lado... se veía exactamente como
él. Sólo unos veinte años mayor.
De repente, sintió los brazos de Justin alrededor de su cintura mientras la
acariciaba cuello.
—Te pareces a tu padre —dijo.
Apoyó su barbilla en su hombro. —Todo el mundo dice eso.
Adrienne se rio. —Todo el mundo tiene razón. Tu madre es hermosa. Tus
padres parecen muy jóvenes en esta foto.
—Lo son, ellos se casaron cuando mi padre tenía veinticinco años y mi madre
tenía veintitrés años.
—¡Whoa! Eso es joven. Deben haber estado realmente enamorados cuando se
casaron.
Justin se quedó callado un rato. Luego lo escuchó tomar una profunda
respiración mientras la acercaba a él.
Ella se dio vuelta para enfrentarlo. —¿Estás bien? —preguntó, notando su
reacción tranquila.
Asintió con la cabeza. —¿No estás cansada? —preguntó—. Tenemos cinco
horas y media restantes. Es posible que quieras dormir primero.
—Me vendría bien una siesta —Ella lo empujó hacia la cama—. Ven, acuéstate
abajo conmigo.
Se acostaron tranquilamente en la cama. Adrienne se preguntó por qué el
humor de Justin cambió cuando mencionó a su familia y lo enamorados que estaban sus
padres cuando se casaron. Ella se preguntaba por qué eso parecía molestarle.
Miró hacia arriba y lo encontró mirando al techo, perdido en sus pensamientos.
—Justin —lo llamó—. ¿Dije algo malo?
La miró y sacudió la cabeza. —Lo siento. Yo sólo recordaba algo que mis
padres... me pidieron que hiciera —La miró profundamente.
—¿Qué? ¿Algún tipo de encargo? —preguntó brillantemente, esperando
cambiar su estado de ánimo.
—Más bien una especie de obligación —suspiró.
—¿Y aún no lo has hecho? —preguntó ella, apoyando el codo para que pudiera
mirarlo fijamente.
Él apartó un mechón de cabello de su cara. —Yo... me olvidé de eso.
—¿Y? ¿No puedes volver y hacerlo entonces?
Sacudió la cabeza. —No. No puedo volver ahora
Adrienne frunció su ceño. Justin no parecía querer hablar del tema. Y ella sabía
que no debía presionarlo para que le dijera sobre sus asuntos familiares.
—Estoy segura de que aún no es demasiado tarde. Todavía puedes decirles que
lo harás tan pronto como puedas.
Sacudió la cabeza. —Es demasiado tarde —susurró.
—¿Por qué?
Justin respiró hondo. —Porque no quiero hacerlo más.
Ella estaba a punto de preguntar más, pero él la tiró del cuello y cerró la
distancia entre ellos. Sus labios se encontraron con los de ella y la besó
apasionadamente, como si estuviera derramando su alma en ese beso.
11. Liberté
Traducción francesa de

Cuando Adrienne se despertó, descubrió que Justin se había ido de la


habitación. Fue al baño para refrescarse. Justin entró justo cuando ella se estaba
poniendo las botas.
—Oye, ¿dónde has estado?
—Teniendo una plática con el piloto —respondió.
—¿Puedes pilotar un avión? —preguntó.
Él sonrió. —Tengo una licencia. No creo que se la den sólo a cualquiera.
Ella sonrió. —Justin Adams, el piloto. ¿Qué más no sé sobre ti?
Se puso de pie y le rodeó el cuello con sus brazos. Él se inclinó hacia adelante y
besó sus labios. —Mucho. Pero es por eso que vas a una cita de fin de semana conmigo,
¿verdad? Así puedo mostrarte cómo soy cuando estoy sin restricciones.
Adrienne se rio. —Buena elección de palabras.
Tan pronto como aterrizaron, una limusina los llevó a un centro comercial
local. Adrienne encendió su teléfono e inmediatamente, siguió sonando, indicando
mensajes de texto y mensajes de voz.
Jill: Probando tu teléfono. Está apagado. ¿Dónde estás?
Yuan: ¿Dónde estás? ¿Café esta tarde?
Les envió un mensaje de texto diciéndoles que tenía que volar a Boston para
ver a sus padres. Con suerte, no le pedirán que se explicara. De todas formas, lo hacía
de vez en cuando.
Mientras estaba en el centro comercial, a plena luz del día, Justin la llevó hacia
él y le puso un brazo alrededor de su hombro. Sintió un beso en la parte superior de su
cabeza.
Se compró unos suéteres, pantalones, ropa interior, guantes y un grueso abrigo.
Lo suficiente para los próximos tres días. Cuando ella trajo sus cosas al mostrador Justin
se apresuró a entregar su tarjeta de crédito Infinite.
Lo miró con desprecio en señal de protesta. —No, Justin. ¡Son mis cosas!
Él le sonrió. —Y es mi regalo. No dejo que una mujer pague nada en nuestra
cita.
—¡Pero esto no es una cita! ¡Esto es... ir de compras!
—Todo el fin de semana es una cita, cariño —argumentaba—. Y, además, yo no
te di la oportunidad de empacar algo de ropa. Te lo debo por esto.
El cajero pasó la tarjeta de Justin.
Ella lo miró fijamente. —Gracias —dijo en la derrota.
Justin sonrió y se inclinó hacia adelante para besarla. —De nada, cariño.
Decidieron explorar las tiendas locales, mientras se tomaban de la mano y
besos frecuentes. Adrienne se sentía libre. No le importaba la gente a su alrededor, o lo
que dirían o pensaran. Todo lo que le importaba era el hombre a su lado, cuyos brazos
la rodeaban, cuyos labios la besaban
Y por primera vez en su vida, sintió lo que realmente era tener un novio... para
estar en una relación real.
Se registraron en el hotel, que parecía bastante remoto. Y Adrienne no pudo
evitar burlarse de Justin.
—¿Qué?
—Dijiste que no querías esconderte. Y sin embargo este hotel es realmente más
que un poco distante —dijo, riéndose.
Él se rio. —Confía en mí. Tengo mis razones.
Ella levantó una ceja.
—Paciencia, Srta. Miller. Puede que resulte ser una agradable sorpresa si... la
naturaleza está de acuerdo conmigo.
Ella sonrió brillantemente. —¡Ahora, tengo curiosidad!
Después de registrarse, Adrienne envió inmediatamente su ropa a la
lavandería. El servicio expreso se la devolvió a ella en una hora.
Disfrutaron de una cena a la luz de las velas en una de las mejores cenas del
restaurante en el hotel.
—¿Dónde está tu avión?
—En camino de regreso a Chicago —respondió—. Uno de mis primos podría
necesitarlo. O tal vez mi padre. Él vuela a nuestras diferentes sucursales una vez en
algún tiempo.
—¿Ahora trabajas para él?
Sacudió la cabeza. —No —se quedó en silencio por un tiempo.
¿Tiene una ruptura con sus padres? ¿Es por eso que se queda callado cada vez
que los menciono?
—Entonces, ¿qué más no sé de ti? —preguntó, tratando de hacer su humor más
ligero—. ¿Algún hermano o hermana?
La miró fijamente y luego respondió—: Tengo un gemelo, quiero decir, tuve un
gemelo.
Esto casi sorprende a Adrienne.
—¿Idéntico?
Asintió.
Pensó que el mundo apenas podía manejar a un Justin Adams, sólo imagina dos.
—¿Qué paso?
Se encogió de hombros. —Yo era ocho minutos mayor que él. Viví. Él no lo hizo.
Adrienne le tomó la mano y dio un apretón. —Habría sido una explosión —dijo
en voz baja—. Estoy segura de que hubieras tenido una mejor relación que Kim y yo.
Nosotras... nunca hemos coincidido. Ella me odia. Lo sé, aunque no quiera admitirlo.
—Me preguntaba cómo sería si Jeffrey viviera. Siempre quise un hermano.
Adrienne sonrió. —Yo también lo hice. Pero todo lo que conseguí fue una
hermana con la que no comparto nada con... excepción del ADN.
—¿Te pareces a tu padre? —preguntó.
Se encogió de hombros. —Kim es la viva imagen de nuestra madre. Cabello
rubio, ojos azules. Papá tiene el cabello oscuro y los ojos marrones. Sí, me parecía a él
en un camino
—¿Qué pasa con los primos? A veces un primo es lo suficientemente bueno
para tomar el lugar de un hermano.
Adrienne sacudió la cabeza. —Nunca conocí a ninguno de ellos. Siempre fuimos
sólo Kim y yo.
—Yo tengo muchos primos —respondió Justin—. Tres chicos y una chica.
Todos vivimos en la misma casa, excepto uno que vive en Italia. Mis padres tienen una
casa enorme en Chicago. Como diez habitaciones. Cada uno de mis primos tienen una
habitación allí. Siempre es una casa llena y ruidosa. Claro, ellos tienen sus propias casas.
Pero parece que les gusta más vivir allí.
Adrienne sonrió. —Eres realmente afortunado. Cuando se trata de la familia, tú
ganaste el premio gordo.
Justin pareció pensativo por un momento. Luego dijo—: Bueno, Algún día, tu
madre cambiará de opinión sobre ti. Ella verá lo hermosa, maravillosa e inteligente hija
que tiene. Y aprenderá a amarte tanto como ella ama a tu hermana.
Adrienne se mordió el labio para no llorar. —Espero que tengas razón.
Ellos se retiraron a su habitación alrededor de las diez de la noche. Cuando
Adrienne estaba lista para la cama, encontró a Justin en el balcón. Se recostó en una de
las tumbonas con capas de manta encima de él.
—¿Qué está pasando? —preguntó.
Él le sonrió. —Mi sorpresa. Ven —La empujó para que se acostara con él. Ella
se apoyó en su cuerpo y luego él la envolvió en las capas de manta alrededor de ellos.
Todavía estaba cansada por el viaje. Apoyó su cabeza en el hombro de Justin y
cerró los ojos por un momento.
Después de unos minutos, le oyó decir—: Abre los ojos, hermosa.
Cuando lo hizo, no esperaba ver lo que tenía delante. El cielo estaba de repente
cubierto por una cortina de luces multicolores sobre las montañas.
—¡Oh Dios mío! —jadeó.
La vista que tenía ante ella era más que espectacular. Las lágrimas brotaron en
sus ojos. Siempre había soñado con ver la aurora boreal. Y la vista se había vuelto más
surrealista porque estaba envuelta en los brazos de un hombre tan magnífico como un
baile del azul, verde, amarillo y las luces rojas delante de ella.
—¿Te gusta? —preguntó Justin.
Ella lo miró fijamente y sonrió. —Me encanta —susurró—. Gracias, Justin —Se
inclinó hacia adelante y le besó los labios.
Yacían allí tranquilamente, calentitos bajo las sábanas. Adrienne se sintió más
caliente, envuelta en el calor corporal de Justin. Pero, además, el calor llegó desde lo
más profundo de su interior cuando se dio cuenta de que se había enamorado del
soltero más buscado en la ciudad de Nueva York.

Cuando Adrienne se despertó a la mañana siguiente, se encontró acurrucada


contra Justin. Ella miró su hermosa cara y sonrió. No sabía cuánto tiempo duraría esta
cosa que tenían, pero sabía que no se arrepentiría. Nunca se había sentido más viva o
libre hasta el día que lo conoció.
Él nunca dejó de hacerla sentir adorada... que se preocupaba por ella. La hizo
sentir, por primera vez en su vida, que sus pensamientos y sentimientos realmente le
importaban. Y que no tenía que tener miedo, o preocuparse por lo que los demás
piensen de ella. Por eso, siempre se sentiría agradecida con él.
Él abrió los ojos y la miró fijamente. —Buenos días.
Ella sonrió salvajemente. —Buenos días —Se inclinó hacia adelante y lo besó.
En un minuto, él se puso encima de ella, besándola urgente y apasionadamente.
Adrienne se dio cuenta de que no habían hecho el amor en dos días. Y de alguna manera.
nunca pareció molestarla. Su relación se había convertido en una página diferente.
Todavía tenían este fuego, esta pasión que tenían que consumirla cada tiempo, y, aun
así, compartieron un vínculo construido en la amistad, la confianza y el confort. Y
también, eso es maravilloso.
Después del desayuno, ella le preguntó cuáles eran sus planes.
—¿Sabes esquiar?
Cuando estaba en el instituto, cuando todavía era rebelde, solía escabullirse a
espaldas de sus padres para ir a esquiar. Les decía que iba a la casa de la playa de una
de sus amigas para el fin de semana. Pero cuando pensaron que se bañaba en el sol, en
realidad estaba rodando en la nieve. No se preocuparon mucho por ella para
preguntarle por qué no se bronceó cuando regresaba a casa.
—No soy una profesional, pero puedo equilibrarme con un par de esquís.
La idea de esquiar de nuevo la excitaba. Hicieron un viaje a una montaña
cercana de esquí. Justin trajo su propio equipo y le compró a Adrienne uno nuevo para
ella.
—Es temporal. ¿Podemos alquilar uno para mí? —preguntó.
Él sacudió la cabeza. —No. ¿Quién sabe? Puede que quieras mantenerte
haciendo esto. Considera esto como otro regalo. Y, además, si tú cambias y decides no
romper con ese imbécil de tu novio en absoluto, yo quiero algo en tu apartamento para
recordarte... que te mereces algo mejor que él.
Ella lo miró fijamente. —Justin...
La silenció con un beso. —Lo sé. No hay presión. Hazlo cuando estés más
preparada. Puedo esperar.
Justin le ayudó a ponerse sus nuevas botas de esquí, casco y gafas. Se dirigieron
a una pista de principiantes para acostumbrarla a esquiar de nuevo, como había pasado
mucho tiempo desde que hizo esto. Muy pronto, ella estaba recibiendo la tranquilidad
de nuevo. A medida que se aventuraban en un terreno más desafiante, Adrienne sintió
su sangre bombeando a su sistema, y gritó para deleite de su corazón.
Justin siempre se mantuvo cerca, asegurándose de que ella estuviera a salvo y
llegar a ella lo suficientemente pronto en caso de que se cayera o luchara. Cuando se
acercaron a la estación, Adrienne se sintió cansada pero extremadamente feliz. Cayó de
rodillas, haciendo que Justin esquiara más rápido para llegar a ella. Llegó a su lado en
el primer segundo.
Se agachó. —¿Estás bien?
Soltó sus bastones de esquí y luego agarró un puñado de hielo en sus manos y
se lo tiró a Justin. Fue atrapado sin saberlo. Se bajó de los esquís en un minuto, se puso
de pie y trató de alejarse de él, sacando otro puñado de nieve.
—¡Estás muerta! —dijo, deshaciendo de sus esquíes.
Adrienne hizo una bola de nieve en sus manos y luego dirigió con perfecto
apunte a Justin. Le dio en el hombro. Ella gritó cuando lo vio venir por ella. Se dio la
vuelta y trató de huir, pero él era ágil, rápido, aunque estaba envuelto en capas de ropa
y llevaba un pesado par de botas de esquí.
La agarró por la cintura y la levantó del suelo. Ella luchó por liberarse. No pudo
evitar gritar y reír. Justin la bajó y la hizo girar. Le quitó las gafas de su cara y también
se quitó las suyas. Sonrió por el color rosado de su cara. Lentamente, se inclinó hacia
adelante y le dio un beso en los labios.
Profundizaron el beso. Entonces, de repente, escucharon el chasquido de una
cámara detrás de ellos.
Se alejaron el uno del otro y miraron a la persona que acaba de interrumpir su
momento.
Adrienne vio a un tipo muy guapo con ojos azules brillantes, una sombra casi
similar a la de Justin. Su cabello rubio se asomaba por debajo su casco.
—Esto es algo que no se ve todos los días —bromeó el tipo, pareciendo burlarse
de ellos... particularmente de Justin—. En realidad, es un espectáculo que no se ve
nunca.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Justin en un tono molesto.
El tipo levantó la tabla de snowboard que sostenía con su brazo derecho.
—¿Por esto es que el avión no estaba disponible ayer? Íbamos a el mismo lugar,
y no querías compartirlo, ¿Just? —Sus ojos bailaron y él obviamente tuvo éxito en
acuchillar a Justin. Luego sus ojos se dirigieron a Adrienne. Él la estudió rápidamente y
luego sonrió—. Por supuesto, ahora entiendo por qué.
—Vete, Gian —le dijo Justin al tipo.
—¿Ni siquiera nos vas a presentar? —El tipo fingió estar sorprendido mirando
su cara, disfrutando de la irritación de Justin.
Justin suspiró. —Adrienne, Gian. Gian, Adrienne —Luego se volvió hacia Gian—
. ¿Ahora, puedes... evaporarte?
El tipo no se hizo atrás para nada. Dio un paso hacia ellos. Él miró a Adrienne.
—Lo siento. Mi primo tiene mejores modales que eso. No hagas que se apaguen.
—¿Primo? —Adrienne hizo eco, mirando a Justin.
—Ahora estoy pensando... qué desafortunado, ¿verdad? —dijo Justin, rodando
sus ojos.
Adrienne finalmente sonrió. Extendió su mano enguantada a Gian y la sacudió,
aunque apenas porque sus guantes eran mucho más gruesos que ella.
Gian le sonrió. —Puedo ver por qué no vas a casa con más frecuencia. Sin
embargo, no puedo ver lo que tú ves en él.
—¡Nah! Es un gran chico... si decide serlo —bromeó Adrienne.
Justin la acercó a su lado, y luego se volvió hacia Gian. —Ahora, ¿puedes
dejarnos en paz?
Gian dio un paso atrás. —¡Aww! Esperaba mostrarle a Adrienne mis
movimientos impresionantes en la tabla.
—No va a suceder —Justin le levantó una ceja.
—¿Qué pasa, Justin? ¿Tienes miedo de la competencia?
Justin entrecerró los ojos. —Recuérdame otra vez ¿quién te enseñó cómo no
caerse de culo en medio de un tubo?
—¡De eso es lo que estoy hablando! —El tipo se mofó—. Vamos, gran primo.
Muéstrale a tu chica lo que tienes.
Adrienne realmente sonrió. Ella quería ver a Justin en un snowboard. Tenía
curiosidad y estaba segura de que Justin sería muy bueno en todo lo que hacía.
—¡Eso sería interesante! —anunció.
Justin se volvió hacia ella. —¿En serio? ¿Estás escuchando a este tipo?
Se rio. —No es que te presente ningún tipo de desafío en las pistas. Diviértanse.
Yo miraré.
Justin sacudió la cabeza. Se volvió hacia Gian. —Para que lo sepas, es grosero
interrumpir la cita de alguien.
—Para que lo sepas, no es bueno enemistarse con la familia cuando uno se
encuentra contigo mientras estás en una cita —respondió Gian de manera uniforme.
—Una palabra más y te echo de mi casa.
Gian se echó para atrás, sus ojos bailaban mientras apretaba sus labios. —Te
veo en la pipa en quince minutos —dijo Justin, y luego tiró Adrienne con él.
Adrienne se volvió hacia Gian. —¡Buena suerte!
—¡Oh, él es el que va a necesitarla, cariño! —Gian caminó lejos.
—¡Increíblemente molesto! —se quejó Justin.
Adrienne le sonrió. —Entonces... parecen cercanos.
—A veces, pienso... ¡demasiado cercanos! Tú sabes, ¿cómo uno de esos
hermanos pequeños molesto? —aunque estaba gimiendo, Adrienne no se perdió el
cariño que disfrazaba en su voz.
Entonces ella recordó que él les tomó una foto mientras ellos se estaban
besando.
—Él... tomó una foto —Parecía un poco preocupada.
—No te preocupes por eso. Lo más que hará él, es chantajearme en pedir
prestado uno de mis coches durante una semana para impresionar a una de las chicas
con la que él esté en cita.
Media hora más tarde, Adrienne estaba de pie en una de las cubiertas de
observación con vistas a los medios tubos de snowboard. Justin había llegado allí con
Gian.
Miró con orgullo como Justin se fue de un lado y fue al otro lado colgando en el
aire durante unos segundos. Luego llegó el turno de Gian. Parecía como si también
supiera lo que estaba haciendo.
Entonces ambos mostraron sus movimientos de estilo libre, saltos mortales,
girando trescientos sesenta grados en el aire. Adrienne sacó su teléfono para hacer un
video de Justin. Fue increíble. Podía entrar totalmente en una de esas competiciones de
los X-Games. Gian parecía, también, extremadamente bueno. Pero al final, Adrienne
entendió exactamente lo que Justin dijo. Él le había enseñado a Gian esos movimientos.
Él seguía siendo el mejor en una tabla de snowboard.
Cuando terminaron, Adrienne se reunió con ellos en la estación, sonriendo
ampliamente.
—Entonces, ¿le pateé totalmente el culo ahí fuera? —le preguntó Gian.
Ella se rio. —Estuviste magnífico —dijo ella. Justin levantó una ceja en ella. Ella
le sonrió—. ¡Pero él todavía te supera!
Justin se rio con orgullo y la abrazó. —Estás diciendo eso porque estás saliendo
con él —se quejó Gian.
—Sí. Y él es el dueño del transporte que me trajo aquí. Así que puedes ver que
mis manos estén atadas —le guiñó un ojo.
Gian se rio. —Sí. Es el dueño del avión que nos trajo a los dos aquí, así que
vamos a dárselo al tipo.
—Ustedes dos son increíbles —gimió Justin. Luego añadió—: Vengan, el café
va por mi cuenta.
Gian resultó ser realmente divertido y dulce. Adrienne aprendió que sólo tenía
veintidós años y aún estaba en la universidad. Tenía un gemelo. Adrienne adivinó que
los gemelos eran parte de la familia de Justin.
Esa noche, cuando volvieron al hotel, Adrienne le mostró a Justin su video. Él lo
vio con alegría.
—Eres muy, muy bueno —le dijo—. ¿Haces eso a menudo?
—Cuando tengo tiempo. Normalmente voy a hacer snowboard con mis primos
por lo menos una vez al mes.
—Parecía peligroso.
—Lo es, si no sabes lo que estás haciendo —sonrió.
—¡Presumido! —Puso los ojos en blanco.
Hicieron el amor otra vez esa noche. Lentamente, apasionadamente. Aquí en
este lugar, sentía que pertenecía a Justin. Él le pertenecía a ella. Aquí, en su propio
pequeño mundo, donde nadie podía detenerlos y nada los detiene. Justin nunca le dijo
lo que realmente sentía por ella, pero ¿qué derecho tenía de exigir eso? No podía pedirle
que se comprometiera con ella, cuando ella no puede comprometerse con él en primer
lugar. Él era soltero... y ella era la única de quien supuestamente se habló.
Mientras Adrienne descansaba su cabeza contra el hombro de Justin, miró a
través de las ventanas de cristal y observaba la aurora boreal. Ella se dio cuenta allí que
no sabía si él sentía lo mismo por ella, pero nunca lo haría hasta que arriesgó todo lo
que tenía. Troy. El respeto de su madre. Sus amigos. Podría terminar perdiéndolos a
todos. Pero toda esta libertad de amar y ser amada por Justin... se había convertido en
algo absolutamente digno de arriesgarse por todo.
12. Curiosus
Etimología latina de la palabra " " que significa "indagar
con impaciencia". Entrometido o diligente.

Adrienne volvió a la oficina el martes. Se sintió confiada y orgullosa de sí


misma. Cierto, todavía no había descubierto cómo diablos iba a contarles a sus amigos
sobre Justin, pero aparte de eso, todo era perfecto.
Justin es perfecto.
Merecía ser buscado, babeado, soñado, pero no por las razones que todos
creían. No por su cara, su cuerpo, su dinero, sus coches o sus privilegios. Era un tipo de
ensueño porque es romántico y dulce... es maravilloso por dentro y por fuera.
Ahora, para decirle a mis amigos...
Pensó que primero tenía que romper con Troy. Y entonces decirles a sus
amigos. Y luego su madre. En ese orden.
Pase lo que pase después de eso, ella tendría que tomarlo. Ella había ido
demasiado lejos. Se lo debía a Justin. Se lo debía a sí misma.
Jada la llamó a su oficina.
—Adrienne, ya que te tomaste un fin de semana largo, confío en que estarás
más descansada que yo —comenzó Jada. Adrienne puso los ojos en blanco—. Así que,
tienes que compensar mi falta de sueño de ayer asistiendo a esta reunión con un
potencial anunciante. Esto va a ser una enorme cuenta.
—¿No tenemos un departamento que se encarga de eso? —preguntó Adrienne.
—Sí. Pero no quiero que lo estropeen. Quiero enviar mis mejores armas para
asegurarnos de embolsarnos esta cuenta. Además, los que toman las decisiones están
dentro de tu grupo de edad. Estoy segura de que es mejor que te acerques a ellos.
Adrienne suspiró. —Está bien. ¿A qué hora vienen?
—Desafortunadamente, sólo estarán disponibles a las siete de la noche. Tú
tienes una cena con los representantes de AB Wellness, en la sexta, en el Hotel Lever Du
Soleil.
Ella parpadeó de vuelta. —¿ABW? Eso es bueno. ¿Qué tarifas quieres darles?
—Estándar menos treinta.
—¿Treinta? —preguntó sorprendida. Su revista disfruta de una gran
reputación, y, como un lugar conocido para la publicidad, las empresas casi luchan por
un espacio publicitario. Blush normalmente solo les daba a sus mejores clientes un
máximo de diez por ciento de descuento.
—Quiero esta cuenta, Adrienne. Sus clubes de salud están en auge y esa es la
dirección en la que queremos ir. Nos hará quedar bien.
Adrienne se levantó de su asiento y se giró para irse. —Te mantendré al
corriente.
Recibió un mensaje de Justin tan pronto como volvió ella a la oficina.
Justin: ¿Cena esta noche, cariño?
Ella suspiró con tristeza. No quería nada más que pasar la noche con él.
Ella respondió: No puedo. Trabajando de nuevo. Me reuniré con algunos
anunciantes en Lever Du Soleil. El trabajo que Jada… me asigno. Su castigo por
haberme tomado el día libre de ayer.
Justin: Lo siento, cariño. Es culpa mía que lo haya hecho. Te veré después de
tu reunión. Prometo compensarte por tu noche. ;-)
Ella sonrió. Se sentía más apenada por no poder cenar con él en su lugar.
A las siete en punto llegó a la sexta, al restaurante del hotel de cinco estrellas
Lever Du Soleil. —Tengo una reunión con alguien de AB Wellness —le dijo a un
asistente de la recepción.
Una anfitriona del restaurante llevó a Adrienne a su mesa, que
sorprendentemente sólo se organizó para dos.
—¿No va a venir más gente?
—Sólo nos dijeron que organizáramos para dos —dijo el camarero—. ¿Puedo
ofrecerle algo de beber?
—Bien. Vino blanco por favor.
—Enseguida, señora.
Revisó sus notas mientras esperaba.
Después de cinco minutos, escuchó a alguien delante de ella decir—: Lo siento,
llego tarde.
Miró hacia arriba y se encontró mirando un par de ojos aguamarinas. Ojos que
había visto antes. Se levantó de su asiento y miró fijamente al hombre vestido con un
traje gris oscuro que gritaba lujo en cada hilo. Él le sonreía, mostrando los profundos
hoyuelos a ambos lados de sus labios. Su cabello castaño rojizo no estaba despeinado
esta vez. Estaba perfectamente peinado que lo hacía parecer profesional y formidable,
lejos de un tipo aparentemente divertido y despreocupado con el que se encontró hace
unos días.
Le extendió la mano. —Nos encontramos de nuevo, Srta. Miller.
Le tomó un momento para hablar. ¿Cómo se llamaba? Estaba avergonzada de
admitir que lo olvidó.
Sonrió. —Olvidaste mi nombre, ¿no? —dijo en un burlón tono, tomándola con
la guardia baja. Estaba a punto de decir algo, pero inmediatamente añadió—: Jin Starck.
Ella le dio la mano. —Lo siento.
—Está bien. Aunque es la primera vez para mí —Eso debería haberle hecho
sonar arrogante, pero el tono que usó hizo fácil que Adrienne lo dejara pasar como una
broma—. Por favor, toma asiento.
—Estaba... esperando encontrarme con algunas personas de ABW
Jin asintió. —Sí. Yo.
—Pero... —Jin apenas se parecía a un tipo que trabajaba para una empresa de
bienestar spa.
—¿Esperabas un hombre musculoso como un gorila? ¿O tal vez una mujer de
aspecto saludable?
¡Sí!
Pero Adrienne simplemente dijo—: Lo siento. Jada no mencionó los nombres
de con quien me reuniría hoy. Y también pensé que me reuniría con más de uno.
—Bueno, mi equipo sigue en París —dijo—. Yo estoy aquí de negocios, así que
decidí reunirme contigo en su lugar.
Ella asintió. No se perdió las palabras "mi equipo". Jin Starck debe ser el jefe de
su departamento de marketing o algo así. Y Adrienne no podía evitar pensar que se veía
tan joven.
Recordó que Jada estaba decidida a conseguir esta cuenta. Pediría su cabeza si
la fastidiaba sólo porque la habían atrapado sin estar preparada con el tipo con el que
se iba a reunir.
—Así que, me dijeron que buscabas hacer una campaña publicitaria con
nosotros.
Jin asintió. —Sí. Nuestras dos líneas de servicios de salud y bienestar, Rain y
Soleil están buscando más en los hombres y mujeres cosmopolitas. Nos gustaría
ponerlo en línea con este mercado con nuestro conjunto de servicios de élite.
Fueron interrumpidos por el camarero que tomó sus órdenes.
Después, Jin procedió con los detalles. Para ser justos con él, parecía saber de
lo que estaba hablando. Parecía joven, pero obviamente, era inteligente y vino
preparado.
Adrienne discutió sus opciones y lo que Blush podía ofrecerles. Incluso hizo un
reportaje de primera mano y una revisión de sus servicios en una de sus columnas, a
las que Jin Starck parecía complacido de obtener.
Cuando Adrienne le dio la tarifa estándar, no pareció vacilar en absoluto. En
lugar de eso, respondió—: Redacta el contrato, envíalo a mi oficina y mi secretaria te lo
devolverá con mi firma.
¿Eso es todo? ¿Está firmando sin negociar la cantidad?
—Um, está bien. Incluiría los términos de pago junto con nuestra oferta.
—Puedo pagar por transferencia telegráfica o cheque —dijo—. No hay
necesidad de condiciones. Puedo pagar por adelantado si eso es lo que se requiere.
Ahora, no sonaba como si sólo dirigiera marketing, a menos que su otro trabajo
sea también Jefe de Finanzas.
—Entonces, ¿está decidido? ¿Tengo tu confirmación verbal entonces? —
preguntó Adrienne con cuidado.
Jin sonrió. —Puedes enviarme un correo electrónico y recibirás una
confirmación por correo electrónico si tu jefe te lo pide.
Adrienne sonrió. —No. Es sólo que, será un privilegio para nosotros asegurar
esta cuenta —dijo honestamente—. Ella quería asegurarse de que el trato es un hecho,
y haremos un espacio para ti en el lanzamiento del próximo mes. Hay otros anuncios en
línea. No hace falta decir que me mataría si reservara uno y luego el cliente se echó
atrás.
Jin asintió. —Es un trato hecho, Srta. Miller. Se lo aseguro.
¿Y si no tiene derecho a decidir?
—Y por supuesto, tu palabra es lo suficientemente buena porque eres... —ella
le pidió sutilmente que le diera la información que necesitaba. Se dio cuenta de que ni
siquiera su tarjeta de visita indicaba su posición.
Jin le sonrió maliciosamente, obviamente, al darse cuenta de lo que se estaba
acercando. —Porque soy Jin Starck —le dijo a Adrienne con mucha frustración.
Observó su expresión durante un tiempo. Luego, como si decidiera terminar su
agonía, dijo: —Srta. Miller, ABW es una subsidiaria de Starck Hoteliers. Así que creo que
puede decirle a su jefa que mi palabra está lista para ser cumplida.
Adrienne escaneó su cerebro por un momento, mientras trataba de mantener
la cara firme. Luego recordó, Starck Hoteliers posee más de cincuenta hoteles de cinco
estrellas, que abarcan tres continentes diferentes. No es de extrañar, Jin Starck parecía
tan joven y sin embargo parecía saber lo que estaba haciendo, y tenía plenos poderes
de decisión.
¡Mierda! ¡Parezco una tonta!
—Lo siento, Sr. Starck...
—Jin —dijo con calma—. Puedes llamarme Jin, Adrienne.
Ella asintió. —Jin —dijo—. Lo siento. Debí haber tenido esa información de
antemano —En lugar de inventar excusas, decidió poseer hasta su error.
Sonrió. —Está bien. Tengo esa reacción a menudo —dijo—. Supongo que
parece que todavía pertenezco a la escuela más que a la sala de juntas, tomando
decisiones en nombre de mis padres.
Adrienne sonrió. —Debo admitir que me preguntaba cuántos años tienes.
—Veintitrés. Y estoy administrando un cuarto de nuestros hoteles. También
cuido de ABW... —La miró fijamente un momento—. Es el nombre de mi madre.
Adrienne estaba impresionada. La mayoría de los jóvenes de veintitrés años
apenas están terminando la universidad. Y Jin Starck dirige una cadena de hoteles en
todo el globo.
—¿Tu madre? —repitió.
Jin asintió. —Sí. AB significa Ariana Blanc. Es su concepto. Pero a veces ella no
puede atenderlo. Así que yo la ayudo. Es una mujer muy ocupada.
—Creo que tienes una familia muy ocupada —ella sonrió.
Él asintió. —Sí. Mi madre no trabaja mucho en el negocio, sin embargo. Trabaja
más en su pasión. Puede que la conozcas.
Ella lo miró con curiosidad.
—Se llama Amanda Seville.
Una vez más, Adrienne escaneó su cerebro. Luego volvió a parpadear. —
¿Amanda Seville como la escritora?
La sonrisa de Jin se extendió por su cara. —Sí.
Adrienne se sorprendió. Ella leyó muchas de las novelas de Amanda Seville y
era una de sus escritoras de romance histórico favoritas. No podía creer que en realidad
estaba cenado con su hijo.
—Vaya —susurró.
—Lo sé. Me hace sentir orgulloso. No sólo porque es una talentosa escritora.
Pero también porque es la mejor madre que alguien podría tener
Escucharle decir eso le pellizcó el corazón a Adrienne. Cómo deseaba poder
decir lo mismo de su propia madre.
—Así que ahora, sabes más sobre mí personalmente, y ya que hemos terminado
con nuestras negociaciones y ni siquiera estamos a mitad de la cena, tal vez puedas
contarme más sobre ti, Adrienne. ¿De dónde eres?
—Boston —respondió.
—¿A qué se dedican tus padres, si no te importa que pregunte?
—Mis padres son doctores. Mi padre es neurocirujano. Mi madre es gineco-
obstetra. Mi hermana también estudia medicina.
Jin la miró un rato y luego sonrió, —Así que supongo que tú eres la rara —de
nuevo, el tono ligero y burlón que usó dificultó que Adrienne se sintiera insultada por
lo que dijo. Ella realmente sonrió ante su intento para burlarse de ella.
—Puedes decir eso. Pero tengo una pasión por la escritura. Me encanta trabajar
para Blush y me encanta lo que hago ahora.
—¿No te presionaron para que te dedicaras a la medicina también?
—La historia de mi vida —murmuró.
—Bueno, al menos no estás trabajando en absoluto —Ella le levantó una ceja.
Añadió—: Porque si amas lo que haces, no es trabajo en absoluto. Es todo diversión y
juegos todos los días.
—¿Te gusta lo que haces?
Asintió con la cabeza. —Oui, mademoiselle. Nací y me crie para manejar nuestro
negocio familiar.
Adrienne se sorprendió de lo fácil que era hablar con Jin. No la hizo sentirse
como si estuviera teniendo una reunión de negocios. Más de la mitad del tiempo, no
estaban hablando de negocios. Hablaban de sus familias. Que por supuesto, no le dijo lo
rota que estaba su relación con su madre.
Esa parte solía ser el territorio de Jill y Yuan, y ahora pertenecía a Justin. Sólo
respondió a sus preguntas en el lugar donde creció, la universidad a la que fue y luego
las cosas que hizo en Blush.
Contrariamente a lo que cree Justin, Jin no se la comió con los ojos para nada.
Parecía realmente divertido y tranquilo. Nada en sus acciones o líneas la hizo sentir
como si hubiera coqueteado con ella. Pero por supuesto, ella no se consideraba una
experta en ese departamento.
Al final de la cena, aunque insistió en pagar la cuenta, Jin no le permitió hacerlo.
—Es mi hotel, Adrienne —dijo riéndose—. Puedes considerar esto como parte
de mi pago por adelantado para la publicidad contigo.
La acompañó al frente del hotel. —¿Quieres un aventón?
Casi le dijo que no, lo hizo cuando vio una figura familiar saliendo de un familiar
Ferrari. Su corazón saltó de su pecho. Ella sonrió involuntariamente.
Jin notó su cara mientras veía a Justin acercarse a ellos.
—Bueno, supongo que no tengo que preocuparme de que llegues a casa a salvo
—dijo Jin. Ella se volvió hacia él—. Te enviaré un email de confirmación a primera hora
por la mañana. Por favor, envíeme tu propuesta final y contrato.
Él le extendió la mano y ella la estrechó.
—Encantada de conocerte, Jin.
—Lo mismo digo, Adrienne.
Le dio un asentamiento final y se fue antes de que Justin pudiera alcanzarlo.
Los ojos de Justin se entrecerraron mientras veía a Jin Starck desaparecer en los
ascensores.
Adrienne se volvió hacia él. —Así que... el mundo parece muy pequeño —él dijo
un poco agrio.
Adrienne se rio. —Lo sé, ¿verdad? Él se publicitará en nuestra revista.
—Hmmm... —dijo Justin—. ¿Para qué? ¿PlayStation?
Adrienne se rio de nuevo. —Lo sé. No parecía de ese tipo. Pero en realidad está
haciendo publicidad para un spa.
—¿No debería estar todavía en la escuela? —preguntó.
—Dijo que sólo tiene veintitrés años. Pero supongo que, si operas una empresa
familiar de cadena de hoteles, empiezas de joven.
Justin tomó su mano en la suya, y Adrienne casi entró en pánico. Pero Justin
sólo le agarró la mano con fuerza. La empujó suavemente hacia su coche.
—Está a pocos metros caminando, Adrienne —dijo—. Y ahora mismo, estoy
más allá de la preocupación.
Ella suspiró y rápidamente lo siguió hasta su coche. Cuando entraron, la tiró
hacia él y aplastó los labios con los de ella. Le quitó el aliento, como si quisiera
recordarle a quién pertenecía. Y Dios, ¿cómo puede ella alguna vez olvidarlo eso?
Cuando él se alejó, ella le sonrió. —¿Estás loco?
Sacudió la cabeza suavemente. —No. Pero a veces me mata no poder darle un
puñetazo a cualquier tipo que muestre interés en ti.
Adrienne le sonrió disculpándose. —Jin Starck no está interesado en mí. Ni
siquiera coqueteó conmigo. Y normalmente no me interesan los chicos más jóvenes que
yo —Ella lo miró fijamente, tratando de darle algo de confianza. Luego respiró
profundamente y preguntó—: ¿Cuánto tiempo puedes esperar?
Respiró hondo y volvió a besar sus labios. Luego respiró. —El tiempo que sea
necesario.
Se alejó de ella y luego encendió el motor. Antes de que él se fuera, preguntó—
: ¿Cómo dijiste que se llamaba?
—Jin Starck. Aparentemente, son dueños de los hoteles Starck. ¡Y oh Dios mío,
su madre es Amanda Seville! Ella me gusta... es mi escritora favorita de todos los
tiempos.
Justin la miró fijamente durante un largo momento. Y luego se volvió hacia el
camino. Su cara se puso sobria y agarró el volante con fuerza, antes de irse.
—Justin, ¿estás bien?
No la miró. En cambio, continuó mirando hacia adelante. Con una mirada dura
en su cara, él murmuró—: Estupendo.
13. Broken
Etimología: Breken inglés medio, del inglés antiguo brecan;
similar a viejo y alto alemán brehhan, que significa

Durante la semana, Adrienne finalizó el contrato con ABW. Fiel a su palabra, Jin
le envió el contrato firmado dentro de una hora de su envío a él.
Jada sonaba complacida. Incluso se sorprendió de que Adrienne se las arregló
para conseguir el contrato sin un descuento.
—Acabo de ofrecer una función de página, eso es todo
—¡Wow! ¡Debes ser encantador! —dijo Jada. Adrienne no sabía si lo decía en
serio o sólo estaba siendo sarcástica.
También le dio la noticia a Jill.
—¿Cómo es él? —preguntó Jill—. Leí en un blog que el heredero de Starck
Hoteliers es una maravilla absoluta.
Adrienne entrecerró los ojos ante su mejor amiga. —¿Qué blog es ese?
Jill se mordió el labio y tímidamente admitió, —Es uno que... bloguea sobre
solteros ardientes con... futuros brillantes por delante.
Adrienne levantó una ceja. —Quieres decir con enormes cuentas bancarias e
ilimitados límites de tarjetas de crédito?
Jill se rio. —No es malo soñar con uno de esos tipos de vez en cuando.
Ella le levantó la ceja a Jill. —¿Está Justin Adams en esa lista?
Jill sonrió. —¡Los mejores! —Se acercó a su escritorio y escribió algo en su
teclado. Entonces Jill jadeó. Después de un rato, una sonrisa traviesa se esparció por su
cara—. ¡Bueno, hola, competencia!
Jill giró su monitor hacia Adrienne y vio una imagen de Jin Starck mirándola
fijamente. Tenía una sonrisa infantil en su cara y sus ojos eran de un tono verde más
azulado.
—¿Tienes su número? —preguntó Jill.
Frunció el ceño a su amiga. —Los acuerdos de confidencialidad en mi contrato
me impide darte los números de contacto de nuestros clientes, Jill. No importa cuánto
me ruegues, no lo conseguirás.
Jill hizo pucheros. —¡Eres tan aburrida!
En ese momento, sus ojos se dirigieron a algo detrás de Adrienne y ella cayó
tranquila. Adrienne se dio vuelta y vio a Justin caminando por los pasillos. Miró hacia
su dirección, y su boca ligeramente curvada.
Jill jadeó. —¿Acaba de sonreírme?
Adrienne se volvió hacia su amiga con culpa. Se encogió de hombros.
—Uno de estos días, voy a empezar una conversación con él. Puede que no lo
tenga, pero es suficiente con hablar con él. Incluso una pequeña charla. ¿Crees que eso
funcionará?
Adrienne se encogió de hombros y se alejó de ella. La culpa se comía sus
entrañas y lentamente le hacía un agujero.
Volvió a su oficina. Pensó en llamar a Troy. No respondió a su último mensaje
de texto. Ella realmente necesitaba hablar con él. ¡Y rápido! Cuanto antes rompiera con
él, antes podría aclarar su mente sobre admitir ante sus amigos lo que ha estado
haciendo estos últimos meses.
Odiaba mentirle a Jill y Yuan, especialmente con algo grande sobre su vida. Y
esto no es sólo grande. Ella: Perdió su virginidad con él llamado "libertino" de la ciudad
en una aventura de una noche y luego se enamoró de él. ¡Esto es más grande que grande!
No sabía si podrían perdonarla si se enteraban. ¡Demonios! Ni siquiera la
perdonarían si descubrían que él vivía al otro lado del apartamento y no se los dijo.
Cuando intentó con el número de Troy, sólo recibió un mensaje de voz. Él debe
estar fuera de cobertura o su teléfono puede estar apagado.
Fue a ver a Garry por el diseño del artículo que escribió. Ella se sorprendió de
ver a Justin allí.
No lo saludó. Fingió que no se había dado cuenta de que estaba allí en absoluto.
Le dijo a Garry todo lo que necesitaba que hiciera. Ella trató de reunir toda su confianza.
Se sentía tan nerviosa y emocionada con la presencia de Justin. Se sentó en un sofá,
vistiendo esos tonos negros de él, pero no tenía ninguna duda de que la estaba mirando.
Le temblaron un poco las rodillas cuando giró sobre su talón y dejó la
habitación. Vio a Jill y a algunas de las chicas charlando en el pasillo. Ella se detuvo para
unirse a ellas. Después de unos minutos, Justin pasó junto a ellas. Todas se callaron.
Cuando ella levantó la vista, él tenía una ceja levantada y miró hacia su dirección.
Cuando se fue, las chicas suspiraron.
—¡Dios mío! ¡Nos miró! —dijo Meena, la chica de Circulación.
—¡Él está jodidamente caliente! —dijo otra chica.
—Ni siquiera tiene que ser el heredero de Industrias Adams. ¡Yo lo tomaría
cualquier día, aunque fuera pobre!
Adrienne sonrió cuando volvió a su oficina. Las otras chicas estaban babeando
por él cuando supo que sus ojos estaban sobre ella. A veces, todavía pensaba que sólo
había estado soñando. Y no se ha despertado todavía.
Después de quince minutos, recibió un mensaje de texto de él.
Justin: ¡Eres atractiva! ¿Salimos esta noche? Rompamos esta regla tuya un
poco y vamos a alguna parte. Lo prometo, mínimo riesgo de ser nombrado.
Adrienne dio un suspiro de frustración. Justin dijo que puede esperar, pero
sabe que su paciencia puede agotarse un día de estos. Y ella también se dio cuenta de
que no importaba lo mucho que trataran de ocultar, uno de estos días, Jill y Yuan
podrían encontrarse con ellos en las calles o en su apartamento y ella estaría en la
mierda, ¡a lo grande!
Esa noche, se preparó para su cita con Justin. Llevaba un par de pantalones
blancos ajustados a la piel, y una camiseta negra sin mangas. Se ató el cabello con una
cola de caballo y se puso un maquillaje ligero.
Sonrió a su reflejo. Cada día que pasaba, veía más en sí misma lo que Justin le
ha estado diciendo al menos una vez al día. Es atractiva. Se sentía más segura.
Creció siendo siempre eclipsada por una más bonita y más inteligente hermana
mayor. Pero eso ya no le importaba. Había empezado a apreciarse a sí misma y lo
increíble que puede ser, una vez que soltaba sus inhibiciones.
El timbre sonó.
Llegó temprano. Quince minutos. Normalmente, llega exactamente a tiempo,
que ella amaba, porque no la presiona para que se apresure y tampoco la hace esperar.
Cogió su pequeño bolso y se dirigió a la puerta.
Cuando la abrió, se sorprendió al ver que Troy y Kimberly parados frente a ella.
—¡Mierda! —murmuró.
—¿Qué es eso, cariño? —preguntó Troy.
Ella lo miró fijamente. Recordó que él no maldecía en absoluto. —Dije mierda,
Santa mierda.
Una ceja se disparó. Estaba a punto de decir algo, cuando Kimberly intervino—
: ¿Esperas a alguien más?
¡Dios! ¿Ella tenía razón?
—No. No esperaba verlos —dijo—. Pasen. Yo sólo estaba por salir. Se supone
que voy a ir a cenar a este lugar que aparecerá en nuestro próximo número.
Entraron en su apartamento. Inmediatamente, miraron alrededor, como si lo
examinara por violaciones de seguridad.
—Bonito lugar —dijo Kimberly y Adrienne casi aplaudió el hecho de que le hizo
un cumplido a su manera.
Kimberly perdió peso. Llevaba una falda que iba hasta el final de sus rodillas y
una blusa de manga larga. Su cabello rubio se veía más rubio. Adrienne tuvo que admitir
que se veía más bonita que la última vez que se vieron la una a la otra. Aun sí, tan
primitiva, tan apropiada. Tan angelical.
—¿Qué llevas puesto? —Troy le dio una mirara de la cabeza a los pies.
—Sí, yo también estoy bien, Troy. ¡Es tan bueno verte! —ella sonrió
sarcásticamente—. Sí, pueden sentarse un momento, yo iré a buscar algo de beber —
les hizo señas para que se sentaran en el sofá.
Respiró hondo mientras sacaba dos latas de Pepsi de su nevera.
—Malas noticias, Kimmy. No tengo de dieta —dijo.
—Tú nunca necesitaste hacer dieta —dijo Troy.
¡Bien! Puede decirme algo agradable por una vez.
—Está bien. Nunca necesité dieta, tampoco, —dijo Kimberly—. Lo siento, por
llegar sin previo aviso. Tu ibas a hacer eso que... —se interrumpió—. Ese trabajo que
haces.
Adrienne asintió. —Escribiré un artículo para este lugar de la Sexta Avenida.
—¡Un trabajo emocionante! —Kimberly sonrió con demasiado entusiasmo.
Pero ella sabía mejor. Kimberly nunca tuvo mucho afecto por ella. Siempre trató bajarla
para levantarse. Y Adrienne se acostumbró tanto a ello. No tenía sentido intentarlo. No
tenía sentido luchar.
—Qué hay de ustedes chicos, ¿qué están haciendo aquí? Esto es tan inesperado.
—Bueno, tenemos una conferencia médica aquí durante una semana.
Decidimos sorprenderte —dijo Troy.
¡Y me sorprendieron!
—¡Qué considerado eres! —dijo ella en cambio, sonriendo. Ella pudo
vislumbrar la hora en su reloj de pared. Exactamente las ocho. Justin tiene sincronizado
su reloj con el de ella, lo cual le pareció muy dulce, pero ese no es el punto aquí. Sabía
que él llamaría a su puerta en cualquier segundo.
—¡Mierda! —murmuró.
Troy la miró fijamente, levantando una ceja otra vez.
Ella sonrió. —Déjame ir al vestíbulo para comprobar si mi jefa me dejó los
pases que se suponía que tenía que conseguir esta noche. Vuelvo en un segundo.
Corrió hacia la puerta, sin darles la oportunidad de discutir, rezando que Troy
no la siguiera.
Cuando ella abrió la puerta, Justin estaba a punto de llamar el timbre de la
puerta. Ella lo empujó suavemente y cerró la puerta detrás de ella.
—¡Rápido! Dentro de tu apartamento —siseó.
Sacó rápidamente sus llaves sin preguntar y luego entraron.
—¿Qué pasa? —preguntó.
Ella gritó con frustración—: ¡Kimberly! ¡Y Troy! En mi apartamento.
Justin no dijo nada.
—¡Dios mío! ¿Qué he hecho hoy para merecer este calvario? —preguntó
desesperadamente.
—Troy... ¿el actual y oficial novio? —preguntó Justin en voz baja.
—Troy, el fantasma de un novio, y Kimberly, el fantasma de una hermana, sí.
Justin respiró profundamente. Luego dijo—: Está bien. Sal ahí fuera. Yo llamare
a algunos de mis amigos esta noche.
Ella lo miró fijamente. No podía distinguir ninguna expresión en su cara.
—No quiero salir, Justin. Realmente no quiero.
—Es tu hermana. No puedes hacer nada al respecto. El novio... puedes
abandonarlo en cualquier momento... en realidad, deberías haberlo abandonado hace
un largo tiempo... pero, aun así, por ahora, tienes que seguir adelante con esto —él
extrañamente trató de animarla.
—¿Estás seguro de que te parece bien? —preguntó.
Él sonrió. —Positivo. Si no puedes soportarlo, llámame. Pensaré en algo.
Ella sonrió y se acercó para besarlo en los labios. —Probablemente hare eso,
sólo para ver qué se te ocurre.
Se rio.
Se dirigió a la puerta. —Te ves muy bien, por cierto —le dijo.
Ella se miró a sí misma. —Es un desperdicio ahora, ¿no? No me vestí para ellos.
Se acercó a ella y le tiró de la cintura. —Sólo asegúrate de lo qué significa eso.
—¿Qué significa? —preguntó.
—Te vestiste para mí. No para él —sonrió tímidamente.
Ella se rio. —Lo digo en serio. Se suponía que iba a salir contigo, ¿Recuerdas?
Si me hubiera encontrado con él, me habría puesto un par de pantalones, manga larga,
blusa con volantes y un par de gafas.
La besó de nuevo antes de que saliera de su apartamento. Ella tomó algún
tiempo, respiró profundamente y luego abrió la puerta de su casa.
Troy y Kim todavía estaban sentados en el sofá.
¡Dios mío! ¡Ellos son como el rey y la reina de la buena conducta y
comportamiento!
Los encontró justo donde los dejó.
Recordó que muchas veces en su vida se sintió realmente intimidada por Kim
a causa de Troy. Porque ella pensaba que la única manera que pudiera quedarse con
Troy era ser como Kim.
Pero ahora no podía decir con seguridad por qué desperdició tres años de su
vida, tratando de ser algo y alguien que no era. Cuando pudo haber sido ella misma todo
el tiempo. De espíritu libre. Divertida. Y según Justin, ¡Atractiva!
—¿Quieren ir a cenar a algún lugar, chicos? —les preguntó.
—¿Qué ha pasado con el trabajo que necesitabas hacer? —Troy preguntó.
—Mi jefa no pudo conseguirme los pases. La llamé y le dije que podría hacerlo
mañana.
Kim solo sonrío.
—Pero tienes que cambiarte de ropa, cariño —dijo Troy—. Tú no puedes salir
con eso.
Se miró a sí misma y le levantó una ceja.
—¡Oh Dios, Troy! ¡Madura! —dijo Kim—. ¡No muestra mucha carne! Vamos, me
muero de hambre.
Troy no discutió. Como si considerara a Kimberly como su maestra. Señora, sí,
señora.
Todos fueron a la Casa Mexicana.
Troy y Kimberly hablaron sobre su convención y sus escapadas de la escuela
de medicina. Parecía que han sido miembros de los mismos clubes y pertenecían al
mismo grupo. Adrienne se sentó allí preguntándose cuántas horas al día pasaban Kim
y Troy juntos.
Ese pensamiento debería haberla comido viva, la dejaría tambaleándose con
celos. Pero desde que Justin llegó a su vida, se sintió feliz consigo misma. Y ya no sentía
ese tinte de inseguridad. Ese horrible sentimiento dentro de ella que no podía quedarse
con Troy porque no era lo suficientemente buena había totalmente desapareció.
Cuando llegaron sus pedidos y cuando sus bebidas se rellenaron, Adrienne notó
que el camarero no dejaba de mirarla. Se sintió cohibida. Como si ella sintiera que había
algo malo en su cara.
—Disculpa. ¿Cuál es su problema? —Troy le preguntó al camarero. Él también
notó el número de veces que miró fijamente a Adrienne.
—Troy, por favor —suplicó Adrienne. Ella no quería causar una escena.
—Lo siento —dijo el camarero.
—No. Dime. ¿Por qué mirabas a mi chica? —preguntó Troy... un poco
demasiado agresivo esta vez.
El camarero parecía arrepentido. —Lo siento, señor. Sólo pensé que eras un
tipo con suerte. Tu novia es muy hermosa.
Tratando de evitar una escena, Adrienne sonrió al camarero. —Gracias,
dulzura. Ahora, ¿podrías traerme mi margarita?
Asintió con la cabeza. —Lo siento. Enseguida, señora.
Adrienne se volvió hacia Kim y Troy. —Así que, volviendo a los equipos de
animadores en la escuela de medicina.
Por suerte, Troy decidió dejarlo pasar. Kimberly los volvió a involucrar de
nuevo en un tema sobre un cáncer de vulva y Adrienne simplemente perdió el apetito.
Ella jugueteaba con su tenedor y se preguntaba cuándo iba a tener a Troy a solas para
finalmente romper con él.
¡Tiene que ser esta noche! Entonces mañana...
Ella sonrió. Mañana, ella puede decirle a Justin que ya no necesitan esconderse.
Puede que necesite que vaya con ella cuando le diga a Jill y Yuan sobre ellos. No pudo
olvidar la última vez que se rieron en su cara cuando intentó confesar lo de Justin.
Su teléfono sonó y ella estaba agradecida.
Justin: ¿Cómo te va?
Ella: Todavía estoy sobreviviendo. ¡Pero Dios! ¡Te extraño!
Justin: Estoy en el Oxygen con Mike y James. Estamos esperando a mi primo,
el gemelo de Gian, Ian. Vacaciones de la universidad.
Ella: Al menos tu noche suena más divertida.
Justin: No estoy contigo, ¿dónde está la diversión en eso?
Ella sonrió y estaba segura de que empezó a sonrojarse.
—¿Todo bien, cariño? —le preguntó Troy.
Ella asintió. —Es sólo Jill. Otra de sus escapadas.
Troy levantó una ceja. Ella pensó que él no le creía. Sólo le sonrió
despreocupadamente.
Se imaginó que esta noche, cuando la dejarán en su edificio, hablaría con Troy
a solas. Sería rápido y fácil.
Pero cuando salieron del restaurante, Troy dijo que conseguiría un taxi para
ellas y volvería a su hotel solo. Adrienne miró en la confusión.
—Me quedaré contigo esta noche, Adrienne. —declaró Kimberly
repentinamente.
—¿Qué?
Kimberly se encogió de hombros. —Papá sugirió que pasara la noche contigo.
Yo pensé ¿por qué no?
¡Mierda!
—Sí, Adrienne. Haría a tus padres muy felices ver a ambas juntas. Hace tiempo
que no se ven, ¿verdad? Y a Kimberly le vendría bien una charla de chicas para variar
—Troy sonrió y Kimberly se río. Adrienne, por otro lado, no encontró nada de eso
divertido.
Pero sus padres... sí, sus padres estarían felices de saber que ella y Kim tuvieron
un tiempo de unión entre hermanas. Nunca hacen eso. Se calentarían sus padres para
saber que está tratando de pasar tiempo con su hermana.
—Ok —les dijo.
—¡Si! —Kim se acercó y abrazó a Adrienne. Adrienne en realidad sonrió y la
abrazó—. ¡Eres la mejor hermana! —dijo Kim dulcemente. Adrienne quería llorar
porque probablemente era la primera vez que sentía que Kim mostraba algo de afecto
por ella. Tal vez el no verse a menudo la hizo darse cuenta de que no era una mala
hermana después de todo.
Entonces Adrienne se volvió hacia Troy. —¿Podemos hablar? —preguntó.
—Estoy cansado, Yen.
—No me tomara mucho tiempo —insistió.
—Voy a recoger a Kim mañana temprano. Empezamos a las ocho y tú sabes que
odio llegar tarde a todo. Te veré cuando volvamos. Kim y yo tenemos dos días libres.
Podremos hablar durante cuarenta y ocho horas si quieres, cariño.
—Pero Troy, hay algo que realmente necesito decirte.
—Puede esperar, Yen.
Él llamó un taxi, no le dio la oportunidad de discutir.
—No, Troy, no puedo. Realmente necesitamos hablar.
Kim se subió al taxi.
—Vamos, Adrienne. El taxi está esperando. ¡Apúrate! —dijo Kim con
impaciencia.
—Ve. Hablaremos más tarde, —dijo Troy. Entonces, sin avisar, se inclinó y le
besó los labios.
Su primer pensamiento fue: ¡Mal besador!
Su segundo pensamiento fue: ¡Mierda! ¡Nunca voy a engañar a Justin!
Dios, ¿qué me pasa?
Ella no se siente culpable por acostarse con Justin detrás de Troy, pero se siente
fatal por haber sido besada por Troy a espaldas de Justin. Troy es el novio oficial. Justin
era... bueno, él es Justin... y ella está enamorada de él.
No le devolvió el beso a Troy. Ella lo empujó suavemente y quiso no vomitar
delante de él y de Kim.
—Buenas noches, Troy —dijo ella y entró en el taxi.
Estuvieron en el taxi en silencio. Kim estaba mirando por la ventana,
disfrutando del paisaje que tiene delante. Y Adrienne realmente no sabía qué decir.
Tan pronto como entraron en su apartamento, Kim se volvió hacia ella. —Así
que, ¿En qué habitación me quedo?
Adrienne le mostró la habitación de invitados.
—Muy bien... buenas noches —dijo Kim.
—¡Espera! ¿No dijiste que deberíamos... unirnos?
Kim realmente se rio. —¡Vamos, Yenny! No tenemos que fingir que nos
llevamos bien cuando estamos solas —dijo—. Vamos a decirle a mamá y papá que
pasamos casi toda la noche poniéndonos al día, luego tuve que comenzar temprano el
día siguiente. ¿Conseguir el programa?
Luego cerró la puerta detrás de ella.
Adrienne miró fijamente a la puerta durante un largo rato. Luego pensó para sí
misma, ¡Nah! ¡De todas formas no estábamos muy unidas!
Se duchó y se cepilló los dientes unas tres veces para hacer seguro que no había
más rastros de Troy en ella. La idea de besar alguien más, además de Justin, la querían
hacer vomitar.
Cuando salió de su habitación para tomar un vaso de agua, encontró a Kimberly
en su sala de estar viendo Detectives Médicos.
—Pensé que estabas durmiendo.
—Y pensé que no tenía que hablar contigo por el resto de la noche —dijo Kim
rotundamente.
Adrienne agarró su vaso con fuerza. Ella se impidió a sí misma lanzarlo a la
hermosa cara de Kim.
—En realidad estás en mi apartamento, Kimmy —dijo fríamente.
En lugar de sentirse avergonzada, Kim le sonrió dulcemente. —Y te estoy
ayudando a ganar puntos con mamá. ¡De nada! —Kim se dio vuelta a la televisión.
Adrienne cerró los ojos. En su cabeza, tomó un firme control del cabello de Kim,
lo tiró con tanta fuerza y luego golpeó su cara en la mesa de café.
Cuando abrió los ojos, Kim todavía estaba allí. Todavía en una pieza.
Adrienne caminó hacia su dormitorio sin decir una palabra más.
—¡Deberías cambiar tu televisor! —Kim la llamó—. No es bueno para tus ojos
ver en una pantalla tan pequeña.
Adrienne le sonrió con acidez y luego dio un portazo detrás de la puerta ella.
Miró por su ventana y descubrió que Justin no estaba en casa todavía.
Ella le envió un mensaje: ¡Kim está en mi casa! ¡Realmente estoy haciendo lo
mejor que puedo no para asesinarla!
Justin: Si puedes esperar despierta, lo haría por ti. :) En serio, ¿qué hizo esta
vez?
Ella respondió: Sólo ser ella misma. Aparentemente, su estadía fue hacerme
ganar puntos con nuestra madre. ¡Así que pensó que me estaba haciendo un favor!
Justin: Voy a casa con mi primo. ¿Quieres venir a mi casa? Podría
presentártelo.
Ella: ¡Me encantaría! Pero la cosa es que Kim parece estar acampando en
mi sala de estar, viendo la televisión, que por cierto dijo era demasiado pequeña
para su gusto. De todos modos, no puedo salir. Kim puede oler cosas desde una
milla de distancia. Es más seguro si me quedo aquí. Ya sabes... hasta que...
Se detuvo a propósito, esperando que Justin entendiera lo que quiso decir.
Justin: Ok. Dulces sueños. Te echaré de menos esta noche. Ha pasado un
tiempo desde que dormí solo. ;-) Y, por cierto, tengo una sorpresa para ti. Nos
vemos. mañana, cariño.
Cuando se despertó al día siguiente, Troy ya estaba en su apartamento. Él y
Kimberly bebieron café en la sala de estar.
—Tenemos que empezar temprano —dijo Troy, sonriéndole—. Estábamos a
punto de salir. Supongo que ustedes dos se quedaron despiertas hasta tarde con su
charla de chicas, ¿eh?
Kimberly le guiñó un ojo y le sonrió dulcemente. —Ojalá pudiéramos habernos
quedado más tiempo despiertas. Pero tenemos esta cosa de madrugada.
¡Mentirosa!
¿Por qué estaba mintiendo? ¿Soy la única privilegiada en ver lo verdadera perra
que era?
—Después de la conferencia, mis padres las han invitado a ambas a unirse a un
fin de semana en un centro turístico de aquí. Tus padres pueden venir también —dijo
Troy.
—¡Oh, Dios mío! ¡Es tan encantador! —gritó Kim, pero Adrienne sabía estaba
siendo demasiado entusiasta.
Troy fue a Adrienne. —Tenemos que hablar, cariño —le dio una sonrisa
brillante. Y luego se inclinó y la besó. Al menos lo intentó. Adrienne apartó su cara para
que los labios de Troy se posaran en su mejilla.
—Supongo que te veré —ella murmuró—. Envíame un mensaje de texto de
cuándo y dónde nos vamos.
Cuando se fueron, esperaba que Troy recibiera sus sutiles mensajes. Él no le
dio la oportunidad de romper con él. Por todo lo que vale la pena, ella quería hacer esto
lo más limpio posible. Si pudieran terminar siendo amigos, sería mejor. Eso podría
ayudar a su madre a perdonarla.
Se dio una ducha. Luego se puso un par de jeans y una mini camiseta. Ella se
secó el cabello, cogió sus llaves y llamó al timbre de Justin. Necesitaba limpiar su cabeza.
Necesitaba planear cómo romper con Troy y necesitaba ejecutar bien ese plan.
Tocó la campana dos veces.
No hay respuesta. Lo intentó de nuevo.
Finalmente, la puerta se abrió. Ella se había preparado para volar a sus brazos.
Lo extrañaba mucho. Anoche fue la primera noche que la pasó sin él en muchas
semanas. Y ella estaba feliz cuando le dijo que también la extrañaba.
Pero lo que vio la hizo parar. Cabello rubio mojado. Piel perfecta. Ojos azules.
Muñeca Barbie en carne y hueso. Y lleva una de las batas de Justin.
—Disculpa, ¿puedo ayudarle? —preguntó.
Dios, ¡hasta su voz tiene un tono perfecto!
Adrienne se mordió el labio. No sabía qué decir. No pudo encontrar su voz.
Parecía que no llevaba nada más que la bata de Justin y aun así se las arregló para
aturdir a Adrienne con su belleza. ¡Y ni siquiera es un hombre!
—¿Quién es? —escuchó a Justin decir desde adentro de la habitación. Cuando
la chica no respondió, se dirigió hacia la puerta. Estaba en topless, con sólo una toalla
envuelta alrededor de su cintura. Parecía como si acabara de salir de una ducha.
¡No! Parecía que "ellos" acababan de salir de la ducha.
Adrienne respiró profundamente y reunió toda la fuerza que tenía dejada en su
cuerpo sólo para poder levantar la barbilla y decir algo.
—Lo siento. No me di cuenta de que estabas ocupado —enloqueció. Entonces
ella dio la vuelta rápidamente.
—¡Cariño, espera! —gritó Justin y corrió tras ella. Pero Adrienne fue lo
suficientemente rápida como para cerrarle la puerta en la cara, negándose a darle la
oportunidad de, o bien mentir para que ella le crea, o decirle suavemente que nunca
tuvieron un compromiso en primer lugar, no eran exclusivos, así que era libre de joder
a otra persona.
Ella tenía un novio. Él había esperado a que ella rompiera con él. Tal vez su
paciencia finalmente se agotó y fue tras lo que se merecía: A una chica tan perfecta como
la que está en su sala de estar.
14. Remorsus
Latín medieval. Dio origen a la palabra .

—Adrienne, esto no es lo que piensas. ¿Podrías abrir la puerta y hablar


conmigo? —dijo Justin al otro lado de la puerta.
No respondió. Encendió su estéreo tan alto que no pudo escuchar su voz. Sabía
que debía encontrar la fuerza. Era la primera noche que pasaba sin él en más de un mes.
La primera noche que ella no estaba con él. Y él hizo lo que normalmente hace.
¡Se sintió como si la hubiera engañado cuando Troy la besó! Esa misma noche,
Justin se había tirado a alguien más en su habitación. En la cama donde había dormido
muchas noches.
Se fue a su habitación, cerró las ventanas y las persianas. Se tiró en su cama y
lloró. Sintió dolor en el pecho… un duro dolor punzante. Su estómago comenzó a
hacerse en nudos. Dejó caer las lágrimas libremente mientras abrazaba su almohada.
¿Qué esperaba? Los tipos como Justin Adams no querían comprometerse...
nunca se supo que se comprometieran. ¿Realmente esperaba que los playboys como el
fueran leales y fieles a una sola chica? ¡Claro que no! Ella puso esperanzas demasiado
altas sin darse cuenta.
Ella lo amaba... ¡demasiado! Y le dolió. Sí, ella había mantenido al tipo al margen,
pero también era el tipo que amaba. Y él sabía que tenía un novio desde el principio.
¿Cómo pudo traer a una chica a casa de la forma en que la trajo a ella a casa? Y ¡Dios, era
perfecta! ¡Era cien veces más bonita que Kimberly! ¿Cómo podía competir con eso? Y
tal vez, Justin tampoco pudo resistirse.
Él siguió llamándola. Dejó mensajes en su contestadora. Le envió mensajes de
texto. No escuchó ni leyó un solo mensaje. No necesitaba sus excusas. La evidencia se
había quedado en su apartamento. Nada podría ser tan claro como eso.
Claro, un extraño no podría ir a su casa y usar su baño, ¿verdad? ¿Y usar su
bata? Y ciertamente no andaría por ahí en una toalla alrededor de la casa si hubiera un
completo extraño contigo... a menos que ustedes dos hayan pasado la noche dándose
golpes en el cerebro.
Ese pensamiento hizo un nudo en su pecho y pensó que su corazón se rompía
un poco más.
Lo que tenían... era bueno para ambos... por un tiempo. Desde el principio,
nunca se deletreó para siempre. Había algunas cosas que sólo se toman por el momento
hasta que terminan. Después de eso... se acabó. Tú sólo tienes que agradecer a las
estrellas que haya sucedido. Recuerda las cosas buenas que te enseñó. Porque algunas
cosas no te dan malos recuerdos en absoluto hasta que terminan.
Se quedó dormida. Cuando se despertó, ya eran las seis de la tarde. Su casa
permaneció tranquila. Borró los cincuenta mensajes de voz en su contestador
automático sin escucharlos. Borró todos los mensajes de texto que recibió de Justin sin
leerlos.
Luego empacó una bolsa llena de ropa y se escabulló de su departamento,
esperando no encontrarse con Justin en el pasillo, el ascensor o en el vestíbulo.
Llamó un taxi y fue a la casa de Yuan.
Cuando abrió la puerta, se sorprendió al ver su expresión. —¿Qué jodidos te
pasa, chica?
Sacudió la cabeza. —¿Puedo quedarme aquí por una semana o algo así? No,
quiero estar sola en mi apartamento.
—¿Qué ha pasado?
Sacudió la cabeza.
—Nada. Sólo necesito tiempo para aclarar mi cabeza y pensar. Estoy viendo a
Kim y Troy este fin de semana. He estado planeando romper con Troy por mucho
tiempo.
Bueno, eso no era exactamente una mentira.
Yuan no preguntó nada más. Sólo asintió con la cabeza.
Estaba haciendo todo lo posible por no llorar. Si ella se veía tan dramática él la
interrogaría por los detalles.
Jill vino y también se quedó a dormir esa noche. Su teléfono se mantuvo
sonando. Justin era incansable en su persecución, pero ella quería pensar con claridad.
Y no podía sacarse de la cabeza la imagen de esa chica.
—¿Vas a contestar eso? —le preguntó Yuan—. Debe ser Troy.
Se encogió de hombros y luego apagó su teléfono.
—Por cierto, tengo una primicia —dijo Jill de repente, tratando de atraer la
mente de Adrienne fuera de su problema.
Adrienne la miró, agradecida por la distracción.
—Justin tiene un coche nuevo —dijo Jill—. Lo vimos conduciéndolo desde la
oficina hoy. Salía del edificio y se montó en un nuevo elegante Porsche amarillo
—Es rico —comentó Yuan—. No es una gran noticia. Él puede cambiar de coche
todos los días si quiere.
—Ya lo sé —Jill estuvo de acuerdo—. Pero no estoy segura de que sea suyo. Si
lo es, entonces algo está pasando.
—¿Por qué?
—Porque la placa dice: I-E-N-N-E.
La cabeza de Adrienne se disparó y miró fijamente a Jill. —¿Qué?
—Podría representar cualquier cosa —teorizó Yuan—. Probablemente un
diferente lenguaje. Es multilingüe de todos modos.
—¡Oh! —Jill levantó la voz—. También podría ser un apodo para una chica.
Yuan levantó una ceja. —¿Qué clase de nombre es ese?
Jill señaló a Adrienne. —El apodo de Adrienne es Yen, pero podría también
escribirse como I-E-N-N-E.
—Eso debe ser pronunciado como ee-yen, —dijo Yuan.
—Sería muy dulce si de repente nombrara a uno de sus coches con el apodo de
su chica, ¿verdad?
Adrienne se alejó de sus amigos. Las lágrimas rodaron por sus mejillas una vez
más. Esperaba que sus amigos no se dieran cuenta.
¡Podría ser todo mentira! ¡Podría significar cualquier cosa! Ese coche podría
incluso pertenecer a la chica que encontré en su apartamento esta mañana.
¿Pero no le dijo que tenía una sorpresa para ella?
¿Y si esa era la sorpresa de la que hablaba?
¿Y si la matrícula de su nuevo coche significaba... mi nombre?
Pero aun así...
¿Por qué demonios tenía otra chica en su apartamento?

Trató de concentrarse en su trabajo al día siguiente. Segura de que sabía que se


veía como el infierno. Había usado sus gafas de nuevo para ocultar la hinchazón roja de
sus ojos que decían que se quedó despierta toda la noche, llorando.
Incluso Jada sabía que se sentía horrible. No dijo nada. Paro sorpresa de ella,
no era la perra del infierno que solía ser.
¡Oh! ¡Ella tiene un corazón después de todo!
Estaba mirando la página en blanco de su pantalla cuando se dio cuenta que
Justin estaba parado frente a ella.
Ella lo miró nerviosamente.
Para ser un chico guapo, que parecía tan juguetón y despreocupado, Justin
también se veía como una mierda. No se había afeitado y parecía como si no hubiera
dormido en absoluto
—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó enfadada, pero tratando de bajar la
voz para que nadie pueda oírla.
Sacudió la cabeza. —Cariño, no hagas esto. Por favor... escúchame primero —
sonaba casi como si le estuviera rogando.
Ella agitó la cabeza. En este momento, todo era muy confuso para ella. Ella y
Justin empezaron mal. Su relación de cuatro meses parecía estar construida sobre la
pasión, pero nunca completamente sobre la confianza. Era una buena cosa. Pero eso no
significaba que estuviera bien. Porque si era correcto, entonces ellos no debieron
mantenerlo en secreto.
Ella tampoco estaba siendo justa con él. No podía seguir atándolo y haciéndole
esperar al margen mientras ella no podía esperar para romper con Troy. Por mucho
que se sintiera herida con el hecho de que Justin trajo a otra mujer a casa, también
odiaba el hecho de que no tenía derecho a demandar su fidelidad. Ni siquiera le dio
exactamente la suya. Ella todavía estaba con Troy, ¿no?
—Necesito aclarar mi mente. Necesito pensar en lo que tengo que hacer. Lo que
tenemos... agradezcamos que haya durado tanto tiempo. Se suponía que iba a ser una
aventura de una noche de todos modos. No puedo atarte. Y tengo demasiado exceso de
equipaje —respiró profundamente e intentó con tanta fuerza no llorar—. No puedo
seguir mintiéndole a mis amigos y engañando a mi novio. Yo no soy una mujer libre que
juega por ahí. Cometí un error. Tengo que hacer las cosas bien esta vez. No estoy siendo
justa con nadie. Y es hora de que yo sea justa contigo.
Ella no sabía de dónde sacó el valor para decir esas palabras, sin ni siquiera
parpadear.
Lo miró fijamente. Sus ojos se entrecerraron un poco y por un momento, pensó
que no podía contener la fría furia que vio allí. Se sintió casi asustada.
—Entonces, ¿así de simple? —preguntó fríamente—. No pudiste romper con
Troy durante mucho tiempo. ¿Y me abandonas, así como así? ¿Sin incluso darme la
oportunidad de explicarme?
¡No! ¡No quiero renunciar a ti!
Ella quería gritarle eso.
—No tienes que explicarte. No me debes una explicación.
Justin apretó los puños y le dio un golpe frustrado a su mesa. —¡Está bien! —
dijo—. ¡Me acosté con ella!, me tiré a otra mujer. ¿Qué puedo decir? ¡Yo estaba... caliente!
¡Me jodería a cualquier cosa que lleve falda! Y ella resultó estar ahí. De buena gana. Y
fácil. Así que la llevé de vuelta a nuestro dormitorio y la jodí hasta que se le salió el
cerebro —La miró fijamente—. ¿Es eso lo que querías escuchar?
Adrienne se levantó de su asiento y sin previo aviso abofeteó a Justin en la cara.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Cada palabra que dijo se sintió como cuchillos
que la atraviesan, la destrozan, la despedazan.
Cuando Justin la miró de nuevo, sus ojos brillaban con lágrimas. —Pensé que
confiabas en mí, Adrienne... que pensabas mejor de mí —él dijo con una voz fría y
frustrada. Sacudió la cabeza—. Supongo que todavía crees en mi reputación más de lo
que crees en mi —Se llevó un último y profundo respiró y dijo—: Nos vemos, Srta. Miller
—y luego se fue.
Adrienne volvió a su asiento y esta vez, realmente lloró. Ella no se contuvo.
El día anterior, estaba contemplando la posibilidad de romper con Troy. ¿Cómo
es que las cosas salieron mal y ella rompió con Justin en su lugar? El tipo que ella
realmente amaba.
Tomó un pañuelo de papel y se limpió las lágrimas de sus mejillas y ojos. Luego
recogió su bolso y salió de su oficina. Estaba agradecida de que la mayoría de sus
compañeros de oficina se habían ido a almorzar. Nadie vio a Justin venir a su oficina y
nadie los oyó pelear. Jill se sentó en una reunión en la oficina de Jada, así que no pudo
preguntarle a Adrienne por qué Justin Adams fue a su oficina. Conociéndola, ella
preguntaría por cada detalle.
Salió del edificio sin ningún destino en particular en mente. No quería volver a
casa. No quería arriesgarse a encontrarse con Justin. Él debe estar tan enojado con ella.
También ella seguía enojada con él, por las palabras que le dijo. Dijo su parte, y podría
haberle proporcionado una explicación clara. En lugar de eso, dijo palabras que le
hicieron difícil a ella saber lo que pasó en verdad.
Ella era un gran desastre y no podía ni siquiera recurrir a sus amigos para un
consejo. Nunca podía consultar a su hermana sobre nada. Y Troy definitivamente no
está en la lista de opciones.
Veinte minutos después, estaba sentada en un bar de un hotel, bebiendo
daiquiri. Sí, tal vez en este caso, ¡el licor ayudaría!
La camarera la miraba cansada.
—¿Estás bien, cariño? —preguntó.
Adrienne la miró. —He estado mejor.
—¿Problemas con el chico?
Adrienne soltó una risa sarcástica. —Problemas con los chicos.
La camarera sonrió. —Entonces considérate más afortunada que el resto de
nosotras —Luego se volvió para servirle una bebida a otro cliente.
—Este es el último lugar en el que esperaba verte en este momento del día —
alguien dijo a su lado
Se giró a la izquierda y vio a un tipo conocido sentado a su lado. Él le pidió a la
camarera que le diera una cerveza. La camarera le sonrió ampliamente, obviamente
coqueteando.
Adrienne se quejó. Era lo último que necesitaba.
—¿Qué pasa, Srta. Miller? —Jin Starck le preguntó dándole un trago a su
cerveza.
Adrienne sacudió la cabeza. —Nada.
—¡Podrías haberme engañado! —dijo a la ligera, tratando de hacerla sonreír.
—No discuto mis problemas personales con mis clientes, Sr. Starck —dijo.
Él sonrió —¿Me ves usando mi traje?
Adrienne tomó un segundo para ver lo que llevaba puesto. Llevaba una camisa
de manga larga verde oscuro sobre sus vaqueros. Su cabello estaba otra vez despeinado.
No se parecía al magnate que conoció en el hotel hace una semana.
—Supongo que no. ¿Pero por qué te contaría todos mis problemas?
—Porque resulta que soy un extraño imparcial —sonrió—. No te preocupes.
Nada de lo que me digas saldrá de este bar. Y no voy a juzgarte después de esto.
Bueno, estaba desesperada por hablar con alguien. Y ahora mismo, sabía que
nadie la perdonaría si les decía la verdad.
Adrienne tomó su bebida directamente. Luego hizo un gesto para que la
camarera le diera otro trago. —Ok, debo estar loca por decirte esto.
Jin sonrió. —Me parece que estás más desesperada que loca, para ser honesto.
—Tienes razón —respiró profundamente. Y luego, finalmente, habló... de la
primera vez que conoció a Justin, de cómo terminó en su apartamento y cómo estaban
guardando un secreto a todo el mundo durante los últimos cuatro meses.
Le dijo a Jin que tenía un novio y por qué estaba con él en primer lugar. Le dijo
por qué no podía decírselo a sus amigos. Le dijo casi todo... excepto los detalles de su
vida sexual, por supuesto, y los nombres de todos los involucrados, en caso de que Jin
Starck supiera algo de ellos.
—Así que este tipo con el que estabas en el bar la noche que te conocí... él que
te recogió en el hotel... ¿ese es el novio oficial o el amante?
Adrienne le levantó una ceja. Se rio de su elección de palabras.
¡Señora!
—Es el novio no oficial —respondió ella.
—Pero sonaba como si también fuera con el que quieres estar.
Adrienne asintió. —Lo amo —las lágrimas rodaron por sus mejillas. Se las
limpió con los dedos y luego le pidió a la dama que le diera otro trago.
—Ahora, lo entiendo —dijo Jin.
—¿Entiendes qué?
—Esa noche que te conocí, te observé después, tratando de averiguar dónde te
había visto antes. Tenía curiosidad por saber por qué tu novio se sentó en el bar y tú
estabas en una de las mesas con tus amigos. Ahora, lo sé. Él era tu secreto, tu otro novio.
—Más o menos.
—¿Cómo rompieron?
Así que le habló de la chica que encontró en su apartamento.
—¡Ella es tan hermosa! —dijo—. ¿Cómo podría decir que no después de que la
encontré en su apartamento usando su bata?
—Es un niño bonito, Adrienne. Estoy seguro de que tiene chicas que se caen
sobre sus pies. Su concepto de belleza podría ser diferente al tuyo.
—¡Es un jugador! ¡Un libertino! —dijo ella—. Al menos eso es lo que su
reputación dice.
—¿Y tú crees eso? —preguntó Jin. Adrienne lo miró. Jin suspiró—. Déjame
adivinar. Este tipo... rico, inteligente, heredero, algún día, de un trono. Las chicas lo
siguen a todas partes y ¿él puede elegir donde sea, cuándo sea? Nunca tuvo una relación
estable. ¿Nunca se comprometió con nadie?
Adrienne asintió. —Tristemente.
—¡Bienvenida a mi mundo! —dijo Jin y Adrienne lo miró pensativa.
Sí, tenía razón. Es exactamente otra versión de Justin Adams.
—Pero no todos somos despiadados, Adrienne. No todos los chicos que son así
piensan con sus... disculpe mi lenguaje... ¡penes! Sólo porque no se compromete con una
chica no significa que él sólo esté tras sexo. Tal vez estaba esperando la correcta en
llegar. Tal vez fuiste tú. Tuviste la oportunidad de ver cómo era él realmente, y aun así
creíste lo que los demás pensaban de él.
Adrienne miró fijamente a Jin y las lágrimas brotaron de sus ojos.
¡Él tiene razón!
¡Oh Dios! ¡Justin no se tiró a esa chica! ¿Pero qué estaba haciendo ella en su
apartamento?
—Entonces... debería... ¿llamarlo?
Jin le levantó una ceja. —¿Eres soltera? ¿Has roto con tu novio oficial? ¿Has sido
sincera con todos tus amigos?
Se mordió el labio. —No. No. Y no.
—Entonces no —dijo Jin—. Si vas a ir por un chico al que le has hecho daño e
insultado, asegúrate de tener algo que ofrecer a cambio. Y ahora mismo, después de
todo lo que me dijiste, puedo decir que sólo quiere una cosa de ti —se tomó un trago de
su cerveza—. Creo que sabes lo que es eso, cherie.
Adrienne se cubrió la cara con las manos. —¡Dios! ¡Sólo quiero llamar a mi
novio ahora y romper con él! Tal vez debería. Sólo arrancar el vendaje.
—No siempre funciona. No en tu caso —dijo—. Estuviste por todas las razones
equivocadas. Estabas tratando de complacer a tu madre. Ahora, eres lo suficientemente
valiente para hacer esta vez lo correcto. Si pueden terminar como amigos entonces eso
podría amortiguar el golpe para tu mamá.
Adrienne bebió otro daiquiri. Su mundo parecía estar girando ahora. Se volvió
hacia Jin. —Eres demasiado sabio para ser un chico de veintitrés años.
Sonrió. —Fui criado por una mujer maravillosa. Lástima por ti... la mujer que te
crío suena como una persona horrible a la que no le importan tus sentimientos.
Adrienne quería llorar por eso, porque en realidad creía que Jin sentía lástima
por ella.
—Ella fue horrible —murmuró—. Ella amaba a mi hermana, pero nunca me ha
amado. Mi hermana también me odia. Mi padre... fue incapaz de defenderme la mayoría
de las veces —luego se rio—. Perdí a la única persona que me hizo sentir como si yo
importara en absoluto. ¡Lo arruiné todo, a lo grande!
Sintió que Jin le rodeaba los hombros con su brazo y la abrazaba. Adrienne lloró
en su hombro, incapaz de detenerse ahora. Estaba agradecida de haber hablado con Jin.
Estaba tan cómoda por hablar con él. Sentía como si lo conociera de toda su vida. Sentía
ahora mismo, con él, que había alguien de su lado.
—¿Cómo es posible que seas tan maduro y sabio? —preguntó a pesar de sus
lágrimas.
Jin suspiró. —Por supuesto, si el mundo no estuviera loco... si estuviéramos en
el mundo ideal... serías tú quien me aconsejaría, Adrienne. No al revés —Adrienne sabía
que su mundo ya estaba girando. Y antes de desmayarse, creyó escuchar un poco de
tristeza en la voz de Jin.

15. Entrevue
Francés. Etimología de la palabra .

Cuando Adrienne abrió los ojos, estaba descansando en un suave colchón.


Inmediatamente se puso de pie y su mano se fue a la cabeza.
—¿Dolor de cabeza? —escuchó una voz familiar preguntándole. Ella la abrió y
se volvió para ver a Yuan casi mirándola fijamente—. ¡Te lo mereces!
Parecía que estaba muy enfadado con ella, pero aun así se levantó y le dio
aspirinas y agua. ¿Qué ha pasado?
Estaba vestida con sus pantalones y camisa blanca de manga larga. Lo mismo
que llevaba en la oficina ayer.
Miró alrededor de la habitación y descubrió que estaba en el dormitorio de
Yuan.
—¿Por qué estoy aquí? —preguntó. Ni siquiera recordaba haber visto Yuan
ayer.
—Tu atractivo amigo me llamó. Tienes tanta suerte de que sea un caballero. En
tu estado de ayer, podrías haber sido violada en grupo y tú no tendrías ni idea de cuándo
te despertaras a la mañana siguiente.
Adrienne se apretó las sienes. —¿Qué hora es? Dios, tengo que ir a trabajar.
—Olvídalo —dijo Yuan—. Jill ya le dijo a Jada que no te sentías bien. Dijo que
necesitaba entrevistar a alguien para su artículo y luego volverá aquí.
Adrienne se acostó en la cama y cerró los ojos.
—¡Vamos! Podrías usar cafeína en tu sistema.
Adrienne se dio una ducha rápida mientras Yuan les hacía café. Cuando ella
salió del baño, llevaba un pijama nuevo. Se sentía mejor, pero aún tenía dolor de cabeza.
¡Malditos sean esos daiquiris!
—¿Quién te llamó?
—Jin Starck —respondió Yuan.
Adrienne finalmente recordó cómo le abrió su corazón a Jin ayer.
¡Oh Dios, esto es vergonzoso!
—¿Cómo lo conociste de todos modos? Ni siquiera es de Nueva York. Él vive en
París.
—Está aquí por negocios. Es un cliente de Blush.
—¡Bueno, no te emborrachas delante de tus clientes! ¿O eres de las que mezcla
los negocios con el placer?
—¡Hola, no!
—Bueno, dijo que insistió en que fueras a tomar una copa después de tu
reunión. No sabía que tenías una baja tolerancia al alcohol. Le dije que tenías cero.
¿Espera? ¿Qué? ¿Jin le dijo a Yuan que teníamos una reunión ayer? ¿Él no le dijo
que me encontró bebiendo por mis problemas? ¡Gracias Dios!
—Me pregunto cómo supo llamarte —pensó en voz alta.
—Llamó usando tu teléfono. Quizás comprobó a quién tenías en tu marcación
rápida.
Después de tomar café, fue al dormitorio y durmió un poco más. Honestamente,
con el dolor que sentía en su corazón después de perder a Justin, hubo sólo dos cosas
que quería hacer. Beber y dormir.
Revisó su teléfono, esperando lo imposible. Que, de alguna manera, Justin
hubiera llamado o enviado un mensaje.
Pero ella sólo tenía un mensaje de un número no registrado: Hola, Espero que
te sientas mejor cuando te despiertes. No te olvides de reír de vez en cuando ¿de
acuerdo? —Jin
Ella sonrió ante su consideración.
Ella respondió: Hasta ahora y todavía viva. Aprenderé a reírme de nuevo
pronto, espero. Gracias. Te debo una.
Jill llegó a casa de Yuan por la tarde.
—¡Tuve un día maravilloso! —gritó—. ¡Nunca creerán lo que sucedió hoy!
—¡Cuéntalo! —dijo Yuan curiosamente.
El corazón de Adrienne latía dentro de su pecho. Con la emoción de Jill, se
imaginó que esto tiene algo que ver con Justin otra vez.
—Jada me dio una nueva columna, ¿verdad? Estoy entrevistando a cualquiera
de la ciudad. Gente real con sus intereses y algunas cosas personales. Así que, para
lanzar esta columna, le pedimos a algunas personas interesantes que fueran los
primeros en aparecer. Y adivina a quién entrevistamos primero.
¡Por favor no digas Justin!
—¡Justin Adams! —gritó Jill y saltó de alegría.
—¿Qué dijo, qué dijo? —preguntó Yuan emocionado.
—Sé que no estarías contento con mi narración, así que lo grabe en cámara.
—¡Oh Dios mío, oh Dios mío! —dijo Yuan emocionado—. ¡Vamos a
reproducirla!
—¡Vamos, Adrienne! ¡Veamos!
Adrienne sacudió la cabeza. —No, chicos. No estoy de humor.
—¿Desde cuándo no estás de humor para escuchar sobre Justin Adams? Vamos.
¡Te estoy dando una primicia sin cortes y sin editar de lo que la ciudad busca!
—Realmente no estoy interesada —insistió Adrienne.
Jill le sonrió a Yuan. —¡Sé por qué no estás interesada!
—¡Sí! No puedo decir que la culpo —Yuan dijo sonriendo a Jill.
—¿Qué? —Adrienne les levantó una ceja.
—Tal vez no le gusten los rebeldes de cabello negro. Ella quiere los de cabello
castaño, magnates de ojos verdes.
Adrienne les devolvió el parpadeo a sus dos amigos. —¿Qué? ¡No puede ser!
Fue sólo una situación que se salió de control.
—¡Vamos, Yen! —insistió Jill—. ¡Ese tipo es caliente! Puede darle a Justin una
carrera por su dinero. Deshazte de Troy y mira si puedes hacer algo con tu repentina
cercanía con Jin Starck.
—Se ven lindos juntos, por cierto —Yuan sonrió.
—Sí. Tal vez el universo te está apuntando en la dirección correcta. Rompe con
Troy y ve por Jin Starck.
Adrienne sacudió la cabeza. —Eres increíble —gimió—. Jin es un niño.
—Es dos años más joven que tú, ¡tonta! Dos años ni siquiera cuentan cuando
pasas de la pubertad —discutió Yuan.
—De todos modos, como quieras. Sólo estamos diciendo que creemos que Jin
Starck está interesado en ti. De lo contrario, no te pediría que fueras al bar con él,
¿verdad? Fue como una excusa poco convincente para conseguir una cita. Ni siquiera le
importaba que aún estuvieras vestida con tu traje de oficina.
Adrienne se apretó las sienes. —Ustedes me están dando un dolor de cabeza.
Sus amigos se rieron. —No. ¡Jin Starck te está dando dolor de cabeza! Tú sabes
que es atractivo. ¡Está buenísimo! Puede que te atraiga, también, pero te niegas a
admitirlo.
—¡Solo deténganse, chicos! No me imagino a Jin de esa manera. Es un cliente. Y
es demasiado joven para mí. ¿Podríamos dejar esto ahora, por favor?
Jill se encogió de hombros y luego se volvió hacia Yuan. —Antes de que veamos
este clip, te diré un rumor que acabo de oír. Tara Lambert, esa modelo de lencería
caliente, se le preguntó en una entrevista con quién le gustaría ir al gran lanzamiento
de su lencería en línea. ¿Y sabes lo que dijo? Justin Adams.
Adrienne miró fijamente a Jill. Pedazos de su ya destrozado corazón estaban en
algún lugar del suelo y Jill los pisaba. ¡Ahora, ella deseaba que se quedaran con el tema
de Jin Starck
—Incluso las supermodelos tienen los ojos puestos en él. ¿Qué oportunidad
tenemos nosotros los mortales ahora? —suspiró Jill.
—¿Cómo pudo enterarse ella de lo de Justin Adams? —preguntó Adrienne,
tratando de disfrazar el dolor de su voz.
Jill se encogió de hombros. —Bueno, Tara solía ser una camarera. Fue
descubierta allí. Probablemente conoció a Justin Adams en un bar ya que pasa el tiempo
en estos lugares de élite.
Lo que dijo Jill sólo hizo que Adrienne se sintiera peor. Piernas largas, grandes
tetas, cuerpo perfecto, toda desnuda y desfilado en la Quinta Avenida. Entonces esa
perfecta Barbie en carne y hueso. Hermosa diosa que parecía un ángel enviado desde el
cielo. ¿Qué tiene que decir a eso la asistente del editor en jefe de Blush?
—Esperaba que le preguntaras sobre esto —preguntó Yuan.
Jill sonrió. —Justo delante de ti, amigo.
Yuan se emocionó aún más. —¡Veamos ya!
Jill conectó su cámara a la pantalla plana de Yuan. Adrienne no quería mirar,
pero sus amigos la obligaron a hacerlo. Y si se negaba aún más, podrían saber que algo
pasaba. Y ella aún no estaba preparada para confesarse con ellos. Necesitaba romper
primero con Troy. Y eso sucederá este fin de semana.
La hermosa cara de Justin apareció en la pantalla. El corazón de Adrienne se
rompió un poco más, si eso era posible.
—Grabaré esto, si no te importa —dijo Jill—. Soy mala escribiendo notas.
Justin se encogió de hombros. No parecía que estuviera de buen humor de
todos modos.
—¿Cómo estás, Justin? —comenzó Jill.
—No tan mal —respondió. —Puede que tengas que disculparme por no
quitarme mis gafas de sol.
—¿Tienes un ojo morado ahí? —Jill se burló nerviosamente.
—No, en realidad no. Pero no he dormido mucho últimamente.
Jill preguntó primero por sus credenciales. Su edad, su educación. Nada que
Adrienne no supiera. Entonces Jill le preguntó sobre sus hobbies y donde lo pasaba más
a menudo.
—Salgo con mis amigos, juego al póquer con ellos —respondió—. También
esquió y hago snowboard con mis primos.
—¿Cuál es tu idea de una cita o salida nocturna perfecta? Con una chica, quiero
decir —preguntó Jill.
—Hmmm... una pregunta difícil. Pero normalmente, me gusta pasar el rato con
ella en casa, abrazándonos... estando juntos. Nada grandioso, en realidad. Pero eso es el
punto. Si te gusta estar con una persona, no importa dónde estés. Puedes pasar el mejor
momento de tu vida.
Su voz era tan sincera que Adrienne tenía ganas de llorar.
—¿La mejor cita que has tenido? —preguntó Jill de nuevo.
Se rio sin humor. —Mirando la aurora boreal en Alaska.
—¿Realmente llevaste a una chica a Alaska sólo para ver la aurora boreal? —
preguntó Jill.
—Sí, más o menos.
—Es mucho esfuerzo para una cita —dijo Jill en un tono soñador.
—Bueno... ella valía la pena —dijo Justin en tono serio.
Jill y Yuan suspiraron al unísono.
—Conoces el rumor de que Tara Lambert está interesada en ti, ¿qué tienes que
decir de eso? —preguntó Jill con valentía.
Justin se rio intranquilamente. Luego dijo—: Lo siento. ¿Quién es Tara
Lambert?
—La conoces. Es la chica lo suficientemente atrevida como para mostrar su par
de gemelas en C en la Quinta —dijo Jill en voz baja.
Justin se rio. —No vas a publicar eso, ¿verdad?
Jill se rio. —Por supuesto que no —le guiñó un ojo—. Bien, volvamos a Tara
Lambert, ahora que sabes quién es. ¿Qué tienes que decir?
Adrienne puso los ojos en blanco.
Justin se encogió de hombros. —Bueno, los rumores son rumores. No estoy
seguro, sin embargo, de que sea cierto. Pero en realidad no estoy buscando nada en este
momento.
¡Caramba! ¡Eso es vergonzoso!
—¿En serio? —preguntó Jill—. ¿Significa eso que tienes una relación con
alguien ahora? ¿Es la que está detrás de la matrícula de tu coche? ¿Ienne? —Jill fue
implacable.
Justin suspiró. Se mordió el labio y pensó durante un rato. Luego dijo—: Yo
estaba profundamente involucrado con alguien. Es un poco... desastroso ahora, pero
aun así me siento profundamente involucrado.
Jill se quedó en silencio por un tiempo. —¿Qué ha pasado?
Se detuvo pensativo y luego dijo—: En el papel, puedes escribir, ‘falta de
comunicación’ —dijo Justin.
—Ok... ¿pero extraoficialmente?
Justin la miró fijamente un momento. —Ok, prometes no publicar esto, ¿de
acuerdo?
Jill sonrió salvajemente. —Claro, puedes confiar esto en mí. Nadie, vera este
video también.
¡Mentirosa! pensó Adrienne.
—Bien, entre tú y yo... mi reputación me precedió... otra vez. Pensó que la
estaba engañando cuando encontró una chica en mi apartamento.
Jill se rio. —Pero Justin... si tienes una chica en tu apartamento, entonces eso
constituiría hacer trampa, ¿verdad?
—Depende de quién sea la chica —respondió Justin.
—Bien, entonces, ¿quién era la chica?
—Se llama Ian. Diminutivo de Julianne. Es mi prima, me visitó de su corto
descanso universitario —dijo Justin con sobriedad.
¿Ian? El gemelo de Gian. ¡Su prima!
Ahora, recordaba a Gian y a la chica que encontró en el apartamento de Justin.
De alguna manera, se dio cuenta de lo mucho que se parecían.
Adrienne miró fijamente la hermosa cara de Justin en la pantalla. No escuchó
ninguno de sus mensajes de voz ni leyó ninguno de sus mensajes de texto.
Justin era lo suficientemente inteligente y privado como para no confiar en un
extraño. Y, aun así, aquí en la cámara, le dijo libremente a Jill lo que pasó. Porque él
sabía... que vería esto. Si no lo hacía, entonces Jill se lo diría.
Como si no fuera suficiente que su corazón permaneciera roto, ella podía sentir
su mundo estrellándose sobre ella.
—Chica afortunada, esa —dijo Jill.
—Háblame de ella. Parecía que te gustaba mucho. Quiero decir, es la primera
vez que Justin Adams admite al mundo que no es realmente el frío y soltero playboy que
el mundo creía que era. Puede enamorarse. Que es simplemente romántico —dijo Yuan.
—Fui demasiado tímida para preguntarle su nombre. Me imaginé que sería
demasiado privado. Pero si lo supiera, la cazaría y le diría, gracias por hacer que él sea
soltero otra vez, ¡¡¡estuuuuppiddaa!!!
—Me siento un poco mal por él —dijo Yuan—. Un buen tipo con una mala
reputación.
Adrienne se encontró perdida en sus propios pensamientos. No lo escuchó a él.
Inmediatamente asumió que se acostaba con otra persona. Mecanismo de defensa.
Quería protegerse de ser lastimada por él, asumiendo inmediatamente que lo hacía.
Tenía ganas de vomitar. Tenía ganas de llorar. Y sabía que ella lo haría. Justo en
ese momento. Delante de sus amigos.
—Cariño, ¿estás bien? —preguntó Jill.
Asintió con la cabeza. —Disculpen —les dijo y se encerró en el baño de Yuan.
Por suerte, sus amigos culparon sus acciones a su resaca.
Ella derramó silenciosamente todas las lágrimas que había estado
embotellando, estaba sola en el baño de Yuan.
Ahora, ella recordaba todo lo que Justin hizo por ella. Él era maravilloso. La
trató mucho mejor de lo que Troy nunca lo hizo. Pero ella no le dio una oportunidad a
él. Le dio un oído sordo y un ojo ciego. Estaba tan convencida de que él era del tipo que
engañaba. Que nada bueno podría salir nunca de lo que tenían de todos modos. Que
estaban destinados a terminar algún día. Y cuando se encontraron con un bache, ella se
rindió inmediatamente, y no peleo por él, o le dio una oportunidad de pelear.
¡Oh, Dios! ¿Qué es lo que he hecho?

Al día siguiente, Adrienne vio a Justin en Blush. Ni siquiera miró hacia ella.
Intentó con todas sus fuerzas de no llorar. Todo lo que quería hacer era correr hacia él
y tirarse en sus brazos, pero tal vez ya era demasiado tarde para eso. ¡Ella hizo la cama,
tiene que ir y acostarse en ella!
Ella lo hirió profundamente. Y sabía que no importaba lo que hiciera, no podía
traerlo de vuelta. Al menos, no todavía. Tenía que arreglarse a sí misma primero y
quitarse todo el exceso de equipaje. Algún día, cuando esté libre, cuando las cosas ya no
parezcan complicadas en su vida, solo podría intentarlo de nuevo... ella podría tratar de
recuperarlo de nuevo. Porque sabía que Justin merecía ser más que sólo el tipo que está
al margen.
Sin embargo, parecía que la recuperación de Justin se acercaba a la ceguera
velocidad. Cada noche, se le veía en los bares, de fiesta con sus amigos.
—¿Sabes qué? Un amigo mío vio a Justin Adams en Oxygen anoche. ¿En la
discoteca con adivina quién? Tara Lambert —le dijo Yuan. El viernes por la noche
cuando Adrienne salió con ellos a cenar.
¿Y dijo que no la conocía? ¡Apuesto a que ahora sí!
—Bueno, las chicas como Tara Lambert tienen cierta ventaja —dijo Jill.
—Sí. ¡Se llaman copa C! —murmuró Adrienne en voz baja.
—Me pregunto qué le pasó a la chica con la que dijo que estaba
'profundamente' involucrado —dijo Yuan, pensativo.
Jill se encogió de hombros. —Probablemente decidió mantener su estupidez.
¿Cómo dices tú? La pérdida de una chica es la ganancia de otra. En este caso, parece que
Tara Lambert está en la parte ganadora. Parece que va a reemplazar a su placa de
Porsche para deletrear T-A-R-A.
—Sí. Hasta ahora, sigue diciendo el mismo nombre. Debe haber estado
realmente interesado en ella, huh —dijo Yuan.
Eso empeoró aún más las cosas. Adrienne trató de soportar treinta minutos de
otra conversación de Justin Adams. La mayor parte, mucho para su dolor, incluía lo
compatible que era con Tara Lambert.
—Se verían bien juntos, ¿no crees? —preguntó Yuan.
Jill suspiró. —Sí, con sus piernas que son eternas. Curvas perfectas. Yo no creo
que sea realmente bonita. Sus rasgos faciales son demasiado fuertes, si me preguntas.
La cara de Justin es aristocrática. Si me preguntas, en cuanto a los rasgos, él se vería
muy bien con alguien que se vea como fría y, sin embargo, princesa angelical.
—A veces, creo que la cara de Tara Lambert se ve demasiado juvenil —.
Comenzó Yuan—. Pero ella tiene ese atractivo. Quizás es por eso que está caliente en
estos días.
Adrienne odiaba la sensación de no poder decirle a sus amigos que ¡cerrarán la
boca! Porque la afectaba. Porque le duele que terminaran las cosas con Justin Adams
por razones estúpidas... ¡por todas las razones equivocadas!
Recibió una llamada de Troy. A pesar de que sabía que se enfrentaba otro
problema, estaba agradecida por la distracción. Ella no sabía de dónde estaba
obteniendo todo el coraje para soportar el equipo de amor de Justin-Tara hablar.
—Hola Yen —saludó—. La convención ha terminado. Mis padres están
reservando una escapada de fin de semana para todos nosotros.
—Troy... ¿podemos hablar primero? —preguntó—. No creo que deba ir a esta
cosa con tus padres.
Escuchó un sonido y luego estaba hablando con Kim ahora. —¡Yenny! Mamá y
papá estarán a bordo en un vuelo mañana. Se reunirán con nosotros en el Seasons
Holiday Resorts al mediodía. Es en Nueva York, así que realmente no tienes una
coartada. —Adrienne cerró los ojos por un momento. ¡Maldita sea! ¿Cómo no podía
tener la paz para finalmente poder romper con él?
Troy recibió el teléfono de Kim. —Te recogeremos en tu apartamento
temprano en la mañana.
—Troy, realmente tenemos que hablar —insistió.
—Entonces hablaremos allí. Yo también tengo algo que decirte. Te
recogeremos a las siete.
Adrienne cerró los ojos de nuevo y luego suspiró. —Bien. Nos vemos —Cuando
colgó el teléfono, les dijo a sus amigos lo que iba a hacer durante el fin de semana.
—¡Vámonos! —dijo Yuan—. ¡Nosotros vamos a ir contigo!
Adrienne pensó que esta podría ser una buena manera de terminar las cosas
con Troy. Podría hablar con él durante el fin de semana. Al menos, no tendrá demasiado
presión y tiene a su sensei Kim para que le diga qué hacer. Conociendo a Kim, la
apoyaría en esta decisión. Ella nunca fue feliz con su relación con Troy. De todos modos,
Kim fue la primera elección de su madre para Troy. ¡Dios! ¡Kim fue la primera elección
de nuestra propia madre para su novia!
—Me recogen a las siete.
—¡Genial! —respondió Yuan—- Llamaré a mi agente. Estoy seguro de que
pueden resérvanos. Pero podríamos ir allí más tarde. Probablemente al mediodía. ¿Qué
hotel es en el que te quedas?
—Seasons Holiday —Adrienne suspiró—. Esto no será bueno.
Yuan se encogió de hombros. —Vamos. Ahora, que estás segura que tienes que
extender tus alas y explorar pastos más verdes, tienes que encontrar el coraje de
mantener tus decisiones, cariño. Nadie dijo que fuera fácil. Pero eventualmente, esto
debería hacerte más feliz.
—Sí. ¡Y nosotros iremos contigo! No te preocupes. Tienes todo el apoyo que
necesitas.
—¡Mírate! —declaró Yuan—. Desde que tienes ese apartamento tuyo, has
cambiado mucho.
—Has dejado de usar gafas. Has empezado a reevaluar tu vestuario. Te sueltas
el cabello a menudo. Te has convertido en asistente de editor en jefe.
—También hice algo de dinero con acciones —añadió Adrienne.
—¿Invertiste en acciones? —preguntó Yuan.
Adrienne se dio cuenta de que incluso su juego de probabilidades en Wall
Street era desconocido para sus amigos.
—Lo intenté. Y tuve suerte de principiante. Pero fue divertido y liberador,
pensando que podía ganar mucho más de alguna otra manera. Pensé que iba cuesta
abajo cuando firmé los papeles de la hipoteca. Pero tuve más suerte de lo que pensaba.
Excepto por mi madre, Kim y Troy, no puedo decir que tenga cualquier derecho a
quejarme de mi vida.
¡Si Justin estuviera todavía conmigo, las cosas habrían sido perfectas!
—Y tienes la oportunidad de conocer a alguien perfecto para ti.
—¡No tienes que morir virgen! —afirmó Jill con una sonrisa maliciosa—. Y
puedes tener tu primera vez con alguien que despertará cada uno de los nervios en tu
cuerpo
¡Ya lo he hecho y lo acabo de perder! —Está bien. Jill y yo nos encontraremos allí
al mediodía. Necesito ir a la oficina a ordenar algunas cosas.
—Sí, yo también. Necesito presentarle algo a Jada a primera hora mañana.
Las manos de Adrienne se sentían frías y su corazón latía con fuerza en su
pecho. Ella sabía que tenía que seguir adelante con ello. Podría no tener suficiente
coraje, pero creía que lo sabría cuando llegara el momento. Y lo haría, ser más valiente
de lo que necesitaba ser.

16. Verraten
Alemán. Significa “betrayed” en inglés; " " en
español
—Vamos, vamos. Prepárate, nos vamos en treinta minutos —anunció Kim,
cuando ella y Troy aparecieron en su puerta.
—Estoy lista —dijo Adrienne, pero aún se sentía un poco somnolienta.
Ella no pudo dormir lo suficiente la noche anterior. Pensó en las formas de
decirle a Troy que era el final de la línea para su ‘fingida’ relación. Si él está en el mismo
barco con ella, no le importaría. Pero si él realmente todavía la amaba como dijo,
entonces va a ser una pesadilla. Eso sin mencionar que su corazón aún sufría cada vez
que pensaba sobre Justin.
Se preguntó, ¿si por casualidad vería a Tara Lambert en el ascensor? ¿Es ella la
que está calentando su cama ahora? ¿Cuidaría a Tara de la forma en que cuidó de ella?
¿Haría que se enamorara perdidamente de él?
Ella sólo esperaba que Tara o cualquier otra chica con la que estuviera Justin lo
viera mejor que ella. Creyera más en él, y confiara más en él. Justin se lo merecía.
Tomaron un taxi hasta el centro turístico. Troy los registró. Sus padres todavía
no habían llegado.
—Vendrán con tus padres a última hora de la tarde —dijo Troy. Luego se volvió
hacia Kim—. Kim, estarás en la habitación 204 —dijo cuando regresó.
—Adrienne, estaremos en la habitación 313.
¿¡Qué!?
Adrienne sintió los primeros dolores del pánico.
Esto no puede estar pasando.
—No, Troy —se las arregló para decir—. Me quedaré con Kim.
—¿Por qué? —preguntó bruscamente.
—¿Por qué no? —respondió ella.
Levantó una ceja. Le susurró enojado—: Soy tu novio, Adrienne. Tu trabajo es
estar a mi lado siempre que puedas.
Levantó la barbilla. —No, Troy. ¡No soy tu guardaespaldas!
Él levantó las manos en el aire.
—Está bien. ¡Haz lo que quieras! ¡Eres tan buena en eso de todos modos!
Puso los ojos en blanco y miró a Kim.
La habitación de Kim era un poco pequeña. Tenía una cama doble y un gran
sofá.
—Puedo dormir en el sofá, no te molestes —le dijo a Kim—. Supongo que Troy
no anticipó que no me quedaría con él.
—¿Por qué tanto alboroto, Yenny? No es como si todavía fueras virgen. En
realidad, nos acostamos con nuestros novios, ya sabes. Mientras tú sigues soltera,
¡deberías tener toda la diversión que quieras! Solías dormir por ahí cuando eras joven.
¡Luego cambiaste y te volviste aburrida!
No podía creer que estaba escuchando esto de Kim. La remilgada, la propia,
Kim. Y sí, ella lo sabía. Una chica puede dormir con su novio. ¡Dios! Incluso puede dormir
con alguien más. Y enamorarse y tener el corazón roto. Kimberly no necesitaba
sermonearla sobre el mundo favorito de los secretos.
Adrienne sólo podía mirar fijamente a Kim. Aunque, si ella estuviera
sosteniendo algo en sus manos, se lo habría tirado a la cara.
—Para que conste, Kim, nunca me acosté con nadie en el instituto... o la
universidad. Es una pena que nunca hablemos mucho. Podrías haberme enseñado algo,
ya que suena como si normalmente hicieras esto de dormir por ahí —dijo con un sabor,
tratando de picar a Kimberly por una vez.
Para su sorpresa, Kimberly se rio. —Vamos, Yenny. Relájate. Sólo porque
recibes demasiada presión de mamá, no significa que tienes que hacer lo que ella dice
todo el tiempo. Sólo tienes que mostrarle lo que ella necesita ver. Y entonces cuando
estés fuera de su vista, ¡podrás ser libre! ¡Tú nunca has aprendido las reglas del juego!
Eres tan tonta.
—¡Y tú eres tan hipócrita! —Adrienne se quebró—. Y no, el alojamiento con
Troy no se trata de complacer a mamá. Se trata de mí, de lo que quiero y no quiero.
—Entonces no creo que te quedes con Troy por mucho tiempo, querida. Me
sorprende como te las has arreglado para retenerlo durante tres años.
—Tal vez sea él quien no quiso dejarlo ir —dijo ella.
Kim puso los ojos en blanco antes de apartarse de ella.
El teléfono de Adrienne sonó.
—Estamos aquí, —dijo Yuan—. Estamos subiendo a nuestra habitación.
—Está bien. Nos vemos, chicos —dijo. Se volvió hacia Kim—. Iré a cambiarme.
Entonces veré a mis amigos.
Sacó un par de trajes de una pieza y un pareo. Se ató el cabello con una cola de
caballo.
Kimberly estaba viendo la televisión cuando salió del baño.
—Te veo luego —le dijo y salió.
Todavía estaba confundida por las palabras de Kimberly mientras esperaba el
ascensor. ¿Era eso lo que estaba haciendo? ¿Estaba tratando de complacer a su madre
e hizo lo que su madre quería delante de sus ojos y luego fue salvaje a sus espaldas?
Pero sabía que a Kim le iba bien en la escuela de medicina, así que no importaba
realmente. Y lo que ha hecho está hecho. Ella podría haber usado este tipo de
información cuando era más joven. No importa qué, ella sigue siendo la oveja negra de
la familia. No pudo cambiar eso. Lo que podía hacer es asegurarse de que no fallarse a
sí misma en la vida desde este punto en adelante.
Cuando el ascensor se abrió, se sorprendió al ver a Justin en él.
¿Qué demonios está haciendo él aquí?
Llevaba puestas sus gafas de sol fuertemente tintadas y no sabía si él la estaba
mirando. Ella miró hacia otro lado cuando entró en el ascensor. Quería tocarlo. Quería
arrojarse a sus brazos. Quería poder sentirlo. Para saber que una vez en su vida, él
existió. Él era real. Que ella no sólo lo soñó.
Justin una sola palabra, Dios. Por favor. Sólo una palabra, me arrojaré a tus
brazos, sin hacer preguntas.
La puerta del ascensor se abrió. Salió sin decir una sola palabra o una mirada.
Como si ella no existiera para él en absoluto.
Las lágrimas rodaban por su cara. Las limpió antes de llamar a la puerta de la
habitación de sus amigos.
—¿Has hablado con Troy? —preguntó Yuan.
—Cariño, ¿mi consejo? —comenzó Jill—. Cuanto antes mejor. Antes de que
empieces a tener dudas. Antes de que tus padres vengan esta noche y tú te acobardes
con sólo ver a tu mamá.
—Justin Adams está aquí —dijo Yuan de repente.
¿Por qué aparece de la nada?
Cuando ella no lo esperaba en este lugar, él aparece. Cuando ella no esperaba
que él sea mencionado en ninguna conversación, su nombre sólo sigue apareciendo.
—¡Sí! Yo también lo vi en el vestíbulo. Debe haber llegado al mismo tiempo que
nosotros. Me encontré con él esta mañana en Blush. Le dije que nosotros íbamos a venir
aquí y tuve que salir corriendo. Es muy agradable, de verdad. Me sonríe. cuando me
encuentro con él. Ya no se hace el esnob desde la entrevista.
—¡Bueno, qué suerte tienes! —Yuan se burló—. Pero lo siento querida, te
enfrentas a una dama con grandes pechos que no tiene miedo de mostrarse en lencería
por todas partes sobre la Quinta.
—¡No voy tras Justin Adams! Sé que está fuera de mi alcance. Pero es bueno
que sepa que existo.
Adrienne no dijo nada en todo el tiempo. El problema de dormir en secreto con
el tipo con el que sueñan tus amigos es que puedes oír hablar de él todo el tiempo,
incluso después de separarse. Ella lo encontró especialmente difícil, ya que se enamoró
de él y se alejó una vez, de una oportunidad en un millón porque decidió ser estúpida.
—¿Estaba con alguien? ¿Estaba con Tara? —preguntó Yuan.
—No lo sé —admitió Jill—. No vi a ninguna chica con él. Lo vi a él charlando
con algunos tipos en el vestíbulo. Pero no hay señales de Tara. Pero sabiendo cómo es
ella, estará aquí por la noche. ¡Dios mío! Creo que lo seguiría hasta los confines de la
Tierra. ¡Ese cartel publicitario es muy útil para ella!
—Sí. Pero no creo que puedas hacer que Justin Adams se comprometa con una
chica que solía trabajar como camarera y ahora desfila en lencería en una pasarela.
Podría ser buena para un mes de sexo, pero sabiendo la historia de Justin con las citas
o la falta de ellas, estaría recogiendo los pedazos de su corazón a esta misma hora el
mes que viene.
Adrienne tragó con fuerza. Quería decirles que Justin merecía una mejor
impresión que esa. ¡Qué Justin es humano! Y puede ser considerado y dulce.
Almorzó con Jill y Yuan. Se sentía culpable por no molestarse en ir a almorzar
con Kim y Troy, pero necesitaba aclarar su cabeza primero y encontrar la suficiente
fuerza, para que la próxima vez que viera a Troy, sea para romper con él.
Jill tiene razón. Cuanto antes mejor.
Después del almuerzo, decidió que había llegado el momento. Salió a
encontrarse con Troy. No necesitaba un guion. Sólo le dirá directamente lo que
necesitaba decir. Si él trata de evadirla de nuevo, ella sería firme.
Ella llamó a su puerta. No hubo respuesta. Debe haber llamado por cinco
minutos enteros, pero parecía que no estaba. Debe haber tomado un almuerzo tardío
con Kimberly.
¡Oh, Dios! ¿Por qué me lo haces tan difícil?
Ella decidió volver a su habitación. Cuando abrió la puerta, se sorprendió por
la visión que tenía delante de ella.
Primero, vio a Kimberly. Estaba de espaldas a ella, con la cabeza tirada hacia la
espalda, estaba desnuda, sus piernas estaban separadas. Estaba encima de... Troy. Troy
tenía sus manos en su cintura. Estaban gimiendo...
Ella tragó con fuerza. La ira y la vergüenza se la comieron. Ella quería vomitar
al verlos delante de ella.
Sabía que este momento sólo sucedería una vez y no quería volver a su historia
y recordar que el momento en que debería han mantenido su cabeza en alto, la perdió
y se escapó. No. Ella sería fuerte. ¡Ella lo soportaría! Así que se quedó allí, y esperó a que
ellos se dieran cuenta de que ya no estaban solos.
De repente, Troy se dio cuenta de que ella estaba allí.
—¡Oh, mierda! —murmuró Troy, y luego inmediatamente empujó a Kimberly
de él. Se puso de pie, sin importarle que estuviera desnudo. Su sexo en plena exhibición.
Bueno, al menos echó un vistazo antes de que rompieran.
¡Dios! Troy nunca me haría tan feliz como lo hizo Justin.
Sonrió sarcásticamente.
—Oh, sólo vine a buscarte para decirte algo importante. Estaba bastante
preocupada por cómo lo tomarías, pero parece que has estado bastante ocupado —dijo
Adrienne, tratando de mantener su voz tranquila—. Lo haces mucho más fácil para mí
darte la noticia, Troy. ¡Se acabó! ¡Adiós! —Luego miró a Kimberly, que se estaba
abrazando en las mantas—. Mami va a estar feliz con esto. Su hija favorita se está
tirando a su candidato de yerno. ¡Apuesto a que ni siquiera le importara que él fuera el
novio de la otra hija!
Luego salió furiosa de la habitación.
Estaba temblando mientras esperaba el ascensor. Cuando la puerta abrió, se
encontró cara a cara con Justin.
¡Mierda! ¿Podrían empeorar las cosas?
Se esforzó por no llorar. Presionó el piso de Yuan y Jill. Viendo a Justin en ese
momento, cuando necesitaba refugio, la hizo querer derrumbarse y perderse en sus
brazos. Su teléfono sonó antes de que ella pudiera soportar el silencio incómodo dentro
del ascensor.
—¿Quién es? —le preguntó a la persona de la otra línea—. ¿Tara? ¿Tara
Lambert?
¡Mierda! ¡Aparentemente, las cosas pueden empeorar!
—Oh, hola. Sí. Estoy bien. Estaba... —ella no esperó a escuchar el resto de lo que
dirá. ¡Ya ha tenido suficiente por hoy! Las puertas del ascensor se abrieron e
inmediatamente salió y se dirigió a la habitación de Jill y Yuan.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas cuando Yuan abrió la puerta. Sabía que
era por la mezcla de ira, vergüenza y dolor que estaba sintiendo.
No tenía el corazón roto, pero se sentía traicionada. No esperaba mucho de
Troy, pero la traición de Kimberly la consumió.
Algunas cosas están muy por debajo del cinturón. ¡Hay algunas cosas que no le
haces a tu hermana!
Fue igual que cuando eran jóvenes. Cada pequeña cosa que ella tenía, no
importa cuán barato, no importa cuán pequeño, si ella parecía feliz con ello, Kimberly
intentaría quitársela. Y peor aún, su madre siempre se ponía del lado de Kimberly.
—¡Santa Mierda! —dijo Yuan cuando les contó lo que vino a descubrir—.
Estabas tan preocupada por cómo ibas a romper con él. Él solo te dio la razón perfecta.
¡Pero Dios mío! Kimberly es un clásico. ¡Dios sólo sabe que perra es esa hermana tuya!
¿Quién hace eso?
Adrienne estaba perdida en sus pensamientos. No quería volver con ella a la
habitación. Su mente estaba desordenada con los pensamientos de Justin, con la imagen
de Kim montando a Troy con locura.
—No sé si debería estar enojada o feliz. Loca porque ellos deben haber pensado
muy poco en mí para hacer lo que hicieron. Feliz, porque la culpa de esta ruptura no
tenía que ser una carga de mi parte.
—Podrías usar esto, ya sabes —dijo Jill con maldad—. Podrías usar esto para
chantajear a Kimberly.
Adrienne se rio a pesar de su dolor. —No importa lo que haga, Kim tiene el
amor y la confianza de mi madre. ¡Y no creo que necesite algo de Kimberly lo
suficientemente malo como para chantajearla!
—Entonces, ¿dijeron algo?
—Creo que se quedaron atónitos —respondió Adrienne—. No creo que fueran
capaces de recuperarse rápidamente. Estuve parada ahí por más de un minuto,
mirándolos... ¡montando el uno al otro! ¡Dios mío! ¡Fue asqueroso!
Jill se rio. —¡No, cariño! Eres virgen. Uno pensaría que es asqueroso. Pero con
el tipo adecuado, la intimidad es realmente genial.
Adrienne lo sabía. ¡Con Justin, era una bendición! Pero ver a Troy hacerlo con
Kim, sintió que se había comido su propio vómito.
—¿Qué quiere Troy? —protestó Yuan—. Quiero decir, mírate, Adrienne. ¡Eres
bonita, sexy e inteligente! Has hecho mucho por ti misma. ¡Eres independiente y
decente! ¿Qué estaba buscando? ¡Kimberly no es ni la mitad de atractiva que tú! ¿En qué
estaba pensando?
—Chicos, no olvidemos que iba a romper con él —dijo Adrienne.
—Sí. Pero él no lo sabía. Todavía no tiene ninguna razón para buscar en otro
lugar —dijo Jill.
—¿Quieres ir a la playa y tomar un poco de aire? —preguntó Yuan.
Adrienne agitó la cabeza. —Creo que me voy a dormir por el momento. Tal vez
cuando me despierte, olvidaré lo que acabo de ver en mi habitación. Todavía me dan
ganas de vomitar —ella suspiró—. Ojalá lo hubiera encontrado antes. Así podríamos
haber roto y separado de una manera más civilizada.
—Sí. ¡Y podría tirarse a tu hermana después de eso! —dijo Yuan
sarcásticamente.
Adrienne descansó en la cama de Jill. Recibió un mensaje de texto.
Jin: Sólo quería saber cómo estabas. ¿Todo bien?
Ella respondió: Si por bien, quieres decir que finalmente encontré las agallas
para romper con mi novio y lo encontré debajo de mi hermana, ¡entonces sí! Todo
es justo en el mundo otra vez.
Le tomó un momento a Jin para responder: Tengo asesinos a mi disposición
con una llamada. ¿Quieres que ordene un golpe?
Ella realmente sonrió a eso. Luego respondió: No. No vale la pena.
Jin: ¿Y tú aventura secreta?
Suspiró tristemente cuando escribió el mensaje: Desafortunadamente...
todavía... tirado.
Jin: ¡Hey Adrienne! Un paso a la vez, ¿ok? Y sonríe de vez en cuando
mientras. Sólo un poco más, y tendrás una mejor vida para mirar hacia adelante.
Te lo prometo.
Ella: Espero que tengas razón. Gracias.
Sonrió ante las palabras de Jin. No sabía cómo se convirtió Jin Starck en su
confidente. Era fácil hablar con él. Y parecía sincero al darle consejos, como lo que él
siente por ella y quería hacerla sentir mejor de cualquier manera que pudiera.
Debe haber dormido durante tres horas. Cuando se despertó, vio a Jill y Yuan
disfrutando de un cigarrillo en el balcón. Se sentía culpable. Debe haber arruinado ya
su escapada de fin de semana. Aún no han estado bajo el sol.
—Lo siento mucho, chicos. Los he arrastrado en esto.
Jill la abrazó. —Cariño, para eso estamos. Somos tus mejores amigos.
Estaremos aquí cuando más nos necesites.
—¿Así que ahora podemos salir al sol y ver el atardecer? —preguntó Yuan.
Adrienne sonrió y asintió con la cabeza. Se preguntó si sus padres habían
llegado. Aunque todavía no estaba preparada para enfrentarse a ellos.
Mientras veía la puesta de sol, mientras nadaban en la playa, Adrienne sabía
que estaría bien. Creía que había perdido a Justin para siempre. Pero si hay una cosa
que aprendió de él, es que necesitaba amarse y apreciarse a sí misma. Ella es más de lo
que se atribuye a sí misma. Es hermosa. Es fuerte. Es atractiva. Ella superaría esto.
17. Vapas Karo
Hindú. Traducción: Por

Adrienne sacó un par de trajes de dos piezas de la bolsa que trajo con ella
cuando fue por primera vez a la habitación de sus amigos. Ahora que se había aliviado
de las cadenas de Troy y Kimberly acababa de demostrarles que no es completamente
prudente como parecía ser, Adrienne pensó que no hay nada de malo en llevar un traje
de dos piezas perfectamente decente. Si sus padres llegan en la noche y si su madre le
da lecciones sobre las virtudes de ser prudente, debe recordar señalarle que su hija
favorita hizo más que usar una pieza de ropa reveladora.
Cuando terminó de vestirse, estaba feliz de ver que su traje destacó su vientre
plano, sus curvas y sus largas piernas. Jill le prestó un par de pantalones capri muy
blancos. El conjunto parecía decente, pero mostraba una pista de su bikini por debajo.
Se sentía sexy y con estilo. Pensó que, si ella estuviera todavía con Justin, sabría
exactamente lo que él le diría.
Su teléfono sonó. Era su padre.
—Cariño —empezó—. No podemos ir. Tu madre y yo, ambos tenemos cirugías
de emergencia. No podemos salir de esto. Los padres de Troy decidieron no ir también.
Nos imaginamos que ustedes pueden divertirse sin nosotros.
—Muy bien, papá —respondió.
Kim ya se está divirtiendo más que yo.
—Cuídate, ¿de acuerdo?
Miró a Jill y Yuan. —Un problema fuera del camino. Mis padres ya no vendrán.
—Bien. Al menos no tuviste que fingir ser civilizada con Troy y Kim delante de
ellos.
Fueron al restaurante a cenar. Ella eligió una mesa en un rincón aislado de
afuera. Se sentó de espaldas a la multitud. Si Kimberly, Troy o Justin entraran, no
querría ver a ninguno de ellos.
Afortunadamente, ninguno de ellos apareció y ella pudo comer por completo
su comida en paz. Todo lo que Jill y Yuan hablaron fueron de sus últimas fechas y
escapadas. También planearon una salida nocturna la semana siguiente, donde irían a
saltar de bar en bar.
—¡La mejor manera de conocer chicos! —dijo Jill.
—Tanto si es heterosexual como si no —estuvo de acuerdo Yuan.
Después de la cena, se reunieron en la playa. Yuan les dio un poco de su cerveza.
—Muy bien, Adrienne, cualquier dolor que sientas, hablaremos de él. Ahora.
¡Con los espíritus! No te pongas en plan Miss Prudencia conmigo, cariño —Yuan le
entregó una botella de cerveza.
Se tomó un trago. Hacía mucho frío, así que no le importó el fuerte sabor.
—¿Alguna vez perdonarás a Kim? —preguntó Jill.
Se encogió de hombros. —No lo sé. Soy consciente de que me odiaba, pero
tampoco esperaba que se acostara con mi novio. Quiero decir, claro, Troy era apenas un
novio, pero, aun así, si tuviera la decencia, no lo haría con él. O por lo menos hubiera
esperado a que rompiéramos antes de que hiciera algo así. ¡Es repugnante!
—¿Alguna vez has pensado en ver a alguien más, aparte de Troy? —preguntó
Jill.
Ella los miró fijamente. ¿Ha llegado finalmente el momento de ser honesta? Lo
haría, se prometió a sí misma que se sinceraría con sus amigos una vez que rompiera
con Troy. ¡Bueno, ella y Troy son historia ahora!
Ella asintió. —Sí, por supuesto. Mi relación con Troy fue absolutamente menos
que perfecta y siento… la necesidad de estar con alguien que encienda mi fuego.
—Durante esos períodos de sequía, ¿no se te ocurrió explorar... ya sabes... otros
horizontes? ¿O estabas tan resignada al hecho de que te ibas a casar con un vegetal? —
Yuan trató de decirlo suavemente. Pero Adrienne sabía que lo que realmente quería
decir: ¿Ni siquiera pensaste en dormir con alguien más mientras estabas con Troy?
Suspiró y tomó un trago de oso, para tener valor líquido. Entonces ella
respondió—: Sí. Sí... lo hice.
Me acosté con otra persona. Engañé a Troy. Quería añadir esas frases, pero las
palabras nunca salieron.
—¿Por qué esperaste tanto tiempo para romper con ese perdedor? —preguntó
Jill.
—Troy era el único chico con el que salía —le dijo Yuan a Jill—. ¿Podrías
culparla por no tener a nadie más con quien compararlo? Ella no sabría qué Troy era la
excusa más triste para un novio porque ella no conocía nada mejor.
Adrienne respiró profundamente de nuevo y reunió todo el coraje que podía.
—En realidad... lo sé. Fui capaz de comparar mi relación con Troy con alguien que fue...
—respiró profundamente—. Pura perfección. La relación era una absoluta felicidad —
Una vez más, sintió que su corazón se rompía cientos de veces más.
Sus amigos le devolvieron el parpadeo. —¿Qué?
—A veces, no podía creer lo que estaba haciendo. Como la vez que fui a Gypsys.
Me vestí con ese traje muy sexy que Jacob eligió para a mí. Fui a ese bar como atractiva
en busca de mi última presa. Y a veces, todavía creo que me lo imaginé. Como si fuera
un sueño.
—Adrienne, ¿de qué carajo estás hablando? —preguntó Yuan.
Ella les sonrió amargamente. —Lo siento, no se los dije antes, chicos. Espero
que puedan perdonarme.
—¿Qué?
—Había alguien más. Troy era el novio oficial. Pero él no era el tipo del que
estaba enamorada. Había alguien más. Sé lo que están diciendo sobre compartir la
pasión y la intimidad con un chico. Y están en lo correcto. Fue perfecto. Fue pura
felicidad.
Yuan y Jill se quedaron en silencio por un momento. Adrienne los miró y se dio
cuenta de que ni siquiera la miraban. Estaban mirando a alguien detrás de ella.
Se dio la vuelta y encontró a Troy mirándola fijamente. Se puso de pie y se
enfrentó a él. —¿Qué quieres? —preguntó.
—¿Qué acabas de decir? —preguntó él enfadado—. ¿Había alguien más?
—Eso no viene al caso, Troy. Terminamos hace mucho tiempo, ¡tú sabes eso!
—Adrienne... ¡todavía podemos arreglar esto!
—¡No éramos nada antes, Troy! Eras... el fantasma de un novio. Ni siquiera eras
un amigo la mayor parte del tiempo. ¿Dónde pensaste que nuestra relación iba a ir? ¿Y
luego te acostaste con mi hermana? ¡Eso sólo lo hizo tan imposible para mí, incluso
tener buenos pensamientos sobre ti!
La cara de Troy se puso roja. Respiró profundamente. Luego, sin previo aviso,
la agarró de la muñeca y la arrastró hacia él.
—¡Suéltame! —dijo Adrienne, arrancando su brazo.
—¡Nos faltaba intimidad! ¡Por eso nos fue mal! —dijo—. Pero no tenía que ser
así, Adrienne. Planeé este fin de semana para que pudiéramos finalmente cruzar esa
línea.
—¿Y también decidiste tener intimidad con mi hermana? Eso es más allá de lo
imaginable.
—¡Es a ti a quien amo, Adrienne! Kim fue un error. Ella fue... ella fue… siempre
está ahí. Y siempre te he echado de menos. Me mató tener que estar tan lejos de ti. ¡Es a
ti a quien realmente quiero! Lo que Kim y yo tuvimos fue sólo sexo. ¡Y no volverá a
suceder!
Adrienne sacudió la cabeza. —Pero yo no te amo, Troy. No ha habido nada entre
nosotros durante mucho tiempo. No importaba si te estabas acostando con mi hermana
a mis espaldas. Iba a romper contigo de todas formas.
—¿Porque había alguien más? —preguntó en tono grave—. ¿Quién era?
—No importa, Troy. No se trata de él. Se trata de ti. Yo no te amo.
Adrienne vio la ira en el rostro de Troy convertirse en furia. Entonces sin
advertencia, la tomó por el antebrazo y la jaló, esta vez con mucha más fuerza.
—¡Maldita sea, Troy! ¡Suéltame! —gritó, luchando por alejarse de a él.
Empezó a arrastrarla, a no escuchar sus súplicas.
—¡Troy, por favor, déjala ir! —dijo Jill.
—¡Déjala ir o llamaremos a seguridad! —dijo Yuan.
—¡Ustedes dos no se metan en esto! —les dijo Troy. Se volvió hacia Adrienne y
le agarró el otro antebrazo. Él estaba maltratando sus brazos ahora—. Esperé tanto
tiempo y no conseguí nada. Y alguien más consiguió disfrutar de tu cuerpo, ¡puta!
Su cara se había acercado a unos pocos centímetros de la de ella y él olía a
cerveza. Adrienne se dio cuenta de que Troy estaba borracho. Se asustó cuando se dio
cuenta de que se inclinaba hacia adelante para besarla en los labios. Ella luchó, pero era
demasiado fuerte.
Podía escuchar a Yuan y Jill gritando. Con todas sus fuerzas, ella lanzó una
bofetada en la cara de Troy que lo hizo retroceder.
—¡Hija de puta! —rugió. Y antes de que pudiera ver lo que se avecinaba, sintió
un dolor agudo en su mejilla, tan fuerte que la hizo caer a la tierra.
Yuan lanzó un puñetazo a Troy, pero él lo golpeó en las costillas y también, cayó
al suelo.
Jill gritó de nuevo—: ¡Ayuda! ¡Ayúdenos!
Adrienne comenzó a levantarse. Vio lo que podría ser la cosa más aterradora
que había visto en toda su vida: El rostro de Troy, lleno de furia, mientras se dirigía a
ella otra vez.
Justo cuando estaba a un metro de distancia de ella, de alguna manera se pudo
retirar. Lo siguiente que vio fue a Troy, en el suelo siendo golpeado arriba.
Había otros dos tipos. Ellos habían tomado al asaltante de Troy para detenerlo.
—¡Mierda, hombre, detente! —dijo un tipo rubio—. ¡Puedes matar al tipo! Ya
ha caído.
Le llevó un momento darse cuenta de que era Justin. Había cargado contra Troy
y le había dado un golpe hasta la médula. Su cara estaba roja y Adrienne se dio cuenta
que nunca antes lo había visto tan furioso. Cuando finalmente se detuvo de atacar a
Troy, sus amigos tuvieron que retenerlo para asegurarse de que no iba ir por él de
nuevo. Troy se sentó en el suelo, sosteniendo su mandíbula con dolor y parecía como si
no supiera lo qué le había golpeado o por qué.
Justin se inclinó para recoger sus gafas que cayeron a la arena.
—¿Qué carajo? —le gritó Troy, cuando encontró la voz para hablar—. ¿Cuál es
tu maldito problema? ¡Métete en tus malditos asuntos!
Justin no respondió. Se volvió hacia Adrienne. En el momento en que sus ojos
se reunieron ella sabía que él vio el terror en su cara. Se había puesto pálida. Él fue a
ella.
—Justin —susurró.
Él no dijo nada. En su lugar, puso un brazo alrededor de su cintura e inclinó su
barbilla hacia arriba para ver el daño de la bofetada que Troy le hizo. Troy había
golpeado más fuerte en su labio inferior, y había empezado a sangrar ligeramente.
—Oh, cariño... —dijo muy suavemente. En medio de todo el terror que tenía y
acaba de pasar, Adrienne quería derrumbarse y llorar. No por el miedo que acaba de
sentir, pero por la suavidad de la voz de Justin. Y porque lo oyó llamarla "cariño" otra
vez.
Justin se inclinó para tocar sus labios con los suyos, en la parte que estaba
sangrado. Ella se dio cuenta de que él chupaba la sangre que salía de ella.
—Qué carajo... —maldijo Troy cuando vio lo que hizo Justin.
Justin se volvió hacia él otra vez. La furia y la rabia volvieron a su cara.
—¿No te dijo tu madre que no le levantes la mano a una chica, Troy? —
preguntó Justin fríamente, todavía estaba obviamente furioso. Liberó a Adrienne y
comenzó con Troy de nuevo—. ¿Y adivina qué? Escogiste a la chica equivocada para
meterte con ella idiota —Luego le dio un puñetazo en la mandíbula una vez más. Troy
cayó al suelo, otra vez.
—Justin, por favor —suplicó Adrienne en voz baja.
La miró y asintió ligeramente.
Él se acercó a ella de nuevo y viendo lo aterrorizada que estaba, cerró su abrazo,
como si le dijera que todo iba a estar bien. Ella podría sentirse segura con él ahora.
—Lo siento, cariño. Lo siento, no vine lo suficientemente pronto —le dijo
mientras le acariciaba la cabeza—. No hubiera dejado que te hiciera daño.
Ella negó la cabeza, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. No sabía si
fue por el alivio o por el miedo que sintió o porque estaba tan feliz de estar en sus brazos
otra vez.
Sintió que él le besaba la sien. Cerró los ojos y rezó para que no fuera un sueño.
Que estaba aquí de verdad. Que estaba de vuelta en sus brazos otra vez.
—Justin, hombre... —uno de sus amigos lo llamó—. ¿Podemos tener unas
palabras?
Justin asintió y se alejó ligeramente de Adrienne. Miró fijamente por un
momento y luego le besó la frente. —Espera un segundo, cariño.
Ella asintió y Justin fue a hablar con sus amigos.
Yuan y Jill fueron a ella con obvio asombro. Se dio cuenta de que el momento
de la revelación había llegado. Hace quince minutos, consideró ser honesta con ellos.
Planeó tomarlo con calma, y ofrecer explicaciones... para decirlo con suavidad. Pero
ahora, los estaba mirando como si acabaran de haber sido abofeteados con la verdad.
Troy había ido a sentarse en la arena. Kim había aparecido mágicamente a su
lado. Adrienne se volvió hacia Yuan y Jill otra vez.
Se sentía perdida por las palabras ahora. Sabía que no había nada que pudiera
decir que hiciera que no la odiaran en absoluto.
Finalmente, Jill fue capaz de encontrar su voz—: ¿Cariño? Justin Adams acaba
de llamarte "cariño"?
Abrió la boca para decir algo en su defensa, pero no salieron las palabras.
—¿Qué está pasando, Yen? —preguntó Yuan—. Quiero decir, claramente, Justin
Adams vino a rescatarte de tu lunático ex. Esa parte la tenemos nosotros. Pero... él
abrazándote, besándote y llamándote cariño con tanta familiaridad... ¡no tiene sentido!
—Y tenías razón. Sus ojos son azules. Eso no fue una suposición, ¿verdad? Ya
antes lo sabías. Recordé que dijiste "azul cristal". El exacto el color de sus ojos. Apenas
lo vemos sin las gafas. Pero parece que le has mirado los ojos más a menudo que nadie
—Jill la sacudió cabeza.
—Adrienne... ¿eras la chica a la que Justin se refería en la entrevista? —
preguntó Yuan—. ¿Con la que dijo que estaba involucrado?
Adrienne gimió. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Luego ella asintió
ligeramente.
—¡Oh Dios mío! —respiró Jill.
Yuan levantó las manos. —¡No puedo creerlo!
—Intenté decírselos antes —dijo Adrienne—. Pero se rieron de mí. Pensaron
que estaba bromeando.
—Entonces deberías habernos abofeteado a los dos y decirnos que estabas
hablando en serio —dijo Yuan con voz frustrada.
—Estaba a punto de decírselos, antes de que Troy viniera a nosotros —dijo
Adrienne en una voz tranquila—. Y les contaré todo. Les explicaré todo desde el
comienzo. Pero no puedo hacerlo ahora, no después de lo que acaba de pasar. Espero
que ustedes puedan entenderme y darme algo de tiempo para resolver las cosas.
No dijeron nada. Miraron a la figura que estaba de pie detrás ella. Justin
reapareció a su lado y le puso un brazo alrededor de la cintura.
—Hola, Jill, Yuan —Los saludó casualmente. Finalmente, los conoció. Y esta no
era la forma en que Adrienne imaginaba presentar a Justin con sus amigos
Jill y Yuan asintieron con la cabeza, pero aun así le dieron una mirada a
Adrienne, una mirada asesina.
Justin se volvió hacia Adrienne. —Mejor te llevamos adentro, cariño —le dijo—
. Tienes frío, y tenemos que atender esa herida.
Adrienne asintió. Se dirigió a sus amigos. —Hablaré con ustedes, más tarde. Lo
siento mucho.
Justin puso un brazo alrededor de sus hombros y la llevó de vuelta hacia el hotel
en silencio. Se sentía demasiado agitada y confundida. Pero también estaba feliz. En su
mente, ella seguía preguntándose si él era real. Si esto era real. ¿Realmente caminaba
con ella? ¿Sus brazos están realmente alrededor de ella una vez más?
Cuando entraron en el ascensor ella dijo—: Justin, no puedo volver a mi
habitación. La comparto con Kim y no puedo soportar estar en la misma habitación con
ella ahora. Simplemente no puedo.
Justin la miró fijamente un momento. —Nunca dije que fuéramos a tu
habitación —dijo. Su voz era seria y un poco fría. La mirada que él que le dio era
distante—. También, tenemos que hablar tú y yo. Y no voy a aceptar un no por una
respuesta esta vez.
Su corazón palpitaba en su pecho. Justin se paró a su lado, pero no la toco.
Pareció una eternidad antes de que el ascensor se detuviera en su piso.
Justin la llevó a su habitación. Alquiló la suite con una cama king size y un gran
balcón. La habitación que compartía con Kim era incluso más pequeña que la sala de
Justin.
Cerró la puerta detrás de él. Ella lo miró fijamente con nerviosismo. Él la miró
de vuelta.
—Gracias —dijo tranquilamente.
—¿Por qué? —preguntó él.
Ella se encogió de hombros. —Por rescatarme de Troy. Me di cuenta de que
Yuan no podía hacerle mucho a él.
—Le habría hecho más si no me hubieras suplicado que parara —dijo
fríamente.
—Justin, podrías meterte en problemas por eso. ¿Y si Troy te demanda por
daños y perjuicios? Le diste la paliza de su vida.
Justin sacudió la cabeza. —No me importa. ¡No debería haberte tocado! Se
merecía lo que le pasó.
Las lágrimas brillaban en los ojos de Adrienne mientras lo miraba. —Gracias
—susurró—. ¡Estoy tan contenta de que estés aquí!
No se movió. Sólo se quedó mirándola, estudiándola, esperando para que ella
dijera algo. En sus ojos, ella aún podía ver cuán profundamente estaba herido él. Qué
pequeño le hizo sentir.
—Oh Dios, Justin, lo siento mucho —susurró. Las lágrimas rodaron hacia abajo
de sus mejillas.
—¿Por qué? —preguntó él.
—Por... no escucharte. Por no darte la oportunidad de explicarte —ella siguió
llorando.
Él le levantó una ceja. —¿Y?
—Por... mentir sobre ti a mis amigos. Por hacerte sentir como si yo me
avergonzara de ti... de lo que teníamos.
Cuando él seguía callado, ella lo miró fijamente, preguntándose qué estaba
pasando por su mente. —Continúa —instó.
Ella sonrió amargamente. —Por no luchar por ti. Por renunciar a ti. Por no creer
en ti a pesar de todas las cosas que me mostraste. Por no confiar en ti... aunque yo
debería saberlo. Por pensar... que tú me estabas engañando.
—¿Todavía crees que me acosté con ella? —preguntó con voz firme.
Adrienne miró hacia abajo, sintiendo vergüenza de sí misma. Ella sacudió la
cabeza. —No.
Ella sintió que Justin levantaba su barbilla para poder mirarlo. —¿Todavía
crees que te engañaría?
Se mordió el labio. —¿Lo harías?
Justin se quejó. De repente, la agarró por la cintura y la aplastó a ella en sus
brazos. —¡Eres increíble! A veces me vuelves loco —su voz era suave, sus brazos
apretados y cálidos alrededor de ella. Luego tiró y la miró a los ojos—. Sé que viviste tu
vida alrededor de gente desconsiderada, que no hizo nada más que aplastar tu espíritu
y te hizo sentir que todo lo que eres, y todo lo que haces... es mediocre. ¡Ellos están
equivocados, Adrienne! Estoy aquí delante de ti, y les digo... ahora... que eres la mujer
más hermosa ante mis ojos. Tú eres... increíble. Eres hermosa, por dentro y por fuera. Y
estoy absolutamente, indudablemente loco por ti. ¡Y no! Nunca jamás te engañaría.
Adrienne sonrió a pesar de sus lágrimas. No podía creer que escuchó estas
palabras de Justin. Que finalmente deletreó alto y claro que está loco por ella.
Justin la miró a los ojos y le secó las lágrimas de sus mejillas. —Así que ahora...
¿Troy es historia?
Ella asintió
—¿Segura? ¿Le dijiste que se acabó? ¿Finito?
—Lo hice —respondió—. Deseaba decírselo antes de encontrarlo entre las
piernas de Kimberly. Pero, sin embargo, lo dije.
Justin le levantó una ceja. —¿Se acostaba con tu hermana? —él pregunto,
obviamente encontrando eso difícil de creer.
—Sip. Ojalá me lo hubieran dicho, ya sabes. No necesitaba ver la evidencia —
dejó escapar un pequeño escalofrío.
Justin sonrió. —¿Así que, la posición de novio actual y oficial está finalmente
abierta? —preguntó, sus ojos bailando.
Ella le sonrió, su corazón latiendo dentro de su pecho.
—Sí —respondió ella.
—Si no le importa, Srta. Miller, me gustaría presentarme para el puesto.
Le sonrió. —Bueno, tendré que ver si pasas la audición primero —bromeó.
Los ojos de Justin brillaron y le sonrió maliciosamente. Adrienne se dio cuenta
entonces de lo traviesa y pervertida que sonaba.
Justin la llevó hacia él con un poco de brusquedad. Ella chilló—: Justin, ¡Espera!
No quise decir... —ella empezó a protestar.
Él la levantó de sus pies, sus manos ahuecando sus muslos, haciéndola envolver
sus piernas alrededor de su cintura y empezó a llevarla al sofá.
—No se preocupe, Srta. Miller. ¡Sé exactamente lo que quiso decir!
Su risa murió en su garganta mientras él aplastaba sus labios contra los de ella
tan pronto como aterrizó en los suaves cojines. Unos minutos más tarde, estaba
gritando su nombre mientras la llevaba al borde del olvido y poco después conoció las
puertas del Nirvana.
18. Opinbera
Islandia. Significa

Adrienne yacía en el sofá, apoyando su cabeza en el hombro de Justin. Ella


sonrió con satisfacción. Es cierto que su vida aún no era perfecta. Sus amigos estaban
enojados, su madre pronto haría lo mismo cuando se enterará de que había terminado
con Troy. Su relación con Kim era peor que antes. Pero de alguna manera, todavía sentía
esta oleada de felicidad dentro de ella. Sintió que todo saldría bien. Y sabía por qué.
Estaba de vuelta en los brazos de Justin. Dijo que estaba loco por ella. Y ella sentía lo
mismo. Esta noche, se acaba de convertir en su novio oficial.
Justin le dio un apretón y sintió que él le besaba la frente. Ellos saborearon estar
en el abrazo del otro, otra vez.
—¿Cómo supiste que necesitaba ayuda? —preguntó.
—Me senté en el bar y te observé. Lo vi acercarse a ti. No sabía que estaban
peleando, hasta que te vi darle una bofetada. Fue entonces cuando salí corriendo. Pero
no llegué lo suficientemente rápido. Él te golpeó primero.
—¡Gracias! —dijo otra vez—. ¡Gracias a Dios que estabas allí! Y por alguna
buena coincidencia que hayas venido a este centro turístico.
—Sabía que estarías aquí —admitió tímidamente.
—¿Qué?
Respiró profundamente. —Me encontré con Jill esta mañana. Le pregunté por
qué estaba apresurada. Dijo que ustedes vendrían aquí. Por suerte para mí, ella estaba
tan emocionada, que incluso mencionó el hotel en el que se alojaban y quién venía
contigo —Hizo una pausa por un tiempo—. No lo sé... yo sólo... —él suspiró—. Quería
verte con tus amigos y tu novio. Quería ver si eras feliz... para poder convencerme de
que no me necesitabas más en tu vida... para que finalmente pudiera trabajar en sacarte
de mi mente, fuera de mi sistema.
Adrienne sacudió la cabeza. —No era feliz, Justin. Era... ¡miserable! Actuaste
como si no me conocieras en absoluto, como si no fuera nada para ti. Y no quisieras
tener nada que ver conmigo —Una lágrima se deslizó por ella mejilla—. Y sé que me lo
merecía. Porque a pesar de todo lo que dijiste, todo lo que hiciste por mí... todavía no
confiaba en ti. No creía en que nunca me harías daño.
—Traté de explicarte quién era ella, Adrienne. Su nombre es Julianne. Es la
gemela de Gian. Te dije que tenía un primo que me visitaba. Su apodo es Ian. Eso debe
haberte confundido. Debes haber asumido Gian tenía un gemelo idéntico.
Adrienne asintió tímidamente.
—Te lo expliqué. En los mensajes de voz, en mis mensajes de texto. Debes
haberlos borrado sin leerlos o escucharlos... —respiró profundamente—. En ese
momento, pensé que tal vez sólo querías terminar lo que teníamos.
Adrienne lo miró fijamente con culpa. Sabía que no podía decir cualquier cosa
que le hiciera saber lo mucho que lo lamentaba. Se levantó y le besó sus labios. Él le
devolvió el beso. Sintió a Justin sonreír contra sus labios.
—Dios, extrañé besarte.
—¡Dios! ¡Justin, fui tan estúpida!
Se inclinó hacia adelante para besarla en la frente. —Yo también lo siento,
cariño. Debería habértelo dicho la noche anterior. Debería habértelo dicho...
—No tenías que hacerlo, Justin. No me debías eso. No tenías que decirme todo
lo que haces.
—Pero yo quería —dijo—. Estaba muy emocionado de mostrarte mi nuevo
coche, en realidad. Tenía una placa especialmente hecha...
—Ienne2 —susurró.
Él asintió con la cabeza. —Quería ver cómo reaccionarías cuando lo vieras. Sé
que estarías furiosa conmigo, ya que estoy desafiando tu petición de mantenernos un
secreto. Pero era mi pequeña forma de demostrar que nos… pertenecemos juntos.
—Y cuando Jill me lo contó, pensé que pertenecía a la chica que había
encontrado en tu apartamento.
Sacudió la cabeza. —Se refería a ti.
Ella acercó su cara a la suya y lo besó de nuevo. Cuando él profundizó el beso,
sintió un escozor en el labio.
—¡Ouch! —se rio. Se había olvidado de la herida que Troy le ocasiono. En su
entusiasmo por hacer el amor con Justin de nuevo, ella ni siquiera sintió algún dolor
cuando él aplastó sus labios contra los de ella.
—Lo siento, cariño. Me olvidé.
Ella asintió. —Está bien. Yo también lo olvidé.
—Vamos, vamos a refrescarnos.
—Justin, tengo que volver a la habitación de Yuan y Jill. Estaba compartiendo
la habitación con Kimberly. Y no puedo soportar verla ahora mismo.
Le levantó una ceja. —¿Quién dijo que te ibas a quedar con Yuan y Jill? Pasarás
la noche aquí conmigo, cariño.
—Pero Jill y Yuan están enojados conmigo.

2
Si tienen dudas, Ienne (Adrienne) Y su sonido es similar a Yen. De ahí su apodo.
—Si vuelves a tu habitación, ¿hará alguna diferencia? Ellos ya saben de
nosotros. Estoy seguro de que abran adivinado que pasarás la noche conmigo.
—No lo harán. Todavía creen que soy virgen —Adrienne entrecerró los ojos.
Justin sonrió. —Entonces, cuando pases la noche conmigo, ellos no pensarán
eso de ti mañana por la mañana. Soy el libertino más buscado de la ciudad, ¿recuerdas?
Ella le pellizcó el costado. —¡Eres tan engreído!
Se rio.
—¿Ya has cenado?
—Apenas, no tenía apetito —respondió.
Justin llamó al servicio de habitación. Luego la tomó en sus brazos y la llevó al
baño.
—Puedo caminar, sabes —dijo ella, mirándolo fijamente.
—Haz como si no pudieras, así tu nuevo novio sentirá que es un héroe —le
guiñó un ojo.
—¿Nuevo novio? ¿Dije que pasaste la audición?
Sonrió. —Considerando que gritaste mi nombre tres veces, creo que acabo de
ganarme el derecho a reclamar esa posición.
La cara de Adrienne se puso roja y le pellizcó el brazo a Justin otra vez.
—¡Ouch! ¡Adrienne! ¿Quieres que te deje caer? —preguntó, riendo.
—¡No te atrevas!
La acomodó en la ducha. La ayudó a quitarse las piezas restantes de su ropa e
hicieron lo mismo con la de él. Luego le dio una sonrisa pícara y antes de que Adrienne
pudiera preguntar qué estaba haciendo, él encendió la ducha y Adrienne chilló cuando
el agua fría golpeó su piel. Él se rio y la abrazó.
Cuando ella lo miró, parecía un niño juguetón. Sus los ojos azules de cristal
estaban bailando. Se dio cuenta de que era exactamente así en Alaska. Este era Justin...
sin restricciones.
—Te extrañe muchísimo —Se inclinó hacia adelante y lo besó en los labios.
—¿En serio? ¿Qué es lo que más extrañaste de mí? —preguntó.
Ella sonrió. —Tus ojos.
—¿Mis ojos? —repitió.
Ella asintió. —Siempre los mantienes ocultos detrás de esas gafas tuyas. Tu
cara se ve sin expresión, a veces, incluso fría. Pero tus ojos frecuentemente bailan con
risas. Me encanta la forma en que puedes ser tan serio y aun así tus ojos son muy cálidos.
—¿En serio? Eres la primera en notarlo.
—Tal vez fui la primera que los miró muy de cerca —ella sonrió.
—En efecto, lo eres.
—Sabes... tenía especial curiosidad por el color de tus ojos. He... —Recordó la
novela que empezó a escribir después de que se mudó a su apartamento. Se dio cuenta
de que no lo había pensado desde que conoció a Justin.
—¿Qué? —preguntó. Se sonrojó y se dio la vuelta. Pero Justin la conocía mejor.
Él coloco su barbilla hacia arriba—. ¿Qué pasa?
Se sintió avergonzada de admitir esto. Pero se dio cuenta de que prometió
confiar en él. Y debería... no importa cuán pequeño o embarazoso podría ser.
—Bueno, eras un tipo popular. Mis amigos hablaban de ti todo el tiempo. Pensé
que eras lindo y todo eso, pero nunca fantaseé contigo. No entendía por qué algunas
chicas perdían el aliento al verte. Y entonces… descubrí que eras mi vecino de al lado.
Yo estaba fascinada contigo. Decidí ver de qué se trataba el alboroto. Yo estaba...
observándote a veces... tratando de ver cómo eras.
Ella lo miró fijamente. Estaba mirando si su expresión mostraba signos de
pánico. Tenía miedo de que él gritara: ‘Acosador... ¡Alerta! ¡Alerta de acosador!' dentro
de su cabeza. Pero cuando lo miró a los ojos, estaban bailando de nuevo.
Ella sonrió tímidamente. —Empecé a escribir una novela. Y... creé un personaje
de ti.
Levantó una ceja. —¿En serio? ¿Qué tipo de novela?
Se encogió de hombros. —Romance histórico. Eras un caballero pícaro. Pero
seguro que eras un "libertino" —se rio.
Él preguntó. —¿Había una damisela pelirroja en apuros?
Ella lo miró fijamente. Sus ojos brillaban, asintió tímidamente.
—¿Y cómo resultó eso? —preguntó él.
Ella se encogió de hombros. —No lo terminé, todavía.
—¿Por qué? —preguntó.
—Te conocí. Y no he vuelto a escribir ni una sola palabra.
—¿Cómo crees que terminará eso? —preguntó. Ella sonrió porque sintió que
realmente parecía interesado.
—No he pensado en ello todavía —dijo—. Pero espero que lo haga terminar en
un felices para siempre.
La miró fijamente durante un rato y suspiró. Algo se le cruzó cara. Un
pensamiento, una expresión. Pero la atrajo hacia él demasiado rápido, ella no era capaz
de descifrarlo.
—Estoy seguro de que haré todo lo posible para asegurarte de que terminen
en ese camino —La abrazó fuertemente, manteniéndola caliente contra el frío del agua
que se derrama sobre su piel.
Después del baño, Justin la besó suavemente en los labios y salió para abrir la
puerta.
Se puso una bata de baño fresca y luego se secó el cabello con una toalla.
Cuando salió, Justin acababa de terminar de preparar la comida que había
ordenado por el servicio de habitación.
Ella se dio cuenta de que no tenía ropa que ponerse.
—Oh, Dios mío. Voy a tener que ir a la habitación de Kim después de todo.
—¿Por qué?
—No tengo ropa que ponerme, Justin.
Se acercó a ella y le rodeó la cintura con sus brazos. Luego él sonrió
maliciosamente. —No necesitas ninguna esta noche.
Se rio. —¡Jus-tinn!
Se rio. —Aquí —le dio una bolsa—. Tenía servicio de habitación para entregar
un par de calzoncillos frescos de su tienda de recuerdos. Están limpios y secos.
—¿En serio? ¿Lo hacen tan rápido?
—Considerando que tripliqué el precio, estoy seguro de que harían magia.
Le dio una camisa blanca de manga larga de su armario. —Espero que no te
importa llevar algo mío esta noche —sonrió—. Llamaré para volver a comprar y te
entreguen un traje de baño. Entonces mañana, vamos a tu habitación para recoger el
resto de tus cosas.
—Gracias —Se dirigió al baño para vestirse.
Justin la estudió de pies a cabeza cuando salió del baño usando su camisa.
—¿Me veo bien?
La tomó en sus brazos y la besó. —Eres atractiva.
Ella sonrió y le devolvió el beso. Se dio cuenta de que extrañaba oír esa línea.
Ella se rio, y le devolvió el beso. Entonces él dijo—: Estoy feliz de que tú me
convirtieras en un personaje. Para ser honesto contigo, te estaba observando siempre
que pude, también. Te conocí por Blush. Eras una esnob y yo estaba intrigado. Y siempre
que te sentabas en tu balcón, me fascinabas, te veía perdida en tus pensamientos. Te vi
hablando por teléfono y no pude distinguir la expresión de tu cara. Pero ahora que te
conozco, me he dado cuenta que, durante ese tiempo, estabas hablando con tu ex-novio
o tu madre.
—¿Pudiste ver mi frustración desde lejos?
Se encogió de hombros. —No vi tu felicidad. Por eso estaba tan sorprendido de
verte en Gypsys. Viéndote como lo hiciste. ¡Y Dios! ¡Te veías tan caliente!
—Y pensé que ni siquiera me reconocerías o me recordarías después.
Se rio. —Estaba... a punto de acosarte cuando estabas en casa, para ser honesto.
Por eso fue tan divertido cuando introdujiste a Jamila McBride. Ya sabía mucho sobre ti
cuando me acerque a ti esa noche.
—Esa noche cambió mi vida. Cambió la forma en que veía las cosas. Tengo que
apreciarme más ahora —Ella lo miró—. Gracias, Justin Adams. Por entrar en mi vida...
cuando ni siquiera te lo pedí.
Sonrió. —Y gracias, Adrienne Miller. Por mirarme en una luz diferente —Se
inclinó hacia adelante y besó sus labios suavemente. Luego dijo—: Ven. La cena se está
enfriando.
Después de la cena, se sentaron en el balcón y bebieron cerveza.
—Dime otra vez qué pasó con tu hermana.
—Vine aquí para aclarar mi mente. Y para romper con Troy. Cuando no lo
encontré en su habitación, volví a la mía y a la de Kim. Encontré que estaba ahí. Entre
las piernas de Kim.
Justin la miró fijamente durante un rato. —¿Puede tu hermana hacerlo peor?
—él sacudió la cabeza—. ¿Estás segura de que tienen los mismos genes?
Se encogió de hombros. —No sé lo que le he hecho.
—¿Y este personaje Troy? ¡Qué perdedor! No entiendo que más estaba
buscando. Te tenía a ti. Y tú... eres perfecta, como eres.
—No, no lo soy. Para él, sería una vergüenza para su familia. Su hermano se
casó con una abogada importante, y de alguna manera no pudo aceptar el hecho que él,
por otro lado, se casará con una escritora de vanidades.
Justin sacudió la cabeza. —¿Por qué? ¿Esperaba que su esposa se ganará la vida
para él?
—Todo era ego para él.
Justin respiró profundamente. —Si una persona... tuviera el derecho de elegir
con quién se casa, debería casarse por amor. Es un privilegio poder elegir tu propia
felicidad. ¿No se da cuenta de eso? No todo se trata de dinero y prestigio. Preferiría estar
sin dinero y casado con la chica de mis sueños.
Adrienne sonrió. —Tus padres deben haber estado tan enamorados cada uno
del otro para que pienses de esa manera, a pesar de lo que eres.
Justin apartó la mirada de ella. Pasó un tiempo antes de que hablara. —Mi
padre siempre ha sido Jac Adams. Heredó el imperio de mi abuelo. Pero estaba casado
con una mujer con la que estaba emocionado de volver a casa. La mujer con la que se
sintió satisfecho... que agitó su sangre, afectó a sus sentidos y desafió su inteligencia.
—Estoy segura de que son felices.
Justin sonrió y asintió. —Mucho. Cada día que los veo, ellos todavía parecen
estar recién casados. Mi padre adora a mi madre desde la cabeza hasta los pies.
—Tu madre... ¿qué hace?
—Ella también venía de una buena familia. No trabajó ni un día en su vida.
—Por buena, quieres decir... rica, poderosa, decente.
Justin respiró profundamente. Asintió con la cabeza. —Heredera de una de las
cuatro compañías que su familia poseía. Pero no tenía ningún interés en gestionarla
¿Cómo podría estar interesada en la minería?
—¿Y qué pasó con el negocio de su familia entonces?
Justin la miró seriamente y luego, con voz baja, dijo—: Eso... se convirtió en
parte de Industrias Adams.
—¿Tu padre la adquirió?
Justin asintió. —Durante ese tiempo, el negocio familiar de mi padre era el más
grande de la industria. La adquisición de la compañía de mi madre lo hizo incluso más
grande.
—Tus padres deben ser muy afortunados de haberse encontrado.
Justin suspiró. —No creo en la suerte. Si la quieres, ve por ella —su voz se volvió
firme y sobria.
Adrienne sonrió. —No es de extrañar que se te señale como el heredero rebelde
de Industrias Adams.
Él le sonrió a ella. Le extendió la mano. —Tengo la sensación de que siempre lo
seré.
—Si tus padres están tan enamorados el uno del otro, ¿cómo es que fuiste hijo
único? —preguntó.
—Cuando Jeffrey murió, mi madre no lo tomó bien. Después de unos cuantos
años, intentaron tener otro bebé, pero... no pudieron.
Adrienne le apretó la mano. —Hubieras sido un maravilloso hermano. Eres un
primo maravilloso.
—Siempre me pregunté cómo sería Jeffrey. ¿Sería tan terco como yo?
¿Desafiaría a mamá y papá? ¿Le gustarían las mismas las cosas que hago? ¿Preferiría
ser un hombre de negocios como yo estoy destinado ahora o le gustaría ser abogado o
médico en su lugar?
Ella extendió la mano y la apretó de nuevo.
—Tienes una vida bendita, Justin. No sabes lo afortunado que eres. Tal vez
Jeffrey se convirtió en tu ángel de la guarda. Él siempre cuidará de ti. Ya que tú eres
quien viviría, él se aseguró de que tu vida fuera bendecida.
Justin la miró fijamente a los ojos, y ella creyó ver un indicio de lágrimas en sus
ojos. Sonrió y le devolvió el apretón de mano.
—Creo que hubieran sido mejores hermanos que Kimberly y yo de hermanas
—añadió—. Nuestra relación es una lástima, de verdad. Y lo que es peor, mis padres no
hicieron nada al respecto. De alguna manera, incluso creo que la raíz de todo esto es mi
madre. Cuando éramos jóvenes, Kim siempre quiso lo que era mío. No importa cuán
baratos o destartalados fueran mis juguetes, si ella me veía feliz con ello, siempre
intentaba quitármelo. Y mi madre siempre se ponía de su lado —Ella lo miró—. Creo
que Jeffrey te amaría más que a su vida. Creo que siempre estaría ahí para ti. Él querría
lo mejor para ti.
Las lágrimas rodaron por su cara. Justin se levantó de su asiento y tiró de ella,
levantándola suavemente y la abrazó. Entonces ella se perdió. Dejó que la consolara.
Lloró mucho y lo abrazó fuertemente. Él no dijo nada. Él sólo le permitió llorar. Acarició
su cabeza mientras apoyaba una mejilla contra la frente de ella. La dejó derramar todo,
pero a través de su abrazo, le dijo que él estaba allí para ella. Que la atraparía cuando se
cayera. Que, con él, siempre sería adorada y apreciada.
19. Nar
Árabe, significa

Se prepararon para dormir. A los pies de la cama, Adrienne miraba Justin


acercarse a ella. Tomó su cara en sus dos manos.
—Mi dulce y hermosa Adrienne... —susurró.
Luego la besó suavemente. Envolvió sus brazos alrededor de su cintura. Ella le
devolvió el beso y le rodeó el cuello con sus brazos.
Él desabrochó la camisa que ella llevaba puesta. Y pronto, estaban besándose
apasionadamente. Le quitó la camisa. Él le acarició el cuello. Ella gimió. Sintió el deseo
familiar arrastrándose en cada una de sus venas, lentamente consumiéndola,
bloqueando sus sentidos.
Adrienne pensó que ya no se sentiría así. Durante días, pensó que todo lo que
podía hacer era llamar la memoria de Justin a su mente, así podría sentirse viva de
nuevo. Porque pensó que se había acabado. Que lo que tenía lo perdió para siempre.
Apenas podía creer que estaba de vuelta en sus brazos. Y él encendió todas sus
pasiones de nuevo, despertándola hasta que su mente se fue completamente en blanco
con la necesidad y el anhelo.
—Justin —susurró roncamente—. ¡Oh Dios! Justin, por favor...
—Te he echado mucho de menos, cariño —susurró roncamente. Se besaron el
uno al otro, sintiendo los efectos del tiempo que pasaron separados. Se abrazaron el
uno al otro, devorándose mutuamente con sus besos—. ¡Te deseaba tanto! —le dijo.
—¡Entonces tómame, Justin! —susurró ella con voz ronca.
Cayeron a la cama y apenas un segundo después, eran uno. Cuando la miró, sus
ojos eran un poco más oscuros. Fueron drogados con el deseo y consumidos por la
pasión. Sentían chispas familiares que se arrastraban en cada vena, hasta que la llevó al
borde de la locura.
—¡Justin! —gritó.
Sus labios descendieron sobre los de ella y él se tragó sus gritos. Luego se movió
con más urgencia hasta que ella lo escuchó gritar su nombre—: ¡Adrienne, cariño! —
Luego la abrazó fuertemente y ella sintió su cuerpo estremecerse.
Cuando terminó, miró hacia arriba y la miró fijamente. Se inclinó y besó sus
labios suavemente.
—Mi Adrienne. Finalmente... mi Adrienne... —susurró.
Ella le sonrió débilmente. Él se acostó de espaldas y la reunió suavemente en
sus brazos. Él inclinó su barbilla hacia arriba y ella lo miró a los ojos.
—Lo siento. No fui muy amable. Te he echado tanto de menos, que casi temía
que no fueras real.
Ella sonrió. —Yo también. Está bien. Te quería tanto como tú me querías.
—Tenemos mucho tiempo para recuperar el tiempo perdido —él sugirió.
Ella suspiró. —Fui una estúpida, Justin. Te juzgué. Supongo que tenía miedo de
tu reputación a pesar de conocerte mejor.
—Lo sé —respondió—. Pero está bien, cariño. Los dos estamos aquí ahora.
Respiró profundamente. —Y ya que estamos en el tema de tu reputación,
necesito preguntarte algo, sólo para dejarlo claro y escucharlo de ti directamente.
—Bien. ¿Qué es?
—Alguien dijo que estabas de fiesta con Tara Lambert.
Se rio. —¡No lo estaba! Salí con mis amigos y ella pasó para conocer a uno de
ellos. Ella estaba allí en Oxygen. Pero no, no bailé con ella. No coqueteé con ella. Ni
siquiera intercambié tres frases con ella. ¿Está bien?
—Estabas hablando con ella esta mañana por teléfono —dijo.
Puso los ojos en blanco. —De alguna manera, ella consiguió mi número. Debo
recordar dejar inválido a quien se lo haya dado —La miró por un momento—. Si me
escuchaste lo suficientemente bien, incluso pregunté primero quién era. Significa que
no tenía su número. Y porque creo que preguntarás de todas formas, te lo voy a decir
ahora, me estaba preguntando cómo estaba, bla, bla, bla. Me preguntó dónde estaba, y
le dije directamente que estaba en el ascensor con mi novia. Pero saliste del ascensor
demasiado rápido. No creo que hayas escuchado eso —le sonrió suavemente—. En ese
momento, yo quería saber qué se sentía llamarte mi novia.
—¿Y?
Besó sus labios suavemente. —Se sintió tan bien, que me di cuenta de lo mal
que se sentía... Quería que fuera verdad.
—Oh, Justin. Siento que nos haya llevado tanto tiempo llegar aquí.
—No importa. Ahora es verdad —le sonrió—. Y confía en mí, cariño, no he
estado con ninguna otra mujer desde que te conocí. Antes de ti. La última mujer con la
que he estado se llamaba Jamila McBride. Y he estado fiel desde entonces.
Adrienne sonrío.
Entonces Justin añadió—: ¿Cómo podría hablar con ella, cuando todo el tiempo,
yo estaba maldiciendo el día que Ian se quedó a dormir en mi apartamento?
Se rio. —¿Por qué?
—Porque casi te pierdo —La besó de nuevo. Luego él se rio—. ¡No puedo
creerlo! Estabas celosa.
—¡No lo estaba! —Negó, alejándose de él.
Él sonrío, y la llevó hacia él para darle un fuerte abrazo. —Lástima —él
susurró—. Me hubiera gustado que lo estuvieras. Porque estoy seguro como el infierno
que quería golpear las paredes cada vez que pensaba en Troy.
Se rio. —Ok, quizás estaba celosa. Un poco —admitió—. Quiero decir que
cuando vi a Ian me quedé... aturdida. Soy una mujer... y soy heterosexual. Pero pensé,
wow, ¡es tan hermosa!
Justin se rio. —¡Más vale que lo seas! Ella es mi carne y mi sangre.
Los ojos de Adrienne se abrieron de par en par y fingió que se ahogaba. —
¡Ayuda! ¡No puedo respirar! ¡Tu cabeza inflada está ocupando todo el espacio de la
habitación!
Justin se rio más fuerte y la apretó contra él otra vez. —¡Vamos! ¿No te parezco
al menos un poco guapo?
Ella rodó encima de él. —Guapo es un enorme eufemismo, en realidad —ella le
sonrió—. Eres pecaminosamente guapo —Luego se inclinó hacia adelante y se besaron
hasta que se perdieron en el calor del amor una vez más.
Hicieron el amor de nuevo cuando se despertaron por la mañana. Adrienne
suspiró contenta. Estaba feliz. Era la felicidad.
Entonces se dio cuenta de que su tiempo se había acabado. Era el momento de
enfrentarse a Jill y Yuan, y luego a Kim y Troy.
Ella sintió que sus latidos duplicaban su velocidad.
Justin rodó sobre ella y la miró, estudiando su cara.
—Cariño, ¿estás bien? —preguntó.
Ella se acercó para acariciar su cabello. —Estaba pensando que... es hora de
enfrentar las cosas.
Justin le sonrió disculpándose. —Sabes que estoy contigo en esto ¿verdad?
Ella asintió. Él se inclinó hacia adelante y la besó. —Vamos a tener el desayuno,
—sugirió.
—Está bien. Pero prométeme que vendrás aquí alrededor del mediodía sólo
para poder hacerle el amor a mi dulce y encantadora Adrienne otra vez.
Se rio. —Me sorprende que lo digas quince minutos después de que acabamos
de hacerlo.
Sonrió. —No he estado contigo por más de una semana, ¿qué esperabas? ¿Crees
que fue fácil para mí encontrarme contigo en Blush? ¿Verte enojada en tu oficina?
—¡No estaba enojada! —protestó, riéndose.
Se rio. —¿En serio? ¿Así que los ojos hinchados y el mal humor no eran por mi
culpa?
Ella lo pellizcó. —¡Bastardo con suerte!
Llevaba un traje de dos piezas y un pareo que le rodeaba la cintura. Bajaron a
la playa de la mano.
Encontraron a Yuan y Jill ya desayunando en el restaurante. Ella se acercó
nerviosamente a ellos.
—Hola chicos —los saludó.
—Yuan, Jill —Justin asintió a sus amigos.
Yuan y Jill sonrieron, pero no dijeron nada.
Justin la miró, sus ojos le preguntaron si ella quería que él se quedará con ella
mientras hablaba con sus amigos.
Respiró hondo y susurró—: Estaré bien.
—Bien. Iré a buscar a Mike y James. Volveré en un rato.
Ella asintió. Justin se inclinó para darle un beso en sus labios.
—Los veré más tarde chicos —les dijo a Yuan y Jill antes de irse.
Ella se sentó en la mesa. Yuan y Jill la miraban fijamente.
No hablaron... pero si las miradas pudieran matar, ella estaría muerta en un
minuto.
Tomó un cigarrillo del paquete de Jill. En ese momento, ella pudo realmente
usar la nicotina para calmar sus nervios.
Entonces ella dijo—: Está bien. En primer lugar, quiero decir que lo siento. No
hay ninguna excusa válida para lo que hice. No puedo ofrecer ninguna explicación
específica. Pero si me hacen sus preguntas, las responderé con la verdad.
Yuan y Jill se miraron durante un rato. Entonces Yuan se inclinó de vuelta a su
asiento y dijo—: En primer lugar. ¿Todavía eres virgen como pensábamos que lo eras?
¿Sí o no?
Adrienne se mordió el labio. Luego sacudió la cabeza.
—Eso pensé —murmuró Yuan.
—¿Quién fue? —Jill hizo un seguimiento.
Adrienne respiró profundamente. —Justin.
—¿Alguna vez te acostaste con Troy?
Adrienne sacudió la cabeza. —Sabes que no lo hice.
—¡Oh, lo siento! —comenzó Yuan sarcásticamente—. ¡No lo sabríamos! Porque
todo el tiempo, pensamos que Troy era el novio.
—No eres del tipo de sale con dos al mismo tiempo, Adrienne. Entonces, ¿cómo
podríamos haber adivinado, ¿verdad?
Adrienne no tenía nada que decir a eso. Ella no quería agravar las cosas aún
más. Se imaginó que aceptaría su ira porque se merecía arremetieran contra ella por
haberles mentido durante tanto tiempo.
—Querías romper con Troy por culpa de Justin, ¿verdad? —preguntó Jill en
tono acusador.
Agitó la cabeza. —No. Rompí con Troy porque no estoy en enamorada de él. No
lo he estado desde hace mucho tiempo. Y ni siquiera sé si realmente estuve enamorada
de él en primer lugar o si sólo estaba enamorada de la idea de estar con un hombre que
mi madre aprueba.
—¿Cómo demonios te relacionaste con Justin Adams? —preguntó Jill—.
Trabajo contigo en Blush. Siempre estábamos juntas cuando salíamos. Cuando lo vimos
en los bares, no te paraste a menos de cinco metros de distancia de él. ¿Cómo pudo
suceder esto?
—No pudo haberte conocido ayer mismo. Te llama cariño —señaló Yuan—. ¿Y
sabes qué? Él me conoce. Ni siquiera me había conocido a mí. Y, además, ¿cómo
demonios conoce Justin Adams a Troy?
—¿Viste su cara cuando le estaba dando un puñetazo a Troy? ¡Estaba furioso!
Se asustó cuando vio que estabas herida. Si él sólo estaba rescatándonos, no se habría
sentido tan... involucrado en su pelea con Troy. No puedes simplemente... haberlo
conocido.
Adrienne respiró profundamente. —Jill, ¿recuerdas que me hablaste de una
chica que Justin recogió en Gypsys?
Jill asintió.
—Esa era yo —admitió—. Fui sola a la inauguración de Gypsys. Estaba
bebiendo. Me sentí frustrada con Troy, mi madre. Justin se me acercó. Se presentó, me
invitó un trago... las cosas se salieron de control... terminé... yendo a casa con él.
—¡Gypsys abrió hace más de cuatro meses! —exclamó Jill.
Adrienne asintió con la cabeza.
—¿Ya hace más de cuatro meses que lo ves!? —preguntó Jill. Su voz estaba llena
de conmoción.
—Las gafas en tu apartamento —intervino Yuan—. Las mismas que está
usando ahora. Fue él quien pasó la noche contigo, ¿no es así? Ese no era Troy.
Ella asintió. —Fui a Gypsys. Estaba enfadada con mi madre y con Troy. Me sentí
como un fracaso total. Sentí que no importaba lo mucho que lo intentara, ellos nunca
me mirarían de otra manera. Siempre seré la inferior. La segunda hija menos bonita y
menos inteligente. La oveja negra de la familia. Entonces, ¿por qué molestarse? Me vestí
con este traje sexy que Jacob había elegido para mí. Bebí un poco y no me importó estar
sola. Se acercó a mí. Fingí no conocerlo. Incluso le di un nombre falso. Pasaron las cosas
rápido, y pasé la noche con él.
—¿Perdiste tu virginidad esa noche? ¿Después de sólo unas horas de reunirte
con él?
Adrienne asintió tímidamente. A veces, esa parte no la hacía sentirse orgullosa
pero realmente no tenía esperanza de resistirse a los encantos de Justin.
—Pensé que eso era todo lo que tendría con él. Una noche. Hacerme sentir bien
a pesar de los esfuerzos de Troy y de mi madre por dispararme constantemente abajo.
Me merecía a Justin Adams. Incluso por una sola noche. De todos modos, estaba segura
de que se olvidaría de mí al día siguiente. Él ni siquiera recordaría el nombre falso que
le di. Pero me equivoqué. Él apareció en mi puerta a la mañana siguiente. Resultó que
él sabía quién era yo desde el principio. Incluso sabía dónde vivía.
Jill levantó una ceja. —¿Y cómo sabría él dónde vives?
Respiró profundamente. —Conoces al tipo que está al lado de mi apartamento...
lo llamaste el dios del torso. Bueno, ese es Justin.
—¡Oh Dios mío! —suspiró Jill de frustración.
—Así que fuiste con él y le diste la virtud que había sido guardada para Troy.
Adrienne respiró profundamente. —No lo estaba guardando para Troy. Lo
estaba guardando para el momento adecuado... el tipo adecuado.
Jill levantó una ceja. —Y Justin Adams... el playboy más buscado de la ciudad
¿parecía el tipo correcto? Bueno, no puedo decir que te culpo.
—No es sólo eso, Jill —dijo Adrienne, tratando de estar tranquila—. Justin me
hizo sentir cosas que nunca antes había sentido.
—¡Estoy seguro de que lo hizo! —dijo Yuan—. Él no es un libertino por nada,
ya sabes.
—¿Podrían por favor sólo escucharme? —finalmente pidió silenció a sus
amigos. Adrienne respiró profundamente—. Verán... me cansé de mi vida. Me di cuenta
de que he estado viviendo cada día por todas las razones equivocadas. Una noche. decidí
finalmente vivirla por mi cuenta. Y mis caminos se cruzaron con los de Justin. Sentí
esta... esta sensación de necesidad que no podía controlar... que no he sentido con Troy
antes. En realidad, olvidé que era virgen, hasta que él... hasta que él estuvo en mí.
Ella los miró fijamente. La escucharon en silencio. Su silencio la animó a seguir
adelante.
—…Quería sentirme culpable. Sabía que estaba mal. Había gastado una noche...
en pecado... con el playboy más famoso de la ciudad —dijo—. Pero yo no me sentía
culpable en absoluto. Me sentí bien... por una vez en mi vida, hice algo correcto. Hice
algo que me hizo feliz... sin importar lo que los demás pensaran en mí. Pero nunca quise
que volviera a suceder.
—¿Se suponía que era sólo una aventura de una noche? —preguntó Jill.
Asintió con la cabeza. —Empezó a ser algo de una sola noche. Y, aun así, él
apareció en mi apartamento al día siguiente. Y otra vez al día siguiente. Hasta que... nos
vimos más y más el uno al otro. No podía creer que yo perdí mi virginidad con Justin
Adams. Y había planeado parar. Sabía que después de un día, se olvidaría de mí, pero
no lo hizo. Era persistente. Él... me persiguió. Hasta que me encariñé más y más con él
—Miró a sus amigos—. Chicos... el verdadero Justin Adams está lejos... del playboy que
todos creíamos que era. Es dulce. Y cariñoso. Él sacó lo mejor de mí. Me hizo sentir
cuidada. Me apreció. por quien era... como Troy nunca lo hizo. Ni siquiera ni una vez. Me
enseñó cómo comercializar las existencias. Pasó casi todas las noches en mi
apartamento. No podía deshacerme de él.
—¿Por qué no nos lo dijiste? —preguntó Yuan
Se encogió de hombros. —No podría haber ninguna excusa para lo que hice y
no lo hice.
—Él no quería que se hiciera público —dijo Yuan—. Él fue el que no quería que
la gente lo supiera. Eso tendría sentido. Justin Adams quería mantener su reputación de
soltero.
Adrienne sacudió la cabeza. —No. Fui yo. Y lo molestó mucho. Una vez cuando
fueron a mi casa, tuvimos una discusión. Porque él no quería esconderse más. Se estaba
cansando de que lo guardara en secreto. Él se sentía insultado cada vez que le
preguntaba si se quedaría mucho tiempo. También intenté decírselos. Pero se rieron de
mí. Pensaron que era la broma más grande del mundo. Y entonces dijiste, Jill, que, si lo
descubrías, arruinaría nuestra amistad. Me asusté tanto de perderlos a ustedes. No
sabía qué hacer. Nunca esperé que Justin Adams sería... un tipo para una relación. Pero
eso es lo que tuvimos durante meses. Troy pudo haber sido el novio oficial. Pero Justin
era... el verdadero. Él era... con el que pasaba mis noches y al que le contaba mis sueños
y frustraciones. Nunca esperé que fuera tan diferente de lo que conocemos acerca de él.
—Justin mencionó la mejor cita que tuvo, ¿Luces del Norte en Alaska? —
preguntó Yuan.
Adrienne asintió lentamente. —Sí. Ese fin de semana les dije que iba ir a Boston,
Justin en realidad me llevó a Alaska. Quería estar conmigo sin mi temor a ser nombrada
o ser vista con él.
—¡Oh Dios! —respiró Yuan—. ¿Cuántas mentiras nos dijiste?
—¿Adrienne? ¡Éramos tus mejores amigos!
—Lo sé. Y lo siento mucho.
—Ese día que te apareciste en mi apartamento, no estabas peleada con Troy
tampoco, ¿verdad?
Adrienne sacudió la cabeza. —Cuando Kim pasó la noche en mi casa, A la
mañana siguiente, fui al apartamento de Justin y una rubia abrió la puerta y pensé, él
esta con otra chica...
—Pero era su prima —terminó Jill por ella.
Adrienne asintió. —Sí. Me llamó, me envió mensajes, incluso me habló en Blush.
Quería explicarme. Yo no quise escuchar. Se dio cuenta de que todavía creía en su
notoria reputación a pesar de conocerlo mejor. Fui tan estúpida.
—Por eso me dijo la razón por la que rompió con la chica con la que se estaba
viendo. Pero me dijo que no lo publicara. Sabía que podría hablar de ello contigo o
podrías ver el video. Esa fue su manera de hacerte saber lo que realmente sucedió esa
noche —Jill se dio cuenta, pensativa.
—¡Eso tiene sentido! ¿De qué otra manera estaría confiando en ti como si
fueran mejores amigos? —le dijo Yuan a Jill y Jill se quedó mirando—. La matrícula de
su coche. I-E-N-N-E.
—Era la abreviatura de Adrienne, después de todo —meditaba Jill.
Adrienne asintió. —Antes de que peleáramos, dijo que tenía una sorpresa para
mí. Pero nunca llegamos a esa parte. Incluso pensé que el coche pertenecía a la chica
que encontré en su apartamento esa mañana. Pero entonces, creo que siempre he
sabido lo que quería decir cuando consiguió esa placa. Me negué obstinadamente a
créelo. No pensé que él haría eso por mí. Que yo valía la pena —Adrienne miraba a sus
amigos con tristeza—. Chicos, lo siento. No supe cómo lidiar con esto. Era algo que no
esperaba que durara. Pensé que no era nada serio. Porque Justin Adams no era conocido
por ser serio. Pero ahora... sé que esto es real. Durante los últimos cuatro meses hemos
estado juntos, puedo decir que no podría pedir nada más a un hombre. Él es todo lo que
quiero, todo lo que pedía en mis oraciones. Si pensabas que el Justin Adams que
conocías era digno de baba y desmayos... bueno el verdadero Justin Adams resulta ser
mucho más que eso. Vale la pena caerse de la cabeza a los pies, enamorarse... una y otra
vez.
—¿Y te has enamorado de él? —preguntó Jill.
Adrienne respiró profundamente y asintió con la cabeza. —Sin esperanza.
—¿Te ama de vuelta? —preguntó Yuan.
Se encogió de hombros. —Sé que queremos estar juntos. Yo nunca le pedí que
estuviera conmigo, sé que se quedara conmigo, pero de alguna manera al final de cada
día, termino en sus brazos. Sé que soy importante para él. Cuando me enojé, vi los
esfuerzos que hizo para recuperarme. Anoche, cuando Troy me golpeó, vi la rabia en su
cara. Sé que se preocupa por mí. Dijo que está loco por mí. No dijo la palabra con "A".
Pero por ahora, eso es suficiente.
Yuan y Jill la miraron fijamente por un momento y luego Jill dijo—: Dejaste que
habláramos de él y de Tara Lambert ¿Cómo pudiste soportar eso?
Adrienne se rio sin humor. —Eso no fue divertido. Quería llorar, pero tenía que
mantener la cara seria. Eso fue difícil.
—Pero para que lo sepas, mis amigos, los que escriben columnas de chismes,
hicieron confirmar que Justin Adams estaba ignorando a Tara Lambert. Ella lo
persiguió. Pero le pareció un pez resbaladizo para atrapar.
—Y ahora, sabemos por qué —dijo Yuan—. Al principio, pensamos que Justin
no estaba interesado en una relación porque él es un gran jugador que no podía ser
atado. Pero ahora... sabemos por qué estaba soltero. Él estaba esperando a alguien. Y
eres tú.
—Me quiere, lo sé. Aunque no sé por cuánto tiempo. Pero no me importa. Por
una vez en mi vida, un tipo me quiere con cada fibra de su alma. ¡Y resulta que es un
dios! Y me siento bien conmigo misma. Toda mi vida. creía que no era digna... que no
atraería a un hombre lo suficientemente bueno para mí.
—Era tu madre la que hablaba —comenzó Yuan—. Pero tú eres bonita e
inteligente. Tienes este atractivo que atrae a los hombres a tus pies. Pero tú fuiste la que
creyó que Kimberly definía la belleza. Sin embargo, ella ni siquiera sostendrá una vela
para ti, Adrienne. Pasaste por alto el hecho de que tienes tu propio encanto.
—Y has perdido años tratando de hacer que lo de Troy funcione —añadió Jill—
. Nunca creímos que lo haría. Necesitabas un tipo que pudiera desafiar a tu espíritu a
salir. No cortarte las alas y hacerte más rígida de lo que ya eras.
—Así que ahora... ¿tú y Justin? —finalmente preguntó Yuan. A su voz le faltaba
el rastro de ira ahora.
Adrienne sonrió. —Sí. Dijo que no quería ser el chico de la línea de banda más.
Y no merece serlo —respiró profundamente—. Yo lo amo, chicos. Ya no hay... vuelta
atrás para mí. No me importa lo que mi madre pensará. No me importa si me maldice
toda la vida. Por una vez... siento que estoy luchando por lo que quiero... en lo que creo
—Adrienne miró a sus amigos de nuevo—. Lo siento mucho. Espero que ustedes
puedan perdonarme.
Jill y Yuan se miraron. Luego miraron a Adrienne con sobriedad.
—Bueno, supongo que no es del todo culpa tuya —dijo Yuan—. Si no
hubiéramos chismorreado tanto sobre Justin o si no nos hubiéramos reído de ti la
primera vez que intentaste decírnoslo, entonces tendrías las agallas de confesar.
Jill tenía lágrimas en los ojos. —Sabes que sólo estaba bromeando cuando dije
que acostarse con Justin y no decírnoslo sería el fin de nuestra amistad ¿verdad?
Las lágrimas brotaron en los ojos de Adrienne. —¡Oh, chicos! ¡Lo siento mucho!
Jill y Yuan se levantaron de sus asientos y le dieron un abrazo a Adrienne.
—Oh, cariño, si tú eres feliz, nosotros también —dijo Jill—. No te sientas
lastimada, ¿de acuerdo? Y estamos aquí para ti. Quiero decir, Justin es conocido por ser
un playboy, sí. Pero nunca apareció comprometido con nadie. Nunca se le ha visto con
una mujer exclusivamente. Y mira lo que estaba haciendo aquí contigo, ¿Yen? Es como
decirle al mundo que lo que sabemos de él son todas mentiras. Que es humano después
de todo. Y, a decir verdad, sabíamos que era grave cuando vimos su cara anoche, cuando
vio que estabas herida.
—Y si alguna vez te hace daño, ¡seré el primero en patearle el culo! O al menos...
lo intentaría —dijo Yuan. Él también estaba llorando.
—Entonces, supongo que los planes de asesinato están fuera de la mesa ahora
—escucharon a Justin preguntar detrás de ellos.
Jill y Yuan lo miraron fijamente por un segundo y luego sonrieron. —Bueno, si
la lastimas, regresaré más rápido de lo que puedes parpadear —dijo Yuan.
Justin se sentó en la silla junto a Adrienne y la rodeó con un brazo. —Me
acordaré de eso —le dijo a Yuan en un tono serio y luego besó la frente de Adrienne—.
Me muero de hambre. ¿Por qué no pedimos? ¿Les importa si me uno a ustedes?
—Adelante —dijo Yuan.
Justin ordenó el desayuno para todos ellos.
—Gracias por venir a rescatarnos anoche, Justin —dijo Yuan—. Me di cuenta
de que no podía enfrentarme a ese lunático.
Justin se encogió de hombros. —Gracias por tratar de proteger a Adrienne, en
cada posible manera en que podrías hacerlo.
Yuan se rio. —Eres bienvenido. Es nuestra mejor amiga. Me levantaré a la
altura de las circunstancias, cuando sea necesario. Pero, aun así, ese tipo era un
psicópata, y el hecho de que estuviera borracho lo hizo más audaz y fuerte que yo.
—Pensé que el hecho de que estuviera borracho me facilitaba la tarea de
ponerlo abajo —dijo Justin.
—No, no creo que eso sea cierto, tú tienes entrenamiento de artes marciales en
tu perfil —señaló Jill.
—Pero se suponía que no debía usar eso para agredir a lunáticos furiosos y
borrachos.
—Se lo merecía.
—Aunque, he estado queriendo hacerle eso a él desde hace un tiempo —
admitió Justin, mirando a Adrienne.
—Oooh, Justin Adams es un tipo celoso —dijo Jill, con una sonrisa burlona.
—Hablando de eso, ¿quién era ese imbécil con el que te reuniste en ¿Lever du
Soleil? —le preguntó Justin a Adrienne.
—¿Quién? ¿Jin Starck?
Justin asintió. Su cara se tensó un poco.
—Es un cliente, Justin.
Yuan y Jill miraron a Adrienne por un momento y ella supo exactamente lo que
estaban pensando. Adrienne se sentía culpable. En realidad, Jin Starck es un tipo muy
agradable, pero nunca sintió que se hubiera interesado por ella románticamente. Pero
aun así... empezó esta relación con Justin con mentiras. No quería nada de eso en el
futuro.
—Después de que nos peleamos en mi oficina, me emborraché en un bar. Se
encontró conmigo allí.
Justin la miró fijamente un momento. No dijo nada. Esperó para que ella
continúe.
—Justin... no está interesado en mí. De hecho, me dio un buen consejo. Me hizo
darme cuenta de que estaba equivocada sobre ti. Que debería haber confiado en ti.
Justin levantó una ceja. —Hmmm... interesante —murmuró—. Le enviare mis
felicitaciones en el futuro entonces.
—¿Tienes entrenamiento de artes marciales? —preguntó Yuan, cambiando el
tema.
Asintió con la cabeza. —Desde que era joven. O bien dominaba algunas artes y
parecía lo suficientemente capaz de defenderme o mi abuelo me llenaría con
guardaespaldas. Y no quería parecer un cobarde.
—Fue muy útil que estuvieras aquí —señaló Jill—. Tú no me dijiste que ibas a
venir aquí cuando me encontré contigo ayer.
Justin sonrió tímidamente. —En realidad, no planeaba venir hasta ese
entonces.
Adrienne se sonrojó y escondió su cara en parte en el hombro de Justin. Justin
le dio un apretón.
—He querido conocerlos a ustedes, desde hace meses. ¿Adrienne les dijo eso?
—les preguntó a Yuan y Jill.
Ellos asintieron.
—Estábamos sorprendidos, en realidad. No teníamos ni idea.
—¿Y la perdonaron con tanta facilidad? —preguntó, bromeando.
Recibió un pellizco juguetón de su lado.
—¡Ouch! —se rio.
—Ella todavía va a pagar por ello —dijo Yuan brillantemente—. Esto no se irá
sin castigo.
—Estoy seguro —respondió Justin—. Me alegro que el secreto este al
descubierto ahora. Honestamente, no quiero cruzar esa plataforma entre nuestras
habitaciones cuando podría usar convenientemente la puerta.
Adrienne no pudo evitar reírse de eso. Le sonrió y se inclinó para darle un
rápido beso en los labios.
—¿Dónde están tus amigos? —preguntó Jill.
—En la playa. Ocupados buscando algunas chicas, creo.
—¿Adrienne los ha conocido? —preguntó Yuan.
Agitó la cabeza. —No. Aunque se mueren por hacerlo. Pero Adrienne se
avergonzaba de ser relacionada conmigo.
Adrienne le pellizcó el costado. —¡No lo hago! ¿Cuánto tiempo pasará antes de
que eso pase?
Justin se rio. —Probablemente mucho tiempo, cariño.
Yuan y Jill le sonrieron a Adrienne felizmente. Y Adrienne no pudo dudar al
devolverles la sonrisa. Sabía que estaban realmente felices por ella. Y al mismo tiempo,
sintió que Jin Starck podría tener razón. De ahora en adelante, tenía una vida mejor que
esperar. Con estas tres personas de su lado, luchando con ella, no tiene que sentirse
asustada y derrotada.
Se quedó mirando a Justin. Sus ojos estaban bailando. Luego él se inclinó hacia
adelante y le susurró al oído—: ¡Eres atractiva!
20. Incandescere
En latín. Etimología de

Después del desayuno, Adrienne recordó que no importaba cuanto intentará


evitar a Troy y a Kim, no tenía nada que ponerse para el resto del fin de semana. Y no
podía ir a comprar cosas a la tienda del hotel. Sí, Justin podía permitírselo, pero ella no
le permitiría seguir comprando su ropa.
—Pagaré tu habitación hasta el mediodía —ofreció Justin—. No quiero que
Troy piense que le debes algo cuando te vayas. Te quedarás conmigo ahora.
—Te lo devolveré.
—Es inútil. Vamos, es un pequeño precio a pagar por gastar el resto del fin de
semana contigo —La besó. Justin fue a la recepción y ella subió a su habitación para
buscar sus objetos y decirle algunas cosas a Kim, si era necesario.
Cuando llegó a la habitación, Kim no estaba allí. Empezó a reunir sus cosas. Pero
después de un minuto, Kim entró con Troy.
Ella tragó.
¡Incómodo!
—¿Te vas? —preguntó Kim en un tono aburrido.
Agitó la cabeza. —No. Justin ya realizo la salida de esta habitación. Está pagada
hasta las doce. Pueden volver a reservarla si quieren —ella lo intentó del mejor modo
casual.
—¿Quién es él, Adrienne? —preguntó Troy en voz baja.
—No es asunto tuyo, Troy —dijo enojada—. Demándalo sí que quieres, siempre
podré subir al estrado de los testigos y decir que acababa de llegar antes de que me
dieras un golpe.
—No soy estúpido, Adrienne —respondió Troy—. Sé lo que hice. Y aunque no
me creas, lo siento. No quise que las cosas se pusieran fuera de control. No quise
emborracharme demasiado.
—Así que quieres decir que puedes vencer a una chica indefensa y el hecho de
que estás borracho te da derecho a ¿hacerlo?
Ella lo miró fijamente. Su nariz parecía rota, y tenía un ojo morado o ambos
ojos. Parecía bastante golpeado. Y no lo sintió ni un poquito por él. De hecho, suprimió
las ganas de reír.
—¿Así que todo el tiempo había otro tipo acechando en las sombras? —
preguntó Kim.
Oh, ¿en serio? ¿Va a culparme de esto?
No pudo ni siquiera empezar a descifrar qué pedazo de basura tan lamentable
era su hermana realmente. ¿Cómo terminé con esta familia? Ella sintió la furia que venía
de vuelta a ella.
Respiró profundamente y se detuvo antes de poder cruzar la habitación y
arrastrar a Kimberly por su bonito cabello rubio.
—Al igual que había otra chica acechando en las sombras todo el tiempo,
¿verdad, Troy?
Troy cerró los ojos. Se quedó callado.
¡Culpa! ¡Culpa! ¡Culpa!
—No importa. No necesitábamos engañarnos mutuamente para darnos cuenta
de que esto no iba a ninguna parte. No fuimos nada durante mucho tiempo. Pero tú,
¿Sabes qué? Ayer, antes de que rompiera contigo, todavía esperaba que pudiéramos al
menos ser amigos. ¡Pero supongo que eso ya está fuera de la ventana ahora!
—¡Bien! —Troy lanzó sus manos al aire—. ¿Quién es él de todos modos? ¿Con
qué clase de tipo me reemplazaste? ¿Puede incluso darte la vida que tu mamá quiere
para ti?
Quería reírse. Claramente, Troy pensó que su profesión y la riqueza era una
carta de triunfo. —Esto no se trata de dinero, ni de profesión, Troy. Se trata de la
dignidad y fidelidad. ¿No lo entiendes? Pero supongo que tú no lo harás. Para ti todo se
trata de prestigio, fama y éxito. ¡Independientemente de si hay miseria debajo! Ustedes
dos realmente se merecen el uno al otro.
Troy la miró fijamente. Ella no podía distinguir la expresión de su cara bastante
golpeada. Y no le importó.
—Se acabó incluso antes de que te encontrara acostándote con mi hermana
mayor. Yo tenía decidido acabar con nosotros. Se acabó hace mucho tiempo. Y no sólo
por él —Adrienne se volvió hacia Kim—. Sabes que sólo hice que mamá se sintiera
orgullosa una vez. Y fue cuando salí con Troy. Y no estaba feliz por eso. Tú siempre te
aseguraste de tomar mejores decisiones que yo. Ahora, adelante. Puedes tener a Troy.
¡No tenías que robarlo tan engañosamente, sabes! Tú podrías haber preguntado. ¡Te lo
habría dado en bandeja de plata!
—¿Y qué le dirás a mami? ¿Te quite al cirujano, por eso terminaste con ese
tipo... que parece modelo descerebrado? Vamos, Adrienne. No dejaré que me hagas
quedar mal. Si tú estabas terminando las cosas con Troy, no dejaré que le digas a
nuestros padres que fue porque me acosté con él.
Ella se rio sarcásticamente. —No. No te preocupes. No lo haré. Nada de lo que
diga puede manchar de todos modos tu impecable reputación ante los ojos de mamá.
Pero eres asquerosa, Kimberly. ¡Y algún día, toda esta hipocresía va a morderte el culo!
Adrienne terminó de hacer las maletas.
—¿Sabes qué? Puedo perdonar a Troy por engañarme. ¡Diablos! Yo estaba
¡engañándolo también! Al menos fui lo suficientemente valiente para admitirlo.
Nosotros nunca nos acostamos, de todos modos. Fingimos estar en una relación. Y no
fue a ninguna parte. ¿Pero tú? Podría aceptarlo si se acostara con cualquier otra chica.
¿Pero mi propia hermana? ¿Mientras no habíamos roto todavía? Eso es demasiado bajo,
Kim. ¡Incluso para ti! —Agarró sus cosas—. Y como siempre he sido la villana ante los
ojos mamá, le diré que no quería al cirujano. Ella lo quería para una de sus hijas. Lo
quería para ti, lo recuerdo. Pero terminé con el trofeo, ¿no? Y apuesto a que eso te estaba
matando, huh, ¡Kim!
Por una vez, Kim no tenía nada que decirle. Adrienne vio la culpa cruzando su
cara, confirmando lo que ya sabía. Kim siempre había estado fuera para conseguir a
Troy... porque no quería admitir que lo había perdido por ella.
—No te preocupes. Le diré a mamá que estoy tan harta de todos los que me
rodean siendo doctores. Y encontré un hombre que es cien veces mejor que lo que ella
podría haber imaginado para mí —Se volvió hacia Troy—. Espero que te las arregles
para aferrarte a Kim después de que me haya ido. ¡Creo... y esto es sólo una corazonada...
que ella sólo estaba interesada en ti porque eras mío! Pero, ¿cómo vas a lograr para
mantenerse juntos esta vez? —La preocupación en su cara era falsa, y ella estaba
burlándose de él con algo que ya podría haber conocido.
Tanto Kim como Troy apartaron la vista de ella. También se negaron a mirar el
uno al otro y Adrienne sabía que había acertado. Tomó sus maletas y se dirigió a la
puerta. Pero antes de salir, se volvió hacia ellos.
—Y, por cierto... su nombre es Justin Adams. Se parece a un modelo. Pero no es
un descerebrado. Es un graduado de Harvard, un genio de Wall Street y pronto será el
director general de Industrias Adams —Ella no pudo disfrazar el orgullo de su voz—. Y
Kim... si alguna vez, alguna vez intentas seducir a mi novio como lo hiciste con Troy, juro
por Dios, que me asegurare de que no puedas atraer a otro hombre en toda tu vida otra
vez. ¡Y lástima que ninguno de nuestros padres sean cirujanos plásticos! —Luego ella
cerró la puerta detrás con un golpe.
Respiró profundamente. Se tambaleaba de rabia. No sabía de donde tuvo el
valor de decir todas las cosas que dijo. Pero ella se alegró, lo dijo. Por una vez en su vida,
se puso de pie por sí misma frente a Kim y Troy.
Cuando levantó la vista, se encontró mirando a Justin. De repente, se sentía
nerviosa. Les dijo quién era. Sonaba como si estuviera presumiendo de quién era. Ella
no sabía que él estaba escuchando afuera de la puerta, que fue dejada entreabierta por
Kim y Troy cuando entraron.
Él la miró seriamente, y Adrienne temía que se enfadara por involucrarlo en la
conversación. Luego dijo con voz sobria—: Número uno, no encuentro a tu hermana ni
la mitad de atractiva que tú. Número dos, no soy tan tonto como Troy. Número tres,
puedo tener la reputación de un jugador, pero nunca hago trampas.
Ella lo miró fijamente. —Justin, lo siento...
Le sonrió. Luego la tomó en sus brazos. —Lo sientes ¿por qué?
—Por involucrarte en la conversación... por decirles quién eres...
Sacudió la cabeza. —Me sonó como si estuvieran fijando el engañarte y
pasando por alto el hecho de que los atrapaste en la cama juntos.
Ella asintió. —Oh Dios Justin, ¿cómo pude sentir tanto odio por dos personas
que creía qu eran muy importantes para mí?
—Sshh... a veces, tienes que ver que importas más que cualquier otra persona,
—comenzó en voz baja—. Especialmente, cuando no fuiste tratada con el amor y el
respeto que mereces. Y estoy orgulloso de ti, cariño. Por defenderte a ti misma. Por
pelear de vuelta. Y es bueno escuchar que me reclamas para variar. Y Dios, ¡tú yo
peleador es tan malditamente sexy!
Fueron a su habitación tomados de la mano.
Justin la besó profundamente tan pronto como cerró la puerta detrás de él. Y
fiel a su palabra, le hizo el amor, otra vez.
Cuando bajaron, Adrienne se encontró con Mike y James en el vestíbulo.
—Chicos, esta es Adrienne —dijo Justin en voz baja.
—¡Por fin! He querido conocer a la mujer que logró algo que creíamos
imposible. —Mike sonrió, burlándose de su amigo.
—¿Qué? —preguntó Adrienne con curiosidad.
—Ceder a la atracción. Desafiando las reglas de la gravedad —James se había
unido a las burlas.
—¡Ja, ja! Eres muy gracioso —dijo Justin sarcásticamente. Le dio a James una
mirada asesina y antes de que Adrienne pudiera reaccionar o preguntar más, sus
amigos hicieron una aparición.
Presentó a Yuan y Jill a los amigos de Justin.
Pasaron todo el día con Mike, James, Yuan y Jill. Ellos nadaron en la playa,
jugaron voleibol y billar. Esa noche, se divirtieron en el bar.
Se la pasó de maravilla. Se sentía más libre que antes. Amaba ser capaz de
abrazar a Justin cuando quisiera. Y parecía que él sentía lo mismo. Parecía ansioso por
mostrarle al mundo lo que tenían. Que ellos deben estar juntos. Cuando ella fue al baño
de damas, él caminó con ella y la esperó en la puerta. Luego volvieron a caminar de la
mano hacia su mesa.
—¿Siempre haces eso? —le preguntó.
—¿Hacer qué?
—Esperar a una chica fuera del baño de mujeres.
Se encogió de hombros. —Probablemente. Pero nunca me diste muchas
oportunidades antes.
Ella sonrió y lo pellizcó en su costado bromeando.
—¡Owww! —se rio.
Esa noche, hicieron el amor lentamente, apasionadamente. Como si estuvieran
saboreando cada segundo que tuvieran juntos.
Pasó toda la semana con una sonrisa en su rostro. Ella le pidió a Jill y Yuan que
no dijeran nada sobre Justin a sus otros amigos. Quería mantenerlo en un perfil bajo. Él
todavía era una especie de celebridad. Y lo último que quería era que los rumores
arruinaran lo que tenían.
Habían estado durmiendo en el apartamento de Justin desde la noche en que
ellos regresaron del centro turístico. Pasaban juntos todas las noches.
La llevó a la oficina y la recogió todos los días. Él la llevaba a cenar, a veces de
lujo, a veces de comida rápida. La llevó al cine una vez y ese viernes, regresaron a
Gypsys.
—Ahora, llegamos juntos. Espero que no te importe que te compre un trago,
coquetear contigo en la pista de baile, besarte y llevarte a casa conmigo de nuevo —Sus
ojos brillaban con picardía, recordando la primera noche que se encontraron.
Ella se rio. —Me encantaría eso.
Ella se tomó siete shots de tequila. La llevó a casa en su motocicleta Ducati, al
igual que la primera noche que se conocieron.
—Esto es muy familiar —bromeó.
Se rio. En el ascensor, la tomó en un beso apasionado. Ellos corrieron a medio
camino de su apartamento, y tan pronto como cerró la puerta detrás de él, la agarró por
la cintura y la besó de nuevo.
Después de unos minutos, estaban en la cama, desnudos.
Ella le sonrió. —Esta vez, no puedes hacerme daño.
Él asintió con la cabeza. —Ya no eres virgen, cariño. Y tengo la intención de sólo
darte placer. Y cumplió su promesa. Cuando terminaron, se sintió completamente
satisfecha. Se sentía hermosa. Se sentía como una mujer. Se sintió revivir los recuerdos
de esa noche. Pero esta vez, ella conocía al hombre. Ella confiaba en él. Estaba
completamente enamorada de él.
También se alegró de llevar el traje de Jacob de esa primera noche que fue a
Gypsys. Que había decidido no ser tan formal y apropiada para una vez.
Puede que haya hecho todas las cosas que hizo esa noche por todas las razones
equivocadas, pero en ese momento… ella sabía que estaba en los brazos de Justin por
todas las correctas.
21. Obligación
Español para

—Luces radiante, Adrienne. ¿Algo que no nos estás diciendo? —Cynthia, una
de sus compañeras de oficina le preguntó cuándo ella y las chicas estaban charlando en
el pasillo.
Adrienne sacudió la cabeza. —No. En realidad, no. Sólo me siento mejor que
cualquier otro día en mi vida, eso es todo.
En el mismo momento, Justin apareció en el corredor.
Lo miró. Se detuvo a su lado. Ella no dijo nada, bastante insegura de cómo debía
comportarse con él frente a sus otras colegas mujeres. Las mismas que babeaban por
él.
Ella se sorprendió cuando él puso sus brazos alrededor de su cintura.
—¿Te recojo después del trabajo? —preguntó.
Ella sonrió tímidamente y asintió con la cabeza. Luego se inclinó y le dio un
beso rápido en los labios. Luego miró a las otras chicas y dijo—: Que tengan un buen día
señoritas.
Cuando él se fue, todas las chicas delante de ella tenían la boca abierta y los ojos
muy abiertos, excepto por Jill.
—Qué demonios... —empezó Cynthia.
—Ok ¿así que tú eres la chica misteriosa? —Anna, la recepcionista preguntó.
—¿Chica misteriosa? —Adrienne hizo eco.
—Bueno, cuando Ivan, el nuevo asistente de Garry, le pidió a Justin que fuera a
un club con él donde le presentaría a algunas chicas, él le dijo que no podía porque tenía
una novia.
Novia.
Esa palabra hizo que su corazón saltara un latido. Ella es la novia de Justin
Adams cuando era conocido por evadir compromisos en cualquier oportunidad que
tuviera. Y ahora... es suyo. De alguna manera, ella todavía no podía creer que todo esto
estuviera pasando con ella.
—¡Por eso estás en plena floración! ¡Te estás acostando con un dios!
—¡Cynthia! —Adrienne sabía que estaba roja como una manzana.
—Esto es muy interesante —dijo Anna—. Nunca pensé que ese tipo podría
establecerse.
—Nos estamos viendo. No nos vamos a casar —declaró Adrienne.
—Entonces, ¿el IENNE de la matrícula de su coche es en realidad la abreviatura
de Adrienne? —preguntó Cynthia con una expresión de sorpresa en su cara.
—¡Si! —respondió Jill—. Confíen en mí, chicas. Sólo tienen ojos el uno para el
otro. Deberían verlos juntos. Es como si fueran un cuadro en la pared. Sólo te miran,
pero eres inanimado y no existes realmente —Jill sonrió.
—Y no nos dijiste nada de esto, Jill. ¡No puedo creerlo!
—No lo supe hasta la semana pasada, para ser honesta —respondió Jill—.
Aparentemente, se han estado viendo por más de cuatro meses ahora —Adrienne la
fulmino fijamente.
—¿Qué clase de columnista de chismes eres? —Anna le preguntó a Jill.
—Me hizo sentir mal por mis habilidades. Tanto como columnista de chismes
y como su mejor amiga.
—Vamos, Jill. Ya me perdonaste por ello. Ya sabes sobre ello ahora —Adrienne
se rio.
—Sí. Junto con el resto del mundo. Nunca me dejas saborear el momento para
mí misma.
Adrienne puso un brazo alrededor de Jill. —No olvides que te estoy haciendo
pagar y a Yuan a lo grande por esto —susurró.
—Oh, claro. Tengo derecho a callarme después de todo —Jill sonrió.
Hablaron de ir a Boston. Adrienne quería un descanso e intentar ver a su padre
en un fin de semana. Yuan y Jill irían con ella—Adrienne invita.
—¡Esto es grande! —dijo Cynthia—. Habrá al menos dos tipos en esta oficina
que se les romperá el corazón con esta información. ¿Cómo podrían competir contra
Justin Adams? Y no parece sólo un tipo de coqueteo. Esto parece serio.
—Vamos, damas. Sólo estamos tomando un día a la vez —dijo Adrienne y luego
volvió a su oficina.
Recibió un correo electrónico de Jill después de unos minutos.

Para: amiller@blush.ny
De: jdurmont@blusy.ny
Asunto: ¡Tú!

¡Tienes que despertarte ya! No estás soñando esto de tú con Justin.


¡Es real! Y te lo mereces. Todos nosotros podemos ver que ambos están
¡locamente enamorados el uno del otro!
Incluso Mike lo pensó. En realidad, me dijo que Justin de repente dejó de
interesarse por las mujeres hace meses. Sólo pudieron concluir dos cosas. O se había
convertido en gay o lo tenía mal una chica. Y esa chica resultó ser tú. ¡Eres tan afortunada,
querida!
¿Y besarte delante de una multitud así?
¡Wow! Sabiendo que Justin Adams había sido escurridizo y evasivo con las
mujeres... y ahora de repente es blando y romántico.
¡Mike dice que tú eres de lo único que el habla! Y esa placa en su coche es como
anunciarle a toda la ciudad que ya no está soltero.
¡Está enamorado de ti! No lo ha dicho directamente. Pero te apuesto a que,
deberías estar preparada para ser la Sra. Justin Adams en el futuro.

Jill.

Adrienne sonrió y respondió:

Para: jdurmont@blush.ny
De: amiller@blush.ny
Asunto: Re: ¡Tú!

Jill, ¡Gracias!
Estoy loca por él y sé que está loco por mí. Yo no sé si quiere casarse conmigo,
pero eso todavía no me importa.
Lo que importa es que estamos juntos y soy feliz. No voy a pensar en cómo
terminará esto. Porque así es como empezamos de todos modos. Sin pensar en cómo
terminará y cuánto tiempo durará.
Sólo estoy feliz y agradecida por él. Y sí, ¡me siento afortunada! Me siento bendita
cada minuto que estoy con él.
¿Feliz?

Yen.

El Porsche de Justin estaba estacionado frente a su edificio cuando salió de la


oficina. Ella le dio un beso en los labios cuando entró.
—¿Cómo va el trabajo? —preguntó.
—Muy bien. ¿Y tú?
Él se encogió de hombros. —Me reuní con algunos de los contadores de papá.
Hizo algún dinero en acciones. Estoy pensando en quedarme con las acciones ahora. Yo
no quiero seguir jugando de forma arriesgada. No seré capaz de concentrarme en ello
cuando empiece con las empresas de papá.
Ella asintió. —Creo que es una elección muy acertada.
Sonrió. —Mis prioridades han cambiado. He terminado de hacer tonterías.
—No parece que estés haciendo tonterías, cariño. En realidad, hiciste tanto
para ti mismo, sólo haciendo tonterías.
Él se rio. —En realidad, gracias a ti.
—¿Yo?
Asintió con la cabeza. —¿Recuerdas que estuvimos hablando en el balcón esa
noche que volvimos a estar juntos?
Ella asintió.
—Me dijiste que Jeffrey me estaba vigilando. Que se aseguró de que yo tuviera
una vida bendecida. Me imaginé que no querría decepcionarlo. Pensé que, si fuera yo,
no querría desperdiciar nuestro legado. Se sentiría obligado y con honor de ayudar a
papá a llevar el negocio. Y como fui yo el que vivió, soy el que lo llevará a cabo... por
nosotros dos.
Las lágrimas amenazaban con acumularse en los ojos de Adrienne.
—Por eso, te doy las gracias, cariño. Por hacerme darme cuenta de la suerte
que tengo. Y que, a cambio, no debería estar evitando mis obligaciones con mi familia.
Se lo debo a mi padre por darme la vida que tengo ahora. Se lo debo a Jeffrey. Estoy
viviendo nuestras dos vidas. Y quiero que valga la pena. Quiero hacer que él este
orgulloso.
Ella le apretó la mano. —Me alegro por ti, Justin.
—Yo también estoy feliz. Y tengo suerte de tenerte, cariño.
—¿En serio? Por lo que sé, lo estabas haciendo muy bien antes de que nos
conociéramos.
Él sacudió la cabeza. —Pensé que estaba bien. Pero cuando te conocí, me di
cuenta que algunas personas tienen que trabajar para ser apreciadas. Yo nunca lo hice.
Nunca sentí que la confianza de mi familia en mí vacilara. No podía creer que alguien
como tú, que es hermosa, inteligente y exitosa pensaría así de poco de sí misma. Que no
pudiste ver todas las cosas maravillosas que haces tú. Te hacen perfecta. Me hiciste ver
las cosas que he dado por sentado. Y es hora de hacer las cosas bien. Aunque todavía no
es demasiado tarde.
Ella le apretó su mano otra vez. —Gracias, Justin. Por hacer que me amara a mí
misma como lo hago ahora.
Él tomó su mano y la besó. —Y gracias. Por hacerme amar las cosas que tengo
de la manera en que lo hago ahora.
—Entonces, ¿a dónde vamos? —preguntó.
Le tomó un momento para responder—: Te dejaré en casa. Yo... en realidad
necesito volver a Chicago esta noche.
—¿Todo bien? —preguntó.
Él la miró durante un rato. Luego dijo—: Sí. Muy bien.
Ella encontró un indicio de preocupación en su voz. Pero no quería presionarlo.
Y, además, es Justin Adams. Está segura de que sea lo que le preocupe él encontrara una
solución para ello.
Pensó en los padres de Justin. El hombre que se parecía tanto a su hijo y la
hermosa heredera con la que se casó hizo este maravilloso hombre del que se encontró
ahora locamente enamorada.
—Te pareces mucho a tu padre —se preguntó en voz alta.
—Y él se parece exactamente a mi abuelo —dijo Justin—. La gente dice que es
porque se casaron con mujeres que estaban locamente enamoradas de ellos y no por su
dinero. Así, sus herederos habían heredado exactamente sus características físicas.
Pero son todos genes muy dominantes, para ser honesto.
Adrienne se rio. —Tal vez mi madre no estaba muy enamorada de mi papá
entonces.
Justin se rio. —Sí. Como dije, son sólo los genes.
—Kimberly y mi madre se ven iguales. Ambas son rubias del cabello. El cabello
de mi padre es castaño oscuro. Así que supongo que me parezco a mi padre.
—¿De dónde vinieron los reflejos rojos? —preguntó.
Se encogió de hombros. —Los genes se saltan generaciones y aterrizaron en
mí, yo supongo.
—Te quedan muy bien. Añaden un efecto de zorro3 —le guiñó un ojo.
Ella se rio. —Desearía que mi madre lo viera de esa manera. Ella cree me hacen
parecer una ramera.
Justin sacudió la cabeza. —Eres bonita. Y eres tú. Es parte de lo que te hace a
ti... tú.
—Me alegro de que te haya gustado. De lo contrario, los teñiría de nuevo a
marrón liso otra vez.
Justin se rio. —No, cariño. Eres perfecta tal como eres.
—Tus padres siguen tan enamorados. No podría decir que mis padres actúan
como si estuvieran locamente enamorados el uno del otro.
—Envidio a mis padres por lo que tienen. Mi padre creció en el mundo de los
negocios ya que así fue educado por mi abuelo. No se divirtió mucho en su vida. Siempre
fue tan responsable, fuerte y centrado. Pero cuando conoció a mi mamá, se volvió loco.
—¿Quién no lo haría? Tu madre es absolutamente impresionante.

3
De nuevo, dejamos el Zorro, acá.
—Y también es inteligente. Cuando se conocieron, ella tenía veintitrés años de
edad, y mi padre tenía veinticinco años. Se casaron ese mismo año.
—¿En serio? ¿Tan jóvenes?
Justin asintió. —Tiene sentido para mí. No creo en casarme a una edad mayor.
Dos personas enamoradas pueden casarse tan pronto como quieran. Si ellos sienten
que son el uno para el otro, ¿qué sentido tiene esperar? No creo que encuentres a tu
alma gemela cuando llegas a cierta edad. Ella llega, ella viene. Y depende de ti si te
aferras a ella o la dejas ir. Y por lo que sé, siempre te arrepentirás si la dejas ir.
Miró a Justin, bastante incapaz de creer lo que está escuchando.
—Te admiro, Justin. No todos los chicos piensan como tú. En realidad, yo nunca
pensé que ese sería tu punto de vista. Quiero decir, antes de conocerte, yo pensé que
sólo estabas jugando. Pero ahora sé que Justin Adams realmente es sólo un nombre. El
tipo que está debajo es diez veces el hombre que lleva la etiqueta con el nombre.
Sonrió. —Ya he tenido mi parte de diversión. Te lo dije, ya he terminado de
hacer tonterías alrededor. Me enseñaste a ver las cosas de otra manera.
Justin la dejó en su edificio. Le dio un beso profundo cuando caminó con ella
hacia los ascensores.
—Te veré en dos días —le dijo. Luego suspiró—. Esto va a ser tan difícil.
—¿Por qué?
—No quería dejarte tan pronto. Quiero decir... acabamos de estar oficialmente
juntos durante una semana.
—Oficialmente, huh —ella repitió.
—No voy a volver a la línea de banda otra vez, cariño. Esperé pacientemente
allí. ¡Alguien debería construirme un monumento! —se rio.
—Sí —dijo—. Y gracias, Justin. Por esperar a que yo viniera —Ella besó
suavemente sus labios.
Él apoyó su frente contra la de ella. —Tal vez... la próxima vez... podrías venir a
Chicago conmigo.
Me miró fijamente. —¿Qué?
Se encogió de hombros. —Déjame... déjame preparar a mi familia primero —
dijo—. Ellos no están acostumbrados a que tenga una novia. Nunca presente a una chica
con ellos antes. Pero estoy pensando... que es hora de que los presente.
Ella sonrió. Se sentía muy feliz. Pero al mismo tiempo, se sintió nerviosa. Ella
realmente esperaba que sus padres la quisieran. Sabía que no era una heredera como
su madre, pero esperaba que sus padres la aceptaran. Porque amaba sinceramente a su
hijo.
Cuando volvió a su apartamento, su teléfono estaba sonando. Ella corrió para
contestarlo.
—¿Qué le hiciste a Kimberly, Adrienne? —preguntó su madre con rabia—. ¿Y
estabas engañando a Troy? ¡Qué vergüenza! ¡Yo no te crie para que seas una puta!
¡¿Cómo puedes avergonzarnos así?!
Antes de que pudiera decir algo, escuchó un clic en la otra línea y su padre
habló. Se dio cuenta de que su padre cogió la extensión para unirse a su conversación.
—Adrienne, estoy seguro de que tienes una buena explicación para esto —dijo
su padre.
—Papá... —Las lágrimas rodaron por sus mejillas. Podría estrangular a Kim por
volver esto contra ella.
—Si ya no amabas a Troy, entonces deberías haber sido honesta con él sobre
eso. Kimberly nos dijo que tu otro novio estaba ahí también. Y le dio una paliza a Troy.
—¡Sus padres están bastante locos! Están pensando en presentar una
demanda, pero no pueden entender por qué Troy se niega a hacerlo —Ella escuchó a su
madre decir.
—Troy iba a proponerte matrimonio, cariño. Por eso toda la familia iba a ir.
¿Matrimonio? ¿Está loco Troy? Debe estar delirando al pensar que yo iba a decir
que sí.
—Pero él canceló todo. Dijo que cambió de opinión —dijo su padre—. Y luego,
regresaron a Boston y tiene la nariz rota y un ojo morado.
—Papá, esto no es todo culpa mía...
—¿Quién es el tipo, Adrienne? —preguntó su madre—. ¡Tú, ingrata chica!
Estaba tratando de cuidarte. Troy es tu mejor oportunidad en la vida. Tú no lograras
nada por tu cuenta. Tu única oportunidad es casarte con alguien que podría darte una
buena vida.
—Espera un momento, Marina —dijo su padre—. Démosle la oportunidad de
explicar.
—Papá, no estoy enamorada de Troy. Sería un error continuar con él. No era
feliz —dijo entre lágrimas.
—Cuando te cases con el bastardo bueno para nada de tu novio, entonces
realmente serás ¡miserable! Él sólo te dejará embarazada y luego te abandonará porque
no tiene medios para mantenerte.
—¡Mamá! —Adrienne levantó la voz—. Justin no es un bueno para nada. Es diez
veces más hombre que lo que Troy fue y será.
—¿Y cómo puedes decir eso? ¿Qué tan bien lo conoces?
—Casi todo el mundo lo conoce —respondió Adrienne. Ella estaba recibiendo
frustración—. Quieres saber por qué Troy no quiere presentar una demanda, ¿Mamá?
¡Porque sabe que no podría ir contra Justin Adams y ganar! Justin podía permitirse los
mejores abogados del país y el hecho de que yo testifique contra él será una pérdida
segura.
—¿Justin Adams? —repitió su padre—. ¿Ese es el nombre de tu novio?
Adrienne suspiró. —Sí, papá.
—¿Justin Adams como el hijo de Jac Adams?
El orgullo se hinchó en el corazón de Adrienne. —Sí.
—¿Qué? ¿Conoces a este tipo? —su madre parecía sorprendida.
—Si leyeras las noticias de negocios y las revistas de Forbes, Marina, tú sabrías
quién es. Son dueños de Industrias Adams. Adrienne, tu novio es... multimillonario. Un
multimillonario de tercera generación.
—¡Es un nombre común! Tal vez ni siquiera estamos hablando de la misma
persona —siseó su madre.
—Estamos hablando de la misma persona, mamá. Mi novio es el heredero de
Industrias Adams. Estoy segura de ello. Es bastante famoso aquí en Manhattan. Y he
estado en su jet privado, así que no hay duda de que es lo que papá dice que es.
—¡Oh! ¿Así que ese era tu plan todo el tiempo? ¿Entonces Troy no era lo
suficientemente bueno?
—Mamá, ¿por qué me haces esto? —preguntó, incapaz de detener las lágrimas
ahora—. No era feliz con Troy. ¡Era miserable! ¡No coincidimos! ¿No puedes por favor
ser feliz por mí por una vez? Voy a ir por el tipo que amo, el tipo que me hizo completa.
De eso se tratan los matrimonios. Incluso si no tuviera una… aventura con Justin,
todavía no habría dicho que sí a Troy. ¡Porque él no es el tipo para mí! ¡Él es el tipo que
tú quieres para mí!
Su madre se quedó en silencio por un tiempo. Luego su padre dijo—: Adrienne...
ven a Boston cuando tengas tiempo. Hablemos de esto como una familia. Hay asuntos
que no podemos discutir por teléfono.
Adrienne suprimió un gemido. —Bien, papá. Te quiero.
Luego colgó. Se sentó en el suelo de su sala de estar, inclinando su cuerpo
contra el mostrador. ¿Cómo pudo su madre actuar así con ella? ¿Cómo puede amar tanto
a una hija y despreciar a la otra? ¿Qué le hizo ella?
Se limpió las lágrimas de su cara. Y luego agarró su bolso y llaves. No podía
estar sola en un momento como éste. Necesitaba ver a sus amigos. Justin ya debía estar
a bordo del avión y no podría cargar con algo tan mezquino.
Cuando llegó a los ascensores, una pareja estaba parada allí, esperando por el
ascensor. El hombre estaba vestido con un traje caro y la mujer estaba envuelta en un
abrigo de Burberry. Parecían ricos y con clase. Tenían su espalda y ni siquiera notaron
su presencia detrás de ellos.
—¡No puedo creer que se haya ido así! —dijo la mujer—. Sabía que siempre fue
rebelde. ¡Pero no sabía que llegaría al extremo de longitudes como esta! —Adrienne
sólo escuchó a medias.
El hombre puso sus brazos alrededor de la mujer y Adrienne pensó que era
dulce. —Cariño... vamos. Podemos arreglar esto. No es demasiado tarde. No es como si
ya estuviera casado.
—Pero me siento diferente acerca de esto. Sé que ha estado con algunas chicas
antes. Pero algo me dice que esta vez es diferente. Creo que va en serio sobre esto. Por
cierto, ¿dónde está? ¿Cómo es que no está en su apartamento?
—Probablemente esté en el aeropuerto ahora.
El ascensor se detuvo en su piso. La pareja entró y Adrienne entró después de
ellos. Ella tuvo un vistazo del hombre guapo y la mujer elegante. Ambos parecían tener
cincuenta años. De alguna manera, Adrienne pensó que le resultaban familiares.
—¡Esto es vergonzoso, cariño! —la mujer habló en voz baja. Pero Adrienne
todavía la escuchó—. Ana ha sido mi amiga más antigua. Nuestros padres fueron los
mejores amigos. Sabes que este acuerdo había sido finalizado cuando ¡Justin era sólo
un bebé!
—Lo sé —admitió el hombre.
El corazón de Adrienne se saltó un latido. Ella se dio cuenta ahora de por qué
la pareja le resultaba familiar. Estos eran los padres de Justin. Le temblaban las rodillas
y por un momento, se olvidó de cómo respirar.
—Y creció sabiendo eso. No se quejó de ello. Nosotros le recordábamos
constantemente esto. Es su deber. Incluso le prometió a mi padre en su lecho de muerte
que cumplirá su deseo.
—Y sabemos que lo hará —continuó el hombre—. Mi hijo es un hombre de
palabra. Les hizo una promesa a ti y a tu padre y la cumplirá. Lo sé. porque es mi hijo.
Esta familia es más importante para él que cualquier otra cosa. Él seguirá adelante con
esta boda.
—No es que hayamos elegido mal. Esta chica viene de una muy buena familia.
Decente. Ricos.
—Y tiene un conjunto de hermosos genes para darnos absolutamente
asombrosos bebés —añadió el hombre en broma.
—No lo perdonaré si nos desafía, Jac —respiró la mujer—. Él no puede
retractarse de su palabra ahora. ¡Yo lo… desheredaré!
El hombre sólo se rio. —Ahora, ahora. No estés tan estresada, cariño.
La mujer se detuvo y Adrienne escuchó su risa. —Tú hijo me ha dado más
arrugas de las que quiero.
El hombre se rio de nuevo. —No, cariño. Eres muy hermosa. Eres astura.
El ascensor se abrió en la planta baja. Adrienne se quedó quieta mientras la
pareja pasó delante de ella.
Cada nervio de su cuerpo gritó. Cada músculo se sacudió. Ella estaba segura de
que su cara se había vuelto blanca, sin sangre. Su corazón latía con fuerza dentro de su
caja torácica. No podía respirar.
La comprensión se deslizó a través de ella, tomó el control de su cuerpo y
amenazó con asfixiarla.
Ella recordó las muchas veces que Justin se callaba y se ponía triste cuando
hablaba de su familia y sus obligaciones con ellos. Eso era. Eso era lo que sus padres le
pidieron que hiciera.
Su corazón se rompió en un millón de pedazos. Salió del ascensor como un
zombie. Sus lágrimas amenazaron con cegarla. Ella no escuchó nada, no vio nada. Sólo
un pensamiento dominaba su mente y no pudo escapar del cegador dolor que la
acompañaba.
Justin está comprometido.
22. Agwat
Filipino para el / distancia

Cuando Adrienne llegó al apartamento de Yuan, sus amigos supieron al


instante que algo estaba mal.
—¿Qué? —preguntó Yuan—. ¿Te rompió el corazón? ¿Estaba engañándote?
¿Dónde está él? ¡Lo mataré!
Adrienne se sentó en el sofá en silencio. Miró fijamente al espacio, aún incapaz
para recuperarse de su shock. ¿Cómo pudo pasarle esto? Hace unas horas, ella era feliz.
Estaba flotando en el aire.
Pero eso parecía tan lejano cuando se sentó con el corazón roto como cristales
rotos. No sabía cómo podría recuperarse de ello. Su mundo se había desmoronado.
—Adrienne, ¿qué pasa? —preguntó Jill, tomando sus manos en las suyas y
apretando suavemente.
Los miró fijamente durante mucho tiempo.
—Por favor, no me digas que lo descubriste engañándote.
Adrienne sacudió la cabeza. —No me estaba engañando.
—¿Entonces por qué estás así?
Respiró profundamente. —Aparentemente... Justin estaba... ocultando algo.
—¿Qué?
—Yo… respiró profundamente—. Compartí el ascensor con sus padres. No me
conocían. No me conocen. Pero su madre estaba tan molesta, no pudo evitar hablar…
del dilema con su hijo —El dolor llegó corriendo hacia ella de nuevo—. Ella dijo... que
Justin tiene esta obligación con la familia. Un arreglo que se remonta a cuando era muy
joven.
—¿Qué es?
—Ellos... arreglaron que él... se casara con alguna... rica heredera —tartamudeó
y luego las lágrimas rodaron por sus mejillas.
—¡Oh Dios mío! —Yuan y Jill respiraron juntos.
Les tomó un momento a sus amigos recuperarse.
—Tal vez... tal vez no sean sus padres. ¿Cómo podrías saberlo? Tú no los han
conocido.
—Vi una foto de ellos —respondió Adrienne—. Y su padre se parece
exactamente a él. No hay ningún error al respecto. Mencionaron su nombre. Así que
estoy bastante segura de que son ellos.
—¿Has hablado con él?
Adrienne sacudió la cabeza. —Todavía no. Sólo... quiero organizar mis
pensamientos primero.
—¿Nunca te mencionó esto?
—Nunca. Pero hubo momentos en el pasado en los que miraba preocupado o
triste cuando recordaba algo. Mencionó una obligación familiar de la que se olvidó. No
dijo de qué se trataba. Siempre fue cambiando el tema después de eso. Estoy bastante
segura de que era esto.
—Pero tal vez... tal vez no quiera hacerlo.
Adrienne recordó que Justin dijo: ‘Es demasiado tarde. No quiero hacerlo, ya no’
—Ok, dijiste que estaban de acuerdo en esto hace mucho tiempo. Tal vez
porque tú llegaste... Justin no quiere seguir con esto. Sus padres querían que lo hiciera.
¿Pero le escuchaste decir que lo haría?
Adrienne sacudió la cabeza. —Pero sus padres lo desheredarán si él los desafía.
Y sé lo mucho que la familia de Justin significa para él, chicos.
—Pero tú también significas algo para él.
Adrienne respiró profundamente. —No me ha dicho que me ama. Pero yo sé
que ama a su familia más que a nada.
—Sólo porque no te lo haya dicho no significa que no lo haga —dijo Jill—.
Porque lo vemos. Y sabemos que está profundamente enamorado de ti.
—¿Pero por qué no me dijo nada de esto?
Yuan suspiró. —No lo sé. Tal vez esté tratando de arreglarlo. Así que cuando te
diga, ya no abra nada de lo que tengas que preocuparte nunca más.
Adrienne se limpió las lágrimas de su cara. Sus amigos tenían razón. Justin
probablemente quería arreglarlo. Por eso regreso a Chicago con sus padres. Dijo que
primero prepararía a su familia y luego le pediría que ella fuera a Chicago con él. No
diría eso si todavía planeara realizar su compromiso con alguna otra chica, ¿verdad?
—¡Oh Dios! Espero que pueda convencer a sus padres —respiró—. Porque no
quiero hacerlo elegir, ya sabes. No dejaré que sacrifique su relación con sus padres por
mí. Sé lo que es vivir con una madre que te odia y un padre que no pueda defenderte.
No lo haré, no dejaré que Justin tenga esa vida chicos. Lo amo demasiado para eso.
—Cariño... estamos seguros de que ustedes estarán bien —dijo Jill—. Cree en
Justin. No te hará daño. Luchará por ti.
—Realmente espero que tengas razón. Yo... yo no quiero perderlo. Es
demasiado pronto —Adrienne dejó salir un suspiro frustrado—. Dios, ¿no puedo tener...
un mes de paz? —preguntó, mirando hacia arriba—. Quiero decir... Justin y yo hemos
estado juntos oficialmente por una semana. Y ahora esto.
—Si realmente te ama, luchará por ti. Tal vez fue a ver a sus padres este fin de
semana para cancelar su compromiso con esta perra.
—No es de extrañar que Justin no se haya comprometido antes. Tal vez esta fue
la razón por la cual nunca tuvo relaciones. No podía comprometerse porque... él ya
estaba comprometido con alguien más. Y las otras chicas eran todas aventuras. Para
pasar el tiempo. Para divertirse un poco antes de que finalmente sirviera a la vida de
encarcelamiento con una perra que se ganó el derecho de ser su prometida sólo por
haber nacido —dijo Adrienne, pensando en voz alta.
—Pero no eres sólo un pasatiempo, Adrienne. Se puso serio contigo.
—Tal vez nunca quiso hacerlo, pero no pudo evitarlo —sugirió Jill.
Adrienne suspiró. —No puedo retenerlo de su destino. No puedo hacer que
deje a su familia. Era un gemelo, ¿saben? Su hermano murió al nacer. Es el único que
tienen sus padres.
Jill y Yuan le sonrieron disculpándose.
—Sólo espera. Estoy seguro de que lo arreglará —dijo Yuan.
—Dios, espero que lo haga. ¡Y pronto! Porque necesito algo de fuerza para
enfrentarme a mis padres.
—¿Por qué? ¿Qué pasó?
—Mis padres me llamaron. Aparentemente, la noticia del ojo morado de Troy
ya los alcanzó. Mi mamá está enojada conmigo. Kim no mencionó que la encontré
encima de Troy, ¡gimiendo a mares!
—Por supuesto. Quienquiera que llegue a tus padres primero puede lanzar la
primera piedra —Jill puso los ojos en blanco—. ¡Ooohh! Quiero sacarle los ojos.
—No importa si me engañaron. Yo engañé a Troy, también. Yo iba a romper con
Troy incluso antes de que lo descubriera. Esto estaba condenado a suceder. Mi mejor
apuesta es que mis padres entiendan de una vez, que estoy haciendo algo que quiero.
Estar con la persona que amo. Y no sólo para complacerlos.
—¡Cualquier padre debería entender eso! —gimió Yuan.
—No mi mamá. Aparentemente, ella me estaba haciendo un favor al
empujarme a salir Troy. Dijo que nunca me iría bien en la vida. Mi mejor oportunidad
era casarme con alguien exitoso. ¿Qué tan patética pensó que yo era?
—¡Quiero darle una bofetada a tu madre a veces! —dijo Yuan—. Lo siento.
¡Pero realmente no entiendo lo mala que es ella contigo! Como si no vinieras de ella
¿Cómo puede degradarte así?
—¡Y no hay nada que degradar! Ella tiene una hija inteligente, hermosa cuyo
único deseo es complacerla. ¿Qué más podría pedir? —dijo Jill.
—Bueno, ahora al menos puedes decirle que su elección no fue lo suficiente
buena para ti —añadió Yuan—. Te las arreglaste para enganchar a uno de los solteros
más ricos del país. ¡Cómete esa Kimberly!
—No importa. Justin no tenía que ser rico. Todavía me enamoraría de él.
¿Recuerdas cuando me enamoré de él, estábamos teniendo citas en nuestros
apartamentos? Apenas salimos. Nunca tuve experiencias de primera mano sabiendo lo
rico que era en realidad. Mantuvimos las cosas en secreto... en silencio y simple. Y aun
así me enamoré de él.
—¡Pero, aun así, debe haber sido un gran shock para Kimberly! —afirmó
Yuan—. Me pregunto cómo reaccionó cuando se dio cuenta de con quien estabas
saliendo ahora. Y cómo se sintió Troy cuando se enteró con quién te había perdido.
—¡Sí! ¡Justin maldito Adams! —dijo Jill alegremente.
—Debe haber sido un gran shock para ellos —continuó Yuan—.
Desafortunadamente, no se sorprendieron lo suficiente como para tener un ataque al
corazón. ¡Qué habría sido encantador!
—¡En serio, chicos! Yo debería ser la que les desee la muerte, no ustedes. Pase
lo que pase entre Kim y yo, ella sigue siendo mi hermana. Ella sigue siendo familia.
—Díselo a ella. ¡Parece no saberlo! —Yuan puso los ojos en blanco—. ¿Así que
todavía necesitas ir a Boston?
Adrienne asintió. —Sí. Y esperaba que Justin viniera conmigo.
—Lo hará —dijo Yuan con confianza—. Es un tipo decente. No lo hará, no te
dejará volando.
—Y no por una perra que sólo tiene una conexión con él de negocios —añadió
Jill.
Adrienne enterró su cara en sus manos y se impidió a sí misma llorar. —Oh,
Dios, espero que tengan razón.
Esa noche, Adrienne decidió pasar la noche en el apartamento de Justin, en
lugar del de ella. Justin le había dado las llaves de su apartamento desde el momento en
que regresaron del centro turístico. Fue la primera vez que usó su llave sin que él
estuviera realmente en el lugar.
Ella quería sentirse cerca de él. Se acostó en su cama, la cama en la que suelen
pasar las noches. Ella abrazó sus almohadas. Todavía olían débilmente a su loción de
afeitar.
Volteó su teléfono y marcó su número.
—Cariño —la saludó después de un ring.
Su voz sonaba tan dulce para ella e inmediatamente sintió como lloraba. Se dio
cuenta de lo mucho que lo amaba y quería mantenerlo para siempre.
Respiró profundamente. —Te extraño —susurró. Trató de mantener su voz
firme. Ella no quería que él supiera que algo estaba pasando. No quería decirle todavía
que sabía lo de su compromiso. Especialmente no por teléfono.
Le tomó un momento para responder. —Odio estar lejos de ti —respondió él—
. Si no tuviera... algunas cosas que arreglar aquí, no habría venido en absoluto.
—Sí. Me gustaría que estuvieras también aquí.
—¿Dónde estás?
Ella suspiró. —En tu cama.
Hizo una larga pausa. Luego dijo—: Si esa es tu manera de hacerme sufrir aún
más, lo estás logrando.
Se rio. —Te extraño. Pensé que, si pasaba la noche en tu cama, todavía me
sentiría de alguna manera como si estuvieras aquí a mi lado.
—Volvería ahora mismo, si pudiera.
—Está bien. Nos veremos el lunes.
—Hasta entonces, será tortuoso.
Ambos se callaron por un par de segundos... sintiendo cada uno la presencia del
otro, sin importar lo lejos que estuvieran el uno del otro.
Entonces, finalmente, Adrienne dijo—: Buenas noches, Justin.
—Buenas noches, cariño —dijo Justin sobriamente—: Estaré haciendo el amor
contigo… en mis sueños.
Cuando Adrienne colgó el teléfono, abrazó su almohada y dejó todas sus
lágrimas caer.
23. Al Haqiqah.
En árabe significa: La verdad o

Parecía una eternidad antes de que Adrienne se enfrentara de nuevo a Justin.


Durante los dos días que pasaron separados, trató de actuar con normalidad. La llamaba
al menos tres veces al día. Ella no quería que él pensara que algo pasaba.
Porque conociéndolo, podría volar de vuelta a Nueva York antes de lo
programado y sólo tenía dos días para pasar con su familia.
El lunes por la noche, apareció en su puerta.
—Hola —lo saludó, pegando una sonrisa en su cara.
Él la miró fijamente durante un rato. Y sin decir una palabra, la llevó a él y
aplastó sus labios con los de ella.
—Justin —susurró ella contra sus labios.
—Te extrañé —dijo él, levantándola de sus pies y llevándola al dormitorio.
Cuando la puso de pie, ella lo miró fijamente. Ella pudo ver la fatiga en sus ojos.
—Yo también te extrañé.
Él le sonrió, pero ella lo conocía mejor ahora. Sus ojos no hicieron chispas y
parecía que estaba forzando la sonrisa en su cara. Adrienne ya sabía que algo estaba
pasando.
—¿Estás bien? —preguntó.
Él asintió con la cabeza. —Ahora lo estoy.
—Justin... —ella empezó.
La silenció con un beso. Ella le devolvió el beso. Su beso se convirtió en
apasionado. Era evidente que no quería hablar. Sólo quería perderse él mismo en ella.
Y ella lo permitió.
En cuestión de minutos, estaban en la cama, jadeando. Montados en la marea
de pasión que amenazaba con consumirlos a ambos.
—Adrienne... —susurró Justin. Era más urgente que de costumbre. Ella
emparejó sus besos, su pasión con igual fervor. Amaba a este hombre y no quería
perderlo. Quería reclamarlo, tanto como él reclamándola.
Cuando llegó a su punto máximo, gritó su nombre en éxtasis. En medio de su
pasión, se las arregló para recordar que se perdieron demasiado pronto, Justin ni
siquiera usaba protección.
—Cariño... no tenemos protección —ella jadeó.
Él la miró fijamente a los ojos, borracho de pasión, consumido por deseo. Su
expresión era tan intensa que casi no lo reconoció.
Él tomó su boca con la suya en un beso áspero y apasionado. Ella lo besó atrás,
sosteniéndolo cerca de ella.
Luego apoyó su frente contra la de ella y susurró con una voz ronca—: Dime
que me amas, Adrienne.
Le devolvió el parpadeo, recuperando finalmente algunos de sus sentidos. —
¿Qué?
Ella lo miró fijamente, incapaz de entender lo que le preguntaba a ella.
—Dime... que estás enamorada de mí —dijo, suplicando con su voz. Respiró
hondo. Luego añadió—: De la misma manera que yo estoy tan, tan... enamorado de ti.
Su corazón palpitaba dentro de su pecho y luchó por encontrar su voz. Las
emociones la envolvieron de golpe y luchó por el aire. Ella le sonrió a él, las lágrimas
brillaban en sus ojos. —Justin... sabes que lo estoy.
Una lenta y triunfal sonrisa se extendió por su rostro. —Quiero oírte decirlo,
cariño.
Ella lo atrajo hacia ella y lo besó apasionadamente. Cuando ella se levantó por
aire y dijo—: Te amo, Justin Adams. Con todo mi corazón.
Le devolvió el beso. —Te amo, Adrienne Miller. Con todo mi corazón. Con toda
mi alma. Con todo lo que soy —dijo. Y con eso, ella lo sintió moverse dentro de ella, más
apasionadamente y con más urgencia que la trajo una vez más a su apogeo.
—¡Justin! —gritó.
—Adrienne, ¡te amo tanto! —gritó su nombre y en su interior, en segundos
sintió su cuerpo mecerse dentro de ella.
Él apretó sus brazos alrededor de ella mientras enterraba su cara en la masa
de su cabello, absorbiendo su olor, sintiendo cada latido de su corazón, escuchando cada
respiración. Permanecieron unidos, todavía uno con el otro. Y todo en lo que Adrienne
podía pensar era cómo le dijo que la amaba.
Justin continuó besándola, acariciando su cuello. Sus ojos estaban medio
cerrados. Ella estaba consumida por el poder de sus relaciones amorosas. Era intenso.
Y ella sabía que se había entregado completamente a él. Su corazón y su alma, ahora
ambas, pertenecían a Justin.
—Eres hermosa —le susurró.
Ella sonrió. —Tú también lo eres —entonces, recordó de nuevo que ellos no
llevaban protección—. Justin... tú no tenías protección.
La miró fijamente. Ella esperaba que entrara en pánico, y se diera cuenta de lo
que acaba de suceder. Ambos estaban perdidos en su pasión que en realidad olvidaron
los riesgos. Pero él dijo—: Lo sé —Se inclinó y la besó una vez más.
—Justin, no estoy tomando la píldora —recordó que debería haber pensado en
esto desde el día en que perdió su virginidad.
—Lo sé —dijo otra vez.
—Justin...
La silenció con un beso.
—¿Crees que me preocupa, Adrienne? —preguntó—. Te amo, cariño.
Se mordió el labio y le devolvió el beso. —Yo también, te amo.
Le devolvió la sonrisa. —Entonces no tenemos nada de qué preocuparnos.
Finalmente, salió de ella y rodó sobre su espalda. La recogió en sus brazos.
Apoyó su cabeza en su hombro.
Se perdieron en sus pensamientos por un tiempo. Justin la acarició en silencio
en sus brazos y besaba la parte superior de su cabeza de vez en cuando.
Se preguntaba qué había pasado en Chicago. ¿Se las arregló para convencer a
sus padres de no seguir adelante con su acuerdo para casarlo? ¿Ganó? ¿Finalmente era
libre?
Respiró profundamente. —Justin... ¿está todo bien contigo y tus padres?
Le tomó un momento para responder—: Nada que no pueda manejar.
Ella lo miró fijamente, registrando su rostro. De nuevo, sus ojos no estaban
bailando. Algo estaba allí debajo de sus profundidades. Algo que preocupaba a
Adrienne.
No quería decirle que sabía lo de su compromiso. Ella quería que él se lo dijera
en su momento. Cuando se las arregló para arreglar las cosas. Cuando esté listo.
—Si algo está mal, me lo dirías, ¿verdad? —preguntó.
Él le sonrió. —La mujer que amo me acaba de decir que siente lo mismo por mí.
Ahora mismo, soy invencible. ¡Soy el rey del mundo! Todo es perfecto.
—¡Justin! —ella lo pellizcó en su costado.
La llevó hacia él y le besó la frente. —No pasa nada, Adrienne. Todo está bien.

Al día siguiente, Adrienne trató de concentrarse en su trabajo. Pero se quedó


ansiosa. Debería estar feliz. Justin la ama. Todo era perfecto. Pero de alguna manera,
todavía no podía olvidar esa sensación persistente de esta burbuja en que ella estaba,
le explotaría en la cara. Que perdería a Justin. Porque, aunque su corazón le pertenecía
a ella… seguía siendo Justin Adams. Y su nombre... pertenecía a otra persona.
—Entonces, ¿hablaste con él? —preguntó Jill, sentada en la silla delante de su
escritorio.
—No. Intenté sacarle algo. Pero no quiso hablar. Él sólo me dice que no tengo
nada de qué preocuparme.
Jill la miró fijamente, sin saber realmente qué decir.
—Él finalmente me dijo que me ama.
Los ojos de Jill se abrieron de par en par. —¡Wow! —suprimió un grito—.
Entonces... tú no tienes nada de qué preocuparte, Adrienne.
—Lo sé. Pero puedo verlo en sus ojos. Algo le está molestando y no quiere
hablar de ello.
—Tal vez todavía no es todo un éxito. Tal vez todavía está tratando de
resolverlo. Pero él te ama. Y esa es tu garantía. Está luchando por ti.
Adrienne respiró profundamente. —Lo sé. Sin embargo, sólo espero que gane.
Ella decidió cocinar esa noche. Algo especial para ambos, Justin y ella. Sabía
que, aunque él es feliz con ella, las cosas aun parecían fuera cuando se trataba de sus
padres. Su madre estaba decidida a cambiar su mente y hacer que cumpliera su
promesa de seguir adelante con su arreglo. Él la amaba. Y ella sabía que debía ser difícil
para él desafiar sus padres.
—Algo huele bien —dijo cuando entró en su apartamento y la encontró en la
cocina.
—¡Hola! —ella lo saludó—. Espero que tengas hambre. La cena estará lista en
quince minutos.
Se puso detrás de ella y le rodeó la cintura con sus brazos. Él le dio un beso en
el cuello y miró lo que estaba cocinando.
—¿Stroganoff?
—Sí.
—Mi favorito —dijo. La besó en la parte superior de la cabeza—. Te amo.
Ella sonrió y se volvió hacia él. Se levantó y le besó los labios. —Yo también te
amo —dijo—. Ahora, ve a esperar en la sala de estar, para que pueda terminar esto.
Justo después de que se sentaron a cenar y Justin había tomado una muestra
de lo que ella había cocinado para él, la miró fijamente con asombro.
—¿Qué? —preguntó ella.
—¡Wow! ¡Realmente sabes cocinar! —le dio otro mordisco—. Esto es
¡asombroso!
Ella sonrió. —Me alegro de que te guste.
—¡Me encanta! —dijo y comió como si no hubiera comido en todo el día. Y eso
hizo que Adrienne se sintiera orgullosa y feliz.
Después de lavar los platos y ordenar la cocina, encontró Justin en el balcón.
Perdido en sus propios pensamientos, bebiendo cerveza y mirando fijamente en el
espacio.
Casi se le rompe el corazón. Ella sabía la carga que él llevaba. Prometió que no
lo presionaría al respecto, pero en ese momento, sintió como si fuera el momento de
compartir esa carga. Se dio cuenta de que era lo suficientemente malo como para
desafiar los deseos de sus padres. Llevó la carga de no decírselo también, porque temía
que la lastimara o que la perdería a ella. Quería que él supiera que ella lo sabe. Que
estaba bien. Que confiaba en él.
Respiró hondo y dijo—: No tienes que ser fuerte todo el tiempo, lo sabes.
Se dio la vuelta para enfrentarla. —Oye —susurró en voz baja.
—Justin… —ella dio un paso más cerca de él—. Lo sé... sé lo que está
molestándote.
Le devolvió el parpadeo. —Nada me preocupa.
Ella le levantó una ceja. —Mentiroso —dijo suavemente y le sonrió con
tristeza—. Sé que estás comprometido, Justin.
La miró fijamente. La sangre casi se le escurría de la cara. Ella pisó más cerca
de él. —Justin... no tienes que ocultármelo.
—Adrienne... no estoy comprometido.
—Sé que lo estás. ¡Deja de fingir que todo es perfecto! Que no hay nada malo.
Sé que tienes una prometida en algún lugar y que estás asustado de contarme sobre
ello.
Cerró los ojos por un momento. Respiró profundamente y dijo—: En lo que a
mí respecta, no estoy comprometido.
—¡Justin... por favor! —se estaba frustrando—. ¿Cómo puedes decir eso? ¡Sé lo
que te pasa!
Gruño suavemente. —¡No estoy comprometido, Adrienne! Porque si lo
estuviera, entonces estarías usando una enorme roca en tu dedo. —Se hundió en la silla
y se negó a mirarla.
Adrienne se tomó un momento para pensar en lo que dijo y lo que significaba.
Su corazón se hinchó al pensar que, si Justin era libre de preguntar a alguien que se
casara con él, él se lo pediría.
Ella fue hacia él y se arrodilló delante de él, tomando sus manos con las de ella.
—Bien. No estás comprometido... por tu propia voluntad. Tus padres
arreglaron que te casaras con una heredera que eligieron para ti. ¿Estoy en lo cierto?
Le dio una mirada dura. Le apretó las manos. —¿Cómo lo sabes?
—No importa cómo lo supe. Pero sí importa. Y sé que tú estás molesto.
Sacudió la cabeza. —No me molesta, Adrienne —comenzó su voz rota—. Me
está matando.
Ella lo sabía. Pero lo importante es su elección. ¿Qué planeaba él realmente
hacer al respecto?
Respiró profundamente. —¿Cuál es su plan, Sr. Adams? —ella preguntó—.
Porque sólo estoy dispuesta a estar a tu lado si dices que tú elección soy... yo.
Le soltó las manos, se inclinó y le dio un fuerte beso en los labios. Luego dijo—
: ¿De qué estás hablando, Adrienne? ¡La elección siempre serás tú! —La levantó para
sentarla en su regazo. La acercó más a él. Se quedaron callados por un tiempo. Ella
apoyó su cabeza en su hombro. Él le dio un apretón de manos. Luego dijo—: No sabes
lo aliviado que me siento al oírte decir que estarás a mi lado.
Ella lo miró. —¿Es eso lo que te estaba molestando?
Le apartó un mechón de cabello de su cara. —La única cosa que me mataba es
el miedo a perderte si te enterabas.
—Te amo, Justin. Y sé que no fue tu elección.
Respiró profundamente. —Ya he tomado mi decisión —dijo—. Mis padres no
estarán contentos con ello, pero nunca hubo una cuestión renunciar a una mocosa rica
que ni siquiera he conocido.
—¿No la has conocido?
Sacudió la cabeza. —Toda mi vida, mi madre me dijo que me casaría con la hija
de su mejor amiga. Su familia había sido muy buena amiga de la mía. Incluso nuestros
abuelos eran los mejores amigos. Se les metió en sus cabezas unir a nuestras familias y
creían que la única manera de hacerlo era a través del matrimonio.
Desafortunadamente, mi madre nunca tuvo un hermano. Y la madre de la niña era hija
única. Así que el matrimonio era imposible en su generación. En cambio, pensaron en
hacerme miserable.
—¿Cuánto tiempo hace que lo sabes?
Suspiró. —Desde que era niño —respondió—. Le prometí a mi abuelo que lo
haría. En aquel entonces, pensaba que la amiga de mi madre era hermosa. Así que su
hija no podría ser tan mala. Y no me importaba esas cosas, todavía. Incluso cuando me
convertí en adulto nunca encontré a alguien de quien podría enamorarse. Así que nunca
me molestó. Me crie con este arreglo como si fuera una parte de mi sistema... una parte
de lo que soy. Y, además, mi madre y mi padre vinieron de ese tipo de arreglo y estaban
tan enamorados el uno del otro. Eso les funcionó bien, así que pensé que tal vez me
enamoraría de la chica, también.
Adrienne apoyó su cabeza en su hombro mientras escuchaba su historia.
—Por eso nunca me comprometí con nadie. Porque sabía que no debía
apegarme emocionalmente. Sabía que cada chica con la que tenía que estar era solo…
temporal. Al final todavía me iba a casar con la hija de la amiga de mi madre. Así que no
importaba si nunca había tenido una relación antes. ¿Lo que era el punto?
—Eras soltero por una razón —murmuró.
Tomo un respiró profundamente. —Entonces te vi un día, en tu oficina. Tú eras
hermosa y yo estaba en trance. El hecho de que me ignoraras y no parecieras estar
interesada en mí, me fascino aún más.
Adrienne se rio. —Es tu ego el que habla.
Justin se rio. —Siempre te he observado. No parecías interesada. Te vi mudarte
a este apartamento y me emocioné porque significaba que yo tendría la oportunidad de
llamar tu atención.
—Tal vez presenté un desafío, por eso te interesaste en mí.
—Quizás al principio. Pero cuanto más te miraba, más intrigado estaba por ti.
Siempre fuiste seria, pero sentí que tenías un caparazón que sólo debía romper y algo
aún más hermoso saldría. Esa noche en Gypsys, vi una grieta en esa cáscara. Así que te
perseguí. Porque sabía que era mi única oportunidad.
Adrienne se rio. —Jamila McBride te dio una oportunidad.
—Eso fue muy gracioso. Ya sabía mucho sobre ti, y cuando me disté un nombre
falso, me esforcé tanto por no reírme.
—Pensé que me olvidarías fácilmente.
—Ahora, ya sabes, que no lo haré —dijo—. Nunca quise que esto fuera sólo una
cosa de una noche. Y cuanto más te conocía… más me sentí atraído por ti. Tienes capas
en tu personalidad que encuentro fascinantes. Eres inteligente, divertida y fuerte. Y me
sentí privilegiado de que me mostraras lados de ti que no permites que nadie más vea.
El hecho de que yo fuera el tipo al que le diste tu virginidad, me hizo sentir como si de
alguna manera, yo hubiera hecho algo justo en mi vida para merecer un premio tan
especial. Nuestro secreto me hizo vivir en tu mundo... el mundo que tú intentaste ocultar
mucho. Después de dos semanas de estar contigo, me di cuenta de que estaba en ti para
que esto se llame sólo una aventura. Cuando vi a ese chico, Jin Starck, al parecer
interesado en ti, sentí una punzada de celos que nunca sentí antes. Me volví posesivo
contigo. Te quiero toda para mí y ya no me importa si me han arreglado previamente
con alguien más. No la quiero a ella. Te quiero a ti.
—¿Le dijiste a tus padres sobre esto?
—Sí —respondió—. El fin de semana pasado, les dije que voy a cancelar todo
el arreglo. No pueden elegir a mi esposa por mí. Ya sé con quién quiero pasar el resto
de mi vida.
—¿Cómo se lo han tomado?
Suspiró. —Mal —susurró—. Mi madre está amenazando desheredarme.
Se alejó de él y lo miró a los ojos. —Justin... ella no puede hacerte eso, ¿verdad?
Sonrió con tristeza. —Yo tenía la esperanza de ella lo hiciera algún día. Ella no
sabía cómo era. Aceptó su destino voluntariamente. Ella nunca se enamoró de otra
persona cuando se casó con mi padre. Y entonces llegaron a conocerse y se enamoraron
locamente. Así que después de unos meses, no era un acuerdo de negocios más.
—¿Qué tan seguro estás de que no te gustará esta chica también? —le preguntó
Adrienne.
Justin agitó la cabeza. —¿Cómo podría siquiera gustarme? Ya estoy demasiado
muy enamorado de ti.
Ella se inclinó hacia adelante y le besó los labios. Su corazón se llenó de alegría
y se rompió en el dolor al mismo tiempo. Ella estaba feliz de oírlo decir que la amaba lo
suficiente para luchar por ella. Pero también sabía que él está sacrificando a su familia
por su amor. Y una parte de ella no quería eso para él.
—¿Qué vas a hacer ahora, Justin?
Le sonrió con tristeza. —No puedo vivir sin ti ahora, cariño. No lo haré. Incluso
si eso significa que lo pierda todo.
—¿Estás listo para hacer eso?
—¿Te quedarás conmigo, aunque ya no sea Justin Adams? ¿Aunque me gane la
vida atendiendo mesas?
—Sabes que lo haré —respondió. Luego sonrió—. Tal vez, yo sólo podría
amarte aún más.
La miró fijamente durante un rato y dijo—: Entonces me haces el hombre más
feliz del mundo, cariño —Se inclinó hacia adelante y le dio una apasionada beso en los
labios.
24. Dit is die moeite werd
om aan te hou
Africano: Vale la pena mantenerlo.

Los siguientes días fueron una total felicidad. Justin estaba casi de vuelta en su
usual estado de siempre, alegre. Ya no hablaban de su acuerdo matrimonial y Adrienne
confió en lo que dijo. Que su elección era ella y que él luchará por ellos. Permanecieron
juntos todos los días. Después del trabajo, ella regresaba a su apartamento. Sólo volvió
a su casa para revisar su correo de voz y para conseguir algo de ropa. Cada noche
dormían juntos, como si vivieran juntos.
Una noche, se sentaron juntos en el diván de Justin en su balcón, observando la
vista de Manhattan. Adrienne se apoyó de espaldas en el pecho de Justin mientras se
sentaba entre sus piernas. Apoyó su cabeza contra su hombro.
—¿Me amas? —susurró Adrienne suavemente.
—Con todo mi corazón, cariño —dijo Justin y la abrazó con fuerza.
—¿En serio? —ella sonrió.
—En serio —susurró él y ella besó su sien.
—Justin... si... si no me tuvieras, ¿crees que estarías casado ya? —preguntó.
Justin suspiró. —No lo sé —respondió él—. Normalmente... no te arrojarán en
una ceremonia de boda inmediatamente. Lo qué pasó con mi mamá y mi padre... se
conocieron el uno al otro, y luego mi padre le dijo mi abuelo que... conociera a su
prometida. Tuvieron que pasar algún tiempo juntos. Mi padre tuvo que cortejar a mi
madre. Cortejarla para que... no se sintiera como si estuviera forzado al destino. Y
aunque no se enamoraran, ellos serían al menos amigos cuando se casaran —Justin se
calló por un momento. Luego añadió—: Normalmente fijan la boda un año después de
la reunión. Entonces, la pareja tiene como un año de noviazgo... un año para
enamorarse. Mis padres... se casaron en seis meses.
—¿Seis meses? ¿Muy por delante del período de cortejo de un año?
Justin asintió. —Mi padre no podía esperar. Le propuso matrimonio a mi madre
después de seis meses, y dijo que sí. Fue sólo una formalidad porque ya estaba arreglado
para casarse. Y así lo hicieron. ¡Y aquí estoy yo! Siendo hecho para sufrir el mismo
destino.
—¿Tienes un año para hacer que se enamore de ti? —preguntó Adrienne, su
corazón tirando dentro de su pecho. Ella se negó a responsabilizar a Justin con lo mucho
que esto le molestaba.
—Sí. O por lo menos convertirme en su amigo, para que el acuerdo no sea tan
malo.
Adrienne suspiró con tristeza. —Ella se enamorará de ti.
—¿Por qué dices eso?
Ella lo miró, lágrimas brillaban en sus ojos. —Porque eres Justin Adams —dijo
con tristeza. Se sentía orgullosa de él. Pero de alguna manera, no podía evitar de
preocuparse aún más—. Como si el tipo que lleva la etiqueta con el nombre no es lo
suficientemente grande, el tipo debajo es tan... mucho más de lo que vale la pena
enamorarse.
Justin la miró fijamente. —Pero Justin Adams nunca caerá en amor con ella —
declaró—. Su corazón ya está encadenado a otra persona. No quiere a nadie más en su
presente o en su futuro —Se detuvo para tomar un profundo aliento. Luego añadió—:
Quiero que recuerdes eso, Adrienne —Entonces sus labios descendieron hasta los de
ella y la besó profundamente.
El jueves por la noche, ella entró en el apartamento de Justin después del
trabajo. Él estaba en el balcón hablando por teléfono.
—No —dijo—. No puedes obligarme, papá.
Se detuvo en la sala de estar y lo escuchó. Él estaba de espaldas a ella y no la
escucho entrar.
—¿Por qué eres tan injusto conmigo? —preguntó enfadado—. Tú amas a
mamá. Estás casado con tu alma gemela. Cada día de tu vida, te despiertas junto a la
mujer que significa el mundo para ti. Encontré a la mujer que significa el mundo para
mí. ¡Esto no es un juego, papá! ¡Quiero a mi chica! Me voy a casar con ella. Y puedes
repudiarme todo lo que quieras, pero no cambiaré mi mente acerca de esto.
Hizo una pausa por un tiempo. Obviamente, su padre estaba diciendo algo del
otro lado. Vio a Justin agarrando con fuerza la barandilla delante de él.
Luego dio un suspiro de frustración. —Lo he hecho lo suficientemente bien por
mí mismo. No necesito tu dinero. Mi novia es una chica sencilla. Ella no necesita vivir en
un mundo de fantasía. Y estoy bastante seguro de que todavía puedo darle una vida
cómoda con mi dinero solamente. Soy lo suficientemente rico por mi cuenta.
Hizo una pausa otra vez. Después de unos minutos, ella le oyó decir—: ¡Bien!
Me mudare este fin de semana —luego colgó. Respiró profundamente y golpeó la
barandilla delante de él.
Adrienne cerró los ojos por un momento. Sintió su dolor. Justin la eligió, luchó
por ella. Pero vino con un gran precio. Su familia. Y Adrienne sabía que, a diferencia de
la suya, la familia de Justin era perfecta. Y ellos eran todo para él antes de que ella
llegara.
Se adelantó y luego lo abrazó por detrás, descansando su mejilla contra su
espalda bien esculpida. Respiró hondo, agarró una de sus manos y la besó.
—Bueno, soy oficialmente repudiado por mis padres —susurró.
Se dio la vuelta y la enfrentó. Las lágrimas brotaron de sus ojos. Ella sacudió la
cabeza. —No debería ser así, Justin. Todavía puedes arreglar esto —incluso mientras
decía esto, su corazón se rompió por él.
Le apartó un mechón de cabello de su cara. —La única manera de arreglar esto
es si te dejo por alguna mocosa que ni siquiera conozco. Y eso no es una opción para mí.
—Pero Justin... es tu familia.
—Y, por otro lado, Adrienne, estás tú —dijo con tristeza—. Mi vida.
Luego se inclinó y besó sus labios minuciosamente.
—Justin, ¿estás seguro de que estás tomando la decisión correcta?
Él suspiró contra sus labios. —Pienso que sí. Porque mi padre acaba de
pedirme que me mude de la casa y todo lo que puedo pensar es en hacerte el amor a ti,
ahora mismo.
Puso sus manos en sus muslos y la levantó de sus pies. Ella envolvió sus piernas
alrededor de sus caderas y lo besó. Él la llevó a su dormitorio y la dejó caer en la cama.
Se quitó la camisa y pronto ambos estaban gritando sus nombres en las puertas del
Nirvana.

—¡Eso no sucedió! —dijo Yuan en el almuerzo del viernes cuando Adrienne les
dijo lo que le pasó a Justin.
—¿Está bien?
—Trata de verse bien. No quiere que me sienta mal por ello. Pero sé que es
doloroso para él —dijo con culpa.
Aun así, se alegró de la elección de Justin. Estaba tan feliz de que él está
dispuesto a sacrificar todo lo que es, todo lo que tiene por ella. Pero la situación de Justin
con su familia ahora no era mejor que la de ella. Y sabía cómo era tener una relación
rota, casi irreparable con la familia. Ella no evitaba preguntarse si hizo lo correcto al no
renunciar a él.
—Él realmente te ama.
—Sí, pero se siente ahora como esas sagas de 'tú y yo contra el mundo’. Y sé
que es más doloroso para él que para mí. No puedo evitar pensar que tal vez estoy
siendo demasiado egoísta.
—No se trata de ser egoísta —respondió Jill—. Se trata de ser honesta sobre
tus sentimientos. Podrías estar salvando a Justin de una vida de miseria que este
matrimonio con una perra rica le causará.
—Ya lo sé. Sé que haré todo lo que pueda para que él sea feliz. Pero, ¿y si ella
era la adecuada para él todo el tiempo y yo sólo estoy en el camino de... su destino?
—No parece un tipo que crea en el destino, Yen —dijo Yuan—. Siempre ha sido
alguien a quien le gusta escribir lo suyo. Es su elección. La única manera de hacer que
la carga parezca más ligera es si no haces que se arrepienta de haberte elegido.
—Creía que los matrimonios arreglados eran cosa del pasado —Adrienne dio
un suspiro de frustración.
—Es una cosa de gente rica —respondió Jill—. Les da las patadas.
—Por eso los ricos se hacen más ricos, cariño —dijo Yuan—. Los padres Justin
sólo quieren asegurar la riqueza de su familia y ganar más.
—Me pregunto cómo se siente —dijo Adrienne—. Esa chica. Me pregunto si ella
siente tanta repulsión por casarse con Justin como él.
Jill la miró como si estuviera loca. —¡Hola! ¿Has conoció a su novia? ¿No sabías
mejor que el resto de nosotros, que es un dios? Esa chica debe saber quién es él y debe
haber estado tirando de todas sus influyentes cuerdas para hacer que este matrimonio
se lleve a cabo.
—¡Tiene suerte de ser rica!
—Desafortunadamente, yo no —dijo Adrienne—. Aparentemente, no estoy en
condiciones de ser la Sra. Justin Adams.
—Pero tú lo eres. Porque Justin debería ser el único juez de eso. Y ya ha dejado
claro que lo serás algún día.
Sí, escuchó decirle a su padre que se casaría con ella. Él no le había preguntado
formalmente, pero si se lo dijo a su padre y ocasiono que su padre lo repudiara,
entonces debe ser en serio.
—Ahora entiendo lo que el amigo de Justin dijo cuándo lo conocí. Le hizo ceder
a la atracción y le hizo desafiar la gravedad —dijo Adrienne—. Estaba soltero por una
razón. Ya estaba esencialmente comprometido, así que ¿cuál es el punto de tener una
relación?
—Pero se enamoró de ti. Así que tuvo que desafiar los deseos de sus padres.
Adrienne asintió. —Pensé que después de romper con Troy, las cosas iban a ser
fáciles. No sabía que una bomba más grande iba solo a caer en la parte superior de mi
cabeza.
Sus amigos le sonrieron disculpándose. —Bueno, sus padres ya lo han
repudiado y tú sigues siendo fuerte. Entonces, ¿qué podría ser peor que eso?
En ese momento, pensó que sus amigos tenían razón. Lo peor de la tormenta
había llegado y todo lo que necesitaba hacer era aguantarla. Siempre y cuando estén
juntos, no puede ser tan malo. ¿Qué podría ser peor que eso?
Durante el siguiente par de días, Justin estuvo tranquilo. Adrienne intentó
animarlo. Él sonreía y se reía con ella, pero ella podía ver desde sus ojos que también le
dolía. Y también, le dolía a Adrienne.
Una noche, estaban en la cama, encerrados en los brazos del otro. Adrienne
miró hacia arriba y encontró a Justin mirando al techo.
—¿Estás bien? —le preguntó.
Él la miró y sonrió. —Sí.
Se apoyó en el codo para poder mirarle a los ojos.
—Justin... sé que debe ser difícil para ti. Lo siento.
Acarició su mejilla. —No es tu culpa, Adrienne. Son mis padres los que no tienen
sentido para mí. Pero si tuviera que tomar mi decisión, una y otra vez más, todavía te
elegiría a ti.
Ella se inclinó hacia adelante y le besó los labios.
—Desearía poder calmar tu dolor. Sé que estás sufriendo. Sé que esto es difícil
para ti.
La atrajo hacia él. —Solo quédate conmigo, Adrienne. Eres mi fuente de fuerza.
Si no estuvieras conmigo ahora, no creo que encontrara el valor para luchar contra mi
condenado destino.
—Yo soy la razón por la que ahora estás rompiendo el corazón de tus padres,
verdad.
—El tiempo cura todas las heridas, cariño. Tal vez algún día, cuando vean cómo
realmente soy feliz... encontraran en sus corazones el perdonarme.
Y de alguna manera Adrienne esperaba que eso fuera cierto. Ella no podía creer
que Justin acaba de renunciar a lo más importante para él... por ella... por su amor.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas, pero se negó a que Justin la viera. Ella
quería ser fuerte para él. Pero en el fondo, le dolía porque sabía que su corazón fue
destrozado en un millón de pedazos en este mismo momento.
25. Pyeonghaeng Segye
Coreano para

El siguiente viernes por la tarde, cuando Adrienne volvió del trabajo, ella
encontró a Justin sentado en su balcón. Le daba la espalda. Parecía perdido en sus
pensamientos. Estaba respirando profundamente y ella se dio cuenta de que estaba
llorando en silencio.
Mientras lo miraba, vio su dolor. El dolor que él se negó a dejarla ver. Y su
corazón se rompió un poco más por él. Se dio cuenta, más que nunca, lo egoísta que
había sido. Justin tuvo que hacer lo más difícil porque ella se negó a dejarlo ir. Porque
le había dado una elección. Ella luchó por él. Podría habérselo hecho más fácil, pero ella
se aferró a su reclamo sobre él. La eligió a ella. Pero se hizo evidente que él no iba a ser
el mismo hombre que ella amaba. Su felicidad nunca sería completa.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas. Las limpió y luego se fue y se arrodilló
delante de él. Ella tomó sus manos con las suyas.
Su cara estaba llena de lágrimas, sus ojos estaban rojos.
—Justin... —susurró.
Él le sostuvo la mejilla y la miró a los ojos. —Mi madre está en el hospital,
Adrienne —dijo.
Ella le devolvió el parpadeo. —¿Qué?
—Tuvo un accidente de coche ayer. Aparentemente, ella había estado
bebiendo, desde el día en que mi padre me pidió que me fuera de la casa —habló Justin
en voz baja—. Había caído en una depresión. No estaba borracha cuando estrelló el
coche contra un árbol. Pero su depresión la llevó allí. Mi mamá no es tan fuerte como
tú, Adrienne —dijo—. Ella era una chica rica y protegida, que no paso mucho por su
vida. Después de la muerte de mi abuelo, esta fue probablemente la segunda vez que
sintió que alguien que ama la abandonó. Tomó esto peor de lo que pensaba.
—Justin... tienes que irte a casa —dijo, sin saber cómo encontró el valor para
decirle esto.
Le devolvió el parpadeo. Sacudió la cabeza. —No voy a dejarte, Adrienne.
—Justin... —susurró suavemente—. Arregla esto. Tus padres te aman y
cuidaron toda tu vida. No puedes abandonarlos por una chica que conociste hace menos
de un año. Si te obligan a casarte con otra chica, entonces hazles entender por qué no
quieres, por qué no puedes. Pero no los abandones sin más. Sólo porque eres lo
suficientemente rico por propio derecho, les demostrarás que ya no los necesitas. Han
estado ahí para ti cuando eras un niño y no eras lo suficientemente fuerte para manejar
la vida. Ahora es momento de pagarles.
—¿Incluso si me piden que renuncie a mi propia felicidad? ¿A mí vida?
—Aunque duela ser desinteresado —susurró con voz débil.
Ella lo miró fijamente, con lágrimas rodando por sus mejillas.
—Son tu familia, Justin —dijo—. Daría todo por tener unos padres que me
amaran de la misma manera que tus padres te aman a ti.
—Adrienne, cuando vuelva con ellos, puede que no me dejen volver contigo
nunca más. Ves esto... esto es un chantaje sentimental.
—Pero sigue siendo tu madre. ¿Realmente quieres arriesgarte a no saber si está
haciendo esto para hacerte sentir mal por tu elección?
Cerró los ojos y ambos sabían cuál era la respuesta correcta a eso, no importa
lo mucho que doliera.
Luego la miró fijamente otra vez. Respiró profundamente. —Te amo, Adrienne.
—Y yo también te amo, Justin.
—Sabes que lucharé por ti... hasta el final, ¿verdad?
Ella asintió. —Lo sé. Pero esta vez... no quiero que lo hagas.
—¿No vas a luchar por mí también? —preguntó débilmente.
—Lo hice —respondió ella—. Pero te amo demasiado para hacerte esto. Te amo
demasiado para privarte de quien naciste para ser... quien tú realmente eres. Tal vez el
destino nos está diciendo que no soy la chica para ti.
—No creo en el destino, Adrienne.
—Pero yo sí. Y creo que luchar contra ello sólo nos hará herir a la gente a
nuestro alrededor.
Él tomó su cara en las manos.
—No quiero dejarte ir. No quiero volver con ellos —su voz sonaba rota.
Lágrimas brotaban de sus ojos.
También de ella, se derramaron lágrimas de sus ojos. —Pero tienes que
hacerlo, Justin. Por el bien de tu familia.
—No aceptaré ese destino, Adrienne. No puedo.
Ella lo miró fijamente y le dio una sonrisa amarga. Tomó un profundo respiro
y reunió todo el coraje que pudo para hacer finalmente lo correcto. —Pero te estoy
dejando ir, Justin. Entonces serás libre de tomar tu destino en tus manos.
—Cariño, no hagas esto —susurró—. Dijiste que me amas.
—Y lo hago. Por eso estoy haciendo esto. Porque no quiero que ya no me duela.
No quiero hacerte las cosas más difíciles. No quiero que pierdas la familia que tenías
antes de que yo entrara en tu vida. Yo sé que es una decisión difícil la que tomaste. Y
ahora... no tienes que hacerlo nunca más. Yo lo haré por ti —respiró profundamente. Un
gemido se escapó de sus labios—. Vuelve con ellos, Justin. Ya no estoy reclamándote.
Porque esto es lo correcto.
Justin sacudió la cabeza. —Si esto es lo correcto, entonces ¿por qué se siente
mal?
—Oye —ella le sonrió disculpándose—. Es hora de que empieces a creer en el
destino, Justin. Algunas cosas están más allá de tu control. No las hagas tirar contra la
gravedad. Sólo acabarás haciéndote daño a ti mismo y a los que están a tu alrededor. No
seamos egoístas nunca más.
—Adrienne... no creo que pueda amar a nadie como a ti te amo ahora.
Ella le sonrió. —Siempre te amaré, Justin —ella susurró las palabras que se
convirtieron en la cosa más dolorosa que dijo—: Eres Justin Adams. No puedes escapar
de eso. En el fondo, sigues siendo el mismo tipo que caí enamorada. Y sé que siempre lo
estaré. Pero es hora de abrazar tu destino. Incluso si no puedo ser parte de tu futuro.
Él sacudió ligeramente la cabeza. —No digas eso. Tú eres mi vida. Lo haré,
nunca dejaré de amarte. No puedo —Se inclinó hacia adelante y aplastó sus labios en
los suyos. Adrienne saboreó ese beso. Ella sabía... puede que no tengan besos que
queden por compartir.
—Pero no puedes cambiar lo que eres. No puedes cambiar quién naciste para
ser. Al menos... no sin herir a los que amas. Y tú no quieres eso en tu futuro, Justin. Si
algo malo le pasa a tu mamá, ¿quieres llevar la carga de la culpa toda tu vida? —
Adrienne sacudió la cabeza ligeramente—. No lo hagas, te cambiará. Te romperá. Y te
amo demasiado para hacerte sufrir por esto, Justin. Quiero que tú seas feliz por el resto
de tu vida.
—Entonces no me dejes ir —suplicó.
—No. La única manera de que seas feliz es si eres libre —dijo y extendió la
mano hacia adelante y le limpió las mejillas con sus pulgares—. Dale a esto una
oportunidad, Justin. Tal vez... tal vez esta es tu verdadera felicidad, y tú sólo estas
rechazándolo. Tal vez ella podría hacerte más feliz que yo. Y si ella no puede, entonces
al menos lo intentaste. Y aun así harías felices a tus padres que al menos le diste una
oportunidad. Si funciona, entonces bien por ti. Si no funciona el trabajo, entonces tus
padres todavía estarían agradecidos de que los eligieras sobre mí.
—¡Me pides que tome una decisión que nos destruirá a ambos! —su voz se puso
casi furiosa.
—Te pido que tomes una decisión en la que tengas una oportunidad de ganar
en ambos sentidos —dijo. Esas palabras son como cuchillos que apuñalan su corazón.
—¿Y si al final, aun así, no funcionó? —él preguntó.
Ella le sonrió con tristeza y luego extendió la mano hacia adelante y besó sus
labios. —Entonces vuelve a mí, ¿ok?
Justin la miró fijamente durante un rato. —¿Vas a esperar por mí?
Ella asintió. —Sí.
Justin suspiró. —Adrienne, ¿por qué? ¿Por qué no puedes ser terca y posesiva,
y me pides que vaya contigo a Las Vegas ahora y me case contigo para que mis padres
ya no puedan hacer nada al respecto? ¿Por qué tienes que hacer esto?
Ella ahuecó sus manos en su cara. —Porque no quiero hacer las cosas difíciles
para ti. No tengo nada que ofrecerte a cambio, Justin. Lo único que puedo hacer... es
facilitarte las cosas. Así que ahora, tienes dos opciones. Cada una te da la oportunidad
de ganar. Creo que acabo de hacer esto menos difícil para ti —Ella trató de sonreír
alegremente.
Justin agitó la cabeza. —No. Acabas de hacerme dar cuenta de cuánta razón
tengo sobre ti. Sabes que hay un noventa y nueve por ciento de posibilidades de que
elija la opción de regresar a ti, ¿verdad?
—Pero sólo puedes hacerlo después de haber probado las otras opciones que
tienes —dijo.
Justin suspiró en la derrota. Tomó sus manos en las suyas y le besó los dedos.
—Adrienne... —susurró—. Sabes que te amo. Para siempre... siempre... eres la
única mujer que es dueña de esto —dijo, trayéndola la mano a su pecho, hasta donde
está su corazón. Las lágrimas brotaban de sus ojos otra vez. Se puso de pie y la levantó
también. Luego dijo—: Pretendamos... que mis padres no me quitaron mi libre albedrío.
Ella asintió.
—Te haré una pregunta. Y quiero tu respuesta honesta. Sin condiciones, sin
peros. Sólo respóndeme sí o no.
Ella asintió de nuevo.
Justin la miró fijamente a los ojos y respiró profundamente. —Adrienne Miller...
te amo mucho. Con todo mi corazón. No quiero a nadie más en mi la vida, en mi futuro.
Quiero pasar una eternidad contigo. Quiero que seas la madre de todos mis hijos —hizo
una pausa y con los ojos llorosos, preguntó—: ¿Te casarías conmigo?
Adrienne le devolvió el parpadeo. Si era real, si estaban en el mundo que no
estaba loco... esa pregunta la habría hecho saltar de alegría. Pero ahora... le rompió el
corazón un poco más. Ella quería tanto escucharla de Justin y responderla de verdad.
Ella lo miró fijamente, con lágrimas en la cara. —Sí, Justin. Yo lo haría.
Le sonrió. Pero esa sonrisa también era triste. Porque ambos sabían que eso
sólo podría suceder en sus sueños ahora. Tenía un deber que cumplir. Y ella lo liberó.
Pero en este mundo hipotético, donde él le hizo una pregunta hipotética, se permitieron
saborear algunos momentos de la felicidad.
Se inclinó hacia adelante y besó sus labios. Completamente. Con pasión. Él la
levanto sobre sus pies y la llevó a la cama.
Adrienne se perdió en él. Justin se perdió en ella. Él besó casi cada centímetro
de su piel. Se ahogó en su olor. La habitación se llenó de sus gemidos y sus gritos.
Dejaron que su pasión los consumiera y su amor para llevarlos al olvido. Saborearon
estos momentos... que bien podrían ser los últimos.
Adrienne se despertó temprano al día siguiente, con el corazón pesado. Ella
escribió una carta a Justin. Fue lo más doloroso que tuvo que escribir. Ella se sentó
llorando, pero quería ser fuerte.

Justin,
En el mundo ideal, a primera hora de la mañana de hoy, yo recogería el teléfono,
llamaría a mis amigos, y gritaría a todo pulmón: ¡Estoy Comprometida! ¡Estoy
comprometida!
Entonces, me ducharía, con suerte contigo. Y luego me gustaría ir a todos los
puestos de revistas y comprar todas las revistas de novias que pueda encontrar. Luego me
sentaría en Starbucks y leería todas y cada uno de ellas, y pondría banderas de neón
pegajosas en las páginas que me parezcan interesantes.
Pero no estamos en el mundo ideal. Estamos en este loco, universo paralelo. Y en
este mundo, lo primero que hice cuando me desperté, fue mirar fijamente tu guapo rostro...
memorizar característica por característica. La segunda cosa que hice es besar tus labios.
Entonces saboreé tu aroma y deseé poder ahogarme en él para siempre. Entonces puse mis
labios cerca de tu oreja y te dije mientras dormías: Yo te amo mucho. Y es porque te amo
que tengo que dejarte ir. Y si por algún milagro encuentras el camino de regreso a mí...
entonces te prometo que me aferraré a ti... y nunca más te dejaré ir.
Quiero que sepas que estaré bien, Justin. No tienes que preocuparte de que no
pueda superar esto. Me has enseñado cómo amarme a mí misma, me enseñaste a ser más
fuerte.
No pienses en herirme abrazando tu destino. Si el destino quiere que seas feliz
con ella, entonces sabes esto. Soy la persona más feliz del mundo para ti. Porque te amo,
no puedo ser egoísta contigo. Y lo que sea que te haga feliz, me hace feliz a mí.
Y ahora, si por casualidad, no funciona para ti, entonces por favor ven a
buscarme. Y cuando me vuelvas a hacer esa pregunta, ya sabes mi la respuesta, seguirá
siendo la misma. Y prometo que haré todo lo posible para hacerte el marido más feliz de
la Tierra.
No rezaré para que ninguna de las dos opciones ocurra. Lo dejaré al destino. Por
el destino. Sólo rezaré por una cosa, Justin. Tu felicidad.
Te amo mucho, Sr. Adams. Sabes que siempre estarás en mi corazón. Nunca te
olvidaré. Ahora... por siempre... siempre.
Con amor,

Adrienne

Dejó el apartamento de Justin con un corazón muy pesado, pero de alguna


manera, la sensación de que hizo algo bien evitó que se desmoronara. Ella creía que la
única manera en que ambos podían ser felices era si se ponían el uno al otro libre, si
Justin hiciera las paces con su familia.
Si algún día, se encuentran de nuevo y Justin es libre de sus deberes, ella lo
aceptaría de nuevo, sin hacer preguntas. Porque en su corazón, sabía que nunca podría
amar a nadie tanto como lo amaba a él.
Ella quiso decir cada palabra que le dijo. No fue fácil para ella dejarlo, él se va,
así como así. Se arriesgó mucho. Hay una gran posibilidad de que Justin puede no ser
capaz de convencer a su familia de que el acuerdo no funcionará fuera. También existe
la posibilidad de que la chica a la que se le prometió fuera realmente la chica adecuada
para él todo el tiempo.
Cualquiera que sea el caso, ella quiso decir lo que dijo. Ella no lo haría. hacer
que Justin les dé la espalda a sus padres, a su destino como heredero de Industrias
Adams. Y si él encontraba su felicidad sin ella, entonces ella se alegraría de verdad por
él.
26. Murka
Indonesio para

Adrienne fue a la casa de Yuan. Le dijo que dejó ir a Justin.


—¡Debes estar loca! —dijo enojado.
—Tengo que hacer esto, Yuan —dijo con tristeza—. Lo amo.
—¡¿Entonces por qué demonios lo dejaste ir?!
—¡No quiero que su madre caiga en una profunda depresión! No quiero que
ella salga lastimada. No quiero arruinar su familia perfecta. ¡Nunca tuve eso! Y lo quería
para él. No quiero que se sienta culpable si algo le pasa a su mamá o su papá. Nunca será
feliz conmigo de esta manera.
—¿Crees que será feliz sin ti?
Adrienne suspiró. Ella sabe que Justin se sintió devastado con su decisión para
dejarlo ir, también. Pero tenía que arreglar las cosas con sus padres. Y la única forma en
que podría hacerlo es si lo dejaba.
—Tal vez algún día, Yuan —dijo con voz triste—. Si realmente estamos
destinados el uno al otro, encontrará el camino de regreso a mí.
—¿Y vas a esperar hasta que eso suceda? ¿Cuánto tiempo tomara? ¿Aguantarás
tu vida esperando a que él vuelva?
Sacudió la cabeza. —Todavía soy joven, Yuan. Dejaré que las cosas fluyan en mi
vida. Un año o dos, tal vez para entonces abre averiguado si es trabajado o no. Si para
entonces él es feliz, entonces yo seguiría adelante.
—¡Esto es una simple estupidez! —dijo Yuan.
—También se llama altruismo —argumentó Adrienne—. Y yo necesitaba darle
esa oportunidad. Lo amo demasiado como para alejarlo de lo que realmente hay fuera
para él. No puedo soportar la carga de que sea repudiado por su propia familia por mi
culpa. Nunca sería feliz así.
Su teléfono sonó. Se quedó mirándolo nerviosamente cuando vio el nombre de
Justin en la pantalla teléfono.
Justin: Hablaste de ese universo paralelo. Tú no mencionaste una cosa: la
realidad. Porque en la realidad, sabes que esto no es para bien, ¿verdad, Adrienne?
Usaré esta oportunidad que me das para convencer a mis padres de que tienen que
dejarme ir. Y cuando lo hagan, prepárate para responder a mi pregunta de verdad.
Te amo mucho, mucho, Srta. Miller. Aférrate a eso, mientras estás esperando que
arregle las cosas.
Las lágrimas rodaron por las mejillas de Adrienne. Ella ya lo extrañaba. Pero
sabía que no podía volver atrás. No podía volver corriendo a él. Él no era lo
suficientemente fuerte para dejarla ir. Ella tenía que ser la fuerte y firme. Tenía que ser
la que se mantuviera firme en lo que era correcto esta vez. Si ella lo dejaba en manos de
Justin, sabía que él prefería encerrarse en su apartamento y hacer el amor con ella todo
el día.
Se necesitó toda su fuerza para no responder al mensaje de Justin. Tuvo que
seguir adelante. Ella tuvo que liberarlo. Así que no respondió. Trajo el teléfono a sus
labios y besó la pantalla, cerrando los ojos, pensando que fueron sus labios los que besó
en su lugar
De repente sonó su teléfono y casi lo deja caer. Ella miró la pantalla con
nerviosismo y vio el número de su madre.
—Hola.
—Nos dijiste que vendrías a casa para explicarte. Bueno han pasado semanas
y todavía no has mostrado tu cara aquí —dijo en un tono exigente.
—Lo siento, mamá. Me quedé atrapada con mucho trabajo.
—Es sábado. ¿Trabajas hoy?
—No.
—Entonces te sugiero que nos haga una visita —luego colgó.
Adrienne gruñó—: ¡Dios, mátame ahora!
—¿Mamá monstruo? —preguntó Yuan.
Adrienne asintió.
—Ve. Iremos contigo. Llamaré a Jill. ¡Esta vez, necesitas refuerzos! —dijo Yuan.
—Yuan... acabo de... ¡terminar con Justin! —murmuró Adrienne—. No puedo
enfrentarme a mis padres. Va a ser como un dolor tras otro, tras otro.
—Bueno, Justin está fuera luchando su propia batalla. Te sugiero que pelees la
tuya. Esto podría servirte para variar. Ya sabes... un dolor disminuye a otro. Cuantas
más penas te dé tu madre, más te distraes sobre tu ruptura con Justin.
Yuan tenía razón. Y Adrienne se dio cuenta de que no puede posponer a
arreglar su propia vida mientras espera que el destino de Justin cambie. Tal vez si él
regresaba a ella, ambos estarían libres de exceso de equipaje y todo fluiría sin
problemas.
—¿Estás seguro de que quieres venir conmigo? —preguntó Adrienne.
—Sí —respondió Yuan, enviando un mensaje de texto a Jill—. Necesitas que
este allí. Acabo de afilarme las uñas en el salón. ¿Quién sabe? Tal vez Kim necesitará un
pequeño masaje facial.
Adrienne no se molestó en volver a su apartamento. Ella todavía tenía
suficiente ropa en la casa de Yuan desde la última vez que se refugió con él. En media
hora, todos estaban en el aeropuerto registrándose.
Adrienne todavía se sentía como si estuviera flotando en el aire. Continuó
mirando fijamente espacio, apenas escuchando lo que Jill y Yuan estaban hablando. Ella
estaba recordando todos los buenos momentos que tuvo con Justin. Desde el primer
momento en que se conocieron, los tiempos que pasaron juntos en su propio mundo
cuando ella lo mantuvo en secreto, hasta que él golpeó a Troy por ella, su reconciliación
en la playa... la hora en que le dijo por primera vez que la amaba y esa última noche,
cuando le pidió que se casara con él.
¡Eres atractiva!
No podía dejar de pensar en esas palabras una y otra vez. Y ahora, más que
nunca, ella anhelaba oírlo susurrar esas palabras otra vez.
Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas sin que ella lo supiera. Quería
llamarlo tanto, para escuchar su voz de nuevo. Pero sabía que no podía. Ella prometió
hacérselo fácil. Llamarlo y tomarlo todo de vuelta no resolvería su problema. Y en su
corazón, sabía que era lo correcto. No importa lo doloroso que fuera.
Jill y Yuan se registraron en un hotel mientras Adrienne fue a la casa de sus
padres.
Habían pasado meses desde que fue a casa. Ella sintió una sensación de
familiaridad cuando el taxi entró en su vecindario. Instruyó al taxi para que se detuviera
frente a una casa de tres pisos de color granate.
La cara bonita de Kimberly fue la primera que la saludó cuando ella abrió la
puerta.
—Oh, estás aquí —dijo. Miró detrás de ella y encontró que Adrienne estaba
sola—. Entonces, ¿dónde está el novio estrella? ¿Se fue demasiado pronto?
Agarró su bolso con fuerza y evitó que lo balanceara en la cara de Kim.
—Es un hombre ocupado, Kimberly —murmuró. De alguna manera, ella no se
atrevió a admitir ante su hermana que su relación con Justin podría haber terminado.
Apenas podía admitirlo para sí misma.
Entró en la casa e inmediatamente escuchó ruidos en la sala de estar.
—No sabía que tenías una fiesta —dijo Adrienne.
—No sabía que estabas invitada —respondió Kimberly, dándole una sonrisa
falsa.
Cuando entró, se encontró con que Troy y toda su familia estaban allí con sus
padres.
¡Oh, mierda!
Inmediatamente, la habitación se quedó en silencio. Todos la miraron
sorprendidos. Troy parecía haber visto un fantasma. Su madre, sin embargo, parecía
haber visto un insecto que quería aplastar con su bota.
—Hola —saludó a todos.
Hubo silencio. Luego su padre fue a verla y le dio un abrazo.
—Te he echado de menos, cariño —Puede que la haya abrazado, pero Adrienne
se sintió tan poco bienvenida y escudriñada.
Cómo deseaba haber traído a Justin con ella. Pero no pensaba que lo llevaría a
ninguna de sus reuniones familiares en mucho tiempo.
—Yo también te he echado de menos, papá —le respondió ella.
Se alejó de su padre y se acercó a su madre y le dio un beso en la mejilla.
Luego miró valientemente a la familia de Troy. —Buenos días, Sr. y Sra.
Williams —Luego le dio a Troy una ligera inclinación de cabeza.
Se volvió hacia su padre y le dijo que iría a refrescarse en su dormitorio.
Cuando entró en su dormitorio, se dio cuenta que era un desastre. Casi todas
sus cosas estaban en cajas. Estaban marcadas con su nombre. Incluso su cama sólo tenía
el colchón, sin almohadas ni colchas.
Se preguntó quién hizo esto y por qué. Tal vez cuando la familia de Troy se fue,
les preguntaría a sus padres sobre lo que había pasado.
Tomó algunas ropas de su bolso y se cambió a una un vestido floral amarillo
que terminaba muy bien por encima de sus rodillas. Luego se ató el cabello en una
media cola de caballo.
Echó un último vistazo a su desastrosa habitación antes de volver a la sala de
estar. Casi entró en la sala de estar cuando de repente escuchó a su madre y a la madre
Troy hablando al otro lado de la pared.
—Bueno, estoy tan contenta de que Troy finalmente haya entrado en razón y
fuera con Kimberly. Quiero decir... no sé en qué estaba pensando al ir por Adrienne —
reconoció la voz de la madre de Troy.
—Bueno, siempre he querido que Troy termine con Kim. Sabía que Adrienne
me avergonzaría en un momento dado. Nunca me imaginé que terminaría en una pelea
entre su nuevo novio y Troy.
Adrienne se paró detrás de la pared y escuchó a las mujeres mayores en su
conversación. Estaba escondida en la puerta delante de ella y las dos mujeres no tenían
idea de que su conversación ya no era privada.
—No puedo creer que tu hija estuviera engañando a mi hijo, Marina —dijo la
Sra. Williams.
—Bueno... lo intenté, Betty. Traté de criarla como Kim. Pero ella realmente
consiguió un mal conjunto de genes. No lo heredó de nuestro lado de la familia. Ella me
ha dado problemas desde entonces.
—Pero tienes suerte, Kimberly es una buena hija. Mi hijo está feliz de tener a
Kim como su novia ahora. Tenía miedo de que Adrienne fuera a ser mi nuera. No quería
decirte esto antes, pero estaba realmente preocupada. ¡Imagínate! ¿Ella estaba
durmiendo con alguien más detrás mi hijo?
Las lágrimas se acumularon en los ojos de Adrienne. ¿Cómo podían hablar de
ella así? ¿No sabían que Troy y Kim la estaban engañando todo esto tiempo? ¿Y cómo
pudo su propia madre hablar así de ella?
—Oh, estoy segura de que Kimberly será mejor esposa que Adrienne, ella
nunca lo sería. Troy y Kimberly se ven fantásticos juntos. Con Adrienne... me
preocupaba los nietos que te daría.
—Yo también me preocupaba. Bueno, con Adrienne siempre me preocuparé si
estoy mirando realmente a mis propios nietos o a los de alguien más —la Sra. Williams
dio una risa estridente. Adrienne esperaba que su madre la defendiera. Pero su madre
sólo se rio, también.
¡No era una puta! ¡No se acostaba con nadie! ¿Qué tiene de malo la madre de
Troy? ¿Qué mentiras le dijeron su madre y su hermana sobre la cabeza de ella?
De repente, Adrienne sintió que una mano se arrastraba por su cintura y
alguien la sacó por detrás. Rápidamente se dio la vuelta y encontró a Troy mirando
hacia abajo, tirando de ella hacia él. Sus ojos estaban llorosos.
Ella lo empujó.
—¡Suéltame, Troy! —siseó bruscamente.
—Oh, mi Adrienne —dijo él—. ¡Lo siento mucho!
Adrienne lo alejó. Pero Troy se apresuró a tirar de ella hacia él, tratando de
abrazarla.
—Lo siento, Adrienne —seguía diciendo—. Sé... que no puedo competir con tu
nuevo novio, pero si me das una oportunidad... yo te haría más feliz de lo que él nunca
te hará.
—¡No, Troy! ¡Suéltame! —Ella lo empujó de nuevo, reuniendo todas sus
fuerzas.
—¿Qué están haciendo ustedes dos? —escuchó Adrienne una voz chillona
detrás
Troy, hizo su pausa. También hizo que se detuviera.
Adrienne miró detrás de Troy y encontró a Kimberly mirándolos fijamente con
rabia. Ella empujó a Troy una vez más y él ya no la forzó. Ella le dio otra bofetada en la
cara.
—¡Dije, déjame ir! —le dijo enojada—. ¿Qué demonios pasa contigo?
De repente, los ancianos se precipitaron desde la sala de estar al pasillo para
para ver de qué se trataba la conmoción.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó su madre, mirándola mal.
—Troy... —comenzó su madre.
—¡Mamá! ¡Adrienne estaba tratando de seducir a Troy! Lo vi empujándola,
pero ella le obligaba a besarla —dijo Kim
—¿Qué? —Adrienne no podía creer lo que Kimberly decía.
Se quedó mirando a su madre y a la Sra. Williams que la miraba con
desaprobación.
—¿Le crees? —les preguntó Adrienne.
—¿Por qué iba a mentir? —le preguntó su madre—. ¿Y qué otra explicación
podría ser para ello?
—¡Troy me estaba obligando!
—Vamos, Adrienne, todos sabemos que siempre has sido una fácil. ¿Por qué?
¿Tu novio está ocupado tirándose a alguien más y tú decidiste robar al mío esta vez? —
preguntó Kimberly venenosamente.
Miró fijamente la carita bonita de Kimberly y todo lo que vio fue... rojo. Rojo
sangre. No respiraba. Ni siquiera pensó. Nadie lo vio venir. Nadie pensó que fuera
posible.
Todos estos años de ser paciente con su hermana, tolerándola en hacer su vida
miserable, todos los días de dolor y rabia embotellados sólo explotó en unos pocos
segundos.
De repente, Adrienne ya no estaba del lado de Troy. Ella estaba al lado de su
hermana y agarro las cosas que siempre había soñado con tirar: el cabello de Kimberly.
—¡Aaaaahh! —gritó Kim de dolor. Kim comenzó a lanzar sus brazos y Adrienne
se las arregló para agarrar uno de ellos y lo retorció por detrás Kim.
¡Vaya! ¡Mi hermana es un cobarde!
—¡Estoy tan harta de tus mentiras! —le dijo enojada—. Yo nunca te hice algo.
¡Seguiste mintiendo sobre mí! ¿Por qué no le dices a todo el mundo cómo me enteré de
lo tuyo con Troy en la playa? ¡¿Eh?! Diles que te estabas follando a mi novio a mis
espaldas. ¿Cómo los dos me han estado engañando todo este tiempo?
Su madre jadeó. Entonces se apresuró a acudir al rescate de Kim—: ¡Kim es
virgen!
—¡Virgen su culo! —Adrienne liberó a su hermana y la empujó a Troy. Troy la
atrapó. La cara de Kim estaba llena de lágrimas y parecía positivamente asustada de
Adrienne. Adrienne se volvió hacia Troy—. ¿Qué ha hecho de ti? ¡Me estabas
engañando! Te encontré teniendo sexo con mi propia hermana durante la escapada de
fin de semana que planeaste para nosotros. Y cuando rompí con él se emborrachó y me
golpeó. ¿Les dijiste eso? ¿Alguien más sabe que Troy tiene mal genio con las mujeres?
Me cortó el labio, bastante mal... ¡después de acostarse con Kimberly!
—¿Es esto cierto? —El padre de Troy le preguntó, incapaz de creer lo que ella
acaba de decir sobre su hijo.
Troy miró fijamente al suelo. Y luego asintió con la cabeza.
—Dios mío —la madre de Troy respiró.
—No soy una zorra como usted cree, Sra. Williams —le dijo a la madre de
Troy—. No amaba a su hijo. Y quería terminar con él y al menos seguir siendo su amiga.
¿Pero sería amiga de un tipo que la engañó con su propia hermana y la golpea después?
La Sra. Williams sacudió ligeramente la cabeza.
Adrienne miró a Troy una vez más. —¿En qué estabas pensando, forzándome
ahora mismo? ¡Te empujé y te dije que me dejaras ir! Tú no me soltabas. ¿Qué querías?
Troy respiró hondo. —Una oportunidad, Adrienne —respondió—. Una
oportunidad de hacer las cosas bien entre nosotros. Siempre te he amado a ti. Yo cometí
un error —Se volvió hacia Kim—. Lo siento, Kim. Lo intenté. Traté de caer enamorado
de ti. Pero no puedo. Todavía amo a tu hermana.
Kim parecía no saber qué la golpeó. Ella esperaba que Troy se pusiera de su
lado en esta ocasión.
—¿Estás feliz ahora? —Kim se volvió hacia Adrienne—. ¿Eres feliz haciendo mi
vida miserable?
Antes de que Adrienne pudiera hablar, sonó el timbre. Su madre abrió la puerta
y dos policías entraron en la casa.
—Ella. ¡Esa chica! ¡Atrapen a esa chica! —dijo su madre señalándola—. Ella
golpeó físicamente a mi hija. Vamos a presentar cargos contra ella y asegúranos de que
se quede en la cárcel.
Adrienne miró fijamente a su madre, en puro shock.
—¿Mamá?
De alguna manera, recordó cuando era joven cómo la sostenía en sus brazos y
le cantaba para que se durmiera. Apenas podía creer que esta era la misma mujer. ¿Qué
le hizo ella?
—¡Marina! —gritó su padre—. ¡No puedes hacer esto!
Incluso los padres de Troy se sorprendieron. Claro, su madre puede
reprenderla o decirle cosas desagradables, pero ¿hacerla arrestar?
—¡Marina, sigue siendo tu hija! —dijo el padre de Troy.
—¡No tengo una hija violenta! ¡Está loca! Si ella no pertenece a la cárcel,
entonces tal vez, una institución mental la arreglara.
Adrienne miró fijamente a su padre. —¿Papá? —Las lágrimas salieron de sus
ojos cuando sintió que los policías la tomaban los brazos y le esposaban las manos
detrás de ella.
—¡Marina, detén esto! —suplicó su padre—. Mi hija no puede ser encarcelada.
—Mi hija no puede ser maltratada por esa loca. Ella está fuera de control. No
deberían dejarla salir a la calle.
—¡Marina, estás exagerando! —dijo su padre con enfado.
Las lágrimas seguían brotando de las mejillas de Adrienne y ella quería
enroscarse en una bola de una esquina. Se dio cuenta de que su madre no sólo no la
quería. Su madre la odiaba. Y no podía entender por qué. No podía entender lo que hizo
para que su madre la odiara con tanta pasión.

—Te quiero, mami. ¡Feliz día de las madres! —Ella la recordaba de ocho años,
trayendo a casa un ramo de rosas para su madre. Era la única en la familia que
recordaba que era el Día de las Madres en ese momento.
Su madre miró fijamente las rosas durante un rato y luego las colocó en la mesa
de la cocina. —Gracias... cariño —Luego se inclinó y besó su frente ligeramente.
No era especial, y apenas veía el aprecio en su cara, pero fue uno de esos raros
momentos en los que Adrienne tuvo un poco del afecto de su madre.
Toda su vida, estuvo tratando de ganar su aprobación. Cada vez que venía a
casa, Kim saltaría a sus brazos y la besaría por toda la cara. Entonces Adrienne miraba
a su madre expectante y ella... sólo le despeina el cabello.
Cuando Kim tuvo su período, su madre la apoyó, diciéndole qué hacer. Cuando
Adrienne tuvo su período, a su madre no le importó y le dijo que buscara en internet
sobre ello.
Ahora... su madre llamó a la policía para que la arrestaran. Y ¿por qué? ¿Por un
simple tirón de cabello? Kim ni siquiera tenía un rasguño. Pero su madre estaba
empeñada en asegurarse de que pagara por esto, ¡detrás de las rejas! Su padre trató de
razonar con su madre, pero ella sabía que él nunca ganaría. Su padre le mostró algo de
afecto. Pero siempre parecía que él temía lo que su madre le diría o haría.
Adrienne permaneció en una celda durante un par de horas mientras su padre
intentaba convencer a su madre de que detuviera esta locura. A menos que su madre
viniera en sus sentidos y viera lo insignificante que era esto, retiraría los cargos. Pero
de momento, ella está dentro por asalto causando lesiones físicas. Si Adrienne
realmente conocía a Kim y a su madre, irían por intento de homicidio.
¡Oh Dios! ¿Qué hice para merecer todo esto? ¿Qué hice para merecer los padres
que tengo ahora?
Sabía que sus amigos estaban en algún lugar fuera, tratando de hacer de
convencer a su madre para que encontrara algo de sensibilidad o lucidez. Pero sabía
con seguridad lo terca que podía ser la mujer.
Se sentó en un banco y notó que la silla tenía algunas marcas en ellos. Vio
algunos garabatos, algunos nombres. Tal vez fueron hechos por algunos chicos que
pasaron un día o una noche en la celda de detención como ella. Tal vez por delitos
menores también. Como robar en tiendas. Robar condones y cenas de sus charolas. Y
ahora ella: por un completo justificado y largamente esperado tirón de cabello.
Sonrió a pesar de ella misma. Se preguntaba qué diría Justin si ella le contaba
sobre esto. Él se enfadará, seguro. Pero la admiraría por haberse puesto de pie contra
Kim, por no permitir que Kim la pisoteara una y otra vez.
Kim me ha hecho eso toda mi vida. Ya es hora de que Kim me tenga miedo.
—Miller —Adrienne escuchó a una mujer policía llamándola.
Se levantó y la siguió fuera.
—Alguien pagó la fianza —le dijo el sargento de guardia—. Pero tu madre
todavía parece dispuesta a presentar cargos —Sacudió la cabeza y miró a ella con
disculpas.
¡No hay sorpresas ahí!
Por supuesto, fue a su preciosa Kimberly a la que hirió. Además, ella se vengó
de Kim delante de los padres de Troy. Su madre debe estar muy enfadada.
¡Al menos mi padre pagó la fianza!
Encontró a sus padres esperándola. También lo estaba Kim... también conocida
como "la víctima". Sus amigos se pararon a un lado lanzando dagas a Kimberly. Troy y
sus padres se sentaron en un rincón.
—¿Qué hace ella afuera? ¿Por qué está fuera? —preguntó su madre, al verla
libre.
—Pagó la fianza, señora.
—¿Fianza? —repetía su madre—. No pagamos la fianza.
La mujer policía puso los ojos en blanco ante su madre. —Bueno, alguien lo
hizo. —Luego se dirigió a Adrienne y le pidió que firmara un papel y le entregó un sobre
con sus cosas, que sólo incluían su teléfono y su cartera.
—¿Pagaste la fianza? —le preguntó su madre a su padre.
—No —dijo su padre—. ¡No me dejaste!
—Entonces, ¿quién pagó la fianza? —preguntó Kim, dirigiéndose a sus amigos.
—Lo hubiéramos hecho, pero no teníamos suficiente dinero encima —dijo
Yuan. en un tono molesto.
—¡Marina, te lo ruego! ¡Cállate! ¡Y para esto! —probablemente fue la primera
vez que vio a su padre enfadado con su madre.
Su madre dio un paso más cerca de ella y la miró desdeñosamente. —¿Cómo te
atreves a lastimar a mi pequeño bebé de esa manera? Tú, serpiente desagradecida. Yo
te crie, Te dejé compartir mi hogar. ¿Y esto es lo que me haces a cambio?
Adrienne ya no reconoció a la mujer que tenía delante. Ella estaba tan enfadada
con Adrienne, que incluso parecía poseída. Sin previo aviso, ella levantó su mano y
golpeó a Adrienne sólidamente en la mejilla.
Adrienne no se agachó, ni siquiera trató de bloquear la bofetada de su madre.
Estaba demasiado rota, demasiado confundida para pensar en otra cosa. Y ella pensó
que podría usar el dolor físico para aliviar el dolor emocional que sintió.
Se tambaleó hacia atrás por la fuerza de la bofetada de su madre. Su padre
inmediatamente agarró a su madre para evitar que golpeara a Adrienne otra vez. Sólo
entonces Adrienne se dio cuenta de que alguien la había atrapado. Alguien la abrazó, la
mantuvo caliente y la alejó de su madre... la mantuvo a salvo de más ataques.
—¡Suéltame! ¡Déjame ir! —gritó su madre.
Yuan y Jill jadeaban. Se quedaron congelados en sus lugares.
—¡Marina, contrólate! —dijo su padre enfadado, todavía luchando por
controlarla—. ¡Estás en una comisaría de policía por el amor de Dios! ¡Puedes ser
arrestada por agresión física!
Adrienne finalmente miró a la persona que la había atrapado, y la protegió de
los ataques de su madre.
Se encontró mirando fijamente un par de ojos de color aguamarina que le eran
familiares. Adrienne pensó que sus ojos eran más llamativos de lo habitual. Ella vio un
poco de emoción. Le llevó un momento reconocer lo que era... ¡furia!
27. Xiāoshī
Mandarín para,

—¿Estás bien? —le preguntó Jin Starck a Adrienne.


Ella asintió lentamente.
Su mano fue a su mejilla, frotándola para aliviar un poco el ardor causado por
la palma de su madre. Jill y Yuan ahora estaban detrás de ella, tratando de dar cualquier
consuelo que pudieran proporcionar en ese momento, ambos lanzando dagas a Kim y a
su madre con sus ojos
Jin se giró para mirar a su madre, su padre y su hermana. Se puso de pie delante
de Adrienne, como para protegerla de su propia familia.
El aura encantadora, traviesa y aparentemente inocente que él usualmente
poseía parecía haberse evaporado instantáneamente. En cambio, su familia se enfrentó
a un hombre frío, asesino y temeroso que incluso congeló a su madre en su lugar.
Jin apuntó con un dedo a su madre y le dijo—: Tócala de nuevo, y te encontrarás
con una lamentable demanda. Y yo presentaré una queja con la junta médica del estado
para asegurarme de que nunca puedas ejercer tu profesión nunca más —dijo con una
voz que casi sonaba como un gruñido. Se volvió hacia Adrienne—. Soy el que pagó la
fianza.
—¿Este es el novio rico del que hablabas? —su madre preguntó Kim en voz
baja.
Kim agitó la cabeza. —No, es un tipo diferente —Ella puso los ojos en blanco y
murmuró—: ¡Qué zorra!
Desafortunadamente para ella, Jin Starck escuchó eso.
—¡Kimberly Alexis Miller! —dijo Jin en una voz fuerte y estruendosa que hizo
que todos en la habitación se callaran—. Adrienne sólo ha tenido dos novios en su vida
y apenas vio a uno de ellos. ¿Es esa su definición de zorra? ¿O eres la zorra que perdió
su virginidad a los trece años con su vecino de la universidad, Danny? Luego te acostaste
con todo el equipo de fútbol en la secundaria, incluyendo al entrenador casado. Saltaste
de bar en bar todos los fines de semana en la escuela de medicina, despertaste con
extraños por la mañana. Te acostaste con tus profesores en la universidad para
asegurarte de obtener las notas que querías y dormir con alguien de alto nivel como
seguro para tu graduación.
Adrienne vio cómo la cara de Kimberly se desangraba.
—Tengo suciedad sobre usted, Srta. Miller. Y cuando mi gente cava, cava
profundo —dijo Jin implacablemente—. ¿Sabe tu madre que fuiste tratada por
enfermedades de transmisión sexual al menos seis veces hasta ahora? —Jin trató de
mirar inocente y luego añadió—: ¡Oh! Supongo que fuiste a otro ginecólogo. Lástima,
Dra. Miller. Su hija habría sido una buena paciente. Repetir muchas consultas y
procedimientos.
Los ojos de Kim se llenaron de lágrimas. Su cara era blanca. Y todo el mundo,
incluyendo a Troy y sus padres, escucharon lo que Jin Starck les dijo.
—¿Cómo te atreves a decir esas mentiras sobre mi hija? —La Sra. Miller
preguntó enfadada.
—¡Y tú cómo te atreves a ponerle un dedo encima a Adrienne! —espetó Jin.
Luego miró fijamente a Kimberly—. Y no son mentiras, ¿verdad, señorita Miller?
—¿Quién eres tú, de todos modos? ¿Por qué dices estas cosas como si fueras el
dueño de nosotros? ¿Como si pudieras comprarnos? —La madre de Adrienne le pidió
enfadada.
El padre de Adrienne, por otro lado, miraba fijamente a Jin con sus estrechos
ojos, como si estuviera tratando de ubicarlo.
Jin miró a la Sra. Miller y a Kimberly de forma cruzada. —Me llamo Jin —Miró
a Adrienne suavemente—. Jin Adrien Starck —Luego le dio al padre de Adrienne una
mirada aguda.
El padre de Adrienne jadeó, como si el nombre sonara una campana. Y luego su
cara se puso roja. De repente se veía espantado.
—Soy el dueño de la Corporación de Hoteleros Starck, así que sí, ¡creo que
puedo comprarte! —le dijo a la madre de Adrienne. Luego regresó a Adrienne y le dio
una mirada de arrepentimiento—. Y también soy... tu hermano.
Adrienne jadeó. Su mano se fue a la boca.
¿Hermano? ¿Cómo?
—¿También eres el hermano de Kim? —preguntó Jin Starck en voz baja.
—¡Gracias a Dios, no! —respondió Jin. Luego le echó una mirada dura a su
padre—. Deberías habérselo dicho hace mucho tiempo. Ahora, ¡perdiste esa
oportunidad!
—¿Qué verdad? —preguntó Jin Starck, confundida.
—Adrienne... —su padre empezó.
—El verdadero nombre de tu padre era Henry Dennison —Jin le cortó el paso—
. Cuando tenías dos años, se cambió el nombre a Henry Miller, con la ayuda de Marina
Miller, por supuesto, la dama que tu pensaste que era tu madre.
Adrienne miró a su padre en estado de shock. —Papi... ¿por qué?
Su padre ahora tenía lágrimas en los ojos. —Porque... no quería que tu madre
real te alejara de mí.
—¿Mi verdadera madre? —Adrienne hizo eco. Ella miró a Jin.
—Nuestra madre, Adrienne —dijo Jin tan suavemente como pudo.
Adrienne sacudió la cabeza. —Cómo... cómo... no lo entiendo.
—Nuestra madre se crio en los Estados Unidos, donde conoció a tu padre y te
tuvieron. Pero no le dijo quién era de Francia. Ella era una heredera de un magnate
hotelero y su padre había arreglado que ella se casara con el hijo de su socio de
negocios… Pierre Starck, el entonces heredero de los Hoteles Starck Corporación, mi
padre —dijo Jin.
Adrienne observó la reacción de su padre. No podía ni siquiera mirar Adrienne
ahora.
—Tus padres se separaron y después, nuestra madre se enteró de que su padre
sufría de cáncer. Fue considerado terminal, cuando mamá regreso a Francia. No pudo
decirle que tenía una familia en los Estados Unidos porque pensaba que nunca la
perdonaría. Y ella no quería que él llevara ese dolor a su tumba. Pero ella le contó a mi
padre sobre ti y él todavía aceptó casarse con ella de todos modos. Madre hizo arreglos
para que tu padre te mantuviera a salvo hasta después de su boda y te llevara a Francia.
Tu padre aceptó darle la custodia de ti… porque ella podía cuidarte mejor. Confió en tu
padre. Pero cuando regresó a los Estados Unidos, Henry Dennison desapareció, sin
dejar rastro. Y tú también.
El padre de Adrienne estaba llorando ahora. Finalmente, la miró con gran
remordimiento.
—Toda mi vida, mi madre te ha buscado, Adrienne. Su corazón estaba roto y su
felicidad con nosotros nunca parecía completa porque ella pensó que te había perdido
—continuó Jin—. Mi padre contrató a gente para buscar Henry porque le prometió a
nuestra madre que te devolvería a ella. Pero fueron en vano. Todo lo que teníamos era
una foto vieja tuya, cuando tenías dos años. Nuestro abuelo se enteró de ti
eventualmente y perdonó a nuestra madre. Incluso en su lecho de muerte, deseaba que
te devolvieran a nosotros.
Entonces Jin miró fijamente a su padre. —…Cambiaste tu nombre y el de ella y
borraste a su madre de su pasado. La dejaste crecer pensando que su propia madre y
hermana no podían amarla. La privaste del amor maternal que tanto se merecía —le
dio al Sr. Miller una mirada de asco—. ¿Qué clase de padre eres tú? —Jin casi escupió.
—…¡Si la hubieras dejado vivir con nosotros, mi padre la habría amado como
su propia hija! Es la hija de una de las mujeres más ricas de Francia y tú la privaste de
su derecho de nacimiento. La privaste de los lujos con los que ella podría haber vivido.
¡Podría haber vivido como una princesa toda su vida! Tú le negaste todo eso. ¡Pero lo
que es imperdonable... es que la privaste de la alegría de darle una familia amorosa!
Adrienne miró fijamente a su padre. Luchó por encontrar su voz. —¡Papá... por
favor... dime que no es verdad!
Su padre cerró los ojos. Las lágrimas rodaron por sus mejillas. —Yo estaba con
miedo a perderte, nena. Sabía lo poderosa que era tu madre y sabía que podía alejarte
de mí. Yo era... un médico luchador. Tenía pocos medios para luchar por ti.
Especialmente contra tu madre y su nuevo marido —respiró hondo y se volvió hacia
Marina—. Teníamos un trato —le dijo—. Sería el padre de tu hija y a cambio tú
reemplazarías a la madre de Adrienne en su vida, le darías el amor maternal que ella
necesitaba. Pero... nunca la amaste.
—¿Cómo podría amarla? —la madre de Adrienne devolvió el fuego—. Cada vez
que miro a tu hija... todo lo que veo es... ¡a ella! ¡Ariana Blanc! El amor de tu vida. Yo era
todo para ti antes de que la conocieras. Me dejaste por ella. Y entonces cuando ella te
dejó, ¡regresaste a mí! Te acepté pensando que las cosas volverían a ser como antes.
¡Pero no! No podías amarme como la amaste. ¡Ella significaba todo el mundo para ti!
Ella dejó tu vida, pero nunca dejó tu corazón. Lo sé, lo siento. Entonces, ¿cómo esperas
que ame a tu hija de la forma en yo amo a la mía? ¡Me recordaba cómo me dejaste por
su madre! Y cómo me pediste que te salvara cuando te dejó desgarrado y roto. Te
casaste conmigo después de que el padre de Kim me dejara... después de que la madre
de Adrienne te dejara. ¡Pero tú nunca dejaste de amarla!
Adrienne miró a la madre que había conocido toda su vida. Ella no estaba sólo
imaginándolo. Ahora, ella sabía la verdad que trató de negar una y otra vez durante toda
su vida: su madre nunca la quiso.
—Mamá... te amé de verdad. Estaba contenta de tener... un poco del amor que
le diste a Kim. Y toda mi vida me he preguntado por qué no podías amarme igual —Las
lágrimas rodaron por sus mejillas—. Creí de verdad que había algo mal en mí —sacudió
la cabeza—. Pero no lo había. Toda mi vida, desquitaste tus celos en mí.
Marina miró a Adrienne, con el desprecio aún visible en su rostro. Pero no dijo
nada. O no tenía nada que decirle, o se sentía temerosa de que, si la atacaba, Jin Starck
tomaría represalias, contra ella o lo pagaría contra Kim.
—¡Esto es un desastre! —Adrienne respiró. Luego miró a Jin—. ¿Cuánto tiempo
hace que lo sabes?
—No mucho —respondió. —Cuando te vi por primera vez, pensé que me
parecías muy familiar. Tan familiar que me pareció espeluznante. Incluso se me pone la
piel de gallina. Después de un tiempo, me di cuenta de por qué. Te pareces a mamá
cuando ella tenía tu edad. Entonces organicé una reunión contigo para conocerte. Y para
obtener una muestra de ADN de ti.
—¿Cómo lo hiciste?
Jin suspiró. —Cenamos en mi restaurante, Adrienne. Fue fácil, lo suficiente
como para sacar a escondidas el cristal que usaste e inmediatamente enviarlo a un
laboratorio. Mi personal fue informado de antemano de lo que tenían que hacer. Ni
siquiera se dan cuenta.
—¿Y?
—Y lo compararon con mi ADN. Tal como sospechaba. Teníamos el mismo ADN
mitocondrial, lo que significa que tenemos la misma madre. Y confía en mí. Hice que el
laboratorio hiciera la prueba tres veces. Eres mi hermana, Adrienne —No importa cuán
suave fuera su voz, el golpe se sentía igual para Adrienne. No le quitó el hecho de que
sus padres le habían mentido toda su vida.
Jin se volvió hacia su padre. —Debo admirar la forma en que cubriste tus
huellas. Buscamos por todas partes —luego miró a su madre—. Tú debes conocer a todo
tipo de ladrones para poder hacer lo que hiciste —Jin se sacudió su cabeza—. Pero no
puedes interponerte en el camino del destino, y la verdad, por supuesto. Dios encontró
una manera de que Adrienne y yo nos conociéramos. Desafortunadamente para ti, yo
no creo en las coincidencias. Y siempre sigo mis instintos.
Adrienne miró a su padre. Honestamente no sabía qué sentir. Se sintió enojada
con él por lo que hizo. Estaba enojada por el hecho de que él la obligó a vivir con una
mujer monstruosa que no hizo más que menospreciarla y destruir su autoestima. Se
puso furiosa porque él le robó años preciosos que podría haber pasado con su
verdadera madre y su verdadero hermano. Años que ella nunca podría regresar.
—Adrienne... —dijo su padre en voz baja—. Lo siento, mi niña. Lo siento mucho,
lo siento mucho.
Adrienne se mordió el labio. Las lágrimas desbordaban sus ojos, le dijo—:
Podrías al menos haberme defendido durante todos estos años, papá. La madre que he
conocido puede no tener una razón para amarme. Pero tú sí la tenías. Tú podrías haber
luchado por mí todos estos años que ella y Kim hicieron mi vida miserable. Todos esos
años que mamá me hizo sentir que no servía para nada. Esos años en los que aplastaron
mi espíritu y me dejaron lisiada —Ella no pudo evitarlo. No le gritaba a su padre. Pero
hablaba con dureza palabras directas de su corazón… finalmente diciéndole a su padre
lo difícil que fue la vida para ella —Se limpió las lágrimas de su cara—. ¿Pero sabes que
es más doloroso, papá? —se detuvo, dándole tiempo para absorber todo lo que ella
decía. Luego respiró profundamente y añadió—: ¡Qué te quedaste ahí parado y
observando!
Con eso, agarró su teléfono y su cartera, y se giró de a ellos.
Caminó ciegamente hacia la salida de la estación. Cuando pisó afuera, la brisa
fría la saludó y ella se estremeció. Pero sólo por un segundo. Porque inmediatamente,
sintió que el material de la chaqueta de cuero de Jin le cubría sus brazos desnudos.
Ella lo miró, su hermano.
—Siento que tuvieras que averiguarlo de esta manera —le dijo.
Ella respiró profundamente. —Así que ese día que nos encontramos en el bar
y me desmayé, ya sabías que eras mi hermano.
Él asintió. —Me costó toda mi fuerza no decírtelo, sabes. Ese fue el mismo día
que los resultados de ADN llegaron a mi correo. Yo estaba tan feliz. Pero no pude
encontrar una manera de decírtelo sin romper tu corazón.
Adrienne suspiró. —Me rompió el corazón de cualquier manera.
—Lo sé —dijo—. No había manera de decírtelo suavemente. Así que anoche,
dejé de entender las cosas. Pensé, sólo arrancar el vendaje. Cuando me enteré de que te
habías venido a Boston, volé aquí inmediatamente. Yo esperaba hablar con tu padre
primero. Darle la oportunidad de decírtelo él mismo. Pero cuando me enteré de que te
recogieron y detuvieron, yo sólo perdí la cabeza —Levantó la mano y tocó suavemente
la mejilla—. Nadie lastima a mi hermana y se sale con la suya.
El corazón de Adrienne se hinchó con esas palabras. Porque ella sabía... que
sería exactamente lo contrario de lo que Kimberly diría y haría. Ella se adelantó y abrazó
a Jin. Mientras enterraba su cara contra su pecho, lloró a mares.
Cuando las lágrimas de Adrienne se calmaron, Jin se alejó de ella y le limpió la
cara con sus dedos.
—Nos vamos a casa, Adrienne —dijo—. Ahora. Ni un día después. Mamá te ha
esperado durante casi la mitad de su vida. Ha sufrido demasiado ya.
—¿No dijiste que era Amanda Seville? La famosa escritora —preguntó
Adrienne.
Jin sonrió. —Ahora sabes de dónde viene tu talento.
Una oleada de felicidad llenó el corazón de Adrienne. Ella sintió que...
finalmente todas las preguntas que se ha estado haciendo toda su vida fueron
respondidas por Jin en una noche.
Ella asintió. Le encantaría conocer a su madre... su verdadera madre. La que le
cantaba canciones y acariciaba mientras dormía cuando estaba demasiado joven para
recordar.
Jin puso un brazo alrededor de su hombro. Luego se dio la vuelta para
encontrar a Yuan y Jill de pie detrás de ellos, todavía en estado de shock. Estaban tan
aturdidos como Adrienne.
—Llevaré a Adrienne a París esta noche. ¿Quieren venir? —les preguntó Jin.
A los amigos de Adrienne les llevó un momento recuperarse. Luego Yuan
preguntó—: ¿Por qué? ¿Vas a pagar nuestros vuelos? —fue una pregunta sarcástica.
—Vuelos, comida y alojamiento por una semana, o por el tiempo que sea que
quieran hacerle compañía a mi hermana —respondió Jin sin pestañear.
Yuan y Jill se miraron fijamente en puro shock. Una vez que ellos se
recuperaron, Yuan sonrió y dijo—: ¡Oh, Jin Starck, estamos totalmente vendidos!
28. Xemethistos
Griego, significa

—El hijo pródigo regresa —Jordan Gibson estaba mirando desde la parte
superior de la escalera, mirando hacia abajo mientras su primo mayor entraba en la
casa.
Justin lo miró por el rabillo del ojo. Su primo tenía una sonrisa en su cara y casi
necesitó toda su fuerza para no subir la escalera de veinte peldaños y romperle la nariz.
Normalmente no era una violenta persona. Pero acaba de pasar todo el vuelo de Nueva
York a Chicago llevando su tolerancia de alcohol al límite. La paciencia no ocupaba un
lugar destacado en su lista de virtudes ahora mismo. —¡Jódete Jord! —murmuró en su
lugar.
Jordan recibió un suave puñetazo en el hombro de su otro primo, Gian. Vieron
como Justin caminaba directo al estudio de su padre en la planta baja de la mansión de
doce habitaciones.
Justo antes de que Justin abriera la puerta, Gian le llamó—: ¡Hola J! —Justin se
volvió hacia Gian. Le sonrió—. Ella me gusta.
Entonces Ian se asomó por detrás del hombro de su hermano gemelo. —¡A mí
también! Me convertí en su fan cuando te cerró la puerta en la cara. No es de extrañar
que estés loco por ella —ella le sonrió alentadoramente.
Justin asintió a sus primos. Apreciaba su apoyo. Él lo necesitaba. Especialmente
ahora, desde que su corazón sangró por la decisión de Adrienne de darle su libertad.
Libertad para abrazar su destino. Libertad para dar una oportunidad a la loca decisión
de sus padres.
¡No! Lo que hizo Adrienne solo hizo que la amara más. Él sabía lo rota que
estaba y lo doloroso que fue para ella entregarlo a otra mujer. Y, aun así, lo liberó porque
no quería que él destruyera su relación con sus padres.
Y por lo que hizo, le demostró a Justin que era la única mujer digna de
convertirse en la Sra. Justin Adams.
¡Dios! ¡Déjame arreglar esto! ¡Me vendría bien un milagro!
Él abrió la puerta del estudio de su padre. Su padre levantó la vista de la pila de
papeles en la que trabajaba, sus ojos se fijaron en su hijo.
—¿Dónde está mamá? —Justin le preguntó a su padre.
—En el hospital —dijo—. Te llevaré allí después de firmar estos papeles.
Justin asintió y fue al mostrador de vino y se sirvió un poco de whisky. Estaba
tranquilo. Sentía que nada de lo que pudiera decirle a su padre le haría cambiar su
opinión sobre él, o su mente sobre hacer que él se casara con la mocosa de sus buenos
amigos. Bebió el licor, manteniendo la espalda a su padre. Miró silenciosamente los
libros que tenía delante de él, no realmente leyendo sus títulos. Pero él sólo necesitaba
algo que mirar para mantenerse de tener otra pelea de judo verbal con su padre.
Sintió una mano en su hombro.
—Hijo... —su padre empezó.
Justin inclinó su cabeza ligeramente hacia su viejo.
Su padre respiró profundamente. —Siento haberte echado. Pero me alegro de
que hayas vuelto.
Justin miró los libros que tenía delante de él otra vez. No dijo nada.
Su padre le quitó la mano del hombro. —Gracias. Por regresar. Tu madre se lo
tomó muy mal.
Justin bebió su whisky directamente. Luego se volvió hacia su padre. —No me
agradezcas —dijo finalmente—. Agradécele a Adrienne —El dolor se disparó a su
corazón cuando mencionó su nombre—. Ella me liberó. Porque no quería destruir mi
relación contigo. Si ella no me hubiera rogado que viniera aquí, yo no estaría delante de
ti... sintiéndome absolutamente miserable —Y luego se fue a la puerta—. ¿Vamos a ir al
hospital o no?
—¡Justin! —le gritó su padre—. No me faltes el respeto.
Justin levantó las manos. —¡No te estoy faltando al respeto! Pero yo espero que
disculpes mi comportamiento poco galante hoy, papá. ¡Resulta que tengo el corazón
roto! El amor de mi vida me pidió... no, me rogó, que la dejara para que pueda volver a
ti. Estoy seguro de que recuerdas cómo se siente un corazón roto. O tal vez no. Porque
te has despertado con el amor de tu vida durante los últimos veintiocho años.
—Hijo... —su padre empezó—. Cuando yo estaba en tu lugar, antes de conocer
a tu madre, yo era exactamente así. No entendía por qué mis padres me obligaban a
casarme con alguien que aún no conozco. Entendí el arreglo. Pero en ese momento, les
pregunté también... por qué soy yo quien tiene que sacrificarse por la familia. Teníamos
más de lo que necesitábamos. No podía entender por qué queríamos más —Su padre lo
miró con cansancio—. Pero yo no podía agradecerles lo suficiente por su elección. Tu
madre es una excelente mujer.
Justin levantó una ceja a su padre. —También Adrienne —dijo uniformemente.
—Queremos asegurarnos de que te cases bien —dijo su padre—. Que la mujer
con la que te casarás no es por tu dinero o tus privilegios.
Justin entrecerró los ojos y pretendió parecer pensativo. —¡Caramba! Si yo no
fuera Justin Adams, ella no estaría dispuesta a casarse conmigo. ¿No es eso considerado
casarse conmigo por mi dinero o mis privilegios?
Su padre respiró profundamente, sin duda tratando de controlar su
temperamento. —Esta conversación no tiene sentido. Estás borracho. No estás en tu
sano juicio o estado de ánimo.
Justin sonrió a su padre sarcásticamente. —No hará la diferencia, padre —
dijo—. Porque así es como voy a estar el resto de mi vida. Borracho y no en el estado
mental adecuado. Así que sugiero que te acostumbres.
—Una palabra irrespetuosa más de tu boca y tu boda sucederá antes de que te
estés sobrio —su padre dijo en un estruendo voz.
—Señor, sí, señor —murmuró Justin, girando hacia la puerta y abriéndola—.
Te veré en el coche. Tengo un presentimiento... y esto es sólo una corazonada... de que...
estoy muy por encima del límite de alcohol. Obviamente, no puedo... conducir.
Salió de la habitación. Estaba un poco tomado, sí. Pero tenía una gran tolerancia
al alcohol, sabía que no podía culpar completamente al alcohol por sus menos que
respetuosas palabras a su padre.
Encontró a Ian parada al pie de las escaleras, mirándolo fijamente,
cansadamente. Tenía una mirada de tristeza en su rostro.
—Lo siento, Justin —susurró. Corrió hacia él y le dio un abrazo—. Lo siento
mucho.
A Justin le llevó un momento poner un brazo en la espalda de Ian.
—No te preocupes por mí todavía, Ian —susurró Justin—. Ten piedad de ...la
chica cuyo destino está siendo forzado al mío.
Ian se alejó de Justin y lo miró fijamente. —Justin... ¿qué quieres decir?
Justin miró fijamente a Ian. Sus ojos brillaban a pesar de sí mismo. —Sólo
espera, Ian. Moriría primero antes de casarme con otra mujer que no sea Adrienne.
—Justin... te repudiarían... —susurró Ian.
—Ya lo hicieron —dijo Justin—. Y, aun así, sigo aquí. Más miserable que nunca.
Gian y Jordan aparecieron a espaldas de Ian.
Lo sentimos, primo —dijo Gian—. Si necesitas ayuda, sabes que puedes contar
con nosotros, ¿verdad?
Justin sonrió a sus primos. —Lo sé. Pero ahora mismo, creo que podría estar
por mi cuenta.
Su padre salió de su estudio y miró a su hijo y a sus primos. —¿Van a visitar a
su tía? —preguntó.
—Acabamos de venir de allí —comenzó Ian—. Ella está bien. Sólo son cortadas
y moretones menores. El doctor dijo que estará en casa en un día o dos —De alguna
manera Justin sabía que era su manera de decirle que no se sintiera demasiado culpable
por el estado de su madre. No era nada grave.
Jac Adams miró a su hijo. —Vámonos.
Justin no habló el resto del camino al hospital. Se inclinó en su asiento y cerró
los ojos. Pensó en Adrienne. La manera que ella lo miró la primera vez que él la vio.
Parecía tan conservadora y reservada, escondiendo su hermosa personalidad bajo sus
suéteres de punto, pantalones escoceses y gafas de montura negra. Parecía una mujer
que no tenía idea de lo atractiva que podría ser y no podría importarle menos lo que los
demás pensaran de ella.
La primera vez que la vio, algo en él se agitó. El hecho de que ni siquiera lo miró
cuando pasó por los pasillos en Blush la hizo aún más atractiva para él.
Nunca tuvo problemas con las damas. Ni siquiera tuvo que memorizar o
dominar el uso de las líneas de recogida. Siempre había tenido confianza de su
apariencia, y el nombre que llevaba tenía sus ventajas en el encanto de su cama. Pero
dejó claro desde el principio que sólo era diversión. Nada deletreaba permanencia. El
hecho de que supiera que estaba ya comprometido a otra mujer le quitó la presión de
su espalda para hacer que una mujer se enamorara de él. A él no le importaba si la mujer
se marchaba después de que pasaran la noche juntos. Si ella no lo hacía, entonces él lo
haría.
Recordó cómo solía ser, Justin no pudo evitar pensar que Adrienne tenía razón.
Era un imbécil cuando lo conoció. Pero él ya no era ese tipo. Ya no quería jugar en el
campo.
Jugó en Wall Street porque lo hizo bien allí. Ese era él. Las cosas parecían ser
fáciles para él. Jugó en la bolsa de valores e hizo millones por su cuenta, porque le dio
algo que valía la pena hacer antes de abrazar su destino de ser el heredero de Industrias
Adams. Sólo como la forma en que jugaba en el campo con las mujeres. Le dio un respiro
antes de que se entregara a su futura esposa. La mujer a la que le prometería fidelidad
por el resto de su vida.
Pero cuando Adrienne llegó a su vida, se dio cuenta de que había terminado.
Era el momento de empezar a tomar las cosas en serio. Empezó a trabajar para su padre.
Sólo guardó las acciones que pensó que valían la pena mantener. Dejó de jugar en Wall
Street... dejó de jugar en el campo con las mujeres. Empezó a volverse serio. Dejó de ser
rebelde... y esperaba que su familia viera cómo esta mujer lo cambió. Cómo era tan
buena para él. Pero nada cambió. En el momento en que lo vieron venir, ellos también
pensaron que estaba listo para conocer a su esposa destinada.
Ellos no vieron que cambió por culpa de Adrienne. Porque finalmente, empezó
a ver su futuro con ella. Empezó a imaginarse a sí mismo tomando las riendas de su
padre y luego volver a casa cada noche con la mujer sin la que no podría vivir. Empezó
a creer que podía ser feliz casado con una mujer... algo que nunca había visto antes,
sabiendo que terminaría casándose con la elección de sus padres por él.
—Estamos aquí —su padre interrumpió sus pensamientos. Cuando Justin abrió
los ojos, sintió dolor en su cabeza. Los efectos del alcohol habían empezado a afectarle.
Presionó sus dedos contra sus sienes.
—¿Dolor de cabeza? —preguntó su padre.
—Qué bueno que estemos en un hospital entonces —murmuró Justin.
Su madre tenía la suite más lujosa del hospital. Cuando ella lo vio, lloró casi al
instante.
—Oh, Justin —dijo ella, extendiendo sus brazos hacia él.
Justin fue hacia ella en silencio. Le dio un abrazo a su madre. Cuando él se alejó
de ella, vio que sólo tenía un pequeño corte en la frente. Ian tenía razón. Tenía heridas
menores. Pero lo que realmente preocupaba a Justin era su dolor emocional.
—Cariño, estoy tan contenta de que hayas vuelto.
Justin todavía no dijo nada. No quería hacerla sentir peor de lo que ya lo hizo.
Entonces su madre lo miró fijamente. —¿Has estado bebiendo? —ella
preguntó.
Asintió ligeramente. Entonces finalmente dijo—: Me alegro de ver que ahora
estás mejor.
Ella le sonrió disculpándose. —Cuando tu padre dijo que te ibas a mudar de la
casa, pensé que nunca te volvería a ver.
Le dio una sonrisa tranquilizadora. —Sabes que... eso no sucederá, Mamá.
Siempre encontraré tiempo para verte.
—Lo siento, cariño —dijo—. Sabes... tú sabes que sólo estábamos cuidando de
ti
Justin asintió de nuevo. Puede que no esté de acuerdo con sus padres en
muchas cosas, pero siempre los amaría. Aparte del hecho de que estaban forzándolo a
casarse con alguien a quien no amaba, sabía que siempre han sido los mejores padres.
Fueron interrumpidos por la enfermera. Justin fue a pararse junto al vidrio de
las ventanas y observaba la vista del hospital. Una vez más, se perdió en sus
pensamientos. Su corazón todavía le dolía cada vez que pensaba en Adrienne y su dolor
cuando lo dejó ir. Cómo hicieron el amor la noche anterior. Cómo respondió a su
pregunta cuando fingió que era libre de preguntar eso en absoluto. La carta que ella le
escribió, que él sabía que ella había escrito con profunda pena.
Sabía que tenía que jugar bien sus cartas. Haciendo que sus padres cambiaran
sus mentes era un asunto delicado. Ha jugado los juegos de la vida muchas veces y no
le importaba si ganaba o perdía. Pero esta vez... sabía que no podía permitirse perder.
El dinero no estaba en juego aquí. Esta vez, era su vida, su corazón, su alma. Y ya ha
decidido que sólo una mujer tiene derecho a reclamarlas.
—Justin... —su madre lo llamó.
Justin se volvió hacia su madre y no dijo nada.
—¿Estás bien, cariño? —le preguntó.
¿Tú qué crees?
No lo dijo en voz alta. Su padre podría tolerar su actitud hacia él, pero nunca le
perdonaría si él incluso pronunciara una palabra irrespetuosa con su madre.
Asintió ligeramente. Volvió a mirar por la ventana. Nada en la vista delante de
él parecía interesante. Pero él no quería mirar a su madre y no decir nada.
—¿Has comido? —preguntó—. Le pediré a alguien que te traiga la comida.
Justin sacudió la cabeza. —No tengo hambre, mamá.
Su madre asintió con la cabeza y le sonrió con tristeza.
Después de un largo período de silencio, Justin fue a su madre y le besó la
frente. —Necesito regresar —dijo—. Me vendría bien una ducha y mi la cabeza se siente
como si fuera a explotar.
Su madre lo abrazó. —Lo siento, Justin —escuchó lágrimas en su voz. —Espero
que seas capaz de perdonarnos.
Justin no le devolvió el abrazo a su madre ni dijo nada. Cuando él se alejó de
ella, le besó la mejilla de nuevo y luego se dirigió a la puerta. Su padre no intentó
seguirlo.
Justin salió del hospital y decidió caminar para aclarar su mente.
Miró su teléfono. No hubo llamadas. No hay mensajes. Miró fijamente la foto de
Adrienne en su papel tapiz. La echaba de menos y se le rompió el corazón cada vez que
pensaba que no podía estar con ella... al menos no todavía.
Marcó su número, incapaz de resistir el impulso de hablar con ella.
Pero estaba apagado. Lo intentó de nuevo. Todavía está apagado. Después de
dos intentos más, él se rindió. Respiró profundamente. Tal vez Adrienne lo estaba
empujando a intentar primero el camino de sus padres y si no funcionaba, podía volver
a ella.
No sabía cuánto tiempo llevaría eso. No tenía ninguna intención de prolongarlo.
Pensó que su mejor oportunidad en este momento estaba en sus padres viendo lo
equivocada que fue esta elección. La próxima oportunidad que tiene es si la chica con la
que estaba comprometido... no, nunca usaría la palabra "comprometida"... vería lo
monstruoso y despreciable que era. Esperaba que ella ahorraría los problemas y la vida
de miseria, y lo dejaría ir.
Cuando llegó a casa, se dio una larga y caliente ducha. Debió haberse quedado
bajo el agua hasta que su piel se arrugó. Le envió un mensaje a su mayordomo que le
trajera algo de comida. Ya no tenía ninguna energía para enfrentarse a ninguno de los
miembros de su familia. En ese momento, sólo quería estar solo.
Después de la cena, le pidió a una de las criadas que trajera whisky y hielo a su
habitación. Bebía en el balcón de su habitación, mirando el cielo estrellado. Había una
luna de amantes en el cielo y de nuevo deseaba que la mujer que amaba estuviera en
sus brazos, mirándolo con él.
—Adrienne Miller... te amo mucho. Con todo mi corazón. No quiero a nadie más
en mi vida, en mi futuro. Quiero pasar una eternidad contigo. Yo quiero que seas la madre
de todos mis hijos. ¿Te casarías conmigo?
—Sí, Justin, lo haría.
Repitió ese recuerdo una y otra vez en su cabeza. Como él deseo, también... que
todo estuviera en el mundo ideal. Que le hizo esa pregunta de verdad. Y que ella dijo
que sí.
No lo sabía, pero las lágrimas empezaron a brotar en sus ojos. Él se dio cuenta
de lo asustado que estaba. Asustado de que sus padres no lo aceptaran volviendo a ella.
Temía que, si regresaba, llegaría demasiado tarde.
Adrienne era una mujer exquisita. Muchos tipos estaban interesados en ella en
Blush. Incluso algunos herederos ricos parecían haber encontrado un gusto por ella. No
era sólo él. Y lo que mató a Justin fue el hecho de que ni siquiera podría hacer cualquier
cosa para evitar que encontrara la felicidad con otro chico... cuando él, él mismo no es
libre de darle la felicidad que ella se merece. Y él está asustado de que algún día, cuando
finalmente sea libre... se haya cansado de esperarlo y se haya dado por vencida con él.
Se limpió las lágrimas con los dedos. Luego se llevó el vaso a los labios y bebió
su whisky de nuevo.
No tenía ni idea de que ya no estaba solo. Su padre estaba de pie detrás de él,
observándolo. Jac Adams se sentó en la silla junto a Justin y se sirvió un vaso de su
whisky. Los dos hombres se sentaron allí en silencio, mirando al espacio.
Entonces, finalmente, Jac le dijo a su hijo—: ¿Cómo sabes que no te vas a
enamorar de tu prometida?
Justin suspiró y en un tono más respetuoso respondió—: Porque yo sólo tengo
un corazón y ya no es mío para regalarlo.
—Todo el tiempo, pensamos que sólo hacíamos lo mejor para ti.
—Yo también —murmuró Justin—. Entonces la conocí. Y me di cuenta de mi
amor, mi lealtad, mi fidelidad, mi alma... no era tuya para que la prometieras alguna
chica que te parezca bien. La elección debe depender de mí. Porque voy a ser el que
decida si seré feliz o miserable por el resto de mi la vida. No puedes elegir mi felicidad
por mí, papá.
Su padre suspiró. —Justin... para retractarse tan tarde de este acuerdo
destruiría las amistades que hemos construido durante generaciones. Sus abuelos y los
tuyos eran como hermanos.
—¿Así que prefieren destruir mi vida? —Justin no pudo evitar murmurar.
—No. Eso nunca sería nuestra intención.
Justin no respondió. En vez de eso, sólo bebió su whisky.
—Tu madre soñaba con una boda en dos meses.
—Y se va a decepcionar —dijo Justin. Su padre miró fijamente en él—. No
puedes obligarme a casarme con esta mocosa antes de tres meses.
Su padre le levantó una ceja. —¿Por qué?
Justin suspiró. —Casi viví con Adrienne, papá. Y estoy seguro de que no te
sorprendería si te dijera que... hemos estado juntos en la cama. Si voy a estar de acuerdo
con este matrimonio, tengo que asegurarme al menos de que Adrienne no está
embarazada. Porque si lo está, no me importará si me repudias o borras cualquier
rastro de mí en esta familia. No haré de mi propio hijo un bastardo. Estoy seguro de que
incluso lo entenderías.
Su padre se calló un momento y luego asintió con la cabeza. —Justo lo
suficiente. Pero a cambio, quiero que hagas algo por nosotros.
Justin suspiró. —¿En serio? ¿No me has pedido ya que entregue mi vida a una
mujer que ni siquiera he conocido?
Jac asintió. —Quiero que cortejes a tu prometida.
Justin casi se cae de su asiento. —¡Tienes que estar bromeando!
Jac sacudió la cabeza. —Conócela. Un año. Eso es lo que normalmente hacen.
Construye un vínculo con ella y haz que ella como tú... se enamoren...ustedes.
—¿Incluso si no estoy enamorado de ella? —preguntó Justin.
—No lo sabes, hijo. No lo sabía y aún sigo tan enamorado de tu madre como lo
estaba cuando me casé con ella. Cuando le propuse matrimonio, ya no era un acuerdo
de negocios. Me estaba proponiendo como hombre... enamorado de la mujer de mis
sueños.
—¿En serio? ¿Estás realmente seguro de que esta mujer con la que me has
puesto una trampa es la mujer de mis sueños? Porque la última vez que lo comprobé,
ya me encontré con ella.
—Justin... un año. Y si ella no siente ni siquiera un poco de cariño por ti... te
liberaremos.
Sólo se aferró a su vaso con fuerza. De repente, quiso golpear algo, pero dudaba
que su padre se lo tomara bien.
Pensó que su padre le había dado una salida a esto. Pero un año es tanto tiempo
para esperar, para estar con Adrienne de nuevo... un año parecía demasiado tiempo
para hacerla esperar.
—Ella se enamorará de ti. Porque eres Justin Adams... el tipo de abajo es mucho
más digno de enamorarse.
La fe de Adrienne en él hizo que su corazón se hinchara y se rompiera al mismo
tiempo. ¿Cómo diablos va a hacerla esperar tanto tiempo? ¿Y cómo diablos se va a
asegurar de que la mujer que sus padres arreglaron para casarse con él no le guste en
absoluto?
—Creo que te he dado un trato justo —dijo su padre—. Un año, hijo. Y en ese
año, no se te permite ver o contactar a tu novia. Date la oportunidad de ser feliz sin ella.
Y si por algún milagro, encuentras en ti mismo el aceptar a tu prometida... dale la
oportunidad de seguir adelante y encontrar su felicidad con alguien que es libre de
dársela.
Justin no dijo nada. Su padre puso su vaso sobre la mesa delante de ellos y se
puso de pie. Echó una última mirada a su hijo. Puso una mano en su hombro y le dio un
suave apretón. Luego dejó silenciosamente la habitación.
Justin se sentó solo en su balcón, pensando.
Un año. Un año era demasiado tiempo. Él creía absolutamente que no podía
esperar tanto tiempo, aunque Adrienne pudiera. Tenía que encontrar una manera de
acelerar las cosas... y hacer más corta su miseria. Apuntó a un mes como su límite. Ni un
día más.
Pero, ¿cómo podría cumplir un año once meses menos?
Él tomó un respiro profundamente. Bueno, su padre le dio permiso para llamar
a prometida tan a menudo como sea posible para asegurarse de que ella se enamorara
de él.
Una idea se formó en sus pensamientos. Él rompería algunos de sus principios
y valores, pero ¡demonios! Pensó que valdría la pena.
Un mes.
Parecía demasiado corto para hacer que alguien se enamorara. Pero demasiado
largo para hacer lo contrario.
Sonriendo ahora, sintió una nueva sensación de esperanza y energía que surgía
a través de sus venas. Volteó su teléfono y escribió un mensaje a la única mujer con la
que querría pasar el resto de su vida.
Justin: ¿Dónde estarás en exactamente cuarenta días? Déjame responder
eso por ti. En Italia. Cambiando tu apellido por el mío.
29. Stjålet
Noruego para

Adrienne caminó junto a Jin Starck en la lujosa mansión que él llamaba su


hogar. Yuan y Jill los siguieron.
—¿Todavía vives con tus padres? —preguntó Adrienne.
—En esta casa, sí —respondió—. Pero tengo apartamentos propios. Esta es una
casa con diez habitaciones. A veces mamá se siente un poco sola, así que me esfuerzo
por pasar tiempo aquí para hacerle compañía. Ella no trabaja para nuestros hoteles.
Pasa mucho tiempo en su estudio. Escribiendo.
Jin fue recibido por su mayordomo francés. Dio instrucciones de llevar a Yuan
y Jill a una de las salas de espera y servirles un refrigerio.
Luego se volvió hacia Adrienne. —Sígueme.
Subieron las escaleras hasta el segundo nivel de la casa. Adrienne no podía
dejar de admirar lo elegante y lujosa que parecía la casa. Nunca en sus sueños más
salvajes imaginó que alguien relacionado con ella podría vivir en una casa como esta.
Se detuvieron frente a la habitación, situada en la esquina. Jin tomó un respiro
profundamente y la miró fijamente.
—¿Estás lista? —preguntó.
—No creo que lo esté nunca —respondió ella con sinceridad.
Su hermano se agachó y le apretó la mano. —Ella es maravillosa, Adrienne. No
tienes ni idea.
Adrienne asintió. —Vamos.
Jin le dio una última sonrisa y luego abrió la puerta.
La habitación en la que entraron era enorme. Ella vio las cuatro paredes
cubiertas con estanterías, todas llenas de libros. La habitación casi parecía una
biblioteca. Al final de la habitación había un enorme escritorio de roble con una
computadora Macintosh blanca. y pilas de papel.
Jin la llevó hacia el escritorio, donde una mujer se sentó, mirando fijamente en
la pantalla del ordenador.
Ella le dijo algo en francés a Jin, sin levantar la vista de la pantalla.
—En inglés, mamá —pidió Jin—. Tenemos una invitada de América.
La mujer miró hacia arriba desde su pantalla. —Oh. Lo siento. Te esperaba hace
veinticuatro horas. No apareciste y no dejaste ninguna palabra. Y ahora, estás
perturbando mi escena de batalla.
Adrienne caminaba más despacio que Jin y se escondía a sus espaldas.
—Dudo que esto pueda esperar, mamá —sostuvo Jin, mientras se detenía
frente al escritorio de su madre.
Finalmente, la mujer apartó los ojos de la pantalla de la computadora para
mirar a su hijo. Inmediatamente se dio cuenta de Adrienne a espaldas de Jin, incierta de
lo que haría o diría.
Nadie estará nunca listo para conocer a su verdadera madre después de diez
horas de saber sobre ella. El corazón de Adrienne golpeó fuertemente contra su pecho.
—¡Jin Adrien Starck! —la mujer exclamó—. ¿Me estás diciendo que voy a ser
abuela pronto?
Adrienne parpadeó por un segundo. Luego escuchó a Jin reír.
—Sólo tengo veintitrés años, mamá. Y no soy el primero en la fila para te darte
nietos. No soy tu primogénito, ¿recuerdas?
Adrienne vio inmediatamente la tristeza que atravesaba a la mujer en su cara.
—Bueno... —suspiró con tristeza—. Tal vez deberías presentarme a la dama invitada.
Creí que te había enseñado mejores modales.
Jin tiró de Adrienne e hizo que diera un paso adelante. Se puso de pie frente a
frente ahora con la mujer... que la ha estado buscando toda su vida. La mujer cuyas
palabras se perdieron en esas horas cuando leyó sus novelas. La mujer que ni siquiera
conocía, era su madre biológica.
Ariana miró a Adrienne con curiosidad. Sus ojos se entrecerraron, como si ella
estuviera tratando de averiguar qué era tan familiar en ella.
Mientras Adrienne miraba a la mujer que tenía enfrente, podía ver cómo Jin
pensó que le resultaba familiar la primera noche que se conocieron. Su cabello era del
mismo color que el de ella, incluso con las mechas rojas en ellas. Sus ojos... exactamente
el mismo verde de ella. Era mayor y parecía más segura de sí misma que ella misma.
Pero Adrienne podía verse a sí misma en esta mujer... de la forma en que nunca se vio a
sí misma en la madre que había conocido toda su vida.
—Mamá... —Jin dijo en voz baja—. Me gustaría que conocieras a... Adrienne —
Jin se detuvo por un segundo—. En realidad, la hemos llamado Andrea durante años.
¿Andrea?
En un segundo, los ojos de su madre se abrieron de par en par. Reconocimiento
y realización finalmente cruzó su cara, como si finalmente encontrara la última pieza
del rompecabezas que ha estado tratando de resolver durante décadas.
—Adrienne... —susurró. Luego miró a su hijo—. ¿Nuestra Andrea?
Escucharla decir esas palabras hizo que Adrienne llorara. Ella escuchó el amor
en su voz... sólo diciendo el nombre de su hija. Y ella se dio cuenta de que ha estado
esperando toda su vida para escuchar a la madre que ha conocido decir su nombre de
la forma en que esta mujer lo hizo en ese momento.
—Tengo tres resultados de ADN que dicen que es ella —reveló Jin.
Adrienne oyó a su madre jadear y se puso las manos en la boca. Las lágrimas se
derramaron de sus ojos. Inmediatamente, se movió de su escritorio y en pocos
segundos, Adrienne sintió que sus brazos la rodeaban. Estaba casi histérica,
hiperventilando mientras la abrazaba.
—¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! —Ariana lloró—. ¡Mi bebé! ¡Mi bebé!
Adrienne no pudo evitar llorar también. Ella puso sus propios brazos alrededor
de la madre que nunca supo que existía hasta unas horas antes. Ariana se alejó y la miró
fijamente. Ella ahueco sus manos en su cara y susurró—: Creí que te había perdido para
siempre. Pensé que no volvería a verte nunca más.
Adrienne se mordió el labio. No podía dejar de llorar. Sostuvo las manos de su
madre con las suyas.
—¿Dónde estuviste todos estos años? ¿Tu padre fue bueno contigo? ¿Lo hizo,
tienes una buena vida? ¿Dónde creciste? ¿Te dio todo lo que necesitabas? ¿Te cuidó
bien?
Adrienne no sabía qué pregunta responder primero. E incluso si lo hizo, no
pudo encontrar su voz. No paraba de llorar, finalmente sintió por primera vez en su vida
el afecto maternal que anheló toda su vida.
—Vivía en Boston. Tú ex cambió su nombre, su identidad y la de ella para que
no la encontráramos. Él cambió su nombre de Andrea Blanc a Adrienne Miller —
respondió Jin por ella—. Si por buena vida, te refieres a si ella tenía un techo sobre su
cabeza o comida para comer o fue atendida cuando se enfermó o la enviaron a la
universidad para terminar una carrera, entonces sí. Lo hizo. La tuvo —Jin hizo una
pausa por un momento y luego agregó—: ¿Pero si te refieres a si tenía una madre que
la amaba y cuidaba de ella de la manera que tú lo harías? No. No lo hizo.
Ariana se mordió el labio y miró a Adrienne para disculparse. Ella abrazó
Adrienne de nuevo, como si tratara de borrar todo el dolor que la separación de su
madre biológica le había causado.
—Lo siento mucho, nena —le susurró Ariana—. Lo siento mucho. Nada de esto
fue tu culpa. Nada de esto habría pasado si hubiera hecho las elecciones correctas desde
el principio. No debería haber confiado en tu padre. Lo siento, mi bebé.
Adrienne lloró como una niña pequeña. Ella sentía el confort, la seguridad y el
amor que le proporcionó el abrazo de su madre. Ahora, más que nunca, ella deseaba
que hubiera sentido sus abrazos cada vez que se hería o se lastimaba todos esos años
en los que estaba creciendo.
—Yo-yo no te culpo —susurró. Se alejó de su madre y la miró a los ojos—. No
podemos recuperar estos años que nos fueron robados de nosotros. Pero me alegro de
haber tenido la oportunidad de conocerte ahora.
Su madre asintió y le besó la frente. —Sí, mi bebé. Yo nunca pensé que tendría
la oportunidad de volver a verte. Pero gracias a Dios tu hermano te encontró. Hace un
par de semanas, dijo que tenía una pista sobre ti. Yo no creí que fuera tan pronto. Pensé
que este día no llegaría en absoluto. Te he amado toda mi vida. Y hasta ahora, pensé que
nunca tendría la oportunidad de decírtelo —Su madre se apartó de ella, tomó su mano
y la llevó al sofá. Se sentaron una al lado de la otra. Luego se giró hacia Jin—. Puedes
pedir que alguien nos traiga algo de comer y beber aquí. Adrienne y yo tenemos mucho
de qué hablar. Luego preparare la cena. Todos cenaremos juntos.
Jin asintió. Adrienne lo miró y sonrió a pesar de las lágrimas rodando por sus
mejillas. Le dio una sonrisa a su hermano.
Jin se volvió hacia su madre y le habló en francés. Su madre asintió con la
cabeza. Luego Jin sonrió a su hermana por última vez y se dio vuelta para dejar la
habitación.
Ariana se volvió hacia Adrienne y una vez más le tocó la mejilla, las lágrimas
rebosan sus ojos. —Creí que nunca te volvería a ver.
Adrienne soltó un pequeño gemido. Luego dijo—: Yo... nunca supe que existías
hasta después de que Jin viniera a buscarme a Boston.
—Él me borró de tu vida —dijo su madre con sobriedad.
Adrienne respiró hondo y le dijo a su madre todo lo que su padre le hizo y cómo
creció todos estos años.
Deben haber hablado durante horas. Su madre no podía dejar de llorar y
maldecir al mismo tiempo. Adrienne entendió cómo se sentía. Ella sentía exactamente
lo mismo. Ambas fueron víctimas de las mentiras de su padre y traición. No le dijo
mucho sobre cómo la madre que ha conocido toda su vida la había tratado. Ella pensó
que eso podía ser guardado para más tarde. Ahora mismo, el obvio engaño de su padre
parecía ya demasiado para soportar.
—Cuando eras un bebé, quería llamarte Adrienne —su madre le contó—. Tu
padre sabía que soy mitad francesa. No le dije... que tenía una obligación familiar de la
que quería escapar. Mi padre... bendita sea su alma... era un tirano. Lo que él decía...
debía hacerse. Él arregló para que me casara con Pierre. No quería hacerlo. Entonces
conocí a tu padre y me enamoré de él. Pensó que Adrienne era demasiado francesa, y te
llamó Andrea en su lugar —su madre la miró—. Luego te cambió el nombre a
¿Adrienne? Nunca hubiera pensado que usaría ese nombre. Él estaba muy en contra
cuando naciste.
—¿Estuviste alguna vez casada con mi padre?
Mi madre sacudió la cabeza. —No. Vivíamos juntos. No teníamos suficiente
dinero. Estaba escribiendo, pero no era suficiente. Tu padre acababa de empezar su
carrera y nosotros luchamos.
—¿Por qué se separaron?
Mi madre respiró profundamente. —Porque tu padre era demasiado orgulloso
—declaró—. Decidí ser honesta con él. Se enteró de que yo era una heredera. No era
nada. No podía aceptarlo. Lo hacía sentir pequeño. Esto se le metió en la cabeza.
Además, el dinero seguía siendo difícil. Era tan impulsivo —su madre suspiró—.
Entonces me enteré de que mi padre se había puesto muy enfermo, y no podía soportar
la culpa. En medio de todo esto, nosotros sólo... decidimos ir por caminos separados. No
fue una pelea fea. Sólo que ambos decidimos rendirnos. Regrese a Francia. En mi
retorno, mi padre preparó todo el movimiento. Quería que me casara con Pierre lo antes
posible. Yo todavía estaba con el corazón roto por haberte dejado. Sé que fue un error.
Y no es una válida razón, pero quería arreglar todo aquí primero. Mi padre se estaba
muriendo... toda mi vida, él me había provisto. Lo único que pedía a cambio, era que yo
me casara con Pierre y así nuestra compañía se convertiría en parte de Corporación
Starck. Entonces finalmente conocí a Pierre. Él era exactamente lo contrario de lo que
yo pensé que era. Era muy sensato. Se me rompió el corazón con tu padre y estaba
destrozada por perderte. No sabía cómo decirle a mi padre sobre ti. Y
sorprendentemente, me encontré confiando en Pierre. Y cuando pensé que
seguramente me rechazaría por mi pasado, aun así, me aceptó y prometió ayudarme a
traerte de vuelta de Estados Unidos. Él fue quien habló con mi padre de ti. Le dijo a mi
padre que no le importaba. Aún me tendría a mí y te criaría como si fueras suya.

Ella miró a Adrienne cansada. —Mi... padre no estaba contento al saber que yo
vivía con alguien en los Estados Unidos... pensó al principio que había entregado...
‘mercancía dañada’ a Pierre y se sintió avergonzado. Pero Pierre le dijo que no le
importaba. Nos convertimos en los mejores amigos. Pronto, me enamoré de ese hombre
maravilloso. Hizo por mí lo que tu padre no hizo. Se convirtió en mi amigo. Luchó por
mí. Se puso de pie por mí. Fue mi único aliado durante esos tiempos. Cuando Pierre le
dijo a mi padre que tenía una hija, quería conocerte —su madre suspiró y miró a
Adrienne por un minuto. Luego ella sonrió amargamente—. En sus últimos días, te
aceptó... y quiso que regresaras a nuestra familia. Pero... tu padre había desaparecido.
Los dos desaparecieron —las lágrimas rodaron por las mejillas de su madre—. Nunca
perdonaré a tu padre por robarte. Tienes un destino aquí en Francia. Él tomó eso lejos
de ti. Él te impidió reclamar lo que es legítimamente tuyo. Yo anote a Andrea Blanc en
tus papeles de nacimiento. Ni siquiera llevaste tu nombre. Cambió tu identidad... para
mantenerte alejada de mí —con una mirada grave en su cara, dijo—: ¡Él pagará por
esto!
Las lágrimas rodaron por las mejillas de Adrienne. Ella sintió el dolor de su
madre, y su ira hacia su padre. Cualquiera se sentiría así. Incluso ella. Sentía que su
padre le había robado lo más importante que una persona podía tener—una identidad.
—Debe haber estado muy enojado conmigo. Cuando regresé a Estados Unidos,
Pierre vino conmigo. Sentí que estaba celoso de Pierre. También sabía que él no podía
hacer nada al respecto. Sabía que Pierre era mi prometido por un acuerdo matrimonial
—su madre suspiró—. Pero... entonces durante ese tiempo lo conocimos para darle
dinero para que él tuviera los medios de cuidarte durante un par de meses mientras yo
arreglaba mi vida y la ruptura con mi padre... vio que Pierre se había convertido en más
que un prometido forzado. Durante ese tiempo, estuvimos realmente juntos. No porque
mi padre quisiera que lo hiciera. Si no porque me estaba enamorando de él. Creo que le
hice daño a tu padre. Y su forma de hacerme daño... era quitarme la más importante
parte en mi vida…tú.
Su madre la miró con disculpa. —Oh, cariño. Lo siento tanto. Siento que hayas
sufrido por esto. Esto fue mi culpa. Y la venganza de tu padre. Lo que hizo tu padre no
tiene ninguna razón válida, ninguna excusa. Pero tú no deberías haber sido la que
pagara. Lo siento mucho, niña —Su madre extendió la mano y le dio un fuerte abrazo.
Ambas lloraron en los brazos de la otra —Luego su madre se alejó de ella—. Está bien,
cariño. Tú estás en casa ahora. Y prometo compensarte por todo. Tu padre va a pagar
por la vida difícil que te hizo pasar.
Adrienne sacudió la cabeza. —Mamá... sigue siendo mi padre.
—Ningún padre debería privar a su hija de la vida que ella merece. ¿Sólo por,
qué? ¿Celos? ¿Venganza? ¿Ira? Ninguno de esas son razones suficientes para que él te
alejara de mí.
Adrienne sabía que no era el momento de discutir sobre esto. En este momento,
ella no pudo defender a su padre. También estaba enojada con él por hacer lo que hizo.
Especialmente por... dejar que su madrastra y hermanastra la aplastaran y rompieran
su espíritu.
Jin volvió a la habitación y anunció que la cena comenzaría en breve.
—¿Dónde está tu padre? —le preguntó su madre a Jin.
—Acaba de llegar —respondió Jin—. Me aseguré, también, que los amigos de
Adrienne vengan a cenar con nosotros. Me imaginé que todo este alboroto será mucho
más fácil manejar para Adrienne si tiene a sus mejores amigos para hacerle compañía.
—Por supuesto —respondió su madre—. Son más que bienvenidos. Y, además,
estaré agradecida con cualquiera que amó a mi hija todo este tiempo cuando no estuve
a su lado.
Ellos fueron al primer piso de la casa y Jin y su madre la llevaron al enorme
comedor. Había una larga mesa en medio de ella con veinte asientos.
Jill y Yuan ya se sentaron allí y Adrienne les presentó a su madre. Después de
unos minutos, un hombre guapo de unos cincuenta años entró en la habitación. Su
cabello era más oscuro que el de Jin y sus ojos eran de color aguamarina.
—Oh, tenemos invitados —dijo sonriendo. Su sonrisa era cálida y acogedora.
Luego se volvió hacia su madre y la besó cariñosamente en los labios.
—Pierre —comenzó su madre—. Jin me acaba de traer la más maravillosa
sorpresa. Me gustaría que la conocieras —Ariana empujó a su marido hacia Adrienne.
Pierre Starck se paró frente a ella y la miró bien. Él parpadeó dos veces y, de
inmediato, el reconocimiento cruzó su cara. Sin tener que presentarlas, dijo—: Andrea.
Adrienne le sonrió tímidamente.
—Pero su nombre ahora es Adrienne. Todo el tiempo, estábamos buscando
Andrea, cuando ni siquiera es su nombre.
—¿Cómo? —Pierre le preguntó a su esposa.
—Te lo contaré todo más tarde —susurró Ariana.
Pierre miró a Adrienne de nuevo. —Dios mío, te pareces a tu madre.
—Jin la encontró —anunció su madre—. Ahora, finalmente está aquí, Pierre.
Pierre Starck sonrió a su esposa y la abrazó. —Oh, cariño. Yo estoy tan feliz por
ti. Has esperado décadas para esto.
—Lo sé —las lágrimas rodaron por las mejillas de Ariana otra vez—. Y tú has
esperado pacientemente conmigo.
Pierre Starck se inclinó hacia adelante y besó a su esposa una vez más y luego
se volvió hacia Adrienne. Le dio un abrazo y luego dijo—: Bienvenida a la familia, niña.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Adrienne y ella sintió que la felicidad
surgía a través de ella. Vio que Pierre Starck amaba genuinamente a su madre y que era
cierto lo que dijo Jin. Él aceptó su existencia incluso antes de que ellos se casaran. Y su
propio padre le permitió vivir con ellos, este hombre la habría tratado como a una hija
de verdad.
—Gra-gracias, señor —dijo Adrienne.
—Oh, niña. He estado contratando investigadores privados en los Estados
Unidos para que te buscarán durante casi toda tu vida. Creo que ahora, que finalmente
te he conocido, tú deberías llamarme papá.
Adrienne sonrió tímidamente y asintió con la cabeza. —Gracias, papá.
Después de la cena, Adrienne se fue con Jill y Yuan al enorme jardín Starck en
la parte trasera de la finca.
—Vaya —respiró Yuan—. Tu familia es realmente encantadora —No pudo
ayudar a retener las lágrimas de sus ojos.
Jill también estaba llorando. —Adrienne, sabemos cuánto has deseado tener
una familia que muestre, aunque sea un poco, de afecto por ti. Ahora lo tienes. ¡Esto es
una especie de milagro!
—Lo sé —admitió Adrienne felizmente—. Quiero decir... todavía es demasiado
por absorber en este momento, pero nunca jamás soñé que algunas personas me
amaran lo suficiente para dedicar décadas de sus vidas tratando de encontrarme...
porque sentían que yo pertenecía a ellos. Es tan... tan surrealista considerando que crecí
sintiéndome fuera de lugar con la familia que tenía entonces. Nunca me sentí que me
aceptaran. Y ahora... conocí a algunas personas que resultaron estar haciendo todo lo
posible para hacerme uno de los suyos.
—Si esto me pasara... no creo que fuera capaz de perdonar mi padre en
absoluto —dijo Yuan.
Adrienne volvió a sentir un dolor agudo en el pecho. Las lágrimas brotaron en
ella y miraba fijamente a la hierba en sus pies. Agitó la cabeza. —Lo que hizo... tal vez
pensó que era lo correcto. No quería perderme. Pero lo que hizo estuvo mal. Sentí que
me engañó. Estaba siendo egoísta. Mi verdadera madre me quiso todos estos años,
mientras crecía pensando que el amor maternal no existía para mí en absoluto. Tal vez
seré capaz de perdónalo. Pero necesito tiempo para asimilar todo esto. Todavía estoy
enfadada con él. Pero sí, creo que lo perdonaría. Con el tiempo.
—Tu madre es Amanda Seville, Adrienne —afirmó Jill, su voz dijo que lo
encontraba surrealista.
—Lo sé, ¿verdad? Increíble.
—Bueno, la manzana no cayó muy lejos del árbol en absoluto. Ahí es donde
tienes tu talento. Siempre te has preguntado cómo es que nadie en tu familia nunca
sabía cómo escribir.
—Ahora, no me siento fuera de lugar en absoluto. Mi madre me quiere. Y yo
tengo un hermano que también se preocupa genuinamente por mí.
—¡Y es muy caliente! —Jill no pudo evitar decirlo.
Adrienne entrecerró los ojos en su amiga. —¡Es mi hermano, Jill! ¿Cómo puedes
hablar así de él delante de mí?
Jill se rio. —Y pensar que al principio pensé que estaba interesado en ti. Bueno,
lo estaba. Pero no de la manera que pensaba, no románticamente. Al igual que lo dijiste.
—¿Y qué vas a hacer ahora? —preguntó Yuan—. ¿Vivirás aquí en París?
Adrienne suspiró. —No lo sé. Lo que sí sé es que quiero seguir conociendo a mi
familia un poco más.
—Sí. Te lo mereces —dijo Jill—. Tu madrastra y tu hermanastra te odiaban.
Ahora, es tiempo de que te quedes con tu madre y hermano... incluyendo al padrastro...
que sintió que tu regreso a casa hoy era un milagro.
Su madre los llamó. Se había hecho tarde y venían de un largo vuelo. Jill y Yuan
se quedaron en dos de las habitaciones de huéspedes. Adrienne dijo buenas noches a
ellos. Aunque quería hablar más con su madre. Sintió como si hablar con ella durante
horas no fuera suficiente para conocerla.
—Esta es tu habitación, Adrienne —dijo su madre, abriendo la puerta de una
habitación enfrente de la de Jin.
Cuando entraron en la enorme habitación, Adrienne casi se quedó sin aliento.
La lujosa cama matrimonial al centro estaba cubierta de colchas, edredón y almohadas
de púrpura y rosa, Las almohadas en el centro de la cama tenían la letra A bordada en
ellas. Había un escritorio y un estante lleno de libros. Un enorme sofá y una mesa central
en una esquina opuesta a la cama. Lujosas cortinas violetas cubrían las paredes de
cristal y las puertas conducían a un enorme balcón. Las paredes estaban adornadas con
hermosas y serenas pinturas en lienzo.
—Wow —dijo Adrienne sin aliento—. Esto es tan hermoso.
Su madre sonrió. —Me alegro que te guste. Decoramos esta habitación tan a
menudo como pudimos. Las sábanas y cortinas se lavan y se reemplazan cada semana.
—¿Es este un dormitorio de invitados o alguien se queda aquí?
—Esto no es un cuarto de huéspedes, Adrienne. Hemos estado decorando y
manteniendo esta habitación preparada durante años... esperando que llegara este día...
que tú finalmente volverías a casa con nosotros.
Adrienne se encontró abrumada por las emociones una vez más. Ella nunca
esperó escuchar lo que su madre acababa de decir. Ella recordaba el dormitorio en
Boston, la habitación en la que se quedó durante años antes de que fuera a la
universidad. Su cama no tenía sábanas y todas sus cosas fueron puestas en cajas, como
si su supuesta madre esperara que nunca volviera. Y ahora, aquí, en esta casa, su
verdadera madre hizo una habitación para ella, la mantuvo lista para el día en que
finalmente regresara a ella.
Se volvió hacia las pinturas de la pared. Algunas de ellas eran abstractas,
pintadas en colores pastel, hermosas y elegantemente femeninas para que coincidieran
con el tema de la habitación. Estas incluían una pintura de una selva tropical con una
laguna en el centro y exquisitas flores silvestres.
Adrienne pensó que las pinturas se ajustaban tan bien a la habitación que
alguien los pintó para ella... una habitación destinada a la princesa de la familia.
—¿Te gustan los cuadros? —su madre preguntó, notando como ella estaba
admirando los lienzos de la pared.
Adrienne asintió. —Son preciosos.
—Jin los pintó todos —dijo su madre con orgullo.
Adrienne miró fijamente a su madre. No podía ocultar el asombro que sentía
en la cara.
—Es su hobby —reveló su madre—. Ha estado pintando esto desde que tenía
quince años, esperando que un día, su hermana mayor viniera a casa, a verlos... y
admirarlos como lo estás haciendo ahora.
El corazón de Adrienne se hinchó. Su hermano pintó para ella, cuando ni
siquiera la había conocido. Kimberly nunca tuvo pensamientos agradables de ella
cuando vivió con ella toda su vida.
Mientras miraba fijamente a la habitación, no podía evitar preguntarse cómo
era posible que los Starck se las arreglaran para hacerla sentir como si les pertenecía
en un espacio de cinco horas, y la familia con la que creció no la había hecho sentir
aceptada cuando vivió con ellos durante más de veinte años.
Una hora más tarde, después de que se duchara en el enorme y elegante baño,
se acostó en la lujosa cama que siempre fue para ella. Encendió su teléfono. Han pasado
tantas cosas, que se olvidó de encender el teléfono de nuevo después de que la
recogieran de la comisaría de policía.
Tenía notificaciones de llamadas perdidas de su padre y algunas de Justin.
Ella suspiró. Cómo deseaba que Justin estuviera con ella en este día tan largo
de su vida. Ella lo extrañaba. Echaba de menos cómo le confiaba toda su vida, sus
dolores, sus pensamientos, sus sueños y sus pruebas. Se preguntaba qué es lo que él
diría cuando se enterara de que su vida había dado un repentino giro de trescientos
sesenta en un espacio de dieciséis horas.
Su corazón palpitaba dentro de su pecho cuando leyó su mensaje para ella:
¿Dónde estarás en exactamente cuarenta días? Déjame responderte a eso. En Italia.
Cambiando tu apellido por el mío.
Sonrió amargamente. Toda su vida se llamó Adrienne Miller. Pero ahora que
descubrió que era un nombre falso. Su nombre legal o real de nacimiento en
documentos era Andrea Blanc. Si su madre lo hubiera hecho a su manera, ella habría
sido Adrienne Blanc. Si Pierre pudiera hacerlo a su manera, ella estaba casi segura que
se cambiaría el nombre por el de Adrienne Starck.
Ahora que sabía quién era realmente, está confundida sobre qué nombre era el
adecuado para que ella usara. Pero en su corazón, en ese momento, sabía qué nombre
usaría en lugar de usar todas las opciones que tenía.
Preferiría ser Adrienne Adams.
30. Novo življenje
Esloveno para

Durante los días siguientes, Adrienne pasó la mayor parte del tiempo en la
mansión Starck, conociendo a su madre. Era como si ambas no pudieran conseguir
dejar de hablar con la otra. Tan suavemente como pudo, le dijo cómo fue difícil
crecer con Marina Miller, la mujer que ella pensaba que era su madre, que
proporcionaba poco consuelo y constantes comparaciones negativas con su
hermanastra.
Yuan y Jill disfrutaron de París tanto como ella. Jin los llevó por ahí, a cualquier
lugar que quisieran cuando Adrienne deseaba estar a solas con su madre.
—¿Tienes novio, Adrienne? —su madre preguntó.
Adrienne suspiró. Le recordó de nuevo los pedazos rotos de su corazón. No
había sabido nada de Justin desde la última vez que le dijo que se irían a Italia en
cuarenta días. Ella cree que él todavía estaba trabajando en convencer a sus padres para
que lo dejen ir. No tenía ni idea de cómo iba a hacerlo, pero en el fondo de su corazón,
ella realmente, realmente esperaba que tuviera éxito, así podría volver con ella.
Adrienne miró a su madre. —Lo tuve, pero fue... complicado —ella reveló.
Los ojos de su madre se entrecerraron. No echaba de menos la sombra del dolor
que vio cruzar los ojos de Adrienne.
—¿Lo amabas?
Adrienne parpadeó para contener las lágrimas que amenazan con brotar de sus
ojos. Entonces ella respondió, —Con todo mi corazón, mamá.
—¿Entonces por qué no están juntos?
—Porque... porque no podemos —respondió—. Su familia es rica y poderosa.
Aparentemente, necesitaba casarse con una heredera.
Su madre levantó una ceja. —¿Me estás diciendo que su familia no podía
aceptarte porque eras de una familia de clase media? Bueno, ¡ahora ya no lo eres! Ahora
también eres una heredera.
Heredera.
Todavía no se ha acostumbrado a esa palabra. Ella ni siquiera sabía lo que se
suponía que significaba y qué obligaciones o deberes estaban vinculados a ella.
—Bueno, su familia ya ha arreglado que se case con alguna chica.
—Oh. Bueno, no puedo decir que me sorprenda, considerando que me pasó a
mí también. ¿Qué hizo tu novio? ¿No peleó por ti?
—Lo hizo —respondió Adrienne con tristeza—. Sus padres lo repudiaron. Él
todavía luchó por mí. Pero no pude hacer que los dejara por mí, mamá. —dijo—. Así que
lo dejé.
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas y se las limpió mientras le sonreía a
su madre con tristeza.
—Eres realmente una chica valiente, Adrienne. Estoy tan orgullosa de ti, cariño
—Se acercó a Adrienne y la tomó en sus brazos. Adrienne lloró en silencio en los brazos
de su madre, deseando tener este lujo cuando estaba entrando en la pubertad y
finalmente se dio cuenta lo duro que realmente era el mundo.
Su madre se alejó de ella y le tocó la cara entre ella palmas. Le sonrió. —No te
preocupes, cariño. Eres una hermosa mujer —le aseguró—. No te preocupes. Te
presentaré a alguien que es lo suficientemente digno para reclamar tu mano. Guapo,
rico, inteligente y poderoso. Olvidarás a tu novio en poco tiempo.
Ella estaba a punto de decir que no estaba interesada en otros herederos ricos,
pero su madre ya la había llevado a la casa.
—¡Vengan rápido! Vamos al salón. Nada mejor que un buen spa para curar un
corazón roto. Y las compras, por supuesto —Su madre se rio.
Adrienne no pudo evitar admirar el espíritu de la mujer que estaba al frente de
ella. Era contagiosa.
¡Vaya! ¡Mi madre es genial!
Fueron a un spa en uno de los hoteles de Starck con Jill y Yuan. Luego
almorzaron con Jin en uno de sus restaurantes. Mientras esperaban a que su coche los
llevara al centro comercial más cercano, Jin se acercó por detrás de ella.
—Entonces, ¿ya te está agotando? —se burló Jin.
Adrienne sonrió a su hermano. —¡Oh Dios mío, Jin! Ella es maravillosa.
Jin asintió. —Sí. Y ella te ha esperado durante años. Así que, si ella consigue ser
un poco pegajosa o sobreprotectora, sólo ten paciencia con ella. Te soltará
eventualmente.
Adrienne sacudió la cabeza. —No me importa. He esperado toda mi vida para
sentirme así. Como si tuviera una madre.
—Lo sé. Y me alegro de que estés sonriendo de verdad en estos días.
—Gracias, Jin. Si no me hubieras encontrado, estaría de mal humor detrás de
mi escritorio en Manhattan en lugar de estar aquí en París, felizmente consiguiendo
conocer a mi madre.
—Te equivocas —dijo Jin y Adrienne le levantó la frente—. Tú no estaría detrás
de tu escritorio en Manhattan. Probablemente estarías en Boston tras las rejas —se
burlaba y Adrienne no pudo evitar que le golpeara el hombro.
Luego le sonrió a Jin cálidamente. —Gracias. Lo digo en serio. Lo haré por
siempre, te agradezco que me hayas traído de vuelta a casa.
—Y hablando de casa —Jin hizo una pausa—. ¿Has pensado en lo que vas a
hacer?
—¿Qué quieres decir con lo que voy a hacer?
—Adrienne, te das cuenta de que no tienes que trabajar otro día de tu vida,
¿verdad? Tienes un fondo fiduciario esperándote. Tenemos una empresa propia.
Puedes trabajar en uno de nuestros hoteles si realmente quieres trabajar. Y puedes
seguir tu amor por la escritura.
Adrienne respiró profundamente. —Tengo un trabajo en Blush.
Jin levantó una ceja. —¿Y prefieres pasar tus días con tu editor sin corazón que
tu familia?
Adrienne se mordió el labio, sin saber realmente qué decidir. Jin tenía un punto.
—Vamos, Yen —dijo Jin—. Mamá te ha esperado tanto tiempo. Ella merece
conocer a su hija.
Adrienne asintió. Jin tenía razón. Se lo debía a su madre. Necesitaba pasar
tiempo con ella para recuperar lo que habían perdido. Necesitaba más tiempo para
vincularse con su nueva familia... para sentir que pertenecía a una familia.
Y además... una nueva vida, ambiente, un nuevo país distraería su mente fuera
de Justin mientras lo esperaba. Dijo que la encontraría después de cuarenta días. ¿Pero
qué pasa si no regresa?
Podría mantenerse ocupada aprendiendo a vivir su nueva vida... para olvidar
que su corazón había sufrido un daño irreparable. Ella nunca olvidaría a Justin. Pero
necesitaba ayuda para ir paso a paso.
Adrienne y su madre pasaron toda la tarde de compras. La madre de Adrienne
insistió en conseguirle un nuevo guardarropa y Yuan y Jill felizmente la ayudaron a
elegir más de una docena de diferentes tops, una docena de diferentes jeans, faldas y
otros artículos con estilo.
Adrienne no quería realmente ropa cara, bolsos y accesorios, pero Jill y Yuan la
hicieron entrar en razón.
—¡No es para ti, Yen! —siseó Jill.
—¡Hazlo por tu madre! —Yuan insistió. Por muchas razones.
—¿Cómo qué? ¿Desperdiciar su dinero?
—No. Como si fueras su hija ahora —explicó Yuan—. Ella tiene un estado de
semi celebridad y su familia es como la crème de la cosecha. Y como eres la última
incorporación a esta familia, la gente en su mundo te mirará, chismorrearan sobre ti,
escudriñándote. Entonces, ¿por qué no les das algo hermoso y bueno para mirar? Una
chica con estilo y delicadeza, así como con sentido y cerebro.
—Deja tu antiguo yo atrás, Yen —dijo Jill—. Tu madrastra y Kimberly ya no
puede hacerte daño. ¡Cambia tu imagen, libérate y abraza a quién eres realmente!
Por mucho que quisiera discutir con ellos, Adrienne se dio cuenta de que tenían
un punto. Ya no puede ser la simple y sencilla Adrienne. Porque ella ya no es ordinaria.
Ella es Andrea Blanc. Y no dejará que otros la critiquen con el fin de herir a su madre, a
su hermano o a su padrastro. No los avergonzaría. Si la presentan en su mundo, tenía
que asegurarse de que los haría sentir orgullosos.
Así que, hicieron una redada en varias tiendas de lujo. Chanel. Balenciaga.
Gucci. Armani. Prada.
Su madre se sentó en un rincón y trabajó en su mini laptop mientras ellos tres
compraban.
—Compra cualquier cosa y todo lo que quieras, mi niña —le dijo. Adrienne—.
Vístanla y no se preocupen por la cuenta. Lo siento. Sólo necesito terminar esta intensa
escena en la que estaba trabajando. No puedo concentrarme en ninguna otra cosa.
Cuando finalmente llegaron a casa esa noche, Adrienne probablemente llevó
más de cincuenta bolsas de papel de diseñadores de lujo.
Jin sacudió la cabeza cuando los encontró en la puerta de entrada. —Entonces,
¿quién es responsable de convertirte en una adicta a las compras tan pronto? —sonrió.
—Mamá. Y estos dos —Adrienne señaló a Jill y Yuan
—¡Vamos! —Jill instó—. Sólo pensamos que ahora que es una de ustedes, tiene
que vestir de acuerdo al papel.
—Bueno, tienes razón —dijo Jin—. Mamá pronto presentará a Adrienne a su
círculo de amigos, e hijos e hijas de sus amigos. Ellos estarán muy emocionados de
conocerte. No porque piensen que eres una interesante persona. Pero porque quieren
saber qué te pasa y cómo puedes manchar la impecable reputación de nuestra madre.
Adrienne le devolvió el parpadeo a su hermano. —Así que... ¿estos son tus
amigos, también?
—¡Demonios, no! —Jin dijo—. No podría soportarlos. Si no son buenos para los
negocios, no me molesto en conocerlos en absoluto. Honestamente no sé ni me importa
cerca del noventa por ciento de los amigos de mamá y papá. Ni siquiera los he conocido.
Pero sólo puede haber una oveja negra en la familia. ¡Y, desafortunadamente para ti ya
me he reservado el título! —sonrió—. Así que no esperes que algo bueno salga de mí.
He llegado al punto en que nada de lo malo que haga ya ni siquiera llega a los chismes
sociales. A ellos simplemente no les importa. Cuando eres malo, y haces cosas malas, la
gente lo ignora. Pero cuando eres buena... como tú, mi querida hermana... y hagas algo
mal, se hablará en la ciudad... carne de tabloides... durante toda una semana.
Lo que dijo en realidad asustó a Adrienne. La mirada en shock se encontró con
su cara. Jin se rio y puso un brazo alrededor de su hombro para darle un suave apretón.
—Relájate, Adrienne —dijo Jin—. A mamá y papá nunca les importó lo que
piensan los otros a nuestro alrededor. Así que estarás bien. Y estoy seguro, que serás
un éxito entre los hijos de los amigos de nuestros padres.
—No me interesa —dijo.
Jin le sonrió. —Hmmm... hablando de eso, ¿dónde está el novio pez gordo?
Adrienne suspiró. Yuan y Jill le dieron a Jin un ligero movimiento de cabeza,
como advirtiéndole que no abriera una lata entera de gusanos.
—¡Oooppps! —Jin susurró—. Te diré algo, salgamos esta noche. Saca tu mente
de las cosas.
Después de unas horas, estaban en un club llamado Rendezvous. Cuando
llegaron, la fila parecía larga, pero, Jin los llevó al principio de la línea. Con un ligero
asentimiento, el portero los dejó entrar. Los otros que esperaban en la fila sólo
gruñeron.
—Eso no es justo —dijo Adrienne—. Odio cuando la gente con dinero e
influencia puede hacer eso.
Jin sonrió. —No es el dinero y las influencias lo que nos ha hecho entrar. Es sólo
valor nominal a simple vista —y le guiñó un ojo.
—Oh Dios, mi hermano es un imbécil de primera clase.
Jin se rio. —¡Y apenas estoy empezando!
Jin le presentó a algunos de sus amigos. Había una chica llamada Tara y su novio
Mac. Estaban los hermanos Van y Víctor, que eran mitad francesa y mitad brasileña.
Luego estaba un francés llamado Jean, que le resultaba familiar, como si lo hubiera visto
en algún anuncio impreso antes.
—Sí, de hecho, lo es —le dijo Jin.
Ella lo miró fijamente. —¿Qué?
—Si te estás preguntando si lo has visto antes y si es modelo, lo es. Fue modelo
para varias campañas de perfumes.
—Oh, por eso me resultaba familiar —dijo Adrienne.
Jin se inclinó hacia adelante para susurrar contra su oído. —Yuan.
Adrienne miró fijamente a su hermano. Le tomó cinco segundos averiguar lo
que quería decir. Y luego sonrió. Ya, Jean había empezado robando miradas a Yuan.
Hey, Yuan es un tipo muy guapo, también.
—Ustedes se parecen demasiado para estar juntos —Mac le dijo a Jin,
refiriéndose a Adrienne—. Es extraño.
—No, no estamos juntos. Pero eso no significa que alguno de ustedes debería
tener alguna idea, ¿ok? —Jin había señalado con el dedo a Víctor y Van.
Los dos tipos se quejaron. —¿En serio, amigo?
—¡En serio! —Jin dijo enojado. Luego señaló a Adrienne—. Hermana.
—¡Oh! —dijeron los dos al unísono—. Lo sentimos.
—No sabía que tenías una hermana —dijo Tara.
—Ahora lo sabes —dijo Jin con brusquedad, sin querer explicar la toda la
historia detrás de esto.
—En serio, amigo —Van comenzó a burlarse de Jin—. Protégela con tu vida.
—Eso es lo que estoy haciendo —dijo Jin.
—¿Dónde has estado todo este tiempo, Adrienne? —preguntó Mac.
—En Nueva York. Escribiendo para una revista llamada Blush.
—Oh, escribe como tu madre —Tara sonrió—. Me encanta Blush. Tengo mis
copias que entregan cada mes. En serio, ¿trabajas allí?
—Sí —respondió Adrienne—. Jill y yo.
Tara, era estudiante de periodismo, le pidió consejos a Jill y Adrienne. Ambas
mujeres estaban felices de ayudarla a comenzar una carrera, si ella lo deseaba. Su
familia era dueña de Rendezvous, y ella no tenía que trabajar. Sin embargo, ella no
quería que la catalogaran de mocosa rica buena para nada. Ella quería hacerse un
nombre para sí misma, también.
Llegaron a casa alrededor de la una de la mañana. Jill y Van intercambiaron
números después de bailar juntos muy sucio. Yuan y Jean no pudieron quitarse los ojos
de encima. Y Adrienne, hizo exitosamente algunos nuevos amigos.
Antes de irse a la cama esa noche, revisó su teléfono para ver los mensajes.
Kim: Espero que estés feliz. Has arruinado mi vida con éxito. Troy no me
habla. Mamá y papá se están divorciando. Y la familia de Troy piensa que soy lo
más bajo de mí. ¡Felicidades, Adrienne! Ganaste de nuevo. Espero que te mueras. De
verdad.
Leyó los mensajes un par de veces más, y luego simplemente golpeó borrar.
Leyó el último mensaje de Justin otra vez. Una y otra vez. Hizo todo lo posible
por no llamarlo. Las lágrimas rodaron por sus mejillas. Intentó sobrevivir un día a la
vez. Sin embargo, se sentía tan feliz con su nueva familia. Estaba feliz de que Jill y Yuan
estuvieran con ella en París.
Pero, heredera o no heredera, todavía se sentía con el corazón roto por no
poder estar con Justin.
31. Josnic
Rumano para

Dos días después, Yuan y Jill tuvieron que despedirse de Adrienne. Tanto como
ya amaban su semana en París, tenían que volver a la realidad. Ellos todavía tenían
trabajos que requerían que volvieran a Nueva York.
Adrienne decidió hacer lo correcto. Le envió a Jada su carta renuncia. Se
imaginó que había pasado años trabajando como una loca porque no quería ser un
fracaso a los ojos de su madre. Pero nunca fue realmente su madre. Era su madrastra. Y
su verdadera madre preferiría que se quedara en París, si no era para siempre, entonces
por un tiempo más.
Aunque se divertía como un niño por la noche, Jin en realidad llevaba el abrigo
del heredero Starck bastante bien. Hizo muchos progresos manejando sus negocios.
Poco a poco, su padrastro confió en él para tomar las riendas de su imperio.
Una semana después de que Yuan y Jill se fueron, la madre de Adrienne le dijo
que se reunirá con ella en una cafetería de uno de sus hoteles y la presentaría a algunos
de sus amigos y sus hijos, para que pudiera hacer nuevos amigos. El conductor de la
familia la llevó allí.
Adrienne debe haber estado en la cafetería durante una hora, pero su madre
no apareció. Recibió una llamada de ella.
—Cariño, siento no poder ir. Pero Christine llegará en cualquier momento. Si
llega allí, dile que tuve que apurarme para encontrarme con mi editor. Pero si pudieras
por favor... tomar un café con ella. Ella está visita en la ciudad. Le vendría bien algo de
compañía.
—Está bien, mamá.
Ella apreciaba que su madre la presentara lentamente a su círculo de amigos
como parte de su familia. Necesitaba conocer a nuevos conocidos para no pensar
demasiado en Justin y para para no aburrirse.
Revisó el calendario. Quedan treinta días. Y todavía no hay noticias de Justin.
Se resistió a la necesidad de enviarle un mensaje o llamarlo. No podía. Si él está
haciendo lo posible por conocer a su prometida, ella no quería arruinarlo.
Ella quería decirle sobre el reciente giro de los acontecimientos en su vida. Ella
no quería perturbar su concentración. Quería que hiciera esto por sí mismo, sin ninguna
influencia de ella. Eso no sería justo.
Debe haberse quedado en la cafetería, navegando por internet a través de su
teléfono, durante unas tres horas. No llegó nadie. La amiga de su madre no apareció.
Llamó a su madre.
—Entonces, ¿cómo fue? —preguntó, sonando extasiada.
—Mamá, tu amiga no apareció.
Había silencio al otro lado de la línea. Entonces su madre dijo, —Oh, está bien.
Debe haberse quedado atrapada en algo. La llamaré ahora. Mientras tanto, puedes
llamar al conductor para que te lleve a casa.
—Mamá, ¿tu amiga está bien?
Su madre suspiró en la otra línea. —Espero que sí. No te preocupes por eso, lo
arreglaré. Te veré en la cena.
Adrienne se fue a casa. Cuando llegó a su habitación, vio una caja encima de su
mesa de café. Estaba cubierto en un envoltorio de plata con una cinta de metal púrpura.
Ella leyó la tarjeta.
El aburrimiento mata.
Así que tal vez es hora de que empieces a escribir tu próximo bestseller.
Con amor,
Jin
Ella sonrió. Su hermano era tan considerado. Él era todo lo que Kimberly no
era. Y su corazón se hinchó con el amor que su nueva familia le ofreció.
Abrió la caja y encontró una nueva Macbook Air. No podía dejar de sonreír. Jin
tenía toda la razón. Escribir sería lo mejor que hiciera mientras se quedara en París.
Recordó la novela que empezó a escribir. Luego recordó que no podía volver a trabajar
en eso. Se sentiría demasiado destrozada si continuara con esa historia. Justin inspiró
esa historia de amor. Pero ahora, su historia de amor con él se enfrentaba a un incierto
final.
Su madre entró en su habitación.
—Cariño, siento que hayas tenido que esperar en la cafetería para nada —dijo.
Adrienne podía ver la decepción en su cara—. El vuelo del hijo de mi amiga se retrasó.
—¿El hijo de tu amiga? —repitió Adrienne —. Creí que me iba a reunir con tu
amiga.
Su madre la miró un rato y luego dijo, —Oh, sí, sí. Er... Christine no... no pudo
llegar a París. Pero su hijo vino a ciudad. Y quería ver los lugares de interés.
—Mamá, no puedo ser un guía turístico —dijo Adrienne—. He estado aquí
menos que dos semanas.
—Sí. Pero él frecuenta París. No necesita que le muestren los alrededores.
Sólo... necesita compañía.
Adrienne entrecerró los ojos ante su madre. —¿Por qué yo?
—Él también es de los Estados Unidos. Y quería que conocieras a la familia de
mis amigos. Siempre que el hijo de Christine está aquí, normalmente… no tiene
compañía o amigos para recorrer la ciudad.
—Es un hombre. Tal vez Jin sería capaz de mostrarle un mejor momento de lo
que yo lo haría.
—No tiene la edad de Jin. Y Jin... odia mi círculo de amigos y sus niños. ¿Sabes
que no ha conocido a ninguno de los hijos de mis amigos? Y él no ha ido a ninguna de
mis reuniones o encuentros con mis amigos.
—¿En serio?
—Si no está relacionado con el negocio, no está interesado.
—Tal vez pueda empezar por conocer al hijo de Christine. Él sería una mejor
compañía que yo.
—Bueno, Pierre acaba de enviarlo a Dubai para facilitar la construcción de
nuestro hotel allí —su madre le sonrió—. ¿Serías una estrella y me ayudarías afuera,
entonces? Le prometí a Christine que te presentaría a su hijo.
Adrienne levantó una ceja. —Mamá... sólo una pregunta. No me vas a emparejar
con el hijo de tu amiga, ¿verdad?
Su madre la miró fijamente. Y luego se encogió de hombros. —Bueno... mis
amigos tienen hijos muy guapos. También son inteligentes y vienen de muy buenas
familias. Y recuerdo específicamente que tú estás tratando de superar a un tipo cuyos
padres no pueden aceptarte.
Adrienne se rio. —¡Dios mío, mamá! —dijo—. Por favor, detente. No estoy
buscando saltar a una relación de rebote. Acabo de romper con mi novio hace diez días.
Y, además, le prometí que lo esperaría.
—¿Esperar? —dijo su madre—. No seas absurda, Adrienne. Deberías no ser a
la que hacen esperar. Debería estar persiguiéndote. Sus padres deberían rogarle que
vuelva a ti. Eres mi hija y eres hermosa, inteligente y de buen corazón. Cualquier tipo
moriría por estar en los zapatos de tu novio ahora mismo.
Adrienne se sintió feliz de escuchar que, para variar, tiene una madre que está
realmente orgullosa de lo que es.
—Mamá, no te preocupes por mí —afirmó—. Estaré bien.
Su madre se sentó a su lado y le puso un brazo alrededor del hombro —¿Puedes
prometerme que al menos me dejarás presentarte a mi círculo? De acuerdo, no tienes
que empezar a salir de inmediato. Sólo... conoce a gente nueva. Yo no quiero verte
perder el tiempo, esperando a alguien que no puede volver a ti.
Adrienne suspiró. No quería hacerlo. Pero también quería hacer sentir a su
madre que está tratando de encajar en su mundo. Y esta, es la primera vez que sintió
que su madre realmente se preocupaba por ella.
—Conoceré nuevos amigos —dijo con firmeza. —Pero no saldré con nadie
románticamente, mamá. Prometo que haré todo lo posible por ser amiga de los hijos de
tus amigos. Y tienen que ser tanto chicos como chicas. No exclusivamente chicos. Estoy
a favor de hacer nuevos amigos. Pero no tendré un novio. Hasta que... —ella suspiró—.
Hasta que esté lista.
Su madre sonrió. —Está bien. Es justo. Por cierto, voy a dar una fiesta en dos
semanas. Es la mejor manera de presentarte a la sociedad. Todo el mundo debería saber
quién eres y que perteneces a esta familia –—La besó en la frente.
—¿Qué? —Adrienne comenzó a protestar. Ella pensó que esta cosa de heredera
iba a ser fácil. —Mamá, no. No es necesario.
—¡Claro que sí! —afirmaba su madre—. Para no hacerte sentir incómoda, lo
hare la misma noche de mi fiesta de la victoria. Mi libro 'Clever Tales' ahora es el número
uno en la lista de los más vendidos del New York Times durante seis semanas. He
vendido unos dos millones de copias. Es hora de celebrar. Lo hago todo el tiempo con
mis otros libros que marcan un hit. Y en esa noche, nosotros te presentaremos
formalmente a todo el mundo.
Adrienne casi entró en pánico.
Su madre se rio. —Lo harás muy bien, Adrienne. Eres mi hija. Sólo respira y sé
tú misma. Todo el mundo te amará. Y si no lo hacen, pueden irse al infierno. No me
importa. Estoy orgullosa de ti —Su madre se levantó y se dirigió a la puerta. Luego dio
la vuelta a ella—. He sido una novelista romántica durante décadas, cariño. Y ya sabes...
te encuentras con el tipo para ti en los lugares y situaciones más improbables. Nunca se
sabe. Puede que conozcas a alguien que realmente valga la pena olvidando a tu ex-novio.
Adrienne acaba de sonreír a su madre. Pero en su mente ella pensó, Yo
sinceramente dudo eso, mamá. No vale la pena olvidar a Justin por nadie

Al día siguiente, su madre le dijo que se reuniera con su amigo, el hijo de


Christine otra vez. Se sentó en la misma cafetería durante más de una hora, pero el hijo
de su amiga no se presentó. Honestamente, se estaba enfureciendo. Si no quisiera
complacer a su madre, se habría ido hace quince minutos. Obviamente, este tipo
tampoco quería conocerla. Y, además, ¿cómo era tan poco caballeroso de dejar plantada
a una chica dos días seguidos?
Ella no planeaba salir con él. Adrienne vio esto como un tipo de cosas de
encuentro y un saludo. Le prometió a su madre que intentaría hacerse amiga de los de
su círculo. Pero se preguntaba si los chicos ricos suelen actuar así. ¿Ellos asumen que
sólo su tiempo importa y al diablo con el de los demás?
Después de otros diez minutos, recogió sus cosas, a punto de irse. Justo
entonces un tipo se le acercó.
—¿Eres Andrea Blanc? ¿La hija de Ariana Starck? —preguntó una voz
arrogante.
Adrienne miró fijamente al tipo de cabello oscuro que estaba delante de ella.
Llevaba un par de pantalones negros brillantes, camisa negra de manga larga con
corbata blanca y tirantes blancos. Su cabello era marrón oscuro y llevaba un par de
tonos plateados. Su ceja arrugada estaba levantada, y parecía como si estuviera
esperando impacientemente que ella respondiera.
Adrienne asintió.
Inmediatamente tiró de la silla frente a ella y se sentó. Él se subió las gafas de
sol en la cabeza y reveló un par de ojos azul eléctrico. Ella estaba segura de que usaba
lentes de contacto para que sus ojos se vieran más llamativos.
—Lo siento, llego tarde —dijo. Luego hizo una pausa por un rato y se rio—. En
realidad, no. Estaba... con esta modelo y ella estaba caliente —Luego le guiñó un ojo.
Él luego se desplazó por el menú y levantó la mano y llamó al camarero. —¡Eh,
camarero! —llamó en voz muy alta, el café de la tienda se quedó en silencio. Adrienne
se hundió más abajo en su asiento y en realidad usó el menú frente a ella para cubrir su
cara de vergüenza.
Pasó un tiempo antes de que el camarero llegara a su mesa. El tipo levantó una
ceja en él. —¿Qué? ¿Vas a hacerme esperar para la Navidad? —él le preguntó. No esperó
a que el camarero le respondiera. —Tráeme un machito.
—¿Perdón? —el tipo le devolvió el parpadeo—. Señor, ¿qué es eso?
—¿El café? ¿Hola? —el tipo dijo mirando al camarero como si pensara que era
estúpido.
El camarero miró fijamente al tipo en blanco, claramente sin tener idea de lo
que significaba.
—¿Eres estu...?
—¡Está bien! —interrumpió Adrienne, antes de que el tipo pudiera realmente
continuar con lo que estaba a punto de decir. —Creo que quiso decir macchiato.
—Sí, eso es lo que dije. ¿Eres sordo o algo así? —el tipo preguntó al camarero.
El camarero se mordió el labio para evitar retroceder o reírse por el imbécil
que esta frente a ellos.
—Enseguida —dijo y le dio a Adrienne una sonrisa de agradecimiento.
—En tus sueños, campesino —dijo el tipo que estaba delante de ella bajo su
aliento después de ver al camarero sonreír a Adrienne.
—¿Perdón? —Adrienne se volvió hacia el tipo—. ¿Quién eres tú?
—¿No me conoces? —preguntó y parecía genuinamente ofendido que no lo
reconoció—. ¿En serio? ¿Dónde has estado?
Adrienne lo miró fijamente. ¡No! No lo conocía y ella desearía no haberle visto
hoy.
—Lo... lo siento. Yo... estuve confinada en una institución mental por los últimos
diez años. Realmente no tengo ni idea de quién eres —dijo Adrienne en su voz más
inocente.
Le sonrió. —Justin.
—¿Qué? —Adrienne parpadeó. El nombre todavía hace que su corazón golpee
mil veces más rápido.
—Me llamo Justin. Soy el hijo de Christine. Mi madre dijo que debería
presentarme a la hija de su amiga Ariana, Andy. ¿Eres la hija? Porque yo conozco a los
Starck. Y... bueno... no pareces ni la mitad de elegante que tu hermano.
¿En serio? ¿También se llama Justin? ¡Dios, mátame ahora!
La bilis subió a la garganta de Adrienne y ella se frotó las manos frente a ella.
Le habría pegado al tipo y apostaría a que el camarero y los otros clientes a su alrededor
les encantaría ayudarla a unirse a este imbécil. Pero ella no puede avergonzar a su
madre.
—Ok. Es un placer conocerte, Justin, y ahora debo irme —ella comenzó para
ponerse de pie.
Pero sintió una mano en su muñeca, agarrándola con fuerza.
—Siéntate, ¿quieres? —preguntó en voz baja y firme que Adrienne en realidad
la asustó un poco.
Se sentó en su silla y miró fijamente al tipo con aire de mal humor.
—Sabes, Andy... muchas chicas morirían por estar en tu lugar ahora. Tomando
un café conmigo —Ni siquiera acertó con su nombre, pero Adrienne se irritó bastante
con él, no se molestó en corregirlo.
Adrienne cerró los ojos por un segundo. No recordaba por qué le permitió
impedir que se levantara y lo dejara.
—Pero mi madre me rogó que me reuniera contigo. Conocerte. Hacer que te
enamorares perdidamente, si no te hubiera hecho enamorarte a primera vista. Ella y tu
madre esperan que seamos una pareja perfecta, ya sabes.
—¡Oh Dios mío! ¡Quizás tengan razón! ¡Probablemente seas la respuesta a mis
oraciones! —dijo Adrienne sarcásticamente.
El tipo sonrió. —Oh, cariño. Creo que lo soy.
Adrienne se quejó. No sólo este tipo es un idiota total, sino que también es un
tonto.
El camarero reapareció con su macchiato. La forma en que lo trató, no se
sorprendería si el camarero escupiera en su café. Quería advertirle sobre ello, pero
pensó, ¡al diablo! ¡Se lo merece! De hecho, ella deseaba que el camarero lo haya hecho.
—¿Cómo se conocieron nuestras madres?
El tipo se encogió de hombros. —Viejos amigos de la familia. Entonces eran
compañeros de habitación en la universidad —respondió—. Más cerca que las
hermanas. Creo que se les metió en la cabeza que deberían ser familia. Así que esperan
que empecemos a engancharnos.
—¿En serio?
El tipo asintió con la cabeza. —¿Estás dispuesta? —le preguntó y le dio una
mirada ardiente.
Adrienne resistió el impulso de vomitar en ese mismo momento.
—Lo siento... —dijo ella—. Pero creo... que estás fuera de mi de la liga —trató
de sonreír dulcemente.
El tipo se recostó en su asiento y se bebió su macchiato. Cuando él dejó su taza,
tenía espuma de café por toda la boca que en realidad parecía que llevaba bigote.
Ni siquiera se esforzó por limpiarlo. —Eso es lo que pensé —dijo—. Sólo salgo
con modelos.
—¡Impactante! —dijo Adrienne en voz baja.
—Entonces, ¿cómo es que no sabía de ti, Andy? No te vemos en los eventos de
Starck. Sabíamos que Ariana tenía una hija, pero nunca te vimos antes.
—Te lo dije, estuve en una institución mental, ¿recuerdas?
Le devolvió el parpadeo. —Oh, ¿eso no fue una broma? —preguntó.
—No tengo sentido del humor —respondió ella rotundamente.
Ella pensó que, si él realmente pensaba que estaba loca, le diría a su madre que
no hay manera de que se conecten.
—No te preocupes. Las chicas también se vuelven locas por mí —y le dio un
guiño de nuevo. Luego la miró fijamente con los ojos entrecerrados, lo que
probablemente pensó que era sexy.
—¿Te pasa algo en los ojos? —preguntó Adrienne.
—¿Por qué? —sonaba como si estuviera en pánico—. ¿Siguen siendo rojos?
¡Malditas sean esas visiones! —dijo.
—¿Visiones? —Adrienne hizo eco—. ¿Querías decirme que tus ojos estaban
rojos antes de que vinieras a verme? ¿Qué? ¿Estás drogado?
Se rio. —No. Realmente no considero drogas de marihuana. ¡Duh!
¿Marihuana? ¿Habla en serio?
Adrienne fue interrumpida por el timbre de su teléfono. Era su madre.
—Mamá.
—Hola, cariño —dijo—. Entonces, ¿conociste a Justin?
—Hmmm... —simplemente dijo.
—¿No es maravilloso? Juro que si yo tuviera tu edad...
—Mamá, pensé que Pierre era el amor de tu vida.
—¡Claro que sí! —su madre se rio—. Pero yo estaba diciendo que ¡Justin es un
bomboncito!
—Sí... él está... fuera de este mundo —No quería ser grosera delante de este
imbécil.
—Trátalo bien. Es el hijo de mi más antigua amiga. Es un tipo muy agradable,
una vez que lo conozcas de verdad. Creo que ustedes dos podrían realmente convertirse
en buenos amigos.
—No lo digas —Adrienne trató de poner una sonrisa en su voz.
—Hablamos luego.
—Gracias, mamá.
Se volvió hacia Justin, el tonto.
—Bien, mi madre me pidió que te invitara a salir esta noche —dijo Justin—.
¿Qué te parece si nos vemos en el bar Rendezvous a las nueve?
—¿Es realmente necesario?
Le levantó una ceja. —Oye. Tú tampoco me gustas —dijo—. Preferiría estar
follándome a la modelo de lencería que lleve a mi habitación del hotel desde hace
tiempo. Pero tal como está, haría felices a nuestras madres ver que nosotros al menos
lo intentamos, ¿verdad?
De todas las cosas que salieron de su boca, la última frase fue lo único que tenía
sentido para Adrienne. —Después de esta noche, podrías decirle a tu madre lo que me
dijiste. Que yo estaba fuera de tu alcance. Soy un mantenimiento bastante alto.
—¿En serio? ¡El alto mantenimiento sería un eufemismo! —Adrienne puso los
ojos en blanco—. En serio, señorita. Cuando mi madre dijo que le gustaría que yo me
enganchará con la hija de Ariana, una heredera, en realidad esperaba algo como Paris
Hilton o no sé... Ivanka. Ya sabes. Elegante. Sofisticada.
—Y cuando mi madre me dijo que intentara hacer amistad con uno de los hijos
de sus amigas, esperaba conocer... no sé... Peter Parker, tal vez. Inteligente. Divertido.
Interesante —dijo Adrienne, fingiendo una sonrisa.
—Oh, señorita. Me interesa, no me interesa usted
—¡Oh, gracias a Dios! ¡Estoy salvada! —dijo Adrienne, poniendo los ojos en
blanco
—Sí, sí. Nueve p.m., Rendezvous. Aquí está mi tarjeta de negocios —dijo y le dio
una tarjeta.
Era negra con letras plateadas. Adrienne la leyó:
Justin J.
Haciendo a todos los demás hombres menos atractivos desde 1989.
Correo electrónico: justinsex10xaday@gmail.com.
Adrienne miró fijamente al tipo. —¿En serio? ¿Llamas a esto una tarjeta de
negocios?
Le guiñó un ojo y le dio otra mirada ardiente. Esto fue probablemente la
primera vez que se encontró con un tipo que tiene un negocio de recolección de tarjetas.
¿Este tipo es de verdad?
Se puso de pie. —Te veo esta noche, Andy —y se fue. El camarero estaba a
punto de atraparlo, pero era demasiado rápido y Adrienne se quedó en la mesa con la
boca abierta. El camarero le dio la cuenta.
—¿Incluso te hizo pagar su café? —le preguntó el camarero.
Ella suspiró. —Terrible. ¡Es el ser humano más despreciable!
—Bueno, algunos mocosos ricos son así —dijo el camarero—. Lo siento, tu cita
fue una desgracia.
—No es mi cita. Y lamento haberlo conocido también.
Le dio la cuenta. —Sólo necesito tu firma. El Sr. Starck se encargará de la
cuenta.
Adrienne sacudió la cabeza. —No. No es tanto. Y no quiero a mi hermano
cazando a ese tipo y clavándole todos los dientes en la garganta —En su mente, sonrió.
Sí. En realidad, tiene un hermano que haría eso por ella ahora.
El camarero sonrió. —Se lo merecería.
Adrienne puso un par de billetes en la carpeta que le dio. Ella dobló los billetes
para su propina. Luego le agradeció al camarero y entró en el Rolls Royce que su
padrastro poseía.
Iba a reunirse con ese imbécil, otra vez, esta noche. Y no pudo evitar el pánico
sobre cómo sobreviviría otro un minuto con él.
32. Chiu đuoc.
en vietnamita

Su madre estaba extasiada cuando volvió.


—Entonces, ¿cómo te fue?
Adrienne solo sonrió. Quería ser honesta, pero no lo hizo realmente, quería
acabar con las esperanzas de su madre. Sí, su madrastra todavía tenía ese efecto en ella
que no pudo ayudarla. No podía dejar de complacer a la gente.
—Es... interesante. No he conocido a un tipo como Justin antes —ella intentó
sonar entusiasta. Pero era verdad. Ese tipo es único.
Los ojos de su madre se abrieron de par en par. —Oh, cariño, lo sé. Él es
adorable. Sus padres están tan orgullosos de él. Un chico guapo, también. ¿Supongo que
ustedes tendrán una cita esta noche, otra vez?
—Mamá, no es una cita —dijo.
—¿Pero te la pidió? —insistió su madre.
—Bueno... sí, pero...
—¡Maravilloso! —su madre estaba radiante.
—Mamá... no te hagas ilusiones. Dije que intentaré hacer nuevos amigos. No
estoy realmente dispuesta a encontrar un nuevo novio.
—Nunca lo sabrás. Justin es único en su clase.
Adrienne se rio sin humor. —¡Apuesto a que sí! —No quiso decir eso en una
buena manera. Sin embargo, su madre estaba tan contenta, que no podía romper su
corazón demasiado pronto.
—Mamá —comenzó—. Sabes... el nombre de mi novio era Justin, también.
Su madre la miró durante un minuto. Luego dijo—: Ex-novio. Y lo siento, cariño.
Sé que todavía lo amas. Pero realmente espero que te des la oportunidad de conocer a
otros chicos. Si tu novio no vuelve a ti... no quiero verte miserable.
—Me estoy dando la oportunidad de hacer nuevos amigos, mamá. Eso es todo
lo que puedo prometerte ahora.
Su madre sonrió. —Bien. Creo que una vez que pases más tiempo con el Justin
de Christine, ustedes dos se llevaran bien rápidamente. Y pronto olvidaras a tu ex-novio,
Justin.
¡Lo dudo seriamente!
Luego abrazó a su madre y se fue de su habitación.
Marcó el número de Jin.
—Hola, ¿cómo está mi hermana favorita?
—Jin, soy tu única hermana —le recordó.
—¡Oh! Nunca sabrás si tenemos hermanos extra por ahí, tú sabes —bromeó—
. Entonces, ¿qué pasa
—Creo que mamá está tratando de emparejarme con el hijo de una de sus
amigas.
—Buena suerte con eso —dijo—. Lo intentó conmigo. Falló épicamente. Ella es
una novelista romántica. No puede evitar el asunto de la búsqueda de pareja.
—Ahora, conocí a uno de los hijos de su amiga. ¡Es horrible!
—¿En serio? ¿Por qué dices eso?
—¡Es egoísta y un tonto! —Adrienne se quejó—. Incluso me insultó y me hizo
pagar por su café.
—¡Wow! ¡Desgraciado!
—Como sea, no quiero romper el corazón de mamá. Quiero mostrarle que al
menos lo intenté. Le prometí que intentaría ser amiga de los hijos de sus amigos.
—Ok ¿este tipo es realmente tan despreciable, que ni siquiera puedes ser amiga
de él?
—No lo has conocido, Jin. ¡Le harías comer su ropa interior si pudieras!
Jin se rio. —Bueno, ¿y qué vas a hacer?
—El tipo me pidió que me reuniera con él en Rendezvous —respondió
Adrienne—. Quiere mantener las apariencias de que nos llevamos sólo bien. O al menos
lo intentamos, pero no funcionó.
—¿Por qué? ¿Es ciego? ¿No se siente un poco atraído por ti?
—Eso no importa. Porque no me atrae en lo más mínimo. No estoy buscando
un romance. Mi vida ya es bastante complicada tal y como está ahora. Prometí a alguien
que lo esperaría. Y hasta que esté segura de que no va a venir de vuelta, creo que no me
arriesgaré. Y aparentemente, este tipo sólo va por supermodelos y herederas ardientes
y yo no le hice la corte.
—¡Maldito loco! ¿Quién es este tipo? Me gustaría que conociera mi puño —dijo
Jin enojado—. En serio, ¿te dijo eso?
Adrienne suspiró. —Sí. Pero no vale la pena. Sólo necesito conseguir pasar esta
noche y tratar de no suicidarme.
—Está bien. Le diré a Tara que se reúna contigo allí para que tengas compañía.
—¡Oye! Es una gran idea. En serio no puedo estar a solas con este tipo.
—Está hecho, Yen —dijo Jin—. Bien, tengo que volver al trabajo.
—Hasta luego.
Esa noche, a pesar de odiar a Justin J, el hombre de puta, Adrienne se negó a
hacerle creer que no merecía ser llamada hija de Ariana Blanc. Así que se vistió con un
elegante vestido de cóctel amarillo de Christian Dior que terminó sobre sus rodillas
para mostrar sus impecables piernas largas. Se ató el cabello en un moño y dejó algunos
risos fluyendo alrededor de su cara. Fue por una mirada de ojos ahumados. Luego
agarró su nuevo bolso Hermes y se metió en un par de Jimmy Choos amarillos.
Sonrió cuando miró su reflejo en el espejo. Se veía con clase y elegante. Esa
mañana ni siquiera llevaba puesto maquillaje. Ahora, ese imbécil no podía hacerla caer
o ridiculizarla con los gastos de la familia. Pero juró, que nunca lo volvería a ver. Excepto
durante las reuniones familiares, donde estaría en la lista de invitados y en aquellas
ocasiones, haría lo posible por ignorarlo.
Su madre estaba más que complacida con su mirada cuando se despidió de ella
y se metió dentro de su Rolls Royce con chofer.
Tara se reunió con ella en Rendezvous.
—¡Wow! —Ella sonrió radiante—. ¡Estás preciosa! —la besó en la mejilla.
Se sentaron en la sala VIP que tiene vista a la pista de baile. Mac llegó unos
minutos después y se unió a ellas.
—Jin nos dijo que tienes un problema —dijo Mac.
Adrienne suspiró. —Sí. Me reuniré con el Neandertal 1-9-8-9, aquí, en unos
pocos minutos.
—¿En serio? ¿Tu madre realmente pensó que te debería tender una trampa?
Como ¿no ha visto a su hijo todavía? —preguntó Tara.
—No se trata sólo de tenderme una trampa con los chicos. Ella pensó que
estaba intentando ayudarme a superar mi ruptura con mi novio y al mismo tiempo
conectarme con alguien cuya familia es muy querida para ella.
—¿Acabas de romper con tu novio?
Adrienne asintió. Le recordó de nuevo el hecho de que no se ha enterado de
Justin en unos diez días y no tenía idea de lo que ha estado haciendo. Esperaba que
estuviera bien y que al menos su madre estuviera mejor.
Ella quería esperar que él se las arreglará para convencer a su familia de que lo
dejen ir para poder volver con ella. Tal vez ahora, cuando descubran quién es ella no se
sentirían tan mal si Justin se casa con otra persona que su prometida designada.
—Es complicado —dijo ella—. Él estuvo comprometido anteriormente. No me
lo hizo saber.
—¿No te lo dijo? —preguntó Tara.
—¿Como si hubiera engañado a su prometida? —preguntó Mac.
—En realidad no. Estaba arreglado para casarse con una chica que no había
conocido y luego me conoció a mí. Ya no quería casarse con ella.
—Entonces, ¿qué pasó? ¿Todavía se casó con ella?
Adrienne sacudió la cabeza. —No. Pero lo dejé ir.
—¿Lo amas?
Adrienne suspiró. —Sí. En esta vida, incluso hasta la próxima.
—¿Te dejó ir? —preguntó Tara.
Adrienne sacudió la cabeza.
—¿Entonces por qué no luchaste por él?
—A veces, me pregunto lo mismo —admitió—. Pero sus padres lo repudiaron
después de que me eligiera a mí. No podía dejarle pasar por eso. Su familia parecía
demasiado importante para él. No puedo competir con eso.
—Odio cuando los padres hacen eso —dijo Tara. Ella entrecruzó sus dedos con
Mac—. Afortunadamente para ti, mi padre te adora —le dijo a él y lo besó en la mejilla.
Fueron interrumpidos por alguien que se sentó en la silla vacía frente a
Adrienne.
—Odio estar en la línea —dijo Justin J—. ¡En serio! Este lugar debería tener
como un código de barras para las personas con valor nominal.
Tara y Mac miraron a Adrienne con las cejas levantadas.
—Sí. Conozcan a N-1-9-8-9 —les dijo.
—¿Qué significa la N? —Justin J. preguntó—. ¿Notable? ¿Naturalmente
caliente? —le sonrió a Adrienne. Ella se dio cuenta de que él ya no estaba usando esos
extraños lentes de contacto azul eléctrico y sus ojos en realidad eran grises.
—¡Prueba la palabra francesa, nulle4! —dijo Tara, levantándole la frente—. Eso
significa ‘crappy’5 en inglés!
Justin la miró por un segundo y luego a Adrienne. —En serio, ¿quién es esta
chica?
—Cuidado, jefe —dijo Adrienne con una advertencia en su voz—. Ella es la
dueña del lugar y podría hacer que te echen y te prohíban regresar de por la vida.
Tara le sonrió por un segundo y luego cambió a una mirada de advertencia.
Justin despidió a Tara y miró a Adrienne. —Me alegro de verte, te vestiste para
mí, nena —dijo—. Puedes ser muy sexy si haces un esfuerzo, ya sabes.
Adrienne vio a Mac agarrar con más fuerza la mano de Tara, como si él también
estuviera resistiendo el impulso de poner un ojo morado en la cara de N-1-9-8-9.

4
Nulle: Nulo, ninguno.
5
Crappy: De mierda, malo.
Una camarera fue a su mesa para tomar su orden.
—No suelo beber, pero qué demonios, ¡creo que necesito un daiquiri! —dijo
Adrienne.
Tara pidió una margarita y Mac dijo que quería una cerveza.
La camarera se volvió hacia Justin J. Él la miraba con los ojos, literalmente
mirando sus grandes tetas y largas piernas. —¡Maldita sea! ¿Estás en el menú? —él le
preguntó ella.
La camarera le sonrió tímidamente.
Justin J. se lamió el labio superior y dijo—: ¿Podrías darme un Blow Job6?
Los ojos de Adrienne se abrieron de par en par. —¡Pervertido! —dijo enojada,
incapaz de detenerse.
Justin J. miró fijamente a Adrienne, levantando una ceja. —¿Qué? Me refería al
shoot ¿Tú sabes? ¿La bebida mixta de licor irlandés? ¿No has oído hablar de eso antes?
Adrienne se mordió el labio por la vergüenza. Tara le dio la espalda a Justin J.
para que no viera que ella estaba reprimiendo su risa.
—Seguro que lo haré —dijo la camarera. Luego se fue. Después de unos
minutos, ella estaba de vuelta con sus órdenes.
—¿Algo más? —les preguntó.
—Tal vez cuando salgas del trabajo, tú y yo podamos tener algo de sexo en la
playa —le dijo Justin J.
La camarera se rio y se fue.
Adrienne lo miró fijamente. —¿Qué? ¿No me digas que tampoco no sabes que
Sex on the Beach7 es una bebida mixta? —le preguntó, dándole una mirada inocente.
—Te crees muy gracioso, ¿no es así, pequeño pedazo de gorila flatulento? —le
preguntó enojada, tratando de convertir su broma en él.
Mac y Tara se rieron esta vez.
N-1-9-8-9 le dio una sonrisa deslumbrante. —Ahhh... ella es inteligente —él
dijo—. Y no, no soy gracioso. Sólo creo que estoy un poco demasiado caliente.
Mac tomó un trago de su cerveza. —Puño izquierdo o derecho, Yenny. Sólo di
la palabra y se lo daré —él ofreció.
Justin tomó su bebida con él y se puso de pie. —Eres tan aburrida. Voy a
encontrarme un buen momento —Se levantó y se fue. Fue sólo entonces que Adrienne
se dio cuenta de lo que llevaba puesto. Pantalones holgados dorados, sobre muy camisa
negra ajustada y otra vez... tirantes.

6
Blow Job: Mamada, sexo oral.
7
Sex on the Beach: Sexo en la playa.
¿En serio? ¿Dorado?
¿En serio? ¿Tirantes
Cuando se fue, Tara miró fijamente a Adrienne. —¿Qué demonios fue esa
criatura? —preguntó—. ¿En serio? ¿Tu madre pensó que te engancharías con eso?
—Sip —Adrienne asintió—. No creo que pueda ser amiga de él.
—Tienes que salir de esto —dijo Tara—. ¡Se lo diremos a Jin! Tenemos que
convencer a Ariana de que no puede hacerle esto a su hija.
—Chicos, no... le cuenten todos los detalles a Jin, ¿de acuerdo? —dijo
Adrienne—. Este tipo es un simio, lo sé. Pero Jin se está volviendo sobreprotector
conmigo. Si se entera o averigua cómo me trató este tipo, podría darle un golpe de su
puño. Y no quiero romper la amistad de nuestros padres por eso. Acabo de llegar aquí
hace dos semanas.
—Sí, nos preguntábamos sobre eso —reveló Mac—. Jin nunca te mencionó
antes. ¿Cómo es eso?
Adrienne no sabía si Jin realmente quería revelar los mismos pequeños detalles
sobre su familia. —Bueno, Jin es mi medio hermano. No soy una Starck. Viví con mi
padre desde que era una niña.
—Oh, es por eso —dijo Tara.
Pasaron la noche hablando, escuchando música y viendo a los clientes
interesantes en la pista de baile. Adrienne pensó que ella realmente la pasaba muy bien.
Tara y Mac no se apartaron de su lado. Tal vez sólo estaban temiendo que Neanderthal
viniera y la acosara cuando estuviera sola. ¡Ella ¡después de todo está usando una falda!
Y se veía como un tipo que se le insinuara a cualquier cosa que lleve una.
Adrienne vio a Justin J. en la pista de baile. Estaba bailando sucio con una chica.
Lo miró moler su entrepierna hasta el trasero de la chica, como si fuera estar tirando
con la ropa puesta. La chica estaba felizmente torciendo su trasero contra él. Luego la
llevó a él, tirando de ella por la cintura y le acarició el cuello. Incluso le tocó casualmente
las tetas. Y a ella parecía gustarle.
—¡Increíble! —dijo Tara detrás de Adrienne. Obviamente, ella estaba también
vigilando—. ¿Tu madre realmente piensa que esté limpia-culos es material para un
novio?
—¿Estás viendo lo que le está haciendo a esa chica? —preguntó Mac.
—Sí. Y afirma que tiene a una modelo de lencería encerrada en la habitación de
su hotel.
—¡Imbécil! —murmuró Tara—. Si no tienes quien te lleve a casa, estamos
llevándote. ¡Ni siquiera puedes ir a casa con ese tipo!
—No tengo intención de hacerlo —dijo Adrienne.
Miró la pista de baile con todas las parejas bailando y ella recordó la primera
noche que conoció a Justin Adams. Él no la manoseó como N-1-9-8-9 hizo con la chica
que estaba bailando. Justin coqueteó con ella, sí. Pero nunca le faltó el respeto o la acosó.
Y siempre supo decir cosas más inteligentes. Era impresionante y digno de ser
deslumbrarte.
Si la prometida de Justin lo conoció, Adrienne dudaba que quisiera romper el
compromiso y dejarlo ir. ¿Quién no se enamoraría de él?
Se quedó mirando su teléfono otra vez. Todavía no hay noticias de él. Y en cierto
modo, se sintió feliz. Porque sabía que en el momento en que supiera de él, ella le diría
todo lo que está pasando en su vida y eso haría que se dé la vuelta y tome el siguiente
vuelo a París. Ella sabía que lo haría. No dudaba de eso
Pero él no debería hacerlo. Debería estar en algún lugar de los Estados Unidos,
tratando de conocer mejor a su prometida. Tratando de ver cuál es su otro futuro que
le esperaba. Y con suerte después de eso, tratar de convencer a sus padres que nunca
funcionaría entre ellos dos. Porque después de todo sus esfuerzos, después de todos sus
intentos, su corazón todavía le pertenecía
Eran las dos de la mañana cuando Tara y Mac decidieron dejar a Adrienne en
casa. La llevaron a la entrada privada donde estaba el coche Mac.
Al salir, vieron a una pareja besándose cerca de la puerta. Cuando Adrienne
miró, vio a Justin J. con una chica envuelta a su alrededor.
—¡Oye! ¡Deberías llevarte esto a un lugar privado! —dijo Mac enojado—. Este
es un club de alto nivel. No toleramos el sexo en público aquí.
Justin J, el Neandertal miró hacia arriba y vio a Adrienne. Liberó a la chica.
—¿Estás lista para irte? —preguntó.
—Sí. Pero no te molestes. Mis amigos me llevarán a casa.
—Oh, bien —dijo y luego puso sus brazos alrededor de la chica con la que se
estaba besando. Luego se volvió hacia Adrienne otra vez—. Por cierto, si tu mamá
pregunta, dile que la pasamos muy bien.
Adrienne puso los ojos en blanco. —¡Le diré lo pervertido que eres!
—Vamos, nena —dijo—. No te gusto de verdad. Así que, ¿por qué no sólo le
dices que lo pasamos muy bien, pero química equivocada? —le sonrió. dulcemente.
Adrienne respiró profundamente. —Probablemente tengas razón. De todos
modos, es seguro —Y se giró hacia el coche de Mac.
—¡Oh, Dios mío! ¡Espero que tu madre nunca insista en que veas a ese tipo otra
vez! —dijo Tara cuando entraron en el coche.
—Despreciable, ¿verdad? —suspiró Adrienne.
—En realidad es bastante divertido —observó Mac.
—¿En serio? Entonces tal vez tengas un mejor sentido del humor que yo —dijo
Adrienne.
—Bueno, no estás realmente dispuesta a reunirte con él. Tú no quieres que te
guste, independientemente de si es genial o no. Así que solo ríete de sus payasadas. Él
ya sabe que no son el uno para el otro.
—Tienes razón. Porque aparentemente, sólo se engancha con lo fácil que se
encuentra —Tara estuvo de acuerdo—. Déjalo, cariño. Si tu madre realmente quiere
que conozcas a los chicos que vienen de familias ricas, guapos e inteligentes, podríamos
ayúdate con eso.
—No gracias —dijo Adrienne—. Como le dije a mi novio... esperaré por un
tiempo para que él arregle las cosas.
—¿Y tú realmente crees que lo hará? —preguntó Mac.
Adrienne suspiró. —Lo hará —dijo ella. Luego, con voz triste, ella añadió—: Sí
él puede.
33. Maskaradë
Albanés para

Adrienne se mantuvo ocupada ayudando a organizar la fiesta de victoria de su


madre, alias, 'Introducción a la Sociedad de Adrienne'. No le gustó esa parte, pero su
madre pensó que se lo merecía. Su madre prometió hacerlo sutilmente. No discursos,
menciones especiales o cualquier forma de reconocimiento.
Adrienne insistió en ocuparse del lugar, las decoraciones, el catering y el
programa. La asistente de su madre, Maryse se ocupó de todas las invitaciones y las
confirmaciones de asistencia. La mayoría de las personas en la lista de invitados eran
franceses y Adrienne no podía hablar francés para salvar su vida. Adrienne realmente
disfrutó lo que hizo. Durante días, estuvo ocupada asegurándose que cada detalle
estuviera en su lugar, todo estaría impecable y perfecto.
—Podría hacerte Jefa de Reservaciones de Banquetes y Eventos —le dijo su
padrastro, encontrándola en el salón de baile, eligiendo diferentes manteles de mesa.
—Papá —Ella le sonrió. Dudaba en llamarlo así. Pierre no es realmente su carne
y sangre. Pero es el gran amor de su madre, y el padre de su hermano. Y él era muy
bueno con ella hasta ahora. Así que, cada día, se hacía más fácil para ella—. Solía revisar
muchos restaurantes y servicios de eventos en mi trabajo anterior.
—Puedo ver que realmente sabes de lo que estás hablando —él sonrió.
—Gracias.
—Sabes que siempre tienes un lugar en esta compañía, Adrienne —su
padrastro dijo—. Cuando me casé con tu madre, Starck Corp. adquirió más de una
docena de cadenas de hoteles de la familia de tu madre. Este negocio es tanto tuyo como
de Jin.
Sonrió a su padrastro, sintiendo lo sincero que era al mostrar su afecto hacia
ella. Si tan sólo, su madrastra fuera así para ella cuando estaba creciendo. —Gracias,
papá. Pero no tengo ni idea de cómo funciona esto.
—Puedo enviarte a algunos cursos aquí o en los Estados Unidos si quieres. Eso
te ayudaría a aprender más sobre lo que hacemos, si decides que quieres ser parte de
esto. Jin me dijo que tienes una inclinación por la escritura. Bueno, puedes escribir en
tu tiempo libre. Puedes hacer algo aquí. Depende totalmente de ti.
Adrienne encontró ese pensamiento muy emocionante. Ella realmente tenía
que empezar a planear su vida ahora. No había sabido nada de Justin y sabía... incluso
si no quería pensar en ello, también existía la posibilidad de que él no regresara en
absoluto. ¿Qué haría ella si eso sucediera? ¿Si finalmente, se encontraba con un anuncio
en el periódico de que se iba a casar? Ella, también, tenía que estar preparada.
Quería empezar a pensar en su futuro también. París sería un buen comienzo
para ella. No podía estar en Nueva York y no pensar en Justin. Volver a Boston con su
padre no era una opción.
Ella todavía no había perdonado a su padre. Él la llamó una vez, pero no
respondió. Su corazón se rompió por eso. Pero quería ser honesta con él, la forma en
que había sido tan deshonesto con ella toda su vida. Quería que él supiera lo doloroso
que todavía era para ella. Al pasar tiempo con su madre, quería traer de vuelta todos
esos años que se perdieron entre ellas.
—Creo que deberíamos empezar por enviarme a clases de francés —admitió
Adrienne a Pierre.
Pierre sonrió. —Tienes razón. Cuando estés lista, avísame —Cuando llegó a
casa, Adrienne se sorprendió al ver una caja en la cama. La caja decía Versace. La abrió
y encontró un vestido de cóctel blanco. Era hermoso y elegante. Y a Adrienne le
encantaba que no llamara la atención. Unas sandalias abiertas plateadas de tacón alto a
juego de Manolo Blahnik también venían con la caja.
Ella suspiró. No estaba acostumbrada a esto. Sabía que los amigos su madre y
colegas tendrían grandes expectativas de ella. Quería estar a la altura de esas
expectativas no por su propio bien, sino por el de su madre.
Jin la llamó esa noche. Todavía estaba en Dubai y sólo volvería el día de la fiesta.
—Tienes que estar aquí. Tienes que hacer algunos deberes de escolta para mí,
por favor —Casi le rogó. Ella realmente sentía que necesitaba que Jin se quedara a su
lado, orientarla en las normas de la crème francesa de la cosecha.
—Lo intentaré. Pero creo que mamá quiere que te acompañe alguien.
—¿Justin el Neandertal? —preguntó
¡Mierda, no!
—Esto es sólo una advertencia. Parece tan interesada en hacer de este tipo su
yerno. No he hablado con ella sobre eso todavía. Pero este tipo viene de una familia
bastante poderosa. ¡Y por lo que he oído, es el perfecto paquete, lo que sea que ustedes
chicas quieran decir con eso!
—¿Lo has conocido?
—Oh no, no. No estoy en el negocio de socializar con los amigos a menos que
estén haciendo negocios con nosotros.
—¡Bueno, este tipo se siente como si fuera el dios de la genialidad! —dijo
Adrienne sarcásticamente. Aparentemente, Jin aún no ha hablado con sus amigos sobre
N-1-9-8-9.
Jin se rio. —No te preocupes, Yen. Si hace un movimiento equivocado, fiesta o
no fiesta, mi puño va a conectar con su cara.
Adrienne suspiró. —Sólo quédate aquí ese día, ¿de acuerdo?
—Seguro que lo haré —dijo—. Muy bien, tengo que irme
—Jin... —dijo Adrienne en voz baja—. Gracias... por todo. Es la primera vez que
siento que tengo un hermano.
Jin respiró profundamente. —He sabido que tengo una hermana toda mi vida.
Y te llevaron de nosotros. Mamá nunca le dijo a nadie que te perdimos. Durante años,
ha estado diciendo a la gente, incluyendo a sus mejores amigos que tu padre obtuvo la
custodia de ti y, por lo tanto, viviste con él. Pero cada día se le rompía el corazón porque
no estabas con nosotros.
—Me gustaría haberlo sabido cuando estaba creciendo. Al menos, yo no habría
sentido que algo estaba mal en mí.
—Mamá, papá y yo estamos pensando en presentar un caso contra tu padre —
él dijo
Adrienne sintió un poco de pánico. —Jin... ¿es realmente necesario?
—Mamá está muy furiosa. Simplemente no te lo muestra. Ella no quiere que te
preocupes demasiado pronto. Acabas de volver a nuestras vidas —Jin tomó un respiro
profundo—. Quería criarte en París. Le dijo eso a tu padre. Él podría visitarte en
cualquier momento e incluso podrías vivir con él durante los descansos de la escuela.
Ese fue su acuerdo. Ella está furiosa porque él eligió tenerte toda para él y la borró a ella
de tu vida. ¿Lo entiendes? Celebramos tus cumpleaños, a pesar que no estabas con
nosotros. Cada día, temía encontrarse con los obituarios de los Estados Unidos tu
nombre. Ella encontraba alivio todos los días que no lo tenían.
—Lo sé, mi padre se equivocó. Lo que hizo fue imperdonable. Pero
honestamente, Jin. También sé que hizo lo que hizo porque tenía miedo de perderme a
mí. Y no quiero que esto se haga más grande y más complicado de lo que ya es —Ella
suspiró—. Mi padre sabe que es difícil para mí perdonarlo. Su matrimonio con Marina
ha terminado. No he estado hablando con él o respondiendo a sus mensajes de texto.
Tal vez ya ha sufrido bastante.
Jin se quedó en silencio por unos momentos. Luego dijo—: No para mí. No para
mamá. Nunca será suficiente comparado con el dolor y la prueba que nos hizo pasar
durante veintitrés años, Adrienne.
—Hablemos de esto como una familia. No hagas nada todavía, ¿de acuerdo? Si
mamá te dice que lo presiones, dímelo tú primero, ¿ok
Jin suspiró. —Está bien. Esperaremos hasta después de la fiesta.
—Bien. Ahora vuelve al trabajo.
Adrienne comenzó un chat de grupo con Yuan y Jill. Ella les dijo sobre la fiesta.
Los invitó a su presentación en sociedad. También se ofreció a pagar sus vuelos.
Yuan: Lo siento, Yen. Tengo una convención el mismo día. No seré capaz de
ir. Pero envíame fotos, ¿ok?
Adrienne: De acuerdo. Lo haré. Oh Dios mío, ¡estoy temiendo ese día! Mi
Mamá me está arreglando una cita con el hijo de su amiga. Y su nombre también es
Justin. Pero ¡es exactamente lo contrario de mi Justin!
Jill: ¿Es caliente?
Adrienne: Tal vez. Sin sus extraños lentes de contacto, y su absurdo sabor
por la moda, supongo que puede ser lindo. Tiene ojos grises y mide unos pocos
centímetros menos que Justin. Sí, supongo que no es mal parecido, pero es tan
¡Imbécil! No sé en qué estaba pensando mi madre.
Yuan: Supongo que tenderles una trampa a los hijos es bastante común en
los círculos de los ricos ¿eh? Bienvenida al mundo de Justin Adams, cariño. Ahora,
al menos tienes una mejor compresión sobre lo que debe sentir. Y deberías estar
orgullosa de ti misma por ser tan desinteresada como para dejarlo ir porque no
querías jugar al estira y afloja con sus padres.
Jill: Por cierto, vi a Justin en la oficina esta mañana, Yen. Tú ¿Quieres que te
cuente?
Adrienne miró fijamente su pantalla durante un rato. Ella no sabía nada del
tipo. Por supuesto, ella se moría por saber qué pasaba. ¿Pero, qué si no le gusta lo que
descubriera? Sabía que le rompería el corazón aún más.
Antes de que se diera cuenta, estaba escribiendo: ¡Dispara!
Esperó ansiosamente la respuesta de Jill. Después de lo que parecía una
eternidad, escuchó una notificación en su computadora.
Jill: Le avisó a Jada que ya no trabajará más medio tiempo para Blush. Dijo
que era por obligaciones familiares y dijo que se casaría pronto y se establecería
en Chicago. No voy a mentirte, Yen. No parecía devastado. De hecho, se veía... alegre.
Lo siento.
Adrienne miró fijamente la pantalla durante cinco minutos. Ella leyó lo que Jill
le escribió. ¿Justin anunció que iba a casarse y establecerse en Chicago?
Miró el calendario. Veinte días. Todavía tenía veinte días. Eso es lo que Justin le
dijo. Veinte días y volarían a Italia. Pero entonces... tal vez conoció a su prometida y tal
vez decidido inténtalo. No hizo más esfuerzos por contactarla después de su último
mensaje para ella. Tal vez su prometida no resultó ser tan mala después de todo.
Bueno, ella quería que él hiciera esto. Ella debería haber estado lista para que
esto terminará. Pero entonces se dio cuenta de que nada podía preparar a nadie para el
dolor cegador que causaría el final de su relación. Tal vez ella estaba en negación todo
el tiempo. Incluso si ella lo dejó ir, en lo profundo de su corazón, realmente creía que
podía convencer a sus padres para que lo dejaran libre.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas. Ella pensó que su corazón no podía estar
más roto de lo que ya estaba.
Empezó a escribir—: Está bien, Jill. Quería que fuera feliz, ¿Recuerdas?
Estaré bien.
Yuan: Lo siento, Yen. Sabemos que algún día, también encontrarás tu
verdadera felicidad. Tal vez no es tu momento todavía. Tienes tantas cosas que
esperar con ansias ahora. Tuviste a Justin antes, pero no tuviste el amor de una
familia. Y ahora lo tienes.
Jill: Supongo que algo tienes que dar a veces. Pero no te preocupes. Después
de que seas presentada en sociedad, estoy segura de que cientos de solteros
elegibles estarán suspirando por tu mano. Aguanta, ¿ok?
Adrienne: Los quiero, chicos. Ahora, me tengo que ir.
En realidad, no tenía que irse. Pero quería algo de tiempo para ella misma. Se
fue a la cama y abrazó sus almohadas. Cerró los ojos y no suprimió las lágrimas que
vinieron.
En cierto modo, se preguntaba por qué lo dejó ir. Pero de nuevo, si no lo hacía
y más tarde conocía a su prometida, que puede ser su verdadero destino, entonces ella
tendría que dejarlo eventualmente.
Así que tal vez... sólo tal vez... es mejor así.

El viernes por la noche todo el banquete en el Hotel Starck de París estaba en


pleno apogeo. Todo era perfecto. El salón de baile brillaba en su decoración completa
para la velada.
Adrienne se paró en el entrepiso del salón de baile y miró mientras los
invitados llegaban a raudales. Su madre le pidió que no bajara a conocer a los invitados
todavía. Dijo que quería que esperara en el mirador del jardín del segundo piso y
vendrían a buscarla.
No hay anuncios, ¡eh!
Pero su corazón estaba tan entumecido por las malas noticias que escuchó de
Justin que ya no le importaba nada más.
Todo el mundo llevaba ropa lujosa y Adrienne no pudo evitar sentirse
mortificada cuando miraba a la gente debajo de ella. Y dentro una hora, todos la
conocerían... la pondrían bajo el microscopio para ver si era digna de ser una de ellos.
Bueno, ella sabía que al menos se vestía bien para el papel. Llevaba el vestido
blanco de Versace que tiene un escote y una espalda cruzada con correas asimétricas.
La falda a lo largo del suelo fluía sobre sus perfectas curvas, y la hendidura en el muslo
revelaba un pequeño vistazo de sus largas piernas bajo la toga. Su cabello fue trenzado
detrás de ella y dejó pequeños risos alrededor de su cara. Su maquillaje estaba desnudo
sobre su mejilla y humeante en el área de sus ojos, haciéndola parecer angelical y dura
al mismo tiempo.
—Estás preciosa, querida —le dijo su madre—. Justin no será capaz de quitarte
los ojos de encima.
Adrienne respiró profundamente. —Mamá... —empezó—. Lo odio.
¡Allí! Finalmente lo dijo. No hay necesidad de fingir lo contrario.
Su madre le devolvió el parpadeo. —¿Qué? Pensé que ustedes dos se llevaban
bien.
Sacudió la cabeza. —No nos llevamos bien desde el primer día, mamá. Y,
además, te dije que no estaba buscando un novio. Sólo estaba buscando hacerme amiga
de tus amigos.
—Cariño —comenzó su madre—. Ok... sé cómo podemos arreglar esto.
—Mamá, no hay nada que arreglar —argumentó Adrienne.
Las lágrimas brotaron en los ojos de su madre. —No, cariño. No lo entiendes.
No he sido completamente honesta contigo —Ella tomó una profunda respiración—.
Bueno... no sólo te estaba preparando una cita con Justin. Esperaba que tú te enamoras
realmente de él... lo suficiente como para casarse un día.
Los ojos de Adrienne se abrieron de par en par. —¿Qué?
Su madre suspiró. —Lo sé. Es terrible. No podría decírtelo. Hice ese arreglo
hace mucho tiempo. Cuando eras un bebé y yo acababa de estar de regreso en París. Mi
padre... me hizo prometer que te devolvería a esta familia y formaría un fuerte vínculo
con la familia de Christine. Ella era mi más antigua amiga. Nuestras familias siempre
estuvieron dispuestas a relacionarse entre sí algún día. Ella tuvo un niño. Yo tuve una
niña. Nuestros padres eran como hermanos. Tu abuelo invirtió en la aventura de
negocios con el padre de Christine, que les dio mucha fortuna. Estaban ansiosos por
fusionar esta familia no sólo por el dinero... sino también por la gratitud y la amistad.
Así que, nosotros... arreglamos para que tú te casaras con el hijo de Christine —su
madre le apretó las manos.
—¡Mamá! —Adrienne no pudo evitar los sentimientos que la abrumaban—.
¿Cómo pudiste haber aceptado ese arreglo cuando todos estos años yo estaba
desaparecida?
—Lo sé, cariño. Está mal. Pero todos estos años, nunca le dije a nadie fuera de
esta familia que realmente estabas perdida... robada por tu padre. Queríamos mantener
esto en secreto porque... no queríamos que nadie se aprovechará de la situación o
sensacionalizara y llevará a tu padre a esconderse aún más. Te buscamos en silencio. Ni
siquiera Christine lo sabía. Yo siempre terminaba diciéndole que estabas en Estados
Unidos con tu padre. Y en realidad me olvidé sobre el acuerdo hasta que Christine me
recordó hace un par de semanas. Dijeron que Justin parecía estar listo para entrar en
una relación seria. Tal vez era hora de presentarlos el uno al otro.
—Christine vive en los Estados Unidos. No la veía a menudo. Era fácil dar una
excusa a todo el mundo, incluida ella, de por qué no estabas con nosotros. Para ser
honesta contigo... me había olvidado del acuerdo. Mi atención se había centrado
siempre en encontrarte. Cuando Christine me envió un mensaje, recordármelo... y
comenzar a presentarlos a ti y a Justin... quería decirle la verdad. Pero Jin... Jin me llamó
y me dijo que tenía una pista sobre ti. Así que... lo he retrasado un poco.
Adrienne no podía creer lo que oía. ¿Cómo pudo pasarle esto? Ella misma fue
víctima de un matrimonio arreglado. Ahora se encontraba a sí misma sujeta de uno. ¡Y
a un desesperado limpia-culos!
—Mamá, por favor... ni siquiera puedo soportar al hijo de Christine —protestó.
—Ok... lo siento. Lo sé... no hay absolutamente ninguna razón para justificar lo
que hice. Te prometo que no tengo planes de forzarlo. Tu abuelo me obligó con Pierre,
empleó todos los medios para que me casara con él. Pero no me arrepentí porque era
un hombre encantador. Y me enamoré de él después de unas cuantas citas. Así que,
esperaba que después de pasar algún tiempo con Justin, ustedes dos se llevarían bien y
ya no encontrarías esto terrible. Y si realmente no lo soportas... no tengo la intención de
forzarlo.
—¡Es terrible, mamá! —Adrienne discutió—. Mamá, mi ex-novio va a casarse
con la chica con que se arregló para él. Por eso nos separamos. Hasta ahora, todavía
tengo el corazón roto por ello. Prometí esperarlo tanto como pueda. O hasta que sepa
con seguridad que ya ha aceptado su destino. Por favor, no me hagas esto. Te lo ruego
—Estaba casi llorando cuando dijo esas palabras a su madre.
Su madre la miró con tristeza. Ella puso sus manos ahuecado alrededor de su
cara. Luego asintió con la cabeza.
—Bien —dijo—. Te amo. Romperé el acuerdo con Christine. Se le romperá el
corazón y puede que no me hable en unos pocos minutos, meses o tal vez años, pero lo
superará. Mi padre se ha ido hace mucho tiempo, él no puede hacer nada al respecto.
Parecía tan entusiasmado con la planificación del futuro de esta familia. Arruiné tu vida
por su culpa.
Su madre respiró profundamente. —…Lo siento mucho, Adrienne. No debería
haberte dejado con tu padre. Debí haber sido lo suficientemente valiente para
enfrentarme a mi padre… en lugar de dejarte con tu padre. Yo te hice esto. Y no lo haré,
no estropeare tu vida aún más obligándote a casar con un tipo que no quieres. Después
de todos estos años, de lo único que me di cuenta, es que tú felicidad es lo más
importante para mí que cualquier otra cosa —Su madre sonrió a ella con disculpas—.
Me di cuenta de esto cuando te recuperé. Sé del dolor que pasé cuando te perdí. Y no
voy a perderte de nuevo. Así que, si dices que no te casarás con el hijo de Christine,
entonces que así sea.
Sonrió a su madre. —Gracias, mamá.
—Pero tal vez es demasiado tarde para retroceder en hacer de Justin tu
acompañante por esta noche. Pero después de esta velada, te juro que no tendrás que
volver a verlo.
Adrienne seguía decepcionada por tener que pasar un tiempo con N-1-9-8-9.
Pero si era una garantía de que él desaparecería de su vida para siempre, entonces una
noche no sería tan malo.
—Bien, mamá, supongo que puedo vivir con eso. Además, Jin puede rescátame
cada vez que sienta la necesidad de vomitar.
Su madre sonrió. —Bien, ahora ve al jardín. Justin te buscará cuando sea el
momento.
El segundo piso del hotel daba a un pequeño jardín. Había un pequeño cenador
y una fuente de los deseos en el centro. Estaba llena de luces y en los árboles habían
encendido los LEDs para que pareciera que las luciérnagas los infestaban. El jardín era
realmente mágico, especialmente por la noche.
Se paró en el interior del cenador y disfrutó de la espectacular vista delante de
ella. En el cielo, había una luna de amantes y ella no pudo evitar las lágrimas que se
asomaban en sus ojos.
Extrañaba a Justin. Sentía que él estaba justo ahí. Cada uno de los días. Cada
hora. Cuando ella caminaba, sentía que él estaba caminando a su lado. Cuando dormía
por la noche, se imaginaba que estaba encerrada en sus brazos.
Ella deseaba que el amor fuera suficiente. Deseaba que la vida no fuera
complicada. Deseaba que el mundo no estuviera loco y su vida no viniera con
complejidades y obstáculos. Ella deseaba que todo fuera... fácil.
No podía creer lo que su madre le acababa de decir. No podía creer que aceptó
casarla con un tipo que no conocía y no había conocido antes.
¿Y Justin el Neandertal? Los vellos de sus brazos empezaron a levantarse con
repugnancia.
Pero estaba agradecida de no haber tenido que esforzarse tanto por convencer
a su madre para que la dejara ir... a diferencia de su Justin, que fue obligado a abrazar a
su propio destino. Cómo deseaba que la lucha de Justin hubiera sido fácil, y que él
hubiera tenido éxito en la lucha por ella.
Miró la luna otra vez, luego cerró los ojos y pensó en Justin Adams... su Justin.
Te deseo toda la felicidad del mundo. Te deseo todas las sonrisas, las risas y el
amor que te mereces. Deseo... que finalmente... todas tus oraciones sean respondidas… que
los milagros que esperabas te sean concedidos.
Ella deseaba esas cosas con todo su corazón. La mataba un poco, cada día,
cuando pensaba que no volvería a verlo, no sentir el calor de su piel contra la de ella, no
oírle decir que la amaba... no ver lo perverso, esa mirada pícara en su cara cada vez que
le decía su línea habitual... palabras que ella deseaba poder escuchar decir de nuevo...
aunque sólo fuera por última vez.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas. Ella las limpió suavemente con sus
dedos. Su escolta vendría pronto y no quería que la atrapara llorando. No por él. No por
el insensible, estúpido e idiota que probablemente era, la maldición del cielo para todas
las mujeres.
De repente, sintió que ya no estaba sola. Sintió que alguien estaba parado
detrás de ella. Y se dio cuenta con horror de que Justin el Neandertal ya había venido
por ella, encontrándola en un momento privado, viendo las lágrimas que no quería
mostrar a nadie más. Se dio cuenta, también, de que él estaba cerca de ella... demasiado
cerca que casi estaba tocándola.
Pero antes de que Adrienne pudiera darse vuelta para enfrentarlo, sintió su
aliento contra su oído. Y luego, con una voz tranquilizadora, susurró—: Tú eres
atractiva.
34. Sufletul pereche
El rumano para

Adrienne rápidamente se giró y se encontró mirando un par de ojos azul cristal.


Ella parpadeo hacía él, todos los músculos y huesos de su cuerpo se congelaron,
incluyendo su voz. Se veía tan apuesto como siempre, vestido con un esmoquin negro.
Su cabello estaba todavía un poco desarreglado, pero sólo añadió encanto a su
endiablada cara bonita. Sus ojos, sin embargo, no estaban bailando, como solían hacerlo.
Ellos tenían una sombra en círculos debajo, como si no hubiera estado durmiendo
adecuadamente en días.
Adrienne se dio cuenta de que no había estado respirando en mucho tiempo.
Cerró los ojos por un momento, pensando con seguridad que desaparecería una vez que
abriera los ojos. Pero cuando lo hizo, él seguía allí, mirando de vuelta a ella con
curiosidad.
—Justin... —susurró ella.
Él no habló. Parecía tan aturdido como ella. Entonces él respiró hondo y en
lugar de pronunciar una palabra, la alcanzó para tirar de su cintura y en un segundo, la
aplastó en sus brazos y sus labios devoraron los de ella en un beso hambriento.
Adrienne no pensó. Sus brazos rodearon su cuello y ella lo besó con la misma
intensidad con la que la besaba. Ella derramó todo su amor en ese beso. Sabía que había
prometido dejarlo ir, pero ahora mismo, sintió que después de sufrir durante semanas,
y anhelando sentir su existencia otra vez, se merecía este momento de locura... este
pedazo de cielo robado.
Cuando el beso terminó, ambos estaban sin aliento. Ella estaba segura de que
su vestido estaba ligeramente arrugado, su cabello probablemente despeinado y su
maquillaje podría estar arruinado, pero a ella no le importaba. Ahora mismo, todo lo
que importaba, era este momento, y el hombre delante de ella.
Apoyó su frente contra la de ella. —Cariño...—susurró con una voz ronca.
—Justin... ¿qué estás haciendo aquí?
—¿Qué estás haciendo tú aquí? —preguntó—. Pensé que estabas en Nueva
York.
Ella se alejó de él, para mirarlo a los ojos. —Justin... —ella comenzó. Ni siquiera
sabía por dónde empezar a contarle lo que le pasó a ella mientras estaban separados—
. Algo... grande me pasó. Me enteré que mi madre no era realmente mi madre. Es mi
madrastra. Y ahora... yo encontré a mi verdadera mamá. Ella vivió aquí en París todos
estos años. Yo he estado viviendo con mi nueva familia durante dos semanas. Tengo un
padrastro y un hermano. ¡Kim no es mi hermana, Justin!
Sabía que no tenían mucho tiempo para hablar. Justin el Neandertal podría
entrar en cualquier momento, y una vez que Justin lo conociera y abriera la boca, estaba
un noventa y nueve por ciento segura de que el neandertal recibiría la paliza que
merecía, por la forma en que había sido tratada desde que la conoció.
Justin la miró con una expresión confusa en su cara, absorbiendo todo lo que
acaba de decir, tratando de dar sentido a la poca información que ella podía
proporcionarle.
—Justin... ¿estás bien? —preguntó.
Él volvió a la realidad y la miró con los ojos entrecerrados.
—Cariño... —dijo ella
—Adrienne... —respiró profundamente—. Tu madre... tu verdadera madre... —
dijo—. ¿Cómo se llama?
—Ariana —respondió Adrienne—. Ariana Blanc-Starck.
Justin la liberó y se alejó de ella. Adrienne de repente sintió frío una vez que el
calor del cuerpo de Justin dejó el suyo. Él continuó mirándola con esa expresión
aturdida en su cara, lo que provoco en ella curiosidad y nerviosismo al mismo tiempo.
—Justin...—susurró—. ¿Podrías decir algo, por favor? Tú estás asustándome.
Justin cerró los ojos por un momento. Respiró profundamente. Y entonces
cuando la miró de nuevo, sus ojos se pusieron repentinamente llorosos.
—Cariño... ¿por qué estás llorando? —preguntó ella.
Él sacudió la cabeza. Y de repente, sonrió. Luego él se rio. Y entonces sólo se
reía. Adrienne lo miró fijamente como si él sólo perdiera completamente la cabeza.
Justin arrojo sus brazos alrededor de la cintura, la levantó de sus pies y la hizo girar
mientras él se reía a carcajadas. Se rio como si no hubiera estado haciendo eso durante
semanas.
—Justin, ¿qué está pasando? —preguntó Adrienne.
La puso de nuevo de pie. Sacudió la cabeza. —Nada, cariño —dijo—. Creo... que
se me ha dado el milagro que pedía —Y entonces su cara descendió hacia la de ella y le
dio otro beso que da vueltas a la cabeza, que perturba la cordura.
—Justin... —Adrienne susurró después del beso—. Sé que tenemos mucho para
hablar de ello. Pero deberías irte. Debería ir a la fiesta. Mi acompañante vendrá en
cualquier momento a buscarme. Y no es aconsejable que en realidad lo conozcas.
Le levantó una ceja. —¿Por qué no?
Ella suspiró. —Porque no quiero que vayas a la cárcel por agresión o... peor,
asesinato.
Adrienne no se lo esperaba, pero Justin volvió a reírse. —Él es así de malo, ¿eh?
¡Maldita sea! Es bueno —dijo en voz baja.
Adrienne le devolvió el parpadeo. —¿Qué has dicho?
Justin sacudió la cabeza de nuevo. En vez de eso preguntó—: ¿Tu madre te dijo
que estás arreglada para casarte con este tipo?
Adrienne asintió. —Estaba. Ella va a cancelarlo.
Justin la miró con una expresión sobria en su rostro. —¿Y si tu prometido no te
permite cancelar el compromiso?
—No tiene elección. Y, además, me odia tanto como yo lo odio.
Justin sacudió la cabeza. —No te odia, cariño. De hecho... él está enamorado de
ti, quiere casarse contigo ahora mismo —Adrienne lo miró fijamente, con los ojos
abiertos. Entonces Justin añadió—: Yo no creo que tu prometido venga en cualquier
momento e interrumpa nuestro momento, Adrienne.
—¿Por qué? —preguntó casi en un susurro, sus rodillas se debilitaron por un
segundo.
—Porque... ya está aquí —respondió Justin con una voz suave, su cara llena de
afecto mientras decía esas palabras
—Justin... —Las lágrimas brotaron en los ojos de Adrienne—. Cómo...
Le sonrió con tristeza. —El tipo que conociste... no es tu verdadero prometido
Adrienne —dijo—. Yo soy.
—¿Tú? Tu madre es...
—Christine Adams —Justin le proporcionó.
—¿Eres el hijo de la mejor amiga de mi madre? ¿Pero cómo? Conocí a un tipo,
su nombre es Justin, también. Y es la criatura más despreciable que jamás haya aminado
por la faz de la Tierra.
Justin le sonrió. —Sí. Porque le pagué para que actuara así.
—¿Qué?
—No quería seguir con este compromiso. No había ninguna manera de que me
casara con la chica que mis padres eligieron para mí. Ya sabía. con quien quería pasar
el resto de mi vida. Mi padre me pidió que conociera a esta chica y la hiciera enamorarse
de mí. No quería hacerlo. Así que le pedí a alguien más que se hiciera pasar por mí y...
hacer seguro que me odiara para poder retirarse de este compromiso ella misma. Una
vez que estuviera seguro de que odiaba la idea de casarse conmigo, podría conocerla
como yo mismo y darle un tiempo, aún peor, que el que hizo el otro Justin.
—¿Le pagaste a alguien para que se hiciera pasar por ti? ¿No te diste cuenta de
que alguien podría darse cuenta de que era un impostor? —Adrienne no podía creer lo
que hizo Justin.
—Yo también contaba con eso —respondió—. Esperaba que tus padres se
enteraran de lo que hice y pensaran las peores cosas sobre mí, y nunca confiarían el
destino de su invaluable hija en mis manos. Después de todo... ¿qué clase de lunático
trata a una chica de esa manera?
—¡Justin! ¡Ese tipo era un chiflado!
—No lo es. Simplemente resulta que es un muy buen actor —dijo.
—¡Conocer a ese tipo fue como comer mi propio vómito! ¡Se sentía
absolutamente asqueroso! ¿Y tú me hiciste eso? —preguntó Adrienne, casi aturdida.
—Lo siento, cariño. ¡No tenía ni idea de que eras tú! No había conocido a mi
prometida. No tenía una foto de ella. No me interesaba. Todo lo que sabía era el nombre
de la madre y a qué familia pertenecía. ¿Cómo se suponía que iba a saber que tienes
todo este misterio familiar que puede hacer que termines como mi prometida
designada?
—¿Y si... se aprovechaba de mí? ¿Y si me acosaba?
Justin sacudió la cabeza. —Su verdadero nombre es Jordan. Es mi primo.
Nosotros crecimos juntos y casi vivió conmigo. Puede ser una amenaza la mayor parte
del tiempo, pero sé que no es capaz de hacerlo.
Adrienne miró fijamente a Justin. Sus ojos estaban ahora bailando y ella no
creía que lo había visto tan feliz antes.
—¡Vas a pagar por esto! —le dijo enojada.
Él le sonrió. —Ahora que sé con quién quieren mis padres casarme, estoy
dispuesto a pagar el precio, sin importar lo alto que sea.
Adrienne entrecerró los ojos hacia él. Luego, sin avisar, lo abofeteó. Retrocedió
un poco, pero cuando se volvió hacia ella otra vez, él seguía sonriendo. Sus ojos estaban
bailando y parecía que nada de lo que ella diría o haría le humedecería el espíritu o
borraría su felicidad.
—¡Quiero matarte! —le dijo ella y una parte realmente quería, por haberla
hecho pasar la peor tarde y noche de su vida. Luego lo miró fijamente y dijo—: Pero tal
vez más tarde —dijo y lo llevó hacia ella y le besó sus labios.
Sus brazos rodearon la cintura y la llevó hacia él, profundizando su beso.
Cuando ese beso terminó, respiró profundamente e inhaló el olor de ella. —Dios, te he
extrañado tanto.
Adrienne suspiró contenta. —Yo también te extrañé. Hace un rato... estaba
rezando para que fueras feliz. Estaba rezando para que Dios te diera un milagro.
Se rio. —Tus oraciones son poderosas. A Dios debes gustarle más.
Ella no podía creer lo que acaba de pasar. Hace unos minutos, pensó que había
perdido su batalla. Se le rompió el corazón cuando se enteró de que su madre la había
comprometido en matrimonio con alguien en contra de su voluntad. Ella se
preguntaba... si no se hubiera perdido durante todos estos años, ¿podría su madre
seguir insistiendo en casarla con el hijo de su mejor amiga? Si no hubiera conocido a
Justin antes de que descubriera su verdadera identidad, se verían obligados a gustarse
cada uno de ellos lo suficiente para pasar el resto de sus vidas juntos... incluso si no
hubiera el amor entre ellos.
Justin apartó un mechón de su cabello suelto en la cara. —Tú, luces hermosa
cariño —dijo—. Ahora sé... que eres realmente Andrea Blanc. Pero siempre serás
Adrienne para mí... mi Adrienne.
Adrienne sonrió amargamente. —Mi madre dijo que mis verdaderos papeles
de nacimiento dicen que soy Andrea Blanc. Mi pasaporte dice Adrienne Miller. Pero ese
no es mi verdadero nombre. Fue el nombre falso que mi padre eligió para evitar que mi
madre me encontrara. Ahora, no sé qué nombre realmente debería usar.
Justin la miró pensativo, sintiendo su confusión y su dolor por la forma en que
su vida había sido. Nunca es fácil saber que tienes dos identidades diferentes y no sabes
en cuál encajas realmente.
Le sonrió y le dijo—: Hagamos algo al respecto, ¿te parece?
Adrienne no entendió lo que quiso decir con eso. Pero luego se alejó de ella. La
miró fijamente, respiró profundamente y luego, lentamente, se arrodilló.
Adrienne respiró profundamente. Su corazón latía con fuerza en el interior de
su caja torácica, casi podía oírlo. Tuvo que agarrarse a los barandales junto a ella, ya
que no confiaba en sus rodillas para soportar su peso.
Justin tomó algo de su bolsillo. Era una pequeña caja negra. Él la abrió delante
de ella y vio un brillante anillo de diamantes de cinco quilates.
Justin respiró profundamente de nuevo. —Hay un millón de cosas que quería
decirte. Cien líneas que pensé que diría siempre que imaginara el momento en que
finalmente te propondría matrimonio... de verdad. Pero ahora mismo, todo lo que
puedo decir es que te amo, Adrienne... te amo... mucho, mucho. Te dije esto a ti antes, y
voy a decirlo de nuevo ahora... tú eres con quien yo quiero pasar el resto de mi vida. No
quiero dejarte ir nunca. No importa cuántas veces me has liberado. Había planeado
proponerte matrimonio después de que convenciera a mis padres de que no había
manera de que me obligaran a tomar otra novia. Pero ahora... por algún milagro, ya no
necesito hacer eso nunca más.
—…Pero te digo estas cosas no porque nuestras familias arreglaran esto. Pero
esto es lo que quiero... para el resto de mi vida. Te amo tanto, que estoy dispuesto a
renunciar a todo por ti... vivir para ti... estoy dispuesto a morir por ti. Tú eres mi vida...
ahora, para siempre, siempre —Había lágrimas en sus ojos cuando dijo esas palabras.
Luego, con una tristeza miró a sus ojos y añadió—: Tú no tienes que elegir cuál de tus
nombres quieres usar. ¿Me dejarás cambiarlo al nombre que legítimamente te
pertenece...el que más te conviene? ¿Serías Adrienne Adams? ¿Te casarías conmigo?
Las lágrimas rodaron por los ojos de Adrienne. Ella quería encontrar su voz de
inmediato, pero no podía dejar de llorar. Los ojos de Justin también estaban llenos de
lágrimas, mientras aguantaba la respiración por su respuesta.
—Sí —dijo ella cuando finalmente encontró su voz—. ¡Sabes que yo lo haré! —
Y se arrodilló delante de él, arrojándose en sus brazos.
Él la agarró y la rodeó con sus brazos. La abrazó con fuerza, enterrando su cara
contra el cabello de ella, como ella enterró la suya contra el pecho de él
Saborearon ese momento. Están comprometidos. No por algún tipo de
matrimonio arreglado. No en el hipotético mundo de las apariencias. Sino en el real. En
este extraño giro de acontecimientos, su universo paralelo, donde están
comprometidos y planean pasar el resto de sus vidas juntos, sin los obstáculos... se hizo
realidad.
Adrienne se alejó de Justin y lo miró a los ojos. Él sonrió con lágrimas en los
ojos, mientras tomaba su mano y deslizaba el anillo en su dedo. Encajaba perfectamente
en ella.
Justin se inclinó hacia adelante y lentamente, besó sus labios... a fondo...
apasionadamente. Y Adrienne deseaba que ese beso nunca terminara. Cuando lo hizo,
se puso de pie y la levantó con él. Luego la levantó y la hizo girar. Ella estaba llorando y
riéndose al mismo tiempo
Cuando Justin la puso de pie, ella se limpió las lágrimas de sus mejillas y admiró
la brillante roca de su dedo.
—Es hermoso —le dijo.
—Tú también —le susurró Justin—. Era el anillo de compromiso de mi madre.
Me lo dio antes de que viniera aquí. Ella estaba realmente con la esperanza de que tú y
Justin J. se llevaran bien —se rio.
—Sí. Estuve tan cerca de golpearlo... ¡con un bate de aleación de titanio! —dijo
Adrienne.
Justin se rio. —Y yo creo que Jordan, me dijo realmente que eras bastante
combativa. Saber ahora que eras tú... me hace sentir muy orgulloso.
—En su tarjeta de negocios, decía Justin J. —dijo Adrienne—. ¿Cuál es el
significado de la J.?
—Mi segundo nombre, Jeffrey —respondió Justin—. Mi gemelo murió unos
cuantos días después de que naciera. Mi madre pensó en darme su nombre para que él
siempre viviera en nuestros recuerdos... a través de mí.
—¿Por qué no pusiste tu apellido en la tarjeta de negocios entonces? —
preguntó Adrienne.
—¿Estás bromeando? ¡Si esa tarjeta se filtra con mi nombre completo acabo de
cometer un suicidio social! —dijo Justin.
Adrienne se rio. —Esa tarjeta era una manera segura de apagar a una chica.
—Esa fue la idea de Ian —dijo Justin.
—¿Tus primos te ayudaron a darme las peores horas de mi vida?
—Estábamos tratando de arruinar a Andrea Blanc. Y funcionó ¿verdad?
Adrienne asintió. —Me atrapaste con 'machito' —dijo, ahora riéndose en el
recuerdo de su reunión de la tarde con Jordan, alias N-1-9-8-9.
Justin levantó una ceja, claramente no entendió lo que ella quería decir con eso.
—Cuando Jordan pidió café en la tienda, pidió un 'machito', en lugar de un
'macchiato'. Pensé que era un idiota.
Justin se rio. —Él es bueno. No hay absolutamente ninguna manera de que
pueda confundir un 'macchiato'. Su familia es dueña de una enorme cadena de
cafeterías en los Estados Unidos.
Adrienne sacudió la cabeza. —¡No puedo creerlo, chicos! —dijo—. Tus primos
van a ser mi muerte.
Justin se rio. —A Ian y a Gian les gustabas tú, Adrienne. Entonces salieron fuera
del camino para hacer que Andrea Blanc pagara.
—Si hubieras enviado a Gian, nuestro problema se habría resuelto antes.
—Si respondieras mis llamadas o realmente devolvieras mis mensajes y me
contaras todo sobre tu verdadera identidad, habríamos terminado con esto antes de
que conocieras a Jordan.
—Yo era un desastre en esos tiempos. Todo el asunto de mi familia fue
simplemente abrumador. ¿Por qué no me llamaste después de eso entonces?
—Porque era parte de mi acuerdo con mi padre. No podía contactarte. Se
suponía que iba a centrar toda mi atención en hacer que mi prometida se enamora de
mí. No quería romper esa promesa porque yo no quería que descubriera exactamente
lo que yo estaba haciendo. Hasta que yo cumpliera mi misión, por supuesto.
—¡Felicidades! ¡Misión cumplida! —Adrienne sonrió—. ¿Qué planeabas hacer
en esta fiesta ahora que te presentas como tú mismo y sin la ayuda de Mischief Jordan?
—Algo que haría que Andrea Blanc deseara estar comprometida con el falso
Justin en su lugar. Al menos fue un poco gracioso.
Adrienne entrecerró los ojos hacia él. —¿En serio? ¿Tú dejarías el caballero
detrás de la capa sólo para hacer que te odie?
—Los tiempos desesperados requieren medidas desesperadas, cariño —Justin
sonrió en ella—. Prefiero vivir en la vergüenza que en la miseria por el resto de mi vida.
—Jill me dijo que cuando te vio en Blush, estabas luciendo... más bien alegre. No
parecías nada miserable.
—Por supuesto. Jordan me dio las noticias de cómo mi prometida designada
nunca quiso volver a verme. El plan estaba funcionando. Y no podía esperar para que
todo esto terminara y así poder estar contigo.
—Si le hubieras pedido que me tomara una foto, habríamos salido de esta
miseria antes.
—No necesitaba una foto. No necesitaba saber cómo era ella. No me interesaba.
Adrienne suspiró. —No puedo creer que nuestros padres nos hayan hecho esto.
Justin le tocó la mejilla con los dedos. —Fue un infierno para mí, Adrienne.
Podría contar el número de días que realmente me mantuve sobrio, con una mano
Adrienne se mordió el labio y su corazón se fue a Justin. Ella tocó su mejilla con
su mano y se volvió de lado para besar el interior de su palma. —Creo que yo también
bebería todas las noches, si no me enterara de mi nueva familia. Fue doloroso saber la
verdad sobre mí misma. Pero al menos estaba agradecida de que me haya
proporcionado un poco de distracción. Y por supuesto... ahora yo entiendo por qué mi
hermana y mi madre nunca me quisieron realmente.
—Adrienne...
—Hmmm... —Adrienne miró fijamente a Justin.
—Nunca vamos a arreglar los matrimonios de nuestros hijos —él dijo—.
Nosotros les permitiremos encontrar su propia felicidad. Dejarlos ser libres de elegir la
persona que los harán felices.
Adrienne sonrió. —Estoy totalmente de acuerdo —dijo—. Mi madre arregló mi
propio matrimonio cuando tenía dos años. Ahora que me encontró de nuevo... ella
pensó que debería intentar enamorarme de mi prometido primero. Si no hubiera ido
M.I.A.8, me pregunto si ella me habría hecho cumplir esto... de la forma en que tus padres
lo hicieron.
—A juzgar por la forma en que mi madre fue tan firme en esto... tal vez.
—Tus padres van a estar muy contentos con esto, ¿verdad? —preguntó
Adrienne.
Justin la miró fijamente durante un rato. Luego asintió con la cabeza. —Ellos
estarán extasiados. Nuestras madres pensaran que era correcto entrometerse en
nuestras vidas. Mi padre se regodeará delante de mí y ellos probablemente organizaran
la boda del siglo para mañana.
Los ojos de Adrienne se abrieron de par en par. —¿Crees que lo harían?
—Conozco a mis padres, Adrienne. Y creo que incluso puedo conocer a tu
madre más que tú. La conozco desde hace más tiempo que tú —Justin la observó—. Y
sí... ¡estarían tan malditamente orgullosos de esto! Y ellos ni siquiera se sentirán
arrepentidos por el infierno que nos hicieron pasar.
—Tienes razón. Fue sólo por un milagro que nos enamoramos antes de que se
establecieran para presentarnos... pero en cualquier otra circunstancia ordinaria,
ambos, habríamos quedado devastados, ¿no?
Justin asintió. —Sí —susurró. Luego respiró profundamente y la llevó hacia él.
Le dio un largo beso en los labios y luego le preguntó—: ¿Confías en mí, Adrienne?
Ella sonrió contra sus labios. —Con todo mi corazón, Justin.
Se apartó de ella y sonrió. —Bien —Luego se la llevó de la mano con la suya y
la empujó hacia la salida.

8
M.I.A.: Connotación militar para indicar la perdida de una persona, ‘Missing In Action’ —‘Perdido
en acción’.
—¿Adónde vamos? —le preguntó ella.
Él se volvió hacia ella y sonrió. —¿Recuerdas mi último mensaje de texto para
ti? —preguntó
Ella asintió. —Por supuesto
—Todavía tenemos dos semanas —dijo.
—Sí... sí las tenemos.
Justin se acercó a ella. Con una sonrisa maliciosa en su cara, él dijo—: Bueno,
no creo que pueda esperar dos semanas más... Sra. Adams —Y le dio un beso que la dejó
alucinando y le quitó el aliento.
35. Rhedeg i ffwrdd
En galés para

Dos horas más tarde, Adrienne estaba en el aeropuerto con Justin. Ella no
estaba pensando. A ella no le importaba. Sabía que estaba mal de alguna manera. Pero
se sentía cansada de hacer siempre lo que todos a su alrededor esperaban de ella. Vivió
con una madrastra que nunca vio nada bueno en lo que hizo, un padre que no sabía
cómo defenderla, y ahora ella tenía una madre que trazó su futuro sin siquiera decírselo.
Tal vez el tiempo tuvo que ver para que ella piense por sí misma. Es hora de seguir su
corazón e ir tras lo que quería. Y eso es Justin.
Jin entró en el vestíbulo del aeropuerto, llevando una pequeña bolsa con él. Le
envió un mensaje de texto diciendo que se iba de la fiesta y que necesitaba que trajera
algunas de sus cosas al aeropuerto.
La miró con una expresión sobria en su rostro.
—Espero que sepas lo que estás haciendo, Adrienne —le dijo.
—No lo sé —le dijo ella—. Pero por primera vez en mi vida, estoy sólo...
haciendo lo que quiero.
Él le sonrió y miró hacia el mostrador donde estaba Justin, reservando sus
vuelos.
—¿Y es él? —preguntó.
Adrienne asintió. Luego le preguntó—: Jin... ¿sabías que mamá arregló un
matrimonio para mí?
Jin levantó una ceja. —No. Si lo supiera, habría hecho algo sobre ello. Estoy en
contra de los matrimonios arreglados, Adrienne. Sabía que mamá jugaba a la
casamentera. Pero no sabía que ya te había condenado.
Adrienne asintió. —Me lo dijo en la fiesta.
Jin sonrió. —Estaba tan preocupada. No sabía cómo decirle a Christine que no
querías seguir con esto. Pero entonces, no apareciste en la fiesta y me enviaste un
mensaje de texto diciendo que te habías ido. Ahora, se siente tan culpable de que te
asustó.
—Oh Dios mío, Jin —su mano se fue a la boca—. ¿Está bien?
Jin sonrió. —Ella estará bien. Hagámosla pensar en lo que ha hecho por un
tiempo. No puede meterse en nuestras vidas de esta manera.
—¿Ellos lo saben?
—¿Que el tipo con el que te pusieron la trampa ya era tu novio? —preguntó Jin.
Agitó la cabeza—. Sólo yo lo sé. Porque cuando tu prometido apareció en la velada, lo
reconocí inmediatamente. Me acordé de él del bar, la primera vez que te conocí. No
sabía que era el Justin Adams, cuya familia había estado tan cerca de nosotros todos
estos años. Pero yo no diré eso, Yen. Disfrutemos de esta pequeña broma para nosotros
mismos por un tiempo —él sonrió.
—¿Qué pasa con los padres de Justin?
Jin miró de nuevo hacia donde estaba Justin. —Creo... que su teléfono no para
de sonar. No seré yo quien les dé la noticia. Si me lo preguntas, nuestra madre y sus
padres merecen que se les dé una lección —Entonces Jin le guiñó un ojo. Le dio una
pequeña bolsa—. Agarré todo lo que pude. Tus identificaciones, cartera y pasaporte
están en el bolsillo. ¿Adónde van ustedes de todas formas?
Adrienne sonrió a Jin con incertidumbre. Por primera vez, ella no sabía dónde
estaba su destino, pero tenía una fe total en Justin. Ella le confió su corazón, y ahora, le
está confiando su vida.
—No lo sé. No me importa. Ahora mismo, sólo... quiero estar con él.
—Le dije a mamá que pensaba que te habías escapado y que iba a venir por ti.
Probablemente le diré que querías volver a New York y pensar por un tiempo. Después
de todo... todo este alboroto podría ser abrumador, también. Estoy seguro de que
debería darte tiempo considerando que nos ocultó a todos cómo trató de manipular tu
futuro.
—Jin, por favor no dejes que piense que va a perderme de nuevo. Esto es sólo...
algo que tengo que hacer. Rompí con Justin hace un par de semanas porque su familia
lo arregló para que se casara con otra persona. Su familia lo repudió. No podía hacerle
eso. Así que lo dejé para que él pudiera conocer a la chica que sus padres eligieron para
él. Y casi se rompió parte de mí. Aunque él no se dio por vencido conmigo. Sin embargo,
luchó por mí Yo herí a Justin cuando lo dejé. Hemos pasado por lo peor en nuestras
vidas. Necesito compensarlo, ahora que sé que sus padres ya no lo repudiarán si elige
estar conmigo —Adrienne tomó un profundo respiro—. Sólo quiero que saboreemos
este momento.
Jin asintió. —Mientras seas feliz, Yen —Se inclinó hacia adelante y le dio un
abrazo—. Odio que te haya recuperado y que ahora te estén llevando lejos de mí —
susurró y su voz realmente tenía un rastro de tristeza.
—No me perderás, Jin —dijo Adrienne, con las lágrimas brotando en sus ojos
mientras abrazaba a su hermano.
—Lo sé. Pero cuando te vea de nuevo, tengo la sensación de que serás...
Adrienne Adams. Impresionante anillo, por cierto. ¡Felicitaciones!
Se rio y luego se alejó de él. —Cuida de mamá, ¿sí? No dejes que se ponga muy
triste. Sí, no debería haberse metido con mi vida. Pero no quiero que se deprima.
Además, ella ya se disculpó conmigo y prometió cancelarlo.
Jin asintió. —Por supuesto. No estoy de acuerdo con lo que ella hizo, pero sigue
siendo nuestra madre. Ella merece saber que su plan funcionó después de todo... bien,
después de sentir lástima por ello, por supuesto.
Justin apareció detrás de ellos. Miró a Jin por un rato y luego le extendió la
mano.
—Soy Justin —le dijo a Jin.
Jin estrechó su mano. —Y soy el tipo que te dará una paliza si le haces daño a
mi hermana.
—¡Jin! —Adrienne siseó a su hermano.
—Está bien, cariño —dijo Justin. Luego se volvió hacia Jin—. No lo haré, cuidaré
de ella, no tienes que preocuparte. Estará más segura cuando esté conmigo.
Jin asintió. Luego se volvió hacia Adrienne. —Manténgase en contacto.
Llámame si necesitas cualquier cosa. ¡Y quiero decir cualquier cosa!
Adrienne asintió. Luego volvió a abrazar a Jin. —Te amo, Jin —ella le susurró.
Y lo dijo en serio. Aunque, ella acaba de conocer a su hermano, se las arregló para
construir un vínculo de hermanos con él de la manera en que Kimberly nunca lo hizo
en los veinticinco años que pensó que era su hermana.
—Yo también te amo, hermana. Sé feliz, ¿de acuerdo?
—Sabes que lo seré.
Jin se fue y Adrienne se volvió hacia Justin.
—¿Ese tipo va a ser mi cuñado? —preguntó, levantando una ceja mientras
miraba fijamente la espalda de Jin.
—Justin...
—Recuerdo que quería meterle todos los dientes en la garganta cuando yo
pensé que estaba interesado en ti.
Adrienne sonrió. —Él lo estaba, pero no por las razones que pensabas. Él
sospechaba que yo era su hermana perdida.
—¡Gracias a Dios, lo fuiste! —Justin sonrió.
—Me sorprende que no lo hayas reconocido.
—Probablemente odia ir a nuestras pequeñas reuniones familiares, tanto como
yo. Así que, nunca nos conocimos. Pero siempre he sabido que con la chica que se
supone me casaría pertenece a la familia Starck. Una vez, pensé que él iba a ir por ti,
temía un destino inimaginable para mí. Tú, convirtiéndote en mi cuñada.
Los ojos de Adrienne se abrieron de par en par. —¡Oh Dios mío! Eso sería
realmente un desastre, ¿verdad?
—Sí. No quería ni pensar en lo que iba a hacer. Creo que probablemente viviría
al otro lado del mundo y nunca aparecería en las reuniones familiares, nunca.
Adrienne se rio. —¿Por qué harías eso?
Los ojos de Justin se estrecharon hacia ella. —¿Realmente pensaste que alguna
vez podría dejar de amarte, Adrienne? —Le apartó un mechón de su cabello suelto de
su cara—. Probablemente querría matarme todos los días si terminara con ese destino.
Adrienne sonrió. —Entonces agradezcamos que yo era la desaparecida
hermana de Jin Starck en su lugar. Así que sé bueno con él, ¿ok?
La llevó hacia él y le dio un suave beso en los labios. —Sí... por ahora. Así que
casémonos pronto para que pueda mostrarle quién es el jefe.
Adrienne se rio. —¿A dónde vamos, de todos modos?
Justin le sonrió. —Nos fugamos a Italia —respondió. Entonces él la miró con
una expresión de nostalgia en su hermoso rostro—. ¿Estás segura sobre esto, cariño?
Porque una vez que abordes ese avión, no habrá vuelta atrás. Cuando vuelvas a París o
a Nueva York, serás la Sra. Justin Adams —Sus ojos estaban bailando y Adrienne podía
ver simplemente lo feliz que era. Y ella se sentía exactamente de la misma manera.
—¿Tus padres ya te llamaron?
—Una vez cada cinco minutos en las últimas dos horas.
—¿Les has contestado?
—No. Le envié a mi madre un mensaje de texto de disculpa.
—¿Qué le has dicho?
Justin se encogió de hombros. —Lo siento, mamá. Realmente amo a mi novia.
Y yo sólo la quiero en mi futuro. Algún día espero que lo entiendas. Y eso es todo.
—Justin... ella pensará que te fugaste con tu novia —dijo Adrienne.
Justin le sonrió. —Y lo estoy haciendo.
—Pero... no me conocen.
—Sí. No saben que ya estoy enamorado de la chica con la que ellos querían que
me casara. Y ahora mismo, no estoy muy emocionado de dar la noticia a ellos, todavía.
—Justin... se enfadarán con nosotros por haber huido.
—¿Tú crees? —preguntó. Luego sonrió—. Tendrán el final que querían. No
quiero que se regodeen todavía. Quiero que paguen incluso un poco de precio por ello.
—¿Por eso nos fugamos a Italia? —preguntó.
Él le sonrió maliciosamente. —Esa es mi excusa —dijo. Luego su cara se puso
seria—. La verdadera razón es que... sé lo que fue no tenerte en mi vida y me enfrento a
un futuro incierto, sin siquiera saber con seguridad que vas a ser parte de ello. Ya no
quiero eso, Adrienne. Quiero despertarme contigo por las mañanas y tenerte en mis
brazos en las noches. En este momento... no me importa lo que nadie piense o sienta. Es
nuestro momento, Adrienne. Esta vez... lo que importa somos sólo nosotros dos.
Nuestros padres... amenazaron nuestra felicidad antes. Sólo quiero asegurarme de que
ellos no puedan volver a hacer nada.
—Se decepcionarán cuando sepan que nos hemos casado sin ellos. Nuestras
madres probablemente planearon nuestra boda en sus cabezas hace mucho tiempo.
—Pero ese es el punto. Estaban planeando la boda de unos niños con los que
arreglaron para casarse. No somos nosotros, Adrienne. Nos enamoramos entre
nosotros, sin su ayuda o influencia de ellos. Nuestra historia de amor siempre ha sido...
sólo de nosotros dos —dijo Justin—. Planeé casarme contigo en Italia. Así, en un
ambiente romántico, adecuado para dos amantes que ganaron su pelea contra el
mundo. Nada debería cambiar eso, sólo porque descubrí que tú y la chica con la que
arreglaron para casarme son la misma persona. Todavía me estoy casando con
Adrienne Miller. No con Andrea Blanc.
Adrienne le sonrió. Ella pensó que él tenía razón. Aceptó su compromiso con el
hombre que amaba con todo su corazón. No con la persona que su madre pensó debía
casarse. Claro, sus padres podrían estar decepcionados y probablemente se enfadarían
con ellos cuando no regresen mañana o al día siguiente. Pero han pasado por mucho en
las últimas semanas. Pensó que se merecían este pequeño pedazo de cielo. Y nada
cambió entre los dos. Especialmente no su amor por el otro.
—A menos que... quieras una gran boda, cariño —dijo—. En ese caso, nos
vamos a Italia no para casarnos... sino para adelantar nuestra luna de miel —le sonrió.
Adrienne le sonrió. Ella sacudió la cabeza. —Nunca quise una gran boda. Sólo
porque descubrí que mi madre es rica y puede permitirse el lujo de la boda más grande
del siglo no significa que cambiaría lo que soy y lo que quiero. Sigo siendo Adrienne
Miller, la chica con necesidades y deseos simples. Y ahora mismo... sólo quiero una cosa
—Ella miró fijamente a Justin—. A ti.
Le sonrió. —Entonces te prometo que no te arrepentirás, Sra. Adams.
—Aún no soy la Sra. Adams —se rio.
Le besó los labios y la llevó hacia los mostradores del check-in. —Lo serás en
menos de una semana. Así que mejor acostúmbrate a ese nombre... Sra. Adrienne Adams
—le guiñó un ojo.
Mientras caminaba a su lado, dijo su nuevo nombre en su cabeza.
Adrienne Adams.
—Me gusta mucho —ella le dijo—. Se siente como... yo.
36. Upendo ni nuru ya
maisha
Swahili para "

Justin y Adrienne llegaron a un hotel de lujo en Florencia. Era más como una
casa lujosa y sofisticada que un hotel con su elegante fachada adosada, muebles
neoclásico y colecciones de arte de siglos en una estructura de cuatro pisos.
Fueron recibidos calurosamente por todo el personal, vestidos con trajes y
uniformes caros.
Adrienne le devolvió el parpadeo a Justin, obviamente impresionada por el
trato VIP que recibieron. Justin sonrió y le susurró—: Alquilé todo el lugar durante toda
la semana. Así que somos sus únicos huéspedes.
Los ojos de Adrienne se abrieron de par en par. —¡Justin! —siseó—. ¡Eso es
demasiado!
—¿Qué sentido tiene fugarse si no puedes tener algún tipo de privacidad,
¿verdad? —preguntó, con los ojos parpadeando. Una pareja se acercó a ellos. Justin
sonrió al ver a su primo, Mason. El único primo que Adrienne no había conocido todavía.
Su esposa, Abigail, lo acompañó.
—¡Justin, mi hombre! —Mason lo saludó calurosamente cuando se acercó ellos.
Los dos tipos se dieron un abrazo varonil. Justin no había visto Mason en casi
un año y entre sus primos, Mason era su mejor amigo. Lamentablemente... no estaba...
en buenos términos con sus padres. Justin no podía olvidar el día que saco todo para
conseguir su avión privado para llevar a Mason a Italia. Y desde entonces, Mason nunca
miró atrás.
En cierto modo, Justin no podía culparlo. Mason era negro y azul y siendo
retenido por algunos tiburones de póker para pedir rescate a los que debía mucho
dinero. Medio millón de dólares a cambio de su vida. Los padres de Mason se negaron a
pagar. Ni siquiera le creyeron. Pensaron que estaba orquestando todo el asunto para
obtener más dinero de ellos.
Justin no podía dejar que le pasara nada a Mason, sin importar cuántos errores
cometió. Así que, pagó el dinero de su propio bolsillo, llevó a Mason al hospital para que
lo trataran, y luego abordo su avión privado a Italia, donde vivía su novia Abigail
durante mucho tiempo.
Se alegró de ver que Mason aprendió la lección. Justin dio a su primo un nuevo
comienzo. Al final consiguió su propio hotel-casino en la ciudad y por lo que parece, lo
hizo bastante bien.
El juego no le gustaba a su familia, pero a Justin le encantaba que Mason hiciera
buen uso de sus talentos para variar.
Justin se volvió hacia Adrienne y le dijo—: Mason, me gustaría que conocieras,
Adrienne. Mi prometida.
Mason sonrió ampliamente. —Me alegra conocer finalmente a la mujer que
enderezó a mi primo mayor —sonrió. Luego se volvió hacia la mujer a su lado—. Y esta
es la mujer que me enderezó, Abi, mi esposa.
Adrienne les sonrió a ambos y les dio la mano. —¿Cuántos más de tus primos
aún escondes de mí? —le preguntó a Justin.
—Es el último, lo prometo —Justin se rio. Luego se volvió hacia Mason—. ¿Todo
listo?
—Tres días más, primo —respondió Mason—. Tus peticiones de última hora
van a ser mi muerte.
—Por favor, haz todo lo que puedas. No quiero que nadie venga y poner fin a
todo esto, ya sabes —dijo Justin.
—¿Tienes miedo de que haya alguien más poderoso que el formidable Justin
Adams? —bromeó Mason.
—Sabes que lo hay —murmuró Justin—. ¡Su nombre es Jac Adams!
—Oh, tienes razón. ¿Cómo están todos en casa?
—Todavía está loco —respondió Justin bruscamente—. Pero nadie está más
loco que tú, por supuesto.
Mason se rio de corazón. —Me niego a renunciar a la corona. Ni Jordan ni Gian
parecen estar en condiciones de llevarla.
—Considerando que has llevado las travesuras al extremo, probablemente
tengas razón —dijo Justin. Incluso cuando estaban creciendo, Mason se metió en un
montón de cosas. La marihuana, la bebida, el tabaco, el juego, las pandillas, las peleas
callejeras y algunas cosas subterráneas. Hizo que Justin, Jordan y Gian parecieran
ángeles.
—¿En qué habitación quieres quedarte? —preguntó Mason—. Tienen veinte,
todos para su propia disposición.
—Justin... esto es demasiado —siseó Adrienne a su lado.
Él la rodeó con un brazo y le dio un suave apretón. —Sólo porque nos estamos
fugando no significa que voy a hacer una experiencia apresurada, menos romántica
para ti, cariño —dijo, mirándola—. Vamos, tenemos que elegir una habitación.
Todos entraron en el pequeño ascensor, que los llevó al último piso.
Sólo había dos habitaciones en este piso. Y ambas eran elegantes, cubiertas con
papeles de color crema con ribetes dorados. Ambas habitaciones tenían cuatro camas
de tamaño real, lámparas de cristal, vestidores, armarios, chimeneas y zonas de
descanso con lujosos sofás. Los grandes balcones proporcionaban vistas sorprendentes
de la ciudad.
—¿En cuál quieres quedarte, cariño? Estoy de acuerdo con cualquiera de ellas
—le dijo Justin a Adrienne.
Adrienne le dio la espalda. Ella estaba mirando la vista de la ciudad. Luego se
dio la vuelta y miró a Justin. Sus ojos parpadeaban y le dio una sonrisa deslumbrante.
Justin tuvo que parpadear. Sintió que su corazón dio un vuelco y todavía se preguntaba
cómo podía robarle el aliento con sólo una simple mirada o una sonrisa sexy.
Justin sintió esa sensación familiar de deseo que se arrastraba a través de él,
otra vez, y de repente, tuvo el impulso de empujar a Mason y a su esposa fuera de la
habitación para poder salirse con la suya con su prometida. Habían pasado tres
semanas desde que él le hizo el amor por última vez... tres semanas desde que sus
deseos fueron satisfechos. A él no le importaba ser célibe por tanto tiempo. Durante las
semanas anteriores, su único enfoque había sido cómo salir de la prisión a la que sus
padres lo enviaron. Gracioso cómo la idea de casarse con una chica a la que no amaba
le bastaba para dejar de pensar en el sexo en absoluto.
—¿Cuándo nos vamos a casar? —le preguntó Adrienne, sus ojos brillaban y se
dio cuenta de que ella estaba tramando algo.
—Tres días —susurró Justin incierto. Estaba tratando de entender lo que tenía
en mente.
Adrienne le sonrió ampliamente. —Me quedo con esta habitación. Y tú puedes
tomar la que está al otro lado del pasillo.
Justin no creía haber escuchado bien. —Lo siento, ¿qué?
—He dicho que me quedo con esta. Y tú podrías tomar la otra.
Detrás de él, Justin escuchó a Mason riéndose.
—¿Por qué?
Adrienne se encogió de hombros inocentemente. —Porque aún no estamos
casados. Seguramente, no podríamos compartir un dormitorio hasta entonces.
Justin miró fijamente a Adrienne como si hubiera perdido completamente la
cabeza. Él no pudo entender por qué pidió eso. ¿No estaba ella contando? ¡Han sido tres
semanas!
—Adrienne... —respiró profundamente, tratando de mantener la calma—.
Cariño... hemos dormido en la misma habitación antes. De hecho, casi hemos estado
viviendo juntos hasta que... ¡descubriste lo que mis padres me prepararon para
casarme!
Adrienne le hizo un pequeño puchero. Se acercó a él y le puso las manos en el
pecho. Su toque casi lo quemó. Respiró profundamente para calmar sus nervios.
—Bueno... alquilaste como veinte habitaciones —dijo ella inocentemente y él
sabía que lo hacía deliberadamente—. Es una pena si no lo maximizamos tanto como
podamos. Si sólo alquilaras una habitación, entonces no tendríamos elección de no
compartir, ¿verdad?
Detrás de él, Mason no pudo evitar reírse. Justin quería golpear algo y él está
subiendo muy alto en la lista de objetivos.
—Cariño... —Justin respiró profundamente—. Esto no es gracioso. Habló en
serio.
Ella lo miró fijamente. —Yo también, Sr. Adams —dijo—. Me tendrás por el
resto de tu vida. Eso es en tres días. Seguramente, puedes esperar, ¿verdad?
Justin respiró profundamente. Luego inclinó su cabeza hacia la derecha. —
¿Pueden dejarnos, por favor? —le preguntó suavemente a Mason. Él y su esposa,
cerraron la puerta detrás de ellos.
Justin se volvió hacia Adrienne otra vez. Quería besarla y tirarla en la cama y
hacerla gritar su nombre una y otra vez. Pero ahora... ella está diciéndole que no sólo se
iban a quedar en diferentes habitaciones, sino que iban a esperar hasta su luna de miel
para hacer las cosas que él quería hacerle en la cama.
Justin dio un suspiro de frustración. —Me estás matando —le susurró a ella.
—¿Me amas de verdad o sólo quieres tener sexo? —preguntó—. Porque si ese
es el caso, entonces no nos casemos. Quedémonos en la cama todo el día durante una
semana y luego volvamos a casa.
La empujó hacia él con demasiada brusquedad, lo que la asustó un poco. —
Pequeña descarada. Sabes que te amo. Y no vas a salir de Italia hasta que te conviertas
en Adrienne Adams —Le dio un apasionado beso en los labios. Rastreó sus labios con
su lengua e invadió su boca en un beso que la dejó sin aliento y con ganas de más.
Cuando se alejó de ella, su cara estaba sonrojada y parecía desorientada. Su respiración
era irregular y Justin sabía que ella estaba tan perdida en el deseo como él. Le sonrió—
. Duré tres semanas. Seguramente, puedo durar tres días más —Con una sonrisa
maliciosa, añadió—: Pero me aseguraré de que tú también lo supliques.
Luego la liberó. Adrienne tuvo que apoyarse en uno de los sofás para
sostenerse. Parecía desorientada e inocente y Justin sólo quería tomarla en ese mismo
momento. Pero ella pidió tres días. Y como caballero que es... él se los dará. Pero él se
negó a ser el único herido y quemándose cada vez que se tocaban.
Adrienne lo miró. —No haremos el amor hasta que estemos casados —dijo,
pero su voz ya no tenía mucha convicción—. ¿Tenemos un trato?
Justin dio un paso más cerca de ella. Ella dio un paso atrás, como si temiera que
sus defensas se desmoronarían si la tocaba.
—Es lo único que no podemos hacer, ¿ok? —confirmó—. Consumar el
matrimonio antes de que digamos nuestros votos.
Ella sonrió y asintió con la cabeza.
Justin le sonrió. —Estás jugando con fuego, Adrienne. Es un juego peligroso —
él entrecerró sus ojos en ella y le dio una diabólica sonrisa—. ¿Estás segura de que
quieres jugar contra mí? Yo soy después de todo... Justin Adams. ¿Cómo solías
llamarme? ¿El más notorio playboy de Manhattan?
Justin no extrañó su dura respiración y le sonrió. Él dio un paso más cerca de
ella. Ella dio un paso atrás. Él dio un paso hacia ella y siguió retrocediendo, hasta que se
golpeó con la pared detrás de ella. Justin dio un último paso hacia ella, atrapándola
contra la pared y su cuerpo. Él la atrapó, envolviendo sus brazos alrededor de su
cintura.
Adrienne puso sus manos contra su pecho, dándole un suave empujón que no
fue convincente.
—Justin... —susurró.
—¿De verdad puedes detenerme, Adrienne? —le preguntó.
—Justin, por favor... —susurró ella.
Él le sonrió y luego se inclinó hacia adelante y tomó su boca con la suya. Se abrió
a él como una flor. Y Justin se deleitó con el hecho de que tuvo tanto efecto en ella, como
ella tuvo tanto efecto en él.
Pronto, se estaban besando como si quisieran compensar todas las semanas
que perdieron. Justin le acarició el cuello y la hizo gemir. Él sintió que se caía
completamente. Se estaba volviendo más y más suave a cada segundo, haciéndole más
fácil romper su resolución. Y Justin sabía que él, también, se ahogaba suavemente en
ese trance. Un beso más, un tirón más hará imposible que se controle a sí mismo.
Hubo un golpe en la puerta. Ambos se detuvieron, dándose cuenta de que
Mason y su esposa probablemente aún los estaban afuera esperando. Justin apoyó su
frente contra la de Adrienne. Respiró profundamente. Luego él la miró a los ojos y
sonrió suavemente.
—Nos estás haciendo pasar un infierno a los dos, pequeño sádica —le dijo y le
dio un beso en los labios otra vez—. Dios, va a ser tan difícil poner mis manos sobre ti y
luego detenerme a mitad de camino.
Adrienne se rio. —Es la tradición, Justin —afirmó—. La novia y el novio no
deben hacerlo hasta la luna de miel, ¿recuerdas?
Inhaló el olor de ella. —Hmmm... —murmuró—. No me gustan las tradiciones.
Se rio. —No eres el único que sufre, sabes. Es difícil para mí también.
—¡Y, sin embargo, no soy el que hizo las reglas! —murmuró.
Ella se rio y lo besó suavemente en los labios. —Tres días, cariño —susurró—.
Y seré toda tuya.
La llevó hacia él una última vez y le besó la frente. Luego él respiró
profundamente y dijo—: Casi no puedo esperar.
Cenaron con Mason y su esposa en uno de los jardines-restaurante en el hotel.
Discutieron los arreglos para la boda.
Mason conocía a algunas personas y usó sus conexiones para asegurarse de que
obtuviera rápidas aprobaciones para su licencia de matrimonio. Sería una boda de
jardín que se celebrará en una de las fincas más grandes de la Toscana. Justin usó la
palabra "finca", pero era un poco más que eso. Quería que fuera una sorpresa para
Adrienne.
Abigail les dio todos los detalles sobre los arreglos florales, decoraciones del
lugar, famosos fotógrafos y videógrafos que estarán volando desde los Estados Unidos.
Y por supuesto, el vestido de Adrienne.
—¡Espera! —intervino Adrienne—. Esto suena como una gran boda —se volvió
hacia Justin—. Creí que íbamos a tener un encuentro íntimo y simple.
—Va a ser íntimo. Solo tú y yo, y estos dos como nuestros testigos. Pero quiero
que sea lo más asombrosa posible. Como tu vestido... quiero que lleves un vestido de
novia como siempre has querido. Sólo te casarás una vez, Adrienne. Claro, podemos
renovar nuestros votos en un par de años, pero esta es tu boda. Y quiero que esté cerca
de lo que has soñado.
Adrienne le sonrió y asintió con la cabeza. Sus ojos estaban un poco llorosos y
le rompió un poco el corazón saber que ella deseaba poder tener algunos de sus seres
queridos con ella en este día. Justin respiró profundamente y la llevó hacia él. Le besó
la parte superior de la cabeza y le susurró—: Te amo —Ahora mismo, eso era lo único
que podía hacer para hacerla sentir mejor.
—Te amo —le susurró ella.
—Vamos a ir a ver algo de alta costura mañana —dijo Abigail—. Tendrás que
probarte algunos vestidos, elegir uno y terminar todo para poder tenerlo listo a tiempo
para el gran día.
Adrienne asintió. —Está bien. ¿Algo más que necesitemos hacer? —ella dejó
salir un suspiro—. Estoy nervioso ahora.
Justin se rio. —Estoy seguro de que estos dos lo tienen cubierto. Han estado
trabajando en ello durante semanas.
Adrienne lo miró fijamente. —¿Semanas?
Justin asintió. —Les he estado pidiendo que hagan los preparativos mientras
yo hacía... la vida de mi prometida, arreglada, lo suficientemente miserable para
rechazarme.
—¿Qué pasó con eso de todos modos? —preguntó Mason—. ¿Cómo es que
saliste con éxito y antes de lo planeado?
Justin sacudió la cabeza. —No lo hice.
Los ojos de Mason se abrieron de par en par. —¡Mierda, hombre! Tus padres te
van a matar. No me malinterpretes. Me encanta todo este asunto de la rebelión que está
pasando contigo. Pero me preocupa cómo va a reaccionar el tío Jac.
—Se va a enojar por un tiempo —dijo Justin, sonriendo—. Y entonces estoy
cien por ciento seguro de que me perdonará.
—Él te ama —afirmó Mason—. Ojalá mis padres fueran tan indulgentes.
—No puedes conseguir lo que no pides, Maze —dijo Justin.
Mason solo gruño. Luego preguntó—: ¿Qué tan seguro estás de que ellos la
acepten? —miró a Adrienne—. No te ofendas, Adrienne.
Pero Adrienne sonrió y respondió por Justin—: Porque nuestros padres van a
descubrir que yo y la chica que arreglaron para que se casara somos la misma.
Mason y Abigail los miraron a ambos por un largo tiempo, incapaces de creer
en sus oídos.
—¿En serio? —preguntó Mason.
Justin asintió. Le dio a Adrienne un suave apretón. —¿El destino, no es eso?
Mason y Abigail asintieron incrédulos.
—Entonces, ¿por qué se fugan? Todos en casa estarán encantados de estar en
su boda.
—No quiero dar a nuestros padres la satisfacción de que tenían razón para
meterse en nuestras vidas de esta manera. Me dieron un infierno durante mucho
tiempo. Sólo quiero que sepan que no pueden hacerme eso. Incluso si me gusta cómo
terminó todo.
—Esa es una gran historia de amor —Abigail sonrió—. Entonces hagamos la
boda tan mágica como sea posible.
—No entiendo este asunto del matrimonio arreglado —informó Mason a
ellos—. Cuando Justin me lo dijo por primera vez, le advertí. Eso va a ser su cadena
perpetua.
—Casi tenías razón. Durante esos tiempos, contemplé por qué no se escapó
contigo hace tres años. Yo pienso que fue el deseo de nuestro abuelo. Él sentía que... él
le debía la fortuna a la familia del abuelo de Adrienne. Cuando no tenía dinero y todo lo
que tenía eran grandes ideas, el abuelo de Adrienne financió la primera empresa del
abuelo. Y nunca pidió nada de regresa. Nuestro abuelo siempre se sintió en deuda con
él. Eran como hermanos. Querían conectar a nuestras familias a través del matrimonio.
Pero él nunca tuvo un hijo. Tampoco el abuelo de Adrienne. Cuando ellos se enteraron
de nuestra existencia decidieron que nosotros seriamos los que hiciéramos sus sueños
realidad para ellos.
La cabeza de Adrienne se volvió a Justin. —¿Aprendieron de nuestra
existencia?
Justin se encogió de hombros. —Quise decir, cuando nacimos y ellos sabían que
tenían un chico y una chica de cada lado. Eso significaba que el matrimonio era posible.
Adrienne dejó salir un aliento fuerte. —Yo soy hija de mi madre de su primera...
relación. Al principio, mi madre pensó que su padre no sería capaz de perdonarla si se
enteraba de mí. Creo que... mi madre me dijo que cuando mi abuelo oyó hablar de mí...
que era una niña... la perdonó y le pidió que me trajera a casa —suspiró con tristeza—.
Y pensé que él realmente quería que yo fuera parte de su vida. Tal vez me aceptó porque
finalmente... tenía algo que ofrecer a tu familia.
Justin vio que Adrienne se había alterado de repente. Ella se sintió no deseada
toda su vida. Fue criada por una mujer que no quería hacer nada con ella. Y se dio cuenta
de que su abuelo la aceptó porque ella tenía valor. Era una herramienta de negociación.
Justin quería negar eso, pero no podía mentirle o hablar por ella de su abuelo.
Tal vez esa era su intención, pero Justin no lo sabía. Y lo último que quería era mentirle
sólo para hacerla sentir mejor.
La atrajo hacia él y le besó la frente. —Bueno... él no tiene que ofrecerte a mí,
ya lo sabes. Te aceptaría, aunque fuera en contra de su voluntad. Te robaría, aunque te
prometieran a alguien más o tú pertenecieras a otra persona —hizo una pausa y dijo—
: Espera, creo que en realidad hice eso —le sonrió—. Porque quiero que seas parte de
mi familia... mi vida. Eso es lo mucho que te amo, cariño.
Adrienne le sonrió. Luego se inclinó hacia adelante y descansó su cabeza en su
hombro.
—Dijiste que estabas tratando de hacerla miserable —preguntó Mason—. ¿Qué
hiciste?
—¡En realidad envié a Jordan a fingir ser yo y ser un completo idiota!
Adrienne se rio. —¡Funcionó! ¡Dios mío, quería matarlo! ¡Es... despreciable!
—Pero en realidad no te encontró odiosa —dijo Justin, recordando el día que
Jordan conoció a 'Andrea Blanc'.
Jordan lo llamó inmediatamente después de la reunión.
—Amigo, ¿estás loco? —preguntó Jordan, al otro lado de la línea—. ¡Esta chica
es hermosa!
—No me importa —le dijo Justin.
—No sólo linda. No sólo guapa. ¡Sino hermosa! ¡Y ni siquiera está usando
maquillaje! — dijo Jordan—. Y ella es... ¡genial! Ni siquiera fue grosera conmigo, aunque
entiendo que ella hizo todo lo posible por ser educada.
—De nuevo, no me importa —dijo Justin—. ¿No me digas que te estás echando
atrás de este trato?
—Es sólo que... —Jordan suspiró—. Ella no se merece esto, hombre —él dijo—.
¿No puedes al menos llegar a conocerla? Puede que te guste. ¡Demonios, me gusta y la
acabo de conocer!
—¿Te gusta? ¡Entonces cásate con ella en mi lugar! —Justin se quebró.
—¡Amigo, soy demasiado joven para esas cosas! Pero si sus padres pueden
esperar cinco más años, sí, me la llevaría. Yo también soy parte de esta familia. Así que es
básicamente lo mismo.
—¡Jordan, sólo haz lo que se te pide! —dijo Justin en una más voz autoritaria—.
¡O me quedo con mi 911!
Esa amenaza hizo que Jordan trabajara en irritar a Andrea Blanc aún más. Y
funcionó. Le trajo a Justin el consuelo de que incluso si la artimaña no funcionaba,
todavía se casaría con Adrienne de una forma u otra. Pero realmente lo prefirió de esta
manera. Aquí. En una de las ciudades más románticas del mundo. Sólo ellos dos.
—¡Estaba siendo desagradable con Jordan! —dijo Adrienne, sacando a Justin
de sus pensamientos.
—A los hombres generalmente les gustan las chicas combativas —dijo
Mason—. Cuando piensan que nos están repeliendo, en realidad nos estás intrigando. Y
cuando estamos intrigados, tendemos a volver por más.
—Oh Dios mío. ¡Entonces debería estar agradecido de que Jordan fuera una
farsa! —Adrienne puso los ojos en blanco.
—¿Te dijo tu madre que estuviste comprometida con él antes de conocerlo? —
preguntó Mason.
Adrienne negó con la cabeza. —Le dije que intentaría hacerme amiga de sus
amigos y sus hijos. Le dije que estaba esperando que mi prometido estuviera libre —
Luego se quedó mirando a Justin. Él apartó un mechón de su cabello suelto de su cara—
. Me alegra que todavía lucharas por nosotros después de que te liberé.
Justin le sonrió. —Nunca me daría por vencido con nosotros, cariño. Nunca
tomaría a otra mujer como esposa. Quiero estar tan felizmente casado como mis padres.
Adrienne suspiró. —Planeaba estar felizmente casada. Mis propios padres se
separaron incluso antes de que tuviera la edad suficiente para recordar a mi madre. Y
la madre que he conocido tenía un concepto retorcido de amor y felicidad.
Justin se inclinó hacia adelante y besó sus labios. —Te prometo que serás feliz,
cariño. Tu felicidad será mi máxima prioridad. Ya has terminado de estar triste ahora.
Tu madrastra y hermanastra ya no pueden tocarte... o hacer cualquier cosa para herirte.
Si lo hacen... pagarán el precio. Y no va a ser barato.
La voz de Justin tenía un toque de amenaza. Y lo dijo en serio. Adrienne ha
sufrido demasiado a manos de su familia. Ellos la menospreciaron y aplastaron. Al
convertirse en Adrienne Adams, nadie podía cuestionarla, dudar de ella o mirarla más
de cerca. Bueno, ella es una heredera por la familia de su madre de todos modos.
Convertirse en una Adams acabaría de sellar su lugar en el mundo de los privilegiados.
Justin sonrió al pensarlo. Antes no creía en el destino. Pero ahora... no pudo
evitar pensar que Adrienne nació para estar con él. Y nació para amarla por el resto de
su vida. Incluso si no se hubieran conocieron entre sí en Blush o vivir en la puerta de al
lado... o incluso si Jin Starck no la encontraba. Aun así, encontrarían una forma de estar
juntos. Ellos se enamorarían el uno del otro. Él elegiría casarse y pasar el resto de su
vida con ella. Porque Adrienne es y será siempre su destino... su elección.
37. Rohanás
Húngaro para

El día siguiente se volvió agitado para Adrienne. Abigail puede haber sido
tímida y tranquila al principio, pero ¡demonios! Ella dirigía un gobierno militar cuando
se trataba de organizar cosas. Se puso al teléfono, presionando al fotógrafo, videógrafo
y otros proveedores. Parecía tan meticulosa y tan estricta. Adrienne ya no se
preguntaba cómo se las arregló para enderezar al viejo Mason.
Abigail se volvió hacia ella, respirando profundamente. —Ok, he arreglado el
pastel. Ahora, vamos a llevarte a la casa de alta costura para que puedas elegir un
vestido.
Adrienne asintió. Casi se asustó de su futura cuñada. Mientras el chofer de Abi
las trasladaba a una tienda, habló sobre el teléfono en italiano. Casi levantaba la voz.
Adrienne lo encontró un poco más divertido.
Cuando colgó el teléfono, se volvió hacia Adrienne y sonrió. —Lo siento. Era
Justin —Se dirigió a su conductor para dar instrucciones en italiano. Adrienne no tenía
ni idea de lo que decía.
—¿Mi Justin?
Abi asintió. —Sí. Habla un perfecto italiano.
Ya era más del mediodía y Adrienne se dio cuenta de que no habían comido
todavía. Abigail la mantenía ocupada eligiendo cualquier cosa, desde cintas, hasta flores
al lino y papel. Los arreglos se veían grandiosos ahora y allí sólo serían cuatro personas
las que asistirían a la boda.
Se detuvieron en un pequeño hotel. Adrienne parecía confundida porque pensó
que irían a ver vestidos de novia.
—Abi, pensé que querías que eligiera un vestido.
—Sí, pero Justin me regañó por matarte de hambre —se rio—. Él dijo que
podíamos programar la compra del vestido después del almuerzo.
Adrienne sólo asintió con la cabeza, pero en el fondo le agradeció a Justin por
rescatarla. Abi parecía no saber cómo tomar un descanso. Ella estaba ¡todo trabajo,
trabajo, trabajo!
—¿Dónde está Justin? —le preguntó a Abi
—En el restaurante con Mason —respondió Abi—. Todos almorzaremos
juntos.
Abi la llevó por la escalera de mármol al entrepiso hasta el restaurante. La
puerta estaba cerrada. Abi se volvió hacia ella y sonrió.
—Sonríe, Adrienne —dijo Abi.
Adrienne no entendió lo que quería decir. Pero entonces abrió la puerta al
pequeño restaurante. Adrienne entonces vio a Justin y a Mason hablando con algunas
personas sentada frente a ellos. Adrienne miró a sus invitados y sintió como si su
corazón se subiera inmediatamente a su garganta mientras miraba sus caras familiares.
Los invitados de Justin eran nada menos que... Jill y Yuan.
—¡Oh Dios mío! —Adrienne respiró.
Jill dejó escapar un grito. Ella y Yuan se levantaron de sus asientos e
inmediatamente corrieron hacia ella para darle abrazos y besos.
—¿Qué están haciendo aquí? —les preguntó. Sus ojos empezaron a ponerse un
poco llorones. Esta fue una agradable sorpresa.
—Tu novio... quiero decir... tu prometido... —dijo Jill, sus ojos brillosos—. Nos
contactó anoche y nos dijo que nos pusiéramos en contacto inmediatamente con el
próximo vuelo a Italia. Sin importar el costo.
—¡No puedo creer que se hayan fugado! —dijo Yuan.
Adrienne agitó su dedo delante de ellos para mostrarles su anillo.
—¡Es maravilloso! —exclamaron.
—¿Herencia? —preguntó Yuan.
Adrienne no sabía exactamente la respuesta a eso. Justin se acercó a ella
envolviendo un brazo alrededor de su cintura y dándole un beso en la frente. Se volvió
hacia Jill y Yuan y dijo—: Ese anillo originalmente pertenecía a mi abuela. Ella se lo dio
a mi padre cuando le propuso matrimonio a mi madre. Y mi madre me lo dio cuando
quiso que me propusiera a mi... 'prometida'.
Los ojos de Yuan se abrieron de par en par. —¡Ustedes están muertos!
—Tal vez —Adrienne les sonrió misteriosamente.
Ambos levantaron una ceja y ella se rio. —Es curioso cómo mi madre me
arregló para que me casara con alguien, también.
Los ojos de Yuan y Jill se abrieron de par en par. —¿Qué?
Adrienne les sonrió ampliamente. —¿Cuáles son las probabilidades de que mis
padres me arreglaran para casarme con alguien de quien ya estaba enamorada?
—¿Tú? —Jill hizo eco—. ¿Tú eras la 'mocosa' que estaba destinada a casarse
con Justin todo el tiempo?
Adrienne se rio. —Sí. Es... surrealista, de verdad. Como, ¿cuáles son las
posibilidades, verdad?
—¡Las posibilidades de que eso ocurra no son ni siquiera una entre un millón!
—dijo Yuan con asombro.
—Sí —Justin estuvo de acuerdo—. Pero eso no cambia mi decisión. Mis padres
nunca podrían obligarme a casarme con nadie más que con tu mejor amiga.
—Y cuando te vi en Blush, parecías bastante feliz.
Justin se rio. —Tal vez lo estaba. Porque planeé asustar a mi designada
prometida y estaba funcionando. No tenía ni idea entonces de que era Adrienne.
—¿Se lo has dicho a tus padres?
Adrienne sacudió la cabeza. —Simplemente... los sorprenderemos cuando
estemos de regreso.
—Apuesto a que sí —susurró Justin mirando a Adrienne. Luego se inclinó hacia
adelante y besó su frente de nuevo. Se volvió hacia Jill y Yuan—. Vamos a almorzar
primero. Todavía hay muchas cosas por hacer. Y yo creo que he hecho que Abi se
retrase. Ella ordenará un pelotón de fusilamiento si no comemos rápido. No te
atragantes con la comida, ¿ok? —sonrió burlonamente a Adrienne.
Adrienne se sentó al lado de Justin. Se sentía muy feliz. Ella habría estado
encantada que Jin, su madre y Pierre estuvieran presentes... incluso su padre, pero por
ahora está contenta de que al menos Jill y Yuan lo hayan logrado. Y no pudo ayudar a
enamorarse de Justin, aún más, por hacer esto por ella.
—Te amo —le susurró al oído—. Muchas gracias por traer a Jill y Yuan aquí. No
sé cómo devolverte el dinero por esto.
Le sonrió. —Acepto el pago... —susurró—. Y... ya sabes de qué tipo.
Se sonrió. —Y, aun así, tendrás que esperar.
Dejó salir un suspiro frustrado. Luego la llevó hacia él y le dio un apretón. —
Vas a ser mi muerte.
Adrienne lo miró desde debajo de sus pestañas y dijo—: Y yo apenas estoy
comenzando —dijo con una voz llena de picardía.
Justin se rio y le dio un apretón de nuevo. —No puedo esperar a pasar el resto
de mi vida contigo.
—Y no puedo esperar a que empieces a pedir el almuerzo —dijo Mason a Justin,
trayendo a ambos de vuelta a la realidad.
Adrienne parpadeó a las otras personas en la mesa. Ella inmediatamente se
puso roja, dándose cuenta de que han sido ajenos a los otros alrededor de ellos. Habían
susurrado, pero Mason se sentó lo suficientemente cerca de Justin como para no poder
evitar escuchar.
Justin le echó a Mason una mirada asesina y luego miró el menú delante de él.
Mason sólo se rio. Era obvio que le encantaba burlarse de su primo. Y a Adrienne le
pareció adorable cómo Justin tuvo tanta paciencia para Mason. Tal vez más de la que le
había mostrado a Gian.
Después del almuerzo, Abigail se llevó a Adrienne lejos de Justin y fueron a
comprar el vestido con Jill y Yuan.
Fueron a una boutique que parecía sólo vender vestidos caros de alta costura.
En el momento en que entraron, las puertas se cerraron detrás de ellos y la vendedora
puso el cartel de "Cerrado" en la puerta.
Abigail le sonrió a Adrienne. —Así puedes comprar sin interrupción —El
tratamiento VIP le dio a Adrienne un poco de dolor de cabeza. Ella no estaba
acostumbrada a esto. Y sentía que Abigail sería una buena directora en la ‘Academia de
Cómo ser una Perra’. Es increíble cómo no tuvo que abrir la boca, pero las cosas saldrían
como ella quería.
—Bien, me gusta ella —dijo Yuan a su lado—. Además, estás corriendo fuera
de tiempo. Una mujer que dirige un gobierno militar, es exactamente lo que necesitas
para que todo esté listo y funcionando en dos días.
Abigail la llevó a un pasillo de vestidos. Todos eran hermosos, Perfectamente
adaptados con cristales brillantes y ricos encajes.
Adrienne eligió un vestido simple que era hasta los tobillos.
¿Qué podrías llevar en una boda con seis personas, verdad?
—Ah-ah! —dijo Abigail, sacudiendo la cabeza—. Eso se parece más a un vestido
de cóctel para mí, cariño —Sacó un vestido de baile que había doblado en capas sobre
la falda.
—¿En serio? —preguntó Adrienne—. ¿Para una boda de cuatro invitados? —el
vestido parecía demasiado grande para una ocasión tan simple.
Abigail le levantó una ceja. —En serio —dijo simplemente. Luego Abi dejó
escapar un suspiro—. Adrienne... Justin es el chico al que acude Mason. Mi marido le
debe mucho. Si hay algo en lo que soy buena, es en leer a la gente. Tu prometido se
siente culpable por no poder darte una boda adecuada para una heredera como tú. Sabe
que te mereces una boda de cuento de hadas. Pero como... te has fugado y no puedes
traer a todos de los Estados Unidos de América a Italia. Así que, aparte de la falta de
invitados a la boda, ¿no crees que deberías hacer todo lo demás tan grandioso como
hubiera sido? —dijo Abigail, finalmente dándole a Adrienne que pensar en su mente—
. Eso borraría la culpa de Justin y lo harías realmente feliz.
Adrienne le devolvió el parpadeo. Entonces se dio cuenta de que Abigail tenía
razón. Justin querría darle una gran boda. Y podría permitírselo. Pero su deseo de tener
una ceremonia íntima, solemne y romántica prevaleció. Y honestamente... ella también
lo prefería así. Pero Abi dio un gran punto. Nada debería detenerlos de hacer esta boda
majestuosa. Su historia de amor era un cuento de hadas de todos modos.
Ella le quitó el vestido a Abi. —Deberías haberlo dicho antes.
Cuando Adrienne finalmente salió del camerino, sus amigos la miraron con
asombro. Se volvió hacia el espejo y casi dio un grito de asombro.
El vestido de seda abrazaba su cuerpo a la perfección. El corpiño con un escote
de corazón, estaba completamente bordado y forrado con cristales. La falda con
drapeado lateral estaba hecha de pliegues de rica seda. Cada pliegue terminaba con
cristales florales y bordados. Además, el vestido incluía un tren desmontable en la cola,
adornada con cristales que podrían ser utilizada durante la ceremonia y retirarse a
conveniencia durante la recepción.
—¡Wow! —Jill lloró—. Ese es el vestido, si me preguntas.
Adrienne tenía que estar de acuerdo. Quería ver los otros vestidos, pero estaba
segura de que este era. Se enamoró de él. Ella realmente se imaginó casándose en él.
—¿Ves? —comenzó Abi—. ¡Esto es perfecto! —su voz estaba llena de
aprobación.
—¿Cómo pudiste hacerlo bien la primera vez? —Adrienne respiró.
—Talento, querida —Abi se rio—. Ven, tienes que elegir tus zapatos —
Adrienne se miró en el espejo por última vez y sonrió. El vestido que llevaba era
fantástico. Sin duda era caro, pero a ella no le importaba. Su belleza resplandecía…
exactamente como se sentía por dentro. Y ella no podía esperar a que Justin la viera en
el.
Abi y Jill también eligieron sus propios vestidos. Entonces todas eligieron sus
zapatos y otros accesorios. Por la noche, volvieron al hotel para reunirse con Justin y
Mason. Adrienne se sintió agotada por el tiempo que estuvieron en la cena. Fue un largo
día. Las novias suelen tener al menos tres meses para planear la boda de sus sueños.
Ella tenía tres días.
Todo el grupo se reunió en la piscina para tomar cerveza. Para Abi, era el
momento de recordar a todos sus papeles para los próximos dos días. A las diez de la
noche, Adrienne bostezó. Justin le dio un apretón, entonces se volvió hacia el grupo.
—Chicos, tenemos que irnos ahora —les dijo—. Creo que mi novia apenas
puede mantener los ojos abiertos.
—No, estoy bien —dijo Adrienne.
Justin sacudió la cabeza y se levantó de su silla. Adrienne se puso de pie después
de él. Para su sorpresa, Justin la levantó en sus pies y la llevó en su estilo nupcial
mientras le daba las buenas noches al grupo.
—¡Esto es vergonzoso! —le dijo—. Bájame.
Justin se rio. —Tendré que llevarte de la misma manera después de la boda.
Debería practicar para no dejarte caer.
—Llevaré un gran vestido, estoy segura, sin embargo, de que tendrás
dificultades —le advirtió Adrienne.
Justin la miró por un momento y sus ojos brillaron. —¿En serio? ¿Qué tan
grande?
Adrienne le sonrió con orgullo. —¡Vestido de Cenicienta grande!
Justin le devolvió la sonrisa. —Oh, no puedo esperar a verte en el —él entró en
el ascensor. Adrienne presionó su número de piso. Se giró de vuelta a Justin. Le sonrió
maliciosamente—. Y por supuesto, no puedo definitivamente esperar a verte... fuera de
él.
Adrienne se rio. —Justin, ¿quieres dejar de hacer eso? Tienes menos de
cuarenta y ocho horas para el final.
Llegaron a su piso y Justin caminó hacia el dormitorio de Adrienne. Adrienne
pasó su tarjeta de acceso y la puerta se abrió. Justin cerró la puerta de una patada detrás
de él y puso a Adrienne en la cama.
—Cuarenta y ocho horas es una tortura, cariño —le susurró. Se inclinó hacia
adelante y tocó sus labios con los de ella.
Ella le devolvió el beso. Luego Justin profundizó el beso. Él envolvió sus brazos
alrededor de su cintura y la empujó hacia él.
—Justin... —se quejó.
—Adrienne... —susurró groseramente. Él le acarició el cuello y ella casi se
retorcía en sus brazos. La empujó hacia la cama. Ella aterrizó de espaldas y él aterrizó
encima de ella. Sus manos y labios la reclamaron y ella se sentía completa y locamente
perdida. Podía sentirlo entre sus muslos. El deseo era evidente en cada parte de su
cuerpo. Sus brazos rodearon su cuello y ella lo llevó hacia él.
Había pasado demasiado tiempo desde que la sostuvo así y se olvidó de que
este hombre podría deshacerla de formas que ella nunca pensó que fueran posibles. Su
toque la electrificaba y sus besos la hacían olvidar cualquier cosa... todo.
Sintió que el deseo la sobrepasaba completamente. Ella le quitó la chaqueta a
él. Sintió las manos de Justin debajo de su camisa, tocando su... piel contra su piel,
sintiendo el latido de su corazón dentro del pecho.
—¡Oh Dios! —gimió cuando sintió que la urgencia la sobrepasaba. Sintió que él
le chupaba el cuello y ella soltaba un gemido de placer—. Justin... ¡por favor! Se quejaba,
aunque no era consciente de que hablaba.
Sus labios volvieron a los de ella y la besó salvajemente, mordiéndole los labios,
invadiendo su boca con la lengua de él. Luego la besó más suavemente... y de repente
dejó de moverse.
Ella abrió suavemente los ojos para mirarlo con confusión. Él la miró con una
sonrisa de triunfo en su endiablado rostro.
Finalmente, ella recordó la regla que hizo. No pueden hacer el amor hasta que
se casen.
—¿No desearías no haber hecho esas malditas reglas en absoluto? —él
preguntó con una ligera sonrisa en su cara.
Lo golpeó juguetonamente en el hombro.
—Te dije... que tú también lo rogarías —se burló de ella.
—No rogué —protestó ella.
Él entrecerró sus ojos hacia ella. —¡Oh, claro! Acabas de decir... ¿qué fue lo que
que dijiste? Justin... por favor —sacudió la cabeza—. Suena como si estuviera
rogándome, cariño.
Ella se rio y le pellizcó el hombro.
Él se inclinó hacia adelante y besó sus labios suavemente. —Puedes romper las
reglas, Adrienne —dijo—. Si me lo pides amablemente de nuevo... podría tener
misericordia —continuó burlándose de ella.
Ella le dio un puñetazo en el hombro otra vez. —¡Eso es! Quítate de encima y
sal de mi habitación, imbécil, engreído —dijo entre risas.
Justin se rio y la besó suavemente en los labios. —¿En serio? ¿No vas a cambiar
de opinión sobre esto?
Adrienne le dio un empujón. Sacudió la cabeza. —No. Vamos a torturarnos
nosotros mismos, un poco más.
Justin se acostó de espaldas y tomó a Adrienne en sus brazos. Ella descansó su
cabeza en su hombro.
—Será mejor que tengas muchas bebidas energéticas preparadas para nuestra
noche bodas —dijo riéndose.
Ella lo miró fijamente. —Mucha gente dice que los recién casados normalmente
no tienen sexo en su noche de bodas. Ya sabes... porque... están demasiado exhaustos,
sólo dormirían. ¿Crees que eso nos suceda?
—¿Estás bromeando? —preguntó Justin—. Apenas puedo mantener mis
manos en ti ahora. ¿De verdad crees que dejaría pasar la noche de bodas? Además... sólo
hay una noche de bodas. Podríamos dormir cualquier otra noche, pero esa noche
merece una celebración. ¿Por qué pensaste que opté por una muy pequeña boda?
Podrías poner tu energía en mejor uso que sonriendo a todos en la noche y
entreteniendo a mucha gente que apenas conoces.
Adrienne se rio. —Probablemente tengas razón. ¿Dónde nos vamos a casar?
—Si puedes torturarme por no poder hacerte el amor antes del día de la boda,
entonces puedo torturarte por no saber dónde exactamente nos vamos a casar.
Adrienne lo miró fijamente. —Te crees muy listo, ¿eh?
Se rio. —No creo que lo sea. Sé que lo soy.
—¡Vamos, Justin! —insistió—. ¿Dónde?
La llevó hacia él. —No. Quiero que sea una sorpresa. Paciencia ¿de acuerdo?
Ella suspiró con frustración. No podía entenderlo, pero de repente se sintió
muy enfadada por ello. Se sentía como si no tuviera nada que decir sobre su boda
cuando en las bodas normales la mayor parte de la participación que tienen los novios
es aparecer el día de la boda. Pero en la de ella, ella era la que estaba etiquetando y
siendo empujada. Todo vino como una sorpresa o un shock. Ella no entendía por qué,
pero normalmente no lo haría hacer un gran negocio de estas cosas. Ella podría sentir
que es dulce cómo Justin se involucró tanto en los preparativos de la boda. Pero ahora
mismo, ella no pudo evitar sentirse... enfadada.
Se alejó de Justin y le dio la espalda. Ella se puso de pie de la cama para ir al
baño. De repente se sintió mareada. Corrió al baño, esperando que llegara al lavabo.
Sólo tomó un segundo para que Justin corriera tras ella. Adrienne vomitó casi todo lo
que comió por la noche. Cuando terminó, lavó el fregadero. Luego se lavó la cara y
enjuague bucal con gárgaras.
Justin se apoyó en el fregadero a su lado, estudiándola cuidadosamente. Ella
atrapó su mirada a través del espejo delante de ella. Todavía sentía náuseas, su pulso
estaba martillando visiblemente en la base de su cuello.
Entrecerró los ojos hacia ella y no pudo evitar la sonrisa que estaba formándose
lentamente en su cara.
—Justin... —empezó—. ¿Por qué sonríes?
Las lágrimas brotaron de los ojos de Justin y la llevó hacia él en un apretado
abrazo. Luego dijo—: Estoy... muy feliz, cariño. Creo que mi seguro sólo se ha cumplido.
38. Vznešený
Checo para

Adrienne no quería sentirse emotiva, pero sentir que Justin estaba tenso
abrazándola, y ver las lágrimas en sus ojos, también le dieron ganas de llorar.
Al principio, pensó que podría ser algo que había comido. Podría ser que la
fatiga la alcanzaba. Incluso podría ser Abi. Pero mirando los ojos llorosos de Justin y
escucharlo decir que su seguro acaba de llegar... Adrienne recordó que en medio de todo
el caos que le sucedió en las últimas semanas, olvidó que no tenía su período en
absoluto. Y la noche en que Justin le dijo por primera vez que la amaba... le hizo el amor...
sin protección... sin reservas. Y las siguientes noches después, ambos estaban atrapados
en sus problemas con sus padres, y pensaron que sus días juntos estaban contados,
simplemente no se molestaron mucho sobre el uso de protección.
Adrienne se alejó de él. —Justin... —susurró—. ¿Tú hiciste... planeaste esto? —
una acusación colgaba en su voz.
Por primera vez, vio a Justin realmente inseguro de sí mismo. Como si él de
repente se asustara de ella.
—No es realmente un plan... como el tipo de plan de 'incubar un mal' —él dijo,
la incertidumbre estaba en toda su voz.
Ella le levantó una ceja. —Entonces, ¿qué clase de plan es este plan?
Respiró profundamente. —Más bien... un plan del tipo 'contar en él' —Trató de
sonreírle, como si esperara que lo encontrara lindo, pero no lo hizo, realmente se
enfadó.
Ella se quejó. —¡Justin! —ella lo empujo para alejarlo de ella. Pero él se
mantuvo sobre ella, negándose a dejarla ir.
—Pégame. Abofetéame. Golpéame —dijo—. ¿Crees que me importa ahora? —
Todavía sonreía con esa enorme y estúpida sonrisa—. Nada puede borrar esta sonrisa
de mi cara, cariño. ¡Ni me quitaras la alegría que siento ahora mismo!
—¿En serio? —preguntó en un tono desafiante—. ¿Qué pasa si digo que la boda
se cancela?
Su rostro se volvió inmediatamente sobrio. —Excepto por eso —Sacudió su
cabeza—. No digas eso. Por favor... no digas eso.
Ella lo empujó y entró en el dormitorio. Él estaba sobre los pies de ella
inmediatamente.
—Adrienne... cariño...
Se sentó en la cama, negándose a mirarlo. No sabía si estar enojada o feliz. Claro,
ella se sentiría realmente extasiada si fuera verdad.
Tiene veinticinco años. Puede que sea demasiado joven para ser madre. Puede
ser demasiado joven para ser una esposa. Pero nunca creció con una madre que la criara
o le diera amor. La única manera en que ella podría realmente reemplazar esos
recuerdos... es si ella creaba nuevos... unos buenos. Si ella nutria a su propio hijo y le
diera el amor que nunca tuvo.
No estaba segura de sí estaba realmente embarazada. Puede que no lo esté. El
pensamiento de que podría no estarlo... en realidad la entristecía. Eso es cuando se dio
cuenta de que quería serlo.
Entonces miró a Justin, que estaba arrodillado delante de ella, mirando a ella
suplicante. De repente, ella tuvo este deseo repentino de abofetearlo en la cara… solo
por el pensamiento de que podría haber planeado esto todo el tiempo sin decirle a ella.
Ella se quejó. Eso es como tres emociones diferentes en un espacio de una un
minuto.
¡Estoy tan embarazada!
Y se dio cuenta de que era feliz.
—¿Seguro? —le preguntó—. ¿Este bebé es sólo un seguro para ti?
Se quejó—: ¡No! ¡No! ¡No!
—¡Pero dijiste que sí!
—No quise decir eso —dijo—. En ese momento... yo estaba tan desesperado
por quedarme contigo. Busqué todo tipo de razones para casarme contigo. Razones que
no sólo tú aceptarías... sino también mis padres. Yo quería... esto, Adrienne. Quería esto,
más que nada de lo que he querido en mi la vida. Quería una familia contigo. Y en ese
entonces, cuando pensé que mis padres podrían quitarme este sueño, sólo... quería...
avanzar rápidamente el tiempo... daría cualquier cosa y todo por estar... donde estamos
ahora. Embarazada y casada —Sus ojos estaban suplicando ahora.
—¿Qué hay de mí? —ella le preguntó. —¿Y si no estuviera lista?
Miró hacia abajo y le besó en las dos manos. Cuando miró hacia arriba en ella,
sus ojos estaban llenos de emociones. —Me enamoré de ti porque tú tienes un gran
corazón, Adrienne. Te entregas completamente a los que amas y tengo tanta suerte de
que te hayas enamorado de mí. Cuando me dijiste por primera vez que me amabas...
sabía que si el cielo quería que quedáramos embarazados... tú darías tu corazón y alma
para comenzar una familia conmigo. Las últimas noches que estuvimos juntos, ambos
no tratamos de estar protegidos. Sabíamos que podrías quedar embarazada. Sabía que
querías esto tanto como yo lo hacía. Sabía que estarías lista. Y aunque no lo estuvieras...
yo sí lo estaba. Siempre estuve listo. Y yo te cuidaría —él se adelantó y tocó su abdomen
suavemente—. A los dos. Sólo... déjenmelo todo a mí.
Adrienne no pudo evitar las lágrimas que corrían por sus mejillas. Ella miró
fijamente los ojos llorosos de Justin y sonrió. —Yo también te amo —dijo—. Yo quiero
matarte por planear esto sin mí. ¡Pero todavía te amo!
Justin se rio. Se sentó en la cama y la tiró para que se pudiera sentarse en su
regazo. —Bien... entonces puedes castigarme por el resto de nuestras vidas —dijo—. La
boda sigue en pie, ¿verdad? Lo que dijiste ahí atrás... sólo estabas bromeando, ¿verdad?
—Lo dije en serio —respondió, una sonrisa pícara se le pegó en la cara. Sus ojos
se abrieron de par en par—. Pero ahora... está en marcha otra vez —Luego se encogió
de hombros—. Qué lástima. Teníamos esta regla de no dormir con el otro porque en
realidad estábamos por casarnos. Si no lo estuviéramos, entonces... podríamos... hacer
el amor, ¿verdad? Pero ahora... la boda está en marcha otra vez. Así que la regla de no
tener sexo antes del matrimonio también está de nuevo. Siento que hayas perdido tu
ventana de cinco minutos —ella lo golpeó pestañeando, curvó sus labios hacia abajo y
trató de parecer apenada por él.
Justin se veía sorprendido, como si no supiera qué lo golpeó. Entonces él gimió.
—¡Eres tan injusta! ¡Adelante! Vamos a cancelarla de nuevo. Sesenta minutos y luego te
propondré matrimonio de nuevo.
Adrienne se rio. —Lo siento, jefe. Ese barco ha zarpado. Es mala suerte romper
el compromiso dos veces.
—La tercera es la vencida, ¿recuerdas? —argumentó.
Ella sacudió la cabeza. —Es ahora o nunca. Y además... yo soy la que podría
estar llevando a tu bebé en mi barriga. Por lo tanto, voy a hacer las reglas.
Justin entrecerró los ojos hacia ella. —He estado dejando que hagas las reglas
desde la primera noche que nos conocimos, cariño —susurró, envolviendo sus brazos
alrededor de su cintura.
Adrienne le devolvió el parpadeo. —¡Eso no es verdad!
—Es demasiado —dijo, abrazándola de nuevo—. Y está bien. Me gusta. Por una
vez... hay una persona en este mundo que tiene un completo poder sobre mí.
Adrienne se rio. —Ahora podría haber... dos.
Justin suspiró, la satisfacción y la felicidad eran evidentes en su voz. —Sí. Ahora
son dos.
—Justin... —susurró Adrienne—. No estamos seguros todavía. Comprobémoslo
mañana, ¿ok?
—Lo haría ahora si no fuera demasiado tarde —declaró Justin.
Justin insistió en dormir en la habitación de Adrienne esa noche. —No me
importan las reglas, cariño. No intentaré hacerte el amor hasta la noche de bodas. Pero
me quedaré aquí contigo. Aunque sólo sea para asegurarme de que tus necesidades son
atendidas. Y que estarás a salvo. Y mañana, a primera hora por la mañana, conseguiré
algunos de esos kits que podríamos usar para hacer pruebas.
Al día siguiente, cuando Adrienne se despertó, Justin ya no estaba en la cama
con ella. La luz del sol entró en la habitación desde las ventanas. Adrienne no tenía ganas
de levantarse todavía. Como si su cuerpo quisiera permanecer en la cama un poco más.
Pero sabía que Abi estaría respirando en su cuello si no se levantaba y estaría abajo en
una hora, así que se dispuso a levantarse.
La puerta se abrió y Justin entró en la habitación.
—Buenos días —dijo, inclinándose hacia abajo y dándole un beso los labios—.
¿Dormiste bien?
Ella asintió. —¿Dónde estabas?
Agitó una bolsa delante de ella. —Te traje algunas cosas. ¿Quieres confirmar lo
que ya sabemos?
Adrienne le sonrió con entusiasmo. Ella le quitó la bolsa y entró en el baño.
Justin le dio unos minutos de privacidad antes de entrar en el baño. Se sentó en el borde
de la bañera y ella se sentó en sus piernas mientras esperaban tres minutos para ir al
lavabo a comprobar los resultados.
—Sabes que hay una gran posibilidad de que lo estemos, ¿verdad? —preguntó
Justin a ella.
—Lo sé —respondió—. ¿Se lo decimos a los chicos?
—¡Quiero decírselo a todo el mundo! —dijo Justin, sus ojos bailaban.
Adrienne recordó a su familia. Le habría encantado compartir esta información
con su madre primero. —Justin... nuestros padres…
—Estarán extasiado por la noticia.
—Lo sé. Sólo desearía... —se fue arrastrando—. Se enfadarán con nosotros si
descubren que hicimos todo esto sin ellos.
—Lo sé. Mi padre me ha estado llamando sin parar. Me ha enviado como mil
mensajes ¿Dónde estás? pero ninguno hasta ahora de: ‘Siento haber intentado controlar
tu vida’.
—¿Es eso lo que querías oír de ellos?
—Quería que dijeran que te aceptan y te amarán como una nuera... antes de
que descubrieran quién eres realmente. Y antes de que se enteren de que llevas el
heredero de la cuarta generación de Industrias Adams. Quiero que te acepten
simplemente porque te elegí. Porque te amo.
Adrienne asintió. —Si estoy embarazada... quiero que mi familia sea la primera
en saberlo.
Justin asintió. —Bien —respondió—. No se lo digamos a nadie todavía hasta
que le digamos a nuestros padres. Ya es bastante malo que no vayan a estar en la boda.
El teléfono de Adrienne sonó, señalando que los tres minutos de la espera
habían pasado.
Estaban a punto de levantarse y mirar, pero Adrienne detuvo a Justin. —Espera
—ella lo miró con nerviosismo—. ¿Y si... no lo estoy?
Justin le sonrió pícaramente. —Entonces probablemente lo estarás... para
finales del próximo mes.
—Te gustaría empezar una familia muy pronto, ¿no?
—Deseoso de comenzar una gran familia —admitió—. Yo fui hijo único, me
sentía un poco sola a veces.
Adrienne sonrió. —Dios mío, voy a engordar.
Justin se rio. —Y siempre serás atractiva para mí, cariño —él besó la punta de
su nariz—. ¿Vamos?
Adrienne se puso de pie. Justin se paró detrás de ella y envolvió los brazos
alrededor de su cintura. La empujó suavemente hacia el lavabo y se quedaron mirando
las tres pruebas diferentes... todas diciendo lo mismo.
Se detuvieron por un momento. Entonces Adrienne sintió que Justin se giraba
suavemente a su alrededor para que ella pudiera enfrentarse a él. Dejó escapar lo que
sonó como un aullido de triunfo antes de que la levantara de sus pies y la hiciera girar.
—¡Justin, bájame! —dijo Adrienne, riéndose. Las lágrimas corrieron por sus
mejillas.
Cuando Justin la puso de pie, ella levantó la mano y lo abrazó.
—¿Contento ahora? —le preguntó.
Él se inclinó y cuando sus labios estaban a una pulgada de los de ella, él dijo—:
Dichoso.

Adrienne se sentó dentro de la limusina nerviosa. Eran las cuatro de la tarde.


Probablemente había pasado todo el día con Jill y Yuan, consiguiendo arreglar todo.
Su vestido parecía impecable. Lo encontró absolutamente impresionante. El
estilista le ató el cabello en la parte superior de la cabeza en un moño. Los risos estaban
cayendo en cascada hasta los hombros con pequeñas flores blancas en el cabello,
haciéndola parecer una deidad de jardín. Su maquillaje era ligero, pero parecía hacerla
brillar. Bueno... ella también sabía qué más causaba al menos algo de ese brillo.
Fotógrafos y videógrafos la rodearon, documentando cada movimiento.
El camino que recorrían estaba rodeado de altos árboles, como si se adentrarán
más en el bosque. Justin, Mason y Abi ya estaban en el lugar unas horas antes. Adrienne
se enteró de que era a una hora conducir desde su hotel.
—Estamos en medio de la nada —comentó Yuan—. No sabía que Justin podría
ser espeluznante.
Adrienne le levantó una ceja. Ella sabía que podría parecer como malhumorada
con sus amigos últimamente, pero no les había dicho que estaba embarazada y que su
paciencia en los meses siguientes se acortaría mucho.
Finalmente, se detuvieron frente a una pared cubierta de hierba verde.
Adrienne estaba ahora más curiosa por lo que había detrás de la muy alta pared que
ningún ladrón intentaría escalar.
Finalmente, la puerta de acero, cubierta de vino se abrió lentamente y su
limusina entró. Altas macetas con rosas blancas y rosadas formaban líneas duales desde
la puerta hasta la entrada de la más magnífica fachada que Adrienne había visto en su
vida.
—¡Santo cielo! —gritó Yuan—. ¿Te vas a casar en un maldito… castillo?
Adrienne casi se olvidó de respirar. La estructura a la que se acercaron parecía
un castillo medieval toscano bien restaurado. Ahora, ella estaba contenta de haber
dejado que Abi la hiciera cambiar de opinión sobre su vestido. Su elección original no
encajaba en este lugar en absoluto. De repente se sintió como Cenicienta, a punto de
conocer al Príncipe en el altar.
Su limusina se detuvo en la entrada separada, cerca del lado del castillo. Jill y
Yuan salieron y Abi instantáneamente los saludó, dando instrucciones, ni siquiera
dejaba que los dos respiraran y disfrutaran del paisaje ante ellos.
Sólo tomó unos cinco minutos y los booms y el equipo de cámara fueron
puestos en espera frente a ellos, esperando que Abi le hiciera una señal a Adrienne para
salir del vehículo.
Adrienne agarró su ramo con una mano y acarició su barriga con su otra mano.
Desde ayer, cuando confirmó su embarazo, empezó a desarrollar el hábito de tocarse la
barriga con suavidad, como si imaginara que tiene a su bebé en sus brazos.
Pronto, Abi se acercó a su limusina y supo que era hora de que ella saliera.
—Esto es todo, Baby J. —susurró—. Mami va a hacer a papá un hombre muy
feliz.
Abi abrió lentamente la puerta del auto y Adrienne sintió los flashes de la
cámara a su alrededor. Respiró profundamente.
¡Esto es todo! ¡Voy a ser Adrienne Adams en una hora!
Con ese pensamiento en mente, una sonrisa permanente se grabó lentamente
en su cara.
Yuan tomó su mano y Jill rápidamente tomó su camino mientras pasaba en la
entrada del jardín privado al lado del castillo. El camino parecía estar cubierto de rosas
blancas y rosas. Los llevó a una puerta de acero donde Adrienne podía escuchar la
música. Su corazón latía salvajemente dentro de ella en su pecho.
A la señal de Abi, Jill se puso delante de Adrienne. Adrienne pensó se veía
hermosa.
—Bueno, es un honor entregarte a tu Príncipe Azul, cariño —le dijo Yuan.
Adrienne parpadeó, las lágrimas empezaban a formarse en sus ojos.
—Los quiero chicos —susurró.
—Los dos te queremos también —respondió Yuan.
La puerta frente a ellos se abrió, revelando el pintoresco jardín donde se iba a
celebrar su ceremonia. Había una cortina de velo delante de ellos. Probablemente fue
colocada allí para oscurecer la vista de la novia. Adrienne aún podía ver claramente lo
que se le presentaba.
Pilares y muros cubiertos de verdes vides encerraban el jardín. Los senderos
formados por pequeñas piedras blancas estaban acentuados con arbustos que tenían
formas de corazones y cuadrados a lo largo de sus cuatro paredes. El césped cubría el
espacio central y las sillas cubiertas de lino blanco salpicaron el área en ambos lados.
En el pasillo central había una alfombra blanca con las iniciales J & A inscrito
en una escritura dorada medieval. La alfombra terminó en el dosel situado al final del
jardín. Sus cuatro pilares estaban envueltos en rosas blancas y rosadas. Dentro del dosel
se encontraba un altar improvisado y dos asientos dorados antes de ella. A ambos lados
del dosel una orquesta se sentó y tocó el Canon de Pachelbel.
En la entrada del dosel, Adrienne lo vio. Se quedó allí de pie vestido con un
magnífico esmoquin blanco. Su cabello parecía como si estuviera gelificado al principio,
pero no le gustó el peinado, así que decidió peinarlo con los dedos en su lugar. Y en él,
se veía sexy. Detrás de él estaba Mason, cuyo cabello parecía estar en su lugar, brillando
por un gel húmedo. Adrienne tuvo que suprimir su risa. Ella pensó que sabía
exactamente lo que pasó allí. Abi debe haber estado dando instrucciones incluso sobre
los peinados.
Finalmente, la cortina se abrió parcialmente y Abi le indicó a Jill que caminara
hacia la frente. Jill se tomó su tiempo ser el centro de atención. Ella era, después de todo,
la doncella de honor, y no dama de honor.
Finalmente, Abi señaló que era el turno de Adrienne de salir. La música cambió
repentinamente a la conocida melodía de "Aquí Viene La Novia". Entonces la cortina de
velo delante de ellos se abrió completamente, finalmente revelando a Adrienne a su
novio.
Adrienne se aferró al brazo de Yuan mientras caminaban lentamente hacia el
altar. Se sentía mareada... todo parecía surrealista.
Hace un par de meses... estaba desempacando sus cosas en un apartamento que
compró para impresionar a sus padres y a su hermana. Y ahora... ella estaba entrando
en una boda de cuento de hadas con su Príncipe Azul en un castillo de la Toscana. ¡Sus
sueños más salvajes no podían llegar tan lejos!
Caminó lentamente hacia el altar, todavía agarrando el brazo de Yuan con
fuerza.
Sintió el peso de la mirada de Justin sobre ella. Él la miró intensamente. Cuando
finalmente se paró frente a él, miró hacia arriba y vio que sus ojos se habían vuelto
llorosos, como los de ella.
—Eres atractiva —dijo él y ella no pudo evitar reírse de eso.
Justin finalmente le quitó la mano a Yuan y luego la llevó a la silla delante del
sacerdote.
Entrelazaron sus dedos durante toda la ceremonia.
Justin eligió un par de alianzas de platino de Cartier con el motivo de tornillo
de la firma, tachonado con pequeños diamantes. Sus nombres estaban grabados en el
exterior de la banda en el centro.
El anillo de ella decía: "de Justin".
El anillo de él decía: "de Adrienne".
—Adrienne... te amo. Creo que desde el primer momento que puse mis ojos en
ti... el universo empezó a llevarme a ti... mi alma gemela, mi destino, mi otra mitad.
Espero que recuerdes lo que he estado tratando de decir desde el día en que te conocí...
desde los primeros días que pasé contigo... vale la pena luchar por ti. Y nunca dejaré de
luchar por ti ...nunca dejaré de protegerte, de cuidarte, la mayoría de las veces... lo más
importante… es que nunca dejaré de amarte. Por siempre, y para siempre... tú eres la
única mujer para mí. Hoy. Mañana. Hasta la eternidad. En esta vida y después en todas
las otras.
Adrienne no pudo evitar llorar cuando escuchó esas palabras de Justin. Sus
dedos temblaron cuando le puso el anillo en el dedo.
—Justin... no sabía cuánto cambiaría mi vida la noche en que te conocí. Incluso
ahora... cuando miro atrás, todavía no puedo creer que todo esto me está pasando a mí.
Que me está sucediendo. Gracias. Porque tú... me mostraste un lado de mí que no sabía
que existía antes. Porque tú me enseñaste a apreciarme a mí misma, a amarme, a luchar
por mí. Hasta que te conocí... nunca supe que el amor podía valer un millón de peleas...
y mil oraciones. Prometo cuidar de ti... y de todos... los niños que reuniremos en este
mundo. Te nutriré a ti y a nuestra familia con amor, afecto, aprecio, confianza y respeto.
Me pondré de pie contigo, te apoyaré y amaré... en la riqueza y en la pobreza, en la
enfermedad y en la salud... en esta vida... y en todas las demás después de esta.
—Te amo —le dijo Justin cuando terminó de decirle sus votos. Ella deslizó su
anillo en su dedo
—Ahora, yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.
Justin levantó lentamente su velo. Sus ojos estaban llorosos cuando sonrió
hacia ella.
—Sra. Adrienne Adams —susurró.
Se rio a pesar de sus lágrimas. Su corazón se calentó al principio que menciono
su nuevo nombre.
El rostro de Justin descendió hacia el de ella. La besó suavemente. Un beso y se
sentía como si durara para siempre. Justin se alejó y la miró a la cara otra vez.
—Te amo —susurró—. Sra. Adams.
Se rio. —Yo también le amo, Sr. Adams.
Se inclinó hacia adelante y la besó de nuevo. Esta vez, la besó más
apasionadamente. Él envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la llevó a hacia él
con más fuerza.
La gente aplaudió a su alrededor y se alejaron de mala gana de cada uno. Todos
sus amigos los abrazaron y felicitaron uno por uno.
Posaron para las fotos con el sacerdote y luego con los cinco invitados. Un tipo
nuevo que Adrienne no había visto antes se les acercó. Era guapo, con cabello rubio
oscuro y unos sorprendentes ojos verdes. Adrienne recordó haber visto a dos tipos
detrás de Justin mientras él la esperaba en el altar. Ella no lo pensó mucho porque toda
su atención se centró en Justin.
—Cariño, me gustaría que conocieras a uno de mis amigos más cercanos, River
Jefferson —dijo Justin—. Somos amigos desde Harvard.
River extendió su mano a la de ella y le sonrió ampliamente. —Cuando Justin
dijo que se iba a casar, yo pensé que me iba a hacer el Punk'd9. En serio, estaba
esperando a que Ashton Kutcher saliera en cualquier momento. Pero cuando saliste y
caminaste por el pasillo, me di cuenta de que no estaba bromeando. Y ¿por qué lo haría?
Si encontrara una belleza como tú, también te llevaría al altar —Con eso, se inclinó hacia
adelante y besó la mano de Adrienne.
River se volvió hacia Justin. —…Entiendo por qué tuviste que esperar hasta el
último momento para presentarnos, ¿eh? —Justin realmente golpeó a River
juguetonamente en el estómago. River se rio—. ¡Bromeaba! —añadió.
Fueron interrumpidos por Abi quien dijo que era hora de sus fotos de la boda
alrededor del lugar. También era hora de que Adrienne tomara un recorrido por el
castillo.
—No puedo creer que nos casáramos en un castillo —suspiró con tristeza.
Él le sonrió. —¿Te gustó la sorpresa?
Se rio. —Sí… Justin... ¡Esto es maravilloso! Nunca imaginé en casarme como una
princesa.
Se inclinó hacia adelante y besó sus labios. A su alrededor, las cámaras nunca
dejaron de tomar imágenes de su tiempo juntos. Documentaban cada movimiento.
Adrienne miró a Abi con una ceja levantada.
Ella les sonrió tranquilamente. —Adelante. Finge que no están incluso a tu
alrededor. Ustedes están enamorados. No tienen que actuar. Sólo ser ustedes mismos,
hablar, reír, abrazar, besar. Lo grabaremos todo en vídeo y fotos. ¡Confía en mí! ¡Un día
me lo agradecerás!
Justin le sonrió a Adrienne. Se inclinó hacia adelante y le mordió el lóbulo de la
oreja. —No puedo esperar a esta noche —le susurró. Y Adrienne no pudo evitar reírse.
Ella sabía exactamente de qué estaba hablando—. ¡Esto ha sido demasiado tiempo!

9
Programa de tv en donde se hacen bromas a la gente.
—Lo sé. Y la espera termina esta noche —dijo.
—Te hare el amor real —bromeó—. Podría también ser nuestra noche de
bodas histórica, ¿no crees?
—¿Qué pasa si estoy demasiado cansada después de todo el alboroto de la
boda? —bromeaba de vuelta.
Sacudió la cabeza. —No. No hay excusas esta vez —Se inclinó hacia adelante y
le susurró al oído—. Me parece recordar que eres una Zorra10 en la cama.
Sus ojos se abrieron de par en par ante lo que él acaba de decir. Ella lo pellizcó
en el costado. Él soltó un grito y luego se rio, tirando de ella hacia él. Su cara descendió
hacia la suya y la besó profundamente, Adrienne casi olvidaba que no estaban solos.
Cuando se alejó de él, estaba segura de que su cara era carmesí. Ella caminó
delante de él, sonriendo ampliamente, y mordiéndole el labio inferior, tratando de
contener todos los sentimientos de vértigo dentro de ella.
Recorrieron la finca, bueno, al menos la mitad de ella. Tenía un jardín de rosas,
un mini laberinto, un huerto, otro jardín con cuatro enormes fuentes y un viñedo en la
parte de atrás.
Después de una hora, Justin le dijo a Abi que Adrienne necesitaba descansar. —
Creo que tomaste más que suficientes fotos. Mi novia está exhausta —dijo en voz firme.
Abi no discutió
—Justin, estoy bien —afirmó Adrienne. Se sentía tan feliz que ni siquiera se
sentía un poco cansada.
La abrazó para susurrarle al oído. —Bebé en barriga, ¿recuerdas? —dijo
suavemente. Luego añadió—: Además, yo más bien ahorraría tu energía hoy, para
poder gastarla bien esta noche —él sonrió.
—No vas a dejar de burlarte, ¿verdad? —preguntó. sacudiendo la cabeza.
—Ha pasado demasiado tiempo, cariño —dijo—. No puedes culparme, ¿puedes
tú?
Se rio. —Oh, mi pobre bebé —fingió preocupación en su voz. Acarició
suavemente su cabello—. Lo siento mucho.
Levantó una ceja y la miró fijamente. —Lo siento ni si quiera cuenta más. Tienes
que pagar... a lo grande.
Se rio y luego se acarició el abdomen. —Bebé en la barriga, ¿recuerdas? —le
susurró.
—No te preocupes. No lo olvidaré. Pero eso no significa que estés libre de culpa
—dijo él y ella se rio de nuevo. La llevó hacia él y le dio un beso en los labios otra vez—
. Te amo, Adrienne.

10
Okey, acá un juego de palabras con el FOX, que según recuerdo, puede ser tanto Zorra como una mujer
Atractiva.
Cerró los ojos y respiró el aroma de él. —Te amo, Justin.
De repente, Abi les dijo que sus invitados estaban listos para ellos. Ellos
necesitaban dirigirse a su recepción.
Era un buen paseo de cien metros hasta el siguiente jardín donde la recepción
se llevaría a cabo. Justin se agachó y llevó a Adrienne a sus brazos.
—Justin, bájame. Puedo caminar.
—Claro que puedes —dijo—. Pero te cansarás. Y recuerda, no te puedes cansar.
Ella le levantó una ceja. —¿Para esta noche?
Él la miró fijamente, fingiendo una expresión de dolor en su cara. —Por el bebé,
por supuesto —dijo—. ¿Realmente crees que hacerte el amor está en mi mente todo el
tiempo?
Sonaba tan herido que empezó a sentirse culpable. Pero ella lo conocía. A Justin
le encanta hacer el amor con ella y a veces, era difícil mantener sus manos fuera de ella.
Adrienne no podía explicarlo a veces. Los dos tienen esta atracción, como imanes de
polos opuestos, no podían mantenerse alejados del otro, no importa cuánto lo intenten.
En la cama, eran como fuegos artificiales explotando en un millón de colores diferentes.
Y aun así... confiaban el uno en el otro más que nadie. Ellos encontraron consuelo en los
brazos del otro. Ellos también tenían este vínculo de amistad que se mantenía fuerte
por sí mismo... completamente separado del deseo de cada uno. Más que eso... ambos
sabían se amaban mucho, y no podían, no vivirían sin el otro.
Ella miró a su marido. —En realidad... sí. Pienso que hacer el amor conmigo
está en tu mente todo el tiempo —le susurró ella en un desafiante tono.
Justin la miró fijamente por un momento, sus ojos bailando mientras la llevaba
en sus brazos. Luego sonrió. —Entonces me conoces demasiado bien, mi esposa.
Ella se rio y apoyó su cabeza en su hombro mientras la llevaba sin esfuerzo
hacia el lugar de la recepción. Incluso con su vestido grande y pesado, parecía que Justin
la encontraba ligera como una pluma.
—Mi padre me llamó anoche —susurró.
Adrienne lo miró con los ojos muy abiertos, esperando ansiosamente para que
continuara.
Le sonrió. —Finalmente se disculpó. Me dijo que se dio cuenta que mi felicidad,
es de hecho, lo más importante para ellos. Prometió que, si nosotros íbamos a casa, te
conocerían y te aceptarían como mi esposa... sin importar quién seas. De hecho... él dijo
que no serías nadie más para ellos, sino mi prometida.
Adrienne le sonrió. Ella estaba realmente feliz. Justin tuvo que ir a través del
infierno sólo para hacer que sus padres entendieran que no se rendiría a su voluntad.
Que incluso si la etiqueta de ser el heredero de Industrias Adams se le ha otorgado, su
corazón sigue siendo suyo y todavía controla su vida.
Llegaron a las puertas del jardín. Abi les hizo una señal para que esperaran
fuera y sólo entraran cuando las puertas se abrieran para su gran entrada como el Sr. y
la Sra. Justin Adams.
Justin puso de pie a Adrienne y ambos se enderezaron en sus ropas. La música
sonaba del otro lado y Adrienne podía oír saludos de la gente. Para ella, sonaba como si
más de cinco personas hubieran venido a la recepción.
Ella miró fijamente a Justin y él le sonrió.
—Le dije a mis padres, por cierto, que no deberían aceptarte como mi
prometida... ellos deberían amarte como su nuera.
—¿Y? —preguntó Adrienne con ansiedad.
Justin se encogió de hombros. —Dijeron que mientras yo sea feliz... ellos serán
felices —entonces Justin añadió—: Con eso, realmente no vi el punto de no invitándolos
a la boda. Pero con el aviso tardío, sólo pudieron llegar a la recepción.
Los ojos de Adrienne se abrieron de par en par. —¿Qué?
Pero antes de que Justin pudiera responder, la puerta delante de ellos, se abrió,
revelándolos a todo el mundo. Justin la tomó del brazo y la llevó al jardín que sostenía
un enorme dosel con tres mesas impecables que incluían altos centros de mesa hechos
de rosas. Alrededor del dosel se colocaron más macetas llenas de rosas que hacían que
la escena pareciera desde lejos como si estuvieran en un mar de rosas.
Mariposas con joyas volaron sobre ellas, también, haciendo que el montaje
fuera aún más surrealista. La música continuó sonando y sus invitados aplaudieron.
Adrienne se dio cuenta de que había más gente en la recepción que en la ceremonia.
River se sentó con Mason y Abi junto con Mike y James, los amigos de Justin de Nueva
York.
Yuan y Jill se sentaron en otra mesa con Jada y su cita. Junto a ellos, Adrienne
vio a un hombre conocido, que miró a Adrienne con lágrimas en los ojos, sus ojos.
Jadeaba mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
Justin vio sus lágrimas y en lugar de dirigirse hacia sus asientos, él llevó a su
esposa con su suegro.
—Señor —saludó al Sr. Miller y le extendió la mano.
El padre de Adrienne le dio la mano. Luego miró a su hija y sonrió.
—Papi —susurró Adrienne. Se lanzó hacia delante y su padre la abrazó con
fuerza. Sabía que aún no lo había perdonado por lo que hizo. Su madre probablemente
todavía consideraba demandarlo. Pero nada de eso le importaba ahora a Adrienne. Ella
sabía que no lo haría de otra manera. Ella todavía estaba contenta de que su padre haya
venido a estar con ella... en el día de su boda.
—Estoy tan orgulloso de ti, Yen —dijo—. Siento no haber sido capaz de llegar
a la boda. Justin se puso en contacto conmigo hace un par de días y envió mi boleto para
poder venir hoy. El vuelo, desafortunadamente, se retrasó. De lo contrario, yo mismo te
habría llevado al altar.
Adrienne asintió con la cabeza y limpio las lágrimas de sus ojos con cuidado de
no manchar. su maquillaje. —Está bien, papi —dijo—. Todavía me alegro de que hayas
llegado.
Su padre recurrió a Justin. —Cuida de ella, ¿ok?
Justin extendió su mano al hombre mayor otra vez. —Sí, señor —dijo en una
voz seria.
Entonces Justin le cogió el brazo otra vez. Adrienne pensó que él la guiaría hacia
su mesa en el centro del frente. Pero la llevó a la mesa de al lado donde se sentaban los
padres de Justin.
—Mamá, papá, les presento a Adrienne Adams, mi esposa —dijo.
Adrienne los miraba nerviosa. Christine Adams tenía lágrimas en sus ojos
cuando se lanzó hacia adelante y abrazó a Adrienne. Luego miró a sus ojos y le sonrió.
—Siento que nos haya costado mucho tiempo conocerte, querida. Pero gracias por amar
a mi hijo y hacerlo feliz.
Adrienne no pudo encontrar su voz. Sólo asintió con la cabeza y sonrió a la
mamá de Justin. El padre de Justin le dio la mano, le dio un saludo de aprobación y dijo—
: Bienvenida a la familia, niña.
—Gracias —dijo Adrienne.
Como si Justin encontrara satisfacción en el hecho de que sus padres se hayan
convertido genuinamente feliz por él, dijo—: Mamá... papá... —empezó—. ¿Ustedes
saber el apellido de soltera de Adrienne?
Sus padres lo miraron con indiferencia.
Justin sonrió. —Cuando la conocí, se llamaba Adrienne Miller —dijo—. Pero el
nombre en su certificado de nacimiento es en realidad 'Andrea... Andrea Blanc’.
Sus padres lo miraron fijamente un momento, con los ojos muy abiertos e
incredulidad. Luego parpadearon y miraron a Adrienne y luego a Justin otra vez.
—Pero eso es... —su madre empezó a decir.
Fueron interrumpidos por una pareja que acababa de llegar, dirigiéndose
directamente hacia los padres de Justin, estrechando sus manos y besando sus mejillas.
—Felicitaciones. Sentimos llegar tarde. Hubo algunos retrasos en nuestros
vuelos —le dijo la madre de Adrienne a Christine. Luego se volvió hacia Justin y estrechó
su mano.
Sus ojos captaron los de Adrienne y se detuvo en sus huellas, su la boca abierta.
—¿Adrienne? —preguntó
Adrienne no sabía si reír o llorar mientras miraba a su madre.
—Hola, mamá... —susurró Adrienne.
Su madre abrió la boca para preguntarle algo, pero en ese momento, Abi
anunció en el micrófono—: ¡Damas y caballeros, démosle un aplauso a los nuevos Sr. y
Sra. Adams mientras bailan por primera vez como marido y mujer!
Confío en que Abi tendrá el mejor o el peor momento de la Tierra.
Justin se dirigió a sus padres, quienes aún parecían no saber lo que los golpeó.
—Lo explicaremos más tarde. Sólo siéntense... y diviértanse. sabiendo que ahora todos
somos una familia feliz... como ustedes... lo planearon —dijo—. Mientras tanto, necesito
bailar con mi encantadora esposa —Luego tomó del brazo a Adrienne y la llevó a la pista
de baile, dejando a sus padres en la mesa, todavía mirándolos en shock, con sus bocas
colgando muy abiertas.
39. Ang Huling Kabanata
Filipino para

El corazón de Adrienne latía con fuerza. Casi no podía contener la felicidad


dentro de ella, pero de alguna manera una parte de ella se sintió aterrorizada de
enfrentar a sus padres, a su madre, sobre todo. Sus padres no podrían ser más felices
sobre esto, pero también sabía que debían estar planeando su boda mucho antes de que
ella y Justin se conocieran. Y de alguna manera, una parte de ella se sintió culpable por
quitarles ese sueño.
Ella sintió que Justin levantaba su barbilla. —¿Estás bien, cariño? —preguntó
suavemente.
Sonrió y asintió. —Nerviosa, sin embargo.
Le sonrió tranquilamente. —Van a estar bien. Ellos probablemente recibieron
el golpe de sus vidas, pero estoy seguro, sin embargo, de que son felices.
—Deben estar decepcionados de no haber sido parte de la totalidad de los
preparativos para la boda.
Justin apretó sus brazos alrededor de ella y le dio un beso en la frente. —Ahora
que lo pienso, tú también. Y sólo tu opinión realmente me importa a mí.
—Sabes, en la mayoría de las bodas, las novias planean todo. Todo lo que el
novio necesita hacer es aparecer.
—No somos como la mayoría de las parejas. Y debes saber ahora, que no soy
como la mayoría de los chicos.
Adrienne no pudo evitar alcanzar el interior del abrigo de Justin para darle un
pellizco en el lado del abdomen. —Engreído —susurró amorosamente. Pero ella sabía
que era verdad. Justin era único. Cuando pensó que era el típico niño rico y guapo que
no creía en los cuentos de hadas, Justin era en realidad el Príncipe Azul en la vida real.
Le robó una mirada a la mesa de sus padres. Estaban hablando cada uno y
mirando su dirección, sin duda, hablando de ellos.
En ese momento, Justin se alejó lentamente de ella. Su padre fue el siguiente de
él, interrumpiendo el tradicional baile de padre e hija.
En el momento en que se puso en los brazos de su padre, las lágrimas brotaron
de sus ojos. Y sabía que sin importar lo que pasara entre ellos, él seguía siendo su padre.
Y entendió que tal vez él hizo lo que hizo para mal pero no le quitó el hecho de que
también lo hizo porque la amaba y no podía soportar la idea de perderla. Y eso era más
que suficiente para que ella lo perdone.
—¿Cómo estás papá? —preguntó.
Respiró hondo antes de responder—: Finalmente, después de más de veinte
años, estoy arreglando mi vida —respondió. La miró fijamente durante mucho
tiempo—. Pedí el divorcio.
Adrienne sacudió la cabeza. —Papá... está bien. Te perdono. Ma... —se detuvo
en seco cuando se dio cuenta de que no sabía cómo llamarla... madre...madrastra. Creció
llamándola madre, pero ahora, no parecía correcto sabiendo que no era realmente su
madre... y que no merecía ser llamada con el mismo nombre con el que llamaba a la
mujer que dio la vida a ella... la mujer que la buscó y la amó todos estos años.
—Marina —dijo su padre, sintiendo su vacilación—. Deberías llamar Marina,
ahora que sabes quién es tu verdadera madre.
Adrienne asintió. —Papá, no tienes que divorciarte de ella por mí. Ella no puede
hacerme más daño. No dejaré que te sientas culpable por ser feliz con ella.
Su padre sacudió su cabeza. —No se trata de culpa. Se trata de hacer lo correcto.
Y finalmente, estoy haciendo lo que debería haber hecho hace mucho tiempo. Debí
haberme divorciado de ella hace años, y no sólo porque ella te trató mal. Pero de alguna
manera, no podía soportar quitártela, sabiendo lo que hice para evitar que tu verdadera
madre te encontrara. Pero es todo, se acabó. No tiene sentido permanecer juntos.
—Kim... —susurró Adrienne. Ella sabía que Kim podría ser devastada. Era el
único padre que conocía.
—Kim es lo suficientemente mayor para vivir su propia vida. Todavía estaré
ahí para ella si me necesita. Pero esto no le afectará tanto como le hubiera pedido el
divorció a su madre hace quince años. Y ella siempre lo supo, de todas formas.
—Yo…yo apoyaré tu decisión, papá. Y siempre estaré ahí para ti. Te prometo
que nunca me perderás.
Las lágrimas brotaron de los ojos de su padre. —Gracias, Adrienne —él le dio
un beso en la frente de nuevo y luego la abrazó—. Sé feliz por el resto de tu vida —
susurró—. Eso me haría más feliz.
La canción terminó y Adrienne volvió a los brazos de Justin. Él le limpió una
lágrima de la mejilla con el pulgar y le sonrió. No dijo cualquier cosa, pero Adrienne
sabía que él sabía lo que había en su corazón en ese momento. Y se sintió agradecida de
que le diera a su padre la oportunidad de ser parte de su boda... que le dio la
oportunidad de darse cuenta de todo lo contenido en su corazón, no importo lo difícil
que hayan sido las cosas, lo que su padre le hizo a ella.
Pronto Abi anunció que era la hora de la cena. Justin llevó a Adrienne lejos de
la multitud y a la entrada de una sala de estar dentro de la casa solariega.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —le preguntó.
—Sé que te estás muriendo de hambre —se rio.
—Bueno, ahora debería estar comiendo por dos.
Se rio. —Lo sé, cariño. Pero nuestros invitados más importantes no son capaces
de disfrutar de su cena hasta que consigan algo en sus pechos, así que yo pensé que no
prolongaríamos su agonía por más tiempo. Y tenemos que hacerlo en privado.
Antes de que Adrienne pudiera decir algo más, la puerta se abrió de nuevo y
vio a sus padres y a los padres de Justin entrar, seguido del padre de Adrienne.
Su madre se acercó inmediatamente a ella y le dio un abrazo. —¡Mi bebé!
¿Cómo... cómo pudo pasar esto? Dijiste que querías cancelar el arreglo. Que odiabas a
Justin. ¿Cómo pudiste fugarte con él?
—Ok, creo que es mejor que te sientes, cariño —dijo Justin, llevándola a uno de
los sofás en medio de la habitación.
Adrienne se sentó y respiró profundamente un par de veces antes de girar a su
madre. —Mamá, ¿recuerdas cuando te dije que tenía un novio... que fue arreglado para
casarse con alguna heredera? —su madre asintió con la cabeza—. Bueno, resultó que
yo era esa heredera. Y Justin también era el novio de que te hablé.
—Oh, Dios —su madre respiró. Luego sonrió ampliamente—. ¡Gracias, Dios!
Pensé que nunca me perdonarías por este arreglo.
—Y pensé que Justin nos maldeciría por siempre por haberlo hecho miserable
para el resto de su vida —dijo Christine Adams—. ¡Qué... surrealista!
—Wow. Las probabilidades de que eso ocurriera son tan buenas como... cero
—dijo Pierre.
El padre de Justin fue hacia él y le apretó el hombro. —Bien, Sin embargo,
cuando desapareciste, todos nos dimos cuenta de que nos equivocamos al meternos en
sus vidas. Lo sé... esto se convirtió en un golpe de suerte con ustedes dos que ya estaban
enamorados el uno del otro. De lo contrario, sólo los estábamos forzando para darle la
espalda a sus verdaderos amores por algún pacto que sus abuelos se hicieron el uno al
otro.
—Así que, antes de que descubrieras quién era realmente Adrienne, ¿querías
decir lo que dijiste sobre aceptarla en la familia? —preguntó Justin.
Su padre asintió. —Cada palabra. Tu felicidad es lo primero, nosotros nos
dimos cuenta, y es más importante para nosotros que cualquier promesa que tu abuelo
pueda haber hecho.
—¿Por qué no nos lo dijiste? —la madre de Adrienne preguntó—. En el baile
cuando te enteraste de que te habíamos prometido, ¿por qué no viniste a decírnoslo?
¿Por qué te fugaste?
Justin suspiró. —Porque ya había planeado esta boda hace semanas, antes de
esa noche. No se trataba de lo que querían. Quería que Adrienne sintiera que todavía
me casaría con ella porque es lo que quiero más que nada en esta vida. Y nada ha
cambiado sólo porque descubrí que ella era tu hija.
Adrienne se mordió el labio, tratando de no llorar cuando escuchó lo que Justin
dijo. A pesar de que sabía que Justin la amaba más que nada, todavía no podía evitar las
lágrimas en sus ojos cuando le oyó decir esas palabras de nuevo... aquí delante de sus
padres que no querían nada menos que lo que es mejor para ellos, incluso si eso
significaba entrometerse en sus elecciones maritales.
Justo entonces, escucharon al padre de Adrienne decir—: ¿Tú... tú arreglaste el
matrimonio de mi hija?
Todos en la habitación se volvieron hacia él. Después de unos segundos, su
madre se había recuperado del shock de oír su voz en la habitación. Adrienne se dio
cuenta de que no era consciente de que él estaba en la parte de atrás escuchándolos.
—¡Tú! —dijo su madre con voz aguda—. ¿Tú tienes las pelotas para aparecer
aquí después de toda la miseria que nos has causado a mí y a mi hija? —empezó a
caminar hacia él—. Debes tener suerte de que la policía aún no esté en camino hacia
aquí para encadenarte y encerrarte por el resto de tu lamentable la vida —entonces ella
movió su brazo y le dio una bofetada a su padre en la cara.
Adrienne jadeó. Nadie lo vio venir. Tal vez sólo su padre lo hizo, pero no hizo
nada para evitar que esa bofetada le diera en la mejilla.
—¡Señora Starck! —exclamó Justin al mismo tiempo que Pierre gritaba—:
¡Jesucristo, cariño!
Pierre corrió al lado de su madre en un instante, sujetándola.
—Si no fuera por ti, Adrienne habría tenido una vida mejor que la que le diste.
Tu esposa no le habría puesto un dedo encima —su madre lloró con rabia, haciendo
todo lo posible para alejarse de la atadura de Pierre con sus brazos.
—Si no fuera por mí, habrías arreglado la boda de Adrienne hace mucho tiempo
—Sorprendentemente, su padre parecía tranquilo—. Fue sólo un puro golpe de suerte
que ya estuviera enamorada de Justin cuando se enteró.
—Oh, por favor no te atrevas a cambiar de tema. Esto no tiene nada que ver con
el matrimonio arreglado. Estoy hablando del infierno en que pusiste a mi hija cuando la
secuestraste. Nunca hubiera aceptado que se casara con Justin si no conociera a su
familia, si no sabía qué tipo de hombre es. Pero tú... ¡hiciste que mi hija viviera con esas
zorras! ¡Tú me borraste de su vida! La castigaste por nuestros errores. Ella sufrió en tus
manos —No había forma de detener la ira de Ariana. Adrienne sabía que su padre se lo
merecía. Pero ella no pudo soportarlo. No era así como ella quería que su boda fuera.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas y de repente se sintió débil. Ella se apoyó
en Justin, que la cogió firmemente en sus brazos.
—¡Por favor! —dijo Justin con una voz calmada, aunque fuerte y autoritaria.
Todos se detuvieron y se volvieron hacia él—. Con el debido respeto... este es
difícilmente el momento y el lugar para que ustedes discutan su pasado o lo que
pretenden hacer con cada uno de los demás en el futuro. Esta es nuestra boda. Y no
quiero que mi esposa recuerde el día más importante de nuestras vidas de esta manera.
Queríamos compartir este momento con ustedes porque todos ustedes son igualmente
importantes para nosotros.
Nadie habló después de eso. Pierre asintió disculpándose con Justin. La madre
de Adrienne le dio a su padre una última mirada asesina antes de mirar a Adrienne.
—Lo siento. Lo siento mucho. No debería haber hecho eso —dijo la madre de
Adrienne—. Y tienes razón, Justin. Así no es como tú o Adrienne deberían recordar el
día de su boda —se dirigió a los padres de Justin y dijo—: Siento que hayan tenido que
presenciar eso.
Christine Adams agitó ligeramente su mano. —No tienes que disculparte.
Ahora somos una gran familia feliz. Estamos obligados a conocer cada uno de los
secretos de los demás y pelear ocasionalmente entre ellos —Ella estaba positivamente
resplandeciente, como si nada en el mundo pudiera arruinarle este día.
—Bien, ahora que estamos todos de acuerdo, tenemos un anuncio más que
hacer —comenzó Justin. Todos se callaron una vez más. Estaban mirando a Justin y
Adrienne, ansiosos por saber qué tenían que decir. Justin respiró hondo y dijo—: Todos
ustedes van a ser abuelos pronto.
El silencio que siguió fue espeso. Fue como si todos se hubieran detenido
respirando mientras absorbían lo que Justin acaba de decir. Entonces, finalmente, la
madre Adrienne caminó hacia ella y le dio un abrazo. —¡Oh Dios mío, mi bebé!
Pronto, sus padres estaban a su lado, felicitándolos. Sus madres no podían dejar
de llorar, las lágrimas de felicidad rodaban por sus mejillas. Estaban extasiados por la
noticia. Incluso el padre de Adrienne parecía emocionado. Rodearon a los recién
casados, poniendo todos sus problemas a un lado, como si nada hubiera sucedió en
absoluto.
Los padres de Justin comenzaron a discutir si preferían un niño o una niña. La
madre de Adrienne ya consideró mudarse temporalmente a los Estados Unidos, así
podría estar con Adrienne durante todo el embarazo. Pierre consideró cómo hacer
malabares con su carga de trabajo entre él y Jin para que ambos pudieran visitar a
Adrienne y Justin con frecuencia. Incluso el padre de Adrienne sugirió los mejores
hospitales de Chicago que deberían considerar.
Adrienne miró a su marido y sonrió felizmente. Parecía como si sus familias se
hubieran perdido la planificación de su boda, pero seguro que no se perdería su
embarazo o parto. Finalmente encontraron un terreno común, lo suficiente para darles
paz durante toda la recepción.
Duró cuatro horas más. Finalmente, Justin se acercó a Adrienne y le dijo que
era hora de irse.
—¿Hora de ir a dónde? —preguntó.
Él sonrió y luego se inclinó hacia adelante y le susurró al oído—: A nuestra luna
de miel. Me has hecho esperar demasiado tiempo.
Se rio. —¿Y nuestros invitados?
—Abi más tarde les dará sus asignaciones de habitación. Son bienvenidos para
quedarse aquí un par de días más, si lo desean. Pero, en cualquier caso, eso no es tu
problema. Dejémoslos en paz. Y ellos deberían dejarnos en paz —Cuando Adrienne lo
miró fijamente, él le sonrió maliciosamente—. Su carroza espera, mi reina.
Es verdad, un carro de Cenicienta los esperaba al pie de las escaleras de la
entrada principal. Sus invitados hicieron fila para despedirse. Sus madres les dieron un
abrazo, inundadas de lágrimas mientras lo hacían. El padre y el padrastro de Adrienne
estrecharon la mano de Justin y le dijeron que la cuidara bien. Sus amigos y familia
vitorearon y lanzaron confeti de pétalos de rosa en el aire.
El carruaje tomó el camino que llevaba a una estructura de castillo más
pequeña. Parecía aislado, más privado. Una vez que pisaron la entrada de la puerta, el
carruaje se fue, dejándolos a su suerte.
—Bienvenida a su luna de miel, Sra. Adams —dijo Justin. Se inclinó y la levantó
de sus pies. Adrienne gritó y se rio, temiendo que Justin no fuera capaz de sostenerla
con su gran vestido de Cenicienta.
—Tranquilo, tigre —dijo ella, riéndose—. Recuerda, llevas dos ahora.
Justin sonrió. —Nunca lo olvidaría, cariño. Las dos personas más valiosas de mi
vida están aquí en mis brazos. Nunca te dejaré caer, cariño. Recuerda eso siempre.
Entraron en el castillo. La fachada exterior parecía vieja y medieval, pero desde
el interior, parecía bastante moderno. Había paredes de vidrio de un lado, dando una
vista perfecta del lago. Adrienne vio candelabros de cristal colgando del techo. Los
muebles del interior incluían varias maderas y finas telas blancas con adornos de oro.
Justin subió la blanca escalera que lleva al segundo piso. No existía puerta. El
escalón superior reveló inmediatamente un enorme y majestuoso dormitorio. Las
paredes eran todas blancas. Las sábanas blancas cubrían la cama king size con
almohadas blancas con borlas.
Justin colocó a Adrienne a los pies de la cama. —Esta va a ser su casa por el
resto de la semana, Sra. Adams. Tendremos completa privacidad. Todo lo que
necesitamos ya está en la nevera y en los armarios abajo. La gente seguirá trayendo
comida cuando queramos. Hay una piscina privada, también, si desea ir a nadar.
También está el lago. Y sí, podemos nadar desnudos si queremos, ya que nadie más nos
verá.
Adrienne se acercó a las ventanas de cristal para echar un vistazo a la terraza
con vista al lago. La luna se veía grande y llena, y las estrellas estaban brillando
intensamente en el cielo. Era una noche mágica. Justin no podría haber elegido una
mejor noche para casarse.
Ella sintió sus brazos alrededor de ella mientras le acariciaba el cuello. Sintió
un cosquilleo en su columna vertebral y los vellos de su cuerpo parecían levantarse. La
electricidad parecía que fluía de sus labios a la piel de ella. Su marido siempre ha tenido
ese efecto en ella. —Justin —se quejó.
Sintió un tirón en los listones del cierre del corsé de su vestido. Ella se dio la
vuelta y sus labios se encontraron con los de él en largos y apasionados besos. Su
vestido se deslizó lentamente de su cuerpo. Cayó pesadamente en una pila sobre sus
pies. Ella se puso de pie ante él con una camisa blanca y zapatillas de cristal. Justin se
inclinó y la arrastró a sus brazos, llevándola a la cama. Luego desató suavemente los
cordones de su corpiño. Se inclinó hacia adelante y le dio suaves besos en la rodilla,
moviéndose hacia arriba hasta sus muslos.
Su corazón palpitaba dentro de su pecho. Lentamente, sintió que se resbalaba,
perdiéndose en el abismo. La empujó suavemente hacia la cabecera de la cama mientras
se quitaba lentamente la chaqueta, aflojaba la corbata y desabrochaba su camisa. Ella
contuvo la respiración mientras él revelaba su magnífico cuerpo ante sus ojos.
Cuando se quitó la camisa y reveló su sixpack de abdominales y pecho
musculoso, casi se olvidó de respirar, a pesar de que había visto su cuerpo unos cientos
de veces antes. Le sonrió, sabiendo tan bien el efecto que tenía en ella. Se inclinó hacia
adelante, poniendo suavemente su peso sobre ella, la reclamó con sus labios una vez
más.
—Justin... —ella respiró mientras él le acariciaba el cuello. Se sintió dominada
por el deseo, más de lo que ella pensaba que podía manejar.
—Mi esposa... —le susurró—. Te amo —y le besó los labios una vez más.
Ella sonrió contra sus labios. —Yo también te amo... mi esposo —ella se sentía
tan bien diciendo esas palabras. Saber que finalmente, no había nada que se
interpusiera entre ellos. Él era suyo ahora y nadie podía separarlos el uno del otro.
Ella sintió el chasquido de su sostén cuando se lo quitó. Y luego sintió sus besos
húmedos en la punta de sus pechos. —Oh Dios mío... —No podía evitar respirar
fuertemente. Había pasado demasiado tiempo desde que estuvieron juntos. Ella
recordaba cuánto extrañaba sus labios en ella.
Se alejó de ella para desabrocharse el cinturón y quitarse los pantalones.
Cuando se posó sobre ella de nuevo, sintió la sólida evidencia de su deseo por ella.
Cuando ella tocó su parte más íntima, él casi gritó. Él sintió sus dedos sobre ella. Ella no
pudo ocultar la evidencia húmeda de su propia excitación. Cuando el burló su botón
sensible, ella casi cayó por el borde. Casi... pero no del todo. Porque Justin Adams era el
único hombre que conocía su cuerpo más que ella misma. Sabía cómo deshacerla,
enviarla al borde de la pasión, empujarla al borde del olvido.
—Justin... —murmuró mientras él se burlaba de ella, reteniendo lo que más
anhelaba en ese momento.
La sonrisa que le dio fue tan encantadora como malvada. Y ella lo sabía, él
también la castigaba, por inventar el no-sexo-antes-del-matrimonio y lo hizo sufrir
durante días. Se mantuvo fiel a su promesa. Él la haría también suplicar por él.
Le acarició el cuello mientras presionaba su cuerpo contra el suyo, tocando su
sensible hendidura con su dura hombría. Se movió un poco, añadiendo más sensación
a su ya ardiente núcleo.
—Oh Dios mío, Justin... —ella respiró—. ¿Cómo soportas esto?
Le sonrió maliciosamente, —He pasado semanas rogando por esto. Yo puedo
esperar unos segundos más —trazó los labios de ella con su lengua—. Hasta que me des
lo que quiero.
Ella le devolvió el beso, negándose a ceder, prolongando a ambos su agonía,
tratando de mantenerse en el juego que ella comenzó desde que llegaron a Italia.
Ella lo sintió en su entrada. Respiró profundamente, preparándose para la
intensa sensación que seguiría, anticipando su unión después de semanas de agonía y
celibato. Pero en lugar de entrar completamente, se resbaló pasando su entrada,
frotando su parte inferior contra la entrada de ella mientras se empuja hacia arriba.
—¡Oh Dios, Justin! —dijo ella con voz ronca.
—¡Joooooder! —él maldijo en silencio y ella pudo ver que él apenas también se
sostenía.
Uno de ellos tendría que ceder al llamado de su pasión. Uno de ellos tendría que
perder... renunciar a su orgullo y rogar para consumar su matrimonio.
Él se alejó de nuevo y una vez más, estaba en su entrada. Él no se rendiría.
Apenas aguantó. Frotó su punta contra sus pliegues, burlándose de ella hasta el final,
golpeándola en todos los lugares correctos. Cuando empujó hacia arriba y golpeó su
botón sensible, perdió todo el control.
Ella gritó—: ¡¡¡Justin, por favor!!!
Al mismo tiempo, él maldijo—: ¡Al diablo! ¡Estoy harto de esperar!
Y en una fracción de segundo, eran uno. Ella estaba gritando su nombre en
éxtasis, mientras la montaba a lo largo de su clímax.
Duró un par de segundos, pero para Adrienne, se sintió como una eternidad
antes de que bajara de la cima de su pasión. Justin la miró intensamente, como si
estuviera en trance.
—Justin... —susurró.
Él le sonrió lentamente. —Tú... eres absolutamente hermosa —él susurró—.
Nunca he tenido una vista más hermosa que la tuya ahora mismo.
En respuesta, ella lo atrajo hacia ella, besándolo apasionadamente. Él comenzó
a moverse en ella de nuevo. Cada empuje que dio la perforaba, la tocó en todos los
lugares correctos y la empujó nuevamente al acantilado, sin retorno.
—Oh Dios mío, Justin. Por favor. ¡Más rápido! —suplicó. Ella reunía su
confianza con la misma intensidad—. ¡Más fuerte!
Enterró su cara contra la masa de su cabello y respiró el olor de ella. —Cariño...
Dios, no puedo. ¡No puedo ser rudo!
Ella sabía que él estaba perdido en su propio éxtasis, pero él trató de
contenerlo.
Temía que pudiera dañar al bebé que crecía dentro de su barriga. —Somos más
fuertes de lo que nos das crédito, cariño. Puedes dejarlo pasar.
Con una mirada segura en su rostro, desató la bestia que lleva dentro de él. La
atravesó con una lanza, golpeando sus puntos más sensibles por dentro y por fuera. Sus
ojos se volvieron de un tono azul más oscuro mientras permitía que su deseo se
apoderase completamente sobre él, la bestia para controlarlo. Llevó a Adrienne a una
nueva altura de euforia. Algunos empujones más profundos y ella volvió a gritar su
nombre, permitiéndose perderse en el paraíso.
Cuando ella se dejó ir por la segunda vez, él también lo hizo. Él la llevó a la cima
más alta del placer y luego saltó del acantilado con ella, gritando su nombre mientras
entraba en el Nirvana con ella.
—¡Te amo, Adrienne Adams!
Cuando terminó, le miró tiernamente su cara mientras sus ojos bailaban. Tenía
gotas de sudor en la frente y una sonrisa triunfante en su rostro, como si acabara de
conquistar el mundo.
—Creo que, si no estuvieras ya embarazada, lo estarías al final de esta luna de
miel —dijo.
Adrienne se rio. —¿Era eso parte de tu plan, también, cuando le preguntaste
Mason y Abi para preparar esta boda?
—Creo que ambos sabemos que planeé el embarazo mucho antes de eso —él
dijo, dándole una sonrisa traviesa. Adrienne lo pellizcó en el costado—. ¡Owww! –
gimoteó él.
Se alejó lentamente de ella. Luego se acostó de espaldas y la reunió en sus
brazos.
—¿Estás bien? ¿Estás segura de que no le hice daño al bebé? —preguntó, con
su tono de preocupación.
Adrienne miró hacia arriba y le besó la mandíbula, asegurándole. —Estamos
bien. El bebé es fuerte.
Se quedaron en silencio por un rato y luego preguntó, —¿Estás bien con todo?
¿Te mudaras a Chicago conmigo? Quiero decir, acabas de encontrar a tu verdadera
familia en París.
—Ya escuchaste a mi mamá. También está pensando en mudarse
temporalmente a Chicago.
—Estoy segura de que mi madre está encantada con eso —dijo Justin—. ¿Ya
sabes que han estado planeando esto, toda nuestra vida?
—Lo sé. Deben estar en la luna ahora mismo.
—Ellos. Excepto tu hermano, por supuesto.
—¿Jin? ¿Por qué?
—Él quería estar aquí. En realidad, quería ser el que te acompañara por el
pasillo. Tuvimos nuestra discusión por teléfono. Le dije que ese privilegio todavía le
pertenecía a tu padre biológico. Creo que no le gusto cuando se enteró que el vuelo de
tu padre se retrasó y Yuan te llevo por el pasillo. Cambié de opinión en el último minuto
e invité a nuestros padres. Tu padrastro le pidió que se quedara, para ocuparse de
asuntos importantes. Yo creo que está enfadado porque no pudo decirles que en
realidad venían a nuestra boda y también que merecía él estar aquí.
—Dios mío —dijo Adrienne con tristeza—. No le gustará. Jin es tan diferente
de Kimberly. En realidad, quiere ser parte de mi vida.
—Renovaremos nuestros votos después de cinco años. Él puede venir a esa. Y
puede llevarte al altar, si quiere.
—Buena suerte diciéndole eso. A Jin Starck no le gusta que tampoco lo manden
alrededor, ya sabes.
—No tiene elección. Desde que me casé contigo, oficialmente me he convertido
en su hermano mayor —Justin se rio.
—Buena suerte convenciéndolo de eso también —Adrienne también se rio.
Aunque por dentro, no podría ser más feliz. Ella sabía que Justin y Jin se llevaría bien.
Ambos la querían mucho.
—¿Has pensado en lo que vas a hacer con tu apartamento en Nueva York?
—En realidad, todavía no —respondió—. No he pagado todavía la hipoteca en
su totalidad. Y me quede sin trabajo. Ahora soy una esposa y pronto seré una madre.
Mucho ha ocurrido recientemente. Pensar en el apartamento no es prioridad en mi lista.
—Sabes que ya no tienes que preocuparte por la hipoteca —dijo—. Me ocuparé
de ello.
Sacudió la cabeza. —Justin, es mi obligación —Ella se apoyó en su codo para
poder mirarlo a los ojos.
—Te casaste conmigo. Tus obligaciones se han convertido en las mías también
—él dijo.
Sus ojos se abrieron de par en par. No le gustaba esa idea. —¡Justin, no! No
permitiré eso. Tengo dinero ahorrado. O puedo venderlo a alguien que esté dispuesto a
continuar con la hipoteca. ¡Pero no dejaré que te hagas cargo de los pagos! ¡No lo haré!
Justin la rodeó con sus brazos. —Ssshhh... ok, ok —él susurró—. No te estreses
por una cosa tan pequeña. Escúchame. primero.
—Justin, tienes un apartamento similar. ¿Sabes cuánto son los gastos? No es
una cosa pequeña.
—Comparado contigo, no es nada. Mira, sé lo que ese apartamento significa
para ti. No es sólo una casa o una hipoteca. Es tu declaración de independencia.
Compraste eso para mostrar a tus padres que la habías hecho bien por su cuenta. Y
siento que te estoy alejando de ese lugar. Obligándote a casarte conmigo tan pronto, y
pidiéndote que dejes tu vida atrás en Nueva York y vivir conmigo en Chicago —le besó
la parte superior de la cabeza.
Adrienne suspiró. Su esposo la conocía muy bien. Él la escuchó a ella. Escuchó
incluso las cosas que no dijo en voz alta. Y sí, ella no quiere renunciar al apartamento
que era la encarnación de todo por lo que trabajó duro para... el apartamento que fue la
razón por la que conoció a su esposo en primer lugar.
—Lo pensaré. Pero tienes razón. No quiero renunciar a ello —admitido.
La abrazó fuertemente. —Sabía que eso era lo que ibas a decir —buscó el cajón
de la mesita de noche y sacó un sobre y se lo dio—. Por favor, no te enojes. Considéralo
un regalo de bodas.
Adrienne se apoyó en su codo de nuevo y tomó el sobre de él. Dentro, vio dos
títulos de propiedad. Leyó los números de la parcela y reconoció uno como su propio
apartamento. El otro estaba en el mismo piso, frente al suyo. Ese era el apartamento de
Justin. Ambas propiedades fueron nombradas a su nombre.
—Justin, ¿qué es esto?
Respiró profundamente. —Arreglé tu hipoteca directamente con el de bienes
raíces. Te transfirieron la propiedad completamente —Se veía nervioso, como si
estuviera esperando que ella le gritara.
—¿No puedes hacer eso? ¿Puedes?
—Bueno, tengo a los mejores abogados del país que se ocupan de esto, además
de que se quién es el dueño del edificio.
—¿Y tú apartamento?
Se encogió de hombros, —Ambos sabemos lo sentimentales que esas
propiedades se han vuelto para nosotros, ¿verdad? Nunca los dejaríamos.
—¿Por qué transferiste tu apartamento a mi nombre?
—Porque no veo el punto de mantener dos apartamentos separados. No nos
vamos a separar... nunca, así que no necesitamos hacer provisiones para tal ocasión. Soy
supersticioso en ese sentido —le sonrió amorosamente a su esposa—. Por lo tanto,
tengo un plan elaborado para reconstruir ambos apartamentos, para convertirlo en
uno. Habría sido más fácil si viviéramos uno al lado del otro en vez de lados opuestos
entre sí. Pero contraté a brillantes arquitectos para trabajar en el diseño. Estoy seguro
de que se les ocurrirá algo increíble.
—¿Y el agente inmobiliario y el propietario del edificio están de acuerdo?
—Bien, ¿estuvo de acuerdo la compañía de bienes raíces que administra el
edificio? Por supuesto que no. Pero como mi amigo River, es el dueño del edificio, no
pudieron rechazar mi petición.
—¿River es dueño de todo el edificio?
—Sí —respondió—. Ahora, se está rascando la cabeza de cómo explicará a los
otros inquilinos las grandes renovaciones que se harán en nuestro piso.
—¿Y él está de acuerdo con eso?
Justin se encogió de hombros. —Considéralo parte de su regalo de bodas para
nosotros.
—De verdad, Justin Adams. Tienes una forma de mandar a tus amigos que te
rodean.
Se rio. —No soy mandón. Sólo soy persuasivo... y encantador. Yo te encanto,
¿verdad?
—Sí, fue muy difícil resistirme a ti —dijo Adrienne, riéndose.
Lo decía en serio. Trató de resistirse a esto... de resistirse a él. Para luchar
contra su encanto y no dejar que la afectara. Ella trató de pensar en todas las razones
por que no podrían estar juntos. Poco sabía ella, que estaban destinados a estar juntos,
fueron hechos el uno para el otro... quizás incluso antes de que nacieran.
Ella podía razonar que estaban tan separados en lo financiero y social que no
podrían estar destinados el uno al otro. Cualquiera que sea la razón que podría haber
pensado, eso no les impediría estar juntos al final. Esto no tiene nada que ver con sus
padres. Sí, lo hacemos nuestro y eso hará toda la diferencia en el mundo. Pero algunas
cosas están destinadas a suceder de una manera u otra. Sólo tienes que creer que al
final, todo es justo en el amor y en la guerra, y las cosas se resolverán de la manera que
se suponía debían hacerlo. Como el destino, como la suerte.
—Gracias, cariño —ella le susurró.
—¿Por qué?
—Por ti. Por todo lo que eres. Por todo lo que haces.
Él le sonrió. —Lamento que algunos de nuestras familias no hayan podido
llegar a nuestra boda.
Ella se inclinó y lo besó suavemente en los labios. —Podrán haberse perdido
esto. Pero daré a luz a nuestro bebé en menos de nueve meses. Vamos a conseguir una
gran habitación de hospital. Todos pueden estar allí entonces.
—Y luego, dos años más tarde, cuando des a luz a nuestro segundo bebé.
Entonces tres años después para el tercero. Y cuatro...
—¡Justin! —Adrienne se rio—. No puedo dar a luz todos los años. ¿Cuántos más
niños quieres?
Se encogió de hombros. —Cuatro.
—¿Cuatro? —ella lo miró, con los ojos muy abiertos.
—Por lo menos.
—¿Hablas en serio?
Asintió con la cabeza. —Te lo dije. Yo era hijo único. Me sentí un poco solo.
—Tenías a tus primos, ¿no?
—Sí. Pero tú sólo tienes un hermano y yo soy hijo único. Y como lo es, tu
hermano no parece que vaya a establecerse pronto y tener sus propios hijos. Así que,
somos la única oportunidad que tiene este bebé de tener una casa grande, feliz y
ruidosa.
Adrienne suspiró felizmente. —Me gustaría eso. Un grande, ruidosa y feliz casa.
Sintió que Justin se movía y que estaba encima de ella una vez más. Él la miró y
luego le susurró—: Te amo mucho.
—Yo también te amo. ¿Prometes que no te cansarás de mí?
Él le sonrió a ella. —¿Cómo podría cansarme de ti? ¡Eres atractiva! —Luego se
inclinó hacia adelante para besarla profundamente, llevándola a una interminable
montaña rusa llena de pasión de nuevo.

FIN.
SOBRE LA AUTORA

Jerilee Kaye nació bajo el signo de Leo en el año 1979.


Ella está casada con su primer amor, Sam, con el que empezó a salir cuando
tenía 16 años. Ellos fueron bendecidos con dos hermosos ángeles, MarQuise Justine
Jerilee y Sir Alfred IV. Cuando no está escribiendo, ella pasa el tiempo jugando al golf,
pateando a su esposo en el judo o tomando lecciones de piano.

Puedes contactar a Jerilee Kaye en:


Email:jerileekaye@gmail.com
Twitter: @iamjerileekaye
Facebook: www.facebook.com/jerileekaye
AGRADECIMIENTOS

Queridos lectores, Traducciones Independientes les agradece esperar nuestra


traducción.
Agradecemos a Kasis por traducir esta historia y por tener confianza en
nosotros al igual que aceptar unirse a nuestro equipo.
Recuerden que nuestros proyectos son para ustedes, son el fin del trayecto, a
ustedes nos dirigimos al traducir, a sus manos, a sus ojos, a su deleite.
Nos leeremos en los libros por venir...

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecerles a todos los lectores de los grupos de traducción, todo


proyecto traído a nuestro idioma es por y para ustedes. Les damos las gracias
ENORMES a Reshi y a todo el staff de TI por pensar en Sombra Literaria para este
proyecto. Nos encanta colaborar con ustedes. E infinitas gracias a Kasis por traducir
esta hermosa historia.

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