Monster's Mate (Prothekan Monster Pets 1) - Anne Hale & Celeste King

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EL DESVÁN DE EFFY – Traducción de Lilith - Prothekan Monster Pet - Libro 1 - Monster´s Mate
ANNE HALE
CELESTE KING
COMPAÑERA DEL MONSTRUO
MONSTER’S MATE
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Esta es una traducción hecha por y para fans. El Desván de Effy realiza esta actividad
de manera altruista y sin ánimos de lucro, con el fin de dar a conocer las obras de
autoras de habla inglesa, en países de habla hispana.
Pueden ayudarnos difundiendo nuestro trabajo con discreción para que podamos
seguir ofreciéndoles más libros (no comenten sobre esta, o cualquier otra de nuestras
traducciones, en los canales oficiales de las autoras). Si comparten esta traducción en
otros canales o blogs, les pedimos no eliminen nuestros créditos.
Si llegaran a publicarse estos libros en su idioma, por favor apoyen a la autora
comprando su obra. Este material no pertenece a ninguna editorial, y al estar
realizado por fans y amantes de la lectura, podría contener errores.
¡¡¡Esperamos de Corazón que disfruten la lectura!!!
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TRADUCCIÓN y CORRECCIÓN
EDICIÓN, PDF, E-PUB Y SUPERVICIÓN DE PROYECTOS

POR EL EQUIPO DEL DESVÁN DE EFFY
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Sinopsis
Sólo una cosa me impide convertir este mundo en una pesadilla...
...y es el ángel de mujer del que me he enamorado.
Su pureza y belleza es lo único que alivia mi alma torturada.
El mundo me teme. No importa si eres humano, orco o elfo oscuro - te encoges de
terror cuando me ves.
Sólo Moira puede mantenerme a raya.
Y mataré a cualquiera o cualquier cosa que intente dañarla.
Los despedazaré mientras aún respiran y les daré de comer trozos de sí mismos con
oscuro deleite.
Pero eso no es nada comparado con lo que le haré a ella si intenta dejarme.
Ella es mía. Para siempre.
Juntos, gobernaremos la tierra de las pesadillas. Ella a mi lado.
Le guste a ella o no.
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El Mundo de Protheka
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Capítulo Uno
TANEM
La noche es casi tan oscura como yo.
Casi.
Tal vez nada es más oscuro que yo. No lo sé. He vivido mucho tiempo.
En algún lugar de mi memoria, tal vez pueda encontrar algo tan oscuro como yo.
Pero no tengo interés en buscar en mis recuerdos algo que no importa.
Lo que importa es que soy más oscuro que la noche, y me muevo y ondulo con las
sombras de Eelry.
No intento esconderme. La verdad es que no. Estoy cazando, y tal vez debería
esconderme. Ser sigiloso.
Tal vez.
Pero no tengo paciencia para jugar al escondite con mi presa. Me verán venir. Verán
sus muertes.
Ciertamente sentirán sus muertes.
La próxima vez, intentaré ser sigiloso. El sabor de la sorpresa en la sangre y la carne
de lo que sea que esté comiendo es bastante exquisito.
Eso, tengo que admitirlo.
Mis comidas favoritas son los elfos oscuros. Saben como ninguna otra cosa que haya
consumido.
Y en mis siglos de vida...
¿Siglos Tanem? ¿De verdad has vivido tanto?
En mis siglos de vida, nunca he probado nada como un elfo oscuro. Su carne es suave,
flexible, tierna.
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Su hechicería oscura fluye por sus venas, proporcionándome fuerza y manteniéndome
saciado días después de la comida.
Mis colmillos se extienden desde mis encías, sólo pensar en ellos.
Los músculos de los tentáculos que están sellados en mi espalda se flexionan y
retuercen. Están hambrientos.
"Shh. Estate quieto". Las palabras se deslizan entre mis colmillos. Mi voz baja y gutural
es más bien un gruñido.
Siento el olor de los humanos cuando levanto la cabeza. Mi nariz se arruga
involuntariamente.
No soy muy aficionado a comer humanos. Pero quizás esta noche encuentre algo dulce
para calmar mis tentáculos.
Tal vez esta noche deba hacer lo más fácil y renunciar a cazar a los elfos oscuros que
probablemente han percibido mi presencia en la ciudad.
Los humanos tienen prisa, eso deduzco por la forma en que su energía chispea y se
agita en el aire.
Sus voces son bajas, sus pasos apresurados. Les sigo, con pasos suaves y rápidos sobre
el suelo empedrado.
Mi cuerpo se ha mantenido musculoso, fuerte y delgado, a pesar de mis años de vida.
Me parece fascinante que los humanos envejezcan hasta convertirse en criaturas
decrépitas, incapaces de valerse por sí mismas.
El grupo de humanos dobla en una esquina oscura y mis tentáculos se levantan de
donde colgaban de mi espalda. Me cierno sobre ellos, y los tontos siguen sin verme.
Qué hambre tenéis. Mi voz habla en silencio en mi cabeza, incitándome a seguir.
Estoy a punto de atacar, de atrapar a uno o dos, cuando siento el olor. La fragancia no
se parece a nada que haya olido antes.
Es fresca, brillante y muy dulce. Huele incluso mejor que la sangre mágica de los elfos
oscuros.
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Sea lo que sea, viene de los humanos. Retraigo mis tentáculos, en contra de sus
protestas.
No puedo comer todavía. No hasta que haya encontrado la fuente del olor.
Soy consciente de que mi corazón se acelera y mi estómago se retuerce. Se me eriza
la piel mientras sigo a los humanos esquina tras esquina.
Pronto llegamos a un edificio de una planta con un tejado bajo. No puedo entrar tal y
como estoy, así que espero a que entren los humanos.
¿Qué es este lugar? Puedo oír docenas de pasos cruzando el suelo de tierra del
interior. Mil olores diferentes se mezclan y exudan del edificio.
Dejo que la oscuridad me cubra y me deslizo dentro antes de que el elfo que vigila la
puerta pueda verme.
Lo único que nota es un susurro de viento acariciándole la mejilla al pasar.
Permanezco cerca de las paredes del edificio, hasta que un guardia capta mi olor. La
criatura gigante me mira y hace una señal a los guardias que vienen detrás.
Me meto en un hueco a mi izquierda y ellos me siguen.
Los tentáculos se extienden desde mi espalda y les rompen el cuello en cuestión de
segundos. Ni siquiera tengo que moverme.
Introduzco sus cuerpos en la alcoba, apilándolos unos sobre otros. Hay fardos de heno
cerca.
Permanezco en la oscuridad mientras los amontono.
Encontrar a mi presa será imposible ahora. No puedo cazar o seré cazado. Cazado
hasta mi fin.
Cuando me giro, me doy cuenta de lo que está ocurriendo dentro del edificio. Es una
subasta. Quienquiera que la dirija está subastando joyas preciosas, animales y cosas por
el estilo.
Y humanos, descubro rápidamente.
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Todavía puedo oler el aroma que me ha atraído hasta aquí. Casi puedo oler la fragancia
en el aire, que resplandece como una luz brillante que se refleja en el cristal.
Me alejo de la pared y me esfuerzo por ver la parte delantera de la sala. Se subastan
varios humanos. Son hermosos, jóvenes y dulces.
Pero, ¿ahora mismo? No son suficientes para saciar mi hambre.
No mientras el dueño de la fragancia esté cerca.
El sexto objeto de la subasta es un collar que contiene varias joyas de origen precioso.
No me importa.
El séptimo objeto de la subasta es un poco más interesante.
"¡Quítame las manos de encima, basura!" Grita. Varios de los humanos y elfos jadean
ante sus palabras.
La traen a patadas y gritos al escenario.
Qué extraño. Normalmente a los humanos les gusta que los subasten. Se ocuparán de
ellos en vez de quedarse en sus barrios bajos.
Un elfo cercano se ríe divertido.
La chica humana sigue luchando en el escenario. "¡No me compres!" grita.
"¡Me quedaré en la calle! Huiré de ti".
El olor ha vuelto y es más fuerte que nunca. Necesito salir y encontrarla. Lo necesito.
Desesperadamente.
Mientras me voy, se dirige hacia mí y me giro inconscientemente.
Es ella.
La chica humana que hace berrinche en el escenario de la subasta.
¿Quién es ella? ¿Y por qué su olor me enciende?
No puedo responder a las preguntas que revolotean por mi cabeza.
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Capítulo Dos
MOIRA
He mordido a tres elfos en el brazo y les he arrancado una oreja.
Dioses, saben horrible.
El dolor no parece sentirse en ellos. Ni siquiera parecen sentir dolor.
Eso no me importa.
No dejaré de patalear y gritar hasta que me vaya de este lugar. De la casa de subastas
donde soy tan buena como un lado de taura.
Estoy segura de que también me pincharán como a una cara de taura. Cuando miro a
la sala desde el escenario, veo a varios elfos oscuros que asienten ante mi aparición.
Casi se me hiela el corazón de miedo, pero trago saliva, porque si no, me derrumbaré.
Llevo varios días a punto de derrumbarme. No sé muy bien por qué. Quizá esté
agotada por la preocupación. Quizá esté agotada por la pena.
Creo que ya no importa por qué. Creo que ya no importa que esté agotada.
Todo lo que puedo hacer es seguir pateando hasta que me suelten por un segundo.
Entonces podré escapar.
Los dos sirvientes elfos que sujetan cada uno de mis brazos se retuercen y aúllo de
dolor. Las lágrimas me escuecen en los ojos, pero me niego a llorar.
No hasta que haya perdido toda esperanza.
La traición persiste, ardiendo en el fondo de mi mente mientras lucho por mi vida.
Trabajaba bien antes de que mi amo, como era, decidiera venderme. Era una buena
trabajadora, atenta y amable.
Cuidé bien de él, de su casa y de su familia.
Casi me preocupé por el elfo oscuro. Pero creo que tal vez todo esto era parte de su
plan.
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Para usarme y echarme. Hasta que lo único que me quedara fuera tumbarme con las
piernas abiertas para quien me comprara.
El sirviente elfo vuelve a retorcerme los brazos.
Esta vez, caen lágrimas. Ahora estoy sollozando, abiertamente y en voz alta.
Tal vez, sólo tal vez, esto disuada a quienquiera que pensara que me veía lo bastante
bien como para comprarme.
Al principio pensé que mi maestro elfo bromeaba cuando dijo que me iban a vender.
Pero enseguida me di cuenta de que era la peor broma que jamás había oído. Y los
otros sirvientes humanos no ayudaron.
Siempre había sabido que no les caía bien, aunque no estoy segura de por qué.
Pero me habían echado la culpa de todo lo que iba mal. Así que me obligaron a
marcharme.
"¡Esta luchadora será vendida al mejor postor!" Un elfo oscuro en el escenario me
sonríe, sus afilados dientes brillan en los tenues fuegos que destellan de las antorchas en
las paredes.
"¡NO!" Grito la palabra hasta que noto que mis cuerdas vocales empiezan a
resquebrajarse.
"Compradme y os maldeciré a todos hasta la muerte. No me compréis, joder, o lo
lamentaréis".
Lágrimas, lágrimas de verdad, caen por mi cara. Lágrimas de conmoción, agotamiento
y dolor.
Y no hay nada que pueda hacer para dejar de llorar.
Mis maldiciones no disuaden a nadie, y mi llanto tampoco, me doy cuenta con rabia.
Se han levantado más manos con palas.
El elfo oscuro ríe a carcajadas.
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Reconozco al elfo más cercano al escenario que ahora es el que más ha pujado por mí.
Es conocido por su crueldad, y su fea sonrisa me aterroriza.
Parpadeo con los ojos que me escuecen por las lágrimas, y la habitación brilla a mi
alrededor. Huele a rancio, a sudor y a mierda seca.
La bilis me sube a la garganta, pero sé que no puedo rendirme. Quizá pueda escapar.
Esta vez, mis forcejeos son más violentos, y los elfos deben de haber perdido la
paciencia. Me sujetan con más fuerza.
Y sus garras sacan sangre. Caigo de rodillas mientras la sangre brota de profundos
rasguños en mis dos brazos.
Mis lágrimas, esta vez, son silenciosas.
La sala de subastas se queda en silencio.
¿Están sorprendidos? ¿Pensaban estas criaturas superiores que los humanos no
sangraban?
El elfo oscuro ha ordenado a los sirvientes que me lleven a la parte de atrás.
Probablemente me castigarán allí.
Pero justo entonces, un fuerte gruñido llega desde el fondo de la sala.
Monstruo.
Porque eso es lo que es.
Se ha lanzado al escenario, una figura grande, oscura y corpulenta. Tiene manos con
garras y en su cara brillan ojos rojos.
Los sirvientes elfos entran en acción, tratando de contenerlo.
¿Por qué se acerca el monstruo al escenario?
Se me ocurre distraídamente. Porque he visto mi oportunidad.
¡VAMOS! ¡AHORA!
Me escabullo de los elfos, que están demasiado concentrados en someter a la bestia.
Ya no me importa estar descalza y sangrando.
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Pero no soy lo bastante rápida. Porque un elfo oscuro sale de la oscuridad cuando
corro. Me agarra. Debe haber estado esperándome.
"Eres toda mía", me sonríe. "Y ni siquiera tengo que pagar por ti. Serás un bonito
regalo que mantendré encadenado a mi cama".
Se me hiela la sangre y tiemblo en sus garras.
Se acabó. Lo sé. Los elfos oscuros tienen magia. Probablemente desaparecerá
conmigo ahora.
Pero alguien no está de acuerdo.
El gruñido es bajo, retumbante y más oscuro que la noche.
No es natural y el elfo sisea.
"Bestia". La palabra se escapa de sus labios en un silbido y me empuja detrás de él.
El monstruo nos mira y, lentamente, cuatro largos y gruesos zarcillos se extienden
desde su espalda.
El elfo no espera, invoca un bastón y le lanza magia. La bestia esquiva la magia sin
esfuerzo.
Vuelve a gruñir y salta hacia delante. El elfo crea un campo de fuerza oscuro a su
alrededor. La bestia rebota en él, pero no cae.
Nuestros ojos se encuentran. Sus dos ojos rojos se cierran y se abren lentamente.
Como si intentara comunicarse conmigo.
El elfo le lanza hechizo tras hechizo, rápida y brutalmente. La bestia es herida varias
veces pero sigue adelante.
Es implacable, utiliza sus brazos, piernas, garras y tentáculos para luchar.
Al evitar arañarme cuando el elfo me empuja delante de él, me doy cuenta de que la
bestia intenta ayudarme.
Pero, ¿por qué?
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Capítulo Tres
TANEM
El elfo puede tener magia. Pero al final, la fuerza bruta siempre gana.
Mis heridas se curan en cuanto me lanza su magia, y aunque duelen, sólo aumentan
mi furia.
Y durante todo ese tiempo, el embriagador aroma de la chica humana resplandece en
el aire a mi alrededor.
El elfo se cansa, vacila, y veo mi oportunidad. Con un golpe contundente de uno de
mis tentáculos, lo derribo.
No está muerto, aún puedo verle respirar. Pero sin duda está inconsciente. Y cuando
vuelva al mundo de la conciencia, tendrá los peores dolores que jamás haya sentido.
Ni siquiera la brujería de los elfos oscuros curará su dolor.
Una cacofonía de ruido proviene del edificio, un estruendo de chillidos y gritos. Retiro
mis tentáculos y me vuelvo hacia la chica humana.
Es encantadora. No es una niña pequeña; noto algo de cansancio en ella. Es delgada y
esbelta, aunque no es baja para una mujer humana.
Tiene el pelo color arena y los ojos verdes más grandes que he visto nunca. Están
enmarcados por suaves y largas pestañas, con cejas marrones rectas que enmarcan su
rostro.
En ese momento, varios elfos oscuros más salen corriendo del edificio de subastas. Mi
ira contra estos animales vuelve a aumentar cuando los oigo maldecirme a mí y a la
muchacha humana.
Los elfos oscuros a cargo de la subasta quieren llevársela. Me interpongo entre ellos
al instante y mis tentáculos salen de mi espalda.
La oigo jadear detrás de mí. Se dispone a huir. Me tiene miedo.
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Ya no hay tiempo. Los elfos oscuros están listos para llevársela de nuevo, y sé que su
destino con ellos será peor que su destino conmigo.
Incluso si soy una cosa nacida de la oscuridad.
Soy lo que los humanos llaman un monstruo.
Me giro tan rápido que los elfos no me ven. Me escabullo entre las sombras, agarro a
la chica humana y me subo al tejado del edificio.
Ella empieza a forcejear al instante.
"¡No! ¡Suéltame!" Su voz es menos aguda, traicionando la verdadera madera de su
voz.
Baja, suave, delicada.
Como ella.
Disminuyo la velocidad mientras salto del tejado del edificio. Luego me dirijo hacia los
bosques que crecen en la mayor parte de Rach.
"Si quieres morir con ellos, con esos elfos, te dejaré bajar ahora y podrás volver
corriendo con ellos".
Mi voz es rasposa y carraspeo varias veces. Hace tanto tiempo que no hablo.
"Te utilizarán de formas que no puedes imaginar, y luego morirás. Si quieres seguir
viva, tenemos que irnos".
Ella deja de luchar de inmediato.
Mi escondite está cerca, pero los elfos nos perseguirán. También ordenarán a sus
guardias orcos que me persigan.
Puedo ocultar mi olor, pero la chica sangra. Los elfos podrán rastrearla rápidamente.
Cuando estamos en la parte más oscura del bosque, me detengo y levanto la cara al
aire. Siempre hay bestias muertas alrededor.
Huelo rápidamente el likar podrido. Debe de haber muerto de alguna enfermedad. Lo
encuentro, llevando a la chica conmigo.
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Ella se retuerce, con arcadas, cuando ve a la criatura muerta. Los likar son conocidos
por su potente olor cuando están vivos.
El olor se vuelve aún más penetrante cuando mueren. No espero a que me pregunte,
sino que uso una garra para recoger un poco de sangre.
La cubro de sangre en segundos y vuelvo a moverme.
Sólo me detengo cuando sé que los elfos han perdido nuestro rastro. Estamos a varios
pasos de mi escondite, una cueva en el subsuelo.
La mantengo cubierta de hojas y ramas de árbol. Ahora las hago a un lado y la bajo. La
hago entrar antes de seguirla.
Sólo me detengo a mirarla cuando he vuelto a cubrir la entrada.
Me mira fijamente durante unos largos segundos, mientras yo revuelvo mi cueva.
Estoy orgulloso de ella. Tiene todas las comodidades que necesito.
Sé que tiene mejor aspecto que algunas viviendas humanas.
"Me llamo Moira". Me ofrece su nombre, su voz baja y melodiosa en el silencio.
Me giro hacia ella para ofrecerle mi nombre.
"Me llamo Tanem". Inclino la cabeza.
Me acerco a ella, embriagado por su aroma, que inunda mi cueva.
No puedo evitar estirar la mano para recorrer su brazo con mi garra. Rozo suavemente
su herida y lamo la gota de sangre que se desprende de mi garra.
Su respiración se vuelve errática rápidamente. Sus grandes ojos se abren de par en par
y se aleja de mí varios pasos.
Eres un monstruo para ella, Tanem.
La voz en mi cabeza me reprende.
Lo comprendo. No me gustaría que nada lamiera mi sangre.
No quiero asustarla. Quiero ayudarla.
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Un estruendo llena entonces la habitación. Conozco ese sonido. Es el sonido del
hambre.
Necesito alimentar a la chica. Y pronto. Sé lo que es tener hambre. Recuerdo que hace
algún tiempo tuve tanta hambre que casi me desmayo.
Una sensación de pánico me invade entonces. ¡No puedo dejar que eso le pase a ella!
"¿Qué te gustaría comer?" No me acerco más a ella.
"Quiero marcharme ya. Quiero irme". Su voz es suave.
"No puedes, estarás en peligro". Protesto por las palabras.
"Iré a cazar algo. Podemos cocinarlo en el fuego. Por favor, quédate hasta que vuelva".
Cuento los minutos una vez que salgo de la cueva.
Han pasado quince minutos cuando atrapo a la pequeña capra salvaje.
Han pasado dieciséis minutos cuando me doy la vuelta para volver.
Han pasado dieciocho minutos cuando vuelvo a entrar en la cueva y la encuentro
vacía.
La chica humana, Moira, se ha ido. Me ha dejado.
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Capítulo Cuatro
MOIRA
Esta es mi oportunidad. Sé que me salvó. Sé que prometí esperar aquí. Pero no puedo
hacerlo. ¡Es un alienígena antinatural, monstruoso y aterrador! Sus ojos, su tamaño, su
comportamiento... Debo alejarme de aquí, de él, de todos ellos. Puedo escapar de este
espantoso lugar.
Me muevo rápida y silenciosamente fuera del escondite, asegurándome de mirar a mi
alrededor para no volver a encontrarme con Tanem. Una vez que me he alejado un poco
de la entrada del escondite, empiezo a caminar en lo que creo que es la dirección
correcta. Sinceramente, no tengo ni idea de dónde estoy, ni de cómo llegar a ningún sitio,
pero ya lo averiguaré.
Cualquier cosa es mejor que estar atrapada allí con esa bestia. No soy un experta pero
la forma en que estaba siendo tan amable me pareció super sospechosa. ¡Nunca había
visto una criatura así! Quiero decir, ¿desde la forma en que básicamente me secuestró
hasta pedirme que me quedara en su guarida para poder cuidarme? No, gracias. No voy
a ser su almuerzo.
La luna brilla intensamente, pero hay una niebla baja que se extiende sobre la maleza.
Los árboles llegan hasta el cielo y las sombras que proyectan son, cuando menos,
intimidantes. Quién sabe lo que habita bajo la oscuridad. Tiemblo, pero no de frío.
Los árboles no dan ninguna indicación de por dónde debo ir, así que en este punto
estoy terriblemente perdida. Sigo avanzando a trompicones en la oscuridad. Aunque le
doy poca importancia, tengo la esperanza de que algo me oriente. Empiezo a sentirme
confiada hasta que oigo un crujido más adelante a mi derecha.
Congelada, intento desesperadamente ver lo que hay, pero está demasiado oscuro.
Entonces oigo un gruñido grave y profundo. Oh, no. El worg sale de la oscuridad justo
delante de mí y me hace retroceder a trompicones. A punto estuvo de atraparme antes
de tropezar con una raíz expuesta y caer al suelo.
La criatura no pierde ni un segundo y se abalanza sobre mí por segunda vez, mientras
su manada se cierne tras él. Retrocedo mientras me acechan, pero mis brazos no se
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mueven lo bastante rápido. Las garras me atraviesan el tobillo, pero consigo liberarme y
rodar para salir corriendo.
Siento la sangre correr por mi cuerpo lo más rápido que puedo. El tobillo me está
matando, pero sé que los worg me harán más daño del que yo podría hacerles. Los siento
prácticamente pisándome los talones mientras ladran y mordisquean el aire entre
nosotros.
Si no me equivoco, son al menos cuatro. Todos fuertes y feroces. Debe de haber más
ahí detrás. Es culpa mía entrar en una guarida de worg.
Las hojas y las ramas de los árboles azotan a mi alrededor, el aire me quema los
pulmones. Esquivo las piedras y salto por encima de los troncos como una margarita. Mi
corazón se acelera y, por un momento, siento que puedo dejarlos atrás.
Me concentro tanto en la velocidad que mi siguiente pisada aterriza en el aire,
haciéndome caer por una pequeña colina. Aterrizo sobre el hombro y recibo un piedrazo
en la rodilla, además de los arañazos que ahora salpican mi cuerpo. Sé que este error
será el último que cometa. Los worgs se me echarán encima.
Resignada a mi destino, decido que esta es la mejor manera de salir de este reino.
Prefiero morir a ser vendida de nuevo. Una muerte por animal me salva del lugar de
pesadilla al que estaba destinada. Hago las paces con el bosque que me rodea y con los
Trece.
Respiro otra vez, esperando que sea la última, y entonces oigo un aullido de dolor. El
worg, que estaba tan cerca que podía oler su fétido aliento, yace ahora a mis pies,
muerto. Me arrastro hacia atrás y veo la flecha clavada en la espalda del asqueroso
animal.
No puedo pensar, respirar ni moverme. Ahora debo estar cerca de algo, para que
alguien me salve. ¿Quién podría ser mi salvador?
¿Es Tanem, el que me salvó antes? Si ha conseguido seguirme hasta aquí, quizá sea el
alma bondadosa que retrató en la cueva. Quizá me equivoqué al juzgarle demasiado
rápido.
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A medida que mi salvador se acerca, mi corazón se detiene tan muerto como el worg.
Es el administrador. La casa de subastas me encontró. Eso significa que la persona que
me compró como si fuera taura para el matadero vendrá a llevarme.
"¡DE NINGUNA MANERA!" Grito, tratando frenéticamente de arrastrarme hacia atrás.
Dos criaturas me agarran de los brazos y me levantan mientras sigo luchando,
intentando escapar. No me iré sin luchar. Nadie me obligará a volver allí.
El elfo oscuro sale a la luz de la luna con una sonrisa malvada en la cara. Todas las
historias de su crueldad se muestran tan claras como el día. Este demonio alto y delgado
camina despreocupadamente hacia esta escena como si fuera el dueño del maldito
bosque. Tal vez lo sea.
Todo lo que sé es que esa sonrisa de dulzura enfermiza que tiene mientras me mira
por debajo de la nariz, su propiedad, fue suficiente para hacerme sentir enferma. Siento
que las lágrimas empiezan a formarse en mis ojos. Sé que mi vida ha terminado desde
este momento.
Con el worg, al menos mi miseria sería rápida y efectiva. Puedo ver el dolor y el
sufrimiento que estoy a punto de experimentar bajo su pulgar, está grabado en su misma
aura. Vuelvo a sentirme como un dae, esta vez por las razones equivocadas.
El villano se gira con cuidado, incluso lentamente, y empieza a alejarse de donde
apareció. Ni un mechón de su larga cabellera se mueve mientras se desliza por el suelo
del bosque. Mis temores se hacen realidad. Las criaturas me arrastran.
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Capítulo Cinco
TANEM
Por supuesto, se ha ido. ¿En qué estaba pensando? Corro tan rápido como me
permiten mis piernas, siguiendo su olor. En tan poco tiempo, ya lo he memorizado. Es
como una cacería, cuando encuentre el rastro, no habrá quien me pare.
Ellos tienen la ventaja, pero no saben que la estoy buscando. Puede que me lleven
ventaja, pero conozco este bosque como mi propia mente. Ellos se mueven rápido, pero
yo soy más veloz.
En la línea de árboles, me detengo y reevalúo. Moira. El elfo oscuro. El corazón me
late en el pecho cuando veo a la malvada criatura agarrar a Moira por el cuello. Un
gruñido profundo escapa de mi interior, con una intensa necesidad de proteger a esta
chica.
"Por favor, para, por favor..." suplica Moira antes de romper en un grito de dolor.
Desde aquí veo que le está presionando el cuello. Tengo que hacer algo; quiero
detener esta escena, pero ¿qué otra opción tengo? No puedo intervenir en medio de la
transacción comercial. Son demasiados enemigos.
Moira ha sido echada a un lado, arrodillada con las manos atadas por una cuerda que
sujeta el monstruo. Se está produciendo una conversación entre él y los elfos de la casa
de subastas, mientras Moira solloza. Las bestias se dan la vuelta y se marchan, habiendo
concluido su negocio. El monstruo oscuro tira de la cuerda y Moira se levanta para
seguirle.
Esta es mi oportunidad. Desciendo para enfrentarme al elfo oscuro. Los ojos de Moira
expresan su sorpresa y alivio al verme de nuevo. Esto me da ánimos, a la vez que incita
mi ira.
"Bonita noche para un comercio de esclavos", bromeo.
El elfo frunce el ceño.
"¿Qué puedo hacer por usted, buen señor?".
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"Bueno, podrías empezar por liberar a la joven bajo mi custodia". Sonrío.
Las comisuras de sus labios se vuelven divertidas.
"¿Y por qué razón querría hacer eso?".
Moira ha estado observando este intercambio con horror y ha aprovechado el
momento para mirarme a los ojos.
"Por favor, Tanem. Haré lo que sea, pero ayúdame, por favor".
"Espera". Le levanto un dedo. "Moira, mentiste, y todavía estoy molesto por eso".
"Lo siento, tomé una mala decisión, pero por favor ayúdame..."
Sus ojos redondos como diademas me golpean con fuerza, haciendo que un tipo
diferente de fuego arda en mi vientre.
"Señor", vuelvo a dirigir mi atención a su captor, "le reto a una batalla. Si puedo
derrotarte, la dama vendrá conmigo".
El elfo considera esto. Me mira, luego a Moira y de nuevo a mí. Sus frías facciones se
curvan en una sonrisa diabólica y ata a Moira al tronco de un árbol. Con las manos atadas
por encima de la cabeza, su delicado cuerpo parece mucho más frágil.
"De acuerdo, críptido, acepto tu desafío, ya que no puedo echarme atrás ante algo así.
Mi alma ha jurado defender mi honor". Su rostro vuelve a curvarse en una sonrisa
burlona. "Sólo espero que estés preparado para lo que me has pedido".
Asiento con la cabeza y empiezo a prepararme mentalmente para la pelea que estaba
a punto de empezar. La voz silenciosa de mi cabeza susurra excitada palabras de aliento.
Con la sangre ya acelerada y la presencia de Moira dándome fuerzas, diseño mi plan de
ataque.
Mis tentáculos se mueven por sí solos, extendiéndose para iniciar el avance. Muestro
los colmillos y espero su palabra para comenzar. Su sonrisa indica que él también está
listo.
"Comienza".
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Me abalanzo hacia delante y, con un latigazo de mis apéndices, hago dos cortes en la
criatura que tengo ante mí. Su brazo y su cara gotean su oscura y sucia sangre. Tan rápido
como mi ataque, una luz cegadora viene a por mí, cortando uno de mis tentáculos
mientras se retraía.
El escozor es momentáneo y la herida comienza a cerrarse. Comienzo mi segundo
avance, esta vez con puños y tentáculos. Se mueve como un rayo, pero yo soy igual de
rápido. Su magia vuela salvajemente, y aunque esquivo la mayoría, también he recibido
graves daños.
Las quemaduras y los cortes no tienen importancia, ya que estoy luchando por el
honor de esa joven. Su miedo y tristeza son palpables, y continúo intercambiando golpes
con el malvado elfo.
La lucha entre nosotros es difícil y he sufrido bastantes heridas. No puedo curarme lo
bastante rápido como para seguir el ritmo de los daños. El elfo es bastante poderoso,
pero también ha recibido importantes heridas en mi mano.
Después de una explosión particularmente dolorosa de su magia, he sido derribado.
No estoy seguro de cuántos golpes más podré aguantar. Lucho por levantarme mientras
mi tentáculo golpea sigilosamente desde abajo. Ha caído.
Me pongo en pie y echo una rápida mirada a Moira. Sigue sollozando, apoyada en el
árbol que tiene detrás. Me siento reanimado y vuelvo a centrarme en mi atacante.
Por desgracia, estaba preparado para este ataque. Siento la explosión antes de darme
cuenta de lo que está pasando y salgo volando hacia atrás un par de metros, dando
volteretas por el aire antes de aterrizar sobre mi vientre. Oigo un grito de Moira.
Un poco aturdido por el impacto, miro en la dirección del chillido y veo al elfo
avanzando hacia ella. Esa es toda la motivación que necesito para recuperar fuerzas. De
un solo salto, asesto un golpe devastador a la oscura criatura que se encontraba a
escasos metros de lo que consideraba su premio.
Mientras la criatura agoniza, me pongo en cuclillas para curarme un momento y
observo cómo su cuerpo se retuerce en su propia sangre. Ahora que estoy seguro de que
ya no es una amenaza, atiendo a Moira. Seguía sollozando, de miedo o de felicidad, jamás
lo sabría.
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La desato del árbol y compruebo si está ilesa. Aparte de pequeños rasguños y un
tobillo hinchado, no veo nada grave.
"¿Estás bien, Moira?"
Parpadea, mirándome fijamente. Inclino la cabeza hacia un lado y espero, intentando
contener mis tentáculos. Ella sacude la cabeza y me mira como si me viera por primera
vez.
"Tanem, necesito tu ayuda. Por favor, protégeme".
Aunque parece derrotada por este sentimiento, la cojo de la mano y nos adentramos
de nuevo en el bosque.
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Capítulo Seis
MOIRA
Caminamos de vuelta al escondite en absoluto silencio. Se tomaba en serio lo de
protegerme. No creería que se hubiera producido la batalla si no lo hubiera visto con mis
propios ojos. Subo las rodillas hasta la barbilla y me rodeo las piernas con los brazos.
Lo observo moverse en silencio, preparando comida para su aparentemente ingrata
invitada. Quizá le he juzgado mal desde el principio. ¿O tal vez haya algo más?
Tal vez haya una atracción. No puedo entenderlo cuando somos criaturas tan
diferentes. Pero tal vez por eso me está ayudando.
"Tanem, necesito preguntarte algo." Me mira. "¿Te gusto?"
Su mirada confusa lo dice todo, pero responde: "¿Qué es gustar?".
Mi alivio es abrumador; no estoy segura de cómo racionalizar que alguien... algo como
él se sienta atraído por mí. Y, de algún modo, esa no era la respuesta que buscaba.
Sacudo la cabeza.
"Gustar es cuando sientes algo muy fuerte por otro ser. Las criaturas que se gustan
mucho se convierten en compañeros".
Asiente despacio, como si lo estuviera pensando.
"¿En qué estás pensando?"
"Sólo intento entenderlo".
"¿Entender que te guste alguien?"
Él asiente.
"¿Nunca te ha gustado nadie? ¿Ni siquiera alguien como tú?"
Se ríe. "No me gusta estar en grupos. Los de mi clase tienden a quedarse solos".
Ahora es mi turno de confundirme. "¿Cuántos años tienes?
"Varios siglos, creo. He perdido la cuenta".
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Me quedo boquiabierta. Miro al suelo e intento asimilar lo que acaba de decir. Tomo
una bocanada de aire.
"¿Y has estado solo todo este tiempo?".
"La mayor parte, sí".
"No puedo imaginarme algo así. ¿No tienes familia o amigos? Tengo un pueblo entero
de gente que se preocupa por los demás. ¿Tú no tienes nada parecido?".
Tanem se encoge de hombros. Vaya.
"Háblame de tu pueblo".
"Oh, um, bueno, hay varias familias que viven allí. Cada familia es responsable de algún
tipo de necesidad. Por ejemplo, hay alguien que cría Taura para obtener leche. Hay
alguien más que hace redadas en Dripir para sacrificar a los animales. Hay alguien que
planta cosas como somana o burgona... En mi casa había tejedores. Hacíamos hilos con
los cardos y los tejíamos para hacer ropa".
Trae la comida a la mesa y escucha en silencio.
"Tanem, esto tiene una pinta increíble".
"Bien, es todo para ti".
Me detengo en seco, pensando por primera vez desde que me trajo de vuelta en lo
que podría comer. Debió de notar el repentino miedo en mis ojos porque soltó una risita
seca.
"No te preocupes, no pienso cocinarte para cenar. Sólo quiero verte alimentada.
Aprendí a cocinar por observación. La cultura humana me fascina. Suelo llevar una dieta
cruda".
"¿Estás seguro? No imagino que una dieta cruda sea muy saludable...".
Bloqueo las imágenes de él destrozando animales y finjo que no come humanos.
Dioses, ¿come humanos? No quiero saberlo.
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Alentada por él, me sirvo una buena porción de lo que me ha servido. Mantenemos
una agradable conversación mientras disfruto de la comida. Cuando la comida llega a su
fin, coloco educadamente las manos sobre mi regazo.
"Tanem, estoy inmensamente agradecida por tu hospitalidad, y no puedo expresar lo
agradecida que te estoy. Dicho esto, no puedo quedarme aquí. Por favor, déjame ir a
casa, a mi pueblo".
"Eso es imposible. Es demasiado peligroso. Por favor, quédate. Puedo protegerte;
estar aquí es seguro".
"No sé..."
"Por favor. Obviamente conoces a los elfos oscuros. Después de lo que ha pasado, te
estarán buscando. Conoces los peligros del bosque, y tu tobillo se llevó la peor parte.
Esas razones por sí solas deberían bastar, pero aún hay más".
"Soy más capaz de lo que algunos creen. La verdad es que no me siento cómoda aquí
contigo. Sé que eres muy amable y que sólo eres peligroso cuando quieres. Pero no
puedo quedarme con un monstruo".
Me sostuvo la mirada un momento antes de hablar. "No soy amable con todo el
mundo, sólo contigo".
No respondí. Desvié la mirada. Una punzada de lástima y culpa me golpea con fuerza
y hace que se me revuelva la barriga. ¿Estoy siendo egoísta? ¿Está justificada mi falta de
confianza?
Rompe el silencio con una pregunta apenas audible.
"¿Somos amigos, como los humanos lo son de otros humanos?".
Aturdida momentáneamente, sonrío y respondo: "Sí, somos amigos".
Intercambiamos una sonrisa amistosa y empezamos a hacer planes para mi partida.
¿He herido sus sentimientos al decirle que no podía quedarme? ¿Estoy exagerando con
esta criatura monstruosa que parece un gigante gentil? Sólo quiero ser libre, ¿es mucho
pedir?
Continuamos nuestra agradable charla y decido mostrarle más costumbres humanas.
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"El truco consiste en agarrarse las manos y moverlas al unísono en un movimiento de
arriba abajo. Así que déjame ver tu mano...".
Sus garras suponen un pequeño reto y tengo un momento de arrepentimiento por
haber traído este truco a la conversación. Me sorprende lo suave y cuidadoso que es.
Junto las palmas de las manos y le muestro cómo enrollar los dedos.
Se da cuenta enseguida. Estaba tan contento como un pájaro en el cielo soleado.
"Bien, amiga mía, es hora de irnos", me informa.
Al amparo de la noche, Tanem me conduce hasta la aldea humana -antes iba por el
camino completamente equivocado- y tenemos cuidado de no cruzarnos con ningún
transeúnte. Nos damos la mano con éxito antes de despedirnos.
"Moira, si te parece bien, me gustaría mucho visitarte".
Me animo inmediatamente. "Eso me haría muy feliz. Estoy deseando volver a verte".
Sintiéndome como una joven doncella que ha sido acompañada a casa por un buen
caballero, veo a Tanem adentrarse en la oscuridad.
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Capítulo Siete
MOIRA
"Moira, si te parece bien, me gustaría mucho visitarte".
Me alegro inmediatamente. "Eso me haría muy feliz. Estoy deseando volver a verte".
Me reaclimato al estilo de vida de aquí muy fácilmente. Vuelvo a mi antigua casa y a
mi antigua habitación. No me dan una cálida bienvenida, pero al menos tengo una cama
caliente para dormir.
Al amanecer, me estiro y me doy cuenta de que he dormido bastante bien dadas las
circunstancias. Me arreglo y me preparo para un duro día de trabajo. Aunque en mi casa
eran tejedores, me imagino que no tienen tiempo ni energía para reintroducirme en el
oficio.
Me dirijo a los campos y me asignan tareas en el campo de Burgona. Me doy cuenta
de que el campo está alejado de los demás humanos y de que no se ha asignado a ningún
otro humano. Aunque me parece extraño, sigo con mis tareas con normalidad.
Vuelvo a entrar para la pausa designada para comer. Como la comida es comunal, los
descansos se toman juntos y la comida se distribuye uniformemente. Hago cola con los
demás trabajadores y el capataz me dice que me salga de la fila.
Hago lo que se me ordena, pero mi confusión empieza a crecer. Todos evitan mis ojos
y mantienen las distancias. Me examino rápidamente para asegurarme de que estoy
presentable. Al no encontrar pruebas de lo contrario, espero pacientemente donde me
han dicho.
Toda la fila ha recibido ya comida y vuelvo a la estación.
"No hay nada para usted".
Mi confusión se convierte en ira. "¿Qué quiere decir? La comida es comunitaria. Por
eso trabajamos todos".
"No hay comida para ti".
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"No lo entiendo. Yo también merezco comer. He estado trabajando duro ahí fuera yo
sola".
"¡No tienes comida!"
"¿Por qué no?" Ahora estoy gritando.
El capataz se acerca al puesto para evaluar lo que está pasando.
"Señor, nos hemos quedado sin comida".
"Lo siento, Moira, no hay nada para ti". Se da la vuelta y se va antes de que pueda
protestar.
He sido reducida a una mendiga en mi propio pueblo. No había pasado hambre de
verdad desde que Tanem me había alimentado bien antes de volver, pero esa no era
realmente la cuestión. Creía que era la última de la fila porque soy "nueva" en el grupo
de trabajo, no porque no me incluyeran.
Tal vez me lo esté tomando de forma demasiado crítica. Quizá no estaban preparados
para otra boca que alimentar y, por tanto, no les sobraban las raciones. Era una idea
aceptable y con la que me iba a conformar.
Vuelvo al borde de los campos de Burgona y me siento a la sombra de un árbol.
Aunque no hace mucho calor, estoy acalorada por el trabajo. Me distraigo con la idea de
lo que Tanem podría estar haciendo en este momento.
¿Por qué pienso en él? Ese hombre enorme con símbolos de Dios sabe qué y esos
apéndices extraños saliendo de su espalda... por no mencionar los ojos, rojos y sin alma,
a juego con sus colmillos... Me asusta y, sin embargo, me siento atraída por él.
Vuelvo a mi trabajo: arrancar malas hierbas, cultivar la tierra, el mantenimiento
general del campo. Intentando alejar mis pensamientos de Tanem y del peculiar
comportamiento de mi especie, concentro mi energía en el aburrido trabajo que tengo
por delante.
Al final de la jornada laboral, hago un gran estiramiento para enderezar la espalda de
un largo día encorvada. Por alguna razón, eso parece asustar a algunos de los otros
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trabajadores. Me dirijo a mi casa para cambiarme la ropa sucia y me dirijo a la estación
a por raciones.
Mientras camino, me fijo en una vieja conocida. Janet es conocida por llevar los
cotilleos del pueblo, y conoce a todos y todo lo que ocurre por aquí. La alcanzo.
"Hola Janet, ¿cómo estás?".
Janet evita mis ojos. "Estoy bien".
"Bien... me preguntaba si habías oído algo por el pueblo. La gente está actuando de
forma muy extraña".
"No, no me he enterado. Estoy ocupada, por favor vete".
"Pero yo..."
"Tengo que irme." Ella se retira rápidamente a su casa.
Eso fue muy inusual. Janet habla con todo el mundo. ¿Por qué no iba a responder a
mis preguntas? Me encojo de hombros y decido no preocuparme. Continúo y recibo mis
raciones.
Esta vez me permiten hacer cola; sin embargo, cuando recibo mis raciones, es una
cantidad minúscula.
"Perdóneme, pero no estoy segura de que me haya dado todas mis raciones".
"Eso es todo lo que te dan".
"Pero si como así, me moriré de hambre".
"Coge tus raciones y vete o te las quitaré".
"Esto no es justo. ¿Por qué me tratas así?"
"¡No mereces comida!", grita ahora. "¡Estás manchado por las manos de esa bestia
que vive en el bosque! Traes peligro y suciedad a tu paso".
"No entiendo..."
"¡Los elfos oscuros os buscan y destruirán esta aldea por albergarte!"
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El líder de la aldea interviene en la conversación y hace callar al maestro de raciones.
"Moira, eres una amenaza para nuestro pueblo. La gente tiene miedo y tú has sido
tocada por un monstruo. Esto te convierte en impura y marginada".
"¡Pero él me salvó! Nadie más me ayudaría y él estaba..."
"Esto no tiene importancia."
" ¡¿No tiene importancia?! ¿Qué...?"
Me interrumpe alguien que me empuja hacia la puerta de la cabaña. Ya no puedo
articular palabra y he derramado parte de mis ya escasas raciones por el suelo. Hago
acopio de la dignidad que me queda y vuelvo a mi casa, a mi habitación.
Nadie me mira, nadie pasa cerca de mí. Soy un paria. Estoy sola en medio de mi propio
pueblo, de mi propia gente.
¿Qué coño le pasa a esta gente? Yo no he hecho nada. ¡Estaba en medio de una mala
situación cuando Tanem se metió en mi vida! Me tomó como rehén, me salvó no una
sino dos veces de las manos de ese elfo oscuro, ¿y él es el monstruo?
Por primera vez, empiezo a odiar a los de mi propia especie. Este tratamiento es la
norma para los días venideros.
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Capítulo Ocho
TANEM
Hace tres días y tres noches que no veo a Moira, que no vislumbro su casa. ¿Por qué
ahora me siento más solo que nunca? Más frío, como si hubiera estado a la caza
demasiado tiempo.
Pero no, no me importa la soledad, me importa un bledo la compañía de cualquiera...
excepto la suya, mi querida amiga Moira. Es imposible quitármela de la cabeza, no he
podido conciliar el sueño desde que la dejé en casa.
Todo lo que quiero es verla, recuerdo haberle dicho que la visitaría pronto, la sonrisa
en su cara... muy parecida a la que llevo ahora mismo. Llena y genuina, la que lleva un
amigo.
¿Cuándo es demasiado pronto? Ya han pasado tres días, mi corazón bombea más
rápido y mi lengua chasquea más rápido cuando pienso en verla. Miro fuera, al cielo que
se prepara para desvanecerse en la oscuridad de la noche. Cuando la tierra esté envuelta
en la oscuridad, iré a visitarla.
Atravieso a toda velocidad el bosque ennegrecido, llevando las sombras como un

manto. Aunque hace tiempo que no duermo, pensar en Moira me da más energía de la
que podría darme una presa saciante.
Ya casi he llegado cuando percibo el olor de los humanos. Qué extraño es acercarse a
un grupo tan grande sin la intención de derramar su sangre esta noche. Todos mis siglos
de pisar esta tierra abandonada de Eelry y sólo ahora salgo a encontrarme con una amiga.
Siempre hay una primera vez para todo.
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Llego a un gran muro, parte del recinto que protege a los humanos de gente como yo.
No supone ningún desafío, ya que uso mis tentáculos para elevarme por encima y
suavizar mi aterrizaje, sin hacer ni un solo ruido en plena noche.
Subo con cuidado por la ventana de su cabaña. En la esquina veo a Moira, sumida en
el más profundo de los sueños. Su aroma único me recorre la nariz de nuevo al recordar
la primera vez que la vi, en un entorno que contrasta enormemente con el de seguridad
en el que se encuentra ahora.
Su respiración es tranquila, su estómago sube y baja suavemente con cada bocanada
de oxígeno. Me pregunto si habrá pensado en mí.
Algo parece diferente en ella, ¿es... más pequeña? Seguramente habrá comido en los
últimos días. Déjame acercarme y ver.
Su cara parece más delgada que la última vez que la vi. Su piel... tan suave. No lucho
contra el impulso de tocarla, extiendo el lado romo de mis garras hacia su cara y lo deslizo
por su mejilla.
Sus ojos se abren de golpe, sus pupilas se fijan en mí y se dilatan. Conozco su próximo
movimiento y le cierro rápidamente la boca mientras un grito intenta escapar de ella.
"¡Soy yo, Tanem! Cálmate". susurro en un esfuerzo por relajarla.
Su mirada se concentra en mí y siento cómo se libera la tensión de su cuerpo. Bien,
me reconoce. Exhala un suave gemido, señalando su boca. La suelto mientras se
incorpora y se recompone.
"Me has dado un susto de muerte, Tanem. ¿Por qué vienes tan pronto?"
"Somos amigos, ¿no? Me sentía solo y quería ver cómo estabas".
Ella sonríe, la misma de cuando la dejé aquí.
"¿Me has echado de menos?"
No sé lo que quiere decir, pero tiene un tono de confianza que nunca le había oído
antes. Me gusta, pero debo averiguar qué está diciendo.
"¿Qué significa 'echar de menos'?".
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Parece sorprendida, como si esperara que lo supiera.
"Bueno, ¿alguna vez has salido de caza cuando hace frío y has pensado en tu cálido
escondite, deseando volver allí?".
"Sí."
"Eso significa que te lo perdiste."
"Así que hay una palabra para ese sentimiento entonces... Te he echado mucho de
menos Moira".
Espero su respuesta, con la esperanza de que me devuelva el sentimiento, pero las
palabras permanecen en sus labios, negándose a irse.
"¿Qué pasa?"
"Oh, uhm..." dice, apartando la mirada de mí. "No es nada."
Antes de que pueda pensar qué decir, un gruñido llena la habitación. Es su estómago.
"¿Has comido?" le pregunto, molesto por su falta de sustento.
"No, en realidad no, sólo pequeños trozos aquí y allá, pero me duele de hambre".
Me levanto de la cama y miro en la oscuridad, a ver si percibo el olor de alguna Taura.
Volviéndome hacia ella, la tranquilizo con un gruñido grave en la voz.
"Te traeré algo de comer, no tardaré".
Vuelvo a casa de Moira con una Capra colgada del hombro. Me doy cuenta de que
tiene ollas y sartenes preparadas, debe de ser ella la que cocina esta vez. Me parece bien.
La carne está tierna y se deshace en la boca en cuanto la muerdo. Es una buena
cocinera.
"¿Cómo ha ido tu vuelta al pueblo?" le pregunto.
"No muy bien", responde con el ceño fruncido. "Todo el mundo me mira como a un
bicho raro y me evita".
"Sé lo que se siente, aunque por otra parte no ocurre demasiado a menudo, ya que
los que suelen verme son mis presas".
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Moira se ríe, aunque no era mi intención que mis palabras sonaran a broma. Me gusta
cómo suena, hacía mucho tiempo que no oía una carcajada. Me hace sentir... feliz.
"¿Cómo has estado?", pregunta después de calmarse.
"No he dormido. Tengo demasiadas cosas en la cabeza desde el otro día, deben ser
mis heridas", le digo, teniendo en cuenta cómo reaccionó cuando le dije que la echaba
de menos.
"Lesiones, ¿eh? ¿Te encuentras algo mejor?".
"Sí, volveré a ser el de siempre muy pronto. No te preocupes por mí".
Sonríe de nuevo y noto algo, lo " seguro" que me siento cuando estoy cerca de ella.
No recuerdo la última vez que confié en alguien, pero por Moira, creo que eso puede
cambiar.
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Capítulo Nueve
TANEM
La comodidad es una droga extraña. Me doy cuenta de esto cada vez que estoy con
Moira.
Estar con ella es el equivalente a mi proceso de curación. Una ola de calor recorre mi
cuerpo, aliviando mis heridas. Estar con Moira es un fuego deliciosamente cálido que
ilumina los huecos de mi cuerpo.
Estar con ella es como tomar el sol, como comer la fruta más fresca, como nadar en
las aguas más cálidas y cristalinas.
Hemos establecido una rutina. Algo que no creía posible. Y aunque sólo han pasado
dos noches, parece como si lleváramos haciendo esto desde siempre.
He pasado la mayor parte de mi vida escondiéndome de los humanos, los elfos oscuros
y los orcos ocasionales. Los humanos suelen tenerme miedo. Y los elfos oscuros me
persiguen, decididos a extraer mis órganos para experimentar conmigo para su
hechicería.
Los orcos son claros en su odio hacia mí. Posiblemente porque ellos también se
consideran monstruos. Mirarme debe ser un reflejo doloroso.
Y ni siquiera nos parecemos.
Antes de conocer a Moira, mis días estaban llenos de esconderme y cazar. Ahora, paso
mis mañanas fuera de la aldea humana.
Permanezco en el bosque, entreteniéndome con la caza de pequeñas criaturas, o
pasando el tiempo en lo alto de los árboles.
El sol se ha disuelto, ensanchándose, brillando, para cuando Moira llega a casa.
Siempre llega a última hora de la tarde.
Y cuando lo hace, estoy seguro de que tengo al menos dos o tres dripir salvajes atados
y colgando a mi espalda.
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También los he despellejado, así que todo lo que ella tiene que hacer es añadir lo que
sea para que la carne salvaje tenga un sabor maravilloso.
Me he dado cuenta de que recoge hierbas y raíces de plantas. Mientras camino hacia
su choza, me propongo hacer lo mismo.
Sé que le gusta tenerme cerca, y es una sensación extraña y maravillosa. Y lo que he
descubierto es que me gusta verla trabajar.
Al principio pensé que no le gustaría que la siguiera y la vigilara.
Pero pronto me aseguró que no le importaba. Se siente... más segura conmigo cerca.
Una mañana estoy en un árbol del bosque. Estoy somnoliento y cálido. El sol lame y
acaricia mi piel, y el calor de la comida de Moira me calienta por dentro.
Hoy está trabajando en el campo y puedo verla desde mi árbol. Ya he encontrado un
sitio fijo en este árbol. Los pájaros ya no se posan ni anidan en él.
Es entonces cuando veo a dos hombres del pueblo inclinados sobre una valla, mirando
fijamente a Moira. Ella no parece fijarse en ellos.
Son dos hombres humanos y la miran de arriba abajo. Luego se giran el uno hacia el
otro, chocan sus manos y asienten.
¿Qué estarán pensando? Un gruñido retumba en mi pecho. No me gusta que otros
hombres miren a Moira.
Ella no tiene amigos humanos, así que sé que estos hombres no intentan convertirse
en sus amigos.
De hecho, todos los humanos de la aldea parecen evitarla.
Caigo silenciosamente, sin peso, al suelo desde mi árbol. El bosque es denso, espeso,
y permanezco cerca de las sombras.
Puedo oler a los hombres humanos, que ahora han entrado en el campo por la puerta.
Moira ha ido a buscar un cubo de agua para lavarse.
Está sola.
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Mi humana está sola. Y puedo oler la fragancia de la violencia que emana de los
hombres.
La violencia huele a puños sudorosos, ira y codicia.
Los hombres humanos están sobre Moira en cuestión de segundos. Y, por primera vez
en siglos, de repente dudo de mi velocidad.
"¡No! ¡Déjenme en paz!" Oigo sus gritos mientras corro hacia ella tan rápido como
puedo. Utilizo mis tentáculos para levantarme del suelo y elevarme en el aire.
"¡No lo haré! No quiero hacerlo". Grita de dolor y empieza a sollozar. Mi rabia y mi
furia me impulsan hacia delante.
Salto sobre ellos antes de que puedan verme llegar. Uno de ellos se ha quitado la ropa
y ha tirado del vestido de Moira hacia abajo.
El otro la sujeta.
Ataco rápidamente, con mis tentáculos y garras trabajando en conjunto.
Ambos chillan y se alejan de mí, pero yo extiendo mis tentáculos alrededor de sus
cinturas.
Los elevo en el aire y los sacudo antes de arrojarlos al suelo. Aterrizan pesadamente y
oigo cómo se rompen los huesos.
Entonces me acerco a ellos, saco las garras y me clavo en la carne blanda que
encuentro.
"¡Tanem! ¡Detente!" Sólo me alejo de los hombres que están medio muertos, cuando
Moira me detiene.
"Te han hecho daño". Mi voz es suave.
Mis garras están cubiertas de sangre.
"Tenemos que irnos." Se ha subido el vestido y lo sujeta. "Antes de que alguien te
encuentre. ¡Ven!"
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Quiero quedarme y matar a los humanos, pero sé que Moira tiene razón. Así que me
voy.
Estamos en el bosque, más lejos del pueblo de lo que solemos ir, subidos a un árbol.
He contado los minutos que han pasado.
Han pasado veintidós minutos cuando un grupo de aldeanos humanos ha encontrado
a los hombres.
Ayudan a levantarse a los hombres, que señalan el bosque al que hemos escapado.
Moira gime de miedo y entierra su cara en mi pecho.
Le acaricio el pelo tan suavemente como puedo.
Huelo a los elfos oscuros antes de verlos. Pero entonces los veo llegar, a lomos de
magníficos equu.
Llegan al suelo, y los aldeanos humanos los rodean excitados.
"¿Qué están haciendo?" Susurra Moira.
"Están dando regalos a los humanos. Las cosas que usan para cultivar. Todo es una
treta". Mi voz es baja, a un suspiro de un susurro.
Entonces veo como los humanos señalan de nuevo hacia el bosque. Los elfos se ponen
en marcha inmediatamente.
Y sé exactamente lo que está pasando.
Los elfos oscuros salen de caza.
Me están cazando a mí.
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Capítulo Diez
MOIRA
Tanem desapareció en el bosque tras rescatarme de los hombres del pueblo que casi
me agreden.
Mencionó brevemente a los elfos oscuros, antes de llevarnos a tierra. Luego me instó
a volver a la aldea.
Yo no quería ir. No cuando esos hombres seguían en la aldea. Por suerte, vivo en las
afueras de la aldea.
Y la mayoría de los otros aldeanos nunca quieren relacionarse conmigo.
Cuando me aventuro al borde de la aldea a la mañana siguiente, todo el campamento
está repleto de elfos oscuros.
La noche anterior sólo habían llegado media docena.
Ahora tenía que haber al menos dos docenas de elfos en la aldea.
Vuelvo a mi pequeña choza tan rápido como puedo, después de oír hablar a las
mujeres que viven más cerca de mí.
"Están buscando a esa pequeña zorra. Y están cazando al monstruo que atacó a
nuestros líderes. Esos elfos son cazadores, y nunca se detendrán".
Al menos aún no han asociado a Tanem conmigo.
Pero tengo que advertirle. Sé que está cerca aunque haya desaparecido en el bosque.
Ahora sé que nunca se irá de mi lado.
Y nunca he estado más agradecida por él. Por mi monstruo.
El calor se extiende por mi cara cuando pienso en él. Mi monstruo. Hace tiempo que
sé que siento algo por él.
Y anoche, cuando me acunó contra su pecho, esos sentimientos se encendieron.
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Mi respiración es superficial, me doy cuenta, mientras pienso en él. En cómo apretaba
su cuerpo contra el mío.
Su gran garra me cubría todo el cuerpo sin esfuerzo. Sus tentáculos acariciaban mi
piel.
Una vez le tuve miedo. Miedo porque parecía diferente.
Pero ahora todo lo que siento cuando estoy cerca de él es calor. Mi cuerpo arde
cuando estoy cerca de él.
¿Y mi corazón? También lo perdí con él. Y cuando pienso en él, sólo siento calor por
dentro.
Pero no puedo decírselo. Porque aunque no lo veo como un monstruo, todavía no sé
lo que siente por mí.
¿Es capaz de amar? ¿Es capaz de más de lo que me ha dado?
¿Aunque lo que me ha dado es el mayor cariño que he recibido en mi vida?
Me agacho y me alejo de las ventanas cuando varios cazadores de elfos oscuros pasan
junto a mi choza.
Se detienen a las afueras de la aldea, observando el bosque que tienen delante.
"Entraremos en una hora. Necesitamos hacer una búsqueda adecuada, así que
convocaremos a más hombres y nos dispersaremos desde aquí. Encontraremos a la
bestia y la mataremos. Esta noche".
Se me hiela el corazón en el pecho. De repente todo el calor que sentía de Tanem ha
desaparecido.
Venían a por él. Y sé que los elfos oscuros no tendrán piedad cuando lo encuentren.
Porque lo encontrarán, lo harán.
Y por muy poderoso que sea Tanem, sé que no puede dominar a docenas y docenas
de elfos oscuros.
Salgo de mi choza y me dirijo al bosque cuando los elfos oscuros vuelven al centro de
la aldea.
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Me escabullo hacia el bosque, una ráfaga de ansiosa velocidad me empuja hacia
delante. Tanem tiene un escondite no muy lejos.
Está en lo más profundo del bosque, pero debe sentir mi presencia u oler mi aroma.
Porque, de repente, sale de la oscuridad en forma de montaña.
Caigo en sus brazos.
"Vienen a por ti", jadeo. Mi pecho se agita mientras le miro. Sé que mis ojos deben de
parecer locos. "Los elfos oscuros vienen a por ti".
"Todo saldrá bien. No te preocupes". Me tranquiliza, apartándome un mechón de pelo
de la cara.
Tanem ha aprendido a ser delicado con sus garras desde que me conoció.
No puedo evitar no creerle.
"¿Lucharás? ¿Si te encuentran?" Le pregunto lentamente.
Justo entonces, Tanem oye algo. Conozco la mirada que brilla en sus ojos cuando oye
algo que yo no oigo.
Pero entonces oigo pasos.
"Tienes que esconderte", le suplico. Niega con la cabeza, sus ojos rojos brillan. "Por
favor. Hazlo por mí".
Mi súplica funciona, porque me atrae hacia sus brazos. Pronto nos escondemos en una
oscura espesura de árboles.
Son los cazadores de elfos oscuros que han venido tras Tanem. Están cerca.
Entonces hablan. Y la sangre de mi cuerpo se hiela.
"Percibo algo cerca", es la voz refinada de un elfo de las altas esferas de la sociedad
élfica. "Algo que se esconde".
Diviso la roca, la agarro y suspiro aliviada cuando los elfos se apartan de nosotros.
Me lanzo hacia los árboles antes de que Tanem pueda reaccionar.
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Agarro la roca y la arrojo lo más lejos posible de nosotros. Llamo la atención de los
elfos, y exhalo sólo cuando se han dirigido en dirección a la roca.
Bajo de los árboles, cayendo en brazos de Tanem. Me coge sin esfuerzo.
"Tienes que irte". Le insisto. Una expresión de dolor cruza su rostro. "Por tu
seguridad". añado rápidamente.
"No, no puedo irme. Pero gracias por salvarme".
El corazón se me acelera en el pecho. Me pregunto, por un segundo, si él puede oírlo.
Aunque sé que debería irse, no quiero que lo haga.
"Quiero quedarme", dice. El calor me recorre el cuerpo. "Quiero quedarme contigo".
Por primera vez, creo que existe la posibilidad de que le guste a Tanem.
Como él me gusta a mí.
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Capítulo Once
TANEM
Los elfos oscuros no me encuentran. He pasado varias vidas evitándolos y cazándolos.
Sé exactamente cómo piensan, a pesar de los temores de Moira. Sé que puedo
evitarlos y evitar que me den caza.
Me enfada su estupidez, aunque no lo demuestro delante de ella.
¿Por qué insisten en cazarme, sabiendo que los mataré?
Pero al final mi ira se calma. No puedo dejar que mi rabia me domine. No cerca de
Moira.
No quiero volver a asustarla.
Los elfos oscuros buscan lejos en el bosque, pero sé lo espeso que se pone. Pronto dan
media vuelta.
Los elfos también ignoran la pequeña morada de Moira en las afueras del pueblo.
Todos lo hacen. Me duele. Que esté tan aislada. Pero no sé por qué. Tal vez algún día
lo entienda.
Con ella, rara vez entiendo mis sentimientos. Pero creo que estoy empezando a
hacerlo.
Estoy empezando a entender las palabras "me gusta" y "feliz" y "amor". Las aprendí
todas de Moira.
Pasa algún tiempo antes de que volvamos a su casa. El pueblo está vacío. Parece que
los elfos oscuros han sobornado a los humanos con alcohol y comida.
Conozco las maquinaciones de los elfos oscuros. Sé que todo es un juego para ellos.
Tienen un plan para los humanos.
Sólo que no puedo decir cuál podría ser.
Dentro de su casa, mantiene el fuego bajo y cierra las ventanas con retazos de tela.
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Después de un rato, intenta dormir. Yo también necesito descansar. Por muy
poderoso que sea, necesito cosas tan sencillas como dormir.
Pero es difícil. Pasada la medianoche, me incorporo al oír movimiento. Moira está de
pie, paseándose arriba y abajo.
"¿Qué pasa?" Me aseguro de que mi voz sea suave. Suave. Nunca quiero que me tenga
miedo.
"Tengo miedo", su voz tiembla, confirmando sus palabras. "Tengo miedo de que te
encuentren. Tengo miedo de que te hagan daño".
Se detiene frente a mí.
En primer lugar, no me preocupa. Puedo luchar contra los elfos oscuros si me
encuentran. Soy lo suficientemente poderoso.
"No te preocupes demasiado". Las palabras significan mucho más ahora que tengo a
alguien con quien decirlas.
Pero ahora estoy infectado por su ansiedad. ¿Y si no puedo luchar contra ellos? ¿Y si
me hieren o me matan?
¿Quién cuidará de Moira entonces?
"Estoy acostumbrado a esto. He sido cazado toda mi vida". Le digo lentamente. Ella
viene a sentarse a mi lado.
"Y no importa lo que me hagan, siempre volveré a ti".
De repente se le humedece la cara. Está llorando, le tiemblan los hombros y se le corta
la respiración.
La rodeo con los brazos y le acaricio la espalda, aunque no creo que consiga consolarla.
"Me haces feliz, Moira". No sé de dónde salen las palabras.
Pero algo en mí dice que hablar la reconfortará.
"Siempre he estado solo." ¿Por qué mi voz vacila en las palabras?
Estar solo nunca me había molestado.
47
"Nací solo. Ni siquiera recuerdo de quién nací. O para qué nací. Pero ahora, ya no estoy
solo. Y soy más feliz".
En lugar de calmar sus lágrimas, sus hombros tiemblan aún más fuerte, sus sollozos
más violentos.
Sigo acariciándole la espalda, aunque no puedo evitar alarmarme ante la ferocidad de
su tristeza.
Pero entonces respira hondo varias veces. Y mi calma vuelve al mismo tiempo que la
suya.
"Eres el único que me ha mostrado algo de amabilidad". Se ríe casi sin gracia cuando
habla.
"También he estado siempre sola. No estoy unida a nadie".
Percibo que vuelve a enfadarse, así que empiezo a hablar de nuevo.
Espero que, si se concentra en las palabras, mantenga la calma.
"Y realmente no tengo miedo de los elfos oscuros. Hay monstruos peores y más
grandes ahí fuera. Monstruos que me han hecho más daño". Se le escapa un jadeo.
"No tengo miedo de los elfos oscuros. Sólo son mi tipo favorito de comida".
"¿Qué más comes?" Su voz es curiosa, y llena de una emoción diferente, que no puedo
identificar.
"Solía comer humanos", hace una mueca. "Pero no he comido ninguno desde que te
conocí".
Exhala pesadamente.
"Me alegro". Responde.
"No soy un buen monstruo". ¿Por qué me apresuro a decirle esto?
"Pero soy bueno contigo. Sólo contigo".
Se acomoda contra mí y siento un ruido en el pecho. Es un rumor de satisfacción.
Un rumor de felicidad. Me alegro de saber lo que significa esa palabra.
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Moira se separa, pero en lugar de levantarse y dejarme, me abraza.
Me acerca más a ella y apoya su cabeza sobre la mía. Nunca me habían abrazado así.
Nunca antes me habían abrazado. No recuerdo ningún momento en el que haya
recibido tanta bondad.
Algo doloroso tiembla y se agita dentro de mi pecho. El dolor de estar solo. El dolor de
no haber sido abrazado nunca.
"Está bien si sólo eres bueno conmigo". Murmura las palabras. Entonces me relajo y
dejo que mis músculos agarrotados se aflojen.
Ella se relaja contra mí. Cuando empieza a dormirse, cambiamos de posición.
Moira está tan cansada que ya no puede sostenerse. Así que, en lugar de abrazarme a
mí, la abrazo a ella.
Y se queda dormida así. Contra mí.
Todavía abrazada.
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Capítulo Doce
MOIRA
Es su tercer día aquí, buscando sin resultados. ¿Por qué se quedan? ¿Por qué no se
han ido a otra parte?
Esta mañana han estado muy cerca. Han registrado esta zona de cabañas, aporreando
mi puerta y espiando por la ventana. Juraría que podían oír mi respiración de pánico,
pero siguieron adelante. No sé si tendré tanta suerte si vuelven a venir.
Ya ha oscurecido y los cazadores se han ido. Camino de un lado a otro, pensando en
lo que debo hacer con Tanem. Lo veo inclinar la cabeza y mirarme de arriba abajo,
preocupado.
"¿Qué pasa?" Lo dice en el tono más suave que ha pronunciado nunca.
Ya no me siento como antes cerca de él, antes me equivoqué al suponer que me
querría para cenar.
"Los cazadores siguen merodeando por el pueblo. Vinieron esta mañana, creí que
estaba acabada".
Se levanta, trotando hacia mí. Tengo que arquear el cuello para verle la cara cuando
se eleva sobre mí, pero no me siento intimidada como lo haría otro humano.
"Me preocupas. ¿Qué harás si vienen a por ti?".
"Ya te lo he dicho, sé manejarme mejor de lo que la gente cree".
"¿Y si me necesitas? ¿Quién te protegerá entonces?".
Suspiro, negándole con la cabeza mientras me doy la vuelta. Es cierto, ya me ha
salvado en tres ocasiones. Y no me voy a mentir, no sé cómo podría arreglármelas en su
ausencia.
¿Estoy más segura con o sin él? Eso no lo sé.
Lo miro de reojo. Su mirada apunta al suelo, melancólica. No quiero decepcionarlo,
pero es tan difícil encontrar la respuesta adecuada en esta situación.
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Me gusta, de verdad, pero me siento tan mal... Quiero decir, es un puto monstruo. No
está permitido, ¿verdad?
Pero no sé si podré deshacerme de la única persona que me ha tratado bien, como un
ser humano decente. Es irónico que haya necesitado un monstruo literal para
experimentar eso.
Quiero hacer esto, a pesar de lo prohibido que lo juzgan las leyes de este mundo. Es
peligroso, los dos ya hemos sufrido físicamente por ello, pero ninguno de los dos es ajeno
al dolor, eso es seguro.
¿Puedo hacerlo?
"Tanem..." Le susurro, acercándome. "No sé cuánto tiempo más esto seguirá siendo
seguro, no es que alguna vez lo fuera en primer lugar".
El calor de mis sábanas me invita a un sueño acogedor mientras me meto en la cama,
aunque conozco una forma de mejorarlo.
"Tanem, ven aquí. Abrázame como hiciste la otra noche".
Se acerca, me encanta cómo lo hace sin vacilar. Pronto, estoy envuelta en su abrazo,
es fácil darse cuenta de que está siendo suave conmigo. Mientras me derrito en sus
brazos, me olvido del mundo que me rodea y de todos los problemas que sigue
trayéndome.
Dormir con él se ha convertido en una costumbre. Cuando estamos tan cerca, es
cuando soy más vulnerable a lo que siento por él, aunque hago todo lo posible por
ignorarlos, sabiendo que están mal. Sin embargo, no puedo mentir que deseo tocarlo un
poco más.
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Me incorporo rápidamente, presa del pánico, y miro a mi alrededor, confusa. Gritos
que hielan la sangre proceden del exterior, y más gritos llenan el aire cuando despierto
a Tanem.
"¿Qué está pasando?", pregunta.
"No tengo ni idea, pero será mejor que te escondas. Vete ya".
Tanem se tambalea buscando un lugar donde esconderse mientras yo me escabullo
hacia la puerta.
Abriéndola con cuidado, observo el exterior y no veo nada interesante. Qué extraño.
Sintiéndome lo bastante segura como para marcharme, salgo por la puerta, sin dejar de
mirar a mi alrededor.
De repente, veo algo precipitándose hacia mí en mi visión periférica. Me agacho justo
a tiempo y una roca aterriza a mi lado. Miro en la dirección de la que procede y veo una
manada de aldeanos con antorchas que se dirigen hacia mí.
¡No, no!
Corro hacia la puerta, pero la manilla está atascada. Mientras la retuerzo y tiro de ella,
oigo los gritos de los aldeanos cada vez más cerca.
"¡¿Por qué has traído esa cosa a este pueblo?! ¿Sabes lo que has hecho?"
"¡Estás en un gran problema, no deberíamos haberte dejado volver aquí!"
Un pequeño grupo de ellos se separa de la manada, formado por hombres de
complexión grande. No tengo ninguna oportunidad, pero no voy a caer sin luchar.
"¡Aléjate de una puta vez!"
Agarro a uno de ellos con los dos brazos, intentando arrancarle la antorcha de las
manos. Antes de que pueda darme cuenta, otro acerca su antorcha a mis manos. El dolor
se dispara por mis brazos mientras se las arranco.
El suelo me saluda con dureza al caer, pero el dolor no es nada comparado con el de
mis manos. No puedo hacer otra cosa que ver cómo llevan las antorchas a mi casa. Se
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enciende en un infierno abrasador, pero no me preocupan mis pertenencias, sólo la vida
que hay dentro.
"¡TANEM!"
La puerta principal se abre de golpe, lanzando a algunos de los hombres por los aires.
Encorvado por el dolor está Tanem, tosiendo por el humo. Veo el reflejo de las antorchas
en sus ojos, de algún modo le sienta bien. En cuanto me ve, se lanza hacia mí, apartando
a más aldeanos de su camino.
"Quédate detrás de mí".
"¡Te dije que esto pasaría!"
"Y yo te dije que me quedaría, ahora imagina que no estuviera aquí, ¿eh?".
Juro que le oigo reír por lo bajo mientras los aldeanos gritan y señalan.
"¡Monstruo! Es esa cosa que estaba con ella antes!"
"¡Que alguien llame a los cazadores, están en la otra punta del pueblo, vamos!".
Mierda.
A lo lejos, veo a los cazadores acercarse rápidamente. No son la única amenaza, ya
que veo a algunos aldeanos mirándome directamente. Tanem hace un trabajo rápido
con algunos de ellos, pero siguen llegando.
Esto no va a ser fácil.
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Capítulo Trece
TANEM
Moira sale y yo me quedo aquí escondido. Hago todo lo que puedo para controlar mi
respiración, para tranquilizarla y reducir el sonido de mis suaves gruñidos que llegan con
cada exhalación. No debo decir ni pío, porque si entran aquí, seguro que me ven. Ni un
solo objeto de esta casa es lo bastante grande para ocultarme.
¿Mi sola presencia pone a Moira en peligro? Seguro que no, soy su protector. Muchas
veces ya, su vida habría cesado de no ser por mí... pero de nuevo, tal vez el que yo esté
aquí es lo que la vuelve tan paranoica. Me doy cuenta de que está inquieta, incluso si
consigue dormir por la noche, no es un sueño rejuvenecedor.
No se me ocurriría ponerla en peligro, no, en absoluto. Me jugaría la vida por salvar la
suya, y estoy seguro de que ella lo sabe y no lo da por sentado. Le gusto, eso es seguro,
pero es obvio que hay algo que la perturba. ¿Es este entorno? ¿Son los cazadores? Me
desharía de ellos, pero eso sólo atraería atención innecesaria y un grupo de reemplazo
más numeroso.
Por primera vez en mucho tiempo, no tengo ni idea. Sólo quiero lo mejor para ella.
"¡Vete a la mierda!"
¡Esa era Moira! ¿Qué está pasando ahí fuera? Me acerco sigilosamente a la ventana.
Asomándome desde la esquina, veo a Moira en el suelo. ¿Está muerta? No... está
consciente, pero lo que sea que esté pasando no puede ser bueno. Veo a un grupo de
hombres acercándose a la casa con antorchas en la mano.
Si salgo por la ventana, seguro que me verán a plena luz del día. Ya están fuera, oigo
las chispas encenderse en las paredes y el tejado de la casa. Miro desesperadamente a
mi alrededor, tiene que haber una forma discreta de salir de aquí. El humo empieza a
llenar el edificio, no me queda tiempo para decidirme.
Ahora no hay otra salida que por la fachada. Lo siento Moira.
"¡TANEM!"
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Te salvaré, y luego saldremos de aquí, tú y yo. Nadie más. Allá vamos...
Me abalanzo sobre la puerta con todas mis fuerzas y la atravieso. Envío fragmentos de
madera volando por todas partes, junto con los hombres que incendiaron la casa. A
través de la multitud de aldeanos, veo a Moira. Debo llegar hasta ella.
Me abro paso entre ellos, con cuidado de no aplastar ni hacer daño a nadie en mi
camino. Ella está conmigo ahora.
"Quédate detrás de mí".
"¡Te dije que esto pasaría!"
"Y yo te dije que me quedaría, ahora imagina que no estuviera aquí, ¿eh?".
No puedo evitar reírme en voz baja, aunque no es el momento más apropiado, pues
ahora debemos luchar. Los humanos vuelven a encender sus antorchas y recogen
cualquier cosa que crean que puede hacerme daño. Unos cuantos cogen ramas, como si
eso fuera a hacer mucho daño.
Se lanzan rápidas miradas unos a otros, susurrando algo, tal vez algún tipo de
estrategia. Me siento casi halagado de que mis enemigos no puedan atacarme
directamente, sintiendo la necesidad de hacer uso de un enfoque táctico.
"¡Vamos entonces!"
Parecen sorprendidos de que pueda hablar, pero no pierden más tiempo en acercarse.
No es mi deseo hacerles daño, especialmente delante de Moira, debo demostrarle que
soy un hombre de palabra. Uno corre hacia adelante, agitando su antorcha. No es un
movimiento inteligente, ya que el balanceo de su antorcha apaga rápidamente la llama.
Se queda ahí, estupefacto, mirando su antorcha y luego a mí, antes de alejarse en otra
dirección.
Tres en total vienen hacia mí. Uno de mis tentáculos se enrolla detrás de mí y se lanza
contra ellos. Se agachan, pero no voy directamente a por ellos. En lugar de eso, golpeo
las llamas de sus manos y retroceden al unísono.
Se produce una conmoción detrás de ellos. La multitud de aldeanos se divide por la
mitad, y espero ver acercarse al jefe de la aldea. Una pequeña parte de mí se aferra a la
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esperanza de que quizá nos deje marchar pacíficamente. Ese atisbo de ambición se
desvanece cuando veo al grupo de cazadores que Moira había mencionado.
Llevan un equipo más apropiado para el combate que las ramas de los árboles.
"Agarren a la chica y maten a ese monstruo".
No va a pasar en mi guardia. Los cinco se dispersan, y los dos más alejados me rodean,
intentando arrebatarme a Moira de mi protección. Uno carga hacia adelante en mi
distracción. La punta de su lanza me atraviesa mientras mi pecho estalla en dolor. Agarro
al elfo que sostiene la lanza y lo arrojo contra una pared.
No tengo tanto cuidado con ellos como con los humanos, pero mi prioridad es
mantener a salvo a Moira. La oigo gritar detrás de mí. Me giro y veo a dos elfos que la
agarran por los brazos e intentan llevársela a rastras.
Me quito la lanza del pecho, a pesar de lo mucho que me duele, y la arrojo a uno de
los pies del elfo. Lo ancla en su sitio mientras cargo hacia él. Su mirada grita miedo
cuando lo noqueo con uno de mis golpes. El otro elfo me golpea el brazo con un hacha,
haciéndome un corte y derramando mi sangre por el suelo. Se la arrebato con mi
tentáculo y uso la culata para dejarlo inconsciente.
Un par de flechas se clavan en mí, una en la parte baja de la espalda y otra en el
hombro. Los otros elfos se han reagrupado detrás de mí. A lo lejos, veo llegar a otro
grupo de ellos. No sé cuánto tiempo más podré contenerlos a todos, y mi preocupación
aumenta cuando veo a los humanos observando a Moira.
"¡Corre, mantén la distancia con ellos!"
"¿Y tú?"
"Estaré bien, me reuniré de nuevo contigo, sólo necesito deshacerme de los elfos".
Sale corriendo, y un grupo de humanos la sigue. Me preocupa, pero sé que puede
arreglárselas sola si sigue moviéndose. Rujo a los elfos, y cargo contra ellos con la
intención de hacer que su sufrimiento sea rápido.
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Capítulo Catorce
MOIRA
"¿Qué clase de ser humano te puedes llamar? ¿Crees que puedes ponernos a todos
en peligro y salirte con la tuya?"
Cuatro de ellos se acercan a mí con sus antorchas. No puedo hacer otra cosa que seguir
caminando hacia atrás, pero mi espalda se detiene contra la pared. De repente, una mole
corpulenta salta delante de mí. Lo reconozco de inmediato, gritando su nombre.
"¡Quédate atrás Moira! Deja que me ocupe de ellos".
Sus tentáculos se extienden desde su espalda, enrollándose y golpeando a los
aldeanos que se acercan. Parpadeo, y de repente han desaparecido, dejando atrás sus
antorchas moribundas. Me apresuro a coger la única que queda encendida.
Con el fuego como arma, mi confianza aumenta, aunque aún nos quedan
innumerables enemigos a los que enfrentarnos. Una lanza perdida vuela por el aire hacia
Tanem. Grito, pero llego demasiado tarde y me encojo cuando se le clava en el brazo.
Lanza un aullido aterrador que detiene momentáneamente el avance de los atacantes.
Justo cuando empiezo a avanzar hacia él, una sensación de dolor ardiente me
atraviesa la cabeza y, por un momento, creo que me han prendido fuego. Giro la cabeza
y veo mi pelo agarrado por la hija del jefe de la aldea.
"¡Tara, suéltame!"
"¿Ves todo esto?", dice, señalando la destrucción a nuestro alrededor. "Todo esto es
por tu culpa. Vas a...".
Le cierro la boca clavándole la antorcha en la cara a Tara. Grita y suelta un grito
desgarrador que rivaliza con el de Tanem. Sale corriendo mientras las llamas le lamen la
piel de la cara y desaparece por una esquina.
Me giro y veo a su padre, Noah, el jefe de la aldea, mirándome el alma. Puedo ver el
reflejo de mi antorcha en sus ojos, cuya imagen coincide con la ferocidad de su expresión.
"Hija mía... ¡vas a pagar!".
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En sus manos lleva un cubo de agua y me lo lanza. Lo esquivo, pero golpea mi antorcha,
matando su llama. Sin nada con lo que defenderme, salvo un palo húmedo, no duda en
echar a correr, acercándose rápidamente a mí.
Justo cuando está a punto de ponerme las manos en el cuello, un tentáculo lo envuelve
y lo lanza por los aires. Tanem me llama mientras un grupo de elfos oscuros se acerca a
él. Sus armas son más avanzadas que las de los humanos.
"Ten. "
Me pasa una lanza que recoge del cadáver de un elfo. Carga rápidamente contra ellos,
deshaciéndose de uno con sus garras. Algunos de los aldeanos huyen para escapar del
caos, pero otros siguen intentando acabar con mi vida mientras golpeo a los atacantes.
Mientras Tanem nos libra de otro elfo oscuro, oigo sus gemidos de dolor. ¿Cuánto
tiempo podrá seguir defendiéndonos? Aunque reducimos el número de enemigos, sus
ataques se vuelven más frenéticos y concentrados.
Veo mi casa en llamas. Si Tanem no hubiera estado allí para salvarme, también me
habrían dado el mismo destino, puedo sentirlo. Unos metros por delante hay un bidón,
que sólo puede ser el aceite que los bastardos usaron para destruir mi casa.
Ese puede ser nuestro billete para salir de aquí...
Golpeo a un atacante, haciéndole correr en otra dirección. Se le cae la linterna. La cojo
y corro hacia el bidón, sin atreverme a mirar atrás.
Otro hombre se interpone en mi camino, pero no tengo la oportunidad de amenazarle,
ya que me agarra de los brazos inmediatamente. Le empujo con todas mis fuerzas, pero
me domina. En un último esfuerzo, le doy una patada donde más duele, en la ingle.
Mientras se desploma de dolor, lanzo la antorcha contra el aceite.
Un estruendo ensordecedor llena el aire mientras el fuego estalla hacia el cielo. Mis
oídos no hacen más que pitar durante unos instantes, pero no tengo tiempo de sentarme
a esperar a que recupere la audición. Debo seguir avanzando.
Veo a los elfos oscuros distraídos por la explosión y me arriesgo. Me lanzo hacia
Tanem, lo agarro del brazo y lo alejo del caos. Mi corazón se acelera al ver que la gente
dirige su atención hacia el fuego que se extiende como una enfermedad.
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"¡Los campos! Debemos protegerlos, apagar las llamas".
Mientras corro, siento que mis piernas se despegan repentinamente del suelo. Tanem
me levanta y me sujeta con fuerza mientras salta por encima del cercado que rodea
nuestra aldea. Nos adentramos en el bosque, esperando que el verdor cubra nuestras
huellas.
Mi esperanza se desvanece cuando oigo gritos detrás de mí. Entre los árboles, los
enemigos avanzan intentando flanquear nuestra posición.
"¡Tanem, cuidado a tu derecha!"
Un elfo oscuro a pocos metros de distancia golpea con un hacha, fallándome por
centímetros. Con sus patas traseras, Tanem le da una patada que lo lanza por los aires.
Aterriza en una rama, empalándolo mientras seguimos corriendo.
Otro se acerca con una lanza. Le grito, atrayendo la atención de Tanem hacia su
posición. El enemigo es demasiado rápido y le clava la lanza en el estómago,
atravesándolo. Se retira, con la punta de la lanza cubierta de sangre.
Tanem disimula sus gemidos de dolor, acelerando el paso con el que corre. Llegamos
al borde de una cascada. Ningún lugar donde correr, ningún lugar donde esconderse.
"Estás sangrando mucho, te voy a ayudar, te lo juro", digo mientras lloro, las lágrimas
corriendo por mi cara como la cascada en la que estamos.
Tanem extiende la mano y la apoya en mi hombro. Por un momento, me olvido del
peligro que corremos, hasta que me tira al suelo. La misma lanza de antes me revuelve
el pelo.
Por un momento, estoy desorientada. A través de un borrón, veo a Tanem, que ha
cogido la lanza, girarla y lanzársela al elfo que le apuñaló. Cae al instante.
Cuando vuelvo a ponerme en pie, más elfos emergen del bosque. Tanem lucha por
mantenerse en pie. Miramos hacia atrás y vemos un enorme desnivel que no tiene fin.
Miro a Tanem y le sonrío. Él me devuelve la sonrisa, me aprieta la mano mientras
saltamos y cerramos los ojos.
59
Capítulo Quince
TANEM
Me duele todo el cuerpo y me siento como un peso muerto enterrado en el suelo.
Intento abrir los ojos, pero los párpados me parecen muy pesados. Mi visión es borrosa
y parpadeo un par de veces para intentar recuperar la vista.
Apenas distingo nada de lo que me rodea, pero parece que estoy en una cueva. Está
oscura, pero seca. Parece bastante segura. Aunque obviamente se trata de un agujero
en el suelo, hay algunos elementos que hacen que el hogar temporal sea más
confortable.
Parece que estoy descansando sobre un lecho de hierba dulce, y hay algo fragante
cerca. Hay un fuego encendido a unos pasos y puedo sentir el calor en mi cuerpo. Siento
que algunas partes de mi cuerpo vuelven a la vida y que mi capacidad de curación se
fortalece.
Cuando mi cuerpo recupera algo de movimiento, giro la cabeza para mirar a mi
alrededor. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Espera, espera. ¿Dónde está Moira? Empiezo a
entrar en pánico, intentando recordar qué fue lo último que hice.
Hubo una gran batalla; huíamos de los atacantes. Saltamos por la cascada. Perdí el
conocimiento, en algún lugar del agua. Siento el frío en los huesos mientras recuerdo
vagamente la zambullida.
Oh, no. Si yo estaba herido, ella también debía estarlo. ¿Habrá...?
Mi pánico se ve interrumpido por la entrada de Moira en la cueva, obviamente
ensimismada. Me ve moverme e inmediatamente se detiene, con lágrimas en los ojos.
Empieza a correr hacia mí, dejando caer los objetos en sus brazos. Abro los brazos para
cogerla.
"Hace tres días... tres días que duermes", solloza. "Tenía tanto miedo de que no te
despertaras nunca".
La acuno suavemente, tarareando dulcemente para tranquilizarla con mi presencia.
Huele salvaje, como la primera vez que nos conocimos. Un olor que no puedo olvidar.
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No puedo imaginar el dolor que le habría causado mi ausencia. Me siento culpable por
haberla molestado.
"Estabas muy herido y apenas consciente cuando te saqué del río. Estabas frío al tacto,
y yo tenía tanto miedo... Llevas tres días dormido... Ah, no, la comida".
Ambos miramos la comida esparcida por el suelo de la cueva. Algunas frutas tizret,
algunos phenson, algunas nueces. Debe de haber estado pescando también, su ropa
estaba húmeda. Parece triste y rezo por que no haya buscado demasiado los objetos.
Todavía se pueden salvar.
"La comida puede esperar, quédate".
Ella accede. Con Moira envuelta en mis brazos, chasqueo la lengua y siento su boca
más cerca. Oh, la alegría que me da. Un gruñido de satisfacción crece en mi garganta.
Mis sentimientos por esta chica son tan fuertes que no sé qué hacer con ellos.
Cuando se aparta de mi abrazo, nos miramos a los ojos y sonreímos. Mi corazón está
caliente y me pregunto qué es lo que siento dentro de mí. Ha hecho tanto por mí. ¿Por
qué habría de importarle si lo único que le he traído son penurias?
"Me alegra mucho oír lo mucho que te importo". Miro a nuestro alrededor. "¿Dónde
podríamos estar?"
"Oh, cierto. El río tenía una fuerte corriente. Nos llevó río abajo. No estoy segura de
en qué parte de Rach estamos realmente, pero de los muchos brazos del río, fuimos
arrastrados en esta dirección. Tuvimos suerte de no ser arrastrados al mar. Creo que
puedo oler el océano desde aquí. Cuando te saqué del agua, busqué refugio y encontré
esta cueva. No muy acogedora, pero seca y apartada. Odiaba tener que salir a buscar
comida porque no soportaba dejarte."
"La entrada está bien escondida, la encontré por pura casualidad. Te traje aquí y he
estado intentando curarte. No estaba muy segura de lo bien que lo estaba haciendo, ya
que no habías mostrado signos de recuperación. No podría imaginarme si no hubieras...".
Parece triste y su postura se contrae. Empiezo a recordar los acontecimientos de la
batalla, y los lugares en los que me herí. No siento ningún dolor. Las reviso rápidamente
y compruebo que todas se han curado bien. Tomo sus manos entre las mías y me mira.
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"Gracias por cuidarme, Moira. No puedo expresar mi agradecimiento con palabras.
Eres una persona muy especial".
Se sonroja y aparta la mirada un momento antes de que sus ojos vuelvan a encontrarse
con los míos. Verdes como las hojas frescas, suaves como la brisa, profundos como las
aguas más allá de estas islas. Me pierdo en ellas. Podría quedarme aquí para siempre.
Por un momento, el mundo se desvanece. La cueva se desvanece. Sólo estamos Moira
y yo. He dudado del crecimiento de mis sentimientos y de mi lugar a su lado. Temía que
ella y yo fuéramos demasiado diferentes, demasiado prohibidos. Ya no dudo.
Descubro que el espacio entre nosotros se ha reducido cada vez más y ella parece
rendirse a mí como yo a ella. Nunca ha habido un momento más perfecto. Nuestros
labios se tocan y siento una explosión en mi interior como nunca antes había sentido.
Esta unión continúa hasta que nuestros cuerpos se aprietan el uno contra el otro.
Nuestro calor corporal se combina, incluso a través de la ropa húmeda de Moira. Rodeo
su delicada cintura con los brazos y la atraigo hacia mí, si es que eso es posible. Nos
fundimos.
Ella profundiza el beso y me rodea el cuello con las manos. No quiero que esta
sensación termine nunca. Deseo permanecer unido a ella para siempre. No lo entiendo,
pero ya no lo necesito. Nada más importa.
Esto es lo correcto. Aquí es donde debo estar. Esto es lo que tiene que pasar.
Mi vida es perfecta ahora.
62
Capítulo Dieciséis
MOIRA
El beso que compartimos me ha dejado la verdad completamente clara. No puedo
imaginarme la vida sin este monstruo en ella. Sinceramente, ya ni siquiera es un
monstruo para mí. Es mi salvador, y creo que me estoy enamorando.
Perdí demasiado tiempo dudando de nosotros. Casi me queman en la hoguera. Él casi
muere tratando de protegerme. No me importan los estereotipos; no me importa la
supuesta moralidad. Algunos de mi propia especie son más monstruosos que Tanem. Lo
han demostrado.
He sido rechazado por mi propia gente por ser amable con un alma que fue amable
conmigo. He sido expulsado por una comunidad que una vez me llamó uno de los suyos.
No sé si debería haber esperado más con mi educación, pero esperaba más.
Tanem es todo mi mundo ahora. Él es mi único amigo, mi único compañero... mi
compañero ya ni siquiera es la palabra correcta. Él es mi amor. No puedo soportar la idea
de perderlo, por la muerte o por la sociedad.
Después de pescar, mi ropa estaba empapada pero, una vez que vi que estaba
despierto, no me importó nada más que ir hacia él. A él no le importó que mi ropa
estuviera mojada, y nuestro calor corporal se combinó para crear una esencia pantanosa.
Después de comer algo, decido tender mi ropa para que se seque. Es la primera vez
que me expongo tanto ante un hombre, y menos aún ante Tanem. Siento sus ojos
clavados en mí mientras me quito lentamente la ropa que me pega.
Cuando me doy la vuelta, Tanem está justo detrás de mí. Suelto un pequeño grito
ahogado cuando me levanta para besarme de nuevo. Las sensaciones que surgen en mí
son aterradoras, pero aún más excitantes. Sus manos y tentáculos empiezan a recorrer
mi cuerpo desnudo y suelto un pequeño gemido.
El sonido parece excitarlo mientras veo cómo su hinchada polla se retuerce bajo el
taparrabos. Pienso en sus heridas, pero él no parece inmutarse. Hice todo lo posible por
mantenerlo limpio mientras se curaban sus heridas.
63
Me lleva de vuelta a la pequeña cama que hice con hierba dulce y me tumba. Me
pregunto qué pasaría a continuación y cómo ocurriría. ¿Su anatomía funcionaba como la
mía? Ahora no puedo imaginar qué haría si no fusionara mi cuerpo con el suyo.
Está de pie junto a mí y sus rasgos, que antes eran aterradores, parecen suavizarse
mientras me observa. Me arrastro hacia él y le desato el taparrabos. Cae a sus pies. Mis
ojos se abren de par en par al contemplar su espectacular circunferencia.
Me mira con cara de curiosidad. Cojo su enorme polla con las dos manos, sin poder
rodearla con los dedos. Empiezo a mover las manos arriba y abajo a lo largo de su tronco
y él suelta un suspiro.
Por un momento me pregunto si alguien más le ha hecho esto y me detengo. Los celos
de que alguien más lo toque me abruman.
Le acaricio más deprisa y su polla se vuelve cada vez más firme bajo mis dedos. Noto
el rugido de un gruñido en su interior cuando empieza a gemir. El sonido me anima y me
meto la punta de la polla en la boca. Un gemido de placer es la respuesta.
Sus piernas empiezan a temblar mientras sigue respirando agitadamente y, con un
gruñido, explota en mi boca. Explota tanto que me chorrea por la boca y por el pecho
desnudo. Su respiración se ralentiza al darse cuenta de lo que ha pasado y se inclina
sobre mí.
"Enséñame a hacerte sentir así".
Gimo mientras llevo su enorme mano hasta mi entrada. Le enseño a pasar el dedo por
el capullo que hay sobre mi coño empapado y empiezo a perder la concentración en mis
enseñanzas. Sigue complaciendo mi deseo y empiezo a temblar.
"Sí, Tanem, oh sí". Esto le hace sonreír con picardía.
Sigue trabajando en mi clítoris hasta que por fin alcanzo el clímax. Se inclina y me besa
suavemente. Podría morir aquí, con Tanem inclinado sobre mí. Sus ojos rojos y brillantes
están llenos de emoción, y ya no recuerdo por qué los temía.
"Oh, Tanem, eres un estudiante rápido. Es hora de otra lección".
Mi hambre de él es voraz, mientras guío su mano hacia mis pliegues hinchados.
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"Esta entrada se puede usar de dos maneras. Puedes usar los dedos", jadeo mientras
introduce un dedo.
"O puedes usar la boca". Ladea la cabeza.
"O puedes usar esto". Mi mano agarra su polla palpitante, chorreante de precum.
Sus ojos se iluminan de comprensión cuando empieza a mover su dedo dentro de mí,
estirando las paredes para añadir más espacio. Las estrellas empiezan a brillar detrás de
mis ojos cuando desliza otro dedo, y luego otro, en la apretada y dolorosa entrada.
El corazón se me sale del pecho. La cabeza me da vueltas de éxtasis. Pero saca los
dedos. La repentina frialdad de no estar llena me saca del placer que estoy
experimentando.
No tengo tiempo de asimilar lo que está ocurriendo porque siento que se cierne sobre
mis pliegues. Intenta ser suave mientras se abre paso lentamente, estirándome más de
lo que jamás hubiera imaginado. Suelto un grito de éxtasis.
"¿Te he hecho daño?" Me mira con miedo.
Sacudo la cabeza furiosamente, incapaz de articular palabra. Sigue empujando hacia
dentro y mi espalda empieza a arquearse. Está dentro de mí, él y yo somos uno. No
quiero volver a separarme de él. Nos movemos el uno contra el otro, retorciéndonos de
placer.
Nuestros gemidos son como una dulce melodía que resuena en las paredes de la
cueva, una canción de amor y deseo. Llegué al clímax una y otra vez. Él derramó su
semilla dentro de mí una y otra vez. La pasión encendió una llama que prendió una
hoguera entre nuestros corazones y nuestras almas.
Este agujero en el suelo es el lugar más sagrado de toda Protheka. Este es nuestro
refugio, donde podemos unirnos de todas y cada una de las maneras. Ya no hay juicios,
ni normas, ni razas ni castas.
Simplemente somos, por este lugar accidental. Somos libres.
65
Capítulo Diecisiete
TANEM
Las mañanas son cada vez más frías. Mi cuerpo siente el cambio de las estaciones.
Siempre he tenido una afinidad especial con los elementos.
Suelo cazar casi todas las horas del día, preparándome para los meses de vacas flacas.
Llevaba la carne cazada a mi cueva, donde la rociaba abundantemente con somana y
frisse para conservarla.
Pero ahora las cosas son diferentes.
Por un lado, todavía no estoy muy seguro de dónde estamos.
Sé que Moira nunca ha estado tan lejos de la aldea humana o incluso de sus antiguos
amos elfos.
He estado lejos, y he explorado gran parte del continente. Pero nunca este lugar, que
parece el paraíso.
Moira no sabe en qué dirección nos arrastró el río, ni cuánto tiempo estuvimos en el
agua.
Todo lo que sabe es que estuve dormido durante tres días. Y que pensó que yo iba a
morir.
Su pánico y luego su alivio al verme recuperado me conmueven como nunca antes. Y
como nada lo hará jamás.
A veces no puedo creerme la suerte que tengo.
Es casi de noche y Moira duerme profundamente en mis brazos. Hemos pasado la
mayor parte del día en las aguas del río cercano.
Comimos caesin y fruta fresca, y luego nos tumbamos a orillas del río para secarnos.
Ahora siento el frío en el aire, pero sé que puedo ignorarlo. Aquí por fin podemos ser
nosotros mismos.
66
Estamos completamente solos, y esta cueva es lo suficientemente grande como para
que nos instalemos bastante bien. Puede que sea la mejor cueva que he visto en mi vida.
Y tengo mucha experiencia en cuevas.
Pronto me quedo dormido y Moira me acerca a ella. Mi cuerpo se ablanda a medida
que me relajo y, de repente, estoy alcanzando la inconsciencia.
"¿Has visitado todos los continentes?". Moira me mira con los ojos muy abiertos, la
boca abierta de asombro.
"Lo he intentado. Cuando era mucho más joven, y el mundo era mucho más joven, era
más fácil viajar".
"¿Cómo era?" pregunta Moira, mientras atiende el fuego.
Atrapé tres caesin grandes y un pequeño dripir salvaje más temprano. Moira limpió
los caesin y yo desollé y destripé el dripir.
Ahora las carnes se están cocinando en una placa de piedra sobre el fuego.
Estoy ayudando a Moira a pelar burgona salvaje, que pronto añadirá al plato de piedra.
"Viajar fue maravilloso", por un momento, mi mente divaga tan profundamente en el
pasado que no puedo ver el camino de vuelta al presente.
Pero al respirar hondo, vuelvo a ver el rostro de Moira y sé que todo está bien. "Y los
monstruos -los de mi especie- no eran tan temidos. Vivíamos bastante bien entre los
orcos antes de que abandonaran este continente".
"¿Y los elfos oscuros?" pregunta Moira, con voz suave.
Le entrego la burgona. Ella las arroja sobre el plato de piedra y gira el cesin.
67
"Los elfos oscuros son un enigma para mí. Siempre lo han sido y siempre lo serán".
Pronto, la comida que Moira llama "cena" está completa, y comemos hambrientos.
Estoy acostumbrado a comer carne cruda y ensangrentada. Esta es sin duda una
experiencia nueva, pero a la que no me opongo.
Terminamos en el río, como las últimas tres noches. Y también acabamos abrazados.
No puedo saciarme de ella, pienso mientras la miro. Se ha quitado el vestido y la ropa
interior para lavarse y secarse.
Tiene el cuerpo desnudo, resplandeciente bajo el sol poniente, delante de mí. Estiro
una garra y trazo las formas y curvas de su cuerpo con el borde.
El cuerpo de Moira se pone rígido y suelta un gemido cuando la acerco y le acaricio el
trasero y luego los pechos.
Son tan llenos, redondeados, perfectos.
Mi polla se pone rígida, se endurece. Moira se la acerca y, aunque sus manos nunca
llegan a envolverla por completo, el placer que me da es infinito.
Me acaricia mientras yo inclino la cabeza para lamer y chupar sus pezones. Me
encantan los suaves escalofríos, gemidos y quejidos que le arranco.
Cuando ya no puedo esperar más, la levanto en brazos y apoyo su húmeda y suave
abertura en la punta de mi miembro.
Me muevo lentamente, empujando dentro de ella con cuidado de no hacerle daño. Su
cabeza cae hacia atrás y sus gemidos son más fuertes, más salvajes.
Sólo oigo el sonido de nuestros cuerpos al encontrarse.
Pronto empiezan sus susurros apresurados y ansiosos.
"Más fuerte".
"Más rápido".
"Por favor, Tanem. Por favor".
68
Acabamos juntos, alcanzando nuestros límites simultáneamente, y su cuerpo se
estremece y se pone rígido.
Exploto dentro de ella, y mi copiosa semilla se derrama fuera de ella.
Mi polla sigue tiesa, así que no la saco. Sigo llevándola hasta el lecho del río, donde la
tumbo.
Allí vuelvo a meterla y sacarla, mientras su cuerpo aún se estremece tras su último
clímax.
Sólo me detengo cuando ella me lo suplica. Cuando he explotado una y otra vez, y sus
piernas están pegajosas y blancas con mi semilla.
Entonces, yo también estoy exhausto.
"¿Tanem?" Ella dice, después de que estamos acostados juntos en la cueva.
"Si Moira." Siempre es un placer decir su nombre.
"Te amo."
He oído la palabra antes. Creo que yo también la he dicho. Y he empezado a aprender
lo que significa.
Pero creo que cuando Moira me la dice, quiere decir algo diferente.
"¿Qué significa?" le pregunto, volviéndome hacia ella.
"Significa que me haces más feliz que cualquier humano o elfo oscuro. Significa que
no puedo vivir sin ti. Significa que tengo suerte de haberte encontrado".
"Yo también te amo. Si eso es lo que significa el amor". Respondo.
Poco después nos quedamos dormidos.
69
Capítulo Dieciocho
MOIRA
Tanem nunca ha utilizado trampas para cazar comida. Como monstruo, con garras,
colmillos y tentáculos, su cuerpo es suficiente arma.
Pero después de que me enseñara diferentes métodos para cazar animales para
comer, pensé en devolverle el favor.
Como mujer en las aldeas humanas, nunca participé directamente en la caza.
Pero siempre memoricé cómo los hombres construían sus trampas. Ahora, con la
ayuda de algunas ramas de árbol y lianas, he creado varias trampas y lazos.
"¿Y esto atrapa comida para ti?". Los ojos rojos de Tanem brillan de fascinación
mientras camina detrás de mí.
He esparcido trampas por el suelo en la parte del bosque en la que nos encontramos.
"Sí", le respondo riendo. Está claramente estupefacto ante el concepto de trampa.
"Así que no tenemos que hacer nada. Excepto esperar".
Nos quedamos fuera unas horas, esperando en la tranquilidad del espeso bosque.
Pero ningún animal tropieza aún con nuestras trampas.
"Volvamos a la cueva". dice Tanem con su voz grave y retumbante. Escalofríos de
placer recorren mi piel, quemándome las terminaciones nerviosas.
Sólo puedo pensar en lo que haremos cuando lleguemos a la cueva.
Le rodeo la cintura con el brazo todo lo que puedo y volvemos andando. Tenemos
cuidado de evitar los lazos y las trampas.
Estamos a poca distancia de la cueva cuando Tanem se detiene y me tira de él
rápidamente.
Estoy a punto de hablar cuando sacude violentamente la cabeza y se lleva la garra a la
boca.
Asiento obedientemente, permaneciendo en silencio.
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Me mantiene detrás de él, pero empieza a retroceder lentamente.
"Tenemos que irnos. Ahora mismo". Me dice. Esas palabras me parten el corazón.
Estaba tan feliz en la cueva. Había sentido como si finalmente hubiéramos encontrado
nuestro lugar en el mundo.
Y ahora tenemos que correr de nuevo.
¿Seguiremos corriendo el resto de nuestras vidas?
Nos movemos tan rápido como podemos, abriéndonos paso por las orillas del río.
Tanem se queda detrás de mí, y cuando miro hacia atrás, sus tentáculos están fuera y
sus colmillos están al descubierto.
No hemos llegado muy lejos cuando una docena de elfos oscuros empiezan a salir del
bosque a ambos lados del río.
Reducimos la velocidad y nos detenemos frente al líder del grupo.
"Ven en silencio, muchacha humana". Me dice el elfo oscuro con desprecio.
Pero Tanem se lanza hacia delante con un rugido ensordecedor antes de que yo pueda
reaccionar, y antes de que los elfos puedan hacer nada.
Les pilla desprevenidos y se alejan de él a trompicones. Pero sólo por un segundo.
Pude ver que los elfos oscuros estaban decididos a cazar a Tanem hasta la muerte.
Tanem se ha familiarizado con el lugar junto al río en los cinco días que llevamos aquí.
De alguna manera, memorizó cada rincón sin siquiera darse cuenta de lo que estaba
haciendo.
Comprendo entonces que Tanem debe haberse dado cuenta de que esto sucedería.
Se había estado preparando para que los elfos oscuros vinieran y me llevaran desde el
principio.
Los elfos oscuros están todos distraídos, y él brama de rabia, resoplando, mientras lo
desploman con rocas.
Incluso me ha construido un escondite.
71
Es un agujero profundo en la tierra, formado a través de los procesos naturales del
desplazamiento del suelo, la tierra y las rocas.
El agujero está tan cubierto de plantas y hierbas que los elfos oscuros nunca podrían
captar mi olor.
Tanem vuelve a bramar, y esta vez sé que va dirigido a mí.
Me está gritando que me vaya, que corra, que me esconda.
Y después de un segundo de vacilación, lo hago. Corro por mi vida.
El agujero está cerca de la orilla del río y corro hacia él mientras los elfos siguen
distraídos.
Me invaden oleadas de furia y ansiedad a partes iguales.
¿Por qué están tan decididos a tenerme? Debe de haber mil muchachas humanas más
que se convertirían de buena gana en esclavas de un amo elfo.
¿Por qué no podían dejarnos en paz? ¿Por qué Tanem y yo no podemos estar en paz?
Un sollozo se me agolpa en el pecho mientras salto hacia el escondite.
No es tanto un agujero como una cueva. Me hundo en él cada vez más.
Tanem y yo no hemos tenido un momento de paz en mucho tiempo. Yo, porque me
niego a convertirme en un lado de Taura, para los elfos oscuros.
Y él, por su aspecto.
Fue estúpido por mi parte permitirme creer que encontraríamos la paz, aunque
estuviéramos en el paraíso.
Eso era lo que había sentido. El paraíso. Él y yo, solos todo el tiempo. Sin humanos
entrometidos ni elfos peligrosos.
¿Cómo puedo dejarlo luchar solo? Todavía puedo oír sus rugidos y bramidos y las
burlas de los elfos oscuros.
¿Cómo puedo abandonarlo a su suerte? ¿Cuando ya me ha salvado la vida varias
veces?
72
Mi ansiedad desaparece y mi rabia se apodera de mí.
No dejaré que Tanem luche solo.
Los elfos oscuros lamentarán el día en que entraron en mi paraíso. Salgo del agujero
y corro hacia él. A mi Tanem.
Los elfos lo rodean y sangra por una herida en el costado.
"¿Por qué vosotros, poderosos y valientes elfos oscuros, necesitáis a otros veinte para
luchar contra una bestia?". exclamo.
Tanem levanta la cabeza para mirarme.
Le guiño un ojo, mientras los elfos se giran para mirarme.
"¡No sois elfos! ¡Sois unos cobardes! ¡Peores que rodan! Yo mantendría vivo a un
rodan, ¡sería más útil!".
Entonces cargan hacia mí. Tanem salta pero yo me doy la vuelta y corro. Y mientras
corro, me aseguro de evitar cada trampa que pongo.
Pero ninguno de los elfos sabe que hay trampas puestas al azar en el bosque.
Dos de los elfos oscuros mueren instantáneamente en las trampas, mientras que otros
dos las evitan.
Cuando me giro, veo a Tanem destrozando a un elfo oscuro.
No puedo evitar reírme cuando un elfo que me persigue queda atrapado en un lazo y
se rompe una pierna.
Pero mi risa dura poco, ya que otro viene tras de mí, chillando.
73
Capítulo Diecinueve
TANEM
Ella no me abandonó.
Moira no me dejó, aunque eso signifique su muerte segura.
Nunca querría que ella me dejara. Nunca querría estar sin ella. Pero quería mantenerla
a salvo.
Y tan fuerte como soy, los elfos oscuros nos superan. Son más numerosos que
nosotros dos.
Eso era lo que yo pensaba. Pero me estoy dando cuenta de que Moira podría ser una
cazadora más talentosa de lo que creía.
La herida en mi costado punza y arde de dolor. Los elfos creen que me han debilitado,
y lo cierto es que lo han hecho.
Pero los mataré a todos. Con la ayuda de Moira. Por Moira.
Porque ninguno de ellos la tocará. Nadie la lastimará. Nunca más.
Un elfo la está acorralando ahora, sosteniendo una espada en su garganta. No puedo
detener el gruñido que sale de lo más profundo de mi pecho.
Lleno de rabia y odio ante la violencia gratuita de los elfos oscuros.
Hubo un momento en que estaba convencido de que moriría a manos de los elfos. Y
en ese momento, simplemente me alegré de haberle dicho que se escondiera.
Ahora me alegro de que no me escuchara. Incluso si su vida está en peligro.
Porque ahora he encontrado la fuerza para luchar de nuevo.
Mis garras contra el suelo del bosque son ensordecedoras. El sonido hace que masas
de pavobájaros y karusobájaros salgan volando de los árboles.
El cielo se oscurece sobre nosotros mientras abandonan el bosque en tropel. Sus
chillidos frenéticos crean un estruendo que suena como algo creado por magia oscura.
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Varios elfos oscuros han muerto en las trampas de Moira. Yo he matado a uno.
Dos viven, aunque uno se desangra en una trampa. El otro tiene su espada en la
garganta.
Llego al lado de Moira en segundos y le quito al elfo oscuro de la garganta.
Mato al elfo fácilmente, cerrando mi garra alrededor de su garganta desgarrándola y
retorciéndola.
La sangre brota de entre mis dedos cuando siento que el elfo muere entre mis garras.
Otros dos elfos oscuros debían de estar escondidos entre la maleza, porque aparecen
de la nada.
Los pájaros siguen agudos y chillan por encima de nosotros. Debe haber miles de
pájaros, y aún pueden sentir la lucha debajo de ellos.
Moira chilla cuando uno de los elfos la agarra. Yo rugí y los pájaros respondieron.
Chillan y chillan, y el aire vibra con su ansiedad.
Rach, en ese momento, suena como si se derrumbara sobre sí mismo.
Estoy seguro de que no somos los únicos seres sensibles del bosque. ¿No hay nadie
más?
¿Seres que podrían preguntarse qué demonios está ocurriendo a su alrededor?
Me dirijo hacia Moira y algo se apodera de mí. Algo más allá de lo que puede llamarse
un monstruo.
Algo oscuro y salvaje. Hacía mucho tiempo que no estaba así.
No me he vuelto loco en mucho tiempo.
Pero el elfo está amenazando a Moira. El elfo oscuro me ve venir, la deja caer
pesadamente al suelo. Luego me golpea con una espada afilada.
Mi risa se convierte en un gruñido, mientras levanto al elfo por la cabeza.
Sacudo el cuerpo del elfo hasta que oigo crujir los huesos. Luego lo tomo por los brazos
y tiro de él.
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El elfo se desprende con facilidad.
Detrás de mí se oye un grito furioso y un dolor agudo y punzante me recorre el
costado.
El otro elfo ha soltado al que estaba atrapado en el cepo. Su pierna está claramente
rota, pero no les importa.
En lugar de eso, ambos me apuñalan en la herida abierta.
"¡Tanem!" Moira grita.
Luego una mirada decidida cruza su rostro y grita improperios a los elfos. El de la
pierna rota le gruñe y se lanza tras ella.
Se mueve rápido para alguien que aún se está desangrando.
Yo me encargo del que se quedó atrás.
"Morirás, monstruo. Morirás". El elfo oscuro habla con los dientes apretados.
"¿Y cómo vas a hacer que eso ocurra?". le pregunto, casi con indiferencia.
Le quito la espada de la mano de un golpe y alzo la vista cuando oigo la carcajada de
Moira.
Ha hecho caer al otro elfo en otra trampa y, por lo que puedo ver, el cuerpo del elfo
está en dos pedazos.
Por fin está muerto.
Levanto al elfo en mi mano para que pueda ver lo que le ha pasado a su amiguito.
"¿Ves lo que pasa cuando tocas las cosas que amo, elfo? Ojalá pudiera mantenerte
con vida para enviar un mensaje a tus amos. Quiero que todos los elfos oscuros sepan
exactamente lo que intentan hacer".
El elfo se vuelve hacia mí y sé que va a suplicar por su vida.
"Por favor, bestia. Perdóname. Me aseguraré de que nadie vuelva a cruzarse en tu
camino".
76
"Lo siento, elfo oscuro". Mi voz es casi suave. "Pero amenazaste a mi amor.
Amenazaste a mi Moira. No se te puede permitir vivir".
Me aseguro de que la muerte del elfo oscuro sea dolorosa. Y también sé que no puedo
desperdiciar la magia del elfo.
La hechicería oscura corre por las venas del elfo, y aunque puedo curarme, necesitaré
mi fuerza.
Así que me alejo de Moira, y desgarro al elfo. Luego, consumo todo lo que puedo del
elfo.
Siento que mi curación se acelera en cuanto me trago la sangre y la carne del elfo.
Se me escapa un gemido sordo y Moira aparece detrás de mí. Tiro los restos del cuerpo
a un lado.
"¿Estás bien?" me pregunta.
La miro y la estrecho entre mis brazos.
"Tú estás aquí. Estoy bien".
77
Capítulo Veinte
MOIRA
Todo... todo ha desaparecido. Mi paraíso ha sido total e irrevocablemente destruido.
Nuestra cueva, nuestra forma de vida, ha sido arrancada de raíz. ¿Y por qué? Porque
estamos juntos.
El silencio que nos rodea es ensordecedor y ninguno de los dos puede emitir sonido
alguno. Incluso nuestra respiración permanece en silencio al darnos cuenta de lo que
viene a continuación. Todo lo que teníamos eran unas pequeñas vacaciones del mundo
real, y el mundo real acaba de reclamarnos.
No soporto mirarle, y sé que él resiste el impulso de mirarme. Ahora hay un muro
entre nosotros. El muro que el reino ha intentado reforzar una y otra vez. Tanem y yo
fuimos desde el principio amantes separados.
Las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas, lavando con ellas la suciedad de la
batalla. El dolor se escapa silenciosamente de mí. Rompo el silencio inspirando
profundamente, para luego derrumbarme en dolorosos sollozos.
Tanem, al instante, me cubre con sus brazos, intentando resguardarme de la verdad
que ambos hemos llegado a reconocer. Intentar borrar la alegría y el amor que hemos
sentido estos últimos días no es posible. No puedo despojar mi corazón de estos
recuerdos.
Tanem, aunque me consuela lo mejor que puede, sigue en alerta máxima. Escucha el
bosque que nos rodea y vigila mi cuerpo encorvado.
"Mi amor, tenemos que irnos. Va a haber más". Resoplo y me limpio la cara con el
dorso de la mano.
"Lo sé. Pero, ¿adónde? ¿Dónde podemos liberarnos de esta huida interminable?".
Finalmente levanto la vista hacia él, buscando sus ojos.
Me duele el corazón: Sé lo que significa su mirada y no puedo aceptarlo. Mi cuerpo
reacciona físicamente antes de que pueda pronunciar las palabras. Empiezo a alejarme
de él, con el corazón acelerado y los ojos redondos.
78
"No puedes querer decir lo que creo que estás diciendo".
"Moira... sabes que es como debe ser".
"¡¡NO!! ¡¡No es la manera!! ¡Deberíamos poder amar a quien amamos! Este no es el
final... no puede serlo."
"Moira... yo sólo... quiero que estés a salvo... incluso si eso significa que debes estar
sin mí".
La postura derrotada y el vacío de sus ojos me parten el corazón en dos. Quiero
consolarlo, pero su propuesta me enfurece. ¿Cómo puede sugerir que nos separemos?
¿Cómo hemos podido?
"No puedo creer que abandones nuestro amor tan facilmente".
"¡No es eso lo que quiero! Quiero estar contigo, abrazarte y amarte todos los días del
resto de nuestras vidas. Pero más quiero protegerte. Necesitas estar a salvo. Necesito
que estés a salvo".
"¿Y qué hay de lo que yo necesito?"
Ya no puedo estar cerca de él. Giro sobre mis talones y camino tan rápido como puedo,
tan lejos como puedo. Mi corazón se rompe en mil pedazos y Tanem acaba de aplastarlos
bajo sus pies.
Sé que dice la verdad y sé que quizá sea lo correcto. Pero no quiero saber esas cosas.
No puedo aceptarlas como verdad.
¿Cómo puedo vivir y respirar sin él? ¿Cómo puede seguir existiendo el reino sin la
unión de nuestras vidas? No puedo considerar posible estar en esta vida sin él. Y sin
embargo, ¿qué importa lo que yo quiera? Este es el camino.
Caigo de rodillas una vez más, acunando la cabeza entre los brazos, encorvada como
si rezara. Hay una plegaria en mi corazón. Oh Trece, bendice esta unión, por extraña que
parezca. Muestra algo de piedad por los oprimidos. Las lágrimas no paraban.
Algún tiempo después, todavía estoy lamentando la pérdida de lo único bueno en mi
vida cuando aparece él. Tanem se sienta a mi lado y me atrae hacia su regazo. Me
envuelve con su cuerpo y acurruca su barbilla en mi pelo.
79
Me siento como una niña pequeña, acurrucada en el regazo de sus padres. Me
incorporo, pidiendo con el cuerpo que Tanem afloje su agarre. Le rodeo el cuello con los
brazos y lloro en su hombro. Nos tumba en la maleza, que forma un mullido colchón para
nuestros cuerpos.
Me abraza, como si pudiera cobijarme. Él era mi refugio. Ahora no es más que otra
razón para odiar al reino y mi existencia. Sin embargo, mi cuerpo me traiciona y absorbe
su afecto con avidez. Físicamente, disfruto de sus brazos a mi alrededor.
Emocionalmente, estoy destruida.
Las lágrimas continúan mientras Tanem se inclina para besarme, y mi cuerpo se
comporta por voluntad propia. Contra mi voluntad, mi corazón se agita y mi alma se
cierra de placer. Mientras el dolor sigue irradiando por mi cuerpo, las manos de Tanem
explorando mi cuerpo me llevan a un lugar mejor, un lugar más feliz.
El reino se desvanece una vez más. El beso se hace más profundo y abro las piernas
para la unión que ambos deseamos desesperadamente. Una vez más, el entrelazamiento
físico de nuestros cuerpos nos proporciona un santuario temporal frente a la verdad que
debemos afrontar.
Su amor físico trata de recomponer mi corazón, de aliviar mi mente de la carga del
conocimiento. Mi amor físico intenta llamar a su corazón para que se apiade de mi frágil
conducta. Mi corazón físico no puede aceptar la solución que mi cerebro físico está
revelando.
Las lágrimas continúan mientras me rindo al placer del consuelo de Tanem. Puedo
sentir la tensión en él también. Nos calmamos mutuamente.
Durante un rato, el contacto de nuestros cuerpos nos libera de nuestro sufrimiento,
pospone las decisiones y la realidad para más tarde. Sus suaves caricias, mis brazos
alrededor de su cuello, parece como si voláramos. Nos elevamos por encima de los reinos
hacia un verdadero paraíso, donde podemos estar juntos.
"Queridísima Moira, te amo."
"Y mi Tanem, te amo."
80
Capítulo Veintiuno
TANEM
Tengo que irme. Aunque sea lo último que quiera hacer. Tengo que dejarla, Moira, y
permitirle vivir su vida.
Nuestro enfrentamiento con los elfos oscuros demuestra que tengo razón. Sé lo que
argumentará cuando le diga esto. Dirá: "¡Pero Tanem, ganamos!"
Pero aunque hayamos ganado, no está bien que ella haya tenido que luchar por su
vida.
Ella no puede vivir una vida normal conmigo. No con un monstruo. No conmigo.
No merece vivir en mi mundo. Se merece el mundo tranquilo y suave de los humanos.
No el mundo oscuro, pesado y afilado de un monstruo. No debería tener que cazar
para comer o lavar su ropa en un río fangoso.
No puedo hacerle eso.
Y nuestra discusión es la prueba de que tengo razón. Puede que me quiera, pero
empezará a resentirse conmigo.
No quiero que las cosas terminen así.
Moira y yo hemos hecho una colchoneta y ahora estamos tumbados fuera. La luna
está sobre nosotros y brilla maravillosamente.
Ya le he enseñado los antiguos cuentos que me transmitieron seres que ya no
recuerdo.
Cuentos sobre las estrellas y sus constelaciones.
Ahora conoce las historias de su pueblo sobre las constelaciones, y las mías.
Moira ha empezado a contar nuevas historias, una mezcla de las mías y las suyas.
Se da la vuelta, se estira y se acomoda contra mí, con la cabeza apoyada en mi hombro.
La rodeo con los brazos para asegurarme de que está cómoda.
81
"No puedo quedarme contigo, Moira". Mi voz es grave y oscura. Se pone rígida y
aparta la mirada de mí.
"Tenemos que hablar de esto. No podemos evitarlo para siempre".
Sigue callada.
"No puedo darte la vida que te mereces. Tu vida conmigo no será fácil, ni siquiera
agradable la mayoría de las veces. Hay muchas posibilidades de que acabes muerta o
perseguida el resto de tus días".
Cuando me mira, sus grandes ojos verdes están muy abiertos y brillan. Está a punto
de llorar, me inclino hacia delante y le doy un beso en la frente.
Le tiemblan los hombros y agacha la cabeza. Siento las lágrimas cuando empiezan a
caer.
Agradezco que se sienta tan segura como para llorar a mi lado.
"Por favor, confía en que esto es lo mejor para los dos". le suplico.
Ella asiente, moqueando ligeramente.
"¿Puedes prometerme una sola cosa?". Me mira y finalmente habla.
"Cualquier cosa." Le digo inmediatamente.
"Quédate conmigo un día más". Me suplica, agarrándose a mi brazo. "Déjanos pasar
un día más juntos, como si nada hubiera pasado. Como si no te fueras a ir. Para que tenga
un recuerdo perfecto de ti el resto de mi vida".
Asiento con la cabeza, besándola. Tampoco creo que pueda dejarla muy bruscamente.
Necesito despedirme como es debido.
Cuando me despierto, estoy solo. Esta noche hemos dormido en una cueva más nueva
y pequeña.
82
Pero aunque estoy solo, puedo oler el aroma salado y hermoso de la caesina
cocinándose.
¿Cómo voy a volver a comer carne cruda? me pregunto mientras me estiro y me
levanto.
Moira ha preparado una comida a la que llama desayuno. Me enseñó que la mayoría
de los humanos y los elfos oscuros comen esto todos los días por la mañana.
"Buenos días". Ella me mira, sus ojos brillantes, su expresión fija.
Nos sentamos y comemos una deliciosa comida de caesin, burgona, y salsa frisse.
"Vamos a dar un paseo junto al río".
Empezamos a caminar por las orillas del río, pero unos diez minutos después estamos
los dos en medio del río.
Moira empieza a salpicarme con agua, y pronto estamos teniendo una pelea de agua.
Al final, la agarro por la cintura y la estrecho entre mis brazos.
Nuestros labios se encuentran en un beso, y rápidamente se vuelve desesperado,
frenético. Sólo nos detenemos cuando los pájaros Pavobirds sobrevuelan la zona
cantando sus hermosas canciones.
"¡Oh!" Moira mira por encima de mi hombro, señalando.
Me giro y veo un árbol lleno de fruta.
"Hace años que no como fruta". Exhala las palabras.
Decido casi al instante conseguirle algo de fruta. Me cuesta un poco de trabajo, pero
pronto la tengo sobre mis hombros, recogiendo fruta fresca y madura.
Me tira la fruta y yo la cojo. Después, se baja con agilidad de mis hombros.
Salta al agua y nos salpica a los dos. A estas alturas, las líneas y curvas de su cuerpo
son visibles a través de su vestido completamente mojado.
Puedo ver el contorno de sus pechos a través de la tela.
83
Recogemos la fruta cuando el cielo empieza a oscurecerse y volvemos a la cueva. Allí,
Moira enciende un fuego y saca un poco de la carne de capra salvaje en conserva que
pesqué días atrás.
Comemos la fruta junto con la carne de capra cocinada, y cuando terminamos nuestra
comida -que Moira llama cena- ambos estamos satisfechos y llenos.
Cuando volvemos a besarnos, nuestros movimientos son menos frenéticos, menos
desesperados.
En todos mis años de vida, nunca he tenido que pensar mucho en mis sentimientos.
Nunca he estado en una situación en la que haya tenido que pensar en mis sentimientos.
Siempre he estado solo.
Pero ahora, con Moira, todo lo que hago es pensar en mis sentimientos.
Y ahora, lo que siento, mientras la beso, es tristeza.
Ella me explicó, varios días antes, lo que es la tristeza.
Y ahora, me doy cuenta de que estoy de duelo.
84
Capítulo Veintidós
MOIRA
El me está dejando.
Ahora lo he aceptado, pero pensar en ello todavía me hace sentir cruda por dentro.
No quiero pensar en ello y no quiero tener que aceptarlo.
Pero, ¿qué otra cosa puedo hacer?
Estamos tumbados en nuestra nueva cueva, besándonos suavemente, pero él se
aparta cuando siente mis lágrimas.
"No llores, dulce nena. Queremos crear buenos recuerdos, ¿recuerdas?" Apenas
puedo verle en la oscuridad de la cueva.
Pero puedo sentirle y ya he memorizado sus rasgos.
Nunca lo olvidaré. Conozco cada línea de su cara, cada curva de su cuerpo. Sé cuáles
de sus músculos se flexionan más cuando se mueve.
Sé cómo suena cuando ríe, cómo suena cuando hacemos el amor.
Sus garras han bajado y mis piernas se abren con naturalidad. Arqueo la espalda
cuando desliza suavemente su garra entre mis piernas.
Estoy excitada, con la raja húmeda y resbaladiza, y jadeo cuando toca mi punto más
sensible.
Mi clítoris está duro, palpitante y húmedo, y mi cuerpo está caliente, mi piel enrojecida
por el calor.
Estoy lista para recibirlo dentro de mí, para recibir su semilla dentro de mí.
Pero él sigue besándome primero, luego se aparta y me planta suaves besos en la
mandíbula, luego en la garganta.
Me pellizca la garganta con sus colmillos y me estremezco de doloroso placer.
85
Tanem ha empezado a morderme suavemente mientras hacemos el amor, y no me
duele. De hecho, solo hace que mi clímax sea más explosivo.
Él también está empalmado y muevo el cuerpo para rodear su grueso miembro con la
mano.
Su polla es más grande que la de cualquier hombre. Es gruesa y ni siquiera puedo
rodearla con las dos manos.
La cabeza es redondeada, bulbosa, venosa y tan oscura como el resto de su cuerpo.
Encima le crece una mata de pelo suave y sedoso, y debajo hay un pesado saco de
pelotas.
Sé cómo es, pero puedo seguir memorizándolo para siempre. Así de hermoso es.
Gruñe y gime cuando empiezo a acariciarlo, pero no puedo seguir haciéndolo mucho
tiempo porque mi espalda se arquea al alcanzar mi primer clímax.
El calor se extiende por mi cuerpo, se acumula en mi interior y palpita hacia el exterior.
Mi cuerpo tiembla, los músculos de mis piernas se flexionan y se relajan.
Vuelve a besarme, esta vez con más urgencia. Ahora lo acaricio con más desesperación
y él gruñe contra mis labios.
Tanem me pone boca arriba y me abre más las piernas.
Sigue acariciándome el clítoris mientras se coloca en mi entrada. Estoy tan excitada
que hasta mis muslos están mojados.
Ambos jadeamos cuando empuja lentamente dentro de mí. Gruñe, gime, un ruido
sordo que sigue presente incluso cuando está en silencio.
No puedo evitar gemir y arquear la espalda.
Ya me he acostumbrado a su grosor, pero aún me cuesta adaptarme. Lo deseo, a todo
él, y me elevo.
Pongo los brazos sobre sus hombros y tiro de él hacia mí. Sólo me siento satisfecha
cuando su pesado y largo cuerpo se aprieta contra el mío.
86
Me hace el amor lenta y dulcemente, entrando y saliendo de mí.
Entonces le rodeo la cintura con las piernas y le clavo las uñas en la espalda. Tanem
gruñe de nuevo, resopla y echa la cabeza hacia atrás.
"Por favor", la palabra se me escapa involuntariamente. "Por favor, no pares".
Asiente y sigue empujando dentro de mí. Luego se retira lentamente, hasta que sólo
queda la punta de su polla dentro de mí.
Entonces vuelve a empujar lentamente.
Lo hace una y otra vez hasta que me retuerzo de éxtasis y mi clímax vuelve a
apoderarse de mí.
Puedo sentirlo -y sentirlo a él- por todas partes. Es entonces cuando sé que Tanem ha
dejado una huella permanente en mí, en mi alma.
Me ha consumido y nadie podrá sustituirle jamás.
Le miro y sus ojos rojos brillan. Noto cómo se flexionan sus nalgas, cómo se tensan sus
muslos, y sé que está a punto de llegar a su punto álgido.
Lo atraigo aún más hacia mí, y lo único que oímos son los húmedos sonidos de nuestro
sexo en la noche.
Me penetra más deprisa y yo asiento sin aliento, incapaz de hablar.
Necesito que se corra dentro de mí. Llevo la mano a mi clítoris y mi clímax estalla en
todo mi cuerpo con un breve roce de mi dedo contra mi nódulo.
Mi resbaladiza raja se convulsiona y se aferra a su polla.
Gruñe con fuerza y golpea el suelo con el puño a mi lado. Siente cómo le ordeño la
polla, y su clímax sigue rápidamente al mío.
Pronto quedamos tendidos en un amasijo de sudor y jugos, sobre la alfombra que
hicimos juntos.
87
"Tenemos que despedirnos ahora". Tanem dice después.
Las lágrimas llenan mis ojos automáticamente. Pero me niego a llorar. Lo único que
quiero, en estos últimos momentos, es ser feliz.
"Te quiero". Le digo. No quiero decir realmente la palabra "adiós".
"Yo también te quiero". Dice, con voz solemne.
"Ahora duérmete, cariño", se da cuenta de mi cansancio. "Mañana estarás a salvo".
Me duermo tan fácilmente que es como si me hubiera hecho magia.
Me despierto bajo un sol radiante. Hace frío, pero me abriga una manta gruesa y
áspera.
Y estoy sola.
También llevo puesto mi vestido, aunque no recuerdo haberme vestido. Y, desde
luego, no me he vestido sola.
Cuando me levanto, estoy frente a una puerta ancha, aunque medio oculta por los
arbustos.
Allí hay un hombre.
"Te hemos encontrado esta mañana", dice casi alegremente. "Decidimos dejarte
dormir. Pero te hemos vigilado".
"¿Dónde estoy?" El desconcierto en mi voz es obvio.
88
"Estamos en una aldea humana, escondida de los elfos oscuros".
Tanem debe haber encontrado este lugar. Lo encontró para mí.
Realmente lo dijo en serio cuando dijo que estaría a salvo.
89
Capítulo Veintitrés
TANEM
La vida es gris ahora.
Han pasado exactamente tres días desde que dejé a Moira fuera del campamento
humano. Sabía que allí estaría a salvo.
Está bien escondida, y creo que sé la razón.
Se están escondiendo de los elfos oscuros.
Una sensación de paz me invadió cuando me di cuenta de eso. Y me hizo volver a Eelry
mucho más fácil.
Y eso es lo que hice. Volví a Eelry inmediatamente después de dejarla allí. Y aunque
me rompió el corazón, sé que lo mejor para mí es estar de vuelta en la ciudad.
La ciudad ya no me resulta familiar. En cambio, la siento como un amigo que lleva años
viviendo en un continente extranjero.
Sigo conociendo las calles, las esquinas, los bulevares. Pero el aire huele y se siente
diferente.
Incluso cazar una presa es diferente.
Me había acostumbrado tanto a las comidas cocinadas de Moira que comer carne
cruda ya no me parece un lujo.
Ya no quiero luchar por mis comidas. Ya no quiero masticar los huesos de las costillas
y escupir el tejido muscular.
Está oscuro, cerca de medianoche, cuando salgo a acechar las calles. No he comido en
todo el día. No tenía apetito, pero ahora el hambre me ha vencido.
No puedo dejar que me abrume. No puedo hundirme ante ella. Necesito cazar.
Necesito comer.
Porque sé que eso es lo que Moira querría para mí.
90
Ella me amaba. Sé que lo hacía. Y aunque sólo recientemente he aprendido el
significado de la palabra, ahora sé lo que significa.
Eelry está en silencio. Parece que los humanos y los elfos oscuros se han enterado de
que un monstruo vaga por las calles.
Sé que el elfo oscuro que compró a Moira sigue furioso por haberla perdido. También
sé que esto significa que tengo que tener más cuidado.
Será mejor que siga mirando por encima del hombro. No sabes quién ha sido enviado
a Eelry para seguirte la pista.
Hablo con cuidado mientras doblo otra esquina. Permanezco entre las sombras
mientras me acerco al elfo oscuro.
Camina solo y con confianza. Es alto, como todos los elfos oscuros, y musculoso.
Su cuerpo también es grueso y compacto.
Será una buena comida.
La caza es fácil y rápida. Termina en segundos.
Simplemente suelto uno de mis tentáculos. Se envuelve alrededor del cuello del elfo
oscuro y se retuerce.
Muere rápidamente y sin dolor.
Antes de conocer a Moira, me habría deleitado con la muerte. Me habría tomado mi
tiempo.
Pero ahora, ya no tengo estómago para ello.
Como deprisa, me ciño a la carne del elfo y evito la sangre que normalmente
consumiría.
Termino antes de saciar del todo mi hambre. Pero la bilis ha subido a mi garganta. No
puedo seguir comiendo carne cruda.
La primera noche después de empezar mi vida sin Moira, contemplé la posibilidad de
cocinar yo mismo mis comidas.
91
Pensé que ya la había visto encender el fuego y cocinar carne suficientes veces.
Pero cuando lo intenté, me di cuenta de lo torpe que era. Mi estatura y mi corpulencia
me impedían manejar la delicada leña.
Ni siquiera sé separar bien la carne del hueso.
Después de deshacerme limpiamente del cuerpo del elfo oscuro -otro hábito que me
enseñó Moira-, regreso a mi nuevo escondite.
Cuando regresé a Eelry, descubrí que mi antigua cueva había sido destruida por
completo.
Parece que tras liberar a Moira de la casa de subastas, los elfos oscuros rastrearon lo
que pudieron de mí.
Ahora, vivo en una cueva al otro lado de la ciudad.
No es difícil, ya que conozco cada parte de la ciudad. Pero la falta de familiaridad es
incómoda, desconcertante.
Pero no sé si es porque estoy en un entorno nuevo. O si es porque estoy viviendo sin
Moira.
¿Cómo voy a vivir sin ella? Mi silenciosa voz es desesperada.
Me he dado cuenta enseguida de que no puedo funcionar sin ella. No puedo
concentrarme en ninguna tarea sin Moira.
En cambio, lo único que hago es permanecer en mi cueva hasta que vuelvo a tener
hambre.
Me había prometido a mí mismo, después de dejarla en el asentamiento humano, que
viajaría. Cruzaría continentes y vería nuevos lugares.
Pero incluso pensar en esa tarea me parece imposible.
La echo tanto de menos que es como si me hubieran cortado un miembro. Y conozco
muy bien la sensación de que te corten un miembro.
Menos mal que soy capaz de curarme y regenerarme.
92
Casi me avergüenza admitirlo, pero la primera noche que pasé solo me desperté
sudando frío.
Tuve una pesadilla en la que se la llevaban, la arrastraban lejos de mí unos elfos
oscuros.
Me desperté con el corazón latiéndome en el pecho, jadeando.
Entonces me invadió una sensación de cálida serenidad. Porque sabía que cuando me
diera la vuelta, Moira estaría tumbada a mi lado.
Estaría plácidamente dormida. Con el pelo alborotado y los labios ligeramente
entreabiertos.
Pero entonces mi cuerpo se enfrió al darme cuenta de que mi pesadilla era real. Estaba
solo, sin Moira.
Ahora sé que me es imposible vivir sin ella. Y la perspectiva de vivir solo durante varios
siglos más es más dolorosa que cualquier otra cosa que haya tenido que soportar.
93
Capítulo Veinticuatro
MOIRA
"¿Necesitas ayuda con eso, Moira querida?".
Katrina me miró amablemente, con sus pálidos ojos azules centelleando. Es la
matriarca de la aldea donde he estado viviendo.
La aldea donde Tanem me dejó.
Le echo mucho de menos, tanto como si alguien me hubiera robado el aliento de los
pulmones.
Y sin embargo, estoy, por primera vez, a salvo. En esta aldea, escondida de los elfos
oscuros, me cuidan.
Se valora mi contribución, se me presta toda la ayuda que necesito en un momento
dado. Nadie me ha maltratado.
De hecho, sólo me han tratado con respeto desde que estoy aquí.
No sé cómo Tanem encontró este lugar. Pero el mero hecho de estar aquí me hace
sentir el calor de su amor.
Después de que me dejara, después de que los aldeanos me acogieran en sus vidas,
había una parte de mí que dudaba de su amor por mí.
¿Podría un monstruo realmente amar? ¿O había estado imitando mis sentimientos
hacia él?
Los pensamientos se habían retorcido en mi interior, anudándose con la
incertidumbre y la pena.
Se había vuelto casi insoportable vivir con esos pensamientos sobre Tanem.
Hasta que Katrina me explicó lo difícil que era encontrar el pueblo.
"Verás, siempre nos hemos asegurado de que sea difícil encontrarnos. Los elfos
oscuros no nos ven como seres sensibles. Nos ven como ganado, como Taura. No estoy
segura de cómo llegasteis aquí, pero fuera como fuese, os avisaron bien de nosotros".
94
Katrina volvió a tejer. Usaba agujas de tejer de madera y estaba utilizando lana de
cardo para hacer una manta de bebé para una de las aldeanas que estaba a punto de dar
a luz.
"¿Por qué dices eso?" le pregunto. Estoy ayudando a Katrina a preparar la comida de
la noche.
Todos los habitantes de la aldea comían juntos todas las noches.
Ahora estoy sentada al otro lado de la mesa, pelando tubérculos de burgona para la
cena.
"Porque nadie nos conoce. Somos un pueblo de refugiados. Al principio, sólo
queríamos la paz de los elfos oscuros. Pero cada vez vino más gente, buscando seguridad
de sus amos elfos".
Tanem lo sabía, me di cuenta.
Se había asegurado de que yo estuviera a salvo.
Podía ser un monstruo, pero si eso no era amor, no sabía qué lo era.
Me había estado esforzando hasta la muerte desde que llegué a la aldea. Quería
causar una buena impresión, pero también estaba trabajando duro para poder olvidarme
de Tanem.
Después de pelar los tubérculos de burgona, salí a ayudar a los hombres a despellejar
los cardos que habían sacrificado para la cena.
Luego ayudé a asar la carne, cené y fregué los platos.
Ahora, al retirarme a mi pequeño bungalow, me deleito con el lujo de la intimidad y el
espacio. Desde que estoy en el pueblo, me han regalado tres vestidos nuevos y dos pares
de buenas botas.
Nunca había ido tan bien vestida. Ni siquiera cuando vivía con mi anterior amo elfo
oscuro.
Me lavo en una palangana y me preparo para dormir. Y mientras lo hago, mis
pensamientos vuelven a la primera vez que vi a Tanem.
95
Lo primero que hizo por mí fue rescatarme.
Todo lo que ha hecho ha sido salvarte la vida. Es como si estuviera hecho para eso.
Para cuidar de mí.
La voz en mi cabeza, mi voz, no quiere que olvide a Tanem, aunque es lo que más
deseo.
Pero necesito hacerlo. Porque si no lo hago, no podré dormir por las noches.
Mi estómago ruge cuando me meto en la cama. He comido algo en la cena, pero mi
apetito es escaso desde que llegué a la aldea.
En este momento sólo como para subsistir, aunque mi cuerpo me pide más comida.
Pero cuando intento comer, la comida me sabe a polvo en la boca. Incluso la comida
más condimentada me sabe insípida.
Me pongo de lado, incapaz de contener las lágrimas que empiezan a brotar de mis
ojos.
También he empezado a llorar en sueños, un nuevo hábito del que no sabía que era
capaz.
Cuando más le echo de menos es en los momentos de tranquilidad. En los momentos
en los que no hay nada que capte mi atención o me mantenga ocupada.
La vida antes de conocer a Tanem era horrible en el mejor de los casos, y tortuosa en
el peor. Y aunque al principio le tenía miedo, cuando me di cuenta de que no pretendía
hacerme daño, se convirtió en la luz de mi vida.
Era el ser más cariñoso que he tenido el placer de conocer. Iluminó mi vida
inconmensurablemente y me trajo alegría de las formas más pequeñas posibles.
Respiro hondo, temblorosa, y varias lágrimas saladas ruedan por mi boca.
Toso y mi estómago vuelve a rugir.
Suelto una carcajada amarga, sin alegría, cuando me doy cuenta de que el rugido no
suena muy distinto de cómo sonaba Tanem cuando gruñía.
96
¿Todo me va a recordar a él el resto de mi vida?
¿Cómo voy a superarlo?
Recuerdo que varios hombres del pueblo me miraron cuando llegué y me presentaron
a todos. Fueron bastante respetuosos, pero sé que muchos se emocionaron al ver a una
nueva mujer en el pueblo.
Apenas puedo volver a mirar a esos hombres. No puedo volver a considerar a un
hombre humano. Todo lo que quiero es Tanem.
Todo lo que quiero es a mi monstruo.
Y estoy empezando a darme cuenta de que nunca lo superaré. Y no quiero seguir
adelante de él tampoco.
97
Capítulo Veinticinco
TANEM
¿Cuánto hace que no la veo? ¿Cuatro días, cinco? ¿Quince días? Demasiado tiempo es
la única respuesta correcta.
Una y otra vez, he intentado convencerme de que seguir adelante es la solución a mi
corazón roto... pero no puedo. De todas las pruebas y tribulaciones por las que he pasado
en toda mi vida, esta prueba de amor es una que no puedo superar por mí mismo.
Te necesito Moira. Incluso la mera mención de tu nombre cruzando mi mente me
deleita, antes de desencadenar mis lágrimas. Es tan difícil dejar de llorar cuando lo hago.
Tú me enseñaste todo sobre el amor, ¿es este dolor parte de él? ¿Por qué las lecciones
de amor tienen que ser tan crueles?
Tu cara, tu cuerpo, tu voz, y ¿cómo podría olvidar tu olor? Fue la primera parte de ti
que me llamó la atención. Ahora pienso en los momentos que compartimos, a través de
todo el miedo y la ansiedad de los demás, fue nuestro amor lo que hizo que todo valiera
la pena.
Las veces que cocinaste para mí pasan por mi mente cuando me meto en las entrañas
de una capra. Los sonidos de tu respiración resuenan en mi mente cuando duermo por
la noche. Lo que recuerdo de tu cuerpo desnudo y perfecto existe ahora sólo como
recuerdos en mi cabeza.
¿Debo aceptar esto como la realidad de mi existencia?...
No, ya no puedo hacerlo. Lo he intentado y lo he dado todo, pero ya no puedo seguir
por este interminable camino de aislamiento y silencio. Te necesito en mis brazos de
nuevo, pero antes de nada, hay cabos sueltos míos que necesitan atarse.
Moira, voy por ti.
98
Acecho en el linde del bosque, repasando mi plan. Estoy convencido de que fingir mi
muerte funcionará, sólo necesito que mi actuación sea lo más creíble posible, sobre todo
teniendo en cuenta que esos elfos oscuros son mucho más inteligentes que los humanos.
Mientras reviso todos los detalles, estrecho mi visión hacia una taberna de elfos
oscuros. Seguro que hay muchos cazadores allí, puedo oler su repugnante hedor desde
las líneas del bosque. Como si fuera una señal, veo a un grupo de ellos entrar en el bar,
ya intoxicados y dando tumbos.
Es hora de moverse. Salgo de mi escondite, corriendo rápidamente de un escondite a
otro, hasta que estoy justo enfrente de la taberna. Observo los caminos a izquierda y
derecha y veo que no hay moros en la costa. Es ahora o nunca.
Cierro los ojos, pensando deliberadamente en el daño que infligieron a Moira. La idea
de no poder ayudarla, de oír sus gritos y súplicas de auxilio, me enfurece como ninguna
otra cosa. Cargo en dirección a la taberna, derribando la puerta de una patada.
Rugir todo lo fuerte que mi cuerpo me permite. A todos los que están dentro les pilla
desprevenidos. Todos los civiles elfos desarmados se revuelven, pero los dejo huir. No
son los que busco. Mis objetivos están reunidos en la esquina a mi derecha.
Se levantan de sus sillas, volcándolas. Hay bebidas derramadas sobre sus ropas, pero
imagino que eso es lo que menos les preocupa ahora que estoy aquí. Uno de ellos está
encorvado sobre la barra del bar, borracho y aún intentando asimilar mi llegada.
Ya estás aquí.
Sin dar tiempo a los demás a reaccionar en consecuencia, mis tentáculos envuelven al
cazador de la barra y lo lanzo con toda su fuerza contra el grupo. Golpea a tres de su
equipo. Sólo dos se levantan. Los demás se abalanzan sobre sus armas, todas ellas
tumbadas bajo ellos.
A medida que me acerco, les arrojo sillas, aturdiéndoles y desconcentrándoles. Mis
garras acaban con la vida de uno, pero los demás son rápidos, pues dos de ellos se
abalanzan sobre mí con lanzas y hachas. Me cortan, pero es sólo un rasguño. Con uno de
99
ellos aún clavado en mis garras, lo llevo conmigo hasta el otro extremo del bar y me
escondo detrás de una mesa.
Sólo tengo unos segundos antes de que se reagrupen y ataquen. Retiro el cadáver de
mis garras y unto sus heridas con su sangre. Casi he vaciado el cuerpo de sangre por
completo cuando oigo que se acercan.
Me repliego hacia la puerta trasera, pero lo hago lentamente. Uno se me acerca ahora
con un cuchillo, pero no contraataco. Me parece más creíble recibir unos cuantos golpes
más, nada que no pueda aguantar. Finjo que la puerta está atrancada mientras vienen
más y me golpean por la espalda. Duele, pero pensar en Moira me hace seguir adelante.
Abro la puerta, me doy la vuelta y les doy una patada a todos.
Cojeo y me agarro dramáticamente las heridas, respirando lo más fuerte que puedo.
Salgo corriendo de vuelta al bosque, hacia los acantilados cercanos.
"¡Coged a ese cabrón, lo quiero despellejado!".
Me duelen las heridas, pero la adrenalina me impide sentir todos los efectos. Salen de
la taberna en persecución acalorada.
La rabia me impulsa a resistir sus esfuerzos por matarme hasta que llegamos a los
acantilados. Allí, tengo unos segundos antes de que lleguen. Me extiendo más sangre de
elfo por todo el cuerpo y me arrodillo al borde del acantilado.
Emergen de entre los árboles. El que supongo que es su líder sonríe al verme de
rodillas. Prepara un arco y una flecha mientras yo alzo las garras en una fingida súplica
de clemencia. La flecha surca el aire y se clava en mis brazos mientras caigo y cierro los
ojos.
El dolor se apodera de mí mientras avanzo hacia la aldea. La sangre se lava en la

corriente del agua, aunque todavía sangro ligeramente. Llego a la cima de una colina que
domina todo el pueblo.
100
Moira, todo mi sufrimiento ha valido la pena. He vuelto para reclamarte como mía,
esta vez permanentemente. ¿Dónde estás?
La veo. Está trabajando con algunos taura, pero... parece tan frágil. ¿Es infeliz aquí?
¿Siente mi ausencia como yo siento la suya?
101
Capítulo Veintiséis
TANEM
Está tan cerca que puedo oler su dulce aroma. Casi puedo saborearla también
mientras mi mente empieza a reproducir escenas de lo que hacemos con el cuerpo del
otro, pero me retraigo. Debo concentrarme, estoy muy cerca y no puedo perder ni un
minuto más aquí.
No sería prudente entrar en el pueblo y acercarme a ella de inmediato, sobre todo a
la luz del día. Tiene que haber algo que pueda hacer. No quiero esperar hasta la noche
para colarme en su casa, de lo contrario sería como antes. Estoy seguro de que ella
tampoco quiere volver a una vida de clandestinidad.
Mi vida sigue cambiando drásticamente, ¿qué es un cambio más de circunstancias
además? Creo que tengo una idea, pero no sólo es increíblemente atrevida, sino que
también puede resultar peligrosa para Moira. Me trago la duda dentro de mí y sigo
adelante. Tengo que aprovechar esta oportunidad, de lo contrario podría perderla para
siempre, envejeciendo mientras yo sólo la observo desde lejos.
Despacio y con calma, avanzo hasta la entrada del pueblo. El guardia, felizmente
ignorante de mi existencia, se alimenta de un ala de gallo mientras disfruta de su
pequeño mundo. Lo pongo patas arriba cuando se da la vuelta y me ve esperándole.
"¿Qué...? ¡Quieto ahí!", grita, tendiéndome una daga.
"Por favor, vengo en son de paz".
"No te muevas, quédate donde estás".
Sin perderme de vista, coge la campana y la toca para poner al pueblo en alerta. A lo
lejos, veo que la gente empieza a congregarse mientras unos cuantos guardias más se
unen al que está apostado en la puerta.
Levanto las garras y oculto mis tentáculos mientras se acercan a mí con los cuchillos
desenvainados. Tengo que demostrarles que no pretendo hacerles daño, que lo que digo
va en serio. Me aseguro desesperadamente de que su reacción es normal y de que mi
idea va según lo previsto.
102
Me rodean para inspeccionarme mientras la multitud de aldeanos se acerca. Creo que
se han dado cuenta de que hay un monstruo retenido a punta de navaja en su puerta y
empiezan a acercarse a toda prisa. No percibo el olor de Moira acercándose, debe de
haberse quedado en el centro del pueblo.
Tal vez sea lo mejor, no quiero volver a presentarme ante ella así. Los aldeanos se
detienen a una distancia considerable.
"¡Abran paso, abran paso!", grita una voz entre la multitud.
Se apartan mientras un anciano emerge del grupo. En sus ojos espero ver repugnancia,
pero en su lugar me encuentro con una amable curiosidad.
"Dice que viene en son de paz", dice uno de los guardias.
"¿Cómo se llama?"
Debe de ser el líder de la aldea, en cierto modo me alegro de verle.
"Me llamo Tanem".
"Y dime Tanem, ¿por qué has venido a esta aldea?"
Sólo tengo la verdad para ofrecer.
"Para ver a Moira".
El líder ahora está de pie frente a mí. Aparte de Moira, nunca he encontrado a nadie
tan valiente como este hombre, que me enfrente así. Me hace sentir... humano.
"Tú la trajiste, ¿verdad?"
Doy dos vueltas de sorpresa, recordando que había tomado precauciones para que no
me vieran. Los guardias preparan sus armas, pero el líder les ordena que se relajen.
"No os alarméis, he visto cómo la traías aquí. Debe importarte mucho traerla con
nosotros".
"Yo... la echo de menos, ella y yo estamos muy unidos".
"Debes entender que no todos aquí aprobarán que la veas".
103
Asiento con la cabeza, sabiendo que tiene razón. Pero la vergüenza ajena no me va a
impedir ser feliz.
"Sí, es un riesgo que estoy dispuesto a correr. ¿Puedo entrar en el pueblo?"
"Por supuesto", dice con una sonrisa.
Empiezo a caminar hacia la aldea. La incredulidad me invade y me pregunto si esto no
es más que un sueño. Los aldeanos retroceden, pero algunos niños se acercan para
tocarme. Su curiosidad y valentía me asombran, así que les concedo la oportunidad.
La gente sale de sus casas asombrada, señalando y susurrando entre sí. Me sorprende
no oír gritos.
Veo a Moira sacando agua de un pozo. Se da la vuelta y se fija en mí, dejando caer el
cubo lleno de agua a sus pies.
"¿Tanem?"
"Moira, he vuelto a por ti".
"Yo... ¿Por qué has vuelto? Creía que no querías..."
Le lanzo el lado romo de mi garra a los labios para hacerla callar.
"No he dejado de pensar en ti. La verdad es que he pensado mucho en lo que te dije
el día que nos separamos y me doy cuenta de que todo fue un gran error por mi parte.
Nunca debí dejarte marchar".
Se queda unos instantes sin saber qué decir. No la culpo y sólo espero que no esté
enfadada.
"No lo entiendo, me apartaste, me dijiste que ya no debíamos estar juntos".
"Sé que lo hice y lo siento mucho. Moira, puedo auto curarme, puedo recibir flechas,
hachas, lo que quieras, pero no puedo curarme de la cicatriz que me ha marcado en tu
ausencia."
Me acerco, pero ella retrocede. De todas las armas que he tomado hoy, todas
palidecen en comparación con las lágrimas que caen sobre su rostro. Saber que soy
responsable de eso me duele pero sé que me lo merezco.
104
"Moira..."
"¡Vete!"
Se da la vuelta y echa a correr sin mirar atrás. Oigo los gritos ahogados de los aldeanos
antes de que el líder les haga callar. He llegado tan lejos, no puedo dejarlo así. Mi viaje
de siglos para encontrarla no significará nada si la dejo marchar ahora.
Desaparece por la esquina de su casa, donde oigo más sollozos. Voy a reunirme con
ella, necesita oírme. Si me rechaza entonces, no tendré más remedio que aceptar su
decisión. Lo único que necesito es que escuche mis verdaderos sentimientos.
105
Capítulo Veintisiete
MOIRA
¿Por qué está pasando esto? No, seguramente es sólo un mal sueño que estoy
teniendo... No, deja de mentirte a ti misma, por supuesto que ha vuelto. ¿Realmente no
sabe lo que quiere? ¿Hasta el punto de que sigue yendo y viniendo en sus decisiones?
Tal vez... Tal vez realmente me quiere de vuelta. Después de todo, ¿por qué correría
el riesgo de venir aquí a la luz del día? Realmente debe... ¡No, vamos Moira, tus
sentimientos también importan! No mereces que te suban a la estantería y te bajen de
nuevo a conveniencia de otro. No te pongas en manos de otro.
Por otra parte, apenas he podido dormir por las noches sin que él me estrechara entre
sus brazos. Mis almohadas manchadas de lágrimas pueden dar fe de ello. Oh, malditos
sean los dioses, ¿por qué yo?
"¿Moira?"
Me trago el nudo que tengo en la garganta e intento disimular el llanto mientras me
doy la vuelta. Él asoma la cabeza por la pared. Al verle, una parte de mí quiere
abofetearle y mandarle a la mierda, pero otra parte de mí se siente tan querida de que
haya vuelto.
"Espero que estés disfrutando haciendo esto delante de todo el pueblo".
"Que se jodan, no me importa lo que piensen. Lo único que me importa aquí eres tú".
Sacudo la cabeza, sin saber de qué otra forma reaccionar. Mi estómago gruñe lo
bastante fuerte como para que él se dé cuenta. Sale de la esquina y su corpulencia me
cubre con su sombra.
"Tienes hambre".
"Sí, claro que tengo hambre. Apenas he comido desde el día que me dejaste aquí".
Retrocede con cara de disgusto. Bien, espero que eso le haya dolido tanto como a mí.
"Vamos, no lo digas así".
106
"¿De qué estás hablando?"
"No lo digas como si te hubiera traído aquí y simplemente me hubiera deshecho de ti
como si ya no sirvieras para nada".
"Pues eso es lo que sentí".
Tanem apunta su mirada al suelo. Quiero tenderle la mano y consolarlo, decirle que
está bien, pero tiene que saber lo mucho que me afectó su decisión. Vuelve a levantar la
vista, esta vez con una mirada desesperada.
"No puedo disculparme lo suficiente. En aquel momento, pensaba en el peligro
constante en el que nos ponía por el simple hecho de estar allí. No me parecía justo. No
olvidemos todas esas veces que tú también quisiste que me fuera".
"No puedo negarlo, pero eso fue antes... antes de que nosotros...".
Se acerca más a mí.
"Antes de que nos confesáramos nuestro amor".
No puedo evitarlo más, gimo y las lágrimas brotan de mi cara como un dique.
"¿Sabes cuánto me ha costado seguir adelante?".
Sus ojos me recorren de arriba abajo.
"Puedo ver los efectos que tuvo en ti, lo siento".
"Eres la única persona que me ha tratado bien, por eso me dolió tanto que dejaras de
lado nuestra relación. He tenido miedo al amor toda mi vida porque nunca supe lo que
era. Tú me mostraste lo que me faltaba y luego me lo arrancaste".
"...Lo siento."
"Tengo miedo, Tanem. ¿Y si digo que sí y dentro de unas semanas me dejas de lado?
¿Y si me encuentro de nuevo aquí? Ya estoy tan destrozada... Yo... no sé si puedo correr
ese riesgo otra vez".
"Lo siento."
Me abalanzo sobre él, furiosa por sus constantes disculpas.
107
"¡Di que lo sientes una puta vez más y te juro que te apuñalo en el corazón!".
Sus ojos se clavan en los míos. Una sola lágrima brota y cae suavemente de su rostro.
"Eso no haría que me doliera el corazón más de lo que me duele ahora".
Se inclina hacia el suelo y coge una tabla de madera con la punta afilada.
"Toma, puedes hacerlo si quieres. Sé que me lo merezco".
Se la quito de las manos de un manotazo. Con todas mis fuerzas, le agarro y tiro de él
hacia mí. Entierro la cabeza en su pecho, sin dejar de sollozar. Lentamente, me rodea con
sus brazos.
"Te he echado de menos, Moira".
"Yo también te he echado de menos, Tanem", le respondo mientras se me quiebra la
voz.
Mis rodillas empiezan a fallar. Me hundo en el suelo, pero antes de caer, él me levanta
y se sienta contra la pared. Me coloca sobre su pecho y me frota el cuerpo con las manos,
saboreando las partes que más echa de menos. Me doy cuenta de que estamos
tumbados como cuando dormíamos juntos y me invade una repentina calma.
"Acepto todo lo que he hecho y cómo te he hecho sentir. Aunque decidas no volver
conmigo, sólo espero que me perdones".
"¿No es obvio que ya lo he hecho?".
"¿Eso significa...?"
Le lanzo un dedo a los labios.
"Sí, quiero esto, de hecho lo necesito más que cualquier otra cosa".
Me seca las lágrimas y me agarra suavemente la barbilla. Nuestros ojos se cruzan. Me
encanta cómo me penetra con su mirada. Me acerca y nos besamos.
Nos quedamos un rato en ese beso, nuestras lenguas masajeándose la una a la otra.
No se me pasa otra cosa por la cabeza que no sea él y cómo ha vuelto a por mí. Mis
108
manos acarician su cuerpo. Le deseo con todas mis fuerzas pero, por mucho que lo desee,
no es el momento, al menos todavía. Me aparto.
"Va a ser peligroso, no te has olvidado de eso, ¿verdad?".
"Claro que no, pero necesito que sepas que estoy totalmente preparado para hacer
frente a todo lo que se nos ponga por delante".
De repente, ya no me siento tan asustada. En sus brazos, me siento... en casa.
"Mientras nos tengamos el uno al otro, todo irá bien".
"Nunca volveré a dejarte ir."
109
Capítulo Veintiocho
TANEM
Lleva dormida en mis brazos lo que calculo que es una hora. Durante ese tiempo, he
estado pensando en cómo podemos volver a estar juntos, pero de una forma que no nos
haga vivir como antes.
Sé que no merezco mucho, pero ella se merece lo mejor y estoy decidido a dárselo. Ya
se me ha pasado por la cabeza la idea de vivir con ella aquí en el pueblo. Sería bueno
para ella estar entre los suyos, pero no estoy seguro de que estén tan dispuestos a
acogerme con ellos, incluso con la aprobación del líder de la aldea.
No sé si se sentirían cómodos conmigo, o yo con ellos, teniendo en cuenta que solía
comer humanos cuando me apetecía. Lo mismo pasa con Moira viviendo conmigo entre
los míos. Esa es una idea que ni siquiera voy a sugerir, yo mismo ni siquiera he estado
con ellos durante... bueno, no lo sé.
Necesito su opinión, no puedo tomar esta decisión yo solo. Con cuidado, la despierto.
Abre los ojos con pesadez y su dulce sonrisa se dibuja en su hermoso rostro al verme.
"No estoy soñando, ¿verdad? ¿De verdad estás aquí?"
Alarga la mano para acariciarme la cara. Su piel es cálida y suave al tacto. Me inclino
para besarla.
"Mientras dormías, se me ocurrió cómo manejar esto".
Se sienta un momento, se estira y bosteza.
"¿A qué te refieres?"
"Quiero que volvamos a vivir juntos. He estado pensando en un lugar donde podamos
hacerlo pacíficamente, donde podamos coexistir sin problemas con el mundo exterior".
"Tanem, es probable que los problemas nos sigan allá donde vayamos".
"Lo sé, y por eso creo que aquí no es una opción. Deberías haber visto cómo me
miraban algunos cuando entré en el pueblo".
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La veo pensar para sí misma. Ella debería conocer mejor la forma de pensar de los
humanos, ya que ha vivido entre ellos toda su vida. Confío en lo que dice.
"Tienes razón. Por su seguridad, y la nuestra, deberíamos irnos de aquí".
"Si te molesta, te pido disculpas. Tengo la sensación de que aquí te han tratado bien".
Ella asiente, luego se ríe. Suena como lo que los humanos llamarían una melodía, y me
enamoro aún más de ella.
"Bueno, aún no han intentado quemar mi casa, eso te lo puedo asegurar".
Nos echamos a reír juntos. En medio de ella, su mano se posa en mi pecho,
apretándolo mientras intentaba recuperar el aliento. Me doy cuenta de que, aunque
estoy en el centro de una aldea humana, su sola presencia me hace sentir seguro y
vigilado. Me hace sonreír.
"Moira, podemos crear nuestro propio hogar juntos. ¿Recuerdas cuando te quedabas
en mi escondite?"
"¿Cómo podría olvidarlo? Salías a cazar y yo cocinaba lo que traías. Luego, por la
noche, nos dormíamos hablando el uno con el otro, era mágico".
"Me hacía muy feliz. Hagámoslo de nuevo Moira. Encontraré un nuevo lugar, lo
suficientemente grande para que los dos vivamos cómodamente, y lejos de las miradas
y oídos indiscretos de los demás".
Ella responde con un beso, que yo tomo como un sí.
Han pasado unos días. En el tiempo transcurrido desde que salimos de su aldea, he
encontrado una nueva cueva dentro del bosque, que ofrece el refugio perfecto por la
noche en un lugar escondido.
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Cerca de nuestro nuevo hogar se encuentran los acantilados, a los que hemos
convertido en un ritual acudir cada noche para contemplar la puesta de sol. Por la
mañana, si no estamos ocupados, vamos allí por la mañana para ver el amanecer. Es
hermoso, aunque no tanto como Moira.
Nos sentamos allí ahora que el crepúsculo se prepara para su llegada, después de
haber terminado una cena de caseína y burgona, que el líder de la aldea le dio a Moira
como regalo de despedida.
"¿Qué tal la comida?", me pregunta mientras me acaricia el pecho.
"Deliciosa, tengo mucho que aprender de ti. ¿Qué te parece nuestro nuevo hogar?"
"Es espaciosa, hay más sitio del que esperaba. Tendré que darle algunos toques
hogareños, pero aparte de eso, estoy muy contenta. Estoy muy agradecida de
compartirlo contigo".
"Lo de 'hogareño' te lo dejo a ti", digo riendo entre dientes. "Aunque tengo que
preguntar...".
Ella se incorpora, mirándome.
"¿De qué se trata?"
"¿Eres feliz aquí?"
"Claro que lo estoy, ¿por qué no iba a estarlo? Es grande y...".
Le hago un gesto con la mano para que deje de hablar.
"Quiero decir, ¿estás contenta con que esta sea tu nueva vida?"
"Tanem..."
Se inclina más y apoya la cabeza en mi pecho, mirándome.
"No podría pedir nada mejor. Nunca he encajado con nadie de mi especie y, durante
mucho tiempo, siempre me pregunté por qué".
Me planta un beso rápido en los labios.
112
"Por fin tengo la respuesta. Es porque estaba destinada a estar contigo. Creo que esto
sólo puede mejorar. Quizá algún día nuestras comunidades acepten que estemos juntos.
Por supuesto, la respuesta está en el tiempo, pero hasta entonces, soy feliz estando
aquí".
Con su respuesta, me enamoro aún más de ella.
"Creía que lo sabía todo, habiendo vivido durante siglos. No sé por qué tardé tanto en
descubrir lo que era el amor". Me acerco más, nuestros rostros están ahora a un palmo
de distancia. "Pero me alegro de que fueras tú quien me lo enseñara".
Con cada beso que nos plantamos en los labios, el sol se oculta cada vez más tras el
horizonte antes de desaparecer por completo.
113
Capítulo Veintinueve
MOIRA
Han pasado tres meses desde que el dueño de mi corazón volvió a entrar en mi vida.
A veces pienso en cuando estuve sola durante esos pocos días, rota y convertida en una
cáscara de lo que era, que no era mucho para empezar. Pensaba que mi desamor nunca
podría repararse, que era una enfermedad con la que estaba eternamente maldita.
Mi única cura era Tanem, una parte de mi vida que creía perdida para siempre. Pero
esos días han quedado atrás. En el tiempo que ha pasado desde nuestro reencuentro,
hemos construido un hogar juntos. Llamar a esto un camino fácil no podría estar más
lejos de la verdad, ya que nos hemos enfrentado a muchos retos, pero ningún problema
puede resistir el poder de nuestro amor mutuo.
Me he asegurado de ser útil, a pesar de lo fuera de mi elemento que estaba cuando
llegamos aquí. Por ahora, espero a que regrese a casa con parte de la cena de esta noche
mientras cosecho algunos de los cultivos que crecen en el huerto que he creado. Estar
en ese pueblo me enseñó un par de cosas sobre el cultivo de alimentos.
Mientras quito otra burguna de la tierra, oigo temblar el suelo debajo de mí. Me doy
la vuelta y veo a Tanem de pie. Lleva colgada al hombro una daette y, entre sus garras,
dos galluses.
"Vamos a celebrar un banquete esta noche. Es una ocasión especial, supongo que
sabes por qué".
Con una sonrisa, me acerco a él y planto mis labios sobre los suyos.
"Tres meses de tener la mejor vida de toda Protheka", digo entre besos.
Me coge de la mano y me lleva a nuestra casa.
"Vamos, es hora de cocinar".
114
Observo feliz cómo Tanem se zampa su último bocado de comida. Le acerco un paño,
que él ve y coge para limpiarse la boca. Me hace sonreír verlo practicar los modales
humanos que le he enseñado en los últimos tiempos.
"Eso fue... ¿cómo dicen ustedes los humanos, para matar?"
"Para morir".
"Sí, para morir".
Mientras miro hacia abajo en mi té rirzed, una ola de pensamientos me golpeó como
una tonelada de ladrillos. Tanem, siempre tan vigilante, se da cuenta rápidamente.
"Mi amor, ¿estás bien?"
"Sí, estoy bien. Es sólo que... Tanem, ¿estás seguro de que esos elfos oscuros creen
que estás muerto?".
"Te lo diré tantas veces como necesites oírlo. Antes de venir a tu aldea, fui tras ellos,
incluso me cargué a unos cuantos. Cuando acabé con ellos, me aseguré de que lo último
que vieran de mí fuera cuando caí por un acantilado muy parecido al que nos
aventuramos cada noche".
Se levanta y se sienta a mi lado.
"No tienes de qué preocuparte, Moira".
Lo atraigo hacia mí para abrazarlo, porque es en su abrazo donde me siento más
segura. Sintiendo sólo el máximo amor por Tanem, le susurro al oído mis pensamientos,
mis deseos de que me haga sentir bien.
Sin dudarlo, me levanta de la silla como si fuera tan ligera como una pluma. Me agarra
con más fuerza y me deja en la cama. Endereza su cuerpo y se cierne sobre mí en toda
su gloria.
Tomo sus manos y las guío por las curvas y formas de mi cuerpo. Cuando llega al final
de la blusa, me la quita. Al ver mis pechos desnudos, emite un gruñido bajo y suave, antes
de quitarme los pantalones.
115
Admiro el brillo rojo sangre de sus ojos mientras estudia mi cuerpo. El calor que siento
es casi abrumador, pero saboreo cada segundo. Acerco mis manos a su pecho, sintiendo
los latidos de su corazón a través de su creciente pulso. Mantengo los ojos fijos en los
suyos mientras mis manos gravitan hacia lo que es mío, sintiendo lo duro que se pone
para mí en cuestión de segundos.
"¿Me deseas?", susurra de un modo que me hace estremecer.
Antes de que pueda recuperar el aliento para responder, me quita la ropa interior y
acerca la punta de su polla hinchada a mi clítoris. Apenas se me ocurre qué decir mientras
me penetra, pero ya estoy harta de hablar. Lo agarro por el cuello, apretándolo mientras
lo acerco.
"Quiero que me folles suavemente. No pares hasta que...".
No me da tiempo a terminar mis palabras, ya sabe lo que tiene que hacer. Presiona las
caderas y se desliza dentro de mí con facilidad. Le clavo las uñas en la espalda mientras
gemimos al unísono, aunque el mío es más bien un grito de placer.
El grosor de su circunferencia es casi demasiado para mí mientras su polla palpita en
mi interior. Cada vez que lo hace, una oleada de fuego recorre mis paredes. Nuestras
respiraciones se sincronizan y sus ojos se entrecierran en mí.
Sus movimientos son lentos y deliberados, pero es lo que ambos necesitamos ahora.
Era tan hábil haciéndome el amor como follándome como a su puta. Cada vez que vuelve
a entrar en mí, su agarre alrededor de mi nuca se hace más fuerte, al igual que mis
entrañas alrededor de su polla. Con cada centímetro, me derrito más y gimo más fuerte.
Mi cuerpo empieza a tensarse más y siento cómo se acumula dentro de mí. Como si
se diera cuenta, cosa que no me extrañaría, gime y me susurra al oído.
"Me encanta cuando hacemos música con nuestros cuerpos así...".
Me acerco y él se tensa conmigo. Nuestros cuerpos se ponen rígidos y apretamos
todos los músculos al máximo. Mis paredes se aprietan alrededor de su polla mientras
me llena con el calor de su semilla.
116
Siento cada gramo de su fuerza caer sobre mí mientras él emite los más deliciosos
sonidos de placer. Justo cuando acabamos juntos, nos corremos a la vez. Lo mantengo
encima de mí mientras me planta un beso en la frente.
"Te amo, Moira".
"Te amo, Tanem".
117
Capítulo Treinta
TANEM
Durante incontables siglos, mi vida fue sólo una rutina diaria. Despertar, salir, cazar,
volver a casa, comer y dormir. Todo en ese orden. Mis días eran una segunda naturaleza
para mí, no, primera naturaleza en realidad. En algún momento, perdí la noción de los
años que pasaban porque todo era lo mismo para mí.
Hasta este último año. Estos últimos doce meses han sido como un soplo de aire
fresco. Me siento como si hubiera vuelto a nacer. Ha sido la mayor sorpresa que me ha
ocurrido nunca, después de pensar que no tenía nada más que aprender o experimentar
en mi ya larga vida.
Esta mañana me he despertado antes de lo habitual y me he encontrado con mi
imagen favorita: Moira durmiendo plácidamente en mis brazos. Nunca deja de decirme
al menos una vez al día que nunca ha dormido mejor que conmigo. Yo le repito el mismo
sentimiento en mis respuestas.
Abandono nuestra casa en silencio y me dirijo a los acantilados donde me siento ahora
para reflexionar sobre nuestro viaje juntos. Ella sabrá dónde encontrarme cuando
despierte, así que no me preocupa. El aire del amanecer, junto con los rayos del sol
matutino, me golpean suavemente ayudándome a despertar de mi descanso. Apenas
comienza a despuntar en el horizonte.
Por un momento, cierro los ojos y me concentro en los olores que persisten en el aire.
Huelo las plantas de nabella y rirzed que crecen cerca, fusionándose para crear un aroma
embriagador. Tengo que acordarme de coger algunas más tarde, a Moira le gustan.
Mis ojos se abren de golpe. Las aguas abiertas se extienden infinitas ante mí. Nunca
he ido más allá de los límites de Eelry, pero si algo me ha enseñado el último año es que
todo es posible. Una cosa es segura, nunca me iré del lado de Moira.
Una mano suave como la seda se posa en mi hombro. Giro la cabeza y la beso antes
de mirar a su hipnotizadora dueña.
"Buenos días, mi amor".
118
"Y a ti, cariño".
En la otra mano sostiene una taza de kaffo. Lo bebo todos los días desde que ella me
lo presentó. Me entrega la taza antes de sentarse a mi lado. Apoya la cabeza en mi
hombro. Huele tan bien que no puedo evitar girarme para besar sus labios carnosos.
Cuando nuestros labios se juntan, la siento sonreír.
"No quería perturbar tu descanso esta mañana, así que pensé en adelantarme un
poco".
"No te preocupes, no pensé que te escaparías de mí".
Le rodeo la cintura con el brazo y la atraigo hacia mí. Siento su cuerpo pequeño y
tierno. Aunque siempre he tenido en cuenta mi fuerza, ella me ha enseñado a controlarla
mejor después de un par de veces que estuve a punto de tocarla en la cama.
"¿Vas a ir al pueblo hoy?"
"Sí, me han dicho que hay algunas prendas para darme a cambio de algunas de mis
cosechas. Además, voy a sacarles algunos materiales de construcción que ya no
necesitan".
"¿Oh? ¿Deseas trasladarte?"
"No, no. Sólo hacer unas pequeñas reformas en el lugar. Creo que aún no te has
acostumbrado a maniobrar en nuestra cocina".
Me da un codazo y se ríe.
"No te ofendas."
"No me ofendo. ¿Necesitas ayuda para llevar todo hoy?".
Duda un momento y ladea la cabeza, presumiblemente pensativa. Sé que sigue
preocupada por lo que algunos aldeanos piensan de nosotros.
"¿Sabes qué? Sí, deberías venir. A veces, cuando estamos allí, veo cómo nos miran a
ti y a mí. Francamente, me repugna que nos juzguen como lo hacen".
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"No creo que las opiniones de algunas personas cambien nunca, eso es algo con lo que
tendremos que vivir".
"No."
Me acaricia la cara con cariño. Su piel es tan suave que siento que puedo fundirme en
ella.
"Es algo con lo que tendrán que vivir ellos, no nosotros. Que se jodan".
Sus ojos verdes brillan a la luz de la mañana. Veo mi reflejo en ellos y me siento
afortunado de que alguien como ella quiera a alguien como yo. Me quita la taza de las
manos, bebe un sorbo y me la devuelve.
"Bebe".
El kaffo está a la temperatura perfecta, ácido y de sabor suave. Me lo acabo de un
trago y dejo la taza a un lado.
"¿Has tenido suerte reconectando con alguno de los tuyos?".
"Bueno... no mucha, pero he oído algunas cosas".
"Buenas, espero".
Le sonrío, lo que parece tranquilizarla.
"Mi comunidad sabe de tu existencia, así como de nuestro emparejamiento como
pareja. La mayoría parecen estar contentos y nos desean lo mejor, es lo último que he
oído. Aunque también hay quienes no creen que duraremos".
"¿Y tú qué opinas de eso?", pregunta en tono juguetón.
"Creo... no, sé que es una completa gilipollez".
De repente, me empuja y se sube encima de mí. Lleva mis manos a sus caderas
mientras miro su alma, viendo la mía allí con la suya.
"Tengo que estar de acuerdo con tu opinión".
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Nos besamos mientras el resto del sol sale por el horizonte. Su calor es intenso, pero
no es nada comparado con su cuerpo. Su cuerpo, en su ligereza, se siente como una
manta de amor sobre el mío.
Al dejar de besarnos, observo sus ojos verdes. Me recuerdan al bosque, donde hemos
construido nuestro hogar. Cuando se lo digo, ella me devuelve el gesto, diciéndome que
mis ojos carmesí le recuerdan a su corazón, donde me va a tener feliz para siempre.
Fin
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