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• La Caridad Cristiana:
La caridad cristiana es una expresión fundamental de la fe cristiana que se basa en el
mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo. Se deriva de la enseñanza de
Jesucristo y está arraigada en los principios del Evangelio. Aquí hay algunos aspectos
importantes de la caridad cristiana:
Amor desinteresado: La caridad cristiana implica un amor desinteresado hacia los
demás, basado en el amor de Dios. No se trata simplemente de dar limosna o ayuda
material, sino de mostrar compasión, cuidado y apoyo a los necesitados,
independientemente de su situación o circunstancias.
Compasión y misericordia: La caridad cristiana se caracteriza por la compasión y la
misericordia hacia los que sufren. Jesús enseñó a sus seguidores a mostrar compasión
hacia los enfermos, los necesitados, los marginados y los excluidos de la sociedad, y a
brindarles ayuda y consuelo en su aflicción.
Solidaridad y justicia social: La caridad cristiana implica una solidaridad activa con
los pobres y oprimidos, y un compromiso con la justicia social. Los cristianos están
llamados a trabajar por un mundo más justo y equitativo, donde se respeten los derechos
humanos y se satisfagan las necesidades básicas de todos.
Dar sin esperar nada a cambio: La caridad cristiana se caracteriza por dar
generosamente sin esperar nada a cambio. Jesús enseñó a sus seguidores a dar de
manera desinteresada y a no buscar reconocimiento o recompensa por sus acciones.
Inclusión y acogida: La caridad cristiana se extiende a todas las personas, sin importar
su origen étnico, religión, género o situación socioeconómica. Los cristianos están
llamados a acoger a los extranjeros, a los refugiados y a los marginados, y a tratar a
todos con dignidad y respeto.
Virtudes cardinales:
Las virtudes cardinales son cuatro y se consideran como las virtudes fundamentales
sobre las que se apoyan las demás virtudes morales. Son las siguientes:
Prudencia: Es la virtud que nos permite discernir lo que es bueno en cada situación
concreta y actuar de manera adecuada. Implica la capacidad de tomar decisiones
correctas basadas en la razón y la experiencia.
Justicia: Consiste en dar a cada uno lo que le corresponde, respetando sus derechos y
tratándolo con equidad. Incluye el cumplimiento de deberes y obligaciones hacia los
demás y hacia la sociedad en general.
Fortaleza: También conocida como valentía o coraje, es la capacidad de enfrentar el
sufrimiento, el miedo o las dificultades con determinación y firmeza. Nos ayuda a
perseverar en el bien a pesar de las adversidades.
Templanza: Se refiere al control y la moderación de los apetitos y deseos sensibles,
especialmente en lo que respecta al placer y al uso de los bienes materiales. Implica la
capacidad de autodominio y la moderación en el disfrute de los placeres sensoriales.
Estas virtudes son consideradas como pilares fundamentales de la ética y la moralidad,
y se cree que son esenciales para vivir una vida virtuosa y en armonía con los demás.
Virtudes teologales:
En la virtud teologal Dios entra como objeto. El fin último se hace objeto. La realidad
trascendente entra en la inmanencia del hombre; esto es lo sobrenatural, lo teologal (“El
Reino está cerca”).
Además de ser objeto material, Dios es objeto formal: pensar, esperar, amar como Dios
piensa, espera, ama. “Como” = lo formal. La vida misma de Dios, don puro, se
comunica al hombre. En el orden teologal, todo se vuelve cercano, cercano. No hay que
dejar que el lenguaje técnico (objeto material, formal) obnubile la realidad que está en
juego (el Evangelio).
Son puro don, gratuidad, son infundidas por gracia. En cuanto a las virtudes morales
infusas, se distinguen de las teologales en que Dios infunde una gracia en el ejercicio de
la virtud moral adquirida, gracias que la hace entrar en el ámbito de lo sobrenatural,
cristiano. La virtud teologal dice más: también Dios las infunde, pero hay una
participación de la vida divina, es vida divina: amar como Cristo amó, conocer como
Dios conoce.
¿Qué pasa con la virtud de la religión? Está a mitad de camino. Pertenece a la virtud
moral (no teologal) de la Justicia. Por lo tanto, es una actividad del hombre, que practica
la religión con la intención de dirigirse y ligarse a Dios, fin último. Pero Dios no es su
objeto, su objeto es el culto. En la virtud teologal, en cambio, Dios es objeto, por eso
ella es participación directa en la vida divina: pensar como Dios, gustar, discernir como
Dios. Se trata de una sobrenaturalidad especial, más intensa, no sólo por la causa sino
también por su objeto: la vida divina misma.
En síntesis, con las virtudes teologales entramos en una forma distinta de pensar, de
amar. Es una novedad radical. Entrar en la lógica del don supone recibir el don de la
lógica divina (cf.1 Co 1): el logos de la cruz, como sabiduría y fuerza, locura y
debilidad. Es algo nuevo, paradójico. Pensar el logos de la cruz supone que cambiamos,
que nos convertimos. Si Dios no nos da el logos para pensar ese don, no podemos
pensarlo. Para poder pensarlo y amarlo, la gracia nos informa.
-ABP AKAMASOA
Testigo privilegiado de la vida de Jesús: Como madre de Jesús, María fue testigo de
muchos eventos importantes en la vida de su hijo, desde su nacimiento hasta su muerte
y resurrección. Su cercanía a Jesús la convierte en una fuente invaluable de
conocimiento y comprensión de la persona y el mensaje de Cristo.
-Concepto de Libertad:
La libertad es un concepto fundamental en la filosofía, la ética y la moral, que se refiere
a la capacidad de los individuos para tomar decisiones autónomas y actuar de acuerdo
con su propia voluntad, sin coacción externa o restricciones indebidas. En términos
generales, la libertad implica la ausencia de opresión, la capacidad de elegir entre
diferentes opciones y la responsabilidad de asumir las consecuencias de esas elecciones.
Desde una perspectiva filosófica, existen diversas interpretaciones y concepciones de la
libertad. Algunas corrientes filosóficas consideran la libertad como la capacidad de
autodeterminación y autorrealización del individuo, mientras que otras la entienden
como la capacidad de actuar de acuerdo con la propia voluntad, siempre y cuando no
interfiera con la libertad de los demás.
En el ámbito ético y moral, la libertad se relaciona estrechamente con la responsabilidad
y el respeto por los derechos de los demás. Se considera que los individuos son
moralmente libres cuando son capaces de discernir entre el bien y el mal, y actuar de
manera coherente con sus valores y principios éticos.
- La servicialidad de María:
Humildad: María demostró una profunda humildad al aceptar el llamado de Dios para
ser la madre de Jesús. Su disposición para servir refleja una actitud de humildad que nos
enseña la importancia de poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras.
Disponibilidad: María estuvo siempre disponible para hacer la voluntad de Dios,
incluso cuando eso significaba enfrentar desafíos y sacrificios. Su disposición para
servir en cualquier momento y en cualquier lugar nos inspira a estar abiertos y
disponibles para responder a las necesidades de los demás.
Generosidad: María mostró una generosidad sin límites al ofrecerse a sí misma como
instrumento en las manos de Dios. Su ejemplo nos desafía a ser generosos con nuestros
dones, tiempo y recursos, y a buscar oportunidades para servir a los demás con amor y
compasión.
Empatía: Como madre compasiva, María mostró una profunda empatía por los demás,
especialmente por aquellos que sufren. Su ejemplo nos recuerda la importancia de
mostrar compasión y solidaridad con los más vulnerables, y de estar presentes para
consolar y apoyar a quienes están en necesidad.
Perseverancia: A lo largo de su vida, María enfrentó numerosos desafíos y pruebas,
pero nunca perdió la fe ni la confianza en Dios. Su ejemplo de perseverancia nos anima
a seguir adelante con valentía y determinación, incluso en medio de las dificultades,
sabiendo que Dios siempre está con nosotros.
-Valores morales.
Los valores morales son principios o creencias que guían el comportamiento humano y
determinan lo que se considera correcto o incorrecto en una sociedad. Estos valores
pueden variar según la cultura, la religión y las creencias individuales, pero
generalmente incluyen:
Honestidad: Actuar con sinceridad y verdad en todas las situaciones, siendo
transparente en las acciones y las palabras. Respeto: Tratar a los demás con
consideración y cortesía, reconociendo su dignidad y sus derechos fundamentales.
Justicia: Actuar de manera equitativa e imparcial, dando a cada individuo lo que le
corresponde según sus méritos y necesidades. Responsabilidad: Asumir las
consecuencias de las propias acciones y cumplir con los compromisos adquiridos, tanto
hacia uno mismo como hacia los demás.
Empatía: Comprender y compartir los sentimientos y las experiencias de los demás,
mostrando compasión y solidaridad hacia quienes están en situaciones difíciles.
Generosidad: Compartir lo que se tiene con los demás de manera desinteresada y
altruista, sin esperar nada a cambio.
Tolerancia: Respetar las diferencias individuales y culturales, aceptando las opiniones y
creencias de los demás aunque no se compartan. Integridad: Actuar de manera
coherente con los propios valores y principios, manteniendo la congruencia entre lo que
se piensa, se dice y se hace. Paz: Buscar la armonía y el entendimiento en las relaciones
humanas, evitando los conflictos y promoviendo la reconciliación y la colaboración.
-Principios morales.
Los principios morales son fundamentos éticos que guían el comportamiento humano y
orientan las decisiones en diversas situaciones. Estos principios proporcionan criterios
para discernir entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo. Principio de la
dignidad humana: Reconocer el valor intrínseco de cada persona y tratar a los demás
con respeto y consideración.
Principio de la justicia: Promover la equidad y la igualdad de oportunidades para
todos, asegurando que cada persona reciba lo que le corresponde según sus méritos y
necesidades.
Principio de la beneficencia: Buscar el bienestar y la felicidad de los demás, actuando
en su beneficio y ayudándolos en momentos de necesidad.
Principio de la no maleficencia: Evitar causar daño o sufrimiento a los demás, tanto
físico como emocionalmente, y proteger su integridad y bienestar.
Principio de la autonomía: Respetar la capacidad de autodeterminación de las
personas y su derecho a tomar decisiones informadas y libres sobre su vida y su salud.
Principio de la veracidad: Ser honesto y veraz en todas las comunicaciones, evitando
la mentira y la manipulación.
Principio de la fidelidad: Cumplir con los compromisos adquiridos y ser fiel a los
valores y principios éticos, incluso en situaciones difíciles.
Principio de la integridad: Actuar de manera coherente con los propios valores y
principios, manteniendo la congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace.
- Valores cristianos.
Los valores cristianos son principios éticos y morales que se derivan de las enseñanzas
de Jesucristo y de la fe cristiana. Estos valores están arraigados en las Sagradas
Escrituras y en la tradición de la Iglesia, y guían la forma en que los creyentes viven sus
vidas y se relacionan con los demás. Algunos valores cristianos fundamentales
incluyen:
Amor: El amor es el valor supremo en la fe cristiana, y se manifiesta en el amor a Dios
y al prójimo. Jesucristo enseñó que todas las leyes y profetas se resumen en el
mandamiento de amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo.
Compasión: La compasión implica mostrar bondad y comprensión hacia los demás,
especialmente hacia los necesitados, los enfermos y los marginados. Jesucristo demostró
compasión en su ministerio terrenal, sanando a los enfermos, consolando a los afligidos
y acogiendo a los pecadores.
Paz: Los cristianos están llamados a ser pacificadores y a trabajar por la paz en el
mundo. Jesucristo es conocido como el Príncipe de la Paz, y su mensaje de
reconciliación y perdón es fundamental para la construcción de un mundo más justo y
armonioso.
Justicia: La justicia implica tratar a todos con equidad y respeto, y trabajar por la
igualdad y la dignidad de todas las personas. Los cristianos están llamados a defender
los derechos humanos, luchar contra la opresión y trabajar por la justicia social en todas
sus formas.
Perdón: El perdón es un valor central en la fe cristiana, y se basa en el ejemplo de
Jesucristo, quien enseñó a perdonar a quienes nos han hecho daño. El perdón libera el
corazón del rencor y abre el camino a la reconciliación y la sanación.
Humildad: La humildad es reconocer nuestra dependencia de Dios y nuestro lugar en
relación con los demás. Jesucristo enseñó que los humildes serán exaltados, y que
debemos servir a los demás con humildad y amor.
Integridad: La integridad implica vivir de acuerdo con los principios éticos y morales
de la fe cristiana, y ser íntegros en todas nuestras acciones y relaciones. Los cristianos
están llamados a ser personas de palabra y a vivir con coherencia entre lo que profesan y
lo que practican.
Estos son solo algunos ejemplos de los valores cristianos que guían la vida de los
creyentes y dan forma a su relación con Dios y con los demás. Estos valores son
fundamentales para la vida cristiana y para la construcción de una sociedad basada en el
amor, la justicia y la paz.