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D y T N° 103
El juego aparece ligado al placer y a la evolución del ser humano haciéndose presente
desde etapas muy tempranas hasta edad avanzada, en la búsqueda del placer y del
sano crecimiento, entre las varias dimensiones que posee el hombre está la
predisposición al juego. No hay hombre sin juego ni juego sin hombre
Vamos a ir metiéndonos de a poquito, buceando en esa zona tan íntima que es la del
juego. Y por qué decimos íntima? Todas recordarán y la que no, se tomará el tiempo
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de empezar a hilar los recuerdos, cuando jugaban… dónde lo hacían, con quienes, a la
vista de quién, solas? Con otros? Y de qué se trataban esos juegos?
Por qué ponerse a bucear en estos recuerdos… para qué? Por qué jugar, eso que
parece tan natural y propio de la infancia, en la vida de los niños. Tiene poco, pero
muy poco de eso
Esos encuentros vemos, son de una variedad infinita. Pero hay algo que tienen en
común, no son sin un sujeto humano; un Otro significativo que está allí y que
“devuelve”. Siempre devuelve algo, que ese bebe irá incorporando, “leyendo”,
entendiendo. Vamos viendo cómo la densidad, variedad, espesura de esos encuentros
van enhebrando la posibilidad de jugar.
Y por eso será también muy pero muy importante en esta materia, que además de
avanzar en la lectura y el análisis de la teoría, conectemos con nuestra propia
posibilidad de jugar…
Indispensablemente es el adulto quien garantiza las condiciones para que todo niño
pueda desplegar plenamente su impulso lúdico: la seguridad afectiva del niño, su
motricidad libre y materiales, espacio y tiempo suficientes.”
Es ese encuentro único, con otro significativo el que abre el juego, y la posibilidad de
jugar en el niño. Serán entonces esas primeras interacciones entre el bebé y el adulto,
fuentes originarias en las que se gestaran intercambios sensorio- motores, formas
primitivas de conocer el mundo y que serán la matriz de su futura actividad lúdica. Es
entonces en este vínculo fundante, que el sujeto humano tiene su única posibilidad de
construir signos y significados cargados de afecto y sentido.
¿Cuál y Cómo?
Por qué?
Pero para que esto así acontezca, hay una condición: el juego solo es tal, si es
libre. Si su motivación es intrínseca. Si no se somete a una lógica externa,
impuesta. Sólo cuando el niño juega libre, sin imposición, ese juego puede
cumplir sus funciones y garantizar el desarrollo de los complejos procesos en
los que está implicado y que a su vez promueve.
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• El marco que crea el juego está sujeto a las reglas propias del
contexto social donde es recreado.
Para ir sintetizando...
EL JUEGO ES:
Lo interesante que se “juega” en esta puerta que nos abre Patricia Redondo, es
la responsabilidad, el ejercicio de ese acto político que encarna el Jardín
Maternal.
El jardín Maternal, se instituye en este lugar de otro disponible, que da, que
ofrece, que pone a disposición de ese niño/a ( a partir de los 45 días) los signos
de la cultura. Reconociéndolo como protagonista y sujeto de conocimiento.
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Tiene la enorme tarea de generar un espacio de aprendizaje en el cual el
desarrollo del niño en toda su complejidad, está mirado atentamente por
personas especializadas:
✔ desde el aspecto
✔ desde el estímulo
✔ desde el sostén
En este lugar de privilegio, no porque sea para algunos; sino por el contrario,
porque allí el niño goza de esa mirada de sostén privilegiada que le dona el
maestro, y es sujeto de conocimiento, de acción, PROTAGONISTA.
“La variación del juego está fuertemente condicionada por la pertenencia social,
por la experiencia y condiciones de vida (a qué y cómo se juega). Si
entendemos el juego como un producto de la cultura podemos afirmar que a
jugar se aprende y en este sentido se recupera el valor intrínseco que tiene
para el desarrollo de las posibilidades representativas, de la imaginación, de la
comunicación y de la comprensión de la realidad. Desde la perspectiva de la
enseñanza, es importante su presencia en las actividades del jardín… (Sarle)”