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Anatomía del desarrollo placentario humano La placenta humana se desarrolla a partir del

trofectodermo (TE), la capa externa del embrión previo a la implantación, que se forma
aproximadamente 5 días después de la fertilización (dpf). En esta etapa, el embrión previo a la
implantación (denominado blastocisto) se segrega en dos linajes: la masa celular interna (ICM) y el
TE. El TE polar (la parte del TE que es contigua al ICM subyacente) se adhiere al epitelio
superficial de la mucosa uterina: el endometrio. Aunque las primeras etapas de implantación no se
han visualizado en humanos, las observaciones morfológicas de muestras de histerectomía en
gestación temprana y de primates superiores sugieren que, después de la unión al epitelio de la
superficie uterina entre 6 y 7 dpf, el TE se fusiona para formar un sincitio primario. Ésta es la fase
prelacunar del desarrollo placentario (Boyd y Hamilton, 1970. Después de la implantación, el
sincitio primario invade rápidamente a través del epitelio superficial hasta el endometrio
subyacente, que se transforma durante el embarazo en un tejido especializado conocido como
decidua (Fig. 1B) (Schlafke y Enders, 1975). En el momento de la primera ausencia del período
menstrual (~14 dpf), el blastocisto está completamente incrustado en la decidua y cubierto por el
epitelio superficial (Fig. 1C) (Hertig et al., 1956). Luego aparecen espacios llenos de líquido
(lagunas) dentro de la masa sincitial que se agrandan y se fusionan, dividiéndola en un sistema de
trabéculas. Esta es la etapa lacunar. El sincitio también se erosiona hacia las glándulas deciduales,
permitiendo que las secreciones bañen la masa sincitial (Hertig et al., 1956). Las células
trofoblásticas debajo del sincitio (llamadas células citotrofoblastos) inicialmente no están en
contacto directo con el tejido materno, pero proliferan rápidamente para formar proyecciones que
atraviesan el sincitio primario para formar vellosidades primarias (un núcleo de citotrofoblasto con
una capa externa de sincitiotrofoblasto, SCT); esta es la etapa de desarrollo de las vellosidades
(Fig. 1D). Los árboles vellosos se forman mediante una mayor proliferación y ramificación, y las
lagunas se convierten en el espacio entre vellosidades. Las células de citotrofoblasto
eventualmente penetran a través del sincitio primario y se fusionan lateralmente para rodear el
concepto en una capa de citotrofoblasto continua entre las vellosidades y la decidua (Fig. 1D). El
blastocisto ahora está cubierto por tres capas: la placa coriónica interna en contacto con la cavidad
original; las vellosidades separadas por el espacio intervelloso; y la cubierta del citotrofoblasto en
contacto con la decidua. Poco después, alrededor del día 17-18, las células mesenquimales
extraembrionarias penetran a través del núcleo velloso para formar vellosidades secundarias. Para
el día 18 dpf, aparecen capilares fetales dentro del núcleo, lo que marca el desarrollo de las
vellosidades terciarias. El árbol velloso continúa creciendo rápidamente mediante ramificaciones
progresivas desde la placa coriónica para formar un sistema de árboles vellosos. Cuando la
cubierta del citotrofoblasto está en contacto con la decidua (la interfaz materno-fetal), las células
citotrofoblastas individuales abandonan la cubierta para invadir la decidua como trofoblasto
extravelloso (EVT) en un proceso muy parecido a la transición epitelio-mesenquimatosa (EMT). De
esta forma, al final del primer trimestre, se establece el modelo de la placenta.

Tipos de células de la placenta humana Células del trofoblasto Las funciones principales de la
placenta las realizan las células del trofoblasto. La aparición del trofoblasto es un importante
avance evolutivo que define a los mamíferos placentarios. El término "trofoblasto" fue utilizado por
primera vez por el embriólogo holandés Ambrosius Arnold Willem Hubrecht en 1889 para describir
las células que transportan nutrientes y forman la barrera protectora entre la madre y el feto
(Pijnenborg y Vercruysse, 2013). También observó que el trofoblasto es inherentemente altamente
invasivo o "corrosivo" y depende de la decidua para sustentar su desarrollo (Hubrecht, 1908).
Desde estos primeros estudios, se han identificado una variedad de subtipos de trofoblastos
humanos. Estos incluyen el SCT, el citotrofoblasto velloso (VCT) y subtipos de EVT.

El SCT es el revestimiento externo de las vellosidades placentarias que está en contacto directo
con las secreciones glandulares maternas y, posteriormente, con la sangre materna que fluye hacia
el espacio intervelloso (Fig. 2). Es el principal sitio de intercambio materno/fetal de gases y
nutrientes necesarios para el crecimiento de la unidad fetoplacentaria. El SCT tiene una capa
epitelial altamente polarizada y densamente cubierta de microvellosidades, lo que aumenta la
superficie de cinco a siete veces (Teasdale y Jean-Jacques, 1985). La microinyección de dextranos
marcados con fluoresceína en el SCT confirma que es multinucleado sin bordes celulares,
presumiblemente para facilitar la difusión a través de toda su estructura y proteger al feto de
patógenos (Gaunt y Ockleford, 1986). Los análisis proteómicos de las membranas SCT muestran
que las microvellosidades son ricas en receptores de factores de crecimiento y hormonas
(Robinson et al., 2009). Tanto la membrana apical como la basal del SCT están repletas de
proteínas transportadoras de aminoácidos y glucosa, así como de aquellas que expulsan
xenobióticos. El SCT también es un órgano endocrino importante que secreta hormonas y
proteínas en la circulación materna para impulsar las adaptaciones fisiológicas y metabólicas al
embarazo. Además, el SCT funciona como una barrera inmunológica protectora porque nunca
expresa ninguna molécula de antígeno leucocitario humano (HLA), lo que significa que, a pesar de
la presencia del feto alogénico, las células inmunes circulantes no detectarán el SCT como "no
propio" (Moffett y Loke, 2006). El SCT también expresa el receptor Fc neonatal (FcRn) que permite
el transporte de anticuerpos IgG maternos a la circulación fetal (Roopenian y Akilesh, 2007). Los
anticuerpos que se unen preferentemente a FcRn en el SCT están digalactosilados.

Moléculas de IgG1 que son eficaces para activar las células asesinas naturales (NK) fetales para
proteger al recién nacido antes del nacimiento (Jennewein et al., 2019). El VCT mononuclear se
encuentra debajo del SCT en una membrana basal (Fig. 2). Históricamente, los VCT han sido
considerados la capa "germinativa" del trofoblasto porque son mitóticos y expresan marcadores
proliferativos (Simpson et al., 1992). Al principio del embarazo, cuando forman una capa continua,
los VCT son células cúbicas con una gran proporción núcleo:citoplasma. A medida que los árboles
vellosos se expanden, la capa VCT se vuelve discontinua y cubre solo el 25% de la superficie
vellosa al término, cuando solo una delgada capa sincitial separa la mayor parte del núcleo velloso
de la sangre materna (Benirschke et al., 2012). A medida que la placenta aumenta de tamaño, la
cubierta del citotrofoblasto se vuelve discontinua y las columnas de células de citotrofoblasto (CCC)
emergen de las puntas distales de las vellosidades de anclaje en contacto con la decidua (Fig. 2).
Las células de las columnas son redondeadas, cohesivas y ricas en glucógeno. Desde la capa, y
más tarde las vellosidades de anclaje, el EVT migra hacia la decidua a lo largo de dos vías de
diferenciación: el EVT intersticial (iEVT) migra a través del estroma decidual hacia las arterias
espirales maternas, mientras que el trofoblasto endovascular EVT (eEVT) desciende por el interior.
de las arterias espirales (Pijnenborg et al., 1980). En la decidua, los iEVT tienen una morfología
pleomórfica y fusiforme, núcleos tetraploides, no son cíclicos y muestran cambios en la
senescencia (Velicky et al., 2018) Se dirigen hacia las arterias espirales para formar un manguito
de células circundantes. Esto se asocia con la pérdida de actina en las células del músculo liso de
la media arterial, que es reemplazada por material eosinofílico amorfo, lo que da como resultado la
apariencia histológica conocida como cambio "fibrinoide" (Pijnenborg et al., 2006). Esta
transformación de la arteria mediada por trofoblasto da como resultado la pérdida de vasoactividad
y conversión en un recipiente capaz de tener alta conductancia a baja presión, una adaptación
esencial para el embarazo normal (Brosens et al., 1967). Los iEVT invaden hasta el tercio interno
del miometrio (la capa muscular de la pared uterina), donde se cree que se fusionan para formar
células gigantes del lecho placentario (Pijnenborg et al., 1980). Después de que ocurre la
transformación arterial, el eEVT se mueve de manera retrógrada hacia abajo por la arteria para
formar un tapón que impide que la sangre ingrese al espacio intervelloso hasta hacia el final del
primer trimestre, cuando se establece la circulación hemocorial completa (Boyd y Hamilton, 1970;
Burton et al., 1999; Hustin y Schaaps, 1987) Otras células placentarias Además de las células
trofoblásticas, la placenta contiene una variedad de células presentes dentro del núcleo estromal
de las vellosidades, incluidos fibroblastos, células inmunes y vasculares (Fig. 2). Se cree que todas
estas células se generan a partir del mesénquima extraembrionario, cuyo origen en los humanos
es incierto. Se sugiere que surge del VCT que se somete a EMT, o que se origina en el hipoblasto,
el derivado endodérmico del ICM, con contribución del mesodermo embrionario después de la
gastrulación (Boss et al., 2018). La secuenciación de ARN unicelular (scRNA-seq) de las
vellosidades del primer trimestre muestra que hay al menos dos poblaciones de fibroblastos que se
distinguen por la presencia o ausencia del gen impreso DLK1 (Kagami et al., 2012; Vento-Tormo et
al., 2018 ). Las células DLK1+ tienen similitudes con los pericitos y pueden estar involucradas en el
desarrollo vascular (Liu et al., 2018; Suryawanshi et al., 2018). Los fibroblastos se unen para
formar una red de canales que alimentan el celoma extraembrionario. Estos canales contienen
macrófagos placentarios denominados células de Hofbauer (Burton, 1987; Castellucci et al., 2000;
Kaufmann et al., 1977). Porque las células de Hofbauer son las únicas células inmunes en la
placenta.

y aparecen en el núcleo velloso alrededor del día 18 después del coito, antes de que exista
cualquier conexión vascular con el propio embrión, es probable que se generen a partir de células
hemangioblásticas en tejido extraembrionario (Boyd y Hamilton, 1970; Castellucci et al., 1987). ).
Sus funciones han sido poco investigadas, pero es probable que desempeñen funciones en la
protección del feto contra infecciones verticales, en la influencia del desarrollo vascular del
trofoblasto y la placenta y en la transferencia de nutrientes al celoma extraembrionario. El sistema
vascular también se desarrolla a partir de poblaciones hemangioblásticas en el mesénquima y se
conecta al feto a través del cordón umbilical al final del primer trimestre (Dempsey, 1972; Robin et
al., 2009). Estas células endoteliales inmaduras tienen un patrón específico de expresión génica,
por ejemplo, expresan EGFL7, que se sabe que regula la morfogénesis vascular (Parker et al.,
2004).

Modelos para el estudio del desarrollo placentario humano. Modelos in vitro Modelos animales Los
mamíferos exhiben una enorme diversidad de estrategias placentarias, particularmente con
respecto al grado de invasión del trofoblasto en los tejidos uterinos y la cantidad de capas celulares
entre las circulaciones materna y fetal (Roberts et al., 2016). Tanto el ratón de laboratorio como los
primates tienen un tipo de placenta hemocorial, donde el trofoblasto invade a través del epitelio
uterino, el estroma y las paredes arteriales maternas para entrar en contacto directo con la sangre
materna (Georgiades et al., 2002). Se observan grados menores de invasión en carnívoros con
placenta endoteliocorial, donde las células del trofoblasto entran en contacto con las células
endoteliales maternas. En la forma menos invasiva, una placenta epiteliocorial, característica de
rumiantes y ungulados, el trofoblasto permanece superpuesto al epitelio uterino (Carter y Enders,
2013).

No existe un modelo experimental perfecto para investigar la placentación humana, ni siquiera en


especies con placentas hemocoriales (por ejemplo, el ratón de laboratorio y los primates no
humanos) (Carter y Pijnenborg, 2011). Un problema adicional es que, desde el punto de vista de un
obstetra, trastornos como la preeclampsia, en el que el defecto principal es la falla de la
placentación, se encuentran solo en humanos y posiblemente en grandes simios (Carter, 2011).
Las diferencias entre la placentación del ratón y la humana son considerables. En humanos, el TE
polar se adhiere al útero, mientras que, en ratones, es el TE mural (que se encuentra frente al ICM)
el que se implanta primero en el útero, seguido por el TE polar que dará origen al cono
ectoplacentario (EPC). ) (Georgiades et al., 2002). Además, las células EPC son mononucleares y
su invasión a la decidua ocurre casi en la mitad de la gestación murina, a diferencia de la invasión
inicial del sincitio primario en humanos. La EPC en ratones forma el espongiotrofoblasto y, aunque
se considera equivalente a la EVT en humanos, no hay una invasión intersticial profunda de la
decidua. Este tipo de invasión es característica únicamente de humanos y grandes simios (gorilas y
chimpancés), y no se observa en otros primates (Pijnenborg et al., 2011). A diferencia de la
placenta vellosa humana, el sitio de intercambio placentario en los roedores es un laberinto que
tiene una disposición compleja y compacta de canales maternos y vasculares. Estas diferencias
sustanciales en el desarrollo del trofoblasto entre ratones y humanos significan que los hallazgos
obtenidos en estudios con ratones deben tratarse con cierto grado de sano escepticismo. De
hecho, el perfil de expresión de todo el genoma de placentas humanas y de ratón a lo largo de la
gestación ha revelado grupos de genes con patrones de coexpresión muy diferentes (Soncin et al.,
2018).

A pesar de estas advertencias, se pueden obtener importantes conocimientos a partir del estudio
de modelos murinos de inactivación genética de pérdida fetal intrauterina (Rossant y Cross, 2001).
En aproximadamente el 70% de los casos, el fenotipo es atribuible a anomalías placentarias y se
sabe que varios de los genes identificados mediante este enfoque desempeñan un papel en la
EMT (Pérez-García et al., 2018). Un mejor modelo de roedor para estudiar la transformación
arterial es la rata de laboratorio ya que, en este sistema, el trofoblasto se extiende profundamente
hacia la pared uterina para remodelar la arteria que alimenta el sitio de placentación (Soares et al.,
2012).

Hasta hace poco, el estudio del desarrollo placentario humano y la especificación y diferenciación
del trofoblasto se había visto obstaculizado por la falta de modelos in vitro fiables, fisiológicamente
relevantes y reproducibles. Si bien se encuentran disponibles varias líneas celulares y modelos, no
todos conservan características clave de las células equivalentes in vivo.

Sin embargo, los avances recientes han llevado al desarrollo de sistemas in vitro más robustos que
pueden usarse para modelar la placentación humana.

Líneas celulares de trofoblasto Si bien existen varias líneas celulares de trofoblasto, un problema
importante con su uso ha sido la falta de consenso sobre cómo definir el trofoblasto humano in
vitro, utilizándose una amplia gama de características en cada caso (King et al. , 2000a). Este es el
problema de las diversas líneas celulares que se han derivado de placentas del primer trimestre o
de término, por lo que su identidad aún no está clara (Feng et al., 2005; Genbacev et al., 2011,
2016; Graham et al., 1993; James et al., 2007, 2015; Pérez-García et al., 2018; Straszewski-
Chavez et al., 2009; Takao et al., 2011; Zdravkovic et al., 2015). Se debe tener cuidado, ya que las
células epiteliales maternas y mesenquimales fetales contaminantes pueden crecer más que el
trofoblasto aislado de la placenta (Heazlewood et al., 2014; Turco et al., 2018). Recientemente
propusimos que se podrían utilizar cuatro criterios juntos para caracterizar el trofoblasto humano
del primer trimestre (posimplantación): la expresión de genes altamente expresados en el
trofoblasto, como TFAP2C, GATA3 y citoqueratina (KRT7); un patrón único de expresión de HLA,
ya sea HLA nulo (VCT y SCT) o HLA-G+, HLA-C+ pero HLA-A- y HLA-B- (EVT); expresión muy
alta del complejo de microARN C19MC; e hipometilación del promotor ELF5 (Lee et al., 2016a). De
hecho, el análisis de la metilación de ELF5 y la expresión de HLA clase I indica que la mayoría de
las líneas celulares de trofoblasto no comparten el perfil del trofoblasto in vivo del primer trimestre
y, en cambio, pueden ser células mesenquimales (Abou-Kheir et al., 2017; Hemberger et al., 2010;
King et al., 2000a). Sin duda, en el futuro se realizarán más mejoras en la definición y
caracterización del trofoblasto humano in vitro.

Líneas celulares de coriocarcinoma Aunque las líneas celulares de trofoblasto derivadas de


coriocarcinomas (tumores malignos del trofoblasto), como las células JEG3, JAR y BeWo, cumplen
los cuatro criterios que definen el trofoblasto y se han utilizado ampliamente como modelos in vitro,
sus firmas genéticas son bastante diferentes a las del trofoblasto normal (Apps et al., 2009; Poaty
et al., 2012). Las células BeWo se derivan de depósitos metastásicos de un coriocarcinoma
gestacional que se han cultivado mediante pases dentro de la bolsa de la mejilla del hámster más
de 300 veces. La línea JEG-3 fue subclonada de BeWo; ambos son hipertriploides con
aproximadamente 70 cromosomas (Hertz, 1959; Kohler y Bridson, 1971; Pattillo y Gey, 1968). Las
células JAR son HLA nulas, como VCT; sin embargo, aunque las células JEG3, como EVT,
expresan HLA-G y HLA-C, los dímeros HLA-G característicos del trofoblasto normal están
ausentes y solo se expresan los monómeros HLA-G (Apps et al., 2007). Esto limita el uso
experimental de células JEG3 como objetivos para las células inmunitarias uterinas maternas
(células NK y células mieloides) que expresan el receptor LILRB1 para la forma dimérica de los
dímeros HLA-G (Shiroishi et al., 2006). Además, los estudios de metilación del ADN de todo el
genoma que comparan el trofoblasto primario con muchas de estas líneas celulares muestran una
variabilidad significativa en sus perfiles que probablemente contribuyan a los perfiles de expresión
diferencial (Apps et al., 2011; Novakovic et al., 2011). Esto resalta la precaución necesaria para
interpretar los resultados utilizando dichas líneas celulares y la importancia de validar los hallazgos
mediante el uso de células primarias. De hecho, gran parte de la controversia en la literatura ha
surgido del uso de líneas celulares que no son representativas de células trofoblásticas genuinas in
vivo.

Células trofoblásticas derivadas de células madre embrionarias humanas Otro enfoque ha sido
diferenciar las células madre embrionarias humanas (hESC) en células trofoblásticas cultivándolas
en presencia de BMP4 e inhibidores de la señalización de FGF2 y TGFβ (Amita et al., 2013; Horii
et al. ., 2016; Xu et al., 2002). Se encuentra disponible un análisis completo de todos los informes
que utilizan este método y una discusión sobre cómo las condiciones de cultivo (incluida la fuente
de proveedores de BMP4) y las diferentes líneas de hESC pueden afectar la diferenciación del
trofoblasto (Roberts et al., 2018). La caracterización de dichas células trofoblásticas derivadas de
hESC utilizando nuestros cuatro supuestos criterios de trofoblasto es incompleta, pero se ha
demostrado que estas células exhiben una hipometilación parcial (pero no completa) del promotor
ELF5 y regulan negativamente algunos de los microARN del complejo C19MC (Lee et al. , 2016a).
También se ha descrito la formación de SCT que secreta gonadotropina coriónica humana (hCG) y
expresa el marcador EVT, HLA-G, así como otros genes expresados por el trofoblasto, como
KRT7, GATA2/3 y TCFAP2A/C (Amita et al. al., 2013; Horii et al., 2016; Krendl et al., 2017). Sin
embargo, el análisis transcriptómico de dicho trofoblasto derivado de hESC revela que estas
células son diferentes de los linajes de trofoblasto y mesodermo; esto ha sido tema de discusión ya
que algunos marcadores se expresan en ambos tipos de células (Bernardo et al., 2011; Jain et al.,
2017). Una característica definitoria del trofoblasto (la ausencia de HLA-A y HLA-B) aún no se ha
analizado en estas células. Por lo tanto, aunque este enfoque parece promover cierta transición
hacia el linaje del trofoblasto, la identidad de las células del trofoblasto generadas y las células a
las que son más similares in vivo aún no está clara. Una posibilidad es que las células de
trofoblasto derivadas de hESC representen una población de trofoblasto temprana posterior a la
implantación (Roberts et al., 2018).

Explantes de placenta o células trofoblásticas primarias Muchos laboratorios han utilizado


explantes de placenta o aislados de células placentarias primarias. Los explantes se preparan a
partir de la placenta vellosa y se adhieren a un plástico o a una matriz definida. Luego, las células
extravellosas HLA-G+ se alejan de las puntas de las vellosidades. Las preparaciones de aislados
primarios de trofoblasto y otras células placentarias se pueden obtener al principio de la gestación
o al término. A término, debido a que el VCT no es fácilmente visible mediante microscopía óptica y
solo una fina capa del SCT cubre las vellosidades, cualquier aislamiento placentario puede
contener potencialmente otras células del núcleo de las vellosidades (células de Hofbauer,
fibroblastos y células endoteliales), así como células maternas. y células sanguíneas fetales, junto
con células deciduales adheridas. En el primer trimestre, las vellosidades están cubiertas por el
SCT y una capa interna del VCT; este último puede aislarse mediante digestión enzimática y
sedimentación en gradiente de densidad (Male et al., 2012). Sin embargo, las células deben
recubrirse sobre una matriz de ECM ya que se adhieren mal al plástico; después del cultivo
nocturno, todos son HLA-G+. Las células se pueden utilizar en 3-4 días, pero en 1 semana quedan
cubiertas por contaminantes mesenquimales, ya que las células trofoblásticas no proliferan in vitro.
También se pueden aislar otras células placentarias del núcleo velloso y se pueden utilizar
marcadores fenotípicos como CD34 para células endoteliales para verificar la pureza. El Los
problemas con el uso de células primarias para experimentación son obvios; El permiso ético es
esencial, limita su uso a ciertos países y requiere una buena relación con el personal clínico.
También existen varias dificultades relacionadas con la viabilidad celular, la degeneración de SCT
y la reproducibilidad. De hecho, la variabilidad innata entre muestras, que depende de factores
como la edad gestacional, la paridad, las enfermedades intercurrentes y el área de placenta
muestreada, significa que se necesitan múltiples experimentos para garantizar la validez de los
resultados El reciente desarrollo del cultivo de embriones humanos ha permitido visualizar la
reorganización y el desarrollo del embrión humano más allá de la etapa de implantación, aunque
esto sólo es posible observar hasta el día 13 (debido a limitaciones éticas). Los linajes de
trofoblastos que emergen en este sistema de cultivo y qué tan bien recapitulan los eventos in vivo
aún están por comprenderse.

Células madre de trofoblasto y organoides. Ahora se han logrado avances en la generación de


células madre de trofoblasto humano (hTSC) auténticas a partir de trofectodermo y placentas del
primer trimestre (Okae et al., 2018). Las hTSC se cultivan en colágeno IV y se pueden cultivar a
largo plazo en un medio que estimula la señalización de WNT y MAPK (a través de EGF) e inhibe
TGFβ/activina A, HDAC y Rho quinasa. Estas células son genéticamente estables y cumplen las
cuatro características del trofoblasto del primer trimestre.

No pueden derivarse de placentas a término, de acuerdo con la dramática pérdida del potencial
proliferativo del VCT después de aproximadamente 10 semanas de gestación y la escasez de VCT
en las vellosidades a término (Mayhew, 2014).

Al modificar las condiciones de cultivo, se puede inducir a las hTSC a diferenciarse a lo largo de
linajes sincitiales o extravellosos. También tienen capacidad clonal y un clon puede generar tanto
SCT como EVT, proporcionando la primera evidencia sólida de la bipotencialidad de las hTSC, un
tema de debate actual (Baczyk et al., 2006; Haider et al., 2016; James et al. ., 2005; Lee et al.,
2018). La comparación de los transcriptomas de hTSC y el trofoblasto del primer trimestre muestra
una gran similitud con el VCT. Sin embargo, la ubicación anatómica exacta de las hTSC in vivo
tanto en la placenta temprana como en el TE aún no está clara. Del mismo modo, si bien las CET
de ratón pueden derivarse tanto del TE como del corion antes de E11.5, y pueden diferenciarse en
todas las poblaciones de trofoblastos, se necesita más investigación para comprender a qué
población de trofoblastos murinos se parecen in vivo y cómo se relacionan con los humanos. TSC
(Natale et al., 2017; Tanaka et al., 1998). Actualmente se ha realizado la secuenciación del ARN
unicelular en la placenta de ratón en mitad de la gestación y en la placenta a término humana, así
como en estas placentas en las primeras etapas de su desarrollo (Liu et al., 2018; Nelson et al.,
2016; Pavlič ev et al., 2017; Suryawanshi et al., 2018; Vento-Tormo et al., 2018). Estos estudios
pueden ayudar a dilucidar las identidades de los distintos cultivos de trofoblasto y su relación con el
trofoblasto in vivo. Las líneas de hTSC crecen como una monocapa y, por lo tanto, no pueden
recapitular la compleja morfología ramificada de las vellosidades placentarias tempranas.
Recientemente, se han establecido cultivos 3D de células de trofoblasto humano, denominados
organoides de trofoblasto, que modelan estrechamente la placenta vellosa y pueden diferenciarse
en TEV (Haider et al., 2018; Turco et al., 2018). Al igual que otros sistemas de cultivo de
organoides, es probable que estos organoides sean transformadores para mejorar nuestra
comprensión de la fisiología y las enfermedades de los tejidos humanos (Clevers, 2016; Huch y
Koo, 2015). Los organoides del trofoblasto crecen durante >1 año, son genéticamente estables y
cumplen todos los criterios del trofoblasto (Turco et al., 2018). También secretan hormonas y
proteínas placentarias que alteran el metabolismo materno, el apetito y la preparación para la
lactancia. La capacidad de realizar biobancos de células/ organoides hTSC de personas con una
variedad de posibles problemas de embarazo también ofrece un gran potencial. Anticipamos estos
cultivos de trofoblastos.

Los sistemas se pueden utilizar para analizar los mecanismos genéticos y epigenéticos
subyacentes a la identidad de los linajes de trofoblasto, la diferenciación de SCT y EVT y la
regulación de la expresión de HLA. Además, será posible probar el papel de muchos genes
directamente en las hTSC utilizando enfoques de eliminación o eliminación (por ejemplo, utilizando
ARNip o edición de genes con CRISPR/Cas9) Enfoques basados en bioingeniería Aunque las
hTSC y los organoides representan un importante paso adelante en el estudio del trofoblasto
humano in vitro, existen varias limitaciones; modelan únicamente el componente trofoblástico de la
placenta y son heterogéneos. Además, debido a que otros componentes celulares de la placenta
desempeñan un papel importante en la regulación de su desarrollo y función, es necesario trabajar
en el futuro para construir modelos más complejos. Los enfoques de microfluidos que se han
utilizado anteriormente para modelar funciones placentarias humanas, como el transporte y la
invasión, también se han mostrado prometedores (Abbas et al., 2017; Lee et al., 2016b).

Más recientemente, se están implementando una variedad de sistemas de bioingeniería, como el


uso de andamios biomiméticos e hidrogeles sintéticos, para que otros sistemas organoides
generen modelos mejorados similares a tejidos (Takebe y Wells, 2019). Estos enfoques tienen la
ventaja adicional de proporcionar señales mecánicas y de señalización que controlan aún más el
comportamiento y la función celular al tiempo que mejoran la reproducibilidad (Yin et al., 2016).
Estos sistemas podrían adaptarse para estudiar la interacción del trofoblasto con los componentes
del estroma placentario y las células maternas (como las glándulas o las células NK uterinas) para
investigar el diálogo materno-fetal al comienzo del embarazo. Por ejemplo, nuestro sistema de
cultivo organoide a largo plazo de glándulas endometriales proporcionará una herramienta para
estudiar el efecto de las glándulas en el trofoblasto y también proporcionará un sistema in vitro para
estudiar la función glandular en mujeres con fallo de implantación (Turco et al., 2017). .

Mecanismos moleculares que sustentan el desarrollo placentario humano Las células trofoblastas
tienen muchas características únicas que las diferencian de todos los demás tipos de células,
incluida la hipometilación global, la expresión diferencial de microARN, patrones inusuales de
expresión de moléculas HLA y expresión de productos retrovirales endógenos (Macaulay et al.,
2017). ; Sadovsky et al., 2015). Los genes impresos, expresados preferentemente a partir de un
alelo parental, también son importantes en el desarrollo placentario y, de los 92 genes impresos
humanos, 75 se expresan en la placenta (Monk, 2015). El grupo C19MC, que codifica microARN,
se expresa de forma paterna en el trofoblasto.

Aunque estos miARN se expresan en hESC, la expresión es mucho mayor en el trofoblasto (Lee et
al., 2016a; Malnou et al., 2019; Noguer-Dance et al., 2010). Además del grupo C19MC, varios otros
genes implicados en la reproducción se encuentran en el cromosoma 19q13.4 (Moffett y Colucci,
2015). Estos incluyen genes que codifican la subunidad β de la coriogonadotropina (CGB),
glicoproteínas específicas del embarazo (PSG), receptores similares a inmunoglobulinas de células
asesinas (KIR), receptores similares a inmunoglobulinas leucocitarias (LILR) y dominios de
oligomerización de unión a nucleótidos, y repeticiones ricas en leucina. y miembros de la familia
que contiene el dominio de pirina (NLRP).

Además, muchos genes del cromosoma X escapan a la inactivación de X en la placenta humana,


lo que genera diferencias transcripcionales entre embarazos femeninos y masculinos que pueden
explicar las diferencias basadas en el sexo en los trastornos del embarazo (Gong et al., 2018;
Moreira de Mello et al., 2010 ; Vatten y Skjaerven, 2004). También existen sorprendentes
similitudes entre el trofoblasto y las células tumorales. Por ejemplo, las células del trofoblasto
exhiben tendencias invasivas y una capacidad para evitar respuestas inflamatorias o inmunes
destructivas, así como una respuesta generalizada. hipometilación e hipermetilación focal en islas
CpG, incluidos los promotores de genes supresores de tumores (Nordor et al., 2017).

Los estudios de los cambios moleculares que ocurren durante el desarrollo placentario humano
han sido principalmente descriptivos debido a la falta, hasta hace poco, de líneas celulares de
trofoblastos humanos genéticamente normales a largo plazo con las que realizar estudios
funcionales No obstante, estos estudios han proporcionado información sobre los factores
moleculares que contribuyen al desarrollo y la placentación del trofoblasto. A continuación,
analizamos estos estudios, destacando datos relevantes en ratones y, cuando estén disponibles,
datos en humanos, centrándonos en los artículos que han validado el trabajo utilizando células
trofoblásticas primarias. Si se utilizaron otras herramientas in vitro, así se especifica.

Establecimiento del linaje del trofoblasto En ratones, una jerarquía de factores de transcripción (TF)
impulsa el compromiso del linaje TE. Este proceso comienza cuando, en la etapa de desarrollo
previo a la implantación de la mórula, la señalización del hipopótamo regula positivamente Tead4
en un subconjunto de células, lo que luego impulsa la expresión de Cdx2 en el futuro TE (Nishioka
et al., 2009; Yagi et al., 2007). Tcfap2c ya se expresa en la etapa de ocho células y también regula
la expresión de Cdx2 uniéndose a su potenciador (Cao et al., 2015). Cdx2 reprime Oct4 para
mantener su propia expresión mientras que Gata2/Gata3 actúan en paralelo para asegurar el
desarrollo del trofoblasto (Home et al., 2017; Ralston et al., 2010; Strumpf et al., 2005). La
identidad del linaje del trofoblasto se fija mediante la regulación epigenética de Elf5, cuya expresión
se ve reforzada por un circuito de retroalimentación positiva que involucra a Cdx2 y Eomes (Ng et
al., 2008).

En embriones humanos, el patrón de sincronización y expresión de estos TF es diferente, lo que


sugiere que ya existen otros mecanismos reguladores desde la etapa más temprana de la
especificación de TE. En ratones, existe una clara expresión diferencial de Oct4 y Cdx2 en ICM y
TE, respectivamente, mientras que en humanos, la segregación de linaje entre ICM y TE ocurre
más adelante en el desarrollo; OCT4 todavía se expresa en TE hasta el día 6, mientras que CDX2
solo se expresa en la etapa de blastocisto (Blakeley et al., 2015; Boroviak et al., 2018; Niakan y
Eggan, 2013). Algunas células ICM incluso conservan la identidad TE el día 7 (Petropoulos et al.,
2016; Stirparo et al., 2018). Por lo tanto, parece haber más plasticidad en el linaje TE humano que
conduce a la implantación. En un estudio pionero de edición genética de embriones humanos
mediante CRISPR/Cas9, la eliminación de OCT4 en la etapa de cigoto diploide comprometió el
desarrollo tanto del ICM como del TE, destacando las diferencias moleculares entre humanos y
ratones durante estas primeras decisiones sobre el destino (Fogarty et al. otros, 2017).

Formación de VCT y CCC Los eventos moleculares que ocurren entre la implantación y la
formación de vellosidades en humanos obviamente siguen siendo una caja negra.
Presumiblemente, las poblaciones de trofoblastos surgen del TE polar, ya que estas son las células
que se implantan inicialmente. VCT es el compartimento proliferativo de la placenta y expresa los
TF del trofoblasto que se encuentran en las CET de ratón (GATA2, GATA3, TFAP2C/A y TEAD4),
pero no en EOMES (Mirkovic et al., 2015; Soncin et al., 2018). De hecho, cuatro de estos factores,
GATA2, GATA3, TFAP2A y TFAP2C, pueden inducir células supuestamente del linaje trofoblástico
en células madre pluripotentes humanas (Krendl et al., 2017). En humanos, ELF5, cuyo promotor
está hipometilado, se expresa en el VCT, de manera similar al ratón (Hemberger et al., 2010; Lee
et al., 2016a). Aunque el promotor ELF5 permanece hipometilado en el EVT, no hay proteína ELF5
presente, por lo que otros mecanismos deben regular su expresión. TP63, un TF que es
característico de las células madre epiteliales, también se expresa ampliamente en el APV
temprano del primer trimestre hasta el término (Lee et al., 2007). Una proporción de células TP63+
cercanas al coriónico La placa también expresa CDX2 (Horii et al., 2016; Li et al., 2014). Luego, la
expresión de CDX2 se regula negativamente en el VCT en toda la mayor parte de la placenta
durante el primer trimestre, excepto en las células cercanas a la placa coriónica, donde se observa
expresión residual (Soncin et al., 2018). En particular, las hTSC carecen de expresión de CDX2, lo
que cuestiona si se trata de un marcador de células madre del trofoblasto en la placenta humana.

El VCT también expresa una variedad de marcadores de superficie, como EGFR, MET y miembros
específicos de la familia Wnt (Jokhi et al., 1994; Kauma et al., 1997; Sonderegger et al., 2007), que
lo distinguen de otros. poblaciones de trofoblastos. La importancia de estas vías de señalización
para la proliferación de APV se ha confirmado mediante el aislamiento de trofoblasto proliferativo
(Haider et al., 2018; Okae et al., 2018; Turco et al., 2018). Las células proliferativas también están
presentes en las CCC a principios del primer trimestre, y su número disminuye gradualmente y en
su mayoría se localizan en la base de las CCC alrededor de las 12 semanas Este 'nicho generativo'
se observó hace más de 50 años y, más recientemente, se demostró que las células trofoblásticas
en esta ubicación tienen un transcriptoma distinto en comparación con VCT y EVT, que expresa
Notch1, ITGA2 y CD31 (Haider et al., 2014; Lee et al. ., 2018; Pattillo et al., 1968). La expresión de
Notch1 queda restringida a la base de CCC al final del primer trimestre (Haider et al., 2016). Se
desconoce si las células de este nicho generan TEV sola o tanto TEV como APV

diferenciación SCT

El SCT que cubre las vellosidades se diferencia terminalmente y los fragmentos de SCT se
eliminan continuamente hacia la circulación materna. Se han utilizado explantes de placenta,
células trofoblásticas primarias que pueden fusionarse in vitro y la línea de coriocarcinoma BeWo
para estudiar el proceso de regeneración del SCT a partir del VCT subyacente. Estos estudios han
revelado que las proteínas retrovirales endógenas humanas (HERV), como SYNCYTIN-1 (HERV-
W env), son reguladores clave de este proceso (Mi et al., 2000). Los elementos retrovirales son
restos de genes virales que se han integrado en el genoma humano y han sido cooptados como
promotores o potenciadores y, en el caso de la placenta, codifican proteínas retrovirales. Alrededor
del 8% del genoma humano contiene HERV (McPherson et al., 2001). La placenta es un sitio
particularmente favorable para la expresión de HERV y diferentes especies han cooptado
diferentes familias de retrovirus para la misma función (Frendo et al., 2003a; Harris, 1991).

Un paso clave en la sincicialización es la adquisición de la competencia de fusión, que requiere que


el VCT salga del ciclo celular. Se desconoce si la señal que desencadena este evento se origina en
el SCT o VCT, y si el mismo proceso ocurre después del daño sincitial. Las células VCT regulan
positivamente los genes de fusión, y esto es seguido por la desintegración de las membranas
celulares y la incorporación del citoplasma al SCT. Utilizando líneas de coriocarcinoma, se
identificó un evento crucial que ocurre durante este proceso como un aumento en el AMP cíclico a
través de la señalización de la proteína quinasa A (PKA), que regula positivamente la expresión de
GCM1 y a su vez induce la expresión de las proteínas de fusión sincitina 1 y sincitina 2 (Knerr et al.
., 2005; Liang et al., 2010). El paso final en la sincicialización requiere la fusión de las membranas
celulares y la mezcla de los contenidos celulares (Gerbaud y Pidoux, 2015)

Las sincitinas utilizan receptores específicos, ASCT2 (para sincitina 1) y MFSD2 (para sincitina 2),
para permitir la fusión del VCT al SCT (Esnault et al., 2008; Hayward et al., 2007). ASCT2 está
restringido a VCT, mientras que MFSD2 se expresa en SCT. Además, SCT produce hCG que,
después de unirse al receptor de LH-CG, induce la señalización de AMP cíclico y, por lo tanto,
promueve la regulación positiva de los genes sincitiales, así como la de hCG (Pidoux et al., 2007;
Shiet al., 1993). Así, la propia SCT refuerza el proceso en un circuito de retroalimentación positiva.
La activación de la señalización de PKA a través de hCG también está acoplada a la fosforilación
de la conexina 43 (Cx43) a través de ezrin, que induce la apertura de uniones comunicantes y la
transferencia de señales fusogénicas entre VCT y SCT (Frendo et al., 2003b; Pidoux et al., 2014).
Varios otros factores también pueden estar implicados en la sincicialización, como la vía de
señalización MAPK, que actúa a través de EGF y EGFR, la señalización de GM-CSF y la
señalización de activina A, que actúa a través de SMAD4 (García-Lloret et al., 1994; Gerbaud et al.
., 2011; Morrish et al., 1987). Por otro lado, el TGFβ producido por el SCT parece proporcionar una
señal que equilibra el proceso de sincitialización al inhibir la fusión (Morrish et al., 1991). En
particular, los interferones inducidos por infección actúan para prevenir la infección de otras células
vecinas. Un gen estimulado por interferón, IFITM3, inhibe la fusión del trofoblasto mediada por
sincitina en SCT y esto puede causar fracaso del embarazo en infecciones como CMV o rubéola
(Buchrieser et al., 2019).

diferenciación EVT
Los estudios transcriptómicos globales muestran diferencias claras entre el APV y la EVT (Apps et
al., 2011; Lee et al., 2018; Tilburgs et al., 2015). Cuando la EVT migra desde las CCC hacia la
decidua, se observan características características de la EMT. Estos incluyen: pérdida de
características epiteliales, incluida la regulación negativa de E-cadherina y proteínas de unión
estrecha como ZO-1; un cambio en la polaridad apical-basal; un cambio en la expresión de
integrinas, de la integrina α6β4 que se une a laminina a las integrinas α1β1 y α1β5 que se unen a
fibronectina; un aumento del tamaño de las células; y una acumulación de glucógeno (Damsky et
al., 1992, 1994; Marzioni et al., 2001). El EVT también regula positivamente marcadores
endoteliales como el receptor de laminina α4 MCAM, VE-cadherina y las metaloproteinasas MMP2,
MMP3 y MMP9 (Fisher, 1989; Xu et al., 2000; Zhou et al., 1997). Una característica definitoria de la
diferenciación EVT es la regulación positiva de la molécula no clásica HLA-G del MHC de clase I,
así como de HLA-C (King et al., 1996, 2000b; Kovats et al., 1990). La expresión de varios
receptores del factor de crecimiento también cambia: EGFR, MET (el receptor de HGF), receptor
de prolactina (PRLR) y el receptor de BMP BMPR1A están regulados negativamente, mientras que
ERBB2 está regulado positivamente (Jokhi et al., 1994; Kauma et al., 1999; Ladines-Llave et al.,
2013; Stefanoska et al., 2013; Tilburgs et al., 2015). Todos estos cambios van acompañados de
una pérdida de proliferación, según lo evaluado por la expresión de Ki67, y un cambio en la
expresión de los reguladores del ciclo celular (Chan et al., 1999; Genbacev et al., 2000). La
diferenciación de EVT también se caracteriza por endoreduplicación, lo que da como resultado
células tetraploides (Velicky et al., 2018).

Las propias células EVT producen varias proteínas y hormonas: TGFβ1, folistatina y hCG
hiperglicolsilada. La activina A tiene un efecto estimulante sobre la diferenciación de EVT en
explantes placentarios, en completo contraste con el ratón, donde mantiene la proliferación de
células madre del trofoblasto (Caniggia et al., 1997; Erlebacher et al., 2004)

El criterio de valoración de la diferenciación de iEVT es la fusión con células gigantes del lecho
placentario. Estas grandes células multinucleadas producen lactógeno placentario humano y están
presentes en lo profundo de la decidua basal y en el tercio interno del miometrio, el límite normal
de la infiltración de iEVT (Al-Lamki et al., 1999; Boyd y Hamilton, 1970; Brosens et al. al., 1967;
Kurman et al., 1984). Se desconocen las señales y los TF que impulsan la diferenciación de EVT
en eEVT o iEVT Las células de los tapones EVT en las arterias espirales son morfológicamente
muy diferentes de las células iEVT (Pijnenborg, 1996). Hasta ahora sólo se han definido dos
diferencias fenotípicas claras: eEVT expresa CD56 (NCAM) y, debido a que ocasionalmente
aparecen células CD56+ dentro de la capa que recubre las aberturas de las arterias, se cree que
las señales de la sangre materna pueden estimular la diferenciación de eEVT (Burrows et al., 1994;
Kam et al., 1999). Por el contrario, iEVT expresa específicamente la proteína 8 específica de la
placenta, PLAC8, que se sabe que está involucrada en la EMT (Chang et al., 2018) Debido a la
presencia de tapones de eEVT en las arterias espirales, el producto de la concepción se encuentra
en un ambiente fisiológicamente bajo en oxígeno antes de aproximadamente 10 semanas de
gestación; Esto no debe confundirse con la hipoxia, que se refiere a un estado no fisiológico de
insuficiencia de oxígeno. Las consecuencias metabólicas de esto son la dependencia de la
glucólisis, la preservación de los esqueletos de carbono utilizados para la síntesis de componentes
celulares y la protección contra el daño de los radicales libres (Burton et al., 2017). La posterior
disolución de los tapones de eEVT (aproximadamente a las 10 semanas) y el inicio de la
circulación materna se correlacionan con cambios en los niveles de oxígeno, del 2,5% a alrededor
del 8% (Jauniaux et al., 2000; Rodesch et al., 1992). El inicio de la circulación ocurre más en el
centro que en la periferia del sitio de placentación debido a la invasión del trofoblasto y la
transformación arterial más pronunciadas en el centro. Las vellosidades retroceden en la periferia,
lo que resulta en la formación de la lámina corion (membranas fetales compuestas de amnios y
corion superpuestas a la decidua parietal) y la placenta definitiva (Burton, 2009). La alteración de
este proceso ordenado puede provocar abortos espontáneos y membranas placentarias
anormales, lo que predispone al parto prematuro y al desprendimiento de placenta (Burton y
Jauniaux, 2017; Jauniaux et al., 2000). El ambiente hipóxico de las primeras semanas de gestación
podría inducir la diferenciación de EVT a través de HIF1A; de hecho, se generan más EVT HLA-G+
in vitro cuando se cultivan en O2 al 2 % con regulación positiva del factor bHLH impreso ASCL2, un
objetivo WNT involucrado en la EMT (Wakeland et al., 2017).

Regulación del desarrollo placentario por la decidua La placenta humana se desarrolla dentro del
endometrio, que se transforma en decidua durante el embarazo bajo la influencia de la
progesterona secretada por el cuerpo lúteo (Gellersen y Brosens, 2014). El endometrio es muy
dinámico y sufre regeneración, diferenciación y desprendimiento cíclicos durante el ciclo menstrual
bajo el control de hormonas del eje ovario-hipófisis. En los seres humanos, las características de
decidualización (cambio predecidual) se observan después de la fase secretora media del ciclo
menstrual y comienzan alrededor de las arterias espirales (Kurman, 2002). Después de la
implantación, la decidualización adecuada del endometrio desempeña un papel clave en el
desarrollo de la placenta y es probable que involucre a todos los elementos celulares principales
del endometrio: glándulas, vasos, células estromales y células inmunes.

Glándulas endometriales y células estromales Las glándulas endometriales desempeñan un papel


clave en la implantación de embriones y el desarrollo de la placenta en ratones y especies
domésticas (Spencer et al., 2019). Las glándulas se vuelven hipersecretoras al comienzo del
embarazo y exhiben una apariencia característica conocida como reacción de Arias-Stella (Arias-
Stella, 1954). En humanos, el concepto depende de las secreciones glandulares como fuente de
nutrición histotrófica durante las primeras semanas del embarazo, cuando los tapones
endovasculares solo permiten la filtración de sangre materna hacia el espacio intervelloso (Burton
et al., 2002, 2007). Las células estromales del endometrio también producen una amplia gama de
factores de crecimiento que estimulan las glándulas. A medida que se decidualizan, las células
estromales secretan un borde de proteínas de la membrana basal, fibronectina y laminina, que
proporciona un andamio para que la EVT se mueva (Aplin et al., 1988). Aún no está claro
exactamente qué define las características de un endometrio decidualizado receptivo que
sustentará la placenta en desarrollo (Koot et al., 2016; Joven, 2017). Esta es una cuestión
importante porque está aumentando la evidencia que sugiere que la decidualización defectuosa es
un antecedente de los trastornos del embarazo (Conrad et al., 2017; Garrido-Gomez et al., 2017).
La nutrición materna, los extremos de la vida reproductiva, el IMC alto o bajo, los trastornos
endocrinos (por ejemplo, enfermedades de la tiroides) y la diabetes pueden afectar el ciclo de un
endometrio sano, pero no está claro cómo afectan la decidualización y la receptividad del embrión

Leucocitos uterinos y otras células inmunitarias Las células inmunitarias dominantes en el primer
trimestre son un tipo de célula linfoide innata conocida como células asesinas naturales uterinas
(uNK) (Bulmer y Lash, 2015; Moffett y Colucci, 2015; Vacca et al., 2019) . Estas células constituyen
aproximadamente el 70% de las células inmunes en el ambiente uterino, mientras que los
macrófagos representan aproximadamente el 20% y las células T aproximadamente el 10%. Las
células B y los mastocitos están prácticamente ausentes y los neutrófilos también son escasos
(VentoTormo et al., 2018). Por lo tanto, se trata de un entorno inmunológico inusual donde
predominan las células del sistema inmunológico innato en lugar del adaptativo (células T y B).
Nuestro reciente estudio scRNA-seq de células deciduales del primer trimestre definió tres
subpoblaciones de células uNK, todas con firmas inmunomoduladoras específicas y que expresan
una variedad de receptores para EVT (Vento-Tormo et al., 2018). Sus roles funcionales esperan
investigación.

Como se mencionó, las células EVT se han comparado con las células tumorales debido a sus
propiedades invasivas. Sin embargo, a diferencia de las células tumorales, el comportamiento de
las células trofoblásticas dentro del microambiente decidual está controlado. En consecuencia, no
se observa necrosis de la decidua cuando la EVT migra profundamente hacia el tejido, excepto en
la enigmática capa de Nitabuch, un borde delgado de tejido fibrinoide subyacente a la cáscara en el
límite materno-fetal (Boyd y Hamilton, 1970). Además, aunque la placentación a menudo se
considera un proceso inflamatorio (Chavan et al., 2017), las características clásicas que definen la
inflamación (infiltración de neutrófilos seguida de tejido de granulación, células inflamatorias,
angiogénesis capilar y fibrosis) siempre están ausentes. Nuestro estudio scRNAseq predice varios
mecanismos que podrían explicar por qué es menos probable que se produzcan respuestas
inmunes inflamatorias o adaptativas en este entorno especializado (Vento-Tormo et al., 2018).

Desarrollo anormal de la placenta y complicaciones del embarazo Muchas complicaciones del


embarazo tienen su origen en el desarrollo anormal de la placenta en el primer trimestre (Smith,
2010).

Estos incluyen preeclampsia, restricción del crecimiento fetal (RCF), muerte fetal inexplicable,
desprendimiento de placenta y trabajo de parto prematuro; estas complicaciones se conocen
colectivamente como los grandes síndromes obstétricos (GOS) (Brosens et al., 2011). Estas
condiciones son responsables de una alta proporción de la morbilidad y mortalidad materna y
neonatal observada en todas las poblaciones, pero particularmente en el África subsahariana
(Graham et al., 2016). La invasión defectuosa del trofoblasto es la causa última de los GOS.

Las células trofoblásticas invaden la decidua para obtener acceso al suministro de sangre materna
y la transformación exitosa de EVT de aproximadamente 30 a 40 arterias espirales en lo profundo
del miometrio es esencial para el crecimiento y desarrollo fetal normal (Burton et al., 2009; Collins
et al., 2012). Si las arterias no se convierten lo suficiente y retienen sus medios contráctiles, se
produce una perfusión desordenada del flujo sanguíneo hacia el espacio intervelloso. Esto, junto
con un suministro inadecuado de nutrientes y oxígeno, reduce la ramificación progresiva del árbol
velloso a medida que avanza la gestación, reduciendo la superficie disponible para el intercambio,
con el posible resultado de RCF y muerte fetal. Además, si el proceso de regresión del corion
frondioso a Si la liberación de corion no ocurre correctamente, las membranas coriónicas pueden
separarse prematuramente, lo que resulta en desprendimiento de placenta o parto prematuro. La
preeclampsia es el resultado de la liberación de productos de la placenta mal perfundida y
estresada a la circulación materna, lo que desencadena un trastorno endotelial sistémico (Burton et
al., 2019; Roberts y Redman, 1993). Por tanto, el resultado clínico exacto de la invasión
trofoblástica defectuosa depende de la extensión de la invasión arterial y del número de arterias
invadidas. Debido a que la invasión profunda del trofoblasto en el útero es una característica que
se observa sólo en humanos y grandes simios, la transformación defectuosa de las arterias ha sido
difícil de caracterizar y, por tanto, de diagnosticar en las primeras etapas del embarazo. Se están
desarrollando una serie de mediciones clínicas para superar esto, como la velocimetría Doppler de
la arteria uterina, que mide la resistencia al flujo sanguíneo y, por lo tanto, es una lectura indirecta
del grado de remodelación de la arteria espiral (O'Gorman et al., 2017). A medida que la EVT se
profundiza, aumenta la expresión de la proteína plasmática A asociada al embarazo (PAPPA-A), y
la medición de esta proteína en el suero materno en el primer trimestre es un predictor útil de un
GOS (Gaccioli et al., 2018). La proporción de tirosina quinasa 1 soluble similar a fms (Sflt1) y factor
de crecimiento placentario (PlGF) también está elevada en las mujeres antes de que desarrollen
los síntomas clínicos de preeclampsia (Zeisler et al., 2016); como tal, se puede utilizar una
proporción baja para predecir qué mujeres no desarrollarán el síndrome en la semana siguiente.
Otro enfoque es examinar la sangre materna en busca de biomarcadores que reflejen la función
placentaria. Estos incluyen miARN, exosomas, ADN libre, proteínas y ARN cortos no codificantes
(Barchitta et al., 2017; Gaccioli et al., 2018; Rolnik et al., 2018; Tsang et al., 2017; Yoffe et al.,
2018). Los beneficios de estas pruebas de detección en poblaciones de bajo riesgo aún no son
evidentes, sobre todo porque la única intervención posible en la actualidad es el parto prematuro
con un riesgo evidente para el recién nacido; Además, algunos informes sugieren que estas
pruebas de detección pueden en realidad ser perjudiciales (Monier et al., 2015) Como la invasión
defectuosa del trofoblasto es la causa última del GOS, es importante comprender cómo se regula
la invasión del EVT en el útero. El papel de la decidua en la prevención de que las células
placentarias invadan demasiado queda claro en los informes clínicos en los que la placenta se
implanta en un sitio donde la decidua es deficiente o está ausente (Jauniaux et al., 2018). Esto
puede ocurrir en el segmento inferior del útero cerca del cuello uterino o sobre una cicatriz de
cesárea de un embarazo anterior. En estas situaciones, el EVT penetra en el miometrio y destruye
las células del músculo liso con un efecto similar apariencia "fibrinoide" a la que se observa cuando
el trofoblasto transforma la media arterial en espiral. Además, la fusión con las células gigantes del
lecho placentario, que normalmente se observa al final de la migración del EVT, se reduce
drásticamente (Hannon et al., 2012). En conjunto, estos hallazgos resaltan que el límite territorial
entre la placenta y la madre debe controlarse con precisión y que este acto de equilibrio está
mediado por la decidua.

La memoria y la especificidad son características de las respuestas inmunes. Estos tienen


resonancia en la preeclampsia y apuntan a un papel del sistema inmunológico en su patogénesis
(Wikström et al., 2012). La preeclampsia exhibe cierto nivel de memoria, mediante el cual las
células inmunes "recuerdan" encuentros con patógenos específicos y posteriormente responden de
manera diferente al mismo patógeno (Sun et al., 2014). De hecho, la incidencia de preeclampsia es
mayor en el primer embarazo y luego disminuye si el segundo embarazo es con la misma pareja.
También existen efectos específicos de la pareja sobre la preeclampsia, como se observa en
embarazos de mujeres que cambian de pareja (Wikström et al., 2012). Estos hallazgos
epidemiológicos nos llevaron a explorar las interacciones entre KIR y sus ligandos HLA-C en uNK.
Este estudio reveló que tanto los ligandos KIR materno como fetal HLA-C son altamente
polimórficos, y se encuentran combinaciones particulares de KIR/HLA-C en embarazos
complicados por preeclampsia y FGR (Moffett y Colucci, 2015). Aún se desconoce exactamente
cómo estos hallazgos genéticos se traducen en funciones de las células uNK; Las células uNK
pueden afectar la invasión de EVT directamente o actuar indirectamente sobre las arterias o
glándulas.

Conclusiones y direcciones futuras Aunque se ha aprendido mucho recientemente, todavía quedan


muchas preguntas por responder sobre el desarrollo placentario humano: la especificación del
linaje TE, la identidad de las CET, la diferenciación en los dos linajes principales y el impacto del
entorno materno en ambos. el APV y la EVT. Aunque estudios recientes han revelado
características específicas y únicas del trofoblasto humano y el microambiente decidual, está claro
que el desarrollo de la placenta humana es complejo y difícil de estudiar. Sin embargo, ahora se
están utilizando nuevas técnicas para estudiar el desarrollo placentario humano con el fin de
superar estos desafíos. Estos incluyen scRNA-seq, transcriptómica espacial, epigenética,
expresión de miRNA, técnicas de imagen avanzadas y cultivos de organoides (Fig. 3). Por lo tanto,
este es un momento emocionante para la investigación placentaria a medida que comenzamos a
abordar la cuestión fundamental de cómo se desarrolla la placenta humana en embarazos
normales y anormales.

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