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1. Introducción
Los economistas distinguen, pues, entre los que soportan la carga de un impuesto y
aquellos sobre los que se establece o se recauda.
Carga fiscal: es el verdadero peso económico de un impuesto. Es la diferencia entre la
renta real de una persona antes y después de que se establezca el impuesto, teniendo en
cuenta la totalidad de los ajustes de salarios y precios.
La verdadera incidencia de un impuesto puede ser muy distinta de la pretendida.
¿Paga a quien se grava?
Cuando un parlamento discute la introducción de un impuesto, sus méritos se valoran
en función de su impacto en el bienestar de la sociedad.
Los efectos distributivos del impuesto suelen estimarse tomando como referencia su
impacto formal o legal, es decir, los impuestos inciden, al menos inicialmente, sobre
el sujeto pasivo.
Si esto fuera realmente así el análisis económico tendría poco o nada que decir en este
campo. Cuando se analiza un horizonte temporal mayor al MUY corto plazo…
La introducción de un impuesto altera el equilibrio de la economía, por lo que los agentes
económicos reajustarán sus decisiones de producción y/o consumo. Como consecuencia,
la carga real de los individuos formalmente incididos podría ser menor que la carga legal.
Existe un interés económico en conocer quien soporta la carga del impuesto, es decir, la
diferencia en términos de renta real o bienestar de una persona antes y después de los
reajustes producidos tras el establecimiento del impuesto.
A esto se le denomina análisis de la incidencia del impuesto.
Cuando tras el establecimiento del impuesto, la disminución de la renta real o el
bienestar de los individuos formalmente incididos es menor que la carga real se dice que
existe traslación del impuesto.
Cuando esta traslación se produce hacia los consumidores se dice que ha habido una
traslación hacia adelante del impuesto.
Cuando esta traslación se produce hacia los factores de producción se dice que ha
habido una traslación hacia atrás del impuesto.
La traslación del impuesto puede ser total o parcial.
La forma tradicional de analizar la incidencia impositiva se fundamenta en los cambios
en los precios relativos ya sea sobre:
Consumo (incidencia sobre usos de renta).
Factores de producción (incidencia sobre fuentes de renta).
Tradicionalmente, los estudios de incidencia han agrupado a los individuos en:
Consumidores y productores; trabajadores y capitalistas; residentes o no residentes…
Los cambios en los precios relativos ofrecen una indicación de los cambios en el
bienestar.
La incidencia de los impuestos tiene también efectos sobre la equidad:
• Cuando se dice que un impuesto debe ser justo esto debe basarse sobre quién
incide.
• Si la sociedad considera que deben gravarse la producción, deben ser los dueños
de los factores de producción los que soporten el impuesto.
• Son preferibles los impuestos cuya incidencia real coincida con su incidencia
aparente.
¿De qué depende la incidencia de un impuesto?
En general, el impuesto tiende a ser trasladado (soportado) por aquellos agentes cuyas
ofertas o demandas sean más elásticas (inelásticas). A esta primera conclusión del
análisis cabe unir una segunda que subraya la escasa relación existente entre el impacto
legal de un impuesto y su incidencia económica: la distribución de la carga entre
consumidores y productores es independiente de que sean éstos o aquéllos los
legalmente obligados al pago.
En el caso de una industria competitiva, mostramos que el precio sube normalmente en
una cantidad menor que el impuesto y que la magnitud de la subida depende de la
elasticidad de la oferta y la demanda.
Impuestos sobre bienes: Ad-valorem productores
Dado un nivel cualquiera de producción de equilibrio -dada una reducción cualquiera del
ingreso marginal- el impuesto ad valorem recauda más ingresos, como muestra la figura;
en otras palabras, dados unos ingresos fiscales cualesquiera por unidad (t = t^ x p), la
producción será mayor con un impuesto ad valorem y, por 10 tanto, el precio será más
bajo y los ingresos totales del Estado serán mayores.