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Para que ello ocurra de manera adecuada, lo más indicado es que se establezcan
normas cuyo objetivo sea regular y dar una correcta dirección al llevarlas a cabo.
Existen leyes que regulan la educación y la educación inclusiva las cuales son
muy claras al respecto de la inclusión que por derecho inherente tiene cualquier
persona en situación de vulnerabilidad.
Las leyes se hicieron para llevarse a cabo, sin embargo los análisis educativos al
respecto indican otros resultados, debido a circunstancias adversas que se
presentan en el aula.
La fórmula para lograr la inclusión va por buen camino, aunque aún falta mucho
por recorrer. La diversidad no es una utopía, es algo que si trabajamos juntos con
el rumbo adecuado, será una realidad.
INTRODUCCIÓN
Actualmente vivimos una realidad no tan complicada para las personas con
discapacidad o en situación vulnerable, como lo era hace algunos siglos.
Cuando se comenzó a hacer conciencia de la existencia de estos grupos de
personas, se les comenzó a tratar como gente enferma, la cual lo único que podía
recibir de la sociedad era sentimientos y actos de lástima y caridad.
Evidentemente el pensar en algún tipo de instrucción para ellos era imposible.
Al paso de los siglos fue mejorando su situación en muchos sentidos, sin embargo
aún no logramos llegar a ese momento en el que ya no sea necesario implementar
leyes que favorezcan su inclusión.
Según Platón (Grecia, 427 a.C.-347 a.C.) la educación es el proceso que permite
al hombre tomar conciencia de la existencia de otra realidad, y más plena, a la que
está llamado, de la que procede y hacia la que se dirige. Por tanto
“la educación es la desalineación, la ciencia es liberación y la filosofía es
alumbramiento”.
Por otro lado, el concepto de Aristóteles (Grecia, 384 a.C.-322 a.C.) se refiere a
que la educación es “el principio mediante el cual la comunidad humana conserva,
transmite y mejora su peculiaridad física y espiritual”.
En épocas más modernas Piaget (Suiza, 1896-1980) dijo que “educar es forjar
individuos, capaces de una autonomía intelectual y moral y que respeten esa
autonomía del prójimo, en virtud precisamente de la regla de la reciprocidad”.
Con base en los conceptos anteriores, y tras muchos años de estudios sobre la
educación, hasta el día de hoy podría establecerse una definición sobre ella como
el proceso por medio del cual se pretende transmitir conocimientos, hábitos,
costumbres y valores dentro de la sociedad de una generación a otra.
Dentro de la educación, existen tres diferentes tipos. La educación formal, la
informal y la no formal. La primera se refiere a aquella que se ofrece de manera
habitual por un centro de educación, con una estructura establecida por medio de
una serie de reglas que establecen la autoridades educativas de cada región o
país. Este tipo de educación se produce de manera totalmente intencional y de
forma bidireccional por parte del educador y educando.
La segunda se produce por procesos de aprendizaje que suceden en todo
momento, mediante las experiencias diarias y el entorno que rodean al individuo.
Este tipo de educación se produce de manera no intencionada, no tiene una
estructura ni una metodología. Es un proceso de aprendizaje que sucede de
manera continua y espontánea.
La tercera es aquella que se lleva a cabo fuera de un ámbito escolar, sin
estructura ni metodología, pero que ésta si tiene como objetivo impartir ciertos
aprendizajes en el educando aún cuando ello no implique un método
sistematizado, un orden o una planificación.
I. Universal, al ser un derecho humano que corresponde a todas las personas por igual, por
lo que:
II. Inclusiva, eliminando toda forma de discriminación y exclusión, así como las demás
condiciones
Artículo 8. El Estado está obligado a prestar servicios educativos con equidad y excelencia.
Las medidas que adopte para tal efecto estarán dirigidas, de manera prioritaria, a quienes
pertenezcan a grupos y regiones con mayor rezago educativo, dispersos o que enfrentan
situaciones de vulnerabilidad por circunstancias específicas de carácter socioeconómico, físico,
mental, de identidad cultural, origen étnico o nacional, situación migratoria o bien, relacionadas con
aspectos de género, preferencia sexual o prácticas culturales.
Es así como el Estado decreta las garantías que tienen los NNAJ a la educación,
incluidos aquellos que tengan alguna discapacidad o situación de vulnerabilidad.
Sin embargo, y a manera de asegurar los derechos que tienen como ciudadanos
mexicanos todas aquellas personas con discapacidad, se crea la Ley General para
la Inclusión de las Personas con Discapacidad, teniendo como reforma más
reciente la que realizó dentro de su mandato presidencial el Licenciado Felipe
Calderón Hinojosa, siendo presidente de los Estados Unidos Mexicanos, en 2018.
Dicha Ley establece los derechos inherentes de toda persona con discapacidad
dentro del territorio mexicano. En el Título Segundo, Capítulo III, se decretan los
temas referentes a la Educación. Dentro de este capítulo, en los artículos 12, 13,
14 y 15, se hace mención de la educación para las personas con discapacidad, en
donde de manera contundente se establecen sus derechos.
Artículo 13. En el Sistema Nacional de Bibliotecas y salas de lectura, entre otros, se incluirán
equipos de cómputo con tecnología adaptada, escritura e impresión en el Sistema de Escritura
Braille, ampliadores y lectores de texto, espacios adecuados y demás innovaciones tecnológicas
que permita su uso a las personas con discapacidad.
Artículo 14. La Lengua de Señas Mexicana, es reconocida oficialmente como una lengua nacional
y forma parte del patrimonio lingüístico con que cuenta la nación mexicana. Serán reconocidos el
Sistema Braille, los modos, medios y formatos de comunicación accesibles que elijan las personas
con discapacidad.
Artículo 15. La educación especial tendrá por objeto, además de lo establecido en la Ley General
de Educación, la formación de la vida independiente y la atención de necesidades educativas
especiales que comprende entre otras, dificultades severas de aprendizaje, comportamiento,
emocionales, discapacidad múltiple o severa y aptitudes sobresalientes, que le permita a las
personas tener un desempeño académico equitativo, evitando así la desatención, deserción,
rezago o discriminación.
Es así como el Estado contempla dentro de las Leyes de Educación e Inclusión los
derechos que como ciudadanos mexicanos tienen las personas con discapacidad
en nuestro país. Sin embargo, debemos de analizar si esos derechos se llevan
realmente a cabo en la práctica, en el día a día y dentro del aula, específicamente
con respecto a la educación que es el tema que nos compete.
Básicamente la educación inclusiva se refiere a que todos los NNAJ, sin importar
su condición, deben de compartir un espacio en común dentro de las instituciones
educativas tradicionales con un soporte docente adecuado a las necesidades que
requiera cada caso.
Pero más allá de compartir el espacio físico, se trata de crear una experiencia en
la cual tanto los alumnos regulares como aquellos vulnerables sean parte de la
misma comunidad sin excluir a nadie bajo ninguna circunstancia y así logrando
que todos participen como grupo. Deben ser aceptados y valorados logrando un
centro escolar y social que les ofrezca a cada uno de los alumnos, las
oportunidades educativas, el apoyo curricular, personal y material necesarios para
su progreso académico y personal.
¿Es fácil? Por supuesto que no, es una situación compleja a la que se enfrentan
los docentes sin estar adecuadamente capacitados para ello. Más aún cuando los
grupos son tan numerosos como suelen ser en nuestro sistema educativo.
Sumado a toda la carga administrativa, planeaciones, juntas de consejo técnico,
festividades, cursos y las mismas clases, habría que considerar los métodos y
tiempos a emplear para que realmente se lleve a cabo esa inclusión.
Sin embargo, las capacidades, habilidades, herramientas, experiencia, sentido
común e incluso hasta intuición, en la mayoría de los casos llevan al docente a
tener logros significativos dentro del aula para lograr la tan anhelada inclusión.
Dentro de esta metodología se debe de tener muy claro que este tipo de
educación debe de favorecer la igualdad de oportunidades, fomentar la
participación, la solidaridad entre alumnos con el fin de mejorar la eficacia del
sistema educativo.
2. Estrategias de enseñanza-aprendizaje.
Diseño de prácticas efectivas en las que puedan tomar parte todos los alumnos
Importancia del aprendizaje social (trabajo colaborativo entre el alumnado)
Organización del aula
Optimización de los recursos materiales y humanos existentes y, en particular, de los
conocimientos y experiencia de cada profesor.
4. Organización interna
De inicio se propone trabajo conjunto de los docentes, lo cual sería muy eficaz en
esta situación. Aunque la realidad es otra, habitualmente se deja sólo al docente
con el caso, lo cual limita de manera considerable los logros que se podrían llegar
a tener.
CONCLUSIÓN
La inclusión es un deber de todos. Aún cuando los que están relacionados con el
ámbito educativo sean los “responsables” de llevar a cabo esa inclusión a nivel
escolar, aquellos que no sean parte de un sistema escolarizado también pueden y
deben ser parte de este proceso. Es increíble pensar que actualmente alguien se
crea con el derecho de segregar o excluir a otro por cualquier motivo.
Los docentes hacen lo que está dentro de sus posibilidades físicas y académicas
para lograrlo. Su labor es absolutamente loable pues se enfrentan a retos
diferentes todos los días ante los cuales generalmente deben de luchar de manera
individual. ¿Están acostumbrados a ello? Si ¿Es el mejor método de abordar el
tema? No.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS