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¿Cómo nació el neorrealismo Italiano?

Durante la Segunda Guerra Mundial, la población italiana también consumía


cine americano, un tipo de cine más glamuroso y seductor que reflejaba la
prosperidad de Estados Unidos y que no tenía nada que ver con la realidad
que sufría el pueblo italiano.

Los finales felices se alejaban mucho de las penurias que sufría la población
en las calles y poco a poco un espíritu crítico comenzó a aflorar en la
sociedad italiana. Una de las primeras voces que se alzó en contra del cine
propagandístico del régimen fue el periodista Leo Longanesi, que exigió a los
cineastas rebelarse contra Mussolini y retratar lo que en realidad estaba
pasando en el país; crisis social, guerra, desempleo y miseria.

Desgraciadamente, los estudios de Cinecittà serían saqueados por los


alemanes, quienes la utilizarían primero como campo de concentración para
civiles y posteriormente sería bombardeada por las fuerzas aliadas.
Finalmente, el régimen de Mussolini caería en 1943 y dos años después
finalizaría la guerra, dejando tras de sí ruina y devastación.

A pesar del triste panorama, a partir de 1945, libres de la censura de


Mussolini, los cineastas se unieron para mostrar, al fin, las condiciones
económicas y sociales en las que se encontraba el país. Nace así el
Neorrealismo Italiano, un término acuñado por los críticos Antonio
Pietrangeli y Umberto Barbaro tras estrenarse la que se considera una de las
primeras películas de esta corriente, Roma ciudad abierta (1945), de Roberto
Rossellini.

Estilo plasmado en el cine:

La búsqueda de la verdad se concibió como un mantra sagrado. Daba igual


si ello suponía sacrificar la perfección técnica de la obra en cierta
manera. La cotidianeidad, el homenaje a los caídos en la guerra y la vida en
las calles fueron temáticas recurrentes del movimiento.
A su vez, el blanco y negro, el estilo casi documental y las localizaciones
naturales, frente a las anteriores producciones hechas en estudio, se
marcaron como líneas definitorias de la filosofía neorrealista.

El guion era otro centro neurálgico de las películas. Se exploraban de forma


más profunda y compleja los sentimientos de los personajes y, por ello, los
diálogos se mimaban especialmente.

Los directores neorrealistas creían en el poder del cine para cambiar las
cosas o, al menos, para transformar la sociedad planteando preguntas a los
espectadores. Por ello, la improvisación durante los rodajes fue un modus
operandi fundamental en esa búsqueda de la verdad.

Tal era la naturalidad que se pretendía, que los realizadores solían contratar
a actores no profesionales. Sin ir más lejos, Vittorio de Sica en ‘Ladrón de
bicicletas’, otra de las películas referentes del Neorrealismo, rechazó a Gary
Grant para el papel protagonista y, en su defecto, escogió a Lamberto
Maggiorani, un obrero que aún no había trabajado como actor. Aunque esto
no implicaba dejar de lado el casting, todo lo contrario, precisamente para
dar con el reparto perfecto se hacían pruebas a cientos de personas.

En cuanto a lenguaje cinematográfico, de nuevo, la naturalidad fue un punto


clave. La libertad de movimiento para buscar una mayor verosimilitud se
conseguía con cámara en mano y con tomas de larga duración, evitando los
cortes entre tomas cuando fuera posible.

¿Cuándo y cómo acabó el Neorrealismo?

En la década de los 50 se reforzó la censura sobre la corriente neorrealista al


considerar que la visión pesimista de la sociedad italiana no era comercial de
cara al panorama internacional. La imagen que se quería promover desde
Italia era la de un país más moderno y cosmopolita y no tan centrado en la
crítica social de la posguerra.

El Neorrealismo fue perdiendo fuelle poco a poco frente a un cine más


personal que bebía directamente del movimiento. Surgió, de esta manera,
una especie de Posneorrealismo de la mano de directores como Federico
Fellini y Michelangelo Antonioni, entre otros, que buscaron nuevas formas de
retratar a la sociedad italiana a través de la pantalla.

Sin embargo, gracias al Neorrealismo, durante mucho tiempo el cine italiano


fue considerado un referente internacional. Fue tal su influencia que llega
hasta nuestros días, ya que a le debemos nuestra forma de entender el cine,
no solo como un modo de entretenimiento, si no como una herramienta de
reflexión social y moral. ¿Existe algo más bello que el arte como medio para
transformar el mundo?

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