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N° 67 Marzo 2003 - 64 páginas - DISTRIBUCIÓN GRATUITA

Periódico orientado a la difusión y el desarrollo del psicoanálisis


LETRA VIVA LIBROS - Av. Coronel Díaz 1837, Capital. Tel. 4825-9034

Las primeras entrevistas


en psicoanálisis
Norberto Giarcovich, pág. 3 / Daniel Silliti, pág. 19 / Liliana Donzis, pág. 23
Alberto Grimau, pág. 27 / Martín H. Smud, pág. 31

La nueva virilidad y el falo materno


por Juan Bautista Ritvo, pág. 34

¿Por qué sucedió?


por Carlos Gustavo Motta, pág. 36

Entrevista a Ricardo Rodulfo


por Emilia Cueto, pág. 40

Algunas tesis para el psicoanálisis


en extensión
por Sergio Rodríguez, pág. 46

El “¿por qué?” de los niños y el


“no te lo hago decir”
por Graciela Musachi, pág. 50

Reflexiones sobre la ilusión y la


desmentida
por Manfredo Teicher, pág. 53

Lenguaje y sublimación
(Segunda entrega)
por José Luis Berardozzi, pág. 55
Letra Viva libros. Av. Coronel Díaz 1837 (1425) Buenos Aires, Argentina. Telefax 4825-9034

Las primeras entrevistas en psicoanálisis

El tiempo del acto


El tiempo cronológico de las entrevistas preliminares,
y el acto de entrada en análisis

por Norberto Giarcovich

L
as entrevistas preliminares fueron pensadas por Freud sentaciones, sin duda referidas al fantasma. Indica al pacien­
como un período de prueba, necesario para que el ana­ te “Diga, pues, todo lo que se le pase por la mente, no ceda a
lista tomara conocimiento del caso, arribara a un diag­ la crítica, dígalo a pesar de ella y aun justamente por haber
nóstico y evaluara si era posible iniciar un tratamiento. registrado una repugnancia al hacerlo”.
El diagnóstico diferencial entre neurosis y psicosis fue cru­ En Lacan no encontramos una especial atención por lo re­
cial tanto para Freud como para Lacan. chazado, por la crítica, ni por lo desagradable, sino por de­
Freud trató siempre de evitar generar falsas expectativas cir “no importa que”, a lo que agregaba, “sin dudar de decir
de curación, y Lacan, a su vez, intentó prevenir la inclusión tonterías, necedades”.
de sujetos con una estructura psicótica no manifiesta, los que Decir necedades, precisamente, no dice lo que debe ser, ya
puestos en tratamiento, debido a su carencia en lo referente que el discurso del ser no es otro que el de la bota, el de las
al Nombre del Padre, o su falla en el anudamiento borromeo, órdenes.
irremediablemente quedarían expuestos a situaciones desen­ Esta formulación, por parte de Lacan, de la regla fundamen­
cadenadas. Para ambos las entrevistas preliminares eran in­ tal tiende a evitar la sujeción del analizante al cumplimiento
soslayables. de una regla que ordene lo imposible, “decir todo” a la ma­
En estas entrevistas Freud estipulaba cuestiones sobre tiem­ nera del una orden superyoica.
po y dinero, y este trato también le servía para estimar si el Es que, el ideal del yo puede proponer al sujeto agradar
entrevistado podría sostener un tratamiento arduo y prolonga­ aun a costa de su propio desagrado, como aspiración soste­
do. Consideraba bueno procurar una selección antes de empe­ nida de alcanzar la posición de yo ideal a partir de lograr la
zar el análisis y no ahorraba en alertar a quién lo consultaba aprobación del Otro.
sobre las dificultades que implicaba el compromiso a asumir. El ideal del yo intenta recuperar el narcisismo perdido, pero
Por último hacía referencia a la “regla fundamental”. al mismo tiempo se confronta con esa imposibilidad estructu­
Encontramos algunas diferencias importantes entre Freud y ral a partir de lo que ya no es.
Lacan acerca de la enunciación de la regla fundamental, como Este intento será siempre fallido porque hay un real que es­
también sobre el tiempo de duración de las entrevistas. capa al discurso, lo que propicia el accionar del superyó, el
que no cesaría de acusar al analizante de no estar a la altura
A- La enunciación de la regla fundamental del cumplimiento de su deber.
El goce adviene a través de la voz del superyó que reclama una
En Freud hay una insistencia en superar la censura del yo perfección imposible, decir todo, el cierre de la castración.
y al igual que en la hipnosis, propone para éste un lugar des­ En este punto Lacan promueve un giro teórico al cuestionar la
centrado, que relate las ocurrencias pero que no pretenda con­ forma en que se había entendido el accionar del ideal del yo.
trolarlas, pese al desagrado que le provocarían ciertas repre­ El ideal del yo había sido pensado hasta allí como una ins­

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tancia simbólica que permitía superar la captura especular, Para Freud, las entrevistas tendían que ser cortas, entre otras
pero se tomaba poco en cuenta lo trabajado por Freud en Psi- cosas, porque el psicoanálisis es lento, y muchas veces la trans­
cología de las masas dejando en sombras que ese ideal, ade­ ferencia se adelanta y gana de mano al analista.
más de hacer posible una salida al campo del narcisismo, tien­ Dice Freud: “Las alteraciones anímicas profundas sólo se
de a ubicar al Otro en el lugar del amo. consuman con lentitud; y ello se debe en última instancia, a
Al escribir el discurso del Analista, Lacan despliega un discur­ la ‘atemporalidad’ de nuestros procesos inconscientes”. Ubi­
so nuevo, que básicamente difiere del discurso del Amo, al que ca al inconsciente por fuera del tiempo, y basa esa formula­
no suprime, pero en ese cuarto de giro genera una alternativa, ción en el concepto de “huella” que tiene la característica de
desplaza la figura del jefe como garante del lazo social. ser una inscripción que permanece siempre igual, por lo tan­
La cuestión del padre ideal, es decir el padre muerto, jun­ to siempre es “actual”.
to con la marginación o no de la dialéctica edípica determi­ A su vez, para Lacan, es y no es cierto que el inconsciente
nará los límites en los que se desarrollará el proceso analíti­ este fuera del tiempo.
co y la estructura de las sociedades o escuelas que dicen al­ El inconsciente está fuera del tiempo en la medida en que
bergarlo. él es el tiempo de sí mismo, el tiempo puro de la cosa, y pue­
de reproducirla según su modulación.
B- El tiempo de duración de las entrevistas El inconsciente dentro del tiempo es el automatismo de re­
preliminares petición. Círculo del discurso que se presenta como un com­
portamiento montado en el pasado que se reproduce en el
En lo que hace al tiempo que deberían durar las entrevis­ presente en tanto el inconsciente es el discurso del Otro. El
tas, Freud recomienda no extenderse demasiado en esta eta­ discurso del circuito en el que estoy integrado como un es­
pa previa, estima que una o dos semanas son suficientes, a labón más, como necesidad de repetición que surge más allá
riesgo de anticipar la transferencia que podría tornarse sal­ del principio del placer. Punto de articulación entre el tiem­
vaje, ya que el proceso analítico, llámese el analista, todavía po y el acto en la medida en que ambos se fundamentan en
no esta operando como centro de esa transferencia. la repetición.
Para Freud, el tiempo de las entrevistas está condicionado Encontramos en estas formulaciones una aproximación al
por el desarrollo de la transferencia. sujeto como significación y otra al sujeto como producto.
Lacan, a su vez, insiste con una única aclaración, dice que, Para referirnos al sujeto como significación contamos con
como todos saben, él realiza entrevistas prolongadas. dos significantes, es metafórico y está, en cierta medida, in­
Cierta diferencia se despliega alrededor del tiempo de du­ determinado.
ración de las mismas quizás porque no hay una coincidencia Para el sujeto como producto tenemos un sólo significante,
plena entre ambos sobre el tiempo y el inconsciente. un uno que es determinante, deja de lado la vacilación signi­
El tiempo freudiano no es equiparable a esa flecha dispa­ ficante y permite arribar a una conclusión.
rada hacia delante que atrae a los científicos, es retroactivo El acto es una acción que desencadena en el otro una con­
y posibilita articular el instante metafórico, con la constan­ clusión, es una intervención significante a partir de una es­
cia metonímica, su característica es simbólica. Hay tiempo en tructura gramatical, una marca que genera un antes y un des­
tanto hay símbolo. pués, por lo tanto es lógico que las entrevistas preliminares
En esto coincide Lacan pero además pone en juego el tiem­ tengan un fin y que esa conclusión sea un acto, en tanto det­
po de lectura del signo, una inversión de la imagen al fonema tiene el deslizamiento de la cadena significante y resignifica
que conformará la concatenación de los signos escritos. a partir de allí lo ocurrido hasta ese momento y hace posible
el comienzo del análisis.
Por último, veíamos que la huella era atemporal, pero la
articulación de las mismas, a través de un proceso de lectura
que haga posible su fonematización, va a permitir desplegar
un tiempo en la escritura, por ejemplo el del fantasma, como
lo realiza Freud en “Pegan a un niño”. q

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Teoría psicoanalítica

El seminario. Libro 8
La transferencia
Jacques Lacan, Paidós, 2003

A cuérdense de la escena
extraordina­ria que cons­
tituye la confesión pública de
te a Sócrates, cara a cara, ha
manifestado una tentativa de
seducción, ha querido hacer
metido por el deseo, es para
indicar claramente que tan
sólo es este envoltorio. El de­
Alcibíades y traten de situarla de él, y de la forma más ma­ seo de Sócrates, aunque él lo
en nues­tros términos. (...) nifiesta, alguien instrumen­ conoce, ha querido verlo ma­
Se confiesa, ¿ante quién? tal, subor­dinado ¿A qué? al nifestarse en su signo, para
Los otros, todos los otros, objeto de su deseo –el de él, saber que el otro, objeto, ágal-
aquellos que, por su con­ Alcibíades– que es ágalma, el ma, estaba a su merced.
cierto, sus cuerpos, su con­ buen objeto. Del capítulo XII
cilio, parecen darle el mayor Aún diré más. ¿Cómo no re­
peso posible a lo que se puede conocer, nosotros, analistas,
llamar el tribunal del Otro. ¿Y de qué se trata? Está clara­
qué es lo que constituye el va­ mente dicho: es el buen obje­
lor de la confe­sión de Alcibía­ to que Sócrates tiene en la ba­
des ante este tribunal? Es que rriga. Ahí Sócrates no es más
dice precisamente haber tra­ que el envoltorio de lo que es
tado de convertir a Sócrates el objeto del deseo.
en algo completa-mente so­ Si Alcibíades ha querido
metido y subordinado a otro manifestar que Sócrates es,
va­lor distinto del de la rela­ respecto a él, esclavo del de­
ción de sujeto a sujeto. Fren­ seo, que Sócrates le está so­

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Teoría psicoanalítica
Melancolía y verdad
Frédérik Pellion, Manantial, 2003

E n nuestra época la no­


ción de depresión ha
desalentado cualquier in­
prestigiosa tradición, tan­
to psiquiátrica como filo­
sófica, que permitió la re­
ce la función que la mi­
rada cumple en él. La
“excepción melancóli­
tento por establecer dife­ flexión que exi­ge el su­ ca" muestra , finalmen­
renciaciones clínicas y, en jeto melancólico, con la te, qué le sucede al len­
consecuencia, se excluyó tradición del psicoanáli­ guaje en la cruel espera
de la clínica la relación sis —freudia­no, posfreu­ de la verdad.
humana con la verdad. diano y lacaniano—, que
Por esta razón es tan ilumina el extraordinario
importante retomar el poder de significación de
concepto de melan­colía, ese sujeto.
en la medida en que la El presente estudio
melancolía es insepara­ de la pasión melancóli­
ble, precisa mente, de esa ca vuelve a darle su lu­
relación con la verdad. gar a la angustia, la cul­
Este libro articula el pa y el amor en este cua­
examen de la amplia y dro y, asimismo, esclare­

Clínica psicoanalítica
Cultura y padecimiento
Desafíos a la práctica clínica
Estela Irene Rosig (Comp.), Universidad de Tucumán, 2002

E ste libro refleja la pro­


ducción del Proyecto
de Investigación «Psico­
El consumo de tóxi­
cos está penalizado en
nuestro país; se lo clasi­
la forma­ción de un equi­
po interdisciplinario cuyo
eje de trabajo es la sub­
patología y actos delicti­ fica como uno de los de­ jetivización de la pena
vos bajo efectos de la dro­ litos de tenencia de estu­ en sujetos adictos a las
ga» entre los años 1999 y pefacientes. Esta clasifi­ drogas.
2001. En los años 1999 y cación impulsó al equi­
2000 se organizaron dos po del proyecto a inves­
cursos de posgrado. tigar el imaginario social
La psicosis es una de del «fenómeno droga», a
las respuestas que puede analizar el discurso jurí­
brindar el sujeto al sufri­ dico, a indagar los efectos
miento, y su abordaje te­ que produce en la subjeti­
rapéutico es un constan­ vidad una sanción penal.
te desafío para la prácti­ Estas investigaciones tra­
ca clínica. jeron como consecuencia

Ensayo

La cientificación del amor


El amor en la ciencia / Michel Odent, Creavida, 2002
H asta hace poco tiem­
po, el amor pertene­
cía al reino de los poetas,
do de tiempo que sigue
al nacimiento, tiene con­
secuencias a largo plazo
como el aspecto más vital
de la revolución científica
y como un ícono en la his­
artistas y filósofos. En las y en él está involucrada toria de la humanidad.
últimas décadas del si­ la capacidad de amar,
glo XX ha sido estudia­ que incluye el amor a la
do desde múltiples pers­ Madre Tierra.
pectivas científicas. En un momento en el
Entrelazando datos de que la humanidad debe
diversas disciplinas, Mi­ inventar nuevas estrate­
Letra Viva libros chel Odent puede ofre­ gias radicales para la su­
cer evidencias de que el pervivencia, la cientifi­
Av. Coronel Díaz 1837 - Telefax: 4825-9034 corto pero crítico perío­ cación del amor aparece

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Psicoanálisis en la Argentina

Fragmentos de la historia
del psicoanálisis
Krieger / Foks / Izaguirre / Lew / Szwarc / Tabacznik , JVE, 2002

U n conjunto de perso­
nas, algunas apenas
conocidas, comenzó a in­
con el aporte de todos
los psicoanalistas ads­
critos a todas las exis­
vanten comprensibles crí­
ticas. Pero es que la obra
realizada está abierta,
teresarse desde junio del tentes: hubo quienes no precisamente, a la crítica
año 2000 en llevar ade­ se encontraban disponi­ porque, en realidad, los
lante un proyecto: el estu­ bles, y también quienes participantes se convoca­
dio de algunos hechos de no aceptaron participar. ron no para decir la ver­
la historia del psicoanáli­ Como la pretensión con­ dad de la historia del psi­
sis en la Argentina. traria –la de contar con coanálisis en la Argentina
Si bien existían ya al­ el aporte efectivo de to­ sino para mostrar distin­
gunos antecedentes de dos y cada uno– es de tas versiones –y visiones–
ese tipo de trabajos, lo imposible cumplimiento de los acontecimientos.
notablemente novedoso en cualquier actividad; y
en esa oportunidad fue la como los trabajos se rea­
propuesta de trabajar du­ lizaron preferentemente
rante un período determi­ en base a la experiencia
nado de tiempo -dos años- de Buenos Aires, ciudad
investigando algunos te­
mas de esa historia.
que por razones históri­
cas y por las convenien­ Letra Viva libros
Si bien varias corrien­ cias de hecho, se presen­
tes están representadas taba como el lugar indi­
Av. Coronel Díaz 1837
en el emprendimiento, cado para centrar la ta­ Telefax: 4825-9034
no fue posible contar rea- es posible que se le­

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Clínica psicoanalítica
La pareja y el amor
Conversaciones clínicas con Jacques-Alain Miller en Barcelona
AA.VV., Paidós, 2003

H emos puesto “Rela­


ciones de pareja”, en
plural, porque no hay re­
co se refieren a una norma
para explicar su caso.
Creo que si hay una ri­
rece natural, pero no ol­
videmos que hay todo un
sector de la práctica que,
lación sexual, o propor­ queza evidente del mate­ por el contrario, está per­
ción sexual, según se tra­ rial clínico en esta reco­ dido si no puede referirse
duce: “II n’y a pas de ra­ pilación es porque pue­ a una norma.
pport sexuel”. No vamos den estar atentos al de­
a decir que estos casos lo talle, a la cosa rara, a
demuestran, pero sí que la cosa fantasmática, al
se ubican en el espacio sentido gozado de algu­
abierto por esta falta de nas expresiones, sin te­
inscripción de la relación ner que ordenarlo todo
sexual. Por eso, ninguno en relación con la desvia­
de nuestros colegas se re­ ción de una norma. Na­
fiere a una norma de la re­ die habla en términos de
lación de pareja. Tampo­ desviación y eso nos pa­

Psiquiatría

La ansiedad y sus trastornos


Ansiedad, pánico, fobias, obsesiones, estrés y trauma
Alfredo H. Cía, Polemos, 2002

E l texto está orientado


a aquellos que traba­
jan en la atención clíni­
como: ansiedad en la clí­
nica, ansiedad en niños
y adolescentes, ansiedad
para arribar a un adecua­
do diagnóstico y efectuar
el seguimiento de cada
ca de pacientes, tanto en en la tercera edad, ansie­ patología en particular.
clínica médica como en dad en la mujer, ansiedad
las distintas especialida­ y depresión, ansiedad y
des del campo de la me­ abuso de sustancias.
dicina y psicología. El lector encontrará
Era necesaria la apari­ estrategias farmacológi­
ción de esta nueva obra cas y psicosociales. Asi­
actualizada, que apor­ mismo, se describen los
ta nuevos capítulos den­ instrumentos específicos
tro del fascinante mun­ de evaluación (escalas)
do de la ansiedad, tales actualmente disponibles,

Psicología forense

Pericia psicológica
Irene Talarico Pinto, La Rocca, 2002

E l ensayo intenta ser


una guía explicati­
va del inicio del proce­
teria Psicología Forense,
con el agravante de no
contemplar los aspectos
una guía de comparación
con sus propias investi­
gaciones.
dimiento adecuado, no formales del proceso ni
sólo en lo que hace a la los pasos para cumplir
redacción de una peri­ con una pe­r icia judi­
cia, sino también en los cial. En tal sentido, tam­
pasos previos al infor­ bién se exponen algu­
me final. nos ejemplos de escritos
Aun cuando la carre­ y de las respuestas más
ra de psicología se dic­ frecuen­tes a cada test,
ta en muchas universi­ según el trastorno en­
Clases de alemán  4855-2248 dades, no siempre ocu­ contrado, a fin de que
rre lo propio con la ma­ los peritos puedan tener

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Clínica psicoanalítica con niños

Aún los niños


Psicoanálisis y subjetividad del niño en nuestra época
Alicia Hartmann, Letra Viva, 2003

D el lado de los analis­


tas se ha dicho “que
renuncie al psicoanáli­
nuestro país como bien
cultural que se hacía es­
tandarte de una cierta in-
diano de la conferencia
sobre la femineidad, que
concierne a la sexualidad
sis” quien no considere telligentzia. Pero a medi­ femenina, sino que ata­
en su horizonte la subje­ da que ha crecido la aten­ ñe en nuestro tiempo, a
tividad de su época. En­ ción pública, la extensión la modalidad en que se
tonces, “aún los niños”, a otros medios, el traba­ inscribe la castración del
encore los niños, trataría jo hospitalario —nuestra Otro: volviendo al yo,
los niños, en corps los ni­ preciada herramienta de cuando se rompe el cris­
ños. Es allí en el cuerpo trabajo sobre la subjetivi­ tal, como son los bordes
de la infancia donde va­ dad del niño— fue abor­ de la rotura de ese cristal:
mos a situarnos. dando situaciones más su singular escisión.
De las consultas por to­ complejas, en las cuales
ses, pis, cacas, miedos, se puede vislumbrar el ho­
síntomas fenoménicos de rizonte de nuestra época,
la neurosis de la infancia y que introduce sustancia­
quedan los testimonios de les diferencias que nos lle­
otras épocas: “Esa de oro” van a analizar el espectro
Letra Viva libros donde el psicoanálisis era
para quien podía acceder
de nuestra práctica.
Baudrillard habló del
Av. Coronel Díaz 1837 a él, ya sea por su ubica­ “continente negro” de la
Telefax: 4825-9034 ción en relación a los bie­ infancia, que no se trata
nes cuando circuló en del dark continent freu­

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“Se trata de cómo ser un “desvergonzado” sin ser un “sinvergüenza”,


de actuar responsablemente acorde al deseo y no de ser un canalla, de
sostener el propio deseo sin desconocer la existencia del semejante”
Hugo Dvoskin

De los diez mandamientos a la regla fundamental


(Mayo, 1992)
Los trabajos que constituyen este libro son un recorrido: testimonio
de la Clínica, soportes teóricos de una praxis, efectos escritos de una
transmisión.
El psicoanálisis está en la Universidad, en los Hospitales, en los
historiales freudianos, en los textos y en la Literatura, en los grupos de
estudio y en las supervisiones, Pero paradójicamente sólo está esa praxis en
la que se propone como camino y que resulta del padecimiento de quienes
interrogados, consultan. De modo que los analizantes ocupan el lugar de
causa para la causa del psicoanálisis.
De los Prólogos

De los mismos-distintos lugares


(Octubre, 1996)
En una época en la que “queda bien” la deriva de las preguntas,
este libro está plagado de afirmaciones. La marca fuerte del libro: la
renegación de las faltas de un padre, sólo conducen a la neurosis... o a la
religión. En lugar de “Eli, Eli, por qué me has abandonado” —del Cristo
crucificado—, hay en el texto un quehacer con lo que viene del padre. Sin
riesgo de ser a-dorados, con el autor Freud y Lacan pueden descansar en
paz... mas no sus obras.
José Rehin

De la obsesión al deseo
(Noviembre, 2001)
Hugo Dvoskin nos advierte que en la especificidad de la clínica de la
obsesión, el sujeto neurótico se encuentra frente a la disyuntiva de tener
que abandonar el amparo del Otro o recorrer los meandros de su discurso
que lo confrontarán con una pregunta decisiva: “¿estoy a la altura de mi
deseo?”. La resolución de este interrogante supone el único camino para
desanudar la cuestión central: “¿qué es ser padre?”
Con el hilván de los sueños y la “La subversión del sujeto...”, el
autor aborda la metapsicología freudiana, el malestar en la cultura y la
degradación de la vida erótica, en un viaje que nos lleva desde la clínica
hacia la producción de conceptos.
Letra Viva

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Clínica psicoanalítica

Los dos análisis del Sr. Z


H. Kohut, Herder, 2002

A pesar de que empezó


siendo seguidor or­
todoxo de la teoría psi­
dos análisis del Sr. Z” e
“Introspección, empatía
y el semicírculo de la sa­
encontrar ciertas claves
que luego podrá desarro­
llar en la relación con su
coanalítica clásica, Heinz lud mental”, son la mejor paciente.
Kohut inició hacia el fi­ evidencia de este cambio
nal de su vida un distan­ de perspectiva y del es­
ciamiento progresivo del fuerzo de Kohut para
legado de Freud que cul­ mostrar cómo una prác­
minó en una de las más tica clínica basada en la
originales y fecundas re­ comprensión empática
visiones del método psi­ del otro puede aliviar su
coanalítico. Su máxima sufrimiento.
de que el psicoanálisis Si el lector se atreve a
“debe pasar de estudiar arriesgarse y cuestionar
a Freud a estudiar al ser la fiabilidad de los pre­
humano” orientó el de­ supuestos con los que
sarrollo de su “psicología opera, si está dispuesto
del self”, un método de a aceptar que su traba­
análisis basado en la em­
patía y el diálogo entre
jo es fructífero por fac­
tores bien diferentes de Letra Viva libros
paciente y terapeuta. aquellos que él conside­ Psicoanálisis - Ensayo - Filosofía
Los dos textos de ra esenciales, la lectura
Heinz Kohut que reco­ de este pequeño pero Av. Coronel Díaz 1837 - Telefax: 4825-9034
ge este volumen, “Los gran libro le ayudará a

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Teoría psicoanalítica
Ficcionario de psicoanálisis
Néstor Braunstein, Siglo XXI, 2002

C on enciclopédica glo­
tonería y con insolen­
cia solapada, el autor se
pueden enseñar poetas,
pintores, fotógrafos, bi­
bliómanos, niños, nove­
trategias que satisfacen
al deseo subliminándo­
lo y elevándolo así a una
lanza, a partir de ejem­ listas espantados por el potencia inaudita? ¿Qué
plos concretos, sobre los canto del gallo, esculto­ más lacaniano que inte­
productos de la cultura res, cinematografistas, rrogar como sospechosos
y las palabras de la ex­ dramaturgos, músicos y a las palabras y a las cons­
periencia cotidiana. Su traductores, qué pueden trucciones lenguajeras?
metodología no consis­ enseñar todos ellos al psi­
te en aplicar lo que él, coanalista?
como psicoanalista, su­ Lo freudiano y lo laca­
puestamente sabe del in­ niano se pasean con de-
consciente para encon­ senfado por las páginas
trar en los objetos de la de esta suite. ¿Qué más
cultura la confirmación freudiano que internar­
de ideas sino, precisa­ se en los laberintos de
mente, en lo contrario. las ficciones que sostie­
Braunstein quiere apren­ nen nuestra existencia y
der y transmitirlo: ¿qué mostrar en ellas las es­

Psicoanálisis con niños


Tramas del lenguaje infantil
Una perspectiva clínica / Juana Levin, Lugar, 2002
L a autora, a partir de
las diferencias entre
lengua, lenguaje, habla y
quiere decir que siem­
pre se desarrolle. ¿Es el
lenguaje es­tructurante o
te la pregunta por el ori­
gen, producción y creati­
vidad del lenguaje. A to­
discurso, enfoca las alte­ efecto de una estructura das les pertenece y a nin­
raciones del lenguaje en psico-social-históri­c a? guna en exclusividad. El
el niño. Siempre es en ¿El lenguaje se enseña o lenguaje no se cie­rra so­
rela­ción con otro que se se construye? bre sí mismo.
produce la apropiación El lenguaje es conside­
de la lengua, encontrán­ rado como un entrama­
dose niños al margen de do de diver­sas discipli­
ella. Remarca como uno nas: neurología, psicolo­
de los momentos clave: gía, psicoanálisis, socio­
la asunción subjetiva logía del lenguaje, lin­
del Yo. El he­cho de que güística y filosofía. Nin­
el ser humano tenga la guna en su especifici­
facultad de lenguaje no dad satisface plenamen­

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Teoría psicoanalítica
Los goces y sus vicisitudes
Alberto Grimau, Letra Viva, 2003

E sta historia comienza en


1993, año en el que dicté
un seminario en la Sociedad
de las tantas que Lacan nos ha
ofertado con su pensamiento.
A la serie de los goces, se super­
En estos diez años que han
pasado desde aquel semina­
rio, la tripartición de la subli­
Porteña de Psicoanálisis sobre ponen, se enhebran la célebre mación freudiana en los goces
un tema llamado el goce en la trilogía freudiana de 1826, “in­ lacanianos, se fueron gestan­
clínica. No podría decir que en hibición, síntoma y angustia”, do y labrando nuevas ideas
el espíritu de este libro no ha­ rebautizándolos como Nom­ respecto a esto último comen­
bitan medularmente similares bre del Padre en lo Imagina­ tado. No es posible en este es­
ideas que en aquella oportuni­ rio, Nombre del Padre en lo crito poder desplegar punti­
dad guiaron mi tarea. La idea Simbólico y Nombre del Padre llosamente esas articulacio­
fundamental, el hilo rojo por el en lo Real. No es sencillo seguir nes, pero he intentado en lo
que he tratado de avanzar, ha el derrotero de su pensamien­ posible no sólo no desestimar­
sido la reelaboración del con­ to, pero no cabe duda que esa las, sino procurar situar la ló­
cepto de sublimación freudia­ transformación responde a una gica teórica y clínica que se ha
no —cargado de complejida­ prolongada intención de redu­ ido enhebrando en esos desa­
des— y reimprimirlo en rela­ cir la primacía de lo Simbólico rrollos lacanianos.
ción a la teoría de los goces de de los orígenes e intentar tor­
Lacan. Trabajo arduo porque, nar equivalente la eficacia de
tanto conceptualmente, como los tres registros. Los Nombres
la puesta en el plano del nudo del Padre, que rebautizan la tri­
borromeo, constituyen enredos logía freudiana quizá no cons­
no muchas veces de fácil reso­ tituyan más que una de las in­
lución. Es más, esta tarea de quietantes ideas que Lacan nos
reescritura en rigor no impli­ ha legado, de importante va­
ca más que una lectura posible lor clínico.

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Ensayo Psicoanálisis y sociedad


Situaciones postales Produciendo realidades
Tomás Abraham, Anagrama, 2002 AA.VV, Topía, 2002

E ste libro es un díptico. Las


amistades de las que se ha­
bla transmiten la energía de la
da. “”Conversando con mis tías,
un ensayo enamorado. Es la his­
toria de amor de un sobrino con
E n los primeros días de junio
de 2002 Topía se vinculaba
estrechamente a Grissinpoli y la
tmeyer, que nos habían visita­
do en abril participando en el
Primer Encuentro de Fábricas
vida. Tiene su secreto, sus ten­ dos tías maravillosas, por lo be­ revista La Maza tenía su primer Ocupadas; R. Castel, quien des­
siones, arrepentimientos y, ade­ llas e inteligentes. Mary McCar­ diálogo con los trabajadores de de hace años trabaja sobre las
más sus argumentos. En la pri­ thy y Hannah Arendt que, el au­ Zanón; a la vez, ambas revistas consecuencias de la desocupa­
mera parte, “El desprecio de Na­ tor afirma, fueron sus tías y, ade­ organizábamos el primer festi­ ción como exclusión social; O.
bokov” y la madre de Wilson, se más, muy amigas entre ellas: val de apoyo a los trabajadores Martínez, quien junto a los in­
desarrolla un duelo de titanes: “Sus vidas y obras, sus cruces – de la fábrica Grissinopoli. tegrantes del Ta­ller de Estudios
Vladimir Nabokov y Edmund que a veces hacen intersección En ese momento nos propu­ Laborales viene estudiando el
Wilson. Este duelo tiene que con la historia anterior– dibu­ simos darle una nueva vuelta mundo del trabajo desde hace
ver con los límites de la ficción. jan una flor, es la que me hubie­ de tuerca a esta actitud. Es de­ más de una década; Juan Car­
¿Qué tipos de inventos son creí­ ra gustado regalarles. De hecho, cir, preparar un texto donde el los Volnovich, Alfredo Grande,
bles en nuestros días? ¿Qué tipo se la estoy regalando.” relato de algunas de estas expe­ desde el campo de la reflexión
de hibridez se da entre un des­ riencias permitiera reflexionar psicoanalítica.
pliegue teórico y la magia crea­ sobre sus consecuencias socia­
tiva? La traducción de un libro les y políticas. También creía­
de Pushkin fue el punto final de mos importante dar cuenta de
esta sólida y tensa amistad. Na­ sus efectos en la subjetividad
bokov se puso tan serio que ter­ al recupe­rar identidades colec­
minó en un delirio. Wilson quiso tivas que permiten enfrentar la
ser demasiado encantador, y lle­ fragmentación social que pro­
gó a ser opaco y aburrido. pone el poder.
Esa primera parte es un ensa­ Rápidamente surgieron algu­
yo respetuoso. No así la segun­ nos nombres: J. Pe­tras y H. Vel­

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Hemeroteca
Opacidades
Revista de psicoanálisis / Nº 2- entrelenguas

B astaría con que nues­


tro lector se demore
en la compilación que
consciente sin atenerse a
los juegos de su lengua. Y
eso, tomado retroactiva­
y “legitimación” del prac­
ticante; sólo entonces se
abriría el espacio posible
trae la anécdota de un mente por su faz menos li­ para trazar la diferencia
libro de Julio Verne rela­ gada al sentido, más ase­ mínima con aquellas ac­
tada en el artículo “Los mántica, es lo que desta­ tividades donde el reco­
primeros pasos...” Tra­ ca el artículo “Los márge­ nocimiento del Estado
tándose de un descifra­ nes borrados del texto es necesario. Es por lo
do en el que interesa la freudiano”. Cuanto más que publicamos “El esta­
relación entre las lenguas se hace de Freud el autor do de salud”, pronuncia­
en el sensible punto de de una teoría “psi” y mas do en un momento en el
los nombres propios, a la se presupone del análisis que esa cuestión agitaba
hora de tra­ducirlo y leer­ ser un saber concep­tual algunos rincones del ám­
lo es imposible ignorar ya ahí, más necesaria y bito analítico porteño.
que la del traductor y el dominante se vuelve la
lector cuenta como una cara semántica de la tra­
más, embrollando las ya ducción y más se ignora
existentes en el descifra­ lo que del descifrado toca
do de dicha anécdota.
Si en el descifrado
al cristal de la lengua.
Cuanto más énfasis de­ Letra Viva libros
cuenta lalengua, es evi­ mos a esa declaración es­
dente que, volviendo al trecha de la clínica, tan­ Av. Coronel Díaz 1837
co­mienzo, no hay presen­ to más problemática se Telefax: 4825-9034
tación freudiana del in­ volvería la preparación

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Las primeras entrevistas en psicoanálisis

Las primeras entrevistas


con pacientes toxicómanos
por Daniel Silliti

L
as primeras entrevistas con un paciente han sido siempre sustituir la palabra “tratamiento” por el de experiencia psi­
un espacio particular para el psicoanálisis. Conocemos coanalítica.
la analogía freudiana con el juego de ajedrez, del cual Aquello que durante mucho tiempo significaba un límite, un
se sabe sobre la apertura y el final de la partida pero poco de impasse en la eficacia del psicoanálisis, de la mano del pro­
cómo será el desarrollo. La experiencia nos indica (razones greso en la clínica y los modos de entenderla fue superado.
de estructura también) que difícilmente sea breve. Es el caso de las psicosis, terreno impedido para los psicoa­
Para Freud este primer tiempo era considerado esencial y nalistas. A pesar de la luz que las teorías freudianas arroja­
tenía varias funciones. En términos psicopatológicos, esta­ ban en el entendimiento de las psicosis, el espacio de la clíni­
blecer un diagnóstico que permita una orientación en la di­ ca y la terapéutica estaba vedado a partir de la dificultad en
rección de la cura; también estas entrevistas daban la pista el manejo de la transferencia. Lacan interviene en este punto
de si era posible iniciar un psicoanálisis con alguna probabi­ desbloqueando la acción del analista. Su “arenga” de no re­
lidad de éxito. Para ello recurría a lo que llamó “ensayo pre­ troceder ante la psicosis lanzó a los psicoanalistas a ocuparse
vio de una o dos semanas”. Situación que constituía a la vez de ella no sólo en el ámbito de la doctrina sino también en el
que una prueba de las condiciones del paciente para el aná­ de la práctica, incluso la terapéutica.
lisis, el inicio mismo del tratamiento. Otros estados del ser se presentaron siempre como refracta­
En su artículo de 1904 “Sobre psicoterapia”, enumera una rios a la acción del analista. Es el caso de las toxicomanías. No
serie de impedimentos al tratamiento analítico. Impedimen­ hay en Freud muchas referencias al tratamiento posible de los
tos que fueron sufriendo modificaciones a lo largo de la his­ adictos. En una carta a Edoardo Weiss, de 1920, a propósito de
toria del psicoanálisis, como lo señala J.A. Miller en “Las con­ un paciente politoxicómano, desaconseja el uso del psicoanáli­
traindicaciones al tratamiento psicoanalítico”; no sólo se mo­ sis. Más aún, no cree que haya ningún tratamiento posible.
dificó la serie de las contraindicaciones sino que el tratamien­ No tenían la misma opinión Ferenczi ni Abraham para quie­
to psicoanalítico cambió al punto de (recordando a Lacan) nes el psicoanálisis era la única posibilidad de tratamiento

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efectivo en estos casos.


El punto inicial en esta cuestión es que, si aceptamos la sustitución de “tratamiento”
por el de “experiencia”, debemos poner de relieve (como lo hace Miller) que un trata­
miento puede ser indicado, o contraindicado. En cambio una experiencia puede ser de­
seada o no por el sujeto. Ubicamos en el primer plano la demanda del sujeto.
¿Es posible intentar un análisis con sujetos que no lo demandan?. Indudablemente
las primeras entrevistas tratarán de ubicar este elemento: si la hay ¿cuál es la deman­
da del paciente llamado adicto? Y si no, ¿cómo hacerla surgir?
En este sentido hay que resaltar que el analista se encuentra ante una diferencia res­
pecto de la estructura del síntoma, por lo que parece impropio definir al consumo de
drogas como tal. En principio el síntoma representa algún tipo de sufrimiento para el
sujeto y es muchas veces el motor de la demanda de tratamiento. Por el contrario, el
consumo de tóxicos no suele implicar el aspecto del sufrimiento, más bien el sujeto en­
cuentra allí un bienestar que no encuentra en otro lado. En el síntoma, reconocemos
un goce que le es desconocido al sujeto, es lo que se aloja en la base de la transferencia
entendida como el sujeto supuesto saber, en tanto ese saber supuesto lo es de aquello
que al sujeto se le escapa y determina su sufrimiento. Este goce es a lo que la interpre­
tación apunta. En cambio del lado de la toxicomanía, el goce que se obtiene no se ocul­
ta al sujeto, más aún suele suponerse escondido al analista a menos que se sepa que él
ha participado alguna vez de la experiencia de la droga. Es en lo que se basan los trata­
mientos de recuperación (Uomo y Deypton) conducidos por ex–adictos, dónde queda
acentuado el aspecto imaginario de la transferencia, en la vía de la identificación.
Si siguiésemos los consejos de Freud, deberíamos rechazar la posibilidad de tratar
estos pacientes por la vía del psicoanálisis; en cambio podemos, parafraseando a La­
can, decir que no debemos retroceder ante las toxicomanías. Tal vez convenga ubicar
la cuestión del modo en que Miller lo hace en el artículo antes mencionado: si el trata­
miento psicoanalítico cambió es que el lugar del analista tampoco es el mismo: “Se tra­
ta menos de anticipar si la naturaleza del problema es accesible al psicoanálisis que de
saber si el encuentro con un psicoanalista será útil o no”.
En este sentido el analista se ofrece a este encuentro o no, y de esto dependerán las

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posibilidades de un análisis.
Los llamados adictos suelen presentarse de este modo: “soy adicto” (y
cualquiera de sus variantes) un modo que define al ser por su goce, y re­
fiere a la identificación con un significante tomado del Otro, en el que el
sujeto se encuentra congelado.
Ofrecerse en la vía de la identificación imaginaria (“sé de esto porque yo
también he pasado esa experiencia”) tan sólo aporta una petrificación de
esta identificación. Aceptemos que el analista no sabe de eso, y menos aún
está en posición de avanzar en la vía de solidificar tal identificación. Todo
análisis camina en el sentido contrario.
Si esta identificación no es conmovida, es poco probable que se abra un es­
pacio para el análisis, de modo que el primer tiempo de un tratamiento po­
sible con sujetos adictos es el de corroborar la posibilidad de conmover esta
identificación. Conmoción que suele producir la idea de una causa que da ra­
zones del consumo de drogas: “si no soy adicto, alguna razón me hace con­
sumir drogas”. Allí se abre el espacio a otra escena que las más de las veces
tiene una forma que desrresponsabiliza al sujeto. La causa es adjudicada al
Otro (la separación de los padres, la muerte del hermano, la enfermedad del
padre, etc.) avatares de la vida que justifican la desgracia del ser.
Nuevo callejón sin salida. No se es adicto, pero se tienen buenas razones
para entregarse a un goce que adormece de la miseria.
La operación del analista deberá apuntar entonces, a vaciar la causa de ma­
nera que el sujeto se encuentre en la posición de ir en busca de las determi­
naciones de la adicción, pero ahora en el sentido de la elección del sujeto.
De este modo se apunta a la implicación del sujeto en su acción, una im­
plicación que permita el pasaje del hacer que se pone en juego en el con­
sumo, al decir que caracteriza a la experiencia analítica.
Letra Viva libros Del lado del analista implica una apuesta: que la oferta que él hace encuen­
Av. Coronel Díaz 1837 - Telefax: 4825-9034 tre en el sujeto el eco que permita desplegar un saber ligado a la verdad.q

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Las primeras entrevistas en psicoanálisis

Las primeras entrevistas con niños y padres


por Liliana Donzis

L
a práctica del psicoanálisis nos evoca el conocido aforismo El inicio de la partida de un posible análisis con un niño su­
freudiano acerca del juego de ajedrez en el que podemos braya una demanda que se genera en la báscula entre el niño
predecir el inicio y el último movimiento de la partida, y sus padres. En la constelación producida en las redes fan­
Freud nos recuerda que las jugadas intermedias son imprede­ tasmáticas de los padres, caso que Lacan denominó “el niño
cibles y forman el vasto campo de lo singular de cada juego, de como verdad del síntoma parental”, o en su defecto el infans
cada análisis, de cada historia. Si el juego llega a su fin la última como objeto de la constelación pulsional o fantasmática ma­
jugada redimensionará las anteriores. La experiencia nos ense­ terna. Variedades de la posición del niño en el entramado fa­
ña que en el camino se producen obstáculos que en ocasiones miliar que debemos tener en cuenta a la hora de despejar los
son sorteables y en otras conllevan crisis transferenciales que enigmas que porta la consulta.
conducen a colapsos e interrupciones del tratamiento. Observamos una vez más que la estructura funda un modo
Ahora bien, ¿como se aplica esta amplia formulación de de relación del niño al Otro, sus padres en más de una oca­
la clínica cuando de niños se trata? ¿La primera entrevis­ sión ocupan ese Otro lugar condicionando de cierto modo las
ta es equivalente a la primera jugada o es necesaria más de vicisitudes de una consulta en la que las primeras entrevistas
una para aproximar algunas consideraciones con el niño y delinearán los pasos posteriores. Primeras entrevistas antes
sus padres? que primera entrevista ya que es menester una serie de en­
Los niños demandan análisis a través de múltiples modos cuentros para que se viabilice la chance de un campo trans­
que van desde el sufrimiento al síntoma. Desde el cuerpo que ferencial que será, a posteriori, el espacio privilegiado para
no se anuda a la palabra hasta la verbalización de conflictos, efectuar una lectura de la estructura subjetiva del niño, como
no obstante son generalmente los padres quienes en prime­ así también del saber insabido que se precipita del decir de
ra instancia buscan con quién, cómo y cuándo consultar al los padres y sus lugares y funciones en el entramado. Es des­
analista. Depende ciertamente de ellos la primer convocato­ de esta perspectiva que las entrevistas iniciales pueden gene­
ria pero no necesariamente concierne a los padres o a algu­ rar el campo propicio para la labor analítica. Pueden propi­
no de ellos el grito que enciende la llamada. ciar un mapeo de los enlaces y desenlaces entre padres e hi­

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jos, un mapeo inicial y no definitivo de la economía de goces y su relación


con la castración.
Entrevistas a los padres o a cada uno de ellos, entrevistas con juegos, di­
bujos y palabras con el niño o bien con padres e hijos… sólo por mencionar
algunas de las chances de la serie en la que ninguna de ellas prevalece por
sobre las otras y que colaboran en el armado del tablero transferencial en­
tre unos y otros. Entre el Otro y el niño. Entre el analista y el campo comple­
jo de la red significante, los ideales y los espejos que se enhebran entre hi­
jos y padres. Historias que marcan encuentros y fragilidades, lugares de fal­
ta y de malabares de demandas pulsionales incoercibles. Empleados de una
herencia de la que cada quien a su tiempo tendrá que apropiarse. Repeticio­
nes de lo no inscripto, de viejos traumas forjados a la luz de los linajes y las
trenzas borromeas de ambos polos parentales. En estas encrucijadas de Edi­
pos, Yocastas, Layos y esfinges se anudan y modelan las consultas por niños
y púberes a un analista.
Arminda Aberastury solía decir que en la primer entrevista con los niños
se plasmaban las fantasías de enfermedad y su curación posible. Entiendo
desde mi práctica que esta pionera señalaba una verdad que, amarrada en
lo imaginario de una representación de curación, nos dice de esos primeros
enlaces con ese punto exterior en el inicio de una cura que concierne al lu­
gar del analista. El analista escucha y opera en lo real de la clínica, sus in­
tervenciones y elecciones de los diferentes modos de instalación del dispo­
sitivo analítico nos dicen de una de las particularidades del trabajo con ni­
ños que atañe a la operatoria en la que desde la multiplicidad de decires se
recortará el sujeto de la transferencia.
La praxis nos ha enseñado que a partir de la consulta por un niño se des­
Letra Viva libros
pliegan cuestiones que llevan a una solicitud de análisis por parte de algu­ Av. Coronel Díaz 1837
no de los padres en relación a la singularidades de sus síntomas, inhibicio­ Telefax: 4825-9034
nes y angustias. Dicho de otro modo no siempre la consulta por un niño im­

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plica que el niño comience un análisis sino que la consulta permite la apertura de una
operación que desgaja y separa. De la alienación a la separación se delimitan el sujeto
y el Otro de la textura del fantasma.
El niño no circula aislado en el campo de la clínica, ni siquiera en situaciones de or­
fandad ni en las instituciones de desvalidos, la condición de lo infantil es precisamen­
te esta sujeción, este encadenamiento al campo del Otro que se inscribe en las opera­
ciones fundantes e instituyentes.
Es así que desde esta perspectiva he propuesto en más de una ocasión que en la con­
sulta por un niño los momentos iniciales se caracterizan por presentarse como una ban­
da de Moebius entre el niño y quienes ocupan las funciones parentales. Los efectos de
transferencia están indicados en esta superficie unilateral que no presenta ni interior ni
exterior. Superficie de una sola cara que indica que si trazamos una línea en ella, por
ejemplo la del niño, al recorrerla verificamos que nos encontramos en el trazado de la
aparente otra cara, en este caso la cara parental de la transferencia.
Coincidimos con Lacan cuando plantea que el sujeto es el corte en acto. Si cortamos
una banda de Moebius advertimos que con un corte cercano al borde obtenemos una
banda de Moebius y otra distinta, denominada “banda cilíndrica”. Pero si el corte se
produce por el buen lugar, por la mediana, este corte es idéntico al borde moebiano.
El analista será el punto exterior necesario a la banda de Moebius que permite en acto
que el efecto sujeto se produzca en lo real representado entre significantes posibilitan­
do así un nuevo empalme. Surge un nuevo sujeto de la diversidad discursiva, un suje­
to en transferencia.
Las entrevistas iniciales constituyen algo más y diferente que lo preliminar o un tiem­
po apto para sumar signos que permitan un diagnóstico. Entiendo que es el tiempo que
necesita la estructura para dar lugar a la palabra y sus eficacias transferenciales que
propician el efecto sujeto también con los niños en el espacio singular del juego, del di­
bujo y de sus historias inaugurales. q

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Las primeras entrevistas en psicoanálisis

Algunos comentarios sobre


la primera entrevista
por Alberto Grimau

¿
Cuál es el valor clínico de la primera entrevista? Así formulado podemos presuponer
que se tramita en ella algún rasgo específico diferencial con lo que habitualmente de­
nominamos “entrevistas preliminares”, o “período de prueba” en el decir de Freud.
De hecho, tal primera entrevista constituye el punto de inicio de ese período de prueba
o preliminar. ¿Qué se trata de probar o limitar en ese primer tiempo? Básicamente, podría­
mos enunciar dos cuestiones esenciales: la necesidad de determinación diagnóstica en su
más amplio sentido, y muy en particular, el establecimiento de una diferencia entre neu­
rosis o psicosis (volveremos sobre esto). Y, conjuntamente, la posibilidad de conjeturar el
ideal establecimiento de una demanda de análisis –sin profundizar sobre la compleji­
dad que encierra ese enunciado– habida cuenta de que a un analista se le debería de­
mandar una cura psicoanalítica.
Hace bastantes años, afirmaba en un artículo que el sujeto que concurría al primer en­
cuentro con el analista, lo hacía en la posición estructural del acting out. Hoy –pasado
el tiempo por la zaranda de la experiencia– extendería ampliamente tal afirmación. No
sólo porque también cabe en ese inicio que alguien llegue en la posición del “no pien­
so”, formulación propia de pasaje al acto, instancia donde no existe subjetividad enro­
lada al significante, ni un amago de transferencia salvaje, sino también porque la com­
plejidad clínica exige mayores precisiones diagnósticas.
Intentemos ajustar algunas variables del valor clínico de ese primer encuentro. Sigue
siendo una premisa clínica fundamental –como ya anticipamos– la escucha atenta para
advertir si el analista se encuentra ante una estructura neurótica, psicótica, o prepsicó­

Imago Agenda 27
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tica. Cuestión no sencilla de determinar en una primera en­ una posición (la del discurso analítico) sino la que requiere la
trevista, pero que constituye una guía que debemos respetar escucha y la consiguiente acción de cada discurso singular. No
como esencial. sea cosa de pecar en la costumbres de Procusto y pretender en­
De hecho, tal principio forma parte de los criterios generales corsetar –estirando o encogiendo– cualquier subjetividad a las
que deben orientar la posición y la escucha del analista respecto reglas y medidas que plantea el lecho psicoanalítico. Más bien,
a la selección de pacientes para su eventual tarea clínica. en una primera entrevista (aunque no sea privativo de ella) lo
Segundo apunte crítico. ¿Cuál es la demanda de quien acu­ aconsejable es averiguar lo más posible, no esperar demasia­
de en calidad de potencial cliente? ¿Demandar un análisis, do respecto a la generosidad del inconsciente, y maximizar la
simplemente un pedido de ayuda terapéutica o una atención función de la curiosidad. Recordemos que “curiosidad” viene
puntual de un problema urgente y/o actual, casi al modo de de cura, palabra latina que significa “asistencia que se presta a
una clínica médica? un enfermo”, “cuidado”, “solicitud”. “Curioso”, entonces, signi­
Aclaremos que, en cualquier caso, la legitimidad de tal de­ fica también “cuidadoso”. Curiosear, pues, en los pliegues del
manda requiere un reconocimiento equivalente en su valor clí­ alma, aún cuando ésta se muestre reticente en un discurso pe­
nico, y una posición de escucha tan atenta como diferencial. numbroso. Bajo estas premisas, el analista no tanto debe estar
El analista novicio declinaba, especialmente en tiempos pasa­ atento a un dispositivo, o encuadre, como se lo llamaba anti­
dos, su interés por casos que no se manifestaban como una tí­ guamente, sino subordinado a un discurso singular, presto al
pica neurosis de transferencia, verdaderamente aptos para el diagnóstico diferencial, y a acomodarse a las exigencias clíni­
tratamiento psicoanalítico. La experiencia acumulada, suma­ cas que éste le plantea. La primera entrevista constituye una
da a las condiciones histórico-culturales en las que los analis­ caja de Pandora, mujer mítica enviada por Zeus con una caja
tas desempeñamos hoy nuestra práctica, ha revertido la situa­ que al ser abierta –instigada por su curiosidad– desencadenó
ción. La caída de los fundamentos (Gründe) de los paradig­ en la humanidad los males y las calamidades.
mas de la modernidad, y el avance vertiginoso de las varia­ ¿Con qué clase de infortunios puede encontrarse un analis­
bles de la llamada posmodernidad, no cabe duda, han modi­ ta para poder posicionarse como tal, según las calamidades
ficado –por múltiples variantes– la subjetividad y las patolo­ que cada encuentro le depare? Podemos nombrar algunas: las
gías que nos toca enfrentar. Valga este comentario solamente neurosis actuales; quejas sin historicidad; caquexias simbóli­
como una necesaria digresión, pero no cabe duda que consti­ cas; angustias desapalabradas; las urgencias, donde la premu­
tuyen factores absolutamente pertinentes –también– al proble­ ra esteriliza la acción del significante, que alguien demande
ma de la primera entrevista. por un tercero necesitado pero ausente; los padecimientos cor­
Las condiciones clínicas que mencionamos anteriormente nos porales que acuden por indicaciones médicas, descartadas las
sugieren que la práctica exige técnica, y éticamente, ocupar no etiologías orgánicas; padres que acuden por un hijo con pro­

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DE LOS FRACASOS DEL SIGLO XX A SUEÑOS


NUEVOS PARA EL XXI
(Lecturas de la Cultura y su movimiento social)
Seminario de Sergio Rodríguez y Abel Langer

Hay verdades que queman, que ciegan. A Ícaro le quemaron las alas. Acercarnos nos
puede dejar en estado larvario. Pero nuestro tiempo nos dejará vacíos si este mundo es
empujado a holocaustos mayores.
Nuestro espíritu de época que desgarra nuestra subjetividad, no nos dejará renunciar a la
ética del decir.
Compartimos los 60 y los 70. Se nos hizo evidente que nuestros ideales sociales eran
imposibles. Nos resultó traumático. No sólo nuestras ilusiones se vinieron abajo, también
las de generaciones precedentes. El Psicoanálisis, Freud, Lacan, La escuela de Frankfurt,
Winnicott, relanzaron nuestras conjeturas acerca del malestar en la cultura. Pasados más
de treinta años nos asociamos para trasmitirle a nuestros colegas lo que hemos trabajado y
a quienes están angustiados por sufrir lo que ocurre en nuestro país y en la “aldea global”.
La lógica del seminario se desplegará en módulos de cursada presencial independiente de
Abril a Junio y de Agosto a Octubre del 2003 y 2004, los lunes de 21 a 23 hs., en ATE,
Belgrano 2527, también por Internet en www.psyche-navegante.com, $20.- matrícula y
$20.- por mes. Nos acompañaran en el dictado colegas y amigos de otras disciplinas. Ya se
decidieron, Julio Sevares (periodista de Clarín y economista autor del libro “Por qué cayó
la Argentina”), Cristian Castillo (Director de Sociología en UBA), Eduardo Said, Beatriz
Oprinari, Laura Lueiro, Silvia Sisto, Juan Carlos Mosca, Juan Balmaceda: psicoanalistas.

Módulo 1: (Abril-Junio) Ubicación del seminario en la historia.


Extensión del psicoanálisis. Crisis, repeticiones, estabilizaciones.
Apropiación, Propiedad. Ordenamiento económico social. Nociones en
Marx: Valor, modos de producción y formaciones económico sociales.
Lacan: Trabajo, plus de goce, cuarto nudo. Lo real en el valor de cambio
y los conflictos sociales. Lazo social y discursos. Las corporaciones,
más allá de las clases sociales. Sus engarces fantasmáticos. Transferencia
al supuesto sujeto que sabe hacer. Movimientos vecinales y piqueteros.
Función, potencialidades y limitaciones de los intelectuales de estado.
Indiferencia, beneficencia, solidaridad. Funciones y metapsicología
de cada una. Ley de prohibición del incesto y legislaciones sociales
(articulaciones y diferencias).
Módulo 2: Malestar, lazos sociales, el discurso del capitalista y la fetichización del dinero
Módulo 3: Apuntes básicos para un imaginario de futura sociedad

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blemas escolares, pero convencidos del desacierto de tal de­ emocional de una primera entrevista” (aunque no se reduzca
rivación, etc. a ella), aludiendo a la situación tensionante y conflictiva que
Ya que hoy nombramos la cautela diagnóstica que nos exi­ se crea por estructura en ese primer encuentro. Acordamos con
gen las psicosis o las prepsicosis, agreguemos que una dificul­ Bion, pero con la salvedad que quizás fuera conveniente el sur­
tad a tener en cuenta consiste en que pueden existir estructu­ gimiento de algún nubarrón, y no el de una verdadera tormen­
ras de tal tipo sin manifestaciones clínicas clásicas o, a la in­ ta. Freud podría llamarla la posición “en efigie”, en contrapo­
versa, podemos estar en presencia de tales manifestaciones, sición a la “absentia”, aludiendo a la condición indispensable
que no necesariamente responden a tales estructuras. Como de la cercanía del analista y el sujeto. Lacan podría denominar
vemos, Pandora nos ofrece siempre calamidades, pero tan po­ este momento “presencia” del analista. Y en efecto, se trata de
lifacéticas que debemos mantener muy aguzado y en estado un registro de la transferencia que responde a lo real, y en tal
de permanente alerta el principio de la curiosidad. A la inver­ sentido siempre es clínicamente conveniente que responda en
sa, lo incurioso puede ser generador de iatrogenia. un tiempo posterior al del sujeto supuesto saber. Puede resultar
Incluyamos también aquellos casos donde escuchamos que perturbador y poco auspicioso que estos tiempos de la transfe­
en medio de la calamidad existe aptitud o disposición para el rencia se desplieguen en ocasiones invertidas. Aclaremos que
tratamiento psicoanalítico. Ellos tampoco se nos presentarán re­ el término “presencia” es de estirpe heideggeriana, y alude al
gularmente en posición de analizantes, portadores de una pre­ colapso de toda mediación representacional. La desocultación
gunta por sus males, y adjudicándonos de inmediato la función del ser del ente. El instante de destello de la verdad, forma in­
de sujeto supuesto saber, lo que podríamos considerar como mediata donde hombre y ser se encuentran. Se trata precisa­
el ideal del inicio de la transferencia enclavada en el registro mente del instante de apertura del inconsciente que releva los
simbólico-imaginario. Pero en tales casos –curiosidad siempre carriles de lo simbólico. Dicho en términos de la teoría freudia­
mediante– la permeabilidad al inconsciente se manifiesta espe­ na, constituiría la fulguración demoníaca del ello, a diferencia
cialmente vía sus formaciones en las que un sujeto es capaz de de la experiencia del inconsciente dinámico, cuya esencia re­
sentirse representado. Atenderemos pudores y vergüenzas, em­ tórica se entrelaza con la interpretación.
bajadores eximios de la represión, pero desde la posición ana­ Si la experiencia del análisis se inaugura y desarrolla bajo la
lítica, nos resultará más accesible la posibilidad de lograr esa égida ideal de estos principios, el analista podrá conducir un
necesaria intimidad del sujeto con el analista y consigo mismo tratamiento psicoanalítico, siempre más por lo que es que por
para poder establecer una neurosis de transferencia. lo que diga. De ese modo, la cura de la neurosis será posible,
En el mejor de los casos, conviene que el analista sea toma­ aunque nunca su conjura. q
do –en primera instancia– como sujeto supuesto saber, para po­
der absorber y elaborar lo que Bion denominaba “la tormenta

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Las primeras entrevistas en psicoanálisis

El destino de las primeras


entrevistas
por Martín H. Smud

N
o resulta necesario explicar a nadie qué son las primeras entrevistas. Las primeras
entrevistas son las que esperamos todos. Siempre con una emoción única, más
allá del momento de la trayectoria profesional, siempre esa emoción que hace
que éste no sea un día como cualquiera sino uno de esos días en que se puede dar el
encuentro entre alguien que pide o demanda ayuda y un otro dispuesto a brindarla.
Y también una emoción especial porque estamos atravesando un momento muy difí­
cil para las primeras entrevistas que nos hace preguntar acerca de su destino. Cambios
económicos, mayor concentración de la riqueza en pocas manos, dificultad de acceso
a la salud para la mayoría, y dentro del campo de salud: la tercerización de los servi­
cios prepagos en salud mental, los profesionales ad honorem que sostienen la práctica
pública, el decaimiento de la práctica privada.
Estas particularidades determinan el contexto de las primeras entrevistas que, a pe­
sar de todo, no dejan de ser lo que siempre fueron: el momento inaugural de un en­
cuentro que da paso a un tratamiento posible.
En las primeras entrevistas se circunscribe tanto cuáles son las dificultades sintomá­
ticas como las problemáticas que cuenta el paciente, se arman las primeras hipótesis
diagnósticas, y nos imaginamos dónde quedaremos ubicados en la transferencia. Tam­
bién en esos momentos hablamos de las características de nuestro trabajo y enuncia­
mos tanto nuestro marco teórico como nuestras premisas económicas.
Las primeras entrevistas son aquello que, pasado un tiempo de tratamiento, quisiéra­
mos volver a leer para determinar cuánto de lo que dijo el paciente y cuánto de lo que

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pensamos y dijimos fue adecuado, cuál fue la mejor estrategia, la mirada y la interven­
ción más convenientes. Ese momento inaugural marca el tiempo de la presentación, ese
tiempo mítico que cobra un valor fundamental y entra en la categoría de lo relatable.
Si hay relato de las primeras entrevistas es porque en ellas se constituye la dimensión
del destino y no sólo eso sino que el analista estando ahí, es quien presenta al destino.
Muchos piensan que el analista presenta el destino de los síntomas que preguntan al
sujeto acerca de lo que le está pasando; algunos, a diferencia, creen que el analista mis­
mo es el destino de los síntomas; otros, en cambio, sostienen que la operación del des­
tino al tener un resto permite al paciente cambiarlo al mismo tiempo que experimentar
lo imposible de cambiar.
Más allá de las distintas posiciones, el analista parte de un convencimiento y es que no
hay un solo destino para el hombre. En el cuerpo se juegan varias clases de destinos di­
ferentes que, por un lado, están en su presente pero por otro son inabarcables unos con
los otros, se trata de diferentes planos y, como diría Lacan, de diferentes registros.
Las primeras entrevistas son emotivas para el analista pues plantean la cuestión del des­
tino y este es el principal saber hacer del analista. El analista parte de ese convencimien­
to, desde la puesta en correlación del sujeto del inconsciente con el sujeto de la ciencia,
no hay un solo destino para el hombre.
El analista, en tanto sabe hacer, presenta al destino. Y comprueba, una y otra vez, caso
por caso que, no solamente se trata de la correlación entre el destino fatalista de Edipo y el
destino neurótico de Hamlet, sino que él mismo, su presencia, plantea otro destino a esos
dos ya planteados por la historia de la filosofía de la ciencia. El destino de quien se destie­
rra de su destino, y en ese destierro pone en correlación lo más singular con lo político.
Y ahí está el analista nuevamente abriendo la puerta de su consultorio, y sentándose
se predispone a escuchar el discurso de la persona que entra. Esas son las primeras en­
trevistas, esas que no necesitan explicación pues allí se juegan las líneas, las encrucija­
das, los dilemas de la vida y donde dos seres humanos están nuevamente desnudos pre­
guntándose acerca del que-hacer con el destino. q
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Problemas y controversias

La nueva virilidad y el falo materno


por Juan Bautista Ritvo

E
n la última clase del Seminario 4 de Lacan, hay una ob­ se sustituyen entre sí según un cierto orden); un discurso que
servación en apariencia incidental y que, sin embargo, define los límites del malestar en la cultura. (Quien no haya
dice algo que con el tiempo ha adquirido un alcance de­ indagado algo del carácter del siglo XIX y su prólogo, las úl­
cisivo: “Juanito se sitúa en determinada posición pasivizada, timas décadas del siglo anterior, no tendrá la menor idea de
y cualquiera que sea la legalidad heterosexual de su objeto, la enorme cantidad de textos – médicos, periodísticos, esoté­
no podemos considerar que agote la legitimidad de su posi­ ricos, literarios – que se publicaron sobre las “vaporosas”, es
ción. Se acerca en este sentido a determinado tipo que no les decir, las histéricas. Incluso un histérico, fue el protagonista
parecerá ajeno a nuestra época, el de la generación de cierto de una de las novelas más bellas y famosas del momento: Bel-
estilo que conocemos, el estilo de 1945, esa gente encanta­ Ami, de Maupassant.)
dora que espera que las iniciativas vengan del otro lado —es­ Actualmente el discurso histérico –referencia esencial de
pera, por decirlo todo, que les quiten los pantalones. En este la clínica, porque incluso la obsesión es variante, modalidad,
estilo veo dibujarse el porvenir de este encantador Juanito, de la histeria; para decirlo de alguna manera, es su vertiente
por muy heterosexual que parezca. Entiéndanme bien. Nada hermenéutica– eje esencial de la neurosis, ya no es eje esen­
en la observación nos permite pensar, en ningún momento, cial de la cultura.
que se resuelva de ninguna otra forma, sino con el dominio Ahora podemos volver al texto de Lacan.
del falo materno, en la medida en que Juan ocupa su lugar, Este rasgo tan marcado, me refiero al aflojamiento de los
se identifica con él, ciertamente lo domina.” lazos entre cultura e histeria, debe llevarnos a pensar muchas
¿Qué es, psicopatológicamente hablando, Juanito? cosas; una de ellas, es a preguntarnos si lo que Lacan denomi­
En los últimos tiempos, por distintas y empobrecidas vías, na “Juanito” (no importa, ahora, si el examen del caso es un
vías que llevan siempre a la decepción, a la trivialidad, a la tanto arbitrario: se trata de la construcción de un caso “testi­
confusión incluso, se han desempolvado viejas nociones no­ go”) define o no una nueva modalidad de la sexualidad mas­
sográficas, productos de la taxonomía y del genetismo, para culina. Los varones que se identifican con el falo materno, ¿no
dar cuenta, se dice, de “todo lo que no entra actualmente en constituyen una categoría que hace perder consistencia a la
los cuadros clásicos”. ¿Dónde está el error sintomático? En homosexualidad masculina, desde el momento en que ésta,
que toda revisión nosográfica, si aspira a la fecundidad, debe por así decirlo, se ha“derramado” por todos lados?
ser precedida, forzosamente, por una interrogación acerca del En la producción de este complejo han convergido varias
erotismo de la época; debe ser anticipada por una lógica de lo series; antes que nada la paulatina caducidad de los mitos que
colectivo que defina lo que tienen en común sujetos que, ade­ hasta no hace mucho regulaban el perfil de la paternidad, y que
más de tener en común la diferencia que los separa y por eso han sido reemplazados por una anodina pedagogía “unisex”,
mismo los vincula, comparten entre sí una profunda variación que constituye la emergencia de algo más profundo; y el har­
diferencial de los rasgos del ideal y del fantasma. to conocido (pero no sabido, desde luego) “avance” femenino
En el siglo XIX Balzac, durante la Restauración y la Monar­ en la disputa por los valores fálicos con el hombre.
quía de Julio, aplicó su genio exhuberante a describir “las lo­ Avance que, promovido por la histérica, termina por socavarle
curas de amor de nuestra época”, es decir, la estructura his­ a ella su andamiaje retórico: si, como decía con humor Lacan,
térica. Y no me refiero al “cuadro” que lleva su nombre y a la histérica necesita un Amo para poder reinar sobre él; es pre­
su colección de rasgos, sino a un discurso (en el sentido emi­ ciso, cuando menos, que este aspirante a Amo quiera serlo.
nente del vocablo: un discurso es un conjunto de textos que Quede a cargo del lector la conclusión. q

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La acción analítica

¿Por qué sucedió?


por Carlos Gustavo Motta

U
n acontecimiento imprevisto modifica la posición sub­ nes entre los sexos.
jetiva: el acontecimiento es desprendimiento inmediato Lacan plantea en el Seminario 11 que lo real se presenta
de una primera consecuencia, es decir tiene una estruc­ bajo la forma de lo inasimilable del trauma y nos aporta la
tura implicativa. Esta lógica esclarece su potencia propiamen­ noción de la tyché como una forma de nombrar lo real como
te temporal, teniendo la capacidad para engendrar un tiempo encuentro fallido.
propio. El acontecimiento termina siendo de este modo rea­ Lo traumático, no sería la sexualidad sino la falta de saber
lidad y principio. sobre la emergencia del goce sexual. Un encuentro traumáti­
Los acontecimientos son singularidades irreductibles de las co con lo real determina un punto de certeza.
situaciones, descubriendo así una verdad para el sujeto. Hace La certeza está articulada a lo real, ya que este encuentro es
advenir “otra cosa” que la situación, las opiniones, el saber imposible de negar, no se puede dudar de ello.
instituido. Es un suplemento azaroso, imprevisible, disipado Frente a lo que puede considerarse traumático la pregunta
apenas aparece. que surge es ¿Por qué sucedió? Y toma el modo de única for­
Efectivamente, encontramos que Jacques-Alain Miller en su mulación de lo indecible a lo que el sujeto se ve confrontado
curso Les us du laps en la clase del 17 de abril de 2000, ubica en un encuentro con ese acontecimiento, lo que deja al suje­
el acontecimiento imprevisto como uno de los nombres de lo to sin palabras.
real, haciendo del sujeto un desprovisto: lo pone al descubier­ Aquí es donde corresponde localizar al goce en tanto se le
to. Gracias a esta utilización del acontecimiento imprevisto, lo impone al sujeto que no puede decir nada al respecto.
real tiene una posibilidad de aparecer en la sesión analítica. Un enfermo comprometido con el malestar de su cuerpo
¿El acontecimiento se inscribe en el tiempo? o ¿El aconteci­ está aprisionado con ese real que lo nombra. Esto nos permi­
miento crea al tiempo? tirá a nosotros analistas, el intento de arreglar su goce que
Miller responde a estas preguntas comentando que en la seguramente opaca el horizonte en una vida atravesada por
construcción del grafo del deseo, y a lo largo de su circuito, el no todo
Lacan utiliza e inscribe lo temporal que se centra en la lectu­ ¿Podremos orientar a ese sujeto con una oferta de hacer vi­
ra de acontecimientos subjetivos. Por ello, como práctica, lo vible su vida excluyendo el engaño cronológico del transcurrir
real es definido a partir de lo que ocurre, es decir del acon­ del tiempo de vida de cada uno? ¿Qué es entonces, lo verda­
tecimiento. Determinando con ello un posible axioma básico: deramente traumático?
lo seguro, es que mañana, por ese acontecimiento imprevisto, el Podemos responder con Lacan que se trata de la entrada del
sujeto no va a ser lo que fue. sujeto en el lenguaje. Es la intrusión de ese primer significante,
Vivimos en una época donde la forma de abordar lo real, relacionado con la falta de significante en el Otro. Frente a este
está en condiciones de afectar los hechos y de un modo sin­ agujero, el sujeto deberá dar una respuesta en la repetición de
gular. En consecuencia, (a modo de ejemplo) el saber cientí­ modo que cualquier surgimiento posterior de cierta modalidad
fico, cuando se elabora, afecta lo real. de lo real será leído a partir de estas significaciones.
Partir de la definición de la ciencia como saber en lo real, nos Frente a la pregunta ¿Por qué sucedió? se construyen otras:
posibilita determinar que el saber de que se trata aquí es un ¿Qué hacer?¿Cuál es la apuesta del analista?¿Bajo que moda-
saber que no sólo puede comunicarse, sino que además lleva lidad?
intrínsecamente la idea de comunicación. Lacan plantea que Interrogantes que nos confrontan con la acción analítica,
la lógica dada al saber científico, incluye el modo de la comu­ más exactamente, como expresa Miller en “El desencanto del
nicación como suturando al sujeto que él implica. psicoanálisis”, con un particular en disyunción de todo uni­
El uso de la noción de información, mensaje o código ge­ versal, un particular que no se deja reabsorber en el univer­
nético está tomado, en la medicina científica, de una concep­ sal, sino que es devuelto en todo caso a la singularidad, a la
ción de lenguaje diferente al nuestro. originalidad, incluso a la extrañeza del caso por caso. Por lo
El “no hay la relación sexual” posee una lógica que permi­ demás, lo singular es el estatuto del caso mismo. Así tenemos
te situar el real. que vérnosla con un real desprendido de lo racional y hasta
Para el sujeto, falta ese saber en lo real ya que no hay una de toda posibilidad de regularidad y del establecimiento de
relación reglada y natural sobre lo que deben ser las relacio­ una ley, cualquiera sea. q

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Humor

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Por Emilia Cueto www.elSigma.com

EL PSICOANÁLISIS EN LA UNIVERSIDAD
ecueto@elsigma.com
Entrevista a Ricardo Rodulfo
Usted es profesor titular en la Universidad de Buenos Ai- Si uno se burocratiza como profesor (y en la facultad hay una
res desde hace casi veinte años ¿Cual es su balance de es- enorme burocracia), si uno toma sólo el programa y todos los
tas dos décadas? años dicta lo mismo, eso además de ser tremendamente aburri­
do no genera nada. Pero uno puede olvidarse del programa y
En relación con la universidad tengo que empezar con una
en la medida de lo posible y de las condiciones burocráticas de
descripción, soy titular en Clínica de Niños y Adolescentes y
la facultad, por ejemplo tomar el camino que yo escogí: dar to­
también de Psicopatología Infantojuvenil. Me interesa mencio­
dos los años distintos seminarios sobre puntos específicos, y re­
nar esto porque fue un aporte nuestro cuando en la Facultad de
nunciar a la idea de dar todo el programa, que es justamente la
Psicología no existía la materia Psicopatología Infantojuvenil, lo
idea menos conveniente. Si uno piensa en voz alta cada año co­
cual es una muestra más de adultocentrismo. Existía la psicopa­
sas distintas, con los estudiantes o con los colegas jóvenes que
tología sin apellido que, por supuesto es la del adulto donde a
hacen el postgrado, (aunque algunos no tan jóvenes) y traba­
veces se invitaba a alguien para que diera un par de clases so­
ja distintas cuestiones que les interesan, que están investigan­
bre niños. Aunque, por esas mismas cuestiones de adultocentris­
do, que los están atormentando en el consultorio, planteándole
mo y de política universitaria, Psicopatología General es anual
preguntas o debatiendo los nuevos libros interesantes que apa­
y obligatoria, mientras que ésta es cuatrimestral y optativa. No
rezcan, el trabajo es muy rico
obstante es importante haberla podido inscribir en el Plan de
Estudios, porque es muy específico lo concerniente a psicopato­ ¿Usted propondría una revisión de los contenidos y del
logía infantojuvenil. Además, la suerte hizo que yo montara el modo de impartirlos que se ve habitualmente en la Facul-
primer curso de postgrado que hubo en la Facultad de Psicolo­ tad de Psicología?
gía sobre niños y adolescentes desde 1990, que es un programa
de actualización de dos años. Estos serian los elementos para el Sí, porque el psicoanálisis que se enseña es escasamente re­
balance. Sin embargo, habría que diferenciar varios aspectos. Lo presentativo de la variedad, de la diversidad del panorama del
mejor -por lo menos lo mejor para mí- es el contacto permanen­ psicoanálisis actual o de las ultimas décadas. Se ven algunas co­
te con gente joven, estudiantes, colegas en sus primeros años. sas de una manera muy excluyente, mientras que hay listas en­

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teras de autores o de problemáticas que no ingresan. Para colmo lo que se da


se lo hace como si fuera un texto religioso, no como si fuera una teoría que ha­
bría que poner a prueba sino una verdad que se imparte, eso es muy negativo.
Una cosa de este balance que a mí personalmente me interesa es el hecho de
que muchas veces la gente se acerca, me agradece la manera que tenemos de
enseñar allí. Tratar que el alumno se pueda abrir a la diferencia, no se enrole
rápidamente en una determinada identificación, que pueda reflexionar sobre
los inconvenientes de una transmisión dogmática. Es un problema que a mí me
preocupa mas allá de la universidad. Desde los tiempos de Freud el psicoaná­
lisis viene librando muchas batallas y ha perdido muchas otras contra, lo que
se llama con distintos contenidos, lo que funciona como ortodoxia, línea ofi­
cial, línea hegemónica. Tanto que tiene muchas representaciones, desde polí­
ticas oficiales de la I.P.A hasta practicas vigentes en instituciones que no perte­
necen a la I.P.A. y son supuestamente contestatarias como la EOL. Esto es una
vieja cuestión que llega a la universidad pero que la universidad no la inven­
ta. Si uno toma una cátedra como un lugar para pensar y una responsabilidad
en cuanto a tratar que la gente piense, no aplastar el pensamiento propio de
la gente, y tratar de que cada uno pueda ir construyendo su propia posición,
es muy grato. Lo menos grato en cuanto a balance es tener que lidiar con todo
lo que es el manejo político en la facultad, que es tan perverso y tan vicioso
como en otros lugares, en otras instituciones, o en otros escenarios.

¿Cómo piensa la relación entre psicoanálisis y universidad?


Es otro tema muy complejo sobre el que no se puede más que decir cosas
fragmentarias, renunciando a algo global. La Facultad de Psicología es un ejem­
plar curioso en el mundo, por la impregnación de psicoanálisis que tiene y de
la que en general carecen las carreras de psicología, es decir, tiene su propia
fisonomía, su propio estilo. Un aspecto que me gustaría tomar es que el psi­ L V
etra iva libros
coanálisis en Argentina es algo muy importante, no quisiera parecerme a esos
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chauvinismos un poco baratos, pero dificulto que haya una ciudad en el mun­

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do con más producción psicoanalítica que Buenos Aires, y con más difusión de la psicotera­
pia en todas las clases sociales. Aún ahora con las situaciones tan difíciles que se han veni­
do desarrollando alguien en Buenos Aires puede ir a buscar psicoterapia gratuita. Y recibir
una buena psicoterapia gratuita o una psicoterapia de inspiración psicoanalítica con hono­
rarios por ejemplo de veinte, veinticinco, treinta pesos, inexistentes en otras partes del mun­
do, sobre todo en otras metrópolis.

También podríamos hablar de honorarios menores...


Bueno, pero tomemos honorarios que yo considero dentro de todo dignos, no de explo­
tación como las obras sociales que pagan cinco pesos, me refiero a arreglos privados en­
tre terapeutas y pacientes.
En Buenos Aires pasa cotidianamente. También ocurre en otros lugares de Argentina pero
es aquí donde eso se gesto y en alguna medida penetró hacia dentro del país. Aquí es habi­
tual que una escuela privada o publica derive a un chico a psicoterapia, sin embargo, cuan­
do yo contaba esto en Viena se asombraban mucho. Ni en Austria ni en Alemania existe una
cosa así. Si un chico tiene problemas de aprendizaje o de conducta en un jardín de infan­
tes o en la escuela a lo sumo se piensa que va a necesitar medicación o alguna atención psi­
copedagógica pero a ninguna maestra ni directora se les va a ocurrir que se psicoanalice y
menos hablar con el profesional y mantener un dialogo, tratar de coordinar lo que hace la
escuela, con lo que hace el profesional. Aquí el psicoanálisis se liberó de ser una práctica -
como lo es en otros países, incluso en Austria o Alemania-, muy cara, restringida a una cla­
se social y muy de consultorio y nada más, sin relaciones importantes, ni significativas con
la cultura, con la política ni con nada. Pensemos en nuestro caso, en toda la militancia de
muchos psicoanalistas entre los cuales nos contamos, en los temas de derechos humanos,
de restitución de niños robados por los militares o sus cómplices durante la dictadura mili­
tar, peritajes hechos en ese sentido. El psicoanalista típico argentino, o mejor dicho el más
especifico, no es el psicoanalista encerrado en su consultorio aunque los hay, más a la euro­
pea si se quiere, generalmente está formado en psicología con estas características, enton­
ces eso enriqueció mucho al psicoanálisis, le dio aquí matices muy propios. q
La versión completa de esta entrevista en www.elsigma.com

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Russell es un punto de encuentro en psicoanálisis

La Comunidad Virtual Russell anuncia su programa de


Cursos Virtuales del primer semestre de 2003:
Abierta la inscripción para los siguientes cursos:
• Las escrituras topográficas y topológicas del sujeto, la cura y el final de
análisis psicoanalíticos, a cargo de Mirta Goldstein. Arancel: $50
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• Psicoanálisis y holocausto, a cargo de Lidia Deutsch. Arancel: $30
• Elementos de lógica para psicoanalistas, a cargo de Pablo Amster. Arancel: $25
• Actualizaciones en psicoanálisis con niños: psicosis infantil y autismo, a
cargo de Silvia Fendrik. Arancel: $120

La inscripción para los siguientes cursos se abre en abril y mayo:


• El psicoanálisis ilustrado. Una introducción al psicoanálisis según la
orientación lacaniana, a cargo de Jorge Bekerman.
• Elementos de topología para psicoanalistas, a cargo de Pablo Amster.
• Elementos de teoría de conjuntos para psicoanalistas, a cargo de Pablo
Amster.
• Psicoanalistas de niños: orígenes y destinos de su obra, a cargo de Silvia
Fendrik.
• Sexualidad, inconciente e ideales culturales, a cargo de Silvia Fendrik
• Metapsicología freudiana, a cargo de Monah Winograd (en portugués)
• Psicoanálisis de la creatividad, a cargo de Julio Roesch Campos (en portugués
y castellano)

Se otorgan certificados. - Inscribiéndose en Letra Viva (Coronel Díaz 1837, tel.


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Colaboración

Algunas tesis para el psicoanálisis en extensión


por Sergio Rodríguez
• Los psicoanalistas podemos contribuir a analizar lo que nálisis debe ofertarse para cooperar con otras disciplinas, en
acontece en los lazos sociales utilizando la interpretación psi­ la tramitación del desencuentro entre teorías. La interpreta­
coanalítica y teniendo en cuenta unos pocos axiomas encon­ ción psicoanalítica puede relanzar lo simbólico, a partir de
trados en el análisis de lo que dicen quienes se analizan. Es­ las letras que con diversas vestiduras quedan boyantes en sus
tos son: bordes agujereados.
a) las relaciones de soporte y exclusión, entre deseo y goce • El sujeto concibe la realidad desde lo que su narcisismo le
(articulados como causa y límite) propicia y lo entrampa. Funciona a partir de identificaciones
b) de causa y represión entre lo no reconocido o desconoci­ homeomórficas que constituyen su Imaginario, proyectándo­
do pero deseado de saber y lo supuestamente sabido las sobre su construcción de la realidad. Así como presionado
c) el recorrido paradojal, moebiano del narcisismo, que lo lle­ por deseos inconscientes causados por lo realmente ausente
va a resultar a veces favorable al “sí mismo” y otras perjudicial. de los objetos y atraído por sombras fantasmáticas realizado­
Analizamos las letras que con diferentes vestiduras apare­ ras en parte y en otra tergiversadoras de sus deseos. Deseos
cen en actos y enunciaciones en los actores sociales, solos o resistidos y realizados por la presión pulsional, real. Por eso
en corporación. El método para interpretar, del psicoanáli­ se “goza” transaccional y equívocamente.
sis en extensión, debe ser abstinente y estrictamente formal. • Parafraseando a Carlos Marx, pero no para quedarnos en
Debe dejar a la persona del analista y sus prejuicios lo más lo que de él se reveló desacertado, en vez de decir que el ser
en suspenso de que sea capaz, conducido sólo por el Deseo social condiciona la conciencia social, podemos afirmar: el afin­
del analista. El que apunta a producir la máxima diferencia camiento de goce condiciona el accionar del ser parlante. Sus
entre ideal y objeto. deseos: la puesta en cuestión de lo instituido. Esto nos lleva
• Descubrimientos como inconsciente y castración del len­ también a captar que la lógica social debe ser analizada se­
guaje por lo real plantean que no hay teoría psicoanalítica, gún las circunstancias, en los tres registros. A la vez adverti­
económica, o social que logre dar cuenta de los fenómenos mos que dicha lógica es moebiana. Diversos sectores sociales
culturales y sociales en toda su extensión. Por eso el psicoa­ pueden ocupar una cara de la banda e inadvertidamente pa­

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sar a la otra. La experiencia muestra que el afincamiento de goce no depende solamen­


te de la voluntad de cada ser parlante, sino también de cómo se halle “plantado” social­
mente (intereses y pertenencia a corporaciones).
• Los psicoanalistas cuando participamos como actores en movimientos sociales, su­
frimos los mismos condicionamientos que cualquiera.
• El psicoanalista como resultado de su función tiende a no conformar a nadie, sí a ad­
vertir sobre la incidencia de los tres registros y de los soportes entre sintomáticos y “sin­
thômaticos” de la sociedad, analizada como objeto (a en la “lalengua” de Lacan) en cada
circunstancia. Análisis útil para los actores sociales mejor causados y menos inhibidos
• No hay que olvidar la aguda observación de Machiavelo en El Príncipe. A la políti-
ca se dedican hombres buenos que buscan fines buenos y por eso utilizan medios buenos y
hombres malos que buscan fines malos y por eso utilizan medios malos, por lo que final-
mente ganan los malos. Las experiencias revolucionarias transcurridas a partir de enton­
ces (burguesa, comunista, fascista, thatcheriana, etc...) dejaron una experiencia ética de
la cual no se debe renegar: los fines son marcados por los medios.
• El método del psicoanálisis no sirve para dirigir nada, pues su efecto de develar el
deseo inconsciente de los sujetos propulsa la caída o por lo menos el aflojamiento de las
identificaciones, que son la vía principal y casi exclusiva de la consistencia de las masas,
amasables pulsionalmente a través de sus componentes yoicos. En consecuencia: aten­
diendo sus demandas que reprimen a sus propios deseos, soportan fascinaciones o agre­
sividades según el momento y tensiones potenciadas por la presión de dichas pulsiones.
Quienes cuestionan al psicoanálisis en extensión por poco incidente olvidan que lo mis­
mo ocurre con el psicoanálisis en intensión. Pero parafraseando a Mimí Langer en una
anécdota que me relató Horacio Etchegoyen podemos decir: el psicoanálisis en extensión
hace muy poco por la gente, pero ese poco ¡cuanto que es!. Basta registrar sus efectos a ve­
ces positivos otras negativos, en el discurso en los medios y en la calle.
• Parte importante del análisis psicoanalítico de los hechos sociales resulta acapara­
do por el de las transferencias en juego. Lacan, en su “Proposición del 9 de octubre de
1967” sugirió trabajar la relación entre amar y Sujeto supuesto Saber, para continuar la

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investigación de Freud en su “Psicología de las masas y análisis del yo”. Se ama a quien
se le supone saber resolver las falencias que afectan al amante.
• Como sabe cualquier político experto, la política tiene como punto de Arquímedes
el poder efectivizar. A las medio-verdades del poder las define una estructura comple­
ja de consenso (relaciones de fuerza) que atraviesa coyunturas diferentes. Como lo defi­
nió Freud en el libro antes aludido las organizaciones artificiales de masa funcionan por
identificación entre los yo de los que las integran a partir de la identificación al lideraz­
go tomado como objeto e ideal. De ahí que Lacan no conciba que ningún discurso sos­
tén de lazos sociales, funcione sin el lugar de agente con apariencia dominante. Aparien­
cia, en tanto teniendo mucho peso la función del agente, éste no la puede llevar adelan­
te por fuera de los condicionamientos que la estructura del discurso que agencia le impo­
ne, por las correlaciones entre lo que ocupe sus cuatro lugares (agente/verdad — otro/
producción). Lacan, que habitualmente prefirió dejar de lado la pregunta por los oríge­
nes, no dudó en suponer al del amo antiguo (S1/$ — S2/a) como el primer discurso que
hizo su aparición en la historia humana. Dicha historia ha demostrado sobradamente y
al costo de muchos millones de muertos violentamente, que no hay sociedad que funcio­
ne sin un agente que aparente dirigir. Lo que quede en ese lugar puede producir efectos
diversos. No son los mismos los del amo antiguo, que los del universitario, del capitalis­
ta de inversiones golondrinas, o de las demandas de la histeria. En dicho contexto de ex­
periencia histórica de las ideas y de acción práctica en política, la humanidad ha sosteni­
do básicamente dos formas de gobierno: dictadura o democracia.
• Cada vez que alguna se instaló y logró sostenerse, fue porque contó con alguna expec­
tativa ilusionada (consenso) de mayorías. La democracia se distingue, porque facilita ges­
tionar los inevitables conflictos sociales más civilizadamente y con menos violencia, para
lo cual requiere una fuerte transferencia de las mayorías hacia dicha forma de gobierno
y de los que la sostengan. La dictadura se presenta como tope a situaciones que prefigu­
ran desembocar en anomias y anarquías. En esos estados, la masa ante la angustia cau­
sada por el vacío en el lugar del agente o porque éste ocupado por la posición histérica
de demanda permanente, suele comenzar a desear un “Mesías con mano dura”. q
Una versión más extensa de este artículo será publicada en www.psyche-navegante.com

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Colaboración

El “¿por qué?” de los niños


y el “no te lo hago decir”
por Graciela Musachi

L
a “Escuela para padres”1 se propone como una repuesta. magno acontecimiento de la vida: ¿de dónde vienen los ni­
Entre otras cosas, como una respuesta a la curiosidad in­ ños?”. Más tarde agregará que esta pregunta es la que está en
fantil. Esa escuela parte del supuesto de que las pregun­ el fondo de la que formula la esfinge de Edipo: “¿cuál es el
tas del niño se basan en un deseo de saber producido por la animal que...?”
ignorancia. Un deseo de saber acrecentado por la mala fe o la El Otro al que el niño dirige esta(s) pregunta(s), constata
neurosis del adulto para satisfacerlo. Es más, esa escuela par­ Freud, a la vez que es fuente de todo saber, falla indefectible­
te del supuesto de que la curiosidad infantil, el “¿por qué?” mente cuando responde. “¿Por qué falla el Otro?” Parece el
de los niños, es una pregunta. niño defraudado el que responde en Freud: mojigatería, igno­
Ninguna otra cosa supone Freud cuando en 1907 escribe “La rancia, pero, sobre todo, engaño, ocultamiento (¡Versagung!).
ilustración sexual de los niños”: hay un deseo de saber (Wis- Cuando responde así no se diferencia de Eva Giberti: habría el
senstrieb) en los niños que se intensifica por el disimulo de los Otro de la buena fe que sabría responder a todo y así “La cu­
padres, por su mojigatería e ignorancia de la sexualidad in­ riosidad del niño no alcanzaría nunca un alto grado” porque
fantil. Ya que el “¿por qué?” de los niños pregunta por la cau­ habría encontrado su satisfacción.
sa, ésta es fundamentalmente una pregunta por la causa de sí: Pero es el mismo Freud quien señala dos cuestiones que con­
“¿de dónde vienen los niños?” es su prototipo, además de ser tradicen sus propias afirmaciones:
la que abre el espectro de la investigación sexual infantil. -El niño, por el amor del Otro, rechaza el saber propio que
Ya en este texto Freud también da por sentado que ésta es la deviene así inconsciente y da origen al complejo nodular de
“interrogación más antigua y ardiente de la humanidad”. la neurosis.
En las “Teorías sexuales de los niños” (1908) Freud especi­ -Las teorías sexuales infantiles son una necesidad de la cons­
fica: es ante el narcisismo herido (nacimiento de un herma­ titución sexual. La fundamental, la teoría de la primacía del
nito) que el niño comienza a reflexionar sobre “el primer y falo en los dos sexos, hace que la existencia de la cavidad que

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acoge al pene quede ignorada. Este punto de no saber producido por la prima­
cía fálica constituye a la investigación sexual infantil en un fracaso que ejerce
para siempre una función de límite del saber y de la satisfacción.
Hay, por lo tanto, en las preguntas de los niños, una respuesta que le ante­
cede y que surge, precisamente, de la primacía del significante (ya que el falo
es un significante): no hay relación sexual, dado que sólo hay falo la relación
sexual es imposible en el sentido lógico.
El niño, de quien suele repetirse que es la restitución del narcisismo de los
padres, es por ello la apuesta que éstos hacen para hacer existir la relación
sexual. “Hijo” sería el significante que garantizaría imaginariamente el conec­
tor lógico que falta para que haya relación. El niño, por su parte, rechaza lo
que “sabe” por amor al Otro, se hace cómplice, servidor de este Otro que no
es más mojigato ni mentiroso que cualquier Otro ser parlante que de eso no
quiere saber nada y, por lo tanto no puede más que mentir.
Esta es la razón por la cual Lacan en 19732 saca su as de la manga: no hay
deseo de saber: “Freud se contradice cuando habla de Wissenstrieb. Todo indica
(eso es el inconsciente) que el hombre ya sabe todo lo que hay que saber y que
ese saber está limitado al goce insuficiente que constituye el que hable”.
“Todo lo que hay que saber” es lo que Freud llama la “necesidad constitu­
cional”. Saber ya todo lo que hay que saber, Lacan lo escribe S1 S2. Para cual­
quier sujeto eso es todo (ironía lacaniana) lo que hay que saber. No hay, en­
tonces, deseo de saber puesto que ya se sabe todo lo que hay que saber pero,
además, ese saber es en sí la satisfacción “(el goce) insuficien­
te que constituye el que hable” y por ese goce insuficiente no
sólo no hay deseo de saber sino que hay horror de saber, no se
quiere saber nada (absolutamente, enfatiza Lacan) de la fal­
ta de saber, de goce.
Volvamos al preguntón. Relatos de madres, de padres, que
confiesan orgullosamente su impotencia para responder a las
preguntas de su hijo. La impotencia supone un saber en otro
lugar: la respuesta que el niño vela con su pregunta destituye
cualquier sujeto supuesto saber y afirma una verdad en lo real:
imposibilidad de escribir la relación sexual para el que habla,
cuya prueba es el preguntón. Velando la respuesta, ¿qué se ob­
tiene? Lacan hace un chiste3: si el inconsciente es la pregunta
“¿cómo se reproduce el hombre?”, la respuesta es: “reprodu­
ciendo la pregunta”. La función de la pregunta es hacer que el
Otro goce hablando (lo que supone que el Otro sabe).
Freud ya había puesto en evidencia la tarea imposible que
se impone al niño cuando pregunta por la causa: una interro­

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gación ardiente que surge con la humanidad. Y eso aún sigue ser que el sujeto se construyó como niño aparece en la trans­
reproduciéndose. Si Edipo (que tiene la respuesta a la pregun­ ferencia, aparece también el horror por la falta de garantías
ta del mismo fondo que formula la esfinge) termina tan mal del Otro para fundamentar imaginariamente (hablando) ese
es porque quiso saber absolutamente la verdad (Lacan en “El niño; esa falta de garantías desnuda su “ser” que se reduce a
revés del psicoanálisis). un vacío cuya certeza es la angustia. Esto se produce cuando
¿Hay alguna otra relación al saber que no sea la del horror el sujeto acepta reconocerse como cómplice del Otro para en­
de saber (la verdad)? Si consideramos los cuatro discursos tal gañarse, engañar al Otro y engañarse sobre el Otro.
como los escribe Lacan vemos los lugares que ocupa en ellos Si la respuesta del analista hace emerger esa falta de garan­
el saber y su relación con el lugar de la verdad: tías, es porque la interpretación podría reducirse a la fórmu­
Los lugares son: Semblante Otro la: “No te lo hago decir” (“que juega con el equívoco ‘lo dices
Verdad Producción tú’ y ‘eso corre a cargo mío’, tanto menos cuanto que, cosa se­
mejante, no te la he hecho decir por nadie”)4. Si la pregunta
El único discurso donde el saber no está en disyunción con se basa en un “te lo hago decir” que sostiene al sujeto en la
el lugar de la verdad es el discurso analítico (S2 ). ¿Qué sig­ impotencia, la respuesta equívoca de la interpretación apun­
nifica esto? ta a aquello no sabido, imposible de saber que no cesa de no
En primer lugar que ya no se trata de “no saber nada de eso” escribirse: lo.
ya que, por la posición que ocupa el analista, el saber es in­ Lo incurable, esa otra relación al saber, podría definirse como
terrogado desde el lugar mismo de su falta. La respuesta del el punto en el cual el sujeto deja de hacer preguntas porque ha
analista en este punto se diferencia de la de la Escuela para adquirido un saber que le hace imposible recurrir al Otro, un
Padres que, como tal, es discurso universitario. saber sobre la imposibilidad de responder del Otro. Freudiana
Guy Clastres3 puntualiza con claridad, en un análisis, el mo­ necesidad constitucional: no hay sujeto supuesto saber, gozar.
mento de pasaje del horror de saber a esta otra relación al sa­ ¿Llamaremos “adulto” a aquel que deja de hacer preguntas?
ber que Lacan llama “lo incurable”: en el momento en que el Llamémoslo x (equis). Llamémoslo “psicoanalista”. q
Notas
1. No hace mucho, Eva Giberti se quejaba de los “historiadores del psicoanálisis en la Argentina” porque su Escuela para Padres no había sido inclui­
da en ninguna de las versiones de esa historia. En un artículo anterior aperico en el nº 6 de Vectores del acontecer analítico respondí a esa queja.
2. J. Lacan, Aún, Seminario 20, Ed. Paidós, Bs. As., pág 128.
3. J. Lacan, “El atolondradicho”, en Escansión Nº 1, Ed. Paidós, Bs. As., 1984, pág. 25.
4. C. Clastres, “Enseñanza y transmisión en Psicoanálisis”, en Otium Diagonal Nº 10, Ed. Paradiso, Barcelona, 1986.
5. J. Lacan, “El atolondradicho”, op. cit., pág. 65.

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Colaboración

Reflexiones sobre la ilusión y la desmentida


por Manfredo Teicher
La ilusión; un paliativo válido: Fiel servidor del principio del tolerable que una afirmación semejante puede provocar en las
placer y favorecid por una brillante inteligencia, el destino hu­ enormes masas humanas cuyo destino es ser los parias, las víc­
mano ha consentido el encumbramiento de la ilusión. Que la timas, de esos valores.
fuerza de la razón es su estandarte, no puede ser menos que Toda escala de valor, que en algún nivel sugerimos denominar
una ilusión más, cuya existencia, la trampa de la lógica nos ofre­ “ideología”, no deja de ser una frágil ilusión por mas beneficio
ce como paradigma de tal argumento. Al imponer la ilusión de o daño que pueda sembrar en las mismas criaturas que la ge­
un supuesto orden, a la criatura cuyos privilegios y poderes lle­ neran, fortalecen, apoyan o combaten. A través del tamiz que
garon a competir con el omnipotente azar, alcanzando el ni­ los delgados hilos de las innumerables escalas de valor cons­
vel cada vez más cercano a todos los dioses, que su asombrosa truyen e imponen a nuestra percepción, la realidad toma para
imaginación, a su imagen y semejanza ha creado, persiguien­ nosotros, status de existencia.
do la excelencia a la que pretende unir su existencia. No, no nos atrevemos a desmitificar la ilusión. Pretendemos,
Surgida del mismo enjambre que los primeros balbuceos pen­ por lo contrario, rendirle sincero y merecido homenaje a un
santes que orgullosamente bautizamos con el nombre un tanto ingrediente vital, imprescindible para que un sujeto humano
pomposo de “ciencia”, la filosofía insiste en condenar al des­ se avenga a transitar por un jardín de rosas defendido por in­
crédito a la única tabla de salvación, que con todas sus falen­ finitas y peligrosas espinas. ¿Acaso podemos encontrar en la
cias, nos acerca, siquiera por instantes fugaces, al deseo de vi­ cultura de la especie algún elemento significativo no contami­
vir, al reino de la felicidad. nado por nuestra heroína? ¿Acaso no usamos constantemen­
Los avatares del reino de la realidad, con profundo despre­ te en cualquier conducta, en el más amplio sentido que poda­
cio al desesperado intento intelectual que realizan sin descan­ mos dar a ese término, esas supuestas sutiles defensas que son
so los curiosos habitantes de un minúsculo rincón del Univer­ las escalas de valor? Pero aquí nos encontramos con un pro­
so, bastante lastimados ya en sus esfuerzos por mantener a flo­ blema que colocaremos en una escala vertical, dictaminando
te un maltrecho oasis de megalomanía, niegan sarcásticamen­ que, hasta ahora, nos hemos movido en una supuesta escala
te el valor de toda escala de valores, indiferentes al dolor in­ horizontal, ilustrando, de paso, lo complejo y arbitrario, lo ilu-

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soria, que es toda escala de valor.


Podemos defendernos de todo aquello que molesta, simplemente, negando su existen­
cia o alterando su valor. La ilusión, en su juego dialéctico con la razón y la lógica, demues­
tra su poder. Y la inteligencia humana coloca su inaudita capacidad de producir argumen­
tos de toda índole, a su disposición.
La realidad no es una ilusión. Sí lo es toda escala de valor, que oculta el deseo narcisista
del que tiene el poder de imponer tal escala de valor. La posibilidad de satisfacer ese deseo
narcisista no deja de ser una efímera esperanza por lo que sería mejor denominarla tam­
bién ilusión.
Más allá de toda escala de valores hay una realidad. Pero únicamente tamizada por una
escala de valor producida por el narcisismo, podemos relacionarnos con la realidad. Es im­
posible ser imparcial, objetivo, frente a cualquier elemento de la realidad.
En segundo lugar está la incógnita sobre cuál narcisismo, a qué individuo o grupo per­
tenece, el que determina la escala de valor en juego. ¿Qué intereses defiende? o sea: ¿a
quién perjudica?

La desmentida; una forma elegante de negar la realidad: Es asombroso como


mentimos convencidos de que somos sinceros. Totalmente persuadidos de que
decimos la verdad, nos invade una sensación de plenitud, de seguridad; fácil­
mente convertible en hostilidad, si alguien se atreve a poner en duda, con o
sin fundamento, nuestra sinceridad.
Si aún hay alguien que duda de la existencia del inconsciente, ésta debería
ser una prueba concluyente de su eficaz existencia. El inconsciente se eno­
ja si alguien se atreve a mostrar lo que se empeña en ocultar. Si la denuncia
se produce por un observador externo, se confirma que “es mas fácil ver la
paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio”. En el que se había producido
el ocultamiento, la disociación entre el inconsciente que se quiere ocultar y
el resto de la persona que no puede dejar de someterse a su autoridad, es un
serio contratiempo darse cuenta de lo que sucede en su interior. Si hace un
instante creyó ser sincero, lo que significa ser honesto, bueno, querible; te­
ner que cuestionar esto significa tener que aceptar lo contrario. O, por lo me­
nos, que hay aspectos de uno...
De merecer un justificado premio por portarse bien, se pasa a merecer el
desprecio y castigo por mentiroso. Esto que primero suena injusto, lógicamen­
te para la víctima inocente de su propio inconsciente que sería el único cul­
pable, al tener que reconocer que después de todo el inconsciente es parte de
uno, justifica el cortocircuito que se produce en su aparato psíquico. El dueño
de casa se siente estafado, engañado y, de yapa, un tonto por no ser capaz de
conocer lo que pasa en su propia casa.
Lo que acá estamos describiendo, es parte habitual de la realidad que con­
forman las relaciones humanas, que parecen deslizarse en un nivel domina­
do ampliamente por el inconsciente, por lo tanto desconocido para los actores
que intervienen en el juego. En ese nivel de la realidad, se comunican Incons­
ciente con inconsciente existiendo un acuerdo tácito universal de negar que
se esté jugando este juego. ¿En qué consiste el juego? Una competencia nar­
cisista de todos contra todos, popularmente llamada lucha por el poder, por
el territorio y por el status. El pacto, por ser tácito, es también Inconsciente.
Pero es entonces un arma para moverle el piso a cualquiera con sólo denun­
ciar todo esto. O sea, la denuncia rompe un pacto de caballeros. Y el psicoa­
nálisis también. Pretende que el sujeto conozca su inconsciente. Que haga in-
sight. Que asuma la responsabilidad de sus actos.
Realmente, ¿uno quiere conocerse? Andar por el mundo sabiendo que uno,
en el fondo, es un ser perverso y despreciable y que todos lo son, mejor dicho,
lo somos, no es fácil de tolerar. Y como hay un consenso que niega todo esto,
con tal insight uno puede sentirse muy solo. En el inconsciente, en el mejor
de los casos (porque si tenemos suficiente poder, es bien manifiesto) seguimos
siendo toda la vida criaturas caprichosas, arrogantes, prepotentes, intolerantes
a la frustración. Ese fondo está cubierto por una delgada capa de barniz social
que permite, al introducir una imprescindible hipocresía, una convivencia mas
o menos, cada vez menos que más, aceptable, por lo menos, para algunos.
Someterse a un análisis, donde otro tiene el derecho de denunciar el “derecho
privilegiado al reconocimiento incondicional” que uno pretende que los otros
le reconozcan, aunque sea sin saberlo, es una actitud audaz. Lo que coloca en
el proceso terapéutico, en primer plano, a la función continente. q

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Lenguaje y sublimación (S egunda entrega)

por José Luis Berardozzi

H
acia el final de la nota aparecida en el número Octu­ las variantes regionales dentro de una misma lengua.
bre 2002 de Imago-Agenda, trabajando la articulación Otro espacio de observación, acercándonos más a lo nues­
sublimación y lenguaje proponía lo siguiente (prome­ tro, se nos presenta en la relación con el bebé donde las mo­
tiendo ampliar su fundamentación): música, gesto y palabra dulaciones, escansiones, acentuaciones que realiza “inconcien­
–real, imaginario y simbólico– conformando la condición bo­ temente” el adulto cuando le habla a “su majestad” indican la
rromeica de la estructura del lenguaje. función necesaria que se articula en lo musical para que la pa­
Tiempo de conclusiones en que hoy se encuentra el trabajo labra pase. Demanda estructural que parece plantearse al adul­
de teorizar efectos registrados en la clínica con pacientes gra­ to, tiempo donde se sitúan las lesiones más graves que puede
ves, y la singularidad simbólica de tales campos. Fecundado a sufrir el aparato simbólico del futuro sujeto, generadas desde
veces por el cruce de la música funcionando de soporte sim­ las dificultades de la madre para generar esa frecuencia libidi­
bólico en los giros sincopados del sujeto de la psicosis; cam­ nizante en la relación con su crío.
bios de posición subjetiva. Partiendo de ese cruce y a poco de Decía de la diferencia que se produce, sublimación cultural
andar se llega inexorablemente, en un sentido lógico, a ubicar mediante, hacia ese sistema que partiendo desde la musicali­
en el comienzo de la investigación a la música como un len­ dad que transmite la voz materna llega a adquirir sus grados
guaje y la sublimación como proceso o tramitación pulsional de estructuración o complejidad propios; lo que llamamos mú­
en la realización de un goce del sujeto. sica (pensemos aquí lo inadmisible que resulta, al modo de una
La música es uno de los sistemas en que se asienta la raíz del Verleunung o desmentida, no reconocer su estatuto de lengua­
lenguaje. Esto hace necesario establecer una diferencia entre lo je ante semejante complejidad simbólica).
que se ubica del lado de la musicalidad que soporta a las pala­ La resistencia que subyace a la aceptación de la música en su
bras dichas y la música como construcción artística. estatuto se sitúa en los mismos carriles que llevan a todas las
El acto de hablar no es sin musicalidad; rasgo perfectamen­ variantes del no reconocimiento, por parte de la racionalidad
te detectable en las diversidades subjetivas o, más evidente, en yoica, de aquello que es instancia del sujeto. Problema que re­
las diferencias sonoras que manifiestan las lenguas entre sí o en torna inevitablemente, de distintos modos y sobre distintos tó­

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picos esenciales(versiones suturantes) a lo largo de la historia Ex (que dice no) fx. Se anudan a ella el significante del nom­
del movimiento analítico. bre del padre, el falo simbólico, el significante del goce, o dis­
La concepción trinitaria del lenguaje abre camino para pen­ tintos nombres del operador de la castración con que el suje­
sar al cuerpo pensante y sus capacidades de ejecución y repre­ to cuenta en la estructura inc.; pero esto no habilita a pensar
sentación. Los modos de sublimación pulsional que subyacen recíprocamente que ella, la letra, es o recubre propiamente el
en las artes evidencian la articulación de lenguaje en que se campo de La Ley del significante, no; es precisamente el error,
soportan -siempre específicas- las distintas disciplinas. Como y no simple inversión terminológica, en que se apoya la res­
así también la instrumentación corporal implicada en el pro­ tricción, constricción, de una concepción del lenguaje mode­
ceso singular que cada una de estas disciplinas requiere para lado desde, y por, el sistema de la lengua. Concepción reduc­
generar la discontinuidad temporoespacial esencial en que se cionista del campo por cierto poco conveniente para la apues­
articulan. Función de borde, agujero real en que se asienta la ta del psicoanálisis.
lógica del objeto a como falla. Sintetizando: se parte de la observación que el proceso gra­
La capacidad de proyectar una significación, propiedad que dual de incorporación del lenguaje sigue estos pasos necesarios
sólo el significante permite suponer, nos pone de lleno en la para el logro y adquisición de la función simbólica de significa­
vía del acto del sujeto sobre una estructura de lenguaje, es­ ción verbal, etapa en la que culmina el tiempo acéfalo del su­
tructura inconsciente por cierto cuyo fundamento se encuen­ jeto cuando la operación de la letra fija su instancia inc., anu­
tra en el significante y sus articulaciones infinitas posibles des­ dándolo ahora a la función de palabra. Tiempos de inscripción
de un soporte corporal. del rasgo unario. Proceso que imprescindiblemente se desarro­
Ahora queda más claro el campo, aunque haya quien pue­ lla sobre estos tiempos previos: musical, en el que se articulará
da querer sostener la discusión, la diferencia de amplitud, la paulatinamente la adquisición fonemática, y gestual por don­
luz que irradia la precisión de ubicar el soporte, el fundamen­ de germinarán las capacidades de representación en lo corpo­
to de la estructura del lenguaje en el significante y no en la ral; mediums de lenguaje imprescindibles para la apertura del
palabra (sem. XX). campo en, y por, la función de significancia; raíz y tronco sin
Según entiendo, la letra inc. inscribe el Significante de La los cuales la significación por la palabra no logrará advenir a
Ley en el campo del sujeto, es decir que anuda en la ley sig­ la plenitud de su función simbólica.
nificante; ley del sinsentido que soporta lo imposible a la fun­ La función de significancia, genera el campo de tensión en
ción de significación por la palabra; un modo en que se escribe: que se despliega el potencial significativo, quedando ligado a

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esta dirección temporal de linealidad progrediente –de izquier­ ducen el trabajo del número armónico sobre la relación tiempo
da a derecha si queremos representarla en el sentido de “la fle­ espacio; lo que indica que andaba cerca, intuía a la música y sus
cha del tiempo”– mientras que la significación verbal implica propiedades si bien no al punto de utilizarla como dispositivo
una reversión temporal, retroacción, sobre ese eje instaurada “topológico” –¿tempológico?– para abordar lo real del tiempo
por la ley de la palabra; ley que produce al tiempo como pér­ en su último seminario: Topología y tiempo. El tiempo demostró
dida, resto sincopado por la función de la palabra en el cam­ ahí ser reacio al abordaje por un dispositivo que no sea sonoro,
po del lenguaje. la virtualidad espacial del nudo arrojó por fuera su propiedad
La síncopa es esa operación de corte fundante en el acto del esencial. El nudo musical posee precisamente por su fundamen­
sujeto que lo inscribe como falta. Cuando esta operación se to sonoro esta condición de a-bordar el tiempo en la sucesión;
realiza sobre el sistema de la lengua arroja al fondo –Urver- carácter que demuestra la virtualidad temporal de la estructu­
dragung– la letra nominante del sujeto. Es exactamente la ci­ ra. La música tiene esta “propiedad” temporal. El ritmo, regis­
rugía que realizó nuestro querido Padre Freud sobre su propio tro de lo real del tiempo, tiene aquí su razón para ser lo más re­
Nombre al quitarle algunas letras, las mismas que no dejaron sistente a la teorización dentro de la doxa musical.
de retornar luego en sus formaciones sintomáticas. No es en cambio lo que sucede con el registro armónico: Lo
Principio lógico explicativo de la fundamental importancia simbólico de la música. Sobre él se desarrolla toda la ciencia
que sostiene el factor temporal en la operatoria con el sujeto por musical partiendo de la combinatoria de las notas La cuerda
ser éste, el tiempo, resto primero que cae por la discontinuidad imaginaria de la melodía es la que sostiene el trenzado borro­
que genera cualquier hecho de lenguaje. Este factor temporal meo de la estructura musical, pasando por las notas que le fa­
siempre se ubica como efecto de una operación rítmica. cilita el tono armónico, pulsando en los tiempos que la acen­
Veamos ahora qué otra “pérdida” le ocasiona a un discurso tuación del compás permita. Como se ve, muy apretadamen­
como el analítico la necedad respecto a la música, cuya con­ te aquí, la música tiene virtudes de lenguaje suficientemente
dición esencial de sin palabras pone de manifiesto su singular aceptables para el “juego” del sujeto, y del mismo modo po­
condición discursiva. dríamos entrar en la danza, pintura, escultura u otros, y ver
Al comenzar el seminario XVI, algunos párrafos antes de don­ qué arroja la investigación de esos lenguajes, todos ellos pre­
de aparece por vez primera esta enigmática idea de discurso sin sentes en los primeros tiempos del “baño” que recibe y articu­
palabra, curiosamente menciona a la música junto a la arqui­ la el infans. q
tectura como arte supremo en lo técnico por el modo que pro­ Jberardozzi@yahoo.com

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