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Lenguaje y sublimación
(Segunda entrega)
por José Luis Berardozzi, pág. 55
Letra Viva libros. Av. Coronel Díaz 1837 (1425) Buenos Aires, Argentina. Telefax 4825-9034
L
as entrevistas preliminares fueron pensadas por Freud sentaciones, sin duda referidas al fantasma. Indica al pacien
como un período de prueba, necesario para que el ana te “Diga, pues, todo lo que se le pase por la mente, no ceda a
lista tomara conocimiento del caso, arribara a un diag la crítica, dígalo a pesar de ella y aun justamente por haber
nóstico y evaluara si era posible iniciar un tratamiento. registrado una repugnancia al hacerlo”.
El diagnóstico diferencial entre neurosis y psicosis fue cru En Lacan no encontramos una especial atención por lo re
cial tanto para Freud como para Lacan. chazado, por la crítica, ni por lo desagradable, sino por de
Freud trató siempre de evitar generar falsas expectativas cir “no importa que”, a lo que agregaba, “sin dudar de decir
de curación, y Lacan, a su vez, intentó prevenir la inclusión tonterías, necedades”.
de sujetos con una estructura psicótica no manifiesta, los que Decir necedades, precisamente, no dice lo que debe ser, ya
puestos en tratamiento, debido a su carencia en lo referente que el discurso del ser no es otro que el de la bota, el de las
al Nombre del Padre, o su falla en el anudamiento borromeo, órdenes.
irremediablemente quedarían expuestos a situaciones desen Esta formulación, por parte de Lacan, de la regla fundamen
cadenadas. Para ambos las entrevistas preliminares eran in tal tiende a evitar la sujeción del analizante al cumplimiento
soslayables. de una regla que ordene lo imposible, “decir todo” a la ma
En estas entrevistas Freud estipulaba cuestiones sobre tiem nera del una orden superyoica.
po y dinero, y este trato también le servía para estimar si el Es que, el ideal del yo puede proponer al sujeto agradar
entrevistado podría sostener un tratamiento arduo y prolonga aun a costa de su propio desagrado, como aspiración soste
do. Consideraba bueno procurar una selección antes de empe nida de alcanzar la posición de yo ideal a partir de lograr la
zar el análisis y no ahorraba en alertar a quién lo consultaba aprobación del Otro.
sobre las dificultades que implicaba el compromiso a asumir. El ideal del yo intenta recuperar el narcisismo perdido, pero
Por último hacía referencia a la “regla fundamental”. al mismo tiempo se confronta con esa imposibilidad estructu
Encontramos algunas diferencias importantes entre Freud y ral a partir de lo que ya no es.
Lacan acerca de la enunciación de la regla fundamental, como Este intento será siempre fallido porque hay un real que es
también sobre el tiempo de duración de las entrevistas. capa al discurso, lo que propicia el accionar del superyó, el
que no cesaría de acusar al analizante de no estar a la altura
A- La enunciación de la regla fundamental del cumplimiento de su deber.
El goce adviene a través de la voz del superyó que reclama una
En Freud hay una insistencia en superar la censura del yo perfección imposible, decir todo, el cierre de la castración.
y al igual que en la hipnosis, propone para éste un lugar des En este punto Lacan promueve un giro teórico al cuestionar la
centrado, que relate las ocurrencias pero que no pretenda con forma en que se había entendido el accionar del ideal del yo.
trolarlas, pese al desagrado que le provocarían ciertas repre El ideal del yo había sido pensado hasta allí como una ins
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tancia simbólica que permitía superar la captura especular, Para Freud, las entrevistas tendían que ser cortas, entre otras
pero se tomaba poco en cuenta lo trabajado por Freud en Psi- cosas, porque el psicoanálisis es lento, y muchas veces la trans
cología de las masas dejando en sombras que ese ideal, ade ferencia se adelanta y gana de mano al analista.
más de hacer posible una salida al campo del narcisismo, tien Dice Freud: “Las alteraciones anímicas profundas sólo se
de a ubicar al Otro en el lugar del amo. consuman con lentitud; y ello se debe en última instancia, a
Al escribir el discurso del Analista, Lacan despliega un discur la ‘atemporalidad’ de nuestros procesos inconscientes”. Ubi
so nuevo, que básicamente difiere del discurso del Amo, al que ca al inconsciente por fuera del tiempo, y basa esa formula
no suprime, pero en ese cuarto de giro genera una alternativa, ción en el concepto de “huella” que tiene la característica de
desplaza la figura del jefe como garante del lazo social. ser una inscripción que permanece siempre igual, por lo tan
La cuestión del padre ideal, es decir el padre muerto, jun to siempre es “actual”.
to con la marginación o no de la dialéctica edípica determi A su vez, para Lacan, es y no es cierto que el inconsciente
nará los límites en los que se desarrollará el proceso analíti este fuera del tiempo.
co y la estructura de las sociedades o escuelas que dicen al El inconsciente está fuera del tiempo en la medida en que
bergarlo. él es el tiempo de sí mismo, el tiempo puro de la cosa, y pue
de reproducirla según su modulación.
B- El tiempo de duración de las entrevistas El inconsciente dentro del tiempo es el automatismo de re
preliminares petición. Círculo del discurso que se presenta como un com
portamiento montado en el pasado que se reproduce en el
En lo que hace al tiempo que deberían durar las entrevis presente en tanto el inconsciente es el discurso del Otro. El
tas, Freud recomienda no extenderse demasiado en esta eta discurso del circuito en el que estoy integrado como un es
pa previa, estima que una o dos semanas son suficientes, a labón más, como necesidad de repetición que surge más allá
riesgo de anticipar la transferencia que podría tornarse sal del principio del placer. Punto de articulación entre el tiem
vaje, ya que el proceso analítico, llámese el analista, todavía po y el acto en la medida en que ambos se fundamentan en
no esta operando como centro de esa transferencia. la repetición.
Para Freud, el tiempo de las entrevistas está condicionado Encontramos en estas formulaciones una aproximación al
por el desarrollo de la transferencia. sujeto como significación y otra al sujeto como producto.
Lacan, a su vez, insiste con una única aclaración, dice que, Para referirnos al sujeto como significación contamos con
como todos saben, él realiza entrevistas prolongadas. dos significantes, es metafórico y está, en cierta medida, in
Cierta diferencia se despliega alrededor del tiempo de du determinado.
ración de las mismas quizás porque no hay una coincidencia Para el sujeto como producto tenemos un sólo significante,
plena entre ambos sobre el tiempo y el inconsciente. un uno que es determinante, deja de lado la vacilación signi
El tiempo freudiano no es equiparable a esa flecha dispa ficante y permite arribar a una conclusión.
rada hacia delante que atrae a los científicos, es retroactivo El acto es una acción que desencadena en el otro una con
y posibilita articular el instante metafórico, con la constan clusión, es una intervención significante a partir de una es
cia metonímica, su característica es simbólica. Hay tiempo en tructura gramatical, una marca que genera un antes y un des
tanto hay símbolo. pués, por lo tanto es lógico que las entrevistas preliminares
En esto coincide Lacan pero además pone en juego el tiem tengan un fin y que esa conclusión sea un acto, en tanto det
po de lectura del signo, una inversión de la imagen al fonema tiene el deslizamiento de la cadena significante y resignifica
que conformará la concatenación de los signos escritos. a partir de allí lo ocurrido hasta ese momento y hace posible
el comienzo del análisis.
Por último, veíamos que la huella era atemporal, pero la
articulación de las mismas, a través de un proceso de lectura
que haga posible su fonematización, va a permitir desplegar
un tiempo en la escritura, por ejemplo el del fantasma, como
lo realiza Freud en “Pegan a un niño”. q
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Teoría psicoanalítica
El seminario. Libro 8
La transferencia
Jacques Lacan, Paidós, 2003
A cuérdense de la escena
extraordinaria que cons
tituye la confesión pública de
te a Sócrates, cara a cara, ha
manifestado una tentativa de
seducción, ha querido hacer
metido por el deseo, es para
indicar claramente que tan
sólo es este envoltorio. El de
Alcibíades y traten de situarla de él, y de la forma más ma seo de Sócrates, aunque él lo
en nuestros términos. (...) nifiesta, alguien instrumen conoce, ha querido verlo ma
Se confiesa, ¿ante quién? tal, subordinado ¿A qué? al nifestarse en su signo, para
Los otros, todos los otros, objeto de su deseo –el de él, saber que el otro, objeto, ágal-
aquellos que, por su con Alcibíades– que es ágalma, el ma, estaba a su merced.
cierto, sus cuerpos, su con buen objeto. Del capítulo XII
cilio, parecen darle el mayor Aún diré más. ¿Cómo no re
peso posible a lo que se puede conocer, nosotros, analistas,
llamar el tribunal del Otro. ¿Y de qué se trata? Está clara
qué es lo que constituye el va mente dicho: es el buen obje
lor de la confesión de Alcibía to que Sócrates tiene en la ba
des ante este tribunal? Es que rriga. Ahí Sócrates no es más
dice precisamente haber tra que el envoltorio de lo que es
tado de convertir a Sócrates el objeto del deseo.
en algo completa-mente so Si Alcibíades ha querido
metido y subordinado a otro manifestar que Sócrates es,
valor distinto del de la rela respecto a él, esclavo del de
ción de sujeto a sujeto. Fren seo, que Sócrates le está so
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Teoría psicoanalítica
Melancolía y verdad
Frédérik Pellion, Manantial, 2003
Clínica psicoanalítica
Cultura y padecimiento
Desafíos a la práctica clínica
Estela Irene Rosig (Comp.), Universidad de Tucumán, 2002
Ensayo
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Psicoanálisis en la Argentina
Fragmentos de la historia
del psicoanálisis
Krieger / Foks / Izaguirre / Lew / Szwarc / Tabacznik , JVE, 2002
U n conjunto de perso
nas, algunas apenas
conocidas, comenzó a in
con el aporte de todos
los psicoanalistas ads
critos a todas las exis
vanten comprensibles crí
ticas. Pero es que la obra
realizada está abierta,
teresarse desde junio del tentes: hubo quienes no precisamente, a la crítica
año 2000 en llevar ade se encontraban disponi porque, en realidad, los
lante un proyecto: el estu bles, y también quienes participantes se convoca
dio de algunos hechos de no aceptaron participar. ron no para decir la ver
la historia del psicoanáli Como la pretensión con dad de la historia del psi
sis en la Argentina. traria –la de contar con coanálisis en la Argentina
Si bien existían ya al el aporte efectivo de to sino para mostrar distin
gunos antecedentes de dos y cada uno– es de tas versiones –y visiones–
ese tipo de trabajos, lo imposible cumplimiento de los acontecimientos.
notablemente novedoso en cualquier actividad; y
en esa oportunidad fue la como los trabajos se rea
propuesta de trabajar du lizaron preferentemente
rante un período determi en base a la experiencia
nado de tiempo -dos años- de Buenos Aires, ciudad
investigando algunos te
mas de esa historia.
que por razones históri
cas y por las convenien Letra Viva libros
Si bien varias corrien cias de hecho, se presen
tes están representadas taba como el lugar indi
Av. Coronel Díaz 1837
en el emprendimiento, cado para centrar la ta Telefax: 4825-9034
no fue posible contar rea- es posible que se le
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Clínica psicoanalítica
La pareja y el amor
Conversaciones clínicas con Jacques-Alain Miller en Barcelona
AA.VV., Paidós, 2003
Psiquiatría
Psicología forense
Pericia psicológica
Irene Talarico Pinto, La Rocca, 2002
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De la obsesión al deseo
(Noviembre, 2001)
Hugo Dvoskin nos advierte que en la especificidad de la clínica de la
obsesión, el sujeto neurótico se encuentra frente a la disyuntiva de tener
que abandonar el amparo del Otro o recorrer los meandros de su discurso
que lo confrontarán con una pregunta decisiva: “¿estoy a la altura de mi
deseo?”. La resolución de este interrogante supone el único camino para
desanudar la cuestión central: “¿qué es ser padre?”
Con el hilván de los sueños y la “La subversión del sujeto...”, el
autor aborda la metapsicología freudiana, el malestar en la cultura y la
degradación de la vida erótica, en un viaje que nos lleva desde la clínica
hacia la producción de conceptos.
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Clínica psicoanalítica
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Teoría psicoanalítica
Ficcionario de psicoanálisis
Néstor Braunstein, Siglo XXI, 2002
C on enciclopédica glo
tonería y con insolen
cia solapada, el autor se
pueden enseñar poetas,
pintores, fotógrafos, bi
bliómanos, niños, nove
trategias que satisfacen
al deseo subliminándo
lo y elevándolo así a una
lanza, a partir de ejem listas espantados por el potencia inaudita? ¿Qué
plos concretos, sobre los canto del gallo, esculto más lacaniano que inte
productos de la cultura res, cinematografistas, rrogar como sospechosos
y las palabras de la ex dramaturgos, músicos y a las palabras y a las cons
periencia cotidiana. Su traductores, qué pueden trucciones lenguajeras?
metodología no consis enseñar todos ellos al psi
te en aplicar lo que él, coanalista?
como psicoanalista, su Lo freudiano y lo laca
puestamente sabe del in niano se pasean con de-
consciente para encon senfado por las páginas
trar en los objetos de la de esta suite. ¿Qué más
cultura la confirmación freudiano que internar
de ideas sino, precisa se en los laberintos de
mente, en lo contrario. las ficciones que sostie
Braunstein quiere apren nen nuestra existencia y
der y transmitirlo: ¿qué mostrar en ellas las es
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Teoría psicoanalítica
Los goces y sus vicisitudes
Alberto Grimau, Letra Viva, 2003
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Hemeroteca
Opacidades
Revista de psicoanálisis / Nº 2- entrelenguas
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as primeras entrevistas con un paciente han sido siempre sustituir la palabra “tratamiento” por el de experiencia psi
un espacio particular para el psicoanálisis. Conocemos coanalítica.
la analogía freudiana con el juego de ajedrez, del cual Aquello que durante mucho tiempo significaba un límite, un
se sabe sobre la apertura y el final de la partida pero poco de impasse en la eficacia del psicoanálisis, de la mano del pro
cómo será el desarrollo. La experiencia nos indica (razones greso en la clínica y los modos de entenderla fue superado.
de estructura también) que difícilmente sea breve. Es el caso de las psicosis, terreno impedido para los psicoa
Para Freud este primer tiempo era considerado esencial y nalistas. A pesar de la luz que las teorías freudianas arroja
tenía varias funciones. En términos psicopatológicos, esta ban en el entendimiento de las psicosis, el espacio de la clíni
blecer un diagnóstico que permita una orientación en la di ca y la terapéutica estaba vedado a partir de la dificultad en
rección de la cura; también estas entrevistas daban la pista el manejo de la transferencia. Lacan interviene en este punto
de si era posible iniciar un psicoanálisis con alguna probabi desbloqueando la acción del analista. Su “arenga” de no re
lidad de éxito. Para ello recurría a lo que llamó “ensayo pre troceder ante la psicosis lanzó a los psicoanalistas a ocuparse
vio de una o dos semanas”. Situación que constituía a la vez de ella no sólo en el ámbito de la doctrina sino también en el
que una prueba de las condiciones del paciente para el aná de la práctica, incluso la terapéutica.
lisis, el inicio mismo del tratamiento. Otros estados del ser se presentaron siempre como refracta
En su artículo de 1904 “Sobre psicoterapia”, enumera una rios a la acción del analista. Es el caso de las toxicomanías. No
serie de impedimentos al tratamiento analítico. Impedimen hay en Freud muchas referencias al tratamiento posible de los
tos que fueron sufriendo modificaciones a lo largo de la his adictos. En una carta a Edoardo Weiss, de 1920, a propósito de
toria del psicoanálisis, como lo señala J.A. Miller en “Las con un paciente politoxicómano, desaconseja el uso del psicoanáli
traindicaciones al tratamiento psicoanalítico”; no sólo se mo sis. Más aún, no cree que haya ningún tratamiento posible.
dificó la serie de las contraindicaciones sino que el tratamien No tenían la misma opinión Ferenczi ni Abraham para quie
to psicoanalítico cambió al punto de (recordando a Lacan) nes el psicoanálisis era la única posibilidad de tratamiento
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posibilidades de un análisis.
Los llamados adictos suelen presentarse de este modo: “soy adicto” (y
cualquiera de sus variantes) un modo que define al ser por su goce, y re
fiere a la identificación con un significante tomado del Otro, en el que el
sujeto se encuentra congelado.
Ofrecerse en la vía de la identificación imaginaria (“sé de esto porque yo
también he pasado esa experiencia”) tan sólo aporta una petrificación de
esta identificación. Aceptemos que el analista no sabe de eso, y menos aún
está en posición de avanzar en la vía de solidificar tal identificación. Todo
análisis camina en el sentido contrario.
Si esta identificación no es conmovida, es poco probable que se abra un es
pacio para el análisis, de modo que el primer tiempo de un tratamiento po
sible con sujetos adictos es el de corroborar la posibilidad de conmover esta
identificación. Conmoción que suele producir la idea de una causa que da ra
zones del consumo de drogas: “si no soy adicto, alguna razón me hace con
sumir drogas”. Allí se abre el espacio a otra escena que las más de las veces
tiene una forma que desrresponsabiliza al sujeto. La causa es adjudicada al
Otro (la separación de los padres, la muerte del hermano, la enfermedad del
padre, etc.) avatares de la vida que justifican la desgracia del ser.
Nuevo callejón sin salida. No se es adicto, pero se tienen buenas razones
para entregarse a un goce que adormece de la miseria.
La operación del analista deberá apuntar entonces, a vaciar la causa de ma
nera que el sujeto se encuentre en la posición de ir en busca de las determi
naciones de la adicción, pero ahora en el sentido de la elección del sujeto.
De este modo se apunta a la implicación del sujeto en su acción, una im
plicación que permita el pasaje del hacer que se pone en juego en el con
sumo, al decir que caracteriza a la experiencia analítica.
Letra Viva libros Del lado del analista implica una apuesta: que la oferta que él hace encuen
Av. Coronel Díaz 1837 - Telefax: 4825-9034 tre en el sujeto el eco que permita desplegar un saber ligado a la verdad.q
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a práctica del psicoanálisis nos evoca el conocido aforismo El inicio de la partida de un posible análisis con un niño su
freudiano acerca del juego de ajedrez en el que podemos braya una demanda que se genera en la báscula entre el niño
predecir el inicio y el último movimiento de la partida, y sus padres. En la constelación producida en las redes fan
Freud nos recuerda que las jugadas intermedias son imprede tasmáticas de los padres, caso que Lacan denominó “el niño
cibles y forman el vasto campo de lo singular de cada juego, de como verdad del síntoma parental”, o en su defecto el infans
cada análisis, de cada historia. Si el juego llega a su fin la última como objeto de la constelación pulsional o fantasmática ma
jugada redimensionará las anteriores. La experiencia nos ense terna. Variedades de la posición del niño en el entramado fa
ña que en el camino se producen obstáculos que en ocasiones miliar que debemos tener en cuenta a la hora de despejar los
son sorteables y en otras conllevan crisis transferenciales que enigmas que porta la consulta.
conducen a colapsos e interrupciones del tratamiento. Observamos una vez más que la estructura funda un modo
Ahora bien, ¿como se aplica esta amplia formulación de de relación del niño al Otro, sus padres en más de una oca
la clínica cuando de niños se trata? ¿La primera entrevis sión ocupan ese Otro lugar condicionando de cierto modo las
ta es equivalente a la primera jugada o es necesaria más de vicisitudes de una consulta en la que las primeras entrevistas
una para aproximar algunas consideraciones con el niño y delinearán los pasos posteriores. Primeras entrevistas antes
sus padres? que primera entrevista ya que es menester una serie de en
Los niños demandan análisis a través de múltiples modos cuentros para que se viabilice la chance de un campo trans
que van desde el sufrimiento al síntoma. Desde el cuerpo que ferencial que será, a posteriori, el espacio privilegiado para
no se anuda a la palabra hasta la verbalización de conflictos, efectuar una lectura de la estructura subjetiva del niño, como
no obstante son generalmente los padres quienes en prime así también del saber insabido que se precipita del decir de
ra instancia buscan con quién, cómo y cuándo consultar al los padres y sus lugares y funciones en el entramado. Es des
analista. Depende ciertamente de ellos la primer convocato de esta perspectiva que las entrevistas iniciales pueden gene
ria pero no necesariamente concierne a los padres o a algu rar el campo propicio para la labor analítica. Pueden propi
no de ellos el grito que enciende la llamada. ciar un mapeo de los enlaces y desenlaces entre padres e hi
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plica que el niño comience un análisis sino que la consulta permite la apertura de una
operación que desgaja y separa. De la alienación a la separación se delimitan el sujeto
y el Otro de la textura del fantasma.
El niño no circula aislado en el campo de la clínica, ni siquiera en situaciones de or
fandad ni en las instituciones de desvalidos, la condición de lo infantil es precisamen
te esta sujeción, este encadenamiento al campo del Otro que se inscribe en las opera
ciones fundantes e instituyentes.
Es así que desde esta perspectiva he propuesto en más de una ocasión que en la con
sulta por un niño los momentos iniciales se caracterizan por presentarse como una ban
da de Moebius entre el niño y quienes ocupan las funciones parentales. Los efectos de
transferencia están indicados en esta superficie unilateral que no presenta ni interior ni
exterior. Superficie de una sola cara que indica que si trazamos una línea en ella, por
ejemplo la del niño, al recorrerla verificamos que nos encontramos en el trazado de la
aparente otra cara, en este caso la cara parental de la transferencia.
Coincidimos con Lacan cuando plantea que el sujeto es el corte en acto. Si cortamos
una banda de Moebius advertimos que con un corte cercano al borde obtenemos una
banda de Moebius y otra distinta, denominada “banda cilíndrica”. Pero si el corte se
produce por el buen lugar, por la mediana, este corte es idéntico al borde moebiano.
El analista será el punto exterior necesario a la banda de Moebius que permite en acto
que el efecto sujeto se produzca en lo real representado entre significantes posibilitan
do así un nuevo empalme. Surge un nuevo sujeto de la diversidad discursiva, un suje
to en transferencia.
Las entrevistas iniciales constituyen algo más y diferente que lo preliminar o un tiem
po apto para sumar signos que permitan un diagnóstico. Entiendo que es el tiempo que
necesita la estructura para dar lugar a la palabra y sus eficacias transferenciales que
propician el efecto sujeto también con los niños en el espacio singular del juego, del di
bujo y de sus historias inaugurales. q
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¿
Cuál es el valor clínico de la primera entrevista? Así formulado podemos presuponer
que se tramita en ella algún rasgo específico diferencial con lo que habitualmente de
nominamos “entrevistas preliminares”, o “período de prueba” en el decir de Freud.
De hecho, tal primera entrevista constituye el punto de inicio de ese período de prueba
o preliminar. ¿Qué se trata de probar o limitar en ese primer tiempo? Básicamente, podría
mos enunciar dos cuestiones esenciales: la necesidad de determinación diagnóstica en su
más amplio sentido, y muy en particular, el establecimiento de una diferencia entre neu
rosis o psicosis (volveremos sobre esto). Y, conjuntamente, la posibilidad de conjeturar el
ideal establecimiento de una demanda de análisis –sin profundizar sobre la compleji
dad que encierra ese enunciado– habida cuenta de que a un analista se le debería de
mandar una cura psicoanalítica.
Hace bastantes años, afirmaba en un artículo que el sujeto que concurría al primer en
cuentro con el analista, lo hacía en la posición estructural del acting out. Hoy –pasado
el tiempo por la zaranda de la experiencia– extendería ampliamente tal afirmación. No
sólo porque también cabe en ese inicio que alguien llegue en la posición del “no pien
so”, formulación propia de pasaje al acto, instancia donde no existe subjetividad enro
lada al significante, ni un amago de transferencia salvaje, sino también porque la com
plejidad clínica exige mayores precisiones diagnósticas.
Intentemos ajustar algunas variables del valor clínico de ese primer encuentro. Sigue
siendo una premisa clínica fundamental –como ya anticipamos– la escucha atenta para
advertir si el analista se encuentra ante una estructura neurótica, psicótica, o prepsicó
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tica. Cuestión no sencilla de determinar en una primera en una posición (la del discurso analítico) sino la que requiere la
trevista, pero que constituye una guía que debemos respetar escucha y la consiguiente acción de cada discurso singular. No
como esencial. sea cosa de pecar en la costumbres de Procusto y pretender en
De hecho, tal principio forma parte de los criterios generales corsetar –estirando o encogiendo– cualquier subjetividad a las
que deben orientar la posición y la escucha del analista respecto reglas y medidas que plantea el lecho psicoanalítico. Más bien,
a la selección de pacientes para su eventual tarea clínica. en una primera entrevista (aunque no sea privativo de ella) lo
Segundo apunte crítico. ¿Cuál es la demanda de quien acu aconsejable es averiguar lo más posible, no esperar demasia
de en calidad de potencial cliente? ¿Demandar un análisis, do respecto a la generosidad del inconsciente, y maximizar la
simplemente un pedido de ayuda terapéutica o una atención función de la curiosidad. Recordemos que “curiosidad” viene
puntual de un problema urgente y/o actual, casi al modo de de cura, palabra latina que significa “asistencia que se presta a
una clínica médica? un enfermo”, “cuidado”, “solicitud”. “Curioso”, entonces, signi
Aclaremos que, en cualquier caso, la legitimidad de tal de fica también “cuidadoso”. Curiosear, pues, en los pliegues del
manda requiere un reconocimiento equivalente en su valor clí alma, aún cuando ésta se muestre reticente en un discurso pe
nico, y una posición de escucha tan atenta como diferencial. numbroso. Bajo estas premisas, el analista no tanto debe estar
El analista novicio declinaba, especialmente en tiempos pasa atento a un dispositivo, o encuadre, como se lo llamaba anti
dos, su interés por casos que no se manifestaban como una tí guamente, sino subordinado a un discurso singular, presto al
pica neurosis de transferencia, verdaderamente aptos para el diagnóstico diferencial, y a acomodarse a las exigencias clíni
tratamiento psicoanalítico. La experiencia acumulada, suma cas que éste le plantea. La primera entrevista constituye una
da a las condiciones histórico-culturales en las que los analis caja de Pandora, mujer mítica enviada por Zeus con una caja
tas desempeñamos hoy nuestra práctica, ha revertido la situa que al ser abierta –instigada por su curiosidad– desencadenó
ción. La caída de los fundamentos (Gründe) de los paradig en la humanidad los males y las calamidades.
mas de la modernidad, y el avance vertiginoso de las varia ¿Con qué clase de infortunios puede encontrarse un analis
bles de la llamada posmodernidad, no cabe duda, han modi ta para poder posicionarse como tal, según las calamidades
ficado –por múltiples variantes– la subjetividad y las patolo que cada encuentro le depare? Podemos nombrar algunas: las
gías que nos toca enfrentar. Valga este comentario solamente neurosis actuales; quejas sin historicidad; caquexias simbóli
como una necesaria digresión, pero no cabe duda que consti cas; angustias desapalabradas; las urgencias, donde la premu
tuyen factores absolutamente pertinentes –también– al proble ra esteriliza la acción del significante, que alguien demande
ma de la primera entrevista. por un tercero necesitado pero ausente; los padecimientos cor
Las condiciones clínicas que mencionamos anteriormente nos porales que acuden por indicaciones médicas, descartadas las
sugieren que la práctica exige técnica, y éticamente, ocupar no etiologías orgánicas; padres que acuden por un hijo con pro
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Hay verdades que queman, que ciegan. A Ícaro le quemaron las alas. Acercarnos nos
puede dejar en estado larvario. Pero nuestro tiempo nos dejará vacíos si este mundo es
empujado a holocaustos mayores.
Nuestro espíritu de época que desgarra nuestra subjetividad, no nos dejará renunciar a la
ética del decir.
Compartimos los 60 y los 70. Se nos hizo evidente que nuestros ideales sociales eran
imposibles. Nos resultó traumático. No sólo nuestras ilusiones se vinieron abajo, también
las de generaciones precedentes. El Psicoanálisis, Freud, Lacan, La escuela de Frankfurt,
Winnicott, relanzaron nuestras conjeturas acerca del malestar en la cultura. Pasados más
de treinta años nos asociamos para trasmitirle a nuestros colegas lo que hemos trabajado y
a quienes están angustiados por sufrir lo que ocurre en nuestro país y en la “aldea global”.
La lógica del seminario se desplegará en módulos de cursada presencial independiente de
Abril a Junio y de Agosto a Octubre del 2003 y 2004, los lunes de 21 a 23 hs., en ATE,
Belgrano 2527, también por Internet en www.psyche-navegante.com, $20.- matrícula y
$20.- por mes. Nos acompañaran en el dictado colegas y amigos de otras disciplinas. Ya se
decidieron, Julio Sevares (periodista de Clarín y economista autor del libro “Por qué cayó
la Argentina”), Cristian Castillo (Director de Sociología en UBA), Eduardo Said, Beatriz
Oprinari, Laura Lueiro, Silvia Sisto, Juan Carlos Mosca, Juan Balmaceda: psicoanalistas.
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blemas escolares, pero convencidos del desacierto de tal de emocional de una primera entrevista” (aunque no se reduzca
rivación, etc. a ella), aludiendo a la situación tensionante y conflictiva que
Ya que hoy nombramos la cautela diagnóstica que nos exi se crea por estructura en ese primer encuentro. Acordamos con
gen las psicosis o las prepsicosis, agreguemos que una dificul Bion, pero con la salvedad que quizás fuera conveniente el sur
tad a tener en cuenta consiste en que pueden existir estructu gimiento de algún nubarrón, y no el de una verdadera tormen
ras de tal tipo sin manifestaciones clínicas clásicas o, a la in ta. Freud podría llamarla la posición “en efigie”, en contrapo
versa, podemos estar en presencia de tales manifestaciones, sición a la “absentia”, aludiendo a la condición indispensable
que no necesariamente responden a tales estructuras. Como de la cercanía del analista y el sujeto. Lacan podría denominar
vemos, Pandora nos ofrece siempre calamidades, pero tan po este momento “presencia” del analista. Y en efecto, se trata de
lifacéticas que debemos mantener muy aguzado y en estado un registro de la transferencia que responde a lo real, y en tal
de permanente alerta el principio de la curiosidad. A la inver sentido siempre es clínicamente conveniente que responda en
sa, lo incurioso puede ser generador de iatrogenia. un tiempo posterior al del sujeto supuesto saber. Puede resultar
Incluyamos también aquellos casos donde escuchamos que perturbador y poco auspicioso que estos tiempos de la transfe
en medio de la calamidad existe aptitud o disposición para el rencia se desplieguen en ocasiones invertidas. Aclaremos que
tratamiento psicoanalítico. Ellos tampoco se nos presentarán re el término “presencia” es de estirpe heideggeriana, y alude al
gularmente en posición de analizantes, portadores de una pre colapso de toda mediación representacional. La desocultación
gunta por sus males, y adjudicándonos de inmediato la función del ser del ente. El instante de destello de la verdad, forma in
de sujeto supuesto saber, lo que podríamos considerar como mediata donde hombre y ser se encuentran. Se trata precisa
el ideal del inicio de la transferencia enclavada en el registro mente del instante de apertura del inconsciente que releva los
simbólico-imaginario. Pero en tales casos –curiosidad siempre carriles de lo simbólico. Dicho en términos de la teoría freudia
mediante– la permeabilidad al inconsciente se manifiesta espe na, constituiría la fulguración demoníaca del ello, a diferencia
cialmente vía sus formaciones en las que un sujeto es capaz de de la experiencia del inconsciente dinámico, cuya esencia re
sentirse representado. Atenderemos pudores y vergüenzas, em tórica se entrelaza con la interpretación.
bajadores eximios de la represión, pero desde la posición ana Si la experiencia del análisis se inaugura y desarrolla bajo la
lítica, nos resultará más accesible la posibilidad de lograr esa égida ideal de estos principios, el analista podrá conducir un
necesaria intimidad del sujeto con el analista y consigo mismo tratamiento psicoanalítico, siempre más por lo que es que por
para poder establecer una neurosis de transferencia. lo que diga. De ese modo, la cura de la neurosis será posible,
En el mejor de los casos, conviene que el analista sea toma aunque nunca su conjura. q
do –en primera instancia– como sujeto supuesto saber, para po
der absorber y elaborar lo que Bion denominaba “la tormenta
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N
o resulta necesario explicar a nadie qué son las primeras entrevistas. Las primeras
entrevistas son las que esperamos todos. Siempre con una emoción única, más
allá del momento de la trayectoria profesional, siempre esa emoción que hace
que éste no sea un día como cualquiera sino uno de esos días en que se puede dar el
encuentro entre alguien que pide o demanda ayuda y un otro dispuesto a brindarla.
Y también una emoción especial porque estamos atravesando un momento muy difí
cil para las primeras entrevistas que nos hace preguntar acerca de su destino. Cambios
económicos, mayor concentración de la riqueza en pocas manos, dificultad de acceso
a la salud para la mayoría, y dentro del campo de salud: la tercerización de los servi
cios prepagos en salud mental, los profesionales ad honorem que sostienen la práctica
pública, el decaimiento de la práctica privada.
Estas particularidades determinan el contexto de las primeras entrevistas que, a pe
sar de todo, no dejan de ser lo que siempre fueron: el momento inaugural de un en
cuentro que da paso a un tratamiento posible.
En las primeras entrevistas se circunscribe tanto cuáles son las dificultades sintomá
ticas como las problemáticas que cuenta el paciente, se arman las primeras hipótesis
diagnósticas, y nos imaginamos dónde quedaremos ubicados en la transferencia. Tam
bién en esos momentos hablamos de las características de nuestro trabajo y enuncia
mos tanto nuestro marco teórico como nuestras premisas económicas.
Las primeras entrevistas son aquello que, pasado un tiempo de tratamiento, quisiéra
mos volver a leer para determinar cuánto de lo que dijo el paciente y cuánto de lo que
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pensamos y dijimos fue adecuado, cuál fue la mejor estrategia, la mirada y la interven
ción más convenientes. Ese momento inaugural marca el tiempo de la presentación, ese
tiempo mítico que cobra un valor fundamental y entra en la categoría de lo relatable.
Si hay relato de las primeras entrevistas es porque en ellas se constituye la dimensión
del destino y no sólo eso sino que el analista estando ahí, es quien presenta al destino.
Muchos piensan que el analista presenta el destino de los síntomas que preguntan al
sujeto acerca de lo que le está pasando; algunos, a diferencia, creen que el analista mis
mo es el destino de los síntomas; otros, en cambio, sostienen que la operación del des
tino al tener un resto permite al paciente cambiarlo al mismo tiempo que experimentar
lo imposible de cambiar.
Más allá de las distintas posiciones, el analista parte de un convencimiento y es que no
hay un solo destino para el hombre. En el cuerpo se juegan varias clases de destinos di
ferentes que, por un lado, están en su presente pero por otro son inabarcables unos con
los otros, se trata de diferentes planos y, como diría Lacan, de diferentes registros.
Las primeras entrevistas son emotivas para el analista pues plantean la cuestión del des
tino y este es el principal saber hacer del analista. El analista parte de ese convencimien
to, desde la puesta en correlación del sujeto del inconsciente con el sujeto de la ciencia,
no hay un solo destino para el hombre.
El analista, en tanto sabe hacer, presenta al destino. Y comprueba, una y otra vez, caso
por caso que, no solamente se trata de la correlación entre el destino fatalista de Edipo y el
destino neurótico de Hamlet, sino que él mismo, su presencia, plantea otro destino a esos
dos ya planteados por la historia de la filosofía de la ciencia. El destino de quien se destie
rra de su destino, y en ese destierro pone en correlación lo más singular con lo político.
Y ahí está el analista nuevamente abriendo la puerta de su consultorio, y sentándose
se predispone a escuchar el discurso de la persona que entra. Esas son las primeras en
trevistas, esas que no necesitan explicación pues allí se juegan las líneas, las encrucija
das, los dilemas de la vida y donde dos seres humanos están nuevamente desnudos pre
guntándose acerca del que-hacer con el destino. q
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Problemas y controversias
E
n la última clase del Seminario 4 de Lacan, hay una ob se sustituyen entre sí según un cierto orden); un discurso que
servación en apariencia incidental y que, sin embargo, define los límites del malestar en la cultura. (Quien no haya
dice algo que con el tiempo ha adquirido un alcance de indagado algo del carácter del siglo XIX y su prólogo, las úl
cisivo: “Juanito se sitúa en determinada posición pasivizada, timas décadas del siglo anterior, no tendrá la menor idea de
y cualquiera que sea la legalidad heterosexual de su objeto, la enorme cantidad de textos – médicos, periodísticos, esoté
no podemos considerar que agote la legitimidad de su posi ricos, literarios – que se publicaron sobre las “vaporosas”, es
ción. Se acerca en este sentido a determinado tipo que no les decir, las histéricas. Incluso un histérico, fue el protagonista
parecerá ajeno a nuestra época, el de la generación de cierto de una de las novelas más bellas y famosas del momento: Bel-
estilo que conocemos, el estilo de 1945, esa gente encanta Ami, de Maupassant.)
dora que espera que las iniciativas vengan del otro lado —es Actualmente el discurso histérico –referencia esencial de
pera, por decirlo todo, que les quiten los pantalones. En este la clínica, porque incluso la obsesión es variante, modalidad,
estilo veo dibujarse el porvenir de este encantador Juanito, de la histeria; para decirlo de alguna manera, es su vertiente
por muy heterosexual que parezca. Entiéndanme bien. Nada hermenéutica– eje esencial de la neurosis, ya no es eje esen
en la observación nos permite pensar, en ningún momento, cial de la cultura.
que se resuelva de ninguna otra forma, sino con el dominio Ahora podemos volver al texto de Lacan.
del falo materno, en la medida en que Juan ocupa su lugar, Este rasgo tan marcado, me refiero al aflojamiento de los
se identifica con él, ciertamente lo domina.” lazos entre cultura e histeria, debe llevarnos a pensar muchas
¿Qué es, psicopatológicamente hablando, Juanito? cosas; una de ellas, es a preguntarnos si lo que Lacan denomi
En los últimos tiempos, por distintas y empobrecidas vías, na “Juanito” (no importa, ahora, si el examen del caso es un
vías que llevan siempre a la decepción, a la trivialidad, a la tanto arbitrario: se trata de la construcción de un caso “testi
confusión incluso, se han desempolvado viejas nociones no go”) define o no una nueva modalidad de la sexualidad mas
sográficas, productos de la taxonomía y del genetismo, para culina. Los varones que se identifican con el falo materno, ¿no
dar cuenta, se dice, de “todo lo que no entra actualmente en constituyen una categoría que hace perder consistencia a la
los cuadros clásicos”. ¿Dónde está el error sintomático? En homosexualidad masculina, desde el momento en que ésta,
que toda revisión nosográfica, si aspira a la fecundidad, debe por así decirlo, se ha“derramado” por todos lados?
ser precedida, forzosamente, por una interrogación acerca del En la producción de este complejo han convergido varias
erotismo de la época; debe ser anticipada por una lógica de lo series; antes que nada la paulatina caducidad de los mitos que
colectivo que defina lo que tienen en común sujetos que, ade hasta no hace mucho regulaban el perfil de la paternidad, y que
más de tener en común la diferencia que los separa y por eso han sido reemplazados por una anodina pedagogía “unisex”,
mismo los vincula, comparten entre sí una profunda variación que constituye la emergencia de algo más profundo; y el har
diferencial de los rasgos del ideal y del fantasma. to conocido (pero no sabido, desde luego) “avance” femenino
En el siglo XIX Balzac, durante la Restauración y la Monar en la disputa por los valores fálicos con el hombre.
quía de Julio, aplicó su genio exhuberante a describir “las lo Avance que, promovido por la histérica, termina por socavarle
curas de amor de nuestra época”, es decir, la estructura his a ella su andamiaje retórico: si, como decía con humor Lacan,
térica. Y no me refiero al “cuadro” que lleva su nombre y a la histérica necesita un Amo para poder reinar sobre él; es pre
su colección de rasgos, sino a un discurso (en el sentido emi ciso, cuando menos, que este aspirante a Amo quiera serlo.
nente del vocablo: un discurso es un conjunto de textos que Quede a cargo del lector la conclusión. q
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La acción analítica
U
n acontecimiento imprevisto modifica la posición sub nes entre los sexos.
jetiva: el acontecimiento es desprendimiento inmediato Lacan plantea en el Seminario 11 que lo real se presenta
de una primera consecuencia, es decir tiene una estruc bajo la forma de lo inasimilable del trauma y nos aporta la
tura implicativa. Esta lógica esclarece su potencia propiamen noción de la tyché como una forma de nombrar lo real como
te temporal, teniendo la capacidad para engendrar un tiempo encuentro fallido.
propio. El acontecimiento termina siendo de este modo rea Lo traumático, no sería la sexualidad sino la falta de saber
lidad y principio. sobre la emergencia del goce sexual. Un encuentro traumáti
Los acontecimientos son singularidades irreductibles de las co con lo real determina un punto de certeza.
situaciones, descubriendo así una verdad para el sujeto. Hace La certeza está articulada a lo real, ya que este encuentro es
advenir “otra cosa” que la situación, las opiniones, el saber imposible de negar, no se puede dudar de ello.
instituido. Es un suplemento azaroso, imprevisible, disipado Frente a lo que puede considerarse traumático la pregunta
apenas aparece. que surge es ¿Por qué sucedió? Y toma el modo de única for
Efectivamente, encontramos que Jacques-Alain Miller en su mulación de lo indecible a lo que el sujeto se ve confrontado
curso Les us du laps en la clase del 17 de abril de 2000, ubica en un encuentro con ese acontecimiento, lo que deja al suje
el acontecimiento imprevisto como uno de los nombres de lo to sin palabras.
real, haciendo del sujeto un desprovisto: lo pone al descubier Aquí es donde corresponde localizar al goce en tanto se le
to. Gracias a esta utilización del acontecimiento imprevisto, lo impone al sujeto que no puede decir nada al respecto.
real tiene una posibilidad de aparecer en la sesión analítica. Un enfermo comprometido con el malestar de su cuerpo
¿El acontecimiento se inscribe en el tiempo? o ¿El aconteci está aprisionado con ese real que lo nombra. Esto nos permi
miento crea al tiempo? tirá a nosotros analistas, el intento de arreglar su goce que
Miller responde a estas preguntas comentando que en la seguramente opaca el horizonte en una vida atravesada por
construcción del grafo del deseo, y a lo largo de su circuito, el no todo
Lacan utiliza e inscribe lo temporal que se centra en la lectu ¿Podremos orientar a ese sujeto con una oferta de hacer vi
ra de acontecimientos subjetivos. Por ello, como práctica, lo vible su vida excluyendo el engaño cronológico del transcurrir
real es definido a partir de lo que ocurre, es decir del acon del tiempo de vida de cada uno? ¿Qué es entonces, lo verda
tecimiento. Determinando con ello un posible axioma básico: deramente traumático?
lo seguro, es que mañana, por ese acontecimiento imprevisto, el Podemos responder con Lacan que se trata de la entrada del
sujeto no va a ser lo que fue. sujeto en el lenguaje. Es la intrusión de ese primer significante,
Vivimos en una época donde la forma de abordar lo real, relacionado con la falta de significante en el Otro. Frente a este
está en condiciones de afectar los hechos y de un modo sin agujero, el sujeto deberá dar una respuesta en la repetición de
gular. En consecuencia, (a modo de ejemplo) el saber cientí modo que cualquier surgimiento posterior de cierta modalidad
fico, cuando se elabora, afecta lo real. de lo real será leído a partir de estas significaciones.
Partir de la definición de la ciencia como saber en lo real, nos Frente a la pregunta ¿Por qué sucedió? se construyen otras:
posibilita determinar que el saber de que se trata aquí es un ¿Qué hacer?¿Cuál es la apuesta del analista?¿Bajo que moda-
saber que no sólo puede comunicarse, sino que además lleva lidad?
intrínsecamente la idea de comunicación. Lacan plantea que Interrogantes que nos confrontan con la acción analítica,
la lógica dada al saber científico, incluye el modo de la comu más exactamente, como expresa Miller en “El desencanto del
nicación como suturando al sujeto que él implica. psicoanálisis”, con un particular en disyunción de todo uni
El uso de la noción de información, mensaje o código ge versal, un particular que no se deja reabsorber en el univer
nético está tomado, en la medicina científica, de una concep sal, sino que es devuelto en todo caso a la singularidad, a la
ción de lenguaje diferente al nuestro. originalidad, incluso a la extrañeza del caso por caso. Por lo
El “no hay la relación sexual” posee una lógica que permi demás, lo singular es el estatuto del caso mismo. Así tenemos
te situar el real. que vérnosla con un real desprendido de lo racional y hasta
Para el sujeto, falta ese saber en lo real ya que no hay una de toda posibilidad de regularidad y del establecimiento de
relación reglada y natural sobre lo que deben ser las relacio una ley, cualquiera sea. q
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Humor
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EL PSICOANÁLISIS EN LA UNIVERSIDAD
ecueto@elsigma.com
Entrevista a Ricardo Rodulfo
Usted es profesor titular en la Universidad de Buenos Ai- Si uno se burocratiza como profesor (y en la facultad hay una
res desde hace casi veinte años ¿Cual es su balance de es- enorme burocracia), si uno toma sólo el programa y todos los
tas dos décadas? años dicta lo mismo, eso además de ser tremendamente aburri
do no genera nada. Pero uno puede olvidarse del programa y
En relación con la universidad tengo que empezar con una
en la medida de lo posible y de las condiciones burocráticas de
descripción, soy titular en Clínica de Niños y Adolescentes y
la facultad, por ejemplo tomar el camino que yo escogí: dar to
también de Psicopatología Infantojuvenil. Me interesa mencio
dos los años distintos seminarios sobre puntos específicos, y re
nar esto porque fue un aporte nuestro cuando en la Facultad de
nunciar a la idea de dar todo el programa, que es justamente la
Psicología no existía la materia Psicopatología Infantojuvenil, lo
idea menos conveniente. Si uno piensa en voz alta cada año co
cual es una muestra más de adultocentrismo. Existía la psicopa
sas distintas, con los estudiantes o con los colegas jóvenes que
tología sin apellido que, por supuesto es la del adulto donde a
hacen el postgrado, (aunque algunos no tan jóvenes) y traba
veces se invitaba a alguien para que diera un par de clases so
ja distintas cuestiones que les interesan, que están investigan
bre niños. Aunque, por esas mismas cuestiones de adultocentris
do, que los están atormentando en el consultorio, planteándole
mo y de política universitaria, Psicopatología General es anual
preguntas o debatiendo los nuevos libros interesantes que apa
y obligatoria, mientras que ésta es cuatrimestral y optativa. No
rezcan, el trabajo es muy rico
obstante es importante haberla podido inscribir en el Plan de
Estudios, porque es muy específico lo concerniente a psicopato ¿Usted propondría una revisión de los contenidos y del
logía infantojuvenil. Además, la suerte hizo que yo montara el modo de impartirlos que se ve habitualmente en la Facul-
primer curso de postgrado que hubo en la Facultad de Psicolo tad de Psicología?
gía sobre niños y adolescentes desde 1990, que es un programa
de actualización de dos años. Estos serian los elementos para el Sí, porque el psicoanálisis que se enseña es escasamente re
balance. Sin embargo, habría que diferenciar varios aspectos. Lo presentativo de la variedad, de la diversidad del panorama del
mejor -por lo menos lo mejor para mí- es el contacto permanen psicoanálisis actual o de las ultimas décadas. Se ven algunas co
te con gente joven, estudiantes, colegas en sus primeros años. sas de una manera muy excluyente, mientras que hay listas en
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do con más producción psicoanalítica que Buenos Aires, y con más difusión de la psicotera
pia en todas las clases sociales. Aún ahora con las situaciones tan difíciles que se han veni
do desarrollando alguien en Buenos Aires puede ir a buscar psicoterapia gratuita. Y recibir
una buena psicoterapia gratuita o una psicoterapia de inspiración psicoanalítica con hono
rarios por ejemplo de veinte, veinticinco, treinta pesos, inexistentes en otras partes del mun
do, sobre todo en otras metrópolis.
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investigación de Freud en su “Psicología de las masas y análisis del yo”. Se ama a quien
se le supone saber resolver las falencias que afectan al amante.
• Como sabe cualquier político experto, la política tiene como punto de Arquímedes
el poder efectivizar. A las medio-verdades del poder las define una estructura comple
ja de consenso (relaciones de fuerza) que atraviesa coyunturas diferentes. Como lo defi
nió Freud en el libro antes aludido las organizaciones artificiales de masa funcionan por
identificación entre los yo de los que las integran a partir de la identificación al lideraz
go tomado como objeto e ideal. De ahí que Lacan no conciba que ningún discurso sos
tén de lazos sociales, funcione sin el lugar de agente con apariencia dominante. Aparien
cia, en tanto teniendo mucho peso la función del agente, éste no la puede llevar adelan
te por fuera de los condicionamientos que la estructura del discurso que agencia le impo
ne, por las correlaciones entre lo que ocupe sus cuatro lugares (agente/verdad — otro/
producción). Lacan, que habitualmente prefirió dejar de lado la pregunta por los oríge
nes, no dudó en suponer al del amo antiguo (S1/$ — S2/a) como el primer discurso que
hizo su aparición en la historia humana. Dicha historia ha demostrado sobradamente y
al costo de muchos millones de muertos violentamente, que no hay sociedad que funcio
ne sin un agente que aparente dirigir. Lo que quede en ese lugar puede producir efectos
diversos. No son los mismos los del amo antiguo, que los del universitario, del capitalis
ta de inversiones golondrinas, o de las demandas de la histeria. En dicho contexto de ex
periencia histórica de las ideas y de acción práctica en política, la humanidad ha sosteni
do básicamente dos formas de gobierno: dictadura o democracia.
• Cada vez que alguna se instaló y logró sostenerse, fue porque contó con alguna expec
tativa ilusionada (consenso) de mayorías. La democracia se distingue, porque facilita ges
tionar los inevitables conflictos sociales más civilizadamente y con menos violencia, para
lo cual requiere una fuerte transferencia de las mayorías hacia dicha forma de gobierno
y de los que la sostengan. La dictadura se presenta como tope a situaciones que prefigu
ran desembocar en anomias y anarquías. En esos estados, la masa ante la angustia cau
sada por el vacío en el lugar del agente o porque éste ocupado por la posición histérica
de demanda permanente, suele comenzar a desear un “Mesías con mano dura”. q
Una versión más extensa de este artículo será publicada en www.psyche-navegante.com
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Colaboración
L
a “Escuela para padres”1 se propone como una repuesta. magno acontecimiento de la vida: ¿de dónde vienen los ni
Entre otras cosas, como una respuesta a la curiosidad in ños?”. Más tarde agregará que esta pregunta es la que está en
fantil. Esa escuela parte del supuesto de que las pregun el fondo de la que formula la esfinge de Edipo: “¿cuál es el
tas del niño se basan en un deseo de saber producido por la animal que...?”
ignorancia. Un deseo de saber acrecentado por la mala fe o la El Otro al que el niño dirige esta(s) pregunta(s), constata
neurosis del adulto para satisfacerlo. Es más, esa escuela par Freud, a la vez que es fuente de todo saber, falla indefectible
te del supuesto de que la curiosidad infantil, el “¿por qué?” mente cuando responde. “¿Por qué falla el Otro?” Parece el
de los niños, es una pregunta. niño defraudado el que responde en Freud: mojigatería, igno
Ninguna otra cosa supone Freud cuando en 1907 escribe “La rancia, pero, sobre todo, engaño, ocultamiento (¡Versagung!).
ilustración sexual de los niños”: hay un deseo de saber (Wis- Cuando responde así no se diferencia de Eva Giberti: habría el
senstrieb) en los niños que se intensifica por el disimulo de los Otro de la buena fe que sabría responder a todo y así “La cu
padres, por su mojigatería e ignorancia de la sexualidad in riosidad del niño no alcanzaría nunca un alto grado” porque
fantil. Ya que el “¿por qué?” de los niños pregunta por la cau habría encontrado su satisfacción.
sa, ésta es fundamentalmente una pregunta por la causa de sí: Pero es el mismo Freud quien señala dos cuestiones que con
“¿de dónde vienen los niños?” es su prototipo, además de ser tradicen sus propias afirmaciones:
la que abre el espectro de la investigación sexual infantil. -El niño, por el amor del Otro, rechaza el saber propio que
Ya en este texto Freud también da por sentado que ésta es la deviene así inconsciente y da origen al complejo nodular de
“interrogación más antigua y ardiente de la humanidad”. la neurosis.
En las “Teorías sexuales de los niños” (1908) Freud especi -Las teorías sexuales infantiles son una necesidad de la cons
fica: es ante el narcisismo herido (nacimiento de un herma titución sexual. La fundamental, la teoría de la primacía del
nito) que el niño comienza a reflexionar sobre “el primer y falo en los dos sexos, hace que la existencia de la cavidad que
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acoge al pene quede ignorada. Este punto de no saber producido por la prima
cía fálica constituye a la investigación sexual infantil en un fracaso que ejerce
para siempre una función de límite del saber y de la satisfacción.
Hay, por lo tanto, en las preguntas de los niños, una respuesta que le ante
cede y que surge, precisamente, de la primacía del significante (ya que el falo
es un significante): no hay relación sexual, dado que sólo hay falo la relación
sexual es imposible en el sentido lógico.
El niño, de quien suele repetirse que es la restitución del narcisismo de los
padres, es por ello la apuesta que éstos hacen para hacer existir la relación
sexual. “Hijo” sería el significante que garantizaría imaginariamente el conec
tor lógico que falta para que haya relación. El niño, por su parte, rechaza lo
que “sabe” por amor al Otro, se hace cómplice, servidor de este Otro que no
es más mojigato ni mentiroso que cualquier Otro ser parlante que de eso no
quiere saber nada y, por lo tanto no puede más que mentir.
Esta es la razón por la cual Lacan en 19732 saca su as de la manga: no hay
deseo de saber: “Freud se contradice cuando habla de Wissenstrieb. Todo indica
(eso es el inconsciente) que el hombre ya sabe todo lo que hay que saber y que
ese saber está limitado al goce insuficiente que constituye el que hable”.
“Todo lo que hay que saber” es lo que Freud llama la “necesidad constitu
cional”. Saber ya todo lo que hay que saber, Lacan lo escribe S1 S2. Para cual
quier sujeto eso es todo (ironía lacaniana) lo que hay que saber. No hay, en
tonces, deseo de saber puesto que ya se sabe todo lo que hay que saber pero,
además, ese saber es en sí la satisfacción “(el goce) insuficien
te que constituye el que hable” y por ese goce insuficiente no
sólo no hay deseo de saber sino que hay horror de saber, no se
quiere saber nada (absolutamente, enfatiza Lacan) de la fal
ta de saber, de goce.
Volvamos al preguntón. Relatos de madres, de padres, que
confiesan orgullosamente su impotencia para responder a las
preguntas de su hijo. La impotencia supone un saber en otro
lugar: la respuesta que el niño vela con su pregunta destituye
cualquier sujeto supuesto saber y afirma una verdad en lo real:
imposibilidad de escribir la relación sexual para el que habla,
cuya prueba es el preguntón. Velando la respuesta, ¿qué se ob
tiene? Lacan hace un chiste3: si el inconsciente es la pregunta
“¿cómo se reproduce el hombre?”, la respuesta es: “reprodu
ciendo la pregunta”. La función de la pregunta es hacer que el
Otro goce hablando (lo que supone que el Otro sabe).
Freud ya había puesto en evidencia la tarea imposible que
se impone al niño cuando pregunta por la causa: una interro
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gación ardiente que surge con la humanidad. Y eso aún sigue ser que el sujeto se construyó como niño aparece en la trans
reproduciéndose. Si Edipo (que tiene la respuesta a la pregun ferencia, aparece también el horror por la falta de garantías
ta del mismo fondo que formula la esfinge) termina tan mal del Otro para fundamentar imaginariamente (hablando) ese
es porque quiso saber absolutamente la verdad (Lacan en “El niño; esa falta de garantías desnuda su “ser” que se reduce a
revés del psicoanálisis). un vacío cuya certeza es la angustia. Esto se produce cuando
¿Hay alguna otra relación al saber que no sea la del horror el sujeto acepta reconocerse como cómplice del Otro para en
de saber (la verdad)? Si consideramos los cuatro discursos tal gañarse, engañar al Otro y engañarse sobre el Otro.
como los escribe Lacan vemos los lugares que ocupa en ellos Si la respuesta del analista hace emerger esa falta de garan
el saber y su relación con el lugar de la verdad: tías, es porque la interpretación podría reducirse a la fórmu
Los lugares son: Semblante Otro la: “No te lo hago decir” (“que juega con el equívoco ‘lo dices
Verdad Producción tú’ y ‘eso corre a cargo mío’, tanto menos cuanto que, cosa se
mejante, no te la he hecho decir por nadie”)4. Si la pregunta
El único discurso donde el saber no está en disyunción con se basa en un “te lo hago decir” que sostiene al sujeto en la
el lugar de la verdad es el discurso analítico (S2 ). ¿Qué sig impotencia, la respuesta equívoca de la interpretación apun
nifica esto? ta a aquello no sabido, imposible de saber que no cesa de no
En primer lugar que ya no se trata de “no saber nada de eso” escribirse: lo.
ya que, por la posición que ocupa el analista, el saber es in Lo incurable, esa otra relación al saber, podría definirse como
terrogado desde el lugar mismo de su falta. La respuesta del el punto en el cual el sujeto deja de hacer preguntas porque ha
analista en este punto se diferencia de la de la Escuela para adquirido un saber que le hace imposible recurrir al Otro, un
Padres que, como tal, es discurso universitario. saber sobre la imposibilidad de responder del Otro. Freudiana
Guy Clastres3 puntualiza con claridad, en un análisis, el mo necesidad constitucional: no hay sujeto supuesto saber, gozar.
mento de pasaje del horror de saber a esta otra relación al sa ¿Llamaremos “adulto” a aquel que deja de hacer preguntas?
ber que Lacan llama “lo incurable”: en el momento en que el Llamémoslo x (equis). Llamémoslo “psicoanalista”. q
Notas
1. No hace mucho, Eva Giberti se quejaba de los “historiadores del psicoanálisis en la Argentina” porque su Escuela para Padres no había sido inclui
da en ninguna de las versiones de esa historia. En un artículo anterior aperico en el nº 6 de Vectores del acontecer analítico respondí a esa queja.
2. J. Lacan, Aún, Seminario 20, Ed. Paidós, Bs. As., pág 128.
3. J. Lacan, “El atolondradicho”, en Escansión Nº 1, Ed. Paidós, Bs. As., 1984, pág. 25.
4. C. Clastres, “Enseñanza y transmisión en Psicoanálisis”, en Otium Diagonal Nº 10, Ed. Paradiso, Barcelona, 1986.
5. J. Lacan, “El atolondradicho”, op. cit., pág. 65.
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H
acia el final de la nota aparecida en el número Octu las variantes regionales dentro de una misma lengua.
bre 2002 de Imago-Agenda, trabajando la articulación Otro espacio de observación, acercándonos más a lo nues
sublimación y lenguaje proponía lo siguiente (prome tro, se nos presenta en la relación con el bebé donde las mo
tiendo ampliar su fundamentación): música, gesto y palabra dulaciones, escansiones, acentuaciones que realiza “inconcien
–real, imaginario y simbólico– conformando la condición bo temente” el adulto cuando le habla a “su majestad” indican la
rromeica de la estructura del lenguaje. función necesaria que se articula en lo musical para que la pa
Tiempo de conclusiones en que hoy se encuentra el trabajo labra pase. Demanda estructural que parece plantearse al adul
de teorizar efectos registrados en la clínica con pacientes gra to, tiempo donde se sitúan las lesiones más graves que puede
ves, y la singularidad simbólica de tales campos. Fecundado a sufrir el aparato simbólico del futuro sujeto, generadas desde
veces por el cruce de la música funcionando de soporte sim las dificultades de la madre para generar esa frecuencia libidi
bólico en los giros sincopados del sujeto de la psicosis; cam nizante en la relación con su crío.
bios de posición subjetiva. Partiendo de ese cruce y a poco de Decía de la diferencia que se produce, sublimación cultural
andar se llega inexorablemente, en un sentido lógico, a ubicar mediante, hacia ese sistema que partiendo desde la musicali
en el comienzo de la investigación a la música como un len dad que transmite la voz materna llega a adquirir sus grados
guaje y la sublimación como proceso o tramitación pulsional de estructuración o complejidad propios; lo que llamamos mú
en la realización de un goce del sujeto. sica (pensemos aquí lo inadmisible que resulta, al modo de una
La música es uno de los sistemas en que se asienta la raíz del Verleunung o desmentida, no reconocer su estatuto de lengua
lenguaje. Esto hace necesario establecer una diferencia entre lo je ante semejante complejidad simbólica).
que se ubica del lado de la musicalidad que soporta a las pala La resistencia que subyace a la aceptación de la música en su
bras dichas y la música como construcción artística. estatuto se sitúa en los mismos carriles que llevan a todas las
El acto de hablar no es sin musicalidad; rasgo perfectamen variantes del no reconocimiento, por parte de la racionalidad
te detectable en las diversidades subjetivas o, más evidente, en yoica, de aquello que es instancia del sujeto. Problema que re
las diferencias sonoras que manifiestan las lenguas entre sí o en torna inevitablemente, de distintos modos y sobre distintos tó
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picos esenciales(versiones suturantes) a lo largo de la historia Ex (que dice no) fx. Se anudan a ella el significante del nom
del movimiento analítico. bre del padre, el falo simbólico, el significante del goce, o dis
La concepción trinitaria del lenguaje abre camino para pen tintos nombres del operador de la castración con que el suje
sar al cuerpo pensante y sus capacidades de ejecución y repre to cuenta en la estructura inc.; pero esto no habilita a pensar
sentación. Los modos de sublimación pulsional que subyacen recíprocamente que ella, la letra, es o recubre propiamente el
en las artes evidencian la articulación de lenguaje en que se campo de La Ley del significante, no; es precisamente el error,
soportan -siempre específicas- las distintas disciplinas. Como y no simple inversión terminológica, en que se apoya la res
así también la instrumentación corporal implicada en el pro tricción, constricción, de una concepción del lenguaje mode
ceso singular que cada una de estas disciplinas requiere para lado desde, y por, el sistema de la lengua. Concepción reduc
generar la discontinuidad temporoespacial esencial en que se cionista del campo por cierto poco conveniente para la apues
articulan. Función de borde, agujero real en que se asienta la ta del psicoanálisis.
lógica del objeto a como falla. Sintetizando: se parte de la observación que el proceso gra
La capacidad de proyectar una significación, propiedad que dual de incorporación del lenguaje sigue estos pasos necesarios
sólo el significante permite suponer, nos pone de lleno en la para el logro y adquisición de la función simbólica de significa
vía del acto del sujeto sobre una estructura de lenguaje, es ción verbal, etapa en la que culmina el tiempo acéfalo del su
tructura inconsciente por cierto cuyo fundamento se encuen jeto cuando la operación de la letra fija su instancia inc., anu
tra en el significante y sus articulaciones infinitas posibles des dándolo ahora a la función de palabra. Tiempos de inscripción
de un soporte corporal. del rasgo unario. Proceso que imprescindiblemente se desarro
Ahora queda más claro el campo, aunque haya quien pue lla sobre estos tiempos previos: musical, en el que se articulará
da querer sostener la discusión, la diferencia de amplitud, la paulatinamente la adquisición fonemática, y gestual por don
luz que irradia la precisión de ubicar el soporte, el fundamen de germinarán las capacidades de representación en lo corpo
to de la estructura del lenguaje en el significante y no en la ral; mediums de lenguaje imprescindibles para la apertura del
palabra (sem. XX). campo en, y por, la función de significancia; raíz y tronco sin
Según entiendo, la letra inc. inscribe el Significante de La los cuales la significación por la palabra no logrará advenir a
Ley en el campo del sujeto, es decir que anuda en la ley sig la plenitud de su función simbólica.
nificante; ley del sinsentido que soporta lo imposible a la fun La función de significancia, genera el campo de tensión en
ción de significación por la palabra; un modo en que se escribe: que se despliega el potencial significativo, quedando ligado a
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esta dirección temporal de linealidad progrediente –de izquier ducen el trabajo del número armónico sobre la relación tiempo
da a derecha si queremos representarla en el sentido de “la fle espacio; lo que indica que andaba cerca, intuía a la música y sus
cha del tiempo”– mientras que la significación verbal implica propiedades si bien no al punto de utilizarla como dispositivo
una reversión temporal, retroacción, sobre ese eje instaurada “topológico” –¿tempológico?– para abordar lo real del tiempo
por la ley de la palabra; ley que produce al tiempo como pér en su último seminario: Topología y tiempo. El tiempo demostró
dida, resto sincopado por la función de la palabra en el cam ahí ser reacio al abordaje por un dispositivo que no sea sonoro,
po del lenguaje. la virtualidad espacial del nudo arrojó por fuera su propiedad
La síncopa es esa operación de corte fundante en el acto del esencial. El nudo musical posee precisamente por su fundamen
sujeto que lo inscribe como falta. Cuando esta operación se to sonoro esta condición de a-bordar el tiempo en la sucesión;
realiza sobre el sistema de la lengua arroja al fondo –Urver- carácter que demuestra la virtualidad temporal de la estructu
dragung– la letra nominante del sujeto. Es exactamente la ci ra. La música tiene esta “propiedad” temporal. El ritmo, regis
rugía que realizó nuestro querido Padre Freud sobre su propio tro de lo real del tiempo, tiene aquí su razón para ser lo más re
Nombre al quitarle algunas letras, las mismas que no dejaron sistente a la teorización dentro de la doxa musical.
de retornar luego en sus formaciones sintomáticas. No es en cambio lo que sucede con el registro armónico: Lo
Principio lógico explicativo de la fundamental importancia simbólico de la música. Sobre él se desarrolla toda la ciencia
que sostiene el factor temporal en la operatoria con el sujeto por musical partiendo de la combinatoria de las notas La cuerda
ser éste, el tiempo, resto primero que cae por la discontinuidad imaginaria de la melodía es la que sostiene el trenzado borro
que genera cualquier hecho de lenguaje. Este factor temporal meo de la estructura musical, pasando por las notas que le fa
siempre se ubica como efecto de una operación rítmica. cilita el tono armónico, pulsando en los tiempos que la acen
Veamos ahora qué otra “pérdida” le ocasiona a un discurso tuación del compás permita. Como se ve, muy apretadamen
como el analítico la necedad respecto a la música, cuya con te aquí, la música tiene virtudes de lenguaje suficientemente
dición esencial de sin palabras pone de manifiesto su singular aceptables para el “juego” del sujeto, y del mismo modo po
condición discursiva. dríamos entrar en la danza, pintura, escultura u otros, y ver
Al comenzar el seminario XVI, algunos párrafos antes de don qué arroja la investigación de esos lenguajes, todos ellos pre
de aparece por vez primera esta enigmática idea de discurso sin sentes en los primeros tiempos del “baño” que recibe y articu
palabra, curiosamente menciona a la música junto a la arqui la el infans. q
tectura como arte supremo en lo técnico por el modo que pro Jberardozzi@yahoo.com
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