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Antonio Di Ciaccia
Una viñeta
Antonio Di Ciaccia es psicoanalista en Roma, AME de la ECF y de la SLP, miembro de la AMP. Presidente
del Istituto Freudiano per la Clinica, la Terapia e la Scienza con sede en Roma. Fundador de Antenne 110 en Bruselas.
* Publicado originalmente en Desarrollos actuales sobre el autismo y la psicosis infantil en el área mediterránea. Ministero
Affari Esteri.Ambasciata. Italia. Madrid.
1 Lacan, Jacques. “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”. Intervenciones y textos 2. Manantial, Buenos
Aires, 2007.
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“Filippo”.
Algunas referencias
que Lacan llama el sujeto supuesto saber, que no es “nada real”2, que no es
otro que el efecto de la cadena significante. Este sujeto supuesto saber,
“pivote de la transferencia”3 encuentra su causa en lo real del goce del
sujeto en cuestión. El sujeto supuesto saber es por lo tanto el nombre del
inconsciente freudiano en ejercicio.
Se trata de intentos por parte del niño autista, sin ningún otro recurso
que el sí mismo, para instaurar un mínimo de vida. Porque la vida
—toda la vida humana— está regida por lo simbólico. Ciertamente,
no se trata de un mundo regido por el Nombre del Padre, sino que se
trata de un mundo regido por la estructura elemental de lo simbólico.
De esta manera el niño autista proporciona, también él a su manera,
la prueba de que lo simbólico es el padre del hombre.
¿Pero cómo se introduce este mínimo ajuste simbólico? Se introduce
a través de un cierto movimiento que el niño autista hace a partir
de sus objetos. En concreto, se trata de una serie de intentos de
construcción realizada por el niño autista en los que aquello que
pertenece al orden significante —el más y el menos, el ir y el volver,
el abrir y el cerrar, es decir, un latido en dos tiempos— se aplica de
forma automática al objeto que le es propio —a su cuerpo o bien a un
apéndice cualquiera que funcionalmente forma parte del cuerpo. Esta
aplicación proporciona una mínima, pero eficaz, regulación del goce.
Este trabajo entonces —puesto que se trata de trabajo— se produce a
través de toda una serie de manipulaciones o ajustes del cuerpo. Pero
el medio de la operación no es el significante que se sirve del cuerpo
sino, por el contrario, el medio de la operación lo constituye el cuerpo
mismo, o un objeto que se añade al cuerpo, y que se regula sirviéndose
de ciertas propiedades —un latido, una alternancia binaria, por
ejemplo— en donde reconocemos una estructura que se desprende del
orden del significante, pero que se presenta al observador como una
estereotipia.
Todo este trabajo el niño autista lo lleva a cabo por sí solo. Poco
le importa el Otro. Pero esta anulación del Otro se paga con la
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Las dos operaciones del niño autista nos ofrecen un panorama sobre
las dos caras de lo simbólico: normalmente, hay una cara que aparece
en primer plano, que es la cara que frena el goce, y hay una cara
escondida que es de goce. Podemos decir que para el niño autista —y
probablemente para toda psicosis— estas dos caras se invierten: la
que aparece en primer plano es la cara del goce, mientras que la otra
cara es relegada a un nivel de pura sucesión de significantes que no se
encadenan aunque se repiten.
Ahora bien, si por un lado el niño autista se defiende de lo simbólico,
por otro lado, no puede evitarlo. Y el recurso a este funcionamiento
mínimo de lo simbólico es su trabajo cotidiano. Para comprender el
impacto de este funcionamiento, escindimos lo simbólico, en el niño
autista, en estas dos valencias: lo simbólico como real y lo simbólico
como barrera al goce.
¿De qué modo esta segunda valencia se connota en el niño autista?
Lo hace a través de la aplicación al objeto de un funcionamiento, que
pertenece al registro del significante y produce un efecto de regulación
y de estabilización. Pero en el trabajo que el niño autista realiza por sí
solo, con el fin de que esta aplicación mínima del significante pueda
tener un cierto efecto de pacificación, toda sorpresa o novedadresultan
proscritas: por lo general, resulta necesario que el latido se produzca
como una simple repetición.
¿Cómo se connota, en cambio, la primera valencia? A través de una
solución de continuidad de lo simbólico con lo real y lo imaginario.
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9 Lacan, Jacques. “Acerca de los significantes primordiales y de la falta de uno”. El Seminario, libro 3, Las
psicosis. Paidós, Buenos Aires, 2017, p. 284.
10 Miller, Jacques-Alain. “La tentación del psicoanalista”. El lugar y el lazo. Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 11.
11 Lacan, Jacques. “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. Escritos 2. Siglo
Veintiuno, Buenos Aires, 2014, p. 525.
12 Miller, Jacques-Alain. “La tentación del psicoanalista”, op. cit., p. 11.
El ejemplo al derecho
La práctica à plusieurs
Desde el comienzo hemos creído que era necesario que los padres
de los niños autistas tuvieran un papel en nuestro trabajo. No como
pacientes ni como co-terapeutas. Tampoco para culpabilizarles o
desculpabilizarles. Nosotros hemos pensado que ellos tuvieran su
parte en nuestro trabajo como sujetos informados —a veces sin que
ellos mismos lo supieran— de los significantes que habían presidido
la lógica que había producido un niño autista: como dice Lacan, a
veces es necesario el trabajo de tres generaciones para producir un
niño autista21.
Básicamente, nuestro objetivo ha sido desplazar a los padres de
los niños autistas de una posición en la que ellos mismo estaban
abandonados a merced del real, hacia otra posición, cargada de
sentido, y de la que por fin ellos detentan las claves. Se les invitaba,
por lo tanto, a ofrecer su saber. Para que, diluyéndolo en la palabra,
ellos tomaran posición como sujetos, ofreciendo finalmente también a
su hijo una posición de sujeto, sujeto del inconsciente.
Al cabo de un tiempo, es necesario que ellos sepan dejar caer este
saber. Pero para que esto ocurra, este saber, desde lo real, no debe
adoptar otra consistencia que aquella del semblante.
Llegado este momento para los padres —verdaderamente raro— es
posible que un velo cubra el lugar del niño y que su saber se transforme
entonces en una cuestión cada vez más privada y personal. El destino
de este saber se verifica y se mide a partir de la estructura propia de
los padres.
21 Lacan, Jacques. "Alocución sobre las psicosis del niño”. Otros escritos. Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 382.
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