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El ANÁLISIS Y SUS FINES:

¿HASTA DÓNDE LLEGA UN ANÁLISIS

LACANIANO, HOY?*

Jorge Forbes

INTRODUCCIÓN

En psicoanálisis, en cada encuentro clínico y en la teoría, se vive un


impase. No tiene remedio. Ante ello, sólo se puede buscar un cambio de actitud.
A quien lo reciente y sufre impotencia, podemos proponerle otra respuesta: saber
lidiar con lo imposible. Cuando ya no hay más camino, existe una oportunidad
maravillosa: que la persona lo invente.

Sin embargo, continúa siendo inaceptable dirigir un análisis del tipo de


“hable libremente y vamos viendo juntos lo que sucede”. Cuando los seguidores
de Freud se enfrentaron con las dificultades de los impases psicoanalíticos y,
surgió dicha propuesta de “vamos viendo juntos”, Lacan los corrigió duramente.
Él defendió que el análisis debe tener una orientación. Si bien el analista no dirige
al paciente, ciertamente dirige el tratamiento (LACAN, 1958/1998). Una vez más,
cabe aquí la pregunta de Drummond (1942/1992): ¿Para dónde?

El tema del final de análisis es delicado y fue destacado ampliamente por


Freud (1937/1969), sin embargo, quedó inconcluso. Quien hoy comienza en el
psicoanálisis y proviene de las facultades de medicina y psicología, dentro del
dominio de la medicina basada en evidencias, acostumbra a apoyar su práctica

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Forbes, Jorge. A análise e seus fins: até onde vai uma análise lacaniana hoje? En
Forbes, J. Psicanálise: a clínica do real. Barueri, SP: Manole, 2014, pp. 385-400.
Traducido al español por Camilo E. Ramírez Garza, con autorización del autor (mayo
2022)
1
profesional en formulas y protocolos. Al encontrar esta clínica, que lidia con los
impases y con lo imposible, sin procedimientos estandarizados, se asusta.

Pensando en que podemos tener lectores en esta situación, decidí


exponer de forma básica nuestro tema del fin de análisis. Efectivamente, no se
puede recibir a alguien en análisis sin tener una idea clara del camino por delante.
No se puede pilotear la clínica sin saber cuál es la brújula y el norte del
tratamiento que se ofrece.

Existió una época en que un análisis pretendía hacer que el analizante


supiera más de sí y, por lo tanto, respondiera mejor. Era el tiempo de Freud y de
la asociación libre (FREUD, 1912/1969). Hoy, transitamos a otra era, la de un
análisis para saber menos (FORBES, 2012), induciendo una acción sin garantías,
una apuesta. La Tabla 1, a continuación, presenta de manera más clara esta
diferencia. Imaginemos didácticamente que tenemos dos botones para regular
la clínica.

Tabla 1 Dos direcciones clínicas posibles

Botón del padre Botón de la responsabilidad


Predomino de lo simbólico Predominio de lo Real
Aumento del sentido por la Disminución del sentido por el
interpretación equívoco
Actuar garantizado Actuar arriesgado

Este capítulo tiene como objetivo trabajar la diferencia entre estos dos
botones, para responder a la pregunta: ¿conduciremos el análisis con el botón
de la derecha o de la izquierda? La decisión implica lo más esencial del
tratamiento y de la ética del psicoanálisis.

El BOTÓN DEL PADRE: LA ÉTICA DEL ACTUAR GARANTIZADO

Como ya comentamos, si preguntáramos hoy en una facultad de psicología:


¿para qué vas a análisis? La respuesta sería: para conocerme mejor y así,

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conducirme más acertadamente. La lógica implícita es: primero yo sé y después
yo hago. El objetivo es saber más. El privilegio es del registro simbólico.

Si, en cambio, el psicoanálisis que realizamos es a partir de un “saber


menos”, aquel que admite un actuar arriesgado, sin garantías; considerando, que
las razones llamadas “inconscientes”, nunca serán suficientes para explicar mis
acciones, trabajamos en el registro de lo Real.

De tal manera, legitimamos una acción creativa e incompleta, desistiendo


de creer que la vida se dirige por una verdad garantizada. En un análisis, la
verdad máxima que la persona alcanza es siempre puesta sobre
cuestionamientos que sería mejor callar. Por lo tanto, ella será, en el mejor de
los casos, una “verdad mentirosa” (LACAN, 1976/2003).

Para discutir lo que es un análisis llevado a buen término, partiré del


modelo freudiano de la interpretación analítica (FREUD, 1937/1969), continuaré
con Lacan en la primera clínica y, en seguida, pasaré a la segunda clínica de
Lacan. Es decir, veremos: 1) la resolución del síntoma en Freud; 2) la travesía
del fantasma en Lacan; y 3) la identificación al síntoma en Lacan – una de las
expresiones del final de análisis en la actualidad.

Las transformaciones sólo valen cuando no alteran los pilares, los


principios de la práctica psicoanalítica. Para sustentarlas retorno a lo más
elemental, al texto de “La interpretación de los sueños” (FREUD, 1900/1976) En
el cual vemos cómo Freud se expresa sobre la dirección de un análisis. Él nos
enseña: tome una frase del analizante y a partir de ella, pídale hablar de todo lo
que se le venga a la cabeza. Notará que cada parte de ese enunciado se abrirá
en al menos dos ideas; de ellas vendrás otras dos y, de cada una de las demás,
dos más. Así, progresivamente, hasta que veamos a la apertura converger en un
sólo punto, que justifica la significación de la toda la cadena.

En el texto “Sobre el sueño” (FREUD, 1901/1972), Freud sintetiza lo que


presentó en “La interpretación de los sueños” (1900/1976) un año antes,
interactuando con el lector:

Yo podría estirar más los hilos y mostrar entonces que ellos convergen a
un único punto nodal; pero miramientos de naturaleza no científica, sino

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privada, me impiden exhibir en púbico este trabajo. Tendría que dejar
traslucir demasiadas cosas que mejor me guardo en secreto, pues se me
pusieron en claro, por el camino hacia esta solución, toda surte de
cuestiones que de mal grado me confieso a mí mismo. Ahora bien, ¿por
qué no escogí de preferencia otro sueño cuyo análisis se prestase mejor
a ser comunicado, y así despertara mayor convencimiento sobre el
sentido y la trama del material descubierto por análisis? He aquí la
respuesta: porque todo sueño del que quisiera ocuparme me llevaría a
esas mismas cosas de difícil comunicación y me podría en idéntico caso
de forzarme a guardar discreción. (FREUD 1901/1972, p. 624)

Independientemente del sueño relatado, o del conjunto de sueños, la


interpretación siempre nos conduce al mismo punto – llamado por Freud: “el
nudo de nuestros deseos sexuales infantiles reprimidos”, que contiene el
fundamento de la significación de cada persona. Al ser este nudo singular en
cada uno, no queda al analista –cuando el paciente se calla– interpretar con base
en su sentimiento. No es válido decir: siento que usted está en silencio porque
quería decir tal o cual cosa.

El sentimiento de un clínico se refiere al nudo de los deseos sexuales


infantiles reprimidos de él mismo, es la ventana para su mundo, no para el de su
paciente. El analizante tiene su propia ventana, lo que exige del analista que
simplemente “escuche”, como enfatizó Lacan, o que sea capaz, como dice Olavo
Bilac (1888/1997) “de oír y entender estrellas”.

Con esta dirección, Freud dedujo que el final del análisis llevaría a la
persona a entender su impotencia en la vida, como efecto de una represión que
le amputaba una significación. Dotado de ese nuevo conocimiento, el analizante
podría remover su síntoma.

Veamos un ejemplo que ya exploré anteriormente (FORBES, 1999):


Irwing de Almeida no sabía manejar bien el dinero. Ante cada aumento de sueldo,
era despedido. Un caso de “arruinado por el éxito”. Un día le pregunto por qué
se llamaba Irwing de Almeida, mezcla de nombre extranjero con apellido

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brasileño. El paciente me cuenta que lo eligió una religiosa americana, amiga de
sus padres, huésped en su casa en ocasión de su nacimiento.

En sesiones subsecuentes, regresa de un viaje con el siguiente relato: al


salir de una estación del metro neoyorkino, vio escrito en una marquesina: “Irwing
Bank”, y percibió que había algo de significativo en su nombre, asociado al
nombre de algún banquero. Por casualidad, yo, el analista, sabiendo como se
llamaba el banco –Irwing Trust Bank–, me di cuenta del desliz, diciéndole
simplemente: “Trust”, a lo que añadió, acto seguido: “In God we”, “In God we
trust”, como está escrito en los billetes de dólares. El paciente interpreta: “Mire
lo que hicieron conmigo: santificaron el dinero y por eso me meto en problemas”.

El paciente descubre un designio religioso que le impedía su desarrollo


profesional. El ejemplo es evidente. El síntoma de sacralizar el dinero es común
en los cuadros obsesivos, pero sólo hay un único Irwing que lo expresa de esta
manera. Ahora, como recomendaba Lacan (1957/1998), cuidado: la fascinación
de las formaciones inconscientes, imaginarias, puede impedir a los analistas
percibir la importancia de las estructuras que las sustentan. La interpretación es
hermosa, pero no es suficiente.

Irwing se libera de su síntoma, en la medida en que tiene la revelación


(insight) de lo que tuvo lugar en su nacimiento, la tensión entre el dinero y la
religión, y el pecado. Para remover un síntoma basta la estructura freudiana.
Inclusive tiene aplicación hasta nuestros días. Sin embargo, la sociedad ya no
vive más en el patrón del símbolo unitario, jerárquico y vertical, sino en el del
registro de lo Real, base del lazo social horizontal.

Atento a los cambios, Lacan (1966-1967), a partir de Freud, dio un paso


más adelante en la elaboración. Sustituyendo el “nudo” de deseos sexuales
infantiles reprimidos por el de “fantasma”, que también es un concepto freudiano,
para referirse a una fantasía fundamental que funciona como axioma en el
discurso de cada persona.

Lacan entiende que el fantasma debe ser alcanzado en el análisis, no


tanto para remover los síntomas, sino para una transformación clínica más
importante. La cura de los síntomas acontece por añadidura durante el trayecto
—es una ganancia extra, importante, claro—, pero tan solo derivada de la

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finalidad principal. Lo que se dispuso a buscar, como conclusión de un análisis,
es la suspensión de todas las soluciones, la suspensión de todas las
interpretaciones. En este cuestionamiento a las ideologías, Lacan se aproximó a
Nietzsche.

EL BOTÓN DE LA RESPONSABILIDAD: LA ETICA DE UN NUEVO

AMOR

Para discutir el “botón de la responsabilidad” en la dirección de un análisis,


hoy, recordemos la definición de axioma, tal cual se entiende en matemática: un
fundamento de verdad.

Un axioma es una sentencia original que vale como verdad sin necesidad
de pruebas. Para descubrir si cualquier otra frase es verdadera, el criterio es ver
si ella se deriva, con lógica, de un axioma. En psicoanálisis, a lo largo de las
sesiones, esa estructura deductiva se muestra en la interpretación de lo que dice
el analizante, tal como se muestra en la Figura 1, a continuación.

Sentencias dichas en un análisis Sentido de la derivación lógica

A B

Nuevo axioma

C
Figura 1 Axioma deductivo: sentencias dichas en un análisis, sentido de
la derivación lógica y formación de un nuevo axioma.

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Para Irving, se le reveló con claridad esa estructura, cuando pudo deducir que
su fracaso profesional, derivaba de un prejuicio cargado desde la infancia. El
axioma era que la religiosidad de su creación y el dinero, no son buena compañía.
Muchos acontecimientos de su historia reflejaban esa verdad.

La teoría matemática que desarrolla esta argumentación fue defendida


por Russell & Whitehead (1910/1962) en los primeros diez años del siglo pasado1
y perduró hasta la llegada de Kurt Gödel2, que vivió de 1906 a 1978 (NAGEL &
NEWMAN, 2001). Gödel trastornó la verdad garantizada, “no mentirosa”, de la
matemática. Afirmó que todo axioma deja fuera sentencias imposibles de ser
demostradas por este.

En otras palabras, el espejo dice a la bruja: “existe Blanca Nieves”. La


bruja puede ser hermosa, pero eso no impide que exista otra mujer bonita, fuera
de su orden. Gödel da a esta sentencia no comprobada (por la demostración
axiomática) el bellísimo nombre de sentencia indecidible.

La sentencia indecidible puede ser verdadera independientemente de los


criterios considerados previamente. Lo que nos indica, que la verdad siempre
depende de la elección del axioma. En ese sentido, nunca se logra excluir la
subjetividad del juicio, como mostrarán Ernest Nagel y James R. Newman, en el
libro La prueba de Gödel (1959).

Bajo esta lógica, podemos pensar en lo que sucede en las sesiones


analíticas progresivas. En el caso de Irwing, él entendió muy bien que no
conseguía los puestos en la empresa, debido a un impedimento en su nombre.
Aun así, continuaba teniendo problemas. Necesitó ampliar el análisis de su
contexto. La tendencia era entonces que generara un nuevo axioma, una
explicación más amplia para su situación, como se muestra en la Figura 2.

1
Para más información, ver: https://www.unicamp.br/~jmarques/pesq/Axioma_da_redutibilidade.pdf
2
Para más información, ver: https://webpages.ciencias.ulisboa.pt/~fjferreira/GodelMat.pdf

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Sentencia indecidible Formación e un
por el axioma 1 nuevo axioma

A B Axioma 2

Figura 2 Axioma deductivo: sentencias indecidibles por el axioma 1 y la


formación lógica de un nuevo axioma.

Con el descubrimiento de Gödel, podemos pensar que siempre que


sigamos investigando la vida, habrá de aparecer un dato que excederá a la
verdad precedente. Con cada sentencia indecidible puede iniciarse un nuevo
proceso interpretativo. Es como si Blanca Nieves siempre apareciera e hiciera
surgir la próxima bruja, el nuevo axioma. Este ciclo no tiene fin.

Así también sucede en la medicina basada en la evidencia. Ella es


interminable, pues renueva incesantemente la esperanza de los pacientes en el
próximo estudio. Cada mes, las revistas anuncian nuevos estudios y
tratamientos. Es un mercado que nunca entendió ni al psicoanálisis ni a Gödel.

Ante esa condición, para no continuar ilusionados en la promesa de una


próxima buena interpretación, nos resta decir: aquello que no conozco es igual
a aquello que no conozco. Si no consigo denominar ciertas cosas, debo
preservar un “no saber”, sin fingir que lo indecidible será esclarecido. Eso
permanece. Así, podemos entender cuando Lacan dice que lo Real retorna
siempre al mismo lugar (1955-1956/1985).

Por lo tanto, la historia que el analizante cuenta puede variar, pero lo Real,
no, éste siempre es igual. Sigmund Freud, en su empeño por liberar a las
personas de sus síntomas, fue brillante en identificar —incluso antes que Russell
& Whitehead — que existía una estructura lógica del discurso, perceptible en el

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análisis del inconsciente, y que un axioma podría representar la significación
fundamental de cada persona en la raíz de sus síntomas.

Lacan (1966-1967) decía que, al llegar al axioma, el analizante tendría


que atravesarlo y desistir de tener la garantía de una verdad, que sería su
fantasma. Comenzó a hablar de un final de análisis que exigía no sólo la
remoción del síntoma, sino el atravesamiento del fantasma.

Al releer “La interpretación de los sueños” (FREUD, 1900/1976) a partir


del teorema de Gödel, podemos entender que Jacques Lacan, después de dar
fuerza a la lógica del discurso del inconsciente —estudiando la cadena
significante y la determinación fantasmática—, comienza a preocuparse con
aquello que permanece indecidible, que “no tiene nombre ni nuca tendrá”.

Él comprende que no bastaba que la persona se decepcionara de la


verdad axiomática. Es preciso que ella también se responsabilice de aquello que
no sabe, incluso de sí misma: “yo soy una sentencia indecidible”. La persona
llega a reconocer en sí el síntoma indescifrable.

Esta es una tercera posición, en la que la supremacía pasa de lo simbólico


para lo Real. No es una postura natural, religiosa o iluminista, sino humana, que
se manifiesta por la invención de un nuevo amor.

Para ilustrar el pasaje de lo simbólico a lo Real, retomo un fragmento de


mi análisis personal. Para mí fue un momento muy importante, no obstante, lo
que pueda decir sea apenas una escena de un acontecimiento banal.

Me encontraba en París, en un puente que me gusta mucho. Contemplaba


nuevamente a la ciudad, pensando en el comentario tan común: “¡Paris es una
tarjeta postal!”. De repente, me pude dar cuenta que París no era la imagen que
yo admiraba, era una ciudad que albergaba muchas vidas. Extraña, era la
persona que estaba mirando la tarjeta postal. Sucedió una inversión terrible.
Aprendí, que no era sobre el otro que yo no sabía. Lo que no sé es lo que soy.
Tuvo lugar una legitimación de un no saber sobre mí.

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CONSIDERACIONES FINALES

Si antiguamente existía la idea de un análisis progresivo en el saber de sí,


la clínica de hoy ha cambiado: es reiterativa. En cada sesión la persona se
encuentra nuevamente con el hecho de que no sabrá más de sí. En este punto,
es importante recordar el famoso ejemplo de la cebolla, que Freud también da
en “La interpretación de los sueños”. El análisis avanza de capa en capa. Cuanto
más nos aproximamos al núcleo, más difícil será la interpretación. En el primer
capítulo de Inconsciente e responsabilidade (2012), hice referencia al mismo:
Freud en 1900 ya sabía de los límites de la comprensión psicoanalítica. Sin
embargo, dadas las condiciones de su época, no pudo formalizar su
descubrimiento con el uso de la lógica, como lo hacemos hoy.

Ahora, el análisis no es lineal, escapa a la axiomática. Reitera un no saber,


hasta que la persona soporte un cambio radical de su acción, que deja de ser
garantizada por el Otro, para ser arriesgada, en lo Real. No conocemos personas
que realicen ese pasaje ético en una única sesión, aunque sería posible, como
ya lo comentamos. Es necesario un trabajo de “molienda” más lento, en dirección
a la legitimación de lo indecidible.

Lacan utilizó dicha metáfora (1976-1977) para decir que un análisis


“muele” todas las identificaciones interpretadas y lleva al analizante a “roer el
hueso” de su existencia, hasta que desista de los significados comunes de la
interpretación y haga que las palabras que tejen su vida tengan otro sentido,
diferente al de la queja repetida.

En el trayecto, es el botón de la responsabilidad, lo que conduce a dicha


poesía de la historia de vida. La persona supera la parálisis del impase, porque
se vuelve capaz de llevar al mundo una invención singular y responsable.
Identificada con el no saber, permanece desabonada al inconsciente (LACAN,
1975-1976/2007), ya que ya no le sirve como justificación para la acción.

Cada persona encuentra un punto opaco en sí, que solo tiene significado
cuando es hablado con los otros en un lazo horizontal, creativo, poético —en un
tipo nuevo de amor—. Al final del análisis, el nuevo amor no es más una elección,
sino una necesidad.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ANDRADE, Carlos Drummond. (1942) José. En: Obra poética. Rio de Janeiro:
Nova Aguilar, 1992.

BILAC, Olavo. (1888) Ouvir estrelas. In: BUENO, Alexei (org.) Obra reunida. Rio
de Janeiro: Nova Aguilar, 1997.

FORBES, Jorge. Da palabra ao gesto do analista. Rio de Janeiro: Jorge Zahar


Editor, 1999.

______________. Inconsciente e responsabilidade: psicanálise do século XXI.


Barueri: Manole, 2012.

FREUD, Sigmund. (1900) La interpretación de los sueños. En Obras Completas.


Tomo IV y V. Buenos Aires: Amorrortu. (1986).

______________. (1901) Sobre el sueño. En Obras Completas. Tomo V. Buenos


Aires: Amorrortu. (1986) p. 624.

______________. (1912) Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico.


En Obras Completas. Tomo XII. Buenos Aires: Amorrortu. (1986).

______________. (1937) Análisis terminable e interminable. En Obras


Completas. Tomo XXIII. Buenos Aires: Amorrortu. (1986).

LACAN, Jacques. El seminario. Libro 3: Las psicosis (1955-1956). 1ª ed. 17ª


reimp. Buenos Aires: Paidós, 2009.

______________. (1957) La instancia de la letra en el inconsciente o la razón


desde Freud. En Escritos I, México: Siglo XXI, pp.473-509.

______________. (1985) La dirección de la cura y los principios de su poder. .


En Escritos II, México: Siglo XXI, pp. 565-626.

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______________. (1976-1977) O seminário. Livro 24. L’insu que sait de l’une
bévue s’aile à mourre. Mimeografado.

NAGEL, Ernest & Newman, James R., La prueba de Gödel. México: Instituto de
investigaciones filosóficas, 1959.

WHITEHEAD, Alfred North & Russell, Bertrand (1910) Principia Mathematica:


Cambridge: Cambridge University Press, 1962.

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