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N° 68 Abril 2003 - 64 páginas - DISTRIBUCIÓN GRATUITA

Periódico orientado a la difusión y el desarrollo del psicoanálisis


LETRA VIVA LIBROS - Av. Coronel Díaz 1837, Capital. Tel. 4825-9034

A. Eidelsztein, pág. 20 - O. Lamorgia, pág. 24 - C. G. Motta, pág. 27

El ataque a la Civilización
Por B. Uzorskis, pág. 3

Los dioses de la guerra


por J. B. Ritvo, pág. 32

60 años de psicoanálisis
en la Argentina
por I. Vegh, pág. 36

Entrevista a Silvio Maresca


por Emilia Cueto, pág. 40

Analistas de Niños
por E. Feinsilber, A. Flesler e
I. Gurman, pág. 45

Vienen por más


por H. Dvoskin, pág. 48

Inspiraciones y andamios
por J. Baños Orellana, pág. 55
Letra Viva libros. Av. Coronel Díaz 1837 (1425) Buenos Aires, Argentina. Telefax 4825-9034

Staff y Producción Colaboración


Imago Agenda es una publicación de
Letra Viva, librería-editorial
especializada en psicoanálisis desde marzo El ataque a la Civilización
de 1967.
Av. Coronel Díaz 1837 Por Benjamín Uzorskis
(1425) Buenos Aires, Argentina.

L
Tel/Fax: (54011) 4825-9034. a imagen de la milenaria Bagdad en llamas luego de haber recibido el im-
E-mail: letraviva@arnet.com.ar
Web: www.letraviva.elsigma.com pacto certero de cientos de misiles es sin duda escalofriante. Esa imagen du-
plicada en el espejo del río Tigris me evocó el recuerdo de la fértil Mesopo-
IMAGO AGENDA N° 68. tamia abrazada también por otro río, el Eufrates.
Abril de 2003. Segunda era. Año XXII.
Periódico gratuito orientado a la difusión ¿Cómo no recordar entonces esa cuna de civilización que conformaron los asi-
y el desarrollo del psicoanálisis. rios, caldeos y babilonios desplegando ese camino sublimatorio que construía uno
Tirada: 12.000 ejemplares. de los primeros caminos humanos de la ciencia y del arte?
Director-Propietario: En ese mismo territorio, Hammurabi rey de Babilonia estableció uno de los pri-
Raimundo A. Salgado. meros códigos legislativos hace aproximadamente veinte siglos antes de Cristo. Y
Editores: Leandro Salgado aún antes, hace ya treinta y cinco siglos antes de Cristo, se conformó la primera
Nicolás Gelormini. forma de escritura cuneiforme. Lejana también en el polvo de 28 siglos anteriores
Publicidad: Teresa Giarcovich.
Corrección: Patricia Yohai. a la era cristiana comenzaba a hablarse la lengua akkadia.
Pero no es esta la primera vez en que se produce un ensañamiento tan brutal en
Inscripta en el Registro de Propiedad Inte-
lectual en 1981 bajo el N° 36963. Impreso en
esa zona del planeta. Bagdad ha portado inicialmente un significante paradójico,
Argentina. I.S.S.N.: 1515-3398. habida cuenta de los hechos que se sucedieron desde su consolidación como Ciu-
dad de la Paz en el año 762. Se dice que en el siglo X, con un millón y medio de
Las reseñas que acompañan las publica-
ciones aquí destacadas fueron extractadas habitantes de distintas razas y culturas, era la ciudad más poblada y cosmopolita
de las mismas, con el fin de brindar un mejor del mundo. Atributo que en el siglo XX bien pudo atribuirse a Nueva York, dato a
conocimiento del material propuesto y facilitar no olvidar porque es al comienzo del siglo XXI en que justamente se produce allí,
su difusión. Declinamos, en consecuencia, el 11 de septiembre de 2001, lo que puede considerarse el factor desencadenante
toda responsabilidad sobre las opiniones
vertidas. De la misma manera, el contenido
de este último ataque monstruoso en Bagdad.
de artículos, dossiers y publicidades es res- La antigua Ciudad de la Paz ocupaba un importante espacio de siete por ocho ki-
ponsabilidad exclusiva de sus respectivos lómetros con una adecuada organización barrial que reunía a grupos étnicos (ára-
autores, compiladores y/o anunciantes. bes, persas) o de profesionales (soldados, comerciantes, artesanos). Su famoso y
Suscripciones enorme mercado, según embajadores bizantinos que la visitaron en el año 917,
contaba también con unos “jardines con estanques de mercurio, resplandecientes
Para suscribirse por 10 números a Imago
Agenda, complete el cupón que aparece en como espejos, en los que se paseaban animales exóticos” (una de las siete mara-
esta página y hágalo llegar a Letra Viva; en villas del mundo antiguo). Allí se inauguró la primera fábrica de papel del mundo
el mismo hallará los precios. árabe y dos siglos antes que se lo conociera en la Europa cristiana. Los historiado-
FORMAS DE PAGO res afirman: “Como era previsible, tanto esplendor despertó una inmensa codicia”.
Personalmente en nuestro local (Av. Coronel Los hechos que se suceden ante este apogeo de Bagdad son largos asedios, al pun-
Díaz 1837, Buenos Aires) to que en sólo 240 años (815-1055) fue conquistada cuatro veces.
Por correo. Adjuntando al cupón un cheque La historia de horror que sigue a estos sucesos creo que no solamente se pue-
a nombre de Raimundo Salgado, no diferido, de explicar por la codicia despertada. El 18 de enero de 1258, Hullagu, nieto del
por el importe correspondiente
Mediante depósito bancario. Realice el de- conquistador mongol Gengis Kahn, llegó hasta las murallas de Bagdad con un in-
pósito y envíenos por fax el comprobante del menso ejército, la bombardeó y la hizo suya en menos de un mes. Luego se pro-
depósito además de sus datos personales de duce una plétora mortífera: en los siguientes cuarenta días, los mongoles mataron
suscripción. Cajas de ahorro disponibles en a no menos de 800.000 musulmanes árabes, persas y turcos de ambos sexos (po-
CitiBank y Banco Nación (números de cuen-
ta en aviso de Letra Viva en página 7. siblemente la mitad de la población de entonces). Los hombres de Hullagu des-
triparon sus cuerpos y los rellenaron con alhajas robadas. Se
fueron cuando el olor de la putrefacción se hizo insoportable.
Solo quedaron intactas las iglesias cristianas y sus fieles. Los
sabios del islam, con sus universidades, bibliotecas, observa-
torios laboratorios y miles de descubrimientos invalorables se
perdieron para siempre. Se dice que ahí comienza la decaden-
cia de la civilización islámica.
Luego del paso de varias generaciones, el 29 de agosto de
1392 el conquistador Tamerlán atormentó a la población du-
rante dos meses provocando el exilio de sus artistas y sabios
más distinguidos. No conforme con esto, nueve años más tar-
de Tamerlán derriba los muros de la ciudad y decapita a sus
habitantes. Cuando el califa al-Mustasim le revela dónde se
ocultaban sus tesoros, Tamerlán ordena que lo cosan entre dos
alfombras y que muera pisoteados por caballos. Luego fueron
apilados 90.000 cráneos en varios puntos de Bagdad, destru-
yendo todos sus monumentos salvo los religiosos cristianos.
Finalmente se retira cuando la hediondez reinante hace emer-
Tapa y contenido: © Letra Viva, Librería - Editorial, 2003.

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ger el fantasma de las epidemias. solidación de un modelo psiquiátrico que se propone tapo-
Los persas al mando de Ciro, en cambio, capturaron Babilo- nar el sufrimiento, eliminar su escucha y desde ahí, tratar de
nia pero respetaron sus instituciones y, más tarde, Alejandro desalojar al psicoanálisis. Y sabemos también que lo que se
Magno muere allí a los 33 años dejando pendiente un pro- pretende erradicar por un lado retornará por otro.
yecto de dominación civilizadora. Lo que propongo para reflexionar es un hilo de argumenta-
Queda como pregunta ¿Por qué no se atacó a lo que repre- ción que se basa en la tesis freudiana expuesta en “El males-
sentaba la religión? Podemos suponer que advertían en esas tar en la civilización”. Bien se dice que la represión hace cul-
figuras e iglesias el dominio de lo represivo sobre los placeres tura y la perversión sociedad. En Freud es muy precisa la des-
del cuerpo, no olvidemos que la primitiva iglesia cristiana se cripción de este inicial enfrentamiento entre las normas que
nutrió en gran medida de los ritos paganos transformándo- se imponen represivamente y, como consecuencias, el obliga-
los, de modo que estos elementos podían ser más afines con do acotamiento del goce pulsional. Sabemos del efecto inevi-
lo irracional que atemoriza. La postura dominadora pero ci- table de un resto como producto de esa operación de ingreso
vilizadora de Ciro y Alejandro creo que tiene relación con la en la cultura, porque es lo que produce toda operación. Res-
postura respetuosa y constructiva, aunque dominante, del pe- to que aparecerá como hostilidad, odio y culpa con su corres-
ríodo del Imperio Romano que encarnó Marco Aurelio. pondiente recorrido de búsqueda de castigo.
Este breve recorrido histórico de lo que sucedió en esa fér- La crueldad impresionante de los primeros conquistadores
til Mesospotamia puede permitir un análisis diferente al que atacantes de Bagdad no lo es menos que la que se filtra en
se difunde por los medios. las pantallas que emiten los canales árabes y europeos que no
Creo que todos conocemos cuánto se mueve en este ata- acatan al Amo actual, presidente por casualidad de un país de-
que a Irak como intento de dominación geopolítica desde el mocrático, devenido en líder mesiánico y totalitario gendarme
Amo-Imperio Estados Unidos por el control del petróleo. Pero porque ha decidido autoencarnarse en el líder de la Iglesia,
poco se conoce respecto a que esta fuente de energía bien po- dado que habla en nombre de Dios y del Bien, y del Ejército
dría ser sustituída porque ya existen prototipos de motores Real más poderoso en la historia de la humanidad.
con otras bases de combustión (H) y supuestamente menos Creo que la locura desplegada, así como el aumento de la
dañinos para el planeta que habitamos. También se dice que incertidumbre sobre el futuro de la humanidad, no pueden
es un intento de dominar el mercado farmaceútico sostenien- explicarse desde un único lugar o causa.
do a la enfermedad como incurable para mantener la deman- Entonces, este ataque bárbaro, en su sentido atávico... ¿No
da de los medicamentos en oposición a los que proponen co- será el ataque a un sitio que en la memoria humana repre-
rrientes alternativas de la medicina. En este punto sí conoce- senta el de su mismo inicio como ser parlante y que apeló a
mos los efectos de la mundialización del DSM IV como con- la escritura y al arte como vías de expresión de esa inmersión
obligada en el lenguaje?
En las cercanías de ese territorio donde
hoy reina la muerte y el espanto se asegura
que estuvo el templo del dios Marduk. Los
estudiosos aseguran que el mismo dio origen
a la concepción bíblica de la Torre de Babel.
También se dice que el libro de Job se inspira
en otro relato moral, “El Justo que sufre”, es-
crito por los babilonios y lo mismo se afirma
sobre la idea del Diluvio Universal.
En el enloquecido mundo actual, no ha-
biendo Dios, surge el Amo actual, en lo Real
de la guerra y del dominio geopolítico casi
total del planeta, convocando a los demo-
nios con su acción brutal e ilegal. Ante la
locura desplegada sin duda puede aparecer
la angustia.
Pero también la luz de la Razón: todavía
podemos pensar los que sobrevivimos en este
mundo y resistimos en esta Argentina. Con-
sidero que la reflexión sobre lo que nos toca
soportar en la actualidad, puede atenuar el
horror y permitirnos continuar con nuestro
trabajo y con nuestras vidas.
Dejo para una segunda parte el análisis
de la estrategia de quien actualmente en-
carna el lugar del Amo político del planeta
y de los hechos posteriores al derribamien-
to de las Torres Gemelas, al lanzamiento del
primer ataque a Bagdad, dentro del nuevo
marco creado por la existencia de la Corte
Penal Internacional a partir del 11 de mar-
zo pasado en La Haya. q

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Clínica psicoanalítica
El tiempo y el sujeto
Función de la síncopa
José Luis Berardozzi, Letra Viva, 2003
Al entrar a la música para la experiencia del inconscien- ploratoria, de la represión,
investigar sus condiciones es- te”, no dejaban dudas que te- era todo otro desafío a la ca-
tructurales, aparecieron rápi- nía que continuar por ese ca- pacidad de fundamentar que
damente un sinfín de posibi- mino. Advertía además que lo conjetural había desatado
lidades de constatación de lo estaba en los dominios de la apoyándose en la música.
que sostenía acerca de su esta- sublimación, tema escarpado
tuto y algunas otras “virtudes” al proceso conceptual, pero
que me sorprendieron; vg: su por donde tendría que encon-
condición de estructura, acor- trar las razones que venía bus-
de con los últimos desarrollos cando acerca del poder simbo-
de Lacan ya en el nudo Borro- lizante de la música, en la clí-
meo. Ella también se consti- nica del sujeto psicótico.
tuye en tres registros homo- Ya con estas ideas, la “cosa”
logables a R.S.I: ritmo, armo- lenguaje y discurso se fue po-
nía y melodía respectivamen- niendo generosa para la ra-
te. Una estructura cuya pro- zón y su búsqueda. Poder
piedad esencial consiste en “despegar” al lenguaje, de la
ficcionalizar el tiempo, una palabra y de la instancia de la
estructura temporal. Su rea- letra en el inconsciente, es de-
lización a nivel de la pulsión cir desarticularlo instrumen-
invocante, “la más próxima a talmente y con finalidad ex-

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Ensayo
Un pensamiento finito
Jean-Luc Nancy, Anthropos, 2002
El sentido es hoy lo me- “a la altura del fin”, ca- to, el autor afirma que “el
nos compartido de todas paz de hacerse cargo de sentido es el concepto del
las cosas del mundo, pero la interrupción del senti- concepto” para alcanzar
a su vez lo más extendido do, y de asumir su finitud el corazón de las cosas.
porque nos hace existir y y singularidad.
ser. Por eso mismo, cons- La cuestión central que
tituye una preocupación, plantea la obra es su in-
una tarea y una oportuni- terrogación acerca de la
dad de todo pensar. naturaleza del sentido,
Jean-Luc Nancy bus- de su realidad como re-
ca ponerese a la altu- ferente en la historia del
ra de los tiempos y en- sentido, de su realidad
tiende que éstos requie- como referente en la his-
ren de un pensamiento fi- toria de nuestra tradición
nito, de un pensamiento cultural. Bajo este aspec-

Psicoterapia
El dibujo en la terapia
Salomón Touson, Creación y curación, 2003
¿Por qué el reordenar tos, es entrar en otra es- con el trabajo clínico.
las pinturas es terapéuti- cena y poner en disponi- Nos lleva a pen­sar sobre
co pa­ra ese paciente? Es bilidad otro cuerpo. Es la creatividad en el cam-
que los objetos, que es- que el cuerpo enmaraña­ po psicoterapéutico y los
tán desgajados del ser do no es sólo la fachada permisos para jugar con
humano en la contem- o la fachada no es sólo el paciente.
poraneidad, se integran lo “exter­no”; sino tam-
en la imagen corporal de bién lo “interno”. Lo ex-
la persona: reordenar la traño de los objetos que
caja es ordenar algo de parecen desgajados de lo
sí. Reordenar las pintu- humano cobra ligazón en
ras es ponerse en dispo- la plástica de tal manera
sición de pintar el mundo que bien podemos supo-
y a sí mismo, es desenre­ ner que ese trabajo es un
darse de lo oclusivo. Es trabajo de desaliención.
desafectar el deseo para Este es un libro sobre la
conectarlo con otros afec- creatividad y su relación

Psiquiatría
Tratado de psiquiatría
Néstor F. Marchant, Ananké, 2002
Es particularmente vista y de organización mendaciones terapéu-
notable la integralidad y formulación diagnós- ticos abarcan todas las
de esta monografía. ticas. Las nociones no- áreas de reconocimien-
Examina las bases fun- sológicas presentadas to, valor y efectividad.
damentales de la psi- incluyen no sólo las es-
quiatría, incluyendo las tandarizadas en el CIE-
perspectivas biológicas, 10 y el DSM-IV sino tam-
psicológicas y sociales, bién las de Leonhard, a
así como las filosóficas. cuya investigación han
Las secciones sobre eva- contribuido lúcidamen-
luación psiquiátrica pre- te los autores principa-
sentan didácticamente les de esta monografía
Letra Viva libros importantes conceptos colegiada.
Av. Coronel Díaz 1837 - Telefax: 4825-9034 semiológicos, de entre- Los conceptos y reco-

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Ensayo psicoanalítico
Las metástasis del goce
Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad
Slavoj Zizek, Paidós, 2003
En la primera parte, el mujer en el ar­te moder- avanzamos lo suficiente
libro analiza el papel que no y en la ideología, res- en una de ellas, súbita-
desempeña la violencia catando a ciertos autores mente nos hallamos en
en esta fase del capitalis- generalmente olvidados su reverso. El análisis de
mo. Desarrolla el concep- por su pensamiento reac- Zizek de la ideología nos
to de “desublimación re- cionario, como Otto Wei- lleva a advertir el vínculo
presiva” y examina cómo ninger. Demuestra cómo entre violencia y goce fe-
funciona hoy el concep- la lógica del amor cortés menino, abriendo así un
to de superyó en los me- continúa estructurando espacio pa­ra un rico de-
canismos ideológicos: la matriz fantasmática bate en torno a las rela-
en la escisión del domi- de las relaciones entre ciones de poder.
nio de la ley entre la ley los sexos, e ilustra sus
pública, escrita, y su re- argumentos –como ya
verso obsceno; en la vio- es habitual en el au­tor–
lencia excesiva e irracio- con ejemplos extraídos
nal que denuncia un plus del cine actual.
de goce insoportable en- Las dos partes del libro
carnado en el Otro; en la están unidas por el con-
economía libidinal como
instrumento militar en la
cepto elusivo de goce y
de sus metástasis en los
Letra Viva libros
guerra de Bosnia. ámbitos de la política y
En la segunda parte, la cultura, lo cual nos re-
Av. Coronel Díaz 1837
Zizek rastrea las vicisi- cuerda las dos superficies Telefax: 4825-9034
tudes de la figura de la de la cinta de Moebius: si

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filosofía y ensayo desde 1967
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Salgado. Oficina de pago: 0025 Plaza Italia
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Teoría psicoanalítica

Teoría del trauma


Nora Corrales, Longseller, 2003
“Trauma” es una pa- dial, un ataque sexual rentes síntomas. Con la
labra que proviene del que una guerra, un acci- teoría del trauma, Freud
griego y significa “heri- dente ferroviario que un intentó responder a estas
da”. Alude, en sentido desengaño amoroso. y otras muchas cuestion-
amplio, a los efectos du- La condición es que se, y produjo un prolon-
raderos que determinada la vivencia tenga fuerza gado y abarcativo desa-
situación produce en el traumática o que adquie- rrollo de hipótesis.
psiquismo. En principio, ra una significación sub-
toda vivencia, sea peno- jetiva tal que la descarga
sa o placentera, puede del afecto se vea impedi-
constituirse en traumáti- da, o no pueda integrarse
ca. Aunque, desde ya, no con otras representacio-
sería de esperar que to- nes. El trauma, que per-
das provoquen idénticos manece como un cuerpo
efectos traumáticos: no extraño en el psiquismo,
es lo mismo una ofensa puede retornar o mani-
que una catástrofe mun- festarse a través de dife-

Ensayo

El fin de la inocencia
Ensayos sobre la corrupción y la ilegalidad del poder
José M. Simonetti, Universidad de Quilmes, 2002
Este libro puede ser con intereses, ideología y poder como un canturreo
pensado como un ensa- política propias a mero más apto para adormecer
yo acerca de la desnu- conjunto de integrantes que para esclarecer.
dez. Conciudadanos que de la población que tie-
dejan de ser consumido- ne un determinado nivel
res para pasar a ser me- de ingresos. La Argentina
ros clientes, otros que en- y los argentinos son mos-
frentan a la exclusión y la trados como estamos: a
disolución de la sociedad la intemperie. A fuerza
civil, tanto por falta de un de mala alimentación, las
interés común cuanto por palabras hablan tan en un
la del correspondiente li- murmullo que han termi-
derazgo social, la burgue- nado por no querer decir
sía, que muta desde actor nada, y son usadas por el

Sociedad
Violencias, delitos y justicias
en la Argentina
S. Gayol/G. Kessler (comp.), Manantial/UNGS, 2002
Lo que ha convertido a clamor por el castigo y
nuestras ciudades en las por la seguridad que im-
más caóticas e inseguras pregnan el coti-diano de
del mundo no es sólo el cualquier habitante de la
número de asesinatos o Argentina, plantean un
atracos, sino también la interrogante: ¿qué con-
angustia cultural en que tinuidades y rupturas se
vive la mayoría de sus advierten en las formas,
habitantes. La “ola de vi- sentidos y prácticas de las
olencia delictiva”, las re- violencias, los delitos y las
Clases de alemán  4855-2248 currentes alusiones a la justicias en la Argentina
insuficiencia de la ley, el de los siglos XIX y XX?

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Oedipus

Imago Agenda 9
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Adicciones
Drogas: haciendo posible lo imposible
Experiencia de reducción de daños en Argentina
AA.VV., Universidad de Rosario, 2003
La reducción de da- Daños y Prevención del de jeringas. Se analizan
ños es una política efi- VIH-SIDA en Usuarios de los fundamentos y alcan-
caz para reducir riesgos Drogas de la Ciudad de ces de la propuesta de ha-
y daños asociados al uso Rosario que comienza a cer posible lo imposible:
de drogas, como el VIH- inicios de los años ‘90 a reducir los daños asocia-
SIDA, las hepatitis, las través del Centro de Es- dos al consumo en el con-
ETS, sobredosis, etc. En tudios Avanzados en Dro- texto de la guerra contra
Argentina actualmente la gadependencias y SIDA las drogas y de los discur-
situación es alarmante, el de la Universidad Nacio- sos hegemónicos centra-
40% de los casos de SIDA nal de Rosario (CEADS- dos en la abstinencia.
corresponden a usuarios UNR). Presenta un deta-
de drogas inyectables, la lle de dispositivos de re-
gran mayoría de ellos se ducción de daños como
encuentra alejado del sis- los talleres para usuarios
tema de salud y la prin- de drogas inyectables con
cipal droga de uso inyec- desinfección de los equi-
table es la cocaína que se pos de inyección, el Ser-
inyecta con una frecuen- vicio Asistencial de bajo
Letra Viva libros cia muy alta.
Este libro da cuenta de
umbral de exigencias, el
trabajo de calle, la capa-
Av. Coronel Díaz 1837 una experiencia pionera citación de los usuarios
Telefax: 4825-9034 en Argent¡na, la del Pro- de drogas como agentes
grama de Reducción de de salud y los programas

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Historia del psicoanálisis

Freud en las pampas


Mariano Ben Plotkin, Sudamericana, 2003
Este estudio intenta ex- principios del siglo XX, y aceptación por parte de
plicar cómo y por qué el la subsiguiente creación sectores progre­sistas de
psicoaná­lisis se ha con- de la Asociación Psicoa- la psiquiatría, el impac-
vertido en un elemento nalítica Argentina. Más to de la creación de la
central de la cultura ar- tarde el análisis se ex- carrera de psicología en
gentina urbana contem- pande para describir la universidades publicas y
poránea. El libro revela emergencia de una “cul- la incorporación del psi­
las condiciones particu- tura psi” a lo lar­go de la coanálisis en la artillería
lares y el complejo pro- década de 1960, trazan- conceptual de la nueva
ceso histórico que faci­ do sus orígenes y desa- izquierda.
litaron la recepción e rrollo a par­t ir de una
hicieron posible la difu- combinación compleja de
sión y la populariza­ción factores sociales, cultura-
del psicoanálisis en la Ar- les, políticos y económi-
gentina. Además muestra cos. El autor luego centra
cómo este proceso ha te- su atención en el papel
nido en nuestro país ca- jugado por un grupo de
racterísticas particulares. “difusores” en la popula-
Freud en las pampas co- rización del psicoanálisis
mienza con un análisis
de la recepción del pen-
en la Argentina.
El libro continúa dis-
Letra Viva libros
Psicoanálisis - Ensayo - Filosofía
samiento psicoanalíti- cutiendo áreas especifi-
co por parte de círculos cas de difusión del dis­ Av. Coronel Díaz 1837 - Telefax: 4825-9034
médicos e inte­lectuales a curso psicoanalítico: su

Imago Agenda 13
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Clínica psicoanalítica
Los orígenes del sujeto y su lugar
en la clínica psicoanalítica
Leonardo Peskin, Paidós, 2003
A través de la neta y cesaria “naturalidad”. El el autor una brújula se-
muy didáctica discrimi- rigor de los conceptos se gura y confiable en los ri-
nación destacada ya en hace muy ameno a través quísimos y múltiples sen-
las tres partes del índice del aludido intercambio, deros que Jacques Lacan
–el psiquismo temprano y la coherencia referen- desplegó.
y los orígenes del sujeto, cial sustentada en la obra
el sujeto en la clínica y de Jacques Lacan no des-
el sujeto en la clínica de emboca sin embargo en
borde–, el autor nos invi- dogmatismos ni en rigor
ta a un rico y entretenido fanático. Resulta de gran
paseo, donde los concep- valor la constante articu-
tos, aun los más comple- lación de los temas prin-
jos, adquieren sencillez y cipales con las raíces
una coherencia y un peso freudianas que los fun-
lógico tales, que nos pa- damentan y los guían. Y
recen puestos allí desde en ese sentido estimo que
siempre con una casi ne- Freud sigue siendo para

Ensayo
Modernidad líquida
Zygmunt Bauman, FCE, 2003
La era de la moderni- la modernidad. La di- les ha girado la narrativa
dad sólida ha llegado a solución de los sólidos de la condición humana:
su fin. ¿Por qué sólida? es el rasgo permanente emancipación, individua-
Porque los sólidos, a di- de esta fase. Los sólidos lidad, tiempo/espacio,
ferencia de los líquidos, que se están derritiendo trabajo y comunidad.
conservan su forma y en este momento, el mo-
persisten en el tiempo: mento de la modernidad
duran. En cambio los lí- líquida, son los vínculos
quidos son informes y se entre las elecciones indi-
transforman constante- viduales y las acciones
mente: fluyen. Por eso colectivas.
la metáfora de la liqui- Zygmunt Bauman exa-
dez es la adecuada para mina desde la sociolo-
aprehender la naturale- gía cinco conceptos bá-
za de la fase actual de sicos en torno a los cua-

14 Imago Agenda
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Clínica psicoanalítica

Recorrido de un psicoanalista
Sergio Rousseaux, Catálogos, 2003
Para mí este texto constitu- impar: El Cristianismo a la le- ponderará, en toda su magni-
ye un sentido home­naje a la tra en la obra de Lacan. tud, cómo es viable interro-
memoria de quien fuese en La segunda sección atañe garse de continuo acerca de
vida un ami­go querido, un al arte, a la sublimación y al los fundamentos de nuestra
interlocutor respetado y lúci- sinthome. Sin hacer a un lado praxis psicoanalítica enca-
do, un cabal campanero, so- los ilustrativos tramos donde rando el cernimiento de los
lícito y dispuesto para tran­ desgrana sus reflexiones so- mismos desde ángulos insos-
sitar de modo conjunto los no bre el barroco, me parece que pechados.
siempre fáciles senderos de la lo sustancial radica allí, en su Roberto Harari
vida: Sergio Rosseaux. propuesta referente al llama-
Sergio procesaba, con re- do “sujeto del arte”.
flexión razonada y cauta, Por último, damos con la
una asombrosa miríada de sección que probable­mente
información proveniente de sea la más interesante y ori-
disciplinas y de lenguas di- ginal –a mi modo de ver, por
versas, con la cual evitaba la supuesto– es la que apunta a
redundancia huera, la repeti- lo por él denominado praxis
ción anodina, la entropía que psicoanalítica gru­pal... Ser-
suele ame­nazar y carcomer gio arriesga una conceptua-
la savia vital del psicoanáli- lización y una praxis corres-
sis. La primera parte, genéri- pondiente, situadas en la rec-
camente destinada a explayar ta línea de la enseñanzas de
la praxis psicoanalítica, con- Freud y de Lacan.
tiene un texto decididamente Por lo mencionado el lector

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Teoría psicoanalítica Familia


La matemática en la Maltrato y abuso en el
enseñanza de Lacan ámbito doméstico
Topología, lógica y teoría de conjuntos Jorge Corsi (comp.), Paidós, 2003
Pablo Amster, Lectour, 2003 Después de la publicación, en gunas cuestiones fundamenta-
esta misma colección, de Violen- les para revertir estos dos pro-
En este libro se desarrollan “La carta robada” despliega di- cia familiar. Una mirada interdis- cesos, tales como la discusión
los principales temas matemá- versos sistemas sintácticos pro- ciplinaria sobre un grave proble- acerca de los determinantes de
ticos empleados por Jacques La- ducidos por las sucesivas trans- ma social donde se describe el la agresividad y la violencia, la
can a lo largo de su enseñan- cripciones de los azares de una problema de la violencia en el relación entre la construcción
za: topología, lógica, teoría de moneda, dejando ver que la contexto doméstico y se propor- de los géneros y la violencia
conjuntos. Tales temas ofrecen buena formación es una cues- cionan elementos para el dise- doméstica, las nociones de co-
con frecuencia alguna dificultad tión de sintaxis. Como siempre ño de intervenciones multidisci- municación, conflicto y violen-
para ser transitados; el presen- ocurre, la estructura que subya- plinarias, esta obra intenta con- cia en el ámbito de las relacio-
te texto constituye un intento de ce es matemática. tribuir a la formulación de las nes familiares y de pareja.
allanar el camino mediante una bases conceptuales que permi-
serie de introducciones o quizá, tan un análisis más profundo de
más a tono con Babel, una serie este complejo problema.
de introducciones. Desde un punto de vista his-
Desde un comienzo Lacan es- tórico, la dificultad para la com-
tablece el aspecto singular que prensión y el reconocimiento de
habría de caracterizar su contri- la violencia en las relaciones fa-
bución a la formación de analis- miliares ha sido estructurada a
tas: la buena formación no pue- partir de dos procesos básicos:
de excluir lo formal, en particu- el de invisibilización y el de na-
lar las llamadas ciencias forma- turalización. Los distintos capí-
les. Así, en el seminario sobre tulos de este libro analizan al-

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Teoría psicoanalítica
El poder de los sentimientos
La significación personal en el psicoanálisis,
el género y la cultura

Nancy J. Chodorow, Paidós, 2003


Inspirándose en sus coanalistas consideren se- tación de la individuali-
amplios conocimientos y riamente en qué medida dad, pero sostiene que el
antecedentes en los terre- contribuyen las significa- psicoanálisis nos da una
nos de la teoría social y el ciones culturales a cons- versión de la subjetividad
feminismo y en su expe- tituir la vida psíquica. Al que incorpora formas de
riencia como psicoanalis- mismo tiempo, el psicoa- totalidad y profundidad
ta, la autora sostiene que nálisis demuestra que de la experiencia sin las
un psicoanálisis que par- las teorías contemporá- cuales no podemos tener
te de la inmediatez de la neas de la significación una vida significativa.
fantasía inconsciente y el no pueden descuidar el
sentimiento presentes en ámbito de lo inconscien-
el encuentro clínico ilumi- te, que, para el individuo,
na nuestra comprensión tiene tanto poder como la
de la subjetividad indi- cultura en cuanto a su ca-
vidual y potencialmente pacidad para crear signifi-
transforma todo el pen-
samiento sociocultural.
cación. En sus reflexiones
sobre el pensamiento ac- Letra Viva libros
Chodorow afirma que el tual Chodorow reconoce
feminismo, la antropolo- las interpretaciones pos- Av. Coronel Díaz 1837
gía y otras teorías cultura- modernas de la descen- Telefax: 4825-9034
les requieren que los psi- tralización y la fragmen-

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Humor

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Fin de análisis

Finales de análisis
por Alfredo Eidelsztein
“Debo decir que, cuando propuse dicha cosa [analizante], no había Mi evaluación, que por primera vez intento formalizar a
hecho más que parodiar -... - el término analysand, corriente en len- través de este medio, es que un número muy significativo de
gua inglesa. Ciertamente, no es estrictamente equivalente al fran-
cés. Analysand evoca más bien el debiendo-ser-analizado y esto no
tales psicoanálisis no ha producido prácticamente ningún re-
era para nada lo que yo quería decir. Lo que quería decir era que en sultado. A pesar de una extensión de muchos años y de una
el análisis, la que trabaja es la persona que llega verdaderamente a intensidad de varias sesiones por semana, cuando se le pre-
dar forma a una demanda de análisis. A condición de que ustedes gunta a quien ha atravesado tal experiencia por los resultados
no la hayan colocado de inmediato en el diván, caso en el cual la de la misma, el balance suele ser muy pobre o nulo, aunque
cosa está ya arruinada. Es indispensable que esa demanda verdade-
ramente haya adquirido forma antes de que la acuesten.”1
lo más frecuente es que quien lo hace no intente acentuar-
lo ni se verifica una actitud muy crítica hacia quien condujo

S i el psicoanálisis es una práctica, entonces su eficacia se la cura. En tales casos no se verifican cambios significativos
establece en función de su posibilidad de incidir sobre lo causados por el tratamiento a nivel del síntoma; ni siquiera
real, ya que ésta es su fin. Propongo analizarla. se han conquistado trascendentales territorios del campo del
Hoy en día es frecuente encontrarse frente a casos de “re- saber que le está asociado.
análisis”, al menos en Buenos Aires. En nuestra ciudad son Propongo revisar esta cuestión. Como ya será evidente para
muchas las personas que se han analizado en varias oportu- el lector, mi propuesta intenta colocarse en paralelo de la in-
nidades o que han tenido varios analistas. Tanto esto es así, vestigación sobre el tipo de resultados que deben buscarse y
que muchas otras, al comenzar las primeras entrevistas de su cuáles deben evitarse; también propongo desatender en es-
primer análisis, sorprendentemente piden disculpas por ser tas líneas la necesaria discusión sobre la distinción entre fines
ésa su primera vez y, consecuentemente, no saber cómo de- terapéuticos y fines analíticos de la cura. Ni siquiera propon-
ben hacerlo. Tal cantidad de experiencias repetidas de aná- go considerar la coartada más frecuente: ¿habrán sido analí-
lisis nos aporta valiosas herramientas para enfrentar la pre- ticas esas experiencias fallidas? y ¿habrán sido analistas los
gunta por los resultados de tales experiencias, o sea, cómo que se propusieron como tales?
han sido los finales de análisis de las mismas. Las razones de mi posición son las siguientes: existen mu-

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chos y muy buenos trabajos sobre la dirección de la cura, su “¿Qué lo trae a usted por aquí?”, o “¿Qué le sucede a usted?”
ética, el fin del análisis y el pase; contamos con una muy im- Pero el planteamiento de tales preguntas no implica el análi-
portante cantidad de trabajos publicados al respecto, de exce- sis de la demanda de análisis ni su puesta en forma.
lente calidad y muy pertinentes para que sean tomados por to- No lo implica, debido a que tal análisis debe encarar, entre
dos nosotros en nuestra formación como analistas. Pero no es otras, la siguiente cuestión: si alguien consulta a un analis-
así respecto a la falta de resultados en general; y es tan signifi- ta es porque padece de algo que cree que debe tratar con él.
cativa la pobreza de los mismos, que propongo no considerar Pero este padecer ¿es nuevo o antiguo? Si es nuevo, ¿justifica
ningún atenuante, aunque los haya y muy convincentes. un análisis?, pero si es antiguo ¿por qué consulta justamente
Caben destacar dos salvedades sumamente importantes: Sig- ahora? Propongo que el análisis de las condiciones que esta-
mund Freud y Jacques Lacan. El primero reorientó y reelabo- blecen por qué se consulta ahora tiende a no efectuarse, y al
ró mucho o casi todo de lo que produjo al constatar que el psi- no hacerse se pierde la posibilidad de poder saber sobre cómo
coanálisis perdía significativamente capacidad de causar cam- se articula ese padecer con la consulta al analista.
bios o que los mismos se frenaban a una distancia muy próxima Si la primer pregunta y, consecuentemente, el primer traba-
de su inicio. El segundo afirmó, y todo indica que es así, que se jo de análisis es ¿por qué consulta ahora?, la segunda es ¿por
vio necesitado de comenzar su labor de enseñanza, que lo llevó qué a un analista? Esta pregunta requiere de un desarrollo,
a producir una nueva versión del psicoanálisis, debido a que los que la anterior no exigía. ¿Qué quiere decir “a un analista”?
análisis habían dejado de producir efectos en general. Las gran- Para responderla propongo reconsiderar lo que significa de-
des reorientaciones teóricas y prácticas realizadas por Freud y manda de análisis. Cuando alguien consulta ¿cómo saber si
la reinvención del psicoanálisis, que tuvo cambios de dirección lo hace a un analista más allá de cómo se presente en la ciu-
tan violentos como los de Freud, acometida por Lacan estuvie- dad aquel que oferta sus servicios?, cuando otro recibe una
ron motivadas por la pérdida de eficacia del psicoanálisis, más demanda de análisis ¿cuándo lo hace como analista? Si es la
allá de cuestiones de escuelas, verificada por los resultados de la habitualidad lo que puede ocultar la novedad implicada en la
práctica misma y, como no podía ser de otra manera, diagnosti- decisión de consultar, pero que debe analizarse, es la concep-
cada por ellos en tanto en cuanto analistas. La promoción reali- ción del sujeto lo que permite distinguir entre psicoanálisis y
zada por Lacan del concepto de acto para dar cuenta de su con- otras posiciones y concepciones psicoterapéuticas.
cepción de la interpretación, me parece sumamente elocuente Tramposamente coloqué en las formas canónicas de las
de su diagnóstico del problema y del sentido de la solución apor- preguntas del comienzo el término “usted”. Una demanda
tada. Debemos volver a revisar estas cuestiones para verificar si de análisis debe borrar la función imaginaria del “usted” y,
no está volviendo a suceder lo mismo. Yo estimo que sí. consecuentemente del “yo”. Lo que hará de un encuentro
En torno a mi diagnóstico, seguramente compartido por mu- su condición de psicoanálisis es el borramiento del “usted”
chos colegas, quiero establecer cuáles entiendo que son sus y del “yo”. Sólo hay psicoanálisis en una clínica concebida
causas, en realidad sólo una de ellas, ya que en psicoanálisis y practicada bajo transferencia, o en immixing de subjetivi-
producir un diagnóstico sin proveer de una concepción lógi- dad. Una demanda es analítica si posee la virtud de poner en
ca de sus causas es estéril y hasta iatrogénico. Lo primero de- escena que el inconsciente es el discurso del Otro y que no
bido a que decir “tal cosa es x”, en análisis no sirve en gene- hay sujeto sin Otro. La condición particular requiere ser dis-
ral para producir ningún cambio, tal como los casos de: “esto tinguida de las características individuales. Para todos aque-
es histeria”, “aquello es una obsesión”, “se trata de un goce”, llos que encuentren obstáculo al seguir estos desarrollos, de-
“es goce fálico”, “nos encontramos frente a una resistencia”, bido a su concepción de la ética de la responsabilidad, que
etc. Si no se interviene sobre la lógica causal, no se obtienen supuestamente Lacan propone, les recuerdo que: “Los térmi-
resultados. Lo segundo puede sostenerse en que un diagnós- nos para los que planteamos aquí el problema de la interven-
tico de la índole de los anteriores provee de identificaciones ción psicoanalítica hacen sentir bastante, nos parece, que la
y dado que las mismas estarían avaladas por el psicoanálisis, ética no es individualista.”2 Aunque parezca mentira, se tra-
serían especialmente difíciles de remover. ta desde el comienzo, si es una demanda de análisis, de un
Una de las principales causas, y a la única que me voy a re- ¿qué nos pasa?, ya que “la realidad de cada ser humano está
ferir, de la falta de efectos en un alto número de análisis es, en el ser del otro.”3
según mi estimación, la falta de análisis y puesta en forma de La noción de sujeto con la que se debe operar en psicoanáli-
la demanda de análisis. El problema de los fines fallidos se ar- sis es aquella que se ubica en las antípodas del individualismo
ticula a los comienzos errados. Y esta falta posee varios mo- moderno.4 En el Occidente moderno confundimos la subjetivi-
tivos, que voy a presentar en forma sucinta debido al medio dad con el individuo. Una demanda de análisis y una respues-
utilizado para ésta, su primer publicación. ta analítica a tal demanda implican la “inter-vención”. Tanto
Padecemos de una falta sistemática de análisis de las deman- el analizante como el analista existen en un “inter” que debe
das de análisis y de una demora en el planteamiento de su va- ser tensado a la hora de analizar y alojar la demanda. Hay
lor. En ciudades como Buenos Aires, aunque hay muy pocas “paciente” sin analista, pero jamás “analizante” sin “analis-
ciudades como la nuestra, es muy natural analizarse o comen- ta” y a la inversa. Por tal motivo es la función del analista la
zar un análisis. Nosotros, los que ejercemos el rol del analis- única que a este respecto impone a quien la ocupa el pagar
ta, nos hemos analizado una o varias veces, nuestros colegas, el costo de la localización con su propia persona.
amigos y familiares lo hacen y lo han hecho. Esto es así des- La misma noción lacaniana de demanda lo implica. Al menos,
de hace varias décadas. El que sea una práctica tan corriente, creo que debemos recordar que toda demanda es demanda de
casi habitual y una decisión tan frecuente, dificulta el soste- amor, lo que da contexto al amor de transferencia postulado
nimiento de la pregunta por sus motivos, bajo la perspectiva por Freud; que toda demanda consiste en una cadena signifi-
de su novedad y hasta de su valor de acto: decidir comenzar cante repetida y que se anuda íntimamente en y al Otro y, por
un análisis. Quienes leen esto deben estar tomando distancia último, que toda demanda requiere de interpretación ya que
del texto, debido a que nadie puede negar que todo análisis ella se divide entre enunciado y enunciación, lo que también
comienza necesariamente por el planteamiento de tal pregun- podría enunciarse como entre “demanda manifiesta” y “deman-
ta. Ningún analista deja de recibir a quien lo consulta con un da latente”. Partiendo de que el deseo es siempre deseo incons-

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ciente y dada la oposición entre deseo y demanda, se ha producido, debido a nuestra men-
talidad reduccionista, la idea de que el deseo es inconsciente pero la demanda no; como si
uno pudiese saber lo que pide, de lo que se queja o lo que denuncia en “su” pedido, lamen-
to o imputación, más aún; como si uno pudiese saberlo sin el concurso activo del Otro.
Así propongo completar la propuesta de Lacan —tan destacada por los comentaristas,
pero no por él— “no responder a la demanda” con “ya que se trata de interpretarla en
transferencia”. En su lugar, hoy, quizá por los motivos esbozados, se practica más, para-
fraseando una expresión que estuvo, en otro contexto, muy de moda hace unos años, un
pase directo a la entrada en lugar de un meticuloso análisis de las condiciones de acceso,
un trabajo en torno a: ¿qué se demanda?
Ambas cuestiones hasta aquí tratadas en relación a la demanda de análisis: la cuestión
de las coordenadas temporales y la del rechazo al individualismo, confluyen en el punto
donde ambas se oponen, o como afirma Lacan “combaten”5 a la reificación de las instan-
cias del sujeto. El psicoanálisis conservará su especificidad si en el mundo moderno sabe
preservar un campo para el sujeto libre de objetivación.
Finalmente, cómo poder llegar a destino, cómo recuperar el camino, cómo volver a dis-
poner de la posibilidad del acto del deseo —esto es: ¿qué del fin del análisis?—, si no se
establecen las condiciones mínimas necesarias para que ello sea así. Recuérdese que
para el caso del psicoanálisis se planteó el concepto de “demanda de análisis” no el de
“deseo de análisis”. Lo que es muy coherente si se considera la paradoja que implica-
ría la postulación de la existencia de un deseo de remover los obstáculos para el ejer-
cicio del deseo. Hay demanda de análisis, si ambos partenaires trabajan para ello; no
hay deseo de ser analizante, otra cosa es el de ser analista. q
1. J. Lacan, “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y textos 2, Buenos Aires,
Manantial, 1988. Sobre el sentido de esta cita, quiero destacar que frente a: “la que trabaja es la
persona”, no cabe duda de que ella es tanto el analizante como el analista.
2. J. Lacan, “La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud”, en Escritos 1, Siglo XXI, Bs. As, 1992.
3. J. Lacan, El seminario. Libro 2. El yo en la teoría de Freud, Clase 6, Paidós, 1986.
4. Cf. La obra de Louis Dumont, Homo Hierarchicus, Madrid, Aguilar, 1970; Homo Aequalis, Madrid,
Taurus, 1982 y Ensayos sobre el individualismo” Madrid, Alianza, 1987.
5. J. Lacan, El seminario. Libro 7. La ética, clase 10, Paidós, Bs. As., 1992.

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Fin de análisis

Fin de análisis:
ética del deseo, estética del goce...
por Oscar Lamorgia
—¿Cuál es el mejor camino que puedo tomar des- cierta pasividad y extrañeza (tierra extranjera interior, Freud
de aquí? —preguntó Alicia dixit), la sublimación requiere de una cierta pasión genitora
—Para indicarte cuál es el mejor camino, debo sa-
del acto creador. Nuevo quiasma entre goce y deseo, a saber:
ber hacia dónde quieres ir, dijo el gato
—Yo no sé muy bien adonde quiero ir, dijo Alicia Creación y Acto.
—En ese caso no importa que camino tomes... La extrañeza respecto del síntoma se contrapone fuerte-
Lewis Carroll mente a la posibilidad de firmar la creación de un objeto que
Alicia en el país de las maravillas antes no existía. Se trata, en última instancia, de poder efec-
tuar un pasaje que va del nombre del padre a ser padre del
0- Puesta a punto. Se ha definido el fin de análisis a par- nombre. Claro que con un bucle adicional: El objeto creado,
tir de Lacan de varias maneras. Veamos algunas de ellas: ac- produce al autor. Cuestión que nos aleja de la puesta en eje-
teísmo (condensación de acto y ateísmo); saldo cínico; subli- cución de cualquier recurso voluntarista.
mación; atravesamiento del fantasma; goce femenino; ana- Los efectos terapéuticos del análisis, se añaden a tal pro-
lista virtual; etc. ceso como suplementos que adquieren un carácter, en cier-
Intentaremos revisar algunas de tales categorías, de ma- to modo, secundario.
nera que su mera repetición ecolálica vea deflacionar su ma- Ningún análisis produce genialidad donde no la había, por
chacante vigor. lo menos en estado larvario.
Si la posición del sujeto es dividida al inicio ($), y también
I- Deseo<> goce. La concepción que un analista posea
lo es en el final ($), cabría preguntarse por qué llevar a cabo
acerca del fin del análisis suele decidir el destino de las curas
un análisis. O como transcribe Jean Allouch: “Si hubiera sa-
que conduce. Paráfrasis de un postulado que, aludiendo a lo
bido que el final del túnel era también la entrada, no hubie-
inconsciente, parece ser también de aplicación para un pu-
ra hecho toda la travesía.”1 Sin embargo, es necesario des-
ñado de elementos que por derecho propio supieron alcan-
tacar que el sujeto se halla dividido por el significante pero
zar la dignidad de conceptos. Tal sería, a juicio de este escri-
también por el objeto a. De ello se desprende que en el difí-
ba, el caso del fantasma fundamental.
cil derrotero analítico, el intento del sujeto por hallar un sig-
Se ha dicho infinidad de veces que el fantasma ($ <> a)
nificante que lo represente (ante el Otro), lo confronta con
posee una doble función, a saber: sostén del deseo; conden-
el objeto que causó su división.
sador de goce
En suma, se tratará de curar lo curable y de facilitar una
Doble carácter que de modo implacable rebate con denue-
suerte de savoir-faire con lo incurable.
do cualquier dualismo pedagógico que –cifrado en el forzaje
Con las heces pueden hacerse varias cosas. Entre ellas: Mal-
de pares ordenados por relaciones de exclusión– tiende a de-
decir toda la vida por el olor que despiden, o hacer abono
mostrar cómo deseo y goce se excluirían tan sistemática como
para las plantas...
ficcionalmente.
A través de un sencillo gráfico intentaré establecer la lógi-
El fantasma produce, de un modo ciertamente fallido, una
ca del presente planteo:
posible dialectización de ambos términos. ¿Acaso el deseo de
deseo insatisfecho, no es –por citar sólo un ejemplo- el goce Ética ............. del deseo (Identificación con la causa)
de la histérica? Estética ......... del goce (Creación)

II- Síntoma y sublimación. El fin de análisis está claramen- Existen ciertas intersecciones entre los términos que dan
te teñido por las idealizaciones más variopintas. Algunas de vida a este apartado. Aún así, debemos advertir que la subli-
ellas, hacen de él un emblema de ascenso en la escala social/ mación puede tener lugar sin que el asedio sintomático del
profesional. Otros intentan (no siempre con decoro) dar cuen- que el analizante viene siendo víctima sufra mayores menos-
ta de un acontecer cuasi-metafísico espolvoreado con sendas cabos.
pizcas de misticismo y de lánguida bohemia. Por otra parte, un análisis llevado a término en virtud del
Aún así, debo decir que he conocido casos en los cuales, desamarre de los ideales; de la caída de ciertas identificacio-
la ausencia de “poses” en el sujeto en cuestión, sumada a las nes imaginarias mortificantes; del relevamiento sintomático
innegables puntadas finales de un duelo –tal vez el más cru- y de la dosificación de la angustia, bien puede no desembo-
cial- que habrá de realizar (ya en la más radical e íntima so- car de un modo obligado en un acontecer creativo claramen-
ledad) por aquel que fue y ya no será, explican a las claras a te legible por nuestros semejantes.
qué se debe que nuestra praxis contabilice muchas más inte-
rrupciones que finales logrados. III- Saldo cínico en sentido clásico. Es sabido que la tarea
Si pensamos al síntoma como elemento principalmente si- analítica reconoce antecedentes en prácticas y cuerpos doc-
tuado al inicio de un análisis y a la sublimación en tanto que trinarios que –salvando las distancias- sentaron las bases de
avatar lindero con su finalización, veremos que la posición un proceder que actualmente es mucho más alambicado, a la
del sujeto es en ambos tiempos de la cura, radicalmente di- vez que pasible de las formalizaciones más diversas.
versa. En tanto que a un síntoma se lo suele padecer con En tal sentido, podemos encontrar la posición del analista

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situada a mitad de camino entre las tradiciones de los estoicos y de los cí-
nicos. De los primeros podemos extraer, en principio, dos cuestiones: El lu-
gar del muerto, que Lacan reencontrará (con las diferencias del caso) en
el juego del bridge, y también los rudimentarios antecedentes del signo lin-
güístico saussureano.
De los cínicos, son situables ciertos modos de proceder que propenden
al desmontaje de la lógica en la que el analizante se encuentra usualmen-
te entrampado, a través de la producción de incesantes “puntos de quie-
bre” en la misma.
Diógenes de Sínope es considerado el paradigma de los filósofos cínicos.
Las historias que de él se han escrito lo revelan como a alguien que, en es-
tado práctico, hizo de su modelo de pensamiento algo situable en el cami-
no contrario de un saber especulativo. Vale decir que las intervenciones de
Diógenes tenían efectos en la vida cotidiana de aquellos que lo encontra-
ban en su camino.
Existen muchas anécdotas que lo pintan de cuerpo entero y a través de
las cuales podemos hallar puntos de concurrencia entre su diario proceder
y los matices cínicos de la c(l)ínica lacaniana.
Veamos algunos ejemplos de ello:
Diógenes: En cierta oportunidad habiendo sido preguntado acerca de cuál
vino era su preferido, respondió: “el ajeno”.
Lacan: “el deseo es el deseo del Otro”.
Ante alguien que mediante la utilización de silogismos pretendía demos-
trar que el movimiento es imposible, Diógenes comenzó a caminar en su de-
rredor, haciendo caer in vacuo tales disquisiciones.
Lacan: En cierta oportunidad una consultante de Lacan refiere angustiada
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que su analista anterior acaba de morir. Lacan pregunta si ella tiene movi- Av. Coronel Díaz 1837
lidad propia y ante la respuesta afirmativa, él toma su abrigo y juntos mar- Telefax: 4825-9034
chan al cementerio donde en ese momento se efectuaban los oficios fúne-

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bres. De ese modo evitó que se estableciera una imaginaria continuidad que conspirase
contra la chance de que el tratamiento con Lacan pudiera funcionar. Para ello, era menes-
ter que se produjese la inscripción de la pérdida en tanto tal. La asistencia al cementerio,
constituyó (en acto) la primera entrevista con Lacan...

IV- Cinismos de Oriente Medio. El Mulá Nasrudín es uno de los referentes clásicos del
sufismo de divulgación masiva. Tan conocido por su ácido humor como por su capacidad
de llevar adelante planteos tensados hasta el límite del aplastamiento por el absurdo. Las
referencias que de él aparecen, poseen las estaturas cualitativas más diversas, pero con-
viene acentuar que su decir nunca dejaba al interlocutor instalado en una confortable im-
pavidez. No olvidemos que la intervención en acto, suele apuntar a desmontar la dormide-
ra en la que muchas veces el analizante se apoltrona (o se “endivana”).
Compartamos alguna semblanza:
Nasrudín ya había conseguido ahorrar lo necesario para comprarse una nueva túnica.
Lleno de excitación se dirigió a una sastrería. Allí el sastre le tomó las medidas y dijo:
“Regrese dentro de una semana y, si Alá así lo permite, su túnica estará lista”.
Tras contener su impaciencia durante una semana el Mulá volvió a la tienda.
“Ha habido una demora. Pero, si Alá así lo permite, su túnica mañana estará lista”.
Nasrudín volvió al día siguiente. “Lo lamento –dijo el sastre-, pero todavía no está ter-
minada. Intente mañana y, si Alá así lo permite, estará lista”.
Exasperado Nasrudín preguntó: “¿Cuánto demorará si usted deja a Alá afuera de este
asunto?”
Lacan: “De nuestra posición como sujetos, siempre somos responsables...”; “El Otro está
barrado”, “No hay Otro del Otro, etc.
Considero pertinente detenerme aquí, instante en el cual correspondería comenzar a
decir algo en relación con el dispositivo del pase... 

1. Jean Allouch, Letra por letra, Edelp, Córdoba, 1993.

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Fin de análisis
Fin de análisis:
en toda historia hay un comienzo
por Carlos Gustavo Motta
1.- Algunas cuestiones preliminares sobre el dolor. En pronóstico probable y un tratamiento a indicar. Pero tal con-
El nacimiento de la clínica Michel Foucault examina el desa- densación no alcanzó. Había algo en esta lógica que se esca-
rrollo de la observación médica y de sus métodos durante me- paba a una ciencia que pretende ser exacta. Con el progreso
dio siglo. Por ello el subtítulo es “Una arqueología de la mira- tecnológico se llegaron a establecer nuevos rumbos y conti-
da médica”; aquí el concepto de clínica está tomado en el ám- nuas aspiraciones. Resultado: mayor rigor científico, aumen-
bito de la medicina para indicar cómo el cambio de discurso to de la credibilidad, objetividad aséptica.
determina la modificación de la experiencia clínica. Sin embargo, algo sucedía cuando la medicina entraba en
El campo del cuerpo inicialmente subsistió como entrega- el terreno de las enfermedades mentales. Aún con los aportes
do a la muerte. El cadáver, que permitía el estudio de la ana- de Sigmund Freud, Watson y Skinner, las experimentaciones
tomía clásica, buscaba obsesivamente la perfección en un di- que se realizaban en este campo tenían resultados poco efec-
bujo, el detalle que develaba ese objeto de estudio. Cuerpo tivos y demasiado mortificantes para el sujeto. Es el caso de
como objeto, sin alma, descarnado, desvitalizado, sin dolor. Ladislaus Joseph von Meduna, quien empleaba un tratamien-
Dolor indispensable para saber del ser vivo. Del alma que pa- to de shock utilizando alcanfor, el cual con frecuencia produ-
dece y que expresa su padecer. cía convulsiones de tal violencia que los enfermos sufrían nu-
Sartre expresaba que no hay más que la verdad del dolor merosas fracturas a consecuencia de ellas.1
y que “la verdad del dolor es el dolor mismo”. No se trata de En 1938, el médico psiquiatra italiano Ugo Cerletti aplicaba
un juego de palabras. Todo lo contrario. Es lo verdadero de shocks eléctricos para lograr conseguir algún tipo de mejora.
un sujeto que piensa, ama, sufre, que nace y muere. A finales de 1930 y durante los años 40, el neuropsiquiatra
No es que la medicina excluyera al dolor de su ciencia, sino portugués Egas Moniz, impresionado por la desaparición de
que la clasificaba, la ordenaba en entidades nosológicas. Una la agresividad en animales cuyos lóbulos cerebrales fronta-
medicina descriptiva en signos, síndromes y síntomas. Dife- les habían sido eliminados, realizó en 1935, la primera lobo-
rencias esenciales para arribar a un diagnóstico posible, un tomía en un paciente humano. Este procedimiento se seguía

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utilizando en aquellos casos de enfermos que no respondían en Más allá del principio del placer7 y finalmente, la aparición
a otros tratamientos de electroshock. Aunque Moniz ganó el del dolor, relacionado con la angustia y el duelo en Inhibición,
premio Nobel en 1949, por haber desarrollado este nuevo tipo síntoma y angustia8 donde define que “El dolor es la genuina
de cirugía, estas operaciones, al ser irreversibles, eran consi- reacción frente a la pérdida de objeto”. Un Freud solidario al
deradas al menos tan negativas como el mismo desequilibrio Lacan que se prolonga en el seminario La angustia.
mental curado, eran totalmente cruentas y obtenían como re- Jacques Lacan, en la referencia encontrada en Escritos, men-
sultado un sujeto en un estado cuasi-vegetativo. ciona a un filósofo “coronado recientemente”. Se refiere a Jean
Retomaré la frase sartreana, mencionada por Jacques La- Paul Sartre, a quien en 1964 se le concedió el Premio Nobel de
can en su artículo “La Ciencia y la Verdad”2 y atribuida a un Literatura (que rechazó). En El Ser y la Nada9 la sección “El
“coronado recientemente con todos los honores facultativos” Ser para-otro”, el filósofo menciona la relación entre el cuerpo
(se trata del mismo Sartre cuando recibió el premio Nobel de y el dolor. Sartre afirma que la estructura de mi “ser humano”
Literatura –ver comentario y desarrollo más adelante–). no pueden percibirse en su totalidad sino en relación insepa-
Señalemos inicialmente, algunas cuestiones que giran alre- rable con los otros existentes, porque el para-sí remite al para-
dedor del dolor y la ciencia, y que tienen que ver con la fra- otro. Se trata, pues, de establecer la existencia indubitable de
se en cuestión. los otros y mi relación de ser con el ser del otro.
En 1640, el filósofo francés Descartes estableció el concepto El cuerpo es enteramente psíquico. “Así, mi cuerpo es una es-
de “vía dolorosa”3: una línea directa entre la piel (lugar don- tructura conciente de mi conciencia..., y sin embargo, el cuer-
de se aplica el estímulo doloroso) y el cerebro (zona donde po es lo que la conciencia es; esta no es nada más que cuer-
se percibe el dolor), comparando, además, este sistema con la po, lo demás es nada y silencio.” El dolor rompe ese silencio.
forma de hacer sonar las campanas de una iglesia: “Al tirar de Se inserta en una nada hablando. Pero todo lo que se dice sin
un extremo de la cuerda, simultáneamente se consigue hacer palabras, al principio es difícil de develar. El dolor aparece por
sonar una campana en el otro extremo de la misma.”4 partes, diferentes marcas, diferentes piezas de un rompeca-
Con el transcurso de los siglos, la teoría de Descartes fue ga- bezas que a veces, se puede llegar a construir.
nando credibilidad. Entre 1894 y 1895, el físico alemán Max “La ciencia, en la medida en que se refiere sólo a una arti-
von Frey realizó una serie de experimentos. Primero seleccionó culación que únicamente se aprehende por el orden signifi-
los puntos corporales más sensibles al frío y al calor. Después, cante, se construye con algo de lo que antes no había nada.”10
colocando una aguja sobre una goma y ajustando la presión Para Lacan, la ciencia es del registro de lo Real (lo descono-
para poder ir pinchando, elaboró un mapa corporal, en el que cido, lo inquietante y siniestro para el sujeto). En la ciencia
marcó los “puntos del dolor”. Con otra serie, estudió los “pun- no hay progreso. Ubicamos aquí lo que creemos puede existir
tos de contacto” como así también el tema de los receptores. una discordancia, e incluso una falta de sentido.
De esta manera fue determinando que la magnitud de la sen- A veces, se concibe a la ciencia como el mayor de todos los
sación del dolor depende de múltiples factores. Por ejemplo, males contemporáneos; otros piensan que el progreso científi-
en ocasiones, las personas que poseen una extremidad ampu- co y tecnológico ha causado sólo ganancias favorables para la
tada sufren de dolor en su “miembro fantasma” el cual, como humanidad: tal discordancia intelectual no permite entender
es evidente, carece de receptores nerviosos del dolor. que el problema no es uno ni otro sino la cuestión ética del
Desde el concepto de la vía dolorosa al del miembro fan- para qué vamos a usarla. Por qué se hace lo qué se hace.
tasma hay un arribo de Sigmund Freud en su Manuscrito G5 La verdad del dolor es el dolor mismo.
donde el dolor es un recogimiento dentro de lo psíquico; en La ciencia que analiza ese dolor es justamente aquella que
el Proyecto de psicología6 lo ubica en el sistema Q; luego, el en griego quiere decir: desatar, desanudar, resolver, disolver,
dolor relacionado como violentos efectos de descarga subra- desembrollar.
yando el carácter impreciso de elucidaciones metapsicológicas Reconozcamos la existencia de otras ciencias que están po-

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bladas de fantasmas que petrifican el dolor ne del otro del ser al ser del otro, de tal suerte, que en cierto
¿Cuándo un dolor es petrificado? ¿Qué significa esto?. sentido vive en y de la percepción constante en éste último.
Jacques Lacan lo cita en el seminario La ética del psicoanáli- Las palabras dichas tienen la capacidad de desarrollar la aten-
sis,11 a propósito del mito de Dafne. Dafne fue uno de los fra- ción en otro, pero de la misma manera en que un maestro de
casos amorosos de Apolo, porque cuando el dios trató de sedu- escuela “educa” las capacidades intelectuales.13
cirla, Dafne huyó. A punto de ser alcanzada, interviene su pa- Son palabras que “suenan a verdad”. Verdaderas palabras
dre (Tiresias) quien la transforma en un árbol de laurel (plan- que embate al sujeto preparado para escucharlas, convirtién-
ta a la que alude su nombre). Piensen que Dafne no sale victo- dolas en un acto en el que debe culminar su destino, el cual
riosa. Piensen en el dolor de aquella transformación. Piensen ya estaría signado anticipadamente. Palabras proferidas por
cómo Dafne al huir de Apolo encuentra su destino en el Otro una alteridad en tanto lugar de la verdad, como lugar donde
(recordamos que la madre de Dafne es la Tierra). Raíces atra- la palabra se sitúa e instala sin lugar a dudas. Palabras que ha-
padas en la Tierra, que se encargarán eternamente de nutrirla. cen del tiempo una instancia, medible y medida: “no podría-
Encuentro del objeto que más vale perder que encontrar. mos localizarnos en el tiempo, si no dispusiésemos del signi-
¿Y en toda esta argumentación, dónde ubicar al psicoanáli- ficante, que inscriba un recorte válido para todos (segundos,
sis? ¿Qué nos enseña? ¿Cómo lo enseña? ¿Qué esperar? minutos, días, meses, etc.) y que permita al sujeto situarse
“A cada instante se manifiesta el malestar de la construcción (antes, después, etc.). El tiempo, en su constitución misma,
viviente, el mismo que hace tan difícil para nuestros neuróti- pasado, presente, futuro, tiempos de la gramática, se localiza
cos la confesión de algunos de sus fantasmas.”12 en ninguna otra cosa que en el acto de la palabra.14
Los fantasmas no soportan la revelación de la palabra. En La importancia del desarrollo del concepto de salud men-
ella radica nuestra praxis analítica. tal, indudablemente alcanza a la medicina: cuerpo y sínto-
ma son los elementos de una bisagra que articulan conceptos
2.- En toda historia hay un comienzo. Los dioses daban observables en la práctica médica y analítica. Partiendo des-
a conocer su voluntad a los hombres por medio de presagios de Freud, es en el síntoma donde se revela el momento físi-
y sobre todo de oráculos. Los más célebres fueron el de Zeus, co de los procesos inconscientes. Toda esta cuestión se reve-
en Dodona de Epiro y el de Apolo en Delfos, que fue durante la en el momento mismo de una consulta. “Estoy somatizan-
mucho tiempo el oráculo más importante del mundo. A él acu- do” es una frase cotidiana que encierra un saber, que el sín-
dían desde todas partes para pedirle consejo y protección. toma hace marca, se expresa en el cuerpo.
En la entrada, había leyendas escritas sobre los muros que El primer momento freudiano, y con las investigaciones de
invitaban a reflexionar: la que más se destacaba era Conócete Charcot y Breuer, ubica a un Freud que intenta “levantar” los
a ti mismo, sentencia a la que Sócrates había escogido como síntomas. La cura en esa época, es hacer conciente lo incons-
norma de conducta intentando enseñarles a los hombres el di- ciente. Pero esto es insuficiente, porque los síntomas eran
fícil arte de hacerse mejores. En el interior del templo se ubi- sustituidos por otros. Es necesaria la ampliación de la tópi-
caba la Pitonisa, sacerdotisa de Apolo, quien a la manera de ca freudiana.
una psíquica moderna, profería diferentes palabras que eran No bastaban los conceptos de los sistemas Preconsciente-
tomadas por escrito a su vez por otros sacerdotes y luego eran Consciente e Inconsciente para la constitución del aparato psí-
ordenadas en frases llenas de significaciones posteriores. quico. El desarrollo de las instancias Yo-Ello-Superyó se amal-
El oráculo tenía enorme ingerencia, no sólo porque predecía gaman con los postulados de la metapsicología freudiana, de-
el porvenir sino porque aconsejaba a los hombres en decisio- signando con ella toda descripción de un proceso mental en las
nes que debían adoptar. Desde luego se equivocaban pero sa- tres dimensiones identificadas como dinámica, tópica y econó-
lían del compromiso gracias a la formulación vaga de las res- mica. A partir de ella, la designación del concepto de pulsión,
puestas, susceptibles de interpretarse de varias formas. represión, duelo y melancolía, cobran tal magnitud en la teoría
Existen diferentes modelos de temporalidad en relación con psicoanalítica como sus pilares mismos. Es probable que todo
los procesos psíquicos, desembocando a si la interpretación esto sea historia, pero es imprescindible para establecer un re-
puede llegar a descubrirse o si crea el pasado del que habla. La torno a Sigmund Freud propuesto por Jacques Lacan, quien se
interpretación oracular se presenta en su dictamen, como una encarga a partir de 1936 de ordenar los conceptos del psicoa-
ruptura en el tiempo, como una reabsorción del peso de los días nálisis. Incluso necesaria, porque para hablar de un fin debe
en un instante de duración trascendente. El oráculo tiene por recordarse que en toda historia hay un comienzo.
naturaleza el poder de dar a los hombres la enseñanza que les
es apropiada. A partir del momento que hace palabra, la rup- 3.- Fin de análisis. “El sujeto se realiza como aquél que
tura no es tal. Es eterno hasta su cumplimiento final. no espera la ayuda de nadie y que en el orden de las pasio-
Las mánticas “ven”, tienen la experiencia de la unidad esen- nes puede traducirse en desamparo o en desasosiego absolu-
cial de las cosas integrando ese conocimiento que se expo- to por el hecho de no estar más arrumado a nadie”. Tal es el

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párrafo ahora elegido del libro Biología lacaniana y acontecimiento del cuer-
po, de Jacques-Alain Miller.
En ese texto, se realiza un trabajo que se infiere de la expresión freudiana
“la roca viva de la castración”. Roca viva. La roca como elemento inerte en
oposición a la vida: una tensión en un Uno. Uno frente a la castración, fren-
te a lo intolerable de lo imposible.
Si de un fin se trata, y en relación con la cura, es porque no nos encontra-
mos a hablar con el otro sino somos con-el-otro y comenzamos (¿o continua-
mos?) a dirigirnos más allá de nuestra comprensión. ¿Operación intuitiva?
No. Es la despedida del Otro, sabiendo que no existe y sin embargo, hay. El
fin del análisis puede ser un Witz. No nos causa gracia, pero tiene (tuvo, ten-
drá) un efecto cómico, y cuando ese coro griego relata lo que sucedió, al mis-
mo tiempo nos anticipa que ahora no se repetirá, porque después de todo,
con una piedra, con un obstáculo que ha quedado vivo, que se transformó en
huella y marca, siempre así advertidos, sabremos que-hacer.
El tú lo has dicho dialectizado al lo he dicho es el resultado de la operación
analítica que nos permite hacer algo con eso, y así, de esa manera, un sujeto
alcance su propia invención. q

1. Sutcliffe, Jenny; Duin, Nancy. A History of Medicine. Morgan Samuel, London. 1992.
2. Lacan, Jacques. “La Ciencia y la verdad”, en Escritos, Volumen 2, Siglo XXI, Bs. As., 1985 .
3. Belaval, Yvon. Historia de la filosofía. Volumen VI. Siglo XXI Editores, México,1976.
4. Ibid.
5. Freud, Sigmund. “Manuscrito G”, en Cartas a Wilhelm Fliess, Amorrortu, Bs. As., 1994.
6. Freud, Sigmund., “Proyecto de psicología”, en AE, Tomo I,
7. Freud, Sigmund, “Más allá del principio del placer”, en AE, Tomo XVIII.
8. Freud, Sigmund., “Inhibición, síntoma y angustia”, en AE, Tomo XX.
9. Sartre, Jean Paul. L’etre et le néant. Gallimard, París. 1948. Letra Viva libros
10. Lacan, Jacques, op.cit. Psicoanálisis - Ensayo - Filosofía
11. Lacan, Jacques, El seminario. Libro VII. La ética del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1988.
12. Belaval, Yvon , op. cit.
13. Motta, C.G., “Líneras del destino: acerca de la palabra oracular”, en La palabra, EOL-Paidós, Bs. As. Av. Coronel Díaz 1837 - Telefax: 4825-9034
14. Ibid.

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Problemas y controversias

Los dioses de la guerra


por Juan Bautista Ritvo

L a mayoría de las explicaciones de la guerra contra Irak acu-


den a discursos parasitarios, tranquilizadores.
Abrevio: en las sociedades contemporáneas, capitalistas,
victimario – sentado cómodamente ante una computadora,
quizá tomando un café o pensando en un buen chiste – no
toma ningún contacto corporal con la víctima, aunque esté
occidentales, ningún gobierno emprende una guerra de con- vestido de fajina y mire con firmeza, como miran los héroes.
quista sin contar con el consenso cualitativamente decisivo de Y la población, condenada a la pasión escópica, ante el tele-
sectores de la población. Ahora bien, (éste es el aspecto esen- visor, es sacudida por imágenes estridentes y confusas al com-
cial de la cuestión) el consenso instaura un pacto de muerte pás de música épica, imágenes que evitan, con absoluto cui-
y sacrificio, del cual, como corresponde, nadie habla, aunque dado, mostrar cadáveres o heridos.
todo el mundo (todo el mundo quiere decir “todo el mundo Sin duda, los helicópteros y los aviones también mantienen
intelectual”) invoca las filosofías de la paz(¡Ay Dios!, ¡los pro- su distancia, aunque están más cerca del horror. Sin embar-
fesores de filosofía!), los intereses petroleros (que, por cier- go, en algún momento las tropas terrestres tienen que batir y
to, existen) o bien, en el extremo de la dignidad, se despiden ocupar el lugar: allí, en los desfiladeros de las calles hostiles,
(moralmente, claro) de una vida que se tornó intolerable. se consuman los ritos del odio y el terror, esos que los sobre-
El pacto implica a los gobernantes en la preservación de vivientes describen con lenguaje pobre y huidizo y que los que
bienes y valores, siempre esquivos, volátiles, insistentes y a están a miles de kilómetros apenas si toleran escuchar.
cambio, en la sociedad civil, los mayores en prestigio, edad, No pretendo conocer la cultura del Irak – y poco sabremos
liderazgo, deciden sacrificar a sus hijos, menores en edad, en de ella si nos atenemos al melodrama mafioso que los yan-
liderazgo, en prestigio, pero los únicos aptos para dar y su- quis han armado sobre Saddam – pero algo creo saber sobre
frir la mutilación. la cultura norteamericana.
El mando militar estadounidense ha intentando de un modo Si buena parte de los norteamericanos ha aceptado esta fe-
coherente, exhaustivo, aplicar el postulado que dice que la roz guerra —por más provisorio y condicionado que sea el
guerra es la continuidad de Hollywood por otros medios. Los apoyo: nadie sabe cuánto durará— es porque buscan acotar
misiles teledirigidos se lanzan desde el Golfo Pérsico y así el el fantasma de la ubicuidad. No ha habido nuevos atentados

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en Estados Unidos; Irak no ha usado armas químicas, pero... en cualquier


momento, algo, algo todavía impreciso pero que puede ser terrible, habrá
de ocurrir y no hay medio de protegerse de ello. Durante meses y meses ha
sido sometida la gente a la consigna minuciosa, paranoica, de desconfiar
de todo y vigilar todo: un gesto anómalo, una carta sospechosa, un grupo
que merodea. Cada vez que se producía una explosión, así sea en una fá-
brica abandonada, caían inmediatamente los infaltables agentes de la CIA,
en compañía de helicópteros que sobrevolaban la zona y de hombres dis-
frazados de lobos marinos. Muchos se decían: “¿Hasta cuándo tendremos
que proteger pasiva y constantemente nuestras aguas, nuestros aeropuer-
tos, nuestras carreteras, nuestras centrales térmicas?”.
Concentrar el odio en Irak es corporizar el Mal en algún lado; que esta
localización huela a petróleo, es otra cosa. Que los dirigentes menos com-
plicados con los planes tejanos para ocupar Medio Oriente hayan defec-
cionado, es cierto y también es otra cosa.
No es un problema psicológico, pero sí es un problema que concierne a la
psicología de las masas. Los alegatos
pacificistas, aunque en este momen-
to sean útiles como factores de resis-
tencia, tienen un alcance muy pobre,
muy corto. No sólo carecen de realis-
mo político; tienen también un déficit
antropológico muy evidente.
Podemos condenar –y con razón–
la maldad, la estupidez, la bestialidad
de la guerra; mas ninguna guerra se-
Letra Viva libros ría posible sin que su posibilidad no
ejerciera una terrible y vertiginosa fas-
Av. Coronel Díaz 1837 Telefax: 4825-9034 cinación. q

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Colaboración

60 años de psicoanálisis
en la Argentina
por Isidoro Vegh
Organizada por Sigma, Letra Viva y la APA se realizó eventos que anunciaban que el psicoanálisis ya no discurría
una mesa redonda cuyo tema fue “Sesenta años de psi- solamente en sus cauces. Lo cual no quiere decir que desde
coanálisis en la Argentina” conmemorando la fundación la APA esto pudiera ser reconocido, salvo por algunas indivi-
dualidades. En el año 1972 habíamos organizado junto a Os-
de la primera institución psicoanalítica.
car Masotta, una jornada “Goethe” que se hizo en la Facul-
De esa reunión se hicieron comentarios publicados en tad de Medicina donde se presentaron trabajos de psicoaná-
Imago Agenda que pueden descolocar al lector que no lisis de inspiración lacaniana. Ya habían aparecido los núme-
tuvo oportunidad de escuchar las presentaciones de los ros 1 y 2/3 de los Cuadernos Sigmund Freud. Éste último se
panelistas. llamó “El estallido de las instituciones” y contó con las po-
Por eso pedimos y nos fue acordada la publicación de nencias de Maud y Octave Mannoni, dos psicoanalistas dis-
las palabras que dijimos en la ocasión. cípulos de Lacan. En el primer tiempo de la introducción de
la enseñanza de Lacan el argumento para desmerecerlo era

A
veces uno participa en ciertos eventos y después se en- que Lacan era un filósofo. Con Masotta enhebramos la estra-
tera de que fue un eslabón de la pequeña historia del tegia de invitar a dos discípulos de Lacan ligados a la clínica.
psicoanálisis. Este encuentro puede que lo sea. Quiero En el año 1974 fue publicado el Cuaderno Sigmund Freud 4,
felicitar a los colegas de APA cuyos fundadores han sido pio- ya para ese número los únicos directores éramos Oscar Ma-
neros en la introducción del psicoanálisis en Argentina. No es sotta y quien les habla, e hicimos su donación a la reciente-
ningún secreto que mi maestro fue Enrique Pichón Riviere a mente fundada Escuela Freudiana de Buenos, después de l’
quien manifiesto una vez más mi agradecido reconocimien- Ecole Freudienne de Paris, la primera institución lacaniana
to. De un modo u otro estamos ligados en la historia que co- que se fundó en el mundo.
mienza con los pioneros. En ese mismo año, a pedido de mi amigo Raimundo Salga-
Mi invitación decía “a partir de la confrontación abierta de do, organicé un número de Imago que anunciaba “¿Qué dice
los criterios”. Es una posición en la que al menos creo haber- Lacan?”, donde invité generosamente a amigos y no tan ami-
me comprometido en más de treinta años. Se habló del post- gos pero a quienes reconocía una implicación en la enseñan-
modernismo. Como decía Kierkegaard “el que se diga inocen- za de Lacan.
te, es aquel que ignora su pecado”; hacer una historia impli- Escribí en aquel entonces:
ca al historiador. Incluso estoy en la posición desesperada del “Conminados a la falta de su palabra hablada en tanto la
testigo, no hay testigo del testigo. ¿Como hacer pasar la pa- dimensión de lo real confirma una geografía que nos distan-
labra con valor de verdad? cia, retorna en sus escritos el sesgo posible de la entrada en su
Voy a empezar con un momento que también fue un hito discurso que Lacan prefiere que de serlo, sea mas bien difícil.
para la APA, el año 1974, que venía precedido de algunos Escudo de los propagadores de un antigongorismo que como

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todo escudo —crítica de Lacan a W. Reich y su análisis del carácter— vale


más entenderlo en la significación de sus insignias que en su valor imagi-
nario de defensa. Leer a Lacan es empresa aún más difícil para los practi-
cantes del psicoanálisis, en quienes el camino ya andado garantiza el re-
conocimiento de un saber que niega el saber de un re-conocimiento: que
la verdad esta en el Otro. Desde allí un muerto eminente habla y de ver-
dades tan ciertas como el repudio del que fueron objeto. Jugadas las bara-
jas de las ‘psicologías’ (conductistas, fenomenológicas, existenciales, “con-
cretas”, del yo, human relations, human engineering) retorna la respuesta
anticipada del ‘Che Vuoi?’ que las somete a la interrogación profunda de
los fines sustentadores de una adaptación demandada por la moral y la
cultura. Freud habla en Lacan y al modo de lo humano donde el discurso
es mensaje que remite a otro mensaje. Que hoy retomamos en su terce-
ra emisión, lo que nos recuerda a las matemáticas de Lewis Carroll: ‘si lo
digo tres veces es verdad’, entendida en la letra y el espíritu de su cotejo
con la insuficiencia de nuestro saber. No queremos un “lacanismo”, ni la
coherencia de un sistema cerrado en el narcisismo de esas pompas cuya
transparencia deja ver la frágil desnudez de los cuerpos que Bosch nos le-
gara, anticipando en su endeblez, el despedazamiento que las subtiende.
Reunimos para este número de Imago los trabajos de distintos autores, a
quienes sólo une la demanda de la cual fueron objeto en función de su in-
terés y dedicación a la obra lacaniana. Sus respuestas se complementan,
se contradicen, se superponen y se excluyen transportando las tramas de
las preguntas que más acá y más allá del texto prosiguen al infinito una
cadena sin origen. ‘Aquel que me interroga sabe también leerme’, dice Ja-
cques Lacan en Televisión.”
Esto lo sigo manteniendo, como lo hice diez años después cuando Imago me Letra Viva libros
invitó a conmemorarlo y en la contratapa propuse publicar esta página.
Tiempo después, decido hacerme cargo de un significante. Antes de ve- Av. Coronel Díaz 1837 Telefax: 4825-9034

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nir para América, dijo Lacan: “allá voy con mis lacanoameri- —No, era cinco y media.
canos, aquellos a quienes mi presencia no les hace de panta- —Ah, disculpe.
lla para encontrarse con mis escritos.” Dije: tomemos el sig- Entonces, desde ese tono, procedimos. Le dije: “acá estamos
nificante de Lacan, es lo contrario de un significante chauvi- —había ido con otro colega pero como el que hablaba me-
nista. No dice “americanos lacanianos” sino “lacanoamerica- jor francés era yo, tomé la palabra—. Yo sé que a usted acu-
nos”. Coloca en primer lugar una enseñanza. Para mí tenía de mucha gente, pero no lo venimos a ver como a la Tour Ei-
un valor de interpretación: psicoanalistas argentinos, brasi- ffel, como atractivo turístico. Nosotros apostamos, soy médi-
leros, uruguayos, psicoanalistas de América que tienen diez, co, me analizo hace muchos años, puedo entrar a la APA si lo
doce, quince, veinte pacientes por día, ¿cómo puede ser que pido y hacer algún recorrido valorable. Elegí no entrar. Soy
ustedes que se dicen deudores de mi enseñanza tengan que discípulo de Pichón Riviere —él lo conocía—, y decidí apos-
esperar a que venga algún profesor francés a decirles lo que tar a su enseñanza, también en el lazo social entre analistas.
yo digo? ¿Cuándo van a escribir? ¿Cuando van a publicar? No acepto, coincido con usted, una estructura piramidal por-
Eso fue la fundación del Lacanoamericano. Tratamos desde que va en contra de la teoría que usted nos propone de la re-
el inicio de hacerlo de modo que fuera acorde a lo que nues- lación del sujeto con el Otro. ¿Cómo vamos a fundar una es-
tra teoría nos enseña. tructura donde alguien se pone en el lugar del Otro que sabe
En el año 1977 fui a verlo personalmente a Lacan. Había el bien que me conviene, cuando nuestra practica apunta a lo
estado varias veces en su seminario pero esa vez estuve con contrario? Le hago una pregunta. Sus discípulos cuestionan lo
él, en su consultorio. Lacan era en ese momento muy cues- que usted dice sobre el pase, ¿usted lo mantiene o no?”
tionado en relación con el pase por muchos de sus discípulos. Entonces, primero me tomó examen. Me preguntó si había
El pase es un intento de propiciar que los analistas se anali- ido a tal o cual conferencia, si había leído tal o cual texto.
cen pero no por una coerción burocrática sino incentivando Una vez que lo aprobé, riéndose, me dijo: “Sí, lo mantengo
su deseo, estimula al analista a que lleve su propio análisis porque —me dijo con picardía— no es razón suficiente para
lo más lejos posible. ser analista el dinero que se puede ganar con nuestra prácti-
Le pregunté a Lacan, un poco con mi estilo. Él me había pro- ca, ¿no le parece?”
vocado. Yo llegué a las cinco y media y se vino de un modo Nosotros sostuvimos y sostenemos esta cuestión del pase,
abrupto. A veces él tenía ese modo. sabiendo las enormes dificultades que implica. Lacan, años
—¿Por qué llega cinco y media? después cuando disuelve su escuela dice que la institución
—Porque es la hora en que quedé con usted. fue en contra de su propuesta. Como apreciarán, no vengo
—¿Cómo? ¿No era a las cinco? a contar un desarrollo armonioso y sencillo, es una apuesta
complicada.
Y ahora venimos de fundar la Convergencia, una estructu-
ra de cincuenta instituciones repartidas por distintos países
de América y Europa, donde no hay ninguna que baje línea,
no hay filiales. Todas las instituciones funcionan con los mis-
mos títulos, en múltiples intercambios. Dos o tres institucio-
nes pueden, en la medida que lo deseen, reunirse para hacer
una tarea que tenga que ver con el psicoanálisis, con los mí-
nimos marcos de lo que lo define.
Es muy común que entre los analistas digamos, “ese no es
analista”. Es un error, es la forclusión absoluta del otro. Si
acepto la tesis lacaniana que el analista no se autoriza sino
de sí mismo —habría que desplegar ese “sí mismo”— no le
niego a nadie la condición de analista. A lo sumo puedo de-
cir; es buen analista, es mal analista pero no negarle su con-
dición. Hoy lo pongo en acto participando de esta reunión.
Apuesto a que se pueda instaurar en el lazo entre analistas
algo distinto de una iglesia o un ejercito, consecuentes con lo
que les proponemos a nuestros pacientes en la dirección de
la cura. Es lo que intenté desarrollar en mi último libro, que
no habla del amor al prójimo, habla del prójimo que es otra
cosa. Lacan define al prójimo como la inminencia intolerable
del goce, y yo planteo que ese prójimo al que nada garanti-
za si irá al mejor o al peor lugar, es absolutamente necesa-
rio a nuestra estructura. Lo digo en acto en esta mesa, esta-
mos acá porque nos precisamos. Podemos fracasar y reunir-
nos para lo peor, para engañarnos con una pseudoarmonía,
envueltos en una pompa, como en peñas de viejos escritores
que se alaban unos a otros. Sería una perdida de tiempo. Pero
podemos reunirnos para que cada uno incite a que el otro se
encuentre con la falta propiciatoria. Esta es la propuesta que
intento sostener. Por eso, agradezco la invitación y la presen-
cia de cada uno de ustedes. q

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Por Emilia Cueto www.elSigma.com

LA DECLINACIÓN ARGENTINA
ecueto@elsigma.com
Entrevista a Silvio Maresca
Usted tiene un vínculo bastante fluido tenía una formación básicamente freudiana,
con el ámbito psicoanalítico ¿Cómo se no era kleiniana, pero sí tenía relación con
generó ese acercamiento? grupos kleinianos.
En realidad, viene desde hace muchos Usted es un estudioso de Nietzche quien
años. Creo que un momento importante, en plantea que la tarea fundamental de la cul-
ese sentido, fue cuando empecé a dar cla- tura es la producción del genio. Siguien-
ses, de epistemología primero y de filoso- do este postulado, ¿cuáles serían las ma-
fía después, en la Escuela de posgrado que nifestaciones de esta producción en nues-
abrió la Asociación de Psicólogos en el ’79. tra cultura?
Fue un centro de estudio, reflexión y docen-
cia muy importante hasta el ’83 aproxima- Lo primero que hay que aclarar es que
damente porque de alguna manera se había esa es una etapa del pensamiento de Nie-
reunido allí un grupo de gente que no podía estar en la univer- tzsche donde él tiene una visión romántica, entendiendo al
sidad en ese momento (en pleno “Proceso”), gente muy capa- Romanticismo como corriente filosófica, literaria, artística. Él
citada que después derivó hacia la Facultad de Psicología sobre está fascinado con la figura de Wagner y cree que a través de
todo. Allí se producían debates muy ricos. En mí también hubo figuras como la de él, se puede restituir la cultura trágica que
una circunstancia personal: me analicé muchos años, siendo vendría a reemplazar a esa cultura teórica cientificista, ale-
bastante chico, en los términos en que se planteaba el psicoa- jandrina, como él la llama, que nace con Sócrates. Le parece
nálisis en la década del 60, y eso naturalmente también tuvo que Alemania puede encabezar, dentro de Europa, un movi-
que ver con mi acercamiento al psicoanálisis. Era la época klei- miento de esas características, de recuperación de una cultu-
niana, de los análisis grupales, yo hice terapia de grupo e in- ra que ya no tenga esa fe optimista en el progreso, como fuer-
dividual durante casi diez años con Isabel Calvo. Creo que ella temente es la cultura cientificista y que esté más en relación
con el horror de la verdad, de lo Real, de la vida en su pavu-
ra. Pero después Nietzsche cambia de forma de pensar. En Hu-
mano demasiado humano, en Aurora el papel de la cultura no
es la producción del genio sino la evolución del conocimien-
to. Ahí es cuando abandona el romanticismo y se convierte al
positivismo y al iluminismo. Reivindica explícitamente el ilu-
minismo, pero en realidad, por sus lecturas y por la visión que
va adquiriendo, entra en el movimiento positivista sin expli-
citarlo. Quiero decir con esto que esa es una etapa en su pen-
samiento, yo no estoy tan de acuerdo con que el papel de la
cultura sea ese.

Y para usted, ¿cuál sería la tarea fundamental de la cultura?


Por un lado, no abandono totalmente la idea de formar gran-
des artistas y grandes pensadores, grandes científicos, por eso
intervengo en la política cultural y, en la medida de mis posi-
bilidades, trabajo para eso. Y creo que se logra a través de pro-
cedimientos bastante tradicionales: premios, subsidios a la in-
vestigación y a la producción artística, becas, que son distintas
formas de incentivar, sobre todo en los jóvenes, la entrega abso-
luta a una vocación dominante. Por otro lado, creo que en paí-
ses como la Argentina tenemos otras problemáticas, en nues-
tro caso, la tarea fundamental de la cultura es ayudar a forjar
una identidad algo más clara, que es una ficción, pero es nece-
saria porque si no existe esa ficción, hay fragmentación y ho-
rror. No se puede vivir en la verdad o en lo Real, digamos, se
necesita un velo. Creo que gran parte de nuestra crisis tiene
que ver con que no hay velo o es insuficiente. La última gran
ilusión que tuvimos en los noventa fue la ilusión neoliberal con
todo lo que ella comporta. El neoliberalismo no es sólo una re-
ceta o una propuesta económica, es mucho más general, tiene
que ver con un modo de llevar la vida. Esa ilusión de ser pri-
mer mundo, uno puede decir “yo no la tuve”, pero socialmen-
te imperó. Creo que esa ilusión que tenía que ver con los viajes
a Europa, con los perfumes franceses, con estar al tanto de las

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últimas novedades de la producción teórica de los europeos y norteamericanos,


se quebró trágicamente en las jornadas del 19 y el 20 de diciembre del 2001,
donde se reveló el agotamiento definitivo de esa ilusión. Y la crisis que estamos
padeciendo ahora es una crisis cultural esencialmente, por más que haya mu-
chos actos culturales, al contrario, eso es un síntoma. Creo que esta crisis tiene
que ver con la ruptura de esa última ilusión; y tuvimos muchas en nuestra corta
historia. Uno no adquiere tan fácilmente ilusiones banales, hablo como indivi-
duo y como pueblo, si hay una identidad algo más sólida que tiene que ver con
la reconstrucción de una tradición, con el encuentro de ciertas constantes histó-
ricas. Es un trabajo muy complejo. Entonces, para casos como el nuestro, lo que
yo quisiera en nuestra cultura es que fuéramos armando una identidad más só-
lida y menos tambaleante. Ahora bien, hablando de Occidente en su conjunto,
en ese punto soy muy nietzscheano, creo que los viejos valores, como valores
supremos están definitivamente devaluados, me refiero a la verdad, el bien, la
justicia, la belleza, etc. Y eso lo señalaba Nietzsche a fines del siglo XIX. Cuan-
do hablaba de la muerte de Dios, se refería, en realidad, a la devaluación de los
más altos valores y al advenimiento del nihilismo, entendido como esa misma
devaluación. Creo que esos valores están definitivamente devaluados y que el
gran desafío es crear nuevos valores. Me parece que, en un nivel más global, di-
fícilmente pasen por valores colectivos nacionales o universales, creo que se tra-
tará de valores más personales, singulares

En su escrito “La declinación Argentina” manifiesta que la crisis Argenti-


na es profundamente espiritual.

Letra Viva libros


-Sí, es lo que llamaba hace un rato crisis cultural, tengo una visión casi inver-
sa a la que promueven los medios de comunicación. En el año 2002, los me-
dios dijeron: nosotros estamos en una gran crisis económica, pero tenemos, en
Av. Coronel Díaz 1837 medio de esa crisis, un gran florecimiento cultural. Entendiendo por “floreci-
Telefax: 4825-9034 miento cultural” el gran número de manifestaciones artísticas que se produje-
ron en el año. Yo pienso casi al revés, creo que padecemos una gran crisis cul-
tural que está vinculada con la caída del último ideal que tuvo
vigencia entre nosotros, pero que remite a una identidad, sobre
todo colectiva, mal constituida. Es largo de explicar el porqué,
pero creo que algunos hitos son: en el siglo XIX, haber renega-
do tan drásticamente de nuestro pasado indígena e hispano,
eso tuvo sus razones. Hay que observar a Alberdi, a Sarmiento,
a Echeverría. No estoy oponiéndome a lo que pasó, pero siem-
pre renegar de las raíces es complicado. Después está el fenó-
meno de la inmigración que es importantísimo, el antiguo país
hispano-criollo, sobre la base de las propuestas mismas de nues-
tros grandes pensadores del siglo XIX, queda sepultado (tan se-
pultado como el Complejo de Edipo) bajo la gran masa inmi-
gratoria que se integra, reconoce distintas procedencias y logra
un nivel de relación altísimo. Se juntan polacos con judíos, ita-
lianos, españoles a través del matrimonio, etc. pero se produce
allí, y por eso mismo, un mestizaje cultural, sumado además al
viejo país criollo, en la medida en que no existen entre nosotros

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grandes problemas de discriminación cultural, en ese sentido somos ejemplares. Pero sin
embargo, se produce una situación de anomia o de crisis de valores. Se conjugan distintas
valoraciones y no se terminan de ensamblar. Creo que el éxito del psicoanálisis en las gran-
des ciudades argentinas tiene que ver con eso. Se buscan, a través del psicoanálisis, crite-
rios de valor, porque las personas vienen con criterios valorativos muy distintos, una cul-
tura es, en definitiva, una jerarquía de valores. Después se suman a esto los procesos mili-
tares, con toda la destrucción cultural que significaron y varias cosas más, pero tomo algu-
nas. Por eso creo que estamos viviendo esta gran crisis cultural, me parece que, como pue-
blo, somos una personalidad mal ensamblada.

Desde febrero de 2002 Ud. es director de la Biblioteca Nacional ¿cómo se produce


en ese ámbito la intersección entre cultura y política?
Bueno, eso nunca es del todo fácil. Yo he tenido también otros cargos en el área de cul-
tura. En la biblioteca, particularmente, hay algo que me parece fundamental que es traba-
jar para preservar nuestra memoria histórica. Todo esto que decía respecto de nuestra iden-
tidad, de las falencias que hay, se refleja en el modo en que tratamos a nuestro patrimonio
histórico. Se supone que la Biblioteca Nacional debería ser reservorio de la memoria impre-
sa, independientemente del soporte, de todo lo que se ha generado en el país. Lo que yo
encontré acá es que gran parte de ese material del siglo XIX está destruido o en malas con-
diciones por un descuido que viene de años y años. Lo primero que me propuse, y traba-
jo activamente en ello, es recuperar todos esos materiales que de lo contrario, se pierden
para siempre. Pero también me impuse que la Biblioteca Nacional se convierta en una caja
de resonancia de la discusión de nuestros intelectuales respecto del futuro del país, porque
me parece que no vamos a poder construir un país “normal”, en el que más o menos me-
rezca vivirse, sin el aporte decisivo de los intelectuales, de los científicos. Entre ellos inclu-
yo a los psicoanalistas, a los filósofos, a los escritores. Estamos haciendo ciclos de conferen-
cias, paneles, jornadas: todos los días hay alguna actividad donde se discute, de más cer-
ca o de más lejos, la cuestión de ‘hacia dónde ir’. La biblioteca como provocadora de deba-
tes que a veces no se terminan de dar en parte por responsabilidad de los medios de comu-
nicación que atentan contra una discusión seria, la inhiben. Yo no concibo una política se-
ria sin ideas y me parece que ellas tienen que ser proporcionadas por quienes las piensan, y
ellos tienen que intentar pensar también con relación a nuestros propios problemas argen-
tinos y sudamericanos. Me parece que uno de los caminos que tenemos hacia el futuro es la
integración con Brasil. Lo primero sería que hubiera portugués en nuestras escuelas, antes
que francés o inglés, pero para eso hay que crear una conciencia, y ahí, los intelectuales tie-
nen una función fundamental que cumplir, crear una conciencia que haga que nosotros va-
loremos más que nuestros hijos estudien portugués antes que inglés. Pero si no la creamos,
los valores no cambian. q
La versión completa de esta entrevista en www.elsigma.com
Fotografía: Carol Totah.

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Colaboración
Analistas de Niños
por Edgardo Feinsilber, Alba Flesler e Isidoro Gurman

C
uando desde el psicoanálisis los analistas toman como referente a los
niños, uno de sus intereses trata del fantasma en la economía infantil.
Cuando en relación al niño se piensa acerca de lo originario, se presupo-
ne su incidencia en el devenir, así como también un saber sobre la causa inicial
de la determinación. Se le supone a la infancia la existencia de un real origi-
nario que en el fantasma encontrará una respuesta en su simbolización. Real
que no siempre ha invitado a los analistas a no retroceder ante él, el psicoa-
nálisis de la infancia ha sido ocupado, desde los tiempos históricos y según
Freud dixit, especialmente por las analistas mujeres. Esto se ha naturalizado
sin interrogar exhaustivamente sus razones, ni su herencia.
Llevando la marca de una práctica menor, recordemos que para ejercerla no
era necesario tener formación médica en los inicios del psicoanálisis, se vio po-
blada de reinvindicaciones, síntomas e inhibiciones. Se han esgrimido en favor
y en contra de ella diversos argumentos dejando casi intocadas las cuestiones
relativas al tiempo del sujeto y al acto analítico, cuando no se cuenta con la ac-
tualización propia de la neurosis de transferencia sino sólo con el tiempo de lo
actual en el presente. La significación del niño aún parece enredar los pies de
los psicoanalistas entre ideales e impotencias, dejando su impronta –aunque no
sólo– en la clínica que le concierne a la infancia. La respuesta que cada analis-
ta se dé a la pregunta de qué es un niño incidirá en sus intervenciones, su con-
cepción de la cura como también en el fin al que conduzca la misma.
Apoyadas en la afirmación de Freud que situó el fin de la infancia en la pu-
bertad, las concepciones evolutivas del crecimiento asimilaron, sin especificar
diferencias, la edad cronológica de los niños al desarrollo de etapas, creando
estratos de progresión. Una respuesta simétrica, no menos desorientada, re-
chazando la concepción evolutiva, ha desechado también toda distinción en-
tre un niño y un adulto. ¿Será posible abrir una puerta de salida a esa falsa
opción, atendiendo al hecho de que el sujeto de la estructura no tiene edad,
pero sí tiempos? Esta temporalidad trata de la coexistencia de las diversas ar-
ticulaciones a la Otredad, creencia que sostiene a los fantasmas.
La Infancia y lo Infantil: Tiempos del Sujeto: Tomando el hilo de una lar-
ga polémica, desplegada en torno al estatuto del niño y su lugar en la clínica
psicoanalítica, parece necesario situar algunos ejes previos.
Dos articulaciones, una extraída de los textos de Freud y la otra de la teo-
ría de Lacan, permiten recolocar la problemática mencionada que gira sin
salida alrededor de una falsa opción: invalidar o dar legitimidad al psicoa-
nálisis de niños. Estas dos articulaciones teóricas hacen posible acentuar un
hallazgo inestimable para el psicoanalista que atiende niños: el valor de los
tiempos de la infancia.
Respecto al eje temporal, en los escritos freudianos hallamos una distin-

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ción estructural, no siempre explícita pero rigurosamente lógica: se trata


de la delimitación entre aquello que llamamos la infancia y aquello otro
que nombramos lo infantil. Las múltiples consecuencias clínicas que se
desprenden de esa distinción nos invitan, dada la importancia que conlle-
van, a fijar su alcance.
En principio, la neurosis infantil, a la que Freud alude, no corresponde
al tiempo de la infancia misma, sino un tiempo posterior a ella. Esto permi-
te apreciar que se trata de dos tiempos disyuntos, donde uno es producto
o resto del otro. Lo infantil en nuestra praxis será, de esta manera, aquello
que se produce como resto de una operación propia del tiempo de la infan-
cia. Por su parte, en los aportes hechos por Lacan, tal disyunción se man-
tiene a su vez entre un tiempo actual como repetición de un goce, y otro
que lo sustituye e historiza.
La primera distinción podemos hallarla en la lógica freudiana que articu-
la la teoría de las neurosis con los conceptos de transferencia y repetición.
Lacan, por su parte, al introducir la escritura de los registros Real, Simbó-
lico e Imaginario delimita precisamente el fundamento de la repetición en
la estructura del nudo. Articulando tiempo y repetición es dable distinguir
la repetición de lo mismo, propia de la existencia de un real que retorna al
mismo lugar, de la repetición de lo no idéntico que apunta a la insistencia
distintiva de lo simbólico.
Otra puntualización que permite desprendernos de la dicotomía anterior,
es la que se apoya en el concepto de sujeto en la teoría lacaniana. Al plan-
tear que la existencia del sujeto se revela como pérdida del ser, Lacan nos
presenta un sujeto que, en tanto no es, existe. Él se efectuará como suje-
to y hallará su realización como tal cada vez que se recree su falta-en-ser,
cada vez que no se aliene en la identificación a un objeto, cada vez que no
Letra Viva libros responda con la totalidad su cuerpo al lugar del objeto a.
Av. Coronel Díaz 1837 - Telefax: 4825-9034 El sujeto será pues efecto, efecto de una operación de pérdida que no se

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realiza en forma natural sino simbólicamente. Ese sujeto, sujeto de la estruc-


tura, no se sustituye ni al adulto ni al niño, salvo cuando él es subsumido en
alguna de las teorías que mencionábamos al comienzo, subsidiarias de la es-
pecialidad en psicoanálisis. Si en cambio partimos de la delimitación propues-
ta, podemos afirmar que es al sujeto, y sólo a él, al que se dirige todo psicoa-
nálisis cada vez que recibe la consulta por un niño, apuntando a localizar el
tiempo del sujeto y las operaciones incumplidas para su efectuación en la es-
tructura, ya sea como sujeto del inconsciente, subsidiario del deseo, de la pul-
sión y sus goces o bien del fantasma en el que los articula. Pues tanto la efec-
tuación del sujeto en el anudamiento de la estructura como la producción de
la neurosis infantil, resto de la infancia, son solidarios de tiempos.Tiempos
en la efectuación de lo que advendrá como sujeto desde la virtualidad ante-
rior a su nacimiento, aún cuando no es siquiera un viviente; como lo que se
plasmará posteriormente desde la primera oposición fonemática en el cam-
po del lenguaje por la función de la palabra y luego hasta su articulación en
discurso. Tiempos también en el engendramiento del objeto que sólo como
falta localizada orientará el juego del deseo, desde el juego en la cuna has-
ta el juego en la cama, desde el juego con el cuerpo propio a la búsqueda del
objeto en el cuerpo del partenaire. Tiempos también en la identificación a lo
Real, lo Simbólico y lo Imaginario del Otro, hasta la producción de las for-
maciones de lo inconsciente.
La delimitación de estos tiempos muestra su ganancia a la hora de decidir
las intervenciones específicas del analista. Delimitar los tiempos en la conso-
lidación de la estructura permite decidir cuestiones que sólo en apariencia
podrían creerse técnicas, cuestiones que siendo propias del análisis de niños
requieren ser despojadas de formalismos dogmáticos. Por ejemplo, permiten Letra Viva libros
definir el lugar de los padres, de los juegos, de los juguetes o bien de los di-
bujos en el encuentro con el sujeto para cada tiempo de la infancia. O tam-
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bién decidir cuándo intervenir y cuándo concluir nuestra intervención. Es de- Telefax: 4825-9034
cir, ubicar el fin del análisis en los tiempos de la infancia. q

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Colaboración

Vienen por más


por Hugo Dvoskin
I. Lacan sorprende al lector del seminario La ética del psicoanálisis pues
inicia su trabajo abordando cuestiones metapsicológicas. Sin embargo, esa
vía de entrada responde a una lógica rigurosa: una praxis requiere definir
los principios en los cuales se sustenta, y en ese sentido los conceptos que
la determinan.
La praxis psicoanalítica se sostiene en la existencia de la hiancia entre per-
cepción y conciencia y su andamiaje conceptual refiere al aparato psíquico
que entre esos extremos se monta. La ética, en consecuencia, coincide con
el gran descubrimiento de Freud, el inconciente. El inconciente es el nom-
bre que da cuenta de aquello que irrumpe en la conciencia, nombre que
desanuda los modelos unificantes y esféricos de la psicología y la filosofía.
Si los modelos metapsicológicos freudianos o la topología lacaniana requi-
rieran de alguna necesidad lógica en el campo del saber, la ruptura de los
modelos que quedan desarmados para dar cuenta del sujeto sería suficien-
te. El inconciente es también el nombre de la experiencia que se atraviesa
y en consecuencia su existencia misma sólo es pensable en términos de un
sujeto “dispuesto” a la travesía que el psicoanálisis propone.
Si la ética del psicoanálisis supone mantener la distancia entre pc-cc, La-
can correlaciona en Los cuatros conceptos fundamentales la del psicoanalis-
ta con sostener la máxima distancia entre I(A) y a. Pues nuevamente aquí
se trata de interrogar qué habita en ese intersticio, en esa nueva hiancia.
Nuevamente nos encontramos con el inconciente.
“El individuo enfermo –subraya Lacan–,tal como Freud lo aborda, reve-
la otra dimensión que la de los desórdenes del Estado y la de los trastornos
de la jerarquía.” De modo que el psicoanálisis se propone luego de los pro-
blemas de Estado, luego –particularmente– de la promesa de felicidad con
que la política nos aturde desde la Revolución Francesa, que aun cuando
reiteradamente en desgracia encuentra los medios para renovarse. Dada in-
cluso la imposibilidad conceptual del psicoanálisis para trabajar en el cam-
po de las “ supuestas necesidades”, ya que se mueve en el terreno de la in-
satisfacción, aquello que eventualmente debería ser satisfecho o garantido
por el Estado de Derecho (trabajo, vivienda, alimentación) irrumpe en la
clínica bajo el modo de una insatisfacción en la que el sujeto no se encuen-
tra implicado. Allí donde el sujeto cree que encontraría satisfacción si la ne-
cesidad estuviera cubierta.
En una inversión regrediente,
el psicoanálisis –y los psicoana-
listas– se ve convocado y tentado
por los distintos campos del saber
a abandonar su trabajo de subver-
tir al sujeto, para transformar a sus
conceptos en modos de dar cuen-
ta de las causas de los malestares
de la cultura.
Bajo distintas modalidades, ya
sea dar cuenta, ya sea calmar o
denunciar, el psicoanálisis se pier-
de en su búsqueda de una cosmo-
visión, de un intento de proponer
un “cómo hacer para que las cosas
marchen”, lo que nos aleja del de-
seo de saber. Al “explicar” la falta
de legalidad, la emigración o el fe-
nómeno de las asambleas vecina-
les o “cómo es nuestra cultura con
“categorías psicoanalíticas”, el psi-
coanálisis responde a la posición
del amo y explica la realidad: “Un

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verdadero amo no desea saber nada en absoluto, lo que desea un verdadero amo es que la
cosa marche.”1 Ante la imposibilidad de hacer que la cosa marche, el discurso del amo lo
remplaza proponiendo como hacer para que así suceda.
Si el psicoanálisis tiene la posibilidad de subvertir al sujeto, los psicoanalistas corren el
riesgo de transformarlo en un burócrata del poder (la buroyocracia). Si la experiencia del
psicoanálisis lleva a interrogarse y responsabilizarse por el decir, el intentar responder “a
lo social” lleva a “saber qué decir”.

II. Los durísimos años de la Primera Guerra recién habían quedado atrás. El hambre cru-
zaba Europa, las heridas no habían cicatrizado y las neurosis exigían un tratamiento ur-
gente. Es el invierno de 1919. Freud escribe sobre el masoquismo, un artículo que hoy co-
nocemos bajo el título de “Pegan a un niño”. Al iniciar el tercer capítulo, con la sabiduría y
la prudencia que Freud supo tener, escribe: “Uno querría obtener éxitos útiles en el plazo
más breve y con el menor trabajo. Pero en el presente el conocimiento teórico sigue siendo
incomparablemente más importante para todos nosotros que el éxito terapéutico, y quien
desdeñe los análisis de la infancia por fuerza incurrirá en serios errores.”2
Los seis casos que con rigor Freud estudiara durante la guerra, nos han permitido pensar,
y decidir sobre interrupciones de tratamiento y finales de análisis. Pero sobre
todo, cabe remarcar, desanudar aquellos puntos en que se intersectan sufri-
miento y erotismo arruinando la vida de nuestros analizantes.
La respuesta de Freud, contundente, se compadece con la producción in-
telectual realizada durante los años mismos de la Guerra. Una guerra quizás
como pocas, o como ninguna otra, con poderosas armas para el combate cuer-
po a cuerpo, con bombas con gran poder de destrucción sin siquiera el ali-
vio de los antibióticos y precarias anestesias. Allí donde el conflicto exterior
no podría haber tenido una presencia más acuciante, Freud escribe “Pulsio-
nes y destinos de pulsión” e “Introducción del narcisismo” También se toma
el tiempo para escribir “La represión” y Lo inconciente”. En las postrimerías
de la Guerra escribe “Duelo y Melancolía”. Textos metapsicológicos que aún

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hoy iluminan nuestra clínica y a los que aportes posteriores le


han dado cada vez más brillo y han transformado en una fuen-
te continua de conocimientos. Textos cuya letra puede sumar-
se a los textos sagrados, los que requieren de exégetas, y que
se han transformado a lo largo de los miles de años de cultu-
ra greco-judeo-cristiana en una fuente permanente de consul-
ta sobre nuestra praxis y nuestra ética. Textos que nos orientan
en la pregunta que siempre acompaña a quien se ocupa, de un
modo u otro, de su semejante.

III. Es enero de 1970. Francia vive aun los coletazos del mayo
francés. El mundo está convulsionado; son tiempos de la gue-
rra del Viet-Nam. A Lacan le insiste la interrogación: ¿qué tie-
ne el psicoanálisis para decir de la actualidad?
“Me veo obligado a señalar que no es lo mismo decir que el
inconciente es la condición del lenguaje que decir que el len-
guaje es la condición del inconciente.”3
Así Lacan acentúa que el inconciente no es condición de la
cultura puesto que la cultura se determina en otros lugares. Si
la inversión de la fórmula fuera posible, el inconciente –y en
consecuencia el psicoanálisis– se hallaría en posición de dar
respuestas, de posicionarse como una cosmovisión. “Invertir la
fórmula es darle un alcance estrictamente contrario a la ver-
dad, sin ninguna homología con lo que yo expongo.”
Es el riesgoso y tentador paso que va del Discurso del Amo
–pensado como reverso del psicoanálisis– al intento de querer
dar cuenta del discurso del poder y de otras disciplinas (so-
ciología, economía, antropología) con conceptos psicoanalíti-
cos adecuados.
Adecuar los conceptos del psicoanálisis para abordar otras
temáticas es la antesala de adecuar el discurso del psicoana-
lista a una ideología, a un conjunto de teorías sobre el mundo,
a las cosmovisiones propuestas por tantos analistas que tantas
resistencias creó al psicoanálisis. De allí, a mi criterio, la im-
portancia de una profundización de la fórmula del inconcien-
te a fin de definir nuestro campo y abrir a consideración del
conjunto las vías para operar en otros.
Es que el discurso analítico es cuestionable en tanto tal, en
tanto discurso mismo: “Llego a articular esta posición del psi-
coanalista de una forma que es la que llamo su discurso, diga-
mos su discurso hipotético.” Es en la calificación de hipotético
donde puede encontrarse la brújula que orienta. La operatoria
de calificar un sustantivo, la de especificarlo, puede afectar al
sustantivo de modo tal que llegue a corroer lo que suponíamos
era el pivote sobre el cual ese sustantivo se sostenía, afectando
su valor de semantema consensuado. A saber, en el caso del
discurso, requiere el ser efectivamente pronunciado. Dado que
Lacan lo califica de hipotético, pierde su predicación implícita,
el ser pronunciado. Ahora bien, si un discurso no se pronun-
cia, al no encontrarse en el campo de lo “pronunciable” no es
un discurso, es una suposición o estrictamente en el caso del
discurso analítico es su-posición como analista.
La gravedad de las crisis, la sensación de vivir en terremo-
tos, barcos que se hunden y amenazas del Apocalipsis, nunca
han sido buenas referencias para la evaluación, la reflexión
y la profundización de los saberes. Por el contrario, son un
nombre antiguo aunque siempre moderno de las resistencias
al psicoanálisis. q

1. J. Lacan. El Seminario. Libro 17. El revés del psicoanálisis, Paidós, Bs.


As., 1987, pág. 22.
2. S. Freud. “Pegan a un Niño”, en AE, tomo XIX.
3. Op. cit., clase del 14-1-70.

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Colaboración
LOS PEQUEÑOS OFICIOS DE LA
ESCRITURA DEL PSICOANÁLISIS
Inspiraciones y andamios (Primera Entrega)
Jorge Baños Orellana
Introducción. ¿Dónde encuentran los analistas las ideas y las palabras? Se
acostumbra responder que en la experiencia clínica. En términos muy gene-
rales, es irrebatible; pero, tomada al pie de la letra, es una contestación des-
viada e impuntual. Si bien el tema absoluto de nuestra escritura es el de lo
que sucede en el consultorio, no todo lo que se descubre de esa escena se ilu-
mina y se nombra necesariamente en ella. Lo habitual es que el cercamiento
del hallazgo y el acierto de la palabra justa vengan retroactivamente y en los
lugares menos esperados. Hay una extraterritorialidad y un fuera de hora-
rio que descompleta la soberanía del momento estrictamente clínico. Única-
mente los himnos al profesionalismo se resisten a reconocerlo, empujando el
orgullo del practicante hasta el empirismo más chato; el mismo que, mutatis
mutandis, Foucault hallaba en los médicos del siglo XIX. Nadie puede seguir
convencido de que la denuncia foucaultiana (“las formas de la racionalidad
médica se hunden en el espesor maravilloso de la percepción [...] el espacio
de la experiencia parece identificarse con el dominio de la mirada atenta [...]
la permanencia de la verdad en el núcleo sombrío de las cosas está ligada a
este poder soberano de la mirada empírica que hace de su noche día”) se es-
quiva simplemente poniendo “escucha” allí donde dice “mirada”.1
Como otros ámbitos y otros modelos extienden o exceden la escena del con-
sultorio, la pregunta a propósito de dónde ocurren los fogonazos de la inspi-
ración analítica viene seguida de una más alarmante, la pregunta por el res-
to. ¿Cuánto queda adherido de esas dimensiones ajenas en que los pensa-
mientos y la escritura del psicoanálisis se realiza? Acordamos que: “La obra
completa de Freud nos presenta una página de cada tres de referencias filo-
lógicas, una página de cada dos de referencias lógicas, y en todas partes una
aprehensión dialéctica de la experiencia”,2 ¿pero qué se deduce de ello? Para
los autodenominados “clínicos”, la operación es sencilla y sin restos contami-
nantes. Primero, Freud alcanzaba sus descubrimientos en la consulta para,
recién después, dar el paso de la retórica. Una vez en el escritorio, él orde-
naba persuasivamente esos hallazgos con una buena lógica, los convalidaba
secundariamente con el tesoro de la filología y los tornaba comprensibles y
amenos con analogías de la vida cotidiana. Momento clínico inclusivo del ha-
llazgo, momento retórico sociable de la comunicación. Pero es un esquema
insostenible cuando se lo contrasta con los acontecimientos. Las vueltas que
daba Freud hasta alcanzar el meollo de la clínica comportaban circuitos más
difíciles: el recurso a la lógica, la filología o la vida no eran el adorno que ve-

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nía después, sino que formaban parte de la provocación y el yección autobiográfica, quizás los resultados del equipo diri-
recorte del hallazgo. Lacan reconocía otro tanto: “Es un hecho gido por Louis Hay que analizó manuscritos de Heine adqui-
—al menos para mí— que es mientras escribo que encuen- ridos por la Biblioteca Nacional de París sirvan para despejar-
tro. Esto no quiere decir lo. Lo indiscutible es que
que si no escribiese no esta conjetura es un eco
encontraría nada; pero, de la tesis principal del
en definitiva, tal vez no libro del chiste. Freud
me percataría de ello”.3 sostenía que el chis-
Escribir para percatarse te guarda relación con
de lo que sucedió en la el inconsciente porque:
clínica. Desde luego que “Decimos que «hacemos»
sí, y también leer, con- un chiste, pero nos da-
versar, deambular. Así mos perfecta cuenta de
como puede ser decisivo que en este acto nos con-
el título de la lectura, el ducimos de muy distinto
menú del banquete o la modo a cuando expone-
ciudad que se recorre. Es mos un juicio o presen-
innumerable lo que asis- tamos una objeción. (...)
te o desalienta la condición parásita de la inspiración analí- Se siente más bien algo indefinible, que compararíamos, más
tica. Entonces, vuelvo a la pregunta de si esta escritura, que que a nada, a una absence (ausencia), a una repentina des-
no busca otra cosa que hablar de la clínica aunque lo haga aparición de la tensión intelectual, y en el acto surge el chis-
sirviéndose de algo más, es la dueña y señora de sus resulta- te de un solo golpe, y la mayor parte de las veces provisto ya
dos. ¿Quedamos libres a la manera del Wittgenstein que de- de su revestimiento verbal”.5
volvía al vacío la escalera que lo había hecho salir del pozo?, Nada indica que hoy debamos desatender esa condición
¿o nuestros palotes no son escaleras descartables, sino anda- crepuscular y semilúcida de la creación verbal; lo que resulta
mios que dejan vetas dibujadas y astillas clavadas en la estruc- embarazoso es seguir tomando en serio el fondo de contraste
tura que ayudaron a levantar? Además, ¿cabe afirmar de an- de la descripción freudiana, según la cual, la emisión de nues-
temano que la persistencia de esos restos no podría ser sino tros juicios estaría regida por trayectos nítidos de la razón, a
una calamidad? ¿Es mejor una teoría purificada que una mes- la manera en que lo prescribía la primera generación del po-
tiza? Queriendo que este dilema no se zanje como una cues- sitivismo lógico. Como si, además de la extraterritorialidad
tión de gustos, sino de hechos, procuraremos hacer la arqueo- espacial y temporal de la que hablamos, los hallazgos del psi-
logía de algunas inspiraciones freudianas. ¿Cuáles fueron su coanálisis no advinieran como los chistes, por vías igualmen-
restos?, ¿la aplicación clínica reclama eliminarlos? te indefinibles, a veces comparables a una ausencia, a veces
cumplidas de un solo golpe, siempre sirviéndose del bricolla-
Lo que Freud encontró en los bulevares de Viena. Claro que ge de restos diurnos y siempre afectando la posición y la eco-
no es fácil reconstruir de dónde salen las ideas y las palabras. nomía libidinal del sujeto. Por eso, el Freud que invocaré no
En el seminario Las formaciones del inconsciente, hay una con- es el que acabo de citar, sino el del 1 de mayo de 1898 que,
jetura acerca de cómo pudo habérsele ocurrido, al poeta ale- en plena redacción de La interpretación de los sueños, escribe
mán Heinrich Heine, el neologismo chistoso famillonario: “Es- a Fliess: “Nunca pude dirigir mi trabajo intelectual”.
trechemos todo lo posible el campo de visión de la cámara en Pero deshacernos de las muletas del esquematismo no nos
torno a este famillonario. Después de todo, podría haber naci- deja con las manos vacías. Al respecto, procuraré demostrar
do en algún lugar distinto de la imaginación de Henri Heine. que una de las ocurrencias teóricas de Freud más conoci-
Tal vez no lo elaboró en el momento en que tenía delante su das, la del esquema de la segunda tópica, se generó del mis-
papel en blanco, pluma en mano; quizás se le ocurrió alguna mo modo que, según Lacan, habría surgido el famillonario
noche en una de aquellas deambulaciones parisinas que ya de Heine. Mi hipótesis es que la segunda tópica es necesaria-
mencionaremos. Incluso existen muchas posibilidades de que mente un efecto de los paseos que Freud hacía a diario des-
fuera en un momento de fatiga, de crepúsculo. Este famillona- pués de cenar y en ese rato igualmente crepuscular para el
rio muy bien podría ser un lapsus, es completamente concebi- proceso secundario que es la hora de la siesta. Es sabido que,
ble”.4 A nuestro pesar, Lacan nunca retomará esas deambula- casi como un ritual, deambulaba unas quince cuadras por la
ciones de Heine sobre las que había prometido volver. Es ma- Ciudad Vieja hasta la tabaquería de Michaelerplatz, para re-
teria de debate si Lacan partía de documentos o de una pro- poner la dosis de cigarros, volviendo habitualmente por la

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Ringstrasse, el bulevar de circunvalación del casco viejo de Viena;6 sin esta travesía el
esquema es inimaginable.

A la hora de la siesta. Caminador entusiasta, al salir de la tabaquería Freud solía di-


rigirse hasta el Stadtpark, en el extremo oriental de la Ringstrasse, para recorrer el bu-
levar casi integralmente. Se detenía recién en la curva de a Iglesia Votiva, emplazada a
300 metros de su domicilio, Bergasse 19. El descampado del Stadtpark, cruzado por el
único tramo no entubado del río Viena, le permitía figurarse lo que el distrito en herra-
dura del Ringstrasse, ostentoso en viviendas burguesas y edificios monumentales, había
sido décadas atrás, hacia la época de su nacimiento: un baldío empedrado. Una expla-
nada vacía con el borde interior fortificado por las murallas y los bastiones que aislaban
la Ciudad Vieja. Situada en la frontera de la Cristiandad, gracias a este dispositivo Viena
había sobrevivido a trescientos años de asedio de los turcos. Hubo que esperar la llega-
da del siglo XIX para que la artillería napoleónica lo convirtiera en obsoleto. Sin embar-
go, recién en 1857, fecha en la que Freud cumple un año de edad, el emperador Fran-
cisco José firma el edicto que ordena derribar esas defensas y autoriza a construir en sus
terrenos. Busca emular la gran metamorfosis urbana que Napoleón III había impulsado
en París con los bulevares de Haussmann.
El proyecto vienés estuvo inicialmente dominado por la restauración de la monar-
quía, la iglesia y el ejército que siguió a los levantamientos populares de 1848. El ce-
tro, la cruz y la espada reformaron el espacio, convinieron la construcción de una igle-
sia neo-gótica, la mencionada Iglesia Votiva, levantar el teatro real de la ópera, un edifi-
cio previsiblemente barroco que Freud alcanzaba a divisar al final del Stadtpark, exten-
der los edificios imperiales y trazar un anchísimo corredor de circunvalación que permi-
tiese veloces desplazamiento de la infantería. Guerras absurdas contra Francia y Prusia,
hicieron caer esa coalición, pasando el gobierno y, con él, el proyecto de la Ringstrasse
a manos de los liberales. Ellos estrecharon el corredor convirtiéndolo en bulevar, dejan-
do aún más terreno para las constructoras privadas, lo que alentó, como en París, un in-
menso negocio inmobiliario.7

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Antes de llegar a la Opera, Freud podía hacer un corto des- blemas de la alianza del emperador con la burguesía. A con-
vío a Karlplatz. Hacia 1923, año de El yo y el ello, esa era la tinuación, donde antes se extendía la plaza de armas, venían
zona de mayor innovación arquitectónica de las adyacencias los tres edificios monumentales construidos por el liberalis-
del Ringstrasse. En torno a la iglesia de San Carlos Borromeo, mo: el parlamento, la municipalidad y la universidad. Hacia
lo más audaz de la herencia barroca, estaba el edificio de la 1880 los judíos ascienden al 10% de la población y ocupan
Secesión, cuartel del Art-Noveau encabezado por Klimt, y el de el 40% de la matricula de la facultad de medicina de la uni-
la embajada francesa que, por adherir a ese movimiento, dio versidad de Viena. Los que conseguían progresar, como el Dr.
lugar al chiste de que había sido construida con planos para Freud y el padre de Dora, se mudaban al IX distrito, a cua-
una embajada en Estambul. También allí se agrupaban edi- dras de la universidad y la iglesia votiva.9 Pero la movilidad
ficios iconoclastas de Adolf Loos y Otto Wagner, proclaman- social se había complicado desde la década del 90. Escánda-
do que el ornamento es delito. En 1920, el joven arquitecto los de corrupción derrumban la credibilidad de los ideales li-
Ernst Freud, lleva adelante una solución igualmente exenta berales y un nacionalismo cristiano antisemita con el apoyo
para el Policlínico psicoanalítico de Berlín. “El diseño ha sus- de los viejos gremios toma por décadas el poder. La situación
citado la admiración general”, escribió Abraham, pero del pa- material no cesará de empeorar. A veces olvidamos que, en
dre nunca se supo ningún comentario elogioso.8 1923, Freud vivía en una ciudad abatida por el frío sin car-
No es que fuese exactamente un conservador. Desde su llega- bón, hambrunas del desabastecimiento, elevadísimo desem-
da a Viena a los cuatro años, había pasado la niñez y la juven- pleo, huelgas, hiperinflación y racismo.10
tud contemplando la edificación y transmutación del Rings-
trasse sin tenerlo nunca por un progreso amenazador. En la El tablero y el escritorio. Freud dobla a la altura de la igle-
autobiografía, cuenta que se identificaba con André Massena, sia y sube por Bergasse. Una vez instalado en el escritorio,
el mariscal de Napoleón que había perforado a cañonazos las traza inadvertidamente un mapa simplificado de la Viena
murallas de Viena. Originarios de un pueblo rural checo, la del Ringstrasse mejor conocido como esquema de la segun-
familia había decidido emigrar a esta ciudad animada por la da tópica de El yo y el ello. Al superponer el mapa y el esque-
tolerancia religiosa y racial que trajo el triunfo liberal. Como ma, comprobamos que por el Leopolstadt ingresa la percep-
casi todos los judíos pobres, los Freud se instalaron en Leo- ción; que el segmento emergente del río Viena es la barra de
polstad, el barrio de conventillos de la estación del Ferroca- la represión; que el Art-Noveau y el funcionalismo se acumu-
rril del Norte, por el que habían llegado. la en el vecindario de lo reprimido; que el yo está alojado en
La caminata diaria de Freud continuaba por el complejo del el área antes amurallada de la Ciudad Vieja. Y si falta un es-
Palacio Real y los museos de Arte e Historia Natural, separa- pacio para el superyó, sobre el que escribe pero no dibuja en
dos por una negociada estatua de María Teresa con los em- el esquema del libro, no será por culpa de Viena. Es porque

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continúa sumiso a la pregnancia de la famosa comunicación pasos aleatorios y contingentes de un flaneur que la camina
de Broca “Sobre el asiento de la facultad del lenguaje articu- para no pensar. Ni que su lápiz estaba tironeado por el pun-
lado”, que localiza la capacidad de pensar en la tercera fron- to de vista, que era el del ojo fijo de un general napoleónico
tal izquierda.11 “Agreguemos —escribe Freud— que el yo lle- o turco que examina Viena desde lo alto. El 11 de marzo de
va un casquete auditivo y, según el testimonio de la anato- 1900 Freud escribe a Fliess: “Odio a Viena con un odio real-
mía del cerebro, lo lleva sólo de un lado”.12 Cuando aplica- mente personal (...) [En beneficio] de los niños, este verano
mos la hipótesis peripatética de Lacan con Heine, cuesta di- tendré que renunciar a la lejanía, resignándome a tener cons-
simular la sonrisa. El lugar del esquema donde Freud em- tantemente ante mí, desde [las alturas de] Bellevue, el pano-
plaza la circunvolución del aquí se piensa corresponde, en la rama de Viena.” ¿Pero, al borrar la huella de los andamios, los
superposición, a las manzanas del IX distrito que compren- dibujantes no son más freudianos que Freud, más certeros en
den a Bergasse 19 y Marie-Teresienstrasse 8, domicilio de los representar su idea? Creo que por esta vez no. Seguramente
Freud hasta 1891. los aparatos psíquicos de nuestros analizantes son globos pi-
Hoy sabemos que, en 1933, garabatea cinco versiones en tagóricos; sin embargo, al escucharlos en el consultorio puede
borrador hasta alcanzar el esquema modificado para las Nue- ser más útil tener presente que son globos que alojan esquir-
vas lecciones introductorias.13 Aunque la definitiva procura des- las napoleónicas y canto rodado de la Ringstrasse. q
hacerse un poco más de su motivo inspirador, reencontramos * banosorellana@fibertel.com.ar
la forma oblonga con predominio izquierdo del distrito del 1. Foucault, Michel [1963], El nacimiento de la clínica, Siglo xxi, Méxi-
co, 1978.
Ringstrasse y la barra de la represión que insiste en verticali-
2. Lacan, Jacques [1957], “La instancia de la letra en el inconsciente o
zarse absurdamente, porque calca sin saberlo el trazado del la razón desde Freud”, en Escritos 1, Siglo XXI, México.
río Viena. Lo novedoso es que desiste de representar la terce- 3. Lacan, Jacques [1971-72], El Seminario 19: ...o peor, inédito, clase del
ra frontal. El paradigma anatómico quedó desalojado. No es 15 de diciembre de 1971.
más un cerebro, no es un Proyecto para neurólogos reacondi- 4. Lacan, Jacques [1958-59], El Seminario 5: Las formaciones del incons-
cionado. Freud ha leído finalmente a Freud. Al apropiarse, aun ciente, Paidós, Buenos Aires, 1999.
5. Freud, Sigmund [1905], El chiste y su relación con lo inconsciente, en
sin meditarlo, de la ciudad como paradigma, se abren posibi- Obras Completas t.viii, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.
lidades más ricas en juegos de historia y estructura. Los do- 6. Flem, Lydia, La vie quotidienne de Freud et ses patients, Hachette, Pa-
minios yoicos de las Nuevas lecciones se domicilian en el pala- ris 1986.
cio y los jardines de la soberanía irrisoria y jaqueada del em- 7. Cf. Schorske, Carl [1961], Viena Fin-de-Siècle, Gustavo Gili, Barcelo-
perador. La iglesia, la universidad y los altivos poderes parla- na, 1981 y Schorske, Carl [1998], Pensar con la historia, Taurus, Ma-
drid, 2001.
mentarios y municipales conforman, naturalmente, el barrio
8. Freud, Sigmund y Abraham, Karl, Correspondencia (1907-1926), Ge-
del superyó. La Ringstrasse se transluce mucho más literal- disa, Barcelona, 1979.
mente que en 1923 y muestran, retroactivamente, lo que ca- 9. Decker, Hannah [1997], Freud, Dora y la Viena de 1900, Biblioteca
minarlo puda significar para El yo y el ello. Nueva, Madrid, 1999.
La censura gráfica que, hasta ahora, obstaculizó el recono- 10. Freud, Sigmund y Sam Freud, Viena y Manchester: Correspondencia
cimiento de esta fuente inspiradora es responsabilidad de los entre Sigmund Freud y su sobrino Sam Freud, Síntesis, Madrid, 2000.
11. De Broca, Paul [1865], incluido en Hécaen, H. y Dubois, J (comp),
dibujantes de las ediciones de las Obras Completas, empeña- El nacimiento de la neuropsicología del lenguaje, 1825-1865, Fondo de
dos en hacer del aparato una esfera regular y en horizontalizar Cultura Económica, México, 1983.
la barra. Quizá supusieron a las destrezas pictóricas de Freud 12. Freud, Sigmund 1923 [1973/1979], El yo y el ello, en Obras Comple-
más calamitosas de lo que eran, sin atisbar que si su circunfe- tas t.iii, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, y en Obras Completas t. xix,
rencia no era una circunferencia, se debía al imán del Rings- Amorrortu, Buenos Aires, 1979.
13. Grubrich-Simitis, Ilse 1993 [1996], Back to Freud’s Text. Making Si-
trasse como resto diurno, como itinerario crepuscular de los
lent Documents Speak, Yale University Press, London.

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