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1 Manili, Pablo Luis “Introducción al derecho constitucional “en AAVV “Derecho procesal constitucional” Ed
Universidad, Bs As 2015 pag.26 coordinada por Pablo L Manili.
De allí también que los sistemas de control son materia de estudio del
derecho procesal constitucional ya que devela la forma y modo en que se
concreta el control de constitucionalidad, sumado ello a la doctrina que de la
mano de los precursores de esta disciplina con obstinado fundamento fueron
exponiendo la necesidad de darle autonomía científica a esta disciplina.
Se buscaba dar respuesta a la concreción de las garantías, esto es a la
“obligación correspondiente al derecho subjetivo de cada individuo, generado por
una expectativa jurídica positiva de prestación o negativa de no lesión
( abstención) “ como expresa Ferrajoli, quien distingue en “garantías primarias o
sustanciales, las que están en el ordenamiento jurídico como prestaciones
concretas, o prohibiciones u obligaciones que corresponden por los derechos
subjetivos garantizados , y las secundarias o jurisdiccionales, dadas por los
jueces, al aplicar una sanción o declarar la nulidad de la ley cuando se constaten
actos ilícitos o se compruebe actos que violan los derechos subjetivos previstos
en las garantías primarias”2
Las garantías previstas en la constitución generan mecanismos
procedimentales tuitivos de los derechos fundamentales, en tanto que el sistema
jurisdiccional proporciona modos y formas de hacer efectivos los mismos lo que
genera un espacio especial y especifico, que dado su importancia y relevancia,
obliga a una sistematización epistémica que nos da como resultado una materia
de estudio concreta, que según los interpretes será amplia, intermedia o
restrictiva, pero sin dudas que existirá coincidencia con el alumbramiento de una
disciplina que se diferencia de la materia sustancial sobre la que se apoya, el
derecho constitucional, y de la otra, de la que toma los mecanismos
procedimentales para que los derechos fundamentales tengan la egida que se
corresponde con un estado social y democrático de derecho, que solo se justifica
cuando este garantiza la plenitud de aquellos derechos fundamentales que la
constitución reconoce.
Esta novel disciplina tiene un espacio normativo concreto sobre el que
versara el estudio de la misma, como también quien y como se aplicara esta que
es materia de llamada jurisdicción constitucional.
Lo define con precisión Ferrer Mac Gregor cuando señala que esta
disciplina “Se trata de una posición científica de dimensión sustantiva, para
referirse a la nueva parcela del derecho público que se encarga del estudio
sistemático de las garantías constitucionales y de la magistratura que las conoce “3
Una parte de la dogmática constitucional provee del “núcleo material” de
la disciplina en tanto que el diseño jurisdiccional estatal y la forma y modo en
cómo se aplica la justicia en aquellos casos específicos, es lo que perfila la novel
disciplina que cobra entidad dentro del derecho público con una dimensión
singular dada la importancia y gravitación de los temas que comprende para la
convivencia social.
La convergencia de las disciplinas, derecho constitucional y derecho
procesal hizo que la definición del nombre ya genere dificultades. ¿Es derecho
procesal constitucional o derecho constitucional procesal?
Sagües enseña que “el derecho constitucional procesal es una parte del
derecho constitucional que se ocupa de algunas instituciones que son
4 Sagües Néstor Pedro, “elementos de derecho procesal constitucional” Ed Astrea Bs. As 2011 1ª
reimpresión pag.4
5 Ferrer Mac Gregor, Eduardo ob. cit pag. 8 y 9 con notas al pie. Ver también en “forjadores del derecho
procesal constitucional” Ed .Ad Hoc. Bs As.2009 pags.53 en adelante
constitucional comparte los conceptos tradicionales de la teoría del proceso,
existen características y categorías propias que deben construirse y
diferenciarse especialmente del tradicional proceso civil que contribuyó a sentar
las bases generales del proceso, y de ahí avanzar en las categorías que
caracterizan al proceso constitucional, que tiene particularidades propias y
específicas que se diferencian del proceso ordinario.
Se dan dos expresiones de la disciplina que podemos sintetizar como : “ la
europea”, que toma a esta disciplina como parte de la ciencia del derecho
constitucional bajo el epígrafe de “justicia constitucional” haciendo hincapié en
la jurisdicción constitucional más que en los procesos especiales ; y “la
latinoamericana”, que defiende su autonomía científica expresada por dos
vertientes : a) la “autonomía mixta”; que señala debe considerarse los
principios, instituciones, metodología y técnicas del derecho constitucional y del
derecho procesal en convergencia; y b) “autonomía procesal”, que parte de la
teoría general del proceso y sostiene que deben construirse a partir de allí, sus
propias categorías, principios e instituciones, pero con vasos comunicantes
directos y fluidos con el derecho constitucional.
Esta última postura es la más aceptada y la que se ha ido paulatinamente
consolidando, aunque no parece ello materia de confrontación sino de franca
convergencia por imperio de la transformación en el mundo jurídico a raíz de lo
que señalamos como constitucionalizacion del ordenamiento jurídico, así expresa
García Belaunde en Perú pasamos de la jurisdicción constitucional (modelo
europeo) al derecho procesal constitucional; dado por el entrecruzamiento de las
disciplinas sea por la convivencia o la convergencia, como una síntesis del
concurso de la ciencia del derecho constitucional y la teoría general del proceso
pues la “jurisdicción constitucional” como el “proceso constitucional”, ya que
“proceso” y “jurisdicción” son instituciones procesales fundamentales de la
dogmática procesal y que han alcanzado un desarrollo importante en otras
ramas procesales.
En tanto que la llamada jurisdicción constitucional tiene leyes orgánicas
propias pero que surgen del diseño constitucional específico dado por la
constitución.
Siendo clara la confluencia o zona de convergencia resulta necesario
detenernos en precisar si el conjunto de materias de estudio le da un contenido
propio, especifico y singular a nuestra disciplina, no sin antes advertir que este
derrotero histórico sembrado de aportaciones de distintas posturas bien puede
ser una síntesis definida por Fix Zamudio como “...la disciplina que se ocupa del
estudio de las garantías de la Constitución, es decir, de los instrumentos
normativos de carácter represivo y reparador que tienen por objeto remover los
obstáculos existentes para el cumplimiento de las normas fundamentales, cuando
han sido violadas, desconocidas o existe incertidumbre acerca de su alcance o de
su contenido, o para decirlo con palabras carnelutianas, son las normas
instrumentales establecidas para la composición de los litigios constitucionales”6
Ello es así ya que siendo el derecho un complejo integral de principios,
valores y normas estructuradas en un ordenamiento jurídico el objetivo del
estado social y democrático de derecho es buscar la realización de la dignidad del
hombre, la que solo puede realizarse a partir de garantizar, como mínimo y de
base, los derechos fundamentales reconocidos en la constitución, pues toma
como eje del sistema al hombre.
6 Fix-Zamudio, Héctor, La garantía jurisdiccional de la Constitución mexicana. Ensayo de una estructuración procesal
del amparo” Ed UNAM México, 1955 cit., nota 173, pág. 90 y 91
El Estado como expresión del poder jurifidicado que no garantiza los
derechos constitucionalizados no es Estado de Derecho, lo que no se concibe sino
con una base o plataforma política e institucional que es la democrática.
Para concretar estos propósitos se necesitan instituciones y procesos
específicos que den respuesta satisfactoria a estos requerimientos sustanciales.
He allí la misión concreta de esta disciplina como instrumento realizador de estas
pretensiones a través de procesos de naturaleza especial, llamados
constitucionales, ya que surgen de la misma, con una jurisdicción específica, la
constitucional, que ora con especificidad o de manera difusa, cuando se la
estimula para este propósito, exhibe su expresión garantistica y provee la tutela
específica a través de la jurisdicción que más allá de las leyes orgánicas de
organización de los tribunales, surge de la constitución que expresa la más cabal
y nítida defensa de los derechos fundamentales que se da por medio del proceso
constitucional específico para lo cual fue instituido.
3.- el contenido: de lo dicho surge claramente entonces que el contenido
de la materia es la jurisdicción constitucional que comprende a la magistratura
constitucional como a los procesos constitucionales, advirtiendo que el contenido
en cuanto a la extensión y comprensión se encuentra en discusión por la
doctrina por cuanto es, aun, una disciplina en formación como explica Sagües.7
Así la jurisdicción constitucional es la actividad propia del estado de
resolver cuestiones índole constitucional cuya tarea, esto es la tutela de la
primacía de la constitución contra de actos del propio estado o de particulares
que controvierta su fuerza normativa. Tal como lo afirma Bidart Campos “todo el
sistema garantista de defensa de la constitución y de control de
constitucionalidad es el que provee el instrumental para la exigibilidad que la
fuerza normativa de la constitución requiere. No es que la constitución carezca
de esa fuerza; lo que ocurre es que su efecto útil, cuando no lo surte por
aplicación y cumplimiento espontáneo de los operadores, tiene que ser impelido
y exigido mediante el uso instrumental del aludido sistema garantista”8
Esto se concreta con el control de constitucionalidad de las leyes, las
soluciones que brinda la judicatura sobre las competencias de los órganos
estatales en determinadas materias, la revisión sobre la habilitación
constitucional de algunos miembros de otros poderes del estado, los reclamos
sobre derechos subjetivos de naturaleza constitucional, los conflictos entre
órganos dentro de la federación, Estado Nacional- provincias; que es propio del
contralor difuso en esta materia.
Se objeta a ello desde otro lugar señalando que para cumplir con estos
propósitos resulta indispensable contar con una jurisdicción constitucional
donde se atribuye dicha competencia específica a órganos específicos diferentes a
quienes imparten un servicio de justicia ordinaria o administrativa.9
15 García Belaunde, Domingo “Dos cuestiones disputadas sobre el derecho procesal constitucional”,
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional, México, Nº 7, enero-junio de 2007, pags139 y
sig.
16 Fix Zamudio, Héctor “La ciencia del derecho procesal constitucional…” ob cit. Pag 68 y sig.
17 Calamandrei Piero “sin legalidad no hay libertad” Ed. Trotta España (traducción de Perfecto Andrés
Ibáñez) 2016 donde se demuestra la profunda convicción del jurista italiano en este sentido.
( concentrado o difuso) según sean todos los órganos del poder judicial quienes
puedan ejercer el control, o en su defecto, uno solo que tiene esa atribución
exclusiva y excluyente de la intervención de cualquier otro órgano; 3º, por la
legitimación, esto es, quien puede proponerlo; incidental, esto es se articula la
defensa antes de la promoción de la controversia pero solo por quien es parte en
la misma, o se pueda promover el cuestionamiento de la legitimidad de una ley
sin esperar que se dé una controversia judicial concreta, 4º) por la extensión de
sus efectos, los clasifica en general o especial, esto es si la declaración de
invalidez alcanza solo a las partes en la controversia concreta o si sus efectos se
extienden “ erga omnes” donde la ley pierde la vigencia y eficacia normativa, y
finalmente, 5º) por la naturaleza de sus efectos, que se puede clasificar en
“declarativo” o “constitutivo”. Esto es según que el pronunciamiento de
ilegitimidad opere como declaración de certeza retroactiva de una nulidad
preexistente (ex tunc) o bien como anulación o ineficacia (ex nunc), que vale
para el futuro, pero respeta, en cuanto al pasado, la validez de la ley ilegítima” 18
. Mauro Cappelletti. Este autor italiano, discípulo de Calamandrei, a los
28 años publicó “la jurisdicción constitucional de la libertad. Primer estudio
sobre el recurso constitucional”, un estudio sistematizado y comparativo de los
diversos institutos de protección de los derechos fundamentales. Más tarde
elabora el trabajo “la prejudicialidad constitucional en el proceso civil”, y un
trabajo sobre el amparo en 1958, entre otros en una época signada por el
comportamiento del juez como automático y mudo aplicador de la ley,
subsumiendo los hechos dentro de los parámetros legales.
En este contexto del Estado legalista de Derecho el aporte de Cappelletti,
fue “ la posibilidad de interpretar la ley, y eso lo desarrollo de manera elocuente”,
explica Gozaini, pues “sostuvo que la interpretación de la “norma procesal” que,
si bien asienta en los principios generales que desmenuzan la telesis de toda
normativa, cuenta con peculiaridades que diseñan una metodología propia; por
otro “ la interpretación en el sentido más puro de adecuar la sensibilidad de las
normas en el medio donde va a insertarse y en el cuadro coordinado de todo el
ordenamiento jurídico”19
Elabora un enjundioso estudio de la revisión judicial como una forma
efectiva del control de constitucionalidad tomando los modelos americano y el
europeo (difuso y concentrado) para concluir que ello es la expresión de la
justicia constitucional. Este estudio sirvió de plataforma para la elaboración del
concepto de justicia constitucional.
La especialización pretendida por Cappeletti, de la justicia constitucional
como una función integradora de las normas coloco al juez en un rol activo para
darle eficacia a la constitución a través del proceso.
La unanimidad de la doctrina lo considera el precursor en la búsqueda de
la justicia constitucional supranacional, más allá que destacara las diferencias
resultantes de los diferentes modelos, refería que hay una “potencialidad
intrínseca que unifica y delinea la posibilidad de encontrar en el derecho
comunitario una suerte de “ley superior” que prevalece sobre el derecho local”
Los tres ejes fundamentales del aporte del autor italiano versan sobre la
jurisdicción constitucional de la libertad como una mecanismo eficaz de la tutela
de los derechos fundamentales garantizados en la constitución; la defensa de la
supremacía de la constitución en cuanto esta hacer prevalecer el imperio de su
fuerza normativa en los conflictos intestinos, la fiscalización de los actos de los
22 Ferrer Mac Gregor, “ aportaciones de Héctor Fix Zamudio…” ob cit. Pag 106
23 Manili, Pablo Luis “Introducción al derecho procesal….” Ob cit pag.32
24 Bidart Campos, Germán J ,” Manual de la Constitución Reformada” Tº II, Ed EDIAR, Bs. As., 2004, págs. 340-341
Cesar Landa Arroyo en Perú piensa lo mismo cuando señala que "El
derecho procesal constitucional debe forjarse en concordancia con los aportes de
la teoría constitucional, en materia de derechos fundamentales e interpretación
constitucional; por cuanto sólo a partir de la praxis del estado constitucional y
del desarrollo de dichos derechos y su interpretación, la teoría constitucional se
convertirá en un factor principal de reflexión y de movilización del Derecho
procesal constitucional".25
2) por la dependencia al derecho procesal surgen Hitters quien dice que el
Derecho Procesal Constitucional es “el conjunto de preceptos que regulan el
proceso constitucional; es decir, se ocupa de los engranajes adjetivos que hacen
viables las garantías nacidas en los ordenamientos fundamentales. Estudia el
trámite ritual desde la perspectiva del Derecho Constitucional, en cuanto las
cartas supremas modernas han constitucionalizado varias instituciones
procedimentales dándoles una cierta sistematización, sin perder de vista que ya
las contenían desde tiempos pasados, en materia penal26
Garcia Belaunde enseña que es imprescindible aplicar la técnica del
derecho procesal para aplicar el contenido del derecho procesal constitucional. ,
ya que “El derecho procesal constitucional arrastra una serie de conceptos de
derecho procesal (o teoría del proceso, como también se estila) de la que es deudor
y de los que se sirve. Pero a su vez, tiene otros que le son propios y que le vienen
de su peculiar naturaleza, que es servir de instrumento de realización del Derecho
Constitucional"”
Morello también se inscribe en este conjunto de juristas que opinan que
esta disciplina deriva del derecho procesal.
Fix Zamudio señala que la disciplina deriva del derecho procesal pero
distingue el contenido del derecho procesal constitucional (magistratura
constitucional y procesos) y el derecho constitucional procesal (que estudia la
jurisdicción constitucional y el debido proceso) Postura entonces que en
principio, es procesalista, y reconoce otro espacio al derecho constitucional, por
lo que algunos lo ubican en la posición procesalista, en tanto otros, en la mixta.
3) Mixtas o de convergencia: Sagües, claramente dice que es una ciencia
mixta ya que recibe los aportes de ambas disciplinas y en el mismo sentido
Manili27 abona este criterio sosteniendo que “…los viejos moldes del derecho
constitucional y del derecho procesal han quedado rebasados por la nueva
realidad. La teoría constitucional o la teoría procesal tradicionales no alcanzan a
explicar fenómenos novedosos tales como: el efecto expansivo de las sentencias
en ciertos procesos, las acciones de clase, los procesos especializados para
ciertos derechos constitucionalmente protegidos, como los mencionados más
arriba (medio ambiente, consumidores y usuarios, etc.).”
En tanto que la utilización de la técnica y del “andamiaje jurídico “propio
de la técnica procesal no significa que lo procesal constitucional se agote en ella,
o sea subsidiario de aquella disciplina, ya que la técnica de acción, legitimación,
sentencia, que son propios de la ciencia del derecho procesal son una referencia
genérica pero no precisa ni especifica de estos que tienen una naturaleza que los
caracteriza como lo hemos señalado. En ese plano son la efectivizacion de las
garantías para tutelar derechos fundamentales.
Es tornar líquido y exigibles los derechos a través del magistrado
constitucional.
25 Landa Arroyo, Cesar Teoría del derecho procesal constitucional” Ed Palestra Editores. Luma Perú pág. 13
26 Hitters, Juan Carlos, “El Derecho Procesal Constitucional”. ED, 121-88
27 Manili Pablo Luis “ El Derecho Procesal Constitucional” LA LEY 2010
La naturaleza de la disciplina trasciende el marco delimitado por el
derecho constitucional y el del derecho procesal dado la dimensión de la materia
que le es propia: el tipo de derechos que tutela a través de los procesos
constitucionales, por su importancia y el valor de ellos en función del sistema
político- institucional es gravitante. En otras palabras en materia de derecho
procesal constitucional es imposible escindir la acción del derecho tutelado, a
menos que pensemos que todos los procesos constitucionales son variantes del
amparo, lo cual es inconcebible por razones históricas y técnicas. Acción y
derecho, derecho y acción, son las dos caras de una misma monede que se
influyen recíprocamente sostener que el derecho constitucional es meramente
procesal implica negar esta interacción” explica28
Razón le asiste, pues es claro que la democracia social y constitucional
se legitima solo si se respetan los derechos fundamentales, y en resguardo de
ellos están las garantías que se aplican y se tornan efectivas a través de los
procesos constitucionales adecuados.
La autonomía científica: Pero la posición de la clara autonomía científica
es expresada por Gozaini cuando señala que “ las alternancias en la
interpretación pueden hacer creer que solamente los que poseen tribunales
constitucionales tienen una jurisdicción especial y un Derecho Procesal
Constitucional, así como es común que quienes estudian la disciplina desde los
sucesos del control difuso, son proclives al error de buscarlo en los pilares de
una ciencia u otra (es decir, del Derecho Procesal o del Derecho Constitucional);
para el autor, no es rama ni proyección de ninguna de ellas, sino un caso más
del Derecho Público, entendiendo que el punto de partida para reconocer la
disciplina comienza con el esclarecimiento de los contenidos”. En definitiva, cree
en su autonomía, pensada “desde la dimensión del proceso como única garantía
de concreción de la protección que se dispensa en las normas fundamentales”29
Así claramente es materia de estudio y de ello logra la autonomía científica
al precisar su objeto de conocimiento a 1) la jurisdicción constitucional, los
poderes del juez y de las garantías y por ello se entiende al proceso mismo como
garantía y objeto de estudio30; 2) la acción, 3) el proceso.
La importancia y el momento histórico son considerados cuando bien se
expresa que “la autonomía científica del Derecho Procesal Constitucional y su
jerarquía jurídica han ido de la mano de la recuperación del sistema democrático
y del afianzamiento del Estado de Derecho entendido éste como sistema en el que
los derechos fundamentales son directamente operativos y en el que el principio
de razonabilidad obliga a los tres poderes del Estado con fuerza jurídica
vinculante. A más, la jerarquía constitucional de varios Tratados de Derechos
Humanos declarada por la Convención Constituyente que en 1994 reformó la ley
Suprema argentina, expandió el alcance de los derechos reforzando las garantías
instrumentales para hacerlos efectivos, o para reparar las violaciones a aquellos
mediante el recurso a los instrumentos y organismos de protección
internacionales previstos en los tratados”31
32 Sagües, Néstor Pedro, “ compendio de derecho procesal const..” ob. cit pag. 13
33 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho..., ob. cit., p. 172
si se está ante un caso de improcedencia de la demanda o de conclusión del
proceso
g) Expansión de la cosa juzgada de la sentencia constitucional y el iura
novit curia que es “la imprescindible libertad con la que debe contar el juez para
subsumir los hechos alegados y probados por las partes, dentro de las
previsiones normativas que rijan el caso. Libertad que subsiste aún en la
hipótesis de que los litigantes hubieran invocado la aplicabilidad de otras
disposiciones” pero siempre subordinada a la constitución y los tratados
internacionales sobre derechos humanos razón por la cual existe el control de
constitucionalidad de oficio y de convencionalidad de oficio que refuerza este
principio.
i) Gratuidad, celeridad y eficacia. El principio de gratuidad en la
actuación del demandante significa que no debe resultar onerosa ninguna
actuación procesal para el que se dice agraviado en su derecho constitucional o
para el que se dice perjudicado por una norma inconstitucional, ilegal o
simplemente por la renuencia de un funcionario a acatar una norma o cumplir
con un acto administrativo firme. La celeridad va de la mano de la eficacia, ya
que el activismo judicial en este tipo de procesos requiere solución pronta y
eficaz.
j) El principio pro accione y convertibilidad de la acción, ya que dentro de
un sistema publicístico, el juez –director del proceso– está facultado a adecuar
la exigencia de cumplir con las formalidades a los fines del proceso: la solución
del conflicto de intereses o la eliminación de la incertidumbre con relevancia
jurídica y, en consecuencia, a la paz social en justicia.
En función del principio pro actione debe interpretarse a la norma o
situación en cuestión, con un sentido favorable para posibilitar el acceso a la
tutela jurisdiccional y, por consiguiente, con exclusión de toda opción
interpretativa que sea contraria a ese propósito, es decir, el operador judicial
debe interpretar las restricciones impuestas a tal derecho del modo que mejor se
optimice su ejercicio
Relacionado con el principio pro actione se encuentra el principio pro
homine y pro libertatis. Según estos principios “ante diferentes interpretaciones
de un dispositivo legal, se debe optar por aquella que conduzca a una mejor
protección de los derechos fundamentales, descartando así las que restrinjan o
limiten su ejercicio. Vale decir, el principio pro homine impone que, en lugar de
asumirse la interpretación restrictiva, e impedir el derecho a la efectiva tutela
jurisdiccional, se opte por aquella que posibilite a los recurrentes el ejercicio de
dicho derecho”
6.- La jurisdicción o justicia constitucional. El término justicia
constitucional o jurisdicción constitucional fue utilizado de manera indistinta por
los precursores de esta disciplina, tal el caso de Kelsen que lo usaba en
referencia a lo procesal, más lo cierto es que el termino justicia se entiende como
un valor, en tanto que jurisdicción es la capacidad, poder, función del poder o del
órgano constituido para resolver cuestiones de derecho34, y ello por si genera
distintas posiciones en torno a precisar el concepto.
Atinadamente Gozaini35 hace el distingo de jurisdicción constitucional y
justicia constitucional, diferenciando la faz orgánica de la primera como la
“encargada de tutelar la vigencia efectiva de los derechos humanos, la
34 Couture, Eduardo” fundamentos del derecho procesal civil” Ed Depalma, Bs As. 1966 Pág. 27 y sig
35 Gozaini, Osvaldo A ob cit. Pag 74
supremacía constitucional y el cumplimiento de los estándares constitucionales
de los procedimientos constitucionales, su organización, poderes y funciones”
En tanto que justicia constitucional es lo que predica sobre la fuerza
normativa de la constitución, representa la expresión concreta de la supremacía
de la constitución no solo como limite al poder estatal sino como la expresión
realizadora de una norma jurídica superior que garantiza los derechos
fundamentales de las personas en un sistema democrático, y con ello también la
preservación de la constitución como instrumento jurídico organizador del poder.
Desde el constitucionalismo como corriente política e institucional que
surgió después de las revoluciones inglesa, americana y francesa; y como
respuesta superadora al absolutismo monárquico, se predica que toda
organización del poder tiene como finalidad la defensa de los derechos
fundamentales y toda la ingeniería institucional orientada a la finalidad de
materializar la dignidad humana. Se lo hace a través del derecho, y la aplicación
y garantía de ello reside en el poder judicial.
Esto de por si ya genera una discusión en torno a los alcances de la
jurisdicción constitucional sobre la tarea que realiza el órgano, cuando, como y
porque, que efectos tienen sus resoluciones o decisiones sobre normas o hechos
sobre los que se expide, ya que el diseño constitucional varia, sea por el llamado
sistema americano, o los llamados europeos.
Cada modelo de jurisdicción constitucional tiene su proceso histórico que
la caracteriza; así pues el common law, basado en la costumbre, poco inclinado a
la legislación escrita y con inclinación a que el poder legislativo pusiera frenos a
los desbordes del poder ejecutivo, en tanto que después de la revolución
francesa se marcaron las nítidas diferencias entre los departamentos del estado
encargados del poder, legislativo, ejecutivo y judicial; el poder estaba controlado
por el parlamento, pero este limitado a respetar los derechos fundamentales del
pueblo que a su vez eran expresión de los derechos naturales; y las leyes eran
controladas por los jueces “judicial review” o control judicial.
Este sistema de control se concreta, en los hechos, con el célebre caso
Madbury vs Madison en 1803, que aunque existieron otros fallos anteriores en
igual sentido, este tuvo la notoriedad por su alcance y los protagonistas que se
erigió como ejemplo a seguir.
Así surgió el modelo de control difuso.
La confianza en el sistema judicial ingles era marcada y los jueces,
abogados prestigiosos que prestaban dicho servicio seguían el modelo de la
costumbre jurídica para resolver conflictos y se conocía el incidente de
inconstitucionalidad para resolver estas cuestiones pero sin abdicar del modelo
del common law. Tal modelo es diferente al que surge después del proceso de
Francia, donde la soberanía reside en el pueblo, y los jueces tienen un origen
representativo e indirecto, y son “seres inanimados que son la boca de la ley
“como señalaba Montesquieu en la división de funciones del poder, tripartito e
independientes uno del otro, coordinados por la constitución, y para preservar
este modelo surgió un modelo de control político para que asumiera dicha
función, esto es preservar la constitución.
Esto motiva a Kelsen a modificar el sistema de control político por un
sistema diferente de conformidad a su concepción del derecho: el control de
constitucionalidad debe estar a cargo de un órgano judicial y sus integrantes
deben ser jueces con una misión específica: la jurisdicción ( juris- derecho- dictio
decir o decidir) constitucional ( decir o decidir lo constitucional). Como dice
Gozaini “es la semilla de los tribunales constitucionales”.36
Prieto Sanchis37 con agudeza señala que los modelos de justicia
constitucional americana, por un lado, y europea por el otro obedecen a
orientaciones “iusfilosoficas” que inspiran no solo el texto constitucional sino
todo el ordenamiento jurídico de las diferentes latitudes.
Así, señala que el modelo americano es tributario del iusnaturalismo
contractualista que concibió al control de constitucionalidad como una limitación
al legislador de respeto a los derechos naturales y a la soberanía popular que
reside en el pueblo, al mismo tiempo que existe un diseño de poder constituido
donde el juez tiene una característica neutral, pasiva y garantista, “que, al menos
en los planteamientos del Federalista, permite depositar en el la tutela de los
derechos individuales frente al poder tendencialmente abusivo de la mayoría”
En tanto el sistema del tribunal constitucional europeo de orientación
Kelseniana tiene profunda matriz positivista, de poner a la constitución como la
cúspide del poder, generadora de normas inferiores, pero defensor del legislador
democrático frente a la autonomía del gobierno y el activismo judicial, y por ello
el “sistema concentrado permite que el control de constitucionalidad se dé desde
el estado y no sobre el estado”
¿Por qué el acento en la predicción al sustantivo justicia de lo
constitucional? porque la constitución reconoce y garantiza los derechos
fundamentales y el o un (o varios) órgano jurisdiccional debe ser quien lleve
adelante la tarea de aplicar la norma superior y ordenadora del estado poniendo
límites y dando efectividad a los derechos a través de las garantías consagradas
en la constitución; pone limite a los desbordes del poder constituido para que los
actos del ejecutivo o las leyes se adecuen a la constitución como norma superior (
supremacía) a través del mecanismo de control de constitucionalidad, que tal
como vimos es diferente en cada estado, conforme su organización pero tienen
esta finalidad.
La constitución que genera una fuerza vinculante encuentra su apoyo en
la rigidez de la constitución que la diferencia de una ley común y tiene otra
jerarquía o alcurnia, ello permite asegurar el control de constitucionalidad
puesto que “sin garantía de la constitución no hay verdadera rigidez” explica
Guastini38
Para este autor el modelo de control de constitucionalidad entonces es a
posteriori de la sanción de la ley, ( mediante excepción) y en concreto, ejercitando
ante el juez en el ámbito de sus competencias jurisdiccionales, del que surgen
dos características : 1º) la ley “presuntamente inconstitucional” entra en vigor y
es aplicada hasta que su ilegitimidad es cuestionada y ello reconocida por los
jueces; 2º) la decisión del juez sobre la “ilegitimidad de la ley” no produce efectos
cancelatorios sobre su validez, no tiene efectos erga omnes, sino solo para el caso
concreto, circunscripto al caso o controversia.
El modelo de Francia, que es un control a priori ( antes de la vigencia de la
ley) por vía de acción, y por ello en abstracto, ejercitado por un órgano
constitucional ( tribunal o similar). Esto impide que una ley ilegitima antes entre
en vigencia, pero la dificultad está en que para conocer los efectos de la misma
en relación con la constitución se debe analizar en función del impacto que
39 Hurtado Martínez, Juan Antonio “La evolución del sistema Francés como modelo de control de
constitucionalidad de las leyes “Revista UNED Nº 10 año 2012 España.
político, explica Sagües, quien señala que estos órganos llamados comúnmente
tribunales constitucionales están fuera del poder judicial y se perfilan como
órganos extra-poder ( una suerte de cuarto poder del estado) y que cuando
quedan dentro del poder judicial originan un poder judicial multicéfalo, con
varias cabezas, tal el caso de Alemania y más allá de los conflictos de intereses o
de competencias, siempre predomina lo que, en materia constitucional se refiere,
lo que resuelve el tribunal constitucional que es el interpreta final de la
constitución.40
Rubio Llorente41 señala que del modelo de jurisdicción constitucional en
Europa, en un análisis de ingeniera institucional comparada, se pueden extraer
6 tesis, entendiendo que la jurisdicción constitucional se identifica con
jurisdicción protectora de los derechos fundamentales:
La 1ª) En Europa, la jurisdicción constitucional es una institución propia
de las nuevas democracias. Existe en los Estados cuya tradición democrática es
más débil y quebradiza, y no, salvo de forma parcial y limitada, en aquellos otros
cuya evolución constitucional se ha proseguido sin más quiebras graves que las
originadas por la guerra.
La 2ª) los Tribunales Constitucionales se ubican dentro la estructura del
Estado, y su propia composición refleja la confluencia de lo político y lo jurídico
ya que son definidos, generalmente como órganos constitucionales,
La 3ª) el concepto de jurisdicción constitucional incluye una considerable
variedad de sistema para lo cual se adoptan variadas técnicas utilizadas, en los
distintos sistemas nacionales, para asegurar la sujeción del poder a la
Constitución aunque difieren profundamente unas de otras en la forma y modo
de aplicar;
La 4ª) En la jurisdicción constitucional europea se entiende por recurso
directo de inconstitucionalidad (control abstracto en la terminología germánica)
una acción mediante la cual un órgano o una fracción de órgano impugna una
norma fundamentando tal impugnación en la infracción de un precepto o un
principio constitucional”,
La 5ª) La cuestión de inconstitucionalidad (control concreto de normas en
la terminología germánica) es aquella vía procesal mediante la que el Tribunal
Constitucional se pronuncia sobre la legitimidad de una norma, a propuesta del
Juez o Tribunal que ha de aplicarla en un litigio concreto, cuya tramitación se
suspende entre tanto,
La 6ª ) Suiza, Alemania, Austria, España y Hungría, atribuyen al Tribunal
Constitucional respectivo competencia para conocer de los recursos dirigidos por
individuos o personas jurídicas contra actos del poder a los que imputan la
vulneración de sus derechos fundamentales”
6.3.Modelo jurisdiccional mixto: Este modelo recepta un órgano
jurisdiccional con competencia especifica como interprete final de la
constitución, como un control concentrado, pero a diferencia de los anteriores,
no monopólico ni exclusivo, ya también permite que se desarrolle un control
difuso por el resto de los jueces que integran el poder judicial.
Perú es un ejemplo del sistema mixto, también llamado dual o paralelo ya
que concibe un órgano jurisdiccional especifico, al modelo europeo, pero permite
el control difuso propio del llamado modelo americano.
42 García Belaunde, Domingo, La jurisdicción constitucional y el modelo dual o paralelo, La ley, 1998 E, p. 1175, Bueno
Aires, Argentina.
43 González Joaquín V. “Manual de la Constitución Argentina 1853/60” Ed. Estrada. Buenos Aires 1983
pag.586.
44 Bidart Campos Germán J. “La Corte Suprema. El tribunal de las garantías constitucionales. Actualizado
por Pablo Manili. Ed. Ediar. Buenos Aires 2010.
De allí entonces la estrecha relación existente entre el órgano (juez), el
caso concreto y los límites de su actuación (competencia), a fin de asegurar la
aplicación práctica, real y concreta de la fuerza normativa de la constitución;
como norma de derecho público, obligatoria, directa y sin intermediaciones en la
materia que nos ocupa que son los conflictos constitucionales.
Es claro que el límite concreto a la función jurisdiccional de la judicatura
es la competencia. Siguiendo a Bidart Campos 45 conviene señalar que “la
constitución inviste fuerza normativa propia y que es aplicable por sí misma, con
la consecuencia de que se vincula inmediatamente a los jueces, presupone como
primerísima condición que el tribunal que hace justiciable a la constitución y que
ha de conferirle aplicabilidad directa en todas sus partes, debe actuar dentro de
la esfera de su competencia que esa misma constitución le depara. O en otros
términos, debe aplicar siempre inmediatamente la constitución en aquellos casos
en que esa competencia le otorga la oportunidad…”
Vale decir que, un juez tiene asignada una competencia de acuerdo a las
leyes que organizan la función jurisdiccional y para ello se le da la potestad de
resolver los casos de dicha materia, que le son llevados a su conocimiento; mas
puede ocurrir que le sean llevados casos constitucionales ( excepcionales y
ocasionales) para la aplicación específica de una garantía, y allí nace entonces la
competencia excepcional que deviene de manera directa de la Constitución;
emerge de la fuerza normativa de la ley suprema.
Verbigracia, un juez en materia civil tiene la competencia asignada por las
leyes orgánicas del poder judicial (competencia común y ordinaria) y otra (en
potencia) donde, excepcional y ocasionalmente tendrá una competencia
constitucional, que le viene en forma directa de la constitución. Esta surge
cuando es vulnerada la constitución y en grado directo se lesiona un derecho
fundamental de un ciudadano que ocurre ante ese órgano jurisdiccional en
busca de un control de constitucionalidad que haga prevalecer la norma
suprema por sobre el acto arbitrario o ilegal que puede fundarse en una norma
inferior o en criterios desacertados de un funcionario público o particular.
En estas circunstancias el límite competencial ordinario se expande a una
jurisdicción constitucional que le habilita la misma carta magna cuando
consagra las garantías constitucionales.
Veremos pues, que nuestro sistema obliga a la existencia de un caso
judicial concreto para que el magistrado pueda ejercer aquel control de
constitucionalidad y aplicar el principio de supremacía. Está obligado a ello ya
que por más que la jurisdicción constitucional le de competencia para concretar
estas premisas, tiene un límite, una forma y modo de aplicar el derecho que
también le deviene de la propia constitución.
Está obligado como funcionario público que es, para entender en el
mismo y resolver el conflicto.
Esta caracterización de nuestro sistema nos obliga a abordar otros temas
que habilitan este modo de proceder para aplicar directamente la constitución
con todo su vigor y validez como norma de derecho, de orden público y superior
que rige en nuestro ordenamiento jurídico, lo que pasamos revista.
Dilemas que surgen : si bien la actividad del ejercicio de la magistratura
constitucional en los distintos modelos no ofrece mayores problemas, es claro
que en torno a la efectividad y cumplimiento de la decisión del tribunal
45 Bidart Campos Germán, J. “El Derecho de la Constitución y su fuerza normativa” Ed. Ediar. Buenos Aires,
1995, pag.412
constitucional surgirán dificultades, en lo abstracto, sea el modelo político
( francés) o el jurisdiccional(concentrado, difuso o mixto).
No es el contenido del decisorio lo que más dificultad ocasiona, sino la
efectividad de la misma en torno a su cumplimiento y por ello cabe acotar que la
“jurisdicción constitucional especial, porque tiene una misión específica” señala
Gozaini46 y allí se plantean dos situaciones dilemáticas entre “poder” y
“jurisdicción”, ya que si el tribunal no integra el poder judicial será una dificultad
a tener en cuenta, como también si carece de jurisdicción concreta, pues la
sentencia constitucional se declara pero no ejecuta ( pensando en abstracto) y
ello abre interrogantes sobre el modelo ( ingeniería institucional) y la efectividad (
funcionamiento y efectividad, propio de la sociología constitucional), más para
tener clara esta situación no caben dudas que los jueces constitucionales fallan,
resuelven y deciden sobre cuestiones constitucionales.
La potestad de juzgar y resolver del juez constitucional – sobre todo en los
modelos jurisdiccionales que además de la función del control de
constitucionalidad fiscalizando la supremacía de la constitución dándole
operatividad a la misma, tiene también misión de satisfacer plenamente los
derechos fundamentales a través de las garantías constitucionales, mediante las
cuales se excita su jurisdicción.
De allí entonces surgen los métodos, esto es como intervienen los jueces o
tribunales constitucionales, ya que pueden ser órganos de revisión y deben
actuar “ a posteriori” del hecho, problema o conflicto concreto que es sometido a
su decisión y ella debe emitir una decisión que siempre es reparadora del
mismo, lo que ocurre con los sistemas jurisdiccionales, pero no en el modelo
político que permite control preventivo y en abstracto antes de la sanción de la
norma.
El sistema de control represivo, esto es la actuación del órgano se produce
después de la emisión de la ley o acto, cuyos efectos se pretender suspender o
impedir y que no se aplique a la cuestión en conflicto tomando como premisa el
mandato constitucional como referencia insoslayable.
Ello se puede dar en forma directa planteando el problema como el
comienzo mismo del proceso, método “represivo directo” mediante la acción de
inconstitucionalidad, o puede ser por el método “represivo indirecto” que se
plantea en el marco de un proceso ya iniciado donde la dificultad surge palmaria
ya que se introduce vía excepción o vía incidental.
También se puede advertir un “control ocasional” por lo contingente.
Gozaini aclara que la inconstitucionalidad exige presupuestos y condiciones de
admisibilidad, donde se debe acreditar el interés del peticionante, la oportunidad
del planteo formulado, el interés y la actualidad del perjuicio que son condiciones
propias del control difuso que adoptamos y expresa que en líneas generales el
control de constitucionalidad puede articularse por “ a) recurso de
inconstitucionalidad, b) por acción de inconstitucionalidad, c) por excepción de
inconstitucionalidad, o d) por incidente de inconstitucionalidad”47
Desde la irrupción del modelo de control americano, o del tribunal
austriaco de inspiración Kelseniana en Europa, como también el sistema político
de Francia, la jurisdicción constitucional ha sufrido una apreciable modificación
y con ello los modelos se “entrecruzan” buscando la efectividad de su funcion, tal
el caso del sistema mixto en Perú que, a nuestro juicio, permiten garantizar más
y efectivamente los derechos fundamentales.
51 Sagües, Néstor Pedro “Teoría de la Constitución “ Ed Astrea Buenos Aires, 2004, pag.98.
52 Gelli María Angélica “Constitución de la Nación Argentina” comentada y concordada. Ed. LA LEY Buenos
Aires, 2008, pag 468.
53 Ver in extenso “Zagrebelsky, Gustavo “ El derecho dúctil” Ley, derechos, justicia. Ed Trotta Madrid 2009.
soberanía de la constitución para comprender el efecto irradiador de su imperio.
Descansa ello en dos formas de escrutinio, control de constitucionalidad y de
convencionalidad.
7.1.-el control de constitucionalidad. Los Estados de Derechos
contemporáneos adoptan dos modelos para ejercer el control del ejercicio del
poder y con ello “darle eficacia a la supremacía de la constitución, para
convalidar un sistema garantista que apunte a la defensa de la constitución y al
control amplio de constitucionalidad” explica Bidart Campos.54
El viejo modelo político funcionó en épocas donde prevalecía la voluntad
popular y el ejercicio del poder no estaba al cuidado de los jueces sino de órganos
especiales, por sobre el imperio de la ley, ya que esta podía ser modificada por los
representantes quienes podían legislar sin limitaciones, lo que lleva a inferir a
Gozaini55 que “en realidad, el modelo político es una forma de evitar el control de
constitucionalidad”
En la actualidad podemos citar el Concejo Constitucional Francés, un
órgano que cuida la constitucionalidad de algunas leyes antes de su aplicación,
efectuando un control abstracto y antes de la vigencia de la norma analizada.
El modelo jurisdiccional reside en el poder judicial, a fin de controlar el
quicio constitucional de una ley o acto, analizando el acto con la habilitación de
la norma superior, que le permite imprimir el imperio de la ley al funcionamiento
estatal como materialización del estado constitucional de derecho.
Nuestro sistema adhiere al modelo americano, que tuvo su origen en el
caso Marbury vs. Madison del año 1803 y que receptara nuestra Corte Suprema
en su fallo de diciembre de 1865, caso Sojo (CSJN fallos 32:120) y más tarde en
Municipalidad de la Capital c/ Elortondo (fallos 33: 162). La adhesión a esta
forma de control fue producto de la concepción pretoriana de nuestro máximo
tribunal siguiendo el precedente norteamericano que se puede sintetizar en los
siguientes puntos 1º, la función del poder judicial es aplicar el derecho 2º, que la
constitución es la ley suprema del país, 3º los jueces deben aplicar la
constitución en ler lugar, 4º en caso de que una ley contradiga el mandato
constitucional, se la debe declarar inconstitucional, teniendo esta misión una
función primordial que hace a la esencia del poder judicial.
Se infiere de ello que esta función compete a cualquier juez de cualquier
fuero o instancia; que surge a petición de parte en relación a un caso judicial
concreto y para producir efectos "interpartes"; en oposición con el sistema
concentrado de los países europeos y de algunos sistemas latinoamericanos que
el control de constitucionalidad funciona en abstracto, con efecto "erga omnes" y
derogatorio de la norma.
No existe el control preventivo ni en abstracto en nuestro sistema.
Bouzat56 apunta con acierto que “la excepción a este principio lo
constituyen los derechos contra la discriminación, el medio ambiente, y el de los
consumidores y usuarios de servicios públicos, para cuya defensa también se
encuentra legitimados el Defensor del pueblo y las asociaciones inscriptas en un
registro que tengan por principal objeto la promoción de estos derechos”. Antes
54 Bidart Campos Germán J “Manual de la constitución reformada “Ed. Ediar Buenos Aires 1996. Tº I,
pag.336.
55 Gozaini, Osvaldo A ob.cit pag.80.
56 Bouzat Gabriel “La argumentación jurídica en el control de constitucionalidad. Una comparación entre
la judicial review y el control preventivo y abstracto de inconstitucionalidad” Revista jurídica de la
universidad de Palermo. Año 2 Nº 1 y 2 pág. 201/212.
se recepto tal saludable excepción en el art.6 de la ley 23.098- ley de habeas
corpus
Nuestro sistema no invalida totalmente la norma cuestionada sino en el
caso concreto; ello no implica su derogación, y es válido solo para las partes del
juicio donde la norma cuestionada no se aplica.
Una importante limitación a el control de constitucionalidad se da en las
llamadas cuestiones políticas no judiciables, tales como ser materia electoral,
declaración de estado de sitio, o intervención federal a las provincias, o
cuestiones propias del derecho público local de aquellas; aunque paulatinamente
el poder judicial va controlando este tipo de casos haciendo prevalecer la
supremacía constitucional.
Otra cuestión limitante a este sistema de contralor judicial de
constitucionalidad de las leyes tiene que ver con la conformación del propio
poder judicial, su origen y la caracterización del mismo; entendiendo que las
normas sancionadas por el órgano legislativo (con la correspondiente
intervención del Ejecutivo en la promulgación) tiene un indiscutible origen en la
soberanía popular que representan estos dos departamentos u órganos en que se
expresa el poder.
No se debe perder de vista que se analizan dos cosas distintas.
Legitimidad y legalidad “que son dos momentos de la existencia del poder de
autoridad: el primero se refiere a la investidura, el segundo a la actividad como
muy bien lo señala Fayt.57
Como este autor lo señala, “ el poder no se divide, lo que se divide son las
competencias”, y es que la democracia como expresión de gobierno se nutre de la
suma de voluntades que puede lesionar derechos de las minorías, no respetar
pautas propias del pluralismo y con ello se pueden hacer tabla rasa con las
garantías constitucionales para algún sector y será entonces el poder judicial; en
esa división de funciones, la única expresión del poder capaz de hacer respetar el
imperio de la constitución sobre una ocasional y circunstancial mayoría, que sin
dudas tendrá legitimidad, pero la misma no será válida pues será contraria al
mandato constitucional que requiere una modificación orgánica y procedimental
diferente al acto común y ordinario de una ley o acto de gestión gubernamental.
El renovado impulso que tuvo en esta región del llamado
constitucionalismo popular, inspirado en un control activo y constante del
pueblo sobre la interpretación y aplicación del derecho constitucional, reabrió el
debate sobre el control de constitucionalidad en cabeza del poder judicial, ya
que se entiende que existe tensión entre la sociedad y la supremacía judicial
cuando los jueces no interpretan el reclamo de la mayoría de la población,
concepción esbozada por Kramer y Alexander en los EEUU, pero que recibió en
dicho lugar fuertes resistencias ya que se insistió en teorizar numerosas formas
en que los derechos constitucionales pueden fortalecer o mejorar la democracia
( Ely, Post, Michelman) y es que “ el constitucionalismo popular y la supremacía
judicial son mutuamente excluyentes solo si imaginamos que la democracia, es
en el fondo, una manera bruta de sumar preferencias, del tipo que subyacen a
algunas justificaciones crudas del mayoritarismo. Pero si la democracia consiste
en cambio en la realización del complejo valor sustantivo del autogobierno
colectivo, tenemos que ocuparnos de las condiciones bajo las cuales los
individuos participan en la formación discursiva de la voluntad popular. Los
ciudadanos pueden exigir derechos seguros y estables frente a formas de censura
57 Fayt, Carlos Santiago “Supremacía constitucional e independencia de los jueces” Ed. Depalma Buenos
Aires, 1994 pag. 63
u otros ejercicios de poder estatal que perturben o socaven de otra manera el
discurso público”58 como lo expresan Post y Siegel refutando aquella premisa en
el país del norte.
Por más que algunos jueces y hasta algunas cortes judiciales se hayan
burocratizado siguen siendo el estamento del poder, el departamento dispuesto
por la constitución, para brindar las garantías a los ciudadanos; para
protegerlos a estos, con la fuerza de la ley suprema, contra alguna mayoría,
siempre ocasional y esporádica, que puede lesionar sus derechos fundamentales.
Es que la protección de las garantías constitucionales va de la mano con
la protección de la constitución y los derechos fundamentales y su protección
deben tener la tutela de “la esfera de lo indecible”, es decir no modificable como
ensaña Ferrajoli59.
Es pues el poder judicial, con el control de constitucionalidad, un sistema
de frenos y limites a posibles excesos; aunque siempre se debe tener la
prudencia propia de la independencia del poder judicial respecto de las
cuestiones políticas comunes para no caer en la judicialización de la política, que
es la otra versión de la politización de la justicia.
El siempre intrincado tema de la forma y modo de mantener incólume el
principio de supremacía hizo que en principio se aceptara solo el control de
constitucionalidad clásico, o a pedido de parte; mas en esto se ha evolucionado a
punto tal de insistir que ello es obligación principal del magistrado actuante, arts
31 y 75 inc.22 de la C. Nac.; que es aplicable el iura novit curia, como
presupuesto de los arts. 14 y 18 de la carta magna. El caso “Mill de Pereyra” 60
fue el pronunciamiento que rebatió la doctrina tradicional de la Corte en materia
de control de constitucionalidad de oficio que derivaba de una corte provincial,
donde se reiteró que la cuestión “es un acto de suma gravedad institucional, al
que sólo debe recurrirse cuando una estricta necesidad lo requiera, en
situaciones en las que la repugnancia con la cláusula constitucional sea
manifiesta e indubitable y la incompatibilidad inconciliable”.
En una cuestión sobre derecho y no de hechos en el caso “Banco
Comercial Finanzas”61, se señaló que la potestad de los jueces de suplir el
derecho que las partes no invocan o invocan de manera errónea (iura novit curia)
incluye el deber de mantener la supremacía de la Constitución aplicando en caso
de colisión de normas, la de mayor jerarquía, es decir, la constitucional,
desechando la de rango inferior.
La CSJN en la causa “Rodríguez Pereyra” 62, resuelta el 27 de noviembre de
2012, convalidó la declaración de inconstitucionalidad de oficio efectuada por la
instancia inferior, señalando que “ es deber de los magistrados de efectuar el
examen de constitucionalidad de las normas en la medida en que ese mecanismo
constituye una de las mayores garantías con que se ha entendido asegurar los
derechos reconocidos en la Constitución contra los posibles abusos de los
poderes públicos, según la clásica expresión de la Corte formulada en
“Elortondo”.
58 Post, Robert; Siegel Reva “constitucionalismo democrático” por una reconciliación entre Constitución y
Pueblo” traducción de Garcia Jaramillo. Ed Siglo XXI. Buenos Aires, 2013 pag. 130
59 Ferrajoli, Luigi “Derechos y Garantías” La ley del más débil. Ed Trotta. España.2004. pag.24 y sig.
60 CS, Mill de Pereyra, Rita A. y otros c. Provincia de Corrientes, 2001, Fallos, 324:3219.
61 CS, Banco Comercial Finanzas –en liquidación Banco Central de la República Argentina. S. quiebra, 2004,
Fallos, 327:3117.
62 CS, Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otra c. Ejército Argentino s. daños y perjuicios, 2012, R. 401 XLIII
Expresó allí que a partir de 1994, por imperio del art. 75, inc. 22 de la
Carta Magna, el derecho internacional de los derechos humanos ha adquirido la
más alta jerarquía constitucional en la Argentina, y que así como la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido
que los órganos del Poder Judicial deben descalificar de oficio las normas
internas de cada país que se opongan a las normas de la Convención Americana
de Derechos Humanos, igualmente deben descalificarse de oficio las normas que
se oponen a la Constitución Nacional.
Se infiere de allí que si tenemos un control de convencionalidad de oficio
que no es admisible pensar que exista una restricción a aplicar de oficio un
control de constitucionalidad en base a nuestra ley suprema, situación en
extremo delicada que merece la mayor cautela siempre preservando la
presunción de validez y legitimidad de los actos estatales que vienen de los otros
dos poderes.
En suma queda así consolidada la jurisprudencia que habilita el control
de constitucionalidad de oficio y empieza a derrumbarse el mito “que conllevaba
una buena dosis de irreflexión, un cierto temor a su transgresión” que apunta
con acierto Bianchi.63
7.2 El control de convencionalidad: Dijimos que el nuevo diseño
constitucional luego de la reforma de 1994 vigoriza el principio de supremacía
incorporando el control de convencionalidad, donde las convenciones pasan a
tener una aplicación directa en nuestro derecho interno.
Gil Domínguez 64, siguiendo a Rey Cantor, señala que existen dos clases
de control de convencionalidad la que se realiza en sede internacional para
confrontar la norma internacional con nuestro derecho interno, “con el objeto de
analizar la compatibilización se efectúa el examen de confrontación normativo
( interno con el tratado) en un caso concreto dictando una sentencia judicial, y
eventualmente, ordenando la modificación, derogación, anulación o reforma de
las normas o practicas internas según corresponda, con el objeto de proteger los
derechos humanos de las personas. Otro en “sede interna” que persigue la
realización por parte de los jueces nacionales de un examen de confrontación
normativo (derecho interno con el tratado), en un caso concreto, con el objeto de
proteger los derechos humanos de las personas. Indudablemente el control de
convencionalidad en sede interna opera como un eficaz suavizador de eventuales
casos que pueden ser juzgados en el ámbito de control de convencionalidad en
sede internacional. En otras palabras, a mayor control de convencionalidad en
sede interna menor espacio para la responsabilidad internacional del Estado
respecto de la plena vigencia de los derechos humanos”.
Sin dudas que el art.75 inc.22 incorporado a la constitución Nacional por
la reforma constitucional de 1994 cambia sustancialmente los paradigmas de
resolución de conflictos. Como señala Bidart Campos 65 “el plexo normativo de
derechos, de fuente internacional y de fuente interna, enriquece potencialmente al
sistema, y obliga a interpretarlos siempre con tendencia a buscar, encontrar y
aplicar la norma que desde cualquier fuente apta, responde al principio –pro
66 Bidart Campos Germán, “El art.75 inc.22 de la constitución y los derechos humanos “en obra colectiva
“La aplicación de los tratados sobre derechos humanos por los tribunales locales” compilada por Martín
Abregu. Christian Curtis., Centro de Estudios legales y sociales. Buenos Aires. Año 1998. Pag.78
completitud del sistema no hace concluir el itinerario de la interpretación, ya que
“hay derechos aunque no haya normas que los declaren y los reconozcan”67
El art. 75 inc.22, da otra fisonomía a los derechos fundamentales pues
fortalece decididamente el principio de supremacía (art. 31 en función del art.75)
cuando resulta necesario ponderar un orden jerárquico de normas para
aplicarlas a un caso concreto; o considerar la razonabilidad de alguna
disposición que se pretenda aplicar a un determinado hecho.
Este indisimulable avance impone esta otra técnica que viene también a
ensanchar el sistema de controles propios, genuinos y originarios como el de la
supremacía de la constitución, al que se suma y refuerza como mecanismo de
control, el de convencionalidad; ya que la incorporación de valores nuevos,
mediante la adscripción a tratados internacionales, que adopta nuestro país
como norma suprema, conlleva también a controles de organismos
supranacionales, lo que significa ensanchar derechos fundamentales, y abrir
cauces nuevos en la búsqueda de la dignidad humana como señaláramos antes.
Es que la adscripción a la plena aplicabilidad de los tratados
internacionales no es una cuestión de aplicación normativa sino también la
participación de organismos internacionales que tienen la tutela, control,
seguimiento y aplicación de estas normas; y estos organismos cuando aplican
estos tratados a casos concretos obligan a los estados signatarios al
cumplimiento de sus resoluciones. Debido a esta circunstancia, constriñe, a fin
de evitar el proceso de un desgaste inútil en todo sentido, a un Estado signatario
del tratado o parte del organismo internacional, tal el nuestro, a un escrutinio
sobre el control de cumplimiento, aplicación de estos tratados en caso concreto.
Cancado Trindade68 explica que “con acierto se ha señalado que con este
control de convencionalidad ‚ no se trata de revisar las sentencias de los
tribunales domésticos, sino de una función más importante e imprescindible
dentro de un mecanismo que se jacta de ser protector de los derechos humanos,
puesto que la Comisión y la Corte como únicos organismos de supervisión,
pueden y deben determinar la compatibilidad o no con el Pacto de San José de
cualquier acto u omisión en que incurran los Estados, a través de algunos de sus
poderes, órganos o agentes”
7.3.- Dificultades operativas. Sagües69 sintetiza bien la dificultad
operativa en la aplicación del control de convencionalidad cuando expresa “no
son todas rosas en el jardín del control de convencionalidad. Es un principio
sumamente importante, todavía inconcluso en su formación, pero que presenta
serias dificultades en su instrumentación”
La armónica conjunción de los arts. 31 y 75 inc.22 de la Constitución
Nacional nos remite a una consigna claramente expuesta por Rosatti 70 “no hay
control de convencionalidad por fuera del control de constitucionalidad” ya que “
no hay control de constitucionalidad “por sobre” el control de constitucionalidad”
por lo que obliga a una interpretación “conforme” o armonizante de ambos
ordenes jurídicos que obliga al operador jurídico- juez- a desechar la norma que
no coincida con el tratado y la constitución y por ello adopta una actitud