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Tema 7

UNIDAD TEMÁTICA 18: AFRONTAMIENTO DEL ESTRÉS Y


PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS.

1. SITUACIONES DE CRISIS, EMERGENCIAS Y DESASTRES.


ELEMENTOS COMUNES ENTRE CRISIS, EMERGENCIAS, DESASTRES,
CATÁSTROFES.
Implican la pérdida o amenaza de la vida o de la propiedad.

Perturban el sentido de comunidad o provocan consecuencias adversas para los


supervivientes.

Precisan una intervención que no puede demorarse (son urgencias).

Son imprevisibles y accidentales.

Causan sorpresa, indefensión y desestabilización, producen reacciones psicológicas similares


y modifican la conducta habitual de las personas.

DIFERENCIA ENTRE CRISIS, EMERGENCIAS, DESASTRES, CATÁSTROFES.


CRISIS

 Un suceso amenaza el equilibrio personal de una persona.


 Proceso traumático
 Activación de recursos de afrontamiento

EMERGENCIA

Se puede resolver con los recursos médicos y asistenciales locales

DESASTRE

 Se requiere mayor infraestructura


 Mayor número de heridos y damnificados
 Mayor coste económico
 Alarma a la población

CATÁSTROFE

 Desastre masivo que abarca mayor extensión


 Requiere gran esfuerzo humano, material y de coordinación
EFECTOS PSICOLÓGICOS DE SUCESOS VITALES ESTRESANTES:
MECANISMOS COMPENSATORIOS O DE SUPERVIVENCIA
Son reacciones específicas que intentan hacer la situación más soportable.

Son reacciones normales ante una situación anormal.

¿CÓMO SE INTENTA COMPENSAR?


 INSENSIBILIDAD EMOCIONAL
 CAMBIOS EN LA PERCEPCIÓN DEL TIEMPO
 ATENCIÓN FOCALIZADA O VISIÓN DE TÚNEL
 HIPEREXCITACIÓN Y AGUDIZACIÓN DE LOS SENTIDOS
 HIPERACTIVIDAD
 HUMOR EXAGERADO
 TENDENCIA A DISCUTIR
 DISTANCIAMIENTO SOCIAL
 TEMOR
 ANSIEDAD
 TRISTEZA O PENA
 PROBLEMAS DE MEMORIA Y POCA CONCENTRACIÓN
 LENTITUD DE PENSAMIENTO
 PÉRDIDA DE PERCEPCIÓN

FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS A CONSECUENCIAS NEGATIVAS SOBRE


LA SALUD MENTAL.
Después del suceso
Ambientales
 Desplazamientos /huida
 Alojamiento en lugares inadecuados
 Pérdida de la vivienda, finanzas

Personales
 Indefensión, desesperanza
 Afrontamiento evitativo
 Falta de procesamiento o expresión emocional
 Atribución catastrofista
 Percepción negativa de las conductas de los demás

Sociales
 Deterioro del apoyo social directo y percibido
 Exposición a los medios de comunicación
 Problemas de pareja o en la familia
2. PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS.
Primeros Auxilios Psicológicos (PAP). Conjunto de intervenciones psicológicas tempranas,
breves y prácticas, orientadas a paliar y prevenir los efectos psicológicos de los eventos
traumáticos a corto, medio y largo plazo.

FUNCIONES DE LOS PAP


 Abren el camino a quien intervendrá después.
 Determinan la orientación inicial hacia el problema.
 Intervención no estrictamente formal y no estructurada, que se da ante
circunstancias que la persona afectada percibe como desbordantes.

¿CUÁNDO SON DE APLICACIÓN LOS PAP?


Se pueden aplicar en cualquier escenario.

 Emergencias (Asistencia básica + PAP + Intervención psicológica especializada)


 Situaciones que la persona se perciba incapaz de afrontar o vea comprometido su
funcionamiento normal (p.ej.: muerte de un familiar)

TEMPORALIDAD DE LOS PAP


Son Intervención temprana.

De acuerdo con la Tª del procesamiento emocional -> Cuanto antes se utilicen factores
que promuevan el procesamiento adecuado de la situación, menor será la probabilidad de
que se den patrones cognitivos y conductuales poco adaptativos.

Personas que están en el momento justo en un lugar concreto = necesidad de poner a


disposición de la población principios básicos de actuación.

¿QUÉ OBJETIVOS TIENEN LOS PAP?


 Permitir la expresión emocional
 Conectar emocionalmente con la persona
 Realizar un análisis realista de la situación
 Reducir el riesgo de daño físico o psicológico
 Normalizar las reacciones ante el suceso
 Favorecer el uso de técnicas de contención y afrontamiento Identificar la necesidad de
derivar hacia tratamientos más estructurados
 Prevenir el empeoramiento de la situación
 Amortiguar el impacto de la situación
 Reducir el malestar psicológico

MODELOS DE INTERVENCIÓN DE PAP.


Diversidad de modelos – Componentes comunes.

Favorecen dar orden a la intervención dentro de la desorganización. Deben ser flexibles y


versátiles.

HABILIDADES BÁSICAS DE INTERVENCIÓN


UNIDAD TEMÁTICA 19: EL APOYO SOCIAL COMO
ESTRATEGIA PARA EL CUIDADO Y LA AYUDA

PRINCIPIOS DE INTERVENCIÓN
1. Seguridad: Asegurar la protección y el bienestar físico son la base de las intervenciones en
crisis (el primer escalón).

2. Inmediatez: La intervención ha de ser una asistencia temprana y contingente, de manera


de aliviar la sintomatología y prevenir una futura cronicidad.

3. Proximidad: Toda atención psicosocial ha de realizarse en escenarios próximos a la


emergencia o desastre, evitando así “patologizar” la situación.

4. Normalizar: Fundamental es no etiquetar o sobre diagnosticar a las personas. Transmitir al


afectada que está experimentando reacciones normales ante situaciones anormales.

5. Activar: El objetivo es activar los recursos propios de la persona de afrontamiento


adaptativo y sus redes sociales y comunitarias, ayudando a que la persona recupere y
reestablezca su nivel anterior de funcionamiento.

6. Flexibilidad: adaptarse a las necesidades de la situación más allá del plan o estrategia
preestablecida.

1. EL MANEJO DE GRUPOS EN SITUACIONES DE EMERGENCIAS Y


DESASTRES.
Las técnicas de intervención grupal son útiles para:

 La mitigación de efectos psicológicos negativos de los desastres.


 La preparación de las personas en su recuperación.

¿POR QUÉ TRABAJAR DESDE LA PERSPECTIVA GRUPAL LA AYUDA EN


SITUACIONES DE EMERGENCIA Y DESASTRES?
1. La cantidad de personas afectadas y necesitadas de ayuda psicosocial, como consecuencia
de los desastres, hace imposible la atención individual.

2. La mayoría de las personas no necesita una atención individual.

GRUPOS EN SITUACIONES DE POST-DESASTRE.


1. Grandes grupos de personas (PAP), con quienes se establece un primer contacto
(información y orientación).
2. Grupos psicoeducativos y de apoyo emocional, dirigidos a colectivos específicos y
homogéneos (requieren apoyo psicológico).

3. Grupos de ayuda mutua (motivación para agruparse con sentido de autonomía).

4. Grupos terapéuticos dirigidos a personas con trastorno mental (servicios de atención


especializada).

LOS GRUPOS PSICOEDUCATIVOS Y DE APOYO EMOCIONAL.


a) Ayuda para disminuir o controlar la respuesta emocional negativa normal ante situaciones
de desastre.

b) Trasmiten conocimientos básicos sobre el desastre y sus efectos psicosociales: proceso de


aprendizaje para las personas afectadas.
c) Se integran personas que, necesitan ayuda psicosocial, comparten problemas o intereses
similares derivados de la situación creada por el desastre con ciertas características comunes.

d) Se desarrolla durante el período post-crítico inmediato (hasta tres meses).

e) En la medida en que las personas se reintegran a la rutina diaria y la vida retorna a la


normalidad, van perdiendo protagonismo y son sustituidos por los grupos de ayuda mutua y
grupos terapéuticos.

f) Deben ser facilitados por personal no especializado con formación previa.

Estructura de los grupos de apoyo y psicoeducativos.


ABIERTA Y CONTINUA (ASISTEN O DEJAN DE ASISTIR SEGÚN SUS NECESIDADES).

 Se reúne cada cierto tiempo a lo largo de un periodo previsto.


 Es un recurso disponible para toda la comunidad.
 No necesita fijar un compromiso continuo de presencia/asistencia.
 Dificultades para mantener motivación de asistencia y vínculo.
 El número de miembros fluctúa mucho

CERRADA (SE CONSTITUYE ENTRE LA 1ª Y 2ª REUNIÓN CON LAS PERSONAS ASISTENTES. NO SE


ACEPTAN NUEVOS INTEGRANTES)

 Tiempo delimitado (8 a 10 sesiones).


 Se establece un programa específico y reglas expresas de trabajo.
 Alta confianza y conocimiento entre participantes. Establece fuertes relaciones
interpersonales.
 Se pueden trabajar profundamente la problemática personal y de la comunidad.
 Difícil reclutamiento para completar el programa. Se requiere un facilitador
experimentado y con fuerte reconocimiento de la población.
Aspectos metodológicos básicos.
 Definir la estructura y las reglas de las reuniones del grupo.
 Asegurar la continuidad del trabajo por un tiempo limitado con antelación.
 Desarrollar clima de seguridad y confianza y promover participación de los miembros
del grupo.
 Presencia de rol facilitador que incentiva el proceso de forma no directiva.
 Número de integrantes: entre 8 y 30 personas.
 Frecuencia y duración de sesiones. Una hora semanal. En la etapa inicial puede
incrementarse la duración, nunca más de dos horas.
 Duración del proceso: Entre primeras cuatros semanas y los tres meses.

Reglas básicas de funcionamiento grupal en las reuniones.


 Confidencialidad y privacidad: las ideas, sentimientos y experiencias compartidas
permanecen dentro del grupo.
 No se asume que los pensamientos o sentimientos expresados sean correctos o
incorrectos. No se hacen juicios de valor.
 Los miembros del grupo no juzgan ni critican a otros miembros; mostrarán
comprensión y tolerancia.
 El grupo no se reúne por simpatía entre miembros, se comparte la necesidad de
ayuda psicosocial.
 Se interviene cuando se desea y la persona se puede retirar cuando lo estime.
 Todos los miembros tienen el mismo tiempo para expresarse sin interrupciones.

2. LA COMUNICACIÓN EN SITUACIONES DE EMERGENCIAS Y


DESASTRES.
Se empieza a cuidar y a apoyar con una buena comunicación.

CARACTERÍSTICAS DE LOS MENSAJES -> Comunicar de forma

 simple
 breve
 franca
 directiva

PRINCIPIOS DE ACTUACIÓN COMUNICATIVA EN LA FASE DE IMPACTO.


a) Actuar con calma, no correr de un lado a otro.

b) Ser positiva. En pensamientos y lenguaje.

c) Permitir que la persona afectada se desahogue:


 Llanto
 Explicar la normalidad
 Facilitar la privacidad

d) Evitar a las personas curiosas.

e) Cubrir las necesidades físicas, facilitar el contacto con familiares, explicar y facilitar trámite.

ASPECTOS A CONSIDERAR EN LA COMUNICACIÓN DURANTE PRIMEROS


AUXILIOS.
 No discutir con la persona si está alterada o se muestra irritada.
 No intentar “hacerle entrar en razón” mediante consejos o explicaciones.
 No culpar o moralizar.
 No cortar el llanto o manifestaciones de dolor o sufrimiento.
 No seguirle la corriente o darle la razón ante manifestaciones de culpabilidad o
remordimiento.

PRIMER CONTACTO CON LA PERSONA AFECTADA O VÍCTIMA.


1) Identificarse

2) Dar información e instrucciones firmes, pero en tono calmado, breve y concreto.

3) Explicar lo que se hace.

4) Escuchar.

5) Animar y distraer.

6) Reforzar su colaboración.

7) Tranquilizar.

PRINCIPIOS DE ACTUACIÓN EN LA FASE DE REACCIÓN: CUANDO LA


PERSONA AFECTADA EMPIEZA A DARSE CUENTA DE LO OCURRIDO.
 No minimizar los hechos.
 Evitar frases como: “sé por lo que está pasando”, cambiar por “nadie puede ponerse
en su lugar, aunque haya pasado por situaciones similares, cada uno es diferente y
siente las cosas de manera diferente”. Cada uno sentimos de forma diferente.
 No dramatizar, ni adoptar una actitud paternalista: las personas son más fuertes de lo
que pensamos.
 No juzgar a los demás ni a uno mismo

APOYO A FAMILIARES DE VÍCTIMAS -> SITUACIONES QUE PRECISAN


CUIDADO
 RECEPCIÓN
 COMUNICACIÓN DE UNA MALA NOTICIA
 RECONOCIMIENTO DE CADÁVERES
 DUELO Y ENTIERRO
PRIMERA AYUDA PSICOLÓGICA: GUÍA PARA TRABAJADORES DE CAMPO (CAPÍTULO 3).

La manera de comunicar con una persona angustiada es muy importante. Las personas que
hayan vivido una situación de crisis pueden estar muy alteradas, ansiosas o confundidas.
Algunas personas pueden culparse a sí mismas por cosas que han ocurrido durante esa crisis.
Mantener la calma y demostrar comprensión puede ayudar a que la persona angustiada se
sienta más segura y a salvo, comprendida, respetada y atendida de forma apropiada.

Alguien que ha pasado por un episodio de este tipo quizás quiera contarle su historia. Escuchar
esa historia puede suponer una gran ayuda. Sin embargo, es muy importante no presionar a
nadie para que les cuente por lo que ha pasado. Algunas personas quizás no quieran hablar de
lo que les ha ocurrido ni de sus circunstancias. No obstante, es posible que esa persona valore
que Ud. se quede a su lado en silencio; hágale saber que ahí está si quiere hablar, puede
también ofrecerle apoyo práctico, como una comida o un vaso de agua. No hable demasiado,
deje lugar para el silencio. Mantener el silencio durante un rato puede dar a la persona el
espacio y el valor necesarios para compartir su historia con usted si lo desea.

Para comunicar bien, preste atención no sólo a sus palabras sino también a su lenguaje
corporal (expresiones faciales, el contacto visual, los gestos y cómo se coloca usted junto a la
persona, ya sea sentado o de pie). Cada cultura tiene sus propias formas de comportarse que
son apropiadas y respetuosas. Hable y compórtese teniendo en cuenta la cultura, la edad, el
género, las costumbres y la religión de la persona.

A continuación, se presentan una serie de recomendaciones acerca de lo que hacer y decir, así
como de lo que no decir ni hacer. Lo más importante es que sea Ud. mismo, que sea genuino y
sincero a la hora de ofrecer su ayuda y sus cuidados.

Lo que debemos hacer y decir.


 Intente encontrar un lugar tranquilo para hablar, minimizando las distracciones
externas.
 Respete la privacidad y mantenga la confidencialidad de la historia salvo razones de
fuerza mayor.
 Sitúese cerca de la persona pero guardando la distancia apropiada según su edad,
género y cultura.
 Hágale entender que está escuchando, p. ej. asintiendo con la cabeza o diciendo
“hmmm...”.
 Tenga paciencia y mantenga la calma.
 Ofrezca información concreta en caso de que disponga de ella. Sea honesto acerca de
lo que sabe y de lo que no sabe. “No lo sé, pero intentaré averiguárselo”.
 Dé la información de un modo en que la persona la pueda entender; es decir, de forma
simple.
 Hágale saber que comprende cómo se sienten y que lamenta sus pérdidas y lo que les
ha pasado, como haberse quedado sin hogar o haber perdido a un ser querido. ”Lo
siento mucho. Imagino que esto es muy triste para Ud.”.
 Hágale saber que reconoce sus fortalezas y la manera en que se están ayudando a sí
mismos.
 Deje espacios para el silencio.
Lo que no debemos hacer ni decir.
 No presione a la persona para que le cuente su historia.
 No interrumpa ni apure a la persona mientras cuenta su historia (por ejemplo, no
mire la hora, ni hable demasiado rápido).
 No toque a la persona si no está seguro de que sea apropiado.
 No juzgue lo que hayan hecho o dejado de hacer ni sus sentimientos. No diga
cosas como “No debería sentirse así”, “Debería sentirse afortunado de sobrevivir”.
 No invente cosas que no sabe.
 No utilice expresiones demasiado técnicas.
 No cuente la historia de otra persona.
 No le hable de sus propios problemas.
 No haga falsas promesas ni dé falsos argumentos tranquilizadores.
 No piense ni actúe como si tuviera que resolver todos los problemas de la persona
en su lugar.
 No le quite su fortaleza, su sensación de poder cuidarse a sí mismo/a.
 No hable de otras personas en términos negativos (por ejemplo llamándoles
“locos” o “desorganizados”)

Mantenga presente la buena comunicación mientras observa, escucha y conecta (principios de


actuación de PAP que se tratan en las próximas páginas).

PREPARAR
 Informarse acerca de lo ocurrido.
 Informarse acerca de los servicios y apoyos disponibles.
 Informarse acerca de los posibles riesgos de seguridad.

Las situaciones de crisis pueden resultar caóticas y a menudo requieren acciones urgentes. De
todos modos, antes de acudir al lugar de la crisis conviene siempre que sea posible conseguir
información exacta acerca de dicha situación. Deben considerarse las siguientes preguntas:

ANTES DE ACUDIR AL SITIO DE LA CRISIS, INFORMARSE ACERCA DE LO SIGUIENTE:

La situación de crisis.
 ¿Qué ha ocurrido?
 ¿Cuándo y dónde ha sucedido?
 ¿Cuál es el número probable de personas afectadas y quiénes son?

Servicios y apoyos disponibles.


 ¿Quién proporciona servicios básicos como la atención a urgencias médicas y provisión
de alimentos, agua, refugio o la búsqueda de familiares?
 ¿Dónde y cómo pueden los afectados tener acceso a esos servicios?
 ¿Quién más está prestando ayuda? ¿Participan en la respuesta a la crisis personas de
la comunidad local?
Cuestiones de seguridad.
 ¿Ha acabado la situación de crisis?
 ¿O continúa, como ocurre p. ej. con la réplica de un terremoto o con un conflicto
continuado?
 ¿Qué peligros puede haber en el ambiente, como p. ej. presencia de rebeldes,
minas o infraestructura dañada?
 ¿Hay zonas en las que debemos evitar entrar porque no son seguras (p. ej. por
peligros físicos evidentes) o porque el acceso no nos está permitido?

Estas importantes preguntas preparatorias pueden ayudar a entender la situación en la que se


está adentrando, a prestar Primera Ayuda Psicológica más eficazmente y a ser más conscientes
de su seguridad.

PRINCIPIOS DE ACTUACION DE LA PRIMERA AYUDA PSICOLÓGICA: OBSERVAR,


ESCUCHAR Y CONECTAR.
Los tres principios básicos de actuación de PAP son observar, escuchar y conectar; estos
principios sirven de orientación a la hora de contemplar una situación de crisis y de adentrarse
en ella, a acercarse a los/as afectados/as y entender sus necesidades y a ponerles en contacto
con apoyo e información prácticos (véase el siguiente cuadro).

OBSERVAR.

 Comprobar la seguridad.
 Comprobar si hay personas con evidentes necesidades básicas urgentes.
 Comprobar si hay personas que presenten reacciones graves de angustia.

ESCUCHAR.

 Diríjase a quienes puedan necesitar ayuda.


 Pregunte acerca de qué necesitan las personas y qué les preocupa.
 Escuche a las personas y ayúdeles a tranquilizarse.

CONECTAR.

 Ayude a las personas a resolver sus necesidades básicas y a acceder a los servicios.
 Ayude a las personas a enfrentarse a los problemas.
 Brinde información.
 Ponga en contacto a los afectados con sus seres queridos y con las redes de apoyo
social.

OBSERVAR.

 Comprobar la seguridad.
 Comprobar si hay gente con evidentes necesidades básicas urgentes.
 Comprobar si hay personas que presenten reacciones graves de angustia.

Las situaciones de crisis pueden cambiar rápidamente, de modo que lo que encuentre sobre el
terreno puede diferir de lo que había averiguado antes de llegar al lugar de la crisis. Por ese
motivo es importante dedicar un tiempo (aunque sean unos instantes) para “observar” lo que
le rodea antes de ofrecer ayuda. En caso de que se encuentre repentinamente en medio de
una situación de crisis sin tiempo para prepararse, esa observación puede consistir
simplemente en un vistazo rápido. Esos instantes le darán la posibilidad de calmarse, estar a
salvo y reflexionar antes de actuar.

En la siguiente tabla figuran distintas preguntas y mensajes importantes que debe considerar
al “observar” lo que le rodea.

Distintas personas pueden reaccionar de formas diferentes ante una crisis. A continuación se
presenta una lista de posibles ejemplos de respuesta de angustia a una situación de crisis:

 síntomas físicos (p. ej. temblores, dolores de cabeza, sensación de agotamiento,


pérdida de apetito o achaques y dolores)
 llanto, tristeza, decaimiento de ánimo, pena
 ansiedad, miedo
 estar “en guardia” o nervioso
 temer que algo terrible va a ocurrir
 insomnio, pesadillas
 irritabilidad, enfado
 culpa, vergüenza (de haber sobrevivido, p. ej., o de no haber ayudado o salvado a
otros)
 estar confuso, emocionalmente inerte, tener sensación de irrealidad o aturdimiento
 estar encerrado en sí mismo o muy quieto (sin moverse)
 no responder cuando se le habla, no hablar en absoluto
 desorientación (por ejemplo, no saber su propio nombre, de dónde es, qué ha
ocurrido)
 no estar en condiciones de cuidarse a sí mismo o a sus hijos (p. ej. dejar de comer o de
beber, no poder tomar decisiones sencillas)

Algunas personas pueden estar solo ligeramente angustiadas o no sentirse nada angustiadas.

La mayoría de las personas se recuperan adecuadamente con el paso del tiempo, sobre todo si
consiguen cubrir sus necesidades básicas y recibir el apoyo necesario, ya sea por parte de
quienes le rodean y/o de PAP. No obstante, es posible que quienes sufran una angustia grave o
de larga duración necesiten más apoyo que el que se brinda a través de PAP, sobre todo si no
consiguen funcionar en su día a día o si son un peligro para sí mismos o para otros. Asegúrese
de que las personas gravemente afectadas no se queden solas e intente que estén a salvo
hasta que su reacción haya pasado o hasta que pueda conseguir ayuda de personal sanitario,
de líderes de la zona o de otros miembros de la comunidad.

Asimismo, es importante buscar a las personas de la población afectada que probablemente


necesiten más atención en lo que respecta a cuidados y a seguridad:

PERSONAS QUE PROBABLEMENTE NECESITEN UNA ATENCIÓN ESPECIAL


EN UNA SITUACIÓN DE CRISIS (VÉASE LA SECCIÓN 3.5):
Los niños - incluyendo a los adolescentes - sobre todo los que han quedado separados de sus
tutores, pueden necesitar protección contra abusos o explotación. Probablemente necesitarán
cuidados de quienes les rodean y ayuda para cubrir sus necesidades básicas.

Las personas con problemas de salud o con discapacidades físicas o mentales pueden necesitar
ayuda especial para encontrar un lugar seguro, para conseguir protección contra abusos y para
tener acceso a servicios médicos y de otros tipos. Este grupo incluiría a las personas de
avanzada edad más frágiles, a las embarazadas, a personas con graves trastornos mentales y a
quienes sufran problemas de visión o audición.

Personas que puedan ser objeto de discriminación o violencia, como p. ej. las mujeres o los
miembros de ciertos grupos étnicos, quizás necesiten protección especial para estar seguros
en el lugar de la crisis o ayuda para tener acceso al apoyo disponible…

ESCUCHAR.

 Diríjase a las personas que puedan necesitar apoyo.


 Pregunte qué necesitan las personas y qué les preocupa.
 Escuche a las personas y ayúdeles a tranquilizarse.

Es fundamental escuchar a las personas a las que se está ayudando para entender su situación
y sus necesidades, para ayudarles a tranquilizarse y para poder ofrecerles la ayuda adecuada.
Aprender a escuchar con:

 Los ojos ›› prestando a la persona toda su atención


 Los oídos ›› escuchando sus preocupaciones de verdad
 El corazón ›› siendo atento y respetuoso

1. DIRÍJASE A LAS PERSONAS QUE PUEDAN NECESITAR APOYO:


Diríjase a las personas con respeto y teniendo en cuenta su cultura.

Preséntese con su nombre y el de su organización.

Pregúnteles si puede ser de ayuda.

Dentro de lo posible intente encontrar un lugar tranquilo y seguro para hablar.

Ayude a la persona a que se sienta cómoda; por ejemplo, ofrézcale agua si fuera posible.

Intentar mantener a la persona a salvo.

 Aleje a la persona de peligros inminentes, si resulta seguro hacerlo.


 Intente proteger a la persona de los medios de comunicación para salvaguardar su
privacidad y su dignidad.
 Si la persona está muy angustiada, intente que no se quede sola.

2. PREGUNTE QUÉ NECESITAN LAS PERSONAS Y QUÉ LES PREOCUPA:

 Aunque algunas necesidades parezcan evidentes, como una manta para cubrir a
alguien que tiene la ropa desgarrada pregunte siempre qué necesitan y qué les
preocupa.
 Averigüe qué es más importante para ellos en ese momento y ayúdeles a establecer
sus prioridades.

3. ESCUCHE A LAS PERSONAS Y AYÚDELES A TRANQUILIZARSE:

 Permanezca cerca de la persona.


 No la presione para que hable.
 Escuche si decide contarle lo ocurrido.
 Si la persona está muy angustiada, ayúdele a calmarse e intente asegurarse que no se
quede sola.

AYÚDELES A TRANQUILIZARSE.
Algunas de las personas que sufren una situación de crisis pueden tener un alto grado de
ansiedad o estar muy alteradas. Pueden sentirse confusas o sobrepasadas por los
acontecimientos, y pueden presentar reacciones físicas como temblar o tiritar, tener
dificultades para respirar o sentir el ritmo del corazón muy acelerado.
A continuación, se presentan una serie de técnicas para ayudar a personas muy angustiadas a
calmar su mente y su cuerpo:

Hable con un tono de voz tranquilo y suave.

Si es culturalmente apropiado, intente mantener contacto visual con la persona mientras habla
con ella.

Recuérdele que Ud. está allí para ayudarle. Recuérdele también, si es cierto, que está a salvo.

Si la persona tiene sensación de irrealidad o de desconexión con lo que le rodea, una posible
ayuda consiste en que contacte con su entorno actual y consigo mismo. Para ello puede
pedirle que:

 Ponga los pies en el suelo y note ese contacto.


 Repiquetee con los dedos o las manos en el regazo.
 Observe elementos tranquilizadores del entorno que le rodea, como cosas que pueda
ver, oír o sentir, pidiéndoles que nos describan lo que ven y oyen.
 Estimule a la persona a que centre la atención en su respiración y que respire
despacio.

CONECTAR.

 Ayude a las personas a resolver sus necesidades básicas y a acceder a los servicios.
 Ayude a las personas a enfrentarse a los problemas.
 Brinde información.
 Conecte a las personas con sus seres queridos y con las redes de apoyo social.

A pesar de que cada situación de crisis es única, la mayoría de las personas afectadas suele
necesitar los elementos contenidos en el siguiente cuadro.

NECESIDADES FRECUENTES:
 Necesidades básicas, como refugio, alimentos, agua y condiciones higiénicas.
 Servicios de salud para los heridos o para aquellos con enfermedades crónicas (de
larga duración).
 Información correcta y fácil de entender sobre lo ocurrido, sobre sus seres queridos y
sobre los servicios disponibles.
 Poder ponerse en contacto con sus seres queridos, amigos y otro tipo de apoyo
social…
 Acceso a apoyo específico relacionado con la propia cultura o religión.
 Ser consultado e involucrado en la toma de decisiones importantes.

Después de un episodio de este tipo, las personas pueden sentirse vulnerables, aislados o
impotentes. En algunas situaciones, sus vidas cotidianas quedan interrumpidas. En algunos
casos no tienen acceso a sus fuentes de apoyo habituales o se encuentran de repente viviendo
en condiciones estresantes. Poner en contacto a las personas con fuentes de apoyo práctico es
una parte muy importante de la Primera Ayuda Psicológica. Recuerde que la PAP supone a
menudo una intervención puntual y que Ud. podrá ofrecer ayuda por un periodo breve. Las
personas afectadas tendrán que usar sus propios recursos para hacer frente a sus problemas y
recuperarse a la larga.
Ayudemos a las personas a ayudarse a sí mismas y a recuperar el control de la situación.

1. AYUDE A LAS PERSONAS A ATENDER SUS NECESIDADES BASICAS Y A ACCEDER A


LOS SERVICIOS.
Al ayudar a las personas a atender sus necesidades básicas, tenga en cuenta lo siguiente:

 Inmediatamente después de una situación de crisis, intente ayudar a las personas


angustiadas a atender las necesidades básicas que requieran, como alimentos, agua,
refugio e higiene.
 Averigüe qué necesidades específicas tienen las personas, como asistencia médica,
ropa o artículos para alimentar a los niños pequeños (tazas, biberones), e intente
ponerlos en contacto con los medios de ayuda existentes.
 Asegúrese de que son tenidas en cuenta las personas vulnerables o con riesgo de ser
marginados (ver sección 3.5).
 Haga un seguimiento de las personas si les ha prometido hacerlo.

2. AYUDE A LAS PERSONAS A RESOLVER SUS PROBLEMAS.


Las personas angustiadas pueden sentirse abrumadas por preocupaciones y temores. Ayúdelas
a centrarse primero en sus necesidades más urgentes, en cómo establecer prioridades e
intentar resolverlas. Por ejemplo, se les puede pedir que distingan entre lo que necesitan
solucionar inmediatamente y lo que puede esperar para luego. A medida que vayan
resolviendo algunos problemas irán adquiriendo un sentido de mayor control de la situación y
reforzarán su propia capacidad de respuesta. Recuerde lo siguiente:

 ayude a las personas a identificar apoyos en su vida, como amigos y parientes, que
puedan ayudarles en la situación en la que se encuentran;
 haga sugerencias prácticas para que las personas puedan atender a sus propias
necesidades (por ejemplo, explique cómo se pueden registrar para recibir ayuda
alimentaria o asistencia material);
 pida a la persona que recuerde cómo se desenvolvieron en situaciones difíciles en el
pasado, y reafirme su capacidad para hacer frente a la situación actual; y
 pregunte a la persona qué les ayuda a sentirse mejor. Anímele a aplicar estrategias de
respuesta positivas y a evitar las negativas (ver tabla siguiente).

ESTRATEGIAS DE RESPUESTA.
Todo el mundo tiene recursos naturales para enfrentarse a los problemas. Hay que animar a
las personas a usar sus propias estrategias positivas, evitando las negativas. Esto les ayudará a
sentirse más fuertes y a recuperar el sentido de control de las circunstancias. A continuación,
se presentan sugerencias que Ud. tendrá que adaptar a la cultura de la persona y a lo que se
puede hacer en cada situación de crisis en particular.

Fomentar las estrategias de respuesta positivas.


 Descansar lo suficiente.
 Comer con regularidad y beber agua.
 Hablar y pasar tiempo con la familia y los amigos.
 Hablar de los problemas con alguien en quien confíe.
 Realizar actividades que le ayuden a relajarse (caminar, cantar, rezar, jugar con los
niños).
 Hacer ejercicio físico.
 Encontrar maneras seguras de ayudar a otros en la crisis y participar en actividades
comunitarias.

Desaconsejar las estrategias de respuesta negativas.


 No consumir drogas, fumar o tomar bebidas alcohólicas.
 No dormir todo el día.
 No trabajar sin parar, sin ningún descanso o relajación.
 No aislarse de los amigos y seres queridos.
 No descuidar la higiene personal.
 No tener comportamientos violentos.

3. BRINDE INFORMACION.
Las personas afectadas por una situación de crisis querrán recibir información sobre:

 lo sucedido
 la situación de sus seres queridos y de otros que han sido afectados
 su seguridad
 sus derechos
 cómo acceder a los servicios y cosas en general que necesitan

Puede ser difícil obtener información precisa tras un acontecimiento catastrófico. La situación
puede cambiar a medida que se van recibiendo nuevos datos sobre la misma y que se van
implementando medidas de socorro. Pueden circular rumores. Aunque no se conozcan todas
las respuestas en todo momento, siempre que sea posible:

 averigüe dónde se puede conseguir información correcta, y cuándo y dónde se podrá


actualizar
 intente recabar toda la información posible antes de acercarse a las personas para
ofrecer apoyo;
 intente mantenerse actualizado sobre la situación de la propia crisis, los temas de
seguridad, servicios disponibles y el paradero y estado de las personas desaparecidas o
heridas;
 asegúrese de que se informa a las personas sobre lo que está sucediendo y sobre los
planes existentes;
 si hay servicios disponibles (de salud, búsqueda de familiares, refugio, distribución de
alimentos), asegúrese de que las personas los conocen y pueden acceder a ellos;
 proporcione a las personas detalles sobre el acceso a los servicios, o enviarles a ellos
directamente; y
 asegúrese de que las personas vulnerables también se enteren de la existencia de
dichos servicios (ver sección 3.5).

Al dar información a las personas afectadas:

 notifique la fuente de información que está transmitiendo y su fiabilidad;


 diga únicamente lo que se sabe, y nunca invente información ni dé falsas esperanzas;
 mantenga los mensajes simples y precisos, repitiéndolos para asegurarse de que las
personas los oyen bien y se enteran de la información;
 puede ser conveniente dar la información a grupos de personas afectadas, para que
todos reciban el mismo mensaje; y
 hágale saber si les va a seguir dando noticias, y en caso afirmativo, dónde y cuándo.

Al transmitir la información, hay que ser conscientes de que el portador de malas noticias
puede convertirse en objeto de la frustración y la ira de los afectados al no cumplirse las
expectativas de ayuda depositadas en Ud. o en otros. Ante esa situación, hay que intentar
mantener la calma y ser comprensivos.

4. CONECTE CON LOS SERES QUERIDOS Y CON LAS FORMAS DE APOYO SOCIAL QUE
PUEDA TENER LA PERSONA.
Se ha demostrado que las personas que se sienten con un buen apoyo social después de una
crisis reaccionan mejor que los que no se sintieron bien apoyados. Por esta razón, una
importante función de la persona que ayuda es conectar a la gente con sus seres queridos y
con el apoyo social existente.

 Ayudar a las familias a mantenerse unidas, y a que los niños permanezcan con sus
padres y demás seres queridos.
 Ayudar a la gente a ponerse en contacto con amigos y parientes para que puedan
recibir su apoyo, por ejemplo, ayudándoles a conseguir hablar con ellos por teléfono.
 Si alguien expresa que podría ayudarle la oración, las prácticas religiosas o el apoyo de
líderes religiosos, intentar ponerle en contacto con su comunidad espiritual. Para
sugerencias sobre la espiritualidad en situaciones de crisis ver el recuadro siguiente.
 Ayudar a que las personas afectadas estén juntas para que puedan ayudarse unos a
otros. Se les puede pedir, por ejemplo, que cuiden a los ancianos, o que pongan a las
personas sin familia en contacto con otros miembros de la comunidad.

CRISIS Y ESPIRITUALIDAD.
En situaciones de crisis, las creencias espirituales o religiosas pueden ser muy importantes para
ayudar a sobrellevar el dolor y el sufrimiento, dando sentido y esperanza. La oración y la
práctica de ritos religiosos pueden ser de gran consuelo. Sin embargo, experimentar una
situación de crisis - en particular si se han sufrido terribles pérdidas - puede también causar en
la persona un cuestionamiento de sus creencias. Su fe puede ser resultar cuestionada,
fortalecida o modificada por la experiencia. A continuación, se dan algunas sugerencias:

 Conozca y respete el trasfondo religioso de la persona.


 Pregúntele qué le suele ayudar a sentirse mejor. Animarle a que haga cosas que le
ayuden a sobrellevar la situación, incluidas las prácticas espirituales si la persona las
menciona.
 Escuche respetuosamente y sin juzgar las creencias espirituales o las preguntas que la
persona pueda hacerse.
 No le imponga sus propias creencias o interpretaciones espirituales o religiosas sobre
la crisis.
 No exprese acuerdo ni rechace sus creencias o interpretación espiritual de la crisis,
aunque la persona así se lo pida
FINAL DE SU AYUDA.
¿Qué sucede a continuación?

Cuándo y cómo dejará de prestar ayuda dependerá del contexto de la crisis, de su papel y
situación y de las necesidades de las personas a las que está ayudando.

Juzgue la situación lo mejor que pueda, así como las necesidades de la persona y las suyas
propias. Si adecuado, explique a la persona que se está marchando, y si a partir de entonces va
a haber otros para ayudarle, intentar presentárselos.

Si ya ha puesto en contacto a la persona con otros servicios, hágales saber a éstos con qué se
van a encontrar, asegurándose de darles los detalles necesarios para la continuidad. Sea cual
sea la experiencia que haya tenido con la persona, debe despedirse de manera positiva
deseándole lo mejor.

PERSONAS QUE PROBABLEMENTE NECESITEN ATENCION


ESPECIAL.
LAS PERSONAS QUE PUEDEN SER MAS VULNERABLES Y NECESITAR AYUDA ESPECIAL EN UNA
CRISIS SON:

 Los niños, incluyendo los adolescentes.


 Personas con enfermedades o discapacidades.
 Personas en riesgo de sufrir discriminación o violencia.

Recordemos que todas las personas tenemos recursos para hacer frente a situaciones de crisis,
incluso los más vulnerables. Ayude a las personas vulnerables a utilizar sus propios recursos y
estrategias.

1. NIÑOS, INCLUYENDO ADOLESCENTES.


Muchos niños – incluyendo adolescentes – son particularmente vulnerables en situaciones de
crisis. Estas suelen perturbar su mundo familiar, como las personas, los lugares y las rutinas
diarias que les hacen sentirse seguros. Los niños afectados por las crisis pueden llegar a ser
víctimas de violencia sexual, malos tratos y explotación, riesgos que se acrecientan en medio
del caos que producen las grandes crisis. Los más pequeños suelen ser particularmente
vulnerables, ya que no pueden atender sus propias necesidades básicas ni protegerse a sí
mismos, y sus cuidadores pueden estar abrumados por la situación. Los niños de más edad
pueden ser objeto de tráfico, ser usados sexualmente o reclutados por los ejércitos. Los riesgos
son distintos para los niños y las niñas. Generalmente son las niñas quienes corren más riesgo
de sufrir violencia sexual y explotación, y si ya han sido víctimas de abusos suelen estar
estigmatizadas y aisladas.

Las reacciones posibles de los niños ante una crisis (por ejemplo, presenciar la destrucción, ver
heridos y muertos, estar expuestos a los elementos naturales, carecer de alimentos y agua)
depende de su edad y fase de desarrollo. También depende de la manera en que sus
cuidadores y otros adultos se relacionen con ellos. Por ejemplo, los niños pequeños pueden no
entender completamente lo que sucede a su alrededor, y necesitan de manera especial la
ayuda de sus cuidadores.
En general, los niños sobrellevan mejor estas situaciones si tienen a un adulto estable y
tranquilo a su lado.

Los niños y los jóvenes pueden experimentar reacciones de angustia similares a las de los
adultos (ver Sección 3.3). También pueden presentar algunas de las siguientes reacciones de
angustia

 Los niños pequeños pueden regresar a comportamientos anteriores (por ejemplo,


orinarse en la cama o chuparse el dedo), aferrarse a sus cuidadores, jugar menos o
realizar juegos repetitivos relacionados con el acontecimiento angustiante.
 Los niños en edad escolar pueden creer que ellos tienen la culpa de lo ocurrido,
desarrollar nuevos temores, mostrarse menos afectuosos, sentirse solos y preocuparse
por proteger y rescatar a otras personas en la crisis.
 Los adolescentes pueden “no sentir nada”, sentirse diferentes de sus amigos o aislados
de ellos, o presentar comportamientos arriesgados y actitudes negativas.

La familia y otros cuidadores son importantes fuentes de protección y de apoyo emocional


para los niños. Los que están separados de sus cuidadores pueden encontrarse durante la crisis
en lugares desconocidos y rodeados de personas extrañas, por lo que pueden sentir mucho
miedo y ser incapaces de juzgar adecuadamente los riesgos y peligros que les rodean. Un
primer paso muy importante es reunir a los niños – incluyendo los adolescentes – separados
de los suyos con sus familias o cuidadores. No debe tratar de hacerlo por sí mismo. Si se
equivoca, la situación del niño empeorará. Más bien hay que intentar contactar
inmediatamente con alguna organización reconocida de protección infantil que pueda iniciar el
proceso de registrar al niño y garantizar su cuidado.

Cuando los niños están con sus cuidadores, intente ayudar a éstos a cuidarles. A continuación,
se dan sugerencias respecto a la manera de ayudar a niños en diferentes edades y fases de
desarrollo.

COSAS QUE LOS CUIDADORES PUEDEN HACER PARA AYUDAR A LOS NIÑOS.
Niños pequeños.
 Tenerlos abrigados y en un lugar seguro.
 Mantenerlos alejados de ruidos fuertes y de situaciones caóticas.
 Hacerles caricias, abrazarles.
 Si es posible, mantener un horario regular de comidas y sueño.
 Hablarles con voz tranquila y suave.

Niños en edad escolar.


 Dedicarles más tiempo y atención.
 Recordarles frecuentemente que están a salvo.
 Explicarles que no tienen la culpa de las cosas malas que han sucedido.
 Evitar separarles de sus cuidadores, hermanos y otros seres queridos.
 En la medida de lo posible, mantener un horario regular para sus rutinas diarias.
 Darles respuestas sencillas sobre lo sucedido, evitando detalles que puedan asustarles.
 Dejarles que permanezcan a su lado si tienen miedo o no quieren separarse.
 Tener paciencia con los que muestren comportamientos impropios de su edad, como
chuparse el dedo u orinarse en la cama.
 Si es posible, darles ocasiones para jugar y relajarse.

COSAS QUE LOS CUIDADORES PUEDEN HACER PARA AYUDAR A LOS NIÑOS
(CONTINUACIÓN).
Niños mayores y adolescentes.
 Dedicarles su tiempo y atención.
 Ayudarles a realizar las tareas rutinarias.
 Presentarles los hechos y explicarles cuál es la situación en el momento actual.
 Dejarles estar tristes. No esperar que sean duros.
 Escucharles cuando expresen sus pensamientos y temores sin juzgarles.
 Ponerles normas y expectativas claras.
 Preguntarles qué peligros les acechan, apoyarles y hablar sobre cómo pueden evitar
sufrir algún daño.
 Animarles a ser útiles dándoles ocasiones de serlo

Si el cuidador resulta herido, se encuentra mal o no puede cuidar de sus niños por cualquier
otra razón, puede conseguir ayuda y que alguien se ocupe de los niños. Si es posible, recurra a
alguna agencia o red de protección infantil fiable. Mantenga en cualquier caso juntos a los
niños y sus cuidadores, intentando evitar que se separen. Por ejemplo, si se llevan al cuidador
a otro lugar para recibir asistencia médica, intentar que los niños vayan también o anotar los
datos del lugar a donde se lleven para que puedan luego reunirse.

También hay que tener en cuenta que los niños pueden acudir al lugar donde se produce la
crisis y ser testigos de acontecimientos horribles, aunque ni ellos ni sus cuidadores resulten
directamente afectados. En medio del caos resultante, los adultos suelen estar demasiado
ocupados para fijarse en lo que los niños están haciendo, viendo u oyendo. Intente protegerlo
de esas escenas.

COSAS QUE DECIR O HACER CON LOS NIÑOS.


Mantenerles junto a sus seres queridos.

 Siempre que sea posible, procurar que permanezcan junto a sus cuidadores y a su
familia. Intentar que no sean separados.
 Si no están acompañados, ponerles en contacto con una red o agencia de protección
infantil fiable. No dejarles desatendidos.
 Si no se puede acceder a ninguna agencia de protección infantil, ocúpese Ud. mismo
de encontrar a sus cuidadores o contactar con otra familia que pueda ocuparse
temporalmente de ellos.

Mantenerles seguros.

 Protegerles para que no sean testigos de escenas horripilantes, como ver a heridos o
destrucciones terribles.
 Impedir que escuchen relatos perturbadores sobre el suceso.
 Protegerles de los medios de comunicación o de personas que quieran entrevistarles y
que no formen parte del equipo de respuesta a la emergencia.
Escuchar, hablar y jugar.

 Estar tranquilos, hablarles suavemente y ser amables con ellos.


 Escuchar sus puntos de vista sobre su situación.
 Intentar hablar con ellos poniéndose a su nivel ocular y usando palabras y
explicaciones que puedan entender.
 Preséntese con su nombre y diciéndoles que está allí para ayudar.
 Averiguar cómo se llaman, de dónde son, y cualquier otro dato que sea de utilidad
para buscar a sus cuidadores y a otros miembros de su familia.
 Cuando estén con sus cuidadores, dar apoyo práctico a éstos en el cuidado inmediato
de sus niños.
 Cuando pase su tiempo con niños, intente que participen en actividades lúdicas o en
conversaciones sencillas sobre sus intereses, de acuerdo con su edad.

Recordemos que los niños también tienen sus propios recursos para enfrentar situaciones.

Averigüe cuáles son y apoye sus estrategias positivas ayudándoles a evitar las negativas. Los
niños mayores y los adolescentes por lo general también pueden ser de utilidad en situaciones
de crisis. Encontrando una manera segura de que presten ayuda a otros les ayudará a sentir
que controlan mejor la situación.

2. PERSONAS ENFERMAS O CON DISCAPACIDADES FISICAS O MENTALES.


Las personas que sufren enfermedades crónicas, con discapacidades físicas o mentales
(incluyendo los trastornos mentales graves), o aquellos de edad avanzada pueden requerir
ayuda especial. Pueden requerir ser llevados a un lugar seguro, entrar en contacto con medios
de apoyo básico o de asistencia sanitaria o para poder cuidar de sí mismos. Vivir una situación
de crisis puede empeorar ciertas enfermedades, como la hipertensión, las dolencias cardíacas,
el asma, la ansiedad y otros trastornos físicos o mentales. Las mujeres embarazadas y lactantes
pueden experimentar un estrés grave debido a la crisis, que puede afectar a su embarazo o a
su propia salud y la de su hijo. Las personas con problemas de movilidad, o los que tienen
trastornos de visión o de audición, pueden tener dificultades para encontrar a sus seres
queridos o para acceder a los servicios disponibles.

A continuación, se presentan algunas cosas que se pueden hacer para ayudar a las personas
enfermas o con discapacidades:

 Ayudarles a llegar a un lugar seguro.


 Ayudarles a atender sus necesidades básicas, como comer, beber, conseguir agua
limpia, cuidarse a sí mismos o construir un refugio con materiales proporcionados por
las organizaciones.
 Preguntar a las personas si tienen alguna enfermedad o si están tomando alguna
medicación por algún problema de salud. Intentar ayudarles a conseguir la medicación
o a tener acceso a asistencia médica si fuera posible.
 Quedarse con la persona o intentar asegurarse de que alguien les pueda ayudar si Ud.
tiene que ausentarse. Ponerles en contacto con alguna organización de protección u
otro tipo de apoyo con el fin de ayudarles a largo plazo.
 Darles información sobre la manera de acceder a los servicios existentes
2. PERSONAS EN RIESGO DE SUFRIR DISCRIMINACION O VIOLENCIA.
Las personas que corren riesgo de sufrir discriminación o violencia suelen ser mujeres,
personas de ciertos grupos étnicos o religiosos y los que padecen discapacidades mentales.
Son vulnerables porque pueden haber sido:

 olvidados en la provisión de servicios básicos;


 excluidos de las decisiones sobre ayuda, servicios o lugar de destino; y
 puestos en el punto de mira de actos violentos, incluida la violencia sexual.

Las personas susceptibles de sufrir discriminación o violencia pueden necesitar protección


especial para encontrarse seguras en las situaciones de crisis, así como ayuda especial para
cubrir sus necesidades básicas y acceder a los servicios disponibles. Hay que tener en cuenta a
estas personas y asistirlas de las siguientes maneras:

 ayudándoles a encontrar un lugar seguro donde estar;


 ayudándoles a ponerse en contacto con los suyos y con otras personas de su
confianza; y
 dándoles información sobre los servicios disponibles y ayudándoles a tomar contacto
directamente con ellos cuando los necesiten
CAPÍTULO IV El manejo de grupos en situaciones de
desastre.
E n los últimos años se ha desarrollado un número creciente de modalidades de intervención
en salud para atender las consecuencias de los desastres, entre las que se distinguen los
procedimientos grupales orientados a la recuperación psicológica y social de la población.

Hay tres razones fundamentales para trabajar con grupos en situaciones de desastre:

1. La cantidad de personas afectadas y necesitadas de ayuda psicosocial, como consecuencia


de los desastres, hace imposible la atención individual.

2. La mayoría de ellas no necesita una atención individual y profesional.

3. Las técnicas de intervención grupal han demostrado ser útiles para la mitigación de los
efectos psicológicos de los desastres y para la preparación de las personas en su recuperación.

En razón de lo anterior, resulta evidente que los trabajadores de la salud, los miembros de los
equipos de respuesta y muchos de los que intervienen en la mitigación de los efectos de los
desastres deben tener conocimientos mínimos de trabajo con grupos, como herramienta
necesaria para ejercer adecuadamente su labor y liderazgo.

También, es necesario enfatizar que debe existir un equilibrio adecuado entre las
intervenciones de tipo individual y las de carácter grupal.

Al igual que en otros tipos de intervenciones, en lo grupal se debe tomar en cuenta (1, 2):

 el tipo de desastre y sus características,


 el escenario comunitario y el contexto cultural,
 el modo de expresión de las emociones y los conflictos,
 la prioridad de los problemas, y
 el modo tradicional de afrontar los eventos traumáticos.

De acuerdo con sus propósitos, los grupos se pueden clasificar en: informativos y de
orientación, psicoeducativos y de apoyo emocional, autoayuda y ayuda mutua, y terapéuticos.

La representación en una pirámide de los diferentes tipos de grupo puede quedar conformada
así:

1. Una base ancha: grandes grupos de personas, con quienes se establece un primer contacto
y a quienes se les brinda información y orientación.

2. Un segundo nivel, más estrecho, los grupos psicoeducativos y de apoyo emocional,


dirigidos a colectivos más específicos y homogéneos, que requieren algún soporte psicológico.

3. Los grupos de ayuda mutua, integrados en algunos casos por personas que han estado
formando parte inicialmente de los grupos anteriores y 75 C a pítulo IV: El m a n ejo d e gru p
os e n situ a cio n es d e d esastre que tienen condiciones mínimas de motivación para
agruparse con sentido de autonomía.

4. Por último, en la cúspide de la pirámide, los grupos terapéuticos dirigidos a personas


portadoras de trastornos psíquicos. Se ofrecen por servicios de atención especializada.
En muchos casos puede existir una continuidad entre los grupos de información, los
psicoeducativos, los de ayuda mutua y los terapéuticos, los cuales difieren en sus objetivos
específicos y más inmediatos, pero coinciden en sus propósitos más generales. No siempre es
posible establecer límites estrictos entre los diferentes tipos de intervención grupal ya que una
modalidad siempre está conectada, en alguna medida, con otra (3, 4).

En este capítulo se trabaja sobre los grupos psicoeducativos y de apoyo emocional y los de
ayuda mutua. Los grupos de información se abordan en el capítulo de comunicación y los
terapéuticos se corresponden con procedimientos técnicos más complejos y deben ser
manejados por especialistas de salud mental, lo cual no es el propósito de este libro.

Características diferenciales entre los grupos informativos, los de apoyo


emocional y los terapéuticos.
El papel de los servicios y los profesionales de salud mental en los diferentes tipos de
grupos.
Informativos. Deben desarrollar, junto con los comunicadores sociales, actividades de
capacitación o asesoría dirigidas a las instituciones que trabajarán en la respuesta en
situaciones de desastres. Apoyan y asesoran a las autoridades y líderes en el desarrollo de
estrategias y planes de comunicación social, así como en el desarrollo de las propias reuniones
informativas.

De apoyo emocional. Capacitan a trabajadores de la salud o personal de ayuda humanitaria


para que puedan organizar y facilitar estos grupos en situaciones de desastre. Asesoran en el
terreno el desarrollo de los mismos.

De ayuda mutua. Fomentan la formación de este tipo de grupos y cooperan en su desarrollo


inicial. Participan, a solicitud del grupo, con actividades sobre temas de salud mental que les
puedan resultar útiles.

Terapéuticos. Actúan como conductores/terapeutas de estos grupos. Entrenan al personal de


atención primaria en salud y facilitadores de grupos psicoeducativos para que identifiquen
casos con patología psíquica y que requieran ser referidos a atención especializada.

Los grupos psicoeducativos y de apoyo emocional.


Apoyo emocional significa ayuda para disminuir o controlar la aflicción, el miedo, la tristeza y
otras manifestaciones que conforman la respuesta emocional normal ante las situaciones de
gran impacto. Educación es la transmisión de conocimientos básicos sobre el desastre y sus
efectos psicosociales; es lograr que el trabajo de grupo se convierta, en alguna medida, en un
proceso de aprendizaje para los afectados.

Los grupos psicoeducativos y de apoyo emocional se integran con personas que necesitan
ayuda psicosocial, comparten problemas o intereses similares derivados de la situación creada
por el evento traumático y, eventualmente, pueden coincidir en cuanto a atributos comunes
(por ejemplo, grupos de adolescentes).

El trabajo con este tipo de grupo se desarrolla, fundamentalmente, en el período poscrítico


inmediato (hasta tres meses). Los grupos psicoeducativos y de apoyo emocional juegan un
importante papel en los primeros días y semanas des- 78 G uía prá ctic a d e salu d m e ntal e n
desastres después del desastre, cuando existen altos niveles de afectación psicológica; en la
medida en que las personas se reintegran a la rutina diaria y la vida retorna a la normalidad,
los mismos van perdiendo protagonismo y son sustituidos por los grupos de ayuda mutua y
grupos terapéuticos.

Un elemento fundamental es que se trata de grupos que pueden y deben ser facilitados por
personal no especializado, por ejemplo, trabajadores de atención primaria y personal de ayuda
humanitaria. Un entrenamiento corto y bien diseñado puede ser suficiente para preparar
facilitadores que conduzcan estos grupos; lo idóneo es preparar este personal antes del
desastre, de manera que puedan recibir actualizaciones periódicas y prácticas en servicios que
les permitan mejorar sus habilidades.
Los grupos de apoyo emocional no deben ser de sesión única, sino que es recomendable que
se trabaje durante varias sesiones, relacionadas entre sí, con un papel central y de conducción
por parte del facilitador. En algunos casos, el facilitador, progresivamente, puede ser sustituido
por participantes del grupo con características de liderazgo, entre los que pueden encontrarse,
clérigos, líderes no formales, voluntarios y otros que forman parte de la comunidad afectada o
estén ligados a ella por factores culturales; en este proceso el grupo puede evolucionar hacía
un grupo de autoayuda y ayuda mutua.

Los objetivos son los siguientes:

1. Evaluar las necesidades psicosociales del grupo.

2. Ofrecer información sobre el desastre y los efectos psicosociales más comúnmente


observados.

3. Contribuir a reducir o controlar la aflicción, el sufrimiento, la tristeza y la ansiedad que


aparecen como consecuencia del suceso traumático, fortaleciendo las capacidades y destrezas
para el afrontamiento de los problemas.

4. Impulsar la integración a las actividades cotidianas en el seno de la familia y su comunidad.

5. Identificar a aquéllos que necesitan intervención especializada y remitirlos a los servicios


correspondientes

Estos objetivos pueden ser modificados en el transcurso del trabajo de grupo, según se
alcancen algunos y surjan otros nuevos. Como se señaló anteriormente, los objetivos pueden
acercarse frecuentemente a propósitos terapéuticos; existe una línea divisoria que no siempre
está completamente definida, por cuanto el apoyo emocional es indudablemente una acción,
en alguna medida, de tipo terapéutica.

Integración del grupo, escenarios y factores socioculturales.


Se recomienda que los grupos educativos y de apoyo emocional se integren, preferentemente,
con los miembros más vulnerables de la comunidad, pero que, también, sean más moldeables
y receptivos a la intervención en crisis; pueden ser niños, adolescentes, ancianos,
discapacitados y otros. En ellos es más factible la aceptación del apoyo emocional, la
atemperación de las respuestas y el desarrollo de nuevos patrones de conducta y manejo de
las emociones. No obstante, este tipo de procedimiento también puede ser útil en otros
grupos de personas afectadas por el desastre.

Los escenarios pueden ser diversos: escuelas, locales comunitarios, albergues y sedes
institucionales. En definitiva, son espacios disponibles, accesibles y con condiciones mínimas
de privacidad y confort para efectuar las actividades de grupo. Hay que tener en cuenta que
otras reuniones comunitarias pueden usar los mismos locales, por lo que es necesario
coordinar para evitar interferencias.

Las técnicas empleadas han de ser lo suficientemente flexibles para incorporar los patrones
culturales prevalecientes en la comunidad o en el grupo en particular. En cada contexto
comunitario existen patrones históricos de afrontamiento a los eventos traumáticos y muchos
de ellos han resultado exitosos en situaciones de desastres. El empleo de personajes propios
de la cultura, animales simbólicos y antecedentes de solución de problemas similares son
ejemplos de cómo los factores culturales pueden facilitar la recuperación. En otras ocasiones,
los elementos mágicos religiosos y las creencias sobre las causas y consecuencias del desastre
pueden actuar como factores negativos e interferir con la recuperación del grupo; en estos
casos, es necesario manejar la situación creada con prudencia, negociando y buscando aliados
entre los miembros de la comunidad y sus líderes para demostrar la certeza de las
apreciaciones del facilitador.

Estructura. Dos tipos de estructura pueden considerarse como opciones (4, 5):
1. Estructura abierta y continua: significa que los miembros del grupo asisten o dejan de asistir
según sus necesidades. El grupo se reúne cada cierto tiempo a lo largo del periodo previsto. Se
convierte en un recurso con el que cuentan las personas en la comunidad.

 Ventajas. La naturaleza del grupo lo hace accesible y disponible para los miembros de
la comunidad, en caso de necesidad. Los participantes no necesitan tener un
compromiso continuo, lo que puede ser abrumador en las etapas tempranas del
desastre.
 Desventajas. Puede ser complicado mantener la motivación de gru- 80 G uía prá ctic a
d e salu d m e ntal e n d esastres pos abiertos. El número de miembros fluctúa mucho.
“Comercializar” o pasar la voz acerca del grupo es una función continua y que se puede
convertir en difícil.

2. Estructura cerrada: significa que el grupo se constituye entre la primera y la segunda


reunión con las personas que hayan asistido; después, no se aceptan nuevos integrantes.
Generalmente, se establece un tiempo específico, por ejemplo 8 a 10 sesiones; también, se
establecen un programa específico y reglas claras de trabajo. La misma gente asistirá cada
sesión.

 Ventajas. El límite de tiempo acordado define claramente el inicio y el final del


proceso. Los participantes llegan a conocerse y a confiar entre sí; esto ayuda a
establecer fuertes relaciones interpersonales que pueden sobrepasar los límites del
grupo. Se pueden trabajar más a profundidad la problemática personal y la de la
comunidad.
 Desventajas. La estructura limita la remisión y el ingreso de nuevas personas al grupo.
En comunidades pequeñas y en las difíciles condiciones de un desastre, puede ser
difícil reclutar miembros que estén comprometidos a completar un programa. Se
requiere de un facilitador más experimentado y con fuerte reconocimiento de la
población.

Uno de los riesgos en ambos tipos de grupos es que algunas personas pueden quedar
atascadas dentro del grupo, en vez de tratar de remediar sus propios problemas y progresar en
su recuperación.

Aspectos metodológicos. Los grupos de apoyo emocional pueden beneficiarse de diversas


técnicas que dependen de los conocimientos y las destrezas del facilitador, por ejemplo,
relajación, uso de la música, etc. El criterio de inclusión es amplio; se pueden sumar
procedimientos y recursos didácticos o terapéuticos en un marco ordenado y sistemático en el
que se conserven los objetivos primarios del grupo y las líneas generales de trabajo. Sin
embargo, un principio es que no se puede permitir que alguien monopolice el trabajo del
grupo, centrándolo en una sola técnica o procedimiento específico.

Desde el punto de vista metodológico, los elementos esenciales son los siguientes:
 Definir la estructura y las reglas de las reuniones del grupo.
 Asegurar la continuidad del trabajo por un tiempo limitado (que se establece con
antelación).
 Propiciar un clima de seguridad y confianza.
 Fomentar la participación de los miembros del grupo.
 El conductor del grupo actúa como un facilitador que cataliza el proceso en un marco
general de no dirección.

Número de integrantes del grupo. Se recomienda que no sea menor de 8 personas para
facilitar un intercambio mínimo, ni mayor de 30, pues se hace difícil de manejar y se limita la
participación.

Tiempo de las sesiones. Es alrededor de una hora, aunque en la etapa inicial se puede ser
flexible. Nunca es recomendable que se extienda más de dos horas.

Frecuencia de las sesiones. Lo más común es semanal, pero puede acortarse el tiempo si así lo
deciden los participantes; un plazo mayor puede contribuir a que no se consolide el grupo.

Duración del proceso. Debe enmarcarse en el periodo inmediato al evento traumático y


básicamente durante las primeras cuatros semanas. En caso de facilitadores experimentados y
grupos en los que se evidencia la necesidad de continuidad, puede extenderse hasta tres
meses.

Líneas de trabajo. Es muy importante que el coordinador-facilitador del colectivo tenga


conocimientos básicos sobre salud mental y de manejo de grupos para poder conducir
correctamente el proceso. Las líneas de trabajo se agrupan en dos categorías:

1. Educación e información
Proporciona información veraz y confiable sobre el desastre, en especial, aborda las
situaciones que más interesan al grupo.

Desmitifica informaciones erróneas, alarmistas y de contenido mágico, teniendo en cuenta el


contexto sociocultural.

Informa sobre las posibilidades de repeticiones o réplicas.

Transmite recomendaciones y sugerencias para el enfrentamiento de la situación actual.

Considera las perspectivas del traslado a los albergues y la vida en ellos.

Trata de lograr una mejor comprensión de las acciones tomadas por las autoridades desde la
fase de impacto hasta el momento actual, siendo realista y sin convertirse en un vocero oficial.
Se puede transmitir a las autoridades las críticas o señalamientos realizados.

Discute o analiza el papel que puede jugar cada uno de los miembros del grupo en las etapas
de recuperación. Estimula la participación y la solidaridad.

Transmite información sobre los principales problemas psicosociales que se producen en casos
de desastres, con especial énfasis en las reacciones psicológicas normales ante la catástrofe,
las manifestaciones de duelo y las señales de complicaciones o de posibles enfermedades
psíquicas. Debe abordarse con especificidad la problemática de los grupos vulnerables, en
especial, los menores y adultos mayores. Hay que explicar que, también, es frecuente el
aumento de síntomas físicos, de la más variada gama, que son expresión de las tensiones.
2. Apoyo emocional (1, 6, 7)
 Estimula la comunicación directa y abierta entre el facilitador y el grupo.
 Favorece la integración y cohesión del grupo.
 Posibilita el intercambio de experiencias entre los integrantes del grupo, estimulando
la reflexión colectiva sobre las preocupaciones existentes.
 Facilita la expresión de emociones y sentimientos de los participantes: miedos,
culpabilidad, soledad, sensación de abandono, duelos por pérdidas, etc.
 Identifica y aborda las “pérdidas” como causales directas del duelo o la aflicción. En los
desastres ocurren numerosas pérdidas, que no sólo son humanas sino también
materiales. También aparecen problemas sociales como disfunción familiar, ruptura de
redes de apoyo, imposibilidad de realizar actividades habituales, interrupción de las
clases y otras. La importancia o la prioridad con las que se traten estos temas
dependen de las necesidades que exprese el grupo en las sesiones iniciales.
 Aborda las preocupaciones por el retorno a la rutina diaria de la vida: la escuela, el
trabajo y la vida en el albergue. Fomenta el reordenamiento de la dinámica de la vida
cotidiana, con el consecuente reacomodo necesario ante las nuevas circunstancias.

El propósito es que se genere una dinámica en la cual los miembros del desastre grupo
intercambien apoyo, orientación, experiencias en los modos de afrontamiento a situaciones
extremas y sobre la recuperación de su comunidad, favoreciendo aspectos tales como:

 a autorresponsabilidad de sus integrantes;


 la recuperación de la autoestima;
 los sentimientos de solidaridad;
 un clima de confianza, cordialidad y seguridad;
 el apoyo y la participación en las redes sociales existentes, y
 el establecimiento de relaciones con otros grupos y organizaciones, gubernamentales
o no gubernamentales

Formato para reuniones. Existen dos formatos básicos: Estructurado o formal. Existe un
programa mínimo y un procedimiento establecido que se respetan en cada reunión. Un
formato estructurado no necesita ser totalmente restrictivo, sino que puede incluir algunos
elementos de flexibilidad. Tiene como ventaja que ofrece a los miembros más seguridad, ya
que saben qué esperar a lo largo de la sesión.

Un esquema sugerido podría ser el siguiente.

 Bienvenida.
 Presentación de los participantes: debe utilizarse al inicio de la jornada para conocerse
mutuamente y facilitar la integración. Si son grupos abiertos, se suelen presentar los
nuevos asistentes de cada sesión.
 Exposición sobre los objetivos y reglas de funcionamiento del grupo (en la primera y la
segunda sesiones).
 Dinámica de animación: se puede desarrollar al inicio de las sesiones para crear un
ambiente interactivo, fraterno y de confianza; también, después de momentos
intensos y de cansancio para la integración y el descanso. Sin embargo, no debe
abusarse de las dinámicas de animación que pueden afectar la seriedad del trabajo.
 Un resumen sobre lo acontecido en el grupo hasta el momento (en las sesiones
previas).
 Información sobre el desastre o educativa sobre un tema solicitado por el grupo, que
puede ser impartida por un invitado.
 Intercambio de experiencias y reflexión sobre los problemas (individuales o colectivos):
implica la organización y la planificación de tareas en el colectivo, así como la
definición de metas por cumplir por el grupo o algunos de sus miembros, previo
acuerdo consensuado. La evaluación del cumplimiento debe ser flexible, evitando la
exigencia extrema (que puede producir tensión) o la superficialidad (que denota lo
inútil de los acuerdos). Este recurso puede convertirse en un instrumento importante
de aprendizaje y progreso del grupo, y debe vincularse con la situación concreta que
están viviendo como consecuencia del desastre. El ejercicio debe ser democrático y
permitir una amplia participación.
 Análisis o síntesis: implica recopilar las ideas fundamentales, ordenarlas y sintetizarlas.
Se promueve la discusión y se busca establecer relaciones causa-efecto.Siempre debe
hacerse un ejercicio de síntesis (resumen o recapitulación) al final de la sesión.
 Planeación de la próxima reunión.
 Después de finalizar la sesión, es recomendable que haya un espacio de conversación
informal y socialización.

No estructurado o informal. No tiene una agenda establecida; el grupo discute cualquier tema
que surja de las necesidades de los participantes. Es más común usar este formato en grupos
abiertos. Aun en este tipo de formato, el facilitador debe llevar control de algunos aspectos
mínimos de orden y sistematización de la reunión para evitar que se convierta en un proceso
caótico.

Roles y responsabilidades. Se necesita realizar tareas antes, durante y después de las


reuniones. Es necesario que los miembros del grupo compartan obligaciones y
responsabilidades de forma organizada y espontánea; esto fortalece el sentido de identidad y
pertenencia al grupo.

El facilitador, por supuesto, tiene una responsabilidad central en la conducción del grupo. Es el
responsable de iniciar y facilitar la reunión, de acuerdo con el programa establecido. Como
parte de sus funciones, organiza la discusión del tema, concede la palabra, señala si exceden el
tiempo en sus intervenciones, evita el desorden o las interrupciones frecuentes; trata,
finalmente, de ordenar y clarificar las discusiones.

Sin embargo, existen otras tareas que pueden distribuirse entre los miembros, por ejemplo:

 recoger la llave y abrir la puerta para la reunión


 alistar el salón para la reunión o dejarlo en el mismo estado que estaba antes;
 involucrarse en proporcionar información al grupo;
 organizar encuentros sociales, culturales o deportivos, y
 controlar el cumplimiento de los acuerdos

Etapas en el desarrollo del trabajo de grupo


Primera etapa. La etapa inicial puede durar una o más sesiones. En esta etapa, con una buena
motivación e información previa, se comienzan a expresar los principales problemas
psicológicos, como ansiedad, temor, tristeza, culpas. También, se plantean los problemas más
urgentes por resolver, como alojamiento, alimentación, seguridad, ayuda de las autoridades,
preocupaciones en los albergues, retorno a clases, el trabajo y los relacionados con las
posibilidades de repetición del desastre en el corto plazo.
Frente a un planteamiento individual, se debe explorar si el mismo también preocupa a otros
miembros del grupo, si el modo de sentirlo es igual o semejante, así como cuáles son las
posibles soluciones. Se trata de un ejercicio de ventilación por el colectivo, evitando que la
reunión se convierta en un reclamo de situaciones que debe resolver el facilitador. No olvidar
que lo fundamental es que los integrantes sean capaces de apoyarse mutuamente y fortalecer
sus capacidades de afrontamiento de los problemas que los aquejan.

En esta etapa es importante consolidar la comunicación entre los miembros del colectivo;
todos se enriquecen con las experiencias de los demás. Esto crea una dinámica ágil en las
reuniones y se logran la motivación y la cohesión del grupo.

Segunda etapa. Después de las sesiones iniciales, se consolida la dinámica del grupo que se
hace capaz de escuchar, reflexionar y atender los más variados problemas que se presentan,
con una significativa participación de todos sus integrantes. El facilitador debe propiciar
progresivamente que el grupo gane una mayor autonomía y favorecer que sus miembros
vayan asumiendo un papel más protagónico.

Es posible que el facilitador vaya teniendo un papel menos activo y estimulando la


participación de otros. Las cuestiones por tratar se refieren cada vez menos a las situaciones
críticas o de urgente solución de la etapa anterior y se incorporan nuevos temas surgidos de la
cambiante situación de la fase de recuperación.

Por ejemplo, el traslado de los damnificados a un albergue (aunque sea provisional) plantea
nuevos problemas, como el tiempo real de permanencia, el espacio vital disponible (necesidad
de compartir lugares como la cocina y el baño), el mantenimiento de la unidad familiar, la
ocupación de los albergados, el aumento del consumo de alcohol, etc.

Los problemas psicológicos iniciales y las señales de sufrimiento pueden diminuir en la medida
que transcurren las primeras semanas y las personas tienen un proceso de recuperación
natural; también, el grupo y otras acciones desplegadas pueden haber contribuido a mejorar la
estabilidad emocional de las personas. Sin embargo, en este segundo momento, pueden surgir
otras quejas derivadas de las nuevas condiciones de vida. Por otro lado, las reacciones que en
un primer momento se interpretaron como comprensibles o normales, pueden pasar a ser
consideradas como patológicas en la medida que se prolongan en el tiempo o por su
agravamiento. Es posible que el facilitador requiera remitir algunos casos a otras instancias o
servicios especializados.

En esta etapa, cuando el grupo es abierto, puede haber crecido tanto que se haga inoperante;
en ese caso, se puede multiplicar el grupo, o sea, originar dos o más grupos a partir del inicial.
Lo contrario es que el grupo se haya disuelto por una baja participación, lo que ocurre,
generalmente, cuando el trabajo del facilitador no ha sido bueno o no ha logrado una
adecuada motivación.

Tercera etapa. El grupo ha alcanzado un buen nivel de cohesión y maduración; se evidencia


más autonomía en el funcionamiento; se formalizan acuerdos y se toman decisiones sobre las
cuestiones discutidas. También, se inician otras actividades fuera de las sesiones periódicas y
es posible que se establezcan relaciones con otras instancias de la red de apoyo social. El grupo
está en capacidad de brindar apoyo personalizado a los integrantes que lo necesiten.

En esta etapa final se pueden tener varias alternativas:


 Aquellas personas con problemas psíquicos más complejos podrán pasar a grupos
terapéuticos.
 Partiendo de la decisión del grupo, éste se puede transformar en un grupo de
autoayuda y ayuda mutua con plena autonomía y otros alcances. En este caso, la
permanencia del facilitador como dirigente del grupo puede crear una situación de
dependencia de sus integrantes a sus directrices y, por tanto, se convierte en un freno
en el propósito de lograr mayor y mejores modalidades de afrontamiento a las
situaciones que demanda la cotidianidad y las condiciones creadas en el periodo de
recuperación.

Reglas básicas para el funcionamiento del grupo . El grupo necesita establecer un


conjunto de reglas para el buen funcionamiento de las reuniones. El establecimiento de límites
permite a los miembros saber qué esperar del grupo y ayuda a proporcionar un lugar seguro
para que la gente se reúna. Dentro del grupo, se le solicita a la persona que se exprese
abiertamente, con frecuencia frente a personas extrañas, sentimientos y emociones que rara
vez otros conocen, inclusive los miembros de la familia. Es necesario leer estas reglas al inicio
del trabajo y luego recordarlas periódicamente si fuere necesario.

A continuación, se enumeran las más importantes:

 Los miembros del grupo respetan el principio de la confidencialidad. Los ideas,


sentimientos y experiencias compartidas por el grupo permanecerán dentro de él, lo
cual significa que los miembros cuentan con la garantía de la privacidad de lo que se
discuta.
 Los miembros del grupo no asumen que los pensamientos o sentimientos expresados
sean correctos o incorrectos. No se hacen juicios de valor al respecto.
 Los miembros del grupo no juzgan ni critican a otros miembros; mostrarán
comprensión y tolerancia.
 Los integrantes del grupo asisten como personas que comparten una situación similar
de sufrimiento como consecuencia del evento traumático, por lo que están en la
capacidad de comprende mejor a los demás. El grupo no se reúne por simple simpatía
entre sus miembros, sino que comparte, además, la necesidad de ayuda psicosocial.
 Los miembros del grupo tienen derecho a compartir ideas y sentimientos, o pueden
permanecer callados. Deben intervenir en la reunión cuando lo deseen y, así mismo,
pueden retirarse cuando lo decidan.
 Se respeta y acepta lo que los miembros tienen en común y lo que es particular para
cada uno.
 Se respeta el derecho de todos los miembros a tener el mismo tiempo para expresarse
sin interrupciones

Selección y capacitación de los facilitadores . Es recomendable que en los planes de


preparación se prevea la capacitación de trabajadores que puedan actuar como facilitadores
de grupos de apoyo emocional en situaciones de desastres. Su selección debe ser cuidadosa y
hecha con tiempo suficiente, lo que asegura que el perfil del personal sea compatible con este
tipo de actividad.

Generalmente, los seleccionados son profesionales y técnicos de la atención primaria o


trabajadores de ayuda humanitaria, con un grado importante de reconocimiento en el seno de
su comunidad.
Estos son procedimientos sencillos no especializados, pero que requieren de un entrenamiento
mínimo en los principios técnicos correspondientes (4, 8, 9). Según la experiencia, un
programa de capacitación con estos objetivos requiere un mínimo de 40 horas, el cual debe
constar de información teórica, empleo de técnicas participativas, dramatizaciones, simulación
de situaciones similares y algunas actividades de práctica de servicios con grupos formados y
bajo supervisión de los entrenadores.

Las características de trabajo de estos grupos, en los que se abordan problemas emocionales y
de alto contenido humano, hacen imprescindible comenzar el entrenamiento por el
conocimiento de sí mismo que tenga el futuro facilitador, sus fortalezas y debilidades. ¿Cuál es
su real disponibilidad para ofrecer ayuda solidaria a otros en las difíciles condiciones de la
emergencia? ¿Está dispuesto a sacrificar su tranquilidad por lograr la de los demás? ¿Sabe
cuáles son sus características de personalidad? De los conocimientos y habilidades del
facilitador depende, en gran parte, el éxito del trabajo.

Un esquema mínimo de entrenamiento puede comprender los siguientes temas:

 El facilitador del grupo: características de su personalidad, cómo superar las limitantes


y alcanzar los mínimos deseables.
 Papel de la comunidad y los agentes comunitarios; los liderazgos.
 Los desastres y sus efectos psicológicos y sociales; respuestas normales ante el
desastre; factores protectores y de riesgo.
 Identificación e intervención en los principales problemas psicosociales.
 Identificación de las necesidades de los grupos más vulnerables.
 La dinámica de grupo; técnicas de participación y motivación.
 Solución de conflictos: principios de negociación para mejores resultados.
 La participación del grupo en la solución de los problemas presentados.

El debriefing. El debriefing es un procedimiento que facilita la descarga emocional de tipo


catártica, y favorece la ventilación, el recuerdo y el análisis del desastre suceso,
inmediatamente después de que ocurre.

El debriefing de sesión única fue de las intervenciones de grupo que gozó de más popularidad
y aceptación en las situaciones de desastres. Actualmente, numerosos expertos no
recomiendan su empleo; la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial
de la Salud también han fijado una posición crítica en este tema (10).

No hay evidencia disponible para recomendar el debriefing psicológico en una sesión, como
intervención básica en la población después de una situación de desastre. Parece ser que esta
técnica y sus diferentes variables no son efectivas y pueden ser contraproducentes al disminuir
la tendencia a la recuperación natural. En los estudios de seguimiento no se ha demostrado
que evite o disminuya la morbilidad por trastornos mentales en los individuos tratados de esta
manera.

No existen pruebas de que este procedimiento, que fue aparentemente útil en el contexto
militar en donde se originó, lo sea en su traslado al medio civil en situaciones de desastres o
gran estrés. No obstante, aún es posible encontrar profesionales y organizaciones que la
emplean.

Los grupos de autoayuda y ayuda mutua.


Los colectivos de ayuda mutua forman parte de la trilogía de intervenciones grupales. Existen
antecedentes de la formación de estos grupos en situaciones en las que se necesita la
participación activa de los afectados, lo cual facilita que la atención profesional o institucional
cuente con un complemento necesario.

Las experiencias exitosas corresponden a grupos de ayuda mutua dedicados a enfrentar


problemas frecuentes que afectan a los miembros de una comunidad. Son más conocidos los
dirigidos al enfrentamiento de las adicciones, particularmente el alcohol, como es el caso de
alcohólicos anónimos; aunque también los hay dedicados a las enfermedades mentales de
larga evolución como la esquizofrenia (11), en los que participan enfermos y familiares, y para
sobrevivientes de un suicidio (5).

El concepto de autoayuda y ayuda mutua se vincula a las acciones que emprenden los
individuos o familias con el fin de fomentar y restaurar su propia salud, y para evitar o limitar
las secuelas de una enfermedad. En ellas se aplica un conjunto de conocimientos, experiencias
y destrezas acumulados tanto por los profesionales de la salud como por la población.

Los grupos de ayuda mutua están conformados por individuos que están personalmente
afectados por un problema o condición específica. Son dirigidos por sus propios miembros, lo
cual significa que son quienes directamente sufren el problema los que controlan las
actividades y prioridades de su grupo (4, 5, 12).

Identificación de la necesidad. En los desastres y las emergencias se conforman por un


colectivo de personas afectadas por el suceso traumático y que afrontan situaciones comunes,
como pérdidas humanas y materiales, desempleo, falta de vivienda y otros. La problemática
compartida, así como el deseo de resolverla, es la principal motivación para la formación del
grupo.

Formación del grupo.

 Puede partir de la iniciativa de las propias personas.


 Puede derivarse de los grupos de apoyo emocional.
 Puede ser convocada por el personal de salud u otros con funciones de ayuda
humanitaria.
 Puede ser sugerida por organizaciones comunitarias o de las instancias responsables
de la disminución de los efectos del impacto

La convocatoria puede ser inmediata después del desastre o en la etapa de recuperación. Los
primeros integrantes de un grupo de este tipo deben ser personas que tengan sensibilidad
para la problemática humana y gocen de prestigio en su comunidad, siempre rigiéndose por el
principio de voluntariedad. Éste será el núcleo de enganche y sus integrantes están llamados a
jugar un importante papel en el desarrollo del grupo y su extensión.

Se consideran estructuras grupales voluntarias, con un número variable de miembros que


tienen como premisa superar la situación derivada del desastre y participar en la recuperación
de la comunidad a la que pertenecen. Tienen autonomía en su funcionamiento, aunque en sus
momentos iniciales pueden contar con la asesoría y la facilitación de algún personal o
profesional con conocimientos sobre el tema.

Los grupos de ayuda mutua pueden:

 proporcionar preparación de la comunidad para el afrontamiento de futuros desastres;


 participar en las acciones para la superación de las consecuencias del desastre, tanto
individuales como colectivas;
 establecer relaciones de colaboración y ayuda entre sus miembros;
 realizar abogamiento y defensa de sus derechos;
 realizar gestiones y establecer relaciones de trabajo con entidades gubernamentales y
no gubernamentales;
 contribuir a proteger la salud mental;
 apoyar la restitución de la vida cotidiana y normal de la comunidad;

Su funcionamiento puede extenderse en el tiempo y llegar a constituir uno de los elementos


básicos de las nuevas redes de apoyo social que surgen después de los desastres, en conjunto
con las organizaciones no gubernamentales y los entes de la sociedad civil.

En ocasiones, en la misma comunidad afectada, existen ya grupos formados que se activan


inmediatamente después del desastre y pueden actuar como catalizadores para ayudar a otros
colectivos. Los grupos tradicionales de la comunidad tienen la ventaja de su integración previa
y mayor cohesión interna, pero muchas veces éstos colapsan por el desastre (13).

Esquema operativo (4, 5)


Metas. El grupo necesita establecer sus metas usando un planteamiento que describa el
propósito general o la visión del grupo.

Objetivos. Son un conjunto de enunciados claros que definen las áreas sobre las cuales el
grupo desea centrarse.

 Lograr que la solución de los problemas derivados del desastre y la rehabilitación de la


comunidad se alcancen en parte por la participación de los miembros del grupo, en
contacto con las autoridades y por acciones entre iguales.
 Incrementar la autoestima y la responsabilidad de sus miembros en la solución de los
problemas planteados por el grupo.

Como objetivos colaterales deseables, desde el punto de vista de la salud mental, están los
siguientes:

 Lograr la más pronta recuperación psicológica de las personas afectadas y evitar que
las respuestas emocionales normales ante el desastre se conviertan en patológicas.
 Identificar a los individuos que necesitan una ayuda especializada o individual.

Estructura. En los primeros momentos, el grupo de ayuda mutua puede ser facilitado o dirigido
por un líder formal o un facilitador entrenado para ello, pero también puede ser iniciado por
un maestro, líder no formal de la comunidad u otra persona motivada e interesada. Los
integrantes del grupo inicial, una vez estructurado en sus primeras etapas, deben motivar a
otras personas para que se integren al mismo. Cuando sus actividades se hacen sostenibles, se
pasa a elegir, libremente, una directiva del grupo, que se encarga de su conducción, citación
para las reuniones, periodicidad, propuesta de formas de organización, posibles finanzas,
acciones concretas por seguir dentro del grupo y su extensión al medio social, y otras
cuestiones que garantizan la sostenibilidad en el tiempo del trabajo (meses o años).

Preguntas frecuentes que formulan quienes desean formar un grupo de ayuda


mutua.
A continuación se anotan algunos asuntos específicos que debe resolver el grupo:

 Elegir un nombre y su posible personería jurídica o representatividad pública.


 Definir bien su propósito y metas.
 Afiliar a sus miembros y proponer criterios de admisión.
 Evaluar finanzas y gastos.
 Promover la participación externa, en especial, de profesionales.
 Establecer comunicaciones.
 Formular aspectos prácticos de funcionamiento.

Consideraciones finales.
Se ha demostrado que, en situaciones de desastre y emergencia, se produce un incremento de
la morbilidad psiquiátrica y otros problemas psicológicos y sociales. Los procedimientos
grupales son una modalidad de intervención que se ha desarrollado con el objetivo de atender
estas consecuencias psicosociales.
Existen razones que justifican y hacen recomendable trabajar con grupos; entre otras, que la
mayoría de las personas no necesita una atención individual profesional y se beneficia más
mediante la participación en grupos.

Mediante el trabajo de grupo se alivian los efectos psicológicos negativos del desastre, se
aumentan las capacidades de las personas para afrontar o resolver las más variadas
situaciones en la etapa posterior al desastre y se preparan para su reintegración a la vida
cotidiana.

Los grupos se clasifican según sus objetivos: informativos y de orientación, psicoeducativos y


de apoyo emocional, autoayuda y ayuda mutua, y terapéuticos.

Dar apoyo emocional significa ayudar para disminuir o controlar la aflicción, los miedos, la
tristeza y otras manifestaciones psicológicas derivadas de situaciones de gran impacto.
Educación es transmitir conocimientos básicos sobre el desastre y sus efectos psicosociales.

Los grupos psicoeducativos y de apoyo emocional se integran con personas que necesitan
ayuda psicosocial, comparten problemas o intereses similares derivados de la situación creada
por el evento traumático y, eventualmente, pueden coincidir en cuanto a atributos comunes.

Los grupos psicoeducativos y de apoyo emocional pueden y deben ser facilitados por personal
no especializado como, por ejemplo, trabajadores de atención primaria y personal de ayuda
humanitaria. Un entrenamiento corto y bien diseñado puede ser suficiente para preparar
facilitadores que conduzcan estos grupos.

Los grupos de apoyo emocional pueden beneficiarse de diversas técnicas que dependen de los
conocimientos y destrezas del facilitador. Sin embargo, un principio es que no se puede
permitir que nadie monopolice el trabajo del grupo centrándolo en una sola técnica o
procedimiento específico.

No hay evidencia disponible para recomendar el debriefing psicológico en una sesión, como
intervención básica en la población después de un evento traumatico.

El concepto de autoayuda y ayuda mutua se vincula a las acciones que pueden emprender los
individuos y comunidades con el fin de recuperarse después de un desastre.

Los servicios de salud mental tienen un importante papel que jugar en la organización y el
desarrollo de grupos en el periodo posterior a un desastre.

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