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naturales”, por eso a veces se habla de “derechos naturales del
hombre”.1
- La expresión “derechos fundamentales”, que se ha impuesto sobre
las anteriores, se utilizó, según parece, por primera vez en Francia
(droits fondamentaux) hacia 1770, es decir, en plena Ilustración,
dentro del movimiento político y cultural que más tarde desembocó a
la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano de 1789, aunque en dicha Declaración ya fue desplazada
la expresión “derechos fundamentales” por “derechos del hombre”.
En cambio, donde sí cuajó el término fue en Alemania
(Grundrechte), siendo incorporado a la Constitución de 1848,
considerada como la única alemana del siglo XIX radicalmente
liberal y con cierta proyección democrática. La expresión reapareció
en la Constitución de Weimar de 1919 (república
semipresidencialista en que se constituyó Alemania tras perder la I
Guerra Mundial y que duró hasta 1933 en que gana las elecciones el
partido nazi) y, nuevamente, tras el paréntesis nacionalsocialista,
reaparece la expresión “derechos fundamentales en la Ley
Fundamental de Bonn de 1949, de donde la tomaron los
constituyentes españoles de 1978. En principio, se considerarían
como fundamentales aquellos derechos humanos reconocidos en el
Derecho Positivo de los Estados, y como normalmente ese
reconocimiento suele estar en la propia Constitución, es frecuente
que hoy en día se les denomine también “derechos constitucionales”,
aunque en el ordenamiento jurídico español no todos los derechos
constitucionales son derechos fundamentales en sentido estricto,
como veremos más adelante.
- Por otro lado y en un sentido más técnico, se utiliza todavía en
ocasiones la expresión “derechos públicos subjetivos”, que procede
de la doctrina alemana de finales del siglo XIX, que surgió con el fin
de unificar la teoría de los derechos humanos quitando de ella toda
connotación ideológica iusnaturalista. Nuestro Tribunal
Constitucional utiliza en ocasiones esta expresión.
- También se habla a veces de “libertades individuales”, como reflejo
de la concepción liberal de los derechos humanos. Y asimismo de
“libertades públicas”, aunque algunos piensan que éstas no se
refieren a todos los derechos fundamentales sino sólo a aquellos
llamados derechos de libertad.
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El iusnaturalismo o Derecho natural es una teoría ética y un enfoque filosófico del Derecho que
postula la existencia de derechos del hombre fundados en la naturaleza humana, universales, anteriores y
superiores (o independientes) al ordenamiento jurídico positivo y al derecho fundado en la costumbre o
derecho consuetudinario.
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2.- EVOLUCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES.-
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ampliación de determinados derechos fundamentales de naturaleza
democrática, en especial el derecho de voto. A su vez, sólo se puede hablar
de Estado social de Derecho cuando se reconocen otros derechos
fundamentales de naturaleza social, como por ejemplo el derecho a la
educación. Dicho de otra manera, los derechos fundamentales no son sólo
un límite jurídico al poder público dentro del sistema democrático, son, por
encima y antes de ello, un elemento necesario e imprescindible de dicho
sistema, de manera que no es posible hablar de democracia sin derechos
fundamentales porque ambos conceptos se funden y se presuponen
recíprocamente.
.-CARACTERÍSTICASDELOSDERECHOS
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FUNDAMENTALES.-
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ordenamiento jurídico); en su apartado 2, un principio estructural del
Estado social de Derecho: el relativo a la “función promocional de los
poderes públicos” (corresponde a los poderes públicos promover las
condiciones para la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en
que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan
o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos
en la vida política, económica cultural y social); y en su apartado 3 los
principios de: legalidad, jerarquía normativa, publicidad de las normas,
irretroactividad de las disposiciones no favorables o restrictivas de
derechos individuales, seguridad jurídica, responsabilidad e interdicción de
la arbitrariedad de los poderes públicos (que como ya sabemos son
principios del ordenamiento jurídico).
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2. Los de la segunda generación atienden a aquellos derechos y
libertades de carácter colectivo que hace posible la interacción
de los individuos y de los grupos en el seno de las sociedades
complejas: derechos de reunión y asociación (arts. 21 y 22),
derechos de participación (art. 23), etc.
3. Los de la tercera generación son los genéricamente calificamos
de económicos, sociales y culturales: derechos a la salud, al
trabajo, a la educación, al ocio, al desarrollo de una vida
familiar normal, a una vivienda digna, etc.
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asegurar el papel del ciudadano en el sistema político con el triple objetivo
de: 1) respetar su esfera privada, 2) reconocer su determinante
participación en la formación de la voluntad estatal y 3) organizar un
sistema de prestaciones positivas. Además, esa vocación de plenitud se
manifiesta en la cláusula que contiene el art. 10.1 de la CE, el cual
encabeza el Título I, que es considerado por muchos autores como la puerta
abierta a la recepción de los derechos fundamentales no formulados
expresamente en la CE, permitiendo así la evolución y adaptación del
sistema de derechos a las necesidades de los nuevos tiempos.
El artículo 10.1 de la CE (claramente copiado del art. 1 de la Ley
Fundamental de Bonn) dice así: “La dignidad de la persona, de los
derechos inviolables que le son inherentes, el libres desarrollo de la
personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son el
fundamento del orden político y la paz social”.
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ha reconocido el TC en numerosas sentencias). Por ejemplo,
el reconocimiento legal a los sindicatos de la facultad de
presentar candidaturas y de la promoción de éstas (en las
elecciones de delegados sindicales), que pese a derivar de un
reconocimiento “legal”, se integran en la libertad sindical del
art. 28 CE, tanto en su aspecto colectivo como individual.
3. La interpretación de los derechos fundamentales reconocidos
por la Constitución realizada por el TC en sus sentencias: que
ha dado como fruto el reconocimiento de otros derechos que
materialmente no están incluidos en la CE. Así por ejemplo:
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• El Capítulo I (“de los españoles y extranjeros”), regula las
condiciones de ejercicio de los derechos fundamentales, si bien,
algunas de esas condiciones representan en sí mismas derechos. Así
se regula en los artículos 11, 12 y 13: la nacionalidad, la mayoría de
edad de los españoles y los derechos de los extranjeros en España.
• El Capítulo II (“derechos y libertades”) es el apartado en que se sitúa
la auténtica declaración de derechos, que se divide a su vez en dos
secciones precedidas del reconocimiento del principio de igualdad
ante la ley y en la ley (art. 14); la Sección Primera se denomina “de
los derechos fundamentales y las libertades públicas” (art. 15 a 29); y
la Sección Segunda se titula “de los derechos y deberes de los
ciudadanos” (art. 30 a 38). Esta división en dos secciones es
sumamente importante en lo que se refiere al distinto nivel de
protección que alcanzan los derechos según se encuentren en la
sección primera o en la segunda, a la luz de lo dispuesto en el art. 53.
Sólo los derechos reconocidos en el art. 14 y los reconocidos en la
Sección 1ª (art. 15 a 29) pueden calificarse como derechos
fundamentales “en sentido estricto”, aunque a veces se aplique
esta terminología a todo el Capítulo II e incluso, de forma
técnicamente incorrecta, a todo el Título I.
• El Capítulo III (“De los principios rectores de la política social y
económica”), como su propia denominación indica, no reconoce
propiamente derechos subjetivos sino “principios rectores” que
deben presidir la acción de los poderes públicos. Se trata de un
bloque de derechos denominados por la doctrina “económicos,
sociales y culturales”.
• El Capítulo IV (“De las garantías de las libertades y derechos
fundamentales”) está dedicado a las garantías normativas,
institucionales y jurisdiccionales de los derechos y libertades
fundamentales, convirtiéndose en la verdadera clave de todo el
sistema, porque un derecho vale lo que vale su garantía.
• El Capítulo V (“De la suspensión de los derechos y libertades”) tiene
por objeto la regulación constitucional de los diferentes supuestos y
condiciones en los que es posible la suspensión de algunos derechos
y libertades o más bien de sus garantías: supuestos de suspensión
general o colectiva en los estados de excepción y de sitio y supuestos
de suspensión individual en relación con la actuación de bandas
armadas o elementos terroristas.
Por otra parte hay que tener presente que no todos los contenidos de los
citados preceptos 14 a 29 CE comprenden derechos fundamentales, pues
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junto al reconocimiento de ellos existen también normas que no reconocen
propiamente derechos fundamentales, estableciendo reglas
complementarias a la regulación de éstos: mandatos al legislador (20.3 CE),
normas finalistas (art. 25.2 CE), garantías institucionales (art. 27.10 CE)
etc. Asimismo el TC ha establecido que no contienen derecho fundamental
alguno protegible a través del recurso de amparo: ni la previsión contenida
en el art. 27 de la CE que establece que los poderes públicos
inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el
cumplimiento de las leyes, pues no forma parte del derecho a la educación
(STC 86/85 y 26/87); ni la contenida en el art. 16.3 de la CE, según la cual
los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias de la sociedad
española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la
Iglesia Católica y las demás confesiones.
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