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Declaración de los Derechos del Hombre

y del Ciudadano
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Representación de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789.

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (en francés:


Déclaration des droits de l'homme et du citoyen) aprobada por la Asamblea Nacional
Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789, es uno de los documentos
fundamentales de la Revolución francesa (1789-1799) en cuanto a definir los derechos
personales y colectivos como universales. Influenciada por la doctrina de los derechos
naturales, los derechos del Hombre se entienden como universales, válidos en todo
momento y ocasión al pertenecer a la naturaleza humana.

Aún cuando establece los derechos fundamentales de los ciudadanos franceses y de


todos los hombres sin excepción, no se refiere a la condición de las mujeres o la
esclavitud, aunque esta última será abolida por la Convención Nacional el 4 de febrero
de 1794. Sin embargo es considerado un documento precursor de los derechos humanos
a nivel nacional e internacional. No fue hasta que Olympe de Gouges, en 1791,
proclamó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana que las mujeres
entraron, por lo menos a través de un documento no oficial, en la historia de los
derechos humanos.

La Declaración fue el prefacio a la Constitución de 1791. La primera traducción


americana completa de sus 17 artículos al castellano es obra de Antonio Nariño,
publicada en Bogotá, capital de Colombia, en 1793.

Una segunda versión ampliada, conocida como Declaración de los Derechos del
Hombre de 1793 fue aprobada posteriormente e incorporada a la Constitución francesa
de 1793, ambas de muy breve aplicación. Seguida de la Declaración de los Derechos y
Deberes del Hombre y del Ciudadano de 1795 en la Constitución de 1795 que establece
el Directorio.

En el derecho constitucional francés, la Declaración de 1789 es parte de la Constitución


francesa de 1946, que agrega los derechos sociales en su preámbulo, y de la
Constitución francesa de 1958 que reitera los mismos derechos de la Declaración y el
preámbulo de 1946.

Índice
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 1 Historia
 2 Contenido
 3 Artículos
 4 Efectos en el derecho constitucional francés
 5 Memoria del Mundo
 6 Referencias
 7 Bibliografía
 8 Véase también
 9 Enlaces externos

Historia[editar]

Patente real de Luis XVI de Francia.

Es escrito por el Juramento del Juego de Pelota, el 20 de junio de 1789, los diputados
franceses de la Asamblea Nacional se habían fijado como misión principal la de dar por
primera vez una Constitución a Francia, y crearon con este fin un comité que preparase
el "orden de trabajo sobre la constitución del reino". El mismo día que la Asamblea
adoptó el nombre de Asamblea Nacional Constituyente, el 9 de julio de 1789, Mounier
presentó ante la Asamblea el informe del comité, en el que se recomendaba redactar un
preámbulo que enumerase los derechos fundamentales que la Constitución debía
respetar.1 Se llegaron a leer 21 proyectos de declaración, incluido uno de La Fayette,
uno de Robespierre y otro de la ciudad de París.2 El 19 de agosto, la Asamblea acordó
que la declaración sería debatida por los diputados a partir del proyecto de 24 artículos
propuesto por el 6º Bureau, que fue el proyecto más votado por delante del presentado
por el Abad Sieyès.3 Los artículos fueron debatidos, redactados y votados uno por uno
en los días siguientes (del 20 al 26 de agosto), modificándose sustancialmente el
contenido de la declaración que quedó en 17 artículos. Se aprobó el último artículo, el
17 relativo al derecho a la propiedad, el 26 de agosto de 1789.4 5

La Declaración fue promulgada por patente real el 3 de noviembre de 1789, junto con
otros textos aprobados por la Asamblea Nacional desde el 4 de agosto de 1789. Aquella
noche se había aprobado la abolición de los privilegios en los que se basaba la sociedad
del Antiguo Régimen, poniendo fin al sistema feudal.

Contenido[editar]
La declaración establece los principios de la sociedad que serán la base de la nueva
legitimidad, acabando con los principios, las instituciones y las prácticas del Antiguo
Régimen: "El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación". La
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano considera legítima la revuelta
de los diputados en contra de la monarquía absoluta, al declarar como derecho
imprescindible del hombre la "resistencia a la opresión".

La declaración tiene un alcance general y orientado hacia el futuro. Los Constituyentes


enumeran los "derechos inherentes a la naturaleza humana", que no son derechos
creados por los revolucionarios, sino que son derechos constatados. Es la consecución
de la filosofía del Siglo de las Luces. El artículo 2 enumera los derechos naturales e
imprescriptibles del hombre, que son anteriores a los poderes establecidos y son
considerados como aplicables en cualquier lugar y cualquier época:6

 la libertad
 la propiedad
 la seguridad
 la resistencia a la opresión

Muchos artículos son dedicados a la libertad:

 Artículo 1: "Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos";


 Los artículos 4 y 5 intentan definir y circunscribir la libertad. Es definida como
"lo que no perjudica a nadie" y sólo la ley le puede poner límites;
 Los artículos 7, 8 y 9 precisan las características de la libertad individual:
presunción de inocencia e irretroactividad de la ley;
 Los artículos 10 y 11 se refieren a la libertad de opinión, de prensa y de
conciencia.

El principio de igualdad es establecido en el artículo primero, la igualdad ante la


Hacienda Pública en el artículo 13 (en respuesta a la reivindicación más repetida en los
Cuadernos de quejas), y la igualdad frente a la ley en el artículo 6 (igualdad para
acceder a los cargos públicos sólo con base en las capacidades individuales).
La propiedad es un derecho inviolable y sagrado (artículo 17). Según este artículo
"Nadie puede ser privado de ella, excepto cuando la necesidad pública, legalmente
constatada, lo exige con evidencia y con la condición de una indemnización previa y
justa."

Los artículos que definen al ciudadano dentro de la organización del sistema político
son menos precisos y son condicionados por el recelo hacia el Antiguo Régimen. El
artículo 6 afirma que la ley es la expresión de la voluntad general, la expresión de la
soberanía y la fuente de los poderes públicos. Según el artículo 15, los agentes públicos
son responsables de su gestión y la sociedad tiene el derecho de pedirles que rindan
cuenta de ella. No se mencionan sin embargo los derechos sociales, que proceden de
una definición distinta de la palabra "derecho": la Declaración determina la legitimidad
de los actos, mientras que los derechos sociales definen garantías materiales.

El artículo 16 es el precepto en el cual están consagrados los fundamentos de todo


Estado que se jacte de tener Constitución; el artículo en comento señala que un Estado
que no garantice los derechos humanos y no establezca la separación de poderes, carece
de Constitución.

Los miembros de la Asamblea Constituyente manejaban ideas generales y conceptos


teóricos, pero no definieron las condiciones concretas en las que se debía de establecer
el gobierno del pueblo, dado que se trataba de un preámbulo a una Constitución.
Plantearon principios trascendentales cuya aplicación concreta quedó definida en la
propia Constitución. Este texto servirá de base a todos los regímenes que se inscriben
dentro de una tradición republicana.

La Declaración de 1789 ha inspirado un gran número de textos similares en Europa y


América Latina. La tradición heredada de la Revolución francesa está también presente
en la Convención Europea de los Derechos Humanos, firmada en Roma el 4 de
noviembre de 1950.

Artículos[editar]
Los Artículos de La Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano son los siguientes:

I. Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en cuanto a sus derechos. Las
distinciones civiles sólo podrán fundarse en la utilidad pública.

II. La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales


e imprescriptibles del hombre. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad
y la resistencia a la opresión.

III. La fuente de toda soberanía reside esencialmente en la Nación; ningún individuo ni


ninguna corporación pueden ser revestidos de autoridad alguna que no emane
directamente de ella.

IV. La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás.
El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros límites que los que
garantizan a los demás miembros de la sociedad el disfrute de los mismos derechos.
Estos límites sólo pueden ser determinados por la ley.

V. La ley sólo puede prohibir las acciones que son perjudiciales a la sociedad. Lo que
no está prohibido por la ley no puede ser impedido. Nadie puede verse obligado a
aquello que la ley no ordena.

VI. La ley es expresión de la voluntad de la comunidad. Todos los ciudadanos tienen


derecho a colaborar en su formación, sea personalmente, sea por medio de sus
representantes. Debe ser igual para todos, sea para proteger o para castigar. Siendo
todos los ciudadanos iguales ante ella, todos son igualmente elegibles para todos los
honores, colocaciones y empleos, conforme a sus distintas capacidades, sin ninguna otra
distinción que la creada por sus virtudes y conocimientos.

VII. Ningún hombre puede ser acusado, arrestado y mantenido en confinamiento,


excepto en los casos determinados por la ley, y de acuerdo con las formas por ésta
prescritas. Todo aquél que promueva, solicite, ejecute o haga que sean ejecutadas
órdenes arbitrarias, debe ser castigado, y todo ciudadano requerido o aprendido por
virtud de la ley debe obedecer inmediatamente, y se hace culpable si ofrece resistencia.

VIII. La ley no debe imponer otras penas que aquéllas que son estricta y evidentemente
necesarias; y nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley promulgada con
anterioridad a la ofensa y legalmente aplicada.

IX. Todo hombre es considerado inocente hasta que ha sido declarado convicto. Si se
estima que su arresto es indispensable, cualquier rigor mayor del indispensable para
asegurar su persona ha de ser severamente reprimido por la ley.

X. Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus ideas
religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden público
establecido por la ley.

XI. Puesto que la libre comunicación de los pensamientos y opiniones es uno de los más
valiosos derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir y publicar
libremente, excepto cuando tenga que responder del abuso de esta libertad en los casos
determinados por la ley.

XII. Siendo necesaria una fuerza pública para garantizar los derechos del hombre y del
ciudadano, se constituirá esta fuerza en beneficio de la comunidad, y no para el
provecho particular de las personas a las que ha sido confiada.

XIII. Siendo necesaria, para sostener la fuerza pública y subvenir a los gastos de
administración, una contribución común, ésta debe ser distribuida equitativamente entre
los ciudadanos, de acuerdo con sus facultades.

XIV. Todo ciudadano tiene derecho, ya por sí mismo o por su representante, a constatar
la necesidad de la contribución pública, a consentirla libremente, a comprobar su
adjudicación y a determinar su cuantía, su modo de amillaramiento, su recaudación y su
duración.
XV. La sociedad tiene derecho a pedir a todos sus agentes cuentas de su administración.

XVI. Una sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la


separación de poderes definida, no tiene Constitución.

XVII. Siendo inviolable y sagrado el derecho de propiedad, nadie podrá ser privado de
él, excepto cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exige de manera
evidente, y a la condición de una indemnización previa y justa.

Efectos en el derecho constitucional francés[editar]


De acuerdo al preámbulo de la Constitución de la Quinta República de Francia
(adoptada el 4 de octubre de 1950, y actual constitución), se establece que:

 Las legislaciones de impuestos o prácticas que parezcan hacer alguna


innecesaria diferencia entre ciudadanos son desechadas como
anticonstitucionales.
 Las propuestas de clara discriminación con bases étnicas son descartadas porque
infringen el principio de igualdad, ya que deberían estar en igualdad.

Memoria del Mundo[editar]


Desde 2003, el conjunto de los textos y documentos referentes a la proclamación de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano ha sido seleccionado por la
UNESCO para integrar la lista del registro de la Memoria del Mundo. Este registro
recopila el patrimonio documental de interés universal, con el propósito de asegurar su
preservación.

Referencias[editar]
1. Volver arriba ↑ Texto integral del informe de Mounier, en los archivos de la Asamblea
Nacional de 1787 a 1860, del 5 de mayo de 1789 al 15 de septiembre de 1789, debates
del 9 de julio de 1789, págs. 214-216, en Gallica.
2. Volver arriba ↑ Weiss, Juan Bautista (1931). Historia Universal, Volumen XV: Los
Estados Unidos vs Canada. La Revolución francesa. Barcelona: Tipografía La
Educación., pág. 506
3. Volver arriba ↑ Resolución del 19 de agosto de 1789, en los archivos de la Asamblea
Nacional de 1787 a 1860, del 5 de mayo de 1789 al 15 de septiembre de 1789, pág. 459,
en Gallica.
4. Volver arriba ↑ Debates del 26 de agosto de 1789, en los archivos de la Asamblea
Nacional de 1787 a 1860, del 5 de mayo de 1789 al 15 de septiembre de 1789, pág. 489,
en Gallica.
5. Volver arriba ↑ Algunas fuentes indican equivocadamente como día de la aprobación el
27 de agosto.
6. Volver arriba ↑ Art. 2°. La meta de toda asociación política es la tutela de los derechos
naturales e imprescriptibles del hombre. Estas derechos son: la libertad, la propiedad, la
seguridad y la resistencia a la opresión.

Bibliografía[editar]
 Georg Jellinek, Die Erklärung der Menschen- und Bürgerrechte,
Duncker&Humblot, Berlín, 1895.

 Vincent Marcaggi, Les origines de la déclaration des droits de l'homme de 1789,


Fontenmoing, París, 1912.

 Giorgio Del Vecchio, La déclaration des droits de l’homme et du citoyen dans


la Révolution française: contributions à l’histoire de la civilisation européenne,
Librairie générale de droit et de jurisprudence, París, 1968.

 Stéphane Rials, ed, La déclaration des droits de l’homme et du citoyen,


Hachette, París, 1988, ISBN 2-01-014671-9.

 Claude-Albert Colliard, La déclaration des droits de l’homme et du citoyen de


1789, La doumentation française, París, 1990, ISBN 2-11-002329-5.

 Gérard Conac, Marc Debene, Gérard Teboul, eds, La Déclaration des droits de
l'homme et du citoyen de 1789; histoire, analyse et commentaires, Economica,
París, 1993, ISBN 978-2-7178-2483-4.

 Realino Marra, La giustizia penale nei princìpi del 1789, in «Materiali per una
storia della cultura giuridica», XXXI-2, 2001, pp. 353-64.

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