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TEMA 6.

1. LOS DERECHOS Y LIBERTADES FUNDAMENTALES


CONTENIDOS EN LOS ARTÍCULOS 14 A 29 DE LA CONS-
TITUCIÓN.- 2. LOS DERECHOS Y DEBERES DE LOS CIU-
DADANOS (artículos 30 a 38 CE).- 3. LOS PRINCIPIOS
RECTORES DE LA POLÍTICA SOCIAL Y ECONÓMICA
(artículos 39 a 52).-

1.- LOS DERECHOS Y LIBERTADES FUNDAMENTALES


CONTENIDOS EN LOS ARTÍCULOS 14 A 29 DE LA
CONSTITUCIÓN.-

IGUALDAD ANTE LA LEY. DERECHO A NO SUFRIR DISCRIMI-


NACIÓN: artículo 14 CE.
Ha sido estudiado en el tema 5.

DERECHOS FUNDAMENTALES Y LIBERTADES PÚBLICAS: ar-


tículos 15 a 29 CE, es decir, los contenidos en la Sección 1ª, del
Capítulo 2º del Título 1º de la CE; los derechos contenidos en estos
artículos, junto con el derecho a la igualdad del artículo 14, son los
denominados derechos “fundamentales” en sentido estricto:

-Derecho a la vida y a la integridad física y moral. (Art. 15 CE, que


incluye dos derechos.

Derecho a la vida, que ha de ser digna, excluyendo la tortura y los tratos


inhumanos y degradantes. También el derecho a la vida exige determinar el
momento en que comienza ésta1, en relación con el problema del aborto, así
como la determinación del momento en que se produce la muerte, en
relación con el problema de la eutanasia.

1
Artículo 29 del Código civil: El nacimiento determina la personalidad; pero el
concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que
nazca con las condiciones que expresa el artículo siguiente. Artículo 30 del Código
civil: La personalidad se adquiere en el momento del nacimiento con vida, una vez
producido el entero desprendimiento del seno materno.

!1
El derecho a la vida es un derecho de todas las personas,
independientemente de su condición de ciudadano o extranjero. Asimismo
el art. 15 declara la abolición de la pena de muerte, salvo lo que puedan
disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra. En el año 1995
quedó definitivamente abolida la pena de muerte mediante la ley Orgánica
Penal Militar.

En cuanto al tema del aborto, se admite hoy en día un sistema de


plazos combinado con un sistema de supuestos, establecidos en la ley
Orgánica 2/2010 de tres de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la
interrupción voluntaria del embarazo que ha sido modificada por la Ley
Orgánica 11/2015 de 21 de septiembre . El aborto realizado fuera de los
supuestos contemplados en esta ley orgánica, será delito, regulado en los
artículo 145 y siguientes del Código Penal.

(La razón de esto es que, partiendo de la doctrina sentada por el TC en su


sentencia 53/1985, siendo la vida del nasciturus un bien jurídico
constitucional que debe ser protegido, aunque no sea titular del derecho
fundamental a la vida por no ser aún persona, estando penado el aborto en
términos genéricos, se acepta la no punibilidad del aborto en determinados
supuestos en que la vida del nasciturus entra en conflicto con la vida, la
salud o la dignidad de la madre, que son bienes integrados en los derechos
fundamentales de una persona, que por esta razón se encuentran
superiormente protegidos).

Y en cuanto al tema de la eutanasia, según el TC el derecho a la vida no


incluye el derecho a poner fin a la propia vida, por lo que la eutanasia
(auxilio activo para que el individuo que lo desee ponga fin a su vida) está
prohibida por el Código Penal. Si está admitida la llamada eutanasia pasiva
u ortotanasia, consistente en dejar morir a tiempo sin emplear medios
desproporcionados y extraordinarios para el mantenimiento de la vida, es
decir, existe el derecho del paciente a morir dignamente sin el empleo de
medios desproporcionados y extraordinarios para mantenerle con vida a
toda costa. Se ha sustituido en la terminología práctica por muerte digna,
para centrar el concepto en la condición (dignidad) del enfermo terminal y
no en la voluntad de morir. Por tanto, la ortotanasia se incluye, no dentro
del derecho a la vida, sino más bien dentro del derecho a la integridad física
y moral.

!2
El derecho a la integridad física y moral abarca la totalidad de la
vida e incluye, por consiguiente: 1.- el derecho a una muerte digna, como
última fase de la vida humana. Y el derecho a la integridad física y moral
ha de incluir también: 2.-el derecho a decidir sobre el tratamiento médico,
de forma que el sujeto pueda rechazarlo cuando lo estime innecesario por
causarle un sufrimiento excesivo o desproporcionado, o por alargar
artificialmente su propia existencia en condiciones penosas. En el caso de
que el sujeto no sea capaz de decidir por sí mismo y no conste cuál es su
voluntad (en el documento de voluntades anticipadas), habría que estar a la
voluntad de los parientes más próximos, con la debida intervención médica
y, en su caso, judicial. En tales casos, el tratamiento médico en contra de la
voluntad del sujeto supuestamente beneficiado pero incapacitado por su
estado de salud para oponerse al mismo, incurre plenamente en un
tratamiento inhumano o degradante, puesto que la enfermedad no es
consecuencia directa del comportamiento del propio sujeto y el tratamiento
no ofrece un resultado que compense el sufrimiento ocasionado.

Además, la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente y de Derechos y


Obligaciones en materia de Información y Documentación Clínica exige
que cada intervención médica debe de estar autorizada por el previo
consentimiento del paciente que, a su vez, se ha de encontrar precedido de
la correspondiente información sobre el procedimiento a aplicar. Por regla
general dicha información se proporciona verbalmente dejando constancia
de ello en la historia clínica del paciente, salvo en los supuestos en que es
obligatorio prestar el consentimiento por escrito: intervención quirúrgica,
procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasores y, en general,
aplicación de procedimientos que suponen riesgos o inconvenientes de
notoria y previsible repercusión negativa sobre la salud del paciente. Es lo
se llama “consentimiento informado” y comprende como mínimo la
finalidad y naturaleza de la intervención, sus riesgos y sus consecuencias.

Pues bien, según el Tribunal Constitucional (STC 37/2011) “el


consentimiento del paciente a cualquier intervención sobre su persona es
inherente a su derecho fundamental a la integridad física, la facultad que
éste supone a impedir toda intervención no consentida sobre el propio

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cuerpo, que no puede verse limitada de manera injustificada 2 como
consecuencia de una situación de enfermedad”.

Ahora bien, para que esa facultad de consentir se pueda ejercer


libremente, el sujeto ha de constar con la previa información médica
adecuada sobre la intervención médica que se le va a realizar, que es lo que
se ha venido a llamar el “consentimiento informado” es una garantía
obligada del derecho a la integridad física y moral que determina que su
omisión y su defectuosa realización puedan suponer una lesión del propio
derecho fundamental. (Leer la STC 37/2011).

-Libertad ideológica, religiosa y de culto (art. 16 CE).

La libertad ideológica o de creencias puede definirse como el


derecho a mantener las ideas y convicciones “de cualquier tipo” sobre la
sociedad y la comunidad política, e implica que cada cual puede
organizarse en común con aquellos que piensen parecido, para proclamar y
defender sus ideas, pero siempre dentro de un orden. Cada ciudadano puede
tener las creencias que estime más convenientes, religiosas o de cualquier
otra clase, expresándolas libremente, sin más limitación que aquella que
impone el mantenimiento del orden público y con la garantía de que no será
perseguido por ellas, no pudiendo nadie ser obligado a declarar sobre su
ideología.

Libertad religiosa consiste en el derecho a mantener las ideas y


convicciones propias sobre el origen del hombre, la existencia de un ser (o

2
El art. 9 de la Ley 41/2002 establece las siguientes excepciones al consentimiento
informado en su punto segundo. 2. Los facultativos podrán llevar a cabo las
intervenciones clínicas indispensables en favor de la salud del paciente, sin necesidad de
contar con su consentimiento, en los siguientes casos:
a) Cuando existe riesgo para la salud pública a causa de razones sanitarias establecidas
por la Ley. En todo caso, una vez adoptadas las medidas pertinentes, de conformidad
con lo establecido en la Ley Orgánica 3/1986, se comunicarán a la autoridad judicial en
el plazo máximo de 24 horas siempre que dispongan el internamiento obligatorio de
personas.
b) Cuando existe riesgo inmediato grave para la integridad física o psíquica del enfermo
y no es posible conseguir su autorización, consultando, cuando las circunstancias lo
permitan, a sus familiares o a las personas vinculadas de hecho a él.

!4
varios) superior al hombre y creador de todo lo existente, o sobre
concepciones análogas sobre el origen del universo; e implica profesar la
religión que cada uno quiera o no profesar ninguna. Y tampoco nadie puede
ser obligado a declarar sobre sus creencias religiosas.

Ambas libertades, ideológica y religiosa, pueden considerarse


manifestaciones de la genérica libertad de pensamiento y tienen dos
facetas, una interior y otra exterior. En su proyección interior ambas son
“ilimitadas”, pero en su proyección exterior ambas libertades se “solapan”
con otras. Así la libertad ideológica, en su proyección exterior, se solapa
con la libertad de expresión (y también con la libertad de enseñanza, de
asociación, reunión y manifestación), mientras que la libertad religiosa en
su proyección exterior sería la llamada libertad de culto.

Se entiende por libertad de culto el derecho a mantener lugares de


culto y a practicarlo, tanto dentro de tales recintos como en el exterior.

Pues bien, estas libertades, ideológica, religiosa y de culto, en su


proyección exterior, tienen como único límite “el mantenimiento del orden
público tutelado por la ley” (según el art. 16 de la CE). Este orden público
protegido por la ley lo define la Ley Orgánica 7/1980 de Libertad Religiosa
como “la salvaguardia de la salud y la moralidad pública”, añadiendo
como límite al ejercicio de la libertad religiosa la protección del derecho de
los demás al ejercicio de sus libertades públicas y derechos fundamentales.

-Derecho a la libertad personal y a la seguridad. (Art. 17 CE).

No se comprende la dignidad de la persona si no es en el ejercicio de


la libertad. Según la CE, toda persona tiene derecho a la libertad y a la
seguridad. Nadie puede ser privado de su libertad, sino con la observancia
de lo establecido en la propia Constitución y en los casos y en la forma
previstos en la ley; la detención preventiva no puede durar más del tiempo
estrictamente necesario para la realización de las averiguaciones tendentes
al esclarecimiento de los hechos y en todo caso no puede durar más de 72
horas; y se garantiza la asistencia de un letrado al detenido. Se establece el
procedimiento de “Habeas Corpus” para el supuesto de detención ilegal.

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La libertad es un bien universal o absoluto. La concepción de la
libertad como derecho subjetivo que corresponde a todos, del que sólo se
puede ser despojado en casos tasados y previamente determinados en una
ley, así como que contra la privación arbitraria de la libertad deben de
establecerse recursos de carácter jurídico, es una noción de la modernidad,
que se corresponde con el nacimiento del Estado liberal ( y que más tarde
se asienta con el desarrollo del constitucionalismo y la implantación del
actual Estado de Derecho).

Según el TC, el derecho a la libertad y seguridad comporta “la


ausencia de perturbaciones procedentes de medidas tales como la
detención y otras similares que, adoptadas arbitraria e ilegalmente,
restringen o amenazan la libertad de toda persona de organizar en todo
momento y lugar, dentro del territorio nacional, su vida individual y social
con arreglo a sus propias convicciones”.

Las causas por las que se puede privar de libertad a una persona
han de estar previamente establecidas en una ley (orgánica). La ley es
la expresión de la voluntad popular (se aprueban por nuestros
representantes en el Congreso de los Diputados), y además dan seguridad
jurídica a los ciudadanos que ya saben de antemano que conductas pueden
suponer la privación de libertad

Existen dos fases en la privación de libertad: la gubernativa y la


judicial. Y ambas se suceden a lo largo de tres momentos sucesivos. Un
primer momento (de corta duración) lo constituye la fase gubernativa, en
la que no hay intervención judicial y en la que la privación de libertad es
provisional (se trata de la detención, a la que se refiere la CE), en espera
precisamente de dicha intervención judicial. Según la CE, toda persona
detenida, ha de ser informada de manera que le sea comprensible, de sus
derechos y de las razones de su detención, garantizando así mismo la
asistencia de abogado.

También establece la CE que la ley regulará un procedimiento de


“habeas corpus” para producir la inmediata puesta a disposición judicial
de toda persona detenida ilegalmente. Esta ley es la Ley Orgánica 6/1984
de 24 de mayo reguladora del Procedimiento de Habeas Corpus, que
permite a cualquier persona privada de libertad solicitar la intervención del

!6
juez (el nombre de habeas corpus proviene de que se llevaba al detenido
ante el juez) para que verifique la legalidad de la privación de libertad o de
las condiciones en las que se está produciendo.

Ya en la fase judicial, puede existir un segundo momento de


privación de libertad que tiene una duración determinada en la ley (Código
Penal y Ley de Enjuiciamiento Criminal) y que se denomina prisión
provisional o preventiva, que se acordará atendiendo a diversos parámetros
establecidos también en la LECrim: la pena señalada para el delito, los
antecedentes del inculpado, la comparecencia o no del inculpado a las
citaciones judiciales, el riesgo de fuga, etc. La CE no fija plazo máximo de
duración de la prisión provisional, pero obliga al legislador a establecerlo;
si no respetan esos plazos máximos establecidos en la LECrim, se estará
vulnerando el derecho fundamental del art. 17 de la CE. Ni que decir tiene
que la prisión preventiva o su mantenimiento en el tiempo han de estar
acordadas por el juez competente mediante “resolución motivada”.
Y en un tercer momento, también dentro de la fase judicial, si el
proceso penal concluye con sentencia definitiva condenatoria a pena
privativa de libertad, se produce el último momento de privación de
libertad (tercer momento) en cumplimiento de la condena firme impuesta
(de cuya duración se descontará el tiempo que el condenado pasó en prisión
provisional).

Existen otros supuestos distintos de privación de libertad, como son


los internamientos en centros psiquiátricos, cuyo internamiento suele darse
tras la comisión de un delito (pero no siempre), para los que se exige el
cumplimiento de tres condiciones:
1. Que se pruebe ante la autoridad competente de manera convincente,
es decir con un dictamen médico, la enajenación mental.
2. Que la enajenación mental sea de tal carácter que justifique el
internamiento.
3. Que el internamiento cese cuando la perturbación desaparezca.

Dadas estas tres condiciones, será el Juez competente quien dicte el


Auto de internamiento (que es la autorización judicial). (También se
necesita autorización judicial para ingresar a una persona contra su
voluntad en una residencia de ancianos).

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Y otro supuesto específico de privación de libertad es el previsto en
la L O de Extranjería (LO 4/2000 reguladora de los derechos y libertades
de los extranjeros en España), según la cual es posible el internamiento en
centros no penitenciarios de los extranjeros sometidos a un procedimiento
de expulsión por un plazo máximo de hasta sesenta días.

-Derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la


propia imagen. (Art. 18 CE). Este artículo 18 también reconoce la
inviolabilidad del domicilio, y el secreto de las comunicaciones
(postales, telefónicas) y la libertad informática.

Se considera honor al aprecio o estima que una persona recibe en la


sociedad en la que vive, y es un derecho fundamental que afecta
íntimamente a la dignidad de la persona.

La intimidad personal y familiar puede considerarse como el


reducto más privado de la vida del individuo, cuyo conocimiento está
restringido a los integrantes de la unidad familiar.

Finalmente, el derecho a la propia imagen consiste en la facultad


de la persona de decidir respecto al empleo de su imagen, de forma que no
pueda difundirse la efigie de una persona sin su consentimiento.

Para considerar si estos derechos han sido vulnerados habrá que tener
en cuenta el comportamiento efectivo del sujeto, que puede hacer que la
publicidad sobre ciertos actos no se considere atentatoria contra su
intimidad (por ejemplo si ha sacado a la luz determinados aspectos de su
vida privada), o bien si la persona ha participado en varias actividades
públicas, la divulgación de su imagen en esas actividades no se considera
atentatorio contra su derecho a la propia imagen.

La protección de estos derechos se da a través de 3 vías: el derecho


de rectificación, la protección en vía civil y la protección en vía penal.

El derecho de rectificación atiende al derecho del afectado por una


información errónea, que pueda afectar a su buen nombre, a que se
publique la corrección de dicho error. Se trata de rectificar informaciones

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equivocadas que les afecten personalmente y que les puedan desmerecer en
su fama. Constituye por tanto la vía más suave de protección del derecho al
honor y a la intimidad personal y familiar. El derecho de rectificación está
regulado en la L.O.2/1984 de 26 de marzo.

La protección civil es una vía que ampara a los tres derechos de que
estamos tratando (honor, intimidad personal y familiar, propia imagen) y
que tiene por objeto tanto el cese de la intromisión ilegítima, en caso de que
la misma continúe, como la indemnización por los daños y perjuicios
causados por dicha intromisión. Esta protección civil se halla regulada en la
L.O.1/1982 de Protección Civil del Derecho al Honor, a la Intimidad
personal y familiar y a la Propia Imagen.

La protección penal, a través del Código Penal, se reserva para los


atentados más graves al honor (delitos de injurias y calumnias) y a la
intimidad (delito de revelación de secretos, allanamiento de morada, etc.).

La utilización de estas vías de protección es “alternativa”, pudiendo


el ciudadano afectado escoger la que considere más conveniente a sus
intereses.

Pero el art.18 de la CE también recoge otros derechos, como son la


inviolabilidad del domicilio y el secreto de las comunicaciones.

La “garantía constitucional” de inviolabilidad del domicilio consiste


en la imposibilidad de entrada o registro del mismo, salvo en los supuestos
tasados en la propia CE. Dicha prohibición alcanza tanto a los poderes
públicos como a los particulares, aunque el objetivo primordial de la
garantía constitucional se refiere a la entrada de agentes de la autoridad,
pues la entrada no consentida de particulares en un domicilio siempre ha
estado protegida a través del delito de allanamiento de morada.

Entendemos por domicilio el espacio físico cuyo uso y disfrute


corresponde al individuo y en el cual éste desarrolla habitualmente su vida
privada, cuyo destino sea servir de residencia, aunque lo sea de manera
ocasional. Por ello se pueden considerar domicilio, no solo una vivienda,
sino también una caravana, una habitación de hotel, o incluso un coche si la

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persona está durmiendo allí temporalmente (puesto que el destino de ese
lugar es servir de residencia, aunque sea de manera ocasional).

Sólo existen en la CE tres supuestos en que la entrada en un domicilio es


legítima:
1. Con el consentimiento del titular
2. En caso de flagrante delito
3. Con autorización judicial

1.- Con el consentimiento del titular: Si el titular de la vivienda accede


(consiente) a la entrada en su domicilio, la entrada es legal. Si existe más
de un titular, basta con que uno de los cotitulares permita la entrada en el
domicilio común para que esta sea legal, salvo que la autorización de uno
de los cotitulares vaya en perjuicio de los intereses del otro titular.

2.- En caso de flagrante delito: situación en la que el delincuente es


sorprendido en el momento de delinquir o en circunstancias inmediatas a la
perpetración del delito (STC 341/1993); es decir, en caso de evidencia del
delito, entendida como “percepción directa” del mismo y la urgencia de la
intervención policial. De lo que se trata es de que la policía alcance el
conocimiento de la perpetración de un delito, no por utilizar su
procedimiento normal de investigación, sino porque se percibe directa,
personal y con toda certeza su realización (Ricardo Martín).
Por tanto, sólo ante una evidencia delictiva que requiera una intervención
policial urgente es posible que la policía pueda entrar en un domicilio sin
autorización, ni del titular ni judicial.

3.- Con autorización judicial. Dicha autorización ha de ser “motivada”,


específica y concreta (no genérica), debiendo especificar el delito del que
existen indicios, la justificación de la medida de entrada y registro con una
adecuada valoración del principio de proporcionalidad (justificando que es
necesaria dicha medida en vez de cualquier otra menos restrictiva de
derechos). Esta es la autorización judicial concedida por los jueces de
instrucción en la investigación de las causas penales. Pero también los
jueces de lo contencioso administrativo pueden autorizar la entrada en
domicilios sin consentimiento del titular cuando se trate de ejecución
forzosa de actos de la administración (derribo de un edificio). También se

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exige autorización judicial para entrar en un domicilio a practicar un
desahucio.

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Además de lo anterior, hay que entender que no se encuentra
impedida por la Constitución la entrada en domicilios particulares sin
autorización de sus titulares en los casos de estado de necesidad o fuerza
mayor, así como en caso de riesgo para la salud o vida de las personas, por
parte tanto de los agentes de la autoridad como de particulares, pues no
puede considerarse violación del derecho a la inviolabilidad del domicilio,
ya que ni siquiera está penada por la ley este tipo de conducta.

Por su parte, la Ley Orgánica 4/2015 de Seguridad Ciudadana


(llamada ley mordaza) dice los siguiente: “Será causa legítima suficiente
para la entrada en domicilio la necesidad de evitar daños inminentes y
graves a las personas y las cosas en supuestos de catástrofe, calamidad,
ruina inminente u otros semejantes de extrema y urgente necesidad”.

En cuanto al secreto de las comunicaciones, la Constitución


enumera las más habituales (postales, telegráficas y telefónicas), pero no
excluye cualquier otro medio de intercomunicación privada en uso, por lo
que comprende todas las utilizadas actualmente (videoconferencia, fax,
internet) y todas las que puedan utilizarse en el futuro.

El secreto de las comunicaciones protege la reserva o privacidad de


la comunicación, sea cual sea el contenido de la misma. Por tanto, aunque
el tenor de una conversación sea intranscendente y no se exteriorice en ella
ningún dato que afecte a la vida privada de quienes hablan, la captación de
dicha conversación constituiría una vulneración del secreto de las
comunicaciones.
Quienes pueden vulnerar el secreto de las comunicaciones son los
“terceros” ajenos a ella, y no los partícipes en la misma (ejemplo: mirar los
mensajes de whatsapp de otra persona). Los partícipes en la comunicación
sólo podrían quedar afectados directamente por el respeto a la vida privada
e intimidad de su interlocutor, pero eso sí dependería del contenido
concreto de la comunicación, pues tendrían la obligación de no divulgar
datos obtenidos en una comunicación, pero por el carácter íntimo de ésta,
no como consecuencia del secreto de las comunicaciones.

Para poder interceptar las comunicaciones de las personas sin violar


el derecho fundamental al secreto de las comunicaciones es necesaria

!12
también autorización judicial motivada. Si no se hiciera así, las pruebas
obtenidas con vulneración de este derecho serían “nulas”, así como
cualquier otra prueba derivada de las anteriores (Ejemplo: si en la
conversación se habla de vender droga y no existía autorización judicial
para interceptar esa conversación, la misma no vale como prueba en el
juicio).

Así mismo, tanto el derecho fundamental a la inviolabilidad del


domicilio como el secreto de las comunicaciones, podrán ser suspendidos
en caso de estado de excepción3 (por ejemplo por anormal funcionamiento
de las instituciones democráticas, o de los servicios esenciales de la
comunidad) o en caso de estado de sitio (cuando se produzca o amenace
producirse una insurrección o acto de fuerza contra la soberanía o
independencia de España, su integridad territorial o el ordenamiento
constitucional, que no pueda resolverse por otros medios), así como en
relación con la investigación de actividades terroristas (art. 55 CE).

Por último, dentro de este artículo 18 de la CE se reconoce un nuevo


derecho fundamental: la libertad informática, cuyo contenido básico es la
protección de los datos sometidos a tratamiento informático y el
reconocimiento al individuo de un poder de control sobre tales datos.

Actualmente nos hallamos inmersos en la “sociedad de la


información”, lo que nos da un poder de control sobre la información
acerca de las personas posibilitado a través de la informática. La libertad
informática es un derecho fundamental cuyo contenido reside en la facultad
de todo ciudadano, en las sociedades democráticas, de determinar quién,
qué, cuándo y con qué motivo se pueden conocer datos que le conciernen
(Pérez Luño).

Este derecho se protege a través de la Ley Orgánica 15/1999 de


Protección de Datos de Carácter Personal, que regula el mantenimiento
por particulares o instituciones públicas de ficheros de datos que admitan su
tratamiento informatizado. Esta LO somete estos ficheros a una serie de
requisitos y garantías para las personas afectadas, como son que los
ficheros sólo pueden utilizarse para la finalidad que los justifica y están
sometidos a la obligación de reserva, veracidad, actualización y
3
Situación regulada en la Ley Orgánica 4/1981 de i de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio.

!13
rectificación de sus datos. Por tanto, la libertad informática es también un
derecho de protección de datos personales.

-Libertad de residencia y elección de la misma y libertad de circulación


por el territorio nacional (Art. 19 CE).

Este precepto reconoce a los españoles la libertad tanto para circular


libremente por el territorio nacional como para fijar el lugar de residencia.
Ello significa la posibilidad de trasladarse de un lugar a otro, de una
Comunidad Autónoma a otra o de fijar la residencia en una u otra con
independencia del origen, sin ningún tipo de trabas, la libertad alcanza pues
todo el territorio nacional

Este art. 19 hay que ponerlo en conexión con el 139 CE, que en su segundo
párrafo establece una prohibición: “ninguna autoridad podrá adoptar
medidas que directa o indirectamente obstaculicen la libertad de
circulación y establecimiento de las personas y la libre circulación en todo
el territorio español”, lo que intenta garantizar la igualdad de los españoles
en todas las CCAA a fin de no permitir que puedan producirse situaciones
de obstrucción a esas libertades (de residencia y circulación) en ninguna
Comunidad Autónoma.

La libertad de circulación. También el art. 19 reconoce a los españoles el


derecho de entrar y salir libremente de España, pero en los términos que
establezca la ley (LEcrim. por ejemplo), y este derecho no puede ser
limitado por motivos políticos o ideológicos.
El Tribunal Constitucional, por su parte, ha extendido el ámbito de
aplicación de la libertad de circulación y de residencia a los extranjeros si
bien no en iguales términos que a los españoles: estas libertades en el caso
de los extranjeros sólo podrán limitarse en virtud de ley o en virtud de
resolución judicial, sin que puedan restringirse de forma general o ilimitada
y sin el respeto a las garantías establecidas por el ordenamiento (SSTC
94/1993, de 21 de marzo, o 242/1994, de 20 de julio). La regulación actual
de la libertad de circulación de los extranjeros la encontramos en el art. 5
de la L.O.

!14
4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros de su
integración social

La libertad de circulación o permanencia en vías y lugares públicos puede


restringirse, por los agentes de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado, pues así lo ha establecido la L.O. 4/2015 de Protección de la
Seguridad Ciudadana 4 , en supuestos de alteración de la seguridad
ciudadana, o la pacífica convivencia , o cuando existan indicios racionales
de que pueda producirse dicha alteración por el tiempo imprescindible para
su mantenimiento o restablecimiento; y podrán ocupar los efectos o
instrumentos susceptibles de ser utilizados para acciones ilegales. También
podrán practicar comprobaciones en las personas, bienes y vehículos para
impedir que en las vías y establecimientos públicos se porten armas,
explosivos o sustancias peligrosas. También pueden restringir la libre
circulación de personas al objeto de identificación de las mismas y realizar
registros corporales.

La libertad de residencia y la elección de la misma en uno u otra


Comunidad Autónoma implica la aceptación de las condiciones fiscales,
beneficios, perjuicios y cargas que esa elección comporte (estar sujeto a la
legislación autonómica de esa CA, pagar los impuestos autonómicos, etc.).

Tanto la libertad de circulación como la libertad de residencia, en la


actualidad vienen impuestas, no solo por el ordenamiento jurídico interno
sino también por el Derecho de la Unión Europea (Art. 18 TUE) y se
extiende a todos lo ciudadanos comunitarios y a sus familias sin que los
Estados puedan restringir este derecho mas que por causa de orden público
o salud pública, causa que corresponde apreciar al Estado receptor pero
siempre con ella control de Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

-Libertad de expresión. -Libertad de expresión en todos los campos (art.


20 CE). Sin más “límites” (art. 20.4 CE) que los impuestos por difundir la

4
Esta nueva LO 4/2015 de 30 de marzo de Protección de la Seguridad Ciudadana, también llamada ley
mordaza, ha sido objeto de recurso de inconstitucionalidad contra varios artículos de la misma, y sobre lo
que el TC aún no se ha pronunciado.

!15
verdad y el respeto a los derechos de los demás, en especial el derecho al
honor, a la intimidad, a la propia imagen, y a la protección de la juventud y
de la infancia. Y sólo se puede acordar el secuestro de publicaciones en
virtud de resolución judicial (ejemplo: por atentar la publicación contra el
honor de una persona que ha pedido al Juez que repare ese atentado y éste
ha acordado el secuestro de dicha publicación).

El art. 20.1, a) de la CE reconoce el derecho a expresar y difundir


libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el
escrito o cualquier otro medio de reproducción. Y en los restantes apartados
del art. 20.1 de la CE se reconocen otros derechos que constituyen
contenidos propios de la libertad de expresión, pero que la propia
Constitución ha preferido formular por separado, dotándoles de un
reconocimiento constitucional específico.

Son 4 las diferentes manifestaciones de la libertad de expresión reconocidas


de forma autónoma por la en el art. 20.1 CE:
1. La libertad de expresión en sentido estricto, o derecho a manifestar
libremente las propias ideas y opiniones (art. 20.1.a).
2. La libertad de creación literaria, artística, científica y técnica ((art.
20.1.b).
3. La libertad de cátedra o derecho a la libre expresión de los docentes
(art.20.1.c).
4. La libertad de información o derecho a transmitir y recibir
libremente información veraz (art. 20.1.d).

El reconocimiento de todos estos derechos, que integran a su vez la


libertad de expresión en sentido genérico, es de suma importancia para el
mantenimiento de una comunicación pública libre, sin la cual quedarían
vacíos de contenido otros derechos que la Constitución consagra. Sin
comunicación pública libre, no hay sociedad libre, ni por tanto soberanía
popular. Esta relevancia institucional de la libertad de expresión en un
sistema democrático le otorga un carácter “preferente” entre los diversos
derechos reconocidos por la CE.

La libertad de expresión está en estrecha conexión con la libertad


ideológica o de pensamiento ya que si la libertad ideológica es un reducto

!16
esencial de la libertad del individuo (proyección interior), la posibilidad de
manifestar libremente las propias ideas (proyección exterior) constituye un
complemento indispensable de dicha libertad. Todo ello justifica el doble
carácter de la libertad de expresión como derecho subjetivo y como
requisito funcional de todo sistema democrático.

La libertad de expresión en sentido estricto (art. 20.1, a CE) también


llamada libertad de opinión, ampara la expresión por parte de un individuo
de cualquier idea o concepción sobre personas, opiniones, hechos o ficción.
Cualquier concepción de la mente humana, que ya está protegida por la
libertad de pensamiento, está en principio igualmente protegida por la
libertad de expresión.
El medio empleado puede ser la palabra, el escrito o cualquier otro
medio de reproducción (incluso comportamientos gestuales, aunque
puedan no ser legítimos).

La libertad de cátedra.-

La libertad de cátedra ampara a todos los decentes, sea cual sea el nivel
de enseñanza en el que actúan.

Según el TC, lo que la libertad de cátedra garantiza es que el docente


pueda “disfrutar de un espacio intelectual propio y resistente a presiones
ideológicas, que le faculta para explicar, según su criterio científico y
personal, los contenidos de aquellas enseñanzas que la universidad asigna,
disciplina y ordena” (SSTC 106/1990 y 179/1996, FJ6) .

La libertad de información se integra de dos derechos:

1. el derecho a comunicar libremente información veraz por cualquier


medio de difusión,
2. y el derecho recíproco a recibir dicha información en iguales
condiciones.

La libertad de información corresponde, igual que la libertad de


expresión, a todos los ciudadanos, aunque hay una categoría de ciudadanos
que de hecho ejerce más frecuentemente el derecho a comunicar

!17
información, puesto que ésa es precisamente su profesión. Son los medios
de comunicación (tanto empresas como los periodistas individualmente
considereados), que cumplen una función informativa, de intermediarios
naturales entre la noticia y los ciudadanos, que es básica para el
mantenimiento de una comunicación pública libre. Esta es la razón que
justifica que el Tribunal Constitucional les haya reconocido preferencia en
el ejercicio del derecho a informar y que explica su prioridad en
determinadas ocasiones (como la entrada en recintos oficiales, asistencia a
conferencias de prensa, proximidad a acontecimientos de interés, etc.).

El derecho a difundir información veraz comprende asimismo el


derecho a la búsqueda y obtención de información. Pero frente a esta faceta
la libertad de información que tienen los medios de comunicación (derecho
a búsqueda y obtención de información, la posición de los demás sujetos es
distinta según se trate de particulares o de poderes públicos.

Los particulares no tienen obligación alguna de proporcionar


información a nadie excepto en cumplimiento de una obligación legal. Y
pueden oponer, frente a la indagación ajena, sus propios derechos
reconocidos en el art. 18 de la CE: derecho al honor, a la intimidad personal
y familiar y a la propia imagen, que son derechos que la CE menciona
como “límites” en el art. 20.4. Esto hace que la protección constitucional de
los informadores a la búsqueda y obtención de información se proyecte
básicamente frente a los poderes públicos. Así, el derecho de los
ciudadanos a la obtención de información se complementa con un principio
general de publicidad de la acción del Estado, de profundas raíces en un
Estado democrático y que afecta a todos los poderes públicos. Aunque
también hay excepciones y por tanto el derecho a obtener información
también encuentra límites frente a los poderes públicos que están
establecidos en la propia CE (art. 105.b- no se puede acceder a los archivos
y registros administrativos si afectan a la seguridad y defensa del Estado, la
averiguación de los delitos y la intimidad de las personas; o art. 120.1-
juicios a puerta cerrada-).

El “objeto” de la libertad de información lo constituye la información de


hechos, a diferencia del objeto de la libertad de expresión cuyo objeto es la
transmisión de opiniones.

!18
La información ha de ser veraz, es decir, que exista correspondencia
entre los hechos y circunstancias descritos con la realidad. Aunque no
puede pretenderse que esa correspondencia sea total, ha de serlo al menos
en sus elementos esenciales.

Según el TC, una información es veraz, cuando ha sido suficientemente


contrastada antes de su divulgación, aunque luego pueda contener errores o
inexactitudes. Por eso, la manera de saber si es o no veraz a efectos
constitucionales, es comprobando si el informador ha verificado o no
convenientemente la exactitud de la noticia que transmite. Quien ejerce el
derecho a informar soporta la obligación de contrastar de forma
razonablemente suficiente las informaciones que difunde. Los “criterios”
para valorar si la información ha sido suficientemente contrastada los va
perfilando la jurisprudencia. Por ejemplo, no estaría suficientemente
contrastada la información si la fuente de la que procede no fuera fiable, si
quien difunde la información ha tenido conocimiento por cualquier otra vía
de la inexactitud de la información y aun así la ha difundido; que se pueda
suponer razonablemente que la información puede acarrear peligro para
personas o bienes, etc. Todas estas circunstancias empleadas aisladamente
o de forma combinada sirven para determinar si la veracidad de la
información ha sido suficientemente contrastada.

La “consecuencia” de la falta de veracidad de la información es: la


pérdida de la protección constitucional del art. 20.1,d) de la CE para el
responsable de la información. Esto supone que, en caso de colisión entre la
libertad de información y otros derechos, si la información no es veraz,
prevalecen los derechos de las personas afectadas por la información y que
hayan podido resultar perjudicadas.

-Derecho de reunión y manifestación. - (art. 21 CE).

En palabras del TC (STC 170/2008) el derecho de reunión y


manifestación es una técnica instrumental puesta al servicio del intercambio
o exposición de ideas, la defensa de intereses o la publicidad de problemas
o reivindicaciones, constituyendo un cauce del principio democrático
participativo cuyos elementos configurados son: -subjetivo: una agrupación

!19
de personas; - temporal: su duración es transitoria; finalístico: licitud de la
finalidad; -objetivo: lugar de celebración.

Las reuniones y manifestaciones, según el art. 21 de la CE y la Ley


Orgánica 9/1983 de 15 de julio que desarrolla este derecho, “NO” ESTÁN
SUJETAS AL RÉGIMEN DE AUTORIZACIÓN PREVIA, aunque la
celebración de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones
deberán ser comunicadas por escrito a la autoridad gubernativa
correspondiente, por los organizadores o promotores de aquellas con una
antelación de 10 días como mínimo y 30 como máximo.

La celebración de concentraciones y manifestaciones sin previa


comunicación podría tener consecuencias sancionadoras para los
organizadores o promotores, pero no para los participantes que no tienen
por qué conocer la existencia de esa comunicación previa.

Para que los poderes públicos puedan incidir en el derecho de reunión,


restringiéndolo o prohibiéndolo, es preciso que existan “razones fundadas”
de que puedan producirse alteraciones del orden público, con peligro
parapersonas o bienes. Pero antes de prohibir el ejercicio de este derecho
fundamental, la autoridad competente deberá proponer, aplicando criterios
de proporcionalidad, las modificaciones necesarias al objeto de que la
reunión pueda celebrarse. La prohibición es una última opción solo
planteable en el supuesto de que, por las circunstancias del caso, no se
puedan introducir las modificaciones (STC 66/1995).
La notificación de la administración debe producirse mediante
resolución motivada y notificarse en el plazo máximo de setenta y dos
horas desde la comunicación. De no ser aceptadas por los promotores las
modificaciones o la prohibición, podrán interponer recurso contencioso-
administrativo en el plazo de cuarenta y ocho horas. Y este recurso se
tramitará por el procedimiento preferente y sumario de protección de los
derechos fundamentales de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-
Administrativa (art. 122 LJCA). La sentencia que se dicte en ese recurso
confirmará o revocará la prohibición o las modificaciones propuestas, pero
no podrá plantear un itinerario alternativo.

Además, la LO 4/2015 de Protección de la Seguridad Ciudadana permite


a la autoridades “disolver” las reuniones en lugares de transito público y las

!20
manifestaciones en los supuestos previstos en la LO 9/1983 reguladora del
Derecho de Reunión, es decir: en casos de alteración del orden público con
peligro para personas y bienes, cuando se utilicen uniformes paramilitares,
etc. También pueden las autoridades disolver concentraciones de vehículos
en la vía pública y retirarlos cuando pongan en peligro la circulación. Antes
de adoptar esas medidas, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
deberán avisar a las personas afectadas, salvo que se esté produciendo una
alteración de la seguridad ciudadana con armas, explosivos u objetos
contundentes o peligrosos, en cuyo caso podrán disolver la reunión o
manifestación y retirar los vehículos y objetos sin previo aviso.

-Derecho de asociación (art. 22 CE). Quedan prohibidas las


asociaciones secretas o paramilitares y se declara ilegales a las que persigan
fines o utilicen medios tipificados como delito en el Código Penal. Las
asociaciones han de estar inscritas en un registro y solo pueden ser disueltas
en virtud de resolución judicial motivada. El desarrollo de este derecho
fundamental se realizó por la L.O. 1/2002 Reguladora del Derecho de
Asociación.
Este L.O. en su art. 4 prescribe: “los poderes públicos no facilitarán
ningún tipo de ayuda a las asociaciones que discriminen por razón de
nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social”.
“Tampoco a aquéllas que promuevan o justifiquen el odio o la
violencia………..o enaltezcan los delitos de terrorismo o de quienes hayan
participado e su ejecución, o la realización de actos que entrañen
descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas de delitos terroristas
o sus familiares”.

-Derecho a participar en los asuntos públicos (Art. 23.1 CE). El


derecho de participación directa, en la toma inmediata de decisiones por los
ciudadanos, sería el supuesto de “referéndum”, y el derecho de
participación a través de representantes (diputados, senadores y concejales),
libremente elegidos mediante sufragio universal.

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Se establece asimismo el derecho a acceder en condiciones de
igualdad a las funciones (funcionarios) y cargos públicos, con los
requisitos que señalen las leyes (Art. 23.2 CE). Hay que añadir que el art.
103 CE establece que el acceso a la función pública habrá de estar basado
en los principios de mérito y capacidad (oposiciones de funcionarios).

-Derecho a la tutela judicial efectiva y prohibición de indefensión


(Art. 24.1 CE). Este derecho aparece luego concretado en otros a lo largo
de la CE y son: el derecho de acceso a la jurisdicción, el derecho a una
resolución de fondo, el derecho a la motivación de la resolución, el derecho
a los recursos legalmente establecidos, el derecho a la justicia gratuita, el
derecho a la inalterabilidad de las resoluciones judiciales firmes y el
derecho a la ejecución de lo juzgado.

Y el art. 24.2 CE recoge una serie de derechos y garantías procesales (que


están establecidos en las leyes procesales) pero que ahora la Constitución
los consagra y “constitucionaliza”, y son: el derecho al juez ordinario
establecido en la ley, a la defensa y asistencia de letrado, a ser
informados de la acusación formulada, a un proceso público sin
dilaciones indebidas y con todas las garantías, a utilizar los medios de
prueba pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí mismos, a
no confesarse culpables y a la presunción de inocencia.

-Principio de legalidad penal y finalidad de reeducación y


reinserción social de las penas privativas de libertad (Art. 25 CE):

Principio de legalidad: nadie puede ser condenado o sancionado por


acciones u omisiones que en el momento de producirse no constituyan
delito, falta o infracción administrativa, según la legislación vigente en
aquel momento.

Y cualquier condenado a prisión tiene derecho a un trato digno, a


recibir remuneración por el trabajo que realice en ella y a los beneficios de
la Seguridad Social; la pena privativa de libertad ha de estar orientada a la

!22
reeducación y reinserción social y no podrá consistir en trabajos forzados. -
El art. 26 CE no regula ningún derecho, pero prohíbe los tribunales de
honor en el ámbito de la administración civil y de las organizaciones
profesionales. No existen más tribunales que los establecidos en las leyes.
No se pueden crear otros sino es por ley.

(Los tribunales de honor eran tribunales típicamente españoles que


nacieron en 1867 en el ámbito castrense y pasaron a la administración
pública en 1918, y más tarde a la esfera privada, sobre todo a los colegios
profesionales. Estaban formados por los “pares” del encausado y juzgaban
la dignidad de éste para pertenecer al cuerpo).

-Derecho a la educación y libertad de enseñanza. (art . 27 CE).

Todos tienen derecho a la educación (visto desde el punto de vista


del que la recibe). Es un derecho de prestación en virtud del cual los
poderes públicos están obligados a garantizar su efectividad. Consiste en
poder cursar la enseñanza que en cada momento el legislador establezca
como básica.
Siendo la enseñanza básica obligatoria y gratuita.

El derecho a la educación es el único derecho de carácter social que


se reconoce como “derecho fundamental” en la CE.

El art. 27 CE también reconoce la libertad de enseñanza (vista


desde el punto de vista del que la imparte). Esta libertad implica:

-el derecho de los particulares a crear instituciones educativas


(centros privados).
-la libertad de cátedra de los docentes (que habrá de conciliarse con
el “carácter propio o ideario” del centro docente privado).
-el derecho de los padres a elegir la formación religiosa y moral que
desean para sus hijos.

También se reconoce la autonomía Universitaria. Gestión de


profesores padres y alumnos.

!23
-Libertad sindical y derecho de huelga (Art. 28 CE).

Este precepto recoge los dos derechos de autotutela de los que


disponen los trabajadores en el Estado social para defender sus intereses de
parte más débil frente a la parte económicamente más fuerte, es decir, los
empleadores

La libertad sindical comprende el derecho a fundar sindicatos y el


derecho a afiliarse al de su elección. La ley podrá limitar este derecho para
los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Y también la ley
regulará las peculiaridades de su ejercicio para los funcionarios.

Se reconoce el derecho a la huelga 5 de los trabajadores para la


defensa de sus intereses. La ley establecerá las garantías para asegurar el
mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad en caso de
huelga. El derecho de huelga comprende la facultad de sumarse o no
sumarse a una huelga convocada (STC 254/1988) y consiste en la
suspensión unilateral del contrato de trabajo, perdiendo trabajador los
emolumentos correspondientes a los días de huelga y cesando la obligación
empresarial de cotizar a la Seguridad Social. La huelga no extingue, pues,
el contrato de trabajo.

La huelga limita los derechos del empresario que ni podrá contratar


trabajadores foráneos (STC 66/2002), ni cerrar la empresa, salvo las
excepciones contempladas en el artículo 12 del Real Decreto-Ley 17/1977,
pues el cierre vaciaría de contenido el derecho de huelga (STC 11/1981)

-Derecho de petición (Art. 29 CE). De forma individual o colectiva


cualquier persona puede realizar una petición, queja, sugerencia, una
información o una súplica ante cualquier poder público, administración o
autoridad.
Este derecho fundamental ha sido desarrollado por la LO 4/2001
Reguladora del Derecho de Petición, cuyo artículo 3 establece que "No son
objeto de este derecho aquellas solicitudes, quejas o sugerencia para cuya

5
El derecho de huelga no ha sido desarrollado aún por ley orgánica; está regulado en el Real Decreto-Ley
17/1977 y las sentencias del TC, en especial la STC 11/1981 y la continuidad de la doctrina sentada por la
misma.

!24
satisfacción el ordenamiento jurídico establezca un procedimiento
específico distinto al regulado en la presente Ley".

2.- LOS DERECHOS Y DEBERES DE LOS CIUDADANOS (artículos


30 a 38):

-Derecho y deber de defender España (conlleva la posibilidad


de establecer un servicio militar obligatorio6 y el derecho de
objeción de conciencia frente al mismo).

-Deber de contribuir al sostenimiento del gasto público (pagar


impuestos).

-Derecho a contraer matrimonio.

-Derecho a la propiedad privada y a la herencia.

-Derecho de fundación para fines de interés general.

-Derecho al trabajo (también se contempla como un deber).

-Reconocimiento de los colegios profesionales.

-Negociación colectiva entre trabajadores y empresarios.

-Libertad de empresa en el marco de la economía de mercado.

3.- LOS “PRINCIPIOS” (no derechos) RECTORES DE LA


POLÍTICA SOCIAL Y ECONÓMICA (artículos 39 a 52 de la CE):
-Protección de la familia y de la infancia.

6
El servicio militar obligatorio está suspendido en España desde 1999.

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-Protección de los trabajadores:

• Políticas de pleno empleo.


• Fomento de la formación profesional
• Exigencia de seguridad e higiene en el trabajo
• Exigencia de vacaciones y límites a la jornada laboral
• Prestación por desempleo.
• Protección de los emigrantes españoles en el
extranjero.

-Redistribución equitativa de la renta, tanto a nivel personal


como regional.

-Seguridad social para todos los ciudadanos.

-Protección de la salud.

-Promoción de la cultura y de la investigación científica.

-Protección y recuperación del medio ambiente.

-Conservación y desarrollo del patrimonio histórico, cultural y


artístico.

-Derecho a la vivienda.

-Promoción de la juventud.

-Protección de los disminuidos síquicos, físicos y sensoriales.

-Protección de la tercera edad.

-Protección de los consumidores.

-Reconocimiento de las organizaciones profesionales.

!26

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