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el niño preoperacional
En la teoría de Jean Piaget, los niños pequeños comienzan a aprender acerca del
mundo a través de sus sentidos y actividad motriz durante la etapa sensomotriz.
Ahora, nos concentramos en la segunda etapa que describe Piaget, la etapa
preoperacional. Extendiéndose aproximadamente de los dos a los siete años, se
caracteriza por la generalización del pensamiento simbólico: el lenguaje. Si bien los
niños muestran una mayor capacidad para manejar el lenguaje, aún no están listos
para realizar operaciones mentales lógicas.
La función simbólica
La capacidad para pensar sobre un elemento en ausencia de señales sensoriales o
motoras. Los niños que han adquirido la función simbólica pueden usar símbolos o
representaciones mentales, como palabras, números o imágenes a las que han
atribuido significado. Este es un logro vital, dado que, sin símbolos, las personas no
podrían comunicarse de manera verbal, hacer cambios, leer mapas o atesorar
fotografías de seres queridos distantes. Los símbolos ayudan a los niños a recordar
y pensar en cosas que no están físicamente presentes.
Comprensión de la causalidad
Piaget afirmaba que los niños preoperacionales aún no son capaces de razonar
lógicamente acerca de la causalidad. Más bien, decía, razonan por transducción.
Relacionan mentalmente dos sucesos, en especial, sucesos cercanos en el tiempo,
exista o no una relación causal lógica. Por ejemplo, un niño puede pensar que sus
“malos” pensamientos o comportamientos ocasionaron la enfermedad de su
hermana o el divorcio de sus padres.
Piaget se equivocó al creer que los niños pequeños no pueden comprender las
relaciones de causalidad. Cuando se los evalúa con métodos apropiados para su
edad, los niños de dos años e incluso los infantes parecen comprender la causalidad.
La investigación de Karen Wynn sugiere que incluso los bebés de cuatro meses y
medio tienen un concepto rudimentario de número. Parecen saber que si a una
muñeca se le agrega otra deberían ser dos muñecas y no solo una. Otras
investigaciones han comprobado que la ordinalidad, el concepto de comparación de
cantidades (más o menos, más grande o más pequeño), al parecer, comienza entre
los 9-11 meses. A los cuatro años, la mayoría de los niños posee palabras para
comparar cantidades. Pueden decir que un árbol es más grande que otro o que un
vaso contiene más jugo que otro. También pueden resolver problemas numéricos
sencillos de ordinalidad
Solo a partir de los tres años y medio o más la mayoría de los niños aplican de
manera sistemática el principio de cardinalidad al contar. Es decir, cuando se les
pide que cuenten seis objetos, los niños menores de tres años y medio tienden a
recitar los nombres de los números (de uno a seis), pero no dicen cuantos objetos
hay en total (seis). Sin embargo, existe evidencia de que incluso niños de dos años
y medio usan la cardinalidad en situaciones prácticas, como cuando verifican para
asegurarse de qué plato contiene más galletas.
A los cinco años, la mayoría de los niños pueden contar hasta 20 o más y conocen
los tamaños relativos de los números de 1 a 10.
En el momento en que ingresan a la escuela primaria, casi todos los niños han
desarrollado el sentido básico del número. Este nivel básico de habilidades
numéricas incluye conteo, conocimiento de número (ordinalidad), transformaciones
numéricas (sumas y restas simples), estimación (“¿Este grupo de muñecas es mayor
o menor que cinco?”) y reconocimiento de patrones numéricos (dos más dos es
igual a cuatro y también tres más uno).
Egocentrismo
El egocentrismo puede ayudar a explicar por qué a los pequeños a veces les resulta
difícil separar la realidad de lo que sucede dentro de su cabeza y por qué muestran
confusión respecto a qué causa qué.
Piaget diseñó la tarea de las tres montañas para estudiar el egocentrismo. El niño
se sienta frente a una mesa que contiene tres grandes montículos. En el lado
opuesto de la mesa, se coloca una muñeca sobre una silla. El investigador le
pregunta al niño cómo vería la muñeca las “montañas”. Piaget observó que, por lo
general, los niños pequeños no podían dar una respuesta correcta a la pregunta y, en
lugar de ello, describían las montañas desde su perspectiva. Piaget consideró que
eso era evidencia de que los niños con pensamiento preoperacional no pueden
imaginar las cosas desde un punto de vista diferente
Conservación
Sus respuestas se ven influidas por dos aspectos inmaduros del pensamiento: la
centración y la irreversibilidad.
Entre los tres y cinco años, los niños llegan a entender que el pensamiento se realiza
dentro de la mente; que puede tratar con cosas reales o imaginarias; que alguien
puede estar pensando en una cosa mientras hace o mira algo distinto; que una
persona con los ojos y los oídos cubiertos puede pensar en los objetos; que es
probable que alguien que parece pensativo esté pensando; y que el pensamiento es
diferente de ver, hablar, tocar y conocer.
los preescolares suelen creer que la actividad mental empieza y se detiene; es solo
en la niñez media cuando entienden que la mente está en actividad constante
A los tres años, los niños se dan cuenta de que si alguien obtiene lo que quiere se
sentirá feliz y que, si no lo logra, estará triste.
Los niños de cuatro años empiezan a entender que las personas tienen diferentes
creencias (correctas o equivocadas) acerca del mundo y que esas creencias
repercuten en sus acciones.
La incapacidad de los niños de tres años para reconocer las creencias falsas puede
deberse al pensamiento egocéntrico. A esa edad, los niños tienden a creer que todos
saben y creen lo mismo que ellos, y les resulta difícil entender que sus propias
creencias pueden ser falsas.
Los niños de cuatro años entienden que las personas pueden ver o escuchar
diferentes versiones del mismo suceso y que de ellas deducen diferentes creencias.
No obstante, solo a los seis años se percatan de que dos personas que ven y
escuchan la misma cosa pueden interpretarla de manera diferente.
De acuerdo con Piaget, solo a los cinco o seis años los niños comienzan a
comprender la distinción entre lo que parece ser y lo que es. Muchos estudios le dan
la razón, pero otros han encontrado que esta capacidad empieza a emerger antes de
los cuatro años.
Por ejemplo, cuando se ponían lentes de sol especiales que hacían que la leche se
viera verde, decían que la leche era verde, aunque acabaran de ver que era blanca.
Sin embargo, la dificultad de los niños de tres años para distinguir la apariencia de
la realidad puede, a su vez, ser más aparente que real.
En algún momento entre los 18 meses y los tres años, los niños aprenden a
distinguir entre sucesos reales e imaginados. Los niños de tres años conocen la
diferencia entre un perro real y uno en un sueño, y entre algo invisible (como el
aire) y algo imaginario. Pueden fingir y reconocer cuando otra persona lo hace.
La empatía, por lo general, surge más pronto en los niños cuyas familias hablan
mucho acerca de sentimientos y causalidad.