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Enfoque Piagetiano

el niño preoperacional
En la teoría de Jean Piaget, los niños pequeños comienzan a aprender acerca del
mundo a través de sus sentidos y actividad motriz durante la etapa sensomotriz.
Ahora, nos concentramos en la segunda etapa que describe Piaget, la etapa
preoperacional. Extendiéndose aproximadamente de los dos a los siete años, se
caracteriza por la generalización del pensamiento simbólico: el lenguaje. Si bien los
niños muestran una mayor capacidad para manejar el lenguaje, aún no están listos
para realizar operaciones mentales lógicas.

AVANCES DEL PENSAMIENTO PREOPERACIONAL


Los avances hacia el pensamiento simbólico son acompañados por una
comprensión cada vez mayor del espacio, la causalidad, las identidades, la
categorización y el número. Algunas de esas adquisiciones tienen sus raíces en la
infancia y la niñez temprana; otras empiezan a desarrollarse al inicio de la niñez
temprana pero no se alcanzan del todo sino hasta la niñez media.

La función simbólica
La capacidad para pensar sobre un elemento en ausencia de señales sensoriales o
motoras. Los niños que han adquirido la función simbólica pueden usar símbolos o
representaciones mentales, como palabras, números o imágenes a las que han
atribuido significado. Este es un logro vital, dado que, sin símbolos, las personas no
podrían comunicarse de manera verbal, hacer cambios, leer mapas o atesorar
fotografías de seres queridos distantes. Los símbolos ayudan a los niños a recordar
y pensar en cosas que no están físicamente presentes.

Los niños preescolares demuestran la función simbólica de diferentes formas. Por


ejemplo
La imitación diferida, que adquiere mayor solidez después de los 18 meses, se
basa en la representación mental de un suceso observado antes. El niño debe
recuperar de la memoria una representación, a fin de repetirla.
el juego de simulación También llamado juego simbólico, juego de fantasía, juego
de representación o juego imaginativo, los niños pueden hacer que un objeto
represente o simbolice otra cosa. Por ejemplo, una niña puede llevarse un control
remoto al oído mientras hace que habla por teléfono.

Comprensión de los objetos en el espacio

Además de la creciente capacidad para usar la función simbólica, los niños


comienzan a ser capaces de entender los símbolos que describen espacios físicos, si
bien este proceso es lento. No es sino al menos hasta la edad de tres años que la
mayoría de los niños captan de manera fiable las relaciones entre dibujos, mapas o
modelos a escala con los objetos o espacios que representan.

Comprensión de la causalidad

Piaget afirmaba que los niños preoperacionales aún no son capaces de razonar
lógicamente acerca de la causalidad. Más bien, decía, razonan por transducción.
Relacionan mentalmente dos sucesos, en especial, sucesos cercanos en el tiempo,
exista o no una relación causal lógica. Por ejemplo, un niño puede pensar que sus
“malos” pensamientos o comportamientos ocasionaron la enfermedad de su
hermana o el divorcio de sus padres.

Piaget se equivocó al creer que los niños pequeños no pueden comprender las
relaciones de causalidad. Cuando se los evalúa con métodos apropiados para su
edad, los niños de dos años e incluso los infantes parecen comprender la causalidad.

Comprensión de las identidades y categorización

El mundo se vuelve más organizado y más predecible a medida que los


preescolares desarrollan una mejor comprensión de las identidades: que es el
concepto de que las personas y muchas cosas son, en esencia, las mismas incluso si
cambian de forma, tamaño o apariencia. Por ejemplo, colocarse una peluca no hace
que una persona sea una persona diferente; simplemente, se trata de un cambio
superficial de la apariencia. Esta comprensión subyace al surgimiento del
autoconcepto, y muchos procesos involucrados en la comprensión de la identidad
de los demás se reflejan en la comprensión de la identidad propia.
La categorización, o clasificación, requiere que el niño identifique las semejanzas y
las diferencias. A los cuatro años, muchos niños pueden clasificar por medio de dos
criterios, como color y forma. Usan esta capacidad para ordenar muchos aspectos
de su vida, a partir de la cual clasifican a las personas como “buenas”, “malas”,
“simpáticas”, “tacañas”, etcétera.

Un tipo de categorización es la capacidad para distinguir las cosas vivas de las


inanimadas. Cuando Piaget preguntó a niños pequeños si el viento y las nubes
estaban vivos, sus respuestas lo llevaron a pensar que estaban confundidos acerca
de lo que tiene vida y lo que no. La tendencia a atribuir vida a objetos inanimados
se denomina animismo.

Comprensión del número

La investigación de Karen Wynn sugiere que incluso los bebés de cuatro meses y
medio tienen un concepto rudimentario de número. Parecen saber que si a una
muñeca se le agrega otra deberían ser dos muñecas y no solo una. Otras
investigaciones han comprobado que la ordinalidad, el concepto de comparación de
cantidades (más o menos, más grande o más pequeño), al parecer, comienza entre
los 9-11 meses. A los cuatro años, la mayoría de los niños posee palabras para
comparar cantidades. Pueden decir que un árbol es más grande que otro o que un
vaso contiene más jugo que otro. También pueden resolver problemas numéricos
sencillos de ordinalidad

Solo a partir de los tres años y medio o más la mayoría de los niños aplican de
manera sistemática el principio de cardinalidad al contar. Es decir, cuando se les
pide que cuenten seis objetos, los niños menores de tres años y medio tienden a
recitar los nombres de los números (de uno a seis), pero no dicen cuantos objetos
hay en total (seis). Sin embargo, existe evidencia de que incluso niños de dos años
y medio usan la cardinalidad en situaciones prácticas, como cuando verifican para
asegurarse de qué plato contiene más galletas.

A los cinco años, la mayoría de los niños pueden contar hasta 20 o más y conocen
los tamaños relativos de los números de 1 a 10.

En el momento en que ingresan a la escuela primaria, casi todos los niños han
desarrollado el sentido básico del número. Este nivel básico de habilidades
numéricas incluye conteo, conocimiento de número (ordinalidad), transformaciones
numéricas (sumas y restas simples), estimación (“¿Este grupo de muñecas es mayor
o menor que cinco?”) y reconocimiento de patrones numéricos (dos más dos es
igual a cuatro y también tres más uno).

ASPECTOS INMADUROS DEL PENSAMIENTO PREOPERACIONAL

Una de las características principales del pensamiento preoperacional es la


centración: la tendencia a concentrarse en un aspecto de la situación e ignorar al
resto. De acuerdo con Piaget, los preescolares llegan a conclusiones ilógicas porque
no pueden descentrarse, es decir, pensar en varios aspectos de la situación a la vez.
La centración puede limitar el pensamiento de los niños pequeños relativo a
relaciones sociales y físicas.

Egocentrismo

Es una forma de centración. De acuerdo con Piaget, los niños pequeños se


concentran tanto en su propio punto de vista que no pueden considerar el de otra
persona. Los de tres años no son tan egocéntricos como los bebés recién nacidos,
pero, decía Piaget, todavía creen que el universo gira a su alrededor.

El egocentrismo puede ayudar a explicar por qué a los pequeños a veces les resulta
difícil separar la realidad de lo que sucede dentro de su cabeza y por qué muestran
confusión respecto a qué causa qué.

Piaget diseñó la tarea de las tres montañas para estudiar el egocentrismo. El niño
se sienta frente a una mesa que contiene tres grandes montículos. En el lado
opuesto de la mesa, se coloca una muñeca sobre una silla. El investigador le
pregunta al niño cómo vería la muñeca las “montañas”. Piaget observó que, por lo
general, los niños pequeños no podían dar una respuesta correcta a la pregunta y, en
lugar de ello, describían las montañas desde su perspectiva. Piaget consideró que
eso era evidencia de que los niños con pensamiento preoperacional no pueden
imaginar las cosas desde un punto de vista diferente
Conservación

Otro ejemplo clásico de centración es la imposibilidad de entender la conservación,


el hecho de que dos cosas permanecen iguales aunque se altera su apariencia,
siempre que nada se añada ni se elimine. Piaget observó que los niños no
comprenden este principio a cabalidad sino hasta la etapa de las operaciones
concretas y que desarrollan diferentes tipos de conservación a edades distintas.

En un tipo de tarea de conservación, la prueba de conservación de líquido, se


muestran a un niño de cinco años, dos vasos claros idénticos, cortos y anchos, que
contienen la misma cantidad de agua, y se le pregunta: “¿Los dos vasos contienen
la misma cantidad de agua?”. Cuando el niño se muestra de acuerdo, el investigador
vierte el agua de uno de los vasos en un tercer vaso, alto y delgado. Ahora le
pregunta: “¿Ambos vasos contienen la misma cantidad de agua o uno contiene
más? ¿Por qué?”. En la niñez temprana, después de haber observado que el agua es
vertida de uno de los vasos cortos y anchos en uno alto y del- gado, o incluso
después de haberla vertido él mismo, el niño dirá que el vaso alto o que el vaso
ancho contienen más agua.

¿Por qué los niños cometen este error?

Sus respuestas se ven influidas por dos aspectos inmaduros del pensamiento: la
centración y la irreversibilidad.

La centración implica concentrarse en una dimensión mientras se ignoran las


restantes. Los niños preoparacionales no pueden considerar la altura y el ancho en
simultáneo, dado que no pueden descentrarse, o considerar varios atributos de un
objeto o de una situación.

La irreversibilidad: la incapacidad para entender que una operación o acción


puede realizar se en dos o más direcciones.

La teoría de la mente es la conciencia de la amplia variedad de estados mentales


humanos (creencias, intenciones, deseos, sueños, etc.) y la comprensión de que
otros poseen sus propias creencias, deseos e intenciones distintivas. Tener una
teoría de la mente nos permite entender y predecir la conducta de otros y dar
sentido al mundo social.
Aspectos de la teoría de la mente

Conocimiento sobre el pensamiento y los estados mentales

Entre los tres y cinco años, los niños llegan a entender que el pensamiento se realiza
dentro de la mente; que puede tratar con cosas reales o imaginarias; que alguien
puede estar pensando en una cosa mientras hace o mira algo distinto; que una
persona con los ojos y los oídos cubiertos puede pensar en los objetos; que es
probable que alguien que parece pensativo esté pensando; y que el pensamiento es
diferente de ver, hablar, tocar y conocer.

los preescolares suelen creer que la actividad mental empieza y se detiene; es solo
en la niñez media cuando entienden que la mente está en actividad constante

El reconocimiento de que otros tienen estados mentales acompaña a la disminución


del egocentrismo y al desarrollo de la empatía.

A los tres años, los niños se dan cuenta de que si alguien obtiene lo que quiere se
sentirá feliz y que, si no lo logra, estará triste.

Los niños de cuatro años empiezan a entender que las personas tienen diferentes
creencias (correctas o equivocadas) acerca del mundo y que esas creencias
repercuten en sus acciones.

Creencias falsas y engaño

Entender que las personas pueden albergar creencias falsas deriva de la


comprensión de que, en efecto, albergan representaciones mentales de la realidad,
las cuales en ocasiones pueden ser erróneas. Si bien es cierto que niños de incluso
13 meses pueden demostrar cierta comprensión de los estados mentales de otros si
se les pregunta de una forma apropiada, no es sino hasta alrededor de los cuatro
años que pueden resolver de manera sistemática las tareas relativas a las falsas
creencias.

La incapacidad de los niños de tres años para reconocer las creencias falsas puede
deberse al pensamiento egocéntrico. A esa edad, los niños tienden a creer que todos
saben y creen lo mismo que ellos, y les resulta difícil entender que sus propias
creencias pueden ser falsas.
Los niños de cuatro años entienden que las personas pueden ver o escuchar
diferentes versiones del mismo suceso y que de ellas deducen diferentes creencias.
No obstante, solo a los seis años se percatan de que dos personas que ven y
escuchan la misma cosa pueden interpretarla de manera diferente.

Distinción entre apariencia y realidad

De acuerdo con Piaget, solo a los cinco o seis años los niños comienzan a
comprender la distinción entre lo que parece ser y lo que es. Muchos estudios le dan
la razón, pero otros han encontrado que esta capacidad empieza a emerger antes de
los cuatro años.

En una serie clásica de experimentos, un grupo de niños de tres años parecían


confundir la apariencia y la realidad en diversas pruebas.

Por ejemplo, cuando se ponían lentes de sol especiales que hacían que la leche se
viera verde, decían que la leche era verde, aunque acabaran de ver que era blanca.
Sin embargo, la dificultad de los niños de tres años para distinguir la apariencia de
la realidad puede, a su vez, ser más aparente que real.

Distinción entre fantasía y realidad

En algún momento entre los 18 meses y los tres años, los niños aprenden a
distinguir entre sucesos reales e imaginados. Los niños de tres años conocen la
diferencia entre un perro real y uno en un sueño, y entre algo invisible (como el
aire) y algo imaginario. Pueden fingir y reconocer cuando otra persona lo hace.

El pensamiento mágico en niños de tres o más años no parece deberse a la


confusión entre fantasía y realidad. Muchas veces, es una forma de entender los
sucesos que no parecen tener explicaciones realistas obvias (por lo general, porque
los niños carecen del conocimiento sobre ellos) o solo para consentirse con los
placeres de la simulación, como en el caso de la creencia en compañeros
imaginarios.
Influencias sobre las diferencias individuales en el desarrollo de la teoría de la
mente

Algunos niños desarrollan capacidades de la teoría de la mente más temprano que


otros. En cierta medida, este desarrollo refleja la maduración del cerebro y las
mejoras generales en la cognición.

¿Qué otras influencias explican esas diferencias individuales?

La atención social infantil se ha relacionado estrechamente con el desarrollo de la


teoría de la mente .

La competencia social y el desarrollo del lenguaje contribuyen a comprender los


pensamientos y las emociones. Los niños que, según el juicio de sus maestros y de
sus compañeros de la misma edad, poseen más habilidades sociales muestran mayor
capacidad para reconocer las creencias falsas, distinguir entre la emoción real y
fingida, y tomar en consideración el punto de vista de otra persona. Esos niños
también suelen tener sólidas habilidades de lenguaje.

El tipo de habla que un niño pequeño escucha en su casa puede influir en su


comprensión de los estados mentales.

La referencia de la madre a los pensamientos y el conocimiento de otros es un


predictor sistemático del lenguaje posterior del niño sobre el estado mental.

La empatía, por lo general, surge más pronto en los niños cuyas familias hablan
mucho acerca de sentimientos y causalidad.

Las familias que alientan el juego de simulación estimulan el desarrollo de las


habilidades de la teoría de la mente. Cuando los niños desempeñan papeles, tratan
de asumir las perspectivas de otros. Hablar con ellos acerca de cómo se sienten los
personajes de un cuento los ayuda a desarrollar la comprensión social

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