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Introducción

La Guerra Civil Española fue un conflicto entre los “nacionalistas” y los “republicanos”. Tuvo lugar
desde julio de 1936 hasta abril de 1939 y finalizó con la derrota de los republicanos y el
establecimiento de la dictadura de Francisco Franco, que conservó el poder absoluto hasta su muerte
en 1975.
El campo “nacionalista” estaba unido por la unión de republicanos conservadores, monárquicos –
carlistas y alfonsines– y los falangistas de José Antonio Primo de Rivera, más cercanos al fascismo. Se
llamaban a sí mismos nacionales (“nacionales”), mientras que sus oponentes los llamaban fascistas
(fascistas) o facciosos (“facciosos”); cuando el general Franco asumió el poder, también comenzaron a
ser llamados “franquistas”.
El campo republicano estaba formado por diferentes fuerzas unidas contra el frente nacionalista.
Numerosos activistas, de diversas tendencias (republicanos laicos y más bien socialmente
conservadores, anarquistas, comunistas, socialistas, etc.), apodados rojos por sus enemigos, se
alistaron junto a las fuerzas armadas leales a la República española, algunos para defender las
posiciones parlamentarias. democracia y otros para tratar de establecer formas alternativas de
gobierno.

I- Las Causas de la guerra civil Español.


Las causas lejanas de esta crisis de inusitada magnitud las buscamos en los profundos desequilibrios,
heredados del siglo XIX, que padeció la sociedad española:
• Desequilibrios sociales: la muy desigual distribución de la propiedad, especialmente en el Sur; las
duras condiciones de vida que soporta la población trabajadora.
• Desequilibrios regionales: el desarrollo desigual enfrenta a viejas formaciones históricas entre sí,
mental y materialmente, dentro del Estado. Sería difícil comprender la guerra en sus orígenes y su
curso si ignoramos el vigor de los sentimientos grupales de los nacionalismos periféricos.
• Desequilibrios espirituales: la Iglesia católica mantiene una pretensión dominante, a la que responde
un anticlericalismo militante, político-ideológico en una determinada burguesía, apasionado en las
masas populares anarquistas. Añadamos que en estos momentos se estaban produciendo en Europa
grandes luchas ideológicas entre comunismo, fascismo y liberalismo y que el eco resonaba en España.
Lo mismo ocurre con las consecuencias de la crisis económica mundial que comenzó en 1929. Detuvo
la emigración, aumentó la presión demográfica y provocó el colapso del comercio exterior, que cayó a
un tercio de lo que era bajo Primo de Rivera. La producción minera y siderúrgica sufrió un descenso. El
número de desempleados alcanzó un nivel preocupante. Durante la Segunda República, la
exasperación de todos los conflictos, entre poseedores y proletarios, entre católicos y anticlericales,
entre centralistas y regionalistas, dificultó el funcionamiento de una verdadera democracia por falta de
una base sólida y, por otra parte, abrió el camino ya sea una revolución o una dictadura militar. Y tanto
más cuanto que, por ambas partes, no se descartaba en modo alguno el uso de la fuerza. En el ejército
se revivió la antigua tradición de los pronunciamientos. Entre las masas trabajadoras y entre los
campesinos más miserables dominaba el espíritu revolucionario. En ninguna parte el
anarcosindicalismo, agrupado en la C.N.T. y empujado por los elementos mucho más activos de la F.A.I.
(Federación anarquista ibérica), no era tan poderosa. Y si el comunismo tenía sólo unos pocos
militantes, todo un sector del partido socialista y de la UGT, encabezado por Largo Caballero, ya no
estaba dispuesto a contentarse con reformas simples. La constitución, en 1933, de un nuevo partido
que agrupaba a la Falange de José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador, y las Juntas Ofensivas
Nacional-Sindicalistas (J.O.N.S.) aumentó aún más el número de partidarios del brazo fuerte. Así
llegamos al terrible enfrentamiento de 1936. Preparado durante mucho tiempo, el levantamiento
militar y civil del campo franquista estalló el 17 de julio de 1936, pero su fracaso parcial obligó a los dos
campos a enzarzarse en una guerra total imprevista, larga y mortífera. Porque en la medida en que el
pronunciamiento falle en las partes vitales de la nación, significará revolución y guerra civil.
De hecho, el golpe de Estado tuvo éxito, en el sentido de que privó a la República de casi todos los
ejecutivos de las fuerzas armadas; En el siglo XIX ningún gobierno resistió en este caso. Pero el golpe
de Estado fracasó, en el sentido de que el ejército sólo reconstituyó poderes sobre una parte
restringida del territorio; en otros lugares la población lo desarma y el gobierno no admite la derrota, a
pesar de la destrucción del instrumento militar. Es aquí donde entran en juego los grandes cambios. El
pronunciamiento no logró imponerse a las masas. El ejército, por primera vez, son también los
soldados. El pueblo, por otra parte, ya no es una multitud vaga: los partidos y los sindicatos crean
cuadros para los luchadores populares tan pronto como el gobierno acepta confiar en ellos. Ahora la
fuerza de los líderes militares tiene un contrapeso.

II- Las Manifestaciones de la Guerra civil Español


1- La conspiración militar
El fracaso electoral de la CEDA en las elecciones de febrero de 1936 desacreditó a Gil Robles en
beneficio de los golpistas y al día siguiente de las elecciones se formaron complots militares. El
ministro de Guerra traslada a los generales sospechosos de conspiración: Emilio Mola es trasladado a
Pamplona, Franco a Canarias y Goded, a Baleares. Sin embargo, los primeros gobiernos del Frente
Popular (gobierno de Azaña y luego Casarés Quiroga) fueron más moderados que los del primer bienio
y no incluyeron ministros socialistas.
El general Mola, bajo el seudónimo de Director, se encargó de la preparación del golpe y extendió su
red a las guarniciones, con la ayuda de la Unión Militar Española (UME), una compañía militar. Al final,
la conspiración logró reunir no sólo a soldados descontentos y enemigos del régimen, sino también a
un par de generales republicanos: Gonzalo Queipo de Llano y Miguel Cabanellas, uniendo fuerzas con
los opositores del nuevo régimen. Por otro lado, Mola no logra convencer a Franco; sin embargo, todos
los conspiradores esperan convencerlo de que se una a ellos. Juan March financia el alquiler de un
avión británico (Dragon Rapide) que Luis Bolín, corresponsal de ABC en Londres, envía a Canarias. En la
hipótesis de que Franco se sumase a la conspiración, el dispositivo se utilizaría para transportarlo a
Marruecos.
El asesinato de Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, por los guardias de asalto que vengaban a su
compañero, el teniente José Castillo, un oficial de izquierdas asesinado a tiros por falangistas,
determinó tanto la fecha del levantamiento como el compromiso de Franco. Notifica a Mola por
telegrama su participación, prepara su salida clandestina a Marruecos y prende fuego. La fecha elegida
para el golpe, el 18 de julio, pasaría a la historia.
2- El golpe de Estado fallido y el estancamiento
El golpe de Estado, o pronunciamiento, comenzó el 17 de julio en el Marruecos español, donde Franco
tomó el mando de las tropas, tras llegar en avión desde las Islas Canarias vía el Marruecos francés,
llevando a su esposa e hija a un lugar seguro en Casablanca. El golpe de Estado afectó a toda la
metrópoli al día siguiente.
Cuando estalló la insurrección, el gobierno republicano se encontró paralizado. Sus primeros
comunicados, después de 24 horas, pretendían ser tranquilizadores, reconociendo únicamente que
parte del ejército se había levantado en Marruecos. En Sevilla, trabajadores desarmados intentaron en
vano oponerse al levantamiento, encabezado por Queipo de Llano; El gobierno se niega a entregar
armas a los trabajadores que las soliciten y amenaza con fusilar a quienes se las proporcionen.
El gobierno republicano está intentando la conciliación con los militares. El presidente Manuel Azaña
propuso el establecimiento de un gobierno de compromiso en lugar del Frente Popular: el 18 de julio
nombró jefe de gobierno a Diego Martínez Barrio, pero rápidamente vio el fracaso de sus esfuerzos. Ni
en el lado nacionalista con Mola, ni en el lado republicano con el socialista Francisco Largo Caballero
queremos llegar a un acuerdo. El desenlace bélico es inevitable, y al día siguiente de su nombramiento,
Martínez Barrio dimite, sustituido por José Giral.
El 17 de julio, en Barcelona, militantes de la CNT empezaron a armarse, en arsenales y astilleros. Su
determinación inclina a su lado a la Guardia Civil y a la Guardia de Asalto, obligando a los militares a
capitular en esta ciudad, la segunda más grande del país. Cuando el gobierno decide dar armas a la
población, ésta, en realidad, ya está armada. En Madrid finalmente se distribuyeron armas, de nuevo, a
los trabajadores, pero sin calzones. La población, sin embargo, lanzó un asalto el 20 de julio contra el
cuartel de Montana y se apoderó de él.
Si algunas regiones caen rápidamente (Navarra, Castilla y León, Galicia, Andalucía occidental, grandes
ciudades de Aragón), el resto del país permanece fiel a la República. Madrid, Valencia y Barcelona, a
pesar del levantamiento de la guarnición local, quedaron en manos de los republicanos, gracias en
particular a las milicias obreras que se movilizaron muy rápidamente. Al cabo de una semana, el país
estaba dividido en dos zonas aproximadamente iguales: de un lado los nacionalistas, del otro los
republicanos que conservaban las regiones más ricas e industriales.
Las fuerzas presentes están equilibradas al inicio del conflicto. Parece que a principios de 1937, cada
bando contaba con alrededor de 500.000 hombres. El ejército español, antes de la guerra, era bastante
mediocre, con equipamiento obsoleto y tácticas de otra época.
La entrega de armas alemanas e italianas permite una clara mejora en el armamento del ejército
nacionalista. Los aviones italianos resultaron decisivos durante los primeros días del conflicto,
permitiendo a las tropas de Franco cruzar el Estrecho de Gibraltar. Empresas extranjeras como Ford y
Texaco también suministrarán camiones y combustible en grandes cantidades a crédito. Además, los
nacionalistas cuentan con las tropas más curtidas: los moros y los “Tercios” de la Bandera (Legión
Extranjera Española). Estacionados en el Marruecos español, están comandados por oficiales con
experiencia en guerras coloniales.
Los republicanos fueron gradualmente equipados con armas soviéticas, pero el suministro planteaba
un problema debido al bloqueo marítimo de las potencias europeas, que era más relajado en el lado
nacionalista. Moscú también enviará asesores militares, utilizados principalmente para operar aviones
y tanques, así como comisarios políticos del Komintern, principalmente para asegurar la represión
dentro de las fuerzas comunistas disidentes, como los trotskistas y los activistas del POUM.
Los principales problemas, para los republicanos, surgen del lado organizativo. De hecho, es un ejército
popular creado desde cero, y no obedece al gobierno, porque se basa en la idea de defensa popular
proporcionada por cada ciudadano, sin mando centralizado. Ante el fracaso de esta organización, el
gobierno intentó crear un ejército popular en forma de cuerpo nacional (en vigor en la primavera de
1937), con disciplina y mando comunes. Estas vacilaciones reflejan la oposición entre comunistas,
partidarios de un ejército organizado, y anarquistas, partidarios de la defensa popular.
Como regla general, el ejército republicano sufre una escasez de oficiales en activo, muchos de los
cuales han optado por unirse al campo nacionalista. La mayoría de los barcos de la Armada
permanecen en manos de la República, pero los marineros, sin sus oficiales, no pueden hacer buen uso
de ellos.
3- La internacionalización del conflicto
Ayuda dada a los nacionalistas
Los soldados insurgentes, al no haber obtenido una victoria inmediata y, sobre todo, al encontrarse
con una resistencia más fuerte, necesitan absolutamente ayuda externa. Lo recibirán muy
rápidamente, especialmente de Portugal, Italia y Alemania.
La ayuda italiana al campo nacionalista, limitada al inicio del conflicto al envío de una docena de
bombarderos, se hizo masiva a finales de 1936 tras el fracaso de Franco en Madrid. Se materializa en
importantes entregas de material (casi 700 aviones y 950 tanques), pero sobre todo en el envío de
numerosos soldados. El Cuerpo de Voluntarios Italianos (CTV) llegó a contar con 50.000 hombres.
Para Mussolini, la guerra de España fue una oportunidad para realizar propaganda a escala
internacional. Mussolini también tiene intereses económicos (se venden armas italianas a los
nacionalistas) y estratégicos (la utopía de una toma del Mediterráneo, que implicaría, en particular, la
anexión de las Islas Baleares españolas).
Ya el 22 de julio de 1936, Franco envió a Hitler una solicitud de ayuda en equipamiento, aviones y
expertos. La solicitud se transmite al Führer, quien responde con entusiasmo aceptando enviar los
primeros junkers. En octubre de 1936, el almirante Canaris propuso a Franco la creación de una unidad
aérea especial, así se creó la Legión Cóndor. Se trata de una fuerza de élite, compuesta principalmente
por aviadores, artilleros y, en pequeño número, petroleros. El número de tropas presentes sobre el
terreno nunca supera los 10.000 hombres y permanece estrictamente bajo mando alemán. La Legión
Cóndor cuenta con un armamento muy moderno, servido por especialistas, que vienen a pasar una
“período” en España. Para los militares alemanes, el campo de batalla español es sólo un campo de
maniobra. Hitler también aseguró el control de los minerales españoles que Alemania necesitaba con
urgencia para desarrollar su industria armamentística.
4- La participación de la Unión Soviética et Operaciones militares
La decisión de Stalin de enviar armas rusas a España no fue inmediata. Inicialmente, el gobierno
soviético no se sintió principalmente preocupado por la Revolución Española. Este también sería un
mal momento para embarcarse en una aventura de esta importancia. Innegablemente preocupado por
la amenaza alemana cerca de las fronteras rusas, Stalin buscó en cambio concluir alianzas militares con
Francia y el Reino Unido, preocupación que tuvo prioridad sobre el apoyo a una revolución proletaria
internacional que correría el riesgo de alienar a estos países.
La ayuda rusa comenzó a llegar a España a finales de octubre de 1936, tras una petición urgente del
nuevo jefe de gobierno en Madrid, Largo Caballero. El envío de armas soviéticas permitirá al gobierno
republicano equipar verdaderamente a su ejército y detener a los nacionalistas frente a Madrid.
Vehículos blindados, camiones, aviones y artillería son transportados desde puertos rusos en el Mar
Negro y se convierten en un elemento insustituible para los jefes militares españoles. El grueso de la
aviación republicana quedó rápidamente compuesta por aviones de origen ruso.
Sin embargo, en ningún momento el apoyo brindado por Stalin adquirió un carácter desinteresado. El
Estado soviético tiene la intención de cobrar por los suministros militares. Una parte importante del
oro del Banco de España, transportado a la Unión Soviética, se utilizó para pagar las ventas de armas
realizadas a Rusia.
Después del Acuerdo de Munich (septiembre de 1938), la ayuda soviética disminuyó rápidamente.
Las Brigadas Internacionales
Junto a los republicanos, voluntarios de todo el mundo, a menudo comunistas, marxistas, socialistas o
anarquistas, pero también antifascistas más moderados, se unieron a grupos que tomaron el nombre
de Brigadas Internacionales. Las cifras estimadas serían de 30.000 a 35.000 hombres. Es la Comintern
la que se encarga de reclutar voluntarios y transportarlos a España. La XI Brigada, la primera en
participar, llegó a Madrid el 7 de noviembre.
A nivel militar, la Guerra Civil Española presenta las siguientes características. En primer lugar, se trata
de una guerra que, excepto en su última fase, se desarrolla en varios frentes al mismo tiempo. La
guerra comprende en estos diferentes frentes una sucesión de fases de movimiento y largas fases de
guerra de posiciones con el uso de trincheras. Los republicanos, por táctica o por obligación, a menudo
están a la defensiva y resisten bien. Sus ofensivas son casi siempre de pequeña escala, mal diseñadas,
rápidamente detenidas o incluso contrarrestadas, y a menudo resultan en pérdidas importantes
(humanas y materiales). Esta situación contribuye a debilitar gradualmente el campo republicano.
• Batallas por Madrid
Cuando comenzó la guerra, a finales de julio de 1936, todo parecía bloqueado pero la ayuda exterior
de Alemania e Italia, futuras potencias del Eje, permitió a las tropas marroquíes (las más competentes
y mejor entrenadas) dirigidas por Franco cruzar el Estrecho de Gibraltar el El 5 de agosto y se unen el
resto del ejército y 15.000 carlistas liderados por Mola. En total, 62.000 soldados marroquíes sirvieron
en las fuerzas nacionalistas, 37.000 de los cuales participaron en la primavera de 1937. Las tropas
marroquíes avanzaron hacia el norte, atacando duramente las ciudades y pueblos que encontraron. Al
mismo tiempo, en el norte del país, los combates enfrentaron a los republicanos contra las demandas
carlistas, particularmente en el País Vasco y cerca de la frontera francesa. En las zonas controladas por
la República se lanzan movimientos de contraofensiva. Se forman tres columnas para intentar
recuperar terreno en territorios nacionalistas; la más famosa es sin duda la “Columna Durruti”, que
lleva el nombre de su comandante, Buenaventura Durruti Además, los republicanos reconquistaron
Menorca pero no consiguieron hacerse con el control del resto de Baleares.
En octubre, Franco tuvo que tomar una decisión estratégica: a las puertas de la capital, prefirió desviar
sus tropas hacia el sur, hacia Toledo, para salvar a los insurgentes asediados en el Alcázar. Esto le da
tiempo al Madrid para organizar la defensa. Cuando los nacionalistas llegaron a Madrid en noviembre
de 1936, la defensa fue feroz: se defendieron todas las calles (con el famoso lema de La Pasionaria,
“¡No pasarán!”). En los alrededores de la capital se produjeron varias operaciones en febrero y marzo
de 1937, en particular la Batalla del Jarama y la Batalla de Guadalajara. A pesar de las cuantiosas
pérdidas, la ciudad resistió y en marzo de 1937 los nacionalistas tuvieron que afrontar los hechos: la
toma de Madrid había fracasado.
• Reducción de los frentes cercados: la ofensiva en el Norte
Por lo tanto, decidieron ocuparse primero de los focos de resistencia republicana en el País Vasco y
Asturias. Una primera campaña tuvo lugar en los alrededores de Bilbao, que los republicanos rodearon
con un “cinturón de hierro” que poco sirvió para frenar a los nacionalistas, que lograron tomar la
ciudad el 19 de junio y controlar el resto de la provincia en los días siguientes. En agosto, los combates
se trasladaron a la región de Santander, que cayó el 26 de agosto. Asturias siguió siendo entonces la
única del norte de España que permaneció bajo el control de la República. Esta pequeña zona resistió
durante mucho tiempo, pero tuvo que capitular el 17 de octubre, dejando a las fuerzas nacionalistas el
control total de la costa atlántica.
Mientras tanto, los republicanos lanzaron otras ofensivas, particularmente en Brunete y Belchite, para
obligar al mando de Franco a distraer a las tropas del Norte, dando así un respiro a su ejército, pero
estos combates mortales sólo les permitieron un progreso limitado. • La Batalla de Teruel
En los últimos días de 1937, las tropas republicanas iniciaron la lucha por Teruel, que consiguieron
tomar en combates que se desarrollaron en condiciones muy duras para ambos bandos, sobre todo
por el gran frío que reinaba en Teruel aquel invierno. Sin embargo, esta operación fue frustrada y la
ciudad fue recuperada por los nacionalistas menos de un mes después. Tras la reconquista de Teruel,
el ejército nacionalista continuó la ofensiva y logró llegar a la costa el 6 de abril, cortando así en dos el
territorio controlado por los republicanos.
• La Batalla del Ebro y la caída de Cataluña. El fin de la guerra
Todavía intentaron atacar durante la Batalla del Ebro (del 25 de julio de 1938), pero fue un nuevo
fracaso: los republicanos se vieron obligados a volver a cruzar el Ebro a costa de importantes pérdidas.
A partir de entonces, la suerte del conflicto quedó echada: Cataluña fue conquistada sin mucha
resistencia en febrero de 1939. En la capital, el golpe anticomunista de Casado desmovilizó la
resistencia: Madrid cayó sin apenas combates. El resto de España fue capturado en un mes y los
últimos combates tuvieron lugar en Alicante. El 1 de abril de 1939 Franco anunció que “la guerra ha
terminado”

5- Evolución política
Zona republicana: del estallido de la revolución... al restablecimiento de
Autoridad de estado
Al intentar el golpe de Estado de julio de 1936, los militares desencadenaron de hecho la revolución
social en ciertos territorios que permanecían bajo control republicano. El proceso de colectivización,
propugnado por los anarquistas y frenado por los comunistas que subordinaban todo a la dirección de
la guerra, alcanzó su máximo en el campo de Aragón, en las fábricas de Cataluña.
El gobierno de Giral, al no disponer ya de policía, ejército o fuerza judicial, se vio abrumado por los
comités populares creados por iniciativa de los sindicatos y de los partidos de izquierda. Estos órganos
del nuevo poder organizaron milicias para luchar contra los nacionalistas, reorganizaron el transporte,
el abastecimiento de las ciudades y transformaron las fábricas para las necesidades de la guerra.
Las autoridades legales han perdido todo poder y se muestran incapaces de realizar las dos tareas
previas a cualquier ofensiva: restablecer la autoridad del Estado y dirigir de manera eficaz las
operaciones militares mediante la constitución de un ejército.. El 4 de septiembre de 1936 Giral cedió
la presidencia del gobierno a Largo Caballero, líder de la izquierda socialista, quien formó un gobierno
más acorde con la composición de las fuerzas antifascistas, con la participación de ministros
republicanos, socialistas y comunistas. y, finalmente, en noviembre, los anarquistas. Empezamos a
organizar un ejército a partir de milicias populares, pero bajo el control de comisarios políticos. De
todos modos, la coalición carecía de solidez; El desacuerdo era evidente entre comunistas y
anarquistas. Se estaba produciendo un debate político: ¿deberíamos continuar la revolución social que
había comenzado o deberíamos primero ganar la guerra reuniendo a todos aquellos que rechazaban el
fascismo? Mientras que los anarquistas de la CNT y los comunistas no estalinistas del POUM
argumentaban que la guerra sólo podría ganarse continuando la revolución que había sido provocada
por la rebelión de los levantamientos militares de julio, los comunistas del PCE y otros partidos
moderados Los políticos intentaron contener, o incluso erradicar, la fuerza revolucionaria. Temían que
el llamado de expropiación de la extrema izquierda pusiera en su contra tanto a las clases medias
como a los inversores extranjeros: la guerra tenía que librarse únicamente para salvar a la República.
En mayo de 1937, los dos bandos se enfrentaron violentamente en Barcelona. Después de una semana
de batallas callejeras y cientos de muertos, la Generalitat impuso su autoridad, con la ayuda del
gobierno central, que inmediatamente transportó tropas a Barcelona. La CNT debe renunciar a su
posición dominante y el POUM queda ilegalizado.
El 17 de mayo de 1937 Juan Negrín sucedió a Largo Caballero al frente de un gobierno, que orientó su
política en tres direcciones:
• A nivel interno, se esfuerza por restablecer la autoridad estatal y posponer las medidas
revolucionarias. Tras el restablecimiento del orden en Cataluña, el Consejo de Aragón, dominado por
los anarquistas, fue disuelto en agosto de 1937. Los anarquistas ya no participaron en el gobierno, y,
hasta los últimos días de la guerra, la influencia comunista fue preponderante, debido a la absoluta
necesidad del apoyo soviético • En el plano militar, una serie de ofensivas pretende devolver la
iniciativa al ejército republicano, un ejército reconstituido con un mando unificado.
• en el plano diplomático, se trata de convencer a las democracias occidentales de que la lucha de la
España republicana es también la suya y que su derrota será el preludio de su propia derrota. Depositó
sus esperanzas en la inminencia de una guerra europea que enfrentaría a las democracias liberales
contra el Eje; Para prolongar la lucha hasta entonces, se dirigió al Partido Comunista, el único
organizado, influyente y decidido.
Pero el rápido avance del ejército nacionalista le obligó a abandonar Barcelona (donde anteriormente
había trasladado la sede del gobierno a Valencia) para llegar a Toulouse (febrero de 1939). De regreso
a Alicante, en marzo de 1939 se topó con una conspiración de militares, anarquistas y moderados,
liderada en Madrid por el coronel Casado.
Zona franquista: el ascenso de Franco al poder
En principio, en la zona de “alzamiento”, la generalización del “estado de guerra” (28 de julio) puso el
Orden y la Justicia en manos del Ejército. Como era necesario disponer rápidamente de un organismo
diplomática y administrativamente responsable, los militares sublevados crearon una “Junta de
Defensa” presidida, en Burgos, por el general Cabanellas.
Pocos días después de la liberación del Alcázar de Toledo, la Junta de Burgos decidió nombrar al
general Franco “Generalísimo” y el 1 de octubre fue proclamado también “Jefe de Gobierno del
Estado”.
En la zona nacionalista también había una coalición que apoyaba a los generales. Incluía a los
monárquicos alfonsistas y a los amigos de Gil Robles, pero los elementos más activos fueron los
carlistas y los falangistas, estos privados de su líder, José Antonio Primo de Rivera, encarcelados y
luego ejecutados en Alicante. Están divididos sobre la naturaleza del régimen político que se
establecerá después de la victoria. Los conspiradores de julio sólo estuvieron de acuerdo en un punto:
había que abolir el sistema parlamentario. Franco aprovechará estas divisiones para establecer su
poder personal. En abril de 1937, Franco logró asociar a carlistas y falangistas en un solo partido –
Falange Española Tradicionalista y Juntas Ofensivas Nacional-Sindicalistas (FET de las JONS)–, del que él
mismo asumió la presidencia. Esta cohesión fue uno de los factores esenciales del éxito.
El 30 de enero de 1938 Franco formó su primer gobierno. Reúne todos los poderes: es al mismo
tiempo jefe de Estado, jefe de gobierno, jefe de los ejércitos, jefe del partido único.
Violencia y ejecuciones
La Guerra Española fue especialmente violenta, sobre todo durante las grandes batallas (Teruel, pero
sobre todo la Batalla del Ebro). Pero la guerra también estuvo marcada por matanzas fuera de los
combates reales. Hubo ejecuciones, a veces sumarias, a veces organizadas e incluso precedidas de
juicios apresurados.

• En zona nacionalista
Los soldados leales al gobierno son las primeras víctimas allí donde los rebeldes toman el poder (fuera
de cualquier combate). Lo que siguió fue la masacre de activistas y simpatizantes de sindicatos y
organizaciones de izquierda basándose en listas establecidas de antemano. A medida que las tropas
rebeldes avanzaban y las ciudades y pueblos eran tomados desde el comienzo mismo de la guerra, los
activistas y simpatizantes de la República fueron arrestados, encarcelados o fusilados
sistemáticamente. Decenas de miles de víctimas serán ejecutadas sumariamente.
Una de las mayores masacres colectivas tuvo lugar los días 14 y 15 de agosto de 1936 en Badajoz,
Extremadura, donde muchos milicianos desarmados fueron fusilados sumariamente, cuando los
nacionalistas, principalmente unidades de la Legión, se apoderaron de la ciudad. Esta masacre fue
revelada por primera vez por dos periodistas franceses y un periodista portugués. Sin embargo, el fin
de la guerra no significó el retorno a la paz. Las ejecuciones continuaron durante los años siguientes,
demostrando la sed de venganza de los vencedores que caracterizó al régimen dictatorial durante
muchos años y la miseria y el terror de los vencidos.

• En zone républicaine
Les massacres des opposants commencent dès le début de la rébellion. L’appartenance
sociale ou politique suffit la plupart du temps dans l’acte d’accusation pour justifier une
exécution. Ce fut le cas par exemple pour les officiers de la garnison de Lérida, les officiers de
la base navale de Minorque et ceux de Carthagène. Ce fut aussi le cas pour les députés de
droite pourchassés en zone républicaine et dont 24 sont exécutés.

Les prêtres et les religieuses sont parmi les autres principales victimes de ces massacres,
notamment en Catalogne. Selon les études consacrées à la fureur qui a saisi l’Espagne en
1936, plus de 7 000 religieux dont 13 évêques, 4 184 prêtres, 2 365 moines et 283 religieuses
ont été assassinés durant cette période. Soit 88 % du clergé dans le seul diocèse de
Barbastro (Aragon), dont l’évêque, Mgr Asensio Barroso. Neuf diocèses perdirent ainsi plus de
la moitié de leur clergé, la seule appartenance à ce dernier étant justiciable d’une exécution
sommaire. Ceux qui ont pu y échapper se trouvaient en zone nationaliste, ou avaient pu fuir,
se cacher ou bénéficier de protections. À ces tueries s’ajoutèrent les incendies d’églises et de
couvents, les profanations d’autels et de sépultures. En septembre 1936, devant des réfugiés
espagnols, le pape Pie XI dénonçait ce qu’il désignait comme une « haine de Dieu satanique
professée par les républicains ». . La conséquence immédiate sera le ralliement de nombreux
centristes catholiques aux militaires insurgés.
À partir du 23 août, des tribunaux populaires donnent un formalisme juridique aux exécutions.
Des commissions d’épuration sont mises en place afin de recenser les suspects à partir de
leurs antécédents sociopolitiques. En Asturies par exemple, elles dressent les listes des
sympathisants des partis de droite dont les « plus chanceux » sont victimes d’expropriation.
À Madrid, des exécutions sommaires massives ont lieu à partir notamment du 22 août 1936, et
coûtent la vie à plusieurs anciens ministres de la République comme José Martínez de
Velasco, Manuel Rico, Ramón Álvarez ainsi qu’à Melquíades Álvarez, chef du parti libéral-
républicain et Fernando Primo de Rivera, frère du fondateur de la Phalange. Del 2 al 6 de
noviembre de 1936 cinco mil personas fueron fusiladas en Paracuellos y Torrejón de Ardoz y
enterradas en fosas comunes. Las víctimas son detenidos madrileños evacuados de la
ciudad, estudiantes de un colegio católico y miembros de familias adineradas de la ciudad.

III- Las Consecuencias de la guerra civil Español


Las principales consecuencias del conflicto fueron:

• La instauración del franquismo, una dictadura militar, nacionalista y católica bajo el


mando de Franco, que persiguió y torturó a sus oponentes durante décadas.
• La pérdida de miles de vidas, entre bajas militares de ambos bandos y ejecuciones
sumarias en las retaguardias de ambos lados. Entre las muertes más célebres del
bando fascista se cuentan las de artistas e intelectuales, como Federico García Lorca.
• El exilio de miles de españoles que huyeron del conflicto o de la dictadura que siguió.

La destrucción y devastación de España, que les impidió participar en la Segunda Guerra


Mundial y devolver así los favores recibidos a sus aliados nazis y fascistas. Al finalizar la
Guerra Civil Española, el gobierno de la Junta de Defensa Nacional controló todo el territorio
del país y se impuso la dictadura del General Francisco Franco. El gobierno dictatorial duró
hasta la muerte del caudillo en 1975, casi cuarenta años.

Durante el gobierno de Franco se impusieron los principios conservadores liberales y


católicos, con ciertos rasgos del fascismo alemán e italiano: el control social y político a través
del terror, la propaganda y la eliminación de la oposición. El número de víctimas sigue siendo
difícil de cuantificar. A veces faltan fuentes, ya sea porque no fueron creadas o porque han
desaparecido. Cuando existen, a menudo son manipulados o acusados de serlo y, por lo
tanto, a veces siguen siendo objeto de controversia. En ambos bandos se habla de un millón
de muertos (una cifra enorme para un país de 26 millones de habitantes), pero muchos
consideran que esta cifra es exagerada. Actualmente, las estimaciones más graves oscilan
entre 380.000 y 451.000 muertes como consecuencia directa de la guerra.

Por lo tanto, las siguientes cifras son estimaciones que deben tomarse con cautela:

• 100.000 a 285.000 soldados muertos en combate (pérdidas militares directas)

• Entre 10.000 y 150.000 civiles murieron a causa de los bombardeos

• Entre 40.000 y 200.000 ejecuciones en la zona nacionalista

• 20.000 a 86.000 ejecuciones en zonas republicanas

• 30.000 a 200.000 ejecuciones por parte del gobierno de Franco entre 1939 y 1943

Se dice que sólo la Batalla del Ebro causó cerca de 60.000 bajas.

A estas cifras hay que añadir el exceso de mortalidad debido a hambrunas o epidemias, pero
la cifra de estas víctimas (estimada en 330.000) sigue siendo difícil de establecer.
Refugiados y exiliados

La guerra provocó importantes movimientos de población, a menudo decididos


apresuradamente y sin planes específicos para las personas desplazadas. Aunque algunos
de estos movimientos tuvieron lugar dentro de España, la guerra llevó principalmente a los
españoles a abandonar su país, a menudo temporalmente y a veces de forma permanente.

Los primeros meses, incluso los primeros días de la guerra, vieron el inicio del éxodo: del País
Vasco, los republicanos abandonaron el país hacia Francia; en Cataluña, son las personas
sospechosas o incluso hostiles hacia los republicanos las que parten, en barco, hacia
Marsella o hacia Argelia. España. Los destinos fueron variados, pero Francia fue el más
elegido, siendo los otros tres grandes países de exilio o refugio el Reino Unido, México y la
URSS.

La acogida de los recién llegados fue muy diferente de un lugar a otro: a veces fueron bien
recibidos e incluso objeto de acciones de solidaridad, a veces fueron vistos con recelo o
incluso con hostilidad en una Francia en crisis marcada por ciertas formas de xenofobia.

Conclusión

Particularmente violenta y traumática duradera, la Guerra Española es famosa por ser el


escenario de múltiples abusos. En particular, se produjeron los primeros bombardeos militares
contra civiles, perpetrados por la Alemania nazi y la Italia fascista, aliadas de Franco, la
eliminación del POUM antiestalinista por el NKVD y el asesinato de varios dirigentes
poumistas y anarquistas por el Partido Comunista Español. , masacres espontáneas de
sospechosos, hombres de la Iglesia o miembros de las clases media y dominante por parte de
anarquistas y comunistas en los meses posteriores a la sedición militar, mientras el nuevo
Estado nacionalista se construía mediante el terror y la purificación sistemática. En particular,
los franquistas rechazaron todas las propuestas de compromiso opuestas y continuaron,
después de su victoria, una represión incesante y a muy gran escala.

Esta guerra civil fue también el escenario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, donde
los futuros beligerantes europeos comenzaron a enfrentarse más o menos directamente: la
Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini dieron su apoyo a Franco, mientras que la Unión
Soviética de Stalin vendía armas a los republicanos. (mientras buscaba el poder dentro de la
República). Francia y el Reino Unido optaron por la no intervención y el bloqueo de las
exportaciones de armas, pero permitieron que las Brigadas Internacionales colaboraran con
los republicanos. La Guerra Civil Española dividió y excitó a la opinión pública de todo el
mundo. El compromiso de numerosos intelectuales y artistas con los combatientes,
particularmente en las Brigadas Internacionales, contribuyó a que adquiriera rápidamente una
dimensión legendaria que aún perdura.

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