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objeto-del-fantasma-materno
Acerca de los nuevos sufrimientos de los niños

Costos de ser objeto del


fantasma materno
Una de las dos posiciones en la estructura que señala Lacan, hoy
prolifera, y tiene que ver con la decadencia de la metáfora paterna.
Por María del Carmen Arias*
07/08/2019
Última actualización 08/08/2019 12:00 am




El fantasma de la madre se ve validado por la ciencia y la ley.


Hay dos referencias temporales a considerar en los nuevos sufrimientos
en los niños: se trata de lo nuevo que aparece en la infancia como
sufrimiento.

Desde hace tiempo la investigación clínica presenta cierta coyuntura


donde parece que de las dos posiciones del niño en la estructura que
señala Jacques Lacan: como síntoma de la pareja parental o como
objeto del fantasma materno, la segunda es la que prolifera.

Posición que siempre ha existido pero al decir "prolifera", hablamos de


una expansión que tiene que ver con la decadencia de la metáfora
paterna pero también con las nuevas posibilidades que la ciencia y el
discurso capitalista ofrecen para asegurar el lazo de la madre y el niño.

El fantasma de la madre se ve validado por la ciencia y también por la


ley que otorga nuevos derechos. El deseo se transforma en una
demanda que opera dentro de la lógica del consumo. Por otro lado se
observan en los niños regresiones sintomáticas a nivel del cuerpo que
rechazan el envoltorio significante, siendo localizaciones de goce en un
cuerpo donde no se evidencia el síntoma como conflicto (Freud), para
quien el síntoma ya es una sustitución, representa el signo de una
satisfacción pulsional que no tuvo lugar.

El síntoma para Freud es la sustitución de un goce que ha sido


rechazado, lo cual tiene una íntima relación con la manera de leer la
castración por parte de Lacan, quien en Subversión del sujeto afirma:
"La castración quiere decir que el goce es rechazado para que pueda
ser alcanzado en la escala invertida de la ley del deseo".

El deseo se transforma en demanda que opera en la lógica del


consumo y

por otro lado se observan regresiones sintomáticas a nivel del cuerpo.


La castración no está definida a partir del falo sino a partir del goce, es
decir de la pulsión. Es notable el movimiento que se produce: si la
castración es rechazo al goce, el goce debe ser rechazado para poder
ser alcanzado en lo simbólico, donde impera la ley del deseo.

El lenguaje, la palabra, mata la cosa, bloquea el imperio del goce crudo,


huérfano, opaco, siendo estos distintos nombres del goce Uno. Se
produce la represión como lo que hay que pagar y surge el síntoma
como signo y sustituto de un goce que no tuvo lugar. La legalización del
goce se paga con síntoma. Si nos arriesgamos a decir que los nuevos
sufrimientos en los niños no han logrado el estatuto de síntoma esto
nos pone en la pista de las dificultades que pueden surgir cuando el
goce no es rechazado y la castración no se efectúa.

Otro punto a considerar en nuestra clinica actual es que no siempre el


niño es el objeto de un sufrimiento ya que muchas veces es el agente
que provoca sufrimiento en el Otro. Nos encontramos con niños tiranos,
imparables, caprichosos, narcisistas, violentos, que producen la
impotencia de los padres, maestros y otros adultos que lo rodean.

Cabe preguntarse por el lugar del analista en estos casos donde el goce
no se aviene fácilmente a la palabra y donde la clásica clasificación:
neurosis, psicosis, hace mucho tiempo se ha visto cuestionada por la
manera en que se nos presenta nuestra práctica. En el seminario clínico
abordaremos estos y otros temas con viñetas, lecturas, y aportes
cinematográficos que permitan un debate.

*Miembro EOL, AMP, Fundadora ERINDA. Responsable seminario


clínico. emearias@hotmail.com

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