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Renegación
Ley
Desafío
El perverso se defiende del horror, con lo cual estos tres hitos mencionados
aparecerían para defenderse de él. Ese horror aparece cuando es enfrentado con
la realidad del la diferencia anatómica de los sexos, presentándole así la
confirmación de que perderá el objeto de deseo (madre) y el instrumento de placer
(pene) por no haber podido reconocer la Ley (única cosa que podría haberle
garantizado su estatuto de sujeto deseante).
De esta manera, el sujeto logra hacer del otro y de su goce, la prueba de la no-
existencia de la castración y de que la castración misma es, en su horror, forma de
goce. Para el perverso no hay existencia de la castración.
La omnipresencia del atributo fálico (sin importar el sexo real del sujeto) preserva
el mito narcisista de una omnipotencia que encuentra en la madre un punto de
referencia. Por eso el primer recurso que utilizará el niño frente al peligro que
representa para él hecho de tener que reconocer que el objeto de deseo materno
está en otra parte y no en su propio ser, será el de negar que él pueda no
representar la totalidad de lo que ella desea y por lo tanto que a ella le falte lo que
fuere. Esta negación será refutada por la prueba de realidad que confronta al
sujeto con lo que ve (el descubrimiento del sexo femenino) y de lo que adquiere
como saber: que existe un mundo de goce del que está excluido y que sólo por el
padre tiene acceso a él. Este saber es el fantasma de toda castración. Surge
fascinación por ese lugar corporal donde viene a personificarse la diferencia. El
objeto de deseo del perverso es la madre y el pene que la madre no tiene y no
puede reconocer. Si reconociera que la madre no tiene pene y es deseada por el
padre, no sería un perverso.
Son afirmaciones contradictorias porque sabe que la madre no tiene pene. Son
afirmaciones del perverso y que sostiene desde su yo. Este es el yo del perverso
(la contradicción). Niega la castración femenina pero conscientemente la
reconoce.
hace que todo deseo Así, lo que se le demanda al sujeto no es que renuncie al
deseo, sino a lo que constituía el objeto (la madre) y que renuncie a él en el
Nombre del Padre. Para que la renuncia al objeto proteja al deseo, es necesaria
que una ley que asegure al sujeto su derecho al deseo. Esa ley es, en la
estructura familiar, es la que le indica qué lugar donde tiene que situarse y
designa al falo como significante del deseo y emblema de la Ley. El falo debe
tomar lugar en ese punto del campo del sujeto donde vienen a ligarse la ley de
filiación y la ley del deseo.
La ley del deseo: Hablamos del falo y no del pene porque para el niño se
trata de ser o tener el objeto-causa del deseo del Otro: ese deseo inviste al
pene con el brillo fálico (del mismo modo que ha investido a sus
precursores, es decir, a los objetos parciales). Reconocer que el objeto que
él ofrece no es lo que el Otro desea, es reconocer que ningún objeto total o
parcial puede ocupar el lugar del falo. Reconocer que el deseo es deseo de
deseo y no de un objeto, y que sea lo que se tenga para ofrecer, nada
reemplaza al falo, es una cara de la castración simbólica. Para que el niño
reconozca al padre como depositario del poder fálico, no basta con saber
que el padre tiene un pene sino que descubra que el padre es deseado por
la madre.
Para que la madre sea reconocida como prohibida al deseo en tanto que
madre, pero que en tanto mujer sea reconocida como modelo del objeto futuro
de deseo, no sólo es necesario que el sexo femenino sea reconocido como
diferente sino que el sujeto aprenda que el padre es deseante de esa
diferencia. La diferencia se torna significante del deseo.
Perverso se siente forzado a que algo “le guste” aun contra su voluntad. Sus
impulsos pueden verse contrariados por sentimientos de culpa, eso no impedirá
que en el momento de la excitación sienta el impulso sintónico del yo, como algo
que quiere hacer con la esperanza de alcanzar un placer positivo. Impulsos con
carácter “instintivo”; son sentidos de la misma manera en que las personas
normales sienten sus normales impulsos instintivos. Por eso a veces los perversos
y neuróticos impulsivos a veces son denominados psicópatas.
Perversiones
Una sola manera de hallar placer sexual: todas sus energías sexuales se
hallan concentradas en un instinto parcial particular, que compite con su
primacía genital. La capacidad para el orgasmo genital está bloqueada
por algún obstáculo que es más o menos superado por el acto perverso.
La sexualidad perversa no es simplemente desorganizada. Se halla más
bien organizada bajo la férula de cierto componente instintivo, cuya
satisfacción posibilitará nuevamente el orgasmo genital.