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CASTRACIONES SIMBOLÍGENAS

 Proceso que se cumple a un ser humano cuando otro ser humano le significa que el cumplimiento
de su deseo, con la forma que él quería darle, está prohibido por la Ley. Esta significación pasa
por el lenguaje.
 La recepción de esta prohibición al actuar, que el sujeto anhelaba, provoca en quien la recibe un
efecto de choque, el reforzamiento de su deseo ante el obstáculo, a veces la rebeldía.
 La verbalización de la prohibición impuesta a determinada mira de deseo, a condición de que el
niño sepa a ciencia cierta que el adulto está marcado como el por esta prohibición (por esto las
castraciones se debe dar por un adulto que haya pasado por todas las castraciones), lo ayuda a
soportar la prueba, y sigue habiendo confianza en el sujeto, dado a su derecho a imaginar la
finalidad de este deseo que el adulto le ha prohibido.
 La ley aunque momentáneamente a parezca represiva del actuar, es en realidad una Ley que
promociona al sujeto para su actuación en la comunidad de los seres humanos. Esta misma Ley
tanto como el adulto y el niño son sometidos.
 Las pulsiones así reprimidas experimentan una reestructuración dinámica, el deseo, cuyo fin inicial
ha sido prohibido, aborda su realización por medio nuevos, sublimaciones: medios que exigen,
para su satisfacción, un proceso de elaboración que no exigía el objeto primitivamente tenido en
vista. Solo este último proceso lleva el nombre de simbolización.
 LA CASTRACION NO ES IGUAL A SUBLIMACIÓN.
 Una castración puede conducir a la sublimación, pero también puede desembocar en una
perversión, en una represión del enlace neurótico.
 La perversión es una simbolización, pero una simbolización que no corresponde a la Ley para
todos.
 Una castración que induce el deseo de satisfacerse con el sufrimiento, en lugar se satisfacerse
con el placer, es una perversión.
 Gracias a la castración, la comunicación sutil, a distancia de los cuerpos, deviene creadora, de
sujeto a sujeto, por medio de la comunicación, a través de la imagen del cuerpo actual y del
lenguaje, en el curso de cada estadio evolutivo de la libido.
 El niño tendría que pasar por cinco castraciones con sus respectivos “frutos”, que provocaran
efectos humanizantes. Las castraciones son:
1. CASTRACIÓN UMBILICAL: El nacimiento constituye la primera castración. Lo que separa el
cuerpo del niño de su madre es el seccionamiento del cordón umbilical y su ligadura.
El nacimiento al traer aparejado modificaciones fisiológicas, la perdida de las percepciones
conocidas, y el surgir de percepciones nuevas constituyen lo que es llamado como el trauma del
nacimiento.
Bruscamente el niño descubre percepciones de las que hasta entonces no tenía noción; de todas
ellas, el elemento auditivo es el más destacado, ya que se prenuncia su nombre como significante
de su ser en el mundo y de su sexo, dado que lo primero que oye suele ser ¡es una varón!, ¡es
una niña!.
Dado que es el lenguaje el que simboliza la castración umbilical, adquiere gran relevancia la voz,
animada por la alegría o por la reticencia, de esos padres que nombran y encuadran sexualmente
a este niño.
También lo padres sufren una castración que consiste en la inscripción del niño en el Registo Civil,
que le da el estatuto de ciudadano, sin importar lo que les suceda a los padres. El niño está a su
cargo, pero a la vez no le pertenece enteramente, ya que es un sujeto legal sobre el cual le recaen
derechos y deberes.
También los padres sufren otra castración, porque se termina los proyectos fantasmáticos del
nombre, sexo, etc.
Hay dos fuentes de vitalidad simbolígena que promueve la castración umbilical:
 Una debe al impacto orgánico del nacimiento en el equilibrio de la salud psicomática de la
madre, y con ello la pareja de cónyuges en su relación genital.
 La otra es el impacto afectivo que la viabilidad del niño aporta, en más narcisismo o menos
narcisismo, a cada uno de los dos genitores, quienes por ellos van a adoptarlo con
características de su emoción del momento, y a introducirlo en su vida como el portador del
sentido que en ese momento él ha tenido para ellos.
Estas dos fuentes de potencia simbolígena, resultantes de la castración umbilical del niño y de la
castración imaginaria de los padres, son bien visibles cuando una u otra de ellas ha sido agotada
en el momento del nacimiento.
Esta castración servirá como matriz para las próximas castraciones.
2. CASTRACIÓN ORAL: significa la privación impuesta al bebe de lo que constituye para él el
canibalismo respecto a de su madre; es decir, el destete, y también el impedimento de consumir lo
que sería el veneno mortífero para su cuerpo, o sea la prohibición de comer aquello que no es
alimentario y que sería peligroso para la salud o la vida. Esta castración (destete), cuando es
juiciosamente dada, culmina en el deseo y en la posibilidad de hablar, y por tanto en el
descubrimiento de nuevos medios de comunicación, en placeres diferentes, con objetos cuya
incorporación no es o ha dejado de ser posible.
El destete, esta castración del bebé, implica que la madre también acepta la ruptura del cuerpo a
cuerpo en el que el niño se hallaba, y que había pasado del seno interno a los senos lactíferos y a
al regazo, en absoluta dependencia de su propia presencia física. Esta castración oral de la
madre implica que ella misma es capaz de comunicarse con su hijo de otra manera que dándole
de comer, tomándole sus excrementos y devorándolo con besos y caricias: en palabras y en
gestos, que son lenguaje.
En la evolución esperable, esta castración viene a imprimir una etapa diferente, de comunicación
para el placer, una comunicación gestual que ya no es posesión del niño. Esto promueve en el
psiquismo del bebe las posibilidades de relación simbólica, dado que introduce a otro, separado
de la presencia absolutamente de la madre.
3. CASTRACIÓN ANAL: hay dos acepciones del termino de castración anal:
 La primera, que se designa como el segundo destete, es sinónimo de la separación, entre el
niño, ahora capaz de motricidad voluntaria y ágil, y la asistencia auxiliar de su madre para todo
lo que constituye el “hacer” necesario de la vida en el grupo familiar: es la adquisición del “yo
solo”, “tu no”.
Esta castración asumida por el niño depende, de la tolerancia parental al hecho de que el niño,
día tras día, desarrolle su autonomía dentro del espacio ofrecido de seguridad ofrecido a su
libertad.
 La otra acepción del término castración anal, es la prohibición significada al niño de todo
“actuar” dañoso, de “hacer” a otro lo que no le gustaría que otro le hiciera.
La castración anal es condición de humanización, de sociabilización.
Prohibición de dañar al cuerpo propio, el ajeno y lo inanimado.
Supone el control de la motricidad, de las pulsiones agresivas.
Posibilita al niño de transitar en el espacio común de una manera lúdica.
La castración es solo posible si el niño es considera/tratado como sujeto.
Esta como fruto brinda autonomía, descubrimiento de la relación con el padre, hermanos y
compañeros.
4. CASTRACIÓN PRIMARIA A VECES LLAMADA CASTRACION GENITAL NO EDIPICA: se trata del
descubrimiento de la diferencia entre niños y niñas. El niño ha conocido el espejo y observado
todas las regiones corporales semejantes a las suyas en el prójimo, le hayan procurado o no las
palabras que las signifiquen. El niño descubre la diferencia a través de las preguntas relativas al
cuerpo diferente que presentan sus padres. La castración primaria llega después de la integración
mental de las leyes éticas orales y anales: prohibición del canibalismo, del vandalismo y del
asesinato- que articulan al narcisismo de un niño el orgullo o la vergüenza de un actuar.
5. COMPLEJO DE EDIPO Y CASTRACIÓN GENITAL EDIPICA (prohibición al incesto):
El periodo que transcurre al momento en que los niños han descubierto su pertenencia a un sexo
es aquel en el cual ingresan en lo que el psicoanálisis denomina Complejo de Edipo. Desde que el
niño tiene conocimiento de esta definitiva pertenencia a un solo sexo, la imagen de su cuerpo
cambia para él; esta imagen ya no es inconsciente, sino que es conscientemente aquella que
debe, en realidad, ponerse en concordancia con un cuerpo que más tarde será el de una mujer o
el de un hombre.
Hay dos puntos fundamentales: la amenaza de castración y la angustia de castración.
En el niño: por la palabra del padre y su ejemplo de respeto a las mujeres, a su mujer y a sus
hijas, el varón capta la diferencia entre el deseo uretroanal de adueñarse del cuerpo del otro, de
palmearlo agresivamente para sentirse viril y el hecho de dar un día la vida, llegada la elección del
amor asociado al deseo. Cuando esto es dicho por el padre a su hijo, se trata la iniciación del hijo
para la vida humana. La castración edípica es eso. “te prohíbo a tu madre, porque es mi mujer y te
ha traído al mundo. Las dos cosas son importantes. Tus hermanas te están prohibidas
sexualmente igual que tu madre. Por mi parte, no me he casado no con mi madre, su abuela
paterna, ni con sus tías, que son mis hermanas; tu madre no se ha casado ni con su padre, tu
abuelo materno, ni con sus hermanos, etc”.
En la niña: El principio del Edipo es un tanto homosexual como heterosexual, puesto que la niña
entra en el complejo con la finalidad de seducir a alguien que la haga madre igual a su madre. La
niñas ha descubierto que su poder de seducción reside en su aceptación de no tener el pene y su
deseo de que otro se lo dé: no para tener el pene, si no para ser dueñas de quien lo tiene y
satisfacerlas.
La prohibición del incesto saca al varón del Edipo y, al contrario, introduce en él a la niña,
sobreexcitado su lenguaje y sublimaciones orales y anales, del decir y del hacer que le permiten
trasgredir la prohibición o más bien conseguir que la transgreda al adulto.
Varón o mujer, el niño se fragiliza en el momento de la resolución sana del Edipo, porque, haga lo
que haga, el varón no es posible seducir a la madre, ni la niña al padre, pues estos adultos tienen
sus deseos ocupados por objetos sexuales que están en otra parte.

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