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SEMINARIO DEL BUEN PASTOR Síntesis Filosófica – Universidad Pontificia de México

DOCTRINA FILOSÓFICA DE DIOS


Pbro. Rubén Betancourt G.

1. INTRODUCCION. LA TEOLOGÍA NATURAL COMO


CORONAMIENTO DE LA ONTOLOGÍA GENERAL
1.1. Centralidad del problema

 El problema de Dios se le presenta al hombre como EL MAS VITAL DE SU EXISTENCIA.


 Se trata, en efecto, de UN PROBLEMA DE GRAVEDAD SUPREMA, al grado que de él puede decirse
que es el problema de los problemas.
 En comparación de él, y por muy acuciantes que sean, como en realidad lo son, los problemas
económicos, políticos y sociales que nos afectan RESULTAN SECUNDARIOS.
 El conocimiento de la existencia de Dios ES EL CORONAMIENTO DE TODA LA FILOSOFÍA y
representa la cumbre más elevada a la que le es dado acceder a la razón humana.
 De dicho conocimiento dependerá la ORIENTACIÓN DEFINITIVA que el hombre dará a su
conducta, a sus obras, a su vida entera.
 La solución al problema que la existencia de Dios nos plantea, TIENE CONSECUENCIAS BIEN
PATENTES EN LA CULTURA, en la ordenación de la sociedad y en la vida religiosa, y es que el
problema de la existencia de Dios, ...el de determinar lo que la razón puede conocer sobre su naturaleza
y operaciones, responde al problema del SENTIDO Y CONTENIDO DE LA VIDA, así como al del
ser en general.
 No es pues de extrañar que el ATEÍSMO contemporáneo, habiendo negado a Dios, haya perdido el
sentido y finalidad de la vida, así como el auténtico fundamento de la confraternidad y de la dignidad
humanas.
 De esto da cuenta a la ola de nihilismo que azotó a la humanidad después de Nietzsche y de los filósofos
del absurdo.

1.2. Inevitabilidad del planteamiento del problema sobre Dios

 Frente al innegable hecho de la sobrecogedora difusión del ateísmo, podemos decir que el problema
sobre Dios despierta un día en todo hombre y que tal problema exige una solución, más aun, una
decisión.
 Y es que, en buena medida, la existencia humana no es sino la respuesta a una llamada, es tomar postura
frente al Absurdo, al que el hombre busca queriéndole o sin quererlo, lo cual es un signo de su vida
intelectual, al que Kant consideraba como característico del hombre.
 El interrogante sobre Dios se nos plantea al preguntamos por el sentido y por el fundamento de nuestra
vida, así como por nuestra constatación intelectual del carácter precario, transitorio y relativo de las cosas
y de nuestro propio ser todo lo cual nos lleva a inquirir por un fundamento absoluto, libre de la limitación
que advertimos en lo infinito y que sea nuestra causa fundamental y fundante.

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 El problema sobre Dios constituye un rasgo característico de una verdaderamente humana, al punto que
podemos afirmar que el problema sobre Dios, ES EL PROBLEMA ESENCIAL DEL HOMBRE
ESENCIAL
 Y es que aun al hombre en apariencia cómodamente instalado en la finitud se le presentaran un día los
eternos problemas sobre el origen, fundamento y sentido de su vida, así como el del ser en general.
 En efecto, cualquier persona, por poco reflexiva que sea, se preguntara en algún momento, sobre lodo,
cuando llega la hora del dolor, del fracaso, de la enfermedad y de la inminencia de la muerte qué sentido
tiene esta vida, lo que condice a la pregunta por Dios, quien es la clave del enigma humano: SI DIOS
EXISTE HAY LUGAR A LA ESPERANZA Y LA VIDA MERECE SER VIVIDA, EN CASO
CONTRARIO LO QUE HAY ES DESESPERACIÓN.
 A la luz de lo anterior puede advertirse que, en el fondo, el problema del sentido de la vida es un problema
religioso, y también, que lo último y definitivo problema del hombre es el problema de Dios.
 Para concluir este apartado podemos decir que la finitud, la mutabilidad la contingencia de las cosas y de
nuestro propio ser, es lo que nos lleva a plantearnos el interrogante respecto al ser absoluto.

1.3. Persistencia del problema sobre Dios en la historia de la filosofía.

 La historia de la Filosofía da cuenta de cómo la búsqueda del Absoluto ha animado a todas las grandes
filosofías y ello no debe tenerse en por accidental, ya que como dice Maritaín: “Uno no es filosofo sino
ama lo absoluto y si no quiere llegar a Él”
 Y es que el filósofo se esfuerza por alcanzar la explicación última de todas las cosas por encontrar al
Absoluto, sin embargo, no han sido pocos los que han ignorado que es a Dios a quien en realidad
andaban buscando.
 Por su parte, santo Tomás de Aquino afirmo sin ambages que casi toda la filosofía se ordena al
conocimiento de las realidades divinas. Y esto porque ella tiende como a su fin, a responder a las
preguntas últimas y definitivas que todo hombre se hace.
 Conviene reiterar que la indagación por la Causa Primera de todo cuanto existe no se ha interrumpido
jamás a lo largo de los siglos y que esto ha ocurrido de manera subrayada en la Filosofía, EN CUYA
HISTORIA SE ADVIERTE OUE LA CUESTION DE DIOS NO PUEDE SER AHOGADA.
 Ahora bien, lo anterior no significa ni de lejos, que todos los filósofos hayan encontrado al verdadero
Absoluto y es que nuestra razón, aun estando orientada hacia la verdad, es falible, puede errar y extraviar
el camino, con lo que irremediablemente terminara.
 Por otra parte, la razón por la que la filosofía no puede desentenderse del problema sobre Dios.

2. IMPORTANCIA DE LA TEOLOGÍA NATURAL PARA LA


FILOSOFÍA
2.1. Su aportación a la Ontología

 Mediante al Teología Natural, la investigación causal del ser infinito estudiado por la Ontología, se llevará
hasta sus últimas consecuencias, razón por la que se dice que primera es el coronamiento de la segunda.

 En efecto, el estudio del ser finito realizado por la Ontología no se concluye hasta no descubrir su causa
absolutamente primera y su fin último: tal es el contenido de la Teología Natural, que se encarga de llevar

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a término el estudio de lo real, estudio que permanece inconcluso hasta el momento en que descubrimos
a la Primera Causa y Universal ¡sima de todo cuanto existe.
 Ahora bien, explicar al ser finito en su último porque es abordar el problema de Dios, problema planteado,
bien que, de manera implícita, desde la primera página de la Ontología.
 Toca a la Teología Natural, luego de una larga y rigurosa investigación, el afirmar de manera implícita la
existencia del Ser absoluto, Infinito, y Trascendente que es la Causa Primera del Universo.
 Y es que siendo Filosofía la ciencia de las cosas por sus últimas causas, obtenida por la luz natural de
razón, ella no puede excluir de su reflexión el estudio de la Causa Absolutamente Primera de manera que
estudiar al ser finito en su último fundamento es nada menos que abordar el problema de Dios, de ahí
que, desde los tiempos de Aristóteles, la metafísica haya sido Filosofía del ser y ciencia Teológica. A partir
de lo anterior, conviene destacar dos cosas:
1. En rigor Ontología y Teología Natural no constituyen dos saberes inconexos, sino que como antes
se dijo, el segundo corona al primero.
2. El problema de Dios y su solución correcta no es más que el del ser finito debidamente planteado
y explicitado, lo cual exige fidelidad al ser, a sus reclamos y exigencias.

2.2. Su aportación a la Epistemología


 La Teología Natural fundamenta y fortifica al orden lógico-epistemológico, haciendo manifiesta la solidez
sobre la que descansan nuestros criterios de verdad: el fundamento de nuestras legítimas certezas no es
relativo sino absoluto, pues ellas se fundan sobre la roca firme del ser y en su inteligibilidad, y este, a su
vez, tiene por fundamento a Dios, Verdad plena y suprema que participa los diversos grados de ser y de
verdad a todas las cosas.
 Al demostrar la existencia de Dios, la Teología Natural descubrirá la fuente del ser y de la verdad, por
quien son verdaderas las cosas que son verdaderas.
 La importancia de lo que acabamos de decir, no debe subestimarse: el valor de los primeros principios
lógicos y el de nuestras certezas legitimas tiene su fundamento en la veracidad misma de Dios, lo que nos
pondrá a salvo del relativismo y del escepticismo.

2.3. Su aportación a la Ética


 Por otra parte, y también como una de las razones por las que la Teología Natural es de decisiva
importancia para la filosofía, figura el que ella descubre el fundamento absoluto sobre el que reposa el
orden moral ya que, si bien es cierto que el fundamento próximo de la ley moral es la naturaleza del
hombre, el fundamento ultimo de dicha naturaleza es Dios, supremo legislador del universo.
 Tan indispensable resulta Dios para conferirse a la moral un fundamento verdaderamente absoluto, que
el mismo Kant, luego de declararlo incognoscible en su Critica a la Razón Pura, se vio en la necesidad de
recuperarlo a título de postulado de la moral en su Critica a la Razón Práctica.
 En el mismo sentido, también resulta elocuente el pensamiento de J.P. Sartre, quien, en su conferencia de
Postguerra, titulada El Existencialismo es un Humanismo, dijo, con respecto a la “muerte de Dios” que
Nietzsche había proclamado que “es necesario llevar las consecuencias de su ausencia hasta el final", y
contra aquellos que actuaban como si la muerte de Dios nada hubiera cambiado, Sartre afirmo: “el
existencialista al contrario, encuentra en extremo embarazoso el que Dios no exista, porque con El
desaparece toda posibilidad de encontrar valores en un cielo inteligible "Lo anterior pone de relieve lo que
bien advierte Sartre, que sin Dios no hay fundamento absoluto para los valores y que, en su consecuencia,
tampoco hay criterio para adoptar una escala axiológica en particular.

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 Retomando lo que antes afirmamos, reiteramos que Dios es el fundamento sobre el cual reposa el ordeno
moral y esto nos pondrá a salvo de los diversos relativismos éticos que consigna la historia de la filosofía.
 Al término de este apartado, anticipamos que, en el desarrollo del presente curso, descubriremos a Dios
como fundamento absoluto de todo valor como legislador del universo, como supremo y máximo juez.

2.4. Su aportación a la Antropología Filosófica

 No es posible hablar en serio sobre el hombre sin hablar de Dios, quien es su Creador y el Bien perfecto
e infinito capaz de colmar la aspiración de su voluntad.
 La Teología Natural, al abordar el estudio filosófico sobre la existencia de Dios y lo que nuestra razón
puede conocer sobre su naturaleza y operaciones, mostrara que todo el dinamismo espiritual del hombre
apunta hacia un Dios existente, y que a los anhelos de nuestra voluntad les corresponde un correlato
objetivo y no una quimera.
 Así mismo, la Teología Natural contribuirá a iluminar el enigma del hombre, mostrándole su esencial
religación con respecto a Dios, por quien, parafraseando con san Pablo, VIVIMOS, NOS MOVEMOS
Y SOMOS.

3. TEOLOGÍA NATURAL O TEODICEA: SE DEFINICIÓN, LUGAR


EN LA FILOSOFÍA. OBJETO MATERIAL Y FORMAL

 De manera general, podemos definirla como la ciencia de Dios obtenida por medios naturales.
 El nombre de "Teodicea", de Teos: Dios y Dike: justificación, significa justificación de Dios y se debe al
filósofo alemán G. Leibniz, quien en 1710 lo empleó... para titular un escrito suyo: "Ensayos de Teodicea
sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal". Mediante esta obra, Leibniz intento
justificar la bondadosa providencia de Dios de cara al problema del mal.
 Al mismo tiempo, respondía al argumento que P. Bayle oponía a la concepción de Dios como bondadoso
y providente.
 Originalmente, pues, el término "Teodicea” solo aludía a uno de los tres tratados que, como se verá en el
siguiente apartado, integran a la Teología Natural: al de las operaciones ad extra de Dios, de las cuales
únicamente se ocupaba de una: de la Providencia.
 Actualmente la palabra “Teodicea" ha pasado a designar toda la especulación sobre Dios, incluyendo los
tres tratados que ella comprende.
 Ahora bien, el nombre “Teología Natural” designa la misma especulación realizada por la Teodicea, de
modo que ambas pueden tenerse por equivalentes, pero tomando en cuenta las siguientes consideraciones:
1. Que el nombre "Teodicea" debe depurarse del sentido reduccionista implicado en su etimología a
fin de designar con él a los tres tratados que constituyen el estudio filosófico de Dios.
2. Que cuando alguien emplea el término "Teodicea", deberá averiguarse si se está refiriendo solo a
la justificación de la providencia divina o a toda la especulación sobre Dios.
3. Que el nombre de Teología Natural pueda llevar a algunos a pensar erróneamente que se trata de
un saber no filosófico, sino teológico; para evitar tal equivoco debemos enfatizar que se trata de un
saber obtenido por la sola luz natural de la razón, de modo que es un conocimiento filosófico tanto
por su método por el instrumento de su elaboración.
 Ofrecida la definición etimológica del término “Teodicea", así como una primera definición real de la
Teología Natural, a continuación, ofrecemos otra que nos permite determinar con mayor precisión su

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naturaleza:
1. Ciencia de Dios obtenida por la luz natural de la razón. Decimos que es ciencia, porque se trata de un
conjunto orgánico de verdades que se concluyen por demostración a partir de premisas ciertas;
decimos que es ciencia de Dios, porque la Causa Primera de todas las cosas es el objeto material
de la Teología Natural; decimos que se obtiene por medio de la luz natural de la razón, porque con
ello expresamos el objeto formal de la Teología Natural y la distinguimos de la Sobrenatural, que
se vale del dato revelado.
2. Conocimiento de Dios como causa del ser de las cosas, conocido en cuanto representando las perfecciones
de las creaturas.
3. Ciencia por la cual Dios, en cuanto causa del ser, es conocido por la luz natural de la razón.
4. Ciencia del supremo principio de todas las cosas, adquirida por medios naturales.
5. Parte de la metafísica que estudia la primera causa del ente particular.
 En todas las definiciones antes mencionadas, podemos advertir que:
1. Se trata de un estudio de Dios como causa primera, como supremo principio del ser de las cosas.
2. Se trata de un estudio encomendado a la razón natural.
3. El estudio filosófico sobre Dios es parte de la metafísica.
 Podemos concluir que la Teología Natural es una rama de la Metafísica especial que se ocupara del estudio
de Dios.

3.1. Objeto material de la Teología Natural

 Hemos dicho que Dios es el objeto de la Teología Natural, pero surge aquí un problema: dado que el
objeto propio que guarda proporción con el entendimiento humano es la esencia de las cosas sensibles.
¿Cómo puede ser Dios el objeto de un saber que las excede infinitamente y que es de otra índole?
 Lo anterior parecería implicar que para nuestra razón Dios es incognoscible.
 Responder a esta dificultad nos lleva a precisar el objeto de la Teodicea: esta no tiene por objeto material
a Dios considerado en sí mismo, sino como causa primera del ente particular.
 Lo anterior significa: la Teología Natural no alcanza a Dios en su esencia, "secundum quid in se est”, porque
esto rebasa infinitamente la capacidad de nuestra razón, que únicamente puede conocer a Dios partiendo
de las cosas como causa de ellas.
 En concreto:
1. El objeto material de la Teología Natural es Dios como causa primera y universal del ser.
2. Que el conocimiento filosófico de Dios tiene el carácter mediato y analógico porque conocemos a
Dios como causa primera a partir de las cosas como efectos suyos que son, y porque le conocemos
especulativamente, por las perfecciones graduadas de sus creaturas, que en Dios se dan de manera
infinita.

3.2. El objeto formal de la Teología Natural

 Este está constituido por la luz natural de la razón, lo que distingue a la Teología Natural de la sobrenatural.

3.3. Tratado que constituyen a la Teología Natural

 Son tres, el primero de ellos se ocupa de la existencia de Dios; el segundo, de su naturaleza; mientras que
el tercero, de sus operaciones ad intra y ad extra.
 En cuanto al primer tratado, que estudiaremos en la primera parte del curso, este aborda tres cuestiones

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capitales:
a) Necesidad de demostrar la existencia de Dios por no ser ella inmediatamente evidente para
nosotros, como consta por el hecho de que hay quienes la ponen en duda o que la niegan.
b) Posibilidad de demostrarla, aquí se determina el método que nos permitirá acceder
racionalmente a Dios.
c) Realidad de la demostración; está constituido por las famosas CINCO VÍAS, a las que en
nuestro curso añadiremos otras pruebas que examinaremos críticamente.

4. MÉTODO DE LA TEOLOGÍA NATURAL, TANTO PARA


DEMOSTRAR LA EXISTENCIA DE DIOS, COMO PAILA ESTUDIAR
SU NATURALEZA Y ATRIBUTOS.

 Siendo la Teología Natural parte de la Metafísica, el método es común para ambas: ni solo a priori ni solo
a posteriori, ni sólo por inducción ni solo por deducción.
 El método es mixto: para la demostración de la existencia de Dios, la Teología Natural emplea el método
a posteriori y la inducción, una vez hecho lo cual, utiliza el método a priori y la deducción para estudiar lo
que nuestra razón puede conocer la naturaleza y operaciones divinas.

4.1. Coincidencia y distinción entre Teología Natural y Teología Sobrenatural

 Ambas tienen por objeto material a Dios, ninguna de las dos conoce a Dios como Él es en sí mismo; la
Natural lo conoce como causa primera de las cosas, mientras que la Sobrenatural conoce a Dios más
perfectamente pues en ella es Dios quien nos da a conocer su misterio.
 Ambas difieren por el objeto formal; la primera se vale solo de la razón; la segunda del dato revelado.
 Ambas siguen distinto recorrido: la primera se eleva de las criaturas a Dios como causa; en la segunda,
Dios va al encuentro del hombre, revelándose.
 Ambas tienen distinta función y alcance: la primera aporta los preámbulos de la segunda: mientras que la
Teología Sobrenatural conoce las verdades que trascienden a la luz natural, como el hecho de que Dios es
Uno y Trino.

5. RESPECTO AL PROBLEMA DE LA DEMOSTRACION DE LA


EXISTENCIA DE DIOS, DEFINICION, LIMITES Y ALCANCES DEL
FIDEISMO, EL TRADICIONALISMO, EL INTUICIONISMO, EL
ONTOLOGISMO Y AGNOSTICISMO.
 A pesar de que entre fe y razón existe una armónica relación de fecunda colaboración, son muchos los
que, aun en la Iglesia Católica, se han apartado de esta enseñanza fundamental del MAGISTERIO y que
las han disociado o declarado opuestas, con lo que se han deslizado hacia posturas erradas: el fideísmo y
el racionalismo, cada uno de los cuales, privilegia su punto de vista y excluye en contrario.
 El fideísmo, del que luego nos ocuparemos, considera que, dada la trascendencia de Dios, El resulta
incognoscible para nuestra razón: el racionalismo, en cambio, "naturaliza " la fe con lo que rebaja a Dios

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al nivel de nuestra razón.


 Ahora bien, la ruptura de las relaciones entre fe y razón, tiene una larga historia vinculada al valor y alcance
que a la razón le han reconocido diversas corrientes filosóficas. En este punto, corresponde presentar la
orientación de aquellos que, negándole su alcance metafísico, le niegan la posibilidad de ofrecer los
preámbulos de la fe. misma que se vuelve asunto subjetivo, relegado a la conciencia individual, tal es el
fideísmo.

4.1. El Fideísmo

 En este error incurren quienes le niegan a la razón la posibilidad de conocer la existencia de Dios y algunos
atributos suyos, con lo cual consideran que LA RAZÓN ES INCAPAZ DE OFRECER LOS
PREÁMBULOS DE LA FE que, en consecuencia, carece de garante racional y por lo mismo, es una fe
ciega.
 Según el fideísmo, el conocimiento de Dios solo se alcanza por la fe. que en materia religiosa es la única
fuente de certeza, de modo que la fe es irracional, y según algunos fidelistas, CONTRARACIONAL,
asunto sentimental y de voluntad que requiere creer contra la razón.
 En cuanto al ORIGEN del fideísmo moderno, lo podemos encontrar en la doctrina de LUTERO, según
el cual, el pecado corrompió la naturaleza humana de modo que su razón no puede conocer a Dios y
entonces tal conocimiento puede obtenerse por la "sola fides” en la revelación.
 Según Lutero, entre fe y razón no solo hay disociación sino violenta oposición; a este respecto, pensó que:
“Es imposible encontrar un acuerdo entre la fe y la razón; la razón es contraria a la fe. Únicamente a Dios
pertenece el darnos la fe contra la naturaleza y contra la razón”.
 El iracionalismo de Lutero que en diversos grados ha afectado a los teólogos protestantes, ha influido aun
en creyentes que, sin saberlo, se apartan de la ortodoxia a favor de las doctrinas heréticas que, a la larga,
pueden conducirlos al ateísmo porque los privan de elementos reflexivos que les permitirían dar cuenta
de su fe. Ya se entiende por qué el fideísmo, con el irracionalismo que comporta, HA PREPARADO
EL ATEÍSMO.

4.1.1. Respuestas al Fideísmo

 Mediante un argumento... ad hominem le decimos al Fidelista: TÚ DICES CREER POR LA FE EN LA


REVELACIÓN, PUES BIEN, EN ELLA SE AFIRMA LA POSIBILIDAD DE CONOCER A DIOS
POR MEDIO DE LAS CREATURAS.
 Así, en Rom 1, 20: “Desde la creación del mundo los atributos invisibles de Dios se nos hacen inteligibles
y se ofrecen a nuestra mirada mediante el espectáculo de las cosas creadas "
 También en Sab 13, 1-9, se nos dice que los paganos debieron descubrir la existencia de Dios a partir de
la contemplación del universo material, es decir, con independencia de la revelación. En particular, resulta
ilustrador el versículo 5, en que se afirma: “pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega por
analogía a contemplar a su autor "
 El fideísmo RESULTA INSOSTENIBLE pues comienza por negar la validez de la razón no apoyada en
la fe y termina por defender a la fe apoyándose en la razón El fideísmo, dadas sus premisas, incurre en
una contradicción al defender con razones su postura.
 Es falso que la razón no pueda conocer mediata y analógicamente a Dios. Igualmente, falsos son el
nominalismo, el empirismo y el fenomenismo que le niegan a la razón el acceso al ámbito metafísico y
consecuentemente, la cognoscibilidad racional de Dios.

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 El PECADO ORIGINAL afectó a nuestra naturaleza, pero no la corrompió como pretendía Lutero con
su concepción gnóstica del pecado original, misma que le llevo a negarle el alcance metafísico a la razón y
a negar el libre albedrio del hombre caído.
 En efecto, para Lutero la corrupción de la libertad humana que es el eje de su doctrina de la justificación
y de la predestinación, reduce al hombre a sujeto pasivo de la gracia, pero esto es contrario a la enseñanza
de Jesús, quien en el Evangelio exige una cooperación activa del hombre con la gracia.
 Además, contra la pretensión de la impotencia de la razón para alcanzar el conocimiento de Dios, nosotros
accederemos a El mediante una metafísica del ser, lo que equivale a refutar a Lutero Podemos, por último,
hacer nuestra la proposición que por disposición de Roma debió suscribir el Padre Bautain en 1840, luego
de haber sido acusado de fideísmo: “Aunque por el pecado original la razón se haya debilitado y
oscurecido, le queda suficiente claridad y fuerza para guiarnos con certeza a la existencia de Dios ” Dz
2756-1627.

4.2. El Tradicionalismo

 Del fideísmo deviene el tradicionalismo por obra de los padres L. De Bonald (1754- 1840), F. Lammenais
(1782-1854), Bautain (1796-1867) y Bonnetty (1798-1879).
 Están influidos por concepciones filosóficas, según las cuales, la razón individual no puede conocer la
existencia de Dios ni algunos de sus atributos, lo cual sólo es cognoscible en virtud de una revelación
primitiva de Dios a los hombres, misma que nos es trasmitida por la TRADICIÓN, en la que se consignan
las verdades de las que da fe el testimonio del género humano.
 Ya se advierte que, si para los tradicionalistas la razón individual es impotente para alcanzar certeza en
estas materias, la razón en general testimoniada por la palabra que se nos comunica por tradición, es el
único medio para alcanzar esas verdades que, creemos porque ‘‘nuestros padres nos lo han dicho”.

4.2.1. Respuestas al Tradicionalismo

 Igualmente, alejado de la doctrina de la Iglesia, el tradicionalismo implica una contradicción interna: por
una parte, declara impotente a la razón individual, y por otra, le pide que ella acepte como verdadera a la
razón en general ¿con que criterio la razón individual, presuntamente impotente, puede conocer que es
verdadero lo que la razón general admite?
 Contra el tradicionalismo también oponemos el hecho de que, si como ellos alegan, la razón individual es
impotente, igualmente lo sería la razón general, que no es sino la suma de las razones individual es para
las que no tendrían ningún sentido las presuntas verdades metafísicas, morales y religiosas que, según ellos,
Dios nos reveló, y que por tradición recibimos.

4.3. El Agnosticismo

 También considera a la razón como impotente c incapaz de conocer con certeza la existencia de Dios. El
agnosticismo es un fenómeno antiguo petó, como inmediatamente veremos, su difusión se da en la
modernidad.
 La negación de que la razón pueda conocer verdades metafísicas y, consecuentemente, la de la
demostrabilidad de la existencia de Dios, recibe el nombre de agnosticismo, término que fue empleado
por primera vez por Th. Huxiey, quien, en 1869, lo uso para titular una obra suya: Agnosticism.
 Con ese nombre el autor quería dar a entender su RENUNCIA a pretender conocer las realidades que,

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según él, resultaban incognoscibles por trascender las posibilidades del método científico. Con el paso del
tiempo, el término “gnóstico” vino a designar a todo aquel que niega la cognoscibilidad de las realidades
metafísicas, la demostrabilidad de la existencia de Dios y la posibilidad de conocer algunos atributos suyos.
 Etimológicamente, el vocablo “gnóstico” proviene de “a” primitiva y de “gnoscere”: conocer, de donde
gnóstico es aquel que está desprovisto de conocimiento. Conviene destacar que, en principio, el gnóstico
no es ateo ya que no niega la existencia de Dios, sino su COGNOSCIBILIDAD RACIONAL
 Por otra parte, debemos tener en cuenta que la tesis básica implícita en los diversos agnosticismos es de
índole epistemológica. Según ella, el hombre no tiene más intuición que la sensible y, por lo mismo, lo
meta-empírico le resulta incognoscible Así, la experiencia sensible sería la única fuente de conocimiento y
el límite más allá del cual, nada podemos saber racionalmente.
 En la concepción epistemológica que acabamos de mencionar, ¿Qué papel se le asigna a la razón? Ordenar
y unificar los datos que la experiencia sensible le aporta sin pretender ir más allá de ello, con lo que la
inteligencia resulta limitada al campo de la posibilidad fenoménica.
 En cuanto al desarrollo histórico del agnosticismo, nos limitamos a ofrecer algunas consideraciones
fundamentales:
1. Ya en la antigüedad encontramos agnósticos. Al respecto citamos el caso de Pitágoras, quien decía:
"Respecto a los dioses ignoro si existen o no existen y qué figura tengan” (Diógenes Laercio, IX,
51). Sin embargo, hemos destacado que las formulaciones y actitudes típicamente agnósticas son
modernas y que desde la modernidad pasaron a la filosofía contemporánea, en la que encontramos
diversas corrientes que le niegan alcance metafísico a la razón humana.
2. Hemos mencionado ya a D. Escoto, a G. De Ockham y a Lutero como negadores de la posibilidad
de un conocimiento racional de Dios y como fideístas.
 Ahora añadimos que el GÍRO HACIA EL SUJETO Y SU CONCIENCIA, llevado a cabo por Descartes
y su racionalismo, preparó la reacción del empirismo inglés cuyo representante más radical fue el
fenomenista David Hume. Hume, quien, desde su errónea epistemología, le negó el valor objetivo a las
nociones metafísicas (ser, substancia) así como a los primeros principios, entre ellos, al de CAUSALIDAD,
que es el hilo conductor que nos permite conocer a Dios a partir de su efectos propios. Para Hume, el
principio de causalidad es sintético, un mero habito psicológico que surge en nosotros por la experiencia
de la sucesión habitual entre ciertos fenómenos, sin embargo, nosotros vemos la sucesión no el nexo
causal. Por este camino, Hume le negó alcance metafísico al principio de causalidad y llego a un
agnosticismo radical.
 Kant, por su parte, recibió el fenomenismo de Hume y el racionalismo de Leibniz y Wolf, e intento
llevarlos a la síntesis. Según él, la única intuición que el hombre tiene es la sensible, es decir, que, según él,
no dispone de intuición intelectual y por lo mismo, no puede elevarse al ámbito metafísico mediante su
razón. Según Kant, únicamente conocemos fenómenos y Dios no es uno de ellos, de modo que para
nuestra razón El y las realidades metafísicas resultan incognoscibles: intentar conocerlas nos lleva a
irresolubles antinomias. De lo anterior se sigue que, si sólo conocemos fenómenos que el entendimiento
ordena y unifica mediante categorías a priori, nunca sabremos cómo es la realidad en sí misma y con
independencia de ellas, tampoco podemos conocer a Dios, a quien Kant reduce a idea trascendental que
la razón emplea para avanzar en su ordenación en vistas a lograr una síntesis superior. Pretender "ratificar”
la idea de Dios es caer en la ilusión trascendental, la razón pura es. incapaz de conocer a Dios, lo que
equivale a un claro agnosticismo. Kant intento recuperar a Dios a título de postulado de la razón práctica
(moral) lo que dará lugar a una fe moral subjetivamente suficiente, aunque objetivamente, como el propio
Kant lo declara. Es falso que las únicas intuiciones que el hombre tiene son las sensibles, tenemos también
intuición intelectual. Kant desconoce la abstracción formal, único recurso que le habría permitido acceder
racionalmente al santuario de lo divino. Digamos, por último, que Kant trunco a radice la vía metafísica
que lleva a Dios, sobre la base de que, según él, la vía de la ciencia experimental es la única vía científica,

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cosa absolutamente falsa.


 Por otra parte, más arriba dijimos que en el modernismo (no confundir con modernidad) muchos
suscribieron la postura de Kant en lo tocante a la imposibilidad de conocer a Dios. Dando con ello lugar
al AGNOSTICISMO MODERNISTA en el que Loisy (1857- 1940), y Tyrrel (1861-1909, y otros,
provocaron el pronunciamiento de la Iglesia consignado en la Encíclica Pascendi y en el Juramento
Antimodernista de Pio X.

5. PRINCIPALES ARGUMENTOS PARA DEMOSTAR LA


EXISTENCIA DE DIOS: A SIMULTANEO: SAN ANSELMO,
DECARTES Y LEIBNIZ. A POSTERIORI: POR LAS VERDADES
ETERNAS, LAS CINCO VIAS TOMISTAS, LOS ARGUMENTOS POR
LA OBLIGACION MORAL, POR EL DESEO DE FELICIDAD Y POR
LA BUSQUEDA DE UN SENTIDO ULTIMO.

Con todo lo anterior ofrecimos las nociones básicas del curso y establecimos que siendo diferentes, fe
y razón, Filosofía y Teología, no se oponen, sino que son armónicas y que entre ellas hay una fecunda
colaboración.
Al mismo tiempo, presentamos y enjuiciamos a las corrientes que se apartan de dicha doctrina.
Corresponde ahora preguntarnos ¿es posible conocer racionalmente la existencia de Dios? ¿Es posible la T.N.?
Este es nuestro objetivo: Mostrar la posibilidad del conocimiento filosófico sobre Dios y determinar
la naturaleza del método que para ello se emplea, lo cual nos permitirá refutar ciertos errores sobre la
cognoscibilidad racional de la existencia de Dios.
Planteamiento del problema y las alternativas para su solución:
1. Habida cuenta de que como ha hemos dicho, el primer tratado de nuestro estudio, está destinado a
demostrar la existencia de Dios por no ser ella evidente para nosotros, como lo manifiesta el hecho de
que haya ateos, cabe ahora preguntarnos si la razón puede conocer tal existencia y, por lo mismo, si
puede demostrarla.
2. Con respecto a la posibilidad de conocer racionalmente la existencia de Dios, puede afirmarse que, en
términos generales, existen dos soluciones extremas y una intermedia, y para exponerlas, seguiremos
el esquema siguiente:
3. Inicialmente presentaremos las posturas de todos los que consideran que tal conocimiento se da sin
restricción por ser para nosotros los que consideran que tal conocimiento se da sin restricción por ser
para nosotros una verdad evidente que no necesita demostrarse o porque puede demostrarse por el
método A SIMULTANEO.
4. En un segundo momento, presentaremos las posturas de los que niegan la posibilidad de conocer
racionalmente a Dios y, por ende, la de una Teología Natural, ya sea porque niegan a Dios, es el
ateísmo, ya porque consideran que no disponemos de una facultad que permita obtener semejante
conocimiento.
5. Según otros, no cabe una conexión noética obtener entre el hombre y Dios: son los diversos
agnosticismos.
6. Por último, nos ocuparemos de presentar la solución correcta al problema, la que afirma la posibilidad
de conocer racionalmente la existencia de Dios, pero MEDIATA Y ANALÓGICAMENTE, lo cual
nos llevara a explicitar el método de la Teología Natural.

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5.1. El Ontologismo

 Antes de presentar la formulación que de él hace N. de MALEBRANCHE (1638-1715), conviene


destacar la tesis central de todo ontologismo, la cual consiste en señalar que la existencia de Dios es para
nosotros inmediatamente evidente y que, por lo mismo, no necesitamos demostrarla.
 Según el ontologismo, nosotros tenemos intuición de Dios y esto porque, según él, hay una total y
simultanea correspondencia entre lo óntico y lo lógico: de ahí que se le designe como ontologismo.
 Ahora bien, según los ontologistas, Dios es la intuición a priori de nuestro entendimiento, bajo cuya luz.
conocemos todo Io demás.
 Dicho de otra manera, según ellos, Dios es el Primum Ontologicum y también el Primum Cognitum, el
primero en el orden real existencial y lo primero por nosotros conocido, que es también la fuente de todo
lo demás que podemos conocer.
 Los ontologistas argumentan que una cosa es inteligible en la medida en la que es ser y que es inteligida
en la medida en la que ella es inteligible, pero Dios no tiene ser, sino que es el Ser sin restricción, es el ser
plenario e infinito luego, Él es el ser máximamente inteligible, y por lo mismo, lo más inteligido y lo
primero para nuestra intelección, en lo que conocemos todo lo demás. Ejemplo, de esta concepción sería
la luz que nos permite ver las cosas, pero antes de verlas lo que primeramente vemos es la luz misma.
 Antes de enjuiciar lo que acabamos de exponer, citaremos a algunos representantes del ontologismo, como
lo son: Gioberti, Rosmini, Faber y el oratoriano N. Malebranche, cuyo pensamiento nos permitirá
entender mejor lo que es el ontologismo.

Lo primero que es preciso señalar es que Malebranche estuvo influido por Descartes y por la tradición
platónica-agustiniana.

1. De Descartes, recibió su dualismo res extensa y res cogitans, mismo que planteaba el problema de la
intercomunicación entre sustancias heterogéneas e irreductibles, problema que se agudizaba en el caso
del hombre mixto, como espíritu encarnado. ¿Cómo explicar la influencia de su alma sobre su cuerpo
y viceversa?
2. Malebranche, como todos los racionalistas continentales, ofreció la que él considero ser la solución al
problema, misma que está constituida por su ocasionalismo y por su ontologismo, que expondremos
a continuación.
3. AI problema de la interacción e intercomunicación entre sustancias, le respondió negándole toda
eficacia causal a las criaturas, pues según él, la única causa eficiente es Dios, quien desde toda la
eternidad ha querido que ocurra lo que sucederá en el tiempo.

¿A qué son reducidas las criaturas en la concepción de Malebranche?

1. Según él, ellas son mera ocasión para que Dios actué, de ahí que a su postura se le designe como
ocasionalismo.
2. Con respecto al problema del conocimiento y al del origen de nuestras ideas, Malebranche respondió
con su ontologismo, según el cual, nuestro entendimiento es pasivo al conocer, es decir, no produce
ideas (hay que recordar que según el Oratoriano, la única causa eficiente es Dios sino que-las recibe,
pero, las recibe, ¿de quién o de quién?
3. De lo que hemos dicho, resulta claro que Malebranche no solo nos negó la luz prerrogativa de ser
causas eficientes, sino que también le negó a nuestra inteligencia la luz natural que nos permite conocer
a Dios.

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4. A lo anterior hay que añadirle el hecho de que como buen ontologista, el padre Malebranche pensaba
que nuestro conocimiento sobre Dios era original y originante:
5. ORIGINAL, porque según él, ese es nuestro primer conocimiento, y ORIGINANTE, porque es la
fuente de todos los demás que podemos tener, de modo que todo lo que nuestro conocimiento
conoce, lo conoce en Dios, y todo nuestro pensar es pensar en Dios.
6. Ahora bien, si Dios es nuestro primer conocimiento, si de El tenemos intuición, eso equivale a afirmar
que su existencia es inmediatamente evidente y que, por lo mismo, no necesitamos demostrarla.
7. Conocemos a Dios por UNA ILUMINACIÓN QUE DE ÉL PROCEDE.

¿Qué decir de lo anterior? ¿Cómo podemos valorar el ocasionalismo y al ontologismo?

Respondemos lo siguiente:

1. ES FALSO QUE TENGAMOS INTUICIÓN DE DIOS. No la tenemos ni de hecho ni de derecho.


No la tenemos DE HECHO, como consta por el hecho de que haya ateos, cosa que no ocurrirá si la
existencia de Dios fuera para nosotros inmediatamente evidente. No la tenemos DE DERECHO: el
objeto propio de nuestro entendimiento está constituido por la esencia de las cosas sensibles, lo que
significa que aun siendo Dios el primero y máximo ser (primum ontologicum). El nunca será lo
primeramente conocido por nosotros. Nuestro camino cognitivo parte de las cosas creadas y es desde
ellas que nos elevamos hacia Él. Es falsa la iluminación de la que habla Malebranche.

2. EL ONTOLOGISMO PASA POR ALTO EL HECHO DE QUE HAY UNA DISTINCIÓN EN


LAS MANERAS EN LAS QIJF UNA PROPOSICIÓN PUEDE SER EVIDENTE, A SABER,
EN SÍ MISMA, PERO NO PARA NOSOTROS, y en sí misma y también para nosotros; estas últimas
pueden serlo para todos (quad nos omnes) o para algunos de nosotros los sabios (quoad sapientes tantum).
La existencia de Dios es en sí misma evidente pero no lo es para nosotros, la razón de ello estriba en que
no conocemos la naturaleza de Dios y, en consecuencia, también ignoramos que le predicado, en este caso
la existencia, está implicado en la esencia del sujeto, en este caso Dios. No es sino hasta que demostramos
su existencia, que descubrimos que, en Él, la esencia v la existencia se identifican, que es la esencia de Dios
es existir.

3. EL UNICO QUE CONOCE A DIOS DIRECTA, INMEDIATA Y EVIDENTEMENTE POR


INTUICIÓN ES DIOS MISMO, pues su Inteligencia infinita es capaz de aprehender un objeto
igualmente infinito. Cuando estudiemos el tratado de las operaciones ad intra de Dios, estableceremos que
el objeto primero e inmediato de la Inteligencia divina es lo máximamente inteligible que es El mismo y
que conociéndose, en sí mismo conoce a todas las cosas. Sin embargo, aun cuando Dios es lo
máximamente inteligible para nosotros no es lo PRIMERO INTELIGIDO. lo inteligible en lo sensible,
eso es lo que nosotros primeramente conocemos.

4. Ya se advierte, contra Malebranche, que nuestro conocimiento de Dios no es ni original ni originante y


por lo mismo, que no conocemos en y por El. Hay en nosotros una LUZ NATURAL: la de la inteligencia
que es distinta de la luz increada de la cual ella es una participación. Es por medio de dicha luz natural que
podemos conocer lo real.

5. Contra el ocasionalismo de Malebranche podemos decir que ES FALSO. Las criaturas están dotadas
de eficiencia causal de modo que no son mera ocasión para que Dios actúe, sino que son agentes de sus
propios actos. Esta doctrina ANULA LA LIBERTAD HUMANA EN EL DETERMINISMO y
que, en último término, nos llevaría a atribuirle a Dios la responsabilidad de todas nuestras acciones, tanto

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de las buenas como de las malas.


Al término de lo que llevamos dicho, cabe recordar dos cosas:
1. Que negarle al hombre la dignidad de causa eficiente, al comprometer su libertad y al negar la luz natural
de su inteligencia, el ontologismo disminuye su perfección pero que "Disminuir la perfección de las
criaturas es disminuir la perfección del poder divino”
2. Que por los errores y consecuencias que el ontologismo comporta, la Iglesia por medio del Santo Oficio,
lo ha proscrito en dos ocasiones: el 18 de septiembre de 1861 y el 14 de diciembre de 1887. Corresponde
ahora presentar la postura según la cual, la existencia de Dios es evidente para nosotros si analizamos el
concepto que dé El tenemos.
5.2. El argumento ontológico de san Anselmo de Canterbury

Casi todos los ontologistas, cuya postura acabamos de exponer, son partidarios del llamado argumento
ontológico, aunque quienes lo han propuesto, no han sido ontologistas.
El argumento ontológico se orienta a MOSTRAR QUE LA EXISTENCIA DE DIOS ES
EVIDENTE PARA NOSOTROS EN EL ANÁLISIS DEL CONCEPTO QUE DE ÉL
TENEMOS.
Cabe señalar que el argumento ontológico ha sido objeto de la meditación de grandes filósofos: lo
defendieron san Alberto Magno, san Buenaventura, y Escoto; en la modernidad lo reformularon Descartes,
Leibniz y Hegel, mientras que, en su día, santo Tomás y Kant, le dirigieron severas críticas.
El argumento anselmiano, denominado “ontológico” por Kant, es un argumento a simultaneo pues no
parte de algo previo (a prior i) ni de aleo posterior (a posteriori) a la esencia divina sino de algo simultaneo a
ella, pues analizándola establece la existencia de Dios.
Dicho, en otros términos, el argumento de san Anselmo se reduce a afirmar que si Dios existe en nuestro
pensamiento como concepto: también debe existir en la realidad, y se basa en el análisis del concepto de
Dios como máxima perfección concebible para concluir que tal SER necesariamente existe.
En el Proslogion, san Anselmo (1033-1109) expuso así su célebre argumento: “Creemos que eres tal que
nada mayor puede ser concebido y, ciertamente, el ser tal que ningún otro mayor pueda concebirse. Debe existir en la realidad,
ya que debe existir solo en el espíritu, podríamos pensar en un ser que, además de existir en el espíritu, también existiera en la
realidad y, en tal caso, ese sería el ser del cual no podríamos pensar en algo mayor”

El razonamiento anselmiano puede resumirse así:

1. Concebimos a Dios como el ser que posee la máxima perfección.


2. Hay mayor perfección en el existir real que en el mero existir conceptual o ideal.
3. Luego, el concepto de Dios implica su existencia real.

En forma de silogismo:

1. Concebimos a Dios como ser perfecto.


2. Ser perfecto exige existir
3. Por lo tanto, Dios existe.

Ya se advierte cuál es el antecedente y cuál es el consecuente del razonamiento anselmiano:

1. Es necesario concebir al ser perfecto como existente, (antecedente)


2. Por lo tanto, Dios existe, (consecuente)

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Este es el error que vicia el argumento. El antecedente solo nos autorizaría a concluir así: por lo tanto,
si hay un ser perfecto, tal ser existe necesariamente. El problema está en demostrar que hay un ser plenitud
de perfección y eso tendrá que hacerse a posteriori.
Concluyendo, san Anselmo considera que a partir del análisis del concepto de Dios como "id quo malus
cogitan nequit" se capta evidentemente que El existe necesariamente, y esto, sobre la base de que existir en la
mente es menos que existir en la realidad.
Muy pronto el argumento anselmiano fue criticado por el MONJE GAUNILÓN en su “Líber Pro
Insipiente", en el que objetaba que no porque algo esté en el entendimiento como concepto, puede deducirse
su existencia real: HAY IDEAS DE LAS COSAS INEXISTENTES.
San Anselmo respondió aduciendo que el argumento valía solo para Dios como ser y Perfecto. Santo
Tomás de Aquino, por su parte, critico el argumento en varios lugares de su obra.
Sus objeciones pueden enumerarse así:

1. EL PUNTO DE PARTIDA EN INACEPTABLE F: no todos conciben a Dios como el ser


máximamente perfecto del cual no cabe uno mayor, es decir, uno más perfecto, así, por ejemplo, los
estoicos para los que Dios es cuerpo.

2. Aun exceptuando el punto de partida, eso probaría la existencia de un concepto en la mente, pero no la
existencia real de Dios.

3. En el argumento HAY UN TRÁNSITO INDEBIDO DEL PENSAMIENTO DEL SER, del


orden lógico al ontológico. Con respecto a esto último, santo Tomás señala que todos los atributos que
se predican del ser, deben ser del mismo orden que él. Así, aun sujeto real le corresponden atributos
reales, mientras que, a uno ideal, atributos ideales.

Por tanto, para demostrar la existencia de Dios es indispensable partir de algo existente y no de menos
conceptos.

5.3. La formulación cartesiana del argumento ontológico


El argumento ontológico tuvo particular relevancia en la filosofía moderna en la que la reformulación
Descartes, Leibniz y Hegel. A continuación, presentamos la formulación cartesiana del argumento a
simultaneo, la cual esta consignada en la cuarta parte del Discurso del método y en sus Meditaciones Metafísicas III
y IV.
Conviene destacar que Descartes intento demostrar la existencia de Dios por medio de diversos
razonamientos y que no se limitó a emplear el argumento ontológico.
Sin embargo, sus demostraciones le fueron criticadas, pues están afectadas por errores que las hacen
inválidas, de modo que, en rigor, no prueban nada.
Para Descartes, la idea de Dios que tenemos es INNATA y a ella le corresponden la infinitud y la
perfección. En su V Meditación, Descartes afirma que, así como a la esencia del triángulo le corresponde
que la suma de sus tres ángulos equivalga a dos rectos, o a la de montaña, la de valle, de igual manera, la
existencia de Dios es inseparable de su esencia como ser perfecto e infinito. Por tanto, concluye, Dios existe.
A modo de silogismo, podríamos presentar así el argumento cartesiano:
1. Tenemos la idea clara y distinta de Dios como ser perfecto e infinito.
2. A lo perfecto e infinito le corresponde existir porque la existencia es una perfección.

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3. Por lo tanto, Dios existe.

Descartes subraya el hecho de que es imposible concebir a Dios como inexistente salvo que nuestra idea
innata de Él nos lo da a entender como sustancia perfecta e infinita.
Con respecto a nuestra valoración crítica del argumento tal cual lo formula Descartes, hemos de decir lo
mismo con respecto a san Anselmo: la idea de Dios como ser perfecto no se puede legítimamente proceder
a afirmar la existencia real.

5.4. La formulación de Leibniz del argumento ontológico


Igual que Descartes, Leibniz pensó que la existencia de Dios podía demostrarse por medio de varios
razonamientos, pero al que le concedió mayor relevancia es al ontológico, que es aquel, en el que hemos
visto, se considera que la existencia de Dios resulta evidente para nosotros a partir del mero análisis de la
idea que dé El tenemos.
Leibniz recupera el argumento ontológico a través de Descartes, pero LE AÑADE UN
CORRECTIVO QUE, A SU PARECER, RESULTABA NECESARIO PARA CONFERIRLE EL
RIGOR DE LAS DEMOSTRACIONES MATEMÁTICAS. Tal correctivo está en consonancia con su
TEORIA DE LOS POSIBLES.
Hay que recordar que, para Leibniz, posible es aquello cuya noción no entraña contradicción. ¿Es posible
Dios? A partir de esto, Leibniz expone su formulación del argumento, mismo que podemos exponer así, en
el entendido de que Dios es para él INFINITO Y PERFECTO.

1. Si Dios es posible, entonces existe (si la idea de Dios como ser infinito y perfecto no entraña
contradicción Dios es posible y entonces existe, porque a lo perfecto le compete existir)
2. Dios es posible,
3. Luego Dios existe.

El problema para Leibniz consistía en mostrar que Dios es posible, es decir, que la idea que dé El tenemos
no entraña contradicción y según él no la entraña porque siendo Dios infinito nada puede contradecirlo ya
que El no implica límite alguno. Más aun, Dios no sería posible si no existiera porque sería contradictorio
(imposible) que Dios (ser perfecto e infinito) llegara al ser.
Al término del estudio del ontologismo y de algunas formulaciones del argumento ontológico, podemos
concluir lo siguiente:

1. La existencia de Dios no es inmediatamente evidente para nosotros y por lo mismo, tenemos que
demostrarla.
2. No podemos legítimamente afirmar la existencia de Dios a partir del análisis de la idea que dé El tenemos;
debemos partir de efectos existentes no de conceptos para demostrar su existencia.
3. Para nosotros no es evidente que la esencia de Dios es existir, porque desconocemos la esencia divina,
luego no es posible que demostremos su existencia si no es por medio de cosas que aun siendo en sí
mismas menos evidentes, son para nosotros más conocidas, es decir, por sus efectos.

5.5. Pruebas clásicas de la existencia de Dios

5.5.1. El Consentimiento Universal

Prueba consagrada por Cicerón, aunque ella no procede del estoicismo. Su punto de partida es el

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siguiente:

1. Los hombres de todas las épocas y culturas han convenido en admitir la existencia de Dios, de modo
que a este respecto hay un consentimiento universal.
2. Un consentimiento tan universal no puede ser un error común, por lo tanto, hay un ser supremo que es
Dios, Dios existe.

El argumento se funda en el hecho de que el consentimiento unánime es un efecto que supone una causa;
ya se deba este consentimiento al instinto, al sentido común o a una revelación, esta admisión universal es
un criterio de verdad que prueba la existencia de Dios.
Es imposible que la humanidad entera, por un tiempo tan prolongado, se haya equivocado en materia
tan grave.
Valoración crítica del argumento: La prueba es incompleta y su valor dudoso, porque:

1. El punto de partida es muy discutible, sobre todo en la actualidad, en la que el ateísmo se ha


difundido extensamente; el consentimiento no es verdaderamente universal.
2. Ciertamente que el consentimiento, en el caso de que se diera, tiene una causa, pero para los ateos,
esa causa no es Dios, sino un vago temor, la educación, la ignorancia o estados psicológicos.
3. Podrá argumentarse en contrario que ha habido errores universales, como, por ejemplo, el
geocentrismo anterior a Galileo.

Desde el punto de vista filosófico, el argumento no tiene fuerza demostrativa porque no conduce a una
certeza real, sino en todo caso, a una probabilidad.
Nosotros afirmamos que el consenso (parcial o universal) proviene del conocimiento de la existencia de
Dios obtenido por la constatación del carácter de efecto que tienen los entes y por este carácter, requieren
de una causa adecuada que los haga ser.

5.5.2. Prueba de las verdades eternas


Formulado por san Agustín, sostenida por san Anselmo, Malebranche y Leibniz.
Punto de partida: existen verdades inmutables, necesarias y eternas, como las de las matemáticas, los
primeros principios morales y otros.
¿Cuál es la causa, de dónde les vienen semejantes caracteres a esas verdades?
1. No de las cosas, pues ellas son mutables, contingentes y finitas en el tiempo.
2. No del hombre, porque también él es contingente, mutable y limitado en su duración.

Luego esos caracteres les vienen a esas verdades de Dios, ser inmutable, necesario y eterno. Por tanto,
Dios existe y Él es la verdad por quien son verdaderas las cosas que no son verdaderas. Es en este sentido
que san Agustín dirá: "O aeterna veritas (...) Tu est Deus meus" (Confesiones). El gozo y la felicidad del hombre
está en poseer esa verdad: "Beata quippe vita est gaudium de veritate”

Valoración Crítica:

El argumento, sin ser del todo apriorístico, incurre en el mismo error del argumento mitológico: pasa
indebidamente del orden lógico al ontológico de las propiedades lógicas de ciertas verdades a la afirmación
de la existencia de Dios.
Para que el argumento de las verdades eternas fuera eficaz, debería fundarse en el ser, es decir en los

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grados de verdad como los arados de participación en el ser, camino que lleva a descubrir la existencia de
Dios como ser Primero y máximo ser y, por lo mismo, como Primera y máxima verdad Esto es lo que hizo
Tomás en la cuarta vía y en el Prólogo al Evangelio de San Juan, en el que de la verdad finita “asciende” a la
verdad infinita.

5.5.3. Prueba por las aspiraciones infinitas de la voluntad o por el deseo de felicidad.

El argumento puede formularse así: por naturaleza existe en el hombre el deseo de un Bien infinito
capaz de colmar la aspiración de su voluntad. Ahora bien, un deseo natural no puede ser vano, no
puede carecer de objeto, por ello ese bien ha de ser posible, por tanto, Dios existe y Él es el Bien
infinito al que aspira nuestra voluntad. Como inmediatamente veremos, en este argumento interviene el
principio de finalidad, pero la conclusión resulta, como siempre, del principio de causalidad Punto de partida:
el argumento parte de un hecho, a saber, que el hombre percibe, de grado en grado, la jerarquía de los bienes
sin que ninguno logre colmarlo, lo que pone de relieve que su aspiración tiende al infinito. Pascal: "el abismo
del alma solo puede ser colmado por un objeto infinito e inmutable, es decir, por Dios mismo".
La insuficiencia de lo finito y la aspiración de lo infinito pueden deducirse del estudio filosófico del
hombre, concretamente de su entendimiento y su voluntad.
Principio de Finalidad: “naturale desiderium nonpotest esse inane", un deseo natural no puede ser vano: la
naturaleza no hace nada en vano, lo que significa que una tendencia natural no puede carecer de objeto pues,
en caso contrario, carecería de razón de ser. Dicho de otra manera, el ser seria ininteligible si sus tendencias
no se dirigieran a fines por lo menos posibles.
Un deseo natural es el signo de una potencia que tiende a su propia perfección. ¿Por qué hemos dicho
que le ser seria ininteligible si sus tendencias no se dirigieran a fines por lo menos posibles? Porque un deseo
sigue siendo inteligible aun cuando el fin hacia el cual tiende no se alcance siempre ni en todos los casos.
Ejemplo: el animal desea su alimento; tendencia ésta que tiene su razón de ser para conservación de la
especie, que encuentre el alimento depende de las contingencias naturales, de modo que el animal no satisface
su apetito siempre ni en todos los casos. Concluimos reiterando que un deseo natural tiende a un fin por lo
menos posible.
Principio de causalidad: el Fin al que tiende ¿es un Bien realmente existente? Aquí interviene el
principio de causalidad, veamos en qué manera: El hombre alcanza el Bien supremo al que tiende por sí
mismo o por otro. No por sí mismo, una potencia no puede por sí sola pasar al acto, será entonces por otro
que es Dios como Bien Plenario. Por lo tanto, Dios existe.

Valoración Crítica:

Como hemos presentado (con apoyo en los principios de finalidad y causalidad) el argumento es
probatorio. El deseo natural es un efecto que, como tal, requiere de una causa primera y adecuada: tal es
Dios.
Sin embargo, ordinariamente el argumento no suele ser presentado así, sino señalando que hay en el
hombre el deseo natural en un Bien infinito (Dios) y que tal deseo, en virtud del principio de finalidad,
supone la existencia de lo anhelado, por lo que se concluye afirmando que Dios existe.
Así presentado, el argumento no tiene valor demostrativo de la existencia de Dios. De este parecer es
Santo Tomas de Aquino (STh. I, q. 2, a, 1, ad 1 v vid. C.G., cap. 11) para quien tenemos naturalmente un
cierto conocimiento confuso de Dios, por cuando que el hombre, por naturaleza, quiere ser feliz, y dado que
Dios es la felicidad del hombre, él ha de conocer naturalmente lo que naturalmente desea Tomás añade "pero
esto no es en realidad conocer a Dios" como tampoco lo es conocer a Pedro, el conocer a alguien llega,
aunque sea Pedro el que llega. Por eso algunos consideran que el bien perfecto para el hombre no es Dios,

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sino las riquezas, los placeres y cualquier otra cosa. Ya se ve que el argumento requiere para ser probatorio
de la aplicación del principio de causalidad. La existencia de Dios es la verdad fundamental de la religión,
el punto de partida. No tendría siquiera sentido hablar de la fe, de la religión o del dogma sin antes dejar
sentada esta verdad.
La razón humana, con su sola fuerza, sin ayuda de lo sobrenatural, puede llegar a demostrar la existencia
de Dios, y a deducir muchas de sus perfecciones. Ciertamente no podemos comprender a Dios, pues, siendo
infinito, no lo puede abarcar el limitado entendimiento humano; pero podemos conocerlo.
Lo anterior es, además, verdad de fe. El Concilio Vaticano I afirma que “La misma Santa Madre Iglesia
sostiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz
natural de la razón humana partiendo de las cosas creadas” (Const. dogm. Dei Filius, c. 2, Dz. 1785).
El querer conocer a Dios es necesario para llegar a conocerlo. No basta tan sólo aplicar la inteligencia,
sino que se requiere, además, de rectas disposiciones morales (buen comportamiento cara a Dios), pues de
lo contrario es imposible conocer a Dios.
Aunque la existencia de Dios es una verdad que puede ser conocida por todos los hombres, sin embargo,
en su conocimiento "el entendimiento humano encuentra dificultades, ya a causa de los sentidos o imaginación, ya por las
concupiscencias derivadas del pecado original. Y así sucede que, en estas cosas, los hombres fácilmente se persuaden de que es
falso o dudoso lo que no quieren que sea verdadero" (Pío XII, Ene. Humani Generis, 12-VII1-1950, Dz. 2305).
Por ser Dios infinito en toda perfección, no lo podemos conocer directamente, sino que deducimos su
existencia por medio del mundo y de las cosas creadas, que nos llevan al conocimiento del Creador.
La existencia de Dios no es de evidencia inmediata para nosotros, sino que es fruto de un proceso
discursivo, de un razonamiento.
En 1877 fue condenado el error de Antonio Rosmini -llamado ontologismo- que afirmaba que el
conocimiento de Dios era el conocimiento más inmediato al entendimiento humano (cfr. Dz. 1891 ss.) La
mayoría de las pruebas tendientes a demostrar la existencia de Dios utilizan en su proceso demostrativo el
PRINCIPIO DE CAUSALIDAD.

5.6. Vías de la demostración de la existencia de Dios


Santo Tomás de Aquino demuestra la existencia de Dios por cinco caminos o vías, que son:
1) Por la existencia del movimiento
2) Por la causalidad eficiente.
3) Por los seres contingentes.
4) Por los diferentes grados de perfección, y
5) Por el orden del Universo.

A continuación, señalamos sólo algunas de estas pruebas y otras que, en último término, se reducen a
una de las vías de Santo Tomás.

Enunciado: El mundo exige una causa de sí, a la que llamamos Dios.


Lo probamos por el principio de causalidad. Se enuncia así: "No hay efecto sin causa”; o bien: "Todo ser
que comienza a existir tiene una causa de sí".
Este principio no se puede probar porque es evidente y se verifica de continuo en la vida cotidiana.
Bastará un ejemplo: no podemos admitir que un edificio o un vestido se hayan hecho a sí mismos, nos
reiríamos de quien nos dijera que aparecieron “de buenas a primeras”, sin intervención de un arquitecto o
un sastre. Pues bien, el mundo es un efecto incomparablemente más complicado que un vestido o un edificio.

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Luego, no podemos admitir que haya aparecido sin que un ser le diera existencia. Este ser se llama Dios.

Enunciado: Existen seres contingentes, que exigen la existencia de un ser necesario, al que llamamos Dios.
Primero explicaremos qué es un ser contingente y un ser necesario. Luego veremos que los seres que hay
en el mundo son contingentes. Y finalmente por medio de tres suposiciones comprobaremos que los seres
contingentes comprueban la existencia del ser necesario:

1. Ser contingente es el que es indiferente de por sí a existir, o no. Por ejemplo, una rosa que
hoy es y mañana desaparece, o que pudo no haber sido, es un ser contingente.

2. Ser necesario es el que no puede no existir, porque lleva en sí la razón de su existencia. Ser
necesario no hay sino uno, que es Dios. Los seres que hay en el mundo son contingentes. La
experiencia nos enseña que aparecen, duran un poco y luego desaparecen.

Los seres contingentes aparecen de tres maneras:


a) o de otro ser igual a ellos, por ejemplo, un árbol da nacimiento a otro árbol, un animal a otro
animal;
b) o de la reunión, de los elementos que los componen; el agua se produce por la combinación
del hidrógeno con el oxígeno; la piedra aparece por agregación de las partículas que la integran,
etc.;
c) o por creación, como nuestra alma.

3. Para explicar la existencia o aparición de los seres contingentes pueden hacerse tres hipótesis:
a) proceden de la nada,
b) proceden unos de otros en serie infinita,
c) proceden de un primer ser necesario que les dio la existencia.

Examinemos estas tres hipótesis, o suposiciones.

a) La primera hipótesis: los seres proceden de la nada, es absurda, porque es imposible que la nada
produzca el ser. Así, es imposible sacar del bolsillo un pañuelo que no tengo Esta verdad, elevada a
la categoría de postulado científico la aceptan todos, incluso los científicos ateos que en el pasado
pretendieron utilizarlo como argumento para dar una explicación de la realidad.
b) La segunda hipótesis, los seres proceden unos de otros en serie infinita, tampoco puede admitirse,
porque la serie infinita no explica nada.
En efecto, la serie infinita o tiene a su cabeza un ser primero, y ya no es infinita; o no tiene a
su cabeza un ser primero, y entonces ¿de dónde proceden los demás seres de la serie? Así, Por
ejemplo: una cadena de eslabones infinitos es un imposible; porque si tiene un primer eslabón, ya
no es infinita y si no tiene un primer eslabón, ¿de dónde cuelgan los demás?
Otro ejemplo: a veces se preguntan algunos: qué fue primero, el primer huevo, la primera
gallina. Pudo ser cualquiera de las dos cosas. Lo que importa es admitirla existencia del primer huevo
o de la primera gallina, porque si no, no habría hoy ni huevos ni gallinas. Repugna en absoluto a
nuestra mente una sucesión infinita de huevos y gallinas, sin que hubiera existido un primer huevo
o una primera gallina que dieran nacimiento a los demás.
c) Luego nos queda por aceptar la tercera hipótesis: esto es, que los seres provienen de un ser
necesario que les dio la existencia. Porque si este primer ser fuera contingente, habría recibido

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la existencia de otro, y éste de otro; y así volveríamos a la serie infinita.

4. Conclusión. La serie de los seres contingentes no se explica racionalmente sino mediante la


existencia de un ser necesario, que no recibió el ser, porque lo tenía de sí mismo; y que lo comunicó
a los demás. Á este ser lo llamamos Dios.

Este argumento de la necesidad de un ser necesario es el más claro y convincente para probar la existencia
de Dios. Su fuerza sólo puede ser desconocida por quien nunca ha meditado en él, o por quien se deja
arrastrar por pasiones y prejuicios que ciegan la inteligencia.
Enunciado: El orden admirable que hay en el mundo exige la existencia de una inteligencia ordenadora,
a la cual llamamos Dios.

Probaremos que hay en el mundo un orden admirable; y luego que este orden exige una
inteligencia ordenadora.

1. Hay en el mundo un orden admirabilísimo en todos los seres:

a. En los infinitamente grandes. Millones de astros de masa gigantesca atraviesan el espacio a


velocidades fantásticas; sus órbitas se entrecruzan en multitud de puntos; pero sus movimientos
están regidos por un orden y disposición admirables.
b. En los más pequeños. Así, la planta más humilde tiene órganos complicados y diferentes para
cada función: nutrición, respiración, circulación, reproducción, etc. Todos ellos tienden a un
fin preciso y determinado: la conservación del individuo v de la especie.

2. Este orden supone una inteligencia ordenadora. En efecto:

a. Sólo una inteligencia puede disponer convenientemente los medios apropiados [jara la
obtención de un fin. En lo cual, precisamente consiste el orden.
b. Es un absurdo atribuir al azar y a la casualidad el orden maravilloso del mundo, porque, así
como lo que caracteriza a la inteligencia es el orden, así lo que caracteriza al azar es el desorden.

Obrar al azar es tanto como obrar ciegamente, sin el conocimiento de los medios, o sin la acertada
disposición de ellos para alcanzar el fin que uno se propone.
Pretender que el orden prodigioso del mundo es la obra ciega y caprichosa del azar, es un absurdo. Sería
ridículo pretender que al tirar al azar las doce letras de la palabra inteligencia, cayeran todas en línea recta y
en el orden debido para la formación de la palabra. Mayor absurdo, pretender que esto sucediera cada vez
que se tiraran. Pero el absurdo llegaría a su colmo si se pretendiera explicar de esa manera el orden de los
miles de letras que componen este libro, sin que hubiera intervenido en lo mínimo una mano y una
inteligencia ordenadora.
Pues bien, mucho más absurdo es admitir que el mundo se hizo al acaso, porque el orden que hay en él
es inmensamente mis complicado que el de un libro; y un orden que en millones de siglos se ha mantenido.
Conclusión: El orden admirabilísimo que hay en el mundo prueba la existencia de una inteligencia
ordenadora, a quien llamamos Dios.

Enunciado: La ley moral exige un legislador superior al hombre. Este legislador es Dios.

1. Se llama ley moral al conjunto de preceptos que el hombre descubre en su conciencia, que le hacen

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distinguir el bien del mal, y le impulsan a obrar el bien y a evitar el mal.


La ley moral tiene tres condiciones:
a. La ley moral obliga a todos los hombres sin excepción alguna ; les prescribe, por ejemplo, el
respeto a la vida y a la propiedad ajena; y les prohíbe el asesinato y el robo.
b. Es superior al hombre, quien no puede ni desconocerla, ni cambiaría. Así nadie podrá hacer que
el asesinato sea bueno.
c. Obliga en conciencia. Cuando la observamos sentimos satisfacción; cuando la quebrantamos, aun,
que sea ocultamente, remordimiento.

2. La ley moral prueba la existencia de Dios, porque como no puede haber ley sin un legislador que la
dé, es necesario que la ley moral haya sido impuesta por un legislador que tenga esas tres mismas
condiciones, a saber: que sea superior a los hombres, los obligue a todos, y pueda leer en su conciencia.
Este legislador no puede ser sino Dios

6. LA INTELIGENCIA Y LA VOLUNTAD DIVINAS. DEFINICION,


EXPLICACION Y ARGUMENTOS.
A continuación, nos ocuparemos del obrar divino en el que distinguimos operaciones Ad Intra.
Lo primero que es preciso decir es que quien nos da el ser también nos da el operar y por lo mismo, a
Dios hay que atribuirle la operación de las criaturas como a su causa primera que Él es.
Sin embargo, obviamente, a Dios no podemos atribuirle formalmente todas las operaciones creaturales,
sino sólo aquellas que en su concepto no implica imperfección alguna en el ser que las realiza.
Así, no podemos atribuirle formalmente a Dios operaciones tales como los movimientos locales, las
mutaciones, los cambios, las operaciones cognoscitivas sensibles como la percepción o la imaginación, las
operaciones propias de los vivientes orgánicos: nutrición, crecimiento y reproducción.
Las perfecciones que podemos atribuirle a Dios formalmente son: la vida, entender, querer, la creación,
la conservación, concurso o moción, la providencia y el gobierno de las operaciones que acabamos de
mencionar.
Unas son inmanentes, pues, comienzan, se consuman y permanecen en quien las realiza, y las otras son
transitivas porque producen un efecto distinto de la gente. Esto da lugar a una clasificación de las operaciones
divinas ad intra y ad extra, según permanezcan en El o que produzcan efectos distintos a Él.

Atributos operativos ad intra

La vida divina se manifiesta en sus OPERACIONES PROPIAS: el entender y el querer, por ello
nuestro estudio seguirá la siguiente ruta: el entender o la ciencia divina, el querer divino o voluntad divina y
la vida divina.

6.1. El entender divino, la ciencia o inteligencia divina


Comenzaremos por depurar conceptos; aquí, INTELIGENCIA no es potencia de conocer, sino acto y
conocimiento no sensible, únicamente intelectual. En Dios la inteligencia y su acto (entender) se identifican
con su esencia que es existir.
A Dios podemos atribuirle el entender, el inteligir y por ello, la inteligencia por las siguientes razones:

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1. Porque al término de la quinta vía le descubrimos como inteligencia suprema ordenadora de todo el
universo por lo que afirmamos que Dios es soberano y absolutamente inteligente.
2. Porque Dios es inmaterial, espiritual, pero atributo fundamental de la espiritualidad, luego, Dios
espíritu infinito y cima de la inmaterialidad es inteligencia subsistente.
3. Porque su ser es inteligente e inteligible en la medida en que es inmaterial. Dios, absolutamente
inmaterial es máximamente inteligente e inteligible.
4. La inteligencia es perfección pura o simple y su acto (su operación) el entender o inteligir no dice
imperfección en el ser que la realiza, luego, hay que atribuírselos formalmente a Dios como a su causa.
Negárselas equivaldría afirmar que hay más perfección en el efecto, que en la causa que estaría
desprovisto de ella, lo que resultaría absurdo ya que lo más perfecto no sale de lo imperfecto como
el ser no surge del no ser.
5. Negarle a Dios la inteligencia es contrario a la omniperfección divina. Si Dios careciera de inteligencia
ya no sería actualmente perfecto y estaría en potencia respecto a algo que le faltaría, por lo que ya no
sería acto puro sin sombra de potencia pasiva: ya no sería Dios. Dios es, pues, inteligencia perfecta y
subsistente, pero el acto de la inteligencia es la ciencia o el entender divino.

El Objetivo directo e inmediato del entender, ciencia o inteligencia divina

Este objeto es Dios mismo como máximamente inteligible que Él es. TI objeto no puede ser algo distinto
de Dios porque en caso contrario, El estaría en potencia pasiva, pues, tendría que plegarse a algo distinto de
El para conocerlo y su ciencia aumentaría o disminuiría según la generación o corrupción de los seres. Cosa
imposible ya que Dios es inmutable.
Como conclusión diríamos: el objeto directo, inmediato y proporcionado con la inteligencia divina es
EL SER INFINITAMENTE INTELIGIBLE QUE ES DIOS MISMO.

El objeto directo de la intelección divina

Dios se conoce a sí mismo, en sí mismo y por sí mismo y en El al resto de las cosas como causa eficiente
y ejemplar de ellas que Él es. Dicho de otra manera, Dios no conoce a las cosas en ellas ni por ellas, sino en
El y por El. Y es que al conocerse inmediata y perfectamente a sí mismo, conoce las cosas que por su designio
son y serán limitadas ad extra.

Caracteres de la ciencia divina


1. Actual, en nosotros la adquisición del saber implica un proceso: la actualización de una potencia. En
Dios no hay tal proceso, pues, por intuición en su instante eterno lo conoce todo.
2. Universalísima nada escapa a la ciencia divina: Él se conoce perfectamente y a sí mismo y a todas las
criaturas en su devenir (ciencia de visión). Conoce a los posibles (ciencia de simple inteligencia) y a los
futuros (ciencia media)
3. Perfecta e infalible: la ciencia es tanto más perfecta en cuanto que el sujeto es más independiente deja
materia, así la inteligencia conoce mejor que los sentidos ya que, ellos están más ligados a la materia.
Dios es absolutamente inmaterial y por ello su ciencia es perfecta, lo cual equivale a afirmar que. en la
simplicidad de su acto, Dios conoce intuitivamente y exhaustivamente lo máximamente inteligible que
es El mismo y que en El conoce a lodo lo demás. Ella es causa del ser y de la verdad de las cosas: ella
conforma a las cosas que la lleva a la existencia.
4. Teorética y productiva: con respecto a El mismo, la ciencia divina es especulativa o teórica, pues, Él
se contempla a sí mismo como objeto directo e inmediato de su infinita inteligencia.

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Con respecto a sus creaturas la ciencia divina es productiva y creadora, pues, todo lo que ha existido,
existe o existirá, no es sino por creación libre de Dios, esto es porque Él lo ha conocido y querido, de suerte
que la verdadera causa de las cosas es la ciencia divina con voluntad adjunta.
Como conclusión de este apartado, reitero que Dios conoce inmediata, exhaustiva y directamente lo
máximamente inteligible que es Dios mismo, que como ya vimos, es la suprema verdad lógica, mitológica y
moral, y por ello, lo máximamente inteligible.

6.2. El querer divino


El correlato del conocimiento es la tendencia o apetito, y en los seres que hay conocimiento intelectual
el correspondiente apetito es la voluntad cuyo acto es querer el tender. Hemos visto que en Dios se encuentra
el entender en su forma más elevada y perfecta, luego en Él se da en su grado más elevado.
Conviene destacar que en nosotros el efecto de la voluntad es tender o querer un bien ausente pero
conveniente, es querer una perfección de la que actualmente carecemos, lo que pone de relieve que somos
seres imperfectos, que estamos en potencia respecto a aquello que tendemos.
No es en este sentido que predicamos el querer de Dios ya que, Él es Acto Puro y Ser Omniperfecto.
Efecto de la voluntad es el querer el bien y poseerlo (gozo) y el amor como donación del bien ya poseído.
Recordemos que el bien es difusivo de suyo. Es en este sentido que habremos de atribuirle a Dios el querer
el bien y el amor.

El objeto del divino querer


El objeto directo, inmediato y necesario del divino querer es su propia bondad que es la Bondad Suma e
Infinita. El objeto indirecto y libre del divino querer son todas sus creaturas que no son sino participaciones
o difusiones de la divina bondad, y que, por lo mismo, son finitamente buenas.
De lo anterior se deduce que Dios no quiere a los seres creados porque sean buenos, sino porque son
buenos porque Dios los quiere. Recuerda que la causa de los seres es el querer divino ilustrado por la ciencia
divina: tal es la creación en la que Dios participa su ser y bondad en las creaturas y participa tanta más bondad
cuanto más quiere a una creatura.

Características del querer divino:


1. Santo: Dios quiere siempre, inmutable y necesariamente al Bien Perfecto que es su propia bondad, es
decir, El mismo, luego no hay impureza (pecado) en su querer, pues el pecado es apartamiento del Bien
Supremo que es Dios mismo.
2. Creador: Dios pensando y queriendo a las cosas las hace ser. El divino querer ilustrado por la ciencia
divina es la causa de las cosas.
3. Libre: el divino querer es libre con respecto a las criaturas y necesario con respecto a sí mismo. Las
creaturas nada le añaden a Dios, luego, El las ama libremente.

7. ATRIBUTOS DIVINOS: PERFECCIONES QUE SE PUEDEN


PREDICAR DE DIOS POR VIA AFIRMATIVA O NEGATIVA O
EMINENTE.
Nuestro conocimiento de Dios es ANÁLOGO:
1. Nada puede predicarse de Dios y de las creaturas de modo unívoco, pues las perfecciones, que en los
efectos no adecuados a su causa están en forma múltiple y dividida, en la Causa están de modo simple
y en unidad.

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2. Tampoco se cae en la equivocidad. por la semejanza que hay entre todo efecto y su causa.
3. Lo que se afirma de Dios y de las creaturas se dice analógicamente, se predica de modo análogo, es
decir, según una semejanza o proporción, que se fundamenta, en la participación del Ser por el ser
del ente.

7.1. El triple modo analógico del conocimiento de Dios


1. AFIRMACION: Se afirma de Dios la perfección de las criaturas. Una perfección que vemos en las
criaturas la afirmamos de Dios como de su Causa: Dios es sabio.
2. NEGACION: Se niega de Dios el modo limitado (mezclado de imperfección), en que la perfección
se encuentra en las criaturas. La finitud que entraña una perfección creada debe eliminarse cuando esa
perfección se aplica a Dios; así habría que decir que Dios no es sabio (tal como nosotros concebimos
la sabiduría).
3. EMINENCIA: Se afirma esa perfección en Dios, como infinita o eminente; se atribuye a Dios una
determinada perfección según el modo subsistente e infinito, propio de Dios: Dios es eminentemente
o infinitamente sabio.

Aunque en esta vida no podemos ver a Dios por esencia, sin embargo, podemos conocerle a través de
las criaturas y nombrarle con nombres sacados de las cosas creadas.
POR VIA DE AFIRMACION O CAUSALIDAD, alcanzamos a Dios como Causa de las criaturas y
así podemos denominarle como Causa Primera, Fin Último, Creador.
POR MODO DE EXCELENCIA O EMINENCIA, las perfecciones puras que vemos en las
criaturas las aplicamos a Dios, una vez quitada la imperfección como se dan en los seres finitos: así Dios es
Verdad Suma, Bondad, Subsistente.
POR VIA DE NEGACION, Dios no tiene materia (Inmaterial), es Inmortal, Infinito, etc.

8. DEFINICION Y EXPLICACION DE LOS ATRIBUTOS


OPERATIVOS TRANSEUNTES DE DIOS: CREACION,
CONSERVACION, PROVIDENCIA, GOBIERNO Y CONCURSO.
8.1. La Creación
Santo Tomas: “La emanación de todo el ser, por virtud de la causa universal, que es Dios”.
El vocablo “creación” expresa, en su sentido más radical, la acción productora por antomasia, mediante
Dios hace las cosas de la nada.
La creación no es educción, puesto que en ésta el agente extrae la forma inserta en la materia pasiva.
Tampoco la creación es emanación; en ésta el agente extrae desde sí un ser semejante; lo emanado es de la
misma naturaleza del principio del que procede.
Tampoco la creación es una procesión, es decir, la comunicación de una naturaleza inmutable a otra
persona; con este vocablo se explican las relaciones entre las personas divinas en la Trinidad.
Definiciones clásicas:
1. Productio ex nihilo.
2. Transitus de non ente simpliciter ad ente simpliciter.
3. Productio alicuius rei secundum suam totam substantiam.

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Tesis: EXISTENCIA DE LA CREACIÓN. Dios es causa eficiente del mundo: la participación trascendental
del ser en la creación.
Potencia creadora de Dios

Tesis: DIOS ES CAUSA DEL SER DE LAS COSAS


Todo ser participado es causado inmediatamente por el Esse por esencia. La participación no anula la
causalidad.

Tesis: DIOS ES CAUSA PRIMERA: las causas segundas producen el “fieri” del efecto y no el “esse”.

Las causas segundas actúan únicamente en el plano de la causalidad predicamental. En la producción o


causación del esse hay que distinguir dos momentos; el primero, predicamental, en el que esse sequitur
formam, y el segundo, trascendental, en el que el esse de todo ente, en cuanto tal, es causado inmediatamente
por Dios.

NATURALEZA DE LA CREACION. La producción del ser es creación de la nada. No hay


transmutación del creador. Dios crea el mundo libremente, no por necesidad.

8.2. La Conservación
Es la continua dependencia que las cosas creadas tienen respecto al creador, Es decir, la presencia del Ser
en el ser del ente no es transeúnte sino permanente: ninguna criatura puede mantener su ser, perdurar en el ser, si la
causa creadora no mantiene su actuación, ya que depende de su ser.
Lo mismo que para la conservación de la luz en el aire se requiere que perdure la iluminación del sol, así
para que las cosas sean conservadas en su ser, es preciso que Dios conceda el ser incesantemente.
Sin esta presencia creadora de Dios, el ente decaería en la nada (cesaría su ser), del mismo modo que cesa
la fiebre de un ente cuando cesa la acción de la causa predicamental.
La conservación es la continuación o prolongación de la misma acción creadora por la que se da el ser a
las cosas.

8.3. La providencia y gobierno divino


1. DIOS ES PROVIDENTE. El cuidado que Dios tiene para que las criaturas vayan a su fin es la
providencia. Las criaturas están finalizadas. La providencia es la misma acción divina respecto a la
finalidad. Dios dirige las cosas a sus fines, tiene cuidado de que todo alcance su fin particular, y al mismo
tiempo sea acorde con el fin general del universo.
2. LOS DOS ASPECTOS DE LA PROVIDENCIA: el plan divino con respecto a todas las cosas que
han de ser proveídas a su fin y la ejecución de este orden. Respecto al plan divino, la providencia es
inmediata para todas las criaturas, las dotó de la actividad suficiente para producirlo, para lo cual es
indispensable que de antemano conociese en su razón propia el orden de tales efectos. Si Dios no cuidara
por sí mismo de las cosas inferiores, este hecho podría obedecer o a que las despreciaba o a que no quería
manchar su dignidad con las mismas, según afirman algunos. Santo Tomás. Respecto al gobierno divino,
Dios se sirve de causas segundas, dándoles a participar en su poder de gobierno. La perfección de la
providencia en cuanto gobernado reclama que haya causas intermedias ejecutoras de la misma.
3. La providencia divina dirige a las criaturas según la naturaleza de éstas, es decir, se aplica a ellas según el
modo de ser necesario, contingente o libre que las criaturas poseen.

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Ahora bien, si el principal bien que en las cosas existe es la perfección del universo, éste no se daría si no
existieran todos los grados del ser: a la perfección del universo contribuye el que haya diversos grados de
perfección de las cosas. Dios es agente perfectísimo.
Corresponde, pues, a la providencia divina producir todos los grados del ser; esa diversidad y desigualdad
no procede del ocaso o azar, ni de la diversidad de la materia, ni de la intervención de algún tipo de causas,
sino que es producto del querer de Dios, que quiso dar a cada criatura una determinada naturaleza.

8.4. El Concurso Divino

Es la causalidad de Dios aplicada a la acción de las criaturas. Indudablemente, las cosas de este mundo
obran, pero Dios obra en todo lo que obra.
El concurso divino no hemos de entenderlo como si Dios y la criatura obra cada uno al 50/o en el efecto.
La causalidad divina y la creada son esencialmente diferentes, y cada uno de ellas interviene al 100%, pro a
niveles diferentes.
Dios, como causa, crea todo el ser de lo que es. Sólo Él puede crear, pero el hombre puede hacer que un
ser sea tal, configurando su talidad, su forma y estructura, su causalidad no es creadora, pero, al transformar
las dimensiones físicas de las cosas, su forma cambia la talidad de las mismas.
Dios causa el ser como tal; la criatura la talidad. La acción de la criatura no es nuca creativa, no aumenta
ni disminuye el ser, sino que se limita a configurarlo de esta o de aquella manera. Así pues, en un producto
cualquiera que venga de la mano de una criatura, hay que distinguir lo que proviene de ella y lo que proviene
de Dios,
El ser es el electo más común y más íntimo de lo que es causado y sólo puede provenir deja única causa
que es absolutamente universal y que produce el principio más radical de lo real: Dios.
Esta concepción jerárquica de la acción de Dios y de la acción de las criaturas permite atribuir a la causa
primera y a la causa segunda la totalidad del efecto; no hay una parte del efecto que provenga de Dios y otra
de la criatura, sino que todo el efecto proviene de Dios, y de las causas segundas, aunque a distinto nivel.

Bibliografía básica
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J. GARCÍA LÓPEZ, Nuestra sabiduría racional de Dios, C.S.I.C, 1950.
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JUAN PABLO II, Fides et Ratio, en Colección Magisterio, Ed. Tradición 2001. Proemio
de Luz García Alonso y Prólogo de Alberto Caturelli.
T. DE AQUINO, Suma Contra los Gentiles, Libro 1 cap 1-8. Edición en dos volúmenes de la BAC, Madrid
1967.
T. DE AQUINO, Suma Teológica. Primera Parte, cuestión segunda, artículo tercero.

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