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BLOQUE 5.

LA CRISIS DEL ANTIGUA REGIMEN (1788-1833): LIBERALISMO


FRENTE A ABSOLUTIMO

5.1 La guerra de la Independencia: antecedentes y causas. Bandos en conflicto y fases de la guerra.

Carlos IV (1788-1808) y Floridablanca desde que se inició la revolución en Francia intentaron evitar cualquier
"contagio" revolucionario. Un control de aduanas y una estricta censura fueron los medios utilizados para aislar a
nuestro país. Tras un corto gobierno de Aranda, Carlos IV tomó una decisión clave, nombró ministro a Manuel Godoy
en 1792, el favorito de los reyes durante el reinado de Carlos IV.
La ejecución de Luis XVI provocó la ruptura de la tradicional alianza con Francia. España se unió a una coalición y
participó en la Guerra de la Convención. La derrota fue rápida. Se firmó la Paz de Basilea, por la que nuestro país
aceptó la pérdida de Sto. Domingo, y la vuelta a la tradicional alianza con Francia contra Inglaterra (que se selló en el
Tratado de San Ildefonso).
El ascenso de Napoleón y la debilidad de Godoy llevaron a España a una creciente dependencia de la política francesa
y al enfrentamiento con Inglaterra. La victoria sobre Portugal, aliada de Inglaterra, no sirvió para compensar la
catástrofe naval frente al almirante inglés Nelson en Trafalgar en 1805. Los ruinosos resultados de la alianza con
Francia no impidieron que Godoy firmara con Napoleón el Tratado de Fontainebleau en 1807, tratado que autorizaba
la entrada y el establecimiento de tropas francesas en España con el propósito de invadir Portugal.
Godoy era criticado en los medios influyentes del país. La derrota de Trafalgar y la crisis económica (déficit del
Estado y disminución del comercio con América avivaron la oposición de la nobleza y del clero, asustado ante la
propuesta de desamortización de bienes eclesiásticos. Esto desembocó la formación de un grupo de oposición en torno
al Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, para acabar con el gobierno de Godoy.

La guerra independencia
Se hizo evidente que la entrada consentida las tropas napoleónicas se había convertido en una ocupación.
Godoy tramó la huida de la familia real hacia Andalucía y la Corte se desplaza a Aranjuez. El 19 de marzo de 1808
estalló un motín popular por los partidarios del Príncipe. El Motín de Aranjuez precipitó la caída de Godoy y, obligó a
Carlos IV a abdicar en su hijo Fernando VII.
Con las tropas de Murat en Madrid, Napoleón llamó a padre e hijo a Bayona y les forzó a abdicar en su hermano José
Bonaparte. Fueron las Abdicaciones de Bayona por las que los Borbones cedieron sus derechos a Napoleón. José I
publicó el Estatuto de Bayona, Carta Otorgada que condecía algunos derechos más allá del absolutismo. Ante la
invasión francesa, el 2 de mayo de 1808 se inicia una insurrección en Madrid abortada por la represión de las tropas
napoleónicas. Los días siguientes los levantamientos antifranceses se extienden por todo el país. Se inicia la Guerra de
Independencia (1808-1814). Las abdicaciones y la insurrección contra José significaron un "vacío de poder" que
desencadenó la quiebra de la monarquía del Antiguo Régimen en España. Se constituyen Juntas Provinciales, que
asumen la soberanía en nombre del rey ausente. Las Juntas Provinciales se coordinaron en la Junta Central Suprema.
La situación bélica provocó la aparición de medidas revolucionarias como la convocatoria de Cortes.
Tras el levantamiento contra los invasores, las tropas españolas consiguieron algún triunfo como la victoria de Bailén
Para poner fin a la propia insurrección, el propio Napoleón, vino en otoño ocupando la mayor parte del país, excepto
las zonas periféricas y montañosas donde se inició la "guerra de guerrillas" contra el ejército francés.
Durante seis años, se enfrentaron el ejército francés, con el apoyo de los "afrancesados", y la guerrilla española
(antiguos militares españoles y campesinos, ayudados por el ejército británico). El año 1812 fue decisivo. El ejército
del general británico Wellington junto con los españoles y los portugueses infringió derrotas a los franceses. Tras la
catástrofe en Rusia, un Napoleón debilitado devolvió la corona a Fernando VIl por el Tratado de Valençay en 1813.
Las tropas francesas abandonaran el país. La Guerra de Independencia tocaba su fin.
5.2 Las Cortes de Cádiz. La Constitución de 1812

Las abdicaciones de Bayona habían creado un vacío de autoridad y pese a que los Borbones habían ordenado que se
obedeciera al nuevo rey José I, muchos españoles se negaron ya que se veía como una autoridad ilegitima. Para llenar
ese vacío y organizar una insurrección, se organizaron Juntas Provinciales, que asumieron la soberanía. En septiembre
1808 se constituyó a la Junta Central que en ausencia del rey legítimo, asumió los poderes de gobierno. Convocó una
Cortes extraordinarias en Cádiz, lo que inició el proceso revolucionario. En enero de 1810 se dio el poder a una
Regencia.
La celebración de las elecciones en situación de guerra propició que se reunieron unas Cortes con elementos
burgueses y cultos procedentes de las ciudades del litoral. Las Cortes comenzaron el septiembre de 1810 y muy pronto
se formaron dos grupos de diputados enfrentados, los liberales, que eran partidarios de reformas revolucionarias
inspiradas en la Revolución Francesa y los absolutistas, que eran partidarios del mantenimiento del antiguo régimen.
La mayoría liberal, aprovechándose de la ausencia del Rey, inició la primera revolución liberal burguesa con dos
objetivos: adoptar reformas que acabarán con el antiguo régimen y aprobar una Constitución. Las principales reformas
aprobadas por las Cortes de Cádiz fueron la libertad de imprenta, la abolición del régimen señorial (supresión de los
señoríos), la supresión de la Inquisición, la abolición de los gremios (libertad económica) y una tímida
desamortización.

La Constitución de 1812
Aprobada el 19 de marzo, conocida como La Pepa, fue la primera constitución liberal del país. Los diputados Agustín
Argüelles y Muñoz Torrero son las figuras más destacadas. Los rasgos principales son: la soberanía nacional (el poder
reside en la nación), la división de poderes en poder legislativo (Cortes Unicamerales), judicial (tribunales) y ejecutivo
del rey pero con limitaciones: sus órdenes deben ir validadas por el Ministro; no puede disolver las Cortes; veto
suspensivo durante dos años, después la decisión se convierte en ley; nombra a los ministros, pero deben ir
refrendados por las Cortes ("doble confianza"); nuevo derecho de representación, la nación ejerce su soberanía
mediante sus representantes de las Cortes; sufragio universal masculino indirecto, todos los hombres mayores de 25
años elegían unos compromisarios que a su vez elegían a los diputados; igualdad de los ciudadanos ante la ley (fin de
los privilegios estamentales); se omiten las referencias a los fueros (no reconocimiento), los de las provincias vascas y
de Navarra no se derogaron explícitamente; derechos individuales (educación, libertad de imprenta, inviolabilidad del
domicilio a la libertad y a la propiedad) y el catolicismo, única confesión religiosa permitida (la necesidad de contar
con el clero contra los franceses explica este rasgo intolerante que choca con espíritu avanzado de la Constitución).
5.3 El reinado de Fernando VIl: liberalismo frente a absolutismo. El proceso de independencia de las colonias
americanas.

Tres del tratado de Valençay Fernando VIl regreso a un país donde gobernaban unos principios contrarios a sus
convicciones absolutistas. Entró en España el 22 de marzo de 1814, recibido por aclamaciones populares. Un grupo de
diputados absolutistas le presentaron el Manifiesto de los Persas, en el que le reclamaban la vuelta al absolutismo.
El 4 de mayo de 1814 emite un decreto por el que disolvía las Cortes, abolía la Constitución de 1812 y toda la labor de
las Cortes de Cádiz y restablecía el absolutismo.

El Sexenio Absolutista (1814-1820).


El decreto inició un triste período caracterizado por la anulación de las reformas y la vuelta al antiguo régimen y al
absolutismo. En Europa se estaba dirimiendo el equilibrio de fuerzas tras Napoleón, Fernando VII se mostró
desinteresado por los asuntos externos. España quedó marginada de los beneficios que las potencias vencedoras de
Napoleón recibieron el Congreso de Viena (1815). Destrozado por la guerra de la Independencia quedó relegado a un
papel secundario. Con una economía empobrecida y con unas colonias que no pronuncian ningún beneficio, Fernando
VII, apegado al mantenimiento de los privilegios, se negó a emprender cualquier reforma que incrementará los
ingresos de un estado en quiebra. Se centró en la represión de los enemigos de la monarquía absoluta y se inició una
dura persecución contra los liberales. Muchos militares optaron por las posturas liberales y se integraron en sociedades
secretas como la masonería. Protagonizaron diversos intentos de pronunciamiento. Todos duramente reprimidos.

El Trienio Liberal (1820-1823).


Finalmente, un pronunciamiento triunfó. El teniente coronel Riego, al frente de un ejército que estaba acantonado para
marchar hacia América a luchar contra los rebeldes, proclamó la Constitución de 1812. La insurrección se generalizó.
El 9 de marzo de 1820, Fernando VII juró la Constitución de 1812. Por primera vez se aplicaba la Constitución en una
situación de paz y con el monarca. Fernando VIl, absolutista, trató de obstruir los gobiernos liberales. Está actitud va a
provocar una fractura política: la escisión de los liberales. Los "doceañistas" pretenderán modificar la Constitución
buscando una transacción con el rey, defenderán el dar más poder al monarca y se convertirán los moderados.
Mientras, los "veinteañistas" buscaban la aplicación estricta la Constitución de 1812 y serán denominados
progresistas. La división introdujo una gran inestabilidad política.
Los liberales van a aplicar una política anticlerical con la expulsión de los jesuitas, la abolición del diezmo, la
supresión de la Inquisición y la desamortización de los bienes. El enfrentamiento con la Iglesia será clave en la
revolución liberal. Alentados por las conspiraciones del Rey y por la grave crisis económica surgirán movimientos de
protesta contra el gobierno liberal. Aparecerán partidas de campesinos influenciados por la Iglesia en el País Vasco,
Navarra Aragón y Cataluña. La oposición absolutista creó la Regencia en Urgel, tratando de crear un gobierno español
absolutista. El fracaso se hizo evidente y la única salida era la intervención de las potencias absolutistas.
Tras la derrota de Napoleón, las grandes potencias absolutistas (Prusia, Rusia, Austria y Francia) reunidas en el
Congreso de Viena y la Santa Alianza se habían comprometido a intervenir ante cualquier amenaza liberal en Europa.
En 1822, en el Congreso Verona acordaron la intervención en España. En 1823, un ejército francés conocido cómo los
"Cien Mil Hijos de San Luis" entró y conquistó el país. El 1 de octubre se repuso como monarca absolutista a
Fernando VII.

La Década Ominosa (1823-1833).


Cuando Fernando VII fue liberado, promulgó un decreto por el que anulaba todo los legislado durante el Trienio,
trataba de nuevo de volver absolutismo y al Antiguo Régimen y se inició la represión contra los liberales.
Pese a la represión, las conspiraciones militares liberales continuaron y el peligro llevo a Fernando VIl a tomar una
medida extrema, la disolución del ejército. Pidió a Francia que se mantuvieran los Cien Mil Hijos de San Luis
mientras se reorganizaban las fuerzas armadas. Paralelamente abordó la depuración de la administración, lo que llevó
a la expulsión de miles de funcionarios. especialmente docentes.
Uno de los pocos factores positivos fue la reforma de la Hacienda que permitió un cierto equilibrio presupuestario.

La emancipación de las colonias americanas.


Diversos factores explican el movimiento independentista:
-El descontento de los criollos, que pese a su riqueza y cultura tenian vetado el acceso a los grandes cargos políticos.
-Las limitaciones de libre comercio y al desarrollo económico de las colonias perjudicaban económicamente la
burguesía criolla.
-La influencia de las ideas ilustradas y ejemplo de la independencia de los Estados Unidos.
-La crisis política producida por la invasión napoleónica que privó la legitimidad a las autoridades que representaban a
Jose I en las colonias.
El proceso se desarrolló en dos etapas. En la primera (1808-1814) los territorios americanos declararan dependientes
de España, pero mantuvieron sus lazos con las autoridades de Cádiz. Cuando Fernando VII vuelve al trono todas las
colonias (menos Argentina) volvieron a unirse a España. En la segunda (1814-1824) la vuelta al absolutismo propició
pronunciamientos que derivaron hacia posturas independentistas entre los criollos. Fueron alentadas por Inglaterra,
que se hizo con la influencia económica en la zona y por Estados Unidos. Entre los caudillos destacan San Martín y
Bolívar. Las guerras culminaron con la derrota española en Ayacucho (1824). Se puso fin a la dominación española en
América. Solo Cuba y Puerto Rico siguieron ligadas. Bolívar planteó la unidad americana. Los localismos, el atraso
económico, las dificultades de comunicación, ayudados por Estados Unidos, llevaron al fracaso de la fragmentación
política de la América hispánica.
BLOQUE 6. LA CONFLICTIVA CONSTRUCCION DEL ESTADO (1833-1868)

6.1 El reinado de Isabel II (1833-1868): la primera guerra carlista. Evolución política, partidos y conflictos. El
Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845

El problema sucesorio
En 1830 nació Isabel de Borbón, el rey había conseguido tener descendencia con María Cristina de Borbón. Meses
antes en previsión de que no fuera varón, aprobó la Pragmática Sanción por la que se abolía la Ley Sálica, que excluía
del trono a las mujeres. Carlos María Isidro, hermano del Rey vio cerrado su camino al trono y no acepto los derechos
de su sobrina.

Primera Guerra carlista (1833-1839)


Tras morir Fernando VII en 1833, se iniciaron levantamientos a favor de Carlos, iniciándose así una guerra civil que
dividía al país política y socialmente.
En el bando isabelino se agruparon las altas jerarquías del ejército y de la iglesia, el estado y los liberales, que vieron
en Isabel una posibilidad de triunfo de sus ideales. En el bando carlista se agruparon los que se oponían a la reducción
liberal (nobles, clero y muchos campesinos) que identificaron sus intereses con la defensa de los derechos al trono de
Carlos y del absolutismo. El carlismo tuvo gran influencia en Navarra, País Vasco, zona al norte del Ebro y Castellón
y Teruel (esta distribución debe contemplarse en el contexto de un conflicto campo-ciudad). El programa carlista se
podía sintetizar en Dios, Patria, Fueros y Rey" e incluía la oposición a las reformas liberales, la defensa de monarquía
absoluta y de los fueros vasco-navarros y el tradicionalismo católico y defensa de la iglesia.
La guerra tuvo dos personajes: el carlista Zumalacárregui y el liberal Espartero, y tres fases.
En la primera (1833-1835) los carlistas derrotaron a los isabelinos varias veces, pero fracasaron en la toma de Bilbao.
En la segunda (1835-1837) los carlistas bajaron al sur, encontrando poca resistencia, pero también poco apoyo de la
población. Madrid estuvo a punto de ser tomada, pero Carlos trato de hacer un pacto con la Regente, que fracasó, por
lo que los carlistas volvieron al norte, conscientes de la imposibilidad de una victoria y el nulo apoyo de la población.
En la tercera (1837-1840) los carlistas pasan a la defensiva, y tras las continuas derrotas, iniciaron negociaciones con
los isabelinos. Don Carlos huyo a Francia y la guerra concluyó con el Convenio o Abrazo de Vergara (1839), por
Espartero y Maroto (nuevo líder carlista). Se reconocieron los grados militares del ejército carlista y se hizo una
ambigua promesa de respetar los fueros (solo se mantuvieron algunos).
Las sucesivas Guerras Carlistas solo supusieron derrotas para el pueblo vasco, tras las cuales se fueron eliminando los
Fueros, en un proceso que culmino en 1876, que supuso la definitiva liquidación de los privilegios.
Ante la minoría de edad de Isabel. María Cristina de Borbón asumió la Regencia. Los liberales se configuraron como
la única fuera capaz de mantenerla en el trono, por lo que la Regente llamo al moderado Martínez de la Rosa a formar
gobierno frente a la insurrección carlista. El moderado emprendió una serie de reformas, entre ellas, el Estatuto Real
de 1834, una Carta Otorgada, concedida por la Regente, en la que se concedían una serie de reformas : se
establecieron unas Cortes bicamerales formadas por la Cámara de Próceres (constituida por los Grandes de España y
designados por el monarca), y Cámara de Procuradores, elegida por sufragio censitario muy restringido (solo varones
de más de 30 años con renta superior a doce mil reales anuales). Tenían funciones muy limitadas, y el monarca
mantenía importantes poderes: podía convocar o suspender Cortes y cualquier ley y derecho de veto.

La escisión de los liberales


Los liberales terminaron por escindirse en 2 grupos: moderados y progresistas. Los progresistas mantuvieron un
ideario: limitación del poder de la Corona, ampliación de libertades, defensores de reformas como la desamortización
de bienes eclesiásticos, voto censitario más amplio, elección popular de alcaldes y concejales, liberalismo económico,
un cuerpo armado, Milicia Nacional como garantía de las libertades. Su apoyo en las clases medias urbanas y sus
principales dirigentes Espartero, Mendizábal, Madoz y Prim. Durante el reinado de Isabel II y la regencia de su madre,
solo estuvieron en el poder entre 1835-1844 y entre 1854-1856. La mejor concreción de su programa fue la
Constitución de 1837.
Los moderados plantearon un programa mucho más conservador, caracterizado por: fortalecimiento del poder del rey
y restricción de libertades, rechazo de reformas que pusieran en cuestión sus propiedades, sufragio censitario
restringido, designación de ayuntamientos por el gobierno central, supresión de la Milicia Nacional. Este programa se
concretó en la Constitución de 1845. Su apoyo social residió en las clases altas y sus dirigentes fueron Martínez de la
Rosa y el general Narvaez.
La constitución de 1837
Durante la guerra civil, tuvo lugar en 1836 tuvo lugar la "Sargentada de la Granja". Los sargentos de la guardia
obligaron a la Regente en el palacio de la Granja a suspender el Estatuto Real y proclamar la Constitución de 1812.
María Cristina tuvo que llamar a los progresistas con Mendizábal, dándose cuenta de que la Constitución de 1812 era
inaceptable para los moderados, iniciaron un proceso de reforma mediante concesiones.
Las características fueron: soberanía nacional; separación de poderes, con el poder legislativo de las Cortes
bicamerales (Congreso de Diputados y Senado). con todas la leyes aprobadas por ambas cámaras, y el poder ejecutivo
del rey, que además designaba a senadores y ministros (que debían conseguir la doble confianza), tenía iniciativa
legislativa y veto ilimitado; derechos individuales y libertad de imprenta, y no se prohibían otras religiones.
Fuera de la Constitución se aprobó el voto censitario masculino, varones de determinado nivel intelectual. En total
1/58 de la población, aun así, el fraude electoral era la norma.

La caída de María Cristina y el rápido fracaso de la regencia de Espartero


La oposición de la Regente a la Ley de Ayuntamientos, junto a otras cuestiones de su vida privada forzaron a María
Cristina a renunciar y marcharse.
Se nombró a un nuevo regente: el General Espartero, que acelero la desamortización de los bienes eclesiásticos y
recorto los fueros vaso-navarros. Un acuerdo liberalista con Inglaterra engendro protestas en Barcelona. El bombardeo
de la ciudad llevo a que Espartero perdiera toda su popularidad. Finalmente, una sublevación de los moderados (y
algunos progresistas) precipito el fin de Espartero. Las nuevas autoridades precipitaron la coronación como
reina a Isabel II.

La Década Moderada (1844-1854)


Tras acceder al trono (1843), Isabel mostro preferencia por los moderados, dejando fuera a los progresistas, por lo que
estos optaron o por el retraimiento, negándose a participar en elecciones amañadas, o por los pronunciamientos.
En mayo de 1844 se formo un gabinete presidido por Narváez. Las principales medidas fueron: creación de Guardia
Civil y supresión de una Milicia Nacional; Ley de ayuntamientos reservando al gobierno el nombramiento de alcaldes;
reforma del sistema fiscal; Ley electoral que establecía un sufragio muy restringido, varones mayores de 25 años,
0,8% de la población total; el Concordado de 1851, el Papa reconoció a Isabel II como reina y acepto la perdida de los
bienes eclesiásticos ya desamortizados, y a cambio, el Estado subvenciono a la iglesia y le entrego el control de la
enseñanza y de censura; y La Constitución de 1845, de carácter moderado, estableció la soberanía compartida del Rey
las Cortes, poder legislativo compartido por ambos, en preeminencia de la corona en el proceso político; la
Confesionalidad del Estado, la religión de la nación española era la católica; y el recorte de los derechos,
especialmente la libertad de expresión.

El Bienio progresista (1854-1856)


El poder cada vez más dictatorial de Narváez propicio un pronunciamiento iniciado por O'Donnell en Vicálvaro, que
se radicalizo tras la publicación del Manifiesto de Manzanares, lo que hizo que consiguiera un amplio respaldo
popular y animo a otros generales a unirse. El golpe triunfo y propicio la formación de un gobierno presidido por
Espartero. El general O'Donnell creo un nuevo partido, la Unión Liberal, un espacio de centro entre moderados y
progresistas. Durante este período destacaron: la desamortización de Madoz (1855), la elaboración de una nueva
constitución más progresista por parte de las nuevas Cortes Contribuyentes que no llego a aplicarse y la Ley de
Ferrocarriles, para propiciar la modernización económica.
La agitación social provocó la ruptura entre Espartero y O'Donnell, que fue nombrado presidente en 1856, cuando se
inició un proceso de revisión del bienio, que trajo de vuelta a Narváez y los moderados al poder, volviendo al régimen
moderado de la Constitución 1845.

La Unión Liberal de O'Donnell (1858-1863)


Tras dos años con Narváez y los moderados (1856-1858), O'Donnell y la Unión Liberal volvieron al poder (1858).
Época marcada por el "boom" de los ferrocarriles y por el intervencionismo exterior: Marruecos, México, Perú.
Apenas dio ningún resultado.

La vuelta de los moderados (1863-1868)


La vuelta de Narváez en 1863 marco el inicio del periodo terminal del partico moderado. La inestabilidad y la deriva
autoridad que los gobiernos caracterizaron una época en la que bonanza económica llego a su fin tras la crisis de 1864.
Los intentos de insurrección como San Gil en Madrid en 1866 fueron reprimidos, y el autoritarismo de Narváez llevó
a la formación del Pacto de Ostende: unionistas, progresistas y republicanos se aliaron para derribar a Isabel II y el
régimen moderado.
6.2 El reinado de Isabel II (1833-1868): las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. De la sociedad estamental a
la sociedad a la sociedad de clases.

La agricultura vivió una profunda reforma basada en la abolición del régimen señorial, la supresión de lo mayorazgos
y las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. Con esto se liberalizó la agricultura, permitiendo que la tierra
pudiera circular libremente en el mercado y se eliminó lo que impedía el desarrollo de una agricultura al mercado. La
mayor parte de la tierra pasa a los propietarios privados individuales.
La gran transformación fue el proceso de desamortización de los bienes eclesiásticos de Mendizábal, luego
completada por Madoz.
Mendizábal inicio la desamortización de los bienes y tierras eclesiásticas, que se convirtió en la expropiación de los
bienes y su nacionalización y posterior venta en subasta pública.
La desamortización tuvo 3 objetivos: el principal fue económico; buscar ingresos para pagar la deuda del Estado y
obtener fondos para la guerra carlista. Un objetivo político; ampliar la base social del liberalismo con los compradores
de bienes desamortizados, y uno social: crear una clase media agraria de campesinos propietarios.
Los resultados no fueron positivos: no se solucionó el grave problema de la deuda; el liberalismo ganó adeptos, la
mayor parte de bienes fueron comprados por nobles y burgueses adinerados. Dado que los campesinos no pudieron
pujar, la desamortización no sirvió para mitigar la desigualdad social, y muchos campesinos vieron como los nuevos
propietarios subieron los alquileres. Los resultados explican por qué la nobleza, en general, apoyo el liberalismo, y por
qué muchos campesinos se hicieron carlistas. Además, la iglesia vio desmantelarse las bases económicas de su poder,
por lo que, a cambio el Estado se comprometió a subvencionar al clero.
La última gran desamortización la inició Madoz en 1855 y afecto a las tierras de los municipios. Sus resultados
tampoco fueron positivos: arruino a los ayuntamientos, no soluciono el problema de la deuda y perjudico a los vecinos
más pobres que se vieron privados del aprovechamiento de las tierras comunales.
Pese a sus errores, las desamortizaciones cambiaron radicalmente la situación del campo, ya que afectaron a una
quinta parte del suelo. El atraso técnico y el desigual reparto de la propiedad siguieron siendo problemas de la
sociedad y la economía.
La población incrementó aunque en menor medida que en los países desarrollados. El descenso de la mortalidad y una
alta natalidad explicaron esta tendencia. La mayor parte de la población siguió siendo rural.
El principal rasgo de este periodo es la desaparición de la sociedad estamental y sustitución de esta por una sociedad
de clases basada en el derecho de propiedad y de igualdad ante la ley, que permitió mucha mayor movilidad social,
por el éxito de los negocios, por la carrera administrativa y, sobre todo, militar.
Un nuevo grupo social dominante por la alta burguesía, la oligarquía terrateniente propietaria de latifundios, y los
altos cargos del estado y del ejército.
Emergieron clases medias urbanas. La mayoría de los españoles constituían las clases populares: los campesinos, era
el grupo más numeroso y no se beneficiaron de la desamortización, ya que no pudieron comprar tierras y perdieron los
comunales. Muchos emigraron y otros se convirtieron en jornaleros. Sus condiciones de vida eran muy precarias
debido a los bajos salarios, la mala alimentación y el paro. La población urbana era menos numerosa, se integraban los
criados, trabajadores de los talleres y mendigos. El proletariado era aún escaso y se concentraba en Barcelona, Bilbao
y Asturias, y vivían en condiciones infrahumanas, en barrios de chabolas, con largas jornadas laborales y salarios
ínfimos. Los obreros y jornaleros tenían una situación de pobreza similar, mientras que los obreros mejoraron sus
condiciones gracias a la presión sindical (CNT y UGT) y a la política reformista de algunos gobiernos, los jornaleros
apenas se beneficiaron de los cambios.
6.3 El Sexenio democrático (1868-1874): la constitución de 1869. Evolución política: gobierno provisional, reinado
de Amadeo de Saboya y Primera República.

De la "Revolución Gloriosa" a la I Republica


Las practicas dictatoriales de Narváez extendieron la impopularidad del régimen moderado y de la reina que siempre
les había apoyado. La crisis económica de 1866 acrecentó el descontento. La muerte de Narváez en 1868 descabezó al
partido moderado.
La muerte de O'Donnell en 1867 propicio el acercamiento de la Unión Liberal, ahora encabezada por Serrano, a los
progresistas. Los progresistas, dirigidos por el general Prim y los demócratas habían firmado en 1866 el Pacto de
Ostende, por el que se comprometían en el objetivo de derrotar a Isabel II.
Finalmente, la sublevación estallo en septiembre de 1868, Iniciada por Topete, se le unieron sublevaciones populares
de diversas zonas. Isabel l huyo a Francia. La "Revolución Gloriosa" había triunfado.

El gobierno provisional (1868-1871)


Se estableció un gobierno presidido por Serrano, con Prim en el ministerio de Guerra. Unionistas, progresistas y
demócratas convocaron elecciones por sufragio universal. Los progresistas vencieron y marcaron con su ideología la
nueva constitución, que fue radicalmente liberal y se denominó Constitución democrática: de 1869. Características
soberanía nacional; sufragio universal para varones mayores de veinticinco años; monarquía democrática con
limitaciones; poder ejecutivo del Consejo de Ministros: poder legislativo las Cortes bicamerales (Congreso y Senado);
poder judicial los Tribunales; amplia declaración de derechos, los derechos de reunión y asociación, y la libertad de
cultos religiosos.

La Monarquía democrática: Amadeo I (1871-1873)


Tras aprobarse la Constitución, Serrano fue nombrado Regente y Prim pasó a presidir un nuevo gobierno.
Desechados de los Borbones, se inició la búsqueda de un candidato a la corona. Finalmente, eligieron a Amadeo de
Saboya, hijo de Víctor Manuel II. Tres días antes de la llegada de Amadeo, el general Prim, principal apoyo del nuevo
rey, fue asesinado. Su ausencia debilito la posición del nuevo monarca.
Amadeo se encontró con un amplio frente de rechazos: los carlistas, los "alfonsinos”, partidarios de Alfonso, hijo de
Isabel II, y los republicanos, que reclamaban reformas más radicales.
La alianza formada por unionistas, progresistas y demócratas comenzó a desquebrajarse. Los dos años que duró su
reinado se caracterizaron por una enorme inestabilidad política, con disensiones cada vez más acusadas. Amadeo I
renuncio a la corona y regresó a Italia. Sin ninguna otra alternativa, las Cortes proclamaron la República el 11 de
febrero de 1873.

La Primera República
Fue proclamada por unas Cortes en las que no había una mayoría de republicanos. Tenían escaso apoyo social y la
oposición de grupos sociales e instituciones más poderosas del país: alta burguesía, terratenientes, la jerarquía
eclesiástica.
Los escasos republicanos pertenecían a las clases medias, mientras que las clases trabajadoras optaron por apoyar al
movimiento obrero anarquista. La debilidad del régimen provoco una enorme inestabilidad política. Cuatro
presidentes se sucedieron: Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar.
En este contexto, los gobiernos republicanos emprendieron reformas radicales que se volvieron contra el propio
régimen. Las principales medidas fueron: supresión de impuesto de consumo; eliminación de las quintas, lo que
propicio el debilitamiento frente a la insurrección carlista; reducción de edad de voto a los 21 años; separación de la
Iglesia y del Estado, que dejo de subvencionar a la Iglesia; reglamentación del trabajo infantil; abolición de la
esclavitud en Cuba y Puerto Rico y un proyecto para instaurar una República federal.
Se intentó llevar a cabo en un contexto adverso. Los republicanos tuvieron que hacer frente a un cuádruple desafío
bélico: La nueva guerra civil carlista, Carlos VIl, nieto de Carlos María Isidro, encabezó una insurrección en el País
Vasco y Navarra, llegaron a establecer un gobierno en Estella. Las sublevaciones cantonales, los republicanos
federales más extremistas proclamaron cantones, pequeños estados regionales casi independientes en Valencia,
Murcia y Andalucía, sublevándose contra el gobierno, aunque la insurrección logro ser reprimida por el ejército, la
resistencia del cantón de Cartagena le convirtió en un símbolo. La guerra de Cuba, iniciada en una insurrección en
1868 que derivo en la "Guerra Larga", hasta 1878, acabó con la Paz de Zanjón. Las conspiraciones militares, entre los
mandos del ejército se fue imponiendo la idea de la vuelta de los Borbones en la figura del hijo de Isabel II, Alfonso,
pronto empezaron las conspiraciones.
La república del año 1874: el golpe del general Pavía y el camino a la Restauración
El 4 de enero de 1874, el general Pavía encabezo un golpe militar. Las Cortes republicanas fueron disueltas y se
estableció un gobierno presidido por Serrano, que suspendió la Constitución y los derechos y libertades.
El régimen se mantuvo un año más, aunque la dictadura de Serrano fue un paso previo a la restauración de los
Borbones que planeaba Cánovas del Castillo. La restauración se vio precipitada por un golpe militar del general
Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874. El hijo de Isabel I fue proclamado rey de España con el título de
Alfonso XII. Se iniciaba así la Restauración.
BLOQUE 7. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: IMPLANTACIÓN Y AFIANZAMIENTO DE
UN NUEVO SISTEMA POLÍTICO (1784-1902)

7.1 La restauración Borbónica (1784-1902): Cánovas del Castillo y el turno de partidos. La Constitución de 1876.

La Restauración estaba ligada a Cánovas del Castillo, antiguo ministro de la Unión Liberal, con pensamiento político
reaccionario y antidemocrático, contrario al sufragio universal. Fue un político pragmático y realista que buscó
consenso entre las fuerzas liberales. Tras ser el artífice de la vuelta de los Borbones, fue asesinado en 1897 por un
anarquista.
Era partidario de mantener a los Borbones y el viejo sistema basado en el sufragio censitario. Defendía la soberanía
compartida entre el Rey y Cortes.
Sin embargo, era consciente de que era necesario renovar el programa de los moderados. Propuso las siguientes
novedades: Alfonso XII debía reemplazar a Isabel II. Consiguió que renunciara a sus derechos en 1870, terminar con
las continuas intervenciones del Ejército, crear un sistema bipartidista basado en dos partidos que se fueran turnando
en el poder (Partido Conservador que debía sustituir al Moderado, liderado por Cánovas; y el Partido Liberal, dirigido
por el antiguo progresista Sagasta).

La constitución de 1876.
La Restauración se dotó de una nueva constitución, heredera de la moderada de 1845. Su verdadero inspirador fue
Cánovas. Los principales rasgos de la Constitución fueron: la soberanía compartida de las Cortes con el Rey (negación
de la idea de soberanía nacional), las Cortes Bicamerales (un congreso elegido y un senado), el fortalecimiento del
poder de la Corona: poder ejecutivo: designación de ministros y mando del ejército, poder legislativo: compartido con
las Cortes, derecho de veto absoluto, reconocimiento teórico de derechos y libertades (en la práctica fueron aplazados
o limitados durante los gobiernos de Cánovas), no se especifica el tipo de sufragio (posteriormente el gobierno
Conservador aprobó el voto censitario), recorte de la libertad religiosa. Quedaba así establecido un sistema basado en
tres pilares: el Rey, la Constitución y el Bipartidismo.

El turno de partidos (bipartidismo o turismo).


Cánovas diseño un sistema basado en el turno pacífico de dos partidos. El partido Conservador, dirigido por Cánovas
y el Partido Liberal, liderado por Sagasta.
El sistema garantizaba la alternancia pacífica el poder poniendo fin al intervencionismo militar y a los
pronunciamientos. Sin embargo, el turno fue destinado a mantener apartados del poder a las fuerzas que quedan fuera:
las fuerzas de izquierda, el movimiento obrero, los regionalismos y nacionalismos.
El turno no era la expresión de la voluntad de los electores, sino que los dirigentes de los partidos lo acordaban y
pactaban previamente. El nuevo gobierno convocaba unas elecciones adulteradas, "fabricaban" los resultados
mediante el encasillado (asignación previa de escaños en los que se dejaba un número suficiente la oposición).
El caciquismo es cómo se conoce el fraude electoral generalizado qué caracterizó al sistema de turno. La
clave estaba en los caciques, encargados de llevar a la práctica los resultados electorales acordados por las elites.
Los caciques eran personajes ricos e influyentes en la España rural, quiénes siguiendo las instrucciones del gobernador
amañaban las elecciones. Los gobernadores habían sido informados por el ministro de los resultados que debían salir.
Los métodos despegados por los caciques fueron: violencia y amenazas, votos por favores o simplemente trampas
como el "pucherazo".
La prematura muerte Alfonso XII en 1885 abrió la regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902) hasta la
mayoría de edad de Alfonso XIII. Cánovas y Sagasta reafirmaron en el denominado Pacto del Pardo el
funcionamiento del turismo.
En el Gobierno de Sagasta se aprobó medidas como la libertad de asociación y prensa, suprimiendo la censura o el
sufragio universal masculino. Sin embargo, el sistema siguió basándose en la adulteración de las elecciones.

La oposición al sistema.
Varios grupos se opusieron con escaso éxito al régimen de la Restauración. Los carlistas, que finalmente habían
decidido renunciar las armas. Con fuerza en el País Vasco y Navarra nunca consiguieron más del 3% en las
elecciones. Los republicanos, que defendieron reformas sociales. Bastante desorganizados destacando el
Partido Radical Republicano, fundado por Alejandro Lerroux. El movimiento obrero: anarquistas y socialistas. Tras el
golpe de Pavía, el movimiento obrero fue reprimido. La ruptura entre Marx y Bakunin propició la división de las
fuerzas obreras.
Los anarquistas, grupo mayoritario en España con una intensa actividad organizativa y de luchas sociales. En 1881
nació la Federación de Trabajadores de la Región Española. A partir de 1901 se organizaron entorno a "Solidaridad
Obrera". Nació la Confederación Nacional del Trabajo, CNT, el mayor sindicato español con gran fuerza entre los
obreros, tenían una ideología colectivista, libertaria, apolítica, anticlerical y revolucionaria.
Los socialistas: minoritarios. De forma clandestina, nació en 1879 en Madrid el PSOE (Partido Socialista Obrero
España) con Pablo Iglesias. En 1888 se fundó la UGT (Unión General de Trabajadores), sindicato socialista. Opuestos
a los anarquistas mantuvieron una ideología colectivista, anticlerical y antiburguesa pero más moderada.
La oposición intelectual, pensadores, profesores, novelistas contrarios a un sistema que impedía la modernización del
país y la aproximación a la Europa avanzada.
7.2 La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego. El
movimiento obrero y campesino.

Regionalismo y nacionalismo.
Nacen en Cataluña y en el País Vasco movimientos que cuestionan la existencia de una única nación española en
España. Afirmaban que Cataluña en el País Vasco son naciones y que tienen derecho al autogobierno. Se basan en
realidades diferenciales como lengua, fueros, cultura y costumbres propias.
Tendrán planteamientos más o menos radicales desde el autonomismo al independentismo.

El nacionalismo catalán.
Cataluña y los demás reinos de la corona Aragón habían perdido sus leyes y fueros con los Decretos de Nueva Planta,
tras la guerra de sucesión. Durante el siglo XIX, el siglo del nacionalismo en Europa, el sentimiento nacionalista
reavivó entre una burguesía que estaba protagonizando la revolución industrial.
En 1830 se inicia la Renaixença, movimiento intelectual, literario y apolítico pasado en la recuperación de la lengua
catalana.
En 1882, Almirall creó el Centre Catalá, organización que reivindicaba la autonomía y denunciaba el caciquismo de la
Restauración.
Prat de la Riba fundó la Unió Catalanista, aprueba las Bases de Manresa, que reclama el autogobierno y una división
de competencias entre el Estado español y catalana. Nacionalista, no tuvo planteamientos separatistas.
En 1901 nace la Liga Regionalista con Cambó y Prat de la Riba, partido conservador católico y burgués con dos
objetivos, la autonomía política para Cataluña dentro de España (alejada de cualquier independentismo) y la defensa
de los intereses económicos de los industriales catalanes.
El nacionalismo catalán se extendió entre la burguesía y campesinado, mientras que la clase obrera abrazó el
anarquismo.

El nacionalismo vasco.
La defensa de los fueros vascos quedó ligada a la causa carlista durante el siglo XIX. Las derrotas llevaron a la
abolición de los fueros en 1876. La burguesía vizcaína enriquecida por la revolución industrial fue el terreno social en
el que nació el nacionalismo vasco.
El partido nacionalista vasco, PNV, fue fundado por Sabino Arana en 1895. Carlista y ultracatólico formula los
fundamentos ideológicos del nacionalismo vasco:
-Independencia y creación de un estado independiente con siete territorios, cuatro españoles (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava,
Navarra) y tres franceses;
-Radicalismo antiespañol;
-Exaltación de la etnia vasca y mantenimiento de la pureza racial, actitud racista implicaba la oposición a matrimonios
vascos y maketos (de otras zonas de España), rechazo y desprecio ante estos inmigrantes;
-Integrismo religioso católico;
-Promoción del idioma y de las tradiciones culturales vascas (rechazo de la influencia cultural española);
-Idealización y apología de un mítico mundo rural vasco;
-Contrapuesto a la sociedad industrial españolizada;
-Conservadurismo ideológico social y político;
-La influencia social y geográfica fue desigual, se extendió sobre todo entre la pequeña y media burguesía, y el mundo rural
y el proletariado abrazó el socialismo. Se extendió en Vizcaya y Guipúzcoa. Su influencia en Álava y Navarra fue mucho
menor.
El nacionalismo gallego y valenciano fueron fenómenos muy minoritarios.

Los orígenes del movimiento obrero en España.


La débil industrialización española explica la debilidad del movimiento obrero hasta el sexenio. En 1860 había ciento
50 mil obreros y más de la mitad vivía en Cataluña.
En 1830 nacieron algunas asociaciones, se produjeron protestas de carácter ludita, cómo en la fábrica "El Vapor" en
Barcelona; o aparición de primeros periódicos. Estas manifestaciones fueron duramente reprimidas.

El movimiento obrero durante el sexenio democrático.


Las libertades políticas permitieron un importante impulso del movimiento obrero durante el Sexenio.
En 1864 se había creado en Londres la AIT, (Asociación Internacional de Trabajadores) donde convivieron los
seguidores de Marx y los seguidores de Bakunin.
Las nuevas libertades por la Revolución Gloriosa crearon la Sección Española de la AIT. Se debió al impulso del
anarquista Fanelli. En los internacionalistas españoles hubo claro predominio anarquista, inspirado en de Bakunin. Por
su mayor grado de industrialización tuvo un mayor desarrollo en Cataluña.
Lafarge yerno de Marx vino propagar las ideas del marxismo. En 1872 creó un pequeño grupo madrileño que daría
lugar del PSOE.
7.3 El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos. La crisis de 1898 y sus consecuencias
económicas, políticas e ideológicas.

La liquidación del imperio colonial: Cuba y Filipinas.


Tras la independencia de la mayor parte del imperio (1824), solo Cuba, Puerto Rico y Filipinas continuaron formando
parte del imperio español.
Caba y Puerto Rico basaban su economía en la agricultura de exportación (azúcar. tabaco) en la que
trabajaban los esclavos. Alcanzaron un importante desarrollo y eran muy lucrativas para la metrópoli.
Las duras leyes arancelarias por Madrid convirtieron estos territorios en un “mercado cautivo” de los textiles catalanes
o las harinas castellanas. Esta perjudicaba las islas que podían encontrar productos más baratos en Estados Unidos.
La hegemonía española fue basando cada vez más en la defensa los intereses de una reducida oligarquía esclavista
beneficiada por la relación comercial con la metrópolis.
El caso filipino era diferente, la población española era escasa y hubo muy pocos capitales invertidos (una pequeña
presencia militar y las órdenes religiosas).

El problema cubano y la guerra con Estados Unidos.


La guerra larga (1868-1878) saldada con la Paz de Zanjón, había sido un primer aviso.
La ausencia de reformas facilitó el anticolonialismo. José Rizal en Filipinas y José Martín en Cuba, figuras claves del
nacionalismo independentista filipino y cubano.
En 1895 estallaron nuevas insurrecciones independentistas en Filipinas y Cuba. Decenas de miles de soldados de las
clases más humildes fueron embarcados hacia esas distantes islas.
La gran novedad va a ser la ayuda estadounidense de los rebeldes cubanos por dos razones, los intereses económicos,
mineros y agrícolas y por los intereses geoestratégicos, buscaban el dominio del Caribe y Centroamérica.
El enfrentamiento mostraba la pugna entre un imperialismo moribundo, el español, y uno qué estaba naciendo, el
norteamericano.
La explosión en navío norteamericano Maine, en La Habana propició una campaña periodística de Pulitzer y Hearst.
El gobierno norteamericano, alentado por la opinión pública cada vez más belicista, declaró la guerra a España.
Fue un paseo militar para Estados Unidos, que conquisto Cuba, Puerto Rico y Filipinas. España firmó la Paz de París
en 1898, y cedió a Estados Unidos Puerto Rico, Filipinas y la Isla de Guam. Cuba alcanzaba la independencia bajo la
"protección" estadounidense.
La sustitución del dominio español por el norteamericano engendró descontento. Estados Unidos tuvo que hacer frente
a una guerra en Filipinas (1889-1902) y en Cuba el sentimiento antinorteamericano se extendió.
Desde la perspectiva española las pérdidas de las últimas colonias vinieron a denominarse el "Desastre del 98" y tuvo
una importante influencia en la conciencia nacional, ya que costó la vida a decenas de miles de españoles en la guerra
contra los cubanos, y después 9contra Estados Unidos que no se podía afrontar.

El 98 y sus repercusiones.
Desde una perspectiva económica no se puede hablar de desastre ya que el fin de la guerra permitió abordar reformas
necesarias en el sistema impuestos y en la emisión de deuda lo que supuso un saneamiento de la situación de la
Hacienda. La pérdida de las colonias supuso una importante repatriación de capitales que fueron invertidos en la
economía peninsular y España no perdió la escasa presencia que ya tenía en los mercados latinoamericanos.
La apabullante derrota y la pérdida de más de 50.000 combatientes, provocó una conmoción en la sociedad. Políticos,
opositores, intelectuales, todos sintieron la pérdida de las colonias como el Desastre del 98.
Esto provocó una profunda crisis de la conciencia nacional que marcó la obra critica de los autores que componen la
generación del 98.
Propuestas de reforma y modernización como el Regeneracionismo con una reforma política y educativa, y un mayor
empuje y presencia de los nacionalismos periféricos, ante la crisis de "la idea de España".
La derrota puso de relieve todas las limitaciones del régimen y su parálisis a la hora de afrontar los problemas.
El Regeneracionismo de Joaquín Costa se basó en una crítica radical al sistema caciquil que había impedido la
implantación de una verdadera democracia.
BLOQUE 8. PERVIVENCIAS Y TRANSFORMACIONES ECONOMICAS EN EL S.XIX: UN
DESARROLLO INSUFICIENTE.

8.1 Evolución demográfica y movimientos migratorios en el siglo XIX. El desarrollo urbano.

A lo largo del s. XIX, se produce un aumento de la población en los países europeos por el descenso de la mortalidad,
mejoras en la sanidad e higiene, a lo cual hay que añadirle una mejora en la dieta alimenticia.
En España, población creció de forma más modesta, debido al mantenimiento de altas tasas de mortalidad y a la
mortalidad catastrófica. Además, este crecimiento no fue uniforme. Podemos distinguir cuatro etapas:
Finales del s. XVII hasta 1820: período de estancamiento. Se sufren crisis de subsistencia, la Guerra de Independencia
y contra Francia, malas cosechas y una crisis de mortalidad por el tifus.
1820-1860: crecimiento. Aunque se produce sin cambios en la modernización agrícola y sin Revolución Industrial
(excepto Cataluña y País Vasco). Crisis de mortalidad por guerras, crisis de subsistencia (guerras carlistas, cólera).
Los dos factores que permiten este crecimiento serán el aumento de la extensión de la superficie cultivada, gracias a la
introducción del consumo masivo de nuevos productos (maíz, patata) y porque se elimina la salida de españoles a
América.
Además, los cambios que la revolución burguesa introdujo en la explotación de la propiedad, la abolición de diezmos
y la desamortización, estimularon la expansión del cultivo en España.
1860-1900: estancamiento. Descenso del ritmo de crecimiento por el inicio de un gran éxodo hacia América que
reflejó la incapacidad de los recursos del país asentados sobre las bases agrarias del pasado para sostener una
acelerada expansión demográfica.
1900-1930: crecimiento y comienzo de transición demográfica.

La emigración interna y externa.


Con el aumento de la población se intensifican sus desplazamientos en una doble dirección: del campo a la ciudad,
especialmente a las grandes ciudades que crecen aceleradamente y de España a Latinoamérica, especialmente hacia
Argentina.
No va a ser hasta el último tercio del siglo XIX cuando se desarrolle una corriente emigratoria hacia el exterior
importante. El desequilibrio entre una población en crecimiento y unos recursos insuficientemente aprovechados, así
como la atracción de territorios ultramarinos que inician su despegue económico, fueron los factores que estimularon
la migración.
El continente americano y algunas jóvenes repúblicas que surgen con la emancipación, así como Francia y Argelia,
son los territorios que mayor número de españoles acogen.
Finalmente, el desarrollo urbano es consecuencia del aumento de la población urbana. Por un lado, surgieron
suburbios periféricos de barrios obreros, desordenados, sin servicios ni infraestructuras y por otro, se crearon áreas
burguesas de urbanismo planificado, los ensanches (el de Barcelona y el de Madrid).

8.2 La revolución industrial en la España del S. XIX. El sistema de comunicaciones: el ferrocarril. Proteccionismo y
librecambismo. La aparición de la banca moderna.

La revolución que se había iniciado en Gran Bretaña y se extendió a otras zonas del continente, sólo afectaba a
Cataluña y al País Vasco, el resto de España quedaba muy atrasado.
Los diversos factores que explican este retraso son: la escasez de carbón y materias primas; atraso tecnológico y
dependencia del capital exterior; la falta de un mercado interior por las dificultades de comunicación y por el bajo
poder adquisitivo de la población y factores políticos como la pérdida del mercado colonial o la inestabilidad política.
La expansión del tendido ferroviario fue un factor clave. España llegó con retraso y la primera línea fue entre
Barcelona y Mataró en 1848. El primer ferrocarril en los dominios españoles fue construido en Cuba en 1837. Tras la
Ley General de Ferrocarriles en 1855 tuvo lugar un verdadero "boom" del ferrocarril.
La política comercial fue proteccionista. Las leyes arancelarias de 1841 y 1849 favorecieron los intereses de los
industriales del textil catalán y los terratenientes castellanos. Sólo durante el Sexenio se intentó una política liberal. La
Restauración significó de nuevo la vuelta al proteccionismo.
En el terreno financiero se caracteriza por las dificultades de la Hacienda agobiada por la Deuda Pública.
Pese a estos problemas se adoptaron algunas decisiones históricas: en 1856 se creó el Banco de España.
En 1874 quedó configurado como banco nacional con el monopolio de la emisión de papel moneda.
En 1868 se adoptó la peseta como nueva unidad del sistema monetario.

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