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Renacimiento es el nombre dado en el siglo xix a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa

Occidental durante los siglos xv y xvi. Fue un periodo de transición entre la Edad Media y los inicios de
la Edad Moderna. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo
una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. La ciudad de Florencia, en Italia, fue el lugar
de nacimiento y desarrollo de este movimiento, que se extendió después por toda Europa.

El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción
del hombre y del mundo. El término «renacimiento» se utilizó reivindicando ciertos elementos de la cultura
clásica griega y romana, y se aplicó originariamente como una vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a
la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida
y dogmática establecida en la Europa medieval. En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el
mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las ciencias,
sustituyendo el teocentrismo medieval por el antropocentrismo.

El historiador y artista Giorgio Vasari fue el primero que utilizó la palabra "renacimiento" (rinascita) para
describir la ruptura con la tradición artística medieval, a la que calificaba como un estilo de bárbaros, que más
tarde recibirá el calificativo de Gótico. Vasari opinaba que las artes habían entrado en decadencia al hundirse
el Imperio Romano y solo habían sido rescatadas por los artistas de la Toscana a partir del siglo xiii.1

El concepto actual de Renacimiento (del francés Renaissance) fue formulado a mediados del siglo xix por el
historiador francés Jules Michelet, en su obra Renaissance et Réforme, publicada en 1855.2 Por primera vez,
Michelet usó el término en el sentido de un periodo histórico, que abarcaría desde el descubrimiento de
América hasta Galileo, y lo consideró más importante por sus desarrollos científicos que por el arte o la
cultura. Michelet, que era nacionalista francés y republicano, le atribuyó al Renacimiento unos valores
democráticos opuestos a los de la Edad Media precedente y un protagonismo francés.3

El otro historiador que tuvo gran influencia en dar forma al concepto de Renacimiento fue el suizo Jacob
Burckhardt, quien lo definió como el periodo entre Giotto y Miguel Ángel, es decir del siglo xiv a mediados
del xvi. Buckhardt destacaba del Renacimiento el surgimiento del espíritu individualista moderno, que la Edad
Media habría cohibido.4

Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significó una «ruptura»
con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional». El Renacimiento no fue un
fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico: su ámbito se limitó a la cultura europea
y a los territorios americanos recién descubiertos, a los que las novedades renacentistas llegaron tardíamente.
Su desarrollo coincidió con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los estados
europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la descomposición
del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo, muchos de estos
fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito renacentista.5

Aspectos generales[editar]

Contexto histórico

El Renacimiento marca el inicio de la Edad Moderna, un período histórico que por lo general se suele
establecer entre el descubrimiento de América en 1492 y la Revolución francesa en 1789, y que, en el terreno
cultural, se divide en el Renacimiento (siglos xv y xvi) y el Barroco (siglos xvii y xviii), con subdivisiones como
el manierismo, el rococó y el neoclasicismo. Otros historiadores sitúan la fecha de inicio en 1453, caída
de Constantinopla, o bien remarcan un hecho trascendental como la invención de la imprenta (hacia 1440
aproximadamente, de la mano de Johannes Gutenberg).6

Los antecedentes históricos del Renacimiento cabe situarlos en la decadencia del mundo medieval ocurrida a
lo largo del siglo xv por diversos factores, como el declive del Sacro Imperio Romano Germánico, el
debilitamiento de la Iglesia católica a causa de los cismas y los movimientos heréticos —que darían origen a
la Reforma protestante—, la profunda crisis económica derivada del anquilosamiento del sistema feudal, y la
decadencia de las artes y las ciencias, lastradas por una teología escolástica sumida en el escepticismo.7

Frente a esta decadencia, los principales centros académicos europeos buscaron regenerarse a través del
retorno a los valores de la cultura clásica grecorromana. A su vez, comenzó a fraguarse una nueva sociedad
fundamentada en el auge de los nuevos estados centralizados, con poderosos ejércitos y administraciones
burocratizadas —inicio del autoritarismo monárquico preconizado por Maquiavelo—, así como en el

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crecimiento demográfico y una economía centrada en una nueva clase social emergente, la burguesía, que
puso los cimientos del capitalismo y una economía mercantil y preindustrial; todo ello coadyuvado por el
progreso técnico y científico experimentado durante este período, fundamentado en la imprenta y la
consiguiente velocidad de difusión de las novedades.8 Surgió así una visión del mundo más antropocéntrica,
desligada de la religión y el teocentrismo medieval, en la que el hombre y los avances científicos supondrán la
nueva forma de valorar el mundo: el humanismo, un término inicialmente aplicado a los especialistas en
disciplinas grecolatinas (derecho, retórica, teología y arte), que se haría extensivo a filósofos, artistas,
científicos y cualquier estudioso de las diversas ramas del conocimiento que comenzaron entonces a
aglutinarse en un concepto de cultura general.7

En Italia, el epicentro de la cultura renacentista, la división del territorio en ciudades-estado con diferentes
regímenes políticos —repúblicas como Florencia o Venecia, estados monárquicos como Milán y Nápoles o el
dominio papal en Roma— propició el ascenso de una élite económica que patrocinó la cultura y el arte como
instrumentos de propaganda del estado, cada uno rivalizando con los demás en magnificencia y esplendor. La
educación se volvió más accesible, dejando de estar circunscrita al clero, y se favoreció el debate intelectual,
con la fundación de universidades y el patrocinio de la literatura.9

Por su parte, el siglo xvi estuvo marcado por los grandes descubrimientos geográficos iniciados con la llegada
de Colón a América en 1492, como el establecimiento de la ruta del Cabo por Vasco da Gama en 1498,
la vuelta al mundo de Magallanes entre 1519 y 1521, el desembarco de Cortés en México, 1519, y
la conquista del Perú por Pizarro (1530-1533); así como por la ruptura de la unidad cristiana causada por
la Reforma protestante de Martín Lutero (1520), el desarrollo de la ciencia y la técnica (Nova
Scientia de Tartaglia, 1538; De revolutionibus de Copérnico, 1543; Anatomía de Vesalio, 1543) y la expansión
del humanismo (Erasmo de Róterdam, Giovanni Pico della Mirandola, Ludovico Ariosto, Tomás Moro, Juan
Luis Vives, François Rabelais).7

Definición[editar]

La Fornarina, pintura de Rafael, expuesta en el Palacio Barberini de Roma. En el Renacimiento se afianza el


retrato como género autónomo. Aquí se aprecia además el interés por el desnudo, procedente del arte
clásico.

El término «Renacimiento» procede del italiano Rinascita y fue acuñado por el artista e historiador Giorgio
Vasari en sus Vidas (1542–1550), en alusión al renacer de la cultura clásica tras el oscurantismo medieval.
Como tal, supone un fenómeno tanto social como político y cultural que abarcó todo el continente europeo
durante los siglos XV y XVI.7 En la historiografía moderna, la primera definición del Renacimiento procede del
historiador francés Jules Michelet (La Renaissance, 1855),10 mientras que la visión actual del mundo
renacentista fue forjada por Jacob Burckhardt en su ensayo La cultura del Renacimiento en Italia (1860).8

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Aunque se suele situar el inicio del Renacimiento en el siglo XV numerosos historiadores lo retrotraen al
siglo XIV o aun al XIII, a la obra de algunos artistas considerados precursores, como Cimabue y Giotto en
pintura o Nicola Pisano en escultura. Estos sentaron las bases de los primeros artistas plenamente
renacentistas en la Florencia del primer cuarto del siglo XV, como el pintor Masaccio, el escultor Donatello o el
arquitecto Brunelleschi, todos ellos interesados en el naturalismo, la armonía y las proporciones
matemáticas. 11
En este clima cultural de renovación, basado en modelos de la antigüedad clásica, surgió a principios del
siglo XV un movimiento artístico en Italia de gran vitalidad, que se extendería de inmediato a otros países de
Europa.12 El artista tomó conciencia de individuo con valores intrínsecos, se sintió atraído por la cultura y el
saber en general, y comenzó a estudiar los modelos de la antigüedad, a la vez que estudiaba disciplinas como
la anatomía e investigaba nuevas técnicas, como el claroscuro y la perspectiva, desarrollándose
enormemente las formas de representar el mundo natural con fidelidad. El paradigma de esta nueva actitud
es Leonardo da Vinci, quien se interesó por múltiples ramas del saber, pero del mismo modo Miguel Ángel
Buonarroti, Rafael Sanzio, Sandro Botticelli y Bramante fueron artistas conmovidos por la imagen de la
antigüedad y preocupados por desarrollar nuevas técnicas escultóricas, pictóricas y arquitectónicas, así como
por la música, la poesía y la nueva sensibilidad humanística.13
No cabe duda de que el Renacimiento evolucionó en buena medida del arte medieval, una parte del cual no
había dejado de valorar e imitar el arte clásico; pero el artista renacentista buscó imperiosamente distanciarse
de la etapa posterior, a la que menospreciaban por su supeditación a los valores religiosos y por su estilo
antinaturalista, proveniente no de una falta de habilidad técnica en imitar a la naturaleza, sino de una voluntad
propia de eludirla para enfatizar otros valores más subjetivos, ligados a la espiritualidad. Sin embargo, el
propio artista renacentista no valoró este hecho y se sintió distinto, «renacido»; así, Lorenzo Valla llegó a
afirmar que no sabía por qué las artes «habían decaído hasta tal punto, y casi muerto; ni tampoco por qué
habían resurgido en esa época; apareciendo y triunfando tantos buenos artistas y escritores».14

David (1440), de Donatello, Museo Nazionale del Bargello, Florencia. En esta obra se representa un
personaje bíblico como un héroe de la Antigüedad clásica, una clara muestra del nuevo concepto renacentista
del arte.

Buena parte del surgimiento de esta nueva escala de valores, en que artistas y literatos serán exaltados por
encima de personajes de noble cuna, proviene del sistema de ciudades-estado italianas de tipo republicano,
alejadas así de los modos autoritarios de la aristocracia y el clero, con sociedades en que se valoraba más el
mérito propio que no el proveniente del nacimiento en una determinada estirpe. En esta nueva sociedad se
valora más la virtud cívica que la caballeresca o contemplativa, el talento personal —fuese en los negocios, la
ciencia o el arte— que el rancio abolengo.15

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Conviene remarcar que un factor que coadyuvó enormemente al éxito de las nuevas teorías artísticas fue el
mecenazgo, tanto de ciudades y entidades de diversa índole como de personajes provenientes tanto de la
aristocracia y el clero como de la nueva burguesía emergente. Para estos personajes, el patronazgo de la
cultura era una señal de poder y estatus social, que otorgaba a quien lo ejercía prestigio y ostentación frente a
sus semejantes. Algunos de los mecenas más distinguidos fueron: el florentino Lorenzo de Médicis, apodado
«el Magnífico»; Federico da Montefeltro, duque de Urbino; Ludovico Gonzaga, marqués de Mantua; Alfonso el
Magnánimo, rey de Nápoles; Francesco y Ludovico Sforza, duques de Milán; además de los papas y
cardenales de la Iglesia.16
El artista renacentista es heredero de los preceptos de la cultura clásica, pero los reinterpreta a través del
humanismo, reafirmando los valores intrínsecos del mundo perceptible y del ser humano como parte de esa
realidad sensible. Aunque no renuncia a la religión y los valores de la realidad cristiana, da preponderancia a
esta nueva visión humanística por encima de la trascendencia religiosa. Así, a la visión estática del universo
preponderante durante la Edad Media se sucede una visión dinámica que se sustenta en la experimentación y
en la revalidación del método científico como fuente de conocimiento.17 Por otro lado, los nuevos valores
supremos del artista serán la belleza y la armonía, desligadas de la religión y sustentadas en el estudio de la
naturaleza, que a través de la medida y la proporción otorgan al artista nuevas herramientas para realizar sus
obras.18
Mientras surgía en Florencia el Quattrocento o Primer Renacimiento italiano —así llamado por desarrollarse
durante los años de 1400 (siglo XV)—, originado por la búsqueda de los cánones de belleza clásicos y de las
bases científicas del arte, se produjo un fenómeno similar y coetáneo en Flandes —especialmente en pintura
—, basado principalmente en la observación de la naturaleza. Este Primer Renacimiento tuvo gran difusión en
la Europa Oriental: la fortaleza moscovita del Kremlin, por ejemplo, fue obra de artistas italianos.13
La segunda fase del Renacimiento, o Cinquecento (siglo XVI), estuvo marcada por la hegemonía artística
de Roma, cuyos papas (Julio II, León X, Clemente VII y Paulo III, algunos de ellos pertenecientes a la familia
florentina de los Médici) apoyaron fervorosamente el desarrollo de las artes, así como la investigación de la
antigüedad clásica. Sin embargo, con las guerras de Italia (saco de Roma en 1527), muchos de estos artistas
emigraron y propagaron las teorías renacentistas por toda Europa.13
Así, a lo largo del siglo XVI el Renacimiento italiano se extendió por toda Europa,
desde Portugal hasta Escandinavia, y desde Francia hasta Rusia. Muchos artistas viajaron en busca de
formación o mecenazgo, y las grandes cortes europeas —como Fontainebleau, Madrid, Praga o Dresde— se
llenaron de artistas de múltiples nacionalidades. Se valoraba especialmente a los artistas italianos, pero
numerosos extranjeros que fueron a formarse a Italia adquirieron así una nueva reputación. Un factor
coadyuvante de la difusión del nuevo arte fue el grabado, cuya fabricación en serie permitió expandir las obras
de los artistas por todo el continente.19 También aumentó considerablemente el mercado del arte, y la labor de
los marchantes fue esencial para conectar a artistas y compradores; uno de los mayores centros de mercado
del arte de la época fue Amberes.20 También creció el coleccionismo, y aparecieron las llamadas «cámaras de
arte» (Kunstkammern), generalmente pertenecientes a personajes de la aristocracia y la realeza, unas
estancias donde se exponían objetos de arte de todo tipo, libros y objetos de toda clase, e incluso minerales o
muestras naturales, de la flora y la fauna; una de las más afamadas fue la de Rodolfo II en Praga.21
Características
De forma genérica se pueden establecer las características del Renacimiento en:

 La «vuelta a la antigüedad»: resurgieron tanto las antiguas formas arquitectónicas como el orden clásico
y la utilización de motivos formales y plásticos antiguos. Asimismo, se tomaron como motivos temáticos
la mitología clásica y la historia, así como la adopción de antiguos elementos simbólicos. Con ello el
objetivo no era efectuar una copia servil, sino la penetración y el conocimiento de las leyes que sustentan
el arte clásico. Buena parte de esta revalorización del arte clásico vino por los hallazgos arqueológicos de
piezas como monedas, camafeos o esculturas romanas, así como la recuperación de tratados clásicos
como los de Vitruvio, esenciales en la renovación de la arquitectura.12

 Surgimiento de una nueva «relación con la naturaleza», que iba unida a una concepción ideal y realista
de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte que se preocupa
incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad
de la naturaleza, como en la antigüedad, no se orienta hacia el conocimiento de fenómeno casual, sino
hacia la penetración de la idea.12

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 El Renacimiento hace al «hombre» medida de todas las cosas. Presupone en el artista una formación
científica, que le hace liberarse de las actitudes gremiales y mecanicistas más propias del medievo y
elevarse en la escala social. Esto supone revestir al artista de una nueva consideración, la de «creador».
La figura humana es el nuevo centro de interés del artista, que estudia con detenimiento la anatomía para
hacer una representación fidedigna, al tiempo que valora aspectos como el movimiento y la expresión.12

 El «mecenazgo»: las clases altas patrocinaban y encargaban obras constantemente, ya que el arte era
visto como un instrumento de prestigio y refinamiento, lo que condujo a un momento de gran brillantez en
todas las disciplinas artísticas. Los principales centros de mecenazgo fueron la Florencia de
los Médicis en el Quattrocento y la Roma papal en el Cinquecento.12
Estética[editar]

Ejemplo canónico para representar la cabeza humana acorde con La Divina Proporción de Luca Pacioli

La cultura renacentista supuso el retorno al racionalismo, al estudio de la naturaleza, la investigación


empírica, con especial influencia de la filosofía clásica grecorromana. La estética renacentista se basó tanto
en la antigüedad clásica como en la estética medieval, por lo que a veces resultaba algo contradictoria: la
belleza oscilaba entre una concepción realista de imitación de la naturaleza y una visión ideal de perfección
sobrenatural, siendo el mundo visible el camino para ascender a una dimensión suprasensible.22
Uno de los primeros teóricos del arte renacentista fue Cennino Cennini: en su obra Il libro dell'arte (1400)
sentó las bases de la concepción artística del Renacimiento, defendiendo el arte como una actividad
intelectual creadora, y no como un simple trabajo manual. Para Cennini el mejor método para el artista es
retratar de la naturaleza (ritrarre de natura), defendiendo la libertad del artista, que debe trabajar «como le
place, según su voluntad» (come gli piace, secondo sua volontà). También introdujo el concepto de «diseño»
(disegno), el impulso creador del artista, que forja una idea mental de su obra antes de realizarla
materialmente, concepto de vital importancia desde entonces para el arte moderno.23
En ese contexto surgieron varios tratados más acerca del arte, como los de Leon Battista Alberti (De Pictura,
1436-1439; De re aedificatoria, 1450; y De Statua, 1460), o Los Comentarios (1447) de Lorenzo Ghiberti.
Alberti recibió la influencia aristotélica, pretendiendo aportar una base científica al arte. También habló
de decorum, el tratamiento del artista para adecuar los objetos y temas artísticos a un sentido mesurado,
perfeccionista.24 Fue Alberti quien agrupó a la arquitectura, la escultura y la pintura en el grupo de las artes
liberales, ya que hasta entonces eran consideradas como artesanía; con ello, elevó al artista a la categoría de
creador intelectual.25 Ghiberti fue el primero en periodificar la historia del arte, distinguiendo antigüedad
clásica, período medieval y lo que llamó «renacer de las artes» (Renacimiento).26
El Renacimiento puso especial énfasis en la imitación de la naturaleza, lo que consiguió a través de
la perspectiva o de estudios de proporciones, como los realizados por Luca Pacioli sobre la sección áurea:
en De Divina Proportione (1509) habló del número áureo —representado por la letra griega φ (fi)—, el cual
posee diversas propiedades como relación o proporción, que se encuentran tanto en algunas
figuras geométricas como en la naturaleza, en elementos tales como caracolas, nervaduras de las hojas de
algunos árboles, el grosor de las ramas, etc. Asimismo, atribuyó un carácter estético especial a los objetos
que siguen la razón áurea, así como les otorgó una importancia mística.27
Por otro lado, Giorgio Vasari, en Vida de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde
Cimabue hasta nuestros tiempos (1542–1550), fue uno de los predecesores de la historiografía del arte, al

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confeccionar una crónica de los principales artistas de su tiempo, poniendo especial énfasis en la progresión y
el desarrollo del arte.28

Arte[editar]
Artículo principal: Arte del Renacimiento
Etapas[editar]

David de Miguel Ángel. Diseñada y ejecutada para presidir la plaza principal de Florencia, esta escultura es en
realidad una estudiada alegoría política bajo la apariencia del tema cristiano. La visión resulta amplificada por
las dimensiones colosales de la estatua, pensada para no perderse en el espacio de la plaza. Hoy en día la
sustituye una copia, mientras que el original está en la Academia de Florencia.

Diferentes etapas históricas marcan el desarrollo del Renacimiento: la primera tiene como espacio cronológico
todo el siglo XV: es el denominado Quattrocento, y comprende el Primer Renacimiento —también llamado
«Renacimiento temprano» o «Bajo Renacimiento»—, que se desarrolla en Italia; la segunda surge en el
siglo XVI y se denomina Cinquecento: su dominio artístico queda referido al clasicismo o Alto Renacimiento —
también llamado «Renacimiento pleno»—, que se centra en el primer cuarto del siglo. En esta etapa surgen
las grandes figuras del Renacimiento en las artes: Leonardo, Miguel Ángel, Rafael. Es el apogeo del arte
renacentista. Este período desemboca hacia 1520-1530 en una reacción anticlásica que conforma
el manierismo, que dura hasta el final del siglo XVI. Mientras que en Italia se estaba desarrollando el
Renacimiento, en el resto de Europa se mantiene el arte gótico en sus formas tardías, situación que se iba a
mantener, exceptuando casos concretos, hasta comienzos del siglo XVI.29
En Italia el enfrentamiento y convivencia con la antigüedad grecorromana, considerada como un legado
nacional, proporcionó una amplia base para una evolución estilística homogénea y de validez general. Por
ello, allí fue posible su surgimiento y precedió a todas las demás naciones. Fuera de Italia, el desarrollo del
Renacimiento dependería constantemente de los impulsos marcados por Italia: artistas importados desde
Italia o formados allí harían el papel de verdaderos transmisores. Monarcas como Francisco
I en Francia o Carlos I y Felipe II en España impusieron el nuevo estilo en las construcciones que
patrocinaban, influyendo en los gustos artísticos predominantes y convirtiendo el Renacimiento en una
«moda».
Italia[editar]
Arquitectura[editar]
Artículo principal: Arquitectura del Renacimiento

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La Iglesia de Santa Maria Novella, en Florencia, con fachada de Leon Battista Alberti. La ordenación
geométrica que propone Aberti en el diseño queda mitigada por el empleo de mármoles polícromos, conforme
a la tradición local.

La arquitectura renacentista tuvo un carácter marcadamente profano en comparación con la época anterior.
Surgió en una ciudad en donde la arquitectura gótica apenas había penetrado, Florencia. A pesar de ello,
muchas de las obras más destacadas fueron edificios religiosos.
Con el nuevo gusto, se buscaba ordenar y renovar los viejos burgos medievales e incluso se proyectaban
ciudades de nueva planta. La búsqueda de la «ciudad ideal», opuesta al modelo caótico y desordenado del
medievo, sería una constante preocupación de artistas y mecenas. Así, el papa Pío II reordenó su ciudad
natal, Pienza, convirtiéndola en un auténtico muestrario del nuevo urbanismo renacentista. En sí, las ciudades
se convertirían en el escenario ideal de la renovación artística, oponiéndose al concepto medieval en el que lo
rural tenía un papel preferente gracias al monacato.
Al tomar elementos de la arquitectura clásica, los arquitectos renacentistas lo hacían de forma selectiva, así
por ejemplo en lugar de utilizar la columna dórica clásica se prefirió el orden toscano. Igualmente se crearon
formas nuevas, como la columna abalaustrada, nuevos órdenes de capiteles o decoraciones que si bien se
inspiraban en la antigüedad habían de adaptarse al uso religioso de las iglesias. Así, los amorcillos clásicos
que acompañaban a Venus en las representaciones griegas o romanas pasan a ser angelotes (putti).
Los arquitectos emplean las proporciones modulares y la superposición de órdenes que aparecía en los
edificios romanos; las cúpulas se utilizaron mucho como elemento monumental en iglesias y edificios públicos.
A partir de este momento, el arquitecto abandona el carácter gremial y anónimo que había tenido durante la
Edad Media y se convierte en un intelectual, un investigador. Muchos de ellos escribieron tratados y obras
especulativas de gran trascendencia, como en el caso de Leon Battista Alberti o Sebastiano Serlio.
Los elementos constructivos más característicos del estilo renacentista fueron:

 Estructurales: arco de medio punto, columnas, cúpula semiesférica, bóveda de cañón y cubierta plana
con casetones.30 Todos ellos habían sido usados en la antigüedad, especialmente por el arte romano, y
se recuperan ahora, modificándolos. Decae paulatinamente el tradicional método de construcción del
gótico, y se abandona en gran medida las bóvedas de crucería, el arco apuntado, las naves
escalonadas y, sobre todo, la impresión de colosalismo y multiplicidad de los edificios medievales.
Predominarían ahora valores como la simetría, la claridad estructural, la sencillez y, sobre todo, la
adaptación del espacio a la medida del hombre.

 Decorativos: pilastras, frontones, pórticos,


motivos heráldicos, almohadillados, volutas, grutescos, guirnaldas, motivos
de candelieri (candelabros o pebeteros) y tondos o medallones. Algunos de estos ya se habían utilizado
en el gótico, otros son creaciones originales y la mayoría se inspiraron en modelos romanos y griegos. En
cuanto a la decoración, el Renacimiento preconizó el despojamiento, la austeridad, el orden. Solo a
finales del siglo XVI esta tendencia se rompería en favor de la fantasía y la riqueza decorativa con
el manierismo.
Por etapas, se pueden distinguir dos grandes momentos:

7
Basílica de San Pedro, obra de Bramante y Miguel Ángel, autor del diseño final que se ejecutó en su mayor
parte; la cúpula fue terminada por Giacomo della Porta, y la fachada es obra de Carlo Maderno, de época
barroca. Concebida inicialmente según un diseño centralizado, las variaciones en la dirección de la obra
dieron como resultado un nuevo prototipo de iglesia, llamado a extenderse con la Contrarreforma.

 El Quattrocento tuvo su centro neurálgico en Florencia y la Toscana. La sencillez y claridad estructural y


decorativa fue el rasgo fundamental de la arquitectura de este momento. Los modelos clásicos se
someten a un proceso de estilización y se adaptan al templo cristiano. Fue frecuente recurrir a los
órdenes clásicos, con columnas y pilastras adosadas, capiteles (con preferencia el corintio, aunque
sustituyendo los caulículos por figuras fantásticas o de animales), fustes lisos y casi omnipresencia
del arco de medio punto. Se usa también la bóveda de cañón y de arista, y cubiertas de madera con
casetones. Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del Quattrocento de la del Alto
Renacimiento es la decoración menuda (putti, guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), las cúpulas
con nervios, con ciertos resabios góticos (catedral de Florencia, de Filippo Brunelleschi) y las fachadas
simétricas de pisos superpuestos (palacio Medici−Riccardi, de Michelozzo) o con sillares almohadillados
(palacio Rucellai, de Bernardo Rossellino, proyecto de Alberti, palacio Pitti). En general, la arquitectura
cuatrocentista da la impresión de orden, sencillez, ligereza y simetría, predominando en el interior de los
edificios la luminosidad y la desnudez. Los arquitectos más destacados de este período fueron
Brunelleschi (Basílica de San Lorenzo, 1420; Basílica del Santo Spirito, 1436) y Leon Battista Alberti (San
Andrés de Mantua, 1460); y la principal obra fue la catedral de Santa María del Fiore de Florencia y su
famosa cúpula, obra de Brunelleschi.31 Del resto de Italia destacan: la Cartuja de Pavía, de Giovanni
Antonio Amadeo (1475); la iglesia de San Zacarías de Venecia, de Mario Codussi (1470); y el Castel
Nuovo de Nápoles, de Francesco Laurana (1453).32

 El Cinquecento tuvo como centro Roma: en 1506 Donato Bramante terminaba su célebre proyecto para
la Basílica de San Pedro en el Vaticano, que sería el edificio que marcaría la pauta en lo restante del
siglo XVI.33 En esta etapa, los edificios tienden más a la monumentalidad y la grandiosidad. Miguel
Ángel introdujo el «orden gigante» en su proyecto para la basílica vaticana, lo que rompió con el
concepto de «arquitectura hecha a la medida del hombre». 34 Los palacios se adornaban con
elaborados bajorrelieves (palacio Grimani de Venecia, 1549, obra de Michele Sanmicheli) o de esculturas
exentas (Biblioteca de San Marcos, 1537–1550, Venecia, obra de Jacopo Sansovino). Predominaría de
este modo la idea de riqueza, monumentalidad y lujo en las construcciones. A medida que avanza el
siglo, el manierismo se introdujo en la arquitectura, con edificios cada vez más suntuosos, rebuscadas
decoraciones y elementos que pretenden captar la atención del espectador por su originalidad o
extravagancia (palacio del Té, en Mantua, de Giulio Romano). Podemos distinguir, de este modo, como
en las demás disciplinas artísticas, dos periodos: el «clasicismo» de principios de siglo, con autores como
Bramante, Miguel Ángel, Antonio da Sangallo el Viejo, o Jacopo Sansovino;35 y el «manierismo», que se
da a partir de 1530, siendo sus principales autores Andrea Palladio, Giorgio Vasari, Giulio
Romano, Jacopo Vignola y Vincenzo Scamozzi.36 Hay que apuntar que la ruptura del manierismo no fue
radical puesto que ya en la obra de Miguel Ángel aparecen elementos que la preludian.37
Pintura[editar]
Artículo principal: Pintura renacentista

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El Nacimiento de Venus, obra de Botticelli, conservada en la Galleria degli Uffizi, Florencia. El paganismo se
introduce en el arte renacentista como contrapunto al mundo hermético y cerrado del medievo en el que Dios
era el fin de todo. El ser humano en su individualidad y diversidad será a partir de ahora el objeto máximo del
interés de los artistas.

En pintura, las novedades del Renacimiento se introdujeron de forma paulatina pero irreversible a partir del
siglo XV. Un antecedente de las mismas fue Giotto, pintor aún dentro de la órbita del gótico, pero que
desarrolló en sus pinturas conceptos como volumen tridimensional, perspectiva y naturalismo, que alejaban su
obra de los rígidos modos de la tradición bizantina y gótica y preludiaban el Renacimiento pictórico.
En el Quattrocento (siglo XV) se recogieron todas estas novedades y se adaptaron a la nueva
mentalidad humanista y burguesa que se expandía por las ciudades-estado italianas. Los pintores, aun
tratando temas religiosos la mayoría de ellos, introdujeron también en sus obras la mitología, la alegoría y
el retrato, que se desarrollarían a partir de ahora enormemente. Una búsqueda constante de los pintores de
esta época sería la perspectiva, objeto de estudio y reflexión para muchos artistas: se trató de llegar a la
ilusión de espacio tridimensional de una forma científica y reglada. La pintura cuatrocentista es una época de
experimentación; las pinturas abandonan lenta y progresivamente la rigidez gótica y se aproximan cada vez
más a la realidad. Aparece la naturaleza retratada en los fondos de las composiciones, y se introducen
los desnudos en las figuras.38
Los pintores más destacados de esta época fueron: en Florencia, Fra Angélico, Masaccio, Benozzo
Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi y Paolo Uccello; en Umbría, Perugino; en Padua, Andrea
Mantegna; y, en Venecia, Giovanni Bellini. Por encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de
alegorías, delicadas madonnas y asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy atento a la belleza y sensibilidad
femeninas, y predominantemente dibujístico, caracterizan la escuela florentina de pintura y toda esta época.
Otros autores del Quattrocento italiano son Andrea del Castagno, Antonio Pollaiuolo, Pinturicchio, Domenico
Ghirlandaio, Cima da Conegliano, Luca Signorelli, Cosimo Tura, Vincenzo Foppa, Alessio Baldovinetti, Vittore
Carpaccio y, en el sur de la península, Antonello da Messina.39
El Cinquecento (siglo XVI) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y denominada por ello a veces
como «clasicismo». Los pintores asimilan las novedades y la experimentación cuatrocentistas y las llevan a
nuevas cimas creativas. En este momento aparecen grandes maestros, cuyo trabajo servirá de modelo a los
artistas durante siglos. El primero de ellos fue Leonardo da Vinci, uno de los grandes genios de todos los
tiempos. Fue el ejemplo más acabado de artista multidisciplinar, intelectual y obsesionado con la perfección,
que le llevó a dejar muchas obras inconclusas o en proyecto. Poco prolífico en su faceta pictórica, aportó sin
embargo muchas innovaciones que condujeron a la historia de la pintura hacia nuevos rumbos. Quizá su
principal aportación fue el sfumato o claroscuro, delicada gradación de la luz que otorga a sus pinturas una
gran naturalidad, a la vez que ayuda a crear espacio. Estudiaba cuidadosamente la composición de sus
obras, como en la Última Cena, donde las figuras se ajustan a un esquema geométrico. Supo unir en sus
trabajos la perfección formal a ciertas dosis de misterio, presente, por ejemplo, en la
celebérrima Gioconda, La Virgen de las Rocas o el San Juan Bautista.40

9
La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana, por Leonardo da Vinci, Museo del Louvre, París. «Verdaderamente
celestial y admirable fue Leonardo [...]. Hizo un cartón de Nuestra Señora y santa Ana, con Cristo, que
también les pareció maravilloso a todos los artistas; una vez terminado, estuvo expuesto dos días para que lo
vieran los hombres y las mujeres, los jóvenes y los viejos, como se va a las fiestas solemnes, para ver las
maravillas de Leonardo, que hicieron asombrar a todo este pueblo». Giorgio Vasari, Las Vidas.

Retrato de Eleonora Gonzaga, por Tiziano. La dama se muestra en la lejanía aristocrática de su opulento
atuendo, pero con ciertas alusiones a la vida cotidiana (reloj, ventana abierta al paisaje, perrito dormido) que
la acercan al espectador. Galleria degli Uffizi, Florencia.

Miguel Ángel es, cronológicamente, la segunda gran figura. Fundamentalmente escultor, se dedicó a la
pintura de forma esporádica, a petición de algunos admiradores de su obra, sobre todo el papa Julio II. Los
frescos de la Capilla Sixtina muestran el atormentado mundo interior de este artista, poblado de figuras
monumentales, sólidas y tridimensionales como si fueran esculturas, y de llamativa presencia física. En su
obra cobra mucha importancia el desnudo, aun cuando la casi totalidad de la misma fue hecha para decorar
iglesias.41
Rafael Sanzio completa la tríada de genios del clasicismo. Su estilo tuvo un enorme éxito y se puso de moda
entre los poderosos. La pintura de Rafael buscaba ante todo la grazia, o belleza equilibrada y serena.
Sus madonnas recogen las novedades de Leonardo en lo que se refiere a composición y claroscuro,
añadiendo una característica dulzura. Anticipa claramente la pintura manierista en sus últimas obras, cuyo
estilo agitado y dramático copiarán y difundirán sus discípulos.42

10
Con la aparición de estos tres grandes maestros, los artistas contemporáneos asumen que el arte ha llegado
a su culmen —concepto recogido en la obra de Giorgio Vasari Las Vidas—43 y se afanarán por tanto en
incorporar estos logros, por un lado, y en la búsqueda de un estilo propio y original como forma de superarlos.
Ambas cosas, junto con el ambiente pesimista que se respiraba en la Cristiandad en la década de 1520 (Saco
de Roma, Reforma protestante, guerras), hizo surgir con fuerza a partir de los años 1530 una nueva corriente,
el Manierismo. Se buscaría a partir de entonces lo extravagante, lo extraño, lo exagerado y lo irreal.
Pertenecen a esta corriente pictórica Jacopo Pontormo, Bronzino, Parmigianino, Rosso
Fiorentino o Francesco Salviati. Otros autores tomarían algunas novedades manieristas pero siguiendo una
línea más personal y clasicista. Entre ellos podemos citar a Sebastiano del Piombo, Correggio, Andrea del
Sarto o Federico Barocci.44
Dentro de las diferentes escuelas que surgen en Italia en el Cinquecento, la de Venecia presenta especiales
características. Si los florentinos ponían el acento en el disegno, es decir, en la composición y la línea, los
pintores venecianos se centrarían en el color. Las especiales características del estado veneciano pueden
explicar algo de esta particularidad, puesto que se trataba de una sociedad elitista, amante del lujo y muy
relacionada con Oriente. La escuela veneciana reflejaría esto mediante una pintura refinada, hedonista,
menos intelectual y más vital, muy decorativa y colorista. Precursores de la escuela veneciana del
Cinquecento fueron Giovanni Bellini y, sobre todo, Giorgione, pintor de alegorías, paisajes y asuntos
religiosos, melancólicos y misteriosos. Deudor de su estilo fue Tiziano, el mayor pintor de esta escuela,
excelente retratista, quizá el más demandado de su tiempo; autor de complejas y realistas composiciones
religiosas, llenas de vida y colorido. En la última etapa de su vida deshace los contornos de las figuras,
convirtiendo sus cuadros en puras sensaciones de luz y color, anticipo del impresionismo.45 Tintoretto, Paolo
Veronese y Palma el Viejo continuaron esta escuela llevándola hacia el manierismo y anticipando en cierta
manera la pintura barroca.46
Escultura[editar]
Artículo principal: Escultura del Renacimiento
Como en las demás manifestaciones artísticas, los ideales de vuelta a la antigüedad, inspiración en la
naturaleza, humanismo antropocéntrico e idealismo fueron los que caracterizaron la escultura de este período.
Ya el gótico había preludiado en cierta manera algunos de estos aspectos, pero algunos hallazgos
arqueológicos (el Laocoonte, hallado en 1506, o el Torso Belvedere) que se dieron en la época supusieron
una auténtica conmoción para los escultores y sirvieron de modelo e inspiración para las nuevas
realizaciones.

El condotiero Gattamelata, en Padua, por Donatello. El monumento ecuestre conmemorativo apenas


sobrevivió a la antigüedad. La plástica renacentista recuperó esta tipología típicamente romana y la aplicó, en
este caso, al héroe característico de la época: el condotiero o capitán mercenario.

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Detalle de la Puerta del Paraíso, en el Baptisterio de Florencia, obra de Lorenzo Ghiberti. Fue Miguel Ángel
quien, admirado por la perfección de los relieves de esta puerta, dijo que merecería ser la del propio Paraíso.

Aunque se siguieron haciendo obras religiosas, en las mismas se advierte un claro aire profano; se reintrodujo
el desnudo y el interés por la anatomía con fuerza, y aparecieron nuevas tipologías técnicas y formales, como
el relieve en stiacciato (altorrelieve con muy poco resalte, casi plano) y el tondo, o composición en forma de
disco; también la iconografía se renovó con temas mitológicos, alegóricos y heroicos. Apareció un inusitado
interés por la perspectiva, derivado de las investigaciones arquitectónicas coetáneas, y el mismo se plasmó en
relieves, retablos, sepulcros y grupos escultóricos. Durante el Renacimiento decayó en cierta manera la
tradicional talla en madera policromada en favor de la escultura en piedra —mármol preferentemente— y se
recuperó la escultura monumental en bronce, caída en desuso durante la Edad Media. Los talleres de
Florencia fueron los más reputados de Europa en esta técnica, y surtieron a toda Europa de estatuas de este
material.47
Los dos siglos que dura el Renacimiento en Italia dieron lugar, igual que en las demás artes, a dos etapas:

 El Quattrocento (siglo XV): el centro escultórico principal fue Florencia, donde la familia Médicis y, con
posterioridad, la República, ejercieron de mecenas de numerosas obras. Lorenzo el Magnífico era
aficionado a las esculturas griegas y romanas y había formado una interesante colección de las mismas,
poniendo de moda el gusto clásico. Los autores más destacados de la época fueron Lorenzo
Ghiberti (Puerta del Paraíso del Baptisterio de Florencia), Andrea Verrocchio (Monumento al condotiero
Colleoni), Donatello, el taller de los hermanos Della Robbia —que introdujeron la cerámica vidriada y
policromada como novedad, utilizándola en decoraciones de edificios—, Jacopo della Quercia, Desiderio
da Settignano y Bernardo Rossellino. El más importante de ellos es Donatello, gran creador que,
partiendo de los supuestos del gótico, estableció un nuevo ideal inspirado en la grandeza clásica. Suyo
es el mérito de rescatar el monumento conmemorativo público —su Condotiero Gattamelata es una de
las primeras estatuas ecuestres de bronce desde la antigüedad—, la utilización heroica del desnudo
(David) y la intensa humanización de las figuras, llegando al retrato en ocasiones, pero sin abandonar
nunca una orientación claramente idealista.48

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La Piedad del Vaticano, de Miguel Ángel, encargada por el cardenal francés Jean Bilhères de Lagraulas para
su sepultura, hoy se encuentra en la Basílica de San Pedro. El idealismo e impasibilidad de los dioses
clásicos se traslada aquí a un tema cristiano; la serena belleza de María y de Cristo apenas se ve alterada por
el dolor o la misma muerte.

 El Cinquecento (siglo XVI): esta época está marcada por la aparición estelar de uno de los escultores más
geniales de todos los tiempos, Miguel Ángel.49 Hasta tal punto marcó la escultura de todo el siglo que
muchos de sus continuadores no fueron capaces de recoger todas sus novedades y estas no se
desarrollaron hasta varios siglos después. Miguel Ángel fue, como tantos otros en esta época, un artista
multidisciplinar. Sin embargo, él se consideraba preferentemente escultor. En sus primeras obras recoge
el interés arqueológico surgido en Florencia: así, su Baco ebrio fue realizado con intención de que
aparentara ser una escultura clásica. Igual espíritu se aprecia en la Piedad, realizada entre 1498 y 1499
para la basílica vaticana. Protegido primero por los Médicis, para los que creó las Tumbas Mediceas,
soberbio ejemplo de expresividad, marchó luego a Roma, donde colaboró en los trabajos de construcción
de la nueva basílica. El pontífice Julio II lo tomó bajo su protección y le encomendó la creación de
su Mausoleo, denominado por el artista como «la tragedia de la sepultura» por los cambios y demoras
que sufrió el proyecto. En las esculturas hechas para este sepulcro, como el célebre Moisés, aparece lo
que se ha venido denominando terribilitá miguelangelesca: una intensa a la vez que contenida emoción
que se manifiesta en anatomías sufrientes, exageradas y nerviosas —músculos en tensión—, posturas
contorsionadas y escorzos muy rebuscados. Los rostros, sin embargo, suelen mostrarse contenidos. En
sus obras finales el artista desdeña de la belleza formal de las esculturas y las deja inacabadas,
adelantando un concepto que no volvería al arte hasta el siglo XX. Miguel Ángel continuó con la tradición
de monumentos públicos heroicos y profanos que inició Donatello y la llevó a una nueva dimensión con
su conocido David, esculpido para la Piazza della Signoria de Florencia.50 En los años finales de la
centuria, la huella de Miguel Ángel tuvo sus réplicas en Benvenuto Cellini (Perseo de la Loggia dei Lanzi
de Florencia, espacio concebido como museo de escultura al aire libre), Bartolomeo
Ammannati, Giambologna y Baccio Bandinelli, que exagerarían los elementos más superficiales de la
obra del maestro, situándose plenamente todos ellos en la corriente manierista. Destaca en esta época
también la saga familiar de los Leoni, broncistas milaneses al servicio de los Habsburgo españoles,
auténticos creadores de la imagen áulica, un tanto estereotipada, de estos monarcas. Su presencia en
España llevó allí de primera mano las novedades renacentistas, extendiendo su influjo hasta la escultura
barroca.51
España[editar]
Artículo principal: Renacimiento español

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El Greco, La Resurrección de Cristo, pintado para Santo Domingo el Antiguo de Toledo. El Greco rebasa el
concepto de artista renacentista por su constante búsqueda de un universo propio y original. Influido por
Tintoretto y Miguel Ángel, su arte va a conocer su mayor desarrollo en Toledo.

En España el cambio ideológico no es tan extremo como en otros países; no se rompe abruptamente con la
tradición medieval, por ello se habla de un Renacimiento español más original y variado que en el resto de
Europa. Así, la literatura acepta las innovaciones italianas (Dante y Petrarca), pero no olvida la poesía
del Cancionero y la tradición anterior. En cuanto a las artes plásticas, el Renacimiento hispano mezcló
elementos importados de Italia —de donde llegaron algunos artistas, como Paolo de San Leocadio, Pietro
Torrigiano o Domenico Fancelli— con la tradición local, y con algunos otros influjos —lo flamenco, por
ejemplo, estaba muy de moda en la época por las intensas relaciones comerciales y dinásticas que unían
estos territorios a España—. Las innovaciones renacentistas llegaron a España de forma muy tardía: hasta la
década de 1520 no se encuentran ejemplos acabados de las mismas en las manifestaciones artísticas, y tales
ejemplos son dispersos y minoritarios. No llegaron a España plenamente, pues, los ecos del Quattrocento
italiano —solo por obra de la familia Borja aparecen artistas y obras de esa época en el área levantina—, lo
que determina que el arte renacentista español pase casi abruptamente del gótico al manierismo.

Monasterio de El Escorial, Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, San Lorenzo de El Escorial.

En el campo de la arquitectura, tradicionalmente se distinguen tres periodos: plateresco (siglo XV-primer


cuarto del siglo XVI), purismo o estilo italianizante (primera mitad del siglo XVI) y estilo herreriano (a partir de
1559-mediados del siglo siguiente). En el primero de ellos, lo renaciente aparece de forma superficial, en la
decoración de las fachadas, mientras que la estructura de los edificios sigue siendo gotizante en la mayoría
de los casos. Lo más característico del plateresco es un tipo de decoración menuda, detallista y abundante,
semejante a la labor de los plateros, de donde deriva el nombre. El núcleo fundamental de esta corriente fue
la ciudad de Salamanca, cuya Universidad y su fachada son el paradigma del estilo. Arquitectos destacados
del mismo fueron Rodrigo Gil de Hontañón y Juan de Álava. El purismo representa una fase más avanzada de

14
la italianización de la arquitectura. El palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada, obra de Pedro de
Machuca, es ejemplo de ello. El foco principal de este estilo se situó en Andalucía, donde además del citado
palacio destacaron los núcleos de Úbeda y Baeza y arquitectos como Andrés de Vandelvira y Diego de
Siloé.52 Finalmente, apareció el estilo escurialense o herreriano, original adaptación del manierismo romano
caracterizada por la desnudez y el gigantismo arquitectónico. La obra fundamental fue el palacio-monasterio
de El Escorial, trazado por Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, sin duda la obra más ambiciosa del
Renacimiento hispano. Lo escurialense traspasó el umbral cronológico del siglo XVI llegando con gran vigencia
a la época barroca.53
En escultura, la tradición gótica mantuvo su hegemonía durante buena parte del siglo XVI. Los primeros ecos
del nuevo estilo corresponden por lo general a artistas venidos de fuera, como Felipe Vigarny o Domenico
Fancelli, que trabajó al servicio de los Reyes Católicos, esculpiendo su sepulcro (1517). No obstante, pronto
surgieron artistas locales que asimilaron las novedades italianas, adaptándolas al gusto hispano,
como Bartolomé Ordóñez y Damián Forment. En una fase más madura del estilo surgieron grandes figuras,
creadoras de un peculiar manierismo que sentó las bases de la posterior escultura barroca: Juan de
Juni y Alonso Berruguete son los más destacados.54
La pintura renacentista española está determinada igualmente por el pulso que mantiene la herencia del
gótico con los nuevos modos venidos de Italia. Esta dicotomía se aprecia en la obra de Pedro Berruguete, que
trabajó en Urbino al servicio de Federico de Montefeltro, y Alejo Fernández. Posteriormente aparecieron
artistas conocedores de las novedades italianas coetáneas, como Vicente Macip o su hijo Juan de Juanes —
influidos por Rafael—, Luis de Morales, Juan Fernández de Navarrete o los leonardescos Fernando Yáñez de
la Almedina y Hernando de los Llanos.55 Pero la gran figura del Renacimiento español, y uno de los pintores
más originales de la historia, se inscribe ya en el manierismo, aunque rebasando sus límites al crear un
universo estilístico propio: El Greco.
Francia[editar]
Artículo principal: Renacimiento francés

Vista del Patio del Caballo Blanco del palacio de Fontainebleau, con la famosa escalera, preludio de las
formas barrocas. Fontainebleau fue la auténtica capital artística de Francia durante el Renacimiento. En el
conjunto palaciego intervinieron algunos de los mejores artistas del momento.

En Francia la influencia italiana se dejó sentir desde muy temprano, favorecida por la cercanía geográfica, los
vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba anexionar los territorios limítrofes de la península
italiana, y lo consiguió en algunos momentos. Sin embargo, el impulso definitivo a la adopción de las formas
renacentistas se dio bajo el reinado de Francisco I. Este monarca, gran mecenas de las artes y aficionado a
todo lo que procediera de Italia, protegió a importantes maestros, solicitando sus servicios para la corte
francesa —entre ellos el mismo Leonardo da Vinci, que murió en el castillo de Cloux—, a la vez que
emprendió un ambicioso programa de revitalización cultural que revolucionó el desarrollo de las artes en el
país. Conviene tener presente que Francia fue la cuna del gótico y que, por tanto, este estilo estaba
fuertemente arraigado y podía ser visto como un estilo nacional. De ahí que las formas góticas continuaran
presentes durante un tiempo, a pesar del nuevo estilo impuesto por la corte.
En cuanto a la arquitectura, la monarquía, fortalecida y en período de expansión territorial, había patrocinado
ya desde el siglo XV la remodelación de los viejos châteaux medievales y la creación de nuevas residencias
más acordes con los tiempos. Pero fue precisamente Francisco I el que dio un impulso definitivo a esta
operación renovadora, que tuvo varios focos. El primer edificio renacentista en Francia fue el castillo de Saint-
Germain-en-Laye, imponente fortaleza de ladrillo y piedra en la que aparecen pequeños detalles
renacentistas, dentro de una general sobriedad de aire militar. De estilo más avanzado fueron los castillos del
valle del Loira, conjunto de mansiones para la realeza y la nobleza que muestran los rasgos más

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característicos del Renacimiento francés: decorativismo de raigambre manierista, recuerdos goticistas en las
estructuras, y quizá lo más novedoso: una perfecta integración de los edificios en la naturaleza circundante,
como se ve en el Castillo de Montsoreau o en el grácil puente del castillo de Chenonceau. El más célebre
dentro de este conjunto es el castillo de Chambord, que presenta grandes audacias estilísticas, como una
escalera interna helicoidal. Otros ejemplos de estas residencias suburbanas son los castillos
de Amboise, Blois y Azay-le-Rideau.57
Además de todas estas realizaciones, Francisco I se embarcó en la que quizá fue la obra fundamental de este
período: el palacio de Fontainebleau, vieja mansión de los reyes franceses que se renovó totalmente. En el
edificio en sí se aprecia ya el triunfo de las formas italianas, aunque adaptadas al gusto francés con sus
típicas chimeneas y mansardas. Incluye fragmentos de desbordante creatividad, como la célebre Escalera
Imperial, anticipo de soluciones barrocas. No obstante, quizá lo más destacado del proyecto fue que involucró
a creadores de prácticamente todas las disciplinas artísticas, algunos venidos expresamente de Italia, como
los pintores Francesco Primaticcio o Rosso Fiorentino, el famoso escultor Benvenuto Cellini o el
arquitecto Sebastiano Serlio, importante autor de tratados de arquitectura del que apenas se conocen obras
salvo este palacio. Las novedades que se fraguaron aquí trapasarían el ámbito local y darían origen a todo un
estilo, el «estilo de Fontainebleau», un manierismo refinado al servicio de los gustos aristocráticos.58
Tras Francisco I, las formas «a la italiana» acabaron imponiéndose definitivamente en la arquitectura
bajo Enrique II, cuya esposa, Catalina de Médicis, pertenecía a la familia florentina más poderosa. Bajo su
mandato (1547-1559) se reformó la antigua sede de la corte en París, el palacio del Louvre, convirtiéndolo en
un moderno edificio de estética plenamente manierista. La reforma fue dirigida por uno de los arquitectos
franceses más destacados del momento, Pierre Lescot, que diseñó el gran patio central (Cour Carrée), con
características fachadas en las que utiliza el módulo de arco de triunfo clásico.59 Asimismo, estos monarcas
iniciaron la construcción de un nuevo palacio, enfrente del Louvre, el palacio de las Tullerías, en el que
intervino el otro gran arquitecto francés del Renacimiento, Philibert Delorme.60

La Resurrección, obra de Germain Pilon. Todo procede aquí de Miguel Ángel: la anatomía hercúlea de Cristo,
los escorzos, el efecto «no acabado». Hasta el diseño general del grupo remite a las Sepulturas Mediceas del
florentino. Museo del Louvre, París.

La escultura del Renacimiento en Francia fue también al compás de lo dictado por Italia. Francia dejó de ser
ya a finales del siglo XIV el gran centro escultórico de Europa que fue gracias a los talleres catedralicios,
situación que continuaría durante el siglo XV, y aún más en el XVI. Es paradójico y a la vez revelador que esta
situación coincida con la consolidación progresiva de la institución monárquica, evidentemente deseosa de
renovar su imagen y dispuesta a usar el arte como instrumento propagandístico de primer orden. No obstante
de la pérdida de hegemonía en este campo, que de todas formas nunca había sido definitiva, surgieron
grandes figuras al calor de los proyectos reales; es de destacar el carácter ornamental y decorativo que
tuvieron las esculturas, subordinándose al proyecto general de los edificios e integrándose en estos. Dos
fueron los autores más sobresalientes: Germain Pilon y Jean Goujon.61
La pintura también experimentó el progresivo declive de las formas góticas tradicionales y la llegada del nuevo
estilo. Como se ha señalado, se conocieron en Francia de primera mano las formas pictóricas italianas en el
siglo XVI gracias a la llegada de autores muy innovadores, como Leonardo o Rosso Fiorentino. Francisco I
impulsó la formación de artistas franceses bajo la dirección de maestros italianos, como Niccolò
dell'Abbate o Primaticcio, siendo este último el responsable de la decoración del palacio de Fontainebleau y la
organización de las fiestas de la corte, y teniendo por tanto a sus órdenes a muchos artesanos y artistas. Esta
convivencia de talentos, escuelas, disciplinas y géneros dio origen a la llamada «escuela pictórica de
Fontainebleau», una derivación del manierismo pictórico italiano que incide en el erotismo, el lujo, los temas
profanos y las alegorías, todo ello muy del gusto de su clientela principal, la aristocracia. La mayor parte de los
artistas de Fontainebleau fueron anónimos, precisamente por esa integración de las artes que se propugnaba
y por el magisterio de los artistas consagrados. No obstante, conocemos los nombres de algunos pintores,
figurando Jean Cousin el Viejo o Antoine Caron entre los más destacados. Sin embargo, el pintor francés más

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importante de la época, a la vez que uno de los grandes retratistas de todos los tiempos, aunque gran parte
de su obra se haya perdido, fue François Clouet, que superó a su padre, el también apreciable Jean Clouet,
en la fiel plasmación de la vida de los poderosos de la época, con una profundidad psicológica y brillantez
formal cuyo precedente hay que buscarlo en Jean Fouquet, gran pintor del siglo XV aún en la órbita del
gótico.62
Alemania[editar]
Artículo principal: Renacimiento alemán

La liebre, obra de Durero. El interés por los fenómenos y los elementos de la naturaleza fue uno de los pilares
del humanismo. Durero analiza el mundo vegetal y animal en multitud de dibujos, bocetos y acuarelas
caracterizados por su precisión de científico. Albertina, Viena.

El Renacimiento artístico no fue en Alemania una tentativa de resurrección del arte clásico, sino una
renovación intensa del espíritu germánico, motivado por la Reforma protestante. Alberto Durero fue la figura
dominante del Renacimiento alemán. Su obra universal, que ya en vida fue reconocida y admirada en toda
Europa, impuso la impronta del artista moderno, uniendo la reflexión teórica con la transición decisiva entre la
práctica medieval y el idealismo renacentista. Sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte
ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo XVI de su propio país y de los Países Bajos. Durero
comprendió la imperiosidad de adquirir un conocimiento racional de la producción artística, e introdujo el
idealismo de raigambre italiana en el arte alemán.63
La pintura germánica conoció en esta época uno de sus mayores momentos de esplendor. Junto a la figura
fundamental de Durero surgieron otros grandes autores, como Lucas Cranach el Viejo, pintor por antonomasia
de la Reforma protestante; Hans Baldung Grien, introductor de temáticas siniestras y novedosas, deudoras en
cierto modo del arte medieval; Matthias Grünewald, uno de los precursores del expresionismo; Albrecht
Altdorfer, excelente paisajista; o Hans Holbein el Joven, que desarrolló casi toda su producción, centrada en el
retrato, en Inglaterra.64
En escultura pervivieron las formas góticas hasta bien entrado el siglo XVI. Destaca la obra de Peter Vischer,
autor de las tumbas imperiales de Innsbruck (1513) y de la tumba de San Sebaldo en Núremberg (1520).
También trabajaron aquí algunos artistas flamencos, como Hubert Gerhard, autor del San Miguel de la
fachada de la iglesia de San Miguel de Múnich.65
En arquitectura, los primeros exponentes de relevancia fueron los edificios patrocinados por la
familia Fugger en Augsburgo, como la Capilla Fugger en la iglesia de Santa Ana (1509-1518) o el barrio de
casas obreras llamado Fuggerei (1519-1523).66 Tras la Reforma, el mecenazgo de la nobleza alemana se
centró en primer lugar en la arquitectura, por la capacidad de esta para mostrar el poder y prestigio de los
gobernantes. Así, a mediados del siglo XVI se amplió el castillo de Heidelberg, siguiendo las directrices
clásicas. Sin embargo, la mayoría de los príncipes alemanes prefirieron conservar las obras góticas,
limitándose a decorarlas con ornamentación renacentista.67
Flandes y Países Bajos[editar]
Artículo principal: Pintura flamenca (siglos XV y XVI)

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Pieter Brueghel el Viejo: El regreso de los rebaños. El paisaje se ha convertido en el tema principal del
cuadro. Brueghel introduce casi siempre la figura —en este caso, los pastores— como anécdota o
contrapunto a un universo del que el ser humano solo es una parte, mínima y frágil. Obsérvese el interés por
la plasmación de los efectos atmosféricos en los nubarrones que oscurecen el cielo. Museo de Historia del
Arte, Viena.

A la par que se desarrollaba en Italia el Cinquecento la escuela flamenca de pintura alcanzó un desarrollo
notable, como heredera y continuadora de la tradición tardogótica anterior representada por Jan van
Eyck, Rogier van der Weyden y otros grandes maestros. Se caracterizó por su naturalismo, rasgo que
comparte con los maestros italianos, aunque se llegó más a él por la experimentación que por la teoría o los
avances científicos, como en Italia. Los modos del gótico pervivieron con mayor fuerza, aunque matizados con
características singulares, como cierta vena caricaturesca y fantástica y una mayor sensibilidad a la realidad
del pueblo llano y sus costumbres. Se recoge ese interés en obras de carácter menos idealizado que las
italianas, con una marcada tendencia por el detallismo casi microscópico que aplican a las representaciones
—influjo de los maestros tardogóticos ya mencionados y la miniatura—, y tendencia hacia lo decorativo, sin
demasiado interés por disquisiciones teóricas. Por otro lado, la gran aportación del arte flamenco en esta
época fue la técnica de la pintura al óleo.68
A mediados del siglo XVI el clasicismo italiano entra con fuerza en la pintura flamenca, manifestándose en la
llamada Escuela de Amberes y en pintores como Jan van Scorel o Mabuse, algunos de los cuales
permanecieron en Italia estudiando a los grandes maestros. A la difusión de los nuevos modelos contribuyó
sobremanera el grabado, que puso al alcance de prácticamente cualquier artista las obras producidas en otras
escuelas y lugares, poniendo muy de moda en toda Europa el estilo italianizante. Algunos grandes nombres
de la época fueron Joachim Patinir, uno de los creadores del paisaje como género autónomo de la pintura,
aunque apegado todavía al gótico; Quentin Metsys, que se inspiró en los dibujos caricaturescos de Leonardo
y en las clases populares para retratar vicios y costumbres; el retratista Antonio Moro; el Bosco, uno de los
pintores más originales de la historia, apegado formalmente a la tradición de la vieja escuela flamenca, pero a
la vez innovador, creador de un universo fantástico, casi onírico que lo sitúan como uno de los precedentes
del surrealismo (El jardín de las delicias, 1500-1505); y Pieter Brueghel el Viejo, uno de los grandes maestros
del paisaje y las costumbres populares, quizá el más moderno de todos ellos, aun cuando en su pintura glose
sentencias morales y de crítica social que tienen algo de medieval (El triunfo de la Muerte, 1563).69
En el campo de la escultura destacó Adriaen de Vries, autor de expresivas obras —generalmente de bronce—
en las que el movimiento, la línea ondulada o serpentinata y el desnudo heroico las caracterizan como
excelentes ejemplos de manierismo escultórico fuera de Italia.
En arquitectura el gótico siguió teniendo una gran preponderancia hasta bien entrado el siglo XVI, en que se
recibió la influencia de la arquitectura renacentista francesa, como se denota en el Ayuntamiento de
Amberes (1561-1565), obra de Cornelis Floris de Vriendt.67

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Hans Holbein el Joven: El retrato de Erasmo de Róterdam, que vivió y trabajó en Basilea desde 1521 en
la universidad más antigua de Suiza, es una de las obras más importantes del pintor. Museo del Louvre, París.

Suiza[editar]
Con la llegada de la familia Holbein, Basilea se convirtió en el centro más importante del arte del
Renacimiento en Suiza. Más tarde, en 1661, la primera colección de arte público del mundo también se fundó
aquí. Una de las colecciones más importantes de arte renacentista de la región del Alto Rin se encuentra aún
hoy aquí.70 La influencia italiana se notó especialmente en el cantón de Ticino, como se evidencia en las
catedrales de San Lorenzo de Lugano (1514) y San Francisco de Locarno (1528). En pintura destacó la obra
de Niklaus Manuel, aún cercana al gótico tardío.71
Otros países[editar]

Convento de Cristo de Tomar (Portugal), obra de Diogo de Torralva (1554-1562)

 Inglaterra: en arquitectura, durante prácticamente todo el siglo XVI pervivió el estilo Tudor de origen
gótico, mientras que las novedades renacentistas fueron adoptadas únicamente en algunos elementos
ornamentales; así, por ejemplo, en la tumba de Enrique VII en la abadía de Westminster, realizada
arquitectónicamente en el más puro estilo gótico, se contrató al artista italiano Pietro Torrigiano para
realizar la decoración escultórica.72 Otros ejemplos de estilo Tudor serían los palacios de Sutton
(1523), Nonsuch (1530) y Hampton Court (1514-1540).73 Más adelante se recibió la influencia palladiana,
que se desarrolló especialmente en la construcción de palacios.67

 Portugal: en arquitectura, el gótico pervivió hasta bien entrado el siglo XVI en el llamado estilo manuelino.
A mediados de siglo se recibió la influencia de arquitectos italianos como Serlio o Palladio, como se
denota en la iglesia de Nuestra Señora de Gracia en Évora (1536) o en el claustro del convento de
Cristo de Tomar (1554-1562), obras de Diogo de Torralva.67 En este país trabajó el arquitecto
italiano Filippo Terzi, autor de la iglesia de San Vicente de Fora en Lisboa (1582).74

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 Austria y Bohemia: unidos por el imperio de los Habsburgo, estos países contaron con la labor
patrocinadora del emperador Rodolfo II, un gran coleccionista que atesoró en su corte de Praga una gran
variedad de obras de arte y objetos de todo tipo (joyas, minerales, relojes, autómatas, instrumentos
científicos), ya que también era un gran amante de la ciencia. Adquirió cuadros de artistas
como Brueghel, Tiziano, Leone Leoni o Durero, y acogió a artistas como Giuseppe Arcimboldo, un
original pintor de retratos confeccionados con elementos propios de los bodegones.75 En Bohemia se
construyeron diversos palacios, como el Comunal de Pilsen y el de Schwarzenberg en Praga; y castillos,
como los de Litomyšl, Černý y Kostelec.76

 Hungría: este país contó con el gran mecenazgo del rey Matías Corvino, un gran amante del arte italiano,
quizá por influjo de su esposa, Beatriz de Nápoles.77 El monarca compró numerosas obras de arte
italianas, y contrató artistas y arquitectos italianos para reformar y decorar sus palacios, como Benedetto
da Maiano, Clemente Camicia y Giovanni Dalmata; el miniaturista Attavante degli Attavanti fue autor
del Breviario de Matías Corvino y del Códice de Marciano Capella; el escultor Andrea Ferracci realizó el
altar de la Anunciación de la catedral de Esztergom.78

 Polonia: como en otros países, las novedades renacentistas llegaron de la mano de artistas italianos
llegados al país, como los arquitectos Franciscus Italus y Bartolomeo Berecci (Palacio Real
de Cracovia), Gian Maria Mosca (Palacio Episcopal de Cracovia) y Giovanni Battista di Quadro (Palacio
Municipal de Poznań); y los escultores Santi Gucci (capilla de Segismundo de la catedral de
Cracovia), Girolamo Canavesi (monumento de Gorka, catedral de Poznań) y Domenico
Veneziano (monumento sepulcral de Esteban I Báthory, catedral de Cracovia). En cambio, en pintura
trabajaron mayormente artistas alemanes, como Hans Sues von Kulmbach, Louz von Kitzingen y Martin
Koeber. También se desarrolló notablemente la miniatura, en la que destacan el Códice de Baltasar
Behem y el Libro de preces de Segismundo I.79
Artículo principal: Renacimiento en Polonia

 Rusia: durante esta época continuó la tradicional arquitectura rusa de influencia bizantina, pero se
recibió alguna influencia del Renacimiento italiano a través del arquitecto boloñés Aristotele
Fioravanti, que viajó en 1475 a Rusia invitado por Iván III, donde construyó la catedral de la
Dormición en el Kremlin de Moscú (1475-1479); otro arquitaliano, Aloisio Nuovo, fue el encargado de
construir la catedral del Arcángel Miguel también en el Kremlin (1505-1508). La influencia italiana se
denota igualmente en la catedral de San Basilio de Moscú, obra de Póstnik Yákovlev (1555-1560).80
Arte colonial hispanoamericano[editar]
Artículo principal: Arte colonial hispanoamericano

Catedral de Puebla

Las primeras muestras de arquitectura colonial en América tuvieron, al igual que en la metrópoli, cierta
pervivencia de rasgos góticos, si bien pronto empezaron a llegar las nuevas corrientes que se producían
en España, como el purismo y el plateresco (catedral de Santo Domingo). Al iniciarse la colonización, la
arquitectura que se desarrolló principalmente fue de signo religioso: por orden real, el primer edificio que
se debía construir en cualquier nueva ciudad debía ser una iglesia. Durante la primera mitad del
siglo XVI fueron las órdenes religiosas las encargadas de la edificación de numerosas iglesias en México,
preferentemente un tipo de iglesias fortificadas, en un conjunto almenado con iglesia, convento, un atrio y
una capilla abierta —llamadas «capillas de indios»—, como el Convento de Tepeaca, el de Huejotzingo y
el de San Gabriel en Cholula.81 A mediados de siglo se empezaron a construir las primeras grandes
catedrales, como las de México, Puebla y Guadalajara. Se sigue por lo general la planta rectangular

20
con testero plano, tomando como modelos la Catedral de Sevilla, la de Jaén y la de Valladolid. En Perú,
en 1582 se inició la catedral del Cuzco y, en 1592, la de Lima, ambas obras del extremeño Francisco
Becerra. En Argentina destaca la catedral de Córdoba, obra del jesuita Andrés Blanqui.82
Las primeras muestras de pintura colonial fueron las de escenas religiosas elaboradas por maestros
anónimos, realizadas con medios precolombinos, con tintas vegetales y minerales y telas de trama
áspera e irregular. Destacaron las imágenes de la Virgen con el Niño, con una iconografía de raíces
autóctonas donde, por ejemplo, se representaban los arcángeles como arcabuceros contemporáneos. La
producción artística hecha en Nueva España por indígenas en el siglo XVI es denominada arte
indocristiano. Adentrado el siglo XVI surgieron los grandes frescos murales, de carácter popular. Desde
mediados de siglo empezaron a llegar, procedentes de Sevilla, maestros españoles (Alonso
Vázquez, Alonso López de Herrera), flamencos (Simon Pereyns) e italianos (Mateo Pérez de
Alesio, Angelino Medoro).83
En escultura, las primeras muestras fueron nuevamente en el terreno religioso, en tallas exentas
y retablos para iglesias, confeccionadas generalmente en madera recubierta con yeso y decorada con
encarnación —aplique directo del color— o estofado —sobre un fondo de plata y oro—. A principios del
siglo XVII nacieron las primeras escuelas locales, como la quiteña, la cuzqueña y la chilota, destacando la
labor patrocinadora de la orden jesuita.
Artes gráficas y decorativas[editar]

Ilustración del Apocalipsis (1561), de Jean Duvet.

Las artes industriales tuvieron un gran auge debido al gusto por el lujo de las nuevas clases adineradas:
se desarrolló la ebanistería, sobre todo en Italia y Alemania, destacando la técnica de la intarsia,
embutidos de madera de varios tonos para producir efectos lineales o de ciertas imágenes.
La tapicería destacó en Flandes, con obras basadas en bocetos desarrollados por pintores como Bernard
van Orley. La cerámica se elaboró en Italia con barnices vidriados, consiguiendo tonos brillantes de gran
efecto. El vidrio se desarrolló notablemente en Venecia (Murano), decorado a veces con hilos de oro o
con filamentos de vidrios de colores. La orfebrería fue cultivada por escultores como Lorenzo
Ghiberti o Benvenuto Cellini, con piezas de gran virtuosismo y elevada calidad, destacando
especialmente los esmaltes y camafeos.84
En esta época se desarrollaron notablemente las artes gráficas, especialmente gracias a la invención de
la imprenta, apareciendo o perfeccionándose la mayoría de las técnicas
de grabado: calcografía (aguafuerte, aguatinta, grabado al buril, grabado a media tinta o grabado a punta
seca), linograbado, xilografía, etc. En Italia se desarrolló el grabado en metal, practicado especialmente
por los orfebres florentinos durante los siglos XV y XVI, mientras que en el Cinquecento se perfeccionó el
aguafuerte gracias a la obra del Parmigianino. En Alemania destacó la obra de Durero, especialista de la
técnica del buril, aunque también realizó xilografías. En Francia, el grabado fue practicado por la escuela
de Fontainebleau, en la que destacó Jean Duvet, famoso por su serie del Apocalipsis (1561). En Flandes
surgieron notables grabadores en la ciudad de Amberes, como los hermanos Wierix, autores de
estampas de excelente técnica y detallismo, aunque basadas en composiciones ajenas; o Hieronymus
Cock, que reprodujo numerosas obras de Brueghel.85
Jardinería[editar]
Artículo principal: Jardín italiano

21
Jardín del Château d'Ambleville, Francia

En el Renacimiento la jardinería cobró una especial relevancia, en paralelo al impulso otorgado a todas
las artes en esta época, principalmente gracias al mecenazgo de nobles, príncipes y altos cargos de la
Iglesia. El jardín renacentista se inspiró en el romano, en aspectos como la decoración escultórica o la
presencia de templetes, ninfeos y estanques. Los primeros ejemplos surgieron en Florencia y Roma,
regiones con una orografía accidentada y grandes desniveles de terreno, lo que originó el efectuar
estudios previos de índole arquitectónica para planificar la estructura del jardín, originando la arquitectura
paisajística. Un ejemplo de ello son los Jardines del Belvedere en Roma, proyectados por Bramante en
1503, el cual resolvió los desniveles con un sistema de terrazas, a las que se accede por amplias
escalinatas y que están rodeadas de balaustradas, esquema que pasaría a ser típico del jardín italiano,
que se convertiría en el prototipo de jardín renacentista. Se otorgó una especial importancia a la
obra hidráulica, con estanques y fuentes de gran complejidad, como los de la Villa de Este en Tivoli,
diseñados por Bernini. Estos diseños pasaron al resto de Europa, donde destacan por su magnificencia
los jardines franceses, como los de los castillos de Amboise, Chambord y Villandry. En Francia era
costumbre subdividir el jardín en diversas zonas especializadas (jardín geométrico, medicinal, silvestre),
así como la construcción de canales que permitían el paseo en barca. En esta época comenzó la
costumbre de recortar los setos, apareciendo los primeros jardines en forma de laberinto. También hay
que resaltar la llegada de nuevas especies gracias al descubrimiento de América, lo que favoreció la
apertura de jardines botánicos dedicados al estudio y catalogación de las plantas.86
La teoría jardinística renacentista se nutrió especialmente de la concepción elaborada por Leon Battista
Alberti de la casa y el jardín como una unidad artística basada en formas geométricas (De Re
Aedificatoria, IX, 1443-1452), así como en el modelo expuesto por Francesco Colonna en
su Hypnerotomachia Poliphili (1499), que introducía el uso de parterres y el empleo del arte topiario para
dar formas caprichosas a los árboles, o el diseño de las eras a partir de formas axiales, expuesto
por Sebastiano Serlio en Tutte l'opere d'architettura (1537).87

Literatura[editar]
Artículo principal: Literatura renacentista

22
Don Quijote (1605), de Miguel de Cervantes.

La literatura renacentista se desarrolló en torno al humanismo, la nueva teoría que destacaba el papel
primordial del ser humano sobre cualquier otra consideración, especialmente la religiosa. En esta época
el mundo de las letras recibió un gran impulso con la invención de la imprenta por Gutenberg, hecho que
propició el acceso a la literatura por un público más mayoritario. Ello conllevó a una mayor preocupación
por la ortografía y la lingüística, surgiendo los primeros sistemas de gramática en lenguas
vernáculas (como la española de Elio Antonio de Nebrija) y apareciendo las primeras academias de
lenguas nacionales.88
La nueva literatura se inspiró como el arte en la tradición clásica grecolatina, aunque también recibió una
gran influencia de la filosofía neoplatónica desarrollada contemporáneamente en Italia. Por otro lado,
refleja el nuevo ideal de hombre renacentista, que se ejemplifica en la figura del «cortesano» definida
por Baldassare Castiglione: debía de dominar las armas y las letras por igual, y tener «buena gracia» o
naturalidad sin artificio.89
En Italia, cuna del nuevo estilo, perduraban aún los ecos de tres grandes autores medievales
considerados a veces precursores del nuevo movimiento: Dante, Petrarca y Boccaccio. Entre los literatos
surgidos en esta era conviene destacar a: Angelo Poliziano, Matteo Maria Boiardo, Ludovico
Ariosto, Jacopo Sannazaro, Pietro Bembo, Baldassare Castiglione, Torquato Tasso, Nicolás
Maquiavelo y Pietro Aretino. Su influencia se denotó en Francia, donde desarrollaron François
Rabelais, Pierre de Ronsard, Michel de Montaigne y Joachim du Bellay. En Alemania, la reforma
protestante impuso una mayor austeridad y una temática religiosa, cultivada por Ulrich von
Hutten, Sebastian Brant y Hans Sachs. En Inglaterra, cabe citar a Tomás Moro, Edmund
Spenser, Michael Drayton, Henry Constable, George Chapman, Henry Howard y Thomas Wyatt. En
Portugal se halla la figura predominante de Luís de Camões.89
En España comenzó una edad dorada de las letras, que se prolongaría hasta el siglo XVII: la poesía,
influida por la italiana del stil nuovo, contó con las figuras de Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, San
Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús; en prosa surgieron los libros de caballería (Amadís de Gaula,
1508) y se inició el género de la picaresca con el Lazarillo de Tormes (1554), mientras que despuntó la
obra de Miguel de Cervantes, el gran genio de las letras españolas, autor del inmortal Don
Quijote (1605).

Teatro[editar]
El teatro renacentista también acusó el paso del teocentrismo al antropocentrismo, con obras más
naturalistas, de aspecto histórico, intentando reflejar las cosas tal como son. Se buscaba la recuperación

23
de la realidad, de la vida en movimiento, de la figura humana en el espacio, en las tres dimensiones,
creando espacios de efectos ilusionísticos, en trompe-l'œil. Surgió la reglamentación teatral basada en
tres unidades (acción, espacio y tiempo), basándose en la Poética de Aristóteles, teoría introducida
por Lodovico Castelvetro. En torno a 1520 surgió en el norte de Italia la Commedia dell'arte, con textos
improvisados, en dialecto, predominando la mímica e introduciendo personajes arquetípicos
como Arlequín, Colombina, Pulcinella (llamado en Francia Guignol), Pierrot, Pantalone, Pagliaccio, etc.
Como principales dramaturgos destacaron Niccolò Machiavelli, Pietro Aretino, Bartolomé Torres
Naharro, Lope de Rueda y Fernando de Rojas, con su gran obra La Celestina (1499). En Inglaterra
descolló el teatro isabelino, con autores como Christopher Marlowe, Ben Jonson, Thomas Kyd y,
especialmente, William Shakespeare, gran genio universal de las letras (Romeo y Julieta, 1597; Hamlet,
1603; Otelo, 1603; Macbeth, 1606).90

Música[editar]
Artículo principal: Música del Renacimiento

Orfeo - Toccata

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Toccata, de La favola d'Orfeo,


una de las
primeras óperas (1607),
compuesta por Claudio
Monteverdi

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La música renacentista supuso la consagración de la polifonía, así como el afianzamiento de la música


instrumental, que iría evolucionando hacia la orquesta moderna. Apareció el madrigal como género
profano que aunaba texto y música, siendo la expresión paradigmática de la música renacentista. En
1498 Ottaviano Petrucci ideó un sistema de imprenta adaptado a la música, en pentagrama, con lo que
se empezó a editar música. Las primeras novedades se produjeron en Flandes, donde se desarrolló la
llamada polifonía «a la flamenca», cultivada por Guillaume Dufay, Johannes Ockeghem y Josquin des
Prés. También cultivaron el madrigal Orlandus Lassus, Luca Marenzio, Carlo Gesualdo, Claudio
Monteverdi, Cristóbal de Morales y Tomás Luis de Victoria, mientras que en polifonía religiosa
destacó Giovanni Pierluigi da Palestrina. En música instrumental descolló Giovanni Gabrieli, quien
experimentó con diversos timbres de instrumentos de viento y con efectos de sonido cruzado y de
relieve.91
En los países protestantes la música cobró gran relevancia, ya que el propio Lutero defendía la
importancia de la música en la liturgia religiosa. Aquí se cultivó especialmente el coral, un género
musical a capella o con acompañamiento instrumental, generalmente a cuatro voces mixtas. Algunos de
los compositores que lo cultivaron fueron Johann Walther y Valentin Bapst.92
A finales del siglo XVI nació la ópera, iniciativa de un círculo de eruditos (la Camerata Fiorentina) que, al
descubrir que el teatro griego antiguo era cantado, tuvieron la idea de musicalizar textos dramáticos. La
primera ópera fue Dafne (1594), de Jacopo Peri, a la que siguió Euridice (1600), del mismo autor;
en 1602 Giulio Caccini escribió otra Euridice; y, en 1607, Claudio Monteverdi compuso La favola d'Orfeo,
donde añadió una introducción musical que denominó sinfonía, y dividió las estructuras cantadas
en arias.93

Danza[editar]
Artículo principal: Danza renacentista

24
La danza renacentista tuvo una gran revitalización, debido de nuevo al papel preponderante del ser
humano sobre la religión, de tal manera que muchos autores consideran esta época el nacimiento de la
danza moderna. Se desarrolló sobre todo en Francia –donde fue llamado ballet-comique–, en forma de
historias bailadas, sobre textos mitológicos clásicos, siendo impulsado principalmente por la
reina Catalina de Médicis. Se suele considerar que el primer ballet fue el Ballet comique de la Reine
Louise (1581), de Balthazar de Beaujoyeulx. Las principales modalidades de la época eran la gallarda,
la pavana y el tourdion. En esta época surgieron los primeros tratados sobre danza: Domenico da
Piacenza escribió De arte saltandi et choreas ducendi, siendo considerado el primer coreógrafo de la
historia; Thoinot Arbeau hizo una recopilación de danzas populares francesas (Orchesographie, 1588).94

Filosofía[editar]
Artículo principal: Filosofía renacentista

Tiziano: Amor sacro y amor profano (Galería Borghese, Roma, 1514). Esta obra representa la
contraposición entre el amor humano (Venus Vulgaris) y el amor divino (Venus Caelestis), un reflejo
de la teoría neoplatónica de la época sobre que la belleza terrenal es un reflejo de la belleza
celestial, propugnada por Marsilio Ficino y la Academia Platónica Florentina.

La filosofía renacentista estuvo marcada en su origen por el declive de la teología, en un mundo abocado
a la modernidad que, sin renunciar aún a la religión, la circunscribe al ámbito espiritual y personal del
individuo. La nueva forma de afrontar los problemas del ser humano será el racionalismo, el uso de la
razón aplicada a la sociedad y a la naturaleza. 95 Aun así, la religión siguió presente en buena medida
durante esta época, aunque derivó de la teología escolástica hacia el misticismo, hacia una relación con
Dios basada más en el sentimiento que en el conocimiento, así como en la acción, la obra de
acercamiento a Dios, como se percibe en la obra de Jan van Ruysbroek, Dionisio Cartujano y Tomás de
Kempis.96
La nueva corriente de estos tiempos será el humanismo, más interesado en el hombre y la naturaleza
que en las cuestiones divinas y espirituales. El naturalismo impregna todos los ámbitos del saber, y así
se habla no solo de la ciencia natural, sino también del derecho natural, la moral natural e, incluso, la
religión natural, una religión que abandona todo lo sobrenatural (revelación, dogma) para ser fiel reflejo
de la posición del ser humano en el mundo. 97 El humanismo se fundamenta, como el arte, en la oposición
a la cultura medieval y el retorno a la antigüedad clásica; sin embargo, buena parte de la filosofía
renacentista evoluciona de la medieval en una línea continua que llega hasta Descartes, no en vano la
escolástica medieval estaba fundamentada en la filosofía griega platónica y aristotélica.98 Aun así,
numerosos humanistas despreciaron el aristotelismo escolástico por ser excesivamente teologizado, y
abordaron a Platón desde la obra de sus seguidores posteriores, el llamado neoplatonismo,
especialmente desde el terreno de la filosofía estoica que, como la renacentista, incidía más
especialmente en el ser humano como medida de todas las cosas. Sin embargo, muchos de estos
autores abordaron el tema desde una postura superficial y poco rigurosa, sin profundizar en los aspectos
ontológicos y metafísicos de los clásicos griegos, sin analizar la nueva situación intelectual del ser
humano alejado de Dios, cuestión que no llegará hasta el cartesianismo.99
El pensamiento humanístico nació en Italia, especialmente en torno a la Academia Platónica
Florentina patrocinada por Cosme de Médici, que aglutinó a pensadores como Marsilio Ficino, Giovanni
Pico della Mirandola, Cristoforo Landino, Angelo Poliziano o Benedetto Varchi. Otros se encaminaron
más hacia la política, como Nicolás Maquiavelo, forjador del autotitarismo monárquico como seña de
identidad de las nuevas naciones-estado surgidas en esta época; o hacia el naturalismo, como Leonardo
Da Vinci y Bernardino Telesio.100 En Francia, el humanismo tuvo un componente más escéptico,
representado por Michel de Montaigne o Pierre Charron, mientras que algunas figuras se adhirieron a la
reforma protestante, como Pierre de la Ramée o Henri Estienne.101 En Inglaterra destacó la figura
de Tomás Moro, canciller de Enrique VIII, quien lo decapitó por oponerse a la reforma anglicana; fue

25
autor de Utopía, un esbozo de estado ideal de reminiscencias platónicas. 102 Pero el más afamado
humanista surgió en Holanda: Erasmo de Róterdam, que escribió en latín, con un estilo vivo y elegante,
fiel al dogma católico, pero de mentalidad abierta y comprensiva, reflejo de un espíritu de concordia; fue
autor del Elogio de la locura (1511).102
En Alemania no recaló tanto el humanismo de carácter marcadamente literario como en otros países
europeos, y la filosofía se encaminó más a la mística especulativa, heredera del Maestro Eckhart; otras
figuras mezclaron esta tendencia con elementos de las ciencias naturales o aun de la alquimia y
la astrología, como Agrippa von Nettesheim o Paracelso. Por otro lado, la Reforma protestante contó con
figuras como Martín Lutero, Zwinglio, Philipp Melanchthon, Sebastian Franck y Jakob Böhme.103
En España el pensamiento filosófico no rompió del todo con el pasado medieval, y mostró un especial
interés por la lingüística, tanto clásica como vernácula (Antonio de Nebrija, Benito Arias Montano). La
corriente escéptica estuvo representada por Francisco Sánchez, mientras que el humanismo
antiescolástico —pero heredero de la tradición católica— contó con la figura de Juan Luis Vives,
preocupado especialmente por la moral y la educación. Por otro lado, una reacción escolástica estuvo
originada por la Contrarreforma tridentina que revivió el misticismo y contó con figuras como
santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz.104
Por otro lado, además del humanismo hay otras corrientes de pensamiento que a través de diversas vías,
aparentemente dispares, convergerán en la filosofía cartesiana y en los fundamentos de la filosofía
moderna: una es heredera del pensamiento medieval, representada por Nicolás de Cusa o por la
escolástica española; otra está más preocupada por la naturaleza y dará origen a la ciencia física
moderna.105 Nicolás de Cusa, cardenal y obispo de Bresanona, intentó conciliar la doctrina católica con la
teoría platónica, a través de una noción de Dios infinito y trascendente en el que se aglutinan la verdad y
la realidad (De docta ignorantia, 1440).106 La escolástica española estuvo muy ligada a la Contrarreforma,
y se asoció especialmente con la orden de los jesuitas; de influencia tomista, estuvo representada
por Francisco de Vitoria, Alfonso Salmerón, Luis de Molina y, especialmente, Francisco Suárez.107 El
estudio de la naturaleza dio en el terreno filosófico la relevante figura de Giordano Bruno, autor de una
doctrina panteísta por la que fue quemado por hereje, y defensor de la razón y la experiencia como única
vía para conocer el mundo.108 También influyeron en la filosofía las nuevas teorías científicas de Nicolás
Copérnico, Johannes Kepler y Galileo Galilei.109

Ciencia[editar]
Esta sección es un extracto de Historia de la ciencia en el Renacimiento[editar]

El sistema copernicano (De revolutionibus orbium coelestium)

26
Hombre vitruviano, de Leonardo da Vinci, un ejemplo de la mixtura entre arte y ciencia en el
Renacimiento.

La historia de la ciencia en el Renacimiento comienza con el redescubrimiento de textos científicos


antiguos durante el Renacimiento y se acelera después de la caída de Constantinopla en 1453 y la
invención de la imprenta —que democratizaría al aprendizaje y permitiría una propagación más rápida de
nuevas ideas— y los descubrimientos geográficos ocurridos en esta era.110
Las ciencias naturales, fundamentadas en la metafísica nominalista, se diferenciaron de los estudios
anteriores —de raíz aristotélica— en dos factores esenciales: la idea de la naturaleza y el método
físico.111 La primera evoluciona desde la física ontológica aristotélica hacia un discurrir simbólico
fundamentado en las matemáticas, pasando de analizar el «ser de las cosas» a interpretar «variaciones
de fenómenos»; por tanto, se renuncia a conocer las causas a cambio de medir los fenómenos, sentando
las bases de la ciencia positiva.112 El método físico, por otro lado, se fundamenta en el empirismo, basado
en el «análisis de la naturaleza», el cual parte de una hipótesis de origen matemático para llegar a una
comprobación a posteriori de esa premisa apriorística.113 Uno de los principales teóricos de la nueva
ciencia fue el filósofo inglés Francis Bacon, padre del empirismo filosófico y científico; su principal
obra, Novum organum, presenta la ciencia como técnica, experimental e inductiva, capaz de dar al ser
humano el dominio sobre la naturaleza.114
Una de las disciplinas científicas que más se desarrolló en esta época fue la astronomía, gracias
especialmente a la figura de Nicolás Copérnico: este científico polaco fue el difusor de la teoría
heliocéntrica —los planetas giran alrededor del Sol— frente a la geocéntrica admitida en la Edad Media
—la Tierra es el centro del universo. Expuso esta teoría, basada en la de Aristarco de Samos.115116 Este
sistema fue posteriormente desarrollado por Johannes Kepler, quien describió el movimiento de los
planetas conforme a órbitas elípticas.117118 Por último, Galileo Galilei sistematizó estos conocimientos y
formuló los principios modernos del conocimiento científico, por lo que fue procesado por la Inquisición y
obligado a retractarse; sin embargo, está considerado por ello el fundador de la física moderna. 119 Otro
astrónomo destacado de este período fue Tycho Brahe, creador del observatorio de Uraniborg, desde el
que realizó numerosas observaciones astronómicas que sirvieron de base a los cálculos de Kepler.120
También cabe remarcar que en 1582 el papa Gregorio XIII introdujo el calendario gregoriano, que
sustituyó al anterior calendario juliano.121
Las matemáticas también avanzaron notablemente en esta época: Christoph Rudolff desarrolló la
utilización de las fracciones decimales; Regiomontano estudió la trigonometría esférica y rectilínea;122 los
italianos Gerolamo Cardano y Lodovico Ferrari resolvieron las ecuaciones de tercer y cuarto grado,
respectivamente; otro italiano, Tartaglia, utilizó el triángulo aritmético para calcular los coeficientes de un
binomio;123 Rafael Bombelli estudió los números imaginarios;124 François Viète efectuó importantes
avances en trigonometría,125 y creó el simbolismo algebraico;126 Simon Stevin estudió las primeras tablas
de intereses, resolvió el problema de la composición de fuerzas y sistematizó las fracciones decimales.127

27
Ilustración de De humani corporis fabrica, de Andrés Vesalio (1543)

En ciencias naturales y medicina también hubo importantes avances: en 1543 Andrés Vesalio publicó De
humani corporis fabrica, un compendio de anatomía con profusas ilustraciones considerado uno de los
más influyentes libros científicos de todos los tiempos; Bartolomeo Eustachio descubrió las cápsulas
suprarrenales; Ambroise Paré inició la cirugía moderna; Conrad von Gesner inauguró
la zoología moderna con una primera clasificación de animales por géneros y familias; Miguel
Servet describió la circulación pulmonar, y William Harvey la de la sangre; Gabriele Falloppio estudió la
estructura interna del oído; Ulisse Aldrovandi creó el primer jardín botánico en Bolonia; Bernard
Palissy fundamentó la paleogeografía; Caspar Bauhin introdujo un primer método de clasificación de las
plantas; y Zacharias Janssen inventó el microscopio en 1590.128
También avanzó notablemente la geografía y la cartografía, gracias a los numerosos descubrimientos
realizados en esta época. Cabe destacar la labor del flamenco Gerardus Mercator, autor del primer mapa
del mundo (1538) y descubridor de un método de posicionamiento geográfico sobre un mapa del rumbo
dado por una aguja imantada.129
En el terreno de la química, relacionada todavía con la alquimia medieval, hubo escasos
avances: Georgius Agricola fundó la mineralogía moderna, clasificando los minerales según sus
caracteres externos;130 Paracelso aplicó la alquimia a la medicina, estudiando las propiedades de los
minerales como fármacos, en el transcurso de cuyas investigaciones descubrió el cinc; Andreas
Libavius escribió el primer tratado sobre química con una mínima base científica,131 e introdujo diversos
preparados químicos, como el ácido clorhídrico, el tetracloruro de estaño y el sulfato amónico, así como
la preparación del agua regia.132
Por último, conviene citar la figura polifacética de Leonardo da Vinci, ejemplo del hombre renacentista
interesado en todas las materias tanto artísticas como científicas (homo universalis). En el terreno de la
ciencia, realizó varios proyectos como máquinas voladoras, concentradores de energía solar o
calculadoras, que no pasaron de meros proyectos teóricos. También realizó trabajos de ingeniería,
hidráulica y mecánica, y estudios de anatomía, óptica, botánica, geología, paleontología y otras
disciplinas.133
Historiadores como George Sarton y Lynn Thorndike han criticado el efecto del Renacimiento sobre la
ciencia, argumentando que el progreso fue demorado porque los humanistas favorecieron los temas
centrados en el hombre, como política e historia, sobre el estudio de la filosofía natural o la matemática
aplicada. Otros se han localizado en la influencia positiva del Renacimiento puntualizando factores como
el descubrimiento de muchísimos textos ocultos o perdidos, y el nuevo énfasis en el estudio de la lengua

28
y la correcta lectura de textos. Marie Boas Hall acudió el terminó «Renacimiento científico» para designar
la primera fase de la Revolución científica. Recientemente, Peter Dear argumentó a favor de un modelo
de dos fases para explicar la Génesis de la ciencia moderna: un «Renacimiento científico» en los siglos
XV y XVI, centrado en la restauración del conocimiento natural de los antiguos, y una «Revolución
científica» en el siglo XVII, cuándo los científicos pasaron de la recuperación a la invención.

Vida y costumbres[editar]

Diseños de moda de los siglos XV y XVI

Con el Renacimiento y su cultura más humanista e individualista, así como el despegue económico y su
consecuente grado de ostentación social, y unido a los avances tecnológicos, se desarrollaron
notablemente todos los aspectos relacionados con el aspecto individual y el cuidado personal, como
la peluquería y la moda. La peluquería sufrió una profunda transformación y un gran auge en cuanto a
establecimientos y productos dedicados al cuidado del cabello. Se puso de moda la depilación de las
cejas, así como de la frente, a veces hasta medio cráneo. Aumentó el gusto por el teñido, siendo el rubio
el color preferido. Por lo general, los peinados incluían un tocado, con cinco tipos principales: las tocas,
las cofias o albanegas, los bonetes, los rollos y los sombreros. Desde el siglo XVI los peinados,
especialmente los femeninos, fueron ganando en complejidad, con sofisticadas estructuras de rizos,
encajes, cintas y muselinas.134
En el Renacimiento surgió el concepto de moda tal como lo entendemos hoy día: se introdujeron nuevos
géneros y la costura adquirió un alto grado de profesionalización. En la Italia renacentista aparecieron los
trajes más ricos y espectaculares de la historia, de vivos colores y formas imaginativas y originales, que
otorgaban gran relevancia a las mangas, a los pliegues y a las caídas de tela de forma vertical, con
finos bordados y rica pasamanería. En el siglo XVI el calzón corto era a modo de bombacho, y continuó
usándose el jubón medieval, junto a capas de diverso tipo y adornos como la gorguera, una tela de
encajes fruncidos que cubría el cuello. En el atuendo femenino apareció el corsé, que ceñía la cintura,
sobre una falda en forma de campana llamada crinolina, hecha de tela y crin de caballo, y reforzada con
aros metálicos.135
También cobró una especial relevancia la gastronomía, que llegó a altas cotas de refinamiento y
sofisticación. Destacó la cocina veneciana, que gracias a su comercio con Oriente favoreció la
importación de todo tipo de especias: pimienta, mostaza, azafrán, nuez moscada, clavo, canela, etc. Un
factor determinante para una nueva gastronomía fue el descubrimiento de América, de donde llegaron
nuevos alimentos como el maíz, la patata, el tomate, el cacao, los frijoles, el cacahuete, el pimiento,
la vainilla, la piña, el aguacate, el mango o el tabaco.136
El humanismo, también conocido como humanismo renacentista, es una doctrina filosófica y cultural que
surgió en la Europa del siglo XIV, antes del Renacimiento, movimiento al que se mantuvo muy vinculado
aunque el concepto general del humanismo es mucho más amplio.

El humanismo se inspiró en la cultura y los pensamientos clásicos de la Antigua Grecia y Roma, priorizó
la razón humana por sobre la fe y se interesó por el concepto del hombre como centro del universo, en
oposición a las ideas tradicionales y las creencias de la religión ortodoxa.

El humanismo se originó en Italia durante el siglo XIV, en las ciudades de Roma, Florencia y Venecia, con
los poetas y pensadores Dante Alighieri (1265-1321), Francesco Petrarca (1304-1374) y Giovanni Boccaccio
(1313-1375).

29
Fue a partir de 1450, con la invención de la imprenta, que el humanismo alcanzó su apogeo debido a la
difusión masiva de sus ideas. El intelectual italiano Giovanni Pico della Mirandola fue el primero en designar
el término humanismo para designar al movimiento.

Más tarde, alcanzaron notoriedad los filósofos Erasmo de Rotterdam (1466-1536) y Michel de Montaigne
(1533-1592), como dos de los más célebres humanistas europeos de la historia.

Características del humanismo

Entre las principales características del movimiento se destacan:

 El antropocentrismo. Consistía en la idea del ser humano como el centro de todas las cosas, en
oposición al pensamiento teológico de la Edad Media en la que Dios era el centro de la vida.
 La figura del dios creador. Seguía siendo relevante, dado que cumplía un rol fundamental en la
concepción del universo.
 El uso de la razón sobre la fe. Se consideraba a la inteligencia humana como valor supremo para
justificar la existencia.
 La difusión del conocimiento y la educación. Permitieron que la población se empodere y deje de
ser ignorante (durante la Edad Media solo el clero y la nobleza tenían acceso al conocimiento).
 El interés por la filosofía y las ideas clásicas. Se retoman las ideas de la antigua Grecia y Roma,
cuyas costumbres habían sido abandonadas durante la Edad Media.
 El rechazo a los principios y las tradiciones de la Edad Media. llevó al movimiento a mantener un
énfasis por separar a la iglesia del desempeño del Estado.
 La idea de un individuo libre. En oposición a la obediencia de la autoridad absoluta, esta idea fue
posible tras a la incorporación de nuevos conocimientos y entendimiento de la razón.

La gran difusión que obtuvo el movimiento se vio beneficiada por:

 La invención de la imprenta, que permitió la difusión de artículos y de libros a nivel masivo.


 El uso de un lenguaje vulgar o común, de fácil comprensión para la mayoría de la población.
 La apertura de academias y universidades, que permitió que otros sectores de la población también
tuvieran acceso a la educación.

Representantes del humanismo

Erasmo de Róterdam fue un español representante del humanismo.

Entre los principales representantes se destacan:

 El español Erasmo de Róterdam (1466-1536).


 El francés Michel de Montaigne (1533-1592).
 El español Juan Luis Vives (1493-1540)
 El italiano Leonardo Bruni (1370-1444).
 El inglés Tomás Moro (1475-1535).
 El español Antonio Martínez de Cala (1441-1522).

Impacto del humanismo

30
El movimiento de la Ilustración surgió bajo la influencia del humanismo.

Algunos impactos importantes que generó el humanismo fueron:

 La restauración de varias disciplinas que fomentaban el conocimiento y que formaban parte de la


antigüedad greco-romana.
 La revolución en la educación, con la difusión de artículos y la apertura de universidades.
 La revalorización de la literatura y el arte, que resultó un gran aporte a la cultura.

El movimiento humanista se desarrolló durante muchos años y convivió con otras doctrinas que se
originaron durante su existencia.

La Ilustración fue uno de los movimientos más importantes que surgieron en el siglo XVII bajo la
influencia del humanismo renacentista. Esta doctrina intelectual surgió en Francia y se apoyó en el concepto
de la razón humana como base para explicar la existencia, para combatir la ignorancia y la superstición.
Resultó de gran influencia en la Revolución Francesa.

El humanismo renacentista es un movimiento intelectual, filosófico y cultural europeo estrechamente ligado


al Renacimiento cuyo origen se sitúa en la Italia del siglo XV (especialmente en Florencia, Roma y Venecia),
con precursores anteriores, como Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio. Busca los
modelos de la Antigüedad Clásica y retoma el antiguo humanismo greco-romano. Mantiene su hegemonía en
buena parte de Europa hasta finales del siglo XVI. A partir de entonces se fue transformando y diversificando
con los cambios espirituales provocados por el desarrollo social e ideológico: los principios propugnados por
la Reforma protestante (luteranismo, calvinismo, anglicanismo) y la Contrarreforma católica; y más adelante
(hasta finales del siglo XVIII) la Ilustración y la Revolución francesa.
El movimiento, fundamentalmente ideológico, tuvo asimismo una estética impresa paralela, plasmada, por
ejemplo, en nuevas formas de letra, como la redonda, conocida como Letra humanística, evolución de las
letras Fraktur tardogóticas desarrollada en el entorno de los humanistas florentinos como Poggio Bracciolini y
de la cancillería papal, que vino a sustituir mediante la imprenta a la letra gótica medieval.
La expresión humanitatis studia fue contrapuesta por Coluccio Salutati a los
estudios teológicos y escolásticos cuando tuvo que hablar de las inclinaciones intelectuales de su
amigo Francesco Petrarca; en este, humanitas significaba propiamente lo que el término griego filantropía,
amor hacia nuestros semejantes, pero indicando un eje fundamental opuesto al teocentrismo de la cultura
clerical del medioevo que se situaba en torno al hombre, el antropocentrismo, como había ocurrido en la
cultura clásica grecolatina. Por eso el término estaba rigurosamente unido a las litterae o estudio de las letras
clásicas. En el siglo XIX se creó el neologismo germánico Humanismus para designar una teoría de la
educación en 1808, término que se utilizó después, sin embargo, como opuesto a la escolástica (1841) para,
finalmente, (1859) aplicarlo al periodo del resurgir de los estudios clásicos por Georg Voigt, cuyo libro sobre
este periodo llevaba el subtítulo de El primer siglo del Humanismo, obra que fue durante un siglo considerada
fundamental sobre este tema.
El Humanismo propugnaba, frente al canon eclesiástico en prosa, que imitaba el latín tardío de los Santos
Padres y empleaba el simple vocabulario y sintaxis de los textos bíblicos traducidos, los studia humanitatis,
una formación íntegra del hombre en todos los aspectos fundada en las fuentes clásicas grecolatinas, muchas
de ellas entonces buscadas en las bibliotecas monásticas y descubiertas entonces en los monasterios de todo
el continente europeo. En pocos casos estos textos fueron traducidos gracias al trabajo, entre otros,
de Averroes y a la infatigable búsqueda de manuscritos por eruditos monjes humanistas en los monasterios
de toda Europa. La labor estaba destinada a acceder así a un latín más puro, brillante y genuino, y al
redescubrimiento del griego gracias al forzado exilio a Europa de los sabios bizantinos al
caer Constantinopla y el Imperio de Oriente en poder de los turcos otomanos en 1453. La segunda y local
tarea fue buscar restos materiales de la Antigüedad Clásica en el segundo tercio del siglo XV, en lugares con
ricos yacimientos, y estudiarlos con los rudimentos de la metodología de la Arqueología, para conocer mejor la
escultura y arquitectura. En consecuencia el humanismo debía restaurar todas las disciplinas que ayudaran a
un mejor conocimiento y comprensión de estos autores de la Antigüedad Clásica, a la que se consideraba un
modelo de conocimiento más puro que el debilitado en la Edad Media, para recrear las escuelas de
pensamiento filosófico grecolatino e imitar el estilo y lengua de los escritores clásicos, y por ello se
desarrollaron extraordinariamente la gramática, la retórica, la literatura, la filosofía moral y la historia, ciencias
ligadas estrechamente al espíritu humano, en el marco general de la filosofía: las artes liberales o todos los
saberes dignos del hombre libre frente al dogmatismo cerrado de la teología, expuesto en sistemáticos y

31
abstractos tratados que excluían la multiplicidad de perspectivas y la palabra viva y oral del diálogo y
la epístola, típicos géneros literarios humanísticos, junto a la biografía de héroes y personajes célebres, que
testimonia el interés por lo humano frente a la hagiografía o vida de santos medievales, y la mitología, que
representa un rico repertorio de la conducta humana más sugerente para los humanistas que las
castrantes leyendas piadosas, vidas de santos y hagiografías de Jacopo della Voragine y su
leidísima Leyenda dorada. Este tipo de formación se sigue considerando aún hoy como humanista.
Para ello los humanistas imitaron el estilo y el pensamiento grecolatinos de dos formas diferentes: la
llamada imitatio ciceroniana, o imitación de un solo autor como modelo de toda la cultura clásica, Cicerón,
impulsada por los humanistas italianos, y la imitatio eclectica, o imitación de lo mejor de cada autor
grecolatino, propugnada por algunos humanistas encabezados por Erasmo de Róterdam.

 La emigración de sabios bizantinos: debido a que el Imperio bizantino estaba siendo asediado por los
turcos, muchos de ellos buscaron refugio en Europa Occidental, especialmente en Italia, llevando con
ellos textos griegos, promoviendo la difusión de la cultura, los valores y el idioma griego. Por
ejemplo, Manuel Crisoloras, erudito griego de Constantinopla, que enseñó griego en Florencia desde el
año 1396 al 1400 y escribió para uso de sus discípulos la obra Cuestiones de la Lengua griega,
basándose en la Gramática de Dionisio Tracio; su discípulo Leonardo Bruni (1370-1444) fue el primero
que hizo traducciones del griego al latín a gran escala, como también Ambrosio Traversario, quien
además recomendó a Cosme de Médici que adquiriera doscientos códices griegos de Bizancio
o Francesco Filelfo, que se llevó el mismo muchos otros.
 La invención de la imprenta: este invento de Gutenberg permitió el abaratamiento del costo y la difusión
de los libros, garantizando la difusión masiva de las ideas humanistas y la aparición del sentido crítico
contra el magíster dixit o argumento de autoridad medieval.
 La llegada al solio pontificio de Tomas Parentucelli, (Papa Nicolás V) y de Eneas Silvio Piccolomini, (Pío
II) convierte a Roma en uno de los grandes focos del Humanismo.
 La acción de los mecenas: los mecenas eran personas que con su protección política, con su aprecio por
el saber antiguo, con su afán coleccionista o con la remuneración económica a los humanistas para que
se establecieran o costearan sus obras en la imprenta, facilitaron el desarrollo del Humanismo. Estas
personas reunían obras clásicas y llamaban a eruditos conocedores de la literatura griega y romana; por
si eso fuera poco, los acogían en sus palacios. Entre los mecenas más destacados sobresalen: la familia
de los Médici de Florencia Lorenzo de Médicis, llamado el Magnífico y su hermano Juliano de Médicis,
los pontífices romanos Julio II y León X, Cristina de Suecia.
 La creación de universidades, escuelas y academias: las universidades (como la de Alcalá de
Henares, Lovaina, etc.) y las escuelas del siglo XV contribuyeron en gran parte a la expansión
del Humanismo por toda Europa.

Índice

 1Rasgos del humanismo


 2Personalidades históricas
 3Véase también
 4Bibliografía
 5Enlaces externos

Rasgos del humanismo[editar]

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La escuela de Atenas, fresco de Rafael.

Algunos de los rasgos ideológicos del humanismo son:

 Estudio filológico de las lenguas e interés por la recuperación de la cultura de la Antigüedad clásica.
 Creaciones artísticas basadas en la imitación o mímesis de los maestros de la civilización grecolatina.
 El antropocentrismo o consideración de que el hombre es importante, su inteligencia el valor superior, al
servicio de la fe que le une con el Creador.
 Se restaura la fe en el hombre contemporáneo porque posee valores importantes capaces de superar a
los de la Antigüedad Clásica.
 Se vuelve a apreciar la fama como virtud de tradición clásica, el esfuerzo en la superación, y el
conocimiento de lo sensorial.
 La razón humana adquiere valor supremo.
 En las artes se valora la actividad intelectual y analítica de conocimiento.
 Se ponen de moda las biografías de Plutarco y se proponen como modelos, frente al guerrero medieval,
al cortesano y al caballero que combina la espada con la pluma.
 Se ve como legítimo el deseo de fama, gloria, prestigio y poder (El príncipe, de Maquiavelo), valores
paganos que mejoran al hombre. Se razona el daño del pecado que reducen al hombre al compararlo
con Dios y degradan su libertad y sus valores según la moral cristiana y la escolástica.
 El comercio no es pecado y el Calvinismo aprecia el éxito económico como señal de que Dios ha
bendecido en la tierra a quien trabaja.
 El deseo de la unidad política y religiosa de Europa bajo un solo poder político y un solo poder religioso
separado del mismo: se reconoce la necesidad de separar moral y política; autoridad eterna y temporal.
 El equilibrio en la expresión, que debe ser clara, y no recargada ni conceptuosa: «El estilo que tengo me
es natural y, sin afectación ninguna, escribo como hablo; solamente tengo cuidado de usar vocablos que
signifiquen bien lo que quiero decir, y dígolo cuanto más llanamente me es posible porque, a mi parecer,
en ninguna lengua está bien la afectación.» (Juan de Valdés).
 La idealización y estilización platónica de la realidad. Se pinta la realidad mejor de lo que es, se la
ennoblece (nobilitare).
 El arte humanista toma la materia popular y la selecciona para transformarla en algo estilizado e
idealizado, de la misma manera que la novela pastoril recrea una vida campestre desprovista de las
preocupaciones habituales al campesino. En el arte humanista no hay lugar para las manifestaciones
vulgares de la plebe que se verán más tarde en el siglo XVII con el Barroco.
 El optimismo frente al pesimismo y milenarismo medievales. Existe fe en el hombre: la idea de que
merece la pena pelear por la fama y la gloria en este mundo incita a realizar grandes hazañas y emular
las del pasado. La fe se desplaza de Dios al hombre.
 El retorno a las fuentes primigenias del saber, la lectura de los clásicos en los textos originales y no a
través de la opinión que dieron sobre ellos los Santos Padres y la religión católica.
 La lógica aristotélica frente al argumento de autoridad medieval: la imprenta multiplica los puntos de vista
y los debates, enriqueciendo el debate intelectual y la comunicación de las ideas. Se ponen de moda los
géneros del diálogo y la epístola, todo lo que suponga comunicación de ideas. Se propone la libre
interpretación de la Biblia y su traducción a las lenguas vulgares (Lutero) frente a que solo sea
interpretada por la Iglesia Católica.

33
 Ginecolatría, alabanza y respeto por la mujer. Por ejemplo, el cuerpo desnudo de la mujer en el arte
medieval representaba a Eva y al pecado; para los artistas humanistas del Renacimiento representa el
goce epicúreo de la vida, el amor y la belleza (Venus).
 Búsqueda de una espiritualidad más humana, interior, (devotio moderna, erasmismo), más libre y directa
y menos externa y material.
 El reconocimiento de los valores humanos acabando con la Inquisición y el poderío de la Iglesia
En sus comienzos, el humanismo es un movimiento regenerador y en sus principios básicos se encuentra ya
bosquejado en tiempos muy anteriores, por ejemplo, en las obras de Isócrates, que se impuso una labor de
regeneración parecida en la Grecia del siglo IV a. C. En tiempos modernos se encuentra estrechamente
ligado al Renacimiento y se benefició de la diáspora de los maestros bizantinos de griego que difundieron la
enseñanza de esta lengua, muy rara hasta entonces, tras la caída de Constantinopla en poder de los turcos
en 1453; la imprenta y el abaratamiento de los libros subsiguiente facilitó esta difusión fuera del ámbito
eclesiástico; por entonces el término humanista servía exclusivamente para designar a un profesor de lenguas
clásicas. Se revitalizó durante el siglo XIX dando nombre de un movimiento que no solo fue pedagógico,
literario, estético, filosófico y religioso, sino que se convirtió en un modo de pensar y de vivir vertebrado en
torno a una idea principal: en el centro del Universo está el hombre, imagen de Dios, criatura privilegiada,
digna sobre todas las cosas de la Tierra (antropocentrismo). Posteriormente, en especial en España durante
la segunda mitad del siglo XVI, el antropocentrismo se adulteró en forma de un cristocentrismo que proponía
la ascética y la mística como formas de vida que condujeron al desengaño barroco, que desvirtuó durante el
siglo XVII este movimiento en un principio renovador impidiendo abrir nuevos horizontes.

Personalidades históricas[editar]
Los autores más señeros de este movimiento fueron:

 Dante Alighieri (1265-1321), fue el primero en situar a la Antigüedad en el centro de la vida cultural.
 Francisco Petrarca (1304-1374), es conocido como el padre del humanismo. Fue el primero en señalar
que para ser culto y adquirir verdadera humanidad, era indispensable el estudio de las lenguas y letras
de los clásicos.
 Giovanni Boccaccio (1313-1375), al igual que Petrarca, dedicó su vida al estudio de los clásicos,
especialmente a los latinos, y realizó un importante compendio mitológico, la Genealogía de los dioses
paganos.
 Coluccio Salutati (1331–1406).
 Gemisto Pletón (1355-1452). Humanista y filósofo bizantino, unos de los principales impulsores del
estudio del griego en el mundo latino, y del platonismo. Ferviente seguidor de Platón, enseñó en
Florencia y estableció la base para la creación de la Academia de Florencia.
 Leonardo Bruni (1374-1444), a quien se debe un profundo impulso a la traducción de la literatura griega.
 Poggio Bracciolini (1380–1459), gran perseguidor de manuscritos por toda Europa; a él se debe
principalmente la recuperación de numerosos escritos de Cicerón y de otros autores importantes
como Lucrecio y la consideración del latín como una lengua viva y aún creativa.
 Antonio Beccadelli el Panormitano (1394-1471), jurista, poeta y erudito italiano.
 Leon Battista Alberti (1404-1472). Sacerdote, humanista y secretario personal de seis papas, Doctor en
Derecho Canónico, físico, matemático y arquitecto.
 Lorenzo Valla (1407-1457), fundador de la filología por su estudio de los poetas latinos y su proposición
de una nueva gramática. Quizá su logro más conocido fue su descubrimiento, basado en pruebas
filológicas, de la falsedad del documento medieval Donación de Constantino supuestamente redactado
por este emperador, y por el que se otorgaban los territorios de la Italia central al cuidado del papa
romano.
 Alfonso de Palencia (1423-1492), historiador y políglota.
 Giovanni Pontano (1426-1503) poeta neolatino e historiador italiano.
 Marsilio Ficino (1433-1499), divulgó la filosofía de Platón por Europa.
 Antonio de Nebrija (1441-1522), logró renovar los métodos de enseñanza de las lenguas clásicas en
España.
 Gonzalo García de Santa María (1447-1521)
 Angelo Poliziano (1454-1494), humanista y poeta italiano.
 Lucio Marineo Sículo (1460-1533)

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 Pico della Mirandola (1463-1494), quien probablemente haya sido el primero en utilizar la
palabra humanista para referirse al nuevo movimiento. Fue el autor de un Discurso sobre la dignidad del
hombre.
 Erasmo de Róterdam (1466 - 1536), fue la gran figura intelectual en el debate entre católicos y
protestantes y creador de una corriente personal dentro del humanismo de crítica del cristianismo
medieval tradicional, el erasmismo, a través de sus Colloquia y diversos opúsculos.
 Guillaume Budé (1467-1540), humanista francés que editó en su país numerosos autores clásicos
grecolatinos.
 Hernán Núñez de Toledo el Comendador Griego (1475-1553), helenista y humanista.
 Tomás Moro (1478-1535), humanista inglés autor de un escrito satírico que sirvió de modelo a otros
muchos, la Utopía, y se enfrentó en defensa de sus ideas al rey Enrique VIII.
 Giulio Cesare Scaligero (1484-1558), gran filólogo y preconizador de la imitatio ciceroniana frente a
la imitatio ecléctica de Erasmo de Róterdam.
 Juan de Valdés (1509-1541), humanista español y autor del primer tratado que hace del español una
lengua noble, y defiende la idea de que todas las lenguas son nobles en el Diálogo de La Lengua.
 Juan Luis Vives (1492-1540), amigo de Erasmo y de Tomás Moro, el primero en tratar la psicología como
disciplina científica y con contribuciones originales en todo tipo de materias.
 Robert Estienne (1503-1559), humanista francés con labor comparable a la del impresor y
humanista Aldo Manuzio en Italia.
 Michel de Montaigne (1533-1592), quien vertió a la lengua vulgar lo más selecto del pensamiento
grecolatino creando el género del ensayo, típicamente humanista.
Todos estos y muchos otros, crearon el espíritu de una nueva época, el Renacimiento, que se expandió a
través del invento de la imprenta y las magníficas ediciones de clásicos del impresor Aldo Manuzio y sus hijos
y discípulos.
El Humanismo, como uno de los fundamentos ideológicos del Renacimiento, suponía una evidente ruptura
con la idea de religión que se manejaba hasta entonces en la que Dios era centro y razón de todas las cosas.
Con el Humanismo, Dios no perdía su papel predominante, pero se situaba en un plano diferente, y ya no era
la respuesta a todos los problemas. Probablemente el autor que supo aunar mejor que ninguno la filosofía
humanística con el pensamiento cristiano fue Erasmo de Róterdam.

ETCA

Qué es Juicio ético:


Un juicio ético es la facultad de razonar y determinar qué acción, conducta o actitud es la más
adecuada, de entre un conjunto de alternativas, en función del sistema de valores que compartimos con la
sociedad donde vivimos.
En este sentido, el juicio ético es aquel que nos permite identificar, en una situación o circunstancia
determinada, cuál es el dilema ético que se nos plantea, y, en consecuencia, nos ayuda a analizar cuál de
las opciones con que contamos es la que más se ajusta a nuestra situación, siempre teniendo en
consideración el marco del sistema de valores morales en que nos encontramos. Asimismo, el juicio ético nos
indica cuál es el modo más conveniente de aplicar nuestras determinaciones a la hora de solucionar el
problema al que nos estemos enfrentando.
De allí que el juicio ético sea una herramienta fundamental para la toma de decisiones, especialmente
cuando necesitamos optar por la más acorde en relación con aquello en que una sociedad se identifica con lo
bueno o lo malo.
La importancia de desarrollar la capacidad para el juicio ético radica en que nos posibilita discernir de
manera más eficiente las razones que justifican nuestras decisiones, así como comprender mejor dónde se
encuentra el problema ético y cuál es su solución más adecuada.
Ejemplos de juicios éticos los encontramos a lo largo de nuestras vidas. Por ejemplo, en la escuela nos
forman para hacer juicios éticos en relación con aquellas acciones que convengan mejor a nuestros
propósitos de ser personas honradas y honestas. De allí que hacer carrera en el mundo del crimen o del
narcotráfico sean opciones frente a las cuales nos enseñan a reflexionar sobre las consecuencias que
acarrean. En ese sentido, un juicio ético establecería que el crimen tiene consecuencias atroces en nuestras
vidas y las vidas de nuestros seres queridos y, en consecuencia, por nuestro bien y el de nuestros más
cercanos, no debemos contemplar esa opción.

35
Vea también Crimen

Diferencias entre juicio ético y juicio moral


El juicio ético y el juicio moral son cosas diferentes. Mientras que el juicio ético supone la consideración
razonada de las consecuencias éticas de una acción, determinación o conducta, en relación con el sistema de
valores y reglas que una sociedad comparte; el juicio moral se refiere más bien a la facultad de juzgar y
valorar una acción, determinación o conducta, en función de si es correcta o incorrecta y de si sus
consecuencias son buenas o malas. En este sentido, el juicio ético se enfoca en el raciocinio, en la
capacidad para reconocer un dilema ético y para determinar cuál es la manera más correcta de actuar en
relación con nuestro sistema de valores y con las alternativas que poseemos, mientras que el juicio moral se
limita a hacer valoraciones positivas o negativas en torno a acciones o conductas.

Qué es el Juicio moral:

Juicio moral es un acto mental que permite diferenciar entre lo correcto o incorrecto. Es una valoración
que la persona realiza frente a una acción juzgando si es buena o mala.

El juicio es la facultad de entendimiento que permite discernir y juzgar mientras que la moral es relativa a las
conductas de las personas desde el punto de vista de la bondad o maldad, es por ello que el juicio moral es la
aptitud de cada persona para afirmar o negar el valor moral de una situación determinada.

En principio es en el hogar en donde enseñan cuales son los valores morales, luego las instituciones
educativas y por último el medio ambiente que nos rodea. Asimismo, el juicio moral se va formando en base a
las experiencias vividas de cada persona que van evaluando lo que es correcto dentro de una sociedad, por
medio del juicio moral se establece si una acción carece de principios éticos o contraría a los mismos.

El juicio moral está comprendido por 3 elementos; el objeto está referido por la conducta elegida por el
sujeto, las circunstancias es el grupo de condiciones que acompañan el acto y la intención es aquello por el
cual el hombre realiza una determinada acción.

La moral como ya fue alusivo es el conjunto de valores, creencias, principios, normas de una sociedad o
personas y en contraposición a lo referido se observa el término de inmoral que es todo aquello que
contradice a la moral y a las buenas costumbres.

En referencia a lo anterior se debe destacar que en muchas ocasiones lo que es moral para una persona
puede ser un acto inmoral para otro sujeto, por ejemplo una adolescente de 16 años que aborte debido a que
para ella su futuro se ve comprometido, para una persona ese acto puede ser inmoral ya que va en contra de
los principios de la religión católica y a su vez está matando a una vida pero para otros pueden ser un acto
moral ya que la persona tiene derecho de elegir como va enfrentar su vida.

La moral en filosofía intenta formular una teoría del comportamiento humano y analizar las razones que se
tienen al actuar, es decir, la moral busca elaborar un sistema comprensivo de principios que guie las acciones
del hombre, de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, de lo correcto o incorrecto. La moral filosófica la posee
aquel que actúe acorde a unos principios filosóficos y no el que hable de una forma y actúa de otra.

Vea también:

 Ética y moral
 Moral

Juicio moral y juicio ético

El juicio moral es lo que permite al ser humano determinar lo que es bueno y malo, justo e injusto, correcto e
incorrecto de una situación o conducta determinada. Es la capacidad que permite estimar o evaluar sobre las
acciones o relaciones humanas en referencia a un valor moral. En cambio, el juicio ético estudia las normas
y valores morales impuestos por una sociedad e investiga las razones que justifica un sistema moral y como
se ha de aplicar en el individuo y a nivel social

36
La interculturalidad se puede definir como el proceso de comunicación e interacción entre personas o
grupos con identidades culturales específicas,donde no se permite que las ideas y acciones de una persona o
grupo cultural esté por encima del otro, favoreciendo en todo momento el diálogo, la concertación y, con ello,
la integración y convivencia enriquecida entre culturas.
Las relaciones interculturales se emplean mediante el respeto a la diversidad y el enriquecimiento mutuo; sin
embargo, no es un proceso exento de conflictos. Estos pueden resolverse mediante el proceso del respeto, la
generación de contextos de horizontalidad para la comunicación, el diálogo, la escucha mutua, el acceso
equitativo y oportuno a la información pertinente, la búsqueda de la concertación y la sinergia.
La interculturalidad no se refiere tan solo a la interacción que ocurre a nivel geográfico sino más bien, en cada
una de las situaciones en las que se presentan diferencias. Hay que tener en cuenta que la interculturalidad
depende de múltiples factores, como las distintas concepciones de cultura, los obstáculos comunicativos, la
carencia de políticas estatales, las jerarquías sociales y las diferencias económicas. Además de acuerdo a la
perspectiva con la que sea observada puede entenderse de una u otra forma. Por ejemplo, si se analiza el
concepto desde la ética podemos descubrir que la forma en la que se involucra en el enraizamiento de los
valores sociales es a través de la promoción del respeto de la diversidad, donde cada persona tiene derecho a
ser como desea y el mismo paradigma vale para los colectivos. La ética intenta inculcar valores afines para
construir sociedades democráticas, integradas y donde la armonía sea protagonista de la interacción social.
Multiculturalidad es la existencia de varias culturas que conviven en un mismo espacio físico, geográfico o
social. Abarca todas las diferencias que se enmarcan dentro de la cultura, ya sea, religiosa, lingüística, racial,
étnica o de género.

La multiculturalidad es un principio que reconoce la diversidad cultural existente en todos los ámbitos y
promueve el derecho a esta diversidad.

Según la sociología o la antropología cultural, la multiculturalidad es la constatación de que coexisten varias


culturas en un mismo espacio geográfico o social, pero no implica necesariamente que exista una influencia o
intercambio importante entre ellas.

Es por ello que la multiculturalidad puede verse en la formación comunidades aisladas como, por ejemplo, los
barrios italianos, chinos o palestinos que existen en algunas grandes ciudades, sin o con muy poco contacto
con la comunidad local.

Cuando las comunidades logran mantener un intercambio en respeto y tolerancia los expertos lo
llaman multiculturalismo.
Vea también:

 Pluriculturalidad.

 Diversidad cultural.
Características de la multiculturalidad
La multiculturalidad se caracteriza por:

 Promover el respeto y la tolerancia por las diferencias.

 Desterrar prejuicios y estereotipos asociados.

 Generar una convivencia armoniosa.

 Crear intercambios entre los diferentes grupos.


Vea también Mestizaje cultural.

Multiculturalidad e interculturalidad
La multiculturalidad y la interculturalidad son dos conceptos ligados entre sí. La multiculturalidad predica la
diversidad cultural incluyendo la interculturalidad. La interculturalidad se refiere específicamente a
la interacción e intercambios entre estos diferentes grupos y comunidades.

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Multiculturalismo es un término con una amplia gama de significados en los contextos de la sociología,
la filosofía política y el uso coloquial. En sociología y en el uso cotidiano, es un sinónimo de "pluralismo
étnico", con los dos términos siendo utilizados indistintamente; por ejemplo, un pluralismo cultural en el que
diversos grupos étnicos colaboran y entran en diálogo entre ellos sin tener que sacrificar a sus identidades
particulares.
Puede describir un área de comunidad étnica mixta donde existen múltiples tradiciones culturales o un solo
país dentro del cual lo hacen. Los grupos asociados con un grupo étnico aborigen y grupos étnicos
extranjeros a menudo son el foco.
El multiculturalismo se empezó a difundir en países anglosajones como Canadá y Estados Unidos, en cada
uno de estos se utilizó de manera distinta pero con ciertas similitudes y a raíz de este acontecimiento este
término fue utilizado en todo el mundo.
En Canadá se ratificó un acta especial para legalizar el bilingüismo y el multiculturalismo; en América latina ha
sido utilizado de diferentes formas a las que se les ha dado diferentes conceptos, como heterogeneidad,
transculturación, hibridez, etc.; y en Estados Unidos el debate ha sido intenso, pues el uso del
multiculturalizmo implica una polarización apuntando a la coexistencia de grupos étnicos. Un eje fundamental
del multiculturalismo en América latina y en México, han sido los medios masivos de comunicación, pues
quizá ha sido la vía principal para la integración cultural y política de la comunidad global. Pues estas grandes
ciudades donde hay gran cantidad de culturas y pensamientos son espacios que se reordenan
multiculturalmente a través del consumo y la comercialización. Actualmente en América latina es difícil lidiar
con el concepto de multiculturalismo, pero para avanzar en este aspecto es necesario desarraigarnos del
concepto anglosajón del multiculturalismo pues algunos autores afirman que el multiculturalismo lleva consigo
un racismo intrínseco a la hora de respetar el espacio cultural de cada sociedad cada una se aparta, llegando
así a un uso inadecuado de este concepto.

Toronto (Canadá) es una de la urbes más multiculturales del mundo, con casi un 40% de su población de
origen extranjero.

En referencia a la sociología, el multiculturalismo es el estado final de un proceso natural o artificial (por


ejemplo, la inmigración legalmente controlada) y se produce en una escala nacional grande o en una escala
menor dentro de las filosofía política involucra ideologías y políticas que varían ampliamente, 1 que van desde
la defensa de la igualdad de respeto a las diversas culturas en una sociedad, a las políticas de promoción del
mantenimiento de la diversidad cultural, a las políticas en las que las autoridades abordan a las personas de
diversos grupos étnicos y religiosos según al grupo al que pertenecen.23
El multiculturalismo que promueve el mantenimiento del carácter distintivo de las culturas múltiples a menudo
se contrasta con otras políticas de asentamiento como la integración social, la asimilación cultural y
la segregación racial. El multiculturalismo ha sido descrito como una "ensaladera" y un "mosaico cultural"4 en
contraste con el crisol de razas.
Se han desarrollado dos estrategias diferentes y aparentemente inconsistentes a través de diferentes políticas
y estrategias gubernamentales. El primero se centra en la interacción y la comunicación entre diferentes
culturas; este enfoque también se conoce a menudo como interculturalismo. El segundo se centra en la
diversidad y la singularidad cultural que a veces puede dar lugar a una competencia intercultural por el
empleo, entre otras cosas, y puede conducir a conflictos étnicos.56 La controversia en torno al tema del
aislamiento cultural incluye la guetización de una cultura dentro de una nación y la protección de los atributos
culturales de un área o nación. Los defensores de las políticas gubernamentales a menudo afirman que las
protecciones artificiales guiadas por el gobierno también contribuyen a la diversidad cultural global.78 El
segundo enfoque de la formulación de políticas multiculturalistas sostiene que evitan presentar valores
comunitarios étnicos, religiosos o culturales específicos como centrales.9

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