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Humanismo y Renacimiento cultural

1. Humanismo y Renacimiento
El Renacimiento es el concepto que se utiliza convencionalmente para designar el
movimiento cultural general que se desarrolló en Europa occidental entre los siglos XIV y
XVI, basado en el redescubrimiento de los modelos de la Antigüedad clásica en todos los
órdenes de la vida. Significa que, frente a la cultura de matriz casi exclusivamente cristiana
que había dominado la Edad Media, en relación con él se encuentra el Humanismo, como
concepto más específico que hace referencia a la corriente de pensamiento vinculada al
Renacimiento y caracterizada fundamentalmente por situar al hombre como centro y medida
de todas las cosas, en contraposición a las concepciones medievales en las que Dios ocupaba
ese lugar. El Renacimiento y el Humanismo constituyen uno de los cambios característicos
del tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna.
El término “Renacimiento” surge a mediados del siglo XIX, tras el período de admiración
medieval que fue el Romanticismo. El autor más destacado en la introducción del término
fue BURCKHARDT, para quien la quiebra entre Edad Media y Renacimiento resultaba ya
evidente a mediados del siglo XV. Esta idea conecta con algunos eruditos italianos de los
siglos XIV y XV que hablaron del “despertar” de su época, de una “edad de oro” contrapuesta
a la “edad oscura” medieval. En el siglo XX, los historiadores han ampliado la delimitación
temporal (existen tendencias renacentistas desde la Baja Edad Media) y espacial (junto al
Renacimiento “pagano” de Italia se ha hablado de un Renacimiento “cristiano” nórdico cuya
figura más representativa sería Erasmo) del término. A finales del siglo XX, BURKE definió
el Renacimiento no como un período concreto, sino como una dinámica expansiva en amplio
contexto: lo ocurrido en el siglo XIV en Florencia, en el XV en el conjunto de Italia y en el
XVI por toda Europa debe situarse en una trayectoria de cambio histórico a largo plazo entre
los años 1000 y 1800.
El paradigma aristotélico se mantiene en Filosofía Natural, pero en otros campos aparecen
algunas innovaciones. Los redescubiertos conocimientos matemáticos adquieren importancia
gracias a su aplicación a muchos oficios y técnicas de la época. En Medicina, el flamenco
Vesalio sienta las bases de una nueva anatomía de la observación. En Astronomía, la
formulación de la teoría heliocéntrica por Copérnico (1540) supondrá a la larga un verdadero
cambio del paradigma cosmológico, aunque su asimilación será lenta. Frente al escaso
desarrollo científico, en el Renacimiento se generaliza una serie de innovaciones técnicas que
venían desarrollándose desde la Baja Edad Media. El paradigma humanista es Leonardo da
Vinci, quien junto con su gran formación científica tenía un gran conocimiento de los
artificios mecánicos. Las innovaciones técnicas tuvieron una gran expansión en el ámbito
militar (1450). Los descubrimientos geográficos estimulan el desarrollo de una nueva
cartografía (1569). A nivel más cotidiano, se generalizan las lentes para corregir defectos
visuales y los relojes de tamaño manejable.
2. Humanismo y cultura renacentista en Italia
La eclosión de la cultura renacentista se sitúa en el norte y centro de Italia en los siglos XIV
y XV. El momento coincide con el afianzamiento de ciudades-Estado de gran importancia
comercial. Entonces las ciudades italianas ocupaban un espacio intermedio entre las esferas
de influencia del Papado y el Imperio. El Renacimiento cultural interesó allí a tres minorías
definidas: las oligarquías ciudadanas dirigentes, intelectuales y funcionarios, y artistas
plásticos. Familias de banqueros y comerciantes se encuentran en el origen del estímulo
cultural renacentista, pero también las cortes ducales. Sin embargo, en la económicamente
próspera república de Venecia, apenas hubo efervescencia cultural. El retorno a la
Antigüedad clásica está en la base de los intereses renacentistas, más lo romano que lo griego
dada la mayor cercanía en Italia. Pero los humanistas pretendieron convertirse en romanos
sin dejar de ser cristianos. La cultura renacentista cristalizó sobre todo en cuatro centros.
Destaca ante todo la ciudad de Florencia en el siglo XV, donde se desarrolla un Humanismo
que pretende la salvaguardia de las libertades republicanas, pero esta corriente quebrará en
1494, con la caída de los Médicis y la aparición de las predicaciones apocalípticas de
Savonarola. El reino de Nápoles constituyó también un importante foco cultural en el siglo
XV, con el patrocinio de Alfonso V de Aragón. La ciudad de Roma fue otro núcleo
renacentista evidente, con el mecenazgo de los papas y destacando la monumental obra de la
Basílica de San Pedro. Por último, en Venecia la clase gobernante se identificó con un
Humanismo republicano durante los siglos XV y XVI, destacando la renovación aristotélica
llevada a cabo en la Universidad de París frente al neoplatonismo.
En la base se mantiene el aristotelismo medieval de Tomás de Aquino, conciliando revelación
y razón, que afirmaba la posibilidad de elaborar, por analogía y abstracción a partir de la
experiencia del mundo sensible, un conocimiento conceptual del mundo que tendría
correspondencia con las realidades esenciales divinas. Este aristotelismo tomista volvió con
fuerza durante la Reforma católica del siglo XVI. Guillermo de Ockam había complicado el
panorama en el siglo XIV, al afirmar que las observaciones sensibles permitían acceder a una
ciencia experimental, pero que no tenían por qué corresponderse con las realidades esenciales
divinas, ya que no es posible un conocimiento racional de estas últimas y los conceptos no
son más que nombres de las especies, sin necesaria relación con las esencias. Frente al
realismo y el nominalismo, el aristotelismo averroísta postulaba que existía una doble verdad,
separando la Filosofía de la Fe. La segunda gran corriente filosófica del Renacimiento es el
neoplatonismo. El conocimiento de Platón en la Edad Media era muy reducido, hasta que en
1421 Leonardo Bruni traduce los Diálogos al latín. Ficino fue el gran difusor de las doctrinas
neoplatónicas, intentando conciliar en línea espiritualista a Platón con Aristóteles. En
definitiva, el Renacimiento en filosofía no fue tanto un sistema cerrado como una aspiración
de recuperar las ideas de los clásicos.
3. Humanismo y Renacimiento en Europa
La recepción del Renacimiento en el resto de Europa se produce entre finales del siglo XV y
principios del XVI. Destaca la labor de mecenazgo de las monarquías, las autoridades
eclesiásticas y los patriciados urbanos. En España, la influencia del Humanismo italiano
penetró por Aragón hacia Castilla. La figura más representativa es Antonio de Nebrija,
formado en lenguas clásicas en Bolonia y profesor en las universidades de Salamanca y
Alcalá, quien escribió numerosas obras de enseñanza del latín y la primera Gramática
castellana (1492). Además, en España tenían gran influencia las obras de Erasmo, con
famosos partidarios como el inquisidor general Alonso Manrique. Sin embargo, a partir de
la década de 1530, comenzará la persecución de los erasmistas, acusados de filoluteranos. En
Francia, el Humanismo tuvo un desarrollo tardío, debido al conservadurismo escolástico que
imperaba en la Universidad de la Sorbona. Sin embargo, el Humanismo francés cristalizó en
las figuras de Lefèvre d’Étaples y Budé.
El arte renacentista italiano no fue difundido de manera homogénea y global, sino
heterogénea y fragmentaria. En arquitectura, encontramos influencias renacentistas en
edificios de tradición gótica, aunque también hay ejemplos de trasplante de morfologías
puramente italianas. En pintura, Durero funde la forma clásica con el expresionismo gótico.
En el ámbito de las letras, el Renacimiento supuso una progresiva revitalización de las
lenguas vernáculas en toda Europa, aunque los libros en latín mantuvieron su dignidad. Los
nuevos géneros literarios surgidos en Italia se difunden, como el poema épico y el drama
costumbrista.
4. Disgregación del Renacimiento
Entre los intelectuales se observan distintas tendencias. Frente a las guerras civiles y
religiosas, algunos reaccionan con actitudes de repliegue, favoreciendo el resurgir del
estoicismo. La reafirmación de las culturas nacionales en el Renacimiento tardío supone un
cierto rechazo del predominio italiano de la etapa anterior. La eclosión del teatro nacional y
de la literatura nacional es muy representativo. En Italia, al Renacimiento liberal de las
ciudades-Estado sucede un nuevo Renacimiento de talante aristocrático y principesco, más
caprichoso y cortesano. Frente al formalismo de la etapa anterior, ahora las normas clásicas
son transgredidas y hacen su aparición la originalidad y las fantasías. En las artes plásticas,
la “maniera” personal en la interpretación del lenguaje clásico se impone, preludiando el
Barroco. Esta tendencia no se difundirá a otros países europeos hasta finales del siglo XVI.
En la segunda mitad del siglo XVI, la cultura cosmopolita del Humanismo ha sido
reinterpretada en función de los intereses de las tres grandes religiones enfrentadas:
Luteranismo, Calvinismo y Catolicismo. A partir del Concilio de Trento (1545-1563), los
nuevos valores de la Contrarreforma católica irradian desde Roma y la Monarquía
Hispánica.

Jair Alexander Valdez Arenas 6-B

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