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Por su parte, el siglo XVI estuvo marcado por los grandes descubrimientos
geográficos iniciados con la llegada de Colón a América en 1492, como el
establecimiento de la ruta del Cabo por Vasco da Gama en 1498, la vuelta al mundo
de Magallanes entre 1519 y 1521, el desembarco de Cortés en México, 1519, y la
conquista del Perú por Pizarro (1530-1533); así como por la ruptura de la unidad
cristiana causada por la Reforma protestante de Martín Lutero (1520), el desarrollo
de la ciencia y la técnica (Nova Scientia de Tartaglia, 1538; De revolutionibus de
Copérnico, 1543; Anatomía de Vesalio, 1543) y la expansión del humanismo (Erasmo de
Róterdam, Giovanni Pico della Mirandola, Ludovico Ariosto, Tomás Moro, Juan Luis
Vives, François Rabelais).8
Definición
La Fornarina, pintura de Rafael, expuesta en el Palacio Barberini de Roma. En el
Renacimiento se afianza el retrato como género autónomo. Aquí se aprecia además el
interés por el desnudo, procedente del arte clásico.
No cabe duda de que el Renacimiento evolucionó en buena medida del arte medieval,
una parte del cual no había dejado de valorar e imitar el arte clásico; pero el
artista renacentista buscó imperiosamente distanciarse de la etapa anterior, a la
que menospreciaban por su supeditación a los valores religiosos y por su estilo
antinaturalista, proveniente no de una falta de habilidad técnica en imitar a la
naturaleza, sino de una voluntad propia de eludirla para enfatizar otros valores
más subjetivos, ligados a la espiritualidad. Sin embargo, el propio artista
renacentista no valoró este hecho y se sintió distinto, «renacido»; así, Lorenzo
Valla llegó a afirmar que no sabía por qué las artes «habían decaído hasta tal
punto, y casi muerto; ni tampoco por qué habían resurgido en esa época; apareciendo
y triunfando tantos buenos artistas y escritores».15
David (1440), de Donatello, Museo Nazionale del Bargello, Florencia. En esta obra
se representa un personaje bíblico como un héroe de la Antigüedad clásica, una
clara muestra del nuevo concepto renacentista del arte.
Buena parte del surgimiento de esta nueva escala de valores, en que artistas y
literatos serán exaltados por encima de personajes de noble cuna, proviene del
sistema de ciudades-estado italianas de tipo republicano, alejadas así de los modos
autoritarios de la aristocracia y el clero, con sociedades en que se valoraba más
el mérito propio que no el proveniente del nacimiento en una determinada estirpe.
En esta nueva sociedad se valora más la virtud cívica que la caballeresca o
contemplativa, el talento personal —fuese en los negocios, la ciencia o el arte—
que el rancio abolengo.16
Conviene remarcar que un factor que coadyuvó enormemente al éxito de las nuevas
teorías artísticas fue el mecenazgo, tanto de ciudades y entidades de diversa
índole como de personajes provenientes tanto de la aristocracia y el clero como de
la nueva burguesía emergente. Para estos personajes, el patronazgo de la cultura
era una señal de poder y estatus social, que otorgaba a quien lo ejercía prestigio
y ostentación frente a sus semejantes. Algunos de los mecenas más distinguidos
fueron: el florentino Lorenzo de Médicis, apodado «el Magnífico»; Federico da
Montefeltro, duque de Urbino; Ludovico Gonzaga, marqués de Mantua; Alfonso el
Magnánimo, rey de Nápoles; Francesco y Ludovico Sforza, duques de Milán; además de
los papas y cardenales de la Iglesia.17
La segunda fase del Renacimiento, o Cinquecento (siglo XVI), estuvo marcada por la
hegemonía artística de Roma, cuyos papas (Julio II, León X, Clemente VII y Paulo
III, algunos de ellos pertenecientes a la familia florentina de los Médici)
apoyaron fervorosamente el desarrollo de las artes, así como la investigación de la
antigüedad clásica. Sin embargo, con las guerras de Italia (saco de Roma en 1527),
muchos de estos artistas emigraron y propagaron las teorías renacentistas por toda
Europa.14
Así, a lo largo del siglo XVI el Renacimiento italiano se extendió por toda Europa,
desde Portugal hasta Escandinavia, y desde Francia hasta Rusia. Muchos artistas
viajaron en busca de formación o mecenazgo, y las grandes cortes europeas —como
Fontainebleau, Madrid, Praga o Dresde— se llenaron de artistas de múltiples
nacionalidades. Se valoraba especialmente a los artistas italianos, pero numerosos
extranjeros que fueron a formarse a Italia adquirieron así una nueva reputación. Un
factor coadyuvante de la difusión del nuevo arte fue el grabado, cuya fabricación
en serie permitió expandir las obras de los artistas por todo el continente.20
También aumentó considerablemente el mercado del arte, y la labor de los marchantes
fue esencial para conectar a artistas y compradores; uno de los mayores centros de
mercado del arte de la época fue Amberes.21 También creció el coleccionismo, y
aparecieron las llamadas «cámaras de arte» (Kunstkammern), generalmente
pertenecientes a personajes de la aristocracia y la realeza, unas estancias donde
se exponían objetos de arte de todo tipo, libros y objetos de toda clase, e incluso
minerales o muestras naturales, de la flora y la fauna; una de las más afamadas fue
la de Rodolfo II en Praga.22
Características
De forma genérica se pueden establecer las características del Renacimiento en:
Surgimiento de una nueva «relación con la naturaleza», que iba unida a una
concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la
principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar
racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la
naturaleza, como en la antigüedad, no se orienta hacia el conocimiento de fenómeno
casual, sino hacia la penetración de la idea.13
Estética
Ejemplo canónico para representar la cabeza humana acorde con La Divina Proporción
de Luca Pacioli
Uno de los primeros teóricos del arte renacentista fue Cennino Cennini: en su obra
Il libro dell'arte (1400) sentó las bases de la concepción artística del
Renacimiento, defendiendo el arte como una actividad intelectual creadora, y no
como un simple trabajo manual. Para Cennini el mejor método para el artista es
retratar de la naturaleza (ritrarre de natura), defendiendo la libertad del
artista, que debe trabajar «como le place, según su voluntad» (come gli piace,
secondo sua volontà). También introdujo el concepto de «diseño» (disegno), el
impulso creador del artista, que forja una idea mental de su obra antes de
realizarla materialmente, concepto de vital importancia desde entonces para el arte
moderno.24
En ese contexto surgieron varios tratados más acerca del arte, como los de Leon
Battista Alberti (De Pictura, 1436-1439; De re aedificatoria, 1450; y De Statua,
1460), o Los Comentarios (1447) de Lorenzo Ghiberti. Alberti recibió la influencia
aristotélica, pretendiendo aportar una base científica al arte. También habló de
decorum, el tratamiento del artista para adecuar los objetos y temas artísticos a
un sentido mesurado, perfeccionista.25 Fue Alberti quien agrupó a la arquitectura,
la escultura y la pintura en el grupo de las artes liberales, ya que hasta entonces
eran consideradas como artesanía; con ello, elevó al artista a la categoría de
creador intelectual.26 Ghiberti fue el primero en periodificar la historia del
arte, distinguiendo antigüedad clásica, período medieval y lo que llamó «renacer de
las artes» (Renacimiento).27
Por otro lado, Giorgio Vasari, en Vida de los más excelentes arquitectos, pintores
y escultores italianos desde Cimabue hasta nuestros tiempos (1542–1550), fue uno de
los predecesores de la historiografía del arte, al confeccionar una crónica de los
principales artistas de su tiempo, poniendo especial énfasis en la progresión y el
desarrollo del arte.29
Arte
Artículo principal: Arte del Renacimiento
Etapas
David de Miguel Ángel. Diseñada y ejecutada para presidir la plaza principal de
Florencia, esta escultura es en realidad una estudiada alegoría política bajo la
apariencia del tema cristiano. La visión resulta amplificada por las dimensiones
colosales de la estatua, pensada para no perderse en el espacio de la plaza. Hoy en
día la sustituye una copia, mientras que el original está en la Academia de
Florencia.
Con el nuevo gusto, se buscaba ordenar y renovar los viejos burgos medievales e
incluso se proyectaban ciudades de nueva planta. La búsqueda de la «ciudad ideal»,
opuesta al modelo caótico y desordenado del medievo, sería una constante
preocupación de artistas y mecenas. Así, el papa Pío II reordenó su ciudad natal,
Pienza, convirtiéndola en un auténtico muestrario del nuevo urbanismo renacentista.
En sí, las ciudades se convertirían en el escenario ideal de la renovación
artística, oponiéndose al concepto medieval en el que lo rural tenía un papel
preferente gracias al monacato.
Pintura
Artículo principal: Pintura renacentista
El Nacimiento de Venus, obra de Botticelli, conservada en la Galleria degli Uffizi,
Florencia. El paganismo se introduce en el arte renacentista como contrapunto al
mundo hermético y cerrado del medievo en el que Dios era el fin de todo. El ser
humano en su individualidad y diversidad será a partir de ahora el objeto máximo
del interés de los artistas.
Los pintores más destacados de esta época fueron: en Florencia, Fra Angélico,
Masaccio, Benozzo Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi y Paolo Uccello; en
Umbría, Perugino; en Padua, Andrea Mantegna; y, en Venecia, Giovanni Bellini. Por
encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de alegorías, delicadas
madonnas y asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy atento a la belleza y
sensibilidad femeninas, y predominantemente dibujístico, caracterizan la escuela
florentina de pintura y toda esta época. Otros autores del Quattrocento italiano
son Andrea del Castagno, Antonio Pollaiuolo, Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio,
Cima da Conegliano, Luca Signorelli, Cosimo Tura, Vincenzo Foppa, Alessio
Baldovinetti, Vittore Carpaccio y, en el sur de la península, Antonello da
Messina.40
Rafael Sanzio completa la tríada de genios del clasicismo. Su estilo tuvo un enorme
éxito y se puso de moda entre los poderosos. La pintura de Rafael buscaba ante todo
la grazia, o belleza equilibrada y serena. Sus madonnas recogen las novedades de
Leonardo en lo que se refiere a composición y claroscuro, añadiendo una
característica dulzura. Anticipa claramente la pintura manierista en sus últimas
obras, cuyo estilo agitado y dramático copiarán y difundirán sus discípulos.43
Con la aparición de estos tres grandes maestros, los artistas contemporáneos asumen
que el arte ha llegado a su culmen —concepto recogido en la obra de Giorgio Vasari
Las Vidas—44 y se afanarán por tanto en incorporar estos logros, por un lado, y en
la búsqueda de un estilo propio y original como forma de superarlos. Ambas cosas,
junto con el ambiente pesimista que se respiraba en la Cristiandad en la década de
1520 (Saco de Roma, Reforma protestante, guerras), hizo surgir con fuerza a partir
de los años 1530 una nueva corriente, el Manierismo. Se buscaría a partir de
entonces lo extravagante, lo extraño, lo exagerado y lo irreal. Pertenecen a esta
corriente pictórica Jacopo Pontormo, Bronzino, Parmigianino, Rosso Fiorentino o
Francesco Salviati. Otros autores tomarían algunas novedades manieristas pero
siguiendo una línea más personal y clasicista. Entre ellos podemos citar a
Sebastiano del Piombo, Correggio, Andrea del Sarto o Federico Barocci.45
Los dos siglos que dura el Renacimiento en Italia dieron lugar, igual que en las
demás artes, a dos etapas:
La Piedad del Vaticano, de Miguel Ángel, encargada por el cardenal francés Jean
Bilhères de Lagraulas para su sepultura, hoy se encuentra en la Basílica de San
Pedro. El idealismo e impasibilidad de los dioses clásicos se traslada aquí a un
tema cristiano; la serena belleza de María y de Cristo apenas se ve alterada por el
dolor o la misma muerte.
El Cinquecento (siglo XVI): esta época está marcada por la aparición estelar de
uno de los escultores más geniales de todos los tiempos, Miguel Ángel.50 Hasta tal
punto marcó la escultura de todo el siglo que muchos de sus continuadores no fueron
capaces de recoger todas sus novedades y estas no se desarrollaron hasta varios
siglos después. Miguel Ángel fue, como tantos otros en esta época, un artista
multidisciplinar. Sin embargo, él se consideraba preferentemente escultor. En sus
primeras obras recoge el interés arqueológico surgido en Florencia: así, su Baco
ebrio fue realizado con intención de que aparentara ser una escultura clásica.
Igual espíritu se aprecia en la Piedad, realizada entre 1498 y 1499 para la
basílica vaticana. Protegido primero por los Médicis, para los que creó las Tumbas
Mediceas, soberbio ejemplo de expresividad, marchó luego a Roma, donde colaboró en
los trabajos de construcción de la nueva basílica. El pontífice Julio II lo tomó
bajo su protección y le encomendó la creación de su Mausoleo, denominado por el
artista como «la tragedia de la sepultura» por los cambios y demoras que sufrió el
proyecto. En las esculturas hechas para este sepulcro, como el célebre Moisés,
aparece lo que se ha venido denominando terribilitá miguelangelesca: una intensa a
la vez que contenida emoción que se manifiesta en anatomías sufrientes, exageradas
y nerviosas —músculos en tensión—, posturas contorsionadas y escorzos muy
rebuscados. Los rostros, sin embargo, suelen mostrarse contenidos. En sus obras
finales el artista desdeña de la belleza formal de las esculturas y las deja
inacabadas, adelantando un concepto que no volvería al arte hasta el siglo XX.
Miguel Ángel continuó con la tradición de monumentos públicos heroicos y profanos
que inició Donatello y la llevó a una nueva dimensión con su conocido David,
esculpido para la Piazza della Signoria de Florencia.51 En los años finales de la
centuria, la huella de Miguel Ángel tuvo sus réplicas en Benvenuto Cellini (Perseo
de la Loggia dei Lanzi de Florencia, espacio concebido como museo de escultura al
aire libre), Bartolomeo Ammannati, Giambologna y Baccio Bandinelli, que exagerarían
los elementos más superficiales de la obra del maestro, situándose plenamente todos
ellos en la corriente manierista. Destaca en esta época también la saga familiar de
los Leoni, broncistas milaneses al servicio de los Habsburgo españoles, auténticos
creadores de la imagen áulica, un tanto estereotipada, de estos monarcas. Su
presencia en España llevó allí de primera mano las novedades renacentistas,
extendiendo su influjo hasta la escultura barroca.52
España
Artículo principal: Renacimiento español
El Greco, La Resurrección de Cristo, pintado para Santo Domingo el Antiguo de
Toledo. El Greco rebasa el concepto de artista renacentista por su constante
búsqueda de un universo propio y original. Influido por Tintoretto y Miguel Ángel,
su arte va a conocer su mayor desarrollo en Toledo.
En Francia la influencia italiana se dejó sentir desde muy temprano, favorecida por
la cercanía geográfica, los vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba
anexionar los territorios limítrofes de la península italiana, y lo consiguió en
algunos momentos. Sin embargo, el impulso definitivo a la adopción de las formas
renacentistas se dio bajo el reinado de Francisco I. Este monarca, gran mecenas de
las artes y aficionado a todo lo que procediera de Italia, protegió a importantes
maestros, solicitando sus servicios para la corte francesa —entre ellos el mismo
Leonardo da Vinci, que murió en el castillo de Cloux—, a la vez que emprendió un
ambicioso programa de revitalización cultural que revolucionó el desarrollo de las
artes en el país. Conviene tener presente que Francia fue la cuna del gótico y que,
por tanto, este estilo estaba fuertemente arraigado y podía ser visto como un
estilo nacional. De ahí que las formas góticas continuaran presentes durante un
tiempo, a pesar del nuevo estilo impuesto por la corte.
En escultura pervivieron las formas góticas hasta bien entrado el siglo XVI.
Destaca la obra de Peter Vischer, autor de las tumbas imperiales de Innsbruck
(1513) y de la tumba de San Sebaldo en Núremberg (1520). También trabajaron aquí
algunos artistas flamencos, como Hubert Gerhard, autor del San Miguel de la fachada
de la iglesia de San Miguel de Múnich.66
A mediados del siglo XVI el clasicismo italiano entra con fuerza en la pintura
flamenca, manifestándose en la llamada Escuela de Amberes y en pintores como Jan
van Scorel o Mabuse, algunos de los cuales permanecieron en Italia estudiando a los
grandes maestros. A la difusión de los nuevos modelos contribuyó sobremanera el
grabado, que puso al alcance de prácticamente cualquier artista las obras
producidas en otras escuelas y lugares, poniendo muy de moda en toda Europa el
estilo italianizante. Algunos grandes nombres de la época fueron Joachim Patinir,
uno de los creadores del paisaje como género autónomo de la pintura, aunque apegado
todavía al gótico; Quentin Metsys, que se inspiró en los dibujos caricaturescos de
Leonardo y en las clases populares para retratar vicios y costumbres; el retratista
Antonio Moro; el Bosco, uno de los pintores más originales de la historia, apegado
formalmente a la tradición de la vieja escuela flamenca, pero a la vez innovador,
creador de un universo fantástico, casi onírico que lo sitúan como uno de los
precedentes del surrealismo (El jardín de las delicias, 1500-1505); y Pieter
Brueghel el Viejo, uno de los grandes maestros del paisaje y las costumbres
populares, quizá el más moderno de todos ellos, aun cuando en su pintura glose
sentencias morales y de crítica social que tienen algo de medieval (El triunfo de
la Muerte, 1563).70
Hungría: este país contó con el gran mecenazgo del rey Matías Corvino, un gran
amante del arte italiano, quizá por influjo de su esposa, Beatriz de Nápoles.78 El
monarca compró numerosas obras de arte italianas, y contrató artistas y arquitectos
italianos para reformar y decorar sus palacios, como Benedetto da Maiano, Clemente
Camicia y Giovanni Dalmata; el miniaturista Attavante degli Attavanti fue autor del
Breviario de Matías Corvino y del Códice de Marciano Capella; el escultor Andrea
Ferracci realizó el altar de la Anunciación de la catedral de Esztergom.79
Las artes industriales tuvieron un gran auge debido al gusto por el lujo de las
nuevas clases adineradas: se desarrolló la ebanistería, sobre todo en Italia y
Alemania, destacando la técnica de la intarsia, embutidos de madera de varios tonos
para producir efectos lineales o de ciertas imágenes. La tapicería destacó en
Flandes, con obras basadas en bocetos desarrollados por pintores como Bernard van
Orley. La cerámica se elaboró en Italia con barnices vidriados, consiguiendo tonos
brillantes de gran efecto. El vidrio se desarrolló notablemente en Venecia
(Murano), decorado a veces con hilos de oro o con filamentos de vidrios de colores.
La orfebrería fue cultivada por escultores como Lorenzo Ghiberti o Benvenuto
Cellini, con piezas de gran virtuosismo y elevada calidad, destacando especialmente
los esmaltes y camafeos.85
En Italia, cuna del nuevo estilo, perduraban aún los ecos de tres grandes autores
medievales considerados a veces precursores del nuevo movimiento: Dante, Petrarca y
Boccaccio. Entre los literatos surgidos en esta era conviene destacar a: Angelo
Poliziano, Matteo Maria Boiardo, Ludovico Ariosto, Jacopo Sannazaro, Pietro Bembo,
Baldassare Castiglione, Torquato Tasso, Nicolás Maquiavelo y Pietro Aretino. Su
influencia se denotó en Francia, donde desarrollaron François Rabelais, Pierre de
Ronsard, Michel de Montaigne y Joachim du Bellay. En Alemania, la reforma
protestante impuso una mayor austeridad y una temática religiosa, cultivada por
Ulrich von Hutten, Sebastian Brant y Hans Sachs. En Inglaterra, cabe citar a Tomás
Moro, Edmund Spenser, Michael Drayton, Henry Constable, George Chapman, Henry
Howard y Thomas Wyatt. En Portugal se halla la figura predominante de Luís de
Camões.90
Pero de algo que se puede afirma es que Italia, en su apogeo renacentista, fue,
ciertamente la cuna del humanismo, por consiguiente del mismo Renacimiento
occidental. por ende, más que ciudad o país comerciante, es un museo viviente, en
el que se desenvuelve una riqueza cultural y un apogeo históricamente fecundo. ya
que bien se sabe, que Roma, capital Italiana, fue en su época de gloria la capital
del Imperio Romano. Por ello la formación y naturalización del latín no viene
siendo algo novedoso.
En contra del clero católico y el papado, la crítica textual posee un afluente muy
fuerte, cuya necesidad erudita y percepción literal es vital para la comprensión de
lo que acontece en la antigüedad. Aporte que se le puede asociar, según Quirós,
(1994) a los bizantinos, quienes trajeron consigo un importante número de
manuscritos griegos al territorito Italiano. Paralelamente, Francesco Petrarca,
como ya se ha mencionado anteriormente, ha fomentado el espíritu crítico y el valor
literario de autores y textos clásicos,. Se concluye, siendo más que claro, que
será el humanismo nacido en Italia el fundador y promotor del pensamiento crítico y
el que se encargará de reivindicar el valor de la cultura griega.
En España comenzó una edad dorada de las letras, que se prolongaría hasta el siglo
XVII: la poesía, influida por la italiana del stil nuovo, contó con las figuras de
Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de
Jesús; en prosa surgieron los libros de caballería (Amadís de Gaula, 1508) y se
inició el género de la picaresca con el Lazarillo de Tormes (1554), mientras que
despuntó la obra de Miguel de Cervantes, el gran genio de las letras españolas,
autor del inmortal Don Quijote (1605).
Ahora bien, como se mencionó anteriormente, con los aportes de Antonio de Nebrija,
inicia una de las más grandes labores filológicas españolas. La traducción de
textos de latín al romance. Labora que se hace posible ya que una de las
manifestaciones del Renacimiento Español consistía en la recuperación de escritos
latinos, litterae humanitas sobre obras ciceronianas. Que, bajo el dominio de
Cicerón, y por la imitatio y emulatio, en consorcio con el pensamiento de Lorenzo
Valla, nace la gramática castellana, proveniente del latín.
Teatro
Orfeo - Toccata
1:31
Toccata, de La favola d'Orfeo, una de las primeras óperas (1607), compuesta por
Claudio Monteverdi
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En los países protestantes la música cobró gran relevancia, ya que el propio Lutero
defendía la importancia de la música en la liturgia religiosa. Aquí se cultivó
especialmente el coral, un género musical a capella o con acompañamiento
instrumental, generalmente a cuatro voces mixtas. Algunos de los compositores que
lo cultivaron fueron Johann Walther y Valentin Bapst.93
A finales del siglo XVI nació la ópera, iniciativa de un círculo de eruditos (la
Camerata Fiorentina) que, al descubrir que el teatro griego antiguo era cantado,
tuvieron la idea de musicalizar textos dramáticos. La primera ópera fue Dafne
(1594), de Jacopo Peri, a la que siguió Euridice (1600), del mismo autor; en 1602
Giulio Caccini escribió otra Euridice; y, en 1607, Claudio Monteverdi compuso La
favola d'Orfeo, donde añadió una introducción musical que denominó sinfonía, y
dividió las estructuras cantadas en arias.94
Danza
Artículo principal: Danza renacentista
Por otro lado, además del humanismo hay otras corrientes de pensamiento que a
través de diversas vías, aparentemente dispares, convergerán en la filosofía
cartesiana y en los fundamentos de la filosofía moderna: una es heredera del
pensamiento medieval, representada por Nicolás de Cusa o por la escolástica
española; otra está más preocupada por la naturaleza y dará origen a la ciencia
física moderna.106 Nicolás de Cusa, cardenal y obispo de Bresanona, intentó
conciliar la doctrina católica con la teoría platónica, a través de una noción de
Dios infinito y trascendente en el que se aglutinan la verdad y la realidad (De
docta ignorantia, 1440).107 La escolástica española estuvo muy ligada a la
Contrarreforma, y se asoció especialmente con la orden de los jesuitas; de
influencia tomista, estuvo representada por Francisco de Vitoria, Alfonso Salmerón,
Luis de Molina y, especialmente, Francisco Suárez.108 El estudio de la naturaleza
dio en el terreno filosófico la relevante figura de Giordano Bruno, autor de una
doctrina panteísta por la que fue quemado por hereje, y defensor de la razón y la
experiencia como única vía para conocer el mundo.109 También influyeron en la
filosofía las nuevas teorías científicas de Nicolás Copérnico, Johannes Kepler y
Galileo Galilei.110
Ciencia
Esta sección es un extracto de Historia de la ciencia en el Renacimiento.[editar]
El sistema copernicano (De revolutionibus orbium coelestium).
Hombre vitruviano, de Leonardo da Vinci, un ejemplo de la mixtura entre arte y
ciencia en el Renacimiento.
Ilustración de De humani corporis fabrica, de Andrés Vesalio (1543).
Una de las disciplinas científicas que más se desarrolló en esta época fue la
astronomía, gracias principalmente a la figura de Nicolás Copérnico: este
científico polaco fue el difusor de la teoría heliocéntrica —los planetas giran
alrededor del Sol— frente a la geocéntrica impuesta en la Edad Media principalmente
por la iglesia —la Tierra es el centro del universo. Expuso esta teoría, basada en
la de Aristarco de Samos.116117 Este sistema fue posteriormente desarrollado por
Johannes Kepler, quien describió el movimiento de los planetas conforme a órbitas
elípticas.118119 Por último, Galileo Galilei sistematizó estos conocimientos y
formuló los principios modernos del conocimiento científico, por lo que fue
procesado por la Inquisición y obligado a retractarse; sin embargo, está
considerado por ello el fundador de la física moderna.120 Otro astrónomo destacado
de este período fue Tycho Brahe, creador del observatorio de Uraniborg, desde el
que realizó numerosas observaciones astronómicas que sirvieron de base a los
cálculos de Kepler.121 También cabe remarcar que en 1582 el papa Gregorio XIII
introdujo el calendario gregoriano, que sustituyó al anterior calendario
juliano.122
Por último, conviene citar la figura polifacética de Leonardo da Vinci, ejemplo del
hombre renacentista interesado en todas las materias tanto artísticas como
científicas (homo universalis). En el terreno de la ciencia, realizó varios
proyectos como máquinas voladoras, concentradores de energía solar o calculadoras,
que no pasaron de meros proyectos teóricos. También realizó trabajos de ingeniería,
hidráulica y mecánica, y estudios de anatomía, óptica, botánica, geología,
paleontología y otras disciplinas.134
Historiadores como George Sarton y Lynn Thorndike han criticado el efecto del
Renacimiento sobre la ciencia, argumentando que el progreso fue demorado porque los
humanistas favorecieron los temas centrados en el hombre, como política e historia,
sobre el estudio de la filosofía natural o la matemática aplicada. Otros se han
localizado en la influencia positiva del Renacimiento puntualizando factores como
el descubrimiento de muchísimos textos ocultos o perdidos, y el nuevo énfasis en el
estudio de la lengua y la correcta lectura de textos. Marie Boas Hall acudió el
término «Renacimiento científico» para designar la primera fase de la Revolución
científica. Recientemente, Peter Dear argumentó a favor de un modelo de dos fases
para explicar la Génesis de la ciencia moderna: un «Renacimiento científico» en los
siglos XV y XVI, centrado en la restauración del conocimiento natural de los
antiguos, y una «Revolución científica» en el siglo XVII, cuándo los científicos
pasaron de la recuperación a la invención.
Vida y costumbres
Diseños de moda de los siglos xv y xvi
También cobró una especial relevancia la gastronomía, que llegó a altas cotas de
refinamiento y sofisticación. Destacó la cocina veneciana, que gracias a su
comercio con Oriente favoreció la importación de todo tipo de especias: pimienta,
mostaza, azafrán, nuez moscada, clavo, canela, etc. Un factor determinante para una
nueva gastronomía fue el descubrimiento de América, de donde llegaron nuevos
alimentos como el maíz, la patata, el tomate, el cacao, los frijoles, el cacahuete,
el pimiento, la vainilla, la piña, el aguacate, el mango o el tabaco.137
Véase también
Prerrenacimiento
Alto Renacimiento
Bajo Renacimiento
Renacimiento italiano
Renacimiento español
Renacimiento francés
Renacimiento nórdico
Renacimiento alemán
Renacimiento flamenco
Renacimiento inglés
Renacimiento en Hungría
Arte de la Edad Moderna
Historia de la estética
La cultura del Renacimiento en Italia
Historia de la ciencia en el Renacimiento
Hallazgos médicos en el Renacimiento
Literatura del Renacimiento
Música del Renacimiento
Humanismo renacentista
Filosofía renacentista
Polimatía
Referencias
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